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Centro educativo Getsemaní

Prof. Jaqueline Hernández

El Gobierno de Efraín Ríos Montt

La terrible guerra civil que asoló Guatemala entre 1960 y 1996, con un balance estimado de
200.000 muertos y desaparecidos, alcanzó sus máximas cotas de violencia en los 17 meses,
entre 1982 y 1983, que el general Efraín Ríos Montt detentó el poder en la nación
centroamericana. Aupado a la presidencia de la República por los oficiales que derrocaron al
general Romeo Lucas, el nuevo dictador, ferviente ministro de una iglesia evangélico-
pentecostal, implantó un Gobierno castrense puro y duro que suprimió el anterior régimen
reaccionario de corte cívico-militar y traía ímpetus de transformación nacional. Así, la extrema
derecha tradicional, ultraconservadora y oligárquica, fue desplazada por un nuevo radicalismo
antirrevolucionario que combinaba las declaraciones de desarrollo social de indígenas y
campesinos, y de guerra de exterminio de las guerrillas comunistas que buscaban reclutarlos.

Convencido de su misión político-religiosa, Ríos Montt dotó al terrorismo de Estado, bien


presente desde mucho antes del golpe de 1982, de un carácter sistemático al hacerlo parte
integral de un plan global de reorganización del país que supuso la militarización del campo
por el Ejército y las Patrullas de Autodefensa Civil. Todo ello se tradujo en la matanza
generalizada y sin restricciones legales de aquellos, campesinos mayas fundamentalmente, a
los que supuestamente se venía a liberar. Un mínimo de 10.000 ejecutados extrajudiciales,
decenas de grandes masacres, centenares de aldeas arrasadas y más de 100.000 refugiados
fueron el estremecedor balance de los planes y operaciones, ejemplo insuperable de las
tácticas de tierra quemada, ejecutados por el fanático gobernante de facto.

El delirio mesiánico de Ríos Montt llegó a su fin en agosto de 1983 merced a otro golpe de
Estado, el comandado por su ministro de Defensa, el general Óscar Mejía.

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