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Durante el siglo XIX, los químicos comenzaron a clasificar los

elementos conocidos de acuerdo con similitudes en sus propiedades


físicas y químicas. El final de esos estudios generó la Tabla Periódica
Moderna que conocemos.

Entre 1817 y 1829, el químico alemán Johan Dobereiner clasificó a


algunos elementos en grupos de tres denominados triadas, ya que
tenían propiedades químicas similares. Por ejemplo, en la triada cloro
(Cl), bromo (Br) y yodo (I) notó que la masa atómica de Br estaba muy
próxima al promedio de la masa de Cl e I. Desafortunadamente no
todos los elementos se agrupaban en triadas y sus esfuerzos fallaron
para proponer una clasificación de los elementos.

En 1863, el químico inglés, John Newlands clasificó los elementos


establecidos en varios grupos proponiendo la Ley de Octavas,
conformado por elementos de masa atómica creciente, donde ciertas
propiedades se repetían cada 8 elementos.

En 1869, el químico ruso Dmitri Mendeleev publicó su primera tabla


periódica de los elementos organizada en orden creciente de masa
atómica. Al mismo tiempo, Lothar Meyer, químico alemán, publicó su
tabla propia periódica con los elementos ordenados de menor a mayor
masa atómica. Mendeleev organizó su tabla en filas horizontales
dejando espacios vacíos donde debían incorporar algunos elementos
que aún no habían sido descubiertos. En esa organización Mendeleev
visualizó un patrón aparente: elementos con propiedades químicas
similares aparecen en intervalos regulares (o periódicos) en las
columnas verticales de la tabla. El respaldo a las predicciones de
Mendeleev se produce tras el descubrimiento de galio (Ga), escandio
(Sc) y germanio (Ge) entre 1874 y 1885 localizándolos en aquellos
espacios vacíos, lo que dio aun mas valor y aceptación de su Tabla
Periódica en la comunidad científica.

En 1913, un químico inglés, Henry Moseley, mediante estudios de


rayos X, determinó la carga nuclear (número atómico) de los
elementos, reagrupándolos en orden creciente de número atómico, tal
como la conocemos hoy.

Fuente: https://www.explora.cl/blog/cual-es-el-origen-de-la-tabla-periodica/#:~:text=En
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%C3%B3mica.

John Berzelius

Fue un médico, químico y farmacéutico sueco que ideó el sistema


actual de notación química, descubrió elementos químicos y acuño
nuevos términos que han llevado a considerarle uno de los padres de
la química moderna.
Perdió a sus padres en una edad temprana y quedó a cargo de unos
familiares. Entre 1796 y 1801 aprendió la profesión de médico y
adquirió su interés por la química trabajando como aprendiz de
Anders Gustaf Ekeberg, el descubridor del tantalio. En su carrera
profesional está el ser aprendiz en una farmacia y trabajar como
médico en el balneario de Medevi. Se graduó como médico en 1802 y
ejerció cerca de Estocolmo hasta que el propietario de una mina,
Wilhelm Hisinger, descubrió su capacidad analítica y le dotó de un
laboratorio.
En 1807 Berzelius fue nombrado profesor de química y farmacia en el
Instituto Karolinska y en 1808 fue elegido miembro de la Real
Academia Sueca de Ciencias. Desde 1818 a 1848 ocupó el puesto de
secretario en la misma y a él se le atribuye la revitalización de la
Academia que vivió una segunda época dorada.
Mientras llevaba a cabo experimentos para documentar el libro de
texto utilizó la ley de las proporciones constantes, formulada por
Joseph Louis Proust, y demostró que las sustancias inorgánicas están
compuestas de diferentes elementos en proporciones constantes en
peso.
Basándose en este hecho, en 1828, compiló una tabla de pesos
atómicos relativos, donde el peso atómico del oxígeno se fijaba en
100. Este trabajo proporcionó una evidencia a favor de la teoría
atómica de Dalton: que los compuestos químicos inorgánicos se
componen de átomos combinados en cantidades enteras.
Al descubrir que los pesos atómicos no son múltiplos enteros del peso
de hidrógeno (ejemplo: el peso del cloro es 35,5 veces el peso atómico
del hidrógeno), Berzelius también refutó la hipótesis de Proust de que
los elementos se construyen a partir de átomos de hidrógeno.
Desarrolló un sistema de notación química en la que a los elementos
se les denotaba con símbolos simples. Consistía en asignar la primera
letra de su nombre en latino al elemento, añadiendo una segunda letra
cuando había necesidad de diferenciar dos elementos cuyo nombre
comenzaba con la misma inicial. Por ejemplo, C = carbono, Ca = calcio.
Además, se indicaba las proporciones por números.
Se le considera el primer analista del siglo XIX porque, además de
llevar a cabo con la mayor precisión un gran número de análisis, hay
que atribuirle el descubrimiento del torio, el cerio y el selenio, fue el
primero en aislar el silicio (1823), circonio (1824), y el titanio (1828).
Además, los estudiantes que trabajaban con él en el laboratorio
también descubrieron el litio en 1817 y redescubrieron el vanadio en
1830. Berzelius fue quien propuso esos nombres, así como el de sodio.
Estudió las combinaciones de azufre con fósforo, el flúor y los
fluoruros, determinó un gran número de equivalentes químicos.
Antoine Lavoisier

Antoine-Laurent Lavoisier, meticuloso experimentador, revolucionó la


química. Estableció la ley de conservación de la masa, determinó que la combustión y la
respiración son causadas por reacciones químicas con lo que llamó “oxígeno”, y ayudó
a sistematizar la nomenclatura química, entre muchos otros logros.

Considerado el fundador de la química moderna, es precisamente por haber emprendido


y coronado con éxito la labor de interpretación y sistematización de los dispersos
conocimientos existentes; de hecho, buena parte de las aportaciones y descubrimientos
de Lavoisier habían sido ya intuidos por sus predecesores. Gracias a una rigurosa
metodología de mediciones cuantitativas que aplicó a sus experimentos, Antoine
Lavoisier superó definitivamente las nebulosas hipótesis heredadas de la alquimia y
proporcionó los conceptos y principios fundamentales de que tanta necesidad tenía la
química para constituirse en una nueva ciencia.
Así, con Lavoisier quedó claramente establecida la distinción entre elemento (sustancia
no descomponible mediante procesos químicos) y compuesto (sustancia compuesta de
elementos). A él se debe asimismo la definitiva formulación del principio o ley de la
conservación de la materia (Ley de Lavoisier), según la cual la cantidad de materia
permanece constante en el transcurso de una reacción química; dicho de otro modo, la
masa total de los reactantes es igual a la de los productos de la reacción. Bajo su
impulso e inspiración, además, se prescindió de la antigua terminología alquímica y se
estableció una nomenclatura química racional para los elementos y compuestos
(expresando en los mismos nombres la composición química) que mantendría su
vigencia hasta nuestros días.

Johann Wolfgang Döbereiner


Químico alemán. Profesor en la Universidad de Jena, estudió los fenómenos de catálisis
y realizó algunos intentos de clasificación de los elementos conocidos (tríadas de
Döbereiner), agrupándolos por sus afinidades y semejanzas: cloro, bromo y yodo; litio,
sodio y potasio; azufre, selenio y teluro.

En la época de Döbereiner se conocían alrededor de cincuenta elementos, y la


determinación de muchas masas atómicas, tarea a la que contribuyó
especialmente Berzelius, proporcionó una base mucho más sólida para la clasificación
de los mismos. Johann Wolfgang Döbereiner descubrió en 1829 que ciertas
agrupaciones de tres elementos (las llamadas tríadas de Döbereiner) presentaban
propiedades muy parecidas; en tales tríadas, además, el peso atómico del elemento
central era aproximadamente la media del peso atómico de los elementos extremos.
Hacia 1850 se habían descubierto hasta veinte tríadas, pero tales agrupaciones seguían
viéndose como curiosas coincidencias sin interés práctico. Sin embargo, por el hecho de
haberse apoyado (frente a otras arbitrarias clasificaciones anteriores) en los pesos
atómicos, el descubrimiento de Döbereiner representa el primer paso hacia una
clasificación consistente, proceso que culminaría en 1871 con el establecimiento de la
tabla periódica de los elementos químicos de Dimitri Mendeleiev y Julius Lothar
Meyer.
Chancourtois

 Fue un geólogo y mineralogista francés que destacó por ser la primera persona en
clasificar u ordenar los elementos químicos según su peso atómico en 1862. Sin
embargo, realmente su gran pasión siempre fue la geología.
A pesar de su gran aporte para el mundo científico, cometió el error de no anexar el
gráfico que explicaba su estudio y la publicación no tuvo la importancia que merecía.
Incluso, fue un estudio que pasó desapercibido para muchos químicos porque usó
muchos términos que eran específicos de la geología.

Fue un hombre de muchos y variados intereses, como demuestra el que hecho de que
trató de desarrollar un alfabeto que fuera universal. También estudió la geografía
humana, con el objetivo de ver si había algún tipo de relación entre la geología de un
país y el estilo de vida de las personas que habitaban en él.

Dedicó gran parte de su tiempo y de su esfuerzo a mejorar la colección geológica


presente en la Escuela Superior de Minas, en París. Además llegó a experimentar con el
uso de números imaginarios en la física.

Béguyer de Chancourtois fue el primer científico en ordenar los elementos químicos


según sus pesos atómicos. Él diseñó un primer intento de tabla periódica, a la que puso
como nombre hélice telúrica, porque el elemento telurio se encontraba en el medio del
instrumento.

Su sistema para organizar los elementos químicos era completamente funcional y único.
Su proposición de la clasificación de los elementos se basó en los nuevos valores de
pesos atómicos obtenidos por Stanislao Cannizzaro en 1858.

Dmitri Mendeléyev
La idea de Mendeléyev supuso una revolución y todo un éxito ante la difícil tarea de
ordenar la materia en la que otros químicos de renombre como Antoine Lavoisier, John
Dalton, Johann Wolfgang Döbereiner, Jean-Baptiste Dumas o Lothar Meyer habían
fracasado. Su virtud radicó en ordenarlos en una tabla dividida en filas y columnas, es
decir, períodos y grupos, en base al orden creciente de su número atómico. 

Sin embargo, Mendeléyev ideó su tabla periódica cuando apenas se conocían 60 o 70


elementos, no los 118 de los que se tiene constancia en la actualidad. Más que elaborar
una tabla periódica, el químico había dado con una forma objetiva de ordenar los
elementos que, de hecho, se demostraría acertada al predecir y dejar los huecos para los
elementos que aún quedaban por descubrir. También al determinar que algunos de los
pesos atómicos de algunos de los elementos ya conocidos habían sido calculados
erróneamente. 

Es más, con su tabla, Mendeléyev no solo descubrió que el número atómico podía
emplearse para ordenar los elementos de cada grupo, si no también para ordenar los
propios grupos. Con ello había descubierto la llamada Ley Periódica, de la que su tabla
heredaría el nombre, la cual postula, como indicábamos unas líneas atrás, que las
propiedades físicas y químicas de los elementos dependen de su número atómico, y
no, como se había planteado con anterioridad, de variables como el peso atómico o la
valencia. 
Pese a levantar suspicacias en un primer momento, la tabla y ley periódica
de Mendeléyev poco a poco comenzó a ganar aceptación, sobre todo con el
descubrimiento de los elementos predichos por la misma: el galio en 1875,
el escandio en 1879 o el germanio en 1886. Tanto que el momento de su fallecimiento,
en 1907, gozaba de un reconocimiento internacional que le valieron al químico
numerosos reconocimientos y distinciones en el campo de la química, pero también
como una figura indispensable en el desarrollo de Rusia. 
Julius Lothar Meyer
Químico y médico alemán, codescubridor junto con Dmitri Mendeléyev de la ley
periódica, que representó también gráficamente en forma de tabla (punto de partida de
la actual tabla periódica de los elementos). Pese a que llegó a conclusiones muy
similares en las mismas fechas y de forma independiente, el descubrimiento suele
atribuirse al químico ruso por la mayor claridad y completitud de su formulación.

Profesor de química en Breslau y en el Instituto Politécnico de Karlsruhe, a partir de


1876 desarrolló su labor docente en Tubinga. Dedicado al principio a investigaciones de
química fisiológica, estudió las combinaciones del oxígeno y del dióxido de carbono
con la sangre. Sus estudios se orientaron luego a la química inorgánica y a la química
física, y dieron como fruto un sistema de clasificación periódica de los elementos.
En su obra Teorías modernas de la química y su significado para la estática química,
compilada según la reforma de los pesos atómicos de Cannizzaro, estableció una tabla
de los elementos dispuestos según el peso atómico creciente, semejante a la de Dmitri
Mendeléyev, e hizo notar que los elementos que poseen propiedades químicas similares
vienen a caer en las mismas columnas verticales. Esta periodicidad de las propiedades
de los elementos en función de su peso atómico fue más tarde desarrollada y
completada.
Publicado en Breslau en 1864, este texto constituye una importante puntualización de
las maneras de ver de la época, que son expuestas y consideradas desde un mismo punto
de vista crítico. Cuatro años antes, en 1860, en el Congreso de
Karlsruhe, Cannizzaro había reivindicado la hipótesis de Avogadro, que había quedado
ignorada u olvidada desde 1811. Meyer figuró entre los pocos que comprendieron la
exactitud de aquellas ideas, y se convirtió en su vigoroso propugnador. En el libro
expone la hipótesis de Avogadro y la discute ampliamente, poniéndola en la base de las
demás leyes de la química.
Defensor del empleo de los pesos atómicos contra el de los equivalentes, después de
haber mostrado con toda su importancia las opiniones de Gerhard sobre los compuestos
orgánicos, Meyer expone su idea acerca de las relaciones numéricas entre estos pesos
atómicos, y pone de relieve los contactos entre estas relaciones en algunas series de
elementos que tienen analogía de comportamiento químico, y las existentes entre los
pesos moleculares de algunas series orgánicas. La ultima parte de la obra puede
considerarse como un precedente de la clasificación periódica que, independientemente
de Mendeléyev, aunque de modo más imperfecto, fue enunciada por el propio Meyer en
1869.

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