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La Clave | El diseño en la obra pública 3

3643. Mayo-junio 2023 José Romo Martín

Diseño, dibujo y creación en ingeniería

José Romo Martín

Ingeniero de caminos, canales y puertos.

CEO de FHECOR.

Coordinador del monográfico.


©José Romo (FHECOR)

Dibujo y diseño

El término «diseño» tiene un doble significado en español, al igual que en otras lenguas de origen
latino. Por un lado, se refiere al proceso de creación de un objeto y por otro, a la representación
gráfica o delineación de éste. Ambos conceptos están estrechamente relacionados y son
fundamentales en todas las disciplinas de la ingeniería, ya que es necesario definir la idea antes de
construirla. El boceto es el primer paso que materializa el concepto inicial y, por lo tanto, es una
herramienta fundamental en el proceso de creación. A medida que se avanza en las etapas
posteriores, se emplean croquis a escala y dibujos de precisión en un proceso generalmente no
lineal. Hoy en día, las herramientas informáticas modernas han transformado completamente los
procesos de producción gráfica y verificación. Sin embargo, la generación de ideas, es decir, el
diseño como proceso de creación, sigue dependiendo de la imaginación técnica estimulada por el
dibujo.

La generación del concepto: el boceto

El boceto es un dibujo de trabajo que permite dar forma a lo que el proyectista tiene en mente, al
materializar ese concepto en un lugar específico, creando lo que Charles de Tolnay llamó «un
primer pensamiento». La creación de una idea y el croquis técnico requieren un sólido
conocimiento en la disciplina correspondiente. El bosquejo tradicional, que permite dar forma
gráfica a un pensamiento, puede ser una herramienta útil para plasmar ideas que surgen de
manera más o menos inconsciente durante el proceso de dibujo. El diseñador utiliza todo lo que
tiene a su disposición en su mente —desde obras previamente proyectadas o simplemente
ideadas hasta su bagaje cultural en el sentido más amplio del término—, así como los estímulos
que las condiciones de contorno sugieren al proyectista. Aunque las herramientas de diseño en
tres dimensiones permiten explorar ideas con una precisión y potencia inimaginables en el pasado,
el dibujo a mano sigue siendo muy útil en el momento de la creación. El croquis rápido es una
herramienta personal y conceptual que se libera de la precisión imprescindible en el dibujo técnico
o en el dibujo por ordenador, y permite al proyectista dar salida a su imaginación técnica. Esa
libertad es claramente una ventaja al crear y sintetizar una idea.

Los bocetos son dibujos de trabajo y, por lo tanto, no requieren una técnica específica, ya que su
objetivo es generar conceptos. Lo importante es que el esbozo sea útil para el diseñador. Estos
primeros apuntes pueden realizarse hoy en día tanto en papel como en soporte informático, pero
siempre con trazos a mano. Los bocetos son una herramienta propia para generar ideas y, por lo
tanto, no suelen estar destinados a ser mostrados, no al menos en ingeniería.

El bosquejo inicial tiene un gran valor pues, como indica el escritor y crítico de arte John P. Berger,
un dibujo es un documento autobiográfico que da cuenta de un suceso, ya sea visto, recordado o
imaginado. El estudio del contenido y la secuencia de los bocetos utilizados en la génesis de un
diseño permite descubrir el proceso de creación, permitiendo que el observador pueda centrar su
atención no tanto en la obra terminada, sino en su proceso de gestación.

El croquis técnico

La siguiente etapa del proceso es el dibujo a escala del concepto con el fin de adaptar su forma
general a la geometría y a las condiciones físicas del emplazamiento concreto. Este dibujo, ya sea
realizado a mano con herramientas tradicionales o mediante ordenador, implica una definición
más precisa, es decir, pasar del concepto en el paisaje a un diseño más detallado en el que se
definen las dimensiones aproximadas de la obra. Es el momento de la exploración, de los primeros
ajustes y cálculos manuales simplificados que permiten definir las magnitudes fundamentales de la
obra, las compatibilidades entre los distintos componentes y la integración del conjunto en el
entorno. La obra comienza a tomar forma. Las herramientas de visualización ayudan a apreciar
cómo se verá en el paisaje y la relación entre los distintos componentes. El concepto gestado de
forma individual en la fase anterior se convierte en un trabajo de equipo.

A medida que se avanza, se generan croquis más técnicos, que permiten definir las conexiones
entre elementos y los detalles fundamentales. La obra ya está definida y es necesario comenzar a
verificar lo diseñado. El análisis de la funcionalidad y la seguridad comienza en esta etapa y puede
implicar ajustes en algunas de las dimensiones. Los aspectos constructivos también deben ser
esbozados y validados preliminarmente.

Los croquis técnicos ya no sólo sirven al autor, sino que deben comunicarse al resto del equipo;
por ello, deben cumplir con ciertas pautas mínimas para ser útiles en el proceso. Las proporciones
del dibujo, la compatibilidad con los elementos adyacentes y la claridad son cualidades básicas
que deben cumplir los croquis técnicos. Estos dibujos se realizan para explicar ideas, por lo que la
técnica de representación (bien sea a mano o mediante herramientas informáticas) es importante,
ya que se trata de transmitir un concepto y es fundamental que sea fácil de entender; además, a
partir de estos croquis se generarán los dibujos de precisión que permitirán la construcción de la
obra.
La creación de una idea y el croquis técnico
requieren un sólido conocimiento en la disciplina
correspondiente

El dibujo técnico de precisión

El trabajo de diseño se completa cuando se generan los documentos gráficos con una alta
precisión y el nivel de detalle necesario para permitir la construcción de la obra. Es decir, cuando
se realiza el clásico dibujo técnico, que, si se hace con cuidado, puede ser en sí mismo un
elemento dotado de gran belleza tecnológica.

Desde las últimas décadas del siglo pasado, el dibujo técnico ha evolucionado gracias al uso de
ordenadores, que han facilitado el trabajo mediante el diseño en tres dimensiones. Antes de esta
época, los planos eran la única herramienta de expresión gráfica previa a la construcción, y los
ingenieros sólo podían explicar la obra a través de bocetos y modelos físicos. Hoy en día, el
proyectista cuenta con la inestimable ayuda de programas tridimensionales que facilitan la
percepción de la futura experiencia del usuario. Estas herramientas permiten evaluar la calidad
formal de la obra y su relación con el entorno en cada etapa del diseño, eliminando la posibilidad
de «errores visuales».

El proceso de generación de esos dibujos técnicos o modelos informáticos no es lineal, sino que se
desarrolla en fases sucesivas a medida que se comprueba que lo ideado cumple con las
condiciones funcionales y de seguridad previstas. La experiencia en las fases iniciales de la
concepción es de gran relevancia para reducir este proceso iterativo. Las herramientas de diseño
paramétrico son una ayuda importante siempre que el equipo encargado del diseño tenga un
conocimiento preciso de los parámetros fundamentales que lo rigen, así como del rango de
variación ingenieril de esas variables. Como es habitual en ingeniería, es necesario identificar y
analizar los puntos críticos del diseño evitando la confusión generada por la gran cantidad de
datos y resultados disponibles gracias a la potencia de las herramientas de cálculo y a la
complejidad de las normativas. No hay que olvidar que el diseño surge de la mente de los
ingenieros y que el cálculo nunca es el objetivo del proyecto, sino simplemente una comprobación
de lo que se ha creado previamente.

Los sistemas actuales de representación y gestión de información, tales como la tecnología BIM,
están a punto de superar la realización clásica de planos bidimensionales. Estos sistemas permiten
el trabajo colaborativo en todas las etapas del proyecto, pero deben partir de un concepto que
debe seguir creándose a través del pensamiento de los ingenieros. Al igual que ocurre con el
cálculo, el BIM es una herramienta de trabajo, pero no es un sistema para generar ideas y, por lo
tanto, no es una herramienta de diseño en sí misma.

El diseño en la formación de los ingenieros

La formación de los ingenieros suele ser fragmentada y se centra, fundamentalmente, en los


aspectos técnicos de la profesión. Los estudios sobre la práctica de los procesos creativos de
ingeniería son muy limitadas o simplemente inexistentes. La formación tradicional no incluye el
dibujo —ya sea a mano o con otras herramientas— como método de creación, lo que limita la
capacidad de los ingenieros que se dedicarán en el futuro al diseño, colocándolos en una posición
de desventaja en comparación con otras disciplinas de diseño. La fragmentación de las materias y
la falta de enseñanza de los procesos creativos del proyecto requieren así, que el estudiante o el
joven profesional vaya construyendo gradualmente y de forma autoditacta las habilidades
necesarias para el diseño.

Esta laguna en la formación está quizás relacionada con la falta general de una narración sobre los
procesos creativos, ya que el discurso en ingeniería tiende a centrarse en la obra terminada. Esta
situación se agrava por la inexistencia de publicaciones que muestren los dibujos iniciales de
trabajo, lo que dificulta el estudio de los métodos de diseño en ingeniería. Esto contrasta con lo
que ocurre en otras disciplinas del diseño, donde se conservan y publican sistemáticamente los
bocetos de los creadores, lo que facilita la investigación, el estudio y la enseñanza de los procesos
de creación.

Dibujo, creación y autoría

La falta de valoración del boceto de ingeniería es, quizás, la consecuencia de una visión científica
de la ingeniería y de una imagen del proyectista como mero ejecutor de cálculos, sin tener en
cuenta su capacidad de creación. Es necesario cambiar esta perspectiva y reconocer la importancia
del proceso de diseño y su contribución a la creatividad y la innovación en ingeniería. El boceto es
el testimonio más evidente de la autoría del ingeniero. A través de sus dibujos, el ingeniero puede
transmitir su conocimiento técnico, su experiencia y su capacidad creativa.

El dibujo es un elemento esencial en el proceso de concepción y materialización de una idea en un


objeto tangible. El boceto, el croquis técnico, el dibujo, y los modelos gráficos de precisión son
etapas consecutivas que permiten el desarrollo y la comunicación de conceptos, la exploración de
detalles y la verificación de la viabilidad de la obra. Aunque las herramientas informáticas
modernas han transformado los procesos de diseño, el dibujo a mano sigue siendo valioso en la
generación de ideas y en la expresión de la creatividad técnica del ingeniero. Es fundamental
fomentar la formación y la valoración del diseño en los programas de enseñanza, reconociendo la
importancia del proceso de diseño y su contribución a la innovación y a la identificación de la
autoría en la obra de ingeniería.

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