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El autor recuerda haber vivido de niño en un pueblo llamado El Palmar, donde las calles tranquilas y el sonido de los cascos de los caballos resonaban en el ambiente. El pueblo tenía un olor natural característico y sus habitantes se destacaban por su alegría, sencillez, honestidad y solidaridad. Sus padres se casaron allí a comienzos de 1958 y el autor guarda recuerdos hermosos de su infancia a pesar de las carencias propias de una familia humilde. Aunque reconoce que los pue
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Cuando era niño viví en un pueblo maravilloso-signed
El autor recuerda haber vivido de niño en un pueblo llamado El Palmar, donde las calles tranquilas y el sonido de los cascos de los caballos resonaban en el ambiente. El pueblo tenía un olor natural característico y sus habitantes se destacaban por su alegría, sencillez, honestidad y solidaridad. Sus padres se casaron allí a comienzos de 1958 y el autor guarda recuerdos hermosos de su infancia a pesar de las carencias propias de una familia humilde. Aunque reconoce que los pue
El autor recuerda haber vivido de niño en un pueblo llamado El Palmar, donde las calles tranquilas y el sonido de los cascos de los caballos resonaban en el ambiente. El pueblo tenía un olor natural característico y sus habitantes se destacaban por su alegría, sencillez, honestidad y solidaridad. Sus padres se casaron allí a comienzos de 1958 y el autor guarda recuerdos hermosos de su infancia a pesar de las carencias propias de una familia humilde. Aunque reconoce que los pue
Cuando era niño viví en un pueblo maravilloso, dónde
sus calles casi solitarias eran silenciosas y el tronar de
los cascos de los caballos se escuchaban con ecos inigualables. El olor agradable y característico de la naturaleza que rodeaba el pueblo, se grababa en el subconsciente de los niños y adultos. La alegría, sencillez, honradez, solidaridad de sus pobladores era única. Allí viví mis primeros años de vida, al lado de los abuelos maternos. En ese pueblo se casaron mis padres a comienzos de 1958, mi padre inmigrante español Francisco Arévalo Mirón, oriundo de Veigue - A Coruña - España, de oficio constructor de 21 años, y mi madre Carmen María Rodríguez Odreman de 17 años, natural de ese pueblo identificado como de "Las Tierras Frescas". El reseñado pueblo es EL PALMAR, hoy día Municipio Padre Pedro Chien, en honor al Párroco chino (+) que aporto tanto amor a sus pobladores. En la actualidad, a la edad de casi 6 décadas, me recuerdo de todo lo hermoso que experimenté como niño, con carencias propias de familias humildes, pero, con una riqueza inconmensurablemente de buenas costumbres y rectitud. Entiendo que la evolución es natural en los centros poblados, lamentablemente eso genera condiciones adversas nada agradables. Prefiero, quedarme con aquel pueblo maravilloso dónde habite de manera intercalada en temporadas efímeras con Don Pedro y Doña Sofía, mis abuelos. Siempre estarás en mi corazón, mi antaño y glorioso pueblo de EL PALMAR. —H. Arévalo Rodríguez-