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RESUMEN
Este capítulo constituye una actualización de conocimiento del volcanismo Cenozoico de la Puna de la
Argentina. La Puna, ubicada en los Andes Centrales, constituye la región sur de la Zona Volcánica
Central y su actividad magmática está ligada a la subducción de las placas de Farallón-Nazca y
Antártica por debajo de la placa Sudamericana. El volcanismo en la Puna evoluciona en estrecha
relación con las variaciones de espesor en la corteza y manto litosférico según cambios en el ángulo
de subducción. El lineamiento Calama-Olacapato-El Toro divide a la Puna argentina en dos regiones:
al norte, la Puna Septentrional o Salto-Jujeña y al sur, la Puna Austral o Catamarqueña. Como parte de
esta actualización, se discutirán brevemente las manifestaciones del magmatismo Cenozoico en
ambos sectores de la Puna.
Palabras clave: volcanismo; subducción; Puna Septentrional; Puna Austral
ABSTRACT
Cenozoic volcanism in the Puna
This chapter is a knowledge revision of the Cenozoic volcanism in the Puna region. The Puna is
positioned in the southern region of the Central Volcanic Zone. Its magmatic activity is linked to the
subduction since the plate convergence between the Farallón-Nazca and Antarctic plates beneath the
South American plate. The Puna volcanism evolves in close connection with crustal and lithosphere
mantle thickness variations according to changes in the angle of subduction. The Puna plateau itself
is divided into the northern and southern Puna by the Calama-Olacapato-El Toro lineament. As part
of this update, we briefly discuss the manifestations of Cenozoic magmatism in both sectors of the
Puna.
Keywords: volcanism; northern Puna, southern Puna, subduction
INTRODUCCIÓN
Los Andes constituyen un cordón montañoso de orientación submeridional ubicado en el
margen occidental del continente Sudamericano y son el resultado de la subducción de la
placa de Nazca por debajo de la Placa Sudamericana. Este orógeno fue dividido en base a sus
características estructurales en Andes Septentrionales o Andes Colombianos-Venezolanos,
Andes Centrales o Peruanos-Chilenos y Andes del Sur o Patagónicos (Gansser 1973) (Fig. 1).
En forma coincidente a esta división de los Andes es posible separar segmentos de la placa
de Nazca con variaciones en la inclinación de la zona Wadatti-Benioff a lo largo del rumbo
(Jordan et al. 1983) (Fig. 1). El volcanismo Cenozoico en la Cordillera de los Andes es
producto de la subducción de las placas de Farallón-Nazca y Antártica por debajo de la placa
Sudamericana. Las variaciones en el ángulo de subducción a lo largo de los Andes
condiciona el desarrollo del arco volcánico activo, el cual se segmenta en cuatro zonas
separadas: Zona Volcánica Norte (ZVN), Zona volcánica Central (ZVC), Zona Volcánica Sur
(ZVS) y Zona Volcánica Austral (ZVA) (Fig. 1) (Stern 2004).
Uno de los rasgos topográficos más sobresalientes de los Andes Centrales es el
desarrollo de una altiplanicie denominada plateau de la Puna Argentina-Altiplano Peruano-
Boliviano o plateau Andino, el cual constituye uno de los mayores plateau en el mundo
superado solo por el Tíbet. A diferencia de este último, el plateau Andino se desarrolla en un
orógeno no colisional (Allmendinger et al. 1997). El crecimiento del plateau se debió
principalmente al acortamiento perpendicular al orógeno asociado a las fuerzas de borde de
placas durante la subducción. En el Oligoceno Superior (25 Ma) se registró un incremento en
la velocidad de convergencia de 5 a 10 cm/año, disminuyendo el ángulo de convergencia.
Durante el Mioceno, luego de una disminución de la velocidad, la misma se volvió a
incrementar, especialmente a los 12-10 Ma. Estas variaciones en la velocidad de
convergencia de las placas, han coincidido con fases de fuerte levantamiento y acortamiento,
(Pehuenche y Quechua) que a la vez han producido un importante engrosamiento cortical
(70-80 Km) que caracteriza toda la región (Isacks 1988; Allmendinger y Gubbels 1996;
Allmendinger et al. 1997; Yuan et al. 2002; Sobolev et al. 2006; McGlashan et al. 2008). El
engrosamiento cortical fue confirmado por numerosos trabajos geofísicos que muestran
espesores corticales de ~ 75 km por debajo del Altiplano boliviano y ~50-70 km por debajo
de la Puna argentina (Wigger et al. 1994; Yuan et al. 2000, 2002; Heit et al. 2007, 2013;
Bianchi et al. 2013; Calixto et al. 2013; Liang et al. 2014). Aunque Almendinger et al. (1997)
señala que el levantamiento de la Puna comenzó 5-10 Ma más tarde que en el Altiplano, el
levantamiento principal del plateau en su conjunto estuvo ligado a la fase diastrófica
Quechua (12 Ma) en el Mioceno Medio. Los acortamientos tectónicos calculados a partir de
secciones balanceadas sugieren que este mecanismo explica solo un 30 % del
engrosamiento cortical (Kley y Monaldi 1998). En este sentido fueron propuestos diferentes
modelos que combinan el acortamiento cortical con: i) adición magmática en la base de la
corteza (e.g. Lamb y Hoke 1997), ii) flujo cortical inferior desde áreas con exceso de
acortamiento a zonas con déficit (e.g. Kley y Monaldi 1998), y iii) elevación del plateau por
ajuste isostático asociado al adelgazamiento y delaminación de la litósfera (Kay y Kay 1993;
Kay et al. 1994; Whitman et al. 1996; Sobolev y Babeyko 2005; Hoke y Garzione 2008).
Existen otras propuestas que implican variaciones relacionadas con el clima y la tasa de
erosión/sedimentación (e.g. Horton 1999; Lamb y Davis 2003) o modelos donde la corteza
Jordan et al. 1983; Salfity 1985; Riller et al. 2001) (Fig. 4). A lo largo de estos
lineamientos se desarrolló un importante volcanismo el cual dio origen a las denominadas
cadenas volcánicas transversales (Viramonte et al. 1984; Salfity 1985; Viramonte y Petrinovic
1990; Riller et al. 2001; Trumbull et al. 2006; Acocella et al. 2011). El lineamiento Calama-
Olacapato-El Toro (COT) (Salfity 1985) divide a la Puna argentina en dos regiones: al norte la
Puna Septentrional o Salto-Jujeña y al sur la Puna Austral o Catamarqueña (Alonso et al.
1984) (Fig. 4). Algunos de los rasgos que permiten separarlas son la abundancia en la Puna
Austral de pequeños conos de escoria y flujos de composición básica, la gran densidad de
escarpas jóvenes y el fallamiento activo (e.g. Allmendinger et al. 1989).
Cuando se analiza la evolución geodinámica y magmática de este sector de los Andes, el
ciclo tectónico-magmático andino, desarrollado entre el Jurásico Temprano y el Presente, se
puede subdividir en tres etapas: 1) Jurásico Temprano tardío a Cretácico Temprano tardío; 2)
Cretácico Tardío a Eoceno Medio; y 3) Eoceno Tardío al Presente (Cornejo et al. 2003;
Charrier et al. 2007; Yrigoyen 1993). A partir de la fase diastrófica Peruana en el Jurásico
Figura 5. Mapa estructural esquemático del norte de Chile entre 21° y 27°S con la ubicación de las
zonas de falla de Atacama y Domeyko y de los yacimientos de tipo pórfido asociados a esta última.
Tomado de Charrier et al. (2009).
Inferior, se implanta un arco magmático cercano a la fosa representado por la Formación La
Negra de composición predominantemente toleítica y escaso grado de diferenciación. Con el
progreso del proceso de subducción se produce la extinción de este arco y la migración
hacia el Este del magmatismo, con la aparición, durante el Cretácico-Eoceno, de nuevos ejes
magmáticos de composición predominantemente calcoalcalina representada principalmente
por la Formación Augusta Victoria y Chile-Alemania (Mpodozis et al. 1995; Charrier et al.
2007). Simultáneamente, posiblemente debido a que el ángulo de inclinación de la zona de
Wadatti/Benioff era elevado, se produjo distensión en el antepaís, generándose un proceso
que dio origen al Rift de Salta (Grupo Salta en Argentina; Grupo Puca en Bolivia), con
magmatismo de pequeño volumen de composición alcalina (basanitas, tefrifonolitas,
mugearitas, etc) (Galliski y Viramonte 1988; Viramonte et al. 1999). Luego de la fase
diastrófica Incaica que clausura la etapa distensiva del Rift de Salta y produce su inversión
(Grier et al. 1991), en la zona del arco magmático, nuevamente se produce una migración de
mismo hacia el este. A partir del Eoceno-Oligoceno Inferior se instala el volcanismo asociado
a la Cordillera de Domeyco. Este magmatismo es de gran importancia metalogenética, ya
que al mismo se encuentran asociados numerosos depósitos de pórfidos de cobre tales
como Collahuasi-Ujina, El Abra, Chuquicamata, La Escondida, entre otros (Fig. 5; Charrier et
al. 2009). Finalmente, a partir del Oligoceno Superior-Mioceno, el magmatismo vuelve a
migrar hacia el Este, hasta ocupar el lugar del actual eje magmático activo.
Los datos compilados en este capítulo surgen de revisiones anteriores (Coira et al. 1993;
Kay et al. 1999; Coira y Caffe 1999; de Silva y Gosnold 2007; Caffe et al. 2008a; Coira et al.
2008 y Kay y Coira 2009; Guzmán et al. 2014a), además de la numerosa bibliografía
publicada en los últimos años por diversos autores. Como parte de esta actualización, se
discutirán a continuación las manifestaciones volcánicas cenozoicas de la Puna Septentrional
y Puna Austral.
PUNA SEPTENTRIONAL
Durante el Neógeno se registró un incremento en el volcanismo en la región de retroarco
de la Puna Norte (21-24ºLS). El volcanismo estuvo representado por calderas que emitieron
grandes volúmenes de ignimbritas durante el Mioceno Superior a Plioceno (Fig. 6; Kay et al.
2010; Salisbury et al. 2011) que se agrupan bajo la denominación de Complejo Volcánico
Altiplano-Puna (Fig. 3; APVC, Altiplano-Puna Volcanic Complex, de Silva 1989; de Silva y
Gosnold 2007). El APVC es una de las provincias ignimbríticas más grandes del mundo (11-
15 x 103 km3, Kay et al. 2010; Salisbury et al. 2011). El magmatismo fue concomitante con
el máximo de deformación compresiva y ascenso del plateau (Kay y Coria 2009). Junto con el
Figura 6. Mapa regional de la Puna Norte y distribución del magmatismo Neógeno.
Tomado de Caffe y Coira (1999).
Figura 7. Mapa que muestra las calderas más grandes y las unidades volcánicas de la zona sur del
Altiplano y la Puna Norte. También se encuentran las andesitas máficas del Cerro Morado (Coira et al.
1993, 1996; Cabrera y Caffe2009). Tomado de Kay et al. (2010).
Grande (6,8 Ma), Ignimbrita Potreros (6,6 Ma) e Ignimbrita Las Termas (6,45 Ma) con un
volumen total aproximado de 650 km3 ERD (Seggiaro y Aniel 1989; Seggiaro 1994). Estas
ignimbritas son dacíticas-riodacíticas con alto contenido de cristales, moderadamente
soldadas y con un contenido intermedio de material pumíceo. Seggiaro (1994) propone para
estos flujos un modelo con erupción de flujos piroclásticos de alta velocidad con columnas
con poco desarrollo vertical.
La Caldera Vilama (Coira et al. 1996; Fig. 7) constituye una de las mayores erupciones
explosivas ocurridas en la Tierra a la cual está asociada la Ignimbrita Vilama que se extiende
en el suelo boliviano. Este flujo piroclástico tiene un volumen aproximado de 1400 km3 ERD
y se emitió a los 8,4-8,5 Ma (Soler 2005; Soler et al. 2007). Por las características de la
unidad (alto contenido de cristales, baja concentración de pómez, grado de soldamiento e
induración moderado a alto) Soler et al. (2007) infieren que la subsidencia de la caldera
habría provocado y controlado de la erupción de un gran volumen magmático desde una
cámara de escala batolítica. La actividad de esta caldera culminó con la implantación de
domos lávicos post-colapso a los 7,5-8,3 Ma (Coira et al. 1996).
El Complejo caldérico Guacha (e.g. Barquero-Molino 2003; Silva y Gosnold 2007; Fig. 7)
tuvo dos etapas de colapso, una a los 6,6 Ma (Almendras y Baldellón 1996) y la segunda a
los 4,2 Ma (de Silva 1987). Dentro del segundo ciclo magmático definido por Kay y Coira
(2009), entre los 6 y 5,5 Ma, se emitieron tres unidades. Se depositaron flujos piroclásticos
de composición dacítica denominados Tobas Chajnantor a los 6,6 Ma y Toba Pampa
Guayaques (5,9 Ma; Almendras y Baldellón 1996). La Ignimbrita Guacha o Tara Inferior (5,6
Ma; Lindsay et al. 2001) tiene composición dacítica y un volumen aproximado de 1200 km3
ERD.
Además, Silva y Gosnold (2007) incorporan en este período magmático, a la Ignimbrita
Sifón (>1000 km3; 8,3 Ma) emitida por la caldera Kapina o Pastos Grandes y las ignimbritas
de la caldera Pastos Grandes (>1000 km3, 6,2 Ma).
5,6-3 Ma- Calderas de tamaño intermedio a gigante cerca de la región del arco
Durante el Mioceno Superior-Plioceno, las erupciones de ignimbritas se concentraron en
la región del arco y la actividad de retroarco se limitó a andesitas silícicas (Coira et al. 1993).
Durante el Plioceno el volcanismo ignimbrítico migró hacia el Oeste por el incremento en el
ángulo de subducción.
En este período continuó la actividad de la Caldera Guacha o Cerro Guacha (Fig. 7) con la
emisión de la Ignimbrita dacítica Puripicar (4,18- 4,14 Ma- aproximadamente 1500 km3
ERD; de Silva y Gosnold 2007; Barquero-Molino 2003) y la Ignimbrita Tara o Tara Superior
(3,8 -3,8 Ma, ~700 km3; Lindsay et al. 2001).
Dentro de las grandes erupciones que caracterizaron a la Puna Septentrional se incluyen
a las relacionadas con la caldera La Pacana (Gardeweg y Ramírez 1987; de Silva 1989;
Lindsay et al. 2001; de Silva y Gosnold 2007). Es una caldera resurgente que abarca una
superficie de 60 x 35 Km (Fig. 7). En este ciclo magmático la actividad se caracteriza por la
emisión de flujos piroclásticos: Ignimbrita Toconao e Ignimbrita Atana. La Ignimbrita
Toconao (4,5-4 Ma, ~100 km3 ERD) es de composición riolítica, con bajo contenido de
cristales y abundantes pómez vítreos. La Ignimbrita Atana (3,8-4,2 Ma; ~1600 km3 ERD) de
composición riodacítica que se compone por 4 unidades de flujo separadas por depósitos de
caída y/u oleadas piroclásticas (Gardeweg y Ramírez 1987). Es rica en cristales y
generalmente contiene fragmentos pumíceos con alto contenido de cristales. Lindsay et al.
(1998) determinaron las temperaturas de formación de pómez en 730-810ºC para la
ignimbrita Atana y 720°C para la Ignimbrita Toconao y una presión de 3-5 kbars (10-17
km).
Por último se incluyen a las volcanitas previas a la Ignimbrita Purico emitidas a los 4,1-
4,5 Ma que marcan el inicio de la actividad del Complejo Ignimbrítico Purico (Fig. 7; Kay et
al. 2010).
<3 Ma- Ignimbritas dacíticas y complejos de domos lávicos en la región del arco
Durante la última fase, la actividad migró hacia el oeste hasta concentrarse en la zona
del actual arco volcánico. Entre los registros de esta etapa se encuentran principalmente
depósitos de flujos piroclásticos y el emplazamiento de domos.
Dentro de este lapso de tiempo se produjo la fase final de la Caldera Guacha, la cual se
caracterizó por el emplazamiento de domos lávicos dacíticos (2,1 Ma) en las estructuras
anulares de colapso en la zona de frontera entre Chile, Argentina y Bolivia (e.g. Kay et al.
2010; Fig. 7). En este período queda enmarcada la actividad final de la Caldera La Pacana
con el emplazamiento de domos lávicos postcolapso entre 3,8 y 2 Ma (e.g. Kay et al. 2010).
A los 1,38-0,87 Ma se produjo la emisión de la Ignimbrita Purico (Fig. 7), principal
constituyente del Complejo Ignimbrítico Purico, con un volumen de 100 Km3 ERD y
condiciones preeruptivas de 780-800ºC a 4-8Km profundidad (de Silva 1989; Schmitt et al.
2001). La actividad de este complejo culminó con domos lávicos post- colapso (<0,5Ma).
Volcanismo máfico
Entre el Mioceno Superior y el Plioceno Inferior se implantaron centros volcánicos
máficos contemporáneos volcanismo silícico (Fig. 8), aunque solo algunos centros volcánicos
están datados (e.g., Cerro Tropapete, 7,2 Ma, Schwab y Lippolt 1974; Cerro Morado, 6,7 Ma,
Coira et al. 1996). Algunas de estas manifestaciones fueron estudiadas desde el punto de
vista petrográfico y geoquímico (e.g. Krallmann 1994; Coira y Kay 1993; Knox et al. 1989).
Sin embargo, solo estudios muy recientes se enfocaron en la investigación en detalle de la
historia eruptiva de estos centros (e.g., Cabrera y Caffe 2009; Maro y Caffe 2012; Presta y
Caffe 2014; Maro 2015; Maro y Caffe 2016).
El volcanismo máfico de la Puna Norte está caracterizado por conos de escoria y flujos
de lava aislados o agrupados, generados principalmente por un estilo eruptivo
estromboliano (Fig. 8; Maro 2015). Está representado por andesitas basálticas- andesitas
magnesianas y calcoalcalinas de alto K, mientras que los centros ubicados hacia el este
tienen composiciones shoshoníticas (e.g. Knox et al. 1989; Coira y Kay 1993; Maro 2015). A
partir del cálculo de geotermobarómetros Maro (2015) obtuvo temperaturas elevadas de
cristalización para las lavas máficas, indicando una alta velocidad de ascenso de los magmas
Figura 10. Figura esquemática mostrando la distribución espacial del volcanismo asociado los
lineamientos Archibarca-Galan y Cordillera de San Buenaventura. Los triángulos indican la
posición de los principales centros volcánicos mencionados en el texto. RA: volcán Ratones;
AC: volcán Archibarca; AF: volcán Antofalla; TB: volcán Tabenquicho; BE: volcán Beltran; CG:
Caldera Cerro Galán; LU: Caldera Luingo; CC: volcán Cerro Cóndor; IH: volcán Inca Huasi; LH:
Complejo volcánico La Hoyada; CB: Caldera del Cerro Blanco; VP: Complejo volcánico Vicuña
Pampa.
los volcanes Antofalla, Archibarca, Tabenquicho, Beltrán (Galliski et al. 1999, Fig.10) y que
fueron agrupados en la Formación Tebenquicho (Gonzalez 1983) o su equivalente Formación
Beltrán (Aceñolaza et al. 1976). En relación a este vulcanismo la región mejor estudiada es el
Complejo Volcánico Antofalla (Richards et al. 2006) en el extremo occidental del
lineamiento. En este sector el inicio del vulcanismo durante el ciclo Mioceno medio-superior
está caracterizado por la emisión de una serie de ignimbritas riolíticas a las cuales subyacen
a los complejos de estratotovolcanes andesíticos-dacíticos (Richards et al. 2006). Al finales
de este ciclo se emplazó inmediatamente al norte del lineamiento Archibarca-Galán el
estratovolcán Ratones (7 Ma, Vandervoort, 1993).
Por otro lado en extremo oriental del lineamiento Archibarca-Galán se emplaza el
Complejo Volcánico Pucarilla - Cerro Tipillas (~ 13,5 a 12 Ma). El mismo corresponde a una
caldera de colapso (Caldera Luingo, Fig.10) sin eventos de resurgencia, la cual tiene una
morfología elongada en sentido E-O y un diámetro de 19 x 13 km (Guzmán y Petrinovic
2010). El volumen mínimo calculado de los depósitos asociados a esta caldera es de 135
km3 DRE (Guzmán y Petrinovic 2010). El magmatismo se inició con un evento explosivo y
culminó con un evento efusivo (Guzmán y Petrinovic 2010). Las ignimbritas son de grado
medio a alto, intensamente soldadas y se presentan mayoritariamente desvitrificadas y su
composición predominante es dacítica de la serie calcoalcalina alta en K (Guzmán y
Petrinovic 2010; Guzmán et al. 2011).
Ciclo Plioceno-Holoceno
Durante este ciclo el arco volcánico orientado N-S se estabiliza en su posición actual
(Mpodozis et al. 1996) con el emplazamiento de numerosos estratovolcanes de
composiciones andesíticas a dacíticas, dando lugar a la Zona Volcánica Central. Algunos de
estos estratovolcanes están entre los volcanes activos más elevados del mundo (e.g. Ojo del
Salado 6.887 m.s.n.m, Inca Huasi 6638 m.s.n.m, Cóndor 6373 m.s.n.m, Llullaillaco 6.729
m.s.n.m, Socompa 6031 m.s.n.m) y en mucho casos se encuentran en el límite de su
estabilidad estructural. Por esta razón, a lo largo de la Zona Volcánica Central existen
numerosos ejemplos de grandes colapso parciales de estratovolcanes con generación de
voluminosas avalanchas de detritos como por ejemplo los volcanes Llullaillaco (Richards y
Villeneuve 2001) y Socompa (Kelfoun y Druitt 2005).
Durante este ciclo, en el retroarco (Puna Austral) ocurren cambios importantes respecto
al tipo de magmatismo y la tectónica regional con un pasaje desde un régimen puramente
compresivo a un régimen mixto caracterizado por una extensión subhorizontal N-S, NE-SO
(Allmendinger 1986; Allmendinger et al. 1989; Marrett y Emerman 1992; Mercier et al. 1992;
Cladouhos et al. 1994; Kay et al. 1994; Marrett et al. 1994; Allmendinger et al. 1997; Riller y
Oncken 2003; Baldwin 2005; Schoenbohm y Strecker 2009; Montero López et al. 2010a;
Santimano y Riller 2012; Zhou et al. 2013). Estas variaciones al igual que en ciclo anterior
son de carácter diacrónico y ocurren en diferentes momentos a lo largo de la Puna Austral.
En el sector Norte de la Puna Austral, a lo largo del lineamiento Calama-Olacapato-El
Toro, este ciclo está representado por el emplazamiento del volcán poligenético Tuzgle y por
el desarrollo de un volcanismo monogénico bimodal que incluye los volcanes máficos San
Jerónimo, Negro del Chorrillo y el centro volcánico Tocomar de composición riolítica (Fig.9).
La actividad en el volcán Tuzgle se inicia con el emplazamiento de una ignimbrita de
composición riodacítica (Ignimbrita Tuzgle, 0.65 ± 0.18 Ma, Schwab y Lippolt 1976) seguida
por el desarrollo de un complejo de domos de composición dacítica 0.3 ± 1.0 Ma, Aquater
1981). Luego de esta fase inicial, probablemente durante el Holoceno (de Silva y Francis
1991), comienza la construcción del edificio central el cuál actualmente ocupa un volumen
de ~ 0.5 km 3 (Coira y Kay 1993). La evolución del edificio central puede dividirse en tres
etapas principales donde fueron emitidos sucesivos flujos de lavas de composiciones
andesíticas basáltica- andesíticas con afinidades calcoalcalinas de alto potasio (Coira y Kay
1993; Norini et al. 2014). Al final de la primera de estas tres fases constructivas ocurrió un
colapso parcial del edificio de gran magnitud (Norini et al. 2014).
Los volcanes San Jerónimo y Negro del Chorrillo son conos de escoria a los cuales se le
asocian numerosos flujos de lavas en bloques y en menor medida de tipo aa de
composiciones traquiandesítica basáltica a traquiandesítica con afinidades calcoalcalinas de
alto potasio a shoshonítica (Deruelle 1991). Desde el punto de vista petrogenético se han
definido tres estadíos en el origen de las lavas basálticas-traquiandesíticas del volcán San
Gerónimo (Deruelle 1991): 1) fusión parcial de la peridotita con contenidos de mica, 2)
almacenamiento en niveles profundos de la corteza y posible asimilación de materiales
corticales profundos, y 3) contaminación en niveles superiores de la corteza por
incorporación de materiales félsicos sólidos. Desde el punto de vista vulcano-tectónico
ambos volcanes se relacionan con la actividad esporádica de estructuras transcurrentes
subverticales orientadas NO-SE que forman parte del sistema Calama-Olacapato-El Toro
(Petrinovic et al. 2006).
Los depósitos piroclásticos del Centro Volcánico Tocomar son de composición riolítica y
tienen edades de 1,15±0,3 Ma (Aquater 1981) a 0,55±0,1 Ma (Petrinovic et al. 1999).
Petrinovic y Colombo Piñol (2006) reconocen dos episodios eruptivos: el primero de
naturaleza freatomagmática (freatopliniana) con la generación de corrientes de densidad
piroclásticas densas, corrientes de densidad piroclásticas diluidas húmedas y depósitos de
caída; el segundo de naturaleza freática (Petrinovic et al. 2005) con la generación de
corrientes de densidad piroclásticas diluidas. El episodio freatomagmático fue disparado por
la presencia de una cámara magmática riolítica subsuperficial (Petrinovic et al. 2006) que
interactuó con un sistema geotermal antiguo.
Hacia el sur del lineamiento Calama-Olacapato-El Toro el volcanismo del retroarco
estuvo caracterizado por la erupción de las ignimbritas asociadas a la Caldera del Cerro
Galán (Sparks et al. 1985; Folkes et al. 2011; Kay et al. 2011) y por abundantes centros
volcánicos monogénicos máficos (Viramonte et al. 1984; Kay et al. 1994; Risse et al. 2008).
La caldera del Cerro Galán (Fig.10) es una caldera resurgente de grandes dimensiones
~30 x 20 km que generó una serie de ignimbrita dacítica rica en cristales con características
similares a las generadas en el Altiplano-Puna Volcanic Complex (APVC; de Silva 1989). El
sistema volcánico del Cerro Galán se caracteriza por ser un sistema de larga duración y
emitir grandes volúmenes de ignimbritas de similar composición (68-71% SiO2). Entre los
~5,6 y ~2,08 Ma se emplazaron 9 ignimbritas individuales, con un volumen total ~1200 km3
ERD. La erupción más reciente de ~2,1-2,08 Ma se produjo a partir de una caldera de tipo en
bisagra (trapdoor), cuyo colapso fue controlado por fallas regionales inversas orientadas N-S
(kay et al. 2011; Folkes et al. 2011a, b). Durante esta erupción de generó la Ignimbrita Cerro
Galán (ICG; Francis et al. 1983; Sparks et al. 1985, Lesti et al. 2011; Cas et al. 2011) el cuál
es el depósito de mayor volumen (~630 km3, ERD) asociado a la actual caldera del Cerro
Galán. Es una ignimbrita masiva, muy rica en cristales (35-50%) y pobre en pómez y líticos
con espesores que varían entre 20 m y 100 m (Cas et al. 2011).
El volcanismo máfico (andesítas basálticas) se presenta en forma de conos de escoria,
flujos de lavas, maares, anillos de tobas (tuff rings) y lavas dómicas, agrupados en pequeño
campos volcánicos distribuidos a lo largo de la Puna Austral (Fig.11). En general se trata de
estructuras simples de carácter monogenético aunque recientemente se ha puesto de
manifiesto cierta complejidad en la evolución de algunos centros volcánicos (Báez et al.
2016). La mayoría de estas estructuras volcánicas tienen edades menores a 3 Ma (Risse et al.
2008) y se asocian a fallas de rumbo y normales relacionadas con la tectónica extensional
que caracteriza la Puna Austral desde el Mioceno superior (Viramonte et al. 1984;
Allmendinger et al. 1989; Marrett y Emerman 1992; Montero López 2009; Zhou et al. 2013).
La erupción de estos magmas básicos (andesitas basálticas) junto con la actividad de la
Caldera del Cerro Galán son consideradas las evidencias superficiales más importantes que
soportan el modelo de delaminación litosférica propuesto para esta porción de los Andes
Centrales (Kay et al. 1994). Actualmente existen dos modelos para explicar la delaminación
litosférica por debajo de la Puna Austral utilizando las características geoquímicas de las
lavas máficas. El primer modelo sugiere que los magmas máficos fueron generados a partir
de un manto astenosférico relativamente homogéneo (peridotita) el cuál asciende
adiabáticamente y se funde al ocupar el espacio dejado por un gran bloque litosférico
delaminado (Kay et al. 1994; Risse et al. 2013). El segundo modelo propone que los magmas
máficos de la Puna Austral se generan por fusión parcial de pequeños y heterogéneos
fragmentos de la litósfera inferior (piroxenitas) los cuáles son delaminados en diferentes
momentos (Drew et al. 2009; Ducea et al. 2013; Murray et al. 2015).
El volcanismo bimodal de retroarco Plioceno-reciente descripto anteriormente también
está representado por numerosas ignimbritas y domos riolíticos de pequeño a mediano
volumen (<50 km3) (Seggiaro et al. 2000; Siebel et al. 2001; Schnurr et al. 2007, Fig.12). En
este sentido, Guzmán et al. (2012, 2014a) reconocen tres máximos en la generación de