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ROMANCE DE ABENÁMAR
y el rey don Juan
—¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida;
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
—No te la diré, señor,
aunque me cueste la vida.
—Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son yPérdida
Previous: relucían!
de Antequera
—El Alhambra era, señor,
Next: Álora, la bien cercada
y la otra, la mezquita;
los otros, los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba,
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra
otras tantas se perdía;
desque los tuvo labrados,
el rey le quitó la vida
porque no labre otros tales
al rey del Andalucía.
El otro es Torres Bermejas,
castillo de gran valía;
el otro Generalife,
huerta que par no tenía.
El año 1431Pérdida
Previous: el reydeJuan II de Castilla llega ante Granada acompañado del infante
Antequera
El romance tiene evidente inspiración morisca. Los poetas árabes llaman frecuen-
temente «esposo» de una región al señor de ella, y de aquí el romance tomó su
imagen de la ciudad vista como una novia a cuya mano aspira el sitiador. Esta
imagen no se halla en ninguna literatura medieval sino en la castellana. Sólo des-
pués, cuando los soldados españoles llevan consigo el ROMANCERO a Alemania y
Países Bajos, vemos surgir la concepción de la ciudad sitiada como una novia, ya
refiriéndose a Magdeburgo y a su sitiador Wallenstein (1629), ora a otras muchas
ciudades holandesas, danesas y suecas.
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