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Relaciones interpersonales

Se trata de trabajar mancomunadamente en el logro de los objetivos, y metas


propuestas por el colectivo institucional; por lo tanto, se espera conformar un grupo,
donde trabajen en equipo para el logro de las transformaciones que requieren cada
uno de los actores y la propia institución. Es decir, articular las actividades en conjunto
con los actores de la institución y comunidad, en torno a un conjunto de fines, de
metas y de resultados a alcanzar. Donde se refleje la interdependencia activa entre los
integrantes del equipo, que asuman responsablemente cada función designada para la
conquista de lo planificado y así lograr un fin común.
El trabajo en equipo se caracteriza por la comunicación fluida entre las personas,
basada en relaciones de confianza y de apoyo mutuo. Se centra en las metas trazadas
en un clima de confianza y de apoyo recíproco entre sus integrantes, donde prevalezca
la sinergia. Es decir, aunar esfuerzos y disponer las competencias de cada cual en torno
a un objetivo común, generando un todo que es mayor que la suma de sus partes.
Cabe referir a Shermerhom (2008:196), para quien el trabajo en equipo significa
“trabajar de manera participativa con el fin de lograr un propósito frente al cual todos
sus miembros son responsables”. Sabiendo que cada persona posee habilidades,
destrezas, conocimientos, saberes que se pueden complementar y, así contribuir al
mejoramiento de la productividad y de la calidad de la vida de los actores
participantes. Pues se trata que los participantes intercambien sus experiencias,
respetando sus roles o funciones para conseguir objetivos comunes al participar
activamente en el logro de las actividades planificadas
Las relaciones interpersonales son asociaciones entre dos o más personas.1 Estas
asociaciones pueden basarse en emociones y sentimientos, como el amor y el gusto
artístico, el interés por los negocios y por las actividades sociales, las interacciones y
formas colaborativas en el hogar, entre otros. Las relaciones interpersonales tienen
lugar en una gran variedad de contextos, como la familia, los grupos de amigos,
el matrimonio, los entornos laborales, los clubes sociales y deportivos,
las comunidades religiosas y todo tipo de contextos donde existan dos o más personas
en comunicación.
Una relación interpersonal es una fuerte, profunda o cercana asociación, entre dos o
más personas.
La atracción, amor, solidaridad e interacciones de negocios los trae juntos y
eventualmente resulta una relación interpersonal sólida.2 Las personas en una relación
interpersonal pueden interactuar abiertamente, en cubierto, cara a cara o hasta
anónimamente. Estas ocurren entre personas que llenan implícitamente o
explicitamente las necesidades físicas o emocionales. Pueden ocurrir con amigos,
familias, trabajadores, extraños, amigos virtuales, doctores o clientes.3
Las relaciones interpersonales pueden ser reguladas por ley, por costumbre o
por acuerdo mutuo, y son una base o un entramado fundamental de los grupos
sociales y de la sociedad en su conjunto. Estas relaciones juegan un papel fundamental
en el desarrollo integral de las personas. A través de ellas, el individuo obtiene
importantes refuerzos sociales del entorno más inmediato, lo que favorece su
adaptación e integración al mismo.
La autonomía entendida como “la capacidad de las personas para tomar decisiones
libres e informadas sobre sus vidas, de manera de poder ser y hacer en función de sus
propias aspiraciones y deseos en el contexto histórico que las hace posibles” (CEPAL,
2011), es un factor fundamental para garantizar el ejercicio de sus derechos humanos
en un contexto de plena igualdad y en este sentido una condición para la superación de
las injusticias de género.  La autonomía se convierte en un elemento central para
alcanzar la igualdad, como un derecho humano fundamental, y una precondición para
que las mujeres actúen como sujetos plenos del desarrollo.

La honestidad puede mejorar la salud mental y física. Por otro lado, la falta
de honestidad puede aumentar la presión arterial y el ritmo cardíaco y
provocar otras consecuencias negativas para la salud.
La comunicación, honesta pero compasiva, promueve la apertura y la
confianza y es esencial para el funcionamiento de las relaciones sociales e
íntimas. La (auto)honestidad -ser sinceros con nosotros mismos- es
esencial para construir la confianza, la integridad y el autoconocimiento.
Estos son factores de protección contra el consumo de sustancias y otros
comportamientos de riesgo.
La honestidad es esencial para el progreso social y el desarrollo en todo el
mundo. La verdad sienta las bases del progreso, mientras que la
deshonestidad contribuye a crear mayores conflictos.
Existe una diferencia neurofisiológica entre el engaño y la verdad a nivel de
activación cerebral, lo que contribuye a una reacción de estrés cuando
somos deshonestos.
¿Sabías qué? La comunicación abierta, incluida la escucha activa, es
fundamental para fomentar la honestidad en niñas, niños y jóvenes.

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