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Capítulo 7

Cómo estudiar los discursos de


conferencia general

Introducción
El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) enseñó un principio
que es fundamental para este curso:

“El profeta viviente tiene el poder de darnos hoy las noticias que
necesitamos hoy… De modo que, lo más importante que podemos
leer son las palabras del profeta…  que se encuentran cada mes en
las revistas de la Iglesia. Nuestras instrucciones para seguir adelante
se encuentran cada seis meses en los discursos de las conferencias
generales, que se imprimen en la revista Liahona” (véase “Catorce
razones para seguir al profeta”, Liahona, junio de 1981, págs. 2–3).

El presidente Spencer  W. Kimball (1895–1985) también animó a


los miembros de la Iglesia a obtener un ejemplar de las revistas de la
Iglesia que contenga los discursos de la conferencia general y
hacerla parte de su biblioteca del Evangelio:

“Espero que obtengan un ejemplar de la revista [Ensign o Liahona] y


subrayen los conceptos pertinentes, y que la conserven con ustedes
como referencia constante. Ningún texto o volumen aparte de los
libros canónicos de la Iglesia debería ocupar un lugar tan promi‐
nente en los estantes de su biblioteca personal, no por su excelencia
retórica ni por la elocuencia con que se pronunció, sino por los
conceptos que señalan el camino a la vida eterna” (In the World but
Not of It, Brigham Young University Speeches of the Year, 14 de mayo
de 1968, págs. 2–3).

Este capítulo proporciona ideas y técnicas para ayudarte a estudiar


con mayor eScacia los ejemplares de las revistas Liahona que contie‐
nen los discursos de la conferencia general así como otros discursos
y escritos de las Autoridades Generales. La mayor parte de este
curso está dedicado a estudiar los discursos de la conferencia gene‐
ral más reciente y a aprender de ellos. A medida que escuches y estu‐
dies atentamente los discursos de los profetas vivientes, podrás
saber cuál es la voluntad del Señor para ti en este tiempo. Determi‐
na, con espíritu de oración, la forma en que puedes utilizar estas
técnicas para aumentar tu fe en el Señor Jesucristo y en los mensajes
que Él inspira a Sus líderes designados que nos den.

Comentarios
7.1
Preparar la mente y el corazón
La preparación es esencial para recibir y comprender la voluntad del
Señor. El Señor ha prometido: “…  hablaré a tu mente y a tu cora‐
zón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu
corazón” (D. y C. 8:2). Recibirás la palabra del Señor más fácilmente
conforme prepares la mente y el corazón. El élder David  A.
Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó la importancia
de prepararse y de buscar conocimiento activamente:

“NeS nos enseña: ‘Cuando un hombre habla por el poder del Santo
Espíritu, el poder del Espíritu Santo… lleva [el mensaje] al corazón
de los hijos de los hombres’ (2  NeS 33:1). Observen que el Espíritu
lleva el mensaje al corazón, pero no lo introduce necesariamente en
su interior. Un maestro puede explicar, demostrar, persuadir y testiS‐
car con poder y eScacia espirituales; sin embargo, el contenido de
un mensaje y el testimonio del Espíritu Santo penetran el corazón
solo cuando lo permite el receptor. Aprender por la fe abre el
camino que conduce al interior del corazón…

“El alumno que ejerce su albedrío para actuar en consonancia con


principios que son correctos, abre su corazón al Espíritu Santo e
invita tanto Su poder para enseñar y testiScar, como Su testimonio
conSrmador. Aprender por la fe requiere un esfuerzo espiritual,
mental y físico, y no tan solo una recepción pasiva. Es la sinceridad
y la constancia de nuestros actos inspirados en la fe lo que indica a
nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo nuestra disposición
para aprender y recibir instrucción del Espíritu Santo.

“…  la experiencia me ha permitido entender que no solemos recor‐


dar por largo tiempo la respuesta de otra persona, si es que la recor‐
damos; mas la respuesta que descubrimos u obtenemos mediante el
ejercicio de la fe, por lo general la conservamos toda la vida. Las
enseñanzas más importantes de la vida se obtienen, no se enseñan”
(véase “Buscar conocimiento por la fe”, Liahona, septiembre de
2007, págs. 17, 20,  23).
Considera las siguientes maneras de prepararte antes de una confe‐
rencia general:

Aparta tiempo para escuchar los discursos de la conferencia sin


distracciones. Crea un ambiente en el que puedas recibir las
impresiones del Espíritu Santo.

Busca la guía del Espíritu al orar, ayunar y estudiar las Escrituras


con espíritu de re^exión.

Elabora una lista de preguntas o inquietudes para las cuales estés


buscando respuestas, y luego anota las respuestas o impresiones
que recibas durante la conferencia.

Repasa las notas que hayas tomado durante la conferencia general


anterior.

7.2

Poner en práctica buenas técnicas de estudio cuando


se estudien los discursos de conferencia general
Cuando estudies discursos de conferencia general, puedes utilizar
muchas de las mismas técnicas que sigues cuando estudias las Escri‐
turas. El resto de este capítulo describe algunas de esas técnicas. El
implementar las sugerencias de estudio de este capítulo no solo
in^uirá en tu estudio de los profetas vivientes, sino también en el
poder que tengas para tomar decisiones correctas.

7.2.1
Descubrir las doctrinas y los principios
A medida que estudies los discursos de conferencia general, busca
declaraciones claras de doctrinas y principios del Evangelio.
Encuéntralas y márcalas de una manera que te permita repasarlas y
recordarlas. El repasar declaraciones de las doctrinas y los princi‐
pios, y meditar sobre ellas, puede fortalecer tu comprensión de
verdades del Evangelio y tu compromiso de vivir de conformidad
con ellas. A continuación Sguran unos cuantos ejemplos de doctri‐
nas y principios que se han enseñado en conferencias generales:
Élder Richard  G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce
Apóstoles:

“Muy pocas veces recibirás de inmediato una respuesta completa


[a una oración]; sino que la recibirás por partes, de a poco, para
que de esa forma progreses en aptitud. A medida que sigas cada
parte con fe, se te guiará a otras partes hasta obtener toda la
respuesta. Ese modelo requiere que ejerzas fe en la capacidad que
[nuestro Padre] tiene para contestar. Aun cuando en ocasiones
ello sea muy difícil, aumentará signiScativamente tu progreso
personal” (“Utilizar el don supremo de la oración”, Liahona ,
mayo de 2007, pág. 9).

Presidente Henry  B. Eyring, de la Primera Presidencia:

“Por profecía, no solo sabemos que la Iglesia verdadera y viviente


no será quitada de la tierra nuevamente, sino que también mejora‐
rá… Las Escrituras contienen promesas de que, cuando el Señor
vuelva otra vez a Su Iglesia, la encontrará espiritualmente prepa‐
rada para Él; eso debería hacernos tener determinación y sentir‐
nos optimistas. Debemos mejorar; podemos hacerlo; y lo hare‐
mos” (véase “La Iglesia verdadera y viviente”, Liahona, mayo de
2008, pág. 21).

Élder Robert  D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles:

“Nos preparamos para recibir revelación personal igual que los


profetas: al estudiar las Escrituras, ayunar, orar y ediScar la fe. La
clave está en la fe” (“Revelación personal: Las enseñanzas y el
ejemplo de los profetas”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 88).

7.2.2
Descubrir las aclaraciones o interpretaciones de las Escrituras
Los profetas tienen una función importante en la interpretación y
aclaración de las Escrituras. A continuación se dan algunos
ejemplos:

El élder JeErey  R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles,


enseñó la forma en que las Escrituras demuestran la naturaleza
independiente de los tres miembros de la Trinidad (véase “El
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Él ha enviado”,
Liahona, noviembre de 2007, págs. 40–42).
El presidente James  E. Faust (1920–2007), de la Primera Presi‐
dencia, analizó la aplicación de varios pasajes de las Escrituras
cuando enseñó sobre el principio de perdonar a los demás (véase
“El poder sanador del perdón”, Liahona, mayo de 2007, págs. 67–
69).

El élder David  A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles,


habló sobre “las tiernas misericordias del Señor” que se mencio‐
nan en 1  NeS 1:20 (véase “Las entrañables misericordias del
Señor”, Liahona, mayo de 2005, págs. 99–102).

7.2.3
Correlacionar pasajes entre los discursos y las Escrituras
A medida que descubras aclaraciones e interpretaciones de las Escri‐
turas, podría ser útil anotar la referencia del discurso de conferen‐
cia en el margen junto al pasaje de las Escrituras que se enseña o
aclara. A continuación se citan algunos ejemplos:

Junto a Apocalipsis 22:18 podrías anotar la referencia: Élder


Je8rey  R. Holland, Liahona, mayo de 2008, págs. 91–94. En ese
discurso, el élder Holland se reSrió a Apocalipsis 22:18 y habló de
la importancia de la revelación continua.

Junto a Salmos 24:3–4 podrías anotar: Élder David  A. Bednar,


Liahona, noviembre de 2007, págs. 80–83. El élder Bednar habló de
lo que signiSca tener manos limpias y un corazón puro.

Junto a Nehemías  6 podrías anotar: Presidente Dieter  F. Uchtdorf,


Liahona, mayo de 2009, págs. 59–62. El presidente Uchtdorf habló
de que Nehemías reconstruyó las paredes que rodeaban Jerusalén
y sobre la idea de que “estamos ocupados en una gran obra y no
podemos ir”.

También podrías hacer uso del espacio de los márgenes en tu ejem‐


plar de la revista Liahona para anotar referencias de las Escrituras
que apoyen las ideas que se enseñan en el discurso.

7.2.4
Descubrir exhortaciones, invitaciones o mandamientos
A medida que busques exhortaciones, invitaciones y mandamientos,
aprenderás las cosas especíScas que debes hacer para estar en armo‐
nía con la voluntad del Señor. Quizá te sea útil subrayar esas decla‐
raciones en tu ejemplar de la revista Liahona para que te ayude a
encontrarlas más tarde. Estos son ejemplos de ese tipo de
declaraciones:

Élder L.  Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce


Apóstoles:

“Hacemos otra vez un llamado a todo hombre joven espiritual,


física y emocionalmente caliScado a venir preparado para conver‐
tirse en misionero de la Iglesia de Jesucristo. Asegúrense de que
cumplan fácilmente con las normas mínimas para servir en cali‐
dad de misioneros y continuamente eleven ese nivel. Prepárense
para ser más eScaces en este gran llamamiento” (véase “Elevar el
nivel”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 49).

Élder Dallin  H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles:

“Al considerar varias opciones, debemos recordar que no es suS‐


ciente que algo sea bueno. Otras opciones son mejores e incluso
otras son excelentes…

“Consideremos la forma en que utilizamos nuestro tiempo en las


decisiones que tomamos al ver televisión, jugar videojuegos, nave‐
gar por internet o leer libros o revistas. Naturalmente es bueno
ver entretenimiento sano o adquirir información interesante, pero
no todo ese tipo de cosas vale el tiempo de nuestra vida que dedi‐
camos para obtenerlas. Algunas cosas son mejores y otras son
excelentes” (véase “Bueno, Mejor, Excelente”, Liahona, noviembre
de 2007, pág. 105).

Presidente Komas  S. Monson:

“A quienes les sea posible asistir al templo, les aconsejo que vayan
con frecuencia” (“Abundantemente bendecidos”, Liahona, mayo
de 2008, pág. 112).

7.2.5
Buscar bendiciones prometidas y lo que debemos hacer para
reclamarlas
Los profetas a menudo hacen promesas a quienes sigan los princi‐
pios que enseñan. El buscar las bendiciones prometidas puede
inspirarnos a vivir con rectitud. A continuación Sguran dos ejem‐
plos de ese tipo de promesas:
Presidente Henry  B. Eyring, de la Primera Presidencia:

“Si meditan las Escrituras y comienzan a hacer lo que pactaron


con Dios que harían, les prometo que sentirán más amor hacia
Dios y más del amor de Él por ustedes. Y con ello, las oraciones
de ustedes provendrán del corazón, llenas de gratitud y de súpli‐
ca. Sentirán una mayor dependencia de Dios; encontrarán el valor
y la determinación para actuar en Su servicio, sin temor y con paz
en el corazón. Orarán siempre, y no se olvidarán de Él, no
importa lo que depare el futuro” (véase “Oración”, Liahona, enero
de 2002, pág. 19).

Élder L.  Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce


Apóstoles:

“A todo hombre joven que pague una parte importante de su


misión, le prometo grandes bendiciones sociales, físicas, mentales,
emocionales y espirituales” (“Elevar el nivel”, Liahona, noviembre
de 2007, pág. 49).

7.2.6
Detectar palabras y frases que se repiten
Las palabras y frases que se repiten pueden destacar el mensaje
central del orador. Por ejemplo, el presidente Dieter  F. Uchtdorf,
de la Primera Presidencia, utilizó repetidamente la frase “solo unos
grados” a lo largo de un discurso de conferencia para hacer hincapié
en que “la diferencia que existe entre la felicidad y la amargura de
las personas, de los matrimonios y de las familias muchas veces se
debe a un error de solo unos grados” (“Cuestión de solo unos
grados”, Liahona, mayo de 2008, págs. 57–60). De manera similar, el
presidente Uchtdorf repitió la frase “la fe de nuestros padres” en un
discurso más tarde en esa misma conferencia general a medida que
nos aconsejó recordar la fe de aquellos que prepararon el camino
delante de nosotros (“La fe de nuestro Padre”, Liahona, mayo de
2008, págs. 68–70, 75).

Las palabras y frases que se repiten también pueden vincular los


mensajes de más de un orador. Por ejemplo, quizá observes que se
utilizan frases tales como “tiernas misericordias” y “elevar el nivel”
en varios discursos de la misma conferencia general o de más de una
conferencia. El conectar las enseñanzas de diversos discursos puede
darte una comprensión más amplia de los importantes principios del
Evangelio que enseñan.
7.2.7
Tomar nota de frases memorables
Busca frases y oraciones que, aunque sean cortas y fáciles de recor‐
dar, tengan un signiScado profundo. Al meditar sobre ellas, pueden
aumentar tu conocimiento de principios importantes. A continua‐
ción se dan algunos ejemplos:

Élder Joseph  B. Wirthlin (1917–2008), del Cuórum de los Doce


Apóstoles:

“Cuando amamos al Señor, la obediencia deja de ser una carga”


(“El gran mandamiento”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 30).

Presidente Komas  S. Monson:

“No hay amigo más valioso que su propia conciencia tranquila”


(“Ejemplos de rectitud”, Liahona , mayo de 2008, pág. 65).

7.2.8
Descubrir listas
Es posible que los oradores utilicen listas para describir un proceso,
tal como el arrepentimiento, o partes de un principio. Por ejemplo,
el presidente Komas  S. Monson enumeró “atributos de un verda‐
dero poseedor del sacerdocio de Dios”. En su lista incluyó “el atri‐
buto de la previsión”, “el atributo del esfuerzo”, “el atributo de la
fe”, “el atributo de la virtud” y “el atributo de la oración” (“Un real
sacerdocio”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 59–61). El descubrir
listas a medida que estudias discursos de la conferencia te puede
ayudar a resumir y organizar la información que contienen, lo cual
te ayudará a entender y recordar las enseñanzas y a ponerlas en
práctica en tu vida.

7.2.9
Buscar declaraciones de “si…  entonces” y de causa y efecto
Busca declaraciones que aclaren los efectos de acciones especíScas;
estas señalan consecuencias y bendiciones. A continuación se dan
algunos ejemplos:
Presidente Henry  B. Eyring, de la Primera Presidencia:

“Si tomamos a la ligera nuestro estudio de las Escrituras, tomare‐


mos a la ligera nuestras oraciones. Tal vez no cesemos de orar,
pero nuestras oraciones se volverán más repetitivas, más mecáni‐
cas, carentes de verdadera intención” (“Oración”, Liahona, enero
de 2002, pág.  18).

Presidente Gordon  B. Hinckley (1910–2008):

“Si lo hacen [dominar su carácter], tendrán una vida sin remordi‐


miento; preservarán su matrimonio y las relaciones familiares;
serán mucho más felices; lograrán hacer un mayor bien; tendrán
un sentimiento de paz que será maravilloso” (“Tardos para airar‐
se”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 66).

Presidente Komas  S. Monson:

“Si nos encontramos haciendo las cosas del Señor… tenemos


derecho a recibir Su ayuda” (“Ejemplos de rectitud”, Liahona,
mayo de 2008, pág. 65).

7.2.10
Prestar atención a palabras y frases que presenten un punto o
una conclusión especí?cos
Las palabras tales como “así” “Snalmente” y “recuerden”, y las
frases como “por tanto”, “por consiguiente”, “en conclusión” y “en
resumen”, presentan puntos o conclusiones principales. A conti‐
nuación se dan algunos ejemplos:

El presidente Russell  M. Nelson, del Cuórum de los Doce Após‐


toles, citó Efesios 2:19–20 y 4:11–13 y luego dijo:

“Por tanto, el ministerio de los Apóstoles —la Primera Presidencia


y los Doce— consiste en lograr esa unidad de fe y proclamar nues‐
tro conocimiento del Maestro” (véase “La salvación y la exalta‐
ción”, Liahona, mayo de 2008, págs. 7–8).
El élder L.  Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce
Apóstoles, hizo hincapié en la unidad que debe existir en el matri‐
monio al concluir su discurso en cuanto a que el padre es cabeza
de la familia:

“Recuerden, hermanos, que en su función de líder de la familia,


tienen a sus esposas por compañeras… Desde el principio, Dios
ha indicado a la humanidad que el matrimonio debe ligar al
esposo y la esposa en unión; por lo cual, en la familia no hay
presidente ni vicepresidenta. Ambos cónyuges trabajan juntos
eternamente por el bien de la familia. Al liderar, guiar y dirigir a
su familia, se unen en palabra, obra y acción. Se encuentran en
igualdad de condiciones, y así, juntos y unánimes, avanzan en la
planiScación y organización de los asuntos familiares” (véase “El
ser padre, un llamamiento eterno”, Liahona, mayo de 2004, pág.
71).

7.2.11
Hacer preguntas
El hacer preguntas acertadas promueve el aprendizaje y permite
que el Espíritu Santo te enseñe más allá de las palabras que se
pronuncian. Mientras estudies los discursos de la conferencia,
aprende a hacer preguntas como las siguientes:

¿Por qué utilizó el orador esa palabra o frase?

¿Cuál es el mensaje para mí, mi familia o la Iglesia?

¿De qué manera puedo poner esto en práctica en mi vida?

¿Qué me enseña esto sobre Jesucristo o sobre el Plan de


Salvación?

¿Ha habido un tema principal en esta conferencia?

7.2.12
Anotar impresiones espirituales
A medida que re^exiones sobre los consejos que se den en la confe‐
rencia general, puedes recibir ideas e impresiones del Espíritu Santo
personalizadas a tus necesidades y a tu nivel de madurez espiritual.
El anotar ideas en un diario personal o en un cuaderno puede
ayudar a arraigarlas en tu mente y en tu corazón. Quizá también
desees anotar algunas metas para tu superación personal. Repasa
regularmente tus notas y metas y evalúa tu progreso.
El élder Richard  G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce
Apóstoles, explicó una bendición adicional que recibimos al regis‐
trar nuestros pensamientos:

“Es mediante el proceso repetitivo de sentir impresiones, escribirlas


y obedecerlas que una persona aprende a depender de la dirección
del Espíritu más que de la comunicación que se recibe por los cinco
sentidos” (“Helping Others to Be Spiritually Led”, simposio del
Sistema Educativo de la Iglesia sobre Doctrina y Convenios y la
historia de la Iglesia, 11 de agosto de 1998, pág. 3).

El presidente Gordon  B. Hinckley (1910–2008) también nos animó


a hacerlo:

“…  quizás, de todo lo que hemos escuchado, una frase o un párrafo


se haya destacado o nos haya llamado particularmente la atención.
Si eso ha pasado, espero que la escribamos y luego re^exionemos
sobre ella hasta llegar a comprender su signiScado más profundo y
lograr hacerla parte de nuestra vida” (“Un corazón humilde y
contrito”, Liahona, enero de 2001, pág. 103).

7.2.13
Buscar los testimonios de los testigos especiales del Señor
Los testimonios poderosos que ediScan la fe son grandes fuentes de
fortaleza para nuestro propio testimonio. Pocas veces se siente el
Espíritu tan fuerte como cuando se comparten testimonios. A conti‐
nuación Sguran dos ejemplos de ello:

El presidente Gordon  B. Hinckley (1910–2008) dio este testimo‐


nio del Salvador:

“…  seamos fuertes en el testimonio de Jesucristo, el Hijo de Dios. Él es


la piedra angular de esta gran obra. TestiSco solemnemente de Su
divinidad y de la realidad de Su existencia. Él es el Cordero sin
mancha que fue inmolado por los pecados del mundo. Por medio
de Su dolor y gracias a Su sufrimiento, encuentro la reconcilia‐
ción y la vida eterna. Él es mi Maestro, mi Ejemplo, mi Amigo y
mi Salvador, a quien amo y rindo adoración como el Redentor del
mundo” (“La ediScación de nuestro propio tabernáculo”,
Liahona, enero de 1993, pág. 62; cursiva agregada).
En su último discurso de conferencia general antes de morir, el
élder Bruce  R. McConkie (1915–1985), del Cuórum de los Doce
Apóstoles, testiScó:

“Y ahora, en lo que concierne a esta Expiación perfecta, realizada


mediante el derramamiento de la sangre de Dios, testiSco que
tuvo lugar en Getsemaní y en Gólgota. Y con respecto a Jesucris‐
to, testiSco que es el Hijo del Dios viviente y que fue cruciScado
por los pecados del mundo. Él es nuestro Señor, nuestro Dios y
nuestro Rey. Esto lo sé por mí mismo, independiente de cualquier
otra persona.

“Soy uno de Sus testigos, y en un día cercano palparé las marcas


de los clavos en Sus manos y en Sus pies y bañaré Sus pies con
mis lágrimas.

“Pero en ese momento mi conocimiento no será más Srme de lo


que actualmente es, de que Él es el Hijo Todopoderoso de Dios,
que es nuestro Salvador y Redentor y que la salvación se logra
por Su sangre expiatoria y mediante ella, y por ningún otro
medio.

“Dios permita que todos andemos en la luz, tal como Dios nues‐
tro Padre está en la luz, a Sn de que, de acuerdo con las promesas,
la sangre de Jesucristo, Su Hijo, nos limpie de todo pecado”
(véase “El poder puriScador de Getsemaní”, Liahona, julio de
1985, pág. 11).

7.2.14
Memorizar declaraciones signi?cativas
El Señor dijo que lo que Sus siervos digan “cuando sean inspirados
por el Espíritu Santo será Escritura” (D. y C. 68:4). En vista de ello,
el consejo que el élder Richard  G. Scott (1928–2015), del Cuórum
de los Doce Apóstoles, dio sobre citar y memorizar pasajes de las
Escrituras con exactitud también se podría aplicar a las palabras de
los profetas vivientes:

“Existe un poder que puede cambiar vidas en las palabras textuales


que se encuentran registradas en los libros canónicos. Ese poder se
debilita si parafraseamos o cambiamos las palabras textuales. Por
tanto, sugiero que animen a los alumnos a recitar los pasajes de las
Escrituras con precisión. Todo lo que hagan por instar a los alum‐
nos a memorizar pasajes seleccionados de las Escrituras de forma
exacta pondrá en acción el poder que estos contienen en la vida de
ellos” (“Four Fundamentals for dose Who Teach and Inspire
Youth”, simposio del Sistema Educativo de la Iglesia sobre el Anti‐
guo Testamento, 14 de agosto de 1987, pág.  7).

“Te sugiero que memorices pasajes de las Escrituras que te conmue‐


van y te llenen el alma de comprensión. Cuando las Escrituras se
emplean de la forma en que el Señor ha mandado que se registren,
tienen un poder intrínseco que no se comunica si se parafrasean. A
veces, si siento gran necesidad, repaso mentalmente pasajes de las
Escrituras que me han fortalecido antes. Las Escrituras emanan gran
solaz, guía y fuerza, especialmente cuando son las palabras del
Señor” (véase “¡Él vive!”, Liahona, enero de 2000, pág. 106).

El memorizar declaraciones signiScativas de los mensajes de los


profetas vivientes nos brindará una reserva de inspiración y guía a la
que podremos acudir cuando la necesitemos.

7.2.15
Estudiar discursos sobre el mismo tema
El estudiar más de un discurso dado sobre el mismo tema a menudo
hará resaltar temas donde se puso énfasis y brindará perspectivas
adicionales. Por ejemplo, en la Conferencia General de octubre de
2007, el élder Robert  D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles,
habló sobre la revelación personal, y el élder Richard  G. Scott,
también del Cuórum de los Doce, habló sobre seguir la revelación
para guiar nuestras decisiones (véase “Revelación personal: Las
enseñanzas y el ejemplo de los profetas” y “La verdad: La base de las
decisiones correctas”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 86–92). En
la Conferencia General de abril de 2006, los élderes M.  Russell
Ballard y Richard  G. Scott, del Cuórum de los Doce Apóstoles,
hablaron sobre compartir el Evangelio. El élder Ballard habló sobre
invitar a amigos y vecinos a nuestro hogar como una manera de
compartir el Evangelio con ellos, y después de ese discurso, el élder
Scott habló de la preparación de los misioneros en el hogar y en la
Iglesia (véase “Cómo crear un hogar en el que se comparta el Evan‐
gelio” y “¡Ahora es el momento de servir en una misión!”, Liahona,
mayo de 2006, págs. 84–90)

7.2.16
Crear una biblioteca con tus notas y con los ejemplares de la
revista Ensign o Liahona que contengan los discursos de la
conferencia
Conserva los ejemplares de las revistas de la Iglesia que contengan
los discursos de la conferencia y también las notas que hayas tomado
al estar escuchando o estudiando los discursos, a Sn de que puedas
consultarlos más adelante. El hacerlo te permitirá comparar esos
mensajes e ideas pasados con los que recibas después. También
podrás ver cómo ciertos principios y doctrinas se repiten en muchas
conferencias y podrás correlacionarlos. Además, mejorará tu capaci‐
dad para acudir a las palabras de los profetas durante oportunida‐
des de enseñanza, tales como en la misión, en un discurso en la
reunión sacramental, en clases de la Iglesia o en la noche de hogar.

7.2.17
Poner en práctica lo que se aprende
La meta de tu estudio del Evangelio debe ser vivir el Evangelio
mejor; no es solo lo que sabes, sino lo que haces con lo que sabes, lo
que te brindará mayor felicidad en la vida. Debemos ser “hacedores
de la palabra, y no tan solamente oidores” (Santiago 1:22). A medida
que pongas en práctica lo que aprendas, desarrollarás una mayor
comprensión del Plan de Salvación y un deseo más fuerte de
compartirlo con los demás. La felicidad se obtiene cuando acepta‐
mos y vivimos de conformidad con el consejo del Señor y Sus
profetas.

El contemplar las siguientes preguntas conforme estudies la confe‐


rencia general te puede ayudar a poner en práctica lo que aprendas:

¿De qué manera desearía el Señor que ponga esto en práctica en


mi vida?

¿De qué manera puedo utilizarlo para fortalecer mi fe?

¿En qué ocasiones he vivido algo como lo que se está enseñando?

¿Qué diferencia marcaría en mi vida el seguir esta enseñanza?

¿De qué manera puedo usar esto para enseñar a los demás en
cuanto a un principio del Evangelio?
Puntos para meditar
Considera una decisión o un desafío especí/co al que estés haciendo frente.
¿En qué forma los mensajes de la conferencia general más reciente de la Igle‐
sia ayudan a abordar esa cuestión?

Asignaciones sugeridas
Elige técnicas para el estudio que se describen en este capítulo que desees
poner en práctica durante tu estudio personal. Comienza un estudio personal
de los discursos de la conferencia general más reciente haciendo uso de esas
técnicas para el estudio.

Anota los consejos dados en la conferencia general más reciente en los que
sientas que debes trabajar. Escribe metas y haz compromisos de conformidad
con lo que el Espíritu del Señor te indique.

Lee las revistas de la Iglesia. Pon atención en particular a los mensajes escritos
por los integrantes de la Primera Presidencia y otras Autoridades Generales.

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