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© 2016 AAGE – Asociación Argentina de Geólogos Economistas

El volcanismo cenozoico de la Puna


Emilce BUSTOS1, 2
Walter BÁEZ 1
Marcelo ARNOSIO 1
José Germán VIRAMONTE1
1INENCO (UNSa – CONICET), Salta, Argentina.
2
emilcebustos@gmail.com

RESUMEN
Este capítulo constituye una actualización de conocimiento del volcanismo Cenozoico de la Puna de la
Argentina. La Puna, ubicada en los Andes Centrales, constituye la región sur de la Zona Volcánica
Central y su actividad magmática está ligada a la subducción de las placas de Farallón-Nazca y
Antártica por debajo de la placa Sudamericana. El volcanismo en la Puna evoluciona en estrecha
relación con las variaciones de espesor en la corteza y manto litosférico según cambios en el ángulo
de subducción. El lineamiento Calama-Olacapato-El Toro divide a la Puna argentina en dos regiones:
al norte, la Puna Septentrional o Salto-Jujeña y al sur, la Puna Austral o Catamarqueña. Como parte de
esta actualización, se discutirán brevemente las manifestaciones del magmatismo Cenozoico en
ambos sectores de la Puna.
Palabras clave: volcanismo; subducción; Puna Septentrional; Puna Austral

ABSTRACT
Cenozoic volcanism in the Puna
This chapter is a knowledge revision of the Cenozoic volcanism in the Puna region. The Puna is
positioned in the southern region of the Central Volcanic Zone. Its magmatic activity is linked to the
subduction since the plate convergence between the Farallón-Nazca and Antarctic plates beneath the
South American plate. The Puna volcanism evolves in close connection with crustal and lithosphere
mantle thickness variations according to changes in the angle of subduction. The Puna plateau itself
is divided into the northern and southern Puna by the Calama-Olacapato-El Toro lineament. As part
of this update, we briefly discuss the manifestations of Cenozoic magmatism in both sectors of the
Puna.
Keywords: volcanism; northern Puna, southern Puna, subduction

INTRODUCCIÓN
Los Andes constituyen un cordón montañoso de orientación submeridional ubicado en el
margen occidental del continente Sudamericano y son el resultado de la subducción de la
placa de Nazca por debajo de la Placa Sudamericana. Este orógeno fue dividido en base a sus
características estructurales en Andes Septentrionales o Andes Colombianos-Venezolanos,
Andes Centrales o Peruanos-Chilenos y Andes del Sur o Patagónicos (Gansser 1973) (Fig. 1).
En forma coincidente a esta división de los Andes es posible separar segmentos de la placa
de Nazca con variaciones en la inclinación de la zona Wadatti-Benioff a lo largo del rumbo
(Jordan et al. 1983) (Fig. 1). El volcanismo Cenozoico en la Cordillera de los Andes es
producto de la subducción de las placas de Farallón-Nazca y Antártica por debajo de la placa
Sudamericana. Las variaciones en el ángulo de subducción a lo largo de los Andes
condiciona el desarrollo del arco volcánico activo, el cual se segmenta en cuatro zonas
separadas: Zona Volcánica Norte (ZVN), Zona volcánica Central (ZVC), Zona Volcánica Sur
(ZVS) y Zona Volcánica Austral (ZVA) (Fig. 1) (Stern 2004).
Uno de los rasgos topográficos más sobresalientes de los Andes Centrales es el
desarrollo de una altiplanicie denominada plateau de la Puna Argentina-Altiplano Peruano-
Boliviano o plateau Andino, el cual constituye uno de los mayores plateau en el mundo
superado solo por el Tíbet. A diferencia de este último, el plateau Andino se desarrolla en un
orógeno no colisional (Allmendinger et al. 1997). El crecimiento del plateau se debió
principalmente al acortamiento perpendicular al orógeno asociado a las fuerzas de borde de
placas durante la subducción. En el Oligoceno Superior (25 Ma) se registró un incremento en
la velocidad de convergencia de 5 a 10 cm/año, disminuyendo el ángulo de convergencia.
Durante el Mioceno, luego de una disminución de la velocidad, la misma se volvió a
incrementar, especialmente a los 12-10 Ma. Estas variaciones en la velocidad de
convergencia de las placas, han coincidido con fases de fuerte levantamiento y acortamiento,
(Pehuenche y Quechua) que a la vez han producido un importante engrosamiento cortical
(70-80 Km) que caracteriza toda la región (Isacks 1988; Allmendinger y Gubbels 1996;
Allmendinger et al. 1997; Yuan et al. 2002; Sobolev et al. 2006; McGlashan et al. 2008). El
engrosamiento cortical fue confirmado por numerosos trabajos geofísicos que muestran
espesores corticales de ~ 75 km por debajo del Altiplano boliviano y ~50-70 km por debajo
de la Puna argentina (Wigger et al. 1994; Yuan et al. 2000, 2002; Heit et al. 2007, 2013;
Bianchi et al. 2013; Calixto et al. 2013; Liang et al. 2014). Aunque Almendinger et al. (1997)
señala que el levantamiento de la Puna comenzó 5-10 Ma más tarde que en el Altiplano, el
levantamiento principal del plateau en su conjunto estuvo ligado a la fase diastrófica
Quechua (12 Ma) en el Mioceno Medio. Los acortamientos tectónicos calculados a partir de
secciones balanceadas sugieren que este mecanismo explica solo un 30 % del
engrosamiento cortical (Kley y Monaldi 1998). En este sentido fueron propuestos diferentes
modelos que combinan el acortamiento cortical con: i) adición magmática en la base de la
corteza (e.g. Lamb y Hoke 1997), ii) flujo cortical inferior desde áreas con exceso de
acortamiento a zonas con déficit (e.g. Kley y Monaldi 1998), y iii) elevación del plateau por
ajuste isostático asociado al adelgazamiento y delaminación de la litósfera (Kay y Kay 1993;
Kay et al. 1994; Whitman et al. 1996; Sobolev y Babeyko 2005; Hoke y Garzione 2008).
Existen otras propuestas que implican variaciones relacionadas con el clima y la tasa de
erosión/sedimentación (e.g. Horton 1999; Lamb y Davis 2003) o modelos donde la corteza

Figura 1. Contexto geotectónico regional de la Cordillera de Los Andes (modificado de Ramos y


Aleman 2000; Stern 2004). AS: Andes Septentrionales. AC: Andes Centrales. AS: Andes del Sur. SH:
segmentos de subducción subhorizontal. ZVN: Zona Volcánica Norte. ZVC: Zona Volcánica Central.
ZVS: Zona Volcánica Sur. ZVA: Zona Volcánica Austral.
Figura 2. Distribución espacial del arco magmático Mioceno-Holoceno y sus prolongaciones hacia
el retroarco siguiendo lineamientos transversales al rumbo andino orientados NO-SE (tomado de
Viramonte y Coira 1999).
superior está segmentada en dominios romboédricos confinados por sierras transpresivas
(Riller y Oncken 2003). En este último modelo el crecimiento vertical del plateau se debe al
acortamiento localizado y a la alta tasa de acumulación de sedimentos en cuencas
endorreicas, lo que aumenta el nivel de base local y por consiguiente la elevación de la
superficie del plateau (Coutand et al. 2001; Riller y Oncken 2003; Deeken et al. 2006).
El magmatismo Paleógeno-Neógeno y Cuaternario de los Andes Centrales (Fig. 2) es
coherente con una placa en subducción bajo el Altiplano Austral y la Puna, que aumentó su
ángulo a través del tiempo, flanqueada por segmentos al sur y norte progresivamente más
someros (e.g., Coira et al. 1993).
La composición geoquímica e isotópica de las andesitas emitidas antes y especialmente
después del engrosamiento principal de la corteza, demuestran la presencia de una
considerable asimilación cortical para aquellas de edad Miocena la que fue más acentuada
entre los 8 y 5 Ma (Trumbull et al. 2006). El principal proceso de contaminación sería por
mezcla con fundidos corticales. Este fenómeno estaría avalado por la información geofísica
existente (ReFuCA Project; Heit 2005; Heit et al. 2007) que evidencia la existencia de áreas
de fusión parcial en niveles medios de la corteza, debajo del Altiplano boliviano y del sector
norte de la Puna (Altiplano Puna Magmatic Body - APMB) (e.g., Yuan et al. 2000; Zandt et al.
2003; Bianchi et al. 2013). Trabajos recientes sugieren que por debajo del sector sur de la
Puna también existe una zona de fusión parcial en niveles medios de la corteza denominada
Southern Puna Magmatic Body (Bianchi et al. 2013; Heit et al. 2013; Calixto et al. 2013;
Liang et al. 2014; Mulcahy et al. 2014).
A partir del Oligoceno Superior- Mioceno Inferior, el magmatismo estuvo principalmente
localizado en la faja volcánica occidental, las cadenas volcánicas transversales y el retroarco
(Fig. 2; Viramonte et al. 1984; Coira et al. 1993; Viramonte y Petrinovic 1990; Chermicoff et
al. 2002; Richards et al. 2013; Kay et al. 1994; Riller et al. 2001). Esta actividad volcánica
generalizada especialmente durante el Mioceno Superior-Plioceno, produjo asimismo el
denominado APVC (Altiplano Puna Volcanic complex, de Silva 1989; Fig. 3), desde donde se
emitieron más de 35.000 Km3 de ignimbritas a partir de numerosas calderas que cubren
más de 85.000 Km2 de superficie (e.g., Seggiaro y Aniel 1989; Ort 1993; Seggiaro 1994; Ort
et al. 1996 ; Lindsay et al. 2001; Caffe et al. 2002; Soler 2005; de Silva et al. 2006 , Caffe et
al. 2007; Soler et al. 2007;Kay et al. 2010).
Dentro del territorio argentino el plateau Andino constituye la provincia geológica Puna
(Turner 1972), ocupando las regiones occidentales de las provincias de Jujuy, Salta y
Catamarca. Esta provincia geológica se caracteriza por ser una altiplanicie con un nivel de
base aproximado de 3700 m s.n.m. y limita al este con la Cordillera Oriental, al sur con la
Sierras Pampeanas y Sistema de Famatina, y al oeste con el arco magmático activo (Fig. 4).
Figura 3. Ubicación de las Ignimbritas que componen el Complejo Volcánico Puna Altiplano CVPA
(Altiplano Puna Volcanic Complex, APVC). Modificado de Lindsay et al. (2001).

Estructuralmente la Puna se caracteriza por la presencia de grandes corrimientos de


rumbo N-S que elevan cordones montañosos que delimitan cuencas endorreicas (basin-
and-range morphology) las cuales fueron rellenadas por sedimentos continentales terciarios
y cuaternarios con desarrollo de grandes salares en su interior. Otro rasgo estructural
importante que caracteriza a la Puna es la presencia de lineamientos regionales de
orientación NO-SE que representan sistemas de fallas de rumbo (Allmendinger et al. 1983;
Figura 4. Modelo de elevación digital regional mostrando la ubicación de la Puna respecto a las
provincias geológicas circundantes. COT: lineamiento Calama-Olacapato-El Toro; LC: lineamiento
Lipez-Coranzuli; AG: lineamiento Archibarca-Galán; CFN: lineamiento Cordillera de San Buenaventura;
NVZ: Zona volcánica norte; CVZ: Zona volcánica central; SVZ: Zona volcánica sur; AVZ: Zona volcánica
austral (tomado de Norini et al. 2013).

Jordan et al. 1983; Salfity 1985; Riller et al. 2001) (Fig. 4). A lo largo de estos
lineamientos se desarrolló un importante volcanismo el cual dio origen a las denominadas
cadenas volcánicas transversales (Viramonte et al. 1984; Salfity 1985; Viramonte y Petrinovic
1990; Riller et al. 2001; Trumbull et al. 2006; Acocella et al. 2011). El lineamiento Calama-
Olacapato-El Toro (COT) (Salfity 1985) divide a la Puna argentina en dos regiones: al norte la
Puna Septentrional o Salto-Jujeña y al sur la Puna Austral o Catamarqueña (Alonso et al.
1984) (Fig. 4). Algunos de los rasgos que permiten separarlas son la abundancia en la Puna
Austral de pequeños conos de escoria y flujos de composición básica, la gran densidad de
escarpas jóvenes y el fallamiento activo (e.g. Allmendinger et al. 1989).
Cuando se analiza la evolución geodinámica y magmática de este sector de los Andes, el
ciclo tectónico-magmático andino, desarrollado entre el Jurásico Temprano y el Presente, se
puede subdividir en tres etapas: 1) Jurásico Temprano tardío a Cretácico Temprano tardío; 2)
Cretácico Tardío a Eoceno Medio; y 3) Eoceno Tardío al Presente (Cornejo et al. 2003;
Charrier et al. 2007; Yrigoyen 1993). A partir de la fase diastrófica Peruana en el Jurásico

Figura 5. Mapa estructural esquemático del norte de Chile entre 21° y 27°S con la ubicación de las
zonas de falla de Atacama y Domeyko y de los yacimientos de tipo pórfido asociados a esta última.
Tomado de Charrier et al. (2009).
Inferior, se implanta un arco magmático cercano a la fosa representado por la Formación La
Negra de composición predominantemente toleítica y escaso grado de diferenciación. Con el
progreso del proceso de subducción se produce la extinción de este arco y la migración
hacia el Este del magmatismo, con la aparición, durante el Cretácico-Eoceno, de nuevos ejes
magmáticos de composición predominantemente calcoalcalina representada principalmente
por la Formación Augusta Victoria y Chile-Alemania (Mpodozis et al. 1995; Charrier et al.
2007). Simultáneamente, posiblemente debido a que el ángulo de inclinación de la zona de
Wadatti/Benioff era elevado, se produjo distensión en el antepaís, generándose un proceso
que dio origen al Rift de Salta (Grupo Salta en Argentina; Grupo Puca en Bolivia), con
magmatismo de pequeño volumen de composición alcalina (basanitas, tefrifonolitas,
mugearitas, etc) (Galliski y Viramonte 1988; Viramonte et al. 1999). Luego de la fase
diastrófica Incaica que clausura la etapa distensiva del Rift de Salta y produce su inversión
(Grier et al. 1991), en la zona del arco magmático, nuevamente se produce una migración de
mismo hacia el este. A partir del Eoceno-Oligoceno Inferior se instala el volcanismo asociado
a la Cordillera de Domeyco. Este magmatismo es de gran importancia metalogenética, ya
que al mismo se encuentran asociados numerosos depósitos de pórfidos de cobre tales
como Collahuasi-Ujina, El Abra, Chuquicamata, La Escondida, entre otros (Fig. 5; Charrier et
al. 2009). Finalmente, a partir del Oligoceno Superior-Mioceno, el magmatismo vuelve a
migrar hacia el Este, hasta ocupar el lugar del actual eje magmático activo.
Los datos compilados en este capítulo surgen de revisiones anteriores (Coira et al. 1993;
Kay et al. 1999; Coira y Caffe 1999; de Silva y Gosnold 2007; Caffe et al. 2008a; Coira et al.
2008 y Kay y Coira 2009; Guzmán et al. 2014a), además de la numerosa bibliografía
publicada en los últimos años por diversos autores. Como parte de esta actualización, se
discutirán a continuación las manifestaciones volcánicas cenozoicas de la Puna Septentrional
y Puna Austral.

PUNA SEPTENTRIONAL
Durante el Neógeno se registró un incremento en el volcanismo en la región de retroarco
de la Puna Norte (21-24ºLS). El volcanismo estuvo representado por calderas que emitieron
grandes volúmenes de ignimbritas durante el Mioceno Superior a Plioceno (Fig. 6; Kay et al.
2010; Salisbury et al. 2011) que se agrupan bajo la denominación de Complejo Volcánico
Altiplano-Puna (Fig. 3; APVC, Altiplano-Puna Volcanic Complex, de Silva 1989; de Silva y
Gosnold 2007). El APVC es una de las provincias ignimbríticas más grandes del mundo (11-
15 x 103 km3, Kay et al. 2010; Salisbury et al. 2011). El magmatismo fue concomitante con
el máximo de deformación compresiva y ascenso del plateau (Kay y Coria 2009). Junto con el
Figura 6. Mapa regional de la Puna Norte y distribución del magmatismo Neógeno.
Tomado de Caffe y Coira (1999).

desarrollo del APVC se registró volcanismo máfico (lavas basálticas a shoshoníticas y


andesítas basálticas de alto K), aunque estas manifestaciones no son tan importantes como
en la Puna Austral (e.g., Davidson y de Silva 1995; Hoke y Lamb 2007; Maro y Caffe 2016).
En general, las ignimbritas de la Puna Septentrional se caracterizan por el alto contenido
de cristales, bajo a moderado contenido de pómez y de líticos; los depósitos son masivos y
no tienen asociados depósitos de caída plinianos (e.g., Coira et. al. 2008). Coira et al. (2008)
señalan que estas características indicarían erupciones de baja explosividad, con columnas
de baja altura y de colapso continuo. Las columnas habrían estado controladas por la forma
de vaciamiento de la cámara magmática, resultando en altas tasas de emisión de material
y/o conductos numerosos y grandes. Estas afirmaciones, junto con el emplazamiento rápido
de los flujos piroclásticos, indicarían que las erupciones caldéricas habrían sido gatilladas
por el hundimiento del techo de voluminosas cámaras magmáticas planares (Lindsay et al.
2001; Jellinek y De Paolo 2003; de Silva et al. 2006; Soler et al. 2007). Kay y Coira (2009)
infieren que los grandes volúmenes de ignimbritas son fundidos híbridos cortical y
mantélico que se forman cuando fundidos derivados del manto entran y funden a la corteza
a medida que la cuña astenosférica se espesa por encima una zona de subducción
empinada.
El volcanismo en la Puna se relaciona con las variaciones de espesor en la corteza y
manto litosférico según cambios en el ángulo de subducción de la placa de Nazca y la
consecuente subducción de la dorsal de Juan Fernández (Coira et al. 1993; Kay et al. 1999;
Kay y Coira 2009). En la Puna Septentrional se registró el fenómeno de delaminación cortical
durante el Mioceno (Kay y Coira 2009), evidenciado por la heterogeneidad en la profundidad
del Moho (McGlashan et al. 2008), junto con variaciones en el espesor de la corteza y el
carácter variable del manto (Schnurr et al. 2007; Heit et al. 2008). A partir de datos sísmicos
se interpreta la presencia de un bloque correspondiente a una porción delaminada de
litósfera (Schurr et al. 2006; Heit et al. 2008). La erupción de grandes volúmenes de magmas
silíceos en esta región se relaciona según Kay y Coira (2009) con un aumento en el
empinamiento de la placa subductada y una mayor dimensión del bloque delaminado.
Numerosas contribuciones como Coira et al. (1993), Kay et al. (1999), Coira y Caffe
(1999); de Silva y Gosnold (2007); Caffe et al. (2008a); Coira et al. (2008) y Kay y Coira
(2009) abordan la historia magmática para el Neógeno de la Puna Septentrional.
El magmatismo en la Puna Norte comenzó a fines del Oligoceno (Coira et al. 1993) de
acuerdo a cuatro etapas que ocurrieron luego de que los ciclos compresivos de la zona
alcanzaran la máxima expresión (Allmendinger et al. 1997; Trumbull et al. 2006). Los 4
estadíos magmáticos para la Puna Norte son (e.g., Kay y Coira 2009): 1) 17-10 Ma,
emplazamiento de pequeños centros volcánicos; 2) 9-5,5 Ma, calderas de tamaño
intermedio a gigante de arco y retroarco; 3) 5,6-3 Ma, calderas de tamaño intermedio a
gigante cerca de la región del arco y 4) <3 Ma, ignimbritas dacíticas y complejos de domos
lávicos en la región del arco. Las erupciones más importantes en la Puna Norte comenzaron
a aproximadamente a los 10 Ma con ignimbritas de volumen intermedio en el retroarco.
Hacia los 8,4-6,4 Ma se generaron las grandes erupciones en el retroarco que caracterizan a
esta zona y más tarde a los 5-3,8 Ma la actividad migró hacia posiciones cercanas al arco
(e.g., Kay et al. 2010).
Previamente a los ciclos magmáticos mencionados se registró una etapa de magmatismo
de menor importancia entre el Oligoceno Superior-Mioceno inferior, cuyos registros
corresponden a lavas y/o rocas piroclásticas de composición química intermedia y están
vinculados a rocas clásticas. El Complejo volcánico Pirurayo (Soler 1996; Soler y Coira 2002),
formado por depósitos de flujo de bloques y ceniza, lahares y lavas de composición química
intermedia (andesítico-dacítica) de 28-20 Ma de edad (Méndez et al. 1979; Linares y
González 1990) constituye la primera expresión. Dentro de los conglomerados de la
Formación Cabrería se encuentran ignimbritas dacíticas y rocas volcaniclásticas retrabajadas
del Mioceno inferior (17,4 Ma; Coira et al. 2004). Las ignimbritas son masivas, poco
soldadas, contienen elevado contenido de pómez y fragmentos líticos (volcánicos y de
basamento). En este mismo tiempo se desarrollaron complejos dómicos (Caffe 1999): Casa
Colorada, Minuyoc y El Morro descriptos por Caffe (1999). El Complejo Casa Colorada (17,3
Ma; Coira et al. 2004) se compone de tres unidades: unidad tobácea basal, brecha volcánica
rojiza y lavas dómicas dacíticas. La edad del Complejo Minuyoc es desconocida, sin embargo
Caffe (1999) lo posiciona en el ciclo volcánico más antiguo de la Puna Norte por su
similaridad geoquímica con otras unidades de la misma etapa. Dentro de este lapso
temporal también se incluye a la Andesita El Morro por la afinidad geoquímica Oligoceno
superior- Mioceno inferior (Caffe et al. 2002).
A continuación se describen los productos magmáticos según los lapsos temporales
propuestos en Kay y Coira (2009).

17-10 Ma- Emplazamiento de pequeños centros volcánicos


El magmatismo Neógeno comenzó con el emplazamiento de pequeños stocks, domos e
ignimbritas en el retroarco desde los 17 a los 11 Ma (Caffe et al. 2002). A los 10 Ma se
produjo una etapa temprana de emisión de flujos piroclásticos cuyos centros de emisión
permanecen en general cubiertos por el volcanismo más joven.
En la Cuenca San Juan de Oro se registran ignimbritas dacíticas datadas en 15,7-14,9 Ma
(Coira et al. 2004) intercaladas en la Formación Tiomayo. También se identificaron depósitos
de caída, y material retrabajado de <15 Ma. Hacia el techo de la Formación Tiomayo Coira et
al. (2004) dató una toba en ca. 12 Ma. Estos depósitos constituyen la expresión distal de la
actividad explosiva que ocurrió en ese momento al norte de los 22ºLS.
Durante el Mioceno medio se desarrollaron complejos de domos dacíticos de pequeñas
dimensiones generalmente asociados a depósitos de metales base con metales preciosos
(e.g., Cunningham et al. 1991; Caffe y Coira 1999). Se incluyen los complejos Pan de Azúcar
(12 Ma, Coira 1979), Cerro Redondo (12,54 Ma, Claudohos et al. 1994) y Chinchillas (13 Ma,
Linares y González 1990) agrupados bajo la denominación de Complejos volcánicos dómicos
de la Laguna de Pozuelos (Coira et al. 2004). El Complejo volcánico dómico Pan de Azúcar
contiene varios focos eruptivos y las evidencias sísmicas y magnetométricas sugieren la
presencia de cuerpos ígneos soterrados (Caffe 2002). El Complejo volcánico del Cerro
Redondo constituye una estructura dómica erodada dacítica fuertemente afectada por
alteración hidrotermal (Caffe 2005)
Para la misma época también se destaca un conjunto de complejos magmáticos lávicos
y/o intrusivos caracterizados por la ausencia de facies piroclásticas, con alteración
hidrotermal asociada y mineralización cuprífera y de metales base (Mir 1975). Entre éstos se
destacan el complejo Aguiliri de composición dacítica (12,7 Ma; Caffe et al. 2002); el
complejo Huayra Huasi-Turi Tari compuesto por dacitas a riolitas (11,8 Ma; Schwab y Lippolt
1974); el intrusivo de Punta del Viento constituido por cuerpos lacoliticos de edad mínima
del Mioceno medio (por relación estratigráfica); Jama (12,4 Ma; Medina 2003); Poquis (12,9
Ma, Marinovic 1979). El Volcán compuesto Nevado Torona-San Pedro (10-11 Ma, Coira et al.
2004) es un aparato compuesto resultante de la actividad continua de varios conductores
emisores.
Se desarrolló también el Complejo Volcánico Pairique (Coira 1990; Seggiaro et al. 1995;
Caffe et al. 2007, 2008b; Kay et al. 2010) (Fig. 7) cuya estratigrafía está conformada por la
ignimbrita Arco Jara (11,3 Ma; 2 km3 ERD, equivalente roca densa); lavas Cerro Lucho (10,6
Ma) y el depósito de bloques y ceniza denominado Pairique Chico (10,4 Ma).
Dentro de la emisión de flujos piroclásticos se encuentra la Ignimbrita Lagunillas, de
10,25 Ma (Caffe et al. 2008a) con un volumen estimado de 9-12 km3 ERD. Otra unidad de
este grupo es la Ignimbrita Orosmayo, de 10,3 Ma (Caffe y Coira 2002) compuesta por flujos
ignimbríticos de composición dacítica. Para este lapso temporal se encuentran además la
ignimbrita Pampa Barreno (10-10,5 Ma) y la Ignimbrita Cusi Cusi (>10 Ma) relacionada a la
Caldera Panizos (Ort 1993). Otros flujos piroclásticos corresponden a la Ignimbrita Cerro
Colorado, de composición dacítica y 9,5-9,8 Ma (Soler et al. 2007; Caffe et al. 2008b) y
Ignimbrita Granada 9,7-9,8 Ma con un volumen estimado es de 120 km3 (Caffe et al.
2008b). Las ignimbritas Artola y Mucar de 9,4–10,6 Ma de edad presentan un volumen de
100 km3 ERD y no se conocen sus estructuras emisoras (de Silva 1987, 1989; Schmitt 1999).

9-5,5 Ma- Calderas de tamaño intermedio a gigante de arco y retroarco


Dentro de este período se registró el climax de erupción de grandes ignimbritas en el
retroarco con el desarrollo de calderas de grandes dimensiones.
La Caldera Panizos o Cerro Panizos (Coira et al. 1987; Ort 1993; Ort et al. 1996) emitió
depósitos de flujos piroclásticos de composición dacítica (Fig. 7). La primera unidad emitida
fue la Ignimbrita Ciénago a los 7,9 Ma. A los 6,7 Ma esta caldera tuvo su etapa explosiva
principal cuando emitió a la Ignimbrita Cerro Panizos (~650 km3 ERD). Este flujo piroclástico
se caracteriza por el pobre contenido en material fino y la abundancia de cristales,
moderado contenido de material pumíceo, escasos líticos e intermedio - elevado grado de
soldamiento. A los 6,1 Ma continuó la actividad con flujos lávicos de composición dacítica
dentro de la caldera, seguido de la intrusión de domos dacíticos.
La actividad de la Caldera Coranzulí o Complejo Caldérico Coranzulí (Fig. 7; Gorustovich
et al. 1989; Seggiaro y Aniel 1989; Seggiaro 1994; Seggiaro et al. 1987; Heidorn 2002;
Seggiaro et al. 2014) se inició con el Complejo Volcánico Rachaite (7,2-8,4 Ma), un
estratovolcán de volumen pequeño y luego la actividad continuó con la emisión de flujos
piroclásticos. Seggiaro et al. (1987) identificaron tres unidades principales: Ignimbrita Abra

Figura 7. Mapa que muestra las calderas más grandes y las unidades volcánicas de la zona sur del
Altiplano y la Puna Norte. También se encuentran las andesitas máficas del Cerro Morado (Coira et al.
1993, 1996; Cabrera y Caffe2009). Tomado de Kay et al. (2010).
Grande (6,8 Ma), Ignimbrita Potreros (6,6 Ma) e Ignimbrita Las Termas (6,45 Ma) con un
volumen total aproximado de 650 km3 ERD (Seggiaro y Aniel 1989; Seggiaro 1994). Estas
ignimbritas son dacíticas-riodacíticas con alto contenido de cristales, moderadamente
soldadas y con un contenido intermedio de material pumíceo. Seggiaro (1994) propone para
estos flujos un modelo con erupción de flujos piroclásticos de alta velocidad con columnas
con poco desarrollo vertical.
La Caldera Vilama (Coira et al. 1996; Fig. 7) constituye una de las mayores erupciones
explosivas ocurridas en la Tierra a la cual está asociada la Ignimbrita Vilama que se extiende
en el suelo boliviano. Este flujo piroclástico tiene un volumen aproximado de 1400 km3 ERD
y se emitió a los 8,4-8,5 Ma (Soler 2005; Soler et al. 2007). Por las características de la
unidad (alto contenido de cristales, baja concentración de pómez, grado de soldamiento e
induración moderado a alto) Soler et al. (2007) infieren que la subsidencia de la caldera
habría provocado y controlado de la erupción de un gran volumen magmático desde una
cámara de escala batolítica. La actividad de esta caldera culminó con la implantación de
domos lávicos post-colapso a los 7,5-8,3 Ma (Coira et al. 1996).
El Complejo caldérico Guacha (e.g. Barquero-Molino 2003; Silva y Gosnold 2007; Fig. 7)
tuvo dos etapas de colapso, una a los 6,6 Ma (Almendras y Baldellón 1996) y la segunda a
los 4,2 Ma (de Silva 1987). Dentro del segundo ciclo magmático definido por Kay y Coira
(2009), entre los 6 y 5,5 Ma, se emitieron tres unidades. Se depositaron flujos piroclásticos
de composición dacítica denominados Tobas Chajnantor a los 6,6 Ma y Toba Pampa
Guayaques (5,9 Ma; Almendras y Baldellón 1996). La Ignimbrita Guacha o Tara Inferior (5,6
Ma; Lindsay et al. 2001) tiene composición dacítica y un volumen aproximado de 1200 km3
ERD.
Además, Silva y Gosnold (2007) incorporan en este período magmático, a la Ignimbrita
Sifón (>1000 km3; 8,3 Ma) emitida por la caldera Kapina o Pastos Grandes y las ignimbritas
de la caldera Pastos Grandes (>1000 km3, 6,2 Ma).

5,6-3 Ma- Calderas de tamaño intermedio a gigante cerca de la región del arco
Durante el Mioceno Superior-Plioceno, las erupciones de ignimbritas se concentraron en
la región del arco y la actividad de retroarco se limitó a andesitas silícicas (Coira et al. 1993).
Durante el Plioceno el volcanismo ignimbrítico migró hacia el Oeste por el incremento en el
ángulo de subducción.
En este período continuó la actividad de la Caldera Guacha o Cerro Guacha (Fig. 7) con la
emisión de la Ignimbrita dacítica Puripicar (4,18- 4,14 Ma- aproximadamente 1500 km3
ERD; de Silva y Gosnold 2007; Barquero-Molino 2003) y la Ignimbrita Tara o Tara Superior
(3,8 -3,8 Ma, ~700 km3; Lindsay et al. 2001).
Dentro de las grandes erupciones que caracterizaron a la Puna Septentrional se incluyen
a las relacionadas con la caldera La Pacana (Gardeweg y Ramírez 1987; de Silva 1989;
Lindsay et al. 2001; de Silva y Gosnold 2007). Es una caldera resurgente que abarca una
superficie de 60 x 35 Km (Fig. 7). En este ciclo magmático la actividad se caracteriza por la
emisión de flujos piroclásticos: Ignimbrita Toconao e Ignimbrita Atana. La Ignimbrita
Toconao (4,5-4 Ma, ~100 km3 ERD) es de composición riolítica, con bajo contenido de
cristales y abundantes pómez vítreos. La Ignimbrita Atana (3,8-4,2 Ma; ~1600 km3 ERD) de
composición riodacítica que se compone por 4 unidades de flujo separadas por depósitos de
caída y/u oleadas piroclásticas (Gardeweg y Ramírez 1987). Es rica en cristales y
generalmente contiene fragmentos pumíceos con alto contenido de cristales. Lindsay et al.
(1998) determinaron las temperaturas de formación de pómez en 730-810ºC para la
ignimbrita Atana y 720°C para la Ignimbrita Toconao y una presión de 3-5 kbars (10-17
km).
Por último se incluyen a las volcanitas previas a la Ignimbrita Purico emitidas a los 4,1-
4,5 Ma que marcan el inicio de la actividad del Complejo Ignimbrítico Purico (Fig. 7; Kay et
al. 2010).

<3 Ma- Ignimbritas dacíticas y complejos de domos lávicos en la región del arco
Durante la última fase, la actividad migró hacia el oeste hasta concentrarse en la zona
del actual arco volcánico. Entre los registros de esta etapa se encuentran principalmente
depósitos de flujos piroclásticos y el emplazamiento de domos.
Dentro de este lapso de tiempo se produjo la fase final de la Caldera Guacha, la cual se
caracterizó por el emplazamiento de domos lávicos dacíticos (2,1 Ma) en las estructuras
anulares de colapso en la zona de frontera entre Chile, Argentina y Bolivia (e.g. Kay et al.
2010; Fig. 7). En este período queda enmarcada la actividad final de la Caldera La Pacana
con el emplazamiento de domos lávicos postcolapso entre 3,8 y 2 Ma (e.g. Kay et al. 2010).
A los 1,38-0,87 Ma se produjo la emisión de la Ignimbrita Purico (Fig. 7), principal
constituyente del Complejo Ignimbrítico Purico, con un volumen de 100 Km3 ERD y
condiciones preeruptivas de 780-800ºC a 4-8Km profundidad (de Silva 1989; Schmitt et al.
2001). La actividad de este complejo culminó con domos lávicos post- colapso (<0,5Ma).

Volcanismo máfico
Entre el Mioceno Superior y el Plioceno Inferior se implantaron centros volcánicos
máficos contemporáneos volcanismo silícico (Fig. 8), aunque solo algunos centros volcánicos
están datados (e.g., Cerro Tropapete, 7,2 Ma, Schwab y Lippolt 1974; Cerro Morado, 6,7 Ma,
Coira et al. 1996). Algunas de estas manifestaciones fueron estudiadas desde el punto de
vista petrográfico y geoquímico (e.g. Krallmann 1994; Coira y Kay 1993; Knox et al. 1989).
Sin embargo, solo estudios muy recientes se enfocaron en la investigación en detalle de la
historia eruptiva de estos centros (e.g., Cabrera y Caffe 2009; Maro y Caffe 2012; Presta y
Caffe 2014; Maro 2015; Maro y Caffe 2016).
El volcanismo máfico de la Puna Norte está caracterizado por conos de escoria y flujos
de lava aislados o agrupados, generados principalmente por un estilo eruptivo
estromboliano (Fig. 8; Maro 2015). Está representado por andesitas basálticas- andesitas
magnesianas y calcoalcalinas de alto K, mientras que los centros ubicados hacia el este
tienen composiciones shoshoníticas (e.g. Knox et al. 1989; Coira y Kay 1993; Maro 2015). A
partir del cálculo de geotermobarómetros Maro (2015) obtuvo temperaturas elevadas de
cristalización para las lavas máficas, indicando una alta velocidad de ascenso de los magmas

Figura 8. Ubicación de los centros monogenéticos, campos máficos y aloramientos de lavas


máficas en la Puna Norte. 1: Salar de Cauchari-Mina Porvenir; 2: Cerro Tropapete; 3: Cerro Negro de
Olaroz; 4 y 5: Cerros Negros de Jama; 6: quebrada del río El Toro; 7: Campo Negro; 8: Rachaite; 9:
Cerro Barro Negro; 10: Patahuasi; 11: Cerro Bitiche; 12: Cerro Morado; 13: Mina Pabellón.
Tomado de Maro (2015).

y las presiones calculadas indican el inicio de la cristalización en la corteza inferior a media,


concluyendo que la evolución de los magmas más primitivos estuvo influenciada
significativamente por la asimilación selectiva de componentes corticales durante su ascenso
rápido y turbulento.
PUNA AUSTRAL
Dentro del ámbito de la Puna Austral los ejemplos de magmatismo paleógeno son muy
escasos, sobresaliendo particularmente el Complejo Volcánico Santa Inés (Zappettini et al.
1997) ubicado en el borde occidental del Salar de Arizaro. El mismo está formado por
ignimbritas y cuerpos subvolcánicos con importantes zonas de alteración hidrotermal. El
Complejo Volcánico Santa Inés tiene asociado los depósitos de pórfidos (Cu-Mo-Au) de
Taca-Taca Bajo y Taca-Taca Alto.
Luego de este periodo (Paleógeno) caracterizado por un limitado magmatismo,
posiblemente debido a la subducción subhorizontal de la placa de Nazca (Reutter 2001), en
el sector de la Puna Austral se desarrolló desde el Neógeno hasta la actualidad un arco
magmático con una orientación general N-S (Fig. 2 y 4). A su vez, se desarrollaron
prolongaciones del magmatismo hacia el retroarco con centros volcánicos alineados NO-SE y
en menor medida NE-SO (Fig. 2 y 4), los cuales se denominan cadenas volcánicas
transversales (Viramonte et al. 1984) y que coinciden con lineamientos tectónicos regionales
de igual rumbo. Esta asociación espacial indica un importante control estructural en el
desarrollo del volcanismo de retroarco (e.g., Viramonte y Petrinovic 1990; Petrinovic et al.
1999; Riller et al. 2001, Chernicoff et al. 2002; Richards y Villeneuve 2002). Por otro lado,
trabajos recientes ponen de manifiesto el importante rol de los corrimientos N-S en el
control del emplazamiento de estratovolcanes y calderas en la región del retroarco (Norini et
al. 2013). Las variaciones geoquímicas y espaciales en los productos volcánicos durante el
Neógeno han sido explicadas por variaciones en el ángulo de subducción y tasas de
convergencia de la placa de Nazca (Coira et al. 1993; Kay y Coira 2009) y/o por la ocurrencia
del proceso de delaminación litosférica (e.g. Kay y Kay 1993; Kay et al. 1994, Guzmán et al.
2014a). A continuación se describe la evolución magmática neógena de la Puna Austral
separa en tres ciclos principales.

Ciclo Oligoceno superior - Mioceno inferior:


El volcanismo se concentró principalmente en el actual territorio chileno con el
desarrollo del arco magmático de Maricunga (Mpodozis et al. 1995), representado por
importantes volúmenes de ignimbritas riodacíticas y complejos de domos, y vulcanismo
máfico inmediatamente al este del arco. En la región noroccidental de la Puna Austral este
ciclo está representado por el Complejo Volcano-Sedimentario Quebrada del Agua y por el
Complejo Volcánico Cori (Zappettini y Blasco 2001). El Complejo Volcano-Sedimentario
Quebrada del Agua (23-15 Ma) está formado por ignimbritas y depósitos de caída de
composición dacítica a riodacítica así como abundantes conglomerados y areniscas
formados principalmente por material volcánico (Zappettini y Blasco 2001). El tope de la
secuencia se caracteriza por la presencia de coladas lávicas de composición andesítica
(Zappettini y Blasco 2001). El Complejo Volcánico Cori (~ 24 Ma) constituye un centro
volcánico erosionado con un diámetro de ~20 km donde afloran cuerpos intrusivos pórfiro
tonalíticos y coladas de lavas andesíticas. Al sur del Complejo Volcánico Cori se emplazan
una serie de cuerpos intrusivos de composición diorítica-cuarzo monzonítica (16,75 ± 0,12
Ma; Dow y Hitzman 2002) con mineralizaciones de Au-Cu que constituyen el proyecto
minero Linderos.
En extremo nororiental de la Puna Austral los afloramientos del Mioceno Inferior son
restringidos y están representados por el granito del Nevado del Acay (18,9 Ma; Petrinovic et
al. 1999), el pórfido Pancho Arias y el plutón Las Burras de 14,4 ± 0,3 Ma (Hong et al. 2002)
(Fig. 9).
También se incluyen dentro de este ciclo numerosos cuerpos subvolcánicos de
composición riolíticodacítica con desarrollo de alteración hidrotermal y concentraciones de
mineral de interés económico que integran la Formación Inca Viejo (González 1984; Suzaño
et al. 2015). Estos cuerpos subvolcánicos están alineados según un rumbo N-S a lo largo del
borde oriental de la Puna Austral (borde oriental de los salares Centenario y Ratones) y
tienen una edad Oligoceno superior - Mioceno inferior.

Ciclo Mioceno medio - Mioceno superior


Durante este periodo ocurre una expansión del volcanismo hacia el retroarco,
representado por el emplazamiento de grandes estratovolcanes y mantos ignimbríticos
asociados a calderas mientras que en la región del arco de Maricunga el volcanismo se
reduce notablemente. La distribución espacial de estos complejos volcánicos siguiendo
lineamientos NO-SE y NE-SO configuró las denominadas Cadenas Volcánicas Transversales
(Viramonte et al. 1984).Como se verá en los párrafos siguientes esta expansión del
vulcanismo hacia el retroarco fue de carácter diacrónico a lo largo de la Puna Austral.

El lineamiento Calama-Olacapato-El Toro


Los afloramientos del Mioceno Medio se concentran en la zona oriental del lineamiento
Calama-Olacapato- El Toro, hasta los 66º 30’ aproximadamente (Fig.9). En este período se
desarrolló la actividad explosiva asociada a la Caldera Cerro Aguas Calientes (Fig.9). Este
centro volcánico es una caldera de colapso tectónicamente controlada y de carácter
poligenético, a la cual se asocian dos episodios eruptivos principales ocurridos a los 17,5 Ma
y 10,3 Ma respectivamente (Petrinovic 1999; Petrinovic et al. 2010). Como resultado de estos
episodios eruptivos principales se generaron dos ignimbritas de composición dacítica y ricas
en cristales con un volumen total aproximado de 490 km3: las Ignimbrita Verde e Ignimbrita
Tajamar (Petrinovic et al. 2010). Entre los 12-11 Ma se emplazó el volcán Chimpa (Arnosio
2002, 2010, Fig.9) el cuál comprende un ciclo explosivo que emitió ignimbritas y depósitos
de flujos de bloques y ceniza de composición andesítica, y un ciclo efusivo, representado
por lavas andesíticas y andesíticas basálticas. También durante el Mioceno medio se
emplazaron los domos dacíticos Concordia-El Morro-Rupasca-Organullo (11,4-12 Ma;
Petrinovic et al. 1999) y sus depósitos piroclásticos asociados (ignimbritas y depósitos de
flujos de bloques y ceniza) (Fig.9).
Desde los 10 hasta los 5 Ma se incrementó la distribución espacial del volcanismo en el
lineamiento COT. En la zona occidental del lineamiento se emplazó el Complejo Volcánico

Figura 9. Mapa geológico de la zona central del lineamiento Calama-Olacapato-El Toro


mostrando el volcanismo Cenozoico asociado al mismo (Tomado de Norini et al. 2013). TU:
Tul Tul; ME: Del Medio; PO: Pocitos; CB: Cerro Bola; AZ: El Azufre; Q: Quevar; PU: Pucara; RU:
Rupasca; AC: Aguas Calientes; OR: Organullo; NCH: Negro del Chorrillo; SJ: San Geronimo; TO:
Tocomar; TZ: Tuzgle; CON: Concordia; RA: Ramada; EM: ElMorro; NM: Negra Muerta; NAC:
Nevado de Acay; CH: Chimpa; RUM: Rumio; PA: Pancho Arias; LB: Las Burras; DA: Diego de
Almagro; OC: Olacapato; SRP: Santa Rosa de los Pastos Grandes; SAC: San Antonio de los
Cobres; SRT: Santa Rosa de Tastil; EM: El Moreno.
Rincón de aproximadamente 10 Ma (Ramírez y Gardeweg 1982). Este complejo volcánico
comprende tres estratovolcanes principales alineados NE-SO, cada uno de los cuales está
formado por flujos de lavas andesíticos-dacíticos y en menor proporción por material
piroclástico. En los estadios finales de su evolución se emplazaron una serie de domos
dacíticos periféricos (Matteini et al. 2002). Posteriormente, entre los 8 Ma y los 5 Ma, se
emplazaron en la zona occidental del lineamiento COT (al este del Complejo Volcánico
Rincón) el complejo volcánico Tul Tul - Del medio- Pocitos (Matteini et al. 2002) y el
complejo volcánico Quevar (Willson et al. 2000) (Fig.9). El complejo volcánico Tul Tul - Del
medio- Pocitos está constituido por tres estratovolcanes andesíticos-dacíticos alineados
NO-SE a lo largo de una faja de 35 km (Matteini et al. 2002). El volcán Tul Tul se ubica en
extremo NO del complejo y está formado por flujos de lavas emitidos de un conducto emisor
central (Matteini et al. 2002). El volcán Del Medio se caracteriza por la presencia de un
caldera de colapso de 3,5 km de diámetro en su sector cumbral (Matteini et al. 2002). El
volcán Pocitos se ubica en el extremo SE del complejo y presenta una compleja evolución
con numerosos episodios constructivos y destructivos (Matteini et al. 2002). El Complejo
volcánico Quevar representa un estratovolcán compuesto con una serie de conductos
emisores orientados N-S desde los cuales se emitieron gran cantidad de coladas lávicas de
composición andesíticas-dacíticas (Goddard et al. 1999). En flanco occidental del complejo
volcánico se emplazan una serie de coladas dómicas riolíticas devitrificadas e hidratadas que
forman importantes yacimientos de perlita (Goddard et al. 1999). Hacia el NE del Complejo
volcánico Quevar, en el flanco oriental de la Sierra de San Antonio, se emplazó el Centro
Volcánico Ramadas (Fig.9) de composición riolítica (6,8 Ma) al cuál se asocian dos fases
eruptivas principales. La primera representada por los depósitos proximales y distales
asociados a una erupción pliniana de gran magnitud (36 km3 DRE) (Viramonte et al. 1994;
Tait et al. 2009). Esta fase fue seguida por una actividad efusiva-explosiva
(freatomagmática) que dio lugar a la formación de un anillo de tobas (Viramonte et al. 1994;
Tait et al. 2009).
Hacia el extremo oriental del lineamiento COT y entre los 9 y los 7 Ma se emplaza la
caldera Negra Muerta (Riller et al. 2001; Petrinovic et al. 2005; Ramelow et al. 2006, Fig.9).
Al igual que la Caldera Cerro Aguas Calientes se trata de una caldera de colapso (12 x7 km)
tectónicamente controlada y de carácter poligenético, la cual se formó durante dos ciclos
eruptivos principales (Petrinovic et al. 2005). El primer ciclo (9 Ma) fue de carácter explosivo
y está representado por un depósito ignimbrítico soldado con textura eutaxítica y
composición andesítica-dacítica (Petrinovic et al. 2005). El segundo ciclo comienza con la
erupción de una serie de ignimbritas riolíticas (7,6 Ma) seguida de una actividad efusiva (7,3
Ma) representada por coladas lávicas y domos de composiciones andesíticas a riodacíticas
(Petrinovic et al. 2005).
El lineamiento Archibarca-Galán
A lo largo del lineamiento Archibarca-Galán se emplazaron durante el Mioceno medio-
superior una serie de estratovolcanes de composiciones andesíticas a dacíticas que incluyen

Figura 10. Figura esquemática mostrando la distribución espacial del volcanismo asociado los
lineamientos Archibarca-Galan y Cordillera de San Buenaventura. Los triángulos indican la
posición de los principales centros volcánicos mencionados en el texto. RA: volcán Ratones;
AC: volcán Archibarca; AF: volcán Antofalla; TB: volcán Tabenquicho; BE: volcán Beltran; CG:
Caldera Cerro Galán; LU: Caldera Luingo; CC: volcán Cerro Cóndor; IH: volcán Inca Huasi; LH:
Complejo volcánico La Hoyada; CB: Caldera del Cerro Blanco; VP: Complejo volcánico Vicuña
Pampa.
los volcanes Antofalla, Archibarca, Tabenquicho, Beltrán (Galliski et al. 1999, Fig.10) y que
fueron agrupados en la Formación Tebenquicho (Gonzalez 1983) o su equivalente Formación
Beltrán (Aceñolaza et al. 1976). En relación a este vulcanismo la región mejor estudiada es el
Complejo Volcánico Antofalla (Richards et al. 2006) en el extremo occidental del
lineamiento. En este sector el inicio del vulcanismo durante el ciclo Mioceno medio-superior
está caracterizado por la emisión de una serie de ignimbritas riolíticas a las cuales subyacen
a los complejos de estratotovolcanes andesíticos-dacíticos (Richards et al. 2006). Al finales
de este ciclo se emplazó inmediatamente al norte del lineamiento Archibarca-Galán el
estratovolcán Ratones (7 Ma, Vandervoort, 1993).
Por otro lado en extremo oriental del lineamiento Archibarca-Galán se emplaza el
Complejo Volcánico Pucarilla - Cerro Tipillas (~ 13,5 a 12 Ma). El mismo corresponde a una
caldera de colapso (Caldera Luingo, Fig.10) sin eventos de resurgencia, la cual tiene una
morfología elongada en sentido E-O y un diámetro de 19 x 13 km (Guzmán y Petrinovic
2010). El volumen mínimo calculado de los depósitos asociados a esta caldera es de 135
km3 DRE (Guzmán y Petrinovic 2010). El magmatismo se inició con un evento explosivo y
culminó con un evento efusivo (Guzmán y Petrinovic 2010). Las ignimbritas son de grado
medio a alto, intensamente soldadas y se presentan mayoritariamente desvitrificadas y su
composición predominante es dacítica de la serie calcoalcalina alta en K (Guzmán y
Petrinovic 2010; Guzmán et al. 2011).

La Cordillera de San Buenaventura


A diferencia del sector norte de la Puna Austral en su extremo sur la expansión del
volcanismo hacia el retroarco durante el Mioceno medio-superior ocurrió a lo largo de un
lineamiento regional orientado NE-SO dando lugar a la Cordillera de San Buenaventura (Fig.4
y 10). El vulcanismo más antiguo a lo largo de este lineamiento se ubica en el extremo
oriental del mismo y está representado por el Complejo Volcánico Vicuña Pampa de edad
Mioceno medio (~ 12 Ma, Guzmán et al. 2014b, Fig.10). Si bien originalmente se lo
interpretó como una caldera de colapso (Rossello 1980; Viramonte y Petrinovic 1999) el
mismo constituye un volcán compuesto de pendientes suaves afectado por una intensa
erosión y/o por el colapso parcial del mismo (Guzmán et al. 2014b). Está constituido por
depósitos piroclásticos y lavas de composiciones dominantemente andesíticas a basálticas
(Guzmán et al. 2014b). Hacia el este del Complejo Volcánico Vicuña Pampa se emplazó
durante este ciclo el Complejo Volcánico La Hoyada (Seggiaro et al. 2000; Montero López et
al. 2010a,b; Bustos 2015, Bustos et al. 2015, 2016, (Fig.10 y 12). El mismo está formado por
la superposición de una serie de estratovolcanes y complejos de domos de composiciones
andesíticas-dacíticas. La estratigrafía interna del complejo puede dividirse en dos fases
principales separados por una importante discordancia angular y depósitos epiclásticos
(Bustos 2015, Bustos et al. 2015, 2016). El primero (7 - <4.63 Ma) de ellos representado por
edificios volcánicos erosionados y deformados donde no es posible identificar la morfología
de los edificios volcánicos originales. El segundo ciclo (4.63 -1.38 Ma) con un grado de
deformación y alteración hidrotermal mucho menor y donde si es posible reconstruir la
morfología de las estructuras volcánicas originales. Cada uno de estos edificios evolucionó
en sucesivas fases constructivas representadas por depósitos piroclásticos y lavas, y fases
destructivas representadas por depósitos de avalanchas de detritos. Este esquema
estratigráfico puede ser extendido al extremo occidental de la Cordillera de San
Buenaventura donde los restos erosionados de estratovolcanes emplazados durante el
Mioceno superior-Plioceno inferior son cubiertos por estratovolcanes y complejos de domos
bien preservados emplazados durante el Pleistoceno inferior (Seggiaro et al. 2000). Al igual
que en la región de Antofalla previo al desarrollo del Complejo Volcánico la Hoyada, entre
los 9 Ma y los 7Ma, se emplazaron una serie de ignimbritas riolíticas y en menor medida
dacíticas de afinidad calcoalcalina (Montero López et al. 2011, 2015).
Como se desprende de la descripción anterior, el emplazamiento de estratovolcanes y
complejos de domos de composiciones andesíticas-dacíticas a lo largo de la Cordillera de
San Buenaventura ocurrió incluso durante el Pleistoceno mostrando el carácter diacrónico del
desarrollo de las cadenas volcánicas transversales a lo largo de la Puna Austral.

Ciclo Plioceno-Holoceno
Durante este ciclo el arco volcánico orientado N-S se estabiliza en su posición actual
(Mpodozis et al. 1996) con el emplazamiento de numerosos estratovolcanes de
composiciones andesíticas a dacíticas, dando lugar a la Zona Volcánica Central. Algunos de
estos estratovolcanes están entre los volcanes activos más elevados del mundo (e.g. Ojo del
Salado 6.887 m.s.n.m, Inca Huasi 6638 m.s.n.m, Cóndor 6373 m.s.n.m, Llullaillaco 6.729
m.s.n.m, Socompa 6031 m.s.n.m) y en mucho casos se encuentran en el límite de su
estabilidad estructural. Por esta razón, a lo largo de la Zona Volcánica Central existen
numerosos ejemplos de grandes colapso parciales de estratovolcanes con generación de
voluminosas avalanchas de detritos como por ejemplo los volcanes Llullaillaco (Richards y
Villeneuve 2001) y Socompa (Kelfoun y Druitt 2005).
Durante este ciclo, en el retroarco (Puna Austral) ocurren cambios importantes respecto
al tipo de magmatismo y la tectónica regional con un pasaje desde un régimen puramente
compresivo a un régimen mixto caracterizado por una extensión subhorizontal N-S, NE-SO
(Allmendinger 1986; Allmendinger et al. 1989; Marrett y Emerman 1992; Mercier et al. 1992;
Cladouhos et al. 1994; Kay et al. 1994; Marrett et al. 1994; Allmendinger et al. 1997; Riller y
Oncken 2003; Baldwin 2005; Schoenbohm y Strecker 2009; Montero López et al. 2010a;
Santimano y Riller 2012; Zhou et al. 2013). Estas variaciones al igual que en ciclo anterior
son de carácter diacrónico y ocurren en diferentes momentos a lo largo de la Puna Austral.
En el sector Norte de la Puna Austral, a lo largo del lineamiento Calama-Olacapato-El
Toro, este ciclo está representado por el emplazamiento del volcán poligenético Tuzgle y por
el desarrollo de un volcanismo monogénico bimodal que incluye los volcanes máficos San
Jerónimo, Negro del Chorrillo y el centro volcánico Tocomar de composición riolítica (Fig.9).
La actividad en el volcán Tuzgle se inicia con el emplazamiento de una ignimbrita de
composición riodacítica (Ignimbrita Tuzgle, 0.65 ± 0.18 Ma, Schwab y Lippolt 1976) seguida
por el desarrollo de un complejo de domos de composición dacítica 0.3 ± 1.0 Ma, Aquater
1981). Luego de esta fase inicial, probablemente durante el Holoceno (de Silva y Francis
1991), comienza la construcción del edificio central el cuál actualmente ocupa un volumen
de ~ 0.5 km 3 (Coira y Kay 1993). La evolución del edificio central puede dividirse en tres
etapas principales donde fueron emitidos sucesivos flujos de lavas de composiciones
andesíticas basáltica- andesíticas con afinidades calcoalcalinas de alto potasio (Coira y Kay
1993; Norini et al. 2014). Al final de la primera de estas tres fases constructivas ocurrió un
colapso parcial del edificio de gran magnitud (Norini et al. 2014).
Los volcanes San Jerónimo y Negro del Chorrillo son conos de escoria a los cuales se le
asocian numerosos flujos de lavas en bloques y en menor medida de tipo aa de
composiciones traquiandesítica basáltica a traquiandesítica con afinidades calcoalcalinas de
alto potasio a shoshonítica (Deruelle 1991). Desde el punto de vista petrogenético se han
definido tres estadíos en el origen de las lavas basálticas-traquiandesíticas del volcán San
Gerónimo (Deruelle 1991): 1) fusión parcial de la peridotita con contenidos de mica, 2)
almacenamiento en niveles profundos de la corteza y posible asimilación de materiales
corticales profundos, y 3) contaminación en niveles superiores de la corteza por
incorporación de materiales félsicos sólidos. Desde el punto de vista vulcano-tectónico
ambos volcanes se relacionan con la actividad esporádica de estructuras transcurrentes
subverticales orientadas NO-SE que forman parte del sistema Calama-Olacapato-El Toro
(Petrinovic et al. 2006).
Los depósitos piroclásticos del Centro Volcánico Tocomar son de composición riolítica y
tienen edades de 1,15±0,3 Ma (Aquater 1981) a 0,55±0,1 Ma (Petrinovic et al. 1999).
Petrinovic y Colombo Piñol (2006) reconocen dos episodios eruptivos: el primero de
naturaleza freatomagmática (freatopliniana) con la generación de corrientes de densidad
piroclásticas densas, corrientes de densidad piroclásticas diluidas húmedas y depósitos de
caída; el segundo de naturaleza freática (Petrinovic et al. 2005) con la generación de
corrientes de densidad piroclásticas diluidas. El episodio freatomagmático fue disparado por
la presencia de una cámara magmática riolítica subsuperficial (Petrinovic et al. 2006) que
interactuó con un sistema geotermal antiguo.
Hacia el sur del lineamiento Calama-Olacapato-El Toro el volcanismo del retroarco
estuvo caracterizado por la erupción de las ignimbritas asociadas a la Caldera del Cerro
Galán (Sparks et al. 1985; Folkes et al. 2011; Kay et al. 2011) y por abundantes centros
volcánicos monogénicos máficos (Viramonte et al. 1984; Kay et al. 1994; Risse et al. 2008).
La caldera del Cerro Galán (Fig.10) es una caldera resurgente de grandes dimensiones
~30 x 20 km que generó una serie de ignimbrita dacítica rica en cristales con características
similares a las generadas en el Altiplano-Puna Volcanic Complex (APVC; de Silva 1989). El
sistema volcánico del Cerro Galán se caracteriza por ser un sistema de larga duración y
emitir grandes volúmenes de ignimbritas de similar composición (68-71% SiO2). Entre los
~5,6 y ~2,08 Ma se emplazaron 9 ignimbritas individuales, con un volumen total ~1200 km3
ERD. La erupción más reciente de ~2,1-2,08 Ma se produjo a partir de una caldera de tipo en
bisagra (trapdoor), cuyo colapso fue controlado por fallas regionales inversas orientadas N-S
(kay et al. 2011; Folkes et al. 2011a, b). Durante esta erupción de generó la Ignimbrita Cerro
Galán (ICG; Francis et al. 1983; Sparks et al. 1985, Lesti et al. 2011; Cas et al. 2011) el cuál
es el depósito de mayor volumen (~630 km3, ERD) asociado a la actual caldera del Cerro
Galán. Es una ignimbrita masiva, muy rica en cristales (35-50%) y pobre en pómez y líticos
con espesores que varían entre 20 m y 100 m (Cas et al. 2011).
El volcanismo máfico (andesítas basálticas) se presenta en forma de conos de escoria,
flujos de lavas, maares, anillos de tobas (tuff rings) y lavas dómicas, agrupados en pequeño
campos volcánicos distribuidos a lo largo de la Puna Austral (Fig.11). En general se trata de
estructuras simples de carácter monogenético aunque recientemente se ha puesto de
manifiesto cierta complejidad en la evolución de algunos centros volcánicos (Báez et al.
2016). La mayoría de estas estructuras volcánicas tienen edades menores a 3 Ma (Risse et al.
2008) y se asocian a fallas de rumbo y normales relacionadas con la tectónica extensional
que caracteriza la Puna Austral desde el Mioceno superior (Viramonte et al. 1984;
Allmendinger et al. 1989; Marrett y Emerman 1992; Montero López 2009; Zhou et al. 2013).
La erupción de estos magmas básicos (andesitas basálticas) junto con la actividad de la
Caldera del Cerro Galán son consideradas las evidencias superficiales más importantes que
soportan el modelo de delaminación litosférica propuesto para esta porción de los Andes
Centrales (Kay et al. 1994). Actualmente existen dos modelos para explicar la delaminación
litosférica por debajo de la Puna Austral utilizando las características geoquímicas de las
lavas máficas. El primer modelo sugiere que los magmas máficos fueron generados a partir
de un manto astenosférico relativamente homogéneo (peridotita) el cuál asciende
adiabáticamente y se funde al ocupar el espacio dejado por un gran bloque litosférico
delaminado (Kay et al. 1994; Risse et al. 2013). El segundo modelo propone que los magmas
máficos de la Puna Austral se generan por fusión parcial de pequeños y heterogéneos
fragmentos de la litósfera inferior (piroxenitas) los cuáles son delaminados en diferentes
momentos (Drew et al. 2009; Ducea et al. 2013; Murray et al. 2015).
El volcanismo bimodal de retroarco Plioceno-reciente descripto anteriormente también
está representado por numerosas ignimbritas y domos riolíticos de pequeño a mediano
volumen (<50 km3) (Seggiaro et al. 2000; Siebel et al. 2001; Schnurr et al. 2007, Fig.12). En
este sentido, Guzmán et al. (2012, 2014a) reconocen tres máximos en la generación de

Figura 11. Distribución espacial de las diferentes tipologías de estructuras volcánicas


asociadas al volcanismo monogénico de composición básica de la Puna Austral. Puntos azules:
conos de escoria; puntos rojos: domos y coladas de lavas fisurales; puntos verdes: estructuras
volcánicas freatomagmáticas. Tomado de Filipovich (2015).
Figura 12. Mapa geológico de la zona oriental de la Cordillera de San Buenaventura.
Tomado de Báez et al. (2015).
ignimbritas durante el Neógeno siendo el más importante el desarrollado a partir de los 5,3
Ma y responsable de generar las ignimbritas que ocupan un 50 % del área de la Puna Austral
cubierta por depósitos piroclásticos neógenos. La mayoría de las ignimbritas de la porción
sur de la ZVC se caracterizan por ser de pequeño a mediano volumen (<50 km3, ERD), tener
composición riolítica y ser pobres en cristales. La excepción son las ignimbritas asociadas a
las calderas Galán y Luingo, las cuales son ignimbritas dacíticas, ricas en cristales y de gran
volumen (>100 km3, ERD), características similares a las de las ignimbritas del APVC
(Guzmán y Petrinovic 2010; Cas et al. 2011). Las ignimbritas riolíticas de la porción sur de la
ZVC están asociadas a calderas de pequeñas dimensiones o a estratovolcanes, aunque
muchas de ellas no han sido asociadas a ningún centro emisor en particular. En general, a
diferencia de la ignimbritas tipo APVC que se generan durante erupciones con escaso
desarrollo de columnas eruptivas (boiling over), para estas ignimbritas se proponen estilos
eruptivos más variados que incluyen el desarrollo y colapso de columnas eruptivas de tipo
Plinianas. La génesis de los magmas riolíticos pobres en cristales de la Puna Austral ha sido
interpretada como producto de la diferenciación por cristalización fraccionada de magmas
andesíticos con porcentajes variables de asimilación cortical (Siebel et al. 2001; Schnurr et
al. 2007). Uno de los centros volcánicos ácidos de pequeño a mediano volumen que
caracterizan a la Puna Austral es el Complejo Volcánico Cerro Blanco (Fig.12).
El mismo se localiza en la Cordillera de San Buenaventura y fue definido como un
sistema de calderas anidadas con depósitos piroclásticos y domos asociados (Seggiaro et al.
2000; Viramonte et al. 2004, 2005; Arnosio et al. 2005). Todos los productos son de
composición riolítica/riodacítica y tienen una edad Pleistoceno medio-Holoceno (Viramonte
et al. 2008; Arnosio et al. 2008; Montero López et al. 2010c). El Complejo Volcánico Cerro
Blanco tuvo al menos dos grandes erupciones (Índice de explosividad volcánica ≥ 6) en los
últimos 100,000 años (Báez et al. 2015). En particular la erupción que generó la Caldera del
Cerro Blanco (~4200 AP) representa uno de los eventos volcánicos holocenos de mayor
magnitud para los Andes Centrales (Fernandez Turiel et al. 2015; Báez et al. 2015). Durante
la fase de mayor energía de la erupción se generaron corrientes de densidad piroclasticas
que se movilizaron radialmente alcanzando 35 km desde la caldera (15 km3 volumen
mínimo de depósitos ignimbríticos; Báez et al. 2015). También se generaron una enorme
cantidad de depósitos de caída que cubrieron gran parte del Noroeste argentino (~110 km3
de depósitos de caída, Fernández Turiel et al. 2015).
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