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Omar Yasir
En todos los rincones del planeta, está activa la presencia imperialista, cocinando
conspiraciones y adelantando intervenciones políticas, económicas y militares. Ahora
se destacan dos grandes conflictos, donde la OTAN compromete otras docenas de
países subordinados, para atacar a Rusia y Siria.
EEUU cuenta entre 700 a 1.000 bases militares (de acuerdo a diferentes fuentes), en
más de 130 países, y más de 6.000 bases en su propio territorio; además es el mayor
fabricante de todo tipo de armas y posee un enorme arsenal de armas atómicas y es
el único que las ha utilizado. La abismal desproporción militar que tiene el
imperialismo norteamericano frente a los demás países de alto desarrollo industrial,
ha llevado a que nadie se atreva a disputarle su hegemonía, por eso a Europa y Japón
le resulta más funcional y rentable ser el aliado subordinado, que el enemigo. Por
eso, ahora no se dan guerras inter-imperialistas, sino que la triada imperialista se alía
para atacar a los países periféricos, utilizando la OTAN.
Para Pakistán, Sudán, Irak, Libia, Siria y Rusia se plantea la fragmentación. A Siria
plantean dividirla en 4 estados (Sunita, Chiita-Alawita, Kurdo y Druso). Esto fue lo
que hicieron en los Balcanes, despedazando a Yugoslavia, Checoslovaquia y Albania,
generando las repúblicas Checa, Eslovenia, Eslovaquia, Serbia, Bosnia-Herzegovina,
Croacia, Montenegro, Macedonia, Kosovo y Albania. Así aplican la vieja sentencia de:
“divide y reinarás”.
A comienzos del 2011, cerca de 20 países árabes fueron sacudidos por una serie de
manifestaciones populares que llamaron la “primavera árabe”, que llevaron en
algunos países a derrocar viejas dictaduras como la de Egipto y Túnez y en la mayoría
de los otros países se dieron algunos cambios políticos a sus regímenes monárquicos.
El imperialismo aprovechó esas revueltas sociales, en los países que le son adversos,
para fomentar guerras civiles, armando grupos radicales y trayendo mercenarios
extranjeros. En Libia desde comienzos del 2011 y en Siria desde mediados del 2011.
Cuando el presidente Gaddafi respondió a los ataques militares de los mercenarios,
se hizo el escándalo periodístico que el gobierno estaba masacrando al pueblo y se
aprueba una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que autoriza la
invasión militar, arrasando con todo el país, hasta alcanzar el asesinato de Gaddafi el
20 de octubre de 2011, dejando a Libia en la ruina económica y en el caos político.
El califato islámico
Al Qaeda crea el Estado Islámico de Irak (EII) en 2003, supuestamente para combatir
la invasión extranjera, pero también realizan acciones terroristas contra los chiitas
(grupos islamistas pro iraníes). El EII es uno de los grupos mercenarios que van a
combatir en Libia contra Gaddafi. Luego, con el apoyo financiero de Arabia Saudita y
Qatar y con la dotación de todo tipo de armamento de la OTAN, lo vuelven en la
principal fuerza de mercenarios contra el gobierno de Bashar Al Assad, que salen de
Irak invadiendo el oriente de Siria y cubren toda la frontera norte con Turquía. Ahí
pasa a llamarse el Emirato Islámico de Irak y Levante –EIIL, o DAESH en árabe, o ISIS
en inglés-.
Como las zonas controladas por EIIL son el productivo valle del río Tigris y varios
campos petroleros de Siria, adquieren una fortuna de varios miles de millones de
dólares, dotan una fuerza de más de 50.000 combatientes y en junio de 2014 se
declaran como un nuevo Califato.
La OTAN: ¿Contra el EIIL o contra Siria?