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1. Título: ¿Derecho o Ayuda en el sistema de protección social?

Las
percepciones sobre la Asignación Universal por Hijo en la vida cotidiana

2. Autores: Gustavo Parra - Juan Andrés Oliva.

3. Eje temático 2: “La intervención del Trabajo Social en la producción de


conocimientos. La cuestión social y los escenarios del ejercicio profesional”.

4. Universidad o institución de pertenencia.


Programa de Estudios sobre Fundamentos Teórico-Metodológicos del Trabajo Social
(PEFTS) Departamento de Ciencias Sociales - Universidad Nacional de Luján

5. Dirección de correo electrónico: gparra@unlu.edu.ar

6. Trabajo resultado de avance de proyecto de investigación.

7. Palabras clave:
Transferencias Condicionadas de Ingreso - Asignación Universal por Hijo - Derechos
Sociales - Vida Cotidiana

8. Resumen:
El objetivo de este trabajo es aportar algunas reflexiones y avances en torno al
Proyecto de Investigación Las transferencias condicionadas de ingreso y la vida
cotidiana. Estudio del impacto de la Asignación Universal por Hijo en la
población beneficiaria en los municipios de Luján y Gral. Rodríguez radicado en
el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján. En este
sentido, en primer lugar, se analizarán las discusiones teóricas en torno a la
Asignación Universal por Hijo en el marco del sistema de protección social y su
vinculación con el campo de los derechos sociales, las políticas sociales y la
autorresponsabilidad de los individuos. En segundo lugar, a partir del trabajo de campo
realizado se problematizará en relación a como las mujeres/titulares beneficiarias de la
AUH, en su mayoría, auto perciben el Programa y lo relacionan con su cotidianeidad.
Concluyendo con algunas consideraciones sobre los nudos problemáticos y tensiones
que presentan los PTCI.

1
¿Derecho o Ayuda en el sistema de protección social?
Las percepciones sobre la Asignación Universal por Hijo en la vida
cotidiana

Gustavo Parra
Juan Andrés Oliva

Introducción

El objetivo de este trabajo es aportar algunas reflexiones y avances en torno al


Proyecto de Investigación Las transferencias condicionadas de ingreso y la vida
cotidiana. Estudio del impacto de la Asignación Universal por Hijo en la
población beneficiaria en los municipios de Luján y Gral. Rodríguez radicado en
el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján1.
En este sentido partimos de considerar que Asignación Universal por Hijo (AUH)
se encuadra dentro de los programas de transferencia condicionada de ingresos (PTCI)
implementados en la región desde fines del siglo XX y las primeras décadas del siglo
XXI. Asimismo, formando parte del sistema de protección social del país. Sin embargo
es necesario profundizar sobre los debates teóricos presentes en torno a los PTCI y
sus relaciones con los derechos sociales, las políticas sociales y la
autorresponsabilidad de los individuos. De este modo, primero se caracterizará a los
PTCI con el objeto de entender la lógica de funcionamiento e implementación, así
como una revisión teórica que nos posibilite analizar las distintas miradas presentes en
el debate.
En segundo lugar, a partir del trabajo de campo realizado en la investigación
mencionada, se procurará analizar los mejoramientos y/o efectos producidos en la vida
cotidiana de las personas que perciben la AUH. El relevamiento propuesto consta de
una primera etapa de encuestas semi-estructuradas a un muestreo amplio de
población, seguida de una etapa de entrevistas en profundidad con un muestreo más


Licenciado en Trabajo Social (UNLu) Doctor en Trabajo Social (PUC/SP, Brasil) Profesor de
la Universidad Nacional de Luján. Director del Programa de Estudios sobre Fundamentos
Teórico-Metodológicos del Trabajo Social (PEFTS-UNLu). Director
Director de los Proyectos de Investigación: “Las transferencias condicionadas de ingreso y la
vida cotidiana. Estudio del impacto de la Asignación Universal por Hijo en la población
beneficiaria en los municipios de Luján y Gral. Rodríguez” y “Transferencia condicionada de
ingreso y vida cotidiana: estudio comparado AUH (Argentina) y Familias en Acción (Colombia)”

Estudiante de la Carrera Licenciatura en Trabajo Social, Universidad Nacional de Luján.
Pasante de Investigación de los Proyectos de Investigación: “Las transferencias condicionadas
de ingreso y la vida cotidiana. Estudio del impacto de la Asignación Universal por Hijo en la
población beneficiaria en los municipios de Luján y Gral. Rodríguez” y “Transferencia
condicionada de ingreso y vida cotidiana: estudio comparado AUH (Argentina) y Familias en
Acción (Colombia)”
1
Cabe señalar que este proyecto se enmarca en un estudio multicéntrico más amplio
denominado: “Transferencia condicionada de ingreso y vida cotidiana: Estudio
comparado AUH (Argentina) y Familias en Acción (Colombia)” en el marco del Programa
hacia un Consenso del Sur para el Desarrollo Nacional con Inclusión Social, dependiente de la
Subsecretaría de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias, Ministerio de Educación
(Argentina). El equipo de investigación está conformado por docentes-investigadores de las
Universidades Nacionales de Luján, Lanús, La Plata y del Litoral y, por Colombia, la
Universidad del Quindío.

1
pequeño. Este abordaje cuali-cuantitativo nos permitirá alcanzar una aproximación a la
complejidad del tema y un análisis crítico de los resultados2.
Dos aspectos interesan señalarse en este artículo, a partir de las encuestas, es
analizar el modo en que se destinan los ingresos de la AUH, y, a partir de esto, cómo
las mujeres/titulares beneficiarias de la AUH, en su mayoría, auto perciben el
Programa como una ayuda, y no como un derecho, un subsidio, un plan u otra
alternativa. Así se expondrán algunos resultados de la encuesta con respecto a la idea
mencionada, acercando un análisis e intentando debatir sobre algunas de las
respuestas de las encuestadas.
Por último se presentan algunas reflexiones finales, en cuanto aportes
preliminares a un tema de suma complejidad y debate actual, en torno a algunos de
los nudos problemáticos y tensiones en los PTCI.
2.- La AUH como Transferencia Condicionada de Ingresos en el Sistema
de Protección Social de Argentina

En América Latina, y en particular en Argentina, se desarrolló de manera


significativa un complejo sistema de protección social a lo largo del siglo XX. Ahora
bien, al hacer referencia a un sistema de protección social requiere que consideremos
el análisis de las determinaciones sociales, económicas, políticas y culturales que se
encuentran en su génesis y que también nos posibilita la comprensión de sus
transformaciones en su devenir histórico. En otros términos, el análisis del sistema de
protección social nos demanda la reflexión y la comprensión de las relaciones en torno
a las categorías de cuestión social, Estado, derechos sociales, políticas sociales y,
fundamentalmente, la organización, participación y demanda de distintos sectores
poblacionales.
La expresión “cuestión social”, si bien aparece en las primeras décadas del
siglo XIX, ponía de manifiesto las desigualdades estructurales del desarrollo del
capitalismo competitivo asentado en un intenso e incesante proceso de
industrialización y urbanización que se venía desarrollando desde las últimas décadas
del siglo XVIII (Netto, 2003). El pauperismo aparecía como un fenómeno particular en
el desarrollo del capitalismo pues, al mismo tiempo que había un intenso desarrollo de
las fuerzas productivas, con la misma intensidad aumentaba la pobreza, el hambre, las
enfermedades, el hacinamiento, las precarias condiciones de trabajo, etc. Así, la
cuestión social coloca un problema en torno a la organización social y evidencia la
necesidad de estrategias para la superación y el mantenimiento de las relaciones de
interdependencia en la sociedad. En términos de Castel (1997), la cuestión social
expresa la contradicción entre igualdad jurídica y desigualdad económica.
Asimismo no sólo debemos comprender la cuestión social como manifestación
de las desigualdades estructurales del capitalismo sino también como expresión de las
demandas del movimiento obrero organizado, dirigidas hacia el Estado y la clase
burguesa, vinculadas a las exigencias indispensables para la reproducción de la vida
de la clase trabajadora.
Por otra parte, el análisis de Ianni (1996) nos permite complementar estas
referencias a la cuestión social comprendiendo que, junto a la manifestación de las
desigualdades económicas, se entremezclan desigualdades políticas y culturas así
como antagonismos de clase, raciales y regionales, obviamente ligados a procesos
estructurales del desarrollo capitalista. Es decir, el mismo desarrollo económico y la

2
Este muestreo se encuentra replicado en diferentes regiones y ciudades de Argentina
realizado por las unidades académicas que integran el proyecto multicéntrico.

2
expansión del aparato estatal generan –y en su carácter contradictorio también dan
respuestas- a estas desigualdades y antagonismos.
La consolidación del capitalismo como hegemónico y la relación salarial como
fundamental relación con el trabajo produjo un vasto sistema de protección social, por
un lado para el trabajador en relación salarial y por otro, para aquellos sectores que
por causa de las contingencias de la vida necesitaban auxilio y asistencia pero no
tenían un vínculo salarial. Los derechos sociales entran en escena, sumamente
ligados a la condición salarial que era dominante y al desarrollo de las políticas
sociales. La igualdad gana un nuevo estatuto, no sólo hay una igualdad civil y política,
también se discute una igualdad social. De este modo, podemos señalar que las
políticas sociales, se constituyen tanto en intervenciones frente a las
manifestaciones de la cuestión social, como formas de regulación estatal.
Fleury y Molina señalan: “En los estudios sobre el desarrollo de los sistemas de
protección social está claramente planteada la articulación entre un proceso
económico -la industrialización -, un proceso social - la emergencia de nuevos actores
y la transformación de las relaciones sociales- y un proceso político -las luchas
sociales que generaron respuestas políticas e institucionales -. Sólo a través de esa
articulación es posible comprender la trayectoria de las políticas sociales. Como esta
articulación es siempre particular, cada país genera una situación propia con relación a
su sistema de protección social, a pesar de los determinantes involucrados en la vía
adoptada de transición al capitalismo industrial”. (2000:5)
Estos autores señalan que en América Latina (en diferentes momentos
históricos y con énfasis diferenciales según los distintos países) se desarrolló un vasto
sistema de protección social basado en el seguro y/o seguridad social hasta la década
de 1980. Cabe destacar que en Argentina el sistema de protección social se constituyó
en un complejo entramado de seguro social y seguridad social, con un fuerte anclaje
en la condición salarial de los trabajadores, pero con políticas universales en el ámbito
de la salud y la educación.
El desarrollo del neoliberalismo, principalmente durante la década de 1990,
implicó sustantivas transformaciones en el diseño y ejecución de las políticas sociales
en América Latina en general y en Argentina en particular. Los cambios estructurales
en términos económicos, sociales, políticos y culturales sufridos por la región
produjeron una agudización de las desigualdades sociales y económicas, aumentando
los índices de desempleo y desnutrición infantil, flexibilizando las relaciones laborales,
vulnerabilizando derechos sociales adquiridos por las luchas obreras durante gran
parte del siglo XX. En síntesis, generando un proceso de pauperización inédito que
dejó a gran parte de la población de la región al margen del acceso de servicios y
bienes que posibiliten una vida en condiciones dignas.
En este sentido, las políticas sociales del neoliberalismo priorizaron la
descentralización, la focalización y la privatización, perdiendo el carácter universal que
otrora tuvieran, favoreciendo y fortaleciendo prácticas sociales clientelares y un retorno
al imaginario de la “ayuda” y la “dádiva” en contraposición a la efectivización de
derechos sociales. La orientación hacia la atención/combate de la pobreza, con
énfasis en un modelo asistencial de políticas sociales, modificaron significativamente
los sistemas de protección social de la región.
Cabe mencionar que, en términos de la autora Laura Pautassi (2012) “América
Latina lleva más de treinta años siendo testigo del aumento de la desigualdad social.
(…)La desigualdad como fenómeno social integra la agenda política y social de la
región”. Y es en este marco que podemos entender la implementación de los PTCI en
toda la región, con el fin de reducir la desigualdad y la pobreza a su vez traducida en
dos momentos: por un lado, la reducción de la pobreza en el corto plazo mediante una

3
transferencia monetaria (que conlleva una corresponsabilidad por parte de los
usuarios), y por otro, la reducción de la pobreza en el largo plazo a través de la
condicionalidades sanitarias y educativas3.
Las transferencias condicionadas de ingreso comienzan a desarrollarse en la
segunda mitad de la década de 1990 en América Latina y el Caribe, presentados como
una innovación en los programas de combate a la pobreza; tanto porque rompían con
la lógica del seguro social (trabajo + contribuciones = beneficios y servicios) como de
la distribución de alimentos (las tradicionales bolsas de alimentos, desde una lógica
asistencialista) Al mismo tiempo que establecían corresponsabilidades con el objetivo
de mejorar los niveles educacionales, impedir la deserción escolar y el trabajo infantil,
contribuir a la mejora de los niveles nutricionales e incrementar la atención en salud.
Entre los PTCI más significativos podemos mencionar: Programa de Erradicación del
Trabajo Infantil (PETI) en Brasil (1996), Programa Oportunidades de México (1998),
Bolsa Familia en Brasil (2003), Asignación Familiar inclusiva, universal y equitativa de
Uruguay (2008), Familias en Acción de Colombia (2002), Asignación Universal por Hijo
en Argentina (2009), entre otros.
Desde el año 2008, los PTCI se han expandido a más de 10 países, aunque no
puede obviarse que son en parte financiados y promovidos por sectores financieros
internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Al
actualizar algunos datos, se señala que hay actualmente aproximadamente 40 PTCI
distribuidos en 18 países de América Latina, alcanzando un 19% de la población de la
región (Pautassi 2012:21-22).
Los diferentes programas implementados en América Latina comparten, de
alguna manera, los mismos principios. De este modo, como bien señala Fonseca
(2006:15-16), se destacan los principio de equidad, es decir, dirigido a los sectores
vulnerables; la corresponsabilidad entre el Estado y los beneficiarios; la integralidad
como acción coordinada de todos los sectores de las políticas sociales; la
transparencia, como un mecanismo de rendición de cuentas del Estado4; y por último
la evaluación, para poder medir los impactos de tales programas en la vida cotidiana
de los beneficiarios
Es interesante destacar como los programas de transferencia condicionada de
ingreso (PTCI) mencionados, son motivos de debates en el ámbito académico, pues
mientras referentes señalan críticas con respecto a la construcción o implementación
de estos programas, otros remarcan los efectos directos que producen en la vida
cotidiana de los beneficiarios, al permitir el mejoramiento o la incorporación de nuevos
bienes y servicios, transformándose en una nueva estrategia de reproducción de la
vida de estos grupos.
La Asignación Universal por Hijo para Protección Social (AUH), se inscribe en
el registro de los programas de transferencias condicionada de ingreso y como parte
de la continuidad de una política de cambio que propone promover el consumo en
sectores sociales que se encontraban desvinculados -como consecuencia del auge del
modelo neoliberal de los 90- y que -al mismo tiempo- confluye con un discurso que

3
Esta idea es mencionada por la autora Débora Lopreite (2012). La doble finalidad de los PTCI
se asocia a una perspectiva de inversión social en el futuro, entendiendo que esta se basa en
tres pilares: El primero, la atención significativa a la inversión en capital humano empezando
con la primera infancia; el segundo, pensar en quebrar el ciclo de la pobreza más que verlo
como un gasto social “aquí y ahora”; y el último pilar es la idea difundida de que si se invierte
en capital humano, será beneficioso para la comunidad en su totalidad.
4
Rendición de cuentas según Victor Abramovich (“Aproximación al enfoque de derechos en las
estrategias y políticas de desarrollo”, 2006)

4
sostiene la relevancia del reconocimiento de derechos a niños y jóvenes bajo la
perspectiva de la inclusión social.
La Asignación Universal por Hijo para Protección Social (AUH) fue creada por
Decreto Nº 1602/09 el 30 de octubre de 2009 incorporándose al Régimen de
Asignaciones Familiares establecidas por la Ley 24.714 5 . Según expresan Díaz
Langou y otros (2010:53) la AUH “se creó en un contexto en el que la necesidad de
luchar contra la pobreza por ingreso cobró un rol preponderante en el debate público.
Si bien existían otras iniciativas para combatir los efectos de la pobreza por ingresos
con transferencias condicionadas, se hacía presente la necesidad de una
iniciativa más amplia que alcance a los sectores más vulnerables de la sociedad”.
En el año 2009 co-existían tres principales programas de transferencias
condicionadas de ingresos dirigidos a los sectores más pobres: el Programa Familias
por la Inclusión Social, el Programa Jefas y Jefes de Hogares Desocupados y el
Seguro de Capacitación y Empleo. El Programa Jefas y Jefes (PJJHD) se encontraba
en un momento de transición, donde se preveía su disolución y sus beneficiarios
pasarían -según su condición de empleabilidad- a algunos de los otros dos programas.
Particularmente este programa había recibido numerosas críticas ya sea porque en el
año 2002 había cerrado su posibilidad de inscripción, como por las denuncias de
clientelismo y discrecionalidad en su implementación. Si bien el Programa Familias por
la Inclusión Social intentó revertir esas críticas, en realidad reprodujo las mismas
dificultades del PJJHD.
A inicios del año 2008 existían en el Congreso varios proyectos que
presentaban como eje en común un ingreso no contributivo por hijo y la necesidad de
solicitar condicionalidades, si bien con diferencias en torno a las características de los
beneficiarios, las fuentes de financiamiento, los requisitos, etc. Pese a que en el Poder
Legislativo existía consenso para promover una ley al respecto, en octubre de 2009 se
crea la AUH por Decreto presidencial. La medida impulsada generó numerosos
debates, principalmente en torno a la definición del universo de beneficiarios y la
fuente de financiamiento.
Según expresa Silvia Fernández Soto los PTCI se dirigen mayormente a los
sectores más vulnerables; según la autora “intentan abordar la cuestión de la
desocupación y la reproducción intergeneracional de la pobreza, exigiendo
cumplimientos educativos y sanitarios de la población infantil de los hogares pobres
beneficiados. A esto se suma el diseño de programas de base territorial que persiguen
principalmente la promoción de procesos locales de desarrollo
comunitario” (2009:128-129).
Repetto y Dal Masetto (2011) señalan la Asignación Universal por Hijo como la
medida de protección social más importante del país en las últimas décadas; y si bien
reconocen que constituye un PTCI, por estar comprendida en el marco de la ley de
Asignaciones Familiares la consideran dentro del componente no contributivo de la
previsión social (junto a las pensiones no contributivas). Estos autores señalan la alta
cobertura alcanzada por la AUH y destacan que si bien no es una política universal, en
gran medida a los efectos prácticos se universaliza la ayuda monetaria dirigida a los
hogares con niños/as.

5
El artículo 1º del Decreto 1602/2009 incorpora un tercer pilar al Régimen de Asignaciones
Familiares establecido por Ley 24.714 “Un subsistema no contributivo de Asignación Universal
por Hijo para Protección Social, destinado a aquellos niños, niñas y adolescentes residentes en
la República Argentina, que no tengan otra asignación familiar prevista por la presente ley y
pertenezcan a grupos familiares que se encuentran desocupados o se desempeñan en la
economía informal”

5
Por su parte los estudios realizados por el Observatorio de Seguridad Social
del ANSES señalan la importancia y relevancia de la AUH “no sólo por su efectos
sobre la reducción de la pobreza y la indigencia en el corto plazo, sino que además por
ser una política de desarrollo que incentiva la inversión en capital humano y en el
cuidado de la salud, con claros efectos en el largo plazo” (2011:14). En este sentido,
destacando también el impacto macroeconómico considerando la propensión marginal
al consumo y el aumento de la demanda, así como su impacto en la redistribución
regional.
En otro estudio presentado por el Observatorio se enfatiza en la vinculación
entre la AUH y los derechos sociales. Así, se expresa que la AUH “significa el
reconocimiento de un derecho social: el derecho de las niñas y niños argentinos a
estar incluidos, a gozar de un estándar básico de vida, de bienestar y de seguridad
económica. En segundo lugar, se convierte en una política que ratifica la universalidad
de los derechos sociales hacia aquellos que aún participando del mercado de trabajo,
se encontraban impedidos de recibir los beneficios de las asignaciones familiares. Esto
es, a partir de la implementación de la AUH, el Sistema de Protección Social de
Argentina se acerca cada vez más al carácter de universal” (2012:9). Y para lograr
dicho objetivo se requiere implementar un Piso de Protección Social (PPS) que
garantice dicho derecho. Finalizando que “La AUH como instrumento de protección
social se enmarca en el contexto de derechos económicos, sociales y culturales, que
constituyen una amplia categoría de derechos humanos, garantizados en tratados
internacionales y regionales. Estos derechos buscan, entre otros objetivos, proteger a
los individuos y a la sociedad ante determinados riesgos (enfermedad, vejez, invalidez,
desempleo, pobreza)” (2012:14).
Es interesante observar que para Pautassi (2012:22-24) si bien los PTCI han
permitido mayores niveles de igualdad, participación y mínimos estándares de
derechos, por las mismas características de este tipo de políticas (focalizadas aunque
de gran alcance) no es posible ubicarla desde un “enfoque de derechos”, más allá que
comunicacionalmente sea presentada de este modo. De la misma manera contrapone
la idea de protección social con la del “enfoque de derechos”. Al respecto
consideramos que la autora plantea una visión reduccionista de los PTCI al ubicarlos
por fuera del enfoque de derechos. Es más, y requeriría un análisis más amplio que
excede los límites de este trabajo, a nuestro entender hay una perspectiva acotada de
lo asistencial en muchos de los estudios sobre las PTCI y la AUH, sin llegar a
conceptualizarlo en términos de “derecho a la asistencia” como parte constitutiva de
los derechos sociales.
En síntesis, es indudable que las PTCI -y en particular la AUH- han ampliado
de modo significativo el sistema de protección social, generando una modalidad de
construcción e implementación de políticas sociales novedosas. Indudablemente
existen varios nudos tensionales que requiere continuar profundizando y que no sólo
se expresan en las preocupaciones académicas sino que se evidencian en la
población beneficiaria, tal como trataremos en el próximo apartado.
3.- AUH: derecho, ayuda y vida cotidiana

Es nuestra intención presentar en este apartado algunos resultados parciales


del proyecto de investigación, obtenidos a partir del relevamiento realizado mediante
encuestas. Pero antes de avanzar en la exposición de los mismos, es importante a los
fines de este trabajo reflexionar acerca de las tensiones socio-políticas que pueden
vislumbrarse al interior de la formulacion e implementacion de la AUH.
Tal como fuera expresado, es claro que la AUH se inscribe en los PTCI y por lo
tanto, si bien presentada como universal, guarda un aspecto focalizado respondiendo

6
a una lógica neoliberal (mecanismos de focalización-privatización-descentralización).
Sin embargo, tal como señala Pautassi (2012) dada las dimensiones de la cobertura
no responde a una lógica de focalización ortodoxa lo cual no deja de ser una
modalidad de focalización. Para otros autores, no se puede hablar de focalización sino
de selectividad apuntando a contrarrestar las consecuencias que dejaron las políticas
neoliberales de la década de 1990 y, fundamentalmente adquiriendo un carácter
resarcitorio con sectores en pobreza extrema o situaciones de vulnerabilidad.
Un segundo punto tensional se refiere a la concepción subyacente de mujer en
la AUH. Es decir, cómo se tensiona la posición de la mujer en la familia y en la
sociedad, ya que tanto las condicionalidades como las transferencias colocan a la
mujer como sujetos responsables de la titularidad y el cobro del programa
(contribuyendo a reproducir estereotipos de género). Pautassi resalta que los PTCI no
consideran la discusión sobre la división sexual del trabajo ni tampoco la discusión
sobre el rol del Estado y la sociedad. En este sentido señala que los PTCI “parten de
un diseño que considera a la mujer como ‘buen administradora’, y como tal es
seleccionada como ‘beneficiaria’ debido al supuesto mayor impacto de la transferencia
en el bienestar del hogar. (…) la mujer es considerada por la burocracia asistencial
como ‘cuidadora’, y como tal relegada al ámbito doméstico” (2012:22)
Sin embargo, al mismo tiempo se originan condiciones efectivas de relativa
autonomía para las mujeres dentro de su grupo familiar. En palabras de Nucci (2012:5)
“(...) refieren a un modelo nuclear de familia conservando el tradicional lugar de la
mujer dentro de las actividades de reproducción cotidiana, especialmente en el rol de
cuidadora y responsable de la crianza de de los niños/as. En relación a ello, se
focaliza en la nutrición y la estimulación, reproduciendo los mismos lineamientos
observados en los programas de tipo compensatorio, suponiendo que de esa manera
se corta el vínculo vicioso de la pobreza”.
Este último punto es el que interesa desarrollar y poder tener presente para
poder seguir avanzando con la lectura del trabajo, puesto que es donde se tensiona la
perspectiva de derechos. Y hemos expresado que el mismo diseño de la AUH lo ubica
como la efectivización de un derecho social, aunque su efectivización práctica puede
expresarse más como derecho asistencial, oscilando de este modo entre estas dos
perspectivas. Ciertamente, lo que se manifiesta es el reconocimiento de derechos de
los niños, niñas y adolescentes (derechos basados en los principios de la Convención
Internacional de los Derechos de los Niños, incluida en la Constitución Nacional
Argentina a partir del año 1994, en el artículo 75 inciso 22), y el anclaje de la medida
en el otorgamiento de un ingreso a aquellos hogares que por sus condiciones de vida
no pueden sostener en forma autónoma su reproducción social. Es decir, la AUH está
destinada a los niños pero la prioridad en la selección de los beneficiarios se ubica en
la condición laboral de los padres o de los responsables legales.
Ya se ha mencionado anteriormente la corresponsabilidad como uno de los
principios fundantes de los PTCI en la región. De este modo, la responsabilidad
(obligada) del Estado es transferir un ingreso x, mientras que la responsabilidad
(obligada) de los potenciales beneficiarios es el de que los niños y jóvenes sean
incluidos dentro del sistema educativo y sanitario, esto es, presentar todas las
certificaciones correspondientes de ambos sectores, una vez al año, a cambio de un
ingreso monetario (un 80% del total se otorga mensualmente y el otro 20% se otorga
cuando se verifica el cumplimiento de las condicionalidades).
De por sí, entender esta corresponsabilidad de obligación permite contemplar
como tensiona el significado de derecho a, con la obligatoriedad que señala que la
población objetivo debe ser incluida en el sistema escolar (con los correspondientes
certificados) y en el ámbito sanitario (mediante los controles vacunatorios). A decir de

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la autora Ana Bestard (s.f.:11) las condicionalidades son cuestionadas pues estas
desvirtuan y desnaturalizan el carácter de derechos (educativo y sanitario) para los
niños y adolescentes. Al ser vistas como obligaciones, puede transformarse la AUH en
estrategia de control estatal, lo que puede terminar por expulsar o alejar a los usuarios,
del programa.
Tal como señala Pilar Arcidiácono (2011:298) pareciera ser que “la AUH queda
a mitad de camino entre una prestación de tipo asistencial y residual y una
transferencia de ingreso ligada a un derecho universal pensada para la niñez”.
Ahora bien, a pesar de los planteos mencionados anteriormente, no puede
dejar de señalarse que la AUH conforma una transformación positiva sustancial en las
estrategias de reproducción social familiares, en los hogares con recursos económicos
restringidos. Efectivamente la AUH produce un impacto en la vida cotidiana de los
grupos beneficiarios, sea por la incorporación de nuevos bienes y servicios, sea por
una mayor autonomía o el manejo de dinero, por incidir en el desarrollo integral en la
salud, la educación, entre otros; pero aún así, lo mencionado no logra producir un
acceso integral a los derechos.
Es interesante citar en este punto a la autora Nora Goren (S/F:11), pues señala
que “el dinero percibido por la AUH (...) les abre un abanico [a las familias] y
alternativas en distintos planos de su cotidianeidad que, relacionados con la
estabilidad alcanzada por la percepción de otro ingreso, ya sea a través de una
inserción precaria en el mercado de trabajo o a través de de la percepción de otro plan
social, da paso a nuevos accesos y demandas”.
Una vez señaladas las cuestiones teóricas preliminares, nos abocamos a
presentar algunos resultados específicos del trabajo de campo realizado hasta el
momento. Para ello, fueron seleccionadas azarosamente 96 encuestas realizadas en
diferentes barrios de las ciudades de General Rodríguez y La Plata, utilizando el
mismo instrumento, que contiene preguntas con respuestas de multiopción y también
preguntas de percepción o valoración, entre otras.
Una de las respuestas que nos interesa destacar en este trabajo intenta
explicitar de qué manera los beneficiarios de la AUH destinan los ingresos recibidos.
Las respuestas obtenidas, en líneas generales, son las siguientes:
 25 personas afirman haber incorporado servicio de televisión por cable, y 4 de
ellas además el servicio de internet.
 17 personas pudieron comprarse teléfono celular móvil.
 28 beneficiarios pudieron comenzar a comprar productos de limpieza. Esta
pregunta podría considerarse a partir de dos grupos de respuestas posibles. Por un
lado, quienes destacan la incorporación de productos de limpieza para la casa tales
como detergente, desinfectantes o lavandina; mientras que otro grupo (no excluyente
del primero) alude a incorporación de productos de limpieza de higiene personal como
jabón o shampoo.
 Con respecto a si destina parte del ingreso a calzado y ropa para los niños, es
en donde más respuestas positivas hay, con un total de 74, repitiéndose en su
mayoría el calzado, los pañales para bebes, y “la ropa en general”. Solo una de las 96
encuestadas detalla la compra de ropa de marca.
 En cuanto a los útiles escolares, hay 57 respuestas afirmativas. Se utiliza
mayormente el ingreso para comprar articulos de libreria, asi como tambien mochilas y
“lo que pidan en la escuela”.

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 En la opción de incorporación de artículos para el hogar en general, 30
encuestadas responden que pudieron efectivamente comprar alguno de los siguientes
objetos: heladera, colchones, televisión, mesita de luz, ropero, camas y lavarropas.
 La última pregunta a destacar con respecto al destino de los ingresos de la
AUH es que, si a partir de la misma, pudieron incorporarse al grupo familiar más o
nuevos productos de alimentación. El resultado es que 61 beneficiarias responden
poder comprar a partir de la AUH: frutas, lácteos (yogurt y leche mayormente),
cereales, galletitas, y en menor medida fideos y carne. De este modo, encontramos
algún tipo de cambio sustancial en el consumo de alimentos, priorizando o reforzando
los momentos de desayuno y merienda (por el estilo de productos incorporados).
Las respuestas mencionadas están estrechamente vinculadas a la idea de que
66 beneficiarias encuestadas señalan que la AUH les permite un manejo del efectivo
que antes no tenían; 16 más destacan el uso de tarjeta de crédito. Estos procesos van
acompañados de autopercepción de las mujeres/beneficiarias de saberse con mayor
autonomía por alguno de los dos canales mencionados. Pareciera ser que la
autonomía está dada puramente por la cuestion economica, sin llegar a vislumbrarse
el lugar asignado socialmente, al tener que llevar adelante funciones que
“debe/debiera” cumplir dentro del grupo familiar. Al respecto, Pautassi y Arcidiácono
destacan que “la mirada desde el sector académico se tensiona con la mirada de las
propias mujeres receptoras que no identifica esto como un problema en sí mismo al
contrario, se valora en relación al impacto en términos de autonomía que implica
percibir un ingreso propio.”
Otra de las preguntas formuladas tenía que ver con la propia percepción de las
beneficiarias/encuestadas sobre la AUH. En este sentido, se les preguntó si
consideraban la AUH un plan; un subsidio; una ayuda; un derecho; u otra opción que
quisieran agregar. Llamativamente encontramos que 83 beneficiarias ven a la AUH
como una ayuda; 14 la ven como un derecho; 2 como un plan y 1 que es un subsidio.
Y dos encuestadas incorporan la opción de que la AUH es “compra votos”. Hay que
considerar que de este total de 96 personas, hay 6 que al elegir 2 opciones, eligen
ayuda y derecho juntos.
Aquí se abren una serie de interrogantes, los cuáles esperamos poder
responden en la medida que avancemos en las entrevistas en profundidad. Pero a
título de hipótesis podríamos mencionar las siguientes.
Considerando que la mayoría de las encuestadas han manifestado
modificaciones en su vida cotidiana a partir de incorporar bienes y servicios, la
percepción de la AUH como ayuda se relaciona con la inmediatez de los bienes y
servicios que pueden incorporar. Es decir en función de las mejoras sustanciales que
se producen en el corto plazo en su cotidianidad.
Otra hipótesis podría vincularse con el imaginario (y los debates
políticos,culturales y sociales) que ubican la AUH como una política asistencial
transitoria. Es decir, es una ayuda hasta tanto se produzca la reinserción en el
mercado formal de trabajo. Lo cual, no posibilitaría pensar la AUH como un derecho a
la asistencia.
También cabría preguntarse acerca de qué manera, o a quien las titulares
perciben o consideran como beneficiario/s principal/es o población objetivo. De allí que
tengamos en cuenta que, como bien ha sido mencionado en otros pasajes del trabajo,
la AUH posiciona a los niños como principal beneficiario.
Todos estos interrogantes quedan en abierto para continuar profundizando y
analizando el tema.
Reflexiones Finales

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La AUH, en los términos de políticas sociales progresivas, se presenta como
PTCI superadora de programas que se han venido implementando en las últimas
décadas. Resulta claro que ha significado una importante medida en la ampliación del
sistema de protección social del país. Sin embargo, expone tensiones socio-políticas
que forman parte del movimiento contradictorio que conforma al Estado, como espacio
en donde se disputan intereses desde distintos sectores de la sociedad.
A lo largo de este artículo hemos procurado poner en evidencia algunas de las
diversas posturas teóricas que analizan tanto los PTCI como la AUH. De este modo,
hemos podido señalar algunos núcleos problemáticos en torno a la organización e
implementación de la AUH. La tensión entre universalidad/focalización en primer lugar,
el papel de las mujeres/madres/beneficiarias y la tensión entre derecho/ayuda.
Particularmente, y considerando el relevamiento de las encuestas realizadas,
hemos podido analizar cómo la AUH ha impactado en la cotidianidad de los grupos
familiares, puesto que los ingresos han posibilitado el accesos a otros bienes y
servicios. Pero al mismo tiempo, hemos encontrado que la mayoría de las
titulares/beneficiarias han conceptualizado la AUH como una ayuda, sin poder
expresar que la misma se ubica en el campo de los derechos.
En este sentido, consideramos varias hipótesis de trabajo que requieren
profundizar y avanzar en el proceso de investigación para desentrañar como las
titulares/beneficiarias de la AUH no sólo como conceptualización la misma sino, que
fundamentos sostienen dichas afirmaciones. De este modo, el objetivo es seguir
contribuyendo con el debate y las discusiones sobre las PTCI, que nos permita en
cuanto trabajadores/as sociales comprender, analizar e intervenir desde una
perspectiva superadora asentada en el reconocimiento y defensa de los derechos
sociales, favoreciendo estrategias a largo plazo que alcance a todo niño, niña y
adolescente por el simple hecho de ser ciudadano.
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