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MARIA LUISA RUBINELLI ~ LOS RELATOS POPULARES ANDINOS EXPRESION DE CONFLICTOS “Eseanead con CamScaoner Rubinelli, Marfa Luisa “os relatos populares andinos: expresion de conflicts / Maria Luisa Rubinelli; con prélogo de Arturo Andrés Roig.- 1a ed.~ Ciudad Auténoma de Buonos Aires: Biblos, 2014 493 p.; 16x23 em. - (Teoria y critica) ISBN 978-987-691-294-5 1 Teoria Literaria, 2. Critica Literaria, I. Roig, Arturo Andrés, prolog. II. Titulo CDD 801.95 La 1° edicién merecié mencién especial en el Premio Nacional de Ensa- yo Filos6fico, produccién 2008-2011, de la Secretaria de Cultura dela Nacién. Disefio de tapa: Luciano Tirabassi U. ‘Armado: Luciano Paez S. © Marfa Luisa Rubinelli, 2014 Editorial Biblos, 2014 Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires info@editorialbiblos.com | www.editorialbiblos.com Hecho el depésito que dispone la Ley 11.723 Impreso en la Argentina No se permite la reproduccién parcial o total, el almacenamient0, alquiler, la transmisién o la transformacién de este libro, ¢ cualquier forma o por cualquier medio, sea electronico 0 mecdnico, mediante fo copias, digitalizacién u otros métodos, sin el permiso previo ¥ escrito editor. Su infraccién esta penada por las leyes 11.723 y 25.446. Esta primera edicién se terminé de imprimir en, Imprenta Dorrego Avenida Dorrego 1102, Buenos Aires, Reptiblica Argentina, i en noviembre de 2014 Exconeede con CamSeanner Capiruto 7 En busca del contexto a partir del texto Andlisis de recursos retéricos Formulas de inicio Segtin Stubbs: “La mayor parte de las historias contienen al principio [...] el tiempo, el lugar y los personajes [...] [siendo] el [pretérito] imperfecto [...] un indicador sintactico de dichas oraciones de orientacién”, que generalmente toman la forma de proposicio- nes existenciales, y son facilmente reconocibles como formula de inicio. (1987: 45, 199) Considerando esas formulas’ tal como aparecen en nuestros rela- tos, los organizamos de la manera siguiente: Primer grupo: Encontramos algunas formulas cldsicas de los cuen- tos maravillosos, al estilo de “Una vez habia una abuela”, “Habia una familia”, “En cierta ciudad hab{a un rey”, “En un rancho viejo al borde de un callején, al caer la tarde y mas atin de noche, nadie se atrevia a pasar por allf de miedo a la fantasma que atajaba los caminantes”, “Eran dos amigas que se querian mucho”, “Cierta vez un hombre, obligado por la necesidad econémica”. Entre ellas, el empleo del auxiliar haber en pretérito imperfecto ayuda a ubicar los hechos que a continuacién se narrarén en un 1. Para Dan Ben Amos “las marcas textuales que hacen del folklore un tipo parti- cular de comunicacién son las férmulas de apertura y de cierre de los cuentos y las canciones y las estructuras de las acciones [...]. Las formulas de apertura y cierre distinguen los acontecimientos enmarcados por ellas como una categoria particular de narracién, que no se ha confundir con la realidad” (Ben Amos, 1995: 49). (189) Exconeede con CamSeanner tiempo impreciso, que puede ser apreciado como lejano. Algo similar ocurre con el espacio en que se desarrollaran los acontecimientos, del que no aparecen referencias, 0 son muy difusas. Hay casos en que el verbo aparece en presente, y va acompafiado de indicadores de que se va a tratar acerca de hechos acontecidos algtin tiempo atras, senalandose de esta manera un contraste con el presente de Ja narracién: “Hace muchos afios”, “Hace mucho tiempo atras, en un lugar Tejano y desolado”. Incluso en algunas de estas formulas se introduce la duda acerca de la verosimilitud de lo observado cotidianamente: “En una pobla- cion habia un matrimonio al parecer muy feliz, pero...”. Se indica asi la dicotomia entre lo cotidianamente tenido por vélido y lo que se oculta. poniendo en cuestién la certeza de las rutinas. Es ésta una caracteristica que encontramos en los relatos fantasticos, siendo ha- bitual también en relatos populares de aventuras. Segundo grupo: En otras férmulas -en cambio— se emplean verbos en pretérito indefinido, seguidos de datos que ubican el escenario de Jos hechos con cierta exactitud en algunos casos, y con mucha preci- ®10n en otros. Ejemplo de los primeros son “Esta historia me conta- ron unos amigos. Alla en Bolivia mas exactamente en la ciudad de La Paz, existio”, “Esto ocurrié hace varios anos atras en el Ramal”.’ En cuanto a los segundos, en algunos relatos encontramos en la Introduccion (planteo inicial) una caracterizacién de las circunstan- clas en que el narrador se interesa por la historia: Paxeando un verano por las alturas del puente del Malpa- 0, por el paraje denominado Puito, que queda a unos dos ki. lometros de Parco, por donde antiguamente pasaba el camino a la Capital Y luego una precisa ubicacién de las dimensiones temporo-espa- ciales de los acontecimientos narrados, en un tiempo distante pero en un espacio conocido: “Era por los afios 1890 a 1896, época en que lov viayeros de la Sierra hacian sus viajes de ida y regreso a Lima por las lomas que rodean el rio Mantaro” Otros casos: “Era una mujer muy curiosa que vivia en el calle- Jon de Jaen, 1a Paz” La calle mencionada se encuentra en la zona centrica y antigua de la ciudad, y no ene mas de dos cuadras de extension, por lo que el dato es significative. 2 Hace alusion & uns region geogratica de la provincia de Jujuy. (190) Exconeede con CamSeanner “Esto pasé en Fraile Pintado, cuando yo tenia unos 20 afios, an- tes de hacer el servicio [militar]”. Como en otros relatos, la accién se ubica en una poblacién pequefia y hay una referencia precisa al tiempo en que se habria producido. Lo nuevo es que el narrador re- laciona esos datos con su propia vida. Luego profundizaremos este aspecto. Tercer grupo: Finalmente, en algunos de los relatos hallamos dos caracteristicas, que no siempre se encuentran juntas: * no es posible identificar una formula de inicio, ya que comien- zan narrando directamente la accién, como en: “La familia de Don Corimayo...”, “Mario tenia una mujer...”, indicando que los personajes son conocidos por el auditorio, comienzan vinculando el hecho a la propia experiencia perso- nal oa la de miembros de la familia: “Por circunstancias de la vida, mi tio trabajaba en un establecimiento agro-ganadero- forestal denominado...”, o “El mes pasado vinieron mis primos a pasear”. En ambos casos la mencidn de nombres de vecinos, de familiares ola recurrencia a la propia vivencia, se constituyen en referentes gue otorgan mayor credibilidad a lo narrado.* Terrén de Bellomo considera que ~a pesar del empleo de las for- mulas de inicio y de cierre, asi como de otros recursos retéricos que evidencian la ficcionalidad del texto—: En el universo de las narraciones orales no existe (o es poco relevante) la preocupacién acerca de la calidad de “real” “ficticio” del referente [...]. Los valores culturales establecidos por la comunidad que emite el relato son los que establecen el limite entre ficcional 0 no ficcional de la narraci6n. (Terrén de Bellomo, 2007: 79) 3, Segtin Bascom Jos textos por él denominados leyendas “fabulat" y *memorat “ se caracterizan por el uso de: referencias y detalles objetivos quo el narrador necesita aclarar antes de dar comienzo al relato, causa por la que se expone el suceso, fecha, lugar y hora del incidente, datos que reafirman la autenticidad del acontecimiento, por ejemplo los datos de quien haya presenciado los hechos, que generalmente es algin familiar cercano o un personuje reputado, uso de diilogo por parte del narrador para citar a los involucrados, citado por Villagra, (1971: 38). Los rasgos seialados se encuentran en muchos de los textos incluidos en nuestro Corpus, aunque no pensa- ‘mos que todos ellos puedan ser considerados leyendas. (191) Exconeede con CamSeanner Formulas de cierre os diversi- Jacién con Ia finalizacién de los relatos encontram: od hasta ausencia de formulas. halladas se distribuyen entre: Enrel dad de modalidades, y Las formas de cierre efieren a la culminacién de los hechos, como: “Y de- * Tanta de e sale volan- Tante de todos se transforma en und Paloma ae a on do...para subir al cielo”. Se destaca el emple ee presente, en especial cuando alguno de los personaj ‘ilizado presa en estilo directo. Es un tiempo habitualmente ut in para situar un hecho como acaecido contempordneamente a su enunciacién; a + Ias que refieren al presente en que se produce la narracién de la historia: “Desde esa noche no se oy6 decir que espantaban en el monte virgen”, “A partir de ese dia el condenado no vol- vi6 a aparecer por la casa patronal”. Indican simulténeamente una continuidad y una ruptura con el momento en que ocu- rrieron los sucesos, ya que el orden del presente es diferente al desorden y la zozobra que en el pasado -superado- eran producidos por los acontecimientos narrados; * las que sefialan la ruptura entre el tiempo en que acontecie- ron los hechos relatados y el presente en que son narrados: “Esto pas6 hace mucho tiempo cuando la gente se condenaba porque no lo enterraban bendiciendo”. También en estos casos se patentiza la diferencia —tranquilizadora— cuya presencia esta asegurada por el actual acatamiento y cumplimiento de las normas que antes fueran transgredidas. Sin embargo, esa diferencia esta sefialando la inclusién en una continuidad his- orica, en tanto lo antes ocurrido es reconocido como obra de Sus antepasados, atin cuando los mismos fueran “gentiles”. Se destaca la distancia temporal, pero ademis la auto-exclusién del narrador respecto de los acontecimientos referidos, lo que és remarcado por el empleo de los verbos en pretérito indefini. doe imperfecto, y la tercera persona. Algo similar es sefialado én relacién con los “relatos de erianza” en los Valles Calcha- auies, por D.J. Chein (2001; 60, 61, 63), quien sostiene que la clara diferenciacién que se introduce en los mismos entre “el ‘antes'y el ahora” tiende a explicitar el contraste entre ambos 4. También Morgante, Maria G. detecta la oposicisn entre Sus", pero sefiala la continuidad entre ambos (2001b: 48), los de ahora” y “los anti- (192) Exconeede con CamSeanner momentos, considerados alternativa y comparativamente —en distintos sentidos y por diferentes sectores de la comunidad— como positivos 0 negativos: las que enfatizan el caracter ejemplificador de lo que se na- tra: “Asi aprendimos la leceién™, “La mujer qued6 trastornada después de lo sucedido y nunca mas volvié a mirar por la ven- tana de noche.”, “Desde ese momento mi tio empez6 a creer en los cuentos campestres”. Sefialan la directa relacion cau- sa- efecto entre los acontecimientos que fueran narrados y los cambios de actitudes. perspectivas. valoraciones. producidos desde entonces por uno de los personajes implicados. Estas transformaciones aparecen como deseables no solo en relacion con esos personajes. sino con los demas miembros de la co- munidad, contemporanea a la narracién. A pesar de lo antes mencionado acerca de los tiempos verbales que indican dis- tanciamiento y no implicacién del narrador en el relato, esta- mos ante dos casos en que -sin embargo- el narrador queda incluido en su propia afirmacién, en uno al emplear la primera persona del plural, en otro al hacer referencia a un personaje directamente ligado a él, y * las que explicitan la forma de transmisién del relato: “Este cuento me lo conté mi papa”, “Esto me lo conté mi abuelo, de ochenta afios en Hipolito Irigoyen [sic]”. Este procedimiento parece ser empleado como modalidad de ra- Lificacion de la verosimilitud del relato, reforzdndola mediante la recurrencia a una autoridad reconocida por la familia, y también a la explicitacion de la adhesion de personas reales, identificables y tal ver respetadas por la comunidad, a las creencias implicitas en lo narrado, Generalmente -en estos casos~ el desenlace aparece formulado en primera persona, a diferencia del resto del relato que se hace en Lercera persona singular, rasgo que segun Chertudi esta indicando que nos encontramos ante el desenlace y que el narrador se presenta como espectador de los acontecimientos referidos. En algunos de los casos que hemos analizado, en realidad solo aparece come segundo narrador, que reafirma la veracidad de los hechos re- curnendo a la fuente Segun Lotman "Es caracteristico de los sistemas modelizantes seoundanios mancar el fine o el «principio, o las dos cosas juntas. |...). Les instruments de una lengua natural modelizan el tiempo, ‘Ro ya como cosa encerrada entre un «principio» y un «fin», sino segun el principio de su simultaneidad respecte al mensaje, o de su mayor (293 } ‘Eseanead con CamScaoner o menor grado de lejanfa del mismo en direccién de lo que precede 9 sigue”. En los textos seleccionados podemos encontrar ambas situa. ciones, segiin lo ya visto. Sin embargo, por las creencias que en ellos se encuentran expresadas, es posible identificarlos como relatos mi. ticos y/o religiosos, por lo que es preciso no “considerarlos como un conjunto de signos descifrables aisladamente sino [como] un mundo que tomado en su totalidad realiza cierto modelo abstracto (mitol6. gico, religioso 0 de otro género)” (Lotman, 1979: 199,200).5 Como: Las historias no se paran, sino que se terminan [...] una forma de sefalar [su] final en una conversacién informal es [el uso de] expresiones [...] [que] no proporcionan nueva informa- cin que pueda servir para proseguir la conversacién, [y que] por tanto se pueden considerar como finales. La repeticién de frases enteras también sirve para indicar el final. (Stubbs, 1987: 38, 39) Ya puesta de relieve la delimitacién operada en los textos por el empleo de las formulas de inicio y cierre, nos interesa ahora advertir si aparecen en los mismos “indicios correspondientes a los persona- jes, a sus identidades”,® “expresiones indexicales”,’ “connotadores” (en la denominacién empleada por Blache y Magarifios de Moren- tin). Estos tiltimos son definidos como “marcas significantes 0 carac- teristicas perceptuales... sobre agregadas a la lengua en que se na- tra, y/o al tema de la narracién, y/o a la situacién de comunicacién” (Blache y Magarifios de Morentin, 1987: 17). 5. También retomado por Maria Inés Palleiro, “La similaridad semantica entre las. cldusulas inicial y final permite considerar a ambas como marco de fijacién de los. limites textuales de la unidad con respecto al cotexto precedente y siguiente El en- marcado textual logrado mediante el empleo de cldusulas de apertura y cierre consti- tuye un recurso de semantizacién ficcional de la textualidad narrativa” (1992b: 4), En Maria Osdn de Pérez Saez encontramos referencias en sentido similar. 6. Seguin Charles Peirce “un indice es un signo que se refiere al objeto que denota en virtud de ser realmente afectado por aquel objeto... [y] tiene necesariamente alguna cualidad en comin con el objeto” (1986: 247-249), 7. Expresiones que “requieren de informacién contextual para ser perfectamente comprensibles y carentes de ambigiiedad”, Las Ilamadas expresiones indexicales, marcan la ubicacién de los textos y su signifiendo..,en la situneién en que son enun. ciados” (Lozano. Peita Marin y Abril, 1997: 60), También Pisanty: “Los destinatarios de los relatos orales pertenecen también a la tradicién de la que el narrador se hace Portavoz, y comparten el mismo repertorio de {érmulas y de motivos convencionales” (1995: 27), [194] Exconeede con CamSeanner La presencia de los mismos permitiré relacionar los mensajes con diferentes situaciones de comunicacién, y la observacién del orde- namiento de los connotadores empleados posibilitara identificar la estructura de la comunicacién, es decir, su cédigo. Nos interesan los indicadores como marcas de aproximacién de texto y contexto, y los instrumentos de anilisis de esas relaciones. Segan Campra, dado el cardcter “inverosimil” del relato fantas- tico, su narrador debe esforzarse por manifestar su verosimilitud convalidéndola a través de datos que tiendan a afirmar la referen- cialidad del texto, tales como: periodos de tiempo indicados con pre- cisién; objetos, espacios, descriptos con minuciosidad de detalles. Pero también, el cardcter oral del discurso, que contribuye a im- plicar al destinatario en lo vivido por el narrador, da cuenta de una realidad extratextual compartida. En tanto recursos que refieren el texto a su contexto de produc- cién y recepcion, creando un “efecto de realidad”, nos ocuparemos de comparaciones, descripciones, metaforas, enunciados referidos, inclusiones de miembros de la comunidad de pertenencia entre los actantes, diminutivos y otros. Mas recursos retéricos En los relatos que seleccionamos hallamos un frecuente empleo de comparaciones, que no son menos habituales en las conversacio- nes cotidianas. ‘As: “Anoche los perros toriaban... atropellaban... Iorando... jcomo si fuera 4nimo!”. En esta afirmacién hay un doble empleo de comparaciones, ya que en primer término aparece una expresién empleada para describir la accién del perro que ladra ante un pe- ligro (compardndola con el gesto desafiante de un toro), y luego se hace referencia a la creencia de que los perros atillan de noche por- que ven un espiritu o alma que anda vagando (énimo). También: “mi caballo quedé como maneado, no pudiendo dar un tranco”. Comparativamente, se hace alusién a la préctica comin de atar las patas delanteras de burros, mulas, caballos, para evitar que se alejen. “Gritando, caminando como el viento: jUwii...! venia el condena- do persiguiendo al viajero”. “Marchaba el condenado como un viento, estallando, reventando, sacudiéndose: {Bu...bu...bi!”. La permanente presencia del viento en las montafias, que en este caso se expresa onomatopéyicamente, es relacionada en el primer [195] Exconeede con CamScanner caso con el peligro que anuncia el grito amenazante del condenado que persigue a su presa por el cerro, en la noche. En el segundo, el condenado acude a enfrentarse —también durante la noche- con el jo- ven os0, que lo desafia. [in diversas culturas ~como en nuestro caso-, a oscuridad de la noche es asociada a la posible aparicién de espiritus y fuerzas peligrosas para el hombre. - "En las comparaciones halladas se destaca su valor descriptivo, ya que contribuyen a realzar algin aspecto considerado importante en Ia situacién que es planteada en la narracién. Facilitan el “estableci- miento de un vinculo entre texto y contexto... incorporando elemen- tos del universo de referencia real en la construccién del «mundo posible» ficcional... [Conecta de manera] asociativa texto y contexto” (Palleiro, 1989: 10). En las siguientes comparaciones los términos que se vinculan en- cierran mayor complejidad, y tienden a la sintesis de las metaforas. “Y en un suspiro lo devoré como quien bebe viento”. Alude al “hambre” del condenado, capaz de aniquilar inmediatamente a se- res humanos, a quienes aterroriza por poseer un poder destructivo al que no es posible enfrentarse sin correr un riesgo demasiado pro- bable de ser eliminados. “Corrié como perdiéndose en la muerte”. El perro (auxiliar) des- aparecié velozmente en la oscuridad de la noche en la montafia, an- ticipéndose al peligro que amenazaba a su duefio, para salvarlo de la muerte. Las onomatopeyas son un recurso empleado no sélo en los textos narrados, sino también en el habla cotidiana de la region, remitien- do a sonidos habituales y por tanto facilmente identificables no solo por si mismos, sino como referentes a situaciones a las que aluden, generalmente imbricadas con creencias cuya vigencia se reconoce. Se constituyen en un recurso mas de remision al contexto conocido por los miembros de la comunidad, o de inclusién del mismo en el relato. Es como si la perspectiva dindmica y holistica de la realidad que encontramos en las concepciones andinas hallara en las onoma- topeyas una forma plastica de expresarse, a través de conjuntos de sonidos cuya significacién no requiere de palabras, sino su interpre- tacin en relacién con su contexto. Podriamos parafrasear a Guzman, quien se refiere al ritmo poé- tico de ciertos villancicos recogidos en la Quebrada de Humahuaca, y decir que mediante las onomatopeyas: Se distorsiona la palabra, se alargan los fonemas, se enfa- tizan los acentos |...]. Los personajes de esta historia se defi- nen, participan de una escena viva [...]. La polifonia permite [196] Exconeede con CamScanner agregar suspenso y accién al modo de narrar los hechos. (Guz- mén, 1997: 141, 143, 144) No sélo se hace jugar en ello a las palabras, sino también a los so- nidos del entorno. Una vez mds, parece emerger el sustrato quechua del que habla Guzman, si atendemos a lo afirmado por Rodriguez Rivas, quien sostiene: “Es digno de anotarse la riqueza del quechua en verbos, adjetivos y voces onomatopéyicas relacionadas con sensa- ciones subjetivas y variantes del dolor” (1989: 307). El habla coloquial es asimismo muy rica en el empleo de metdforas,® las que se registran con frecuencia en las narraciones analizadas. “Recién pudo descansar en paz”. “Noche plateada por el espejo que en su tocador tiene la tierra”, La funcién de sintesis ejercida en la construccién de las meta- foras tiene, en el segundo caso, cardcter descriptivo, refiriéndose a la oscuridad de la noche en un algarrobal, después de una lluvia y posiblemente a la posterior aparicién de la luna. La primera es muy conocida en el lenguaje cotidiano, y—en nuestro caso- es empleada como férmula de cierre de uno de los relatos. Es lo que Prieto Castillo identifica como metéfora retérica: “de giro sencillo, répidamente comprensible”, en tanto que la segunda se acerca més a la metéfora postica (Prieto Castillo, Daniel, 1988: 103). Eco, por su parte, sefiala: “nos interesa la metéfora como... ins- trumento de conocimiento que afiade y no que sustituye”. Porque: La metéfora aparece dentro de un tejido cultural existente, + la semejanza y diferencia de las propiedades expresadas [...] se establecen [...] desde redes de interpretantes; la produccién de la metéfora y su interpretacién da lugar a la reestructura- cién de dicho universo en nuevas semejanzas y diferencias. (Braga, 2002: 191) En realidad, es “el instrumento que permite entender mejor el cé- digo [...]. Este es el tipo de conocimiento que puede proporcionarnos” (Eco, 1990: 228). Retomaremos luego su andli: 8. “En el lenguaje hablado la metfora tiene una presencia constante, y esto se debe a que, en algunos casos, es imposible no utilizarla, [Se] la necesita para expresar cosas que no tiene equivalente en el lenguaje directo” (Prieto Castillo, 1988: 103). 9.Sin embargo, es pertinente recordar que ~segtin Beo- “hasta las metéforas mas inge- nuas estén hechas con residuos de otras metéforas”, por lo que en ella encontrariamos in- dicadores que nos orientarfan en la interpretacién de su contexto cultural (Eco, 1990: 228). [1971 Exconeede con CamSeanner latos la descripcion es realizada con gran precisién i én temporo-espacial: “Una vela.. fatos, que posibilitan la ubicacién “Un a as ses rece en la costa de Agampay, poblacién situada a pO a medi localidad en direccién N.O. En dicha poblacién edia de esta a eed Gastro con st esposa. Todos lo conocian, ¥ Sabian que viv : sus haberes eran escasos”. | . . Segtn Palleiro, la referencia a situaciones y tareas cotidianas facilita a los oyentes la decodificacién del relato, quienes pueden es- tablecer relaciones analégicas con un contexto conocido, el propio, haciendo explicito que tanto narrador como oyentes participan de un mismo universo de competencias, lo que permite entender a la narracién como afirmacién de la identidad del grupo. En tanto que para Roas, a fin de que la ruptura que genera la aparicion de lo fantastico se produzca, es necesario subrayar el ca- racter realista del texto, a fin de generar un contraste mayor con la irrupcién de lo sobrenatural. En la cita siguiente hay un fuerte contenido autobiografico: “Otra de nuestras correrias era rumbiar a la banda... frente al mismo pue- blo, cruzando el rio, por donde vive el «gitano» Guadencio, en direc- cién a la primera cadena de cerros”. Este recurso, asi como la inclusién de nombres de miembros de Ja comunidad narrante en calidad de actantes, senala una fuerte incorporacién de aspectos contextuales de la realidad cotidiana, del contexto situacional, en la ficcién del relato, reforzando la validez de las creencias grupales al dar cuenta de la inclusién comunitaria en la narracién. Es un procedimiento empleado en los numerosos relatos en que los narradores asumen ser testigos directos de los acontecimientos narrados, o invocan sus cercanas relaciones con los protagonistas de los mismos, incluso atestiguando el reconocimiento social de que aquéllos habrian gozado, como refuerzo de credibilidad. Las descripciones no aparecen en estos textos solamente a tra- ves de los recursos ya mencionados: comparaciones, metaforas, onomatopeyas. También se registran como directa insercién del es- pacio en que ocurren los hechos (“la finca nuestra ...estaba al lado de la de él, aunque las casas estaban como a dos cuadras”), de ob- Jetos que en ellos se encuentran (“en una bordalesa de 200 litros... estabu al lado de la casa”), de las caracteristicas de algunos de los personajes, que aparecen con vestimentas habitualmente emplea- das por miembros de la comunidad, en determinadas circunstan- clas (“paso una senora vestida de negro a la cual no conocia”), de las marcas que presentan (“los granos estaban llenos de agua, y al reventarse quedaba como un agujerito”), de las practicas terapéu- En algunos rel (198 | Exconeede con CamSeanner ticas rituales empleadas (“en ese momento que le saquen la panza, tenian que meter al nifio desnudo”), de los elementos empleados en la realizacién de las terapias (“tiraron sal tres veces, escupieron, tiraron agua bendita al sapo y se fueron”), de resultados obtenidos en las curaciones (“poco después la piadura se habia ido de su cuer- po y asi él esta bien”). Las preguntas retéricas que se reiteran durante el desarrollo del relato: “Una o dos, no sé cudntas [veces] habré ido, zno?”. “Aparece condenado, si. {Se da cuenta?”. Ademés de tender a mantener la atencién de quienes escuchan, intentan implicar a éstos en la afir- macién de la legitimidad de las creencias que sostienen el sentido de lo narrado." En caso de que el relato se realice ante miembros de la misma comunidad, se refuerza su validez, pero si ademas se encuen- tran en el auditorio individuos externos a la comunidad, el recur- so puede tender a lograr el reconocimiento de coherencia para esas creencias. Es lo que ocurre en el segundo caso, en que la pregunta formulada es dirigida explicitamente a quien recoge la version del relato, y no es miembro del grupo comunitario. Podriamos aplicar aqui la observacién de Stubbs respecto a la funcién cumplida por los términos que se repiten a fin de mantener la cohesi6n textual. En nuestro caso, las preguntas retéricas como “mecanismos de cohesién indicarfan un equilibrio ritual en la con- versacién [ya que]... el apoyo es una categoria que respalda de modo explicito las emisiones anteriores” (Stubbs, 1987: 41, 42, 187). El paréntesis, como las preguntas retéricas o algunas alusiones del narrador, que producen una interrupcién de la secuencia narra- tiva ponen en primer plano la apelacién al interlocutor, en la situa- cién interactiva de didlogo, que referencia a aquélla, El empleo de diminutivos, permanente en el lenguaje coloquial cotidiano, aparece continuamente en los relatos. Mediante ellos se produce mayor acercamiento entre narrador y auditorio, indicando la relacién de trato familiar entre los personajes del relato. “Y le dejas tirando estas pajitas”, “Bien abrazada a su hijito”, “Unos padres bien viejitos”. La familiaridad se hace més explicita en algunos textos: 10. “Las interrogaciones dirigidas al auditorio del acto enunciativo primario, ponen de manifiesto la tensién entre el receptor intratextual y el receptor empfrico, ubicado en la situacién historica. (Palleiro, 1992a: 9), Ciertas versiones de estas preguntas podrian ser incluidas entre los denominados paréntesis, entendidos como construc- ciones interealadas en una frase que ~aun cuando la interrumpan- son diferenciadas por el tono empleado al enunciarlas, que tiende a mantener el hilo de la conversacién, incluyendo referencias personales del narrador. [199] Exconeede con CamSeanner i i i”. Aqui el diminutivo es ‘ta tengo hambre, quiero chichi ; P on nee aeor para eonfundir ala herofna, quien es enga- tc ‘ato tan afectuoso de parte de aquél, lo que se refuerza fi run tra Nee aes 5 ror el empleo del término cologuial-familiar “chichi”, haciendo refe- rencia al pecho materno. ; - ; También es evidente la familiaridad lograda en: ‘En mi pueblo erfan con mucho amor a los perritos pequefios, tanto a los peluditos como a los otros”, teniendo en cuenta que los lamados diminutivos, en realidad expresan afecto en lenguas como el quechua y el ayma- ra, y no necesariamente disminucién de tamafio. Cerrén-Palomino afirma que su empleo es mas frecuente en el habla de las mujeres y nifios, pero en la conversacién coloquial de la regién andina su uso generalizado suele ser habitual. - Guzman sostiene que “la tendencia al uso del diminutivo es tan abundante en el dialecto kechuwizado del noroeste argentino que hallamos casos de doble diminutivo. Por ¢j. urpillita del kechuwa urpi = paloma + Ila = sufijo diminutivo kechuwa + ita = sufijo dimi- nutivo espafiol” (Guzmén, 2004: 117). Otro ejemplo que forma parte de los usos lingiifsticos que la regién que abordamos comparte con gran parte de América Latina, lo constituye el empleo de diminuti- vos en demostrativos (“estito”) y en adverbios (“ahicito”). La redundancia, ya indicada al analizar las estructuras, aparece en as repeticiones que generalmente se dan a través de triplicaciones: Jas tres preguntas del condenado que se anuncia, las tres respuestas del héroe que lo aguarda, la cafda de tres miembros del cuerpo del condenado, el condenado come tres veces, héroe y condenado se en- frentan tres noches seguidas, las luchas terminan cuando el gallo can- ta por tercera vez, las tres fechorias cometidas en vida, las tres tareas que se requiere al héroe que cumpla a fin de lograr la salvacién, ete." Pero también se encuentra en el énfasis creciente sobre una accién 0 un estado: “Gritaba, pretendiendo apresar al hombre... Gritaba, gri- taba fuerte”. “Estaban todos los huesos només blancos ya... El hueso noms estaba. El hueso y los cabellos dice que estaban”, La insistencia que remarca, refuerza la importancia de lo dicho, que debe ser comprendido sin dejar lugar a dudas. 71. Dos de las leyes enunciadas por Axel Olrik en rolacién eon las narraciones folklé- chalice nentes @ nuestro andlisis: fey de la repeticién: medio empleado para enfatizar, y ley del tres, que si bien en nuestro caso se adecua al contexto cultural vigente, variard segin las culturas d 8 m= ; € que se trate, dadas ificaci i ee ‘ las significaciones que i 200] Exconeede con CamSeanner La redundancia [...] se constituye en un recurso precioso para dar mayor realce a lo que se est4 expresando. (Prieto Castillo, 1988: 101) Pisanty sostiene que el empleo de la redundancia cumple ~ade- méas- la funcién de reforzar el proceso de “cooperacién textual”: El ritmo binario y ternario se aviene con las exigencias de la narrativa oral, en cuanto la redundancia y la repeticién son “medios para mantener firmemente en el recorrido tan- to al orador como al oyente”, A falta de un texto escrito al que engancharse, el narrador debe recapitular continuamente aquello que ya ha dicho, para refrescar su memoria y la del ptiblico. (1995: 38) Mediante la recurrencia al “dicen” se refuerza la autoridad de quien narra, haciéndola descansar en la de quienes han narrado por primera ver el suceso en cuestién, en sentido similar a lo que ocurre cuando se vuelve a narrar lo que una autoridad familiar o un ante- pasado conté antes. Pero esta expresién también indica un distanciamiento del na- rrador con respecto al contenido del discurso, del que parece no te- ner constancia, desplazando hacia la comunidad el valor testimonial que otorga validez al relato. El narrador se ubica fuera del relato, adopta una posicién externa al mismo, lo que queda evidenciado en el empleo de la tercera persona y del pretérito imperfecto, caracte- risticos del estilo indirecto.? Respecto a la continua repeticién de la formula a lo largo del de- sarrollo de algunos de los textos analizados, podria estar indicando la cohesion en las emisiones individuales de un hablante a lo largo de una secuencia de didlogo, y también la coproduccién del discurso, en que uno de los hablantes apoya lo que dice el otro. Los recursos verbales En nuestros relatos es muy frecuente la alternancia entre preté- rito imperfecto y pretérito indefinido, desde el comienzo y durante el desarrollo del relato. 12, Para Palleiro esta f6rmula estaria expresando la identificacién de quien la emplea con la voz grupal de su comunidad, la que convalidaria lo dicho, de modo que la voz narrante deja de ser individual para adquirir dimensién comunitaria, (201) Exconeede con CamSeanner “Existié un condenado que revivié después de dos meses de su muerte, Segiin la gente decia que a éste, por desgracia, lo castigg Dios por haberse casado con su hermana, con quien tuvo dos hijos,” En este caso, ol uso del imperfecto y Ia introduceién de una terce- ra persona colectiva, produce un efecto de distanciamiento de quien narra. Seguin Palleiro “el juego de alternancias temporales otorga al re- lato una profundidad constructiva, que permite focalizar y poner en relieve determinados niticleos tematico-composicionales” (1992b: 16).18 El empleo de un pretérito imperfecto seguido de un presente sue- le aparecer indicando la simultaneidad de acciones que se interre- lacionan, ejerciendo influencia entre sf. “Mientras sucedéa esto, la mujer del finao se encuentra con un viejito que le dice...”. El presente, habitualmente vinculado al empleo del estilo directo, se encuentra en: “Entonces él le dijo: mamita tengo hambre”, o a la in- clusién de la voz de alguno de los personajes: “Entonces é1 le pide que lo haga cruzar”. Pero su uso predomina especialmente en el cierre de los relatos: “Cuando le toca el agua bendita cae muerto el condenau. Y delante de todos se transforma en una paloma que sale volando del Oratorio”. Si bien algunos autores sostienen que el presente es utilizado como recurso que indicarfa la contemporaneidad de acontecimiento y enunciaci6n; en los casos ejemplificados, parece mas bien destacar la definitiva finalizacion de la historia, ademas de la continuidad de Ja vigencia de la creencia allf expresada. El pretérito perfecto, en cambio, indicaria una relacién que con- servarfa una vinculacién vivencial con quien la enuncia. Es un tiem- po verbal muy empleado en el lenguaje coloquial cotidiano en la re- gién andina del NOA. Sin embargo, desde hace unos aiios es. posible notar que su uso va siendo restringido a determinados sectores de la poblaci6n, excluyéndose generalmente de los mismos a los mas jévenes. Ello parece estar relacionado con la difusién de otros es- tandares de lenguaje a través de los medios de comunicacién, con la consiguiente adopcién y desarrollo de otros c6digos. Seguin Weinrich el pretérito imperfecto, el indefinido, el plus: cuamperfecto, el pretérito anterior y el condicional son “tiempos harrativos”, en tanto que: presente, futuro y pretérito perfecto son “tiempos comentativos”, comentario que implica a locutor y receptor 13. En nuestros relatos, esos micleos estarian identificados en: la condena, la amena- 2a a los vivos por la culpa generada por la transgresién cometida, la posible repara- cidn de la misma, su efectivizacién, la salvacién, [202] Exconeede con CamSeanner a través del discurso. Puillon sefiala que el imperfecto implica una perspectiva de alejamiento espacial. Mientras Barthes atribuye al pretérito indefinido expresar una realidad no relacionada con la ex- periencia. A través de todos estos sefialamientos se destacan actitudes de implicacién o distanciamiento del sujeto, expresadas a través de las formas verbales empleadas. En nuestros relatos, la utilizacién del pretérito pluscuamperfec- to, antecedido 0 seguido por un pretérito indefinido introduce rela- ciones entre una accién y otra, sefialando la antelacién de la accién expresada por el primero, que ejerce influencia sobre el desarrollo de Ja segunda: “A las doce de la noche se presenté el condenado. Pero en ese momento los siete hombres y los siete nifios se habian quedado dormidos”. “Encontré en la estacién un pe6én esperandome... con la ingrata noticia que mi padre habfa fallecido ese dia”. En: “El padre habia muerto y la madre viuda se habia vuelto a casar. Pero también habia muerto el segundo marido” el narrador introduce informacién —no decisiva para el desarrollo del relato en cuestién —que simplemente es mencionada en ocasién de la partida del héroe. Ello contribuiria a sostener que “el pretérito pluscuam- perfecto... adquiere valor desrealizante, [y] contribuye a remarcar la... distancia enunciativa del emisor con respecto al discurso narra- do” (Palleiro, 1992b: 17). El futuro, que no contiene referencia temporal, implica modali- dades subjetivas: prescripcion, obligacién, certeza, en relacién con el porvenir. Guzman advierte la presencia del kechuwa en —entre otras es- tructuras sintdcticas— la preferencia por el empleo de gerundios “que en su forma espafiola deja filtrar el sentido fuertemente dura- tivo del tiempo andino” (Guzmén, 1997: 30). Y Terrén de Bellomo sostiene que la “presencia del quechua en el castellano [en la regién] consiste en una relacién de tensién constante entre una y otra len- gua, que esta subyacente y genera un entramado de caracteristicas singulares” (Terrén de Bellomo, 2007: 93). Es pertinente a nuestro andlisis considerar algunos rasgos co- rrespondientes a la concepcién de los tiempos verbales en las cultu- ras andinas. En quechua y aymara el futuro es entendido como tiem- Po no-realizado, en tanto no concretado es no experimentado, por 14, Sin embargo, como el empleo de este tiempo verbal exigirfa la referencia a un suceso posterior, a ello podria responder la mencién de los acontecimientos aludidos en el ejemplo, [203] Exconeede con CamSeanner izado, que comprende tanto al asa oposicién al tie Pe mntendido como no-futuro— comprenis® al presente. Este Jizan en el momento de hablar y lag ciecuis acciones que S¢ ay como las realizadas muy recientemente, L das habitualmente, 0 tas cuestiones. Negy volveremos sobre es} | tiempo de origen mitol6gico se cong Es sugestivo que © como no experimentado, ‘ante al futuro— forma semejan' tiempo que debe ser relaciona el advenim deterioro del pasado, embargo, éste deberd encom tiguos). ene daa implicada en los tiempos verbales es muy signi. ficativa, ya que en esta concepcién no es posible hablar de la dimen. sién temporal como separada de la espacial. El concepto de pacha ~basico en los Andes de la regi6n, por su incidencia religioso-ritual, las implica a ambas. Bouysse Cassagne y Harris destacan la aso. ciacién de pacha con el sol, primordial para la medicién del tiempo, pero también con nociones espaciales. Y sostienen que, si bien en la actualidad pacha refiere a la tierra, por derivarse su uso de pacha- mama (divinidad pan-andina) en el siglo XVI los evangelizadores usaron el término para expresar la orientacién espacial que ubicaba al cielo arriba y al infierno bajo la tierra.?5 dere _ » YA que o, actualizado permanentemente, y con ¢} aa jento del futuro, En el presenie, vivigg ct esta implicita la posibilidad del faturg trar su fundamento en el orden de log en Personas verbales Entre los textos trabajados encontramos que el narrador 0 la na- tradora opta por emplear: * Primera persona singular a lo largo de todo el relato, impli See totalmente como narrador individual y vivencial delo - ral to, ofreciendo ~en algunos casos— testimonio presen” “Di on dom cimientos, © participando activamente en ae ence none de desarmar e] horno y, habiendo hecho cav@" ntré efectivamente dos palas”. Segin Bellemin Noél; 15. Bouysse ¢, wysse Cassagne js ert Y Han 0 dos PO tonio 1612) y Gone ae ria eforencia a los significados consign® eu 8), Fonss Exconeede con CamSeanner No es el propio protagonista quien narra lo que nos es pre- sentado de un modo personal para que lo experimentemos con 41[...] se trata de una especie de alter ego que desempefia el papel de testigo y asegura la credibilidad al mismo tiempo que la decibilidad de lo narrado [...].E] relato esta siempre media- tizado...de modo que su comunicacién participa a la vez de lo sobrenatural y de lo racional. (2001: 110, 111) Por su parte, Reisz sostiene que el empleo de la primera persona no necesariamente indica la inclusién de quien narre en el universo del relato, ya que puede tratarse sdlo de una instancia narrativa. Si bien al narrador en primera persona no se le confiere habitual- mente la funcién de autentificar lo narrado, la posicién privilegiada dentro del conjunto de los actantes que le asigna Dolezel, radica en que: La autoridad de este narrador es la [...] de un experimen- tador, un testigo, mediador de informacién adquirida por otras fuentes [...]. Los métodos -experiencia directa, desciframien- tos, informes mediados de los testigos~ permiten introducir motivos en el contexto del discurso [...] asignar un relativo valor de autenticidad a estos motivos. (1997: 11, 113, 114) * Primera persona del singular y plural alternativamente, in- cluyéndose permanentemente como personaje: “casi no nos vefamos, cada uno ocupado en sus cosas [...]. Al cabo de un tiempo vi pasar a mi amigo”. La identificaci6n o no del protagonista o de los testigos de los aconte- cimientos con el narrador es relevante para el andlisis de la realidad en el relato, Si el narrador se asume como primera persona (se identifica como “yo” y/ 0 como “nosotros”) y se presenta como persona, se coloca en el mismo nivel de experiencia que los personajes y el destinatario. Pero, al asumirse como tinica garantia de lo narrado, se convierte en fuente sospechosa de la verosimilitud de los acontecimientos. * Tercera persona singular a lo largo de todo el relato: “Cuenta que en vida de su padre, éste le narré la siguiente leyenda relativa a...”..° En casos como éste se produce la coexisten- 16. Segtin Antonio Garrido Dominguez. “En el relato en tercera persona no se da otro tiempo que el presente (el no tiempo) (...]la simultaneidad entre el acto de contar y el del objeto de la narracién [...}. Los defcticos adverbiales[..] aluden al tiempo [..] de los perso- najes y [.1 su papel es mas [..] poner ante los ojos» que estrietamente erénico” (1997: 24), [205] Exconeede con CamSeanner queda incluido en el texto, cia de dos narradores: el primero 2 t que es quien actualiza la subsumido en la voz del segundo, narracién. Existe consenso respecto a la autoridad autentificadora ejercida por la tercera persona singular, neutra, anénima, siendo por conven cién fuente creible. + Primera persona singular en la introduceién o en el final, o en ambos; y tercera persona singular durante el desarro- Ilo: “Un caso real y que yo misma he presenciado. No hace mucho que un joven que pertenecfa a una buena familia”. En estos casos -y teniendo en cuenta lo arriba afirmado-, el cambio de posicionamiento por parte del narrador con- tribuye a un seflalamiento mas notorio del espacio del rela- to. Algo similar a lo que ocurre ~segtin lo ya visto~ cuando en estas formulas de inicio o de finalizacién se emplea un tiempo verbal distinto al del cuerpo del relato. En algunas ocasiones ambas marcas se producen simulténeamente, en otras no. Otros recursos El empleo de modalizaciones" es frecuente en los textos seleccio- nados. Hallamos ejemplos de diversos tipos, siguiendo la categoriza- cién que realiza Portier,** encontramos: . epistémicas, tanto testimoniales: “al cura Gilguera no lo conoci yo”; como no testimoniales: “segtin la gente deca”; * axiolégicas: “unos padres viejitos tenfan un hijo flojo, rebelde ladrén”, “hija, tt debes salvar a tus otras guaguas”; 7 . factuales : “entre lagrimas le cuenta al duefio del Santo lo que Te pasé”, 17. Entendi Ra eke recursos para abordar la consideracién y el andlisis de las rela- # sus enunciados, su hacer, los objetos y los otros sujetos. 18. El autor disting . : gue los siguicntes ti fais Snticas y alética ‘ipos de modalizaciones: a) exis ial: eb) epiatémieas, ene las queso ances a anil incase las no-testimoniales; poder; d) 5 ©) factuales: rela qa y no-no : relacionadas con el decir, el = i es ae Es n en dos categorfas: 1) los juicios intelectual ot ae eaten normativos, veredictivos y précticos; 2) percepciones sensibles. ae sibles, [206] Exconeede con CamSeanner * aléticas: “La idea... no tardé en ser tenida por la més firme verdad, y a ella se aferraron todos”. También es frecuente la aparicién de otros indicadores del posi- cionamiento del narrador: * deicticos: “me pregunto si esto es lo que queda de aquel mu- chachén”; “hacia misas ahi en Agua Caliente hay un orato- rio...De Abra Pampa para aca”; “Porque él... sentadito, asi”. * paréntesis en general mostrarian rasgos del sujeto que los emplea en su narracién, y de su relacién con el contexto de enunciacién. En los textos analizados encontramos los diver- sos tipos de paréntesis, que cumplirian la funcién de poner de manifiesto las diferentes posiciones del enunciador en rela- cién con su discurso. Entre los hallados en los textos identificamos: a) evaluativos: “el espanto... era una «cosa bérbara»”; b) complementativos: “vivia atin mi padre quien como duefio, ad- ministraba esta estancia”; ©) reformulativos: “mi... hablando de eso”. Entre los vinculados con la situacién enunciativa: a) de caracter inmediato: “no, claro, no. Es todo parecido”; b) de cardcter mediato: “mi abuelo también me ha contado un cuento asi”. © referencias: 1) espaciales (son las més abundantes): “la propie- dad La Cafiada Vieja, de Jujuy Refrescos, en el departamento El Carmen’; 2) temporales o histéricas: “Era por los afios 1890 a 1896, época en que los viajeros de la Sierra hacian sus viajes de ida y regreso a Lima por las lomas”; 3) a aspectos de las formas culturales regionales: * comidas habituales: chicharrén con mote, maiz tostado, caldo, queso de cabra, bollos, tunas, duraznos, manzanas, etc., * producciones caracteristicas de la region andina, tanto agri- colas: choclos, papas, habas; como ganaderas: ovejas, cabras, vacunos, burros, mulas, caballos, llamas, * instrumentos de trabajo muy valorados por la necesidad de su empleo: hachas, barretas, arado, ete., [207] Exconeede con CamSeanner mulas, transportar sal cargada po, la. tividades: © «ag a cargo de las mujeres, ae hacer pan en hornos con pare, de adas estrategias de acercamient, «terés en la conversacion: “Me encontré on algy. al tema de inter estaban sacando papas. Les pregunté acer, nos labriegos (Ue hasta que llegamos @ abordar el tema de le de diversas cosas ge este procedimiento, de acercamiens, casa”. Sin la pra sible obtener la informacién que se deseg gradual, 0s 0 va e es personaje en la introduceién, a mal ; narrador —qu ne “ Pe a eee un preciso conocimiento de las modalidades relato— ee ee organizacién social y econémica: haciendas, . ‘i base sistema de proveedurias de las haciendas, ideado a abastecer de mercaderias a desmesurados precios a la poblacién cautiva de peones, generando es importante fuen- te de ingresos a los duefios de las estancias’ 5 ; * acreencias: aullido de los perros que “ven’ almas, remolinos que -al ser considerados expresin del diablo— son neutraliza- dos ritualmente, alusién a practicas de curanderismo. Como consecuencia de lo explicitado, se nos hace imposible coin- cidir con Pisanty, cuando considera al cuento en su aspecto formal como: + Mevar 1atigos, costes eee nin de barro, emp’ * carente de descripciones, porque “a pesar [...] de que el cuento implica necesariamente una serie de desplazamien- tos geograficos, su estructura espacial es abstracta e inde- terminada”; sin caracterizacién de los personajes, que serian “figuras L...] sin mundo interior y privadas [...] de un ambiente que los rodee”, no sujetos al transcurso del tiempo, ya que “los Personajes no envejecen”, $ con estructura temporal indeterminada; ha sie ec tmporis atin que coexisten eects eee areal, aay ti diana, pero quitandoscles 9 eee eee ee els cia sin referencin i ze €s a estos toda consistencia, s¢ na realidad, 19. Estas préctica s han y careros, hasta muy Sido habituales on la . ee 'V avanzado el siglo XX, Tegién, en especial en los ingenios 4 * antropomorfizaciones: es habitual, especialmente entre la po- blacién campesina que los fenémenos naturales sean perso- nificados, refiriéndose a las relaciones entre ellos de esa ma- nera. Asi “el nublado pelea con el viento”, “la lluvia le gana al viento”, “el ojo de agua se enoja y agarra”. En los relatos también hallamos este tipo de expresiones: * “Para curar este mal hay que perdonarse de la tierra”. “Se da cuando un nifio se sienta al lado de un hormiguero o sin que- rer lo incomoda, también cuando un sapo esta tranquilo y sin otro énimo que no sea molestarlo le van a “hurgar” su lugar”, “el que profane se arriesga a que lo agarre la tierra”. * Ranas, pdjaros y perros hablan. Algunos de ellos -ademas se anticipan y advierten a sus amos el peligro que corren. * asimilacién de acciones humanas a las de los animales u otros elementos de la naturaleza: “Estaba legando...casi gateando de cansancio”. La mujer del oso come carne cruda, como él. * metamorfosis: los difuntos se convierten en duendes, en fa- roles, en condenados; las mujeres incestuosas en mulas, los condenados en palomas. Uno de los relatos que por el intensivo uso de recursos puede constituirse en ejemplo de lo analizado es el relato 11. En el mis- mo se registran: modalizaciones, diminutivos, onomatopeyas, com- paraciones, metaforas, antropomorfizaciones, metamorfosis, sefia- lamiento de inicio y fin del relato mediante cambio de personas y tiempos verbales; y alternancia de tiempos verbales. La presencia de seres que se transforman, que por momentos se asemejan y se diferencian, que no pueden ser entendidos como esta- ticos -ademés de constituirse en recursos discursivos-, est sefialan- do la profunda y permanente relacién de interdependencia que entre ellos se establece en las concepciones de vida de las comunidades con que se identifican narradores y oyentes activos. Los limites entre lo sobrenatural (sobrehumano) y lo cotidiano no se muestran definitivos ni inmutables. La irrupcién del primero en el segundo produce incer- tidumbre y miedo, pero también biisquedas (generalmente rituales) de un nuevo orden que signifique también un momentaneo equili- bramiento de fuerzas. Es posible relacionar los procesos de transfor- maciones y metamorfosis con lo monstruoso, que -siendo indescripti- ble~ se hace presente en lo cotidiano y se expresa desde el interior de nosotros mismos, Las confusiones que se generan “iluminan una zona de lo humano mejor que el discurso comtin del buen sentido y el de la cultura racionalizada” (Bellemin-Noél, 2001: 111, 113). [209] Exconeede con CamSeanner jru0so era entendido por Aristoteles como Io dit, Si bien lo mons dmitfa aun una explicacién y ubicacién acional rente alo normal a de Ja naturaleza. Pero cuando Posteriormeni, dentro del conjun! ‘amiento medieval la directa relacign ent m el pens y la consiguiente satanizacién q, . lo im. Fi a Fi se introduce diabélico, lo dial olen igo divino- Jo monstruoso he tomo expresion del castigo divino~ se hace j diferente -entenae negacion. perioso su ocultamiento Y ‘eos de estudios del folklore no sé1g deg, orn . Los enfoques conver nsiderar al texto como aislado de la sity : 0 consi Janecesidad de n i in md om que se produce 0 Se narra, sino que avanzan aun més hacia ci ociocultural de su vigencia- a “aur Paleo define el relato folklérico como: ‘Acto de habla producido en el “aqu‘” y el “ahora” de una cir- cunstancia histérica particular, por un narrador de una comu- hidad determinada ante miembros de su mismo grupo y, even- tualmente,...un observador exogrupal. El contenido referencial de su mensaje se relaciona...con el universo de ideas, creencias ¢ interpretaciones que configura la visin del mundo de dicho grupo, y que le otorga una identidad cultural diferencial. La modalidad de construecién del mundo posible del relato es la duplicacién ficcional de los elementos de Ja situacién comuni- cativa...mediante la insercién de la dimensién histérica en el universo textual. (1992b: 16) Entendemos que uno de los problemas en que incurre Propp, al recortar su interés histérico al del contexto epocal inmediato de pro- duccién de los relatos fantasticos analizados, es que los mismos, al ser considerados como expresién de reminiscencias degradadas de organizaciones socioeconémicas superadas, se reducirian a reitera- eo de formulas sin posibilidades de vinculacién con un nuevo con- te ae we set embargo contintian vigentes. En el contexto plicitas actitudes y valores eae que animan a narradores y oyentes, los relatos adqui igni: i rae euicren Significaciones que van transformandose y conf oe ida, en tanto creacién social. ajtin sostiene que: " Al tratar d tir de las enren sontrender ¥ explicar una obra tan sélo a par- S de su época, tan s6lo de las condiciones del tiempo inmedi ediato, jama didades de sentido, Ta cores Podtem0s penetrar en sus profun- Prender tampoco la vida fa Exconeede con CamSeanner ‘Tal como tendriamos que caracterizar a nuestros relatos, ya que desde la perspectiva proppeana, seria muy dificil abordar no sélo su pervivencia, sino atin mas~ su continua recreaci6n. Bausinger se refiere as{ a una doble dimensién del contexto, cada una de las cuales no es independiente, sino —por el contrario— riguro- samente interdependiente. La primera dimensién es la del contexto situacional, que caracteriza como “escenario entero de la narracién”, ineluyendo a la narracién de la historia, la historia misma, el audi- torio, y sus reacciones. Pero “la situacién es un horizonte demasiado estrecho para definir toda la estructura del acontecimiento de na- rrar”. E] contexto mas amplio al que se remite es el social, y aparece manifiesto a través de una parte de sf: el texto. Esta perspectiva ofrece similitudes con la desarrollada —desde un analisis fenomeno- logico-hermenéutico— por Habermas, quien explicita la relacién en sentido incluyente de: situacién, contexto, horizonte y mundo de la vida, requerida por la interpretacién; y por Ricoeur, quien destaca la funcién referencial y la autotrascendencia de todo texto. Entende- mos que es preciso considerar la dimensién histérica del relato. La categoria de “universo discursivo” de Arturo Roig ofrece un referente tedrico adecuado a lo que venimos sosteniendo. Entiende por tal: La totalidad actual o posible de los discursos correspon- dientes a un determinado grupo humano en una época dada (sincrénicamente) 0 a lo largo de un cierto periodo (diacréni- camente) y sobre cuya base se establece, para esa misma co- munidad, el complejo mundo de la intercomunicacién. (Roig, 1984: 5) El contexto social, que incluye los situacionales, se encuentra surcado y constituido por redes intertextuales que expresan y ali- mentan la dimensi6n cultural, que —a su vez no puede ser pensada sino histéricamente. Por su parte, Blache y Magarifios identifican al conjunto de caracteristicas ya antes mencionadas”® como contexto mate- rial e inmediato de narracién folklérica. En segundo lugar, colo- can el contexto mediato de interpretacién, entendiendo por tal: 20. “Ambito fisico en que se da la situacién narrativa, momentos y circunstancias desencadenantes de la situacién de narracién, cantidad de participantes, identidad de los participantes, eventuales sustituciones en los roles de narrador/oyente, com- Portamientos e interacciones” (Blache y Magarifios de Morentin, 1993: 25). [211] Exconeede con CamSeanner ue circulan en el seno de un grup, jos que producen sus integrantes, to adviemen o de los que son destinatariog, cord el conocimiento de los habitos inter. io eme’ s De su estudio emerEAT 5 grupo. Hstos eae el corre. pretativos Vigen ro ctividad mental e interna, de interpre. lato observa la posibilidad de su conocimiento objetivo y °' 1 tacion y ofrect ios de Morentfn, 1993: 26) 3 Blache y Magarifios riguroso. ( ectiva, sostienen que la narrativa oral gene, ta oro de comunicacién grupal, articulando la oy. proce sas integrantes con su tradicién, por jo qe, iva va de acceso al universo simbélico del que vial sus actores construyen y trasmiten sy in pi eonjunto de texto determinado, tanto como aquellos qu Desde es y alimenta un periencia subjet se brinda como una alimenta y desde el ¢ ién del mundo.”" elas. . aaa andlisis hemos encontrado multiples ejemplos de cémo la presencia del contexto (tanto oes como sorial se manifiesta en el texto, en lo atinente a su estructura y a los recur. sos retéricos empleados. Pero también de cémo un texto remite a otros, sin los cuales no seria posible interpretar sus significacio. nes. Ello da lugar a la formacién de las redes intertextuales, en que se reconoce una dimensién sincrénica, en tanto refiere a los demas textos de produccién contempordnea de un grupo (el que se identifica diferencidndose de otros pero también mantiene se- mejanzas y relaciones con esos otros diferentes); y una dimensién historica, en tanto remite y se apoya en aquello que se mantie- ne vigente del legado de las generaciones anteriores, formando parte de una tradicién. A la dimensién histérica incumben las transformaciones experimentadas por ese legado, que mantiene su caracter dindmico. que evidencian Pl Blache sostiene que los text --- al imbricar te; Ja narracién soporte relat sxto y contexto de la Punto de anclajer Blache, og ee n de la base social que les sirve ©"? , "13 y 15), Exconeede con CamScanner El texto, construido como estrategia comunitaria de respuesta a incertidumbres de su propia existencia, se inscribe dentro de la concepcién de mundo del grupo en cuestién, la que también es una construcci6n, y se halla directamente ligada a las marcas identita- rias que el grupo asume como propias, porque: Es tradicional, tiene arraigo en el pasado de un grupo [y] [...J la tradicién no es una horma autoritaria o fuerza estatica e inmutable sino un caudal [...] utilizado hoy pero basado en experiencias previas sobre la manera que tiene un grupo de dar respuesta y vincularse a su entorno social [...]. Se atiende ala variacién de sus componentes ya de forma o de contenido [...] a su relacién con el contexto. (Blache, 1988: 11) La actuacién —entendida como momento de la participacién e in- teraccién social en que se genera el relato-, est entonces intima- mente ligada a la identidad grupal, formando parte del contexto y expresando esa identidad. Bauman, por su parte, critica la concep- cidn de la actuacién folkl6rica como representacién colectiva homo- génea, ya que los intercambios se dan tanto entre grupos en relacio- nes simétricas como asimétricas. Por tanto en estos relatos, tanto en su dimension sincrénica como diacrénica se reconoce un carécter complejo y dindmico; ya que re- toman parte del legado tradicional -y lo transforman— al incorporar expresiones de su contexto sociocultural que para los narradores/ oyentes revisten significacién relevante, y que como marcas facilitan la interpretacién de los textos, reforzando la vigencia de los relatos y actualizéndolos simultaneamente, en un movimiento doble. Mediante el relato se realiza un juego de espejamiento caleidos- cépico que la comunidad opera en relacién consigo misma, lo que le permite recuperar distintos aspectos de si y de su concepcion de la realidad, y reafirmar su vigencia a través de las transformaciones. Al tratarse de un proceso dindmico, a la autoimagen que la comu- nidad construye de st se iran incorporando las variaciones por ella operadas, produciéndose a veces efectos contradictorios. [213] Exconeede con CamSeanner

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