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ARETE HOMÉRICA (ILÍADA)

CANTO I
Agamenon no quiere devolver a Criseida (su botin) a su padre Crises,
este último luego entra en diálogo con Apolo para causar agravios a los
aqueos por la actitud de Agamenon. Aquiles recomienda a Agamenon
devolver a Criseida pero este último no lo toma como una opción
defendiendo su arete.
En respuesta le dijo el poderoso Agamenón: «A pesar de tu valía, Aquiles igual a los
dioses, no trates de robármela con esa excusa; no me vas a engañar ni convencer. ¿Es
que quieres que mientras tú sigues con tu botín, yo así me quede sentado sin él, y por
eso me exhortas a devolverla? Sí, pero.si me dan un botín los magnánimos aqueos
seleccionándolo conforme a mi deseo, para que sea equivalente; mas si no me lo dan,
yo mismo puede que me coja el tuyo o el botín de Ayante, yendo por él, o el de Ulises
me llevaré y cogeré.

Cólera de Aquiles ante la respuesta de Agamenón


«¡Ay! ¡Imbuido de desvergüenza, codicioso! (…) Además me amenazas con quitarme
tú mismo el botín por el que mucho pené y que me dieron los hijos de los aqueos.
Nunca tengo un botín igual al tuyo, cada vez que los aqueos saquean una bien habitada
ciudadela de los troyanos. Sin embargo, la mayor parte de la impetuosa batalla son mis
manos las que la soportan. Mas si llega el reparto, tu botín es mucho mayor, y yo, con
un lote menudo, aunque grato, me voy a las naves, después de haberme agotado de
combatir. Ahora me marcho a Ftía, porque realmente es mucho mejor no ir a casa con
las corvas naves, y no tengo la intención de procurarte riquezas y ganancia estando
aquí deshonrado.»

Canto VI

Respuesta de Hector (Rey de Troya) a su esposa Hecuba cuando se


acercaba a una muerte asegurada al ingresar al campo de batalla
Le dijo, a su vez, el alto Héctor, de tremolante penacho: «También a mí me preocupa
todo eso, mujer; pero tremenda vergüenza me dan los troyanos y troyanas, de
rozagantes mantos, si como un cobarde trato de escabullirme lejos del combate.
También me lo impide el ánimo, pues he aprendido a ser valiente en todo morfiento y a
luchar entre los primeros troyanos, tratando de ganar gran gloria para mi padre y
para mí mismo.
Después, tras besar a su hijo y mecerlo en los brazos, dijo elevando una plegaria a
Zeus y a los demás dioses: «¡Zeus y demás dioses! Concededme que este niño mío
llegue a ser como yo, sobresaliente entre los troyanos, igual de valeroso en fuerza y rey
con poder soberano en Ilion. Que alguna vez uno diga de él: ‘Es mucho mejor que su
padre’, al regresar del combate. Y que traiga ensangrentados despojos del enemigo
muerto y que a su madre se le alegre el corazón.»

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