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Aprendizaje en evolución
1 de enero del 2015
2. Escuelas 1.0 no pueden enseñar a niños 3.0. Necesitamos entender muy bien y
tener muy claro para qué estamos educando, por qué lo hacemos y a quién sirven
nuestros sistemas educativos. La tendencia “mainstream” escolar obligatoria se basa
en un modelo anticuado del siglo XVIII, que pretende crear ciudadanos con el
potencial de convertirse en trabajadores fabriles leales, productivos, y en burócratas.
En la era posindustrial, este no debería ser el objetivo final de la educación.
Necesitamos apoyar a los aprendices a convertirse en innovadores, capaces de
utilizar su propia imaginación y creatividad para generar en la sociedad nuevos
resultados. Debemos hacerlo, porque los desafíos de hoy no pueden afrontarse con el
antiguo modo de pensar. Todos somos corresponsables de crear el futuro con
resultados positivos, que beneficien a todos en todo el mundo.
3. Los niños también son personas. Todos los estudiantes deben ser tratados con
respeto como seres humanos, y reconocidos por sus derechos humanos universales y
sus responsabilidades. Esto significa que los estudiantes deben tener una
participación activa en las elecciones concernientes a su aprendizaje, incluyendo
cómo son administradas sus escuelas, cómo y cuándo aprenden, y todas las otras
áreas de la vida cotidiana. Esta es una real inclusión. Los estudiantes deben tener la
libertad de buscar oportunidades educativas y diferentes aproximaciones al
aprendizaje, que sean apropiadas para ellos, mientras sus decisiones no infrinjan las
libertades de otros de hacer lo mismo (adaptado de EUDEC, 2005).
7. Las habilidades digitales son invisibles. Así deberían ser las tecnologías en las
escuelas. El aprendizaje invisible implica reconocer que mucho del aprendizaje que
hacemos es “invisible”: es decir, se obtiene mediante experiencias informales, no-
formales y serendipias antes que por la instrucción formal (Cobo & Moravec, 2011).
En esta forma de hablar y actuar se toma en cuenta el impacto de los avances
tecnológicos y realmente se habilitan los espacios invisibles que emergerán, pero lo
mismo que los espacios el uso de las tecnologías es también invisible y fluido. Si el
desafío para nuestras escuelas y gobiernos es poner al servicio de la sociedad
estudiantes que destaquen en creatividad e innovación, y no que memoricen y repitan
viejas ideas sin pensar, cualquier uso de las tecnologías aplicadas al aprendizaje debe
habilitar y facilitar estas direcciones creativas e innovadoras. Las escuelas no deben
usar las computadoras para “hacer trabajo” en torno a ciertos parámetros
preasignados, con resultados prescritos; deben ser usadas para ayudar a diseñar
productos y obtener resultados que se extiendan más allá de la imaginación del
currículum. Antes que situar la tecnología en la vanguardia y oscurecer el aprendizaje,
hay que hacerla invisible y presente en el ambiente, posibilitando a los aprendices
que descubran sus propias rutas de desarrollo con estas herramientas.
11. Rompe las reglas, pero primero procura entender claramente por qué. Nuestros
sistemas escolares se han construido sobre la cultura de la obediencia, la
complacencia y la aceptación forzada. La creatividad de los estudiantes, los
profesores y las instituciones está atrofiada desde su propio núcleo. Nos resulta más
fácil que alguien nos indique qué pensar que pensar por nosotros mismos. Esta
enfermedad institucional solo podrá curarse cuestionando abiertamente y tomando
conciencia metacognitiva de lo que hemos creado y de lo que quisiéramos hacer sobre
esto. Solo entonces podremos generar justificados espacios diferentes del sistema,
que desafíen el status quo y que tengan el potencial de producir un impacto real.
Algunos dirán que estos principios requieren una revolución. Otros, que necesitamos una
innovación masiva para lograr que desde el ámbito de la educación nuestro futuro sea
positivo. Creemos que necesitamos ambas cosas, o como dice Ronald Van Den Hoff (2013):
“¡Lo que necesitamos es una innovución!” (p. 236). Esta es nuestra noble
misión: Innovucionar no solo con nuestras ideas, sino también con aplicaciones orientadas a
los objetivos de lo que hemos aprendido en nuestros esfuerzos individuales y de lo que
hemos aprendido juntos.
Signatarios originales
Somos: John Moravec, PhD, Education Futures (principal author, USA); Daniel Araya, PhD,
University of Illinois at Urbana-Champaign (USA); Daniel Cabrera, MD, Mayo Clinic
(USA); Alexandra Castro, Westhill Institute (Mexico); Cristóbal Cobo, PhD, Fundación
Ceibal (Uruguay); Guido Crolla, HAN University of Applied Sciences (Netherlands); Chloe
Duff, European Democratic Education Community (UK); Maaike Eggermont, Sudbury
School Ghent (Belgium); Martine Eyzenga, Diezijnvaardig (Netherlands); José García
Contto, Universidad de Lima (Peru); Kristin Gehrmann, Demokratische Schule München
(Germany); Peter Gray, PhD, Boston College (USA); Renske de Groot, arts educator
(Netherlands); Leif Gustavson, PhD, Pacific University (USA); Peter Hartkamp, The
Quantum Company (Netherlands); Christel Hartkamp-Bakker, PhD, Newschool.nu
(Netherlands); Pekka Ihanainen, Haaga-Helia School of Vocational Teacher Education
(Finland); Aaron Keohane, Summerhill School (UK); Nicola Kriesel, BFAS e.V.
(Germany); Beatriz Miranda, Aprendamos (Ecuador); Sugata Mitra, PhD, Newcastle
University (UK); Hugo Pardo Kuklinski, PhD, Outliers School (Spain); Tomis Parker, Agile
Learning Centers (USA); Angela Peñaherrera, Fraschini&Heller (Ecuador); Robert
Rogers, MD, University of Maryland (USA); Carlos Scolari, PhD, Universitat Pompeu Fabra
(Spain); António Teixeira, PhD, Universidade Aberta (Portugal); Stephanie Thompson,
Beach Haven Primary (New Zealand); Max Ugaz, Economía Digital SAC (Peru); Evert-Jan
Ulrich, Dutch Innovation School (Netherlands); Charles Warcup, Sudbury-Schule
Ammersee (Germany); Monika Wernz, Sudbury-Schule Ammersee (Germany); Alex
Wiedermann, Sudbury-Schule Ammersee (Germany)
https://manifesto15.org/es/