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El beato Rafael Arnáiz Barón.

Notas de su espiritualidad*
No se puede hablar de la vida del Hº. Rafael sin tratar de su
espiritualidad, y su espiritua1idad no tiene sentido ni es comprensible sin la
referencia a su vida. Es muy abundante la bibliografía que trata de la vida del
Beato Rafael1. Intentar hablar de modo exhaustivo de la espiritualidad del
beato Rafael requeriría un amplio tratado. Muchos estudios se han hecho
también sobre la misma y seguirán haciéndose, prueba de que la figura
humilde de este Oblato trapense es una fuente de vida espiritual para cuantos
se acercan a él2. Mi intención en este estudio es resaltar lo que considero
1
Este artículo apareció en francés con el nombre Le Frère Raphael Arnaiz y Barón (1911-1938),
témoin de la trascendance de Dieu en la revista Collectanea Cistercienbsia (L) 1988 p. 335-375.
La publicación actual en español ha sido notablemente remodelada y actualizada de acuerdo con
los estudios que se han hecho sobre el Hermano Rafael.
?
Doy a continuación una pequeña reseña de publicaciones sobre su vida: El Duque de Maqueda, Un se-
creto de la Trapa. Madrid 1944. M. Torres, Escritos y datos biográficos de Fray María Rafel Arnáiz Ba-
rón. Fray María Rafael Arnáiz Barón. Monje Trapense - Vida y escritos. Madrid 1974. Beltrame Qua-
ttrocchi, Paulino, Fascinación del absoluto, Madrid 1987. Sandoval Fernández, Teófilo. Silueta de un hé-
roe. El Hermano Rafael, Madrid 1968. Sánchez Prieto, Nicolás, El blanco y alegre Hermano Rafael. Va-
lladolid, 1985. Gil de Muro, Eduardo T., Rafael Arnáiz. Sin mirar a los lados. Burgos. 1989. Yáñez Nei-
ra, Damián, El Hermano Rafael. Recuerdos íntimos. Ávila 1991. Gallego, Tomás, Beato Rafael Arnáiz
Barón. Bosquejo Biográfico. Palencia 1993. Yáñez, Damián, Espiritualidad del Hermano Rafael. Cómo
ví al Hermano Rafael hace ahora cincuenta años. Venta de Baños (Palencia) 1984. Fernández, Gonzalo
María, El Beato Hermano Rafael. Biografía espiritual. Roma 1981. Martínez Camino, Juan A, Mi Rafael.
El Beato Rafael Arnáiz, según el Padre Teófilo Sandoval, su confesor, intérprete y editor. Bilbao 2003.
Yáñez Neira, Damián. Hno. Rafael, semblanzas y anécdotas. Burgos 2000. Yáñez Neira, Damián, El Her-
mano Rafael en sus relaciones con los Duques de Maqueda. Cistercium 1988 p. 275-310 Garrido Bona-
ño, Manuel, La guerra civil del 36 y el Hermano Rafael. Cistercium 1988 p 311-330.
2
Bibliografía seleccionada de obras y artículos sobre la espiritualidad del Hermano Rafael: Sánchez Mon-
ge, Manuel, Una santidad muy humana. Espiritualidad del Hermano Rafael. Madrid 1992. Palmero Ra-
mos, Rafael, Teología del dolor y la enfermedad en el Hermano Rafael. Ávila 1986. Espiritualidad del
Hermano Rafael, El Hermano Rafael, testigo del Reino en la vida contemplativa moderna. Palanca 1984.
Francia, Santiago, La alegría pascual en los escritos del Hermano Rafael. Palencia 1984. Jiménez Duque,
Baldomero, La experiencia del Hermano Rafael a la luz de las enseñanzas de San Juan de la Cruz. Palen-
cia 1984. Llamas, Enrique, Bases teológicas de la piedad mariana del Hermano Rafael. Palencia 1984.
Bengoechea, Manuel, El Hermano Rafael en la órbita de los santos jóvenes de nuestro tiempo. Palencia
1984. González García, Miguel Angel, Mensaje del Hermano Rafael a la juventud de nuestro tiempo. Pa-
lencia 1984. Calvo Moralejo, Gaspar, Seguimiento de Cristo y vida religiosa en el Hermano Rafael. Pa-
lencia 1984. Fernández, Gonzalo Mª, Evolución espiritual del Hermano Rafael. Palencia 1984. Cardenal
Fernández, Teodoro, Aceptación vigorosa y entera de la voluntad de Dios en el Hermano Rafael. Palen-
cia 1984. Temiño, Angel, Fidelidad del Hermano Rafael al llamamiento de Cristo. Palencia 1984. Cerro
Chaves, Francisco, Silencio en los labios, cantares en el corazón. Vida y espiritualidad del Hermano Ra -
fael. Madrid 2000. Martín Fernández-Gallardo, Antonio María, Beato Rafael Arnáiz. Algunas claves de
su experiencia espiritual. Cisterciun (LVII) 2005, p. 1045-1092. Gallego, Tomás, Le Frère Raphael Ar-
naiz y Barón (1911-1938), témoin de la trascendance de Dieu (I - II - III). Collectanea Cisterciensia (XL-
L) 1987, 1988, pp. XL 279-297, L 57-75, 335-375. Gallego, Tomás, El Hermano Rafael, testigo de la

1
puntos clave de su espiritualidad y como el quicio de su vida,

No es una tarea fácil hablar de la espiritualidad del Beato Rafael. En


parte, porque los escritos de Rafael tienen tal riqueza que, sólo cuando se
acerca uno a ellos se atisba su profundidad. Pero es que además no son
didácticos. De modo que se resisten a cualquier sistematización. Son más
bien la expresión de las experiencias de una vida, con todas las sinuosidades
de la emotividad, de los acontecimientos, los sentimientos, el fraguarse de
unos ideales, el gozo de vivirlos, el sacrificio de la renuncia, el peso de la
prueba, y en el fondo, sosteniéndolo todo como armadura o eje de toda la
vida, la fe que, al recorrer sus escritos, se siente cómo se arraiga y crece y se
transforma en experiencia viva de Dios. Por eso, lo que sentimos que falta en
claridad y fondo didáctico en los mismos, lo hallamos compensado con el
frescor de la experiencia de un camino de acercamiento a Dios, que es sin
duda lo que hace tan atractivos y valiosos, aún hoy día, sus escritos.

Pedro Langa, agustino, en un artículo aparecido en Cistercium 3, ha


definido muy bien el carácter “sapiencial” de 103 escritos de Rafael que nos
transmite ese valor perenne de vida y experiencia. A propósito de esta frase: "É1 me
absorbe; empiezo a hablarte de É1 y acabo hablando con Él mismo"4, que Rafael escribe a su tía
María, comenta el P. Langa: "Sin darse cuenta tal vez, deja definida en tan corta y profunda frase
la más acabada teología de vida interior, y si se me apura diré que hasta el secreto de por qué la
oración consiste no tanto en hablar mucho de Dios, como a menudo se dice y escribe, sino en
hablar con Dios, que es distinto. En tan sutil matiz estriba nada menos que la diferencia entre
teología de manual y la propia y típica de la “sapientia cordis”; la que los Santos Padres de la
Iglesia y los grandes místicos tenían, o mejor aún: vivían"

1. El quicio de su vida
Hay tres aspectos o dimensiones en los escritos y vida de Rafae1 que son como el eje o
quicio de su espiritualidad, y estos tres aspectos son inseparables, de modo que no se puede hablar
de uno sin referirse al otro. Estos tres aspectos o dimensiones son: la vocación, el amor a la Cruz, y

trascendendia de Dios. Cistercium (XL) 1988 p. 27.68. Gallego, Tomás, El Hno. Rafael y "Su Trapa" a
la luz de un centenario. Cistercium (XLIII) 1991 p. 439-464. Molina Prieto, Andrés, Molina Prieto, An-
drés, Sentido de Dios y visión de las criaturas en el Hermano Rafael. Cistercium (XL) 1988, p. 199-234.
3
Langa, Pedro, La belleza en el Hermano Rafael, en Cistercium XL (1988), p. 269.
4
Carta a su tía María, Duquesa de Maqueda, desde Oviedo, 10 de noviembre de 1935.

2
su sed de Dios, que él expresa sobre todo en la frase tan conocida de sus escritos: ¡solo Dios!
Estas dimensiones de su vida van evolucionando con e1 tiempo, evolución que nos es muy
interesante conocer para descubrir las notas de su espiritualidad.

a) La vocación

Su camino espiritual, en efecto, está condicionado por el descubrimiento y la fidelidad a su


vocación a la Trapa, como a él le gusta llamar a San Isidro. Tiene momentos de lucidez y de
oscuridad, de gozo y de dolor, de dificultades y pruebas, incluso de desilusión, a través de las
cuales llega a cotas de heroísmo, por las que Dios purifica su fe, llevándole al desprendimiento de
aquello que más quería para darle aquello a lo que le llamaba. Recorramos los momentos más
señalados de este camino.

Sin duda que hay en su vida una serie de condicionamientos o predisposiciones por las que
Dios le preparaba para este camino. El ambiente familiar religioso, su carácter jovial, servicial y
atractivo, su sentido de lo divino, y sus mismas cualidades artísticas le predisponían para una vida
dedicada exclusivamente a la búsqueda de Dios. Aunque ya en su vida de seglar llevaba una vida
cristiana muy sincera, su primera visita a San Isidro fue como la chispa que le iluminó, le sobresaltó,
le tocó las fibras más íntimas de su ser y le hizo sentir que aquel era su camino:
Lo que yo vi y pasé en la Trapa, las impresiones que tuve en ese santo monasterio, no se
pueden, o por lo menos, yo no sé explicarlas y solamente Dios lo sabe. Lo que yo gocé ese
día en la Trapa no te lo puedo explicar…” "De ese día me acordaré toda la vida. Tenías
razón cuando decías que esta visita te la tenía que agradecer; ya lo creo; nunca te lo
agradeceré bastante5.

Y sobre todo descubrió todo un mundo interior, espiritual, de dimensiones insospechadas, al


experimentar, al contacto con los monjes, que, a pesar de su vida espiritual sincera, "no sabía rezar”:

Comencé a ver y a sentir una íntima vergüenza de mí mismo, cuando al entrar a saludar al
Señor en la Iglesia, vi a los monjes cantar en el Coro, vi aquel altar con aquella Virgen, vi el
respeto que tienen los monjes en la Iglesia, y sobre todo, oí una Salve que…, querido tío
Polín, sólo Dios sabe lo que sentí… Yo no sabía rezar. 6

Ciertamente su actitud y sus sentimientos respecto a la vida "trapense" tendrán que


evolucionar. Ahora, la vocación en ciernes está muy mezclada con un tinte romántico: la música, las

5
Carta a su tío Leopoldo, Duque de Maqueda desde Oviedo, 11 de octubre de 1930.
6
Ibidem.

3
campanas "graves”, pesadas; el movimiento pausado de los monjes, la luz de la iglesia tan suave; “el
silencio"; los monjes en fila bajo la lluvia para el trabajo; la liturgia; el sayal burdo…, le
impresionan hondamente7. Sin embargo, Rafael no se queda en un simple romanticismo. Reflexiona
muy profundamente y con su fe descubre "un a1go”, “un no sé que”; que no se puede exp1icar con
pa1abras"8.

Rafael no se decidió a la primera; no obró a la ligera. Entre su primera visita a San Isidro -
septiembre de 1930- y su carta al P. Abad pidiéndole la admisión -19 de noviembre de 1933 -,
pasaron tres largos años, detalle que es necesario tener en cuenta para ver qué lejos estaba de dejarse
llevar de sentimientos románticos. En su vida profunda era muy realista. Antes de decidirse a seguir
este camino, ora, reflexiona, consulta. Entre otros, sabemos que consultó sobre su vocación al Nuncio
de Su Santidad en España, futuro cardenal Tedeschini.

Esta toma de decisión se produce en unas circunstancias extrañas. ¿Qué pasó por el alma de
Rafael? É1 sólo nos dice: "Durante este espacio de tiempo, Dios Nuestro Señor ha obrado en mí de tal
manera, que me he formado el propósito decidido de entregarme a El con todo mi corazón y de cuerpo
y alma…, ingresando en la Orden del Cister" 9. El secreto de esta decisión de Rafael ha sido un
problema y un enigma indescifrable para sus biógrafos, empezando por el primero de todos, su tío
Leopoldo, el Duque de Maqueda10. Juan Antonio Martínez Camino ha estudiado el tema con mucha
profundidad y precisión aclarando lo que parecía inexplicable 11. Resumiendo su larga y bien
documentada explicación en pocas palabras, lo que hizo cambiar la disposición de Rafael y tomar una
decisión drástica, por lo demás ya madurada en su espíritu, fue el incident e del asalto procaz de la
muchacha argentina locamente enamorada de él y completamente irrespetuosa de la pensión de
Callao12

La fidelidad a la vocación fue su martirio. Fue también la gracia de su vida; su camino de


acercamiento a Dios. Podemos imaginarnos un poco lo que pudo suponer para un joven procedente de
una alta burguesía, educado en un ambiente de verdadero sibaritismo, el asumir y adaptarse a la rudeza
de la vida trapense de entonces. Pero Rafael lo asume y lo

vive con esa sencillez que le hace tan atractivo y le caracteriza. Lo vive con gozo:

7
Impresiones de la Trapa.
8
Ibidem.
9
Carta a Dom Félix Alonso, Abad de San Isidro de Dueñas. Ávila 19 de noviembre de 1933.
10
Un secreto de La Trapa, Fax 1944.
11
Martínez Camino, Juan A., Mi Rafael, DDB. Bilbao 2003, pp. 65-77.
12
Ver,, por ejemplo, Gallego, Tomás, El Hermano Rafael, testigo de la trascendendia de Dios. Cister-
cium (XL) 1988, p. 37.

4
Estoy contento, muy contento, pues Dios me quiere mucho, y la Santísima Virgen me
ayuda de una manera…, como Ella sabe hacerlo. Para mi esta vida que parece tan
monótona tiene tantos atractivos, que no me cansa ni un momento13.
Aquí en la Trapa es donde yo he visto más alegría reunida..., y además, Dios nos
trata tan bien que no podemos estar tristes. Eso sería un pecado contra El14.
Cada vez me convenzo más de que la Trapa la ha hecho Dios para mí y a mí para la
Trapa15.
Son testimonios de Rafael cogidos al azar. Se podrían multiplicar a placer. La inesperada
enfermedad, que pronto se abatió sobre él, le obligó a cambiar sus esquemas mentales para poder leer
los signos de la voluntad de Dios y aceptar sus planes, muy distintos de lo que él esperaba. En la carta
que escribe poco después de su primera salida del monasterio al P. Marcelo, podemos ver a la vez lo
que era su vida en el monasterio, y el cambio de rumbo que supuso para su vida, acogiendo siempre
los planes de Dios:
Cuando me fui a la Trapa a El le entregué todo lo que yo tenía y todo lo que yo
poseía: mi alma y mi cuerpo… Mi entrega fue absoluta y total. Muy justo es, pues,
que Dios ahora haga de mí lo que le plazca, sin que haya por mi parte una queja ni un
movimiento de rebeldía.
Querido Padre Maestro: yo me dejo llevar por Jesús… Cuando era más feliz…
Cuando veía claro mi porvenir de monje cisterciense, cuando ya no deseaba nada del
mundo y mi único deseo era estar hasta morir con mis hermanos en religión…, dice
Jesús: "Ahora una enfermedad y afuera"… Pues bien, "FIAT", ¿Qué más puedo
hacer?16
Con la enfermedad Rafael emprende un nuevo camino, un extraño camino, en el que la
incertidumbre, la oscuridad, la tentación, la contradicción, se multiplican, aparte del dolor de ver
resquebrajada su salud. Fue ocasión para purificar su espíritu, para afianzarse en su voluntad de
seguimiento de Jesús, para aquilatar su fidelidad a la llamada de Dios
Por este tiempo, septiembre de 1934, mientras se reponía de su enfermedad en casa de sus
padres, acosado por las circunstancias, las preguntas "insidiosas”, cuando no despectivas, escribe la
Apología de un Trapense, admirable estudio de su vocación monástica, en el que expresa con toda
espontaneidad y sinceridad "lo que piensa, lo que se le ocurre de una manera sencilla y sin ánimo de

13
Carta a su madre. San Isidro, 29 de enero 1934.
14
Carta a su madre, San Isidro, 18 de febrero 1934.
15
Ibidem.
16
Carta al P. Marcelo León, Maestro de Novicios. Oviedo, 11 de junio 1934.

5
hacer literatura…”, como fiel reflejo de su manera de sentir y de ver las cosas 17. Sus reflexiones, por lo
tanto, nacen de la vida, sin preparación especial de lectura o estudio de fuentes o doctrina monástica. Y
sin embargo, es impresionante su descubrimiento y vivencia de lo más profundo de la vocación
monástica. Yo sugeriría tener presente e incluso comparar los dichos y pensamiento de Rafael con la
Carta de Pablo VI a la Orden Cistercienses18. El hacer un estudio detallado alargaría demasiado este
trabajo. Por eso me limitaré a los puntos más importantes.

Como respuesta a los acosos de que era objeto, empieza estableciendo con firmeza que quiere
ser una reafirmación en su voluntad de fidelidad a su vocación:

Soy 'trapense' y como 'trapense' siento, veo y discurro. El ‘trapense’ no es ninguna


cosa rara... No es nada excepcional o extraño. Es un hombre, que, como todos es una
criatura de Dios, y tiene sus miserias, sus flaquezas, un cuerpo con el que luchar, y un
alma que salvar. Dios le pide una serie de cosas sencillas y agradables de cumplir,
pero la principal de todas es que el 'trapense' no quiera más que lo que Dios quiera,
que El sea su única ocupación, su único deseo, su único amor… que esté lleno del
Espíritu de Dios, que todos sus actos en la vida sean dirigidos exclusivamente hacia
Él, hacia su mayor gloria y en su nombre.

Muy certera y profundamente define en pocas palabras, a pesar de las dificultades que
encontraba, la esencia de la vocación monástica:
La ocupación del Trapense es bien sencilla…, basta solamente una cosa: 'El amor a
Dios sobre todas las cosas!... Amar a Dios y dejarse amar por Él, nada más que eso.
Aún a riesgo de hacerme pesado, no me resisto a reproducir un párrafo de la Carta de Pablo
VI a la Orden, que todos nosotros conocemos muy bien, pero que es desconocida fuera de la Orden
Cisterciense:
El mismo Dios, se asienta efectivamente, por así decirlo, en el corazón de la vida
del monje y la invade totalmente. El monje, afirma Teodoro Studita, 'En Dios sólo
pone su cuidado, anda sediento sólo de Dios y se consagra únicamente a Dios', ya
que con espíritu humilde, sin descanso y con todas sus fuerzas, busca el rostro de su
Señor, y quiere que toda su vida transcurra y se consume ante Él y por Él. Porque
Dios tiene derecho a la ofrenda en que se le entregan las vidas de las que Él es el
único Dueño.

17
Apología de un Trapense
18
Pablo VI a D. Ignacio Gillet, Abad General de los Cistercienses OCSO, Ciudad del Vaticano, 8 de di-
ciembre 1968.

6
Rafael no conoció este texto ni nada similar. ¡Cómo vibraría de haberlo conocido! Luego
Rafael, bajo la presión de las preguntas llenas de censura, condenación y hasta desprecio que sufre,
aún de los amigos, y condicionado por la espiritualidad reinante, y la imagen negativa del "trapense"
de la época, la de "un hombre que no se baña que no come más que pan y alubias, y que no habla
nunca…”, intenta justificar su opción y la misma vida monástica, cayendo en una falsa dialéctica.
Tenemos, pues que leer su pensamiento dentro de este contexto:
El cuerpo para el trapense es un poco de barro, que no le merece atención…, le
estorba, lo trata mal, y lo domina… ¡Qué más da el cuerpo! En el mundo es mucho
más difícil (servir a Dios). Entonces la pregunta: ¿Soy un cobarde?... Huyo de é1.
Quizá sea cobardía.
Podemos suponer lo doloroso que tuvo que ser para Rafael verse enfrentado con estas
preguntas que le ponían ante un dilema: o ceder a estas presiones con debilidad, lo que hubiese
sido una verdadera cobardía, traicionando a su vocaci6n, o ser fiel a lo que en lo íntimo de su
corazón sentía como una llamada de Dios resistiendo a tantas preguntas y cuestionamientos
insidiosos, para los que no estaba debidamente preparado. Así es que en un acto de generosa
respuesta al Señor, como aquel que quiere liberarse de una situaci6n embarazosa, después de
poner los fundamentos sólidos de su vida, responde con desenfado a las impertinentes cuestiones
turbadoras:
No juzgues, pues, ¡oh mundo!, a aquel que por amor a Dios, y por salvar su alma,
te deja y te abandona… Tu eres enemigo de Dios y por tanto lo eres mío.
Y un poco más adelante, como queriendo afianzarse ante los frecuentes ataques de que es
objeto., repasa sus motivaciones de fe y su misma situación humana en su opción fundamental de
seguir al Señor en la Trapa, cosa que, quizá nunca hubiese hecho de no verse acorralado por
tantas intrigantes preguntas. He aquí unas cuantas frases suyas, que entresaco, como lo que
antecede, de la Apología de un Trapense:
Yo veo la creación muy hermosa; gozo con las almas de los hombres que aman a
Dios… La vida no es triste cuando se posee a Dios… El sol brilla; me gustan las
flores, los pájaros, los niños. Todo es un motivo de alabanza al Criador de las
estrellas, la noche, y los campos llenos de luz, y en una Trapa se goza de todo eso,
porque todo eso le lleva uno a Dios…Si el monje se retira al claustro, es para alabar
a Dios con más facilidad y sin distracciones.
Cuando yo me decidí a irme a la Trapa, no me fui por temor al mundo, ni
entristecido… No era un desengañado... A mi la vida me florecía, me acariciaba, y
Dios me mimaba. Soy un carácter alegre y era feliz. ¡No necesitaba ni he necesitado,

7
cambiar mi carácter ni volverme tétrico para ser un buen trapense, pero la alegría del
"Jaz” es muy distinta que la alegría de una buena conciencia en la que reina Dios…
Por último, como veía que Dios me amaba mucho más de lo que yo le correspondía,
decidí entregarme a Él en cuerpo y alma, para así, con mis sacrificios corporales y
espirituales… salvarme yo y salvar a los demás. Esta es toda la razón, clara y sencilla, de
por qué me fui a la Trapa: el amor a Dios y no el temor.
Aún tuvo que sufrir otras purificaciones en su vocación. Ya conocemos por el relato de su
Vida las pruebas qua tuvo que pasar con las repetidas entradas y salidas 19. A todas dijo “sí”, “fiat”.
En todas supo ver la mano de Dios, su voluntad llena de amor, y en todo momento estuvo pronto para
responder a su llamada:
¡Qué bueno es Dios! Solamente quiere mi bien… Él sabrá lo que hace… Yo ya me voy
acostumbrando a su modo de proceder, que ni siquiera se lo pregunto… Me dejo llevar, me
dejo hacer, y es lo mejor… Pobre de mí, ¿cuándo aprenderé? 20
No es necesario volver sobre lo ya tratado. Lo que quisiera señalar ahora son los ú1timos
toques que Dios quiso dar a su vocación. Rafael, que estuvo tan apasionadamente enamorado de la
Trapa, en los últimos meses de su vida sufrió una decepción, unas experiencias desilusionantes, de
modo que llegó a escribir el 23 de febrero de 1938:
Vine engañado al monasterio… La realidad me ha abierto los ojos 21.
Más adelante examinaré esta misma cuestión desde otro ángulo de vista. Lo que quiero
resa1tar ahora es el impacto en su vocación. Rafael en un primer momento se siente desconcertado y
busca su apoyo en la oración, reafirmando su vocación de buscar sólo a Dios:
"¿Qué vine yo aquí a buscar? ¿Acaso a los hombres? No Dios mío…, no... Sólo a Ti y a tu
Cruz deseo"22.
Acuciado por esta decepción, sufre la tentación del aislamiento:
Yo, Señor, vine buscándote a Ti…, más he de vivir entre criaturas, ¡qué gran cruz es ésta!...
Queriéndote a Ti, suspirando por Ti…, he de vivir aún entre hombres…, he de ver a cada
paso en la tierra o una miseria o una flaqueza o un dolor… ¡Qué duro se hace, Señor, vivir
en la tierra!23
Más tarde él mismo descubrirá su desvío y sentirá la acción purificadora y transformante de
Dios. Descubrirá también los caminos de Dios para él que, a través de estas decepciones, quiere que
ponga más su corazón en Dios solo:
19
Gallego, Tomás, El Hermano Rafael, testigo de la trascendendia de Dios. Cistercium (XL) 1988, pági-
nas 41-67.
20
Mi Cuaderno; 6 de febrero 1937.
21
Dios y mi alma. Sólo a Ti y a tu Cruz deseo; 23 de febrero 1938.
22
Mi Cuaderno. Fiat; 6 de febrero 1937.
23
Dios y mi alma. Sólo a Ti y a tu Cruz deseo; 23 de febrero 1938

8
Sólo en Dios encuentro lo que busco, y lo encuentro en tanta abundancia, que no me
importa no hallar en los hombres aquello que algún día fue mi ilusión. Ilusión que ya
pasó… Busqué la 'verdad' y no la hallé… Busqué la 'caridad' y sólo vi en los hombres
algunas chispitas que no llenaron mi coraz6n sediento de ella…Busqué la paz, y vi que no
hay paz en la tierra…Ya la ilusión pasó, pasó suavemente, sin darme cuenta…El Señor que
es quien me engañó para llevarme hacia sí, me lo hizo ver…¡Ahora, qué feliz soy! ¿Qué
buscas entre los hombres? ¿Qué buscas en la tierra en la que eres peregrino? ¿Qué paz es la
que deseas? ¡Qué bueno es el Señor que de la vanidad y de la criatura me aparta! Ahora ya
veo claramente que en Dios está la verdadera paz…, que en Jesús está la verdadera
caridad…, que Cristo es la única Verdad24.
Dios le pidió también el desprendimiento de lo que había sido su ilusión en la vida, su ideal:
la Trapa. Y ahora, en los últimos meses de su vida, lo ve muy claro a través de los cristales de la
Cruz:
La Trapa mi centro, dice el mundo…; Qué paradoja… ¡Mi centro! es Jesús, es su Cruz… La
Trapa no me importa nada…, y si Dios me manifestara otro sitio donde sufriera más y me
lo pidiese, allí me iría con los ojos cerrados.
Yo no me entiendo a veces; soy absolutamente feliz en la Trapa, porque en ella soy
absolutamente desgraciado25.

b) En la Cruz
Las palabras de Rafael que acabamos de citar nos muestran hasta qué punto llegó a
identificar su vocación a la Trapa con la vocación a la Cruz. Pero es necesario dejar bien claro que
esta espiritualidad de la Cruz tan marcada en Rafael, no es algo que, por decirlo así, él buscara o
fomentara expresamente. Más bien es algo hacia lo que Dios le condujo, le presentó, y él aceptó
generosamente. Notemos, en efecto, cómo su entrada en San Isidro estaba caracterizada por el gozo,
la alegría y la jovialidad. Recordemos aquellas palabras que escribió a D. Félix al pedir su ingreso:
Por tanto, mi Reverendo Padre, si me recibe en la Comunidad con sus hijos, tenga la
seguridad de que recibe solamente un corazón muy alegre y con mucho amor de Dios 26
Y así fue su vida en el monasterio durante su primera estancia: alegre, gozosa. Y así lo
sintió él al salir por razón de la enfermedad el 25 de mayo de 1934: "Yo era demasiado feliz en la
Trapa... Yo respiraba alegría por todos los poros”27. El motivo de la Cruz apenas aparece en sus
escritos de esta época. Es a partir del retroceso que sufre en el proceso de recuperación de su

24
Ibidem; 12 de abril 1938. Martes Santo.
25
Ibidem ¡Mi centro es Jesús!; 7 de marzo 1938.
26
Carta a Dom Félix Alonso; 19 de noviembre 1933.
27
Carta a su tío Leopoldo; Oviedo 17 de junio 1934.

9
enfermedad acusado en el mes de octubre de 1934, cuando cada vez se fue alejando más la
esperanza de un verdadero restablecimiento, y consiguientemente la de la posibilidad de un
reingreso en el monasterio, lo que llevó a Rafael a una crisis muy profunda y le hizo dar un viraje
muy marcado en su vida para poder encajar la prueba que Dios le mandaba. Rafael sufre, ora,
consulta, y al fin se decide a pedir su readmisión como Oblato 28. Es desde entonces cuando cada
vez ve su vocación a la Trapa más vinculada a vivir en la Cruz de un modo especial. Vale la pena
releer la carta al Hermano Tescelino. Sólo quiero recordar ahora estas palabras suyas:
No me importa que el camino por donde me llevas sea difícil, sea abrupto y esté lleno
de espinas. No me importa si quieres que muera en una Cruz…
En la pluma de Rafael estas palabras no eran simple poesía o una expresión piadosa. Ya sabía
por experiencia lo que significaban. Y hace con toda naturalidad y lucidez lo que humanamente no
tiene explicación y sólo podemos comprender como obra del Espíritu Santo. No tenemos, pues, que
extrañarnos de que su espiritualidad y sus escritos de los últimos meses estén empapados del amor a
la Cruz. Recordemos sólo algunos:
Feliz, mil veces feliz soy, cuando a los pies de la Cruz de Cristo, a Él y sólo a Él le cuento
mis cuitas, le ofrezco mis alegrías profundas de verme querido por Él…, riego el pie del
madero con las lágrimas de mi penitencia…, y canto y lloro, y… no sé más que pedirle
amor…, amor para esperar…, amor para sufrir, amor para gozar". Dios es tan bueno conmigo
que en el silencio me habla al corazón, y me va enseñando poco a poco, quizá con lágrimas,
siempre con Cruz, a desprenderlo de las criaturas29.
¡Para qué expresar lo que mi alma se consoló! Casi lloraba de alegría al verme a los pies de
Jesús, enterrado en vida. Mis manos apretaban el crucifijo y mi corazón hubiera querido morir
pero ahora por amor a Jesús; por amor a la verdadera vida, a la verdadera libertad… Hubiera
querido morir de rodillas abrazado a la Cruz, amando la voluntad de Dios…, amando mi
enfermedad, mi encierro, mi silencio, mi oscuridad, mi soledad 30. Dios está en la Cruz y
mientras no amemos la Cruz, no le veremos, no le sentiremos …31 Mi vocación es sufrir,
sufrir en silencio, por el mundo entero; inmolarme junto a Jesús por los pecados de mis
hermanos32. Siento una alegría inmensa de poder sufrir por Jesús, como no
me hubiera podido imaginar. Amo cada día más mi cruz…y no quisiera
28
“Oblato” era considerado el candidato que por no poder seguir la vida regular, bien por la edad, enfer-
medad u otra causa era aceptado en una condición en la que no podían hacer la Profesión monástica; vi -
vían la vida regular con la comunidad, excepto en aquellos puntos en que, según el criterio del Abad no
podían seguir el régimen de la Comunidad, bien en la comida, el sueño u otros elementos de la vida mo -
nástica. Al no hacer la Profesión monástica, no formaban parte del Capítulo Conventual, carecían de voz
activa y pasiva, y, no podían acceder a las Órdenes Sagradas.
29
Dios y mi alma. Sólo a Ti y a tu Cruz deseo; 23 de febrero 1938.
30
Ibidem. Yo soy la Resurrección y la Vida; 26 de febrero 1938.
31
Ibidem. ¡Hasta cuándo, Señor! 4 de marzo 1938.
32
Ibidem. ¡Mi centro es Jesús! 7 de marzo 1938.

10
soltarla por nada del mundo33.
Recordemos que esto lo escribía Rafael el día de la visita de su hermano
Luís Fernando, cuando explayándose con él lloraba de un modo inconsolable
por el “terrible sufrimiento”34. Cuando el 3 de abril de 1934, Domingo de
Pasión, el Sr. Obispo de Tuy habló en el Capítulo a la Comunidad de San Isidro
de la Cruz de Cristo, Rafael sintió que le tocaban en la fibra más íntima:
¡Oh! Cómo expresar lo que mi alma sintió, cuando de boca de tan santo
Prelado escuchó lo que ya es mi locura, lo que me hace ser absolutamente
feliz en mi destierro… ¡El amor a la Cruz!
Vuelto al Noviciado, Rafael escribe una de las páginas más bellas de sus
escritos:
¡Oh la Cruz de Cristo! ¿Qué más se puede decir? Yo no sé rezar…No sé
lo que es ser bueno… No tengo espíritu re1igioso… Sólo sé que tengo un
tesoro que por nada ni por nadie cambiaría…, mi cruz, la Cruz de Jesús,
esa Cruz que es mi único descanso… ¡Cómo explicarlo! Quien esto no lo
haya sentido…, ni remotamente podrá sospechar lo que es. ¡Ah! Señor
Jesús… Qué feliz soy… He hallado lo que desea mi alma. No son los
hombres, no son las criaturas… No es la paz, ni es el consuelo, no es lo
que el mundo cree… Es lo que nadie puede sospechar…Es la Cruz.
Saborear la Cruz… Vivir enfermo, ignorado, abandonado de todos…
Sólo Tú y en la Cruz… Qué dulces son las amarguras, las soledades, las
penas, devoradas y sorbidas en silencio, sin ayuda; qué dulces son las
lágrimas derramadas junto a tu Cruz35.
Conociendo la situación de sufrimiento, de noche oscura por la que
estaba pasando Rafael, a1 1eer estas páginas uno no puede menos de pensar en
San Juan de la Cruz componiendo el Cántico Espiritual y las canciones de la
Noche Oscura en las mazmorras de Toledo.

¡Solo Dios!
Rafael se sintió seducido por Dios desde su primera infancia. Apenas despertó a este mundo.
El dirigirlo todo a Dios, y ver todas las cosas, sencillas o importantes, personales o familiares, desde
este ángulo y con esta referencia, parece algo connatural en Rafael. Pero hay también un proceso,

33
Ibidem. Visita de su hermano Luís Fernando; 25 de marzo 1938.
34
Ver Cistercium XL (1988), p. 64.
35
Dios y mi alma. Saborear la Cruz; 3 de bril 1938.

11
siempre "in crescendo”, de modo que a1 fin de su vida se hace absorbente.
Rafael repite mucho, sobre todo en sus últimos escritos una frase que ha hecho fortuna, pues
parece expresar mejor que ninguna otra su espiritualidad: ¡Sólo Dios! Sin embargo, la frase en sí
misma me parece secundaria. Lo importante es la actitud de ardiente búsqueda de Dios siempre
creciente de su vida.
Me parece claro que este crescendo de la espiritualidad de Rafael va ligado a los momentos
claves en los que tuvo que hacer opciones fundamentales en su vocación. Son como saltos en su vida
de unión intima con Dios. En sus escritos esto se traduce por el uso cada vez mayor del ¡só1o Dios!,
hasta hacerse casi absoluto. Vamos a seguir un poco estos pasos.
Sin duda, aquel "chispazo" que recibió en su primera visita a San Isidro el 21de septiembre
de 1930 correspondía con lo más profundo de su alma, de sus sentimientos: “un algo" un "no sé qué",
que no sabía explicar con palabras y sólo podía comprender con la fe36.
A partir del momento en que se forma el propósito decidido de entregarse a Dios con todo el
corazón, y de cuerpo y alma, ingresando en la Orden del Císter, 37 la orientación hacia Dios adquiere
nuevos matices. Así escribe a sus padres respecto a un tío suyo anciano que se debatía entre la vida y
la muerte: “La gran misericordia de Dios es una buena muerte; ahí acaba todo…, y entonces no hay más que
una cosa… Dios”38.
Y al P. Marcelo, en este mismo tiempo: “Cuando hago mi examen y me veo un poco por dentro,
veo claramente que no hago más que seguir los dictados de mi corazón hacia Dios, ansia de llenarme de Él, y
nada más”39.
E1 segundo momento de este proceso se da a raíz de su decisión de pedir la admisión en
San Isidro como Oblato. Para entenderlo es especialmente relevante la larga carta que escribe a D.
Félix Alonso He aquí algunos pasajes:
Cuando hace dos años, desde este mismo Ávila, solicité de su caridad que me admitieran en
la Comunidad, mi deseo era santo y bueno; yo buscaba a Dios y Dios se me daba de una
manera fácil… Sufrí, pero por É1 eso no es sufrir… Tenía ilusiones, deseos, quería ser
santo, pensaba con delicia en el Coro, en ser algún día verdadero monje... Tenía muchas
cosas dentro, Rvdº. Padre… Yo buscaba a Dios, pero también buscaba a las criaturas y me
buscaba a mí mismo, y Dios me quiere para Él solo40.
Y un poco más adelante, uniendo la búsqueda de Dios y la aceptación de su voluntad con la
cruz:

36
Impresiones de la Trapa
37
Carta a Dom Félix Alonso, Ávila, 19 de noviembre 1933.
38
Carta a sus padres; Madrid, 28 de noviembre 1933.
39
Carta al P. Marcelo León, Ávila, 3 de diciembre 1933.
40
Carta a Dom Félix Alonso, Ávila, 3 de octubre 1935.

12
¡Cuántas lágrimas cuesta el llegar a besar la Cruz! Primero se la pedimos, cuando nos la
da, lloramos, pero una vez que estamos en ella, qué felices nos sentimos al vernos junto a
Cristo… Él, siendo un Dios, murió en ella, por nosotros, pues si nosotros de veras le
amamos, la cruz tiene y debe ser nuestra delicia.
A partir de entonces es cuando escribe largamente a su tía Maria, la Duquesa de Maqueda.
Son 19 cartas, en las que Rafael se manifiesta con toda espontaneidad en la esperanza de que sus
cartas serían leídas únicamente por su tía y luego destruidas, como él hacía con las que recibía de
ella: Tus cartas serán leídas, contestadas y rotas. Haz tú lo mismo con las mías; en esa confianza te
escribo41. Afortunadamente para nosotros, no ocurrió así y hoy podemos tener acceso a este rico
acerbo de cartas que nos permiten profundizar en el espíritu de Rafael, y que son una magnífica guía
del camino espiritual.
Rafael ha entregado su vida a Dios total y sinceramente, pasando por el crisol de una
prueba que le ha purificado hondamente, y Dios le responde con una presencia y una experiencia que
le invade:
¡Qué alegría, Señor, el poder verte a Ti y el no vernos a nosotros! ¡Qué más da
flores o espinas, si eres Tú el que las da! el que nos las llevas y el que nos las quitas...
¡Qué alegría, Señor, pensar que Tú nos lo haces todo; entonces todo es grande y hermoso…
42
Cuesta mucho desprenderse…, pero una vez desprendidos se vuela mejor… .
Tengo un tesoro tan grande, querida hermana… Quisiera dar gritos de alegría y decirle
a toda la creaci6n: Alabad al Señor… Amad al Señor, es tan bueno, es tan grande…, es
Dios43.

Y como éstas, otras innumerables expresiones de una vida y un corazón totalmente invadido
por la presencia de Dios. Y no eran simples palabras. Respondían a una entrega total al Señor, y
Rafael sabía lo que buscaba y lo que le esperaba en el monasterio:
Por ahora me contento con escribiros y escribiros a vosotros… Si vieras tengo tanto consuelo
en ello… Y después…, nada; quiero vivir en esa vida humilde y oculta de mi Trapa en que,
44
olvidado de los hombres, me entregue a Dios de lleno…

Ya de nuevo en el monasterio escribió su tercer opúsculo: Meditaciones de un Trapense, en


el que podemos leer su vida íntima de este tiempo, toda ella orientada hacia Dios:
Dios…, he aquí lo único que me anima, la única razón de mi vida monástica… Dios para mi lo
es todo, en todo está y en todo lo veo. Señor Dios mío, ¿qué interesa nada que no seas Tú? ¿Qué
saco con ocuparme tanto de las criaturas? ¿Qué soy yo, para que tanto me mire a mí mismo?
41
Carta a su tía María; Oviedo, 8 de noviembre 1935.
42
Ibidem.
43
Ibidem . Oviedo, 16 noviembre 1935.
44
Carta al Hnº. Tescelino; Villasandino, 1 de noviembre, 1935

13
Verdaderamente todo es vanidad, só1o Tú eres lo que debe ocupar mi vida. Sólo Tú llenar mi
45
corazón… Sólo Tú ser mi único pensamiento .
Aún le quedaba a Rafael en los planes de Dios franquear otra etapa decisiva en su vida.
Nueva salida del monasterio por 1as condiciones de precariedad que imponía la
guerra, el 6 de febrero de 1937, y nuevo planteamiento de su vida. Rafael sigue
sintiendo la llamada de Dios y acude fielmente a la cita:
Voy, Señor, porque eres Tú el único que llena mi alma46.
No vamos a volver a insistir en las cotas de heroísmo que supuso para
Rafael este paso y la breve estancia posterior en el monasterio. Sí que quisiera
resaltar los últimos "toques" que Dios dio a su vida y las tona1idades que
adquiere su sed de ¡Dios solo! Al día siguiente de su entrada en el monasterio
escribe:
Vuelvo de nuevo a 1a Trapa para seguir cumpliendo mi vocación, que es
solamente amar a Dios, en el sacrificio y en la renuncia, sin otra Regla que
la obediencia ciega a su Divina Voluntad.
Su vocación, la vocación que ha amado y seguido obstinadamente,
adquiere nuevos matices:
He venido por varios motivos:
1º. Por creer cumplir en el monasterio mejor mi vocación de amar a Dios en
la Cruz y en el sacrificio.
2º Por estar España en guerra, y ayudar a combatir a mis hermanos.

3.º Para aprovechar el tiempo que Dios me da de vida, y darme prisa a


aprender a amar la Cruz.
A lo que solamente aspiro en el monasterio es:
1º. A unificarme absolutamente y enteramente con la voluntad de Jesús
2º A no vivir más que para amar y padecer.
3º. A ser el último, menos para obedecer47.
Si tenemos la curiosidad de comparar sus motivaciones vocacionales
actuales con las que expresaba en la Apología de un Trapense, escrita dos
años y medio antes, veremos que fundamentalmente sigue en la misma
actitud, el "amar a Dios", pero en este corto tiempo ha aprendido mucho;
ha recorrido un largo camino. Este “amor a Dos" tiene nuevas tonalidades

45
Meditaciones de un Trapense. ¡Sólo Tú!; 8 de agosto 1936.
46
Dios y mi alma; San Isidro, 16 de diciembre 1937.
47
Dios y mi alma; San Isidro, 116 de diciembre 1938

14
que ha aprendido junto a la Cruz, que ha sentido en su propia carne y ha
abrazado en lo más intimo de su corazón. La Cruz, la voluntad de Dios, querer ser el último,
son sus preferencias evangélicas. Dios le lleva a la unidad de espíritu, en la que todo se
reduce a Jesús, y en la Cruz. “Sólo Tú, y en la Cruz”.48
Se ha despojado de todo; ha renunciado a todo generosamente. También, y sobre
todo, a sí mismo. Y Dios le ha ido desprendiendo de todo. Por pruebas muy dolorosas y
decepcionantes le ha ido desprendiendo de lo que ha sido la ilusión de su vida: la Trapa. Y
Rafael ha respondido adhiriéndose cada vez más a Dios salo:
Sólo Dios… Sólo Dios… Sólo Dios. Ese es mi tema. Ese es mi único pensamiento 49.
Sólo Dios… Sólo Dios… Sólo Dios… sea mi vida50.

2. Devoción mariana

Rafael, tan cercano a nosotros en el tiempo vivió en un ambiente de


espiritualidad muy distinto al nuestro. Y esto hemos de decirlo concretamente de la
devoción a la Stma. Virgen. Esta devoción pertenece a la esencia misma del
Cristianismo, y ha estado muy viva en el corazón de los cristianos desde los primeros
siglos. Pero quizá pocas veces ha sido tan enaltecida como en los años anteriores al
Concilio. "Por eso, como ha escrito recientemente G. Baum, es un fenómeno
desconcertante que después del Concilio Vaticano II la devoción mariana haya
declinado visiblemente entre los católicos" 51. Consiguientemente, si queremos entender
bien a Rafael, hemos de situamos en su tiempo.
Podemos decir que esta devoción mariana la mamó en su familia, donde se
rezaba diariamente el rosario. “Por las noches”, según el testimonio de Luís Fernando,
el hermano de Rafael, “solíamos rezar el Santo Rosario todos juntos…de vez en cuando
se oía la voz de Rafael que decía: ‘mamá no corras’”52, un detalle muy significativo en
un niño, cuando el rosario suele causarles cansancio y hastío.
Esta devoción se fue afianzando en el pequeño Rafael con el correr del tiempo,
primero como congregante mariano en sus años de colegio, y luego en el monasterio.
Siempre recordó con afecto los años pasados en los colegios de los PP. Jesuitas en

48
Ibidem. Saborear la Cruz; 3 de abril 1938.
49
Ibidem.
50
Ibidem.
51
G. BAUM, “¿Crisis en la devoción a la Virgen?”, en Concilium XXIV (1988), p. 5.
52
Declaración del P. Fernando Arnáiz en, Boletín Informativo (XXVIII) 1991, nº. 108, p. 6-7.

15
Burgos y en Oviedo, precisamente por esta devoción a la Santísima Virgen, que
procuraban inculcar en los alumnos. Así escribe a su tío Leopoldo ya de mayor:

¿Te acuerdas del colegio? Algunas veces te he oído hablar de la Virgen del
Recuerdo. ¿Verdad que efectivamente, es el mejor recuerdo que de él tienes? Ya lo
creo, yo también les estoy muy agradecido a los PP. Jesuitas (por) aquella
iniciación en la devoción a María en nuestros primeros años 53.
Creo que no es equivocado decir que todas las experiencias de su vida, pequeñas
o grandes, de dolor y sufrimiento o de gozo, en sus relaciones con los hombres o en su
vida intima con Dios, todo está teñido del amor y la devoción a la Virgen:
Hay que quererla mucho.... mucho. Hay que contárselo todo, confiárselo todo, es
una verdadera Madre... Y a mí me parece, y esto tómalo como cosa mía, y por lo
tanto no lo tengáis en cuenta, que cuanto más amor se le tiene a la Virgen, sin que
nosotros nos demos cuenta, más amor tenemos a Dios, es decir, que nuestro amor a
Dios aumenta a medida que aumentamos el cariño a la Santísima Virgen 54.
Esta devoción sencilla y profunda tiene en Rafael unos tonos muy familiares.
Por ejemplo, hablando con Ella en alto, como confidente, cuando conduce el coche solo.
Así lo hacía él, y así se lo sugería a su tía María:
Perdóname si te parece pueril y ñoño lo que te digo, y si te parece mal, no lo
hagas... pero a mí me gusta hacerlo, y es hablarle a la Virgen en alta voz, como si
estuviera a tu lado. Yo, ¿sabes cuándo lo hago? Cuando voy conduciendo el
automóvil y voy solo... Por caridad, no te rías, pero me tengo echadas las grandes
parrafadas con la Señora; a mí me parece que me escucha 55.
Igualmente, procura poner en todo el nombre de María; no escribir sin
mencionarla, cuidando descubrir siempre su mano maternal y llevar a los demás a esta
devoción y amor a María:
Cuando empecé a amar a María, me propuse no escribir nada a nadie sin, por lo
menos, mencionar una vez a la Virgen..., y he llegado a la costumbre de que
siempre que escribo, primero me encomiendo a Ella, después siempre busco un
resquicio en las ideas, para hablar de Ella con cualquier motivo, y después, cuando
acabo, la doy gracias por todo.
Tratándose de la Virgen, escribiría sin cansarse; escribiendo de Ella, el tiempo
53
Carta su tío Leopoldo; Villasandino, 11 de octubre 1937.
54
Carta a su tía María; Oviedo, 23 de julio 1934.
55
Carta a su tía María; 27 de noviembre 1935.

16
se le pasa volando56. Él, que nunca pensó escribir para el público, en su segunda entrada
en San Isidro llegó a concebir el plan de escribir a la Virgen todo lo que se le ocurriera y
se pudiese leer, y mandárselo a su tía María para que lo publicara, "si sirviera para que a
la Virgen se la amara más", “y publicar las glorias de María, obligación de todo
trapense"57. "Todo por Ella y para Ella es poco 58". "Todo lo que Dios nos envía, pasa por sus
manos"59.
Y por sus manos ofrece todo al Señor60. Acude a Ella y siente su ayuda en todo
momento como "paladín" en las tentaciones y dificultades que presenta el mundo 61; en
los peligros y pruebas de su vocación. Siempre lo acompaña, le sostiene 62, y lo consuela.
De Ella lo espera todo63. Amarla a Ella es el medio más rápido para empezar a amar a
Dios64. Se siente "chiflado" por la Virgen; "Es tan dulce María, si vieras lo que nos
quiere a los trapenses!", escribe a su tía María 65, “y qué agradable es amar a María.
Nada cuesta con Ella... Todo sale bien, todo es fácil. Hasta el ser santo". En el amor a
María siente que su mundo interior se dilata sin fronteras dentro de la mayor sencillez:
Mira, si me pongo a escribir así, no termino nunca; llevo un mundo dentro de mí
tan grande, tan grande, que no te puedes imaginar ... Y sin embargo, tan sencillo ...
No consiste más que (en) un amor muy grande a Jesús y una ternura infinita a
María66.
Y así podríamos seguir espigando en los escritos de Rafael incansablemente. No
se cansa de hablar de Maria, de pensar en Maria, de sentir la presencia de María. Es una
experiencia viva nacida de una convicción profunda arraigada en su fe cristiana de que
María está en lo más íntimo de la vida cristiana, y de que Dios ha querido que todo nos
venga por Ella, y todo llegue a El por su medio.
Naturalmente en el colorido mariano de su vida espiritual no podía faltar lo que
constituye el centro de su vida interior: su vocación monástica. "Mi vocación es suya y
a Ella se la debo", escribe a su tía María”67. O a su tío Leopoldo: ''A veces, bendita sea
56
Carta a su tía María; 4 de diciembre 1935.
57
Carta a su tía María; 11 de noviembre 1935.
58
Carta a su tía María; Villasandino, 6 de mayo 1937.
59
Dios y mi alma. Te ofrezco, Señor, mi voluntad; 9 de marzo 1938.
60
Apología de un Trapense.
61
Carta a Dom Félix Alonso; Ávila 9 octubre 1935.
62
Carta a su tía María; Oviedo, 8 de noviembre 1937.
63
Carta a su tía María; Oviedo, 11 de noviembre 1937.
64
Carta a su tía María; Oviedo, 27 de noviembre 1937.
65
Carta a su tía María; Oviedo, 7 de diciembre 1937.
66
Carta a su tía María; Oviedo, 16 de noviembre 1935.
67
Carta a su tía María; Oviedo, 11 de noviembre 1935.

17
mil veces..., nos da una especial vocación"68.
Sin duda que una de las razones que impulsaron a Rafael a ingresar en la Trapa
fue el sentir que allí se tenía una devoción especial a la Virgen. Así le escribía a su tío
Leopoldo después de su primera visita a San Isidro:
Lo que más me impresionó fue la Salve al oscurecer antes de irse a acostar...
Aquello fue algo sublime; cantando así como cantan, con ese fervor, no es posible
que la Virgen no se complazca en ellos y les mande todo género de bendiciones...
Así están ellos de contentos y alegres, pues no se ve una cara triste, sino al
contrario, y se les pasa el tiempo volando69.
Este sentimiento irá creciendo con la experiencia de la vida en el monasterio:
Ya ves, en la Trapa tenemos tantas imágenes de la Señora, que parece que la casa
es de Ella. Allí no se hace nada sin contar con María... Todas las vocaciones son
hechas por Ella, y se respira un ambiente mariano, que es el consuelo del trapense.
No te extrañe, pues, que yo le tenga mucha devoción y que quisiera que todo el
mundo se la tuviera... 70
En la Trapa empieza el día con el saludo a María, ¡Ave
María!71 Y cuando por último se va ocultando el sol y acabando el día y ese
trapense para terminar la jornada se postra ante la Virgen María y ante sus pies
pone las obras del día... ¡Qué grande es Dios! 72 En la Trapa me enseñaron a
quererla mucho, y desde entonces, quisiera que todos la conociesen y la
reverenciasen... Al fin y al cabo, la vida de un monje del Císter no es otra cosa que
Dios y la Virgen. De eso se ocupa y de eso vive73.
Este hombre, herido por la sed de infinito, siente que sólo Dios puede llenarle.
Pero junto a Dios y porque El así lo ha querido, María es nuestro descanso, ya que "solo
Dios basta y en las manos de la Virgen María descansamos"74, pues
Todos, todos llevamos dentro algo que, después de Dios, sólo María puede
comprender y puede consolar... Ese algo es criatura, ese algo es necesidad humana,
es cariño, a veces es dolor... Es ese algo que Dios puso en nuestras almas, y que las
68
Carta a su tío Leopoldo; Villasandino, 11 de octubre 1937.
69
Carta a su tía María; Oviedo, 11 de noviembre 1935.
70
Carta a su tío Leopoldo; Villasandino; 11 de octubre 1937.
71
Meditaciones de un Trapense. Las campanas de la torre; 2 de agosto 1936. Así empezaba el Oficio co-
ral de los monjes al que precedía el Oficio Parvo de la Santísima Virgen , que se iniciaba de rodillas con
el saludo Ave María, gratia plena… hasta la renovación conciliar que ha supuesto la supresión del Oficio
Parvo.
72
Ibidem. Saber esperar. 12 de julio 1936
73
Carta a su tía María; Oviedo, 16 de noviembre 1935.
74
Meditaciones de un Trapense. Qué pasará en España; 19 de julio 1936.

18
criaturas no pueden llenar, para que así busquemos a María ... María, que fue
Esposa, que fue Madre, que fue Mujer... ¿ Quién mejor que Ella puede
comprender, para ayudar, para consolar, para fortalecer? ¿Quién mejor que Maria,
la Santísima Virgen, para refugio de nuestros pecados, de nuestras miserias? 75
Quizá a alguno hoy le parezca exagerada la expresión de la devoción mariana
de Rafael. Por eso quise empezar este epígrafe recordando lo que todos sabemos: el
declive de la devoción mariana después del Concilio. El mismo G. Baum, en la glosa
citada, examina y expone alguna de las causas de este declive de la devoción mariana: el
compromiso con el mundo, el desarrollo de la espiritualidad bíblica y litúrgica,
promovidas por el Concilio, a las que hay que sumar la nueva teología y el movimiento
ecuménico. Ciertamente no fue la intención del Concilio el recortar la devoción mariana
de los cristianos, sino más bien orientarla hacia aquella devoción "que procede de la fe
verdadera, por la que somos conducidos a conocer la excelencia de la Madre de Dios y
somos excitados a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes" 76.
Es lo que procuró hacer Rafael dentro de las limitaciones con las que tuvo que contar, y
también en esto nos está diciendo una palabra muy estimulante para nosotros.

3. Espíritu de alabanza
Una veta muy profunda de espíritu de alabanza recorre los escritos de Rafael y
salta con espontaneidad como una necesidad de quien ha experimentado la grandeza y
la bondad de Dios, y hay que notar de entrada que Rafael no conoció los movimientos
actuales de renovación carismática, en los que tanto se privilegia la alabanza. Tampoco
se lo facilitó el acceso al Salterio, ya que, si bien participaba con gran gozo del Oficio
Divino, su conocimiento del latín era muy escaso y no podía entenderlo 77. Su lectura de
la Biblia, por lo que se deduce indirectamente de sus escritos, debió ser muy escasa, de
acuerdo con la práctica de los tiempos. Aparte de que en aquellos años los estudios
bíblicos no estaban desarrollados, sobre todo a nivel del pueblo. Su espíritu de alabanza,
tan vivo y profundo, nace, pues, de su experiencia de Dios. Así ve él la vida del monje,
dedicada a la alabanza. Es lo que le da sentido:

75
Carta a su tío Leopoldo; Villasandino; 11 de octubre 1937.
76
Constitución dogmática Lumen Gentium, 67
77
A su madre. Oviedo, 30 de enero 1934.

19
Si el monje se retira al claustro es para alabar a Dios con más facilidad y sin
distracciones... La salmodia, el silencio le ayudan a ello. EI trapense para lo único
que abre la boca es para cantarle a Dios.
Todo es un motivo de alabanza al Criador, las estrellas, la noche, y los campos
llenos de luz, y en una Trapa se goza de todo eso, porque todo eso lleva a uno a
Dios...78
Aunque el espíritu del mal nos ronda, el Señor que es muy bueno, no le deja
acercarse... Los monjes son llamados a alabar a Dios; pues bien, a pesar de todo y
de todos, bajan al Coro para adorar a Dios79.
Abierto el corazón a la alabanza, procura recoger cuidadosamente todas las
semillas de la Gloria de Dios, "al contemplar los cielos de Castilla", y la "sierra de
Gredas, y estos cielos que me han enseñado a amar a Dios", y el gozar de la compañía
de sus tíos, a quienes tanto quería, y de estar ante las murallas de Ávila 80. Procura alabar
y hacer que otros alaben a Dios en todo y por todo 81, y "poner en las alabanzas divinas,
lo que las criaturas dejan de poner"82. Así le escribía también a su abuelita:
Alaba a Dios en todo momento. No hay oración que Dios agradezca más, ni
tampoco hay oración que más nos acerque a El; esa va a ser dentro de poco mi vida
... Vida que transcurrirá en el Coro, en el trabajo y en el silencio, y que se reduce a
una sola cosa, a alabar a Dios en todo momento 83. Con el pincel o la azada, la
pluma o el incensario, con todo se le puede alabar a Dios 84. Qué más da que
estemos arriba o abajo, cerca o lejos de Dios dirijamos a El nuestras miradas y
unámonos para alabarle85.
Amemos la vida porque Dios nos la da..., alabándole sin cesar y en todo
momento86.
Rafael vivió esta dimensión como una exigencia muy profunda de su vocación,
que cada vez descubrió más claramente, en especial través del sufrimiento, de vivir sólo

78
Apología de un Trapense
79
Mi cuaderno. Laudate Dominum omnes qentes, 30 de diciembre 1936
80
Meditaciones de un Trapense.Un joven mundano, 19 de julio 1936
81
A su tía maría. Oviedo, 22 de noviembre 1935.
82
Mi cuaderno. Laudate Dominum omnes qentes, 30 de diciembre 1936.
83
A su abuela Fernanda. Avila, 10 de diciembre 1933
84
A sus padres. 5an Isidro, 1 de abril 1934
85
A su tía María Oviedo, 23 de julio 1934
86
A su abuela Fernanda. Oviedo, 1934

20
para Dios, y que desde el silencio quiso comunicar a todos los hombres:
No pongamos la luz bajo el celemín, nos dice Jesús en el Evangelio. Publiquemos
las grandezas de Dios. Hagamos llegar al corazón de nuestros hermanos los tesoros
de gracia que Dios derrama a manos llenas sobre nosotros. Publiquemos a los
cuatro vientos nuestra fe. Llenemos el mundo de gritos de entusiasmo por tener un
Dios tan bueno87.
Creo que en este espíritu de alabanza está el meollo más íntimo de su
espiritualidad, en el que se unen la razón más secreta de su amor, que él mismo no
sabría explicar, a la Trapa, al silencio, y la pasión por la Cruz en su búsqueda de Dios
solo. En este espíritu de alabanza podemos descubrir también el atractivo que ejercen
sus escritos. El no quiso hacerlo "hablando", sino con el testimonio de su vida, porque
"más que hablar, quisiera rugir o bramar como los toros... ¡Qué grande es Dios!"88.

4. Rafael y la vida monástica: la soledad y el silencio


Sin duda todos los monjes estamos sumamente interesados en descubrir cómo
vivió Rafael los valores monásticos, como decimos hoy día. Pero la vida de Rafael en el
monasterio fue muy corta: 19 meses escasos, y en unas circunstancias muy
desventajosas por la guerra civil española, que naturalmente mermaban las
posibilidades del monasterio para la formación. A esto hay que añadir sus frecuentes
salidas y el peculiar estilo de vida que hubo de llevar en razón de su enfermedad, y
finalmente, hemos de tener también presente la diferencia de tiempos, medios de
formación, estilo y orientación de vida monástica. Todos estos factores es necesario
tenerlos presentes a la hora de valorar su vivencia de la vida monástica, si queremos ser
justos.
Para situamos un poco en el estilo de formación monástica que recibió Rafael,
quiero recordar algunos datos. A su ingreso en el monasterio, se encontró con el P.
Marcelo León como Maestro de Novicios, en quien, como se desprende de su
correspondencia, siempre encontró acogida y comprensión89. El P. Marcelo ingresó en
el Monasterio a los 50 años, siendo ya sacerdote de la diócesis de Palencia. Era amante
de las Vidas de los Padres del Desierto y de sus prácticas de formación, que procuraba

87
Mi cuaderno. Oculto, 14 de diciembre 1936
88
Dios y mi alma. Domingo de Ramos, 10 de abril 1938.
89
Ver las cartas al P. Marcelo 3 de diciembre 1933, 7 de diciembre 7 de diciembre 1933, 17 de diciembre 1933, 1
de enero 1934, 11 de junio 1934 y 22 de julio de 1934.

21
aplicar en la formación de los novicios: penitencias humillantes, mortificación de la
propia voluntad, etc.
Las conferencias formativas, llamadas "Repeticiones" en el vocabulario
monástico, consistían, como era general en aquel tiempo, en el estudio da los Usos,
libro que detallaba las costumbres y prácticas que había de seguir el monje, y que en la
práctica detallaba las normas de la vida, las señas, que medio de comunicación entre los
Trapenses en las cosas necesarias, ya que el silencio era estricto, las Constituciones, y
en aprender de memoria algunos capítulos de la Regla de San Benito. Para facilitar esta
formación de los novicios, en la edición del libro que contenía todos estos elementos,
llamado los Usos90, seguían unos breves apéndices, de uso privado en San Isidro. El
primero, unas notas sobre la Historia da la Orden; el segundo sobre el estado religioso,
y el tercero, algunas instrucciones a los novicios, sus deberes principales y la Profesión.
Todo se reducía a eso.
A juzgar por sus escritos, los autores que inspiran su espiritualidad son: la
Imitación de Cristo sobre todo, 91
Stª. Gertrudis92, Stª. Teresa de Jesús y S. Juan de la
Cruz. También nos habla en una ocasión de su lectura de la Sgda. Escritura: "Me paso la
mañana completamente solo y dedicado a las Santas Escrituras en las que cada vez
hallo la mina inagotable de la Palabra de Dios"93. Sin embargo, esto no parece fuese
una práctica habitual del Rafael, sino algo ocasional de aquellas circunstancias en las
que se encontraba en Villasandino reponiéndose de su salud con ocasión de su tercera
salida del monasterio, cuando tenía amplios espacios libres que dedicaba a las prácticas
de su vida espiritual. También hay que anotar a este respecto su interés y estudio de los
Salmos, que entonces se cantaban en Latín, como todo el Oficio 94. Ninguna otra
referencia a la lectura habitual de la Biblia encontramos en sus escritos, y no parece
haber influido especialmente en la modelación de su espiritualidad. Y no tiene nada de
extraño; naturalmente, Rafael estaba condicionado por las circunstancias ambientales
que le tocó vivir. De todos modos, el acento con que habla, "en las que cada vez hallo

90
Usos de la Orden de los Cistercienses de la Estrecha Observancia. Westmalle 1928
91
Dios y mi alma. Enseñame, Señor, a amar tu Cruz, 31 de enero 1938.
92
Mi cuaderno. El Señor me lo dio… , el Señor me lo quitó, 1 de enero 1937.
93
A su tía María. Villasandino, 8 de mayo 1937
94
Existía en el Noviciado de San Isidro, actualmente recogido con los documentos y reliquias del Beato
Rafael, el libro de estudios y comentarios a los Salmos, versión al castellano ya entonces del texto Hebreo
de Ruperto Mª., Libros sapienciales. El libro de los Salmos, Barcelona 1935, ed. Bosch, que usó el mis-
mo Rafael apostillándolo con unas bellas notas marginales personales.

22
la mina inagotable de la Palabra de Dios", nos descubre su sensibilidad para contactar
y sentir vivamente la fuerza de la Palabra de Dios.
Rafael, en cuanto se lo permitió su enfermedad, vivió el ritmo de la jornada
monástica tal como se desarrollaba entonces, y con ella, los valores que envuelve: la
ascesis de las vigilias, con el sacrificio del sueño al que repetidas veces alude, 95
la
comida austera, el trabajo, la vida comunitaria, el Oficio. De todo ello podríamos
hablar, pero poco o nada de especial tiene la experiencia de Rafael en estos puntos. En
cambio, sí que lo tiene en cuanto a dos valores monásticos: el silencio y la soledad, que
él los vivió de un modo muy peculiar, y que marcan muy significativamente su
espiritualidad.
Aunque distintos, ambos valores van estrechamente unidos. Rafael los vivió
como elementos componentes de su vocación: el amor a la Cruz y la llamada a vivir
sólo para Dios. Dentro de estas coordenadas, si se me permite hablar así, ambos valores
van adquiriendo distintos matices en los escasos meses que vivió la vida monástica en
los que podemos descubrir su experiencia de Dios. Creo que en el fondo, Rafael de
algún modo identificó su vocación a la Trapa con el silencio y la soledad. Veámoslo.
En las reflexiones que hace en la Apología de un Trapense, escritas después de
haber experimentado la vida en el monasterio, y de la que en aquel momento se veía
privado, describe muy agudamente los valores profundos del silencio en el monasterio:
el ambiente propicio para la experiencia de Dios, la disposición de humildad, la apertura
a la comunión fraterna profunda, y la alabanza de Dios:
Mucha gente me pregunta acerca del silencio de la Trapa, y yo no sé contestar,
pues el silencio de la Trapa no es silencio... es un concierto sublime que el mundo
no comprende... Es ese silencio que dice: 'No metas ruido, hermano, que estoy
hablando con Dios... Es el silencio del cuerpo para dejarle al alma gozar en la
contemplación de Dios. No es el silencio del que no tiene nada que decir, sino el
silencio del que teniendo muchas cosas dentro y muy hermosas, se calla, para que
las palabras, que siempre son torpes, no adulteren el diálogo con Dios.
Es el silencio que nos hace humildes, que nos hace sufridos, que al tener una pena
nos la hace contar solamente a Jesús para que Él, también en silencio, nos la cure

95
V.g., A sus padres, San lsidro, 23 de enero 1934; Mi cuaderno. Laudate Dominum omnes gentes, 30 de diciembre
1936.

23
sin que los demás se enteren... El silencio es necesario para la oración. Con el
silencio es difícil faltar a la caridad, con él se agradece más que con palabras el
amor y el cariño de un hermano... En una palabra, el silencio es el todo de la vida
contemplativa.
Por eso, ahora que estoy en el mundo, todo lo que no es silencio me parece ruido, y
a veces inoportuno, pues como el trapense para lo único para lo que abre la boca es
para cantarle a Dios, aquí en el mundo es lo contrario, cuando se quiere hablar de
Dios, todos cierran la boca
Cuando el Señor le va probando con la enfermedad y las incidencias que ésta
tuvo en su vida, él integra esta pruebas en una experiencia de Dios que refleja en la vida
de silencio como expresión de la Cruz, a la vez que le lleva a vivir y afirmar más la
trascendencia de Dios con ese tono que tiene en Rafael: dejar la criatura para vivir sólo
para Dios, He aquí algunos textos, que se podrían multiplicar a placer:
Dios, y siempre Dios, ni el corazón acaba de hartarse, ni el alma encuentra sosiego
fuera de Dios. Nada te dicen los hombres. Nada encuentras en los libros, solamente
en el silencio de todo y de todos..., en ese silencio que ni el pensamiento se atreve a
turbar, en ese silencio que rumia amores y esperanzas, solamente ahí se puede
vivir. Fuera, todo es ruido, barullo. Fuera de Dios nada hay; la paz sólo está en
Dios, y Dios vive en el alma de sus amigos, y mientras no busquemos a Dios en el
silencio y en la oración, mientras no estemos quietos, no hallaremos paz, ni
encontraremos a Dios
Solamente en el silencio se puede vivir pero no en el silencio de palabras y de
obras..., no; es otra cosa muy difícil de explicar… Es el silencio del que quiere
mucho, mucho, y no sabe qué decir, ni qué pensar, ni qué desear, ni qué hacer ...
Sólo Dios allá dentro, muy callandito..., esperando, esperando, no sé ... , es muy
bueno el Señor96.
Y cuando en un momento crítico de su vida en el monasterio se siente
desconcertado, por la oración que le brota en el silencio, descubre la lección que Dios le
quiere dar:
Dios, tan bueno conmigo que en el silencio me habla al corazón y me va enseñando
poco a poco, quizás con lágrimas, siempre con cruz, a desprenderme de las criaturas, a

96
A su tío Leopoldo. Villasandino, 26-27 de septiembre 1937.

24
no buscar la perfección más que en Él97.
Muy parecida es su experiencia de la soledad. De unas palabras escritas a su tía
María, la Duquesa da Maqueda, podemos deducir uno de los valores que veía él en la
soledad: la purificación del corazón y el desprendimiento de todo para vivir sólo en la
presencia de Dios:
He visto que (en) el mundo hay una cosa, material en cierto modo, que hace
descansar al alma y esa cosa es soledad y silencio... Me dirás que eso es bueno para
un trapense, pero no para todo el mundo, yo te digo que sí, pues la soledad la
puedes entender como la ausencia de todo lo que proviene de las criaturas... Vivir
en el mundo en soledad con Dios, a pesar de todo lo que nos rodea; tener el
corazón suelto y desprendido de todo con solo el ansia de ofrecérselo a Dios...
Soledad en el sufrir para que sólo Él lo vea98.
Uno de los motivos que indujeron a Rafael a abrazar la vida cisterciense en vez
de la cartujana fue su amor y necesidad de la convivencia con los hermanos, como
expresamente se lo dijo a su hermano Fernando con ocasión de su último encuentro en
San Isidro el 25 de marzo de 1938, a un mes de la muerte de Rafael:
"Cuando le dije -nos comenta Fernando- que cómo podía vivir todo el tiempo
rodeado por los mismos personajes tan dispares a él en sus gustos; que por qué no se iba
a la Cartuja donde viviría más en soledad, me dijo: “Luís Fernando, yo no puedo con la
soledad. Tengo que ver caras, aunque éstas me hagan sufrir"
Sin embargo, ¡planes misteriosos de Dios!, por medio de la enfermedad Dios
quiso probarle también en esto, teniendo que vivir recluido en la enfermería, privado de
la convivencia de los hermanos. Rafael respondió generosa y fielmente también a este
reto que Dios puso en su vida. Por encima de la soledad estaba la voluntad de Dios, y
supo servirse del aislamiento obligado como un camino para una nueva experiencia de
Dios:
Mi cielo en la tierra lo he hecho en la celda. Yo no vivo solo. Mi celda está llena de
gente, hay risas, hay cantos, hay barullo de ángeles que enredan entre los papeles.
Yo no vivo solo. En mi celda de enfermo vive Cristo, está María... En mi celda hay
de todo; hay silencio, hay paz, hay alegría. Hay un fraile que sueña con el cielo; en
un cielo sin penas ni llantos, en un cielo, no como el que tiene, que es cielo de

97
Dios y mi alma. Sólo a Ti y a tu Cruz deseo, 23 de febrero 1938.
98
A su tía María. Villsandino, 3 de septiembre 1937.

25
tierra..., cielo entre paredes. Mi cielo es mi celda; en ella hay silencio, hay paz y
alegría. Vivo con los santos; me acompaña Cristo; sueño con María 99.
Cuando la voluntad de Dios cambió de signo, Rafael también estuvo pronto para
decir sí, "Fiat":
Aquí llego de mi cuaderno, cuando la obediencia me obliga a dejar mi celda en la
enfermería mi silencio, mi vida de retiro del mundo... Hágase la voluntad de Dios.
¡Estaba ya tan contento con mi soledad! - FIAT 100.
La soledad fue sin duda el elemento más característico de su camino espiritual,
con la dialéctica del amor y el rechazo, el sufrimiento indecible y el gozo inefable:
Siento una alegría inmensa de poder sufrir por Jesús, como no me hubiera podido
imaginar. Amo cada día más mi cruz, y no quisiera soltarla por nada del mundo.
Jesús me llama. Soledad y pobreza, enfermedad, encierro sin sol. A veces algo muy
negro y luego me hace llorar... No sé lo que es. A Dios no le veo, y en medio de
todo, grito con toda la vehemencia de mi corazón... ¡¡Qué feliz soy, cuánto sufro
por Jesús!! No quiero la felicidad del mundo, con ella sería un desgraciado...
Quiero sufrir por Él, sin verle..., solamente me basta el saber que es por Él

Hallo más gozo en no sentir el amor de Jesús, que el que pudiera hallar en el
sensible de las criaturas; me da pena mi soledad, sufro con ella, y no quisiera por
nada del mundo dejarla. No sé si esto alguien lo entenderá. ¡Es tan difícil explicar
por qué se ama el sufrimiento! Pero yo creo que se explica porque no es el sufrir
como tal como éste es en sí, sino tal como es en Cristo, y el que ama a Cristo, ama
a su Cruz, y yo de esto no sé salir, aunque lo comprendo 101.
En cierto sentido, Rafael llega a identificar el vivir en la soledad y el vivir sólo
para Dios, y eso a través de la cruz que le proporciona sobre todo la misma soledad,
descubriendo así en la misma soledad el meollo de su vocación:
Dios mío..., Dios mío..., enséñame a amar tu Cruz. Enséñame a amar la absoluta
soledad de todos y de todo. Comprendo, Señor, que es así como me quieres, que es
así de la única manera que puedes doblegar a Ti a este corazón tan lleno de mundo
y tan ocupado en vanidades.
Así en la soledad en que me pones, me enseñarás la vanidad de todo, me hablaras
Tú solo al corazón y mi alma se regocijará en Ti. Pero sufro mucho, Señor...,
cuando la tentación aprieta y Tú te escondes... ¡Cómo pesan mis angustias!...
99
Mi cuaderno. Mi cielo en la tierra, 28 de enero 1938.
100
Mi cuaderno. FIAT, 6 de febrero 1937.
101
Dos y mi alma. Visita de su hermano Luís Fernando, 25 de marzo 1938.

26
¡Silencio pides!... Señor, silencio te ofrezco! ¡Vida oculta! Señor, sea la Trapa mi
escondrijo102. ¡Dulce soledad, que hace arrimarse el alma a Jesús y a Él solo
buscar! 103

5. Rafael y las relaciones horizontales

En este apartado quisiera recoger varios aspectos de la espiritualidad de Rafael que van en
distintas direcciones, pero que tienen corno denominador común el dirigirse a los hombres. Rafael,
como ya sabemos, era alegre, jovial y atractivo. Así se veía él, y así le velan los demás. Amó
profundamente a su comunidad de San Isidro, y fue amado muy sinceramente en San Isidro.

Tú y yo antes de mi huída del mundo -escribe a su tío Leopoldo a poco de salir la primera vez
del monasterio en razón de su enfermedad- no conocíamos lo que era una Trapa. Suponíamos,
y con razón, que era lo más cercano al cielo de entre los hombres… Pues bien, yo ahora te digo
que nos hemos quedado cortos y que tú no tienes ni idea de lo que se encierra en un
monasterio del Císter… Puedes creerme, y así comprenderás, que una vez conocida y probada
la vida monacal, no se quiera otra cosa. Allí he encontrado una cosa muy rara y muy extraña en
el mundo…, se llama “amor al prójimo” y “caridad"104.
Por eso Rafael se compenetró profundamente con su Comunidad, aunque le costara la vida,
y sufrió lo indecible cuando tuvo que salir:
Yo era demasiado feliz en la Trapa; te aseguro que la vida es dura, muy dura, pero se
tiene a Dios tan cerca que la austeridad de la Regla no se nota. Yo respiraba alegría por
todos los poros… mi única ilusión era Dios, y le sentía tan cerca, que lo olvidaba
todo105.
Rafael tenía un corazón bueno, que quería a las personas y era incapaz de sentimientos de
malquerencia, resentimiento o rencor:
Lo que sí puedo asegurar es que jamás guardo rencor a nadie, ni pretendo desagraviarme... Y
siento mucho más la falta de caridad que ha cometido un hermano conmigo, que mi propia
ofensa106.
Con su experiencia de Dios, fue creciendo en este amor, y él fue consciente de ello:

102
Dios y mi alma. Enséñame a amar tu Cruz, 31 de enero 1938.
103
Dios y mi alma. Tú, Señor, eres mi esperanza, 18 de febrero 1938.
104
A su tío Leopoldo. Oviedo, 1 de junio 1934.
105
Ibidem.
106
Apología de un Trapense.

27
He aprendido a amar a los hombres tal como son y no tal como y o quisiera que fueran107.
Y no eran simples palabras, sino una actitud muy sincera. Tuvo ocasiones de
demostrarlo, y lo demostró, como en el caso del cuidado a D. José, el médico de
Villasandino108. También tuvo que sufrir dentro del monasterio, a veces por
incomprensiones, celos o estrecheces de espíritu. Recordemos el caso del
enfermero que le reducía la sobrealimentación ordenada por el P. Abad. 109
También se conoce el caso de un monje que sufría una fuerte enajenación mental
y que mortificaba a Rafael con frecuencia. De todo esto, Rafael nunca dice una
palabra de queja. Lo conocemos por testimonios ajenos.
Nos habla de una circunstancia en que debió sufrir mucho, y que, contra
su costumbre, nos ha dejado constancia en sus escritos. Por otra parte es
interesante conocerlo, ya que hace patente su virtud y el proceso para superarse,
aceptar y perdonar:
Ayer sufrí un desprecio de un hermano…, me hizo llorar y si no hubiera sido
porque Tú desde la Cruz me enseñaste a perdonar, quizás hubiera cometido
una falta. ¡Cuánto me costó vencerme!... Pero dormí más tranquilo. Ayer vi
claramente que solamente acudiendo a Ti se aprende; que sólo Tú das
fuerzas en las pruebas y tentaciones y que solamente a los pies de tu Cruz,
viéndote clavado en ella, se aprende a perdonar, se aprende humildad,
caridad y mansedumbre. ¡Qué dulce es la Cruz de Jesús! ¡Qué dulce es sufrir
perdonando!110

Sin embargo hay en los escritos de Rafael expresiones que nos puede
resultar difícil entender. Me refiero a aquellas en las cuales habla de prescindir
de las criaturas (los hombres) y quedarse sólo con Dios; de tomar a las criaturas
para ayudarse o para a ayudarlas. 111 De que la criatura no es más que un
medio112; de "cuánto me cuesta algunas veces dejar la Iglesia.., y tratar con los
hombres"113; "me cansan los hombres, aún los buenos” 114; "¿qué buscas entre los
hombres, me dice?"115; "callen los hombres, que no hacen más que meter

107
A su tío Leopoldo. Villasandino, 18 de marzo 1937.
108
Ver Cistercium XL (1988) p. 56
109
.Ibidem p. 70.
110
Dios y mi alma. Qué bien se vive junto a la Cruz de Cristo, 7 de abril 1938.
111
A su tía María, Oviedo 10 de diciembre 1935.
112
Idem, Oviedo, 4 de enero1936.
113
Dio y mi alma. Morir por Jesús y María, 19 de marzo 1938.
114
Dios y mi alma. ¡Qué cansado estoy, Señor! 20 de marzo 1938.
115
Dios y mi alma. Martes Santo, 12 de abril 1938.

28
ruido"116; “¡Cómo me cansan las criaturas, Señor y Dios mío!" 117; “Señor, vine a
la Trapa, dejando a los hombres, y con los hombres me encuentro”118: “¡Señor
Jesús, Tú eres el único que en este destierro entre los hombres, me consuelas.. Yo,
Señor, vine buscándote a Ti…, más he de vivir entre criaturas. ¡Qué gran cruz es esa!...
queriéndote a Ti y suspirando por Ti…, he de vivir entre hombres… He de ver a cada paso, en la
tierra, o una miseria, o una flaqueza, o un dolor… ¡Qué duro se hace, Señor, vivir en la tierra!
Hubo un tiempo en que busqué al hombre… Busqué su consuelo… Busqué a Dios en la criatura...
Vana ilusión…Cuánto me ha hecho sufrir" 119. "Cuanto más me he acercado a las criaturas, más me
he visto lejos de ellas, y cuanto más lejos estoy del hombre, más cercano estoy a Dios" 120. "La
máxima penitencia es la vida común"121.

Y como éstas, podríamos encontrar otras muchas expresiones semejantes. Seguramente


que hieren nuestra sensibilidad. Y lo más extraño es que pertenecen precisamente a sus últimos
escritos. Casi todas ellas son de su opúsculo Dios y mi alma, escrito en San Isidro a partir del 16
de diciembre de 1937, el día siguiente de su último ingreso en el monasterio hasta su muerte.
¿Cómo explicarlas? He aquí mis reflexiones.

Naturalmente, Rafael estaba condicionado por la espiritualidad reinante en los tiempos que
le tocó vivir. Ahora bien, en esta espiritualidad se resaltaba el valor de la mortificación, del deseo
del cielo, del desprendimiento de todo, y se estimulaba y aconsejaba la huida, el desprecio y hasta el
odio del mundo, valores y actitudes que, rectamente entendidos, están muy enraizados en la Biblia y
en la tradición cristiana, que los ha valorado diferentemente a lo largo de los siglos. En cambio, no
eran tan considerados valores que hoy se priman, como las relaciones interpersonales, la teología de
la encarnación, el compromiso con el mundo. Malo seria el despreciar unos u otros, y malo también
el absolutizar cualquiera de ellos.
Un primer criterio para una interpretación correcta de cualquier escrito es leerlo dentro de
su contexto, tanto próximo como remoto. Es el caso de Rafael. Por ejemplo, cuando nos dice:
“Cuanto más me he acercado a las criaturas, más me he visto lejos de el1as, y cuanto más lejos
estoy del hombre, más cercano estoy de Dios ”, muy bien podemos pensar que Rafael tenía presente
o lo hacía bajo la influencia de la doctrina de la Imitación de Cristo, en la que podemos leer algo
muy similar: "Dijo uno: 'Cuantas veces estuve entre los hombres, volví menos hombre" 122. La frase
116
Dios y mi alma. ¡Hasta cuándo, Señor! 4 de marzo 1938.
117
Dios y mi alma. ¡Señor, qué duro es vivir! 13 de junio 1938.
118
Dios y mi alma. Enséñame, Señor, a amar tu Cruz, 31 de enero 1938.
119
Dios y mi alma. Sólo a Ti y tu Cruz deseo, 23 de febrero 1938.
120
Ibidem.
121
Dios y mi alma. La máxima penitencia es la vida común, 7 de enero 1938.
122
Imitación de Cristo I, 20.

29
en sí misma no parece conforme a una recta teología y espiritualidad cristiana. Pero en el contexto
de la espiritualidad, tanto de la Imitación de Cristo, como de la que vivió Rafael, no significa la
separación del hombre respecto a Dios; ir a Dios abandonando al hombre, sino buscar primero a
Dios para hallar más profundamente al hombre, cosa que es plenamente cristiana, aunque no sea el
camino preconizado por la teología y espiritualidad actuales. Algo parecido podemos decir de otra
frase de Rafael que acabamos de citar: "¡Cómo me cansan las criaturas, Señor y Dios mío! ", u
otras parecidas. En realidad lo que quiere expresar es su anhelo de la vida eterna, del cielo.
Leámosla dentro de su contexto:
¿Cómo es posible vivir esperando lo que espero? ¿Cómo me es posible pensar en tanta cosa
criada, como me rodea, teniéndote a Ti? Me maravillo de que tu gracia no me mate. ¡Es tanta
y tan abundante! Sueño con tu gloria. Vivo a veces atontado y sin saber lo que quiero, de
tanto que quiero. ¡Cómo me cansan las criaturas, Señor y Dios mío! ¡Qué sinsabor tan grande
me causa el tratar cosas del mundo, el hablar de negocios temporales, el escuchar noticias!
¡Ah!, Señor, nada quisiera saber, ni escuchar… Sólo Tú, Señor, sólo Tú 123.
Podría leerse, tomado al azar, el capítulo 10 del libro III de la Imitación de Cristo:
“¡Oh, Señor, cuán grande es la abundancia de tu dulzura, que escondiste para los que te temen!
Pero, ¿qué eres para los que te aman? y ¿qué para los que te sirven de todo corazón?
Verdaderamente es inefable la dulzura de tu contemplaci6n, la cual das a los que te aman”.
"Grande honra y gran gloria es servirte, y despreciar todas las cosas por Ti. Por cierto grande
gracia tendrán los que de toda voluntad se sujetaren a tu santísimo servicio. Hallarán la suavísima
consolaci6n del Espíritu Santo los que por amor tuyo despreciaren todo deleite carnal.
Alcanzarán gran libertad de corazón los que entran por la senda estrecha por amor tuyo y por él
desechan todo cuidado del mundo".
Fácilmente podemos encontrar la resonancia en los escritos de Rafael en cuanto a las
líneas profundas de su espiritualidad, sin esperar encontrar una correspondencia literal, que
ciertamente no la hay y que, por lo demás, es secundaria.
Finalmente, que Rafael estuviese muy compenetrado con la espiritualidad de la Imitación
de Cristo, no es necesario esforzarse mucho en probarlo, dado que él mismo nos dice en una
ocasión:
Señor, vine a la Trapa dejando a los hombres, y con los hombres me encuentro. Enséñame a
seguir los consejos de la Imitación de Cristo, que me dice (que) no busque nada en las
criaturas y me refugie en el Corazón de Cristo124
La Imitación de Cristo, como es bien sabido, fue el libro de base de la espiritualidad
123
Dios y mi alma. ¡Señor, qué duro es vivir…! 13 de marzo 1938.
124
Dios y mi alma. Enséñame, Señor, a amar tu Cruz, 31 de enero 1938.

30
cristiana durante muchos siglos. Su doctrina eran principios indiscutidos de perfecci6n. No es
objeto de este estudio el tratar de su espiritualidad. Sólo he querido señalar una fuente de
inspiraci6n de la espiritualidad de Rafael, quizá la principal, cosa que si no tenemos presente, no
podremos comprender correctamente a Rafael. También quiero hacer notar que las mismas
objeciones o reservas que se han hecho en nuestros días a la Imitación de Cristo, se pueden hacer, y
en parte ya se han hecho a los escritos y a la espiritualidad de Rafael. Pero también hay que decir
respecto a los escritos de Rafael que valen las mismas respuestas que se han dado respecto a la
Imitación de Cristo. Tanto Rafael como el autor de la Imitación de Cristo fueron hombres sensibles
a los valores resaltados en su época, que no corresponden con la sensibilidad de nuestros días. No
los negaron; simplemente siguieron un camino que para ellos era el medio más excelente para llegar
a la unión con Dios a través de la contemplación. Se puede aplicar plenamente a Rafael lo que un
autor de nuestros días ha dicho de la Imitación de Cristo, cuyo texto ofrezco en su traducción del
Francés: “Me parece que, incluso si escribiese en nuestros días, sin negar en absoluto ninguna de
las nuevas adquisiciones, podía mantener todo su valor en dos principios esenciales de la vida
cristiana, y que son fundamentales en su obra: en primer lugar el primado de la contemplación sobre
la acción, y el del amor de Dios sobre el del prójimo (cfr Vaticano II, Constitución sobre la sagrada
Liturgia, prefacio, 2); y por otra parte la máxima del Evangelio, según la cual ‘El que quiera venirse
en pos de Cristo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirle” (Mt 16, 24)125.
Algo parecido podríamos decir respecto a la frase que usa Rafael: "la mayor penitencia es la
vida común". Recordemos sus palabras:
He venido a la Trapa a mortificarme y a sufrir lo que el Señor quiera enviarme. La máxima
penitencia es la vida común126.
Corno es sabido, esta frase es original de San Juan Berchmans,127 y en la espiritualidad de
la vida religiosa que conoció Rafael era un principio aceptado y común. Normalmente no era
tomada en el sentido que parece ser el auténtico, según se desprende del contexto de los escritos de
San Juan Berchmans, tal como dejamos consignado en la última nota, sino en el sentido de que la
vida común era considerada realmente como la mayor mortificación. Que Rafael, pues, la
entendiera así, no tiene nada de extraño. Pagaba tributo a su época. La vida religiosa no había
conocido aún la renovación conciliar, que ha resaltado el valor de "la vida común a ejemplo
de la Iglesia primitiva, en el la que la muchedumbre de los creyentes tenían un
125
B. Spaan, Imitation de Jésus-Christ en, Dictionaire de Spiritualité VII, co9ls. 2367-68.
126
Dios y mi alma, 7 de enero 1938.
127
Mi gran penitencia, decía, será la vida común. Tengo que seguir en todo la comunidad y aborrecer a par de muerte la
singularidad… la singularidad es enemiga de la caridad; al contrario, la vida común, fuera de ser más segura, es me-
dio infalible para alcanzar la perfección sin peligro de vanagloria. J. MIR I NOGUERA, Vida de San Juan Berchmans.
Madrid 1895, p. 234. De modo que, como se ve claramente, el sentido propio de la frase dentro del contexto no es que
se sintiese mortificado por la vida común, como suele entenderse. Sino más bien, que debía aceptar cualquier sacrificio
para no apartarse de la vida común.

31
solo corazón y una sola alma"128 .
Naturalmente esto no quiere decir que no hubiese verdadera caridad en la
vida religiosa de entonces. Lo único que hay que resaltar es el cambio de tono,
de espíritu o de estilo de vida. La espiritualidad de hoy día no la mira, al menos
principalmente, en función del aspecto mortificante, que no deja de tenerlo, sino
del encuentro fraterno.
Por lo demás, corno ya hemos visto a lo largo do este estudio, una de las
grandes pruebas que Dios dispuso para Rafael fue la de verse recluido en la
enfermería, privado de la vida común, él, hombre de carácter alegre y jovial que,
si eligió la Trapa en voz de la Cartuja, como confesó repetidas veces a su
hermano Fernando, fue porque necesitaba la convivencia, "ver caras", aunque le
hiciesen sufrir.
Rafael no veía oposición entre apartarse de los hombres, dejar a los
hombres, y santidad. Antes veía que era el camino natural para llegar a la unión
con Dios y vivir con la caridad. Muy diáfanas son a este respecto las últimas
palabras que escribió en su cuaderno, Dios y mi alma, su último escrito íntimo:
Cada vez espero menos de los hombres… ¡Qué gran misericordia la de
Dios! El suple con creces lo que ellos no me dan. Voy viendo con suma
claridad que quien pone los ojos en la tierra y en las criaturas, pierde su
tiempo… Sólo Jesús llena el corazón y el alma129.
Realmente no hay tal oposición cuando este alejarse de los hombres se
entiende correctamente, y ésta ha sido la práctica de todos los santos en mayor o
menor medida, y está en la base de la vida monástica, y podemos decir, cristiana.
“Esta conducta, dice el P. Alszeghy hablando de la huida del mundo, responde a
las exigencias fundamentales e ineludibles del Evangelio. El cristiano por la
renuncia y la cruz tiende a los bienes superiores y a la plena felicidad". Y líneas
antes había escrito: "Tal conducta no determina por sí misma la relación del
cristiano con el mundo; es a la vez una huida y una presencia"130. Estos
principios son bien conocidos de todos, aunque hoy haya cierta dificultad en
aceptarlos. Si he querido recordarlos con cierto detenimiento es con el fin de
poder enjuiciar correctamente estas frases y actitudes de Rafael.
Aún quisiera resaltar otro aspecto en este proceso último de Rafael que nos

128
Perfectae Caritatis 15.
129
Dios y mi alma. Domingo de Resurrección, 17 de abril 1938.
130
ZOLTAN ALSZEGHY, Fuite du monde in, Dictionnaire de Spiritualité V, coL 1576

32
aclarará mucho sus últimos pasos. Me refiero a la última visita que Rafael recibió de su
padre en la mañana del jueves de pascua, el 21 de abril de 1938. "Nuca le había visto
con mejor color en las mejillas, con más brillo de las pupilas", dice su madre, refiriendo,
sin duda la impresión y comentario del padre. Sin embargo, estaba a cinco días antes de
su muerte.

Por la tarde pasearon juntos, padre e hijo, con el P. Abad por la huerta, y entre
otros comentarios, el P. Abad dijo dirigiéndose al padre de Rafael: "Ya lo ve Vd, está
muy bien. Pronto acabará con el Latín y en seguida le ordenaremos Sacerdote". Y luego,
dirigiéndose a Rafael: "¿No te parece? ¿No tienes ganas de ordenarte? A lo que Rafael
respondió: "Me es igual, Rvdº. Padre, con tal de ser trapense, me es indiferente
ordenarme o no ordenarme".
Podíamos recordar la bellísima carta que escribió a D. Félix el 9 de octubre de
1935 pidiendo la readmisión como Oblato, y la generosidad con que aceptó el no poder
ser Sacerdote ni hacer la Profesión. Pero lo que nos interesa ahora es fijamos en lo que
podemos llamar su "reencuentro" con la Trapa después de esta penosísima prueba por la
que Dios quiso que pasara. No son los encendidos calificativos de la carta a su tío Leo-
poldo el 11 de octubre de 1930, después de su primera visita a la Trapa u otras muchas
veces. Las pruebas tan duras por las que ha pasado le han hecho palpar la realidad, que
han sacudido fuertemente su fe y su ilusión, hasta llegar a expresiones desconcertantes,
casi escandalosas: "he venido engañado". Ahora es la fe humilde y el amor purificados
que acogen los planes de Dios. "Me es igual, con tal de ser trapense”

* * * * * *

He aquí algunas notas sobre la "espiritualidad" del Hermano Rafael. No son más que unas
pinceladas, algunos rasgos más sobresalientes de la rica Personalidad de este humilde hermano, que
quiso consumirse, desaparecer totalmente para dejar todo el lugar a Dios; para convertirse en un puro
himno de a1abanza a Dios, y atestiguar así qué grande es Dios!; que ¡só1o Dios basta! Un hombre
devorado por la sed de Dios.

Su estancia en el monasterio fue muy corta y su formación monástica muy limitada. Le faltó
el tiempo para la confrontación con la realidad del día a día con todas las vicisitudes y desafíos que
a todos nos trae la vida. Dios tenía otros planes para él. Su camino fue distinto. Por eso a veces no

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resultará fácil tomarlo como modelo de identificación. Pero, a pesar de todos estos
condicionamientos, supo captar muy profundamente las más íntimas esencias de la vida monástica:
la soledad y el silencio, la alabanza y la búsqueda de solo Dios, y dar testimonio de su trascendencia,
y en todo esto sí que nos está diciendo una palabra que siempre valdrá para nosotros los monjes, y
para todo el que sienta la herida de Dios,

Tomás Gallego
San Isidro de Dueñas

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