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La familia formadora

en valores humanos
Serie: La familia formadora en valores humanos y cívicos

FRENTE NACIONAL POR LA FAMILIA - MÉXICO


Revista coleccionable # 14
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El valor de la familia
La familia es un lugar de encuentros. En ella
coinciden de manera natural va rios seres
humanos, no por casualidad sino unidos por la
paternidad, la filia ción o la fraternidad, a partir de
la primera y mutua elección de un hombre y una
mujer que al casarse fundan ese hogar que es un
ámbito de encuentros.

La persona nace en una familia. En ella establece


sus primeros contactos biológicos y afectivos, y de
ella depende para su seguridad hasta la edad de su
emancipación.

La familia proporciona a cada hombre ese hábitat


natural donde es concebido, gestado, arropado y
educado con amor, y es acompañado hasta la
misma muerte como corresponde a la dignidad de
su persona.

La familia es una comunidad instituida por la


naturaleza para cubrir las necesidades de la vida
cotidiana y las necesidades específicamente
humanas, tanto de bien-estar, como,
principalmente, de bien-ser.

La familia, por sus lazos naturales, favorece el


desarrollo de lo irrepetible de la persona, es decir,
de su intimidad, y de los valores humanos que
todas las sociedades necesitan. Si se concibe al
hombre como un ser libre, necesita de la familia
para co nocer sus posibilidades y sus limitaciones
personales a fin de aprovechar unas y superar
otras; y todo eso para alcanzar un mayor
autodominio.
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La familia es el primer espacio educativo donde puede y


debe vivirse la experiencia de saberse aceptado
incondicionalmente, vivencia enraizada en los vínculos
que unen a la familia.

La familia es el ámbito natural del La familia es la primera escuela de


amor. En la familia, los padres quieren valores humanos y sociales.
a sus hijos como son, es decir, no los La familia es agente que educa a sus
quieren porque sean más guapos o más miembros y se abre a la gran
inteligentes, o porque sea niño o niña, o comunidad humana, compartiendo con
porque hagan las cosas bien o mal ella sus bienes.
(como sucede en la sociedad) sino que La familia es lugar insustituible para
los quieren como son (en lo más el desarrollo de la afectividad del niño
profundo) aunque sean poco agraciados, y del adolescente.
o poco dotados, simplemente porque La familia es nuestra fuerza, es la
son SUS hijos, porque ellos les dieron la unidad fundamental de la que surgen
vida y son sangre de su sangre y aunque los valores que más apreciamos: la paz
el cariño de los abuelos o de los tíos sea y la seguridad, la solidaridad, la
muy grande, nunca será como el amor gratitud, la confianza y la lealtad, la
de los padres por sus hijos. responsabilidad, la amistad, el honor y
la nobleza.
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Educar es preparar para la vida


Consideramos que educar es preparar Preparar para el futuro querrá decir preparar
para la vida; a partir de cada situación y para la libertad, desarrollando la propia
de cada edad, es preparar para un futuro libertad. La familia que afronta la educación
imprevisto. Un futuro en vías de de sus hijos en las virtudes se convierte en
aceleración histórica y, por tanto, garante de la libertad.
especialmente cambiante e imprevisible.
Educar es preparar para la vida, por ello es
Por ello, educar también es preparar
muy importante que las familias se decidan
para el cambio. Para enfrentarse
seriamente a ayudar a sus hijos a tomar las
inteligentemente con el cambio -sin
riendas de su vida, con libertad y
oponerse de un modo sistemático a todo
responsabilidad, con autodominio y
cambio y sin aceptarlo
madurez, con capacidad de esfuerzo y de
indiscriminadamente- pero no sólo
amistad; en definitiva, para que puedan
haciendo uso de la inteligencia, sino con
autonomía y con responsabilidad. encontrar la felicidad en su propio ambiente
cultural, el del siglo XXI.
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La autoridad educativa
La autoridad es el poder que tiene una persona sobre otra que
le está subordinada. Sólo habrá verdadera autoridad cuando
se ejerce con disposición de prestar al otro una ayuda.

En la familia, la autoridad corresponde a los padres. Sus hijos


deben beneficiarse por la autoridad ejercida correctamente.
En este sentido la autoridad es una influencia positiva, que
sostiene la libertad de cada hijo y la acrecienta.

Es un servicio que supone el poder de decidir y de sancionar;


es una ayuda que dirige la participación de los hijos en la vida
familiar. La autoridad no sólo sirve para la mejora del hijo y
de la familia, sino que apunta decididamente a la mejora de la
sociedad.

No basta a los padres de familia saber que tienen autoridad,


necesitan saber que son capaces de ejercerla y deben hacerlo
por amor a los hijos. La exigencia con cariño, serenidad y
buen humor supone una serie de virtudes en los padres.

Sucede que hoy día muchos padres de familia tienen miedo de


ejercer su autoridad, abdican y se abstienen de dar órdenes
por miedo a equivocarse. Otros reaccionan violentamente y
con autoritarismo, pero dada la rebeldía que genera este tipo
de autoridad, suele terminar en crisis, es decir, en abandono.
Otra modalidad del autoritarismo es el paternalismo o
sobreprotección, caracterizado por querer sustituir al hijo en
el pensamiento, en la decisión e incluso en la acción, en lugar
de orientarle, comprenderle y exigirle, de acuerdo con sus
posibilidades.

Entre las dificultades que encuentran los padres de familia


para ejercer su autoridad, podemos encontrar: la falta de
energía, constancia, resistencia a las frustraciones, serenidad,
capacidad de decisión.
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La familia formadora en valores humanos

Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, están gravemente obligados a su
educación y, por tanto, ellos son los primeros y necesarios educadores. Este deber de la
educación familiar es de tanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse.
Es, pues, obligación de los padres formar un ambiente familiar animado por el amor, por
la solidaridad hacia los hombres, que favorezca la educación integral, personal y social
de los hijos.

La noble y difícil tarea que tenemos en las manos los padres con nuestros hijos es lograr
que crezcan como personas, que sean mejores personas. Este es el fin auténtico de todo
proceso educativo. Hay que desarrollar simultáneamente el entendimiento y la voluntad ya
que, al reforzar estas facultades correctamente, la persona se encuentra en mejores
condiciones para obrar el bien y ser feliz.

Así, por naturaleza propia, la familia es la primera y principal escuela de las virtudes
humanas que toda persona necesita. La familia tiene una gran importancia para la vida y el
progreso del ser humano y de la sociedad.

La primera condición para educar es querer a los hijos, y después dedicarles tiempo para
hablar con ellos y, sobre todo, para escucharlos. Muchos padres encuentran en este punto
una verdadera dificultad, pero es preciso superar la aparente tensión entre la dedicación a
un trabajo profesional absorbente y la atención a los hijos, que no tienen por qué ser
incompatibles: en efecto, más que cantidad de tiempo, los hijos necesitan atención de los
padres en un tiempo quizá corto, pero tiempo compartido, con diálogo real: hay padres que
trabajan mucho para poder dar buenas cosas a sus hijos, cuando en realidad más que cosas,
lo que los niños necesitan es el tiempo de sus padres.

Estamos tan ocupados en darles a nuestros hijos lo que no tenemos, que no nos queda
tiempo para darles lo que tenemos.
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Valores y Las virtudes son hábitos porque evocan un


modo de ser permanente, no se refiere a

virtudes actos aislados o esporádicos, sino a una


disposición continua que forma parte del ser
Los valores son especificaciones del de la persona. Son fruto de actos
bien. Las virtudes son valores hechos voluntarios, de los que derivan las obras
vida. Son hábitos operativos buenos exteriores.
incorporados voluntariamente por el
“Se dice que un hombre es virtuoso cuando
hombre para el desarrollo de sus
posee la energía interior que lo hace capaz
posibilidades humanas.
de actuar de modo inteligente y justo; con
Las virtudes perfeccionan las facultades plenitud de vigor, de valentía y de audacia;
del hombre (inteligencia y voluntad) y sin retardos inútiles; con amplitud de miras
acrecientan su libertad, el dominio de sí y con simplicidad y sin ostentación, como
mismo, porque ordenan los impulsos algo que le es natural” García de Haro.
humanos.
Para adquirir las virtudes se requiere de la
Etimológicamente, en latín “virtus” decisión y el empeño de la persona, así
quiere decir “fuerza”. como de la exigencia de los educadores. Sin
esfuerzo no se alcanza nada.
Para Aristóteles la madurez es el
Por otro lado, contrario a la virtud está el
desarrollo armónico de las virtudes
vicio. El vicio es un hábito operativo malo.
humanas. La felicidad se logra a través
Los vicios disminuyen la libertad; son
de una vida virtuosa y no en los placeres
consecuencia del oscurecimiento de la
que el mundo nos ofrece.
inteligencia y de la inclinación desordenada
Santo Tomás de Aquino definió la virtud a bienes aparentes; son una
como “lo sumo que uno puede ser”. autodestrucción.
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¿Cómo se logra que


un hijo adquiera un
hábito?
Mediante la repetición de un acto determinado.

Mandando cosas razonables y justas que


signifique un bien.

Se requiere ser exigente.

Siendo exigente en lo importante y flexible en lo


demás.

El grado de exigencia es diferente para cada hijo.

El proceso de exigir tiene dos partes:


1. Informar adecuadamente y
2. Asegurarse de que se cumpla.

También el modo de exigir es importante:

Exigir en pocas cosas.

Exigir en el momento oportuno para facilitar el


esfuerzo.

Exigir dando los medios para que se cumpla.

Procurar un seguimiento en la exigencia:


“mandar y ver que se haga”.

Exigir no es gritar, ni regañar; es animar a actuar


bien.

Y el recurso más importante que tenemos los


padres y maestros en la educación de los hijos es el
ejemplo.

Incluso se dice que se educa más por lo que se es y


por lo que se hace, que por lo que se dice. Un buen
ejemplo vale más que mil palabras.
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Virtudes rectoras

El estudio sistemático de los hábitos y virtudes tuvo su inicio con Aristóteles quien planteó de
forma científica el fundamento de estas, como base de las perfecciones del hombre. Explicó que
hay cuatro virtudes rectoras de las cuales se desprenden todas las demás: prudencia, justicia,
fortaleza y templanza.

Prudencia
La prudencia es un hábito rector porque influye decisivamente en todos los demás y lleva a
actuar con oportunidad en cada ocasión. Una persona prudente es una persona oportuna, con
tino al actuar.

La prudencia perfecciona a la inteligencia porque lleva al recto conocimiento de lo que se debe


hacer. La prudencia significa ver antes, tener visión, adelantarse a los acontecimientos, medir
las acciones y las consecuencias.

El desarrollo de la prudencia necesita un cierto desarrollo de la inteligencia, ya que se trata de:

Conocer la realidad: capacidad de observación, buscar información, distinguir entre hechos


y opiniones, distinguir entre la importante y lo secundario, capacidad de analizar
críticamente la información recibida y comprobar cualquier aspecto dudoso.

Enjuiciar: someter los asuntos a un examen en base al conocimiento de la dimensión ética


de los actos humanos. Se pondera la realidad y los propios deberes.

Decidir: formar un juicio o evitar una dificultad. El prudente no obra con alocada
precipitación o con absurda temeridad, pero asume el riesgo de sus decisiones y no renuncia
a conseguir el bien por miedo a no acertar. Sabe rectificar sus errores.
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Justicia
La virtud rectora de la justicia busca dar a cada uno lo que le corresponde mediante el
correcto encauzamiento de las acciones, la ecuanimidad y la imparcialidad. En relación con
la vida social se manifiesta en la solidaridad. Ser justo no significa dar a cada uno lo mismo,
ya que todos somos diferentes y tenemos distintas necesidades de recibir alguna ayuda.

Esta virtud reside en la voluntad y no en el entendimiento; no dirige actos cognoscitivos


como la virtud de la prudencia, sino que busca el correcto comportamiento en las acciones.

Los padres debemos insistir en que nuestros hijos tengan actitudes justas y explicarlos lo
que es injusto. Ayudarles a comprender y vivir mejor los motivos para ser justos. Aclararles
la diferencia entre las condiciones y circunstancias de las distintas personas. Enseñarles a
rectificar y, por tanto, a reparar.

Actuar con justicia supone superar cualquier simpatía o antipatía que pueda haber por
alguien, todos somos diferentes y necesitamos un trato distinto, pero esto hay que
armonizarlo con unas normas generales de comportamiento para toda la sociedad:

El derecho al respeto de los demás.


El derecho a la ayuda de otros para alcanzar una mayor plenitud cada día.
El derecho a participar de acuerdo con la capacidad de cada uno.
El derecho a convivir con orden.
El derecho a la intimidad.

Evidentemente, estos derechos serán


compensados por el deber
correspondiente.

Ser justo no es fácil cuando no se tiene


una información completa o cuando la
afectividad se sale de control.
Se pretende que los niños adquieran la
virtud de la justicia no solo para que
actúen bien en el seno de la familia y
con sus amigos, sino también como
ciudadanos que van a actuar
responsablemente.
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Fortaleza
La fortaleza es la virtud que vigoriza al hombre
para realizar el bien, pese a las dificultades, con
constancia y paciencia.

La fortaleza educa el ejercicio de nuestra voluntad.


Por la fortaleza el hombre aprende a superar las
contradicciones que aparecen en la vida.

En situaciones ambientales perjudiciales a una


mejora personal, resiste a las influencias nocivas,
soporta las molestias y se entrega con valentía en
caso de poder influir positivamente para vencer las
dificultades y para acometer empresas grandes.

Son parte de la fortaleza: la paciencia, la audacia, la


perseverancia, la serenidad, la lealtad.

La virtud de la fortaleza tiene dos partes: resistir y


acometer.

Resistir es soportar. Es más penoso y heroico


resistir que atacar, pues cuando se toma la
iniciativa es porque se cree tener ventaja.

Acometer es emprender acciones que suponen un Para hacer fuertes a los hijos hay que
esfuerzo prolongado en función de algún bien exigirles en detalles de disciplina y
reconocido con fuerza interior, física y moral. autodominio como son:
Levantarse a hora fija.
El desarrollo de la virtud de la fortaleza apoya el
Aguantar incidencias sin quejarse.
desarrollo de todas las demás virtudes.
Perseverar en sus actividades y en
Los deportes están relacionados con la virtud de la el logro de sus decisiones.
fortaleza ya que preparan a la persona para Participar en actividades que
emprender acciones para resistir y acometer; en fortalecen: deportes,
ellos se domina el cansancio, la fatiga la debilidad, campamentos, etc.
presentar una motivación inmediata (ganar un Ponerse metas optimistas de
partido, alcanzar una cumbre, terminar la carrera, mejora personal por propia
mejorar el propio récord). iniciativa.
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Templanza Algunos detalles para educar la


templanza en la familia:

Ayudarles a vivir la autodisciplina en


La templanza es la virtud cardinal que lo ordinario: orden en la habitación,
recomienda moderación en la atracción de los puntualidad en sus deberes,
placeres y procura el equilibrio en el uso de responsabilidad en los pequeños
los bienes y nos ayuda a no sobrepasar la encargos domésticos, etc.
medida fijada por la razón. Es una virtud que
Acostumbrarles a llevar un ritmo
enriquece a la voluntad y la inclina a refrenar
ordenado de vida y a aprovechar el
los apetitos sensitivos hacia los bienes
tiempo.
deleitables contrarios a la razón. En un sentido
más amplio, se define como sinónimo de No ahorrarles sacrificios razonables.
moderación, sobriedad y continencia. No darles demasiadas cosas y que se

La templanza pone orden en las pasiones. Si acostumbren a agradecer las que

todas las virtudes son importantes, quizá la reciben.

templanza tenga especial relevancia, porque Prestar atención a la ropa:


continuamente se ofrecen ocasiones para acostumbrándoles a elegir lo que
ejercitarla. El ser humano puede controlar sus conviene, no lo más caro. Enseñarles a
respuestas si controla sus estímulos (bebidas, cuidarla.
películas, lecturas, etc.).
Evitar los caprichos en las comidas y
La voluntad debe moderar los apetitos bebidas.
sensitivos para usarlos con moderación. Sobre todo, enseñarles a servir a los
Es urgente redescubrir el valor de la templanza, demás.
que no es la virtud más importante en la
educación de los hijos, pero es indispensable
para que puedan arraigar las demás virtudes y
condición de la auténtica libertad,
especialmente para los niños y jóvenes.

La templanza y la sobriedad liberan de lo


superfluo, impiden que anide el egoísmo o el
afán inmoderado de comodidad que hacen a la
persona torpe y perezosa. Son virtudes que
aportan la capacidad de entrega a los demás, de
compartir lo propio y dedicarse a tareas
grandes y nobles.
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Educación de los valores según edades


David Isaacs, estudioso de la educación de los valores humanos, enseña que la
educación de los valores debe distribuirse por edades. En cada periodo de
educación conviene considerar de manera prioritaria algunos de estos valores
teniendo en cuenta los rasgos generales de las edades y las características de las
virtudes a adquirir. Nos aporta esta tabla:

POSIBLE DISTRIBUCIÓN DE VIRTUDES SEGÚN EDADES

Hasta 7 años 8 a 12 años 13 a 15 años 16 a 18 años


Valor
dominante Justicia Fortaleza Templanza Prudencia

Fortaleza Sobriedad Prudencia


Obediencia Perseverancia Sociabilidad Flexibilidad
Valores Sinceridad Laboriosidad Amistad Comprensión
preferentes Orden Paciencia Respeto Lealtad
Responsabilidad Sencillez Audacia
Justicia Pudor Humildad
Generosidad Patriotismo Optimismo

Resultado: armonía y la madurez natural de la persona

Las virtudes son como los vasos comunicantes entre los cuales existe una íntima
correlación. No podemos crecer en una virtud sin necesariamente mejorar en todas
las demás, de tal manera que, si yo realizo esfuerzos por crecer en laboriosidad,
automáticamente voy a ser una persona más responsable, perseverante y ordenada.
Es preciso luchar por adquirirlas y practicarlas todas.

Todos hemos sido dotados de cierta facilidad y especial inclinación hacia


determinadas virtudes, hay niños especialmente alegres y optimistas, otros más
responsables o sinceros. Debemos tomar muy en cuenta estos dones naturales y
fomentar su crecimiento, base de muchas otras perfecciones, en el modo concreto
y específico en que nuestros educandos se vayan desarrollando como personas.

Las virtudes son personales. Sin embargo, de alguna manera, nos ayudamos o nos
perjudicamos conjuntamente como familia y como sociedad.
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