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¿EL DOLOR, CONSECUENCIA DE NUESTRO PECADO?

Esta semana estando en el hospital cuidando de mi madre pude contemplar


que cuando los enfermos sienten dolor rápidamente se le suministra el
medicamento adecuado que hacer que el dolor mengue e incluso haciendo que
este desaparezca por completo.
Me hizo reflexionar en el dolor del ser humano, este dolor que vino al hombre
como consecuencia del pecado, de la desobediencia de Adán y Eva en el
principio, (en el huerto de Edén) hacia Dios.
Hoy podemos ver este dolor no solo en hospitales sino en nuestro alrededor o
quizás en nuestras casas o en nuestras vidas ya que, aunque no tengamos
dolor físico podemos tener dolor emocional, mental e incluso dolor espiritual. Y
esto nos indica que algo no anda bien en nuestras vidas.
Podemos recurrir a la Biblia y ver que ese dolor que sentimos también nos
proporciona una oportunidad de experimentar la gracia de Dios.
Pablo dijo: "Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona
en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo" (2ª Corintios 12:9).
Pablo hablaba de un "aguijón en su carne" que le preocupaba.
No sabemos lo que era, pero parecía haber sido doloroso para Pablo. Él
reconoció que la gracia de Dios se le había dado para que él pudiera
soportarlo.
Dios dará a sus hijos la gracia necesaria para soportar el dolor.

Pero la muy buena noticia es que Jesucristo murió en nuestro lugar por
nuestros pecados:
"Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu" (1ª Pedro 3:18).
A través de la fe en Jesucristo, Dios da a aquel que cree la vida eterna y todas
las bendiciones que vienen incluidas.
Una de las cuales es "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras
cosas pasaron" (Apocalipsis 21:4).
El dolor que experimentamos, como una parte natural de vivir en un mundo
caído, maldito por el pecado, será una cosa del pasado para aquellos que,
mediante la fe en Jesucristo, pasarán la eternidad en el cielo con Él.

Aunque el dolor no es agradable para nadie, nosotros debemos agradecer a


Dios por ello porque nos alerta que algo anda mal en nuestro cuerpo.
Además, esto nos lleva a reflexionar sobre la terrible consecuencia del pecado
y ser extremadamente agradecidos a Dios por hacer para nosotros una manera
para ser salvos.
Cuando uno sufre, es una ocasión excelente para darse cuenta que Jesucristo
soportó un insoportable dolor emocional y físico en nuestro nombre.
No hay dolor que podría aproximarse a los terribles acontecimientos de la
crucifixión de Jesucristo, y Él sufrió ese dolor voluntariamente para redimirnos y
glorificar a su Padre.
Hoy Dios quiere que tu recuerdes que el padeció por tus pecados en la cruz del
calvario.

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