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Flora Guzman - Alberto Alabi " Gabriela Siea El lenguaje es memoria ‘Aico UILL Universe Natal de ay fe Mumanidades y Clenlas Sacales: Decano Lic. és Alelde:Vicedecana Lic Mita Daino de Secretarts Academica Li Meteedes Lloreme Fre pr ror i et st ts az a a “eae reve ee ernie aad ee fm composicion (Cues Gres ‘VILL Unidad de tnvestignciin en Matra Oy 8 SOS Sadr de aso gue preven ia Ley 11.723 "ied in Argentina Pre-texto “opuesto al reionaismo de resicion, hay ero tpo de reglonalismo, el de liberacin, Este consste en la manifestacion de la regin en armonia con el pensamiento emergente de la tpoca." Harwell Harris, Este libro es el resultado de una Investigacion den t10 del proyecto “Discursos sociales, memoria ¢ideatida~ des", -en si, mucho més amplio- que preiende hablar del lenguaje nortefio desde su produccién y en su contexto y replarwear la necesidad de una nueva lectura, una reflexign diferente sobre cl lenguaje del noroeste argentino desde tuna perspectiva cultural mas ampli, Dentro de un pais desmesurado coino la Argentina, recaperar la idea de regi6n resulta indispensable para esia- ” Flora Guemin LIXPURU, Inés 1901), “EL pan de AU, en Babli, 16 de cemtre, Madr FONTANAELLA DE WEIMBERG, B (1992), El espaol de “AmscaFandcia MAPFRE, pg 120. Madi (GVZ2MAN, Flora (980) La Espa de Gora. Madi, Alles. INCA GARCHLASO DE LA VEGA (1960) Obrar Completa. Madrid, Bibiowca de Antes Espana, Colecisa Ribedense, Too I, KANY, Chules (1969) Seméatie, Nopanoamericns, Mati. Asia, pg 132 TAPESA, Rafe (196), Historia de le lengua expla. Maid a. 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Mineo Silencio, oralidad y creencia* Flora-Guzmén “De to quem se puede hablar, mejor ex calla” Wingeascn "La ora es a radacion lena es fgonespriorias ‘ane valor no desaparcey sorte ona igre paso de as gas patabras* ‘rags Roa Bass ‘Si hubiera que nombrar dos rasgos carecteristcos ‘del discursoconversacional del norte argentino, me decidiria entre varios, por el silencio y la vigencia de la oralidad, ‘Tal vez porque el habla se vive como un vincula s0- ily afectivo, la aparicion de silencio en las sociedades ‘cccidentales erea una semsacin de incomodidad y ensign ‘ Pemacin pees X Cones inerciol de ascend into 7 Utes Se Ants En (APA wet oe Yr, n Flora Gremdn En las comunidades ruraes de la Quebrada y Puna e Jujuy que alguna vez pertenecieron al Imperio Incaico, el fengmeno es, en cierto modo, inverso: el silencio tiene ‘una fuerte presencia. Una presencia persistene, delibe- rada. El problema esté en saber ofmo y qué leer en ese fespacio obstinado que puede expresar el amor con tanta fuerza como la violencia, El discurso ausente Hay diferentes clases de silencio. Para un primer abordaje, traigo a colacén las palabras de un informante ‘que recordaba asi la separacién de su abvela, cuando en su Infancia al acabar el verano, deba volver a casa de sus padres: "Yo me iba en ten desde Abra Pampa a “Tres Cruces y ella venia.... No, 10 hi falta que ella me diga te quiero... voy a extraar 0... Todo lo que ella sentia en ese momento uno lo veit en 10s ojos... ¢n st mirada (..) Esa es una de las cosas-méis importantes uestas: amar en silencio!" ‘Lo que més me ha llamado la atencién en este dis: curso es el ritmo: el silencio entetejido con la palabra, rodeéndola sin cortara, sin aislar los sintagmas o, cons ramente, uniéndolos por lo no dicho. Y, sdemés, la pre- sencia de lo semidrico, como llama Kristeva a esa prctica Sie, oad ycreencia a significante que remite a lo reprimido, a lo pulsonal, al cuerpo, en oposicién & lo simbdlico, generado por tna conciencia constituyente (Kristeva: 81). Lo semitico tan Vinculado con la conmocién afectva, delata erro proceso significante que va més all del sentido pero siempre en relacién con él. Pero et silencio puede manifestar también el rechazo hacia el Otro. El fenémeno no e nuevo. Hay numerosos iestimonios. S6lo por sealar uno, recverdo el de Boman, principio de siglo, cuando al hablar de ls lagunas de st libro, se jusifica aludiendo a las diticultades de viajar por 30s desiertos (la puna jujea) y "ala extrema reserva de los indios del aliplano que se rehusan obstinadamente a suministar cualquier informacién al viajero" (Boman, 1992) {Cuil es con certeza, Ia sigificacion del silencio en esta region? yotmo entender la dif relacién de los ha bitantes con su lengua, su expresién escass, el uso de un c6digo restrngido? Las preguntas se multplian: hasta nde el silencio responde a una actitud inter de blo- ‘queo que sélo se vence compulsivamente?. O, dicho de ‘0 modo ,el silencio es entonces, un sintoma de lo re rimido o un valor en sf mismo, EI murmullo de la memoria Los pueblos conservan su memoria como un modo de apropiarse del pasado, de hacerlo suyo y apoyarse en 1. Es lo que Bajin llama “Ia palabra de ls padres" Pero + ” Flora Gaon {qué pasa cuando ese pasado recuerda el odio, las humi- Tiaciones?. "En el plano fantasmético se transforma para colmar el abismo alucinatorio de un erigen perdido, para ‘atisfacer una carencia 0 para adaptarse a una-coyuntura que reclama otro pasado” (..) Y aparece "el silencio chazo, el silencio“abi, el silencio sobre lo que molesta y lo que duele, La cosa nombrada toma cuerpo. No verbal- ‘ada, queda borross (...) Es el silencio que permite la in hibiciéa, la negacién o el olvido" (Robin, 89) La historia det pasado indigena -como sabemos- ha sido recurrentementenegad, rechazada, Con Ia llegada de los espafiols, la historia del noroeste se convirtié en una historia de violencia y humillacién, YY es casi inevitable proguntarse: gémo habrén ido tos aborigenes el proceso de cambio? qué marcas habré dejado ese acto de brutal desposesi6n? Porque segu- Tamente, solo quien haya padecido el feroz mutlamieno de-su lengua o lo haya presenciado, pueds dar testimonio, Sin embargo, quedan rastros sospechosos: desgarrones, ‘agujeros profundos en la identidad de quienes lo sufrieron. Y el silencio, Susttuir por la fuerza una lengua por otra ubice a Jos habitants de Ia primera lengua en el lugar dela im- otencia y de la rebeldia. Y alll, no hay una nica res- puesta. Ya se sabe: la relacin del colonizado con el sor colonial es ambivalente. Se lo admira y se lo odia confu- ‘Seco, raid y cee 1 stmente, Por eso no es de extrafar lo que cuenta el cro- nista sobre los indios de Gastona: "el df de hoy estin como moros sin sear y bien como moros, pues siendo tan ladinos «que no quieren hablar la lengua general sino Ja espaiola, ai andar descalzos ni con mon- teras, sino con media y zapatos, sombreros Y_capas como los espafioles". (Eugenio Verdugo Garica: Descripcién de 18 cura- tos del Tucumén, 1685). Pero, como decfamos, la reacciéa no €s univoca. Haba indios que se negaban a aprender Ia lengua del ‘opresor; otros, en cambio, no s6lo la aprendian sino que la empleaban como un dardo. Ya hice mencién en otro lado a aquellos indo de Ios Andes (por el siglo XVI) que cuando se emborrachaban insultaban en espafol a sus ‘amos, “EI habla castellana de los nativos ebrios del Collao y de Charcas revel, a su manera, el revés de una aparente tesignacisn” (Thierry Saigns, 1989). Los duefios del poder Las coses no debieron ser tan claras como lo quiere 2 hisoria oficial, ‘Todavia, hacia fines del siglo XVIIL, se suceden re- ‘yultas sublevaciones de los nativos. Cuando se sofeca el levantamiento de Tupac Amaru, se prohibe hablar ora Jengua que la de Castilla, se prohien los tals o eantos en 6 Flor Geen echuwa y hasta se les quitan las trompetas que los indios san en sus fiestas "unos caracoles marinos de un sonido fextrafio y ldgubre, con que anuncian el duelo y lamentable ‘memoria que hacen de su antigdedad,.." La represign es feroz: a todo aquel que hable o cante en kechuwa se le oriaré a lengua, [Ahora queda claro: la lucha no es s6lo politica. Se lucha también pot el dominio del orden simbélico y esto implica una nueva relacién entre las fuereas para apro- piarse de ese nvevo conjunto de signos y simbolos con qué econstruir un espacio mental que los contenge ain en medio de tensiones y ruptures. Y entonces parece més comprensble que. ese silencio nacido de la impotenca, se transforme en arma de combate, en manifestacion de resistencia y de afianzamiento desu propia identidad Las fuerzas de la vida Dice un proverbio dogéa: "Es necesario imercam- biar la palabra, que ella vaya y venga porque es bueno dar y recibir las fuerzas de la vida’. (Corcuera, 91). Just ‘mente eso: las fuerzas de la vida, lo que da continuidad en el tiempo y hace posible reconsrur los origenes de un Pueblo, su historia, los mitos y creencias: es decit exe vasto patrimonio en el que se van ertretjiendo, imper- ceptiles, los viejo saberes con las ofertas de la moder ad y la tecnologia, Silencio, oid ycreencia ” CCuriosamente, en estas comunidades tan apegadas al silencio, esté muy viva la oralidad. Y aunque, en un prin- cipio parezca contractor, x0 lo es. Se habla de lo que verdaderamente importa. En estos pueblos de oralidad secundaria, la oralidad es un caudal permanente que integra nuevos elementos, ‘modela un modo de pensar -por lo general tradcionalist yy conservador-, fortalece la interaccién comuni rea la memoria colectiva. I silencio ¢bloguea la memoria © la actualiza calla- damente? Pareceevidente que no se puede hablar de sien cio sin hablar de oraidad y viceverss, Porque uno y otro sluden a una intensacelaién con el lenguaje. Alin por a= Sefias de identidad Entre las distinas formas de la oralida, el discurso narrative tradicional sigue ocupando un lugar de impor ‘ancia en estas sociedades, tal vez porque se trata de una tarea de productvidad colectiva que moviliza algo muy profundo donde juegan las faniaslas, los deseos y pulsio- nes de la comunidad, juno a la capacided generadora de 1a lengua y a la creatvide. YY uno puede preguntarse zpor qué razén un grupo social se siente represeriado en esas manifestaciones ora- les, andnimas y populares? ;por qué funcionan como se- s Flora Grenin ‘Seni, ont yerencia » fas de idemtidad -locl, regional © nacional- de una cul- scortar distancias. Y Octave Mannoni agrega. "la-fe y la oe ‘ereencia esti hechas ambas, con la palabra del Otro”. En muchos casos, los relatos, cuents, dichos o re- franes, ete. son exteriorizaciones -un modo de “poner|, Asse entende que la narrativa oral apele a dstntos recursos discusivos, a las més brilanes estategias de afuer'. fara, mieds o deseos de la comunidad: el css hii lg non inconscemte habla a través de un lenguaje que es también} tralidad tae el efecto liberedor de Ia palabra Ia palaira poe m folidara, acolchada por el silencio, reforzandose uno a aro. Ant es donde se produce Ia identificacion del grupo, Nore cee donde se reconocen y renvevan Ios valores comunes. En- tonces, la creencia puede compartre y el discurso narra tivo tradicional actda como depositario y trasmisor de vax lores, de la cultura de un grupo. De alli también, su fuerza, Y esto nos lleva @ preguntarnos opera el concepto de verdad en la narrativa tradicional? Los narradores orales (los cuenteros como los llama cl escritor mexicano Eraclio Zepeda -que se incluye entre cllos- para distinguirlos de los cuentstas, es deci, los de 1a cultura escrituraria) habitualmente se preacupan por ha {=F noar que nos estén confiando -casi en sezrio~ algo | real, veridio; propésito contradicioio con la naturaleza | ‘misma de la literatura (Incluso la popula), discurs fit cio silo hay, Pr eso, en estas comunidades lingdfsteas, silencio 1 oralidad actian como potentes factores de eohesiGn $0 tial, como dos formas de expresién muy fuertes, como os modos de ejercer Ia memoria -uno, de resisencia y cto, de revalorizacién-, de ubicarse frente al Oso, de ‘dentificarse con el grupo y afanzar su consrueci6n iden titaria, Pero més bien, se trata de una especie de pact®, de acuerdo técito de ambas partes sobre un asunto en el que ‘quieren creer. Porque no es coa la verdad el problema, sino con ls creencia ‘Tal vez quien dice palabras fundamenales que otros ampliaén, es Freud cuando habla de la creencia como “repudio ala realidad” (verleugmung), lo que comienza a »” itogratin OMAN, Eric (1991, Anigbedades de Is regiin anion Jay, Univ. Na, de jy. TP. I San Salvador de uy CORCUERA 1BAREZ, Maro (1951), Palabra y raid, Bae ‘ies, FECIC-Grpo Ed, Latiooamericano, pap. 3. KRISTEVA, Julia (1981), “El tame en ctestn™ on Senior de (Clunde Levy Sats sobre La ited Barcelona, Poet, ee 259 LEVY-STRAUSS, Clade (1971, Antropoogl Cultura, Bs. As, Los. MANNONT, Ocave (197, La otra ecena Bs. As. Asorora editors, pa. 12 ROBIN, Révne (1989), “Ltr biogas” en Historia» fete ‘ral. Universi de Raton, pag. 68 ys SSAIGNES, Thiey (1989), “Boracers antics: {Por ols inion trios habla em esa?” Revista Andina, Alo 7, N° 1

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