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Orientaciones fundamentales para una pastoral con jóvenes

PASTORAL JUVENIL
VOCACIÓN Y MISIÓN

SANTIAGO M. OBIGLIO
Orientaciones fundamentales para
una pastoral con jóvenes

PASTORAL JUVENIL
VOCACIÓN Y MISIÓN 2

SANTIAGO M. OBIGLIO

Ilustraciones: Cristian Camargo

ALÉGRENSE
ÍnDice
PRESENTACIÓN 4

1| INTRODUCCIÓN 7
¿Por qué buscar una identidad en la PJ? 8
¿Por qué pensar una organización de la PJ?
10 Algunos recaudos previos… 13

2| LA PASTORAL JUVENIL 15

3 VOCACIÓN – IDENTIDAD 16
MISIÓN – OBJETIVOS 17
VALORES – ORIENTACIONES FUNDAMENTALES 18

3| UNA PROPUESTA DE “FORMA” PARA


ORGANIZAR NUESTRA PASTORAL JUVENIL 21

PRESUPUESTOS: UNA ORGANIZACIÓN ENCARNADA 22


EL EQUIPO DE PASTORAL JUVENIL 24
ITINERARIO FORMATIVO 29
UNA TRÍADA INTEGRAL 36

4 | CONCLUSIONES 40
PRESENTACIÓN
Cayeron las
lluvias, se precipitaron los
torrentes,
soplaron los
vientos y sacudieron la
casa; pero esta no se
derrumbó
porque estaba construida sobre roca.
+ Mateo 7, 25

Queridos amigos, la pastoral juvenil es apasionante.

PRESENTACIÓN
Apasionante por la vida que es capaz de ofrecer.
Muchos de nosotros podríamos contar cómo en ella,
por Jesús, “pasamos de la muerte a la vida” (1 Jn 3, 14),
y a cuántos vimos hacerlo…

Apasionante también por la entrega y la generosidad


4
que puede despertar. Tantos jóvenes felizmente desple-
gados al servicio, dentro y fuera de sus comunidades,

OBIGLIO
P. SANTI M.
por puro amor gratuito, creyente y solidario.

Mucha de esta “pasión” va cargada y descubierta en


es- tas páginas. Pero soy consciente de que junto a
ella hay también bastante cansancio, frustración y
desorganiza- ción entre nosotros. Esta aventura
comenzó hace algún tiempo, buscando orientaciones
para mí mismo y para las comunidades que
acompaño, y en parte la fui con- firmando a medida
que preguntaba y consultaba por proyectos pastorales
en el ámbito, sin encontrarlos, pero sí descubriendo un
interés y necesidad comunes.
“Los jóvenes deseosos de realizarse en la Iglesia, pueden
quedar defraudados cuando no hay una buena planifi-
cación y programación pastoral que responda a la rea-
lidad histórica que viven. Igualmente sienten la falta
de asesores preparados, aunque en no pocos grupos y
mo- vimientos juveniles se encuentran dichos asesores
com- petentes y sacrificados.”1

A veces ese cansancio y frustración, de ambos -


jóvenes y asesores, vienen de la falta de dirección y
del desgaste estéril, pero la sabiduría en nuestra
Iglesia joven es mu- cha y la alegría de haberla
encontrado me empuja hoy a bajarla de la biblioteca y
ponerla a disposición.

Si estás ahí como joven, te las ofrezco especialmente


para compartirte claridad, entusiasmo y fortaleza y
que seas cada vez más protagonista entre nosotros. Si
te acercás como adulto acompañante de la pastoral
juve- nil, te las comparto como fuente de inspiración y
actua-
5 lización en nuestro servicio.

Tal vez muchos soñamos un nuevo “Directorio de pas-


toral juvenil”; el Sínodo de Jóvenes también lo sueña,
“que pueda ayudarnos a especializar nuestra
formación y acción con los jóvenes y para los
jóvenes”2. Este docu- mento no es exactamente eso,
no podría serlo, pero sí, salvando escalas, es mi
ensayo, un intento de cosecha y presentación
renovada de los elementos esenciales de nuestra
pastoral, principalmente fundado en el camino de la
Pastoral Juvenil Latinoamericana y el reciente Síno- do
de Jóvenes, que no terminó, sino que está en su eta-
pa de acción-concreción, en las manos de cada uno de
nosotros. Y para eso intento este marco teológico-pas-
toral, no para ser leído o estudiado, no para quedarse
en teoría actualizada, sino para apoyar la concreción-
con- versión en nuestras experiencias concretas de
pastoral juvenil. Espero, así, facilitar el primer paso,
personal o
1 Documento de Puebla, Tercera Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, n. 1181.
2 Cf. “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional – Documento final”,
Sínodo de Jóvenes, Ciudad del Vaticano, 2018, n. 140 (en adelante: DF).
comunitario, de un bendecido proceso de planificación
pastoral participativa; al menos esa fue la metodología
y la idea de trasfondo.

¿Qué vas a encontrar acá? La primera sección motiva


y justifica la búsqueda y elaboración de un proyecto de
identidad en la pastoral juvenil. Podés empezar por
esta argumentación metodológica o avanzar
directamente a la segunda sección, el corazón del
documento, en el que se desarrolla la Vocación y la
Misión de la Pastoral Juve- nil. La tercera sección
despliega la propuesta de organi- zación, según sus
diferentes servicios, niveles e itinera- rios,
introduciendo, al finalizar, un modelo de formación

PRESENTACIÓN
integral.

Con todo, sueño que este material forme, aliente e ilu-


mine a jóvenes y a comunidades concretas, para que
gesten o renueven su propia vida pastoral.
¡Redescubra- mos dónde fundar, reparar y sostener
nuestra pastoral
juvenil “construida sobre roca”! 6

p. Santi M. Obiglio

OBIGLIO
P. SANTI M.
Buenos Aires, Mayo 2021
Investigación personal realizada dentro del
Diplomado de Pastoral Juvenil Vocacional
en el CEBITEPAL-CELAM
1
INTRODUCCIÓN
¿Por qué pensar una identidad y una
organización para la Pastoral Juvenil?
¿POR QUÉ BUSCAR UNA IDENTIDAD EN
LA PJ?
“¿Quién soy?” es una de las preguntas más
importantes en la vida de los jóvenes. El desafío de
asumir y respon- derla es universalmente llamado
“búsqueda de identi- dad”, generalmente atravesado
por un tiempo de “crisis” que amenaza la estabilidad,
aunque posibilitando el ver- dadero crecimiento que
este momento de la vida quiere ofrecer y necesita
resolver, al menos inicialmente, para continuar
construyendo la vida que vendrá sobre funda- mentos
sólidos.

También la pastoral juvenil se encuentra con esta pre-

INTRODUCCIÓN
gunta: ¿Qué, o tal vez “quién” es la “pastoral juvenil”?
¿Qué la caracteriza, qué la identifica? ¿Cuál es su
auten- ticidad, su especificidad? Más aun, asumiendo
la “cultu- ra vocacional” propuesta en el sentir común
de nuestra Iglesia joven, sería preciso y oportuno hablar
también de
la existencia pastoral en términos vocacionales,3 pregun- 8

tándonos entonces: ¿cuál puede ser la “vocación” de


la pastoral juvenil?, ¿cuál su “ser para los demás” 4 en la
mi- sión evangelizadora?

Esta pregunta, a Dios gracias, viene siendo asumida


con seriedad y profundidad por nuestra Iglesia
universal y latinoamericana. Mediante un hondo
camino de reco- nocimiento y discernimiento, la
Pastoral Juvenil ha ido buscando y clarificando su ser y
su hacer, su identidad y misión, y como María los ha
ido “guardando y medi- tando en su corazón” (Lc 2,
19), registrando y ofreciendo de variadas maneras, de
modo especial a través de sus publicaciones más
importantes, entre ellas: “Civilización del Amor –
Proyecto y Misión”, de la Sección Juventud del CELAM,
“Documento Final Post-Sinodal” del Sínodo de Jóvenes
y “Christus Vivit” del Papa Francisco, por men- cionar
los más recientes y relevantes.

3 Cf. DF 80.
4 “Christus Vivit – Exhortación Postsinodal”, Papa Francisco, Ciudad del
Vaticano, 2019, n. 253ss (en adelante: ChV).
Sin embargo, soy consciente de que no siempre fue y
es asumida esta pregunta vocacional en nuestras
pastora- les juveniles ordinarias y cotidianas. Como
tantos jóvenes que atraviesan sus crisis vocacionales
de identidad sin lograr resolverla, por tal vez carecer de
coraje, contextos o de herramientas necesarias para
descubrirse, madurar y consolidarse, tampoco
nuestras pastorales juveniles han sabido o podido, en
muchos casos, edificarse sobre auténticos
discernimientos, desarrollándose a partir de esencias y
formas de buena voluntad aunque confusas o
superficiales que amenazan, en última instancia, su pro-
pia existencia y servicio.

Es por eso que considero valioso y sugerente este


desafío de descubrir la vocación y misión reconocidas
oportuna- mente por la Pastoral Juvenil en nuestra
Iglesia, clarifi- cándolas y ofreciéndolas de modo
cercano y vivaz para que también su encarnación en
nuestros contextos pue- da plantar allí sus raíces y
desplegarse generosamente.
9
¿POR QUÉ PENSAR UNA ORGANIZACIÓN
DE LA PJ?
Por un lado, para ayudar a nuestras pastorales a compro-
meterse con un mejor funcionamiento y servicio. Así lo
motiva el Papa en Christus Vivit 72: “Sería bueno que esa
energía comunitaria se aplicara no sólo a acciones
espo- rádicas sino de una manera estable, con
objetivos claros y una buena organización que ayude a
realizar una tarea más continuada y eficiente.”

En este mismo sentido, quienes nos antecedieron en la


Sección Juventud de la Pastoral Juvenil en América
Lati- na, vienen proponiendo una “orgánica pastoral”:

INTRODUCCIÓN
“La Pastoral Juvenil en América Latina ha venido
forján- dose lentamente en un proceso que quiere
llegar hasta la consolidación de una Pastoral orgánica
de la Juventud.

En este proceso, iniciado como tal desde Medellín, los 10


Obispos anotan no pocas dificultades: falta de
planifica- ción y programación; falta de especificación
de la Pas- toral Juvenil en la Pastoral de Conjunto;
deficiente coor- dinación; poca atención a la formación
de Asesores de Pastoral Juvenil y otras.

(…) Para lograr este cometido es necesario contar con


objetivos, criterios y líneas bien definidos que orienten la
acción tanto de los agentes como de los destinatarios
de la Pastoral juvenil y permitan emplear las
metodologías y tácticas adecuadas que hagan
operativo y orgánico el proceso de la Pastoral Juvenil.”5

Es cierto que los tiempos actuales y algunas


caracterís- ticas acentuadas del mundo juvenil, hacen
a los jóvenes reticentes a estructuras definidas, tanto
de contenidos como de formas. La “orgánica” es
percibida algunas ve- ces como limitante y la
conceptualización como distante de la realidad. Estos
juicios se fundamentan en formas o
5 “Elementos para un directorio de Pastoral Juvenil Orgánica”, Sección de
Juventud (SEJ) CELAM, Bogotá, 1982, p. 9-10.
conceptos que pudieron haber sido o quedado
demasia- do rígidas y atemporales, volviéndose
demasiado impo- sitivos e incomprensibles por su
complejidad.

Podemos, a pesar de ello, constatar un sentir general


en la necesidad de mayores acuerdos y claridad en
nuestro funcionamiento pastoral. Riccardo Tonelli, en
la revista de pastoral juvenil “Misión Joven”, afirma
una necesidad de solidaridad y diversidad la
elaboración de proyectos claros para guiar nuestras
pastorales:

“En este modelo de relación interpersonal,


descentrado hacia la causa de Jesús, nos sentimos todos
solidarios, in- cluso cuando poseemos y
desempeñamos funciones di- versas. Pero hemos de
introducir una referencia mucho más exigente que la
relación de simple funcionalidad. Se deriva de las
exigencias de solidaridad interpersonal y de la
necesidad de colaboración como expresión de la
interdependencia de hecho (sobre las causas y sobre
los
11 efectos).”6

Para que sea efectiva esta solidaridad en la diversidad,


es preciso nombrarla, discernirla, registrarla y publicarla.
Allí, por ejemplo, la necesidad de clarificar o convertir ro-
les y servicios en nuestros equipos:

“Un rasgo característico de este estilo de Iglesia es la


valo- rización de los carismas que el Espíritu concede
según la vocación y el rol de cada uno de sus
miembros, mediante un dinamismo de
corresponsabilidad. (…) El Sínodo pide que sea efectiva
y ordinaria la participación activa de los jóvenes en los
puestos de corresponsabilidad de las Igle- sias
particulares, como también, en los organismos de las
Conferencias Episcopales y de la Iglesia universal.”7

Otro problema, y en su contracara otra motivación,


por ejemplo, se encuentra en la relación entre los
eventos y los procesos en nuestra Pastoral Juvenil.
Escucho coti-

6 Riccardo Tonelli, “¿También la pastoral procede por proyectos y progra-


maciones?”, Revista “Misión Joven” 353, Madrid, 2006.
7 DF 123: “Una Iglesia participativa y corresponsable”.
dianamente los reclamos de que no podemos ser una
pastoral de acontecimientos esporádicos, desligados
de la vida cotidiana. Justamente es la “organización” la
que puede favorecer y asegurar procesos pastorales en
nues- tras actividades, señalando etapas, metas y
horizontes.

Así lo propone Jesús Rojano simbólicamente como “el


problema de la mañana del día siguiente”, reconocien-
do que la dificultad está no tanto en los momentos cul-
men de la pastoral sino en su continuidad: “¿Cómo
vivir, en medio de la rutina de los días normales, de lo
que fue la experiencia inicial?”, cómo encauzar la vida
que se despliega en eventos-acontecimientos de
gracia, para afirmarlos y continuarlos, para no librarlos

INTRODUCCIÓN
al desperdi- cio. Ese es “el problema de la mañana del
día siguiente”, 8cuando pasa el hito y queremos
continuar sosteniendo la experiencia. Allí, lo innegable
de la necesidad de una “estructuración e
institucionalización, para afrontar el poder devastador
de la rutina”, y, podríamos agregar, “del
paso del tiempo”, porque también allí la realidad indica 12
que con el cambio de sujetos en los equipos, adviene
la desgraciada amenaza de comenzar siempre de
nuevo, “sin raíces”, al decir del Papa en Christus Vivit. 9

Con honestidad, aclara Rojano, “nadie garantiza el


éxito de una comunidad pastoral que hace un proyecto
pasto- ral, sobre todo tratándose de Pastoral Juvenil.
Pero lo que sí es seguro es el fracaso a medio y largo
plazo del que trabaja sin proyecto”. 10

8 Jesús Rojano, “Proyectos pastorales: qué si y qué no”, Revista


“Misión Joven” 353, Madrid, 2006.
9 ChV 179.
10 Jesús Rojano, “Proyectos pastorales: qué si y qué no”, Revista “Misión
Joven” 353, Madrid, 2006.
ALGUNOS RECAUDOS PREVIOS…
Más austeridad en las palabras: somos conscientes
del “clima de decepción a la hora de confeccionar y
escribir proyectos pastorales”, dada la sensación de
“saturación e invasión de información” en un exceso de
estructuras y documentos. De allí que necesitamos
una “mayor auste- ridad de palabras en los proyectos”,
sin dar por supuesto que al dejarlo escrito lo escrito se
cumple, e invitando a una atención en el momento de
llevarlos a la práctica.11

Más fe empapando nuestras proyecciones: los


proyec- tos en pastoral, si bien reclaman la seriedad
merecida en su elaboración, no pueden ser
desplegados ni evaluados como los proyectos de
cualquier otro ámbito. Aquí habrá que aceptar que en
última -o primera- instancia, hay un factor
fundamental que es el del Espíritu de Dios: “debe- mos
recordar que aceptar con más corazón evangélico las
sorpresas y la libertad del Espíritu es otra de las claves
13 para saber relativizar y flexibilizar nuestros proyectos pas-
torales”.12 Será allí mismo donde se pondrá también en
juego la experiencia de fe en los sujetos pastorales.

Habría muchas fuentes desde las cuales partir para


clari- ficar y exponer los elementos y conceptos más
esencia- les de la Pastoral Juvenil. Entiendo, asimismo,
que habría diferentes formas de plantearlos y serán ellas
una riqueza para todos los que queremos servir en
nombre de Jesús a los jóvenes en este ámbito. Con
todo, elijo hacerlo de un modo particular, motivado
por una opción tanto pe- dagógica como espiritual-
teológica: beber de las fuen- tes que la Iglesia
universal y latinoamericana nos ha ido brindando
acerca de la Pastoral Juvenil. Por ello, en el si- guiente
desarrollo me enfoco en los documentos priori- tarios,
tanto de la Sección Juventud del CELAM como del
Sínodo de Jóvenes -el Documento Final y la
exhortación “Christus Vivit”. Considero imprescindible
leer conjunta-
11 Ibid.
12 Ibid.
mente estos documentos para alcanzar la mayor
riqueza y claridad posible a la hora de emprender este
trabajo.

Intento, además, renovar, convertir y enriquecer la


dispo- sición y los lenguajes de lo propuesto de un
modo más juvenil y vocacional, esto es, intentando
palabras más sencillas, comprensibles y además
cercanas a la temá- tica vocacional. De ahí que elijo
llamar y disponer estos elementos esenciales de la
Pastoral Juvenil según su “Vo- cación” (Ser), “Misión”
(Hacer) y “Valores” (Orientaciones fundamentales).

14
2
la PASTORAL JUVENIL
VOCACIÓN, MISIÓN Y VALORES
VOCACIÓN – IDENTIDAD
Al exponer acá la “vocación” de la Pastoral Juvenil
haré referencia a su ser, a su identidad propia, al
“llamado” que Dios le regala, su naturaleza,
respondiendo a la pre- gunta ¿qué es la Pastoral
Juvenil? o mejor aún ¿quién es la Pastoral Juvenil?

La Pastoral Juvenil es la animación organizada de


la Iglesia al servicio del encuentro de los jóvenes con
Je- sús. Está llamada a acompañar a los jóvenes a
que des- cubran, conozcan, sigan y se comprometan
con Jesús y con su Evangelio para que, transformados

PASTORAL JUVENIL
en personas nuevas, e integrando su fe y su vida, se
conviertan en pro- tagonistas de la construcción de un
mundo nuevo.13

Esta animación pastoral destinada a las generaciones


jó- venes tiene dos características indispensables14:

• es “juvenil” porque sus destinatarios se encuentran 16


en esa edad singular e irrepetible de la vida que es la
juventud.15

• es “vocacional” porque la juventud es el


momento privilegiado para tomar las decisiones de
la vida y para responder a la llamada de Dios.

La animación organizada de la Pastoral Juvenil es


parte de la evangelización16 en la pastoral de
conjunto que se inserta en la pastoral diocesana y
desarrolla su acción teniendo en cuenta de modo
especial las orientaciones y los planes pastorales de esa
Iglesia particular17, así como también las instancias de
Pastoral Juvenil regional y na- cional.

13 Cf. “Civilización del Amor – Tarea y Esperanza” (CATE), Sección de


Juven- tud (SEJ) CELAM, Bogotá, 1995, pág. 176 (en adelante: CATE); cf. Ap. 21.
14 Cf. DF 40.
15 DF 10: “la franja de edad considerada por este Sínodo (16-29 años)”.
16 “Civilización del Amor – Proyecto y Misión” (CAPYM), Sección de
Juventud (SEJ) CELAM, Bogotá, 2013, n. 590 (en adelante: CAPYM)
17 CAPYM 605.
MISIÓN – OBJETIVOS
Al exponer la “misión” de la Pastoral Juvenil intento
res- ponder a la pregunta “¿para qué es?”, haciendo
referencia a su hacer, al obrar, a sus objetivos y rumbos
específicos, a la respuesta que se espera de ella según
el “llamado” que Dios le encomienda en la Iglesia y en
nuestra histo- ria.
Fundada en su vocación, se le confía la misión de ani-
mar la evangelización de los jóvenes, caminando
con ellos hacia el encuentro personal y comunitario
con Jesús y colaborando en la tarea de encarnar el
Evan- gelio en nuestros diferentes contextos y
realidades.18
Despliega este llamado a través de dos grandes líneas
de acción19:

*La búsqueda. Es atraer a nuevos jóvenes a la


experien- cia del Señor, encontrando los caminos
atractivos para
17 convocarlos y sembrar el primer anuncio en sus corazo-
nes. En esta búsqueda queremos privilegiar el idioma
de la proximidad, el lenguaje del amor desinteresado,
rela- cional y existencial que toca el corazón, llega a la
vida, despierta esperanza y deseos, buscando con mayor
sen- sibilidad cómo encarnar la fe en el lenguaje que
hablan los jóvenes de hoy.20

*El crecimiento. Es desarrollar un camino de


madura- ción de los que ya han hecho esa experiencia 21,
centrado en dos grandes ejes: uno es la profundización
de la fe, la experiencia fundante del encuentro con Dios
a través de Cristo muerto y resucitado. El otro es el
crecimiento en el amor fraterno, en la vida comunitaria,
en el servicio.22

18 Cf. DF 128.
19 ChV 209ss.
20 Cf. ChV 211.
21 ChV 209.
22 Cf. ChV 213.
VALORES – ORIENTACIONES FUNDAMENTALES

Al exponer aquí los “valores” de la pastoral juvenil me re-


feriré a sus orientaciones fundamentales, es decir, aque-
llas cualidades esencialmente significativas que,
brotan- do de su identidad profunda, fundan y guían el
actuar. Impulsan un estilo, un modo de acción, que
será, a su vez, manifestado en acciones y actitudes
concretas. Po- dría responder a la pregunta “¿cómo
ser/hacer?”.

Queremos entregarnos a nuestra misión orientados


por los siguientes valores:

PASTORAL JUVENIL
23
• Comunidad: una pastoral sinodal - juntos

Nuestra pastoral juvenil será sinodal, conformando un


“caminar juntos” que implica una valorización de los
ca- rismas que el Espíritu concede según la vocación y
el rol de cada uno de sus miembros, mediante un
dinamismo
de corresponsabilidad. Nos anima este espíritu comuni- 18
tario, para encaminarnos hacia una Iglesia participativa y
corresponsable, capaz de valorizar la riqueza de la varie-
dad que la compone, que acoja con gratitud el aporte
de los fieles laicos, incluyendo a jóvenes y mujeres, la
contri- bución de la vida consagrada masculina y
femenina, la de los grupos, asociaciones y
movimientos. No queremos excluir a nadie, ni dejar que
nadie se autoexcluya. 24

Los mismos jóvenes serán agentes de nuestra pastoral


juvenil, acompañados y guiados, pero libres para encon-
trar caminos siempre nuevos con creatividad y audacia.25

• Fe: una pastoral kerygmática26 - descubrir


Nuestra pastoral juvenil será kerygmática, incluyendo
siempre procesos que ayuden a anunciar y descubrir
las tres grandes verdades que todos necesitamos
escuchar:
23 ChV 203ss.
24 Cf. CV 206.
25 Cf. CV 203.
26 ChV 214ss.
“¡Dios te ama, Cristo te salva y Él vive y nos quiere vivos!
27
, renovando y profundizando continuamente esta
expe- riencia personal del amor de Dios y de Jesucristo
vivo.
28
• Apertura: una pastoral popular - conocer

Nuestra pastoral juvenil será también popular,


enfocan- do nuestro estilo, tiempos, ritmos y
metodologías en los jóvenes reales e incorporando a
todos en la marcha.

Queremos crear espacios inclusivos donde haya lugar


para todo tipo de jóvenes y donde se manifieste que
so- mos una Iglesia de puertas abiertas. Aceptamos
un pro- ceso lento, respetuoso, paciente, esperanzado,
incansa- ble y compasivo para dar testimonio del amor
del Señor y tender la mano a todos los jóvenes,
especialmente con sus pobrezas, sus dudas, sus
traumas, sus problemas y su búsqueda de identidad, sus
errores, su historia, sus expe- riencias del pecado y
todas sus dificultades.
19
• Seguimiento: una pastoral vocacional29 - seguir
Nuestra pastoral juvenil será vocacional, integrando en
torno a este eje de “seguimiento” de Jesús todas las
di- mensiones de los jóvenes. En esta “cultura
vocacional”30 descubrimos el origen y el cumplimiento,
el principio unificador de toda nuestra pastoral, en la
que intentare- mos ayudar a todos y a cada uno,
mediante un camino de discernimiento, a alcanzar la
“madurez que corres- ponde a la plenitud de Cristo” (Ef
4, 13).

• Misión:unapastoralmisionera31 –comprometernos

Finalmente, nuestra pastoral juvenil será misionera, alen-


tando a los jóvenes a crecer en la fraternidad, a vivir
como hermanos, a ayudarse mutuamente, a crear
comunidad,
27 Cf. ChV 111-133.
28 ChV 230
29 DF 139.
30 DF 80.
31 ChV 239, 215.
a servir a los demás, a estar cerca de los pobres. Si el
amor fraterno es el “mandamiento nuevo” (Jn 13,34), si
es “la plenitud de la Ley” (Rm 13,10), si es lo que mejor
manifies- ta nuestro amor a Dios, entonces queremos
que ocupe un lugar relevante en toda nuestra pastoral.

Buscaremos bendecir y enviar continuamente a los


jóve- nes, enamorados de Cristo, a dar testimonio del
Evange- lio en todas partes, con su propia vida.32

PASTORAL JUVENIL
20

32 ChV 175.
3
UNA PROPUESTA DE “FORMA” PARA
ORGANIZAR NUESTRA PASTORAL JUVENIL
“¿Cómo organizarnos en pastoral juvenil?” no es sólo una
pregunta por la eficacia de una estructura sino, sobre
todo en nuestro ámbito, refiere a una pedagogía y una
espiritualidad que expresan y manifiestan en su

ORGANIZAR NUESTRA PASTORAL JUVENIL


“forma” la profundidad de su “ser” e identidad.

La organización es una de las opciones pedagógicas


esenciales de la Pastoral Juvenil en Latinoamérica. “Estas
opciones se refieren a herramientas, estrategias,
postu- ras o actitudes prioritarias para la evangelización
de la ju- ventud, opciones discernidas a partir de la
pedagogía del Maestro de Nazaret y del recorrido
histórico.”33

Así, la coordinación y organización hacen parte de la


mis- ma misión evangelizadora.34 “Esta participación
no es algo que se elige. No asumirla es tener otra
opción peda- gógica. Además de crearla y mejorarla, si
está frágil, hay que fomentarla y dinamizarla porque el
aislamiento no
es parte de la práctica cristiana de los seguidores y segui-
22
doras del Maestro de Nazaret.”35

PRESUPUESTOS: UNA ORGANIZACIÓN


ENCARNADA

En primer término, tendremos que definir si la pro-


puesta de “forma” se elaborará para una
comunidad juvenil parroquial, de movimiento,
diocesana, etc. Estas coordenadas serán el
presupuesto básico para complementar y encarnar el
buen desarrollo de la or- ganización.

Dentro del marco presentado de la forma como


pedago- gía, reconocemos que “la organización de la
acción evan- gelizadora hoy se lleva a cabo dentro de
un nuevo con- texto en el que hay una multiplicidad de

34 CAPYM
590.
experiencias, cada una tiene su organización y
espacios de formación

33 CAPYM 470.

34 CAPYM
591.
y acción”36. De ahí que la forma propuesta a
continuación quiera servir de guía y traducir en una
organización posi- ble los elementos ofrecidos por el
camino de la Pastoral Juvenil, actualizada en sintonía
con los últimos aprendi- zajes del Sínodo de Jóvenes,
pero carecerá de una en- carnación espacio-temporal
que deberá completarse por quienes disciernan su
aplicación y la reelaboren des- de sus coordenadas
pastorales. “Cada país tiene su pro- pia experiencia de
organización, pero hay que tener en cuenta la
necesidad de lograr una pastoral orgánica y de
conjunto”37, y por ello los aspectos a continuación descri-
tos.

La encarnación de la PJ supondrá, entonces, la


conside- ración de la realidad socio-histórica de los
jóvenes, esto es, las diferentes características que éstos
poseen, como también la consideración de su contexto
físico-pasto- ral, es decir, los territorios y estructuras
implicadas en la evangelización y su respectiva
organización.
23

34 CAPYM
592.
34 CAPYM
593.
EL EQUIPO DE PASTORAL JUVENIL

Es necesario que los jóvenes se articulen entre sí para


que la pastoral juvenil realice orgánicamente su mi-
sión evangelizadora.38 Por ello, la pastoral de jóvenes
será animada por un equipo. Este equipo es el ámbito

ORGANIZAR NUESTRA PASTORAL JUVENIL


donde, en la práctica, se coordina la acción de la pas-
toral juvenil. 39

Estará conformado por personas con espíritu creyente,


experiencia pastoral, capacidad técnica, espíritu de
ser- vicio, claridad de visión sobre la realidad pastoral
en su comunidad, la problemática de los jóvenes, y
condicio- nes para hacer operativas las opciones
asumidas y gene- rar iniciativas que estén al servicio de
los grupos, de los agentes de pastoral y de los jóvenes
en general. 40

Para poder desarrollar su tarea en forma eficiente, el


equipo estará constituido por un número estable de
personas que tengan posibilidad de dedicar su tiempo y 24
contar con los recursos necesarios para lograr los objeti-
vos propuestos. De esta forma se podrá convertir –como
sucede en muchas realidades–en un verdadero
dinami- zador de la pastoral juvenil. 41

El proceso se realiza desde los jóvenes y con los jóve-


nes. Ellos son punto de partida y sujetos activos de
sus propios procesos y están llamados a ser los
primeros e inmediatos evangelizadores de los otros
jóvenes. Este protagonismo es un elemento
fundamental de la peda- gogía, de la metodología y de
la organización de la Pas- toral Juvenil. 42

38 “Pastoral Juvenil, Sí a la Civilización del Amor”, Sección de Juventud


(SEJ) CELAM, Bogotá, 1987, p. 212 (en adelante: SCA)
39 CAPYM 609.
40 CAPYM 613.
41 CAPYM 614.
42 Cf. CATE, p. 109.
TAREAS43
Las tareas principales del equipo de pastoral juvenil serán:

• Impulsar la pastoral juvenil, saliendo al encuentro


de los jóvenes en la zona o contexto pastoral.

• Animar y acompañar la pastoral juvenil,


discerniendo y desarrollando sus actividades y
procesos.

• Articular la pastoral juvenil, vinculando a sus


miem- bros entre sí y en torno a otras instancias
comunita- rias en una comunión efectiva y afectiva.

• Formar a los jóvenes, educándolos y capacitándolos


a través de itinerarios integrales de crecimiento en la
fe.

• Sensibilizar a toda la comunidad sobre el mundo


ju- venil, favoreciendo la comprensión, la
valoración y el afecto hacia los jóvenes, buscando
que sean acogi-
25 dos, motivados, alentados y estimulados44.

ANIMADORES45

Son jóvenes llamados por Dios en la Iglesia para asumir,


en la comunidad, el servicio de animar y acompañar la
pastoral juvenil. Buscan dar testimonio del Evangelio
con sus vidas y entusiasmar y compartir su fe con los
demás. Su fuerza y confianza no están centradas tanto
en sus co- nocimientos y cualidades personales sino en
el Espíritu de Jesús que los inspira en su servicio.

Son referentes y responsables de las experiencias ju-


veniles en la comunidad, guiando y motivando a otros
jóvenes en las diferentes propuestas, grupos y
activida- des. Facilitan la vinculación con otros niveles
pastorales (zonales, diocesanos, nacionales) y la
recepción de sus orientaciones.

43 CAPYM 610, 612; SCA, p. 214-215.


44 ChV 243.
45 Cf. SCA, p. 220-221; CAPYM 597.
Son líderes acompañados, buscando su formación y
ca- pacitación46, estimulando sus capacidades
naturales y esos carismas que el Espíritu Santo ya ha
sembrado en- tre ellos, sin ponerles tantos obstáculos,
normas, contro- les y marcos obligatorios a esos
jóvenes creyentes que podrán también ser líderes

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naturales en los barrios y en diversos ambientes.

Se destacan por una animación realmente inclusiva,


no elitista o clausurada en pequeños grupos de
selectos, sino que incorpore a todos, incluyendo en la
marcha ju- venil a los más pobres, débiles, limitados y
heridos.47

Animan estrechamente unidos a los asesores,


asumien- do el protagonismo juvenil
corresponsablemente y de- jándose acompañar por
ellos.

ASESORES

El proceso de evangelización de los jóvenes es acompa-


26
ñado por un asesor de pastoral juvenil. El asesor de PJ es
una persona adulta llamada por Dios a ejercer un
minis- terio al servicio de los jóvenes; un ministerio que
es asu- mido como una opción personal, al que es
enviado por la Iglesia, y para el que se ha de buscar la
aceptación de los mismos jóvenes.48 Es un cristiano
maduro, dispuesto a servir a los jóvenes con la
experiencia de su vida y que desea compartir con ellos
su vivencia del Evangelio y su descubrimiento de
Cristo.

El asesor favorece el protagonismo juvenil, facilita recur-


sos de formación y apoya prioritariamente la acción de
los animadores; sirve de enlace entre el mundo juvenil
y el mundo adulto y se convierte en un apoyo
fundamen- tal para la pastoral juvenil.49

La comunidad eclesial acompaña a los jóvenes especial-

46 ChV 245.
47 ChV 230-231.
48 CAPYM 285.
49 CAPYM 598.
mente a través de asesores adecuadamente formados,
que los quieran de verdad, que estén en actitud de
escu- cha, comprensión y cercanía y que conozcan
suficiente- mente las características pedagógicas y
metodológicas del proceso de pastoral juvenil. Esta
actitud pastoral libe- radora, personaliza a los jóvenes y
los hace responsables de su proceso y de su propia
existencia. 50

Se destaca por ser un auténtico cristiano comprometi-


do con la Iglesia y con el mundo; que busque
constante- mente la santidad; que comprenda sin
juzgar; que sepa escuchar activamente las necesidades
de los jóvenes y pueda responderles con gentileza;
que sea muy bon- dadoso, y consciente de sí mismo;
que reconozca sus lí- mites y que conozca la alegría y
el sufrimiento que todo camino espiritual conlleva. Una
característica especial- mente importante en un asesor
es el reconocimiento de su propia humanidad. Que son
seres humanos que co- meten errores: personas
imperfectas, que se reconocen
27 pecadores perdonados.

Los asesores no deberán llevar a los jóvenes a ser segui-


dores pasivos, sino más bien a caminar a su lado, deján-
doles ser los protagonistas de su propio camino.
Deben respetar la libertad que el joven tiene en su
proceso de discernimiento y ofrecerles herramientas
para que lo ha- gan bien. Un asesor debe confiar
sinceramente en la ca- pacidad que tiene cada joven
de poder participar en la vida de la Iglesia. Por ello, un
asesor debe simplemente plantar la semilla de la fe en
los jóvenes, sin querer ver inmediatamente los frutos
del trabajo del Espíritu Santo.

Este papel no debería ser exclusivo de los sacerdotes y


de la vida consagrada, sino que los laicos deberían
poder igualmente ejercerlo. Por último, todos estos
asesores deberían beneficiarse de una buena
formación perma- nente. 51

Juntos, asesores y animadores, conforman el equi-


50 CATE, p. 110..
51 ChV 246.
po de pastoral juvenil. Potenciados por un
ambiente evangélico serán, además de un equipo,
una comuni- dad al servicio, sintiéndose unidos los
unos a los otros más allá de vínculos utilitarios o
funcionales, tejiendo lazos con gestos sencillos y
cotidianos, en el que nadie será indiferente o ajeno ya

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que cada uno es piedra nece- saria en su construcción.
Esta comunidad al servicio se recreará continuamente
con la confianza, la paciencia y el perdón, y así,
también entre nosotros, daremos lugar al milagro de
experimentar que aquí se nace de nuevo, aquí todos
nacemos de nuevo porque sentimos actuan- te la
caricia de Dios que nos posibilita soñar el mundo más
humano y, por tanto, más divino.52

Así, la pastoral juvenil constituye en su interior


dife- rentes equipos para cumplir su misión y
facilitar la organización y concreción de la
animación pastoral, organizándose de manera
participativa a través de coor- dinaciones que se dan
en los diferentes niveles. A través
de ellas, los jóvenes se educan en la comunión y en la 28
participación, crecen como personas, se van
integrando activamente a la vida de la Iglesia, generan
propuestas nuevas para la sociedad y se sienten
realmente protago- nistas. Esas instancias sólo pueden
ser entendidas y vivi- das desde una actitud de
corresponsabilidad y servicio a los demás jóvenes y a
los grupos.53

52 DF 217.
53 CATE, p. 110.
ITINERARIO FORMATIVO

Podemos esbozar un itinerario formativo de pastoral


ju- venil considerando diferentes niveles de
participación, etapas y dimensiones en las que se
desarrolla el proceso.
54
Niveles de acción pastoral

Distinguir los siguientes niveles permite acompañar a


los jóvenes en una “formación respetuosa de los
procesos”55 teniendo en cuenta su grado de
incorporación a la pas- toral como también las
diferentes instancias significati- vas en todo itinerario.

En primer lugar, distinguimos un nivel “masivo” en


el cual la pastoral juvenil se acerca a todos los jóvenes,
ha- ciendo presente el Evangelio y sus valores, enfocados
en una multitud abierta en la cual todos están
invitados a incorporarse. Es una instancia de
convocatoria hacia los jóvenes, invitándolos a eventos,
a acontecimientos que
29
cada tanto les ofrezcan un lugar donde no sólo reciban
una formación, sino que también les permitan compar-
tir la vida, celebrar, cantar, escuchar testimonios reales y
experimentar el encuentro comunitario con el Dios
vivo. Es muy deseable recoger las buenas prácticas:
aquellas metodologías, aquellos lenguajes, aquellas
motivaciones que han sido realmente atractivas para
acercar a los jó- venes a Cristo y a la Iglesia, recogiendo
todo lo que haya dado buenos resultados y sea eficaz
para comunicar la alegría del Evangelio. Estas pueden
ser, entre muchas otras: festivales, peregrinaciones,
eventos artísticos o de- portivos, encuentros de oración,
vigilias, etc.

En segundo lugar, existe un nivel de “incorporación es-


porádica”, en la cual los jóvenes, sin participar estable-
mente de la pastoral, acuden con o sin frecuencia a la
comunidad juvenil, participando de sus actividades. Al-
gunas de propuestas posibles en este nivel tienen que

54 SCA, p. 206-207.
55 Documento de Aparecida, Quinta Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, n. 281 (en adelante: DA).
ver con: misiones juveniles, jornadas de formación, talle-
res, encuentros y convivencias, etc.

En tercer lugar, el nivel de “participación estable”. Allí


los jóvenes se integran en una experiencia
comunitaria, madurando personal, espiritual y

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socialmente. Una de las expresiones más características
de este nivel pudiera ser la participación en los grupos
juveniles o incluso la colaboración en la animación de
los mismos.
56
Etapas del proceso formativo

Junto a la consideración de los niveles de


participación, reconocemos diferentes etapas en el
proceso formativo de los jóvenes.

La iniciación, llamada también clásicamente “nuclea-


ción”. Allí se encarna de modo privilegiado la misión de
“búsqueda”57 de la PJ, sembrando el primer anuncio
del amor de Dios en el corazón de los jóvenes. Puede
hacer-
30
se de varias formas: personal, amplia, a través de medios
específicos y de medios masivos. Es la etapa en la que
los jóvenes son visitados o invitados, responden afirmati-
vamente y perseveran luego acudiendo a la comunidad
juvenil. Esta etapa debe destacarse por ser eclesial,
ho- nesta, partir de la realidad de los jóvenes, cálida y
fraterna en su acogida. Su punto de partida son las
muy varia- das motivaciones y grados de conciencia y
de adhesión a Jesús que traen -o no- los jóvenes que
responden a la convocatoria.

En adelante, es fundamental que el proceso formativo


se centre en dos grandes ejes: uno es la
profundización del “primer anuncio” (kerygma), esa
experiencia fundante del encuentro con Dios a través
de Cristo muerto y resu- citado. El otro es el
crecimiento en el amor fraterno, en la vida comunitaria,
en el servicio. Se encarnará especial- mente entonces,
en las siguientes etapas, la misión de
56 CAPYM 264; CATE, p. 126.
57 ChV 210-211.
“crecimiento”58 de la pastoral juvenil.

La profundización, llamada clásicamente “iniciación”. Es


la etapa que efectivamente recorren la inmensa
mayoría de las comunidades juveniles. De lo que se
realice en ella dependerán, en la práctica, los procesos
de formación en la fe que vivirán muchos jóvenes. Un
buen acompaña- miento y una buena pedagogía
durante esta etapa ga- rantiza que los jóvenes crezcan
y maduren hasta el com- promiso de la consolidación
futura.

La consolidación, llamada clásicamente “militancia”. Es


la etapa final del proceso de educación en la fe. Es
par- te de una secuencia gradual y diferenciada en la
que se van asumiendo diferentes compromisos en la
Iglesia y en la sociedad. Dentro del proceso evolutivo de
la perso- nalidad del joven, la consolidación es una
etapa activa y creativa. Se desarrolla una vez superada
la adolescencia y supone una progresiva integración
dinámica de los ele-
31 mentos cognoscitivos, afectivos, sociales y trascendentes
en una opción y proyecto de vida. Enamorados de
Cristo, los jóvenes están llamados a dar testimonio del
Evange- lio en todas partes, con su propia vida.59 Es
un compro- miso concreto desde la fe para la
construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio
del mundo y de la so- ciedad para evangelizar sus
diversas instancias, para ha- cer crecer la paz, la
convivencia, la justicia, los derechos humanos, la
misericordia, y así extender el Reino de Dios en el
mundo.60

Estas etapas pueden o no entenderse en paralelo a los


niveles. Si bien podríamos considerar el nivel masivo
como un momento de iniciación, el de incorporación
es- porádica como de profundización y el de
participación estable como de consolidación, esto no
es necesaria- mente siempre así. En algún sentido, las
tres etapas pue- den fomentarse en los tres niveles de
participación, y así, por ejemplo, un joven formado en
la fe puede estar com-
58 ChV 212-215.
59 ChV 175.
60 ChV 168.
prometido vocacionalmente en su vida profesional sin
haber participado de una comunidad juvenil -la etapa
de consolidación vivida fuera del nivel de participación
estable- tanto como se puede organizar un taller
multi- tudinario de formación para animadores en la

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diócesis
-desarrollando una consolidación en el nivel de partici-
pación masiva.

Dimensiones para una formación integral

De todas las secciones, es esta la que conlleva


modelos más diversos, aunque reconoceremos
también certezas y acuerdos claros y fundamentales.

Para el lector que quiera acercarse críticamente al con-


tenido propuesto, esta introducción despliega los “fun-
damentos y entramados”. Quien prefiera encontrar la
orientación pastoral concreta podrá ir directamente a
la descripción de la “tríada integral”.
32
Una formación integral: fundamentos y
entramados

Encuentro valioso comenzar enunciando algunos de


los variados modelos que se fueron elaborando sobre
la formación integral, acordando todos en la necesidad
de una formación “integral”, aunque difiriendo en sus
di- mensiones, acerca de cómo entienden o qué
aspectos determinan acerca de esta “integralidad”.

Los “Elementos para un directorio de PJ orgánica”,


pro- ponen: la dimensión corporal, la dimensión
espiritual, la dimensión divina o de la gracia y las
dimensiones relacio- nales, añadiendo en otro
apartado del mismo una forma- ción para la acción
desglosada en la dimensión técnica, táctica,
sociológica y socio-política, filosófica, teológica,
ascética, litúrgica, deportiva, en las relaciones humanas,
artística y recreativa.61

61 “Elementos para un directorio de Pastoral Juvenil Orgánica”, Sección de


Juventud (SEJ) CELAM, Bogotá, 1982,
“Sí a la Civilización del Amor” menciona lo espiritual, lo
doctrinal, lo social, lo laboral, lo político y lo cultural
como dimensiones que importan abordar para formar
al joven integralmente. 62

“Civilización del Amor: Tarea y Esperanza” se refiere a


un proceso de formación integral que atiende cinco
dimen- siones: la relación consigo mismo, la relación
con el gru- po, la relación con la sociedad, la relación con
Dios libera- dor y la relación con la Iglesia.63

Me remito también el Documento Final de la Confe-


rencia de Aparecida por su extensión en el tema, el
cual desarrolla como una formación atenta a
dimensiones diversas: la dimensión humana y
comunitaria, la dimen- sión espiritual, la dimensión
intelectual y la pastoral-mi- sionera.64

“Civilización del Amor: Proyecto y Misión” habla de di-


33
mensiones apenas pedagógicamente separables, una
vez que se entrelazan en la misteriosa unidad del ser-
per-
sona: dimensión psico-afectiva, dimensión social (y
cul- tural), dimensión política, dimensión mística (o
teologal) y dimensión técnica (o metodológica).65

Tanto el Sínodo de Jóvenes en su Documento Final,


como el Papa en su exhortación post-sinodal Christus
Vivit también hablan de la necesidad de una
formación-edu- cación integral, y aunque no enuncian
dimensiones es- pecíficas, aportan cualificaciones sobre
la misma:

“La realidad concreta nos habla de una visión antropo-


lógica de la persona como totalidad y de un modo de
conocer que no separa sino que capta los nexos,
apren- de de la experiencia interpretándola a la luz de
la Pala- bra, se deja inspirar por testimonios ejemplares
más que por modelos abstractos. Esto requiere un
nuevo criterio

62 SCA., p. 204.
63 CATE, p. 123: 2.1 La Formación Integral.
64 DA, 280 ss.
65 CAPYM 511ss.
formativo, orientado a la integración de las perspectivas,
que nos capacite para captar el nexo entre los
problemas y sepa unificar las diferentes dimensiones
de la persona. Este criterio está en perfecta sintonía con
la visión cristia- na que contempla en la encarnación
del Hijo el encuen- tro inseparable entre lo divino y lo

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humano, entre la tierra y el cielo.” 66

(Ya citado anteriormente) “Cualquier proyecto forma-


tivo, cualquier camino de crecimiento para los jóvenes,
debe incluir ciertamente una formación doctrinal y mo-
ral. Es igualmente importante que esté centrado en
dos grandes ejes: uno es la profundización del
kerygma, la experiencia fundante del encuentro con
Dios a través de Cristo muerto y resucitado. El otro es
el crecimiento en el amor fraterno, en la vida
comunitaria, en el servicio. Insis- tí mucho sobre esto
en Evangelii gaudium y creo que es oportuno
recordarlo. Por una parte, sería un grave error pensar
que en la pastoral juvenil «el kerygma es aban-
donado en pos de una formación supuestamente más 34
“sólida”. Nada hay más sólido, más profundo, más
seguro, más denso y más sabio que ese anuncio. Toda
formación cristiana es ante todo la profundización del
kerygma que se va haciendo carne cada vez más y
mejor».” 67

Finalmente, encuentro imprescindible la integración de


las valiosísimas propuestas acerca de la formación
inte- gral en los documentos sobre la formación
sacerdotal
-Pastores Dabo Vobis y la reciente nueva Ratio
Sacerdo- talis- los cuales siendo intencionados con un
fin preci- so, se refieren todos en primer término a una
formación vocacional de los, en su mayoría, jóvenes,
aspirantes al sacerdocio, pero también aplicables, con
sus debidas consideraciones, a los jóvenes en general.
En este caso, las dimensiones propuestas son:
humana, espiritual, in- telectual y pastoral. 68

66 DF 157.
67 ChV 213-214.
68 “El don de la vocación presbiteral - Ratio Fundamentalis Institutionis sa-
cerdotalis”, Congregación para el Clero, Ciudad del Vaticano, 2016, n. 89ss.
Encuentro también estos aportes imprescindibles en el
Nuevo Directorio para la Catequesis, publicado el año
pa- sado (2020), en el cual se propone una formación
integral tanto para el catequista como para los
catecúmenos, según su clásico SER-HACER-SABER
HACER, pero cuya mayor novedad creo encontrar en el
énfasis por fomen- tar una maduración como
persona, como creyente y como apóstol.69 Son estas
tres últimas categorías las que elijo para sintetizar una
formación integral en la pastoral juvenil.

35

69 Directorio para la Catequesis, Pontificio Consejo para la Promoción de


la Nueva Evangelización, Ciudad del Vaticano, 2020, n. 136.
UNA TRÍADA INTEGRAL
De estos contenidos fundamentados por otros más ex-
pertos, asumo el desafío y el coraje de ofrecerlos atra-
vesados por un discernimiento a la luz de su interrela-
ción, interpretación y experiencias encarnadas. Por

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eso, la descripción expuesta a continuación no quiere
en lo más mínimo reducir ni recortar la “integralidad”
de la for- mación, aunque simplifique su formulación.
Considero, la siguiente propuesta, resultado de los
modelos ante- riormente considerados y recurro a la
descripción desa- rrollada con claridad por el jesuita
Guatemalteco Carlos Cabarrús y por el Documento de
Aparecida, los cuales cito para expresar brevemente
los contenidos de las di- mensiones que sugiero.

La tríada de formación integral a la que me refiero,


apo- yado en estos y otros fundamentos 70, consiste en un
pro- ceso que quiere levantar, sanar y afianzar la
propia hu-
manidad -Dimensión Humana, para iniciar o convertir 36
y profundizar en ella la experiencia espiritual -Dimen-
sión Espiritual, y permitir y fomentar un despliegue
consecuente y de su entrega vocacional e histórica
-Dimensión Social-Misionera.

La Dimensión Humana: enfocada en la relación con


uno mismo, busca “formar a la persona”.

Cabarrús la propone como una etapa de crecimiento


personal, que debe pasar por un proceso donde se tra-
baje la parte herida o inmadura de la persona y se
llegue a consolidar y desplegar su positividad creativa.
Esto pre- para y fomenta una naturaleza capaz de
recibir fecunda- mente la experiencia espiritual y de
entregarse solidaria- mente. 71

Aparecida dirá que esta formación humana tiende a

70 Para profundizar, ver también otros autores como por ejemplo: Amadeo
Cencini, Javier Garrido, Eugenio Alburquerque, Lola Arrieta.
71 Cf. “Bitácora para acompañar caminantes”, Carlos Cabarrus sj,
Bilbao, 2000, p. 18 (en adelante: “Bitácora”).
acompañar procesos que lleven a asumir la propia
histo- ria y a sanarla, en orden a volverse capaces de
vivir como cristianos en un mundo plural, con
equilibrio, fortaleza, serenidad y libertad interior. Se
trata de desarrollar per- sonalidades que maduren en
el contacto con la realidad y abiertas al Misterio. 72

Se incluyen aquí todos los elementos descritos en los


apartados de los diferentes documentos sobre esta
dimensión, de modo especial aquellos referidos a lo
bio-psico-afectivo y a lo comunitario desde su aspecto
vincular-relacional.

La Dimensión Espiritual: enfocada en la relación


con Dios, busca “formar al creyente”.

Cabarrús la propone como una etapa de


discernimien- to y crecimiento espiritual con unas
unas característi- cas esenciales: supone el camino
abierto por Jesús, en
37
la acción del Espíritu Santo. La experiencia de la ternura
total de Dios y su misericordia alegre y entrañable es
lo
que fundamentalmente sana y levanta la dimensión
hu- mana, impulsando asimismo hacia el auxilio de
quienes tienen necesidad. 73

El Documento de Aparecida la señala como la dimen-


sión que funda el ser cristiano en la experiencia de
Dios, manifestado en Jesús, y que lo conduce por el
Espíritu a través de los senderos de una maduración
profunda. Por medio de los diversos carismas, se
arraiga la persona en el camino de vida y de servicio
propuesto por Cristo, con un estilo personal. 74

Se implican en esta dimensión aquellos elementos re-


feridos como “dimensión de gracia”, “mística”, “teologal”,
“litúrgica”, “eclesial” y también aquella dimensión
“doc- trinal”, muchas veces absolutizada por una cultura
racio- nalista que priorizaba el conocimiento cognitivo
en la fe,
74 DA 280.
72 DA 280.
73 Cf. Bitácora, p. 18-19.

74 DA 280.
pero reubicada en los últimos años dentro del
panorama más amplio de la relación con Dios, que
implica el pen- samiento, conocimiento y comprensión,
aunque no de modo exclusivo ni prioritario.

La Dimensión Social-Misionera: enfocada en la rela-

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ción con los demás, busca “formar al apóstol”. “for-
mar al creyente”.

Esta dimensión, apoyada en las otras, quiere formar la


respuesta, el compromiso de la persona-creyente.

Cabarrús la señala como el ámbito del “compromiso


his- tórico” que proviene de las dos fuerzas anteriores
y lan- za con preocupación humana y divina a la
búsqueda de erradicar el sufrimiento y la injusticia del
mundo como una acción de compromiso humano, pero
además como una acción mística de construir el Reino
y de servir a Je- sús en los necesitados. 75

Aparecida la refiere a una dimensión que forma a los dis-


38

cípulos misioneros al servicio del mundo, moviendo al


creyente a anunciar a Cristo de manera constante en
su vida y en su ambiente, contribuyendo a integrar
evange- lización y pedagogía, incentivando la
responsabilidad en el mundo para construir el Reino de
Dios. 76

Esta dimensión incluye dentro de sí la “formación


moral” y la “formación pastoral” en cuanto a respuesta
respon- sable y oblativa, manifestada en una
coherencia de vida y en el servicio a otros, con todo lo
que ello implica de formación metodológica, técnica,
pedagógica, doctrinal, socio-política, etc. La
solidaridad es de esperarse como fecundidad, pero
también es preciso formarla en la per- sona que vive
en plenitud su humanidad, que sigue a Je- sús y que
de algún modo se quiere comprometer en su proyecto
para sanar este mundo herido.

76 DA 280.
Finalmente, encuentro necesario reafirmar la necesi-

75 Cf. Bitácora 19.

76 DA 280.
dad de considerar todas estas dimensiones en sintonía
y armonía mutua, en interrelación estrecha. Y si bien po-
dríamos señalar pedagógicamente un itinerario que
al comienzo puede acentuar una formación humana,
para luego habilitar lo espiritual y culminar en el
compromiso misionero, en verdad las tres dimensiones
están conjun- tamente presentes en cada momento y
habrá casos en los que el itinerario pueda darse de
otro modo. Así bien lo señala Cabarrús:

“Lo importante de estos tres factores es que uno nos


re- manda al otro, estableciendo un dinamismo cada
vez más pujante. Desde el trabajo personal, ya
invitados(as) al trabajo comprometido por las personas
que sufren. El estar con ellas nos vuelve una y otra
vez a la exigencia de seguirnos levantando y optando
por la vida desde lo mejor de nosotros(as) mismos(as).
La espiritualidad a la que hacemos referencia, no
prescinde del crecimiento humano, lo supone, pero
también le da su plenitud en
39 el mismo acto de comprenderla: es por tanto bien reci-
bido de parte de la misericordia de Dios, que nos
vemos invitados(as) a trabajar por quienes tienen
necesidad de toda índole.

Es importante señalar que aquí se presenta un camino


que tiene cierta secuencia: del crecimiento personal, a
una espiritualidad y luego al compromiso. Es algo que
se suele dar cronológica y existencialmente así. Es decir,
que para muchas personas ha sido de este modo como
nos hemos ido haciendo nosotros(as) mismos(as)
como personas respecto a los(as) demás y a la realidad
de Dios. Pero puede ser que para otras, se haya
comenzando en el compromiso y desde allí se
encuentran con la presen- cia de Dios y que todo ello
les haya llevado a la necesidad de un crecimiento
personal.”77

77 Bitácora, p. 19.
4
CONCLUSIONES
Al comenzar este trabajo me propuse buscar una
identidad de la pastoral juvenil y pensar su
organización, a partir de la herencia de la PJ en
nuestro continente latinoamericano, registrada en sus
documentos y renovada a la luz del último
acontecimiento sinodal sobre “Los jóvenes, la fe y el
discernimiento vocacional”.

En el camino, admito haber “experimentado” -y remito


a esta palabra como esencial en nuestro ámbito de
formación pastoral juvenil, no como sensación
superficial sino como aprendizaje que implicó variados
niveles en mi persona- admito haber experimentado,
decía, de los más diversos ritmos.

Algunas veces me encontré corriendo entusiasmado,


devorando lecturas, buscando referencias, gozando la
confirmación de intuiciones anteriores y encontrando
materia para profundizarlas. Fue el caso, por ejemplo,
41 acerca de la necesidad de una orgánica pastoral, no
solo por dinamizar los procesos, aunque también, sino
sobre todo desde una motivación teológica, espiritual
y eclesial que la fundamenta. O también la temática
referida a los grupos y la comunidad como
fundamental para los procesos de pastoral juvenil, en
tiempos en los que las fronteras son difusas, los
jóvenes oscilan entre un lugar y otro, o navegan
indistintamente, y otras tantas impersonalmente, a
través de las redes sociales… frente a aquella inquietud
la sorpresa de la confirmación acerca de lo
insustituible pedagógicamente del grupo y de la
comunidad reales.

Otras veces me descubrí detenido, pensativo,


tentado de desilusión en parte… cuando, buscando
un denominador común para la formación integral
encontré tanta diversidad en sus presentaciones. A
la vez, en mi contexto actual encuentro este aspecto
bastante alejado de la realidad de nuestra pastoral
juvenil, y a la vez que me apasiona, también de a
ratos me preocupa. Con todo, el estudio me permitió
recoger
inspiraciones y orientaciones comunes, a pesar de sus
esquematizaciones diversas, y potenciar la valorización
de la cuestión, confirmando la necesidad de continuar
el proceso desde mi compromiso personal, para lo cual
vale la pena tanto continuar formándome como
ensayar propuestas formativas al servicio. Al decir de
Galeano: “la utopía sirve para caminar”.

Finalmente, en muchos tramos me encontré también


avanzando con serenidad, intentando ser puente entre
la técnica minuciosamente ofrecida y dispersa en
cuantiosos documentos y los jóvenes entre los cuales
soy llamado a servir. Tramos de “encarnación” para
digerir-discernir las orientaciones teológico-pastorales
en actitudes, contenidos y sugerencias aterrizadas.
Entre ellos, por ejemplo, la sección primera acerca de
la Vocación, Misión y Valores de la Pastoral Juvenil, en
el cual la novedad no es tanto el contenido sino su
modo
de presentación e integración. 42

Concluyo esta aventura formativa, y espero que así


también lo hagas vos, habiéndome reconocido, en
todo momento, acompañado, y por eso honro tantas
presencias. Me reconozco, en este recorrido,
acompañado por Dios que, desde mi historia, vocación
y ministerio, motiva y sostiene el esfuerzo necesario
para andarlo. Me reconozco acompañado por la
Iglesia, que en sus jóvenes y pastores guían el camino
con las huellas marcadas por la Pastoral Juvenil
Latinoamericana en sus equipos, congresos y
documentos, con las luces del último y conmovedor
Sínodo de Jóvenes, con la sabiduría de nuestro actual
Papa Francisco, en santos consagrados a la juventud
que siguen marcando y alentándome, como Don
Bosco y el Cardenal Pironio. Me reconozco
acompañado por unos cuantos teólogos y pastoralistas
que desde sus artículos, consejos o correcciones nos
sirven en esta peregrinación. Finalmente, me
encuentro acompañado por tantos jóvenes del caminar
pastoral de cada día, que desde palabras y gestos,
risas y lágrimas,
interpelaciones, pedidos o propuestas -presentes o
guardados en la memoria- custodian el sentido de esta
ruta formativa y la animan a continuar.

“Queridos jóvenes, seré feliz viéndolos correr más rápido que los
Corran atraídos por ese Rostro tan amado, que adoramos en la S
y reconocemos en la carne del hermano sufriente.
El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante.”
Papa Francisco, Christus Vivit 299

CONCLUSIONES
43
p. Santi M. Obiglio
Soy Santiago Obiglio, sacerdote de
Buenos Aires. Tengo 30 años, soy vicario
en la parroquia San Francisco Javier,
en el barrio de Palermo y asesor de la
Vicaría de Jóvenes (así llamamos a la
Pastoral Arquidiocesana de Jóvenes en
Bs. As.). Me gusta llamarme “hijo” de
la pastoral juvenil, donde a los 15 años
conocí de un modo nuevo, muy personal
y comunitariamente, a Jesús. Desde
entonces, sin planearlo, medio llevado
por Dios y por la Iglesia, me encuentro
sirviendo especialmente a los jóvenes y
haciendo pastoral con ellos. Fui formado
pastor en el Seminario de Buenos Aires
y profesor-licenciado en la Facultad de
Teología de la UCA, además de cursos
y talleres, recibidos y ofrecidos, que
enriquecen mi ser y mi servicio; entre
ellos, el Diplomado del CELAM en Pastoral
Juvenil, de donde surge este trabajo que
hoy compartimos. Cuentan conmigo…

Editorial Alégrense
Somos un proyecto editorial católico,
buscamos trasmitir el amor de Dios con
cada uno de los proyectos. Surgimos de
la necesidad de generar nuevas instancias
para artistas, hoy creemos en cada
idea que de forma creativa aporte a la
evangelización.

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