Eugenia Grandet es una novela de Honoré de Balzac publicada por primera vez en el
semanario de Europa literaria en septiembre de 1833, primer año de la revista. El título de esta primera edición era Eugénie Grandet, histoire de province. Se publicó ya en forma de libro en 1834, Félix Grandet, tonelero retirado y otrora alcalde de Saumur que prosperó valiéndose de un sentido para los negocios acompañado de una enorme avaricia y aprovechándose de la inestabilidad de la época que le ha tocado vivir en sus años de trabajo, además de haber recibido herencia de madre, suegro y suegra en el mismo año, hace creer a su mujer, a su hija Eugénie y a la sirviente Nanon que no son una familia de posición desahogada, y viven todos en una casa cochambrosa cuya reforma evita él; mientras, se dedica a acrecentar su fortuna. Muchos varones del lugar, que intuyen la fortuna del señor Grandet, ven en su hija el mejor partido, y dos notables pretenden emparentar con la familia por medio de la muchacha Un día de 1819, se presenta al atardecer en casa de los Grandet el hijo de Guillaume, hermano de Félix. El joven Charles, que ha sido enviado a casa de Félix por un padre que es un rico negociante de París en bancarrota que planea suicidarse, entrega a su tío una carta confidencial. En ella, Guillaume pone al corriente de su situación a su hermano Félix. Charles es un tarambana que mantiene una relación sentimental con una mujer casada, y ha venido a casa de su tío, aunque mandando por el padre, pensando en abrirse camino. Al poco de su llegada, se publica en los periódicos la noticia de la bancarrota y el suicidio del padre. Félix considera a Charles una carga, y tiene la intención de enviarlo a ultramar. Por su parte, Charles encuentra consuelo en el trato con su prima Eugénie, y se enamora de ella al igual que ella de él. La muchacha da parte de su dinero al primo para que le sirva de ayuda. Eugénie toma entonces la decisión de casarse con Cruchot des Bonfons, y así se lo hace saber a éste, pero le impone dos condiciones: la primera es que ella permanecerá virgen, y la segunda es que él habrá de ir a París a satisfacer en nombre de ella las deudas de Guillaume Grandet. Así lo hace Cruchot des Bonfons, y Charles, al conocerse ambos, se da cuenta de que Eugénie es poseedora de una gran fortuna, circunstancia que no advirtió cuando vio la casa en la que habitaba su prima y en la que tan poco tiempo pasó él. Cruchot des Bonfons desposa a Eugénie con la esperanza de hacerse muy rico. Muere joven, no obstante, y es Eugénie quien acrecienta su fortuna al sumarle todo lo que hereda de él. Sintiéndose a pesar de ello muy desgraciada, le dice a la sirviente Nanon que ella es la única que la quiere, y vive en la misma penuria que la acompañó toda la vida, aunque sin la obsesión que tenía su padre por el vil metal. Se dedica a las obras de caridad, y queda en el aire al final de la historia un posible casamiento con el marqués de Froidfond.