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Atmosferas de otros planetas

Venus

Aunque Venus no es el planeta más cercano al Sol, es el más caliente. Tiene una atmósfera
densa, llena de dióxido de carbono, que provoca el efecto invernadero, y de nubes compuestas
de ácido sulfúrico. La atmósfera de Venus es altamente densa e imposibilita cualquier
observación directa de la superficie del planeta; imponentes conglomerados nubosos, visibles
en el ultravioleta, atraviesan los cielos venusianos a alta velocidad dando una vuelta completa
al planeta en sentido longitudinal en apenas 4 días. En la alta atmósfera las masas de gas
ascendente alcanzan fácilmente los 350 km/h, mientras que en la proximidad de la superficie
los vientos no alcanzan más de 4,5 km/h en gran parte debido a la mayor presión.

La atmósfera de venus esta compuesta en, dióxido de carbono (96%), nitrógeno (3%), agua,
gases sulfurosos (sulfuro de hidrógeno y sulfuro de carbonilo), y algunos gases nobles (argón,
xenón, neón y helio).La estructura nubosa de Venus es persistente, manteniendo al planeta
siempre cubierto de nubes. Si fuéramos ascendiendo desde la superficie podríamos observar
que la atmósfera es limpia y transparente hasta unos 30 km de altitud, aunque es necesario
señalar que la presión y temperatura en superficie son tan altas, que el dióxido de carbono
adquiere un aspecto fluido y pastoso, con una elevada eficiencia en la transmisión de calor,
favoreciendo precisamente la uniformidad de esa elevada temperatura por todo el planeta.
Entre los 32 y los 48 km iría apareciendo una bruma de dióxido de azufre y azufre polimerizado
responsable de la reflexión de la radiación infrarroja hacia el suelo, y que se convertirá en una
verdadera capa nubosa a partir de los 48 km, con un espesor de cuatro o cinco kilómetros,
compuesta por partículas cristalinas, sales de cloro y azufre, y por ácido sulfúrico. Por encima
de esa capa nubosa aparecerían otras dos capas de nubes compuestas por una solución acuosa
al 80% de ácido sulfúrico, y pequeñas cantidades de ácido clorhídrico y ácido fluorhídrico, que
irían perdiendo densidad y reduciendo el tamaño de las partículas con la altura, hasta
sobrepasar los 67 km. Si seguimos subiendo nos encontramos finalmente con una capa
brumosa de dióxido de azufre hasta los 90 km.

Marte

La atmósfera de Marte está constituida principalmente por dióxido de Carbono (95,3%),


nitrógeno (2,7%), argón (1,7%), cantidades menores de agua, monóxido de carbono y oxígeno
molecular, y vestigios de gases nobles como el neón, kriptón y xenón. En función de la estación
del año marciano, hora del día y latitud, varía la concentración de vapor de agua en la
atmósfera, aunque nunca da lugar a nubes de cierta consistencia como pudieran ser los
cúmulos o estratocúmulos terrestres. La atmósfera más seca se ha detectado en las zonas
polares durante el invierno, y la más húmeda también en zonas polares pero en verano. Las
frecuentes tormentas de polvo reducen el contenido de vapor de agua atmosférico mientras
tienen lugar. En las primeras etapas de su formación, Marte poseía una envoltura gaseosa
mucho mayor, que fue paulatinamente desapareciendo, y con ella el agua líquida superficial.
De ahí que Marte no tenga océanos, ni lagos, ni corrientes de agua, y esté helado (aunque se
han encontrado indicios muy claros de que en un tiempo pasado hubo líquidos, seguramente
agua, corriendo por su superficie en forma de torrentes, ríos o lagos). Por tanto, en semejanza
con Venus y la Tierra, Marte tampoco posee una atmósfera primigenia, sino secundaria, o sea,
compuesta por gases que fueron liberados por su caliente interior, por actividad volcánica. Los
últimos datos ofrecidos por los vehículos enviados a la superficie marciana (Curiosity, Phoenix,
Odyssey, etc.) confirman que en el subsuelo existen grandes depósitos de agua helada
mezclada con tierra y rocas, sobre todo cerca del polo sur, que pudieran ser los restos de lo
que fueron mares, lagos y ríos de hace miles de millones de años, cuando la atmósfera era más
densa.

Júpiter

La atmósfera de Júpiter es la atmósfera planetaria de mayor tamaño en todo el Sistema Solar.


Está compuesta principalmente por hidrógeno molecular y helio en una proporción
comparable con la de una estrella; también se encuentran presentes otras sustancias químicas,
aunque en pequeñas medidas, tales como el metano, amoníaco, ácido sulfhídrico y agua.
Aunque la presencia de este último compuesto no se ha podido observar en forma directa, se
cree que reside en las capas más profundas de la atmósfera. La abundancia de oxígeno,
nitrógeno, azufre y gases nobles en la atmósfera de Júpiter supera los valores encontrados en
las estrellas en una proporción cercana al 3:1. La magnetosfera joviana es la más grande y
poderosa de entre todos los planetas del sistema solar, con un campo magnético 10 veces
superior al terrestre y con una extensión de 7 millones de kilómetros en dirección al Sol y
cientos de millones de kilómetros en dirección opuesta (hasta llegar casi a la órbita de
Saturno), provocando magníficas y continuas auroras polares.

Júpiter emite dos veces más calor que el que absorbe del Sol, lo cual indica que tiene una
fuente de calor interna. Las nubes en la atmósfera se mueven alternativamente en bandas
desde el este al oeste o del oeste al este. Relámpagos, más potentes que cualquiera de los que
se han experimentado en la Tierra, se han visto en la atmósfera de Júpiter. En la atmósfera de
Júpiter también se encuentran formaciones ovaladas las cuales se piensa que son producidas
por vientos circulares. La más prominente de ellas es la Gran Mancha Roja, una tormenta tipo
huracán que ha sido observada en el hemisferio sur de Júpiter desde que este planeta fue
descubierto.

Saturno

Saturno está compuesto por hidrógeno (90%), helio (5%), y pequeñas cantidades de metano,
vapor de agua, amoníaco, etano, propano, fosfina, monóxido de carbono, y acetileno. Tiene un
núcleo sólido rodeado por una inmensa capa de hidrógeno líquido metálico, sobre la que se
extiende a su vez la atmósfera de hidrógeno y helio, que alcanza unos 30 000 km, de espesor, y
que presenta una estructura en bandas paralelas al ecuador semejantes a las de Júpiter pero
menos marcadas y turbulentas, con velocidades del viento en las cimas de las nubes de hasta
1500 km/h, del oeste, y sin que se aprecien grandes vórtices o remolinos. El planeta se contrae
lentamente generando un calor interno que, al igual que en el caso de Júpiter, es el motor
principal de su dinámica atmosférica. Sus nubes, de amoníaco, hidrosulfuro de amonio, o agua,
dependiendo del nivel de presión, presentan unos colores tono “pastel” amarillento, que
quedan semiocultas por una importante capa neblinosa uniforme de cristales de amoníaco,
generada en la parte más alta de la atmósfera por fenómenos fotoquímicos. Se repiten los
patrones observados en Júpiter respecto a la disposición nubosa en bandas paralelas al
ecuador, con zonas (ascendencia) y bandas (subsidencia) debido al poderoso efecto Coriolis,
hasta latitudes de 60 grados, dominando los torbellinos irregulares conforme nos acercamos a
los polos.

Por encima del manto de nubes se encuentra una ionosfera de hidrógeno ionizado, y una
magnetosfera que aunque es tres veces menor que la de Júpiter supera en mucho a la
terrestre, dando lugar a vistosas e intensas auroras polares.

Urano

Urano es el tercer planeta en tamaño del Sistema Solar y junto a Neptuno forman los llamados
gigantes helados. Su capa atmosférica es también como los gigantes gaseosos, de gases
primordiales. La composición de la atmósfera de Urano es un 82,5% de hidrógeno, un 15,2%
de helio, un 2,3% de metano y otros gases en menores proporciones, como hidrocarburos
(procedentes de la fotolisis del metano por los rayos ultravioletas solares) entre ellos etano,
acetileno, metil-acetileno y poliacetileno. Otros gases no hidrocarburos que también están
presentes en ínfimas proporciones son dióxido de carbono, agua, y monóxido de carbono.

El causante del color celeste-verdoso de Urano es el metano, presente sobre todo en las capas
altas. Este compuesto absorbe mayoritariamente la luz del extremo rojo del espectro visible y
la infrarroja, por lo que refleja al espacio el verde y celeste.

Neptuno

Su atmósfera está compuesta por hidrógeno (84%), helio (12%), metano (2%), amoníaco
(0,01%), y cantidades menores de etano y acetileno, mostrando un color azulado más intenso
que el de Urano. La disociación del metano atmosférico, causada por la radiación solar, da
lugar a una finísima bruma de hidrocarburos en las capas altas. La nave Voyager 2, cuando
llegó a Neptuno en agosto de 1989, descubrió una gran mancha oscura, similar a la GMR de
Júpiter, con un tamaño de 12 000×8 000 kilómetros, un gigantesco huracán que presenta
formaciones nubosas tipo cirros de color blanquecino en sus bordes, donde se producen
vientos de hasta 2 000 km/h, que le convierten en el planeta con los mayores registros de
velocidad del viento. Se catalogaron varios remolinos ovalados más pequeños, con estructura
similar, que mostraban las cimas de enormes nubes de carácter convectivo con capas de cirros
de metano de color blanco, unos 50 kilómetros por encima. Estos “cirros” son descompuestos,
mediante procesos fotoquímicos, en hidrocarburos más pesados que el metano. Con todo, la
atmósfera de Neptuno tiene mayor transparencia que la de Júpiter y Saturno.
Preguntas Finales
¿Podría existir vida en otros planetas con otras condiciones atmosféricas?

Hace unos 4.000 millones de años, Marte era otro planeta: húmedo, cálido y, muy
posiblemente, estaba dotado de las condiciones adecuadas para la existencia de vida.

Hoy está irreconocible: es un mundo desierto, inhóspito, y con una atmósfera de una densidad
de apenas el 1% respecto a la de la Tierra. Esta atmósfera extremadamente delgada deja al
planeta rojo expuesto a la intensa radiación del Sol y hace que las temperaturas varíen
drásticamente entre el día y la noche.

El viento solar es una corriente constante de partículas cargadas que irradia el Sol. Aunque la
Tierra está expuesta a estos mismos vientos, cuenta con un campo magnético que actúa a
modo de escudo repeliendo estas partículas.

Marte lo tenía, pero ya no lo tiene. La clave está en el núcleo del planeta. En sus primeros
millones de años, el planeta rojo tenía, al igual que tiene hoy el nuestro, un núcleo de hierro
fundido encargado de generar la magnetósfera, el escudo magnético que repele las partículas
solares. Este escudo que evita que el viento solar impacte en nuestra atmósfera cumplió la
misma función en Marte durante sus primeros 500 millones de años.

Pero Marte es más pequeño que la Tierra y, hace cerca de 4.200 millones de años, este núcleo
fundido se congeló.

Al congelarse, se perdió el campo magnético y el viento solar arrasó con la atmósfera del
planeta.
¿Podría haber vida en la tierra sin atmósfera?

Como ya se sabe, la atmósfera es la capa de gas que rodea un cuerpo celeste (planetas,
satélites, estrellas). Y cada astro tiene una atmósfera característica: en Venus y Marte el
dióxido de carbono es el gas más abundante, en Júpiter es el hidrógeno, pero en Tritón y la
Tierra es el nitrógeno. La característica que hace especial a nuestra atmósfera es la elevada
cantidad de oxígeno (aproximadamente un 21%), un gas que tiene su origen en la actividad de
los seres vivos (plantas). Por eso sólo nuestro planeta tiene una atmósfera cuya composición
está condicionada por la vida que alberga.

Así que con la ausencia de la atmosfera pasaría un caso similar como el que le sucedió a marte,
los vientos solares arrasarían cada uno de los ecosistemas y el planeta terminaría desértico,
por lo cual no podría existir vida sin la atmosfera.

Links

https://astronomia.ign.es/rknowsys-theme/images/webAstro/paginas/documentos/Anuario/
lasatmosferasplanetasSistemaSolar.pdf

https://www.inaoep.mx/~rincon/tierra02.html

https://presencia.unah.edu.hn/noticias/conozca-la-atmosfera-de-los-planetas/

https://www.bbc.com/mundo/noticias-39458862

https://starchild.gsfc.nasa.gov/docs/StarChild_Spanish/docs/StarChild/solar_system_level2/
jupiter.html#:~:text=Se%20cree%20que%20la%20atm%C3%B3sfera,o%20del%20oeste%20al
%20este.

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