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La guerra de los Siete Años fue una serie de conflictos internacionales acontecidos entre principios
de 1756 y finales de 176312para establecer el control sobre Silesia y por la supremacía colonial
en América del Norte y la India. Tomaron parte, por un lado, el Reino de Prusia, el Electorado de
Hannover y el Reino de Gran Bretaña junto a sus colonias americanas y, tiempo más tarde, su aliado
el Reino de Portugal; y por la otra parte el Electorado de Sajonia, el Archiducado de Austria, el Reino
de Francia, el Imperio ruso, Suecia-Finlandia y el Imperio Español, este último a partir de 1761. Se
produjo un cambio de coaliciones con respecto a la guerra de Sucesión Austríaca, si bien el conflicto
de Silesia y la pugna franco-británica siguieron siendo las claves.
Los dos principales oponentes fueron Francia y Gran Bretaña, pero implicó a la gran mayoría de las
grandes potencias de la época, y se desarrolló en Europa, Norteamérica, Centroamérica, en la costa
occidental de África, la India y las Filipinas. Las principales operaciones militares de la época
tuvieron lugar en este período con el intento de alcanzar la supremacía colonial en el mundo.
El conflicto entre Francia y Gran Bretaña estalló entre 1754 y 1755 cuando los británicos atacaron
posiciones reclamadas por Francia en América del Norte y capturaron cientos de navíos mercantes
franceses. Mientras tanto, la emergente Prusia luchaba contra Austria por la hegemonía dentro y
fuera del Sacro Imperio Romano Germánico en Europa Central. En 1756 las grandes potencias
cambiaron de compañeros, pues Prusia estableció una alianza con Gran Bretaña, mientras que
Francia y Austria dejaron su frecuente estado de enemistad formando una alianza entre ellas tras la
firma del Tratado de Versalles. La alianza anglo-prusiana agregó a los Estados menores alemanes
(especialmente Hannover) y luego a Portugal, la cual sufrió por ello una invasión franco-española. La
alianza francesa con Austria agregó a sus filas a Suecia, Sajonia y España. El Imperio ruso
originalmente se alió con Austria, pero cambió de bando tras la sucesión del zar Pedro III de
Rusia en 1762. Los impuestos aplicados por Rusia, que financió la guerra, causaron un gran
descontento en la ciudadanía, a lo que se le sumó el impuesto a la sal y el alcohol establecido por la
emperatriz Isabel I de Rusia en 1759 para completar la construcción del Palacio de Invierno. Al igual
que Suecia, Rusia concluyó una paz separada con Prusia.
La guerra terminó con el Tratado de París entre Francia, España y Gran Bretaña y la Paz de
Hubertusburgo entre Sajonia, Austria y Prusia en 1763. Se caracterizó en Europa por el asedio e
incendio de pueblos, así como por batallas abiertas con masivas pérdidas de vidas humanas.
Contexto
Después de anteriores contiendas, y con su poder militar reforzado, a mediados de la década de
1750 la dinastía Habsburgo reinante en Austria decidió recuperar Silesia, territorio que estaba en
poder de Prusia tras el Tratado de Aquisgrán (1748), que había puesto fin a la guerra de Sucesión
austriaca. Esta acción por parte de Austria es considerada el detonante de la guerra de los Siete
Años. María Teresa I contaba con el apoyo de Sajonia, Rusia, Suecia y Francia para declarar la
guerra a Prusia y Gran Bretaña. Prusia estaba rodeada por enemigos, y ante la certeza de que sería
atacado, el rey Federico II el Grande decidió adelantárseles.
En el otoño de 1756, sin previa declaración de guerra, el ejército prusiano invadió Sajonia y ocupó
aquel territorio; luego penetró en Bohemia, pero fue vencido por los austríacos en la batalla de Kolín;
por esta causa, se vio obligado a abandonar ese país.
Desarrollo
Frente europeo
Alentados por el éxito, los enemigos del reino de Prusia lanzaron sus ejércitos para destruirla; sin
embargo, Federico demostró su genio militar y superó la crítica situación con tres brillantes victorias.
La primera en Rossbach (5 de noviembre de 1757) sobre un poderoso ejército francés que avanzaba
por territorio sajón; la segunda frente a los austriacos en Leuthen (Silesia), el 5 de diciembre de ese
año, y la tercera al año siguiente (1758), en Zorndorf. A partir de ese año (1758) y hasta el fin de las
hostilidades, Federico (atacado desde varios frentes) debió adoptar una táctica defensiva, que le
resultó costosa y llena de peligros.
Los rusos unieron sus fuerzas con los austriacos y ambos ejércitos derrotaron al rey prusiano
en Kunersdorf, cerca de Fráncfort del Óder (12 de agosto de 1759). Allí sufrió el más grave revés de
su vida militar. Sin embargo, los aliados no supieron aprovechar ese triunfo porque estaban
agotados y carecían de unidad de mando; se demoraron en avanzar, error que utilizó Federico para
rehacer sus fuerzas y obtener, al año siguiente, dos triunfos sobre los austriacos: Liegnitz (Silesia)
y Torgau (Sajonia).
En 1759 Prusia Oriental estaba en poder de los rusos que habían tomado Berlín; sin embargo, Gran
Bretaña y Hannover vencieron sorprendentemente al reino de Francia. Además, se produjo la
retirada de la guerra de Rusia y Suecia (1762) tras la muerte de la emperatriz de Rusia; su
sucesor, Pedro III nacido alemán, que idolatraba a Federico, firmó un tratado de paz que también fue
apoyado por la sucesora de este, Catalina, aunque ese tratado fue el inicio del fin para el emperador
Pedro III a manos de su propia esposa apoyada por la aristocracia rusa. Además se firmaron tres
tratados: el Tratado de San Petersburgo, el Tratado de París y el Tratado de Hubertusburgo.
Frente americano
Artículo principal: Guerra franco-india
En América del Norte, Francia se encontraba en retroceso tras haber cedido en 1748 la fortaleza de
Luisburgo en la isla de Cabo Bretón a cambio de Madrás. La guerra comenzó en 1754. La rivalidad
colonial entre Francia y Gran Bretaña se debía al control de las zonas peleteras, la disputa por las
tierras situadas al oeste de los montes Apalaches y los derechos de pesca en Terranova. Francia
quería frenar la expansión británica hacia el oeste mediante la construcción de una cadena de
fuertes entre sus territorios canadienses y Nueva Orleans. En los primeros años logró acumular
varias victorias, pero en 1757, William Pitt (el Viejo) puso al general británico James Wolfe al mando
de las tropas en América. Como consecuencia, en 1759 conquistaron Quebec y al año siguiente
capituló Montreal. Los británicos habían conquistado todo el Canadá francés.
Con respecto a España, Gran Bretaña había aumentado los agravios de modo considerable:
apresamiento arbitrario de buques españoles, establecimiento en Honduras para la corta del palo
Campeche o el aumento del contrabando, entre otros. El gobierno de Carlos III —pese a que
inicialmente se había mostrado partidario de mediar entre ambas potencias— no tuvo otra salida que
buscar el acuerdo con Francia ante la necesidad de defenderse de la agresividad británica. Se
iniciaron, pues, conversaciones entre las dos potencias en pro de una alianza permanente en busca
de la «seguridad en América»; España pensaba posponerla hasta el momento de la paz; sin
embargo, el ministro francés Choiseul supo maniobrar con gran habilidad para conseguir también la
intervención bélica.
Tras los acontecimientos en Quebec y ante el hostigamiento de Gran Bretaña al comercio y la
seguridad españoles en América, dos fueron, pues, los factores que acabaron por empujar a Madrid
hacia la alianza con Versalles: la negativa británica a atender ninguna de las reclamaciones
planteadas por España y la ruptura definitiva del equilibrio americano que parecía avecinarse si
Francia salía completamente derrotada del conflicto. Bajo estas premisas se firmó el Tercer Pacto de
Familia (1758-1761), muy distinto de los anteriores en sus objetivos más profundos, pero con un
común denominador, ser una alianza frente a la poderosa Gran Bretaña. La firma arrastró a España
a una guerra para la que no estaba preparada y en la que, ya de entrada, se unía al lado perdedor;
quizá se vio obligada por las circunstancias, pero esta participación al final de las hostilidades no
puede ser considerada más que como un error.
El gabinete británico de William Pitt exigió conocer las cláusulas del Pacto, y al no tener
satisfacciones, declaró la guerra a España el 4 de enero de 1762. Francia y España acordaron
realizar operaciones militares conjuntas, y fue así como en abril de ese año el marqués de Soria
invadió Portugal (aliado de Gran Bretaña) al frente de un ejército español de 45 000 hombres,
reforzado por 12 000 soldados francéses. Por su parte, los británicos iniciaron operaciones contra
los virreinatos españoles. El almirante George Pocock se dirigió a La Habana, venció la resistencia
española en el castillo del Morro y tomó la ciudad en junio de 1762. En octubre otra flota británica
atacó las Filipinas y logró apoderarse de Manila, defendida por el arzobispo Manuel Antonio Rojo del
Río. Sin embargo, los británicos encontraron una dura resistencia y no pudieron conquistar el resto
del archipiélago.
Tratado de Paris
La guerra de los Siete Años terminó en 1763. El 10 de febrero, el Tratado de París fue firmado por el
duque de Choiseul, el marqués de Grimaldi y John Russell, 4.º duque de Bedford.
Los tratados de paz que pusieron fin a la guerra de los Siete Años representan una victoria para
Gran Bretaña (que ve el crecimiento repentino de su imperio colonial) y Prusia (que se convierte en
gran potencia europea), y para Francia significa la pérdida de la mayor parte de sus posesiones
coloniales en América y Asia. Los cambios territoriales acordados fueron los siguientes:
De España reciben la Florida a cambio de que retire las tropas estacionadas en la ciudad
de Manila (Filipinas) y en el puerto de La Habana (Cuba), y consigue el derecho de libre
navegación por el río Misisipi.
Tratado de Hubertusburgo
firmado el 15 de febrero de 1763 en el castillo de Hubertusburg por Prusia, Austria y Sajonia. Junto
con el Tratado de París, firmado cinco días antes, marca el fin de los Guerra de los Siete Años.1 El
tratado acabó el conflicto continental sin cambios significativos de las fronteras previas a la guerra.
Austria y Sajonia renunciaron a todas las reclamaciones de los territorios de Silesia cedidos a Prusia
en 1742 por los tratados de Breslavia y de Berlín y en 1745 por la firma de la Paz de Dresde.
El tratado confirmó a Silesia como posesión prusiana y convirtió a Prusia en potencia europea bajo
el reinado de Federico II el Grande.
ROSACRUCES
Los Orsini de Italia y la familia Rosenberg de Alemania y Austria tienen rosas en su escudo de armas
y son los máximos gerentes de la Orden Rosacruz. El príncipe Alois-Konstantin de Lowenstein-
Wertheim-Rosenberg es actualmente un caballero del Vaticano de la Orden Ecuestre del Santo
Sepulcro de Jerusalén y trabajó para Merck Fink & Company, un banco alemán fundado por la
familia Merck. La familia Merck quienes en su escudo de armas tienen un hombre que sostiene 3
rosas también creó Merck Pharmaceuticals.
Merck Pharma creó literalmente la droga llamada éxtasis, que es traficada principalmente por la
mafia israelí. La estimación más comúnmente escuchada es que los criminales israelíes controlan no
menos del 75 por ciento del mercado de éxtasis en los EE. UU. Zeev Rosenstein es un mafioso
israelí y un traficante de éxtasis internacional condenado por tráfico de 1 millón de pastillas de
éxtasis.
El éxtasis se produce en gran medida en Bélgica. La familia Ligne de Bélgica está casada
actualmente con la familia Orsini de Italia.
El príncipe Lelio Orsini con el príncipe Edouard de Ligne y su esposa Isabell Orsini. Los Lignes
belgas también tienen una estrecha relación con el gobierno israelí. Muchos criminales judíos e
israelíes trabajan con la Orden Rosacruz y se especializan en el tráfico de éxtasis y productos
farmacéuticos del mercado negro.
Zeev Rosenstein nació en Jaffa de padres inmigrantes, un padre judío rumano. En noviembre de
2004, después de que se incautaran 700.000 tabletas de éxtasis en un apartamento de Manhattan ,
fue acusado de distribuir éxtasis en Estados Unidos.
Los rosacruces supervisan la OMS (Organización Mundial de la Salud) con la Casa de Glucksburg
como altos directivos. El Conde Ingolf de Rosenberg de la familia real Glucksburg de Dinamarca es
un supervisor de alto nivel de la Orden Rosacruz. Noruega influyó en el establecimiento de la OMS y
tanto Dinamarca como Noruega produjeron Directores Generales de la OMS como Gro Harlem
Brundtland o Halfdan Mahler. El príncipe Haakon Glucksburg de Noruega es una autoridad de alto
nivel sobre la OMS. Los rosacruces se infiltran y supervisan la FDA ademas de varias empresas
farmacéuticas y alimentarias, así como empresas químicas.
BY M
El Baphomet es uno de los símbolos más conocidos y representativos del satanismo a nivel mundial.
Es importante conocer el origen de las cosas y sobre todo de la medicina, para entender el
trasfondo ocultista que la rodea. Es en el origen de todo lo que ha hecho el hombre
donde se arraigan los poderes de la maldad para el control de la sociedad. Si el origen no
es cambiado, no importa cuántas transformaciones sufra una práctica o una ciencia, su
aspecto ritual seguirá siendo el mismo.
Pharmakeia (farmaqueia) es el nombre de una potestad de las tinieblas arraigada entre los
hombres desde el antiguo Egipto. Es el espíritu de hechicería, de brujería y ocultismo que
surgió de ese Imperio.
La palabra griega “Pharmakeia”, está traducida como hechicería y magia en la Biblia. De su
raíz “Pharmakon” que quiere decir: veneno, drogas, medicamento; provienen las palabras,
farmacia, fármacos, droga, drogadicción, fármaco-dependencia; mientras que la palabra
“pharmakos” se traduce como hechicero o brujo.
“Pharmakeia” no opera sola, está íntimamente relacionada con “Mammón”, el dios de las
riquezas, y como lo veremos enseguida, su origen surge junto a la avaricia del hombre.
Mammón es una palabra aramea que significa ‘riqueza’. Hoy por hoy la industria
farmacéutica en el mundo produce cerca de un trillón de dólares anuales y es
parte de todo un sistema organizado que controla a gran parte de la humanidad.
Los griegos se apropiaron de las creencias herméticas- egipcias y las unieron con sus
filosofías. “Hermes” se convirtió entonces en el dios de la ciencia, la comunicación, la
alquimia y la química. Hermes es el encargado de los dioses de llevar las almas de los
muertos al Hades (infierno). Porta en su mano una vara mágica con dos serpientes
enroscadas en ella. Con esta vara hace dormir a la gente y le trae sueños.
Esculturas de
Hermes en Catalunya, Barcelona, España.
Éste era conocido en su forma espiritual como el “rey de las serpientes”. De ahí que las
serpientes las encontramos siempre asociadas con la medicina. La serpiente egipcia esta
relacionada con la alquimia egipcia que es la base de la medicina actual.
Apofis, en la mitología egipcia, era el dios que representaba las fuerzas del mal que habitaban el Duat (inframundo egipcio). Se representaba
como una gran serpiente o cocodrilo que habitaba las aguas del Nilo.
No es una coincidencia que hoy, esta ciudad sea uno de los centros más importantes de la
industria farmacéutica del mundo en donde se encuentran los laboratorios de Bayer,
Alcon, Novartis, Hoffmann-La Roche, Basilea Pharmacéutica o Acino Holding también
conocida como Syngenta. Además de la sede de las Naciones Unidas, la Organización
Mundial del Comercio, la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de la
Propiedad Intelectual, el Foro Económico Mundial y el Club de Lideres, un grupo privado
de miembros de la realeza y empresarios europeos que trabajan para monopolizar la
sociedad y financiar sus agendas criminales. Todas estas organizaciones están siendo
supervisadas por la realeza italiana de la Casa de Saboya que desde que fueron exiliados
de Italia residen en Suiza donde se han convertido en una autoridad no oficial y han
estado ocultando decenas de miles de millones en cuentas bancarias privadas suizas y
administrando billones a través de bancos y firmas de inversión como JPMorgan Chase.
El Basilisco y la piedra filosofal eran uno y el mismo. El dios de la sanidad que prometía
oro y medicamentos. La serpiente como el gallo en la Biblia son símbolos de traición y
muerte. La palabra ”caduceo” proviene de una raíz griega que quiere decir la varita de un
“heraldo” o “bordón”. Tanto la vara de Mercurio como el Bordónde Escolapio nacieron del
culto a la serpiente. Entre los egipcios, las serpientes eran los guardianes de las tumbas de
los Faraones ya que éstas guardan las puertas del inframundo.