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De la protección, al desamparo.

La literatura en el noroeste argentino

Raquel Guzmán

Un punto de partida

Estudiar la literatura del noroeste argentino requiere, antes que nada, precisar
esos términos que estamos poniendo en relación. Por un lado estamos
hablando de literatura, una producción discursiva que tiene en la narración, la
poesía y el teatro sus especificaciones más claras, pero no podemos omitir la
presencia de otras manifestaciones, como el relato oral, la copla, la canción
popular que –si bien no nos detendremos en ellas- resulta claro que pertenecen
a la misma esfera de sentido que las formas literarias canónicas. En cuanto a la
situacionalidad expresada en noroeste argentino estamos refiriendo también
una noción compleja que es mucho más que la suma de provincias y aglutina
variables geográficas, históricas, culturales que se constituyen en una trama
discursiva. El noroeste es tal en tanto hay una palabra que lo sostiene 1.

Desde la perspectiva histórico-discursiva, situaremos este desarrollo en


relación con un momento clave que es la constitución del grupo La Carpa2, en
Tucumán cuando se anunciaba la década del 40. Se nuclearon allí muchos y
destacados escritores: De Jujuy, Raúl Galán, Manuel Corte Carrillo; de Salta,
Manuel J. Castilla y Raúl Aráoz Anzoátegui; de Santiago del Estero, María
Adela Agudo y Carola Briones; de Tucumán Sara San Martín; Julio Ardiles
Gray, Nicandro Pereyra, Juan H. Figueroa, Eduardo Joubin Colombres, Víctor
Massuh, de Catamarca María Emilia Azar.

David Lagmanovich, sitúa hacia 1940 una conjunción de acontecimientos –


creación del Departamento de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de
Tucumán, presencia de notables profesores, a la vez críticos y autores, y la
constitución del grupo La Carpa- como el momento de aparición de lo que
denomina “actual poesía norteña” (1974:21).

1
Para mayores especificaciones de este aspecto remitirse al artículo “ Literatura regional, nacional y ¿del
mundo?“ de Marta Ibáñez.
2
En la tradición de las revistas literarias merecen citarse: “La Brasa” (Santiago del Estero 1925) “Tarja”
(Jujuy 1955 - 1960) “Cántico” (Tucumán 1940) “Sustancia” (1930-1946)
“Manifiesto de La Carpa” (fragmento)

Los autores de estos poemas hemos nacido y residimos en el norte de la


República Argentina pero no tenemos ningún mensaje regionalista que
transmitir, como no sea nuestro amor por este retazo del país donde el
paisaje alcanza sus más altas galas y en el cual el hombre identifica su sed
de libertad con la razón misma de vivir.

Se está aquí en más cercano contacto con la tierra, con las tradiciones y el
pasado, elementos auténticamente poéticos que no son responsables de las
secreciones de cierto nativismo mezquino que encubre su prosa con el injerto
de giros regionales y de palabras aborígenes. Por ello proclamamos nuestro
absoluto divorcio con esa floración de “poetas folkloristas” que ensucian las
expresiones del arte y del saber popular utilizándolos de ingredientes
supletorios de su impotencia lirica.(…)

Nada debemos a los falsos folkloristas. Tenemos conciencia que, en esta


parte del país la Poesía comienza con nosotros (Prólogo a la Muestra
colectiva de Poemas, Tucumán 1944).

El doble movimiento de los fundadores de La Carpa, primero en una búsqueda


hacia Tucumán y luego desde esa ciudad y esa experiencia hacia otros lugares
-donde ya no sólo eran ellos, sino que estaban investidos de un nuevo estatuto-
tuvo muchas consecuencias. La primera fue el reconocimiento en los nuevos
lugares que elegían, la segunda la dinámica generada en esos lugares, la
autoridad con la que se referían a la literatura y sus problemas, y finalmente el
magisterio que instauraron entre los jóvenes escritores. Raúl Galán 3, líder del
movimiento y mentor de su Manifiesto, vuelve a Jujuy donde continúa su

3
“En un artículo periodístico publicado en Tucumán, después de la formación y de la ulterior
disgregación de “La Carpa”, Galán explicó sus intenciones con todo detalle: ‘La cuestión es ésta: hay una
fractura abismal en el cuerpo de la poesía argentina. Los puentes están rotos por el desapego de los
lectores y por el insolente orgullo de los poetas (…) Olvidan que la poesía es un diálogo cordial y
consolador y se conforman con la complicidad de los ‘entendidos’ (…) Es necesario rescatarla y
restituirle su condición de canto (…)debemos derribar todos los muros en torno de ella, para que llegue a
ser la camarada del hombre, su nodriza y aparcera” (Lagmanovich 1974:37)
intensa labor de docente, poeta e investigador y ejerce marcada influencia en la
labor de los nuevos escritores4. La prematura muerte de María Adela Agudo no
le impidió constituirse en figura señera de las letras en Santiago del Estero
donde se guarda cuidadosamente su memoria y se trabaja para la difusión de
su poesía. En Salta Manuel J. Castilla ejerció un fuerte liderazgo, Raúl Aráoz
Anzoátegui con su labor de periodista 5, poeta y ensayista operó activamente en
el campo literario y en el mismo sentido la obra de Sara San Martín, a pesar de
su menor difusión, planteó problemas fundamentales de la escritura poética
como el lugar del poeta, poesía y feminismo y los procesos creativos 6.

Paralelamente a La Carpa publicaron otros poetas como el tucumano Guillermo


Orce Remis quien desarrolla una poética ascética donde subraya la
permanente soledad del hombre, estética que tendrá sus adherentes en las
décadas posteriores (Iramain, Marcantonio, Briones). En 1955 comienza a
publicarse en Jujuy la revista Tarja7, que constituye una muestra de importante
calidad artística y de fervor intelectual. Formaron parte de este proyecto Mario
Busignani, Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo, Néstor Groppa y el artista plástico
Medardo Pantoja, pero publicaron también muchos otros autores de distintos
lugares del país y aportaron ilustraciones destacados plásticos. Este proyecto –
que Néstor Groppa8 aclara muy bien que no es una continuación de La Carpa-
se constituyó como un espacio de debate acerca del arte y su función social,
pero también fue una práctica que entramó las diversas manifestaciones
culturales –desde poemas de niños de escuelas primarias a textos de

4
El destacado escritor y crítico Andrés Fidalgo anota que la relevancia de La Carpa en Jujuy fue mínima,
no así por cierto la de Raúl Galán, y acentúa la presencia de Tarja en un lugar clave de la poesía de esta
Provincia.
5
Guzmán Raquel (2007) “El Intransigente o el sueño de la revolución” en Rodríguez Susana (Coord)
Periodismo y Literatura. Salta: CIUNSa
6
Guzmán Raquel (2005) Elogio de la poesía. Aproximaciones a la obra poética de Sara San Martín.
Salta: CIUNSa.
7
“Somos a un tiempo una provincia de frontera y de ‘tierra adentro’. La frontera deslinda un páramo de
otro páramo, aunque el desierto no obsta al tránsito de crecientes aportes indigenistas. La distancia de otro
lado , nos separa tenazmente del país. (…) Así nuestra comunicación con el país reposa más en la mente y
en el corazón que en la presencia sensible: es más imaginativa y nostálgica que real. Nos sentimos en
cierto modo como espectadores de la vida del país, luego de haber sido vigías de su
nacimiento”( Busigani Mario, 1957, “Plática” en Tarja, Año I, núm. 5-6 p.109-110. Jujuy. Citado por
Lagmanovich 1974:85)
8
Groppa Néstor: “Medio siglo atrás nació Tarja”. Mimeo.
reconocidos escritores- en la puesta en juego de un proyecto cultural
cuidadosamente organizado.

Desde este núcleo constitutivo trazamos un triple recorrido para diseñar una
cartografía literaria del noroeste: Antologías, Migraciones y Géneros.

Antologías

Las Antologías son cartografías que diseñan los recorridos de lectura legítimos
de una comunidad, y su recurrencia manifiesta la preocupación por la
consolidación de un canon. Pero también estas selecciones hacen posible la
difusión de las producciones literarias, y configuran parámetros de
comprensión, explicación, clasificación de esa obra.

Los antologistas de la escena que nos ocupa son escritores, actúan en la


misma circunstancia literaria que trasiegan y, en muchos casos esas
selecciones ponen en escena larvadas polémicas que los enfrentaban. La
primera Antología del Noa propiamente dicha se publicó en 1952 en Tucumán y
fue el resultado de un Concurso Literario realizado por la Comisión Provincial
de Bellas Artes, incluye textos Raúl Galán, Guillermo Orce Remis, Eduardo
Piatelli (vastamente conocido por ser letrista de canciones folklóricas).

En Salta encontramos las Antologías de Raúl Aráoz Anzoátegui – Panorama


poético salteño (1963)- y Fernández Molina – Panorama de las Letras salteñas
(1964). La primera recoge poemas de, entre otros, Julio Díaz Villalba, Julio
César Luzzatto, Manuel J. Castilla, Raúl Aráoz Anzoátegui, Antonio Nella
Castro, Jaime Dávalos, Holver Martínez Borelli, Miguel Ángel Pérez, Walter
Adet, Jacobo Regen; el Panorama de Fernández Molina por su parte incluye
textos de cincuenta y tres autores entre los que se cuentan –además de los
seleccionados por Aráoz- Joaquín Castellanos, Sara San Martín, Juan José
Coll, Roberto Albeza, Carlos Aparicio, Leopoldo Castilla, Miguel Carreras, etc 9.

Preocupado antologista fue también Walter Adet quien publicó Antología de la


poesía tucumana (recopilación y prólogo, Tucumán, 1967), Poesía de Salta.
9
Elisa Moyano, a partir del análisis realizado y a la vista de los postextos generados distingue que la
Antología de Aráoz funda el canon académico mientras que la de Fernández hace lo propio con el canon
escolar (Moyano et al 2006:284-285).
Generación del 60 (Salta, 1979), Poetas y prosistas salteños (recopilación y
prólogo, Salta, 1973), Cuatro siglos de literatura salteña (recopilación y prólogo,
Salta, 1981), que mostraron su perfil como crítico en el campo literario de la
región. En Poesía de Salta la selección está a cargo de Hugo Ovalle y el
prólogo le pertenece a Adet, quien especifica las características de los poetas y
la poesía del 60 en Salta. También desde una perspectiva historicista se sitúa
la Antología de poetas santiagueños (1978) de Alfonso Nassif editada por la
Sección Santiago del Estero de la SADE.

Atendiendo a las generaciones literarias Dionisio Campos publicó La poesía de


Tucumán. Ensayo de interpretación generacional (1985) y aplica en su estudio
los presupuestos de Ortega y Gasset y Arturo Cambours Ocampo, parcelando
la producción tucumana en períodos de quince años desde 1810 a 1960.

“Cada poeta desde su universo surge armonioso y busca incorporarse al


total universo. Algunos todavía sin desprenderse de la inmediata
herencia paisajística, nostálgicos, explicativos: Julio Ardiles Gray, David
Lagmanovich, Juan José Hernández, Néstor Silva, Pedro Herrera; otros
más en su paisaje interior y más ansiosos de alcanzar los comienzos y
fines sociales del hombre: Manuel Serrano Pérez, José Augusto Moreno,
Arturo Álvarez Sosa, Tiburcio López Guzmán, Oscar Ramón Quiroga,
Walter Adet, Jacobo Regen, Dora Fornaciari, y otros como Juan
González que sencillo y fácil como su nombre escribe un verso llano y
armonioso” (Campos 1985:69)

En Tucumán se publica también: Poesía de Tucumán del Siglo XX (1965) y 27


cuentos del noroeste argentino, ambas de Gustavo Bravo Figueroa; Antología
poética tucumana de José A. Cresseri (1966), La literatura del Norte argentino
de David Lagmanovich (1974), La actividad poética en Tucumán. Esquema y
muestrario (1880- 1970) de Atilio Billone e Ivo Marocchi (1985). Las dos
últimas, aunque dedican mayor espacio al estudio del fenómeno literario,
incluyen también selecciones poéticas al igual que la de Dionisio Campos.
Bravo Figueroa en el prólogo de su selección de cuentos sostiene la fuerte
unidad de las provincias del noroeste, y considera al norte argentino como una
“gran provincia”, una afirmación que se va a consolidar luego con el movimiento
conocido como NOA Cultural.

El estudio de Lagmanovich incluye un apartado, el 5, que se titula “Pequeña


Antología” donde se pueden leer textos de narradores y poetas, entre estos
últimos están Walter Adet, María Adela Agudo, Arturo Álvarez Sosa, Raúl
Aráoz Anzoátegui, Julio Ardiles Gray, Mario Busignani, Manuel J. Castilla,
Ariadna Chávez, Ariel Ferraro10,Dora Fornaciari, Raúl Galán, Tiburcio López
Guzmán, Guillermo Orce Remis, Néstor Rodolfo Silva. La exquisita selección
de Lagmanovich perfila el panorama de la poesía del Noa en la segunda mitad
del siglo XX.

La publicación de Bravo Figueroa distingue tres períodos, el primero abarca


hasta los 40 e incluye, entre otros, a Ricardo Jaimes Freyre, Mario Bravo,
Rafael Jijena Sánchez, Ricardo Chirre Danós, etc; el segundo incluye a
integrantes de La Carpa como Galán, Pereyra, Ardiles Gray y además a
Manuel Aldonate, Guillermo Orce Remis, Leda Valladares; en el tercero
selecciona a Álvarez Sosa, Ariadna Chaves, Dora Fornaciari, González,
Lagmanovich, López Guzmán, Silva y Juan José Hernández, todos autores con
libro publicado.

Por su parte Cresseri reúne poemas de autores éditos e inéditos, diferenciados


según temas históricos y narrativos por un lado y lírica tucumana por otro, y
ordenados cronológicamente. También aquí están Adet, Regen y Michelsen
Aráoz –registrados en Salta en la Antología de Adet- poniendo en evidencia la
circulación de las obras. Esta Antología registra un número significativo de
textos de mujeres, donde se agregan a Chaves, Fornaciari, Valladares y
Juárez, los nombres de Amalia Piossek de Presbich, Alma García y Lila Bru.

En 1967 apareció la publicación colectiva Veinte poetas cantan a Tucumán,


que se realizó con el objeto de allegar fondos para los hogares obreros
10
Destacado poeta riojano. Principales obras: Serenata de greda (1945) La Rioja innominada (1960) La
música secreta (1962) Visitación a Marc Chagall (1064) El Rabdomante (1966) Antepasados del
insomnio (1966) Las aventuras congénitas (1975) Ceremonial para arqueólogos ebrios (1983) Antología
Poética (póstumo) (1997)
tucumanos castigados por la desocupación 11. La convocatoria fue hecha por
Carola Briones, Carlos Duguech y Manuel Serrano Pérez y además de ellos
publicaron dieciocho poetas, entre los que destacamos, Álvarez Sosa, Luis
Díaz, Medardo Figueroa, Juan González, Pedro Herrera, Adolfo Manzano, José
A. Moreno, Serafín Pazzi y Antonio Torres. Octavio Corbalán publicó Cuentos
del NOA (1982) y afirma que él ve una unidad en la región resultado de
similares aspiraciones literarias, un pasado común y similares formas léxicas y
expresiones idiomáticas. Pero a la vez rechaza que se trate de formas
paisajísticas o folklóricas, ya que los cuentos seleccionados remiten al relato
policial, la fantasía onírica, las ficciones filosóficas y destaca nombres como
Héctor Tizón, Jorge Estrella, Juan José Hernández, Daniel Moyano, Antonio
Nella Castro, Carlos Hugo Aparicio, Hugo Foguet. Otras Antologías fueron la de
Mirta Assis y Hebe Grimaldi Antologías de cuentos y relatos (1979), Octavio
Cejas Antologia de cuentos (1998), Cuentos Regionales Argentinos de
Ediciones Colihue (1986) y una selección titulada Ensayistas del NOA
publicada por la Universidad Nacional de Tucumán (1992).

En Jujuy se registran menos antologías, posiblemente porque la función


difusora de estos textos la cumplió en gran parte la Revista Tarja. En 1969 se
publica Poesía y prosa en Jujuy una selección realizada por Néstor Groppa,
Héctor Tizón, Miguel Pereira, Andrés Fidalgo y editada por la Dirección de
Cultura de la Provincia de Jujuy en forma conjunta con la SADE, en 1993 la
Universidad Nacional de Jujuy publicó dos tomos de una ampliación de esta
Antología, Poesía y prosa en Jujuy Tomo I (hasta 1969) y Tomo II (hasta 1993)
El Panorama de la Literatura jujeña (1975) de Andrés Fidalgo, sin ser
estrictamente una antología cumplió la función de tal, al operar sobre el campo
literario con un criterio de selección y valoración de obras y autores. En 1991
Reynaldo Castro publica "Nueva Poesía de Jujuy" que incluye a Carrizo, Baca,
Ramiro Tizón, Accame, Estela Mamaní, Alvaro Cormenzana, Ernesto Aguirre y
Nélida Cañas Un escritor jujeño, Víctor Ocalo García 12 afirma que las

11
Cabe recordar que en 1966 once ingenios tucumanos cerraron provocando una de las mayores crisis
ecónomica y social del noroeste argentino.
12
Ocalo García Víctor “Ahora o nunca Jujuy. Palabras para la antología Letras en Jujuy. Antología siglo
XX” en Diario El Pregón 22.7.07.
antologías son un testimonio de una región y de una época sobre todo cuando
son textos elegidos por otros escritores, según sus gustos, sus inclinaciones,
sus simpatías. Pero también tienen algo de azaroso al poner en vecindad
poemas diversos que a veces se repelen, y quiebran la precaria unidad del
paisaje que el antologista trata de construir. Susana Quiroga y Mónica Undiano,
en un gesto tributario del de los poetas de Poesía y prosa en Jujuy publicaron
en 2007 Letras en Jujuy, donde organizan una selección que da cuenta de las
transformaciones de la literatura de Jujuy en el final siglo XX.

En este mismo sentido pero abierto a toda la región NOA Santiago Sylvester
publicó en 2003 Poesía del Noroeste argentino. Siglo XX que incluye autores
de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja y explica
esta cartografía en los siguientes términos:

La respuesta acerca de quiénes deben ser considerados poetas


de la región requiere un criterio amplio. Desde luego no son los
aspectos formales o temáticos de la poesía, ya que estos suelen
pertenecer más que a un lugar a una época, sino los datos
biográficos de cada poeta, que tendrán que ser analizados en su
variado desarrollo. Los nacidos en la región, los que se instalaron
en ella, los que residieron tiempo suficiente y crearon en alguna
de las provincias implicadas, irán definiendo la composición de la
región, que no está dada de una vez y para siempre, sino que se
va formando con los aportes plurales que el tiempo acarrea. No es
un ámbito cerrado, su poesía tampoco (Sylvester 2003:13-14)

Unos años más tarde, en 2008, Sylvester publica otra Antología, Poesía joven
del noroeste argentino, incluye la obra de poetas nacidos entre 1967 y 1988
donde se evidencian las múltiples líneas y tradiciones a las que acude la nueva
poesía del Noa, dejando de lado la variable espacial para acentuar el sello de
una época, la impronta de los medios, el realismo sucio o las implicancias de la
tecnología. Aquí se incluyen textos de Miryam Leal, Marcelo Ahumada,
Anselmo Leguizamón, Ildiko Nassr, Federico Leguizamón, Melisa Ortiz, Carlos
Jesús Maita y Juan Manuel Díaz Pas, entre otros escritores de las distintas
provincias del Noa. En 2009 se publicó Eva decidió seguir hablando. Poesía
de mujeres en el noroeste argentino, una muestra de la producción poética
actual de escritoras de Salta, Jujuy y Tucumán, como Teresa Leonardi, Amira
Juri, Susana Quiroga, Ildiko Nassr, Miryam Fuentes, etc.

En síntesis, este rápido recorrido por las Antologías permite ver el


importante papel que cumplieron en el noroeste argentino:

Propiciaron el conocimiento mutuo de las producciones literarias y la


circulación de autores y obras.
Pusieron en evidencia el afán integracionista de escritores y lectores.
Permitieron la difusión de la producción literaria en los diferentes ámbitos.

Como toda selección puede ser discutible el recorrido de lectura que proponen,
sin embargo es una práctica que permite abrir espacios y puede funcionar
como correas de circulación de un mundo simbólico. La Antología se organiza
como el museo donde objetos diferentes forman parte de un sistema de
desciframiento, con instrucciones, esquemas de rutas, mojones y puntos –
precarios- de llegada y salida.

Las migraciones

Burlando el cariz rector de las Antologías, los poemas y sus autores se


desplazan en distintas direcciones. Están los que aparecen en relevamientos
de distintas provincias, tal el caso de Adet, Regen, Michelsen Aráoz registrados
en la literatura salteña y tucumana, Carlos Aparicio incluido en los panoramas
de Salta y Jujuy; como así también destacados autores que habiendo publicado
y ganado premios en sus provincias natales no son registrados en las historias
locales como Ricardo Martín-Crosa, o casos como el de Agustín Bas Luna que,
siendo salteño, es registrado en antologías y estudios como perteneciente a la
literatura tucumana.

Se trata de un movimiento constante donde viaja el escritor, pero también viaja


la escritura. El viaje del escritor puede ser entre ciudades (Walter Adet, Carlos
Aparicio) o países y culturas diferentes (Ricardo Martín - Crosa, Agustín Bas
Luna, Salvador Ale, Leopoldo Castilla); entre lugares y situaciones vitales
disímiles (Sara San Martín, Andrés Fidalgo). La migrancia desdibuja el punto
de partida y el punto de llegada para poner el acento en la ruta, en las
múltiples sorpresas del derrotero, en las fronteras que se cruzan.

Muchas veces la imagen de la región como territorio homogéneo hace perder


de vista el cambio, la ajenidad que se imprime en el sujeto al transitar entre
diferentes poblaciones aún cuando sean cercanas. También influyen aquí las
razones de la migrancia, en ocasiones el lugar de origen se vive como opresión
y encierro por lo que el “ir hacia” es una necesidad existencial, en otros casos –
como el desempleo, la pobreza – el sujeto es arrojado fuera de la comunidad,
con todas las consecuencias que esto produce. En el Noroeste argentino
también aparece con suma frecuencia el viaje por razones de estudio, que lleva
a los sujetos a pasar varios años de su vida fuera del ámbito originario (Sara
San Martín, Ricardo Martín – Crosa, Agustín Bas Luna, Santiago Sylvester,
Cormenzana, Baca-) a veces para no regresar más.

En el caso de La Carpa se puede observar cómo un lugar se convierte en un


sistema de relaciones laterales que permite la interacción de autores
provenientes de distintas provincias. Para ellos el Noroeste argentino se
discursiviza como espacio común, en Tucumán no son extranjeros, son
norteños. La proximidad generacional entre los autores, la lectura compartida
de diversos poetas (Rilke, Neruda, Vallejo. Whitman) produce un acercamiento
en contra de los estrechos límites provinciales.

La migrancia tiene distintas formas, la desterritorialización, el nomadismo, el


viaje, las búsquedas existenciales, el exilio. Salir de lo propio – la casa, la
ciudad, las costumbres – para buscar ese otro lado del mundo es un viaje que
seduce y construye constantemente nuevas versiones de El Dorado. París –
sinécdoque de Europa – Nueva York, México, España son las canteras en las
que el conocimiento busca abrevar; para los escritores del Noroeste argentino
está también el mar, entre las montañas, en la mediterraneidad del país, el mar
es la posibilidad del movimiento perpetuo. Santiago Sylvester, Hugo Foguet,
Leopoldo Castilla, Tomás Eloy Martínez, Eduardo Atilio Romano, Adolfo
Colombres y por otras razones Agustín Bas Luna y Ricardo Martín Crosa,
eligen ese modo de estar en el mundo. En la obra de Martín-Crosa, por
ejemplo, se observa el cambio de relación con los territorios geográficos y
sociales habituales de los escritores salteños, no aparece ni el valle, ni el río,
tampoco la naturaleza generosa ni avasallante, sino que aparecen
relocalizaciones territoriales que insertan en nuevas dimensiones conflictos
sociales y humanos, como por ejemplo en Azulogía, cuando las imágenes de
los negros en Estados Unidos se entrecruzan con las de los indígenas de Salta.

Los exiliados como Daniel Moyano, Holver Martínez Borelli, Pedro Salvador
Ale, Raúl Dorra, Tomás Eloy Martínez o los que estuvieron exiliados y volvieron
a su tierra como Héctor Tizón y Andrés Fidalgo forman parte también de esta
vasta trama que es la literatura del noroeste argentino que se mueve entre la
protección y el desamparo.

De textos y autores

En oposición al discurso localista que procuró siempre valorar los límites


geográficos como límites culturales, entendemos la producción literaria del Noa
en una perspectiva plural, de un noroeste dinámico engarzado en el sistema
literario hispanoamericano y argentino, ajeno a los reduccionismos arbitrarios.
Encuentros de Poetas, como los realizados en Monteros (Tucumán) – y
posteriormente en muchos otros lugares como Libertador Gral San Martín,
Tilcara, Tucumán-, Antologías, presentaciones de libros, jalonaron los
intercambios de autores más preocupados por la puesta en juego y la discusión
de su práctica que por el canon local. El discurso literario da cuenta así de una
vocación integracionista, solidaria, y podemos retrotraerlo al Manifiesto de La
Carpa como acontecimiento fundacional de ese nuevo modo de entender el
arte en una perspectiva socio – histórica (a pesar de las diferencias políticas
que aislaron a algunos autores). A principios de la década del 70 el profesor
Francisco Juliá, escritor y crítico literario, llamaba la atención sobre la
necesidad de considerar al Noa en su conjunto evitando el instinto de localismo
enclaustrado, rígido y conservador y observando, acentuando lo que une a las
provincias del Noa “el sometimiento a un centralismo opresivo e injusto” 13. En
este marco destacaremos algunos autores y obras –narrativas y líricas- que
consideramos de insoslayable lectura en la formación de lectores activos y
críticos que procuren comprender la complejidad de su cultura, omitiendo
deliberadamente las de autores salteños que son tratadas en otros capítulos.

Narrativa

La narrativa del Noa estuvo dominada por el cuento, sin embargo es


reconocida también la presencia de destacados novelistas como Libertad
Demitrópulos, Héctor Tizón, Daniel Moyano, Hugo Foguet, Tomás Eloy
Martínez, Juan José Hernández, Eduardo Roszenvaig que plantearon en sus
relatos las angustias, contradicciones, luchas y sueños de hombres y mujeres
de distintas épocas. En El río de las congojas (1981), Demitrópulos traza una
historia de búsquedas que atraviesa diferentes tiempos, por un lado es novela
histórica que ancla en acontecimientos de la Fundación de Santa Fe, pero a la
vez configura una imagen de la mujer que trasciende los tópicos habituales y la
muestra en su protagonismo para sobrevivir en un mundo que la margina y la
somete. La flor de hierro (1978), Sabotaje en el álbum familiar (1984), Un piano
en bahía Desolación (1994) son otras novelas de esta escritora jujeña que vivió
gran parte de su vida en Buenos Aires. La lucha de las mujeres aparece
también en los relatos de Clementina Rosa Quenel quien recrea la vida rural o
local pero sobreimprimiendo figuras de mujeres fuertes como en “El bosque
tumbado” o “La María de los Santos en el camino” y en el personaje de Ventura
Saravia en la obra dramática El retablo de la gobernadora.

En la temática histórica se sitúan también las novelas de Eduardo Roszenvaig


Santísimas viruelas (1995), El arte de perder (1993) El sexo del azúcar (1991)
La oruga sobre el pizarrón (1991) La espalda de la libertad (1991); la
colonización, la industria azucarera en Tucumán, los debates en torno a Lola
Mora, la dictadura, son tópicos que Roszenvaig analiza con una actitud crítica e

13
Guzmán Raquel: “El Noa Cultural” en Actas del Congreso La Cultura de la Cultura en el Mercosur.
irreverente, poniendo de manifiesto su formación como historiador y pensador
político.

Tomás Eloy Martínez es, sin duda, el novelista del Noa que mayor prestigio ha
alcanzado a nivel internacional, también en sus obras la historia aparece como
cuestión fundante, sobre todo la historia del peronismo en La novela de Perón
(1985) y Santa Evita (1995) dos de sus obras más conocidas. Martínez,
periodista, ensayista, catedrático, guionista de cine pone en juego toda su
formación en novelas que bucean en las contradicciones argentinas, La mano
del amo (1991) acerca del poder, el destino, la muerte, El mejor cantor de
tango (2004) sobre la crisis del 2001 y El vuelo de la reina (2002) relato
especular sobre el poder y la corrupción son también tres novelas
insoslayables que atraviesan lúcidamente tiempos y espacios diversos.

La historia local de personajes comunes sostiene la obra de Héctor Tizón,


diplomático, político y escritor jujeño, exiliado en España –entre 1976 y 1982-,
son cuentos y novelas traducidos a distintos idiomas. Desde A un costado de
los rieles, publicado en México en 1960 a la edición de los Cuentos completos
(2006) la producción de Tizón ha sido incesante, diseñando un mundo marcado
por el movimiento, la dinámica del viaje, el exilio, el regreso imposible. La
historia argentina presente en Sota de bastos, caballo de espada (1975) o en
Luz de las crueles provincias (1995) la historia de Jujuy en Fuego en
Casabindo (1969) a la manera de historias particulares atravesadas por el
mundo y que a la vez lo constituyen, lo modifican. El cantar del profeta y el
bandido (1972), Extraño y pálido fulgor (1999), La belleza del mundo (2004)
son algunas de las obras de Tizón que ponen evidencia el esplendor de lo anti-
épico.

Pretérito Perfecto de Hugo Foguet y La ciudad de los sueños de Juan José


Hernández son también lecturas ineludibles que abordan un tema acuciante en
el Noa, las relaciones provincianas. La primera se organiza alrededor de tres
núcleos narrativos: la reconstrucción histórica de Tucumán a través de la
memoria de Clara Matilde Sorensen, la revuelta estudiantil de fines de los
sesenta y las discusiones literarias, filosóficas y científicas en diferentes
lugares de la ciudad; mientras que la novela de Hernández gira alrededor de
las representaciones que Buenos Aires adquiere en el imaginario provinciano.
También preocupado por los ambientes locales agobiantes, el abandono, la
pobreza, la migración a las grandes ciudades Daniel Moyano –nacido en
Buenos Aires, pero afincado en La Rioja- escribe obras memorables y propuso
un tipo de realismo que incorporaba procedimientos de Cesare Pavese y Franz
Kafka. Entre sus obras Artista de variedades (1960), Una luz muy
lejana (1967), El monstruo y otros cuentos (1967), El oscuro (1968), El trino
del diablo y El estuche de cocodrilo (ambas de 1974), El vuelo del tigre (1981)
y Libro de navíos y borrascas (1983). Carlos Manuel Fernández Loza, escritor
santiagueño publicó dos libros de cuentos Para el Fuego (1987) y De Libros y
Melancolía (1991), y logra su consagración con la novela Casas Enterradas
(1997) de cuidada elaboración, polimorfa y polifónica, narración que articula
una mirada integradora del mundo americano. También debemos incluir aquí
novelas como La Canción de Eleonora (México 1981 – Córdoba 2002)de Raúl
Dorra, Segovia o de la poesía (2001) de Jorge Accame y La conferencia de
Einstein (2006) de Fabián Soberón.

No podemos dejar de señalar que en esta escena que estamos describiendo la


situación política, social y económica del Noa está atravesada por los conflictos
nacionales pero exacerbados por las propias situaciones locales. Episodios
como el Tucumanazo, el “Operativo Independencia”, las reconfiguraciones de
las fuerzas políticas con el retorno a la democracia, la creciente marginalización
producto de las políticas neoliberales, la acentuación de las diferencias entre
las provincias, son cuestiones que la Literatura registra y contribuye a analizar.
A la crítica política y social que subyace en toda la producción literaria desde
mediados del siglo XX se agregan las transformaciones discursivas,
fragmentaciones, creciente intertextualidad, experimentación, reescritura,
realismo sucio, acentuación de la ironía que –en algunos casos- coexiste con
epígonos del realismo.

La cuentística del Noa, que como ya señalamos, es extensa y plural reconoce


autores que podríamos agrupar en tres vertientes, en la primero se consolida la
forma con textos como los de Ramón Alberto Pérez Mientras llega el olvido
(1961); Alba Omil Historias de hombres y mujeres (1961), Tener ángel (1980);
Hugo Foguet Hay una isla para usted (1963); Julio Ardiles Gray (1964); Héctor
Tizón A un costado de los rieles (1960) y El jactancioso y la bella (1972); Jorge
W. Ábalos Shunko (1949) y Slalacos (1975); Alberto Alba Diario de cuatro
patas (1969); Daniel Moyano Artista de variedades (1959); Manuel Serrano
Pérez El alfiler y la mariposa; Octavio Cejas No vienen al encuentro del grito
(1981), los personajes adquieren intensidad y se ponen en evidencia sus
conflictos por encima de las descripciones espaciales. Complementariamente
se fortalece otra línea donde el protagonismo traslada al lenguaje, se ensaya,
se bucea en formas novedosas: Jorge Estrella, Cuartelario y otros cuentos
(1967); Juan José Hernández La favorita (1977); Daniel Moyano El estuche del
cocodrilo (1974); Tito Maggi Anamaría de las cuatro palabras (1971) y Una
sonrisa de 32 dientes (1982); Ivo Marrochi Los habitantes del siglo (1980); Raúl
Dorra Aquí en este destierro (1967).

Casi al filo del nuevo siglo la enunciación asertiva de los relatos anteriores se
vuelve interrogativa, ambigua, procedimientos como la ironía, las reiteraciones,
las alusiones intertextuales configuran cuentos como Bitácora del aire (1995)
de Alberto Alabí; No esperar nada más de las estrella (1999) de Pablo Baca;
Huellas (1996) de Mónica Undiano; Vida de perro (1999) Ildiko Nassr. El
microrrelato tiene también en el Noa una nutrida producción con autores como
Ana María Mopty, Antonio Alurralde, Leticia Mure, Erica Balart, Tersa Sarrulle,
Mercedes Terán que comparten la publicación Panorama del microrrelato en el
noroeste argentino (2005) coordinada por Mopty y editada por la Universidad
de Tucumán.

De similares exploraciones formales, nutridas por una intensa práctica lectora,


dan cuenta también El libro del zoco, serie de aguafuertes de Jorge Rosenberg
y las obras de Julio Carreras como Abelardo (1990) Bertozzi (1997), Ciclo de
Antón Tapia (1995) cueRtos (1995) El alma en cada abrazo (1990) El Jinete
Oscuro (1987) Historia de Icaño (2008). En este mismo sentido la producción
de Jorge Accame El mejor tema de los 70 (1995), Cumbia (2003) y la
reelaboración de relatos populares en obras de Elena Bossi.

Poesía

Es un lugar común hablar de la multiplicidad estética y la variedad creativa de


la poesía del Noa, sin embargo se puede observar que su circulación es muy
limitada, ya que en general se distinguen poemas sueltos, separados del
conjunto que el poeta fue construyendo en cada caso. Un libro de poemas
resulta de una selección y organización que lo sostiene, es por lo tanto una
unidad y la lectura de poemas aislados debe remitir a ese conjunto del que
fueron desgajados. Es por ello que procuraremos, en este brevísimo panorama
situar poemarios en relación con las perspectivas estéticas e ideológicas que
los configuran. Decíamos, al comenzar estas consideraciones que La Carpa es
el momento de inflexión que prefigura la lírica del Noa tal como la conocemos,
a partir de allí podemos organizar el conjunto de producciones en torno a
ciertas metáforas como el canto, el viaje, el país, la intemperie.

a) El canto: En la convergencia del realismo lírico 14 y la poesía coloquial15 el


canto sitúa la voz, ocupa ese lugar vacío del yo donde emerge el cuerpo. El
canto representa lo oculto y debe ser dicho para que se manifieste, puede
tratarse del pasado, de las expresiones desconocidas de la cultura, de los
hombres explotados, de los trabajos invisibles o de las dimensiones ignotas del
cosmos. Tales representaciones las encontramos en la poesía de Galán Se me
ha perdido una niña (1950), Ahora o nunca (1960), Canto a Jujuy (1960);
Manuel Aldonate Clima de la miel (1960); y con otras variantes en Arturo
Álvarez Sosa Nacimiento del día (1962), Estado natural (1974), Cuerpo del
mundo (1977); Néstor Groppa En el tiempo labrador (1966); Jorge Calvetti

14
“Esta poesía postularía entonces una continuidad sin rupturas entre el espacio social, histórico, y el
espacio literario. Dicho de otro modo, sería un significante del mundo cotidiano, sobre todo del mundo de
las ciudades que es –dicho sea de paso- el mundo moderno” (Dorra 1989:104)
15
“[la coloquialidad estaría dada por] la reunión de otros elementos: la aparente reducción de los recursos
retóricos para una mayor libertad y simplicidad o inmediatez del discurso, la atmósfera de cotidianeidad
dada por el léxico y la temática, la irrupción de los sentimientos, las necesidades y las penurias del
hombre común en un recinto tradicionalmente reservado a una sentimentalidad más selecta, la
flexibilización de las estructuras poéticas hasta los límites del prosaísmo, entre los más notables” (Dorra
1989:104)
Imágenes y conversaciones (1965); Andrés Fidalgo Toda la voz (1971). El
tópico del canto se transforma cuando el mundo parece avanzar sobre los
sujetos y la voz se hace queda en textos de verso corto y adjetivación más
acotada como ocurre en Carta terrestre y catálogo de estrellas fugaces (1973)
de Néstor Groppa16.Hablar, decir, murmurar, callar, gritar, son los diversos
matices que la voz poética va adquiriendo acicateada por las diversas
circunstancias: Tiburcio López Guzmán, Meditación a solas (1962); Ariadna
Chávez, El arco (1962); María Eugenia Virla, Con silencio, grito (1978); Ernesto
Aguirre, Saúl Solano y Javier Soto, Espejo astillado (1980).

b) El viaje: es otra metáfora recurrente en los poemarios y representa las


búsquedas –habitualmente infructuosas- del yo, la articulación de lo disperso,
la escritura. El viaje es estar en camino, viajar es también vivir, transitar el
mundo buscando indicios, detalles que sostengan la precariedad humana. El
camino lleno de polvo se convierte en hoteles y andenes de una ciudad de la
que sólo queda la frágil memoria que se constituye en el souvenir. Aparecen
los múltiples caminos del mundo, los lugares, el desplazamiento de la mirada,
la incertidumbre, los tránsitos temporales y las metamorfosis del yo, los
avatares de la escritura, en correspondencia con un contexto socio-histórico
que arroja, desplaza, empuja a los sujetos.
La disolución de las expectativas del viaje se traducen en errancia, no hay
punto de salida, no hay llegada, sólo queda el movimiento perpetuo que se
puede ver en Pintura ciega (1982) de Mario Romero; He visto vivir (2000) y Un
relato ausente (2009) de Pablo Baca; Rabdomancia (2002) de Alejandro
Carrizo.

c) El país: En este aspecto se observa la permanencia del sistema analógico


que ve al país como ‘patria’, aparece la ‘patria acosada’, ‘patria perseguida’,
‘patria amada’, es una presencia que fluctúa entre la descripción fenoménica (a
través de emblemas y rituales) a la de corte cenestésico. La poesía de Omar
Estrella, por ejemplo, asume la tensión del cambio de una generación formada
con una fuerte imagen mítica del país y que resulta expulsada de su suelo y
16
Libro que además –como muchos otros de este autor- tiene una compleja organización paratextual que
los convierte en bellos objetos de lectura.
acosada en sus ideas en Vientos contrarios. Pero también el territorio del país
es un cuerpo como en algunos poemas de Eucalar celeste, lapacho rosa
(1974) de Néstor Groppa, o aparece asociado a las ciudades como en los
Anuarios del tiempo (Tomos I a X) de este mismo autor y en La pelota de la
luna (1987) de Jorge Rosenberg.

d) La intemperie, es la metáfora que se va imponiendo en los poemarios que


podemos ubicar en la línea de las producciones de Guillermo Orce Remis y
remite a las variadas situaciones de desamparo y orfandad, metafísica,
histórica, social que afecta a los sujetos. Desde la explotación económica que
lo diseñan como víctima de una sociedad en proceso de cambio donde unos
pocos se enriquecen17, o las de la muerte, ponen en evidencia que los tópicos
discursivos asumen los nudos conflictivos de la sociedad y los devuelven
reelaborados. Las metáforas de la intemperie se nutren también de la
naturaleza y la ciudad mostrando al hombre igualmente solo frente al cielo, la
tierra o las calles vacías, oscuras, idénticas. Se asocia también –la intemperie,
la muerte- a la vida cotidiana, los objetos, las prácticas, los pequeños rituales.
Este trayecto es evidente en la obra homónima Intemperie (1976) de Ariadna
Cháves; gran parte de los poemas de Juan José Hernández cuya recopilación
aparece en 2005 con el título Desideratum. Obra completa; Tatuaron los
pájaros (1987), Anuin y los senderos de fuego (1992) de Rosario Andrade; y
es el sesgo de la poesía que en este momento escriben autores como Miryam
Leal, Marcelo Ahumada, Dolores Espeja, Eva Gardenal, entre los más jóvenes.
e) La muerte: el campo del cuerpo humano –vivo, segmentado, visto en sus
partes, envejecido, figurado (en fantasmas, títeres, etc)- permite construir
metáforas del país, de la muerte física y moral, de la ausencia, de la dictadura.
Recordamos aquí poemarios como Poemas de sal y sangre (1975) de Sofía
Elisa Tanco; Solo de muerte (1976) de Jorge Calvetti; Con el mundo encima
(1992) de Manuel Serrano Pérez; Sofía, in memorian (1995) de Ernesto
Aguirre; poemas para quitarse la muerte (1996) y El sol sobre las cosas
perdidas (2003) de Pablo Dumit; La religión es otro campo metafórico
productivo para referirse al canto, a la muerte, que se representan además
17
Recordemos Toda la voz de Fidalgo o Azulogía de Martín-Crosa.
relacionados con la ciencia y el cosmos, como en los poemas de Arturo Álvarez
Sosa o Arturo Herrera, para citar formas disímiles de esta alusión.
La literatura misma se ha convertido en un eje sobre el que sostiene la
producción literaria, a través de referencias a los clásicos, a los autores
anteriores, a modo de homenajes, como los que reciben Castilla o Groppa
cuyos textos dialogan y producen réplicas de los nuevos autores. La
reescritura, la ironía, el minimalismo o la explosión de la palabra diseñan
poemas de Juan Anselmo Leguizamón, Denise León, Federico Leguizamón,
Meliza Ortiz, Pablo Espinoza, dando el efecto caleidoscópico a una literatura
que se niega a la uniformidad.

Nota final
Presentamos aquí una ventana apenas abierta para avizorar la literatura del
Noa, queda ahora la tarea de nuevos y permanentes lectores que recojan y
reflexionen sobre esta producción y sobre la que día a día continúa
apareciendo para enriquecer la pluralidad de voces que constituyen este
mundo literario. Los blogs, las revistas virtuales, diferentes páginas de internet 18
ofrecen una nueva torsión en el campo metamórfico de esto que llamamos
Literatura del noroeste argentino.

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18
Sobre estos tópicos pueden consultarse los trabajos del Proyecto de Investigación 1710 del CIUNSa,
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Otros
1. Página Literaria del Diario El Pregón de Jujuy
2. Página Literaria del Diario La Gaceta de Tucumán

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