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4.

LA EXCELENCIA

OBSERVACIÓN

Compartir a los asistentes la siguiente frase, y solicitar a dos o tres personas, una
reflexión sobre su contenido:

“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino


un hábito” (Will Durant).

VINCULACIÓN

Proyectar el siguiente video https://www.youtube.com/watch?v=8eHOfB8qAKM y


pedir la opinión de una o dos personas sobre lo expuesto en el mismo.

CONCIENTIZACIÓN

Introducción

Desde el día en que le entregamos nuestra vida a Cristo, iniciamos un verdadero


camino a la excelencia. El plan de Dios con nuestra vida es ser transformados cada
día hasta llegar a ser como Cristo. Esto implica una “gloria creciente” (de victoria en
victoria); por eso cada vez el Señor quiere llevarnos a desafíos más grandes en
todos los ámbitos de nuestra vida (2 Corintios 3:18).

Muchas de las cosas que llegan a nuestra vida, que pueden incomodarnos y
molestarnos, sólo son el método amoroso de Dios para que crezcamos en el camino
a la excelencia. Dios está más interesado en nuestro carácter que en nuestra
comodidad, por eso, al estilo de lo que hace el águila con sus “aguiluchos, usará
muchas situaciones que nos incomodarán en el “nido”, para llevarnos a volar alto.

1. La excelencia: el plan de Dios

El término excelencia viene del griego “juperbole”, que literalmente significa


“sobrepasar”, “arrojar más allá”, “sobremanera”, “más allá de toda medida”; y denota
preeminencia. En la Biblia siempre encontramos este término asociado a la obra de
Dios y al plan de Dios con nuestra vida.
El tratamiento amoroso de Dios busca hacernos cada vez más excelentes en lo que
somos, en lo que hacemos y en lo que tenemos. “Pero tenemos este tesoro en
vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros” (2
Corintios 4:7). Estamos llamados a mostrar de manera creciente el “Tesoro” que
está en nuestras vidas: Cristo.

En su amor, el Señor se las arreglará para hacernos cada vez mejores y cada vez
más excelentes en todas las áreas. Comprender esta gran verdad no basta; es
necesario asumir día a día el proceso de perfeccionamiento en el que Dios nos
quiere llevar.

2. Impedimentos para la excelencia

 Las marcas de “Egipto”: no podemos seguir sujetos a esquemas sociales,


culturales, creencias erróneas, complejos de inferioridad, amargura, etc. de
nuestro pasado o nuestra vida anterior a Cristo (Romanos 12:2). Necesitamos
permitir que el Señor, a través de su Santo Espíritu, sane, libere y renueve
toda situación de nuestro pasado.

 No seguir instrucciones de Dios: podemos obedecer, pero no seguir


instrucciones. Es decir, hacemos las cosas según nuestro propio parecer y
nuestra lógica (1 Samuel 15:22). Esto nos lleva a terminar agotados y
frustrados, pues nuestros esfuerzos resultan infructuosos, cuando los
hacemos según nuestro parecer.

3.El camino a seguir

 Obedecer, sometiendo el entendimiento a la revelación: obedecer la Palabra


de Dios nos lleva a ver las cosas con sus ojos. Para esto, necesitamos insistir
en la Palabra de Dios: óigala, léala, estúdiela, memorícela, medítela y viva
sólo conforme a ella (Deuteronomio 28:1-3).

 Vivir en la plenitud del Espíritu Santo: la razón por la que algunos hijos de
Dios demuestran mayor evidencia del fruto del Espíritu que otros, es debido a
que tienen una mayor docilidad para dejarse dirigir por Él. Mientras más
permitamos que nos controlen los intereses de Cristo y no los intereses de
nuestra carne, más evidente será el fruto del Espíritu.

 Permitir que Dios desarrolle todo nuestro potencial: como mayordomos


(administradores), Dios desea que desarrollemos las habilidades, dones y
talentos que nos ha dado. Esto requiere que seamos fieles en todo, a fin de
multiplicar lo que nos ha sido dado y rendir al ciento por ciento de nuestro
potencial, “…Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le
demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá ” (Lucas
12:48).

 Dejarse limpiar: necesitamos practicar la respiración espiritual (confesión y


perdón de pecados), como modo de vida. Al que lleva fruto Dios lo limpia,
desarraigando lo que no sirve para fructificarlo más (Juan 15:1-2).

Aplicación Teoterápica

En todas las áreas de nuestra vida, estamos llamados a crecer en el camino de la


excelencia. Esto implica, ser sensibles al tratamiento amoroso de Dios a través de
todas las situaciones por las que nos permite pasar.

Dios está perfeccionando su obra en nosotros. Cuando nos dejamos limpiar,


vencemos nuestro egoísmo, y ya no buscamos que la gente gire a nuestro
alrededor. Más bien, nos enfocamos en servir y hacer el bien a otros, empezando
por los de nuestra casa y extendiéndolo a nuestro contexto social y laboral.

DETERMINACIÓN

Taller personal: ¿Cuáles son mis impedimentos para vivir la excelencia?

Pedirles a los asistentes que en una hoja coloquen una lista de:

 Las marcas del Egipto (esquemas sociales, culturales, creencias erróneas,


complejos de inferioridad, amarguras, etc.).

 Áreas de su vida en las que no está siguiendo las instrucciones dadas por
Dios (sentimental, financiera, familiar, etc.).

Una vez elaborado el listado, invitarlos a tomar decisiones radicales sobre cómo
renunciar, renovar o cambiar estas situaciones de su vida.

CONSAGRACIÓN

Con base en la siguiente canción https://www.youtube.com/watch?v=Hk_jdmqNYGM


(“Yo quiero más de ti”, de Jaime Murrell), guiar a las personas a un tiempo de
oración, donde renuncien a cada una de las marcas de su pasado y a la obstinación
de hacer las cosas según su parecer (lista anterior). Clamar al “Alfarero” para poder
avanzar en el proceso de la excelencia, que Él tiene para nuestras vidas.

REPRODUCCIÓN

Compartir a un familiar o amigo cercano, el proceso hacia la excelencia en el que se


encuentra, involucrándolo para que lo apoye y desafiándolo para que también
asuma el desafío de crecer en este proceso.

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