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Coronavirus, aguas residuales y otros demonios.

Las condiciones sanitarias de la ciudad han sido desbordadas por el crecimiento de la


mismaciudad. Ya desde los 90´s del siglo XX, tuvimos emergencias sanitarias en el relleno de Doña
Juana, el ríorio Bogotá y por material particulado en el aire. Anteriormente en los años 50´s la
explosión demográfica ocasionadaocacionada por “la violencia”, una de nuestras tantas guerras
ajenas, llevóllevo al crecimiento de la deforestación, expansión de chircales, disposición en fuentes
de agua corriente de las aguas residuales y desechos sólidos.

Hoy con una expansión de la ciudad y con poder de la Aalcaldía en el orden regional, estamos
frente a una megaciudad que se sobrepone de lado a todas estas falencias históricas y deja de lado
propuestas como el urbanismo de Le Corbusier y Salmona, dando entrada a los proyectos que
desconocen a los habitantes de los barrios y su identidad de 3 o 4 generaciones. Los mecanismos
de desplazamiento urbano, dan cabida a mafias del tráfico de drogas, apuestas, trata y esclavitud
de personas, atracos, estafa, fleteo, extorsión. Fenómenos que sólosolo responden al proceso de
especulación del suelo en Bogotá Rregión, que es alimentado por los “desarrollos” en
infraestructura, los cuales aceitan al sector financiero y los ladrones de cuello blanco, amos de la
corrupción.

Nos introducen a un “capitalismo verde” que nos brindan soluciones de energías alternativas,
también basadas en el extractivismo, la obsolescencia programada y percibida, la agroindustria y
el monopolio del agua. De manera marginal se da cabida a soluciones sustentables:
Bioconstrucción, compostaje, autocultivo, proteínas limpias (Orellana, Champiñones), bicicleta,
antimoda, recuperación ancestral, conservacionismo, turismo científico y ecológico; pero de fondo
está el concreto, la masa sobre el verdadero verde de los bosques, proyectos limpios como el
metro, regiotram y otros que de fondo tienen gran movimiento de materiales estériles que irán a
rellenos, volúmenes altos de materiales particulados en la atmósferaatmosfera, niveles altos de
ruido por la maquinaria de construcción-destrucción, explotación de cantera para obtención de
agregados y deuda de décadas para financiar los proyectos. Todo esto avanza sin existir la PTAR
Canoas y sin cambiar prácticas como la de hacer las necesidades fisiológicas en agua, empacar los
productos en plástico e icopor, sin ninguna responsabilidad por parte de los fabricantes y lejos de
normas que realmente dejen de saturar nuestros ecosistemas.

En Bogotá ese “verde” son slogan, tarimas y alfombras verdes. No aparecen nuevos jardines
botánicos, ni parques metropolitanos, ni cinturones de recuperación de los ecosistemas, por el
contrario se encamina todo a la masificación de la urbe a expandir su nefasto impacto sin cambiar
las prácticas de consumo depredador, cada vez más “conscientesconcientes” y a la vez menos
relevantes.

Y claro el tema infaltable, la pandemia. Que en términos de definición nunca lo fue, pues en
estricta regla deben morir más del 12% de los infectados y esto no sucedió; acompañado esto de
un diagnósticodiagnostico insuficiente y poco confiable, tratamientos de muerte y la incapacidad
de brindar atención médicamedica suficiente. Mientras Cuba enviaba sus médicos al mundo, aquí
se evidencio la falta de garantías laborales y de bioseguridad a la que se ve sometido el personal
de salud en este sistema retardatario, de saqueo de los recursos y muerte agónica de lo público.
Bueno pero ¿qué tiene que ver lo primero con lo segundo? La respuesta está en la necesidad de
controlar la población en tiempos de crisis, la economía mundial no dio más y el neoliberalismo y
su acumulación y consumo sin límite reventó, los poderosos del mundo quedaron sin piso y están
dejando en cero las exorbitantes deudas impagables, para volver a iniciar. Las otras posibilidades
para enfrentar este default económico eran: La guerra nuclear o la IA (Iinteligencia Artificial). Pero
bueno, los amos del mundo optaron por “la pandemia” y esta ha sido utilizada por los distintos
gobiernos con fines similares en las distintas latitudes: controlar la inconformidad frente a la
desigualdad reinante, control militar de los territorios, adiestramiento de la población con miras al
desarrollo de megaciudades (también llamadas ciudades estado). En nuestro país no es extraño, el
exterminio de líderes sociales, el resurgir de la guerra y prácticas de control social justificadas por
el COVID-19. Aquí en Bogotá- Rregión nos estrenan para lo que viene, un caos de “obras civiles”,
que obligan a restringir derechos constitucionales como el de la libre movilización, derecho a la
protesta, lael salud, de un ambienteambiento sano y limpio, entre otros más.

Los poderosos locales configuran así su orgia que aplasta y condena a todos en esta Sabana de
Bogotá. Simplemente somos clientes, consumidores, usuarios, un número telefónico, un ID, una
IP. Los ecosistemas se cuantifican en servicios ambientales y así son comerciados, consumidos,
desplazados, suplantados. Mientras tanto las mismas 14 familias se lucran de este modelo
delirante y fracasado de destrucción masiva de la naturaleza en aras de la movilidad, la
superpoblación, el renacer de la industria (más zonas francas), ampliación del mercado
inmobiliario. El aberrante pico y placa ya se implementó para los ciudadanos, restringirán el uso de
motocicletas y nos mantendrán confinados, ya no en casa, sino en barrios, conjuntos, UPZ,
localidades.

Protestamos para que el monstruo se corte las garras, pero en verdad no estamos viendo
cómocomo nos están aplastando.

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