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Guía de la Psicoterapia Analítica

Funcional
Conciencia, coraje, amor y conductismo

Mavis Tsai · Robert J. Kohlenberg · Jonathan W. Kanter ·


Barbara Kohlenberg · William C. Follete · Glenn M.
Callaghan

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Guía de la Psicoterapia Analítica Funcional
Conciencia, coraje, amor y conductism0

© Copyright Springer Science+Business Media, LLC 2009


© Versión en español. Ediciones Psara, 2022
© Mavis Tsai · Robert J. Kohlenberg · Jonathan W. Kanter · Barbara Kohlenberg · William C. Follete · Glenn M.
Callaghan
© Editor y revisor: Luis Valero Aguayo
© Traductores: Patrick Meza, Luis Valero y Rocío Luque
© Cuadro: Improvisación 3. Lienzo de Luis Valero Aguayo

Impreso en España – Printed in Spain

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede volver a imprimirse, reproducirse o utilizada
de ninguna otra forma, o bien por vías electrónicas, mecánicas o cualquier otro medio, actual o inventado en un
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información, sin el permiso por escrito de la editorial.
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teléfono 91 702 19 39

© Edición Ediciones Psara, 2022


ISBN – 978-84-125487-0-9
ISBN EBOOK: 978-84-124885-9-3
Depósito Legal: CO- 1082-2022

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En memoria de Robert Kohlenberg por su labor extraordinaria y su compromiso para paliar
el sufrimiento humano.

Miguel Valenzuela
Director de Ediciones Psara

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Índice

Prefacio
Agradecimientos
Autores principales
Autores colaboradores
Prólogo a la edición española
Capítulo 1. ¿Qué es la Psicoterapia Analítica Funcional? 18
Conceptos conductuales básicos que subyacen en FAP
La conducta como acción
Análisis Funcional versus Análisis Topográfico
Reforzamiento
La psicoterapia desde el punto de vista conductual
El foco terapéutico en el “aquí y ahora” de FAP
La conducta clínicamente relevante
Una cosmología conductual
Ejercicio experiencial
Referencias
Capítulo 2. Evidencias en apoyo de FAP 38
La alianza terapéutica
Principios de FAP
La importancia del reforzamiento natural
Investigación existente sobre los principios de FAP
Conclusión
Referencias
Capítulo 3. Evaluación y conceptualización del caso 54
El contexto de la evaluación
Una visión general de la evaluación idiográ1ca funcional
Evaluación durante el curso de la terapia
Tácticas para la formulación práctica del caso
Conducta fuera de sesión (CF)
Evaluación de antecedentes, repertorios conductuales y consecuencias
Formulación estructurada del caso utilizando la FIAT
Ejemplo de caso: Identi1car las clases de conducta en la FIAT
Autor registro durante el tratamiento del cliente
Evaluación del terapeuta
Funciones del terapeuta como estímulo
CT1 (conductas problema del terapeuta) y CT2 (conductas objetivo del terapeuta)
Posibles obstáculos a la evaluación
Referencias
Capítulo 4. Técnica terapéutica: Las cinco reglas 79
Regla 1 Detectar CCR (prestar atención)
Prestar atención a las situaciones terapéuticas que normalmente provocan CCR
Utilizar las propias reacciones como un barómetro
Identi1car las posibles CCR basándose en las respuestas del FIAT-Q
Detectar signi1cados ocultos en la conducta verbal

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Regla 2: provocar CCR (tener coraje)
Estructurar la terapia para que sea evocadora
Utilizar métodos terapéuticos evocadores
Uno mismo como un instrumento de cambio
Regla 3: Reforzar de manera natural las CCR2 (ser terapéuticamente afectuoso)
Responder e1cazmente a las CCR1
Regirse por los intereses de los clientes y ser reforzado por sus progresos
Tener los mismos repertorios que lo objetivo de los clientes
Hacer coincidir las expectativas personales con los repertorios actuales de los clientes
Ampli1car los propios sentimientos para aumentar así su relevancia
Regla 4: Observar los efectos potencialmente reforzadores de la conducta del terapeuta con relación a las CCR del cliente (ser
consciente del propio impacto)
Regla 5: Proporcionar interpretaciones funcionales e implementar estrategias de generalización (Interpretar y generalizar)
Paralelismos entre las conductas en sesión y las conductas cotidianas
Asignación de tareas
Precauciones y cuestiones éticas
Competencia para llevar a cabo FAP
Conclusión
Referencias

Capítulo 5. El yo y la atención plena 118


Una visión conductual sobre el yo
La experiencia del yo
Desarrollo del sentido del yo
Atención plena
Una visión conductual de la atención plena
Atención plena terapéutica
Implicaciones clínicas de los problemas del yo
Reforzar el hablar en ausencia de señales externas especí1cas
Adaptar las tareas terapéuticas al nivel de control privado en el repertorio del cliente
Reforzar tantas a1rmaciones “yo x” del cliente como sea posible
Implicaciones clínicas y técnicas para promover la atención plena
Ejercicio de Conciencia/Relajación/Aceptación (CRA)
Ejemplo de caso: exposición y prevención de respuesta, FAP, y atención plena para un trastorno obsesivo-compulsivo
Conclusión
Referencias
Capítulo 6. Intimidad 147
La intimidad es importante clínicamente
La intimidad implica expresar emociones y sentimientos que suponen di1cultad y riesgo
La intimidad implica sentirse apegado y conectado con otros
Implicaciones terapéuticas
Discutir y a1rmar el apego y la conexión
Conclusión
Referencias
Capítulo 7. El curso de la terapia: fase inicial, media y 1nal de FAP 160
Antes de la terapia
Fase inicial de la terapia
Fase intermedia de la terapia
Centrarse en la evitación
Una interacción de FAP típica e ideal
Hacia la mitad de la terapia con Alicia
Fase 1nal de la terapia
Referencias

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Capítulo 8. Supervisión y desarrollo personal del terapeuta 178
Objetivos de la supervisión en FAP
Métodos de supervisión individual en FAP
Modalidades de entrenamiento en grupo
Ética y precauciones en la supervisión FAP
Conclusión
Referencias
Capítulo 9. FAP verde y valores en la terapia 208
El papel de los valores personales del terapeuta en la psicoterapia
Aplicar los valores de FAP Verde
Conclusión
Referencias

Anexos 222
Anexo A. Formulario sobre la conceptualización del caso
Anexo B. Cuestionario de información preliminar del cliente de FAP
Anexo C. Cuestionario de la Instantánea Vital
Anexo D. Formulario puente entre sesiones de FAP
Anexo E. Preguntas típicas de FAP
Anexo F. Cuestionario de inicio de la terapia FAP
Anexo G. Cuestionario de mitad de la terapia
Anexo H. Cuestionario sobre el duelo
Anexo I. Inventario de pérdidas
Anexo J. Grita a través de tu poesía
Anexo K. Herramientas para 1nalizar la terapia
Carta al cliente sobre el 1n de la terapia
Anexo L. Cuestionario sobre experiencias de cercanía en la relación terapéutica (FAP-ECR)
Anexo M. Informe de sesión de la relación terapeuta-paciente (PTSR)
Anexo N. Registro de riesgos emocionales

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Prefacio

Nuestro primer libro, Psicoterapia Analítica Funcional: Creando relaciones terapéuticas


intensas y curativas, se publicó hace casi dos décadas. Terminamos ese manuscrito un
día antes de que naciera nuestro hijo, y a medida que ha crecido y madurado, también
lo ha hecho la FAP. Concluimos ese libro con la siguiente afirmación: “Si este libro
produce una sola relación significativa e intensa entre el cliente y el terapeuta, que de
otro modo no se habría producido, entonces para nosotros ha sido útil”. De hecho,
según los comentarios que hemos recibido, se han producido innumerables
interacciones significativas como resultado de que los terapeutas hayan utilizado los
principios de FAP. Nuestro libro ha sido traducido cuidadosamente al portugués
(Rachel Kerbauy, Ph.D., Fa’tima Conte, Ph.D., Mali Delitti, Ph.D., Maria Zilah da Silva
Branda˜o, M.A., Priscila Derdyk, M.A., Regina Christina Wielenska, Ph.D., Roberto
Banaco, Ph.D., y Roosevelt Starling, M.A.), japonés (Hiroto Okouchi, Ph.D. Takashi
Muto, Ph.D., Akio Matsumoto, M.A., Minoru Takahashi, M.A., Toshihiko Yoshino, Ph.D.,
Hiroko Sugiwaka, Ph.D., Masanobu Kuwahara, M.A.,Yuriko Jikko, M.A., y Mariko Hirai,
M.A.) y español (Luis Valero, Ph.D., Sebastián Cobos, B.A.), y hemos presentado
numerosos talleres a nivel nacional e internacional ante un público entusiasta. La
relevancia de las reglas y la metodología de la FAP parece universal para todos los
terapeutas que quieran crear relaciones terapéuticas más intensas y curativas. Para
aquellos que no estén familiarizados con los fundamentos de FAP, el Capítulo 1 de este
volumen ofrece una introducción que detalla los principios conductuales sobre los
que se fundó FAP. Aunque tiene un largo camino por recorrer antes de cumplir los
criterios de un tratamiento con apoyo empírico, los principios básicos de FAP son
bastante sólidos: la importancia de la relación terapéutica y el uso del refuerzo
natural para dar forma a los problemas del cliente cuando se producen en la relación
terapéutica. En el Capítulo 2 se describen las pruebas procedentes de múltiples y
diversas áreas de investigación en apoyo de estos principios. Cuando se lleva a cabo
FAP de una manera correcta, requiere una evaluación y una conceptualización del
caso minuciosas y precisas, temas que se abordan en el Capítulo 3. El núcleo de la
metodología de FAP se dilucida en el Capítulo 4, en el que se trata la técnica
terapéutica y las cinco reglas. En el Capítulo 5 se discute nuestra hipótesis conductual
sobre cómo se crea la experiencia del yo, y por qué es necesario un sentido del yo para
que uno se involucre en mindfulness. El desarrollo de la intimidad y cómo implica la
asunción de riesgos por parte del cliente y del terapeuta, es el tema del Capítulo 6. En
Capítulo 7, sobre el curso de la terapia, se describe un tratamiento típico de FAP desde
el principio hasta el final. El Capítulo 8 abarca los modelos de supervisión de FAP,
tanto individuales como de grupo, y también ofrece sugerencias para el autodesarrollo
del terapeuta. Los terapeutas que creen que el mundo se encuentra en una encrucijada
para la supervivencia y quieren ir más allá del tratamiento de los síntomas de sus
clientes, sacando lo mejor de ellos mismos y un compromiso con el activismo, estarán

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de acuerdo con las ideas expuestas en el Capítulo 9, sobre valores en la terapia y FAP
Verde.
El lenguaje y los conceptos conductuales utilizados a lo largo de este libro ayudan a
dar una visión nueva y más precisa de los fenómenos clínicos. Sin embargo, esta
terminología no se desarrolló en el entorno de la psicoterapia y, por lo tanto, puede
resultar engorrosa cuando se utiliza para comunicar la experiencia clínica. Al escribir
este libro hemos caminado por una línea entre el lenguaje de los conductistas y el
utilizado por la mayoría de los clínicos, y hemos tratado de aprovechar la riqueza de
ambos. Para aquellos que prefieren el lenguaje cotidiano, hacemos hincapié en la
conciencia terapéutica, el coraje y el amor, porque estas cualidades son importantes a
la hora de aplicar las reglas de la FAP. Sea cual sea tu orientación, dondequiera que te
encuentres en tu viaje individual como terapeuta, esperamos que las ideas y las
informaciones contenidas en este libro te inspiren para ser más consciente, valiente y
afectuoso con tus clientes y que te refuercen por hacerlo así.
Por último, queremos subrayar que la terapia no consiste solo en seguir reglas y
medir la adherencia al tratamiento. Cada vez que interactuamos con alguien, tenemos
la oportunidad de reflejar lo que es especial y precioso en esa persona, de curar una
herida, de crear cercanía entre dos personas, de aumentar las posibilidades y la magia
entre ellas. Cuando te arriesgas y dices tu verdad con compasión, das a tus clientes lo
que solo tu puedes dar: tus pensamientos, sentimientos y experiencias únicas. Al
hacerlo, creas relaciones que son inolvidables. Cuando tocas los corazones de tus
clientes, creas un legado de compasión que puede llegar a las generaciones que aún no
han nacido.
Seattle, WA, USA, 2009
Mavis Tsai
Robert J. Kohlenberg

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Agradecimientos

Bob Kohlenberg y yo pedimos a Jonathan Kanter, Barbara Kohlenberg, Bill Follette y


Glenn Callaghan que fueran coautores de este volumen porque cada uno de ellos ha
dedicado un tiempo importante de su carrera a pensar, desarrollar, enseñar,
investigar, practicar y escribir sobre FAP. Quiero agradecer especialmente a Jonathan,
cuyas importantes contribuciones a este libro nos ayudaron a completarlo en tiempo
y forma. Tanto cuando su tarea consistía en escribir material sustancial como cuando
era de edición, siempre se mostró enérgicamente dispuesto. También quiero dar las
gracias a los demás autores de los capítulos por su atento y arduo trabajo. Estoy en
deuda con Bob, mi devoto compañero, que hace de la vida un patio de recreo de
trabajo y amor. En todo lo que colaboramos, el me apoya, me desafía, me anima y saca
lo mejor de mí. Agradezco el apoyo de mis queridos amigos durante el largo proceso
de escribir este libro. Quiero dar las gracias a mis colegas, cercanos y lejanos, cuyos
comentarios sobre las contribuciones de FAP a su trabajo me dan energía y me
sostienen. Me gustaría dar las gracias a nuestra editora de Springer, Sharon Panulla,
por reconocer la importancia de FAP y ayudarnos en todo el proceso de publicación.
Nuestra editora Janie Busby Grant hizo un trabajo magnífico y concienzudo al pulir
nuestro manuscrito final. Agradezco a mis clientes y estudiantes pasados y presentes
que han formado lo que soy como persona, supervisora, profesora y clínica; los quiero
más de lo que nunca sabrán.
Mavis Tsai

Me convertí en un conductista radical en la escuela de posgrado mucho antes de que


existiera un tratamiento ambulatorio para adultos con base skinneriana. Estaba
convencido, aunque fuese erróneamente, de que pronto alguien desarrollaría un
enfoque de este tipo. Esperé, pasaron los años y finalmente perdí la esperanza de que
surgiera una terapia radical basada en la conducta y que se aplicase en consultas
ambulatorias. Mientras tanto, veía a Mavis hacer magia en la sala de terapia que
parecía transformar a todas las personas con las que trabajaba; deseaba poder
entender y hacer lo que ella hacía. Entonces, en 1980, mi hija Barbara Kohlenberg me
dijo: “Papá, quiero que vayas a una reunión de la ABA (Asociación de Análisis de
Conducta) conmigo y asistas a un taller de mi asesor, Steve Hayes; tienes que ver lo
que está haciendo”. Steve demostró que el conductismo radical podía servir de base
para una terapia ambulatoria y me abrió el camino a seguir. Luego, en estrecha
colaboración con mi preciosa e inspirada compañera Mavis, con una lucha
considerable, tiempo y amor, desarrollamos una comprensión de cómo describir y
reproducir los poderosos resultados terapéuticos que ella lograba. Mi querido amigo y
colega Neil Jacobson, ya fallecido, nos instó a escribir sobre lo que estábamos
haciendo, y así nació oficialmente la FAP. Desde el principio, mi amiga y colega
Marsha Linehan ayudó a poner FAP en el mapa diciendo a sus estudiantes y asociados
que necesitaban entender FAP para poder hacer una buena DBT (Terapia Dialéctica
Conductual). Quiero reconocer a los coautores Jonathan, Bárbara, Bill y Glenn, así

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Q J y
como a mis otros estudiantes (todos son colaboradores del capítulo), quienes hicieron
contribuciones especiales para sostener y hacer crecer FAP a lo largo de estos años.
Por último, quiero agradecer a mis clientes que pacientemente alimentaron el
desarrollo de mi capacidad de ser terapéuticamente consciente, valiente y afectuoso.
Robert J. Kohlenberg

En primer lugar, me gustaría dar las gracias a Mavis Tsai y a los demás coautores por
haber creado un proceso de escritura del libro que fue coherente con los temas del
libro, un proceso en el que se produjeron tanto CCR1 como CCR2 para todos nosotros,
siempre llevados con cariño en el espíritu de producir el mejor libro posible. También
me gustaría dar las gracias a Bob Kohlenberg por sus años de tutoría y por haberme
moldeado mi forma actual como científico de la conducta y profesional de FAP. Mis
estudiantes (Sara Landes, Andrew Busch, Keri Brown, Laura Rusch, Rachel Manos,
Cristal Weeks, William Bowe y David Baruch) también siguen desempeñando un papel
importante en el desarrollo de mi comprensión y enfoque de FAP, y merecen todo el
reconocimiento. Por último, me gustaría agradecer a mi mujer, Gwynne Kohl, su
inquebrantable apoyo y todo lo que hace entre bastidores para facilitar mi continuo
intento de una carrera productiva y significativa.
Jonathan W. Kanter

En primer lugar, me gustaría dar las gracias, de todo corazón, a mi madre y a mi


padre, Joan Giacomini y Bob Kohlenberg, por proporcionarme un amor constante y
compasivo a lo largo de mi vida. Verdaderamente, el amor que pongo en el mundo, y
en particular la forma en que el afecto infunde mi trabajo clínico, mis amistades y mi
familia, son en gran medida extensiones del amor que he sentido toda mi vida.
También deseo reconocer a mis queridas amigas, Liz Gifford y Debra Hendrickson,
que me recuerdan la importancia de ser fiel a mí misma en todos mis esfuerzos. Mi
vida intelectual ha estado profundamente marcada por Steve Hayes, que ha guiado mi
pensamiento desde la escuela de posgrado y que se prolonga hasta el día de hoy.
Quiero dar las gracias a Mavis Tsai, cuyo amor por mi padre y su valor como clínica,
pensadora y amiga ha sido muy significativo para mí. Mis colegas del Departamento de
Psiquiatría, especialmente David Antonuccio y Melissa Piasecki, han sido una fuente
inagotable de apoyo para mí. Últimamente, mi colega Mark Broadhead ha compartido
conmigo tanto su corazón como su intelecto, y me ha ayudado a no sentirme tan sola
en un momento difícil. Estoy agradecida a mis pacientes, que a lo largo de los años me
han permitido el privilegio de escuchar la historia de sus vidas, y por permitirme
compartir sus alegrías y sus angustias. A mi marido, Steve Davis, que me ha enseñado
tanto sobre el amor y la paciencia. Y, por último, a mis hijos, Hannah y Jack, que me
recuerdan cada día que el amor consiste tanto en sentir como en hacer, y que me han
dado el regalo de ser su madre.
Barbara Kohlenberg

Me gustaría dar las gracias a todos los que han dado forma a mi pensamiento, a mi
cariño y a mi humor. No tengo ni idea de quiénes son todos y cómo lo han hecho.
Puedo dar las gracias a Bob Kohlenberg, que ha sido un mentor y un amigo en los

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buenos y en los malos momentos. A todos mis alumnos, pasados y presentes, quizá
nunca sepáis lo mucho que sigo aprendiendo de vosotros. Si uno es afortunado,
encuentra un amigo en el camino que está ahí cuando necesitas a alguien que se ría
contigo y a veces de ti, y que acepte tu amistad y te devuelva la suya. Glenn Callaghan
es un amigo así. Me gustaría dar las gracias a Laura, a mamá, a papá, a Debbie y a los
que empezaron este viaje conmigo pero no pudieron terminarlo.
William C. Follette

Quiero agradecer a mi maravillosa esposa, compañera y colega, la Dra. Jennifer


Gregg, su amor, compasión, orientación intelectual y apoyo. Sin ella, no sería el
terapeuta de FAP ni el académico que soy hoy. Más que eso, no sería la persona que
soy sin ella. Mis relaciones con Jen, Hope y Jack son las más importantes que jamás
tendré. Mi profundo agradecimiento a Bob Kohlenberg y Mavis Tsai por su oferta de
formar parte de este libro y por su ánimo y comprensión en el proceso de mis
contribuciones. Quiero dar las gracias a Bill Follette por ser el mejor colega y amigo
que podría haber imaginado encontrar en este campo. No formaría parte de este libro,
ni sería un terapeuta de FAP, ni realmente la persona que soy hoy sin su amabilidad,
paciencia y humor a lo largo de los años. Quiero dar las gracias a todos los clientes de
FAP que he visto, por su ayuda para crear la forma en que hago FAP más eficaz, por la
apertura, la gracia y la valentía que me han mostrado.
Glenn M. Callaghan

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Autores principales

Mavis Tsai, Ph.D., co-creadora de FAP, es una psicóloga clínica que ejerce de forma
independiente. También es directora de la clínica especializada en FAP dentro del
Centro de Servicios Psicológicos y Formación de la Universidad de Washington, donde
participa en la enseñanza, la supervisión y la investigación sobre el desarrollo del
tratamiento. Sus publicaciones y presentaciones incluyen trabajos sobre la curación
del trauma interpersonal del trastorno de estrés postraumático con FAP, los
trastornos del yo, los problemas de poder en la terapia de pareja, la incorporación de
la sabiduría oriental en la psicoterapia, el racismo y los grupos minoritarios, la
enseñanza a los jóvenes para que sean activistas por la paz, y el empoderamiento de
las mujeres mediante la recuperación del propósito y la pasión. Forma parte de la lista
de especialistas senior de Fulbright, ha presentado sesiones de “Master Clinician” en
la Asociación de Terapia Cognitiva y del Comportamiento, y ha dirigido numerosos
talleres a nivel nacional e internacional. Está interesada en los enfoques
multimodales informados por el comportamiento para la curación y el crecimiento
que integran la mente, el cuerpo, las emociones y el espíritu.
Correo electrónico: mavis@u.washington.edu, fap@u.washington.edu

Robert J. Kohlenberg, Ph.D., ABPP, co-creador de FAP, fue profesor de psicología en


la Universidad de Washington, donde ocupó el cargo de Director de Formación Clínica
desde 1997 a 2004. La Asociación de Psicología del Estado de Washington le otorgó el
Premio al Psicólogo Distinguido en 1999. Perteneció a la lista de especialistas senior de
Fulbri­ght y llegó a presentar sesiones de ‘’Master Clinician’’ y ‘’World Round’’ en la
Association for Behavioral and Cognitive The­rapies. Presentó talleres de la FAP tanto
en Estados Unidos como en el extranjero, y publicó artículos sobre la migraña, el
trastorno obsesivo-compulsivo, la depresión, la intimidad de la relación terapéutica, y
un enfoque de FAP para la comprensión del yo. Obtuvo becas de investiga­ción para el
desarrollo de tratamientos FAP, y sus intereses eran la identificación de los elementos
de una psicoterapia eficaz, la integración de psicoterapias y el tratamiento de la
comorbilidad. El 28 de noviembre de 2021, tras un deterioro rápido por enfermedad,
dejó de estar con nosotros a los 84 años de edad, privándonos de su altura intelectual,
curiosi­dad y espíritu generoso para con todos.

Jonathan W. Kanter, Ph.D., es profesor adjunto de psicología, director de la clínica


especializada en el tratamiento de la depresión y coordinador de la clínica de
psicología de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee. Su investigación se centra en la
activación conductual, los mecanismos de acción en la FAP y el estigma relacionado
con la depresión. Ha presentado numerosos talleres sobre FAP y proporciona
supervisión clínica tanto en FAP como en BA.
Correo electrónico: jkanter@uwm.edu

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Barbara Kohlenberg, Ph.D., es profesora asociada en la Escuela de Medicina de la
Universidad de Nevada, Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento.
Tiene un interés especial en combinar FAP y la Terapia de Aceptación y Compromiso.
Ha sido investigadora principal y coinvestigadora en subvenciones de los Institutos
Nacionales de la Salud (NIH) centradas en el desarrollo de tratamientos utilizando FAP
y ACT, en las áreas de las adicciones, el estigma y el agotamiento. Sus intereses
incluyen FAP, ACT y los elementos de una psicoterapia eficaz. También está
interesada en la formación de estudiantes de medicina en habilidades de entrevista
para su uso en entornos médicos.
Correo electrónico: bkohlenberg@medicine.nevada.edu

William C. Follette, Ph.D., es profesor asociado de psicología en la Universidad de


Nevada, Reno, donde actualmente es el Director de Formación Clínica. Ha impartido
varios talleres sobre FAP y dirige un gran equipo de supervisión de FAP en la UNR. Ha
presentado varios paneles y simposios en reuniones nacionales, incluyendo la
Asociación de Terapias Conductuales y Cognitivas y la Asociación de Análisis de
Conducta. Ha recibido una beca del NIMH (Instituto Nacional de Salud Mental) para
estudiar la FAP como intervención para las personas dependientes de las
benzodiacepinas. Además de sus intereses en la investigación y el desarrollo de
tratamientos y el análisis clínico de la conducta, también investiga sobre la
adquisición de habilidades interpersonales complejas, la depresión y la evaluación
funcional.
Correo electrónico: follette@unr.edu

Glenn M. Callaghan, Ph.D., es profesor de psicología en la Universidad Estatal de


San José, en California. Ha publicado una variedad de artículos sobre FAP que van
desde conceptualizaciones conductuales a la metodología de investigación esencial
para el desarrollo de FAP hasta estudios de resultados de tratamiento de caso único.
Es coautor de la Escala de Calificación de Psicoterapia Analítica Funcional, un sistema de
codificación utilizado para identificar el mecanismo de cambio en FAP. Desarrolló y
fue autor de la Plantilla de Evaluación Idiográfica Funcional (FIAT) y de la Evaluación
Funcional de las Habilidades de los Terapeutas Interpersonales (FASIT). Sus intereses en
FAP residen en el uso de terapias conductuales interpersonales basadas en el
principio, centradas en problemas de repertorio generalizados de larga duración,
como los que se observan en la depresión recurrente, el trastorno distímico y los
trastornos de la personalidad. Se dedica tanto a la psicoterapia como a la supervisión
de terapeutas FAP, y dirige talleres de introducción de FAP para nuevos terapeutas y
de formación de habilidades FAP para terapeutas intermedios y avanzados.
Correo electrónico: glenn.callaghan@sjsu.edu

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Autores colaboradores

David E. Baruch, Estudiante graduado de Cardinal Stritch University, Milwaukee, WI, USA, debaruch@gmail.com
Madelon Y. Bolling, Ph.D. Práctica independiente; Clinical Instructor, University of Washington, WA, USA,
mbolling@u.washington.edu
Jordan T. Bonow Estudiante graduado de University of Nevada, Reno, NV, USA, jtbonow@yahoo.com
Andrew M. Busch, M.S. Estudiante graduado de University of Wisconsin-Milwaukee, Milwaukee, WI, USA,
ambusch@uwm.edu
Sabrina M. Darrow, M.A. Estudiante graduado de University of Nevada, Reno, NV, USA, darrow@unr.nevada.edu
Gareth I. Holman Estudiante graduado de University of Washington, WA, USA, gholman@u.washington.edu
Sara J. Landes, Ph.D. Becaria posdoctoral, Harborview Medical Center, University of Washington, WA, USA,
sjlandes@u.washington.edu
Reo W. Newring, Ph.D. Becario posdoctoral, Behavioral Pediatrics and Family Services Clinic, Boys Town, Great
Plains, NE, USA, rwexner@u.washington.edu
Chauncey R. Parker, Ph.D. Práctica independiente, Reno, NV, USA, chaunceyparker@gmail.com
Mary D. Plummer, Ph.D. Práctica independiente; FAP Clinic Supervisor, University of Washington, WA, USA,
marydp@u.washington.edu
Laura C. Rusch, M.S. Estudiante graduado de University of Wisconsin-Milwaukee, Milwaukee, WI, USA,
lrusch@uwm.edu
Christeine Terry. Estudiante graduado de University of Washington, WA, USA, cmt3@u.washington.edu
Jennifer Waltz, Ph.D. Profesor asociado de Psicología, University of Montana, Missoula, MT, USA,
jennifer.waltz@mso.umt.edu
Cristal E. Weeks, M.S. Estudiante graduado de University of Wisconsin-Milwaukee, Milwaukee, WI, USA,
ceweeks@uwm.edu

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Prólogo a la edición española

Con profunda gratitud, y también con inmensa tristeza, escribo este prólogo para la
edición en español de “Guía de la Psicoterapia Analítica Funcional: Conciencia, Coraje,
Amor y Conductismo”.
En primer lugar, quiero rendir homenaje al difunto Robert (Bob) Kohlenberg, mi
amado cónyuge que co-creó la FAP conmigo. A finales de los años 70 y principios de
los 80, los dos mantuvimos un diálogo continuo sobre la intensidad de mi relación
con mis clientes. El quería captar lo que ocurría en esa interacción para que otros
pudieran reproducirlo. Se le ocurrieron las cinco reglas de FAP y el concepto de
conductas clínicamente relevantes (CCR), y seguimos experimentando sobre la forma de
aplicar esos principios. Era un sistema realmente brillante y bien articulado en el que
el observaba detenidamente las grabaciones de vídeo de mi trabajo, lo describía en
términos conductuales, y luego ambos trabajábamos aplicando las reglas y observando
nuestro impacto. A medida que auténticamente moldeábamos a nuestros clientes,
ellos nos moldeaban a nosotros reforzando nuestra presencia, apertura de corazón y
vulnerabilidad.
Finalmente, tenía la sensación de notar la relevancia de las conductas
problemáticas que aparecían en la sesión. Pero, quizás lo más esencial es que fui
consciente de la importancia de que mis clientes y yo habláramos en ese momento de
nuestro impacto mutuo, uno sobre el otro. No hay nada más decisivo y poderoso en la
interacción que revelar el impacto (positivo o negativo) del otro en el momento en
que ocurre: “Esto es lo que me está afectando en este momento, esto es lo que estoy
pensando y sintiendo sobre ti, esto es lo vulnerable que puedo mostrarme ante ti”.
Todo ello dicho con amabilidad y respeto, por supuesto.
Con el tiempo, los investigadores innovadores de FAP desarrollaron herramientas
para medir los procesos flexibles y funcionalmente definidos de FAP, comenzaron a
acumularse las investigaciones sobre el impacto de los mecanismos de FAP. A medida
que crecía la comprensión de los fundamentos científicos de FAP, quisimos ampliar el
acceso que tuviesen los profesionales mediante la redacción de este libro haciendo
hincapié en la conciencia, el coraje y el amor, como nociones de sentido común a
través de las cuales los principios conductuales de FAP pudieran traducirse en un
comportamiento terapéutico eficaz.
En su esencia, los principios de conciencia, coraje y amor forman la base de las
relaciones sociales estrechas y conectadas, no solo de las relaciones terapéuticas. Así
que, Bob y yo creamos una organización sin ánimo de lucro, el Proyecto Global Vivir
con Conciencia, Coraje y Amor (ACL) (www.livewithacl.org), para que cualquier persona,
no solo los que buscan terapia, pudiera beneficiarse de las habilidades de conexión
personal que hemos validado científicamente. El Proyecto Global ACL tiene
delegaciones en seis continentes, y su misión es crear una red mundial de personas
que buscan el cambio con el corazón abierto, y que se esfuerzan por afrontar los retos

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de la vida mediante la profundización de la conexión interpersonal y el aumento de la
sinceridad consigo mismos.
La traducción española de este libro llega en medio de estos importantes
desarrollos, y añade otro hito significativo en la evolución de FAP. Esperamos que sea
valorado por los muchos profesionales, profesores, estudiantes e investigadores
apasionados y dedicados a FAP en español, y que inspire a una nueva generación de
clínicos interesados en aprender FAP por primera vez. La investigación y los esfuerzos
clínicos de FAP han avanzado en España y en toda Latinoamérica durante muchos
años, incluyendo investigaciones y desarrollo teórico original e importante por parte
de autores como Luis Valero, Rafael Ferro, Miguel Valenzuela Hernández, Miguel
Ángel López, Juan José Ruiz, Juanjo Macías, y sus colegas.
Me siento honrada de escribir este prólogo, y se que el espíritu y los valores de Bob
seguirán vivos en sus enseñanzas y escritos, y espero que también a través de ti como
lector.

Mavis Tsai, PhD, Junio de 2022.


--
Mavis Tsai, PhD
Senior Research Scientist
Center for the Science of Social Connection,
U. of Washington
Founder and Executive Director
Awareness, Courage & Love Global Project
www.livewithacl.org
https://www.youtube.com/watch?v=B9kg1UdzDvw

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Capítulo 1

¿Qué es la Psicoterapia Analítica Funcional?

Robert J. Kohlenberg, Mavis Tsai, y Jonathan W.


Kanter
Puesto que ha comenzado a leer este libro, suponemos que es intelectualmente curioso y
está ansioso por ampliar sus conocimientos terapéuticos. Puede que ya tenga
experiencia en el uso de la Psicoterapia Analítica Funcional (FAP) y quiera profundizar
más en el tema, o puede que sea la primera vez que lea sobre esta terapia. Si no está muy
seguro de lo que es FAP , quizá espere una definición de diccionario con información
conductual , o quizá esté buscando la respuesta que más se identifique con su intuición .
Sin embargo , de acuerdo con la perspectiva conductual que adoptamos en este libro ,
creemos que no hay una intervención terapéutica o teoría subyacente que pueda ser “
mejor ” en términos absolutos o libres de su contexto . En cambio , “mejor ” siempre
depende de lo que uno intenta conseguir . FAP es una terapia ideográ fica que se
experimenta de un modo diferente entre aquellos que han aprendido , practicado ,
recibido , investigado , enseñado y/o escrito sobre ella. Por consiguiente , empezaremos
con un amplio menú de estas experiencias. Esperamos que al menos una de ellas le toque
la fibra sensible.

1) Una clienta
Una clienta ha estado luchando contra los síntomas del trastorno de estrés
postraumático (TEPT ) después de varias experiencias negativas con profesionales
médicos de con fianza . Teniendo en cuenta los hallazgos de las publicaciones sobre el
TEPT , tenía una vulnerabilidad preexistente que explicaría la gravedad e intensidad
inusual de sus síntomas . Su historial incluía hechos como: abandono en la infancia , falta
de cuidados por aquellos en los que con fiaba , y la muerte de familiares cercanos . El
siguiente extracto está tomado de un correo electrónico en el que describía las
reacciones durante su sesión de terapia con RJK algunos días antes.
Siempre me has hablado de la asociación libre, y esta mañana me he despertado a las 6:
30 justo para eso . Así que , ahí voy . Me pregunto a mí misma ¿por qué has (refiriéndose
RJK ) insistido tanto en este “perverso ” camino , susurrándome en la oscuridad , y
alentando mi apego hacia ti (de una manera muy evidente), al tiempo que hablabas sobre
el final de nuestra terapia y, me imagino , que también de otros finales ? Me pregunto
también ¿en qué clase de tregua dificilmente se habrían sentado Freud y los conductistas
en la misma mesa para tomar té? Bueno, pues esto es lo que pensé para mí, creo que estás
usando el apego/transferencia terapéutica para hacer una terapia de desensibilización /
exposición . Me pides una y otra vez que me mantenga al filo de mi zona de confort , justo
en el espacio donde estoy “conscientemente” unida a

18
ti, confiando en ti, siendo realmente yo misma, para intentar suavizar el final, incluso
deleitarme con él. Esto podría ser una “transferencia basada en la terapia de
exposición”, ¿no?

2) Un estudiante de postgrado
FAP me ayudó a progresar y a crecer, y a ser congruente con la teoría y con mis
valores en todos los aspectos de mi vida. FAP me desafía a ver la terapia a través de los
ojos del cliente, a participar en introspecciones y, más aún, a analizarme a mí mismo
con mayor precisión en mis interacciones.

3) Un terapeuta TCC (Terapia Cognitivo Conductual)


Aprender a “ser” dentro de una relación terapéutica, ha sido una de las ideas más
valiosas que FAP me ha aportado. Ahora me doy cuenta de que la mayor parte del
tiempo que paso trabajando con un cliente soy consciente de cómo “soy” y me
concentro en la intención de estar plenamente presente en la interacción, lo que ha
supuesto un gran progreso para mí, incluso cuando me resulta incómodo. Me ha
impactado de una manera muy profunda, tanto profesional como personalmente, ya
que ahora soy mucho más consciente de mis patrones de evitación. He llegado a estar
más en contacto con mi deseo de unir mi yo personal con mi yo profesional de una
manera más real, más humana y más presente. Aprender FAP ha sido una fuerza
curativa y enriquecedora en mi vida, y ha mejorado muchísimo mi vida. Esta
experiencia me ha cambiado por completo.

4) Un terapeuta DBT (Terapia Conductual Dialéctica)


FAP explica cómo vivir plenamente experimentando las emociones, arriesgándonos
tanto como nuestros pacientes, queriendo cambiar el mundo, queriendo mitigar el
sufrimiento y transformarlo en amor y capacidad de amar. Precisamente, de FAP me
gusta la mezcla de creatividad, la ampliación de horizontes, la intensidad, los
encuentros vivenciales y ser una potente técnica terapéutica.

5) Coautor del libro


FAP es una psicoterapia de tipo interpersonal, diseñada para ayudar a aliviar los
problemas del cliente, que se centra fundamentalmente en las relaciones con otras
personas. El sufrimiento del cliente puede ocurrir cuando está solo o en compañía de
otras personas. Así, el dolor emocional que sienten los clientes tiene que ver con su
falta de conexión significativa con otras personas. Lo que hace que FAP sea única es el
uso de las asunciones conductuales básicas, tales como el moldeamiento contingente
y la aplicación de reforzamiento durante la sesión terapéutica. En el corazón de FAP
se encuentra la suposición de que el mecanismo de cambio clínico ocurre a través de
las respuestas contingentes del terapeuta a los problemas del cliente mientras
ocurren en directo, en vivo, dentro de sesión.

6) Coautor del libro


FAP utiliza los principios conductuales con el fin de crear un espacio sagrado de
conciencia, coraje y amor, donde la relación terapéutica es el vehículo principal para
la curación y transformación del cliente. FAP moldea la eficacia interpersonal

19
enseñando a los clientes las habilidades para hablar y actuar de modo compasivo
sobre sus verdades y sus dones, para implicarse en la intimidad, para dar y recibir
amor plenamente.

En un principio, desarrollamos FAP (Kohlenberg y Tsai, 1991) para explicar por qué
algunos de nuestros clientes que recibían TCC mostraban cambios importantes e
inesperados en sus vidas más allá de los resultados habituales del tratamiento. Cada
uno de estos casos extraordinarios implicaba una relación emocional entre cliente y
terapeuta que era natural, particular, intensa y significativa. Intentamos explicar estas
relaciones cliente-terapeuta a través de un análisis conductual radical (Skinner, 1945,
1953, 1957, 1974) del proceso psicoterapéutico, que hacía hincapié en cada una de las
historias personales individuales.
Ciertamente, la noción de que la relación cliente-terapeuta juega un papel central
en los cambios producidos, está presente en toda la literatura sobre psicoterapia y
cuenta con un considerable apoyo empírico (véase el Capítulo 2). Nuestra intención al
utilizar conceptos conductuales radicales para hacer comprender este fenómeno
consistió en proporcionar una nueva perspectiva en la que el contexto de la relación
cliente-terapeuta contribuya al máximo beneficio terapéutico. Utilizamos una
aproximación “inductiva”, comenzando con las observaciones clínicas de las
intervenciones del terapeuta y sus efectos posteriores, y empleamos conceptos
conductuales para explicar dichos efectos. También utilizamos un enfoque
“deductivo”, aplicando conceptos conductuales, asociando la información de la teoría
y de los hallazgos de laboratorio, moldeando y refinando las intervenciones
terapéuticas. Tal como se practica actualmente FAP es el reflejo de más de dos décadas
de este reiterativo proceso.
Una de las principales ventajas de la aproximación conductual integrada dentro de
FAP es que señala los hipotéticos mecanismos de cambio que, a su vez, proporcionan
unas pautas de tratamiento específicas y fáciles de enseñar. Las definiciones y
conceptos conductuales permiten a los terapeutas poner en marcha una amplia gama
de mecanismos terapéuticos potencialmente importantes como el “coraje”, el “amor
terapéutico” y “la creación de un espacio sagrado para la terapia” (véase el Capítulo 4),
que habitualmente no se desarrollan en las terapias cognitivo-conductuales. Ofrecer
ese coraje y ese amor en sus relaciones con los clientes es un proceso difícil para los
terapeutas, que los lleva al límite de su propia zona de confort (y a menudo provoca
una evitación emocional). Del mismo modo, vemos al conductismo como una
herramienta para facilitar la toma de responsabilidad, un riesgo ético que asumen los
terapeutas, pero que es muy beneficioso para los clientes.

Conceptos conductuales básicos que subyacen en


FAP
El conductismo, que es la base central de FAP, a menudo es malinterpretado. Por
esta razón es aconsejable revisar algunas nociones conductuales básicas y cómo se
aplican éstas en FAP. Remitimos a los lectores que les gustaría tener una descripción

20
más detallada de los principios conductuales fundamentales a nuestro primer
volumen (Kohlenberg y Tsai, 1991). En esta sección trataremos tres conceptos
esenciales: la conducta como acción, la diferencia entre un análisis funcional y un
análisis topográfico, y el reforzamiento. No debemos olvidar que el conductismo es
una teoría contextual que cuestiona la existencia de una realidad conocible y estática,
y en su lugar adopta el pragmatismo como su criterio de verdad (Hayes et al., 1988;
Roche, 1999). La realidad, e incluso la noción de realidad en este acercamiento
contextual para comprender a las personas, es una función de las historias
experienciales y únicas de aquellos para los que es relevante una realidad en
particular. En otras palabras, la percepción individual de la realidad es producto del
contexto en el que tiene lugar esa percepción. Dado que el contexto desempeña un
papel central en esta teoría, la cuestión más importante no es si la teoría es correcta
desde un punto de vista objetivo, sino si es útil desde un punto de vista pragmático:
¿nos lleva esta teoría a elaborar mejores intervenciones terapéuticas, disminuyendo el
sufrimiento humano, y ayudando a las personas a llevar una vida significativa,
productiva y satisfactoria?

La conducta como acción1


¿Qué es la conducta? La forma en que habitualmente se ha respondido a esta
pregunta es la raíz de una idea equivocada y generalizada sobre el conductismo
radical. Con demasiada frecuencia, la conducta es definida de una manera simple
como limitada a los eventos públicos observables, y no se incluye el hecho de pensar o
sentir. Sin embargo, la conducta (también conocida como acción), en realidad se
refiere a cualquier cosa que haga una persona. En definitiva, la conducta abarca
eventos observables como caminar, fumar, reír, hablar y llorar. Del mismo modo,
incluye también acciones privadas, tales como soñar, que te guste una película, dar
propina, sentirse triste, disfrutar de un día soleado, pensar, sentir, ver, escuchar,
experimentar y conocer. La conducta incluye también la actividad de los órganos
corporales como, por ejemplo, los latidos del corazón. De este modo, cada uno de los
aspectos del ser humano está incluido en esta definición de conducta, siempre y
cuando la acción sea expresada como un verbo: en lugar de tener memoria, las
personas recuerdan; en lugar de establecer valores, las personas valoran; en lugar de
tener coraje, las personas actúan con coraje.
El conductismo es una teoría sobre el cambio de conducta. De esta forma, si las
entidades mentales que interesan pudiesen especificarse como verbos, acciones o
procesos, los objetivos de la terapia estarían mucho más claros. Por ejemplo, en lugar
de tener una autoestima baja, las personas piensan, creen, y actúan con formas que los
demás etiquetarían como baja autoestima. En lugar de tener problemas del yo, las
personas experimentan dificultades para tener una conciencia plena, o bien llegan a
sentir miedo de las relaciones íntimas. El psicoanalista Shafer (1976) ha propugnado y
demostrado la viabilidad de hacer una traducción similar de las estructuras
psicoanalíticas en procesos (verbos). De este modo, traducir los sustantivos en verbos
también facilita un lenguaje común entre diferentes sistemas terapéuticos y ayuda a la

21
integración psicoterapéutica (Kohlenberg y Tsai, 1994). A continuación se muestran
más ejemplos de conductas como acciones.
Soñar, beber, cantar
Pasear, hablar, guiñar un ojo, navegar
Lloriquear, saltar, anotar, agitar
Preguntar y divagar, lavar y reflexionar
Pensar en un viejo amigo, mezclar un cóctel
Decir la verdad, beber un vermut francés
Correr, saltar, suspirar, marchar
Eructar, tirar, coser, soplar
Jugar al mikado, echar un cable
Tirarse pedos, pensar claramente
No importa si nadie te ve
Si puedes hacerlo, es una conducta

Una vez que hemos señalado la importancia de los verbos, necesitamos hacer una
advertencia, sobre todo cuando veremos a lo largo de este libro sustantivos que
parecen ser entidades mentales, siempre estaremos hablando de un proceso, pero los
nombres los utilizaremos como un atajo para transmitir el significado, ya que si
utilizamos únicamente un lenguaje con verbos puede que resulte muy engorroso.

Análisis Funcional versus Análisis Topográfico


Con el fin de ilustrar qué se entiende por “análisis funcional” consideraremos el
siguiente estudio de caso (Haughton y Ayllon, 1965), uno de los primeros dados a
conocer en la literatura sobre la terapia conductual. La paciente (representada en la
Figura 1.1) fue durante un largo período de tiempo residente en un centro psiquiátrico
en una época en la que tanto la medicación como las opciones de tratamiento de
apoyo comunitario y social eran muy limitadas. En este momento de la historia de la
terapia conductual, los modelos médicos y psicoanalíticos dominaban casi todos los
aspectos del tratamiento. En este contexto, los doctores Haughton y Ayllon estaban
desesperados intentando demostrar qué contingencias de reforzamiento podían estar
influyendo en la conducta de esta persona, que se considera casi universalmente
como “patológica”. Los investigadores intentaron descubrir si la conducta de sostener
una escoba y barrer el suelo podría mantenerse en esta paciente mediante el uso de
cigarrillos como reforzadores. Después de varias semanas reforzando esta conducta,
la paciente pasaba más tiempo sujetando la escoba (como muestra la Figura 1.1). Se
pidió a dos terapeutas con una orientación psicoanalítica, que no sabían sobre el
moldeamiento producido, que explicaran por qué la paciente actuaba de ese modo. El
Dr. A dio la siguiente explicación:
El palo de la escoba representa para esta paciente algún elemento perceptual en su campo de conciencia.
Cómo había llegado a convertirse en eso era algo desconocido; en el terreno freudiano podría interpretarse
simbólicamente, en el terreno conductual podría interpretarse quizás como un hábito que ha llegado a ser
imprescindible para su paz mental. Sea cual sea el caso, ciertamente se trata de una forma estereotipada de
conducta como las que comúnmente se han visto en bastantes esquizofrénicos que han tenido una regresión, y
es bastante similar a la forma en la que los niños o los bebés rechazan separarse de sus juguetes preferidos, un
trozo de tela, etc.

22
Figura 1.1. Dibujo de la paciente en la posición en que era reforzada.

La explicación del Dr. B fue la siguiente:


Su constante y compulsivo balanceo sosteniendo la escoba podía haber sido para ella algún ritual, un
movimiento mágico. Cuando la regresión conquista el proceso asociativo, las formas de pensamiento
primitivo y arcaico controlan la conducta. El simbolismo es un modo predominante de expresión profunda
creado a partir de deseos frustrados e impulsos instintivos. Mediante ese acto mágico, ella controla a los
demás, los poderes cósmicos están a su disposición y los objetos inanimados de convierten en criaturas
vivientes. Es entonces cuando la escoba podría ser: (1) un niño que le da su amor y ella se lo devuelve por
devoción, (2) un símbolo fálico, (3) el cetro de una reina omnipotente. Sus pasos rítmicos y preestablecidos en
un espacio concreto no son muy similares a las compulsiones de un neurótico, pero puesto que estas son
mucho más irracionales, están lejos de ser conductas controladas. Desde una forma de pensamiento primitivo,
esta es una fase mágica donde la paciente saca a la luz sus deseos, expresados en un modo que queda muy lejos
de nuestra forma sólida, racional y convencional de pensar y actuar.

¿Cuál era el error de las explicaciones dadas por los doctores A y B? Podríamos
argumentar que ninguna de las dos estaba basada en el análisis funcional. Cometían el
error de asumir que se podría inferir causalidad con tan solo mirar la topografía (la
apariencia formal) de la conducta. Como conductistas tratamos de evitar tales
inferencias y, en su lugar, intentamos descubrir los factores causales que explican la
conducta. No decimos que las explicaciones dadas por los doctores A y B no fuesen
correctas, sino que existen otras numerosas causas que explicarían la conducta de la

23
paciente. Sin un análisis funcional, sería imposible saber qué explicación es la
apropiada para un “síntoma” en particular, en un determinado paciente en un
momento concreto. Los conductistas creemos que la conducta independiente de su
contexto no tiene sentido. Las causas, según los conductistas, son estímulos
ambientales que influyen en la conducta en contextos específicos. Un análisis
funcional es un intento de identificar estos estímulos y cómo han adquirido
históricamente esa influencia sobre la conducta.
Hay tres tipos de estímulos fundamentales en un análisis funcional:

Estímulos reforzantes: son aquellos estímulos que siguen a una conducta, haciendo
que su ocurrencia futura sea más o menos probable. En esencia, los estímulos
reforzantes son consecuencias que afectan a la probabilidad futura o la fuerza de
una conducta concreta. Por ejemplo, un vaso de agua refuerza la conducta de una
persona sedienta que pide un vaso de agua. En FAP, el reforzamiento es la función
más importante que hay que entender, y la clave de FAP es comprender cómo los
terapeutas refuerzan de modo natural la conducta del cliente.

Estímulos discriminativos: hacen referencia a los estímulos que de manera fiable


preceden a una conducta y predicen que podría ocurrir reforzamiento. Los
estímulos discriminativos pueden ser complejos. Siguiendo el ejemplo anterior, ese
mismo vaso de agua (o un vaso parecido con agua) y una persona que pueda oír la
petición, son todos ellos aspectos de los estímulos discriminativos para la
conducta de pedir un vaso de agua. En otras palabras, los estímulos discriminativos
son circunstancias bajo las cuales determinadas conductas son reforzadas, y así es
más probable que ocurran. La conducta que ocurre debido a la presencia de un
estímulo discriminativo y cuya fuerza se ve afectada por sus consecuencias (o
reforzamiento), se conoce habitualmente como conducta voluntaria, y
técnicamente se denomina conducta “operante”. La conducta operante implica
tanto estímulos discriminativos como reforzantes. Una persona no pediría un vaso
de agua, si según sus experiencias anteriores no hubiese tenido ninguna
oportunidad para conseguirlo (estímulo reforzante) y no hubiese nadie que
escuchase su petición (estímulo discriminativo).

Estímulos elicitantes: al igual que los estímulos discriminativos, estos también


preceden a la conducta. Sin embargo, provocan un tipo de conducta diferente y no
es necesario el reforzamiento. Los estímulos elicitantes provocan una conducta
involuntaria o refleja, técnicamente conocida como conducta “respondiente”. La
conducta respondiente es la clase de respuesta que se da en el paradigma de
condicionamiento pavloviano, como cuando se segrega saliva al tener alimento en
la boca. Algunas reacciones emocionales “viscerales” pueden ser consideradas
como conductas respondientes.

El análisis funcional responde a la pregunta de “¿cuál es la función de la conducta?”


con el fin de identificar los estímulos reforzantes, discriminativos y elicitantes de los
que la conducta es función. FAP se preocupa ante todo (pero no únicamente) del
reforzamiento, por lo que hablaremos de ello en detalle más adelante. Por ahora, el

24
punto crucial es que el reforzamiento es un proceso de la historia del individuo.
Alguien pide agua, no porque ocurra el reforzamiento y en este caso el agua será
recibida por esta persona, sino porque el hecho de realizar la petición siempre se ha
visto reforzado con agua en el pasado.
El análisis funcional requiere comprender la historia personal de cada cliente, y esta
compresión nos permite definir conductas topográficamente similares según sus
distintas funciones. Por ejemplo, consideremos la conducta de ingesta excesiva de
alcohol en una fiesta. Para una persona esto podría representar un reforzamiento
negativo, si tiempo atrás el alcohol le ha ayudado a esa persona a disminuir su
ansiedad social y ha conseguido que esté menos nervioso. Para otro individuo esto
podría representar un reforzamiento positivo, si en el pasado el consumo de alcohol le
ha hecho vivir momentos divertidos. Por supuesto, ocurre muy a menudo que estén
implicadas múltiples funciones a la vez, especialmente con una conducta compleja.
Hasta ahora lo más importante es que, como conductistas, definimos la conducta de
acuerdo con su función. No es suficiente con decir que un individuo tiene un
problema con la bebida. Esto simplemente es una descripción de la topografía de la
conducta, lo que aparece a primera vista. Preferimos descripciones tales como: la
función del problema es aliviar la ansiedad, obtener beneficios de una inhibición
social más baja, o que el problema tiene múltiples funciones. Como comentamos
anteriormente, hay que tener en cuenta que el conductismo es un sistema contextual.
De ese modo, se prefiere el análisis funcional no porque sea “correcto” ni “mejor,” en
un sentido absoluto u objetivo, sino solo en la medida en que es pragmático y lleva a
diseñar intervenciones terapéuticas que resulten útiles.
Un análisis funcional puede realizarse de múltiples formas. El método ideal supone
llevar a cabo un experimento que controle y manipule cuidadosamente las distintas
variables (en esencia la creación de una historia real en el laboratorio), mientras se
mide la frecuencia de la conducta en cuestión para poder identificar claramente qué
variables funcionan como reforzadores. Salvo en raras excepciones (p.ej., Kanter et al.,
2006), los análisis funcionales experimentales son difíciles de realizar durante la
psicoterapia con pacientes externos. De hecho, dado que las funciones están
determinadas por la historia, el terapeuta rara vez tiene acceso directo a esa historia.
En su lugar, el terapeuta simplemente hace preguntas con el fin de averiguar, con la
mayor precisión posible, las funciones potenciales de una conducta (para una
discusión detallada sobre la evaluación ver el Capítulo 3). El terapeuta de FAP también
observa detalladamente cómo el cliente responde, lo cual constituye una fuente
importante de información para ayudar al análisis funcional.

Reforzamiento
En la teoría conductista radical, el reforzamiento se considera algo omnipresente
en nuestra vida diaria. Aquí, el término “reforzamiento” se utiliza de forma precisa en
su sentido genérico para referirse a todas las consecuencias o contingencias que
afectan (aumentan o disminuyen) la fuerza de una conducta, incluyendo el
reforzamiento positivo y negativo, y el castigo. El fortalecimiento o la disminución de

25
una conducta se produce de una manera inconsciente, de modo que no se necesita
conocerlo o sentirlo. Aunque los individuos a menudo experimentan placer cuando
son reforzados positivamente, o sienten disgusto cuando son reforzados
negativamente o bien son castigados, la conciencia de estas emociones no es una
parte imprescindible del proceso de reforzamiento, y no debería confundirse con él.
El reforzamiento es la causa final y fundamental de la acción. Las explicaciones
completas, desde un punto de vista conductual radical, implican necesariamente
identificar la historia de reforzamiento. Por ejemplo, un cliente podría decir que gritó
a su cónyuge porque estaba enfadado. Sin embargo, como explicación conductual
estaría incompleta, y se requiere información sobre las contingencias pasadas que
expliquen tanto las acciones de enfadarse como las de ponerse a gritar. Es decir, no
todos los cónyuges se enfadan en esas circunstancias, incluso si se enfadan, no todos
gritan a su pareja. Una explicación completa aborda estas cuestiones uniendo los
estados internos del individuo a su situación actual.
Aunque las explicaciones completas siempre se refieren a la historia, y esta sea la
explicación preferible, a veces podría ser útil o suficiente con ver los problemas de los
clientes como resultado de estímulos discriminativos (influencias) más cercanos en su
entorno actual, incluyendo los pensamientos y emociones privadas de cada individuo.
Hay tres aspectos sobre el reforzamiento que son particularmente relevantes para la
situación de la psicoterapia, y serían: los reforzadores naturales frente a los
reforzadores artificiales, las contingencias dentro de la sesión, y el moldeamiento.

Los reforzadores naturales versus artificiales. Desafortunadamente, las imágenes


típicas que nos vienen a la mente cuando mencionamos el término “reforzamiento” es
cuando un terapeuta dice “bien” u ofrece alguna recompensa tangible al cliente por
comportante adecuadamente. Estas ideas típicas no solo son técnicamente erróneas,
sino que son ejemplos de un reforzamiento artificial. La distinción entre
reforzamiento natural y artificial es especialmente importante en el proceso de
cambio de conducta (Ferster, 1967; Skinner, 1982). El reforzamiento casi siempre se da
de forma natural, y rara vez es el resultado de alguien “tratando de reforzar” a otra
persona. Los reforzadores naturales están presentes en la vida cotidiana, mientras que
los artificiales no. Por ejemplo, dar un caramelo a un niño por ponerse un abrigo es
algo artificial, mientras que dejar que sienta frío por estar sin abrigo es un reforzador
natural. De forma similar, multar a un cliente con diez céntimos por no mirarle a los
ojos es algo artificial, mientras que la distracción espontánea del terapeuta cuando el
cliente mira para otro lado es algo natural.
Los reforzadores artificiales pueden ser muy efectivos en el tratamiento de clientes
con restricciones de movimientos y/o que viven en sitios controlados como colegios,
hospitales o prisiones. En estas situaciones, los reforzadores artificiales pueden
emplearse de manera consistente, pero no en el contexto de una breve interacción
terapéutica. Sin embargo, el reforzamiento artificial tiene un corto recorrido cuando
se espera que el cambio de conducta se generalice a la vida diaria. Consideraremos,
por ejemplo, un cliente que tiene dificultades para expresar su ira, y en realidad él o
ella manifiesta esa ira durante una sesión de terapia debido a la inflexibilidad del
terapeuta sobre la forma de pagar las sesiones. Si el terapeuta le responde sonriendo y

26
diciéndole: “Me alegro de que expreses tu ira contra mí”. Esto probablemente sería un
reforzamiento artificial, puesto que es difícil que esta consecuencia ocurra en el
ambiente natural. Los clientes que aprenden a expresar su ira porque les ha seguido la
sonrisa del terapeuta, podrían no estar preparados para expresar adecuadamente su
ira en su vida cotidiana. Un reforzador natural, en este caso, probablemente hubiera
sido que el terapeuta hubiese tomado en serio al cliente, lo hubiesen discutido, y
quizás hubiese modificado su política de pago. Cualquier cambio producido por estas
consecuencias tendría mayor probabilidad de que se trasladase a la vida diaria.
Desafortunadamente, el uso deliberado de reforzadores puede llegar a convertirlos
en artificiales o “falsos”, y así perder su efectividad (Ferster, 1972). Este problema ya
fue mencionado por Wachtel (1977), quien observó que los terapeutas conductuales
sobreactuaban al brindar sus elogios, disminuyendo de ese modo su efectividad.
Además, el uso deliberado de consecuencias puede ser interpretado como un gesto
manipulador o aversivo por parte de los clientes, e induce un esfuerzo contrario en
ellos con objeto de reducir o alterar los esfuerzos de cambio terapéutico (lo que
Skinner en 1953 denominaría “contra-control”).
De este modo, el uso del reforzamiento en psicoterapia presenta un gran dilema. Por
una parte, el reforzamiento natural, que es contingente sobre la conducta objetivo, es
el principal agente de cambio disponible durante la situación terapéutica. Por otra
parte, si el terapeuta intenta “utilizar” a propósito los reforzadores naturales
existentes, puede que estos pierdan su efectividad, induzcan contra-control, y
produzcan un tratamiento manipulador. Sin embargo, el dilema desaparece cuando la
terapia se estructura de modo que las reacciones genuinas del terapeuta, ante la
conducta del cliente, refuercen de manera natural las mejoras en el momento en que
se producen. Para ser más exactos, puesto que el aspecto fundamental de la
psicoterapia es la interacción, el reforzamiento natural inmediato sobre las mejoras
del cliente sería más probable cuando la relación terapeuta-cliente evoque por sí
misma de manera natural los problemas que presenta el cliente. El caso siguiente
representa un ejemplo de este tipo de relación natural.
Un cliente acaba de demostrar una mejoría dentro de la sesión: después de no
querer hablar sobre su dolor por la muerte de su madre durante meses, se ha roto y ha
comenzado a llorar por su muerte. Hasta ese momento, el matrimonio del cliente se
había visto perturbado, en parte debido a su forma de evitar expresar el dolor, que le
hacía también mostrarse emocionalmente más distante con su mujer. En ese
momento, el terapeuta de FAP debería hacerse a sí mismo una serie de preguntas del
tipo: “¿Cómo me siento con este cliente en este momento en particular?, ¿Me siento
cercano a él, íntimo, relacionado, compasivo, o me siento distante, aburrido,
desconectado?, ¿Debería expresar mi propia reacción al cliente justo ahora mejorando
así nuestra relación y haciéndola más íntima, o quizás se asustaría y se avergonzaría
por mostrar sus sentimientos?, ¿En qué medida es probable que mi reacción en este
momento sea la típica que tuviese su mujer?, ¿Sentirá ella lo mismo que yo?”. Con el
fin de ofrecer respuestas apropiadas a estas preguntas, el o la terapeuta de FAP puede
amplificar sus sentimientos hacia el cliente diciéndole: “Mostrándome tus
sentimientos en este momento has hecho que me sienta más próximo a ti que nunca.
Me conecta contigo de una manera profunda”. Esto es lo que constituye un

27
reforzamiento natural. Más tarde, el terapeuta podría animar al cliente para que
permita que su mujer también vea esos sentimientos.
En esencia, FAP proporciona un conjunto sencillo de pautas (las cinco reglas
discutidas en el Capítulo 4) que especifican cuándo y cómo aplicar el reforzamiento
natural en una relación terapéutica.

Contingencias dentro de la sesión. Una característica bien conocida del reforzamiento


es que cuanto más cercano en tiempo y lugar esté una consecuencia de la conducta,
mayor será el efecto de esa consecuencia. Así pues, los efectos del tratamiento serán
más potentes si los problemas de conducta y las mejoras de los clientes tienen lugar
durante la sesión, donde el reforzamiento disponible está más cercano en tiempo y
lugar. Por ejemplo, si una clienta afirma que tiene dificultades para confiar en los
demás, la terapia será mucho más potente si manifiesta por sí sola esa desconfianza
dentro de la relación terapéutica, donde el terapeuta puede reaccionar
inmediatamente, en lugar de limitarse a hablar de los acontecimientos que ocurren
entre una sesión y otra. El cambio terapéutico significativo es el resultado de las
contingencias que ocurren durante la sesión de terapia, dentro de la relación cliente-
terapeuta.

Moldeamiento. El concepto de moldeamiento implica la presencia de una amplia


clase de conductas del cliente que el terapeuta tiene que reforzar. Es el equivalente
conductual de decir “los clientes harán todo lo posible por mejorar, y los terapeutas
solo han de reconocer cuándo se dan esas mejorías”. El moldeamiento es contextual
en la medida en que tiene en cuenta la historia de aprendizaje de un cliente, y las
conductas presentes o ausentes en el repertorio de ese cliente. De este modo, la
misma conducta podría considerarse un problema para un cliente, pero también
podría suponer una mejoría en otro. Por ejemplo, tomemos el caso de un cliente que
durante la sesión golpeó el brazo del sillón y gritó al terapeuta “¡Tú no me entiendes!”
Si esta conducta proviniese de un cliente que inició la terapia por su incapacidad para
expresar sus sentimientos, esta conducta constituiría una mejora, y la sinceridad del
terapeuta hacia ese arrebato sería importante. Naturalmente, si los ataques de ira
fuesen habituales, el terapeuta podría sugerir otra alternativa para expresar esas
emociones, que no implicase demostraciones físicas agresivas.

La psicoterapia desde el punto de vista conductual


¿Qué ocurre con el paciente externo durante las sesiones de psicoterapia? En
esencia, cliente y terapeuta se sientan en un despacho y hablan entre ellos. El cliente
está ahí debido a los problemas en su vida diaria, por lo general asiste
voluntariamente y paga al terapeuta a cambio de su tiempo. El terapeuta no observa al
cliente fuera de sus cincuenta minutos semanales de sesión de terapia, ni controla los
eventos en su ambiente diario. Sin embargo, se entiende que el proceso terapéutico
ayuda al cliente también fuera del despacho en su vida cotidiana.
A la luz de lo anterior, surge una pregunta teórica interesante a la que se enfrenta
cualquier terapeuta: “¿Qué hace el terapeuta dentro de la sesión que ayude al cliente

28
¿Q y
con los problemas que tienen lugar fuera de la sesión?”. La visión del mundo del
terapeuta y las teorías de la conducta que tenga conllevan marcadas implicaciones
sobre los métodos y las formas terapéuticas que este practique. Desde una posición
conductista, podríamos argumentar que la respuesta se encuentra en el análisis
funcional. Todo lo que el terapeuta puede hacer para ayudar a los clientes supone la
presentación de los tres tipos de estímulos mencionados anteriormente (reforzantes,
discriminativos y elicitantes), cada uno de ellos definido por sus funciones, o por los
efectos que tienen en los clientes.
Todas y cada una de las acciones de un terapeuta pueden tener al mismo tiempo una
o más de las tres funciones mencionadas anteriormente. Por ejemplo, consideremos a
un terapeuta que pregunte: “¿Qué sientes ahora mismo?”. Esta pregunta puede tener
una función discriminativa, en efecto, diciendo: “Ahora es adecuado describir tus
sentimientos”. La respuesta del cliente a esta pregunta constituye la ocurrencia de
una conducta operante. Sin embargo, también es posible que la pregunta pudiese ser
aversiva para el cliente y que, de este modo, castigase la conducta inmediatamente
anterior. Por ejemplo, imaginemos que el cliente empezó a llorar inmediatamente
antes de que el terapeuta formulara esa pregunta, pero este no sabe exactamente
porqué él o ella comenzó a llorar, y odia no tener respuestas. En este caso, la pregunta
del terapeuta podría castigar la expresión emocional de llorar y hacer que esta ocurra
con menor probabilidad en el futuro. En este caso, el debilitamiento de la anterior
conducta del cliente es el resultado de una función de castigo. La función de
elicitación que tuviese esa pregunta podría hacer que el cliente se sonrojase, sudase,
se agobiase, se sintiese ansioso, o provocase otros estados corporales privados.
Específicamente, la causa de porqué el cliente reacciona de estas diferentes formas,
podría encontrarse en su historia.
La aplicación del análisis funcional a la psicoterapia de pacientes externos puede
parecer una idea extraña. Sin embargo, se ha demostrado que el análisis funcional es
extremadamente beneficioso en otras áreas de la psicología. Es más, el hecho de
aplicar los principios básicos del análisis funcional para cambiar la conducta en
entornos controlados o institucionales, tales como las aulas y las unidades de
pacientes internos, ha tenido un inmenso impacto en estas áreas. Los analistas de
conducta han creado con éxito un amplio abanico de tratamientos para muchas
poblaciones con severos trastornos de conducta, discapacidades físicas y cognitivas.
Durante muños años, a pesar de los éxitos persistentes en estos ámbitos como ya se
ha mencionado, los analistas de conducta (con la notable excepción de Hayes, 1987) no
han intentado aplicar el principio fundamental del reforzamiento en los adultos, en el
contexto de una psicoterapia de pacientes externos. Los factores que retrasaron el
nacimiento de FAP han sido descritos detalladamente en otros textos (Kohlenberg et
al., 1993, 1996, 2002). Aquí simplemente hemos de hacer notar que una de las razones
de la reticencia para aplicar los principios de reforzamiento en la terapia de adultos
puede haber sido el malestar por utilizar el término de reforzamiento arbitrario o
artificial, puesto que muchos no conductistas asumen erróneamente que es la única
forma de reforzamiento. Por ejemplo, es difícil para los terapeutas ver la posible
relevancia de los reforzadores que se utilizan a menudo en la investigación básica (p.
ej., pellets de comida o agua), o los usados en trabajos aplicados en instituciones (p. ej.,

29
privilegios o fichas para comprar cigarrillos), para aplicarlos en su trabajo con adultos,
con clientes externos. Creemos que FAP soluciona elegantemente este problema, y
aprovecha el poder del reforzamiento para crear experiencias terapéuticas genuinas y
que cambien la vida de los clientes.

El foco terapéutico en el “aquí y ahora” de FAP


Desde FAP se asume que: (1) la única forma en la que el terapeuta ayuda al cliente es
mediante las funciones discriminativas, reforzantes y elicitantes a partir de lo que el
propio terapeuta hace; y (2) estas funciones estimulares alcanzarán su mayor efecto
sobre la conducta del cliente si ocurren durante la sesión. Así pues, la característica
más importante de un problema que pueda manejarse mediante FAP, es que pueda
ocurrir durante la sesión de terapia. Las mejorías del cliente también deberán tener
lugar durante la sesión, y serán reforzadas de modo natural por las acciones y
reacciones del terapeuta. Poner en práctica este acercamiento en el “aquí y ahora” es
el eje central de FAP.

La conducta clínicamente relevante


El punto central de la puesta en marcha de la aproximación en el “aquí y ahora” de
FAP, es el concepto de la conducta clínicamente relevante (CCR). El terapeuta de FAP
tiene que diferenciar entre tres tipos de conductas clínicamente relevantes de los
clientes que pueden darse durante la sesión. Estas CCR tienen una importancia
fundamental en el proceso terapéutico.
CCR1: Los problemas del cliente que ocurren durante la sesión. Las CCR1 son las
ocurrencias de los repertorios del cliente que tienen lugar dentro de la sesión, y que
pueden especificarse como problemas, de acuerdo con los objetivos del cliente para la
terapia y con la conceptualización del caso. Debería haber una correspondencia entre
las CCR1 específicas y los problemas particulares de la vida cotidiana. Entender qué es
una CCR1 requiere una apreciación de la conducta en términos de una amplia gama de
respuestas que incluyen diferentes topografías conductuales; algunas ocurren dentro
de la sesión, con relación al proceso de terapia y al terapeuta, mientras que otras
ocurren fuera de sesión, con relación al trabajo, amigos, familia, allegados, etc. En un
proceso de FAP que tenga éxito, las CCR1 deberían disminuir en frecuencia durante el
curso de terapia. Típicamente, las CCR1 se encuentran bajo el control de estímulos
aversivos y consisten en conductas de evitación (incluyendo la evitación emocional),
pero eso no significa que las CCR1 estén restringidas a los repertorios problemáticos
de evitación. Las siguientes conductas son ejemplos reales de problemas clínicos que
se presentan habitualmente.

• Una mujer que no tiene amigos y “no sabe cómo hacer amigos”, evita el contacto
visual, responde a las preguntas dando muchos rodeos de forma general y de
manera tangencial al tema que se trate, tiene una “crisis” tras otra, reclama que se
le preste atención, se enfada con el terapeuta por no tener todas las respuestas, y

30
con frecuencia se queja de que el mundo “la trata como una mierda”, y de que su
vida es injusta.

• Un hombre que evita implicarse en relaciones amorosas decide siempre


anticipadamente lo que va a hablar durante la hora de terapia, mira el reloj de
modo que pueda terminar de hablar a tiempo, afirma que solo puede asistir a
terapia una semana sí y otra no debido a sus pocos recursos (gana 70.000 euros al
año) y cancela su próxima sesión después de haber hecho una importante
autorrevelación.

• Una persona que se describe a sí misma como “ermitaña”, le gustaría comenzar


una relación íntima, y que lleva asistiendo a terapia tres años seguidos, cada cierto
tiempo se queja de que su terapeuta “está ahí solo por el dinero” y en secreto le
desprecia por ello.

• Una mujer que tiene la costumbre de involucrarse en relaciones con hombres


inalcanzables se enamora de su terapeuta.

• Una mujer que tiene un historial de personas que la dejan porque “se cansan” de
ella, presenta temas nuevos y enrevesados al final de cada hora de terapia, amenaza
frecuentemente con suicidarse, y se presenta borracha en casa del terapeuta a
media noche.

• Un hombre que sufre de ansiedad al hablar, “se queda bloqueado” y es incapaz de


hablar con su terapeuta durante la sesión.

• Un hombre deprimido que se siente controlado por su mujer, que aparece sesión
tras sesión sin nada que contribuya a la agenda terapéutica, y que pasivamente
acepta todo lo que el terapeuta le sugiere.

• Un hombre que tiene que ser siempre el alma de la fiesta, gasta la mayor parte del
tiempo de cada sesión contando historias entretenidas al terapeuta. Al principio se
sentía satisfecho después de cada sesión, pero en realidad tiene la sensación de que
su terapia no avanza.

• Una mujer que piensa erróneamente que su marido le está siendo infiel, cree
también que su terapeuta prefiere a sus otros clientes antes que a ella.

CCR2: Las mejorías de los clientes que ocurren durante la sesión. Las CCR2 son las
mejorías experimentadas en los repertorios CCR1, y su frecuencia debería aumentar
en el trascurso de una FAP que tenga éxito. Durante las primeras etapas de
tratamiento las conductas CCR2 son poco frecuentes, o bien tienen poca fuerza
cuando ocurre alguna otra CCR1. Por ejemplo, consideremos un cliente cuyo problema
es el retraimiento social, acompañado de sentimientos de baja autoestima, cuando “la
gente no le presta atención” durante las conversaciones y otras situaciones sociales.
Este cliente podría presentar conductas similares de retraimiento cuando el terapeuta

31
no atiende a lo que le dice, o cuando le interrumpe. Las posibles CCR2 para esta
situación incluyen repertorios de conducta asertiva que hubiesen dirigido al terapeuta
de vuelta a lo que el cliente estaba diciendo, o la habilidad para percibir la
disminución del interés del terapeuta antes de que este llegue a interrumpirle.
Consideraremos otro caso, el de una cliente cuyo padre abusaba sexualmente de ella
desde que era una niña, y sufre de constantes ataques de ansiedad e insomnio.
Además, esta persona evita las relaciones íntimas y no es confiada, ni vulnerable. Los
objetivos terapéuticos podrían ser reducir la evitación generalizada e incrementar las
CCR2: (1) conectando con los sentimientos como el miedo, la ira y el dolor; (2)
aprendiendo a pedir lo que ella quiere (es decir, que sus necesidades son importantes
y merecen atención); (3) aprendiendo a aceptar los cuidados de su terapeuta
posiblemente mediante una sensación de ablandársele el corazón, sentir su
respiración, y respirar más profundamente.

CCR3: Las interpretaciones del cliente sobre su conducta. Hasta aquí hemos hecho
hincapié en que el análisis funcional, el proceso de intentar entender la conducta en
términos de historias de reforzamiento y otras funciones estimulares, es crucial para
FAP. Este análisis es un componente crítico de FAP debido a que el análisis funcional
de la conversación ayudará al terapeuta a describir de forma más efectiva la conducta,
en términos que le lleven a intervenciones más útiles con FAP. El hecho de identificar
la naturaleza de los reforzadores que han moldeado y mantenido históricamente una
conducta debería permitir al terapeuta identificar y establecer respuestas reforzantes
específicas para cambiar esa conducta.
Otro componente esencial de FAP es el proceso mediante el cual los clientes
aprenden a ver el mundo a través de esta perspectiva funcional. En este sentido,
cualquier intento por parte del cliente de describir durante la terapia las causas de su
conducta, es una oportunidad para el terapeuta FAP de moldear una conversación más
funcional y, con un poco de suerte, más útil. Para destacar la importancia de esta
cuestión, la conversación de los clientes sobre su propia conducta y sus causas es lo
que se denomina como CCR3. Las CCR3 incluyen el “dar razones” y “hacer
interpretaciones”.
La mayor parte de lo que hablan los clientes durante la terapia no es
particularmente funcional. Mientras que las mejores CCR3 implican la observación y
descripción de la propia conducta y los estímulos asociados (reforzantes,
discriminativos y elicitantes), sin embargo, cualquier conversación “casual” puede
verse como una CCR3 ya que representa una oportunidad para moldear algo
importante para FAP durante la sesión terapéutica. Por ejemplo, un cliente podría
decir: “Grité a mi hijo porque soy una persona espantosa”. Esta afirmación
ciertamente identifica una causa para un comportamiento, pero no una causa que
resulte útil. Esta frase podría considerarse como una oportunidad para moldear una
conversación más funcional. El terapeuta podría ayudar al cliente a identificar los
estímulos discriminativos que ocasionan la conducta (p.ej., el niño no estaba
escuchando y ellos llegaron tarde a la guardería), y las condiciones de reforzamiento
que han fortalecido esa conducta con anterioridad (p.ej., los gritos han funcionado
antes, al menos a corto plazo, para calmar al niño). El terapeuta y el cliente podrían

32
discutir también otros factores históricos relevantes para la situación, como por
ejemplo que el cliente nunca haya tenido la oportunidad de aprender respuestas
alternativas. Hay que hacer notar que estas conversaciones funcionales ya mejoradas,
podrían no solo ayudar al cliente a sentirse mejor consigo mismo, sino que también
podrían llevar a intervenciones útiles tanto en términos de estímulos discriminativos
(p.ej., llegar más temprano a la guardería), como de reforzamiento (p.ej., alabar al niño
cuando se porte de forma apropiada).
Las CCR3 son especialmente importantes para FAP cuando se relacionan con las
CCR1 y las CCR2, ya que las CCR3 deberían contribuir a la generalización de las CCR2
desde la terapia hacia la vida exterior. Consideraremos una cliente que, tras una
intensa interacción terapéutica, dice: “¡Vaya! Me sorprende que pueda enfadarme
tanto aquí y que tú lo toleres. Mi padre habría salido corriendo, gritando.” Aunque la
cliente no utilice términos como reforzamiento o castigo, está contrastando
claramente una respuesta reforzante del terapeuta (en reacción a su episodio
emocional) frente a una respuesta de castigo de su padre. Es entonces cuando el
terapeuta podría preguntar: “¿Y tu marido?, ¿lo toleraría?”. De este modo, la cliente
podría considerar que sí lo toleraría. Este tipo de experiencias durante la terapia,
donde el reforzamiento se experimenta directamente en el despacho de consulta, que
en ese momento se identifica como CCR3 referida al mundo exterior, debería llevar a
la cliente a tratar de probar la CCR2 fácilmente en su vida diaria.
Tomemos otro ejemplo, el de una mujer con cuarenta y pocos años que no ha tenido
relaciones íntimas con nadie durante más 15 años. Después de tres años en FAP, se
convirtió en la amante de un hombre que conoció a través su iglesia. Su CCR3 era “La
razón por la que he conseguido este grado de intimidad es porque tu (el terapeuta)
estuviste ahí conmigo. Ha sido un cambio espectacular. Si no fuese por ti no estaría en
esta situación. Contigo aquí fue el primer lugar seguro que tuve para hablar de lo que
sentía, para encontrar razones de por qué es deseable tener sexo. Hubo un período en
el que me sentía claramente atraída por ti y tú aceptabas mis sentimientos. Aquí
aprendí que era mejor sentirme plena y aceptar mi sexualidad que sentirme vacía y
encerrar mis sentimientos, y de una forma práctica aprendí a ser directa contigo”.
Este tipo de declaración puede ayudar a incrementar la transferencia de los beneficios
del cliente desde la situación de terapia a la vida cotidiana. En este caso, generalizar
su conducta le ayudó a formar una relación íntima, y consiguientemente a
incrementar el reforzamiento positivo en su vida cotidiana.

En última instancia, la CCR3 hace referencia al hecho de que muchos sistemas


terapéuticos asumen que la conducta importante en una terapia es hablar (después de
todo, se conoce como “terapia hablada”). En FAP, la etiqueta de CCR3 reconoce el
hecho de que durante la terapia tiene lugar una gran cantidad de “charla”, pero
queremos que sea un tipo de habla que tenga la máxima utilidad para la terapia (una
conversación funcional). Sin embargo, el objetivo final en FAP no es moldear los
repertorios de las CCR3, sino moldear las CCR2, y las CCR3 solo serían útiles en la
medida en que faciliten esta tarea. Los terapeutas a veces confunden los repertorios
de CCR3 con la conducta a la que se refieren. Una clienta afirmaba que se retraía
siempre que se sentía dependiente en una relación (CCR3), pero eso es muy diferente a

33
retraerse durante la sesión porque comenzara a sentirse dependiente del terapeuta
(CCR1). Desafortunadamente, algunos terapeutas se centran en esos repertorios
verbales que describen un problema de conducta que tiene lugar en la vida cotidiana,
y fracasan al observar los problemas conductuales (CCR1) o las mejoras (CCR2) que se
producen dentro de la sesión. En FAP, cuando se da una CCR2, la mejor respuesta
podría ser que el terapeuta se inclinase hacia delante, mantuviese el contacto visual y
se permitiese expresar todo lo que siente con naturalidad. Más adelante, cuando ese
momento pase, pueden hablar sobre cómo ha sido esa interacción.

Una cosmología conductual


FAP exige que los terapeutas estudien la filosofía conductual y sean capaces de
hablar como un conductista. Puede que algunos crean que esta aproximación es fría y
distante, pero esa acusación no es cierta. De hecho, esta filosofía en esencia fomenta
las conexiones emocionales profundas, la empatía y el amor. Terminaremos este
capítulo con una cosmología de la conducta (una metáfora que expande el
conductismo para explicar las interconexiones de la vida, y que puede llevar a una
experiencia de conciencia completa sobre el “aquí y ahora” de uno mismo). En FAP, la
atención de la experiencia del cliente en el “aquí y ahora” es fundamental, y una de las
mejores formas de hacerlo es “experimentar” (refiriéndonos al verbo). Ni que decir
tiene que lo que “experimentan” los clientes a menudo es lo más productivo durante
la terapia, y si se ignora, puede ser antiterapéutico. Para atender lo mejor posible la
experiencia del cliente, los terapeutas necesitan primero estar en contacto con sus
propias experiencias. Comenzábamos este capítulo con relatos personales sobre la
experiencia de FAP, antes de describir cómo el conductismo intenta explicar todo lo
que hacen las personas, poniendo énfasis en el “aquí y ahora” en la psicoterapia.
Concluiremos, pues, con cómo el conductismo proporciona una experiencia del “aquí
y ahora” para el terapeuta, una experiencia que puede facilitar las conexiones
emocionales y empáticas esenciales para realizar FAP.
La explicación conductual de quiénes somos y de cómo pensamos, sentimos y
percibimos supone una descripción verbal de nuestra historia, particularmente las
contingencias de reforzamiento que explican la aparición de nuestros repertorios de
conducta. Las contingencias de reforzamiento fortalecen y debilitan diferencialmente
repertorios específicos de conducta operante. Además, hay otro tipo de contingencias
que también han moldeado aspectos importantes de quiénes somos nosotros. Estas
son las contingencias de supervivencia que determinaron que nuestros antecesores
murieran o sobrevivieran. El material genético de nuestros antecesores, la estructura
física y las tendencias conductuales, fueron moldeadas por estas contingencias de
supervivencia. La conducta operante es una de estas tendencias que fueron moldeadas
de esta manera. Las contingencias de reforzamiento, desde esta perspectiva, trabajan
para producir la conducta operante debido a que los repertorios de conducta
adaptativos de nuestros ancestros se vieron fortalecidos por las contingencias de
supervivencia que les mantuvieron vivos. Por ejemplo, nuestros antecesores
aprendieron cómo volver a rastrear sus pasos una y otra vez hacia algún abrevadero

34
porque fueron reforzados al encontrar agua. Nosotros heredamos la tendencia a
emitir una conducta que se vea fortalecida por contingencias reforzantes.
Una técnica por la cual podemos identificar y establecer relación con nuestra
experiencia presente es tratando de ser conscientes (ver el Capítulo 5 para las
explicaciones conductuales de “ser consciente”) de las contingencias de
reforzamiento que han moldeado quiénes somos. El siguiente extracto es una
explicación de la experiencia de uno de los autores (RJK) sobre el momento presente
en forma de metáfora.
Estoy aquí, en este momento, frente a mi ordenador. Cuando hago una pausa, puedo observarme a mí
mismo situado delante del borde de una corriente de experiencias que fluye, que se extienden hacia el pasado.
Me imagino que estoy de pie delante de un rio cuyo cauce fluye lentamente, y que me ha traído a este instante.
Si miro hacia atrás, puedo verme a mí mismo levantándome esta mañana, y mis interacciones con Mavis, mi
entrenador de squash, mis alumnos, mi hijo y mi perro que ocuparon ese tiempo hasta conducirme a este
punto. Para explicar las acciones e interacciones “que me llevan a este instante”, puedo ver incluso más atrás
en esa corriente, antes de que me levantase, veo que aprendí a levantarme bastante temprano para estar
puntualmente en mi despacho, para preparar una clase o una sesión de terapia, porque antes cuando hacía
esas cosas tenía consecuencias. Justo igual que ahora, estoy siendo reforzado por las palabras que aparecen en
el monitor conforme las escribo, y que hacen progresar este manuscrito, uno más de los hitos a lo largo de mi
vida. Mis interacciones actuales son una minúscula parte de la gran cantidad de experiencias que he tenido
(con Mavis, mis hijos, mis amigos, mis hermanos, mis alumnos, mis clientes, mis padres y mis abuelos). A
diferencia de los sentimientos que estoy experimentando ahora (p.ej., alerta, contemplación, compromiso,
entusiasmo), cuando miro más atrás en esta corriente, me doy cuenta de que normalmente no era consciente
de estas contingencias o consecuencias de mis acciones en el pasado. Estas contingencias,
independientemente de que fuese consciente de ellas, cambiaron las sinapsis en mi cerebro y son las
responsables de lo que hago, siento, noto, percibo, y pienso en este momento. La corriente de tiempo y todas
las contingencias a las que he estado expuesto, incluye la situación actual responsable de mi comportamiento
actual (trabajar en este manuscrito), digamos que provienen de una inspiradora conferencia a la que asistí.
Específicamente, las interacciones o contingencias que tuvieron lugar con mis colegas, estudiantes e hija en
esa conferencia, son los estímulos para mi escritura en este momento. Sin embargo, cada una de estas
personas tenían sus propias corrientes de experiencias que tuvieron en situaciones anteriores arrastrándose
desde su pasado, de forma que, a su vez, influyeron en lo que hicieron durante esa conferencia. En cierto
modo, hubo una confluencia de corrientes durante aquella reunión, e indudablemente fui afectado por
muchas de las experiencias de esas personas que se incorporaron a sus interacciones conmigo. Por supuesto,
cada una de esas corrientes estaba también influenciada por otras corrientes que habían ocurrido con
anterioridad en días, semanas y, en última instancia, en sus vidas.

Ejercicio experiencial
Permítame llevar a cabo un breve ejercicio parecido al ya descrito anteriormente.
Elija el momento que le resulte más conveniente para hacerlo. En primer lugar, cierre
sus ojos, y centre su atención en su respiración. Respire de forma natural,
centrándose en la actividad de inhalar y exhalar el aire. Es normal distraerse en esta
etapa, si le ocurre, simplemente vuelva a centrarse en respirar con suavidad. Después
de unas diez respiraciones, intente emplear imágenes para conceptualizar esta
experiencia. Una imagen útil puede ser una corriente fluyendo, como la descrita
anteriormente. Imagine que se encuentra frente a esa corriente de experiencias
pasadas. Si echa un vistazo hacia atrás en esa corriente, podrá verse a sí mismo
realizando actividades hace unas horas (despertándose, almorzando, conduciendo,
etc.). Ahora mire más allá aún en esa corriente, hacia el pasado, hace unos días,
semanas o meses, y se verá a sí mismo teniendo una interacción particularmente

35
agradable, íntima o profunda con una persona en particular. Trate de centrarse en los
detalles (a quién se parece, qué le dijo, qué sintió cuando estuvo con esa persona).
Ahora, imagine que esa persona también tiene una corriente que se prolonga a su
espalda, y su interacción con ella supone una confluencia de ambas corrientes. En
este momento, unos pequeños riachuelos de cada una de esas corrientes se unen y
después vuelven a separarse. Sienta cómo lo que ocurrió entre ambos influyó no solo
en su historia, sino también en la historia del otro. Después de haber visualizado esta
imagen, haga una pausa y lea el siguiente paso.
Mire más atrás en el tiempo, más allá de esa interacción significativa, vuelva más
atrás en su corriente. Conforme vuelve atrás, véase a sí mismo cuando era un adulto
joven, un adolescente, un niño, un bebé dando sus primeros pasos. Deténgase un
momento a reconocer algunas de las personas y eventos más importantes que han
modelado su persona. Después, céntrese en una imagen específica, o tan solo en la
noción de que era un niño, con una corriente de experiencias pasadas que le
modelaron (a pesar de que no tenga conciencia de estas experiencias). Intente mirar
aún más lejos, véase como un feto en el útero, y después regrese al instante en el que
la unión del esperma y el óvulo formó un embrión. El esperma y el óvulo tuvieron sus
propias corrientes de experiencias pasadas que se explican por el material genético de
cada uno de ellos. Finalmente, permítase sentir una sensación de interconexión con
otros y el pulso del universo, mientras abre gradualmente sus ojos.
El ejercicio anterior se interrumpe con la unión del esperma y el óvulo. Sin
embargo, según Skinner, la metáfora completa podría incluir el cambio de uno mismo
aún más abajo en la cadena evolutiva, hasta al limo que formó la sopa primordial, y
más tarde, los eventos geofísicos que permitieron la formación de los aminoácidos y
así sucesivamente. Desde esta metáfora conductual sobre nuestras historias de
contingencias de reforzamiento y supervivencia, hay una unidad cósmica y una
interconexión entre todos nosotros y los orígenes materiales del mundo que tenemos
en común.
La experiencia anterior está elocuentemente descrita en esta cita de un discurso
atribuido a Chief Seattle en 1854:
Cada brillante aguja de pino, cada grano de arena de la playa, cada niebla en el oscuro bosque, cada pradera,
cada zumbido de insecto… todos son recuerdos en la memoria y experiencias de mi gente. Conocemos la
sabia que corre por los árboles, del mismo modo que conocemos la sangre que fluye por nuestras venas.
Somos parte de la Tierra y esta es parte de nosotros… Las crestas rocosas, el rocío en los prados, el calor del
cuerpo del poni y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. El agua brillante que circula por los arroyos
y ríos no es solo agua, sino la sangre de nuestros ancestros… Cada brillante reflejo en el agua cristalina de los
lagos nos cuenta los hechos y recuerdos de la vida de mi gente. El murmullo del agua es la voz del padre de mi
padre… El viento que dio a nuestro abuelo su primer aliento también recibió su último suspiro… Todas las
cosas están conectadas como la sangre que nos une a todos nosotros. El hombre no tejió el lienzo de la vida,
solo es una hebra en él. Cualquier cosa que haga al lienzo, se lo hará a sí mismo…

Desde una perspectiva conductual, es crucial este contacto profundo con el


momento presente, ya que debería llevar a incrementar la conciencia y el contacto
con las contingencias inmediatas, y mejorar la capacidad para reforzar de manera
natural a los clientes y a otras personas que entren en contacto con usted y su
corriente de experiencias.

36
Referencias
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Chief Seattle (1854). Retrieved January 31, 2008, from http://www.cs.rice.edu/≈ssiyer/ min-strels/poems/184.html
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Wachtel, P. L. (1977). Psychoanalysis and behavior therapy: Toward an integration. Basic Books.

1
Este apartado, que incluye más abajo el poema conductual, está en parte basado en Biglan (1995).

37
Capítulo 2
Evidencias en apoyo de FAP

David E. Baruch, Jonathan W. Kanter, Andrew M.


Busch, Mary D. Plummer, Mavis Tsai, Laura C. Rusch,
Sara J. Landes, y Gareth I. Holman

¿Qué evidencia empírica sirve de apoyo a FAP ? Por un lado , FAP está basada en un
puñado de principios conductuales básicos que teórica y empíricamente provienen de
décadas de experimentación en laboratorio . Por el otro, FAP aún ha de probarse en un
ensayo clínico aleatorizado y controlado. Creemos que los principios básicos de FAP son
robustos, en especial la importancia de la relación terapéutica y el uso del reforzamiento
natural para moldear los problemas de los clientes cuando estos ocurren de forma
natural dentro de la relación terapéutica , y las líneas de evidencia que apoyan estos
principios convergen desde múltiples y diversas áreas de investigación. En este capítulo
veremos esas evidencias . Sin embargo , debemos dejar claro desde el principio que esta
revisión de ningún modo busca justificar la escasez de evidencias empíricas directas en
apoyo de FAP. Más bien, creemos que las conclusiones de esta revisión indican que está
justificada una futura investigación empírica adicional que investigue específicamente la
eficacia de FAP , puesto que se ha desarrollado desde unos fundamentos o principios
sólidos ya evidenciados , y además representa una convergencia con algunos otros
hallazgos más sólidos de la investigación psicológica.
Si bien FAP es una terapia basada en los principios del análisis de conducta, en el fondo
es una terapia interpersonal . FAP se basa en el supuesto de que tanto las causas como el
tratamiento de los problemas psicopatológicos se encuentran íntimamente relacionadas
con las relaciones interpersonales . Esta asunción tiene un apoyo sustancial en la
literatura respecto a los trastornos depresivos . Está bien establecido que los problemas
interpersonales , las relaciones problemáticas , y la falta de apoyo social predicen la
aparición (Stice et al., 2004 ), el curso (Lara et al.,1997 ; Miller et al., 1992 ), la duración (
Brown y Morgan , 1994 ) y las recaídas en la depresión (Hooley y Teasdale , 1989 ). Por el
contrario , la presencia de apoyo social lleva consigo efectos protectores (Peirce et al.,
2000), y predice la recuperación de la depresión (Lara et al., 1997; Sherboume et al., 1995).
Mientras que otras terapias se centran en las relaciones terapéuticas y los métodos
asociados, FAP utiliza los principios básicos del aprendizaje para aprovechar la relación
terapeuta -cliente , centrándose en el establecimiento de un repertorio interpersonal
más efectivo, con el objetivo de conseguir la generalización de estas nuevas habilidades a
las relaciones en la vida diaria de los clientes.
Los estudios de caso que aplican FAP como un tratamiento único han incluido los
celos (López, 2003), trastornos de ansiedad sin agorafobia (Bermúdez et al., 2002),

38
dolor crónico (Vandenberghe et al., 2003), trastorno de estrés postraumático
(Kohlenberg y Tsai, 1998), pautas agresivo-desafiantes en un niño (Gosch y
Vandenberghe, 2004), trastorno obsesivo-compulsivo (Kohlenberg y Vandenberghe,
2007; Vandenberghe, 2007), y depresión (Ferro et al., 2006). También se han publicado
varios estudios de caso incorporando FAP con otras intervenciones. Estos incluyen
estudios de caso haciendo uso de FAP y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT;
Hayes et al., 1999) en las áreas de fibromialgia (Queiroz y Vandenberghe, 2006),
anorgasmia (Oliveira-Nasser y Vandenberghe, 2005), y exhibicionismo (Paul et al.,
1999). También se ha usado una combinación de Terapia Conductual Dialéctica (DBT)
y FAP en el caso de una persona con un diagnóstico de un trastorno de la personalidad
(sin otra especificación) (Wagner, 2005). Estos informes proporcionan evidencias
anecdóticas y orientaciones clínicas, y sugieren el conjunto de problemas actuales
para los que FAP, y las mejoras de FAP, podrían ser apropiadas. Esta abundancia de
literatura sobre casos clínicos plantea la pregunta: ¿cuál es la base empírica de FAP?
Nuestro objetivo en este capítulo es destacar las líneas de evidencia convergentes
desde múltiples disciplinas que apoyan los principios clave de FAP. Al mismo tiempo,
sugerimos las formas en las que la teoría de FAP contribuye a esta literatura, y al
hacerlo así informamos a los terapeutas sobre la forma de promocionar los cambios
del cliente utilizando una metodología única y poderosa. Con este fin, tratamos de
abordar no solo las áreas de convergencia, sino también destacar los puntos en los
que FAP diverge de otras terapias, bien en las interpretaciones de los resultados, o en
sus implicaciones terapéuticas.

La alianza terapéutica
FAP se basa en el concepto de que la relación terapéutica es un factor importante en
la psicoterapia (una noción que no admite réplica). Sin embargo, FAP defiende en este
debate que para aprovechar en profundidad la relación terapéutica como un
mecanismo de cambio debe conceptualizarse de una forma que llegue a especificar el
llamado factor “no específico” de esa relación. Es decir, ¿cuáles son los factores
específicos que hacen que la interacción terapeuta-cliente sea efectiva? Antes de
aclarar aún más esta posición, revisaremos primero las pruebas que apoyan la
relevancia de la relación durante la psicoterapia.
El concepto de alianza terapéutica puede tener su origen en los primeros escritos de
Freud (1912/1958), que fue el primero en tratar la importancia de los sentimientos
amistosos o afectivos entre el paciente y el terapeuta, como algo fundamental para
cualquier mejora terapéutica. El concepto de alianza también se basa en la afirmación
de Rogers (1957) de que la empatía terapéutica, la consideración positiva incondicional
y la autenticidad constituyen condiciones necesarias y suficientes para el éxito de una
psicoterapia. En los últimos 25 años, el interés por la alianza terapéutica como un
elemento esencial en el proceso terapéutico ha crecido rápidamente, tanto que los
investigadores de la psicoterapia contemporánea la definen, en términos generales,
como el vínculo colaborativo y afectivo entre el terapeuta y el cliente, y su capacidad

39
para ponerse de acuerdo en los objetivos y las tareas del tratamiento (Martin et al.,
2000).
Las pruebas de la importancia de la alianza terapéutica surgen de dos fuentes
fundamentales. En primer lugar, aunque los investigadores de diferentes
orientaciones teóricas hayan evaluado la alianza terapéutica de distintos modos,
utilizando una variedad de medidas, todos han descubierto sistemáticamente que la
fuerza de la alianza predice los resultados terapéuticos (Barber et al., 2000; Horvart,
2001; Martin et al., 2000). En segundo lugar, los investigadores al verse incapaces de
encontrar diferencias consistentes sobre la eficacia de las psicoterapias a través de
distintas orientaciones (p.ej., Lambert y Bergin, 1994), han conceptualizado la alianza
terapéutica como un factor común que comparten diferentes terapias. Es más, algunos
investigadores incluso han comenzado a argumentar que la calidad de la alianza es
más importante que el tipo de tratamiento para predecir resultados terapéuticos
positivos (p.ej., Safran y Muran, 1995), de modo que la alianza terapéutica se ha
denominado como “la variable de integración que es la quintaesencia” de la terapia
(Wolfe y Goldfried, 1988).
Aunque resulta claro, desde la literatura sobre la alianza terapéutica, que la fuerza
de la alianza está relacionada con los resultados del tratamiento, hay pruebas de que
algunos terapeutas no se centran exclusivamente en la relación terapéutica en sesión.
Al codificar los turnos de palabra en la conversación durante la sesión, Goldfried y su
equipo (Castonguay et al., 1995; Golfried et al., 1997, 1998) mostraron que los terapeutas
que utilizan la TCC (Terapia Cognitivo Conductual) normalmente no se centran en la
relación terapéutica dentro de la sesión; sin embargo, sí detectaron que los terapeutas
experimentados tienen un mayor impacto y significatividad cuando se centran en la
relación durante la sesión. De forma similar, Kanter et al., (2005) mostraron que los
terapeutas, en algunos estudios con TCC sobre depresión, raramente se centran
mucho tiempo en la relación terapéutica durante la sesión.
Tal vez el limitado enfoque sobre la relación terapéutica podría explicarse por la
falta de consenso en cuanto a lo que el terapeuta debe hacer para garantizar una
relación sólida, qué cantidad y qué tipo de atención debe prestar directamente a la
relación terapéutica, el mecanismo subyacente de la relación, o sus efectos curativos.
Un análisis de FAP arroja luz sobre estas cuestiones cuando: (1) se especifican
conductualmente los “ingredientes activos” de la relación terapéutica que, en última
instancia, facilitarán el cambio del cliente; (2) se realiza una evaluación funcional del
comportamiento de los clientes por su importancia clínica en la creación de esa
alianza, en lugar de fijarse únicamente en la forma o la topografía de una conducta. En
otras palabras, el uso del término “alianza terapéutica” tiende a centrarse
principalmente en el aspecto de la conducta más que en la función que desempeña. En
contraste, la conceptualización de FAP sobre la conducta durante la sesión se
centrará en cómo funciona un comportamiento particular para el cliente, no en si
tiene un comportamiento parecido al de una alianza terapéutica.
Para investigar más a fondo la cuestión anterior, imaginemos un comportamiento
que parece topográficamente estar asociado con la creación de alianza durante la
sesión, pero podría funcionar de hecho como un acto de conformidad. Por ejemplo,
consideremos el caso de un cliente poco asertivo que sumisamente termina sus tareas

40
para casa pero siente que no está “obteniendo nada” de esas tareas. En este caso, lo
que parece una conducta de alianza es en realidad una CCR1, un ejemplo dentro de
sesión de un comportamiento problemático, puesto que el cliente no está expresando
un sentimiento que está experimentado en ese momento, algo que sí sería relevante.
Si ese cliente plantease sus dudas sobre la validez de las tareas para casa,
topográficamente podría parecer una conducta disruptiva con esa alianza, pero
funcionalmente se trata de una mejoría, y podría fortalecer la alianza terapéutica si
las preocupaciones del cliente fuesen tomadas en serio por parte del terapeuta. Por
otra parte, si la conducta obediente se considerase como una CCR2 (p.ej., en el caso de
un cliente cuya dificultad para conocer las expectativas de otras personas interfiriese
en sus relaciones sociales), entonces sería interpretada por un terapeuta de FAP como
una conducta de creación de alianza. De este modo, la perspectiva de FAP permite la
explicación y predicción de las formas en las cuales la alianza terapéutica puede
mejorarse, e incluso ser aprovechada como resultado de las contingencias de
reforzamiento generales del terapeuta sobre las CCR2 del cliente (Follette et al., 1996).
En síntesis, más que hacer afirmaciones generales sobre la relación predictiva entre
la alianza terapéutica y los resultados de la terapia, FAP especifica qué necesita el
terapeuta para crear esa alianza y utilizarla como un contexto donde cambiar
conductas (Kohlenberg et al., 1998). Específicamente, FAP tiene tres asunciones
generales: (1) las CCR del cliente son evocadas por el contexto terapéutico, (2) las CCR
pueden moldearse mediante la aplicación de contingencias dentro de la relación
terapéutica, y (3) estas contingencias implican reforzamiento natural. Las tres
secciones siguientes revisarán los hallazgos de las investigaciones que corroboran
estas asunciones.

Principios de FAP
Las CCR son evocadas por el contexto terapéutico
De nuevo, FAP adopta una posición inequívoca al defender que los patrones de
problemas interpersonales de los clientes (las CCR1) surgirán dentro del contexto
terapéutico. Puede que se hayan escrito millones de páginas de teoría psicoterapéutica
sobre este tema, incluyendo la teoría de la transferencia como su penúltimo ejemplo.
Aunque el término transferencia proviene de una perspectiva teórica diferente, sin
embargo, la investigación sobre este tema resulta relevante para FAP, ya que
proporciona apoyo para la asunción de que las CCR1 pueden ser evocadas por el
contexto terapéutico.
Hasta hace poco, la transferencia seguía siendo un gran constructo teórico que se ha
sometido a pocas pruebas empíricas (Connolly et al., 1996). De hecho, se sabe que la
proporción de artículos teóricos y empíricos sobre el tema de la transferencia es
aproximadamente de 500 a 1 (Ogrodniczuk et al., 1999). No obstante, se ha descubierto
que la transferencia se da en un conjunto diverso de relaciones sociales cotidianas
(Andersen y Baum, 1994; Andersen y Cole, 1990; Andersen et al., 1995), y en el contexto
de las relaciones terapéuticas (Connolly et al., 1996; Crits-Christoph et al., 1990;

41
Luborsky et al., 1985). De este modo, existe una amplia evidencia que apoya la
afirmación de que las reacciones de transferencia se producen durante la terapia. Si
bien esta investigación es relevante para FAP en cuanto corrobora la ocurrencia de las
CCR, FAP y la teoría psicodinámica divergen respecto a la respuesta más eficaz ante
esas reacciones de transferencia y CCR (ver la sección siguiente sobre contingencias de
reforzamiento e interpretaciones de la transferencia).

Las CCR pueden ser moldeadas mediante la


aplicación de contingencias dentro de la relación
terapéutica
¿Es importante reforzar la conducta de forma contingente en vivo, dentro de la
sesión? Una premisa fundamental de FAP es que cuanto más cercano en tiempo y
lugar se produzca la intervención del terapeuta (p.ej., reforzando contingentemente)
respecto a la conducta del cliente, más fuerte será el efecto de la intervención. En
otras palabras, una respuesta “demorada” o alejada por parte del terapeuta se espera
que sea menos beneficiosa que el reforzamiento de la conducta en vivo. Por ejemplo,
algunos terapeutas pueden argumentar que ellos sí refuerzan las mejoras del cliente
cuando los alaban (p.ej., diciendo “buen trabajo”, como respuesta a un cliente que
informó que había sido asertivo en las interacciones con su jefe la semana anterior).
FAP sostiene que ese uso del reforzamiento podría ser más efectivo si ocurriese al
mismo tiempo y en el mismo lugar que la conducta que se intenta reforzar (justo el
momento en que el cliente está siendo asertivo con su jefe en el trabajo). Esta es la
asunción de FAP que subraya que hay que poner el foco de atención en las clases de
conducta similares (CCR2) que emergen en el contexto de la terapia, y que pueden ser
reforzadas inmediatamente.
¿Qué investigación apoya esta máxima tan aceptada? Por una parte, literalmente
miles de estudios han utilizado reforzamiento inmediato para establecer y mantener
la conducta. Es más, basta con hacer un repaso de la historia de la investigación sobre
la teoría del aprendizaje, desde los gatos en las cajas-problema de Thorndike, las ratas
en los laberintos en T, las palomas en las cajas de Skinner, hasta los humanos en
cámaras de atenuación de sonido, para describir toda esa evidencia (p.ej., Catania,
1998). En lo esencial, la literatura sobre investigación animal apoya fuertemente la
noción que demorar el reforzamiento afecta negativamente al posterior aprendizaje,
aunque la relación entre el retraso y el aprendizaje es compleja, y está mediada por
otros varios factores (Renner, 1964; Tarpy y Sawabini, 1974). En general, los estudios
realizados con seres humanos han dado resultados similares (Bilodeau y Ryan, 1960;
Greenspoon y Foreman, 1956; Saltzman, 1951). El efecto de la demora (es decir, el
reforzamiento resulta menos efectivo conforme se incrementa el tiempo entre una
respuesta y el reforzamiento) se ha demostrado más claramente en humanos con
tareas complejas (Hockman y Lipsitt, 1961), y cuando se produce una conducta
intermedia entre una respuesta y el reforzamiento (Atkinson, 1969).
La literatura de investigación sobre la demora en humanos, aunque apoya esa
asunción, es difícil de generalizar a la situación de psicoterapia. Esto se debe

42
fundamentalmente a que las demoras estudiadas en los procedimientos de
investigación (de hasta 12 segundos), son demasiado insignificantes como para ser
relevantes a la cuestión de si las respuestas inmediatas a la conducta durante la sesión
son preferibles a la retroalimentación sobre las conductas que ocurren fuera de la
sesión, de hace quizás una semana. No obstante, se ha descubierto que el responder de
manera inmediata y contingente mejora el tratamiento de los clientes que se arrancan
el pelo (Rapp et al., 1998; Stricker et al., 2001; Stricker et al., 2003).

¿El reforzamiento contingente va en contra de la atención positiva “incondicional”?


Las contingencias de reforzamiento y su inmediatez pueden ser importantes en
algunas situaciones experimentales, o con problemas discretos como arrancarse el
cabello, pero ¿son cuestiones relevantes para los adultos, una población clínica
relacionada con problemas abstractos como intimidad, soledad, ira, desengaño, etc.?
Quizás estas preocupaciones requieran algo más sofisticado que simples
contingencias de reforzamiento. Como explicaremos más adelante, la teoría de FAP
sugiere lo contrario, y las investigaciones sobre la psicoterapia de Rogers, una terapia
“no directiva”, señalaron cómo el reforzamiento contingente sí era relevante para la
psicoterapia.
El énfasis que FAP pone sobre la relación terapéutica y las respuestas naturales
puede llevar a confundirla con una variante de la terapia centrada en el cliente de
Carl Rogers, un estilo humanístico de terapia (ver Rogers, 1957). Mientras ambos
enfoques creen en el poder de la relación terapéutica para producir cambios, la teoría
de FAP diverge significativamente con respecto a la teoría de Rogers, pues esta última
considera que los cambios pueden ocurrir únicamente mediante un comportamiento
no directivo o no contingente del terapeuta. Podríamos plantear la pregunta de si la
atención positiva incondicional o no directiva, es realmente no contingente. Las
personas pueden ser fácilmente reforzadas sin que sean conscientes de ello (Frank,
1961; Krasner, 1958), y así un cliente puede recibir una atención positiva incondicional
al tiempo que desconoce ese proceso contingente. Dos estudios mostraron este
fenómeno de condicionamiento. En un experimento, Greenspoon (1955) pidió a los
participantes que dijesen tantos sustantivos como pudiesen. Conforme lo iban
haciendo, un experimentador respondía con sonidos suaves de aprobación (“mmm-
hm”) o desaprobación (“huh-uh”) a cada término. Descubrieron que, a pesar de ser
inconscientes de la contingencia, los participantes decían más nombres cuando estos
habían sido seguidos de “mmm-hm”, y que disminuyeron cuando habían sido seguidos
de “huh-uh”. Este tipo de investigación hizo concluir a Frank (1961) que: “Un hecho,
por lo menos, parece que se ha establecido sin problemas: una persona puede
influenciar en las verbalizaciones de otra mediante señales muy sutiles, que pueden
ser tan delicadas que nunca lleguen al centro de la conciencia” (pág. 108).

El punto crucial que surge de esta discusión es que los terapeutas pueden reforzar
contingentemente la conducta de los clientes sin ser conscientes de que lo hacen. En
este caso, las respuestas del terapeuta con “mmm-hm” que indican a los clientes que
continúen hablando, podrían reforzar contingentemente un tipo de conducta (p.ej.,
las mejoras) favorecida de modo involuntario. Por consiguiente, la terapia que podría

43
“sentirse” como una atención positiva incondicional o no directiva, puede de hecho
ser contingente. Investigando esta posibilidad, Truax (1966) llevó a cabo un análisis del
proceso de Carl Rogers al realizar la terapia (p.ej., terapia no directiva compuesta de
comprensión, aceptación y atención positiva incondicional). Los resultados revelaron,
de forma congruente con FAP, que a pesar de los intentos de responder de forma no
contingente, las mejoras en la terapia estaban asociadas con el reforzamiento
diferencial de las mejoras del cliente, aunque pasase inadvertido. Estos hallazgos
sugieren que, mientras algunos terapeutas puedan no darse cuenta, están
constantemente moldeando la conducta de sus clientes mediante contingencias de
reforzamiento verbal y no verbal, castigo y extinción.
La teoría de Rogers afirma que la atención positiva incondicional y la empatía son
ambas necesarias y suficientes para una completa recuperación. FAP está de acuerdo
en que ese enfoque es necesario (p.ej., centrarse en el reforzamiento natural), sin
embargo, un enfoque no directivo no solo es raro, sino que también es insuficiente. Al
reconocer el inevitable impacto del comportamiento de los terapeutas sobre los
clientes, FAP anima a los terapeutas a aprovechar la relación terapéutica para
moldear, de modo natural y contingente, una conducta más efectiva e interpersonal
en el cliente.

¿Cómo se diferencia la interpretación sobre la transferencia de las respuestas


contingentes? A la luz de los hallazgos de que el cambio en la transferencia sirve de
mediador en los resultados del tratamiento (O’Connor et al., 1994), varios autores han
examinado la interpretación de la transferencia como un mecanismo de cambio en
tratamientos centrados en la relación (Leichsenring y Leibing, 2007). La
interpretación de la transferencia ocurre cuando el terapeuta explica la transferencia
al cliente con el fin de proporcionarle una visión de los conflictos inconscientes que
subyacen a sus actuales patrones de conducta problemáticos. Brevemente, los
hallazgos sugieren que los niveles más altos de interpretaciones de la transferencia
están en realidad asociados a resultados más pobres en clientes con bajo nivel de
funcionamiento interpersonal, en particular cuando la interpretación gira en torno a
la relación terapéutica (Connolly et al., 1999; Ogrodniczuk et al., 1999).
FAP predice que cualquier respuesta a la conducta problemática interpersonal
dentro de la sesión que no tenga en cuenta el contexto o la función, perdería
oportunidades para reforzar las CCR2, o quizás refuerce involuntariamente las CCR1.
Esta podría ser la explicación de los pobres resultados del tratamiento que siguen tras
un gran número de interpretaciones de la transferencia. Por ejemplo, en muchos
casos un terapeuta psicodinámico ignoraría la conducta de desobediencia de un
cliente. Sin embargo, para un cliente que históricamente siempre ha sido pasivo, la
conducta de desobediencia podría tener realmente una función como CCR2. Así, pues,
mientras en la práctica podría haber un importante solapamiento entre las
aproximaciones psicodinámicas y FAP en el tratamiento, las diferencias teóricas
suponen implicaciones clínicas importantes, en términos de respuestas a conductas
problemáticas interpersonales evocadas por la relación terapéutica.

44
La importancia del reforzamiento natural
¿Responder contingentemente menoscaba la motivación intrínseca? En FAP se da
un énfasis primordial a la noción de que las CCR2 deberían reforzarse de manera
natural, típicamente mediante intercambios verbales interpersonales. Sin embargo,
una crítica que se hace a menudo al conductismo es que cuando la conducta de una
persona es reforzada, la persona comienza a emitir esa conducta específicamente solo
para obtener recompensas externas (motivación extrínseca), lo que dificultaría el
desarrollo de la independencia personal (Deci et al., 1999; Kohn, 1993). Aplicar esa
misma crítica a FAP nos lleva a sugerir que quizás el reforzamiento de la conducta
interpersonal, por parte de los terapeutas de FAP, vincularía estas nuevas conductas
solo al terapeuta como si fuese una motivación extrínseca, lo que limitaría la
generalización de las ganancias conseguidas a otras relaciones fuera, y de hecho
reduciría la motivación intrínseca para aprender nuevas conductas interpersonales.
¿Es sostenible esta crítica?
La motivación intrínseca generalmente se define como una conducta que se cree
motivada por la actividad en sí misma, en oposición a las conductas extrínsecamente
motivadas por recompensas externas tales como premios, recompensas, o
aprobaciones (Cameron et al., 2001). Sin embargo, los hallazgos recientes sugieren que
resulta una simplificación señalar todas las formas de las motivación externa como
intrínsecamente nocivas. Los investigadores han comenzado a identificar las
situaciones y las condiciones en las que la motivación externa en realidad puede
proporcionar importantes beneficios (Cameron et al., 2001; Dickinson, 1989). No
obstante, la distinción entre la motivación extrínseca e intrínseca corresponde a
grandes rasgos a la distinción promovida por FAP entre el reforzamiento artificial y
natural respectivamente. Por ejemplo, mientras un meta-análisis llevado a cabo por
Cameron et al. (2001) reveló que el reforzamiento verbal puede apoyar la motivación
intrínseca, FAP se centra en si el reforzamiento se administra de una manera artificial
o natural.
Tomemos como ejemplo un cliente en el que una CCR2 fuese arriesgarse y mantener
una opinión opuesta al terapeuta. Si este da una respuesta como: “Bien hecho, es
importante que compartas esa opinión conmigo”, probablemente sería un
reforzamiento artificial (p.ej., la aprobación del terapeuta). La teoría de FAP sugiere
que una respuesta de reforzamiento más natural por parte del terapeuta como tomar
en serio esa opinión, no solo reforzaría la CCR2, sino que lo haría de modo que
facilitaría la generalización a otras relaciones sociales. De este modo, FAP utiliza las
contingencias de reforzamiento con el fin de moldear un mejor funcionamiento
interpersonal y apoyar la motivación intrínseca.
¿Cómo se puede reforzar contingentemente y utilizar los efectos de expectativas
interpersonales? Los efectos del reforzamiento contingente natural durante la terapia
pueden malinterpretarse a menudo como factores comunes “no específicos”. Las
investigaciones que estudian los efectos de expectativas interpersonales ayudan a
aclarar esta cuestión. En general, los efectos de expectativas interpersonales son el
resultado de las expectativas de una persona sobre la conducta de otra persona. En
una revisión de meta-análisis sobre los efectos de expectativas interpersonales, Harris

45
y Rosenthal (1985) proporcionaron una lista con apoyo empírico de las conductas de
los docentes que habían tenido un resultado sobre las respuestas que confirmaban las
expectativas de los estudiantes. Esta lista incluía:

• Crear una atmósfera menos negativa (p.ej., no comportarse con frialdad)

• Establecer una distancia física más cercana

• Proporcionar más información, introduciendo más material o material más difícil

• Crear una atmósfera más cálida

• Mostrar menos conductas de distracción

• Tener interacciones más largas y más frecuentes

• Hacer más preguntas

• Animar más

• Hacer más uso del contacto visual

• Sonreír más

• Elogiar más

• Aceptar las ideas de los estudiantes modificando, reconociendo, resumiendo o


aplicando los que él o ella ha dicho

• Proporcionar más feedbak correctivo

• Asentir más con la cabeza

• Esperar más tiempo para las respuestas

Esta lista sugiere que las conductas y las señales implicadas pueden ser muy sutiles y
funcionar sin que sean conscientes para el profesor o para el estudiante.
Desde una perspectiva de FAP, esta lista es un ejemplo perfecto del reforzadores
naturales en acción, el tipo de reacciones naturales que las personas muestran en sus
interacciones diarias, y que son moldeadas y mantenidas por esas interacciones. Hay
que hacer notar también que los puntos de esta lista representan algunos de los
“factores no específicos” más ubicuos de los terapeutas, a través de una amplia
variedad de modalidades terapéuticas. Como se comentó anteriormente,
indudablemente se trata del tipo de respuestas que Carl Rogers desplegaba de forma
contingente, y no consciente, cuando intentaba ser incondicional. Aunque estas
señales sutiles influyen sobre la conducta del cliente en todas las modalidades
terapéuticas, FAP es la única que explica estas sutiles interacciones y desafía a los

46
terapeutas a aprovecharlas, de manera deliberada y estratégica, para moldear un
mejor funcionamiento interpersonal.

¿Puede el reforzamiento contingente y natural promover la generalización? FAP


mantiene que las conductas interpersonales moldeadas de forma natural dentro de la
sesión serán más beneficiosas para los clientes que simplemente proporcionar reglas
sobre cómo ser más eficaces. Específicamente, FAP se distingue de los demás enfoques
psicoterapéuticos en que se centra en conducta moldeada por las contingencias más
que en la conducta de seguimiento de reglas. Comparado con la conducta moldeada
por las contingencias, que es una conducta aprendida a través del contacto directo
con el reforzamiento (p.ej., aprender a resolver un puzle por ensayo y error), la
conducta que sigue reglas es una conducta controlada por las descripciones verbales
del reforzamiento (p.ej., seguir instrucciones para resolver un puzle) (Hayes et al., 1989;
Skinner, 1953, 1957). De este modo, la conducta de seguimiento de reglas permite que se
den los cambios de conducta sin un moldeamiento directo. Desde una perspectiva
conductual, la mayoría de los enfoques psicoterapéuticos pueden verse como
suministradores de reglas, las que se proporcionan a los clientes para comportarse de
un modo más efectivo.
Con frecuencia, los clientes esperan que sus terapeutas les proporcionen más,
nuevas o mejores reglas que reduzcan sus síntomas. Sin embargo, la terapia basada en
la especificación de reglas puede obstruir el progreso del cliente en contextos
dinámicos y evocadores (p.ej., relaciones interpersonales), donde la misma conducta
puede ser castigada por una persona y reforzada por otra. En esta situación, se
requiere una exquisita sensibilidad a las contingencias, más que un comportamiento
regido por reglas. Las investigaciones conductuales apoyan esta afirmación. Por
ejemplo, un gran número de pruebas sugiere que cuando la conducta de una persona
está moldeada por las contingencias, el individuo es más capaz de adaptarse al cambio
de contingencias que cuando el comportamiento está regido por reglas (p.ej., Catania
et al.,1982; Rosenfarb et al., 1993; Shimoff et al., 1981).
El hecho de que FAP se centre en el reforzamiento natural, ayuda a los terapeutas a
evitar promocionar conductas de seguimiento de reglas en los clientes. Por esta
razón, a los terapeutas de FAP no se les proporcionan unas instrucciones formales
sobre cómo responder ante una CCR, sino que en su lugar se les instruye para
responder “de forma natural”. El responder natural implica la noción de que hay un
número infinito de respuestas cuya función sería reducir las CCR1 y aumentar las
CCR2. Para lograr esto, los terapeutas de FAP deben recurrir a sus propias reacciones
privadas y dárselas a conocer a sus clientes (pensamientos, emociones, respuestas
fisiológicas) y responder de forma natural a cada CCR de acuerdo con esas reacciones.
Así, cuando los clientes muestran mejoras en su comportamiento (CCR2)
(particularmente la conducta que rompe las reglas que estos seguían antes
habitualmente), FAP resalta el efecto interpersonal de la conducta del terapeuta y el
hecho de revelar sus reacciones a los clientes en ese momento. De este modo, las
respuestas naturales y contingentes del terapeuta podrían no solo moldear las
mejoras en el funcionamiento del cliente, sino también hacerlo de una forma que
promueva la generalización y la adaptabilidad de ese cliente.

47
Investigación existente sobre los principios de FAP
Una última línea de evidencias en apoyo de FAP y del mecanismo de acción
propuesto por esta, proviene de la investigación sobre FAP directamente. La eficacia
de FAP como tratamiento independiente se ha visto respaldada por investigaciones de
caso único (Callaghan et al., 2003; descrita más adelante). La efectividad que aumenta
al añadir FAP a la TCC se ha demostrado tanto en estudios de caso único (Gaynor y
Lawrence, 2002; Kanter et al., 2006), como en estudios con diseños de grupo
(Kohlenberg et al., 2002).
En un ensayo no aleatorizado de una terapia cognitiva-conductual (TCC) mejorada
con FAP denominada FECT (FAP-Enhanced Cognitive Therapy) para la depresión,
Kohlenberg y sus colegas (2002) compararon los resultados de 20 clientes tratados
con TCC respecto a 28 clientes tratados por los mismos terapeutas, tras un
entrenamiento en FECT. Los resultados revelaron que la FECT era notablemente más
eficaz que la TCC, de manera que el 79% de los participantes de la FECT mejoraron
(experimentaron una disminución de la sintomatología de la depresión en más de un
50%), en comparación con el 60% de los participantes de la TCC. Además, los
participantes de la FECT experimentaron mejoras significativas en su funcionamiento
interpersonal, comparado con los participantes de la TCC. Un análisis posterior al
proceso (Kanter et al., 2005) puso de manifiesto que los índices de intervención de FAP
(p.ej., una mayor atención a las CCR) casi se triplicaron durante la FECT, y que estas
intervenciones estaban relacionadas con los autoinformes semanales de los clientes
sobre el progreso en la terapia.
Finalmente, en el único estudio aleatorizado controlado que incorpora FAP, Gifford
et al., (2008) compararon una combinación de ACT (Terapia de Aceptación y
Compromiso) y FAP, con una Terapia de Reemplazo de Nicotina (p.ej., Rogotti, 2002)
dentro de un estudio para dejar de fumar. No hubo diferencias entre las condiciones
del post-tratamiento, sin embargo los participantes en la condición de ACT+FAP
tuvieron unos mejores resultados significativos un año después en el seguimiento. Por
lo tanto, hasta la fecha la mayoría de la investigación para evaluar FAP se han
centrado en mejorar otros tratamientos, mediante la adición de intervenciones con
FAP. Teniendo en cuenta este hecho, una cuestión vital es si existe apoyo empírico
para el mecanismo de cambio propuesto por FAP.
Las investigaciones recientes que examinan el mecanismo de FAP se han realizado
siguiendo la filosofía funcional en la que se basa FAP, mediante el empleo de
metodologías de investigación analítico-funcionales. Dada la flexibilidad de FAP y la
noción general de que (debido al intenso énfasis que pone FAP sobre la función) la
aplicación de su mecanismo puede parecer muy diferente para distintos terapeutas y
clientes, el primer objetivo de esta investigación era la especificación del mecanismo
de FAP. Este proceso implicaba especificar distintas topografías de la técnica en
términos funcionales. El mecanismo definido para esta investigación fue el hecho de
responder contingente del terapeuta con reforzamiento natural a las CCR. Así pues, el
objetivo de la investigación no era proporcionar apoyo empírico para FAP como un
paquete de tratamiento a través de un ensayo controlado y aleatorizado, sino en su
lugar tratar de aislar e identificar el mecanismo de acción propuesto por FAP, y

48
demostrar los efectos de este mecanismo sobre la conducta de los clientes
individuales.
El primer requisito de esta investigación era una medida válida y fiable que
permitiese una identificación fiable de los problemas en sesión (CCR1), las mejoras
(CCR2), y las respuestas contingentes del terapeuta. Callaghan et al. (2003) crearon y
aplicaron esa medida (Busch et al., 2010), la Escala de Puntuación de FAP (FAPRS, FAP
Rating Scale), diseñada para medir paso a paso la conducta del terapeuta y del cliente
en FAP. Para emplear FAPRS, un observador-codificador utiliza las
conceptualizaciones detalladas del caso, para identificar las ocurrencias de CCR (p.ej.,
CCR1 o CCR2), al tiempo que también codifica las respuestas contingentes del
terapeuta a esas CCR. Se utilizaron también varios códigos más para distinguir las
respuestas FAP de las respuestas “tradicionales” del terapeuta, la discusión sobre la
relación terapéutica frente a respuestas contingentes, y así sucesivamente (para una
descripción detallada consultar Callaghan et al., 2005). Una ventaja clave de esta
metodología es que analiza el proceso de FAP paso a paso, en el nivel de la interacción
terapeuta-cliente (p.ej., con un formato momento a momento). De esta forma, la
investigación sobre el mecanismo de cambio de FAP ocurre en un nivel en el que se
puede informar directamente del trabajo clínico del terapeuta de FAP.
Callaghan y sus colegas (2003) utilizaron FAPRS para codificar los segmentos de las
interacciones terapeuta-cliente para el tratamiento de un cliente con trastorno de
personalidad con características histriónicas y narcisistas. No solo identificaron las
CCR (lo que apoyaba la creencia de FAP de que los problemas interpersonales
generales pueden presentarse también en el contexto terapéutico), sino que
identificaron también las respuestas contingentes del terapeuta a las CCR. De manera
crucial, los resultados también indicaron que las CCR1 disminuyeron y las CCR2
aumentaron durante el curso de FAP.
Kanter y sus colegas (2006) proporcionaron datos de caso único en dos
participantes que recibieron TCC y después FAP, en un diseño intrasujeto A/A+B. Los
resultados fueron mixtos. El Participante 1 mostró ligeros descensos en sus conductas
objetivo (p.ej., habilidades de comunicación) pero abandonó el estudio antes de su
finalización. El Participante 2 mostró mejoras inmediatas en sus conductas objetivo
(p.ej., búsqueda de atención, ser vulnerable) tras introducir FAP como segundo
tratamiento. Busch y sus colegas (2009) aplicaron el sistema de codificación FAPRS al
Participante 2, replicando investigaciones anteriores donde las respuestas del
terapeuta moldearon con éxito la conducta del cliente dentro de la sesión. De manera
crucial, las conductas de ambos clientes fuera de sesión (recogidas mediante tarjetas
diarias de registro) como las conductas dentro de la sesión (CCR) mejoraron tras el
cambio de fase. Por lo tanto, los resultados obtenidos usando FAPRS han
proporcionado apoyo al mecanismo de cambio (el responder contingente del
terapeuta).

Conclusión

49
En este capítulo se han revisado varias líneas de evidencia convergentes que apoyan
los principios de FAP, incluida la alianza terapéutica, la transferencia, las
interpretaciones de la transferencia, la atención positiva “incondicional”, el
reforzamiento inmediato (demora del reforzamiento), la motivación intrínseca frente
extrínseca, los efectos de expectativas interpersonales, y la conducta de seguimiento
de reglas. Cada una de estas áreas de investigación es incontrovertible y relativamente
sólida. Así, aunque no reciban apoyo directo para FAP y sus técnicas, estas líneas de
evidencia describen juntas un conjunto convincente de datos de lo que podría
parecerse a un tratamiento basado en tales evidencias. Creemos que FAP es
justamente ese tipo de tratamiento.
La investigación que examina directamente FAP está, en realidad, en sus primeros
pasos. No obstante, existen datos que respaldan tanto la validez incremental de FAP
cuando se combina con otras intervenciones, como cuando se propone el mecanismo
de cambio (denominado como el responder contingente con reforzamiento natural
del terapeuta a las CCR). Combinando las líneas de evidencia convergentes ya
revisadas que apoyan los principios de FAP, su justificación parece fuerte. Sin
embargo, aún queda por demostrar que FAP puede superar los tratamientos existentes
en los estándares de ensayos clínicos aleatorizados. Esperamos que este capítulo
inspire a los investigadores para llevar a cabo tales ensayos.

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53
Capítulo 3
Evaluación y conceptualización del caso

Jonathan W. Kanter, Cristal E. Weeks, Jordan T. Bonow,


Sara J. Landes, Glenn M. Callaghan, y William
C. Follette

La evaluación es relevante solo si afecta a lo que se hace en terapia (Hayes et al., 1987). La
evaluación en FAP se centra en las conductas clínicamente relevantes (CCR ), en las
variables relacionadas durante el transcurso de la terapia , y en las respuestas del
terapeuta a la conducta del cliente en el instante en que ocurren . De todas las terapias
que intentan abordar el funcionamiento interpersonal de adultos en consultas externas,
FAP encarna el enfoque más fuerte dentro del análisis de conducta . Los terapeutas de
FAP tratan de definir funcionalmente las CCR , reconocer los principios básicos de
conducta , apreciar el carácter distintivo de cada caso y definir ideográ ficamente los
objetivos de tratamiento para un cliente en particular. Las conceptua-lizaciones de caso
de FAP son dinámicas , y cambian tanto para la conducta del cliente como para la
comprensión que tiene el terapeuta para ello. Las definiciones de CCR tienen en cuenta
la historia del cliente, los problemas actuales y la conducta durante la sesión.
Aunque gran parte de este capítulo esté escrito en el lenguaje del análisis funcional, no
es necesario utilizar este lenguaje con los clientes . En muchos de los ejemplos
presentados en este libro se describe un lenguaje alternativo y amigable con los clientes (
que incluye frases como “abre tu corazón”, “sé sincero”), a pesar de que muchos de estos
términos rechinarían a muchos analistas de conducta. Esto se debe a que los terapeutas
de FAP utilizan un lenguaje que es funcional , contextual y pragmático . Intentamos
utilizar una terminología que tenga sentido para nuestros clientes , que mejore la
intimidad de la relación terapéutica , que fomente el crecimiento y la profundidad , es
decir, que produzca un cambio significativo. Un tratamiento que permita el uso flexible y
funcional del lenguaje es un tratamiento verdaderamente funcional (por el contrario, un
tratamiento que insista dogmáticamente en el uso de una terminología funcional es
topográficamente funcional, pero no funcionalmente funcional). El lenguaje flexible que
se utiliza con los clientes en FAP se superpone a un análisis funcional de la conducta del
cliente. Este análisis será el tema central de este capítulo.

El contexto de la evaluación
Al igual que ocurre en otros muchos enfoques de tratamientos, una evaluación
basada en diagnósticos como el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico sobre

54
Trastornos Mentales) no se considera una estrategia de evaluación suficiente en FAP.
Un diagnóstico sindrómico sugiere la aplicación específica de paquetes de
tratamientos con apoyo empírico, pero no dice qué intervenciones específicas dentro
del paquete serían las efectivas (esto requeriría una evaluación y conceptualización
adicional). Destacados psicólogos como David Barlow (Barlow et al., 2004), Gerald
Rosen y Gerald Davison (2003) han abogado recientemente por la búsqueda de
principios con apoyo empírico, que se vinculen directamente con estrategias de
intervención específicas. La evaluación y la conceptualización del caso en FAP se
ajusta a este objetivo. Aunque la evaluación diagnóstica sigue siendo un componente
de este proceso, en última instancia la evaluación está diseñada para informar
directamente sobre la conceptualización del caso y dirigir las intervenciones del
terapeuta.
FAP no prescribe un único método para evaluar las variables objetivo. Los
profesionales de FAP trabajan en un amplio rango de situaciones y con una variedad
de clientes, y un componente intrínseco de FAP es que las estrategias de evaluación se
adaptan a las necesidades únicas de cada situación. Es más, algunos terapeutas de FAP
que trabajan en la práctica privada son ahora conocidos y buscados específicamente
por su intensa focalización en las íntimas relaciones interpersonales. En estos casos,
no es necesaria una evaluación de amplio espectro; en su lugar, el cliente y el
terapeuta pueden proceder rápidamente a la identificación de las CCR relacionadas
con los problemas interpersonales específicos del cliente. Los terapeutas de FAP
también trabajan en una amplia gama de situaciones que incluyen instituciones
residenciales para clientes con discapacidades intelectuales, clínicas establecidas en
comunidades, universidades y prisiones. En esos entornos pueden verse una gama
más amplia de problemas objetivo que pueden evaluarse, probablemente, de un modo
más elaborado y extenso, adaptándose a la población específica y a su contexto. Este
capítulo se centrará en las estrategias de evaluación para individuos con un
funcionamiento relativamente alto, como los que acuden típicamente a las consultas
privadas y las clínicas de pacientes externos. En este marco, las conductas objetivo
suelen incluir dificultades interpersonales y trastornos del estado de ánimo, ansiedad
y personalidad.
La evaluación en FAP está inextricablemente ligada al tratamiento y forma parte del
proceso inicial de construcción de una relación entre el cliente y el terapeuta.
Durante la terapia, el terapeuta y el cliente determinan juntos qué comportamientos
causan dificultades al cliente en su vida diaria. La naturaleza colaborativa del proceso
de evaluación es una de las razones por las que FAP supone una intervención intensa.
En sintonía con FAP como un conjunto, el proceso de evaluación permite al terapeuta
ser una persona genuina, lo que resulta útil no solo porque se obtienen unos
resultados en la evaluación, sino también porque se manifiesta interés, preocupación
y cuidado por el cliente.

Una visión general de la evaluación idiográfica


funcional

55
Las evaluaciones en FAP son idiográficas y funcionales. En el momento de realizar
dicha evaluación, es crucial distinguir entre la función y la topografía. La topografía de
un estímulo o conducta es simplemente su aspecto. Cuando describimos lo que hacen
las personas, con frecuencia nos referimos a la topografía o la forma de su conducta
(p.ej., describimos una persona como “risueña”, o denominamos como “castigo” el
regañar a un niño ruidoso). En FAP un análisis topográfico resulta menos útil
clínicamente que una descripción de la función.
La función de un estímulo está relacionada con sus efectos sobre la conducta (p.ej.,
si la aumenta, si la disminuye, o si es la ocasión para que sea emitida). Si el niño sigue
haciendo ruido en el futuro, el reproche puede actuar no como un “castigo” sino como
una “recompensa” (de manera que la atención del padre sirve como refuerzo para la
conducta). De forma similar, la función de la conducta está definida por el efecto que
esta tiene sobre el entorno. Esta conceptualización puede resultar mucho más clara si
consideramos la conducta en su contexto, por sus antecedentes (las condiciones que
preceden a la conducta) y por sus consecuencias (lo que sigue a la conducta). A menudo
una persona puede presentar la misma conducta topográfica en diferentes contextos,
y a su vez la conducta podría funcionar de forma muy distinta en cada uno de estos
contextos. Por ejemplo, reírse en “el club de la comedia” puede servir para expresar
alegría, mientras que reírse en un funeral puede tener una función de evitación de las
emociones negativas.
También es importante tener en cuenta que la función de un estímulo o una
conducta podría no ser intencionada. Un individuo que exprese demasiada (o escasa)
emocionalidad mientras busca conectar con otros individuos, podría hacer que
realmente se alejen de él, y sus intentos de hacer cumplidos podrían tomarse a mal.
Ofrecer dinero a alguien después de haber realizado obras de caridad puede hacer que
deje el voluntariado. La conducta, tanto dentro como fuera de sesión, puede funcionar
de un modo bastante diferente a la intención que tengan los clientes. Esta brecha
entre las intenciones y los efectos reales, a menudo es una fuente de confusión y
angustia para los clientes (y lo mismo ocurre para los terapeutas). De este modo, es
esencial para los terapeutas reevaluar continuamente si sus acciones están
funcionando como reforzamiento y castigo sobre las conductas del cliente, tal como
se esperaba (consultar en la Regla 2 en el Capítulo 4).
La clave principal de la evaluación conductual es la identificación de las relaciones
funcionales entre los antecedentes, las conductas y las consecuencias. Sin embargo,
este proceso puede llegar a ser muy difícil. Una conducta puede servir como un
estímulo antecedente para la emisión de otra conducta, que a su vez puede suponer
una consecuencia para la primera conducta y un antecedente para la emisión de una
tercera conducta. También es fundamental reconocer que, además de los estímulos
externos, los pensamientos y los sentimientos pueden actuar como señales para
iniciar conductas específicas. En los tratamientos conductuales existen ciertos
malentendidos sobre el papel que juegan los pensamientos y los sentimientos. Estos
no solo juegan un papel en la perspectiva del conductismo radical, sino que se
consideran un factor importante en la evaluación de la conducta. Los pensamientos y
los sentimientos se ven simplemente como conductas encubiertas o privadas, y por lo
tanto son objeto del mismo análisis que las conductas externas, y pueden actuar como

56
señales al igual que ellas. Así, a la hora de realizar una evaluación funcional, es
importante examinar la función de cada pensamiento o sentimiento que pueda
ocurrir inmediatamente antes o después de una conducta.
Una advertencia importante sobre las afirmaciones anteriores, es que el interés de
FAP no se centra en la exactitud de un pensamiento o un sentimiento (como ocurre en
la terapia cognitiva), sino que está en la función que podría proporcionar.
Consideremos un cliente que rumia constantemente, mientras está en una situación
social, pensamientos como: “No tengo nada interesante que decir, nadie querrá
escucharme…” Un terapeuta cognitivo podría abordar los pensamientos específicos
que tiene el cliente, sugiriéndole ponerlos a prueba frente a la realidad (p.ej., “¿de
verdad no soy interesante? ¿realmente los demás no quieren hablar conmigo?”). Por el
contrario, un terapeuta de FAP podría descubrir que, mientras el cliente está
rumiando esos pensamientos, él o ella está evitando asumir riesgos interpersonales,
tales como iniciar una conversación con otras personas, o conocer a alguien nuevo.
Esto implica que la función de la rumiación de pensamientos del cliente está bajo
reforzamiento negativo o evitación, y ello sugeriría utilizar técnicas de tratamiento
específicas para abordar esa función evitativa de la conducta, independientemente de
los contenidos de los pensamientos de rumiación.
La evaluación de las relaciones funcionales entre variables a menudo requiere de
observaciones repetidas a lo largo del tiempo. La discusión sobre las interacciones
personales de un cliente en su vida cotidiana (p.ej., obtener información sobre la
conducta del cliente y la situación) es un componente integral de casi todos los
tratamientos terapéuticos. Este proceso ofrece al terapeuta la oportunidad de
observar la conducta del cliente y las variables que lo influencian por medio de una
situación intermediaria. Durante estas conversaciones, los problemas de conducta del
cliente resultan fácilmente evidentes para el terapeuta; sin embargo, su función
podría no estar tan clara. En particular, es difícil identificar correctamente las
funciones de las conductas del cliente si este proporciona informaciones inexactas o
incompletas. Podría parecer obvio que un cliente adolescente que a menudo cuenta
chistes a sus compañeros haga esto para recibir aprobación social, sin embargo se
podría descubrir que contar chistes le ayuda a evitar terminar las tareas escolares.
Afortunadamente, los terapeutas pueden observar directamente cómo
interaccionan los clientes dentro de la sesión. En FAP se asume que los mismos
procesos funcionales que ocurren en la vida cotidiana del cliente, a menudo también
ocurrirán en la consulta con el terapeuta, aunque posiblemente de una forma
topográfica distinta. De este modo, se considera al terapeuta como un parte
inextricable de estas interacciones. Una fuente importante de información para la
evaluación funcional se obtiene al observar cómo reacciona el cliente ante la
conducta del terapeuta en diversas circunstancias. Con el tiempo, el terapeuta será
capaz de desarrollar hipótesis sobre las funciones de varias conductas y estímulos.
Estas hipótesis pueden ponerse a prueba durante un análisis funcional. En FAP una
evaluación funcional se convierte en un análisis funcional cuando el terapeuta
manipula sistemáticamente las variables antecedentes y consecuentes durante las
interacciones con los clientes, cuando observa los cambios previstos en la conducta a
medida que se producen, y cuando compara estos cambios con los anteriores niveles

57
de respuesta. Por ejemplo, un terapeuta podría cambiar a propósito su tono de voz y su
velocidad al hablar para responder a las expresiones emocionales de un cliente muy
reservado, a fin de establecer la forma más reforzante para responder ante esas
revelaciones.
Mientras que la investigación básica de tipo conductual ha reducido la función de la
conducta a unas categorías discretas, la clave principal de la evaluación funcional en
FAP no es encontrar una etiqueta técnica específica para la conducta del cliente, sino
identificar las señales internas y ambientales que actúan provocando y manteniendo
las conductas desadaptativas del cliente. El terapeuta intenta organizar los casos de
conducta ineficaz del cliente en clases funcionales de respuesta (p.ej., evitación de la
intimidad), definidas por eventos similares (p.ej., intentos de intimidad de la pareja)
que evocan y mantienen esas respuestas (p.ej., mediante el reforzamiento negativo).
En esencia, el terapeuta lo único que busca es identificar los estímulos
discriminativos y reforzantes que definan funcionalmente las conductas objetivo.
La clave para entender el concepto de clase funcional es reconocer que existen
distintas formas de lograr el mismo objetivo. Cuando diferentes conductas tienen el
mismo efecto, se dice que estas pertenecen a la misma clase funcional. Sin embargo,
identificar una clase funcional se convierte en una tarea ardua y difícil cuando,
durante la sesión, aparecen una amplia variedad de topografías de conductas con la
misma función. Cuando se produce esta situación puede ser muy difícil reconocer,
tanto para el cliente como para el terapeuta, que una única clase funcional pueda
explicar la emergencia o persistencia de las dificultades interpersonales. Por ejemplo,
una serie de conductas del cliente sin aparente relación entre ellas (p.ej., discutir con
el terapeuta, faltar a sesiones, ideaciones suicidas) pueden ser en realidad la misma
clase funcional (p.ej., evitar una mayor intimidad en la relación terapéutica donde la
intimidad sería aversiva para el cliente). La identificación de estas conductas como
pertenecientes a la misma clase funcional, probablemente daría lugar a unas
respuestas totalmente diferentes, y más efectivas, por parte del terapeuta.
Fundamentalmente, el proceso de identificación funcional se lleva a cabo de una
forma idiográfica (es decir, de forma individualizada). Esta flexibilidad establece un
punto de diferenciación entre FAP y otras terapias manualizadas. Sin embargo, esto
no significa que un terapeuta nunca vaya a tener dos clientes con las mismas clases de
conductas objetivo. Es más, es frecuente ver a distintos clientes con varias conductas
interpersonales comunes. Si un terapeuta de FAP formulase continuamente la misma
conceptualización del caso para cualquier cliente, sería conveniente que tomase
precauciones y pidiese consejo externo. En FAP no se asumen estas similitudes, sino
que se disciernen a través de la evaluación. FAP no es prescriptiva respecto a cómo
formular una conceptualización del caso. Más bien, el énfasis se coloca sobre la tarea
del terapeuta al realizar una conceptualización del caso que le sirva de guía sobre
cómo responder cuando se produzcan las conductas o las mejoras clínicamente
relevantes.
El proceso de evaluación funcional debería dar como resultado el reconocimiento
de patrones de clases funcionales que puedan utilizarse para organizar las CCR de los
clientes, y que conduzcan a la formación de una conceptualización del caso. El
proceso de evaluación es bastante complejo, pero el resultado en realidad es muy

58
simple. En el Anexo A del libro puede encontrarse un posible formato para la
conceptualización del caso según FAP. Una conceptualización de caso es un (breve)
resumen de: las variables históricas relevantes, las conductas fuera de sesión (CF) que
bien son problemas de la vida cotidiana (CF1) o bien objetivos de la vida cotidiana
(CF2), las variables que mantienen estos problemas en el entorno del cliente, los
recursos y puntos fuertes de los clientes, las CCR1, las CCR2, las intervenciones
previstas, y una lista de conductas problemáticas del terapeuta (CT1) y conductas
objetivo del terapeuta (CT2). Todos estos componentes de la conceptualización del
caso se describen detalladamente más adelante. También las CT1 y CT2 se explican en
el Capítulo 8, junto con la supervisión y desarrollo personal del terapeuta.
Se puede añadir más información a la conceptualización del caso si se han utilizado
otras modalidades de tratamiento al mismo tiempo que FAP, tales como la
incorporación de creencias problemáticas cuando se utiliza la Terapia Cognitiva
Mejorada con FAP (Kohlenberg et al., 2002; Kohlenberg et al., 2010) o las conductas
socio-políticas (CSP) consideradas como problemas (CSP1) y como mejoras (CSP2), si
se modifica FAP con estas otras problemáticas (Terry et al., 2010).
Un terapeuta de FAP busca cambiar la conducta del cliente centrándose en la sesión,
de este modo las variables enumeradas en la conceptualización de caso deben ser lo
más específicas y operacionales posible. Cuanto más claramente estén definidas las
CCR1 y CCR2, más fácil será para el terapeuta identificar y responder a esas conductas.
Además, la conceptualización de caso debería ser una herramienta dinámica, cuyo
propósito principal es identificar con exactitud las clases funcionales, de forma que
permitan las respuestas más apropiadas por parte del terapeuta. Incluso es posible que
una misma conducta topográfica pertenezca a más de una clase funcional. Cuando se
descubren las funciones de determinadas conductas, podría surgir más de un tema.
Esto no quiere decir que un tema sea correcto y otro incorrecto, sino que una
conducta puede servir a diferentes funciones según distintas situaciones. Los clientes
a menudo tienen un repertorio limitado de conductas, y por lo tanto es común que
una sola conducta tenga como resultado distintas consecuencias.

Evaluación durante el curso de la terapia


A veces, la evaluación se considera como algo previo a la terapia, pero en un
tratamiento funcional como FAP, la evaluación es continua y flexible. Es un proceso
interactivo y reiterado de revisión de hipótesis sobre la conducta del cliente y su
función. La evaluación y el proceso de conceptualización de caso continúa durante
todo el curso de la terapia; los cambios se producirán tanto dentro como fuera de las
clases funcionales identificadas inicialmente. Una vez iniciado el proceso terapéutico,
pueden ser necesarias varias sesiones con el fin de determinar, en colaboración con el
cliente, los objetivos del tratamiento e identificar los comportamientos específicos o
las clases de respuesta. Por ejemplo, un cliente podría señalar diferentes objetivos de
tratamiento en distintas sesiones. Solo después de varias semanas puede que el
terapeuta llegue a comprender que el objetivo real puede definirse mejor como la
indecisión que tiene el cliente sobre los objetivos, y puede que también este necesite

59
unas cuantas semanas más para darse cuenta de ese patrón de conducta, y que acepte
que cambiarlo podría ser un objetivo de tratamiento.
Una vez que se hayan redefinido las conductas anteriores y se hayan establecido
nuevos objetivos, resulta necesaria una evaluación continuada, habitualmente como
un proceso ya menos intensivo en la terapia posterior. Con cada nueva alteración en
las conductas objetivo del cliente, la conceptualización de caso cambia de forma
similar, evoluciona a la par que los cambios en el repertorio interpersonal del cliente,
y responde a eventos de su vida que han surgido durante la terapia. Las CCR2, que en
un principio no formaban parte del repertorio del cliente, puede que tengan que ser
moldeadas durante la terapia. En esta situación, las aproximaciones más vagas de una
CCR2 ideal podrían considerarse como tal CCR2, y debería ser reforzada al inicio de la
terapia, pero también podría no considerarse que sea una CCR2 hasta que esa
conducta más adaptativa forme ya parte del repertorio del cliente. De forma más
específica aún, la definición operacional de una CCR puede verse modificada en el
trascurso de la terapia a partir de los progresos del cliente. Por ejemplo, un cliente
que no reconoce sus necesidades al inicio de la terapia puede que diga “hoy hace
mucho calor aquí”. El terapeuta puede ver esta afirmación como una primera
aproximación de asertividad, y responderle ofreciéndole encender el aire
acondicionado, y después hablar sobre métodos alternativos para hacer valer sus
necesidades. Cuando continúa la terapia, más adelante, el mismo cliente puede no
verse reforzado por un tipo de declaración así de vaga. El terapeuta, en esta ocasión,
puede responder ayudándole para que haga una petición más específica. También es
bastante común, respecto a las nuevas clases de CCR, que aparezcan conforme el
cliente va expandiendo sus repertorios. Por ejemplo, un cliente que supera sus
problemas a la hora de establecer relaciones estrechas e íntimas puede empezar a
plantear demasiadas exigencias hacia una nueva pareja sentimental.
También hay que vigilar con atención otros cambios que se producen durante la
terapia. La fase inicial de la relación terapéutica puede evocar una clase distinta de
CCR que la que aparezca a mitad de la terapia, del mismo modo que la fase final
también puede provocar otras CCR diferentes. El miedo al abandono que siente un
cliente puede evocar comportamientos inapropiados en muchas de sus relaciones,
pero este miedo no se hará patente hasta que no se acerque el final de la terapia, y por
lo tanto solo podría ser abordado como una conducta objetivo en este contexto de
finalización. Además, los objetivos de los clientes legítimamente pueden cambiar en el
trascurso de la terapia conforme van cambiando sus situaciones ambientales.
Conforme las CF1/CCR1 son abordadas con éxito, las CF2/CCR2 pasan a formar parte
del repertorio del cliente. Por ejemplo, tras superar el miedo a hablar con nuevas
personas, un cliente podría comenzar a centrarse en mejorar una relación romántica
recién comenzada. Entonces sus objetivos pueden cambiar desde una escasez de
conducta verbal a revelaciones personales que mejoren la intimidad de esa relación.

Tácticas para la formulación práctica del caso

60
Las consideraciones generales descritas anteriormente constituyen los principios
conceptuales que llevan a la formulación del caso. En términos prácticos, FAP se basa
en la rápida creación de una relación intensa e importante con el cliente. De este
modo, no resulta práctico realizar una prolongada recogida de información, como el
periodo de evaluación que suele realizarse en la terapia tradicional. FAP reconoce que
existen muchos caminos para conseguir un objetivo, y esto se aplica tanto a los
clientes como a los terapeutas. Algunos terapeutas son capaces de iniciar la terapia
con evaluaciones relativamente poco formales, formándose hipótesis aproximadas que
son fáciles de modificar cuando se tiene nueva información, mientras otros son más
metódicos en sus estrategias de recopilación de datos. Independientemente del
enfoque, la evaluación debe producirse de forma que mejore la relación terapéutica.
Como dijimos anteriormente, FAP no establece los medios con los que llegar a las
conceptualizaciones de la formulación del caso, sino que enfatiza el desarrollo de una
conceptualización activa del caso, que guiará las respuestas del terapeuta ante las
CCR. El objetivo de la evaluación es, por tanto, conseguir una conceptualización del
caso que delimite la historia relevante de la vida del cliente, las conductas fuera de
sesión y las CCR. Hay un gran número de estrategias diferentes para evaluar de
manera informal estas variables.

Historia de vida
Algunos clientes, si no la mayoría, se sentirán totalmente comprendidos si cuentan
una historia (a menudo presentada cronológicamente) que revele sus creencias
relacionadas con su trayectoria hasta llegar a la situación actual. Aunque la relación
de esta historia puede que no sea necesaria para que el terapeuta actúe con éxito,
puede permitirnos aprender el lenguaje preferido del cliente, y obtener información
útil sobre la mejor forma de indicarle que le comprendemos y la forma de abordar el
cambio. En algunos casos, los detalles de esa narración pueden ser útiles
directamente para la formulación de caso, como cuando los clientes describen
ejemplos repetidos de una misma clase de conducta problema específica (p.ej., pedir
demasiado a sus relaciones). Otros clientes con más sentido común, incluso, pueden
ser capaces de describir las variables que influyen en su conducta (p.ej., aspectos
comunes de las situaciones que le producen ansiedad y que le llevan a la evitación). En
estos casos, el cliente estará ayudando al terapeuta a la hora de identificar las clases
de CCR.
Cuando se recoge esta información, es importante tener en cuenta que las variables
que mantienen una conducta pueden no ser las mismas que las variables que
moldearon esa conducta inicialmente (p.ej., los comentarios sarcásticos que en un
principio servían para captar la atención y risas de sus compañeros, se mantienen
más tarde porque alejan al cliente de los otros). Además, la conducta puede
mantenerse mediante programas de reforzamiento o castigo en los que las
consecuencias se presentaban previamente con unos niveles más elevados, pero que
actualmente tienen menores niveles, o viceversa (p.ej., un cliente cuyo padre abusaba
físicamente y de forma repetida de él cuando era niño). Las historias como estas a
menudo manifiestan reglas verbales que son provocadas por las situaciones actuales y

61
que guían la conducta del cliente. Estas reglas pueden anular las señales del entorno
para una conducta social más apropiada, lo que da lugar a un control más débil de ese
entorno y, a menudo, producen conductas desadaptativas. Además, es relativamente
normal que los clientes sean incapaces de informar con precisión sobre su conducta y
sobre sus variables de control. Un objetivo en sí mismo de la terapia podría ser
precisamente abordar la malinterpretación de la situación.
En última instancia, mientras FAP es una terapia conductual enfocada a conseguir
cambios de conducta en el momento, las evaluaciones de variables históricas
(incluidas las historias de una infancia lejana) puede desempeñar un papel
fundamental en la conceptualización y la función de las conductas objetivo del
cliente. Sin embargo, en FAP los terapeutas solo se centran en eventos y relaciones ya
pasadas para que les sirva para comprender el comportamiento y las relaciones
actuales; comprender el pasado no es un objetivo final en FAP.
En consonancia con la discusión anterior, el Anexo B incorpora un “Cuestionario de
información preliminar del cliente”, una herramienta de la terapia que puede enviarse
por correo o por email al cliente antes de la primera sesión. Este cuestionario le pide
un resumen detallado de los acontecimientos de su vida, una descripción de los
puntos fuertes y sus recursos o habilidades, los objetivos de la terapia, y otros factores
o eventos que puedan ser importantes y que el terapeuta deba conocer. De esta
manera, toda esta información que ha proporcionado puede discutirse con él durante
las primeras sesiones de terapia.
Se pueden utilizar ciertas preguntas para que el cliente proporcione información
relevante sobre su historia, sin embargo es la función de la pregunta lo que resulta
crucial. Preguntar algo que no tiene un propósito terapéutico (p.ej., evaluación y
construcción de relaciones) supone en realidad perder la oportunidad de preguntar
algo que sí sea importante. Le corresponde al terapeuta decidir si una pregunta
cumple con su función. Es algo que puede ser difícil de determinar en el comienzo de
una terapia. De este modo, la siguiente lista contiene una serie de preguntas que los
terapeutas de FAP utilizan con frecuencia para evaluar la historia de vida de un
cliente.

• ¿Cuál dirías que es tu mayor problema con las relaciones?


• ¿Cuándo comenzó tu problema a la hora de formar y mantener relaciones?
• ¿Tuviste alguna relación importante en el pasado?
• ¿Hubo momentos en tu vida en que estas dificultades con las relaciones hayan sido
mejores o peores?

Objetivos y valores
La evaluación funcional a menudo se presenta como un proceso técnico y tedioso.
Esto no ocurre en FAP. Una de las formas de dignificar el proceso de evaluación es
comenzar con una discusión de las declaraciones verbales sobre los objetivos y
valores del cliente 2. La mayoría de las terapias comienzan con una discusión de los
objetivos del cliente con el fin de saber qué espera el cliente del tratamiento y de su
vida. FAP se toma este aspecto de la evaluación muy en serio, ya que el objetivo de FAP

62
no es reducir los síntomas sino ayudar a los clientes a avanzar hacia esos objetivos y
hacer su vida más productiva, significativa y satisfactoria. Todo en la evaluación gira
en torno a la apreciación de esos objetivos vitales.
Cuando se realiza al inicio de una terapia el proceso de identificación y clarificación
de los valores de los que informa el cliente, ayudarán al proceso terapéutico de tres
modos distintos. En primer lugar, el provocar discusiones sobre los deseos y los
sueños del cliente comenzará a construir una relación terapéutica, lo que permitirá al
terapeuta reforzar los intentos del cliente por conseguir un cambio. En segundo lugar,
la clarificación de los valores contribuirá a identificar qué estímulos funcionan como
reforzadores naturales para cada cliente. Esto permitirá al terapeuta responder ante
los cambios de comportamiento del cliente de una forma más significativa (p.ej.,
reforzando funcionalmente las CCR2). Además, las conductas que estén en línea con
los valores del cliente tendrán mayor probabilidad de ser reforzadas
automáticamente, de forma que el cliente se “sentirá bien” cuando muestre conductas
que sostienen lo que valora. Unos valores claros en el cliente actuarán como una
operación de establecimiento o motivación a través del fortalecimiento del repertorio
conductual del cliente. Cualquier contingencia de reforzamiento que se planifique de
forma adicional actuará como “la guinda del pastel” para fortalecer aún más la
conducta futura de esa persona. En tercer lugar, y más importante, determinar los
valores de un cliente proporcionará una dirección general para conducir la terapia.
Las discusiones sobre los valores proporcionan un contexto para los objetivos del
cliente, y proporcionan al terapeuta una información útil sobre qué conductas
objetivo sería mejor centrarse.
Hay varios métodos para aclarar cuáles son los valores del cliente. Una de ellas es
plantear al cliente preguntas sobre su vida, sus objetivos y sus sueños. Estas pueden
incluir:

• ¿Cómo sería tu yo ideal?


• Si el dinero no fuese el problema, ¿qué harías con tu vida?
• Si tuvieses una varita mágica y pudieses cambiar lo que quisieras, ¿cómo te gustaría
que fuese tu vida?
• ¿A quién admiras, y qué es lo que admiras de él/ella?

Otro método es que el cliente se implique en el autorregistro. Puede realizarse


informalmente preguntándole al cliente qué le gusta hacer o, en un enfoque que
supone mayor implicación, pedirle que recopile datos sobre sus actividades diarias.
Un tercer proceso que puede utilizarse para ayudar al cliente a identificar sus valores,
sería guiarlo mediante ejercicios experienciales, como el ejercicio del epitafio usado
en Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT; Hayes et al., 1999). En este ejercicio se
pide a los clientes que imaginen elogios, tanto probables como deseados, que podrían
decirse en el epitafio de su funeral. Este ejercicio podría permitir al cliente darse
cuenta de qué es lo que le importa realmente.
El “Cuestionario de Instantánea Vital” (CIV, Anexo C) es otra forma de evaluar y
explorar los valores de un individuo. En el CIV se les pide a los clientes que, en primer
lugar, consideren hasta qué punto son importantes los distintos valores para ellos y,

63
después, considerar hasta qué punto están satisfechos con sus conductas respecto a
cada uno de esos valores. En esencia, puede interpretarse como una elaboración
(aunque una más flexible, y que integra otros valores adicionales relacionados con
FAP) del Cuestionario de Valores Vitales usado en la Terapia de Aceptación y
Compromiso (VLQ; Wilson y Groom, 2002). Cada uno de estos cuestionarios es una
forma rápida de evaluar los progresos y los valores del cliente en dimensiones
importantes de la vida, tanto al comienzo del tratamiento como durante todo el
proceso terapéutico.
Finalmente, una “declaración de misión” es una herramienta útil que puede servir
para recordar a los clientes sus valores, y guiarlos a la hora de adoptar
comportamientos más adaptativos y orientados a esos valores (ver Capítulo 9). Una
declaración de misión puede adoptar varios formatos, ya sea una descripción de cómo
se ve el cliente en el futuro, una simple lista de sus valores, e incluso poesías
relacionadas con los objetivos que quiere conseguir. La declaración actúa como una
“regla” de los clientes para que guíe su vida, de manera que antes de realizar alguna
conducta concreta han de considerar su declaración de misión, y elegir si esa
conducta está en línea con su “misión”.

Conducta fuera de sesión (CF)


Otra área importante de la evaluación son las conductas del cliente fuera de sesión
(CF), tanto las problemáticas (CF1) como las positivas (CF2). Al comenzar la terapia, la
investigación de tales conductas proporcionará información para la
conceptualización inicial del caso. Conforme progresa la terapia, la evaluación de la
conducta del cliente fuera de sesión puede utilizarse como un indicador de la
generalización de los repertorios conductuales moldeados por el terapeuta en sesión.

Conductas clínicamente relevantes (CCR)


Las CCR a menudo se evalúan directamente durante las sesiones de terapia. Como
dijimos anteriormente, dada la premisa de que la relación terapéutica evocará los
problemas diarios de la vida del cliente, es de suponer que las reacciones del terapeuta
reflejarán las reacciones de los amigos, la familia y otras personas importantes para el
cliente. Si el terapeuta tiene una fuerte reacción ante una conducta, sobre todo si esta
ocurre más de una vez, entonces esa conducta podría ser una CCR. Para probar si es
así, los terapeutas deberían hacer preguntas que ayudasen a confirmar si es conducta
es o no una CCR y, además, evaluar la función que tiene en el momento presente.
Cuando se lleva a cabo ese proceso, es crucial que los terapeutas sean expertos en la
identificación precisa de sus propias respuestas emocionales. Deben ser conscientes
de ello y centrarse en la relación terapéutica durante toda la sesión, de modo que les
sea posible identificar y manejar esas interacciones con la CCR. Además, el terapeuta
necesita tener en cuenta la idiosincrasia de su propia historia que puede llevarle a
reacciones emocionales no generalizadas. En otras palabras, el terapeuta necesita

64
estar seguro de que su propia respuesta hacia el cliente sea funcionalmente similar a
la reacción que tienen otras personas importantes en la vida del cliente.
Un terapeuta no necesita evaluar las CCR encubiertas. A menudo es de gran ayuda
preguntar al cliente directamente sobre las conductas que quiere averiguar, y si son o
no importantes para el cliente. Se pueden hacer preguntas, por ejemplo, como:

• ¿Cómo te sientes ahora mismo?


• ¿Qué acaba de suceder entre nosotros para que te sientas así?
• ¿Qué esperas de tu relación conmigo?
• ¿Qué te frustra de mí?
• Me he dado cuenta de que pareces molesto, ¿qué acaba de suceder entre nosotros?

Paralelismos Dentro-Fuera. Las posibles CCR que se han averiguado mediante


interacciones directas con el cliente, deberían discutirse con él para determinar si las
CF que se dan en su vida diaria son funcionalmente similares, y si la orientación de
estas CF es compatible con los objetivos del cliente para la terapia. Esto debería
entenderse como un proceso de evaluación “dentro-fuera” en el que los terapeutas
consideran sus propias respuestas hacia el cliente “momento-a-momento”, y en cómo
interactúan con el cliente a lo largo de toda sesión, para reflexionar sobre ello e
identificar la CF de la vida diaria que fundamenta la aparición de la CCR in-vivo. Este
proceso demuestra que FAP no intenta engañar al cliente para que se comporte con
mayor eficacia, además las técnicas de FAP deberían describírsele explícitamente, y
los cambios conductuales deberían suponer una colaboración entre el cliente y el
terapeuta, siempre con el propósito de alcanzar los objetivos del cliente. Por ejemplo,
un terapeuta podría decir:
Estoy reaccionando a lo que acabas de hacer. Me pregunto si conoces a otras personas que hayan
reaccionado de una manera similar. Estoy intentado determinar si mis reacciones son solo mías o no, y si nos
sería de ayuda hablar sobre ellas con más detalle.

Paralelismo Fuera-Dentro. La evaluación de las CCR también puede darse en un


proceso “fuera-dentro”, comenzando con una discusión con el cliente sobre la
ocurrencia de la CF. En este método, primero se identifica la CF (basada en los
objetivos del cliente), y después, se puede especular, evaluar y discutir con el cliente
las distintas ocasiones en que han ocurrido esas CF (y las CCR correspondientes). Se
incluyen varios ejemplos:

• ¿Nunca te ha pasado esto aquí?


• ¿Lo que sucede entre tu pareja y tu nunca había ocurrido entre nosotros aquí?
• ¿Es lo mismo que cuando tuvimos aquel desacuerdo y te quedaste tan callado?
• ¿Hago que te sientas igual que allí en tu vida?
• ¿Me encuentras algún parecido con tu marido de alguna forma?

Los paralelismos “dentro-fuera” y “fuera-dentro” relacionan específi-camente la


conducta dentro de la sesión con la conducta fuera de sesión y, dado que sirven a la
función de evaluación, también pueden actuar para ayudar a la generalización (ver la
Regla 5 del Capítulo 4). Efectivamente, el proceso de evaluación de las CF/CCR y las

65
descripciones funcionales de las CF/CCR están inextricablemente unidas, de manera
que el terapeuta de FAP está continuamente refinando su comprensión de la conducta
del cliente mediante intentos por evaluarla y describirla funcionalmente.

Evaluación de antecedentes, repertorios


conductuales y consecuencias
Como se ha subrayado a lo largo de este capítulo, la evaluación de FAP se centra en
la identificación de clases de respuestas funcionalmente definidas, cuyas instancias
individuales serán tanto CF como CCR. La elaboración de una definición funcional
requiere un análisis de los antecedentes y las consecuencias de la conducta, además
del propio repertorio conductual.

Antecedentes. Para cada clase de problema, el terapeuta en primer lugar evalúa si hay
una dificultad en el hecho de que el cliente falle a la hora de identificar cuándo
debería emitir un tipo de conducta en particular. ¿Reconoce o discrimina las
situaciones adecuadas (antecedentes) sobre cuándo un tipo de conducta, si se emite,
debería llevarle a un resultado predecible? Para los clientes con problemas a la hora
de expresar su intimidad, la primera cuestión lógica de una evaluación sería si
reconoce las ocasiones adecuadas para hacerlo. Independientemente de cómo de bien
exprese su intimidad, el momento en la que haga es también fundamental. Por
ejemplo, lo que podría haber sido una relación de pareja prometedora podría
estropearse si dice “Quiero que seas la madre de mis hijos” en la primera cita. Antes de
que la terapia pueda establecer como objetivo el crear un repertorio para expresar la
intimidad, el terapeuta necesita evaluar si el cliente puede reconocer las ocasiones
adecuadas en las que mostrar tal conducta; en caso contrario, habría primero que
enseñarle qué tipo de discriminaciones debería realizar.

Repertorio de respuestas. A continuación, los objetivos de la evaluación se centran en


la adecuación o los problemas propios del repertorio de respuestas. Puede ser algo
difícil, ya que es necesario que el terapeuta comprenda la diferencia entre la función y
la topografía, como se explicó anteriormente. En algunos casos, un terapeuta puede, al
principio, determinar que un cliente no posee un repertorio específico adecuado
simplemente porque el cliente muestra comportamientos distintos de los que el
terapeuta usaría para conseguir los mismos fines. Por ejemplo, a menudo los
terapeutas identifican con rapidez los problemas con expresión emocional. Es un
problema clínico común de hecho, pero podría diagnosticarse de forma inapropiada.
Los terapeutas (y a menudo sus amigos) suelen hablar de sus sentimientos sin
problemas… Si el cliente no lo hace con los mismos términos y señales gestuales con
los que está familiarizado el terapeuta, es fácil deducir que estaríamos ante un
problema clínico. Sin embargo, la verdadera cuestión en la evaluación es si los
comportamientos que el cliente emplea para expresar cariño son efectivos con las
personas en su entorno actual o el deseado. Así, es de vital importancia que el
terapeuta sea consciente de los efectos de las conductas que presenta el cliente para

66
alcanzar un determinado fin, en especial aquellas que pueden ser distintas de las del
terapeuta, pero que son efectivas en un grupo social lo suficientemente amplio.
Aun teniendo en cuenta la precaución anterior, los repertorios de respuesta
implicados en la mayoría de las interacciones sociales muy a menudo suelen ser un
problema clínico. Sin embargo, el último criterio para juzgar la adecuación de un tipo
de conducta como funcional es si los terapeutas consiguen los objetivos deseados por
el cliente, hay muchas ocasiones en que esos repertorios no funcionan
adecuadamente. Un cliente puede manifestar un “déficit” conductual de manera que
no emita ninguna conducta, o la mínima conducta bajo las condiciones adecuadas,
como para conseguir con ello el deseado nivel de reforzamiento. Un cliente puede
fracasar al pedir (o ser demasiado sutil) que los demás cambien. En ese caso
suponemos que el repertorio para pedir que los demás cambien nunca se aprendió en
la forma adecuada, de tal manera que las demás personas en la vida del cliente no
reconocen que les está pidiendo que cambien.
Un cliente también puede tener problemas a la hora de emitir conducta “por
exceso”. Un cliente puede ser demasiado egocéntrico, exigir demasiada atención y
seguridad, reclamar demasiada conformidad, o dominar las conversaciones. Cada uno
de estos u otros excesos inhibe el flujo de interacciones sociales y el desarrollo de
intimidad en las relaciones. En un nivel muy simplista, algunos problemas clínicos
pueden conceptualizarse como excesos o déficits. Cualquiera de estos estados puede
interferir para que el cliente reciba el reforzamiento social deseado.
Otro nivel de complejidad que resulta familiar a la mayoría de los terapeutas es la
conceptualización de algunos problemas conductuales en términos de funciones
interpersonales comunes como la “evitación” de ciertas clases de consecuencias. Al
comienzo de este capítulo se dieron ejemplos de una respuesta de evitación,
incluyendo las sesiones perdidas, la ira, las conversaciones hablando de suicidio y los
elogios excesivos. Todas estas conductas podrían funcionar para evitar que crezca la
intimidad. La emisión de conductas de evitación previene o impide algunas
consecuencias. Un repertorio conductual similar, que es a menudo disfuncional, son
las respuestas de “escape”, que actúan terminando con la situación que está presente.
A veces una respuesta de escape es sutil, como cuando el cliente dice: “Oh, olvidé
mencionarle que hoy tengo que salir de la sesión un poco antes porque tengo que
recoger a mi hijo”. Otras veces la topografía puede ser muy distinta, como cuando un
cliente se niega a hablar o se enfada con el terapeuta, del mismo modo en el que lo
haría con su cónyuge cuando intenta esquivar una situación. Lo que lleva exactamente
al cliente a escapar o evitar situaciones no siempre resulta evidente.

Consecuencias. El último factor por evaluar es si las conductas interpersonales se


encuentran bajo el control de consecuencias apropiadas. La pregunta de evaluación
es: cuando se emite un comportamiento adecuado, ¿ha sido reforzado apropiadamente
por el entorno, de tal manera que podría emitirse de nuevo en las mismas o similares
circunstancias? A veces otras personas significativas de su entorno no refuerzan
apropiadamente la conducta, y puede ocurrir que el cliente decida emitir esta
conducta de todos modos, o bien trate de expandir su círculo social con el fin de
incluir más reforzamiento de los demás.

67
Formulación estructurada del caso utilizando la FIAT
Si el método de evaluación generalmente no estructurado descrito anteriormente
carece de atractivo, también hay disponible para los terapeutas de FAP otra evaluación
semi-estructurada basada en la Plantilla de Evaluación Idiográfica Funcional (Functional
Idiographic Assessment Template; FIAT; Callaghan, 2006). Como hemos señalado
anteriormente, la evaluación siempre es individual para cada cliente. Dicho esto, a
menudo hay déficits comunes que interfieren en la forma como los clientes se
relacionan con los demás. La FIAT es una entrevista estructurada, que se ha derivado a
partir de una forma sugerente de organizar la conceptualización del caso, al basarse
en objetivos recurrentes que ocurren en la terapia. La FIAT nació como un intento
para definir las áreas problemáticas que son más frecuentes, y proporcionar una
estructura que permita interpretar las interacciones sociales complejas que a menudo
constituyen los objetivos de la terapia.
Aunque la FIAT no se ha establecido firmemente como un enfoque definitivo para
identificar las CF/CCR y determinar una conceptualización de caso, sí constituye un
instrumento para hacerlo. La FIAT es un sistema que está en continua evolución 3.
Aquí solo resumimos brevemente la FIAT, y describimos una forma de incorporarla en
FAP.
Para comenzar el proceso de entrevista y evaluación de la FIAT, el terapeuta debería
pedirle al cliente que complete el Cuestionario de la FIAT (FIAT-Q; Callaghan, 2006)
antes de la primera sesión de terapia. El FIAT-Q es un cuestionario de auto-informe
de 117 preguntas que proporciona una evaluación preliminar de las cinco clases de
conductas más habituales (afirmación de necesidades, comunicación bidireccional,
conflictos, revelación y cercanía interpersonal, expresiones y experiencias
emocionales; más abajo se describen cada una en detalle). Realizar el FIAT-Q antes de
comenzar la terapia puede ayudar a guiar la discusión de los objetivos del cliente, y
también las informaciones secundarias que puedan darse en la primera sesión.
Además, como se mostrará en el Capítulo 4, el terapeuta puede hacer uso terapéutico
inmediato del FIAT-Q como una forma de ayuda para la identificar las posibles CCR.
Idealmente, los terapeutas revisan las informaciones del FIAT-Q con el fin de
centrarse en la entrevista de la FIAT, que puede hacerse en la primera o segunda
sesión. No existen directrices específicas, estándares normativos o puntuaciones de
corte establecidos por el FIAT-Q. Como tal, el terapeuta debería usar la información
obtenida por el FIAT-Q con flexibilidad. Por ejemplo, el terapeuta puede determinar
que de acuerdo con el FIAT-Q un cierto tipo de conducta no parece estar causando
dificultades al cliente. Conociendo este hecho, el terapeuta no necesitaría discutir con
el cliente ese tema a fondo, aunque una breve reseña podría ayudarle a determinar la
precisión de las respuestas del FIAT-Q. De este modo, el terapeuta puede elegir
centrarse solo en los tipos de conducta identificados a partir del FIAT-Q, si parece
haber una distinción clara de la gravedad entre los diferentes tipos de problemas.
Como alternativa, en el caso de puntuaciones extremas, el terapeuta puede examinar
las respuestas del FIAT-Q y repasarlas con el cliente.
La FIAT consiste en una entrevista predefinida y con un formato de varios tipos de
conductas interpersonales, que hace uso de preguntas estructuradas similares a las

68
descritas anteriormente. Los cinco grandes clases de conductas definidas por la FIAT
a menudo ofrecen conceptualizaciones de caso que resultan muy útiles. A partir de las
preguntas de evaluación del cliente y del terapeuta, cada tipo requiere un análisis de
antecedentes, repertorio conductual, y consecuencias. En esas preguntas se les pide a
los clientes que recuerden momentos de problemas conductuales en su vida cotidiana,
o bien sirven para las observaciones del terapeuta sobre las conductas que se dan en
sesión. La información recogida mediante estas preguntas de evaluación se destina
directamente en la conceptualización de caso y a informar sobre el trascurso del
tratamiento.
Como se detalla en el manual de la FIAT, se le proporciona al terapeuta una simple
lista de preguntas para usarlas con el cliente durante el período de evaluación inicial,
pero también durante toda la terapia. En un principio estas preguntas se centran en
las conductas fuera de sesión, y las respuestas del cliente a estas preguntas
generalmente informan de la conceptualización de CF1 y CF2, que pueden convertirse
luego en el objeto de la terapia. Las preguntas de evaluación del terapeuta solo se
tienen en cuenta tras haber interactuado con el cliente. Estas preguntas ayudan a
determinar la presencia de los problemas del cliente en sesión, tanto durante el
período de evaluación como durante el trascurso de la terapia. Cuando obtiene las
respuestas, el terapeuta debe identificar el grado en que se dan las conductas dentro
de sesión, y sus propias respuestas provocadas por la conducta del cliente.

La primera clase de problemas establecido por la FIAT (Clase A) se refiere a los


problemas relativos a la afirmación de necesidades. Esto puede implicar bien un fallo
para especificar, para pedir, o bien para reconocer una necesidad interpersonal. Las
preguntas de evaluación del cliente para esta Clase A incluyen:

• ¿Sientes que otras personas son capaces de conocer tus necesidades?


• ¿Das a conocer tus necesidades cuando estás con esas personas, o más tarde
después de conocerlas?
• ¿Eres capaz de pedir a los demás que satisfagan tus necesidades?

Las preguntas de evaluación del terapeuta para esta Clase A incluyen:

• ¿Tiene problemas el cliente para conseguir satisfacer sus necesidades?


• ¿Hay veces en las que el cliente tiene problemas para conseguir satisfacer sus
necesidades dentro de la sesión?
• ¿Es capaz el cliente de hacer peticiones al terapeuta?

La Clase B engloba una amplia gama de problemas sobre la comunicación


bidireccional. Puede incluir fracasos para observar o describir el impacto de alguien
sobre otra persona, mostrarse insensible a las consecuencias interpersonales, no
discriminar las necesidades de los demás, culpabilizar a los demás, incorrecta
interpretación de señales, discusiones interminables, o escapar o evitar algunos tipos
de comunicación importantes. Las preguntas de evaluación del cliente para esta Clase
B incluyen:

69
• ¿Te has dado cuenta del impacto que produces en los demás, es decir, de cómo los
demás te perciben o cómo se sienten cuando interaccionan contigo?
• ¿Cómo describirías ese impacto?
• ¿Eres consciente o te has dado cuenta de cómo otras personas te hablan sobre tu
conducta?

Las preguntas de evaluación del terapeuta para esta Clase B incluyen:

• ¿Puede discriminar el cliente cuándo repercute sobre el terapeuta durante la


sesión?
• ¿Aprecia el cliente la reacción del terapeuta?
• ¿La importancia que el cliente otorga al terapeuta, es coherente con el desarrollo
de la relación terapéutica?

La Clase C incluye problemas sobre conflictos. Una vez más, existen varias formas
en que aparezcan dificultades en el análisis de los componentes de antecedente,
respuesta, o consecuente. El cliente puede discriminar el conflicto cuando no es
intencionado (p.ej., estar demasiado a la defensiva), tener un repertorio pasivo o
agresivo, o encontrar que una solución razonable le resulta aversiva, o indicar
problemas más importantes que el de otra persona en una conversación. Las
preguntas de evaluación del cliente para esta Clase C incluyen:

• ¿Es normal que, cuando tienes una relación con otra persona, ocurran conflictos?
• ¿Eres consciente cuándo tienes conflictos con otra persona?
• ¿Tiendes a ceder ante los demás con facilidad si se produce un conflicto, aceptas su
punto de vista, aun sabiendo que no estás de acuerdo?

Las preguntas de evaluación del terapeuta para esta Clase C incluyen:

• ¿El cliente inicia algún tipo de interacción conflictiva con el terapeuta dentro de la
sesión?
• ¿El cliente es consciente de que los conflictos están ocurriendo dentro de la
sesión?
• ¿El cliente reconoce que pueden suceder conflictos entre él/ella y el terapeuta?

La Clase D incluye problemas con la revelación y cercanía interpersonal. Los


excesos o carencias de esta clase son características y prominentes, además de los
problemas para discriminar las ocasiones apropiadas para hacer revelaciones. Los
clientes pueden ser incapaces o no estar seguros de cómo denominar los sentimientos
que quieren revelar, o pueden malinterpretar el significado de las revelaciones que
hacen los demás. Las preguntas de evaluación del cliente para esta Clase D incluyen:

• ¿Has tenido un mejor amigo/a u otra persona de la que dirías que es muy cercana a
ti?
• ¿Tienes actualmente alguna relación íntima o amigos con lo que puedas hablar de
cómo te encuentras?

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• ¿Valoras o sientes que estas relaciones íntimas son importantes para ti?

Las preguntas de evaluación del terapeuta para esta Clase D incluyen:

¿El cliente muestra un deseo o una necesidad de tener una relación terapéutica
íntima?
¿El cliente hace autorrevelaciones al terapeuta durante la sesión de terapia?
¿El cliente reconoce que el terapeuta es un miembro participante en la
interacción?

La Clase E incorpora problemas sobre experiencias y expresiones emocionales. Los


problemas de este tipo incluyen dificultades para discriminar contextos para poder
nombrar correctamente una emoción, o incluso ser consciente de que tales
expresiones son esperadas o apropiadas en ese contexto. La capacidad de denominar y
expresar emociones de forma apropiada requiere una historia muy complicada de
aprendizaje, que incluye un entorno que apoye y enseñe la discriminación emocional.
Recientes desarrollos de tratamientos como la ACT (Hayes et al., 1999) se concentran
en la evitación emocional como algo que impide de forma significativa iniciar el
cambio conductual. FAP también proporciona un lugar seguro en el que los clientes
puedan experimentar emociones complejas, mientras crean una relación terapéutica
en la que las personas puedan aprender a denominar correctamente estas emociones.
Las preguntas de evaluación del cliente para esta Clase E incluyen:

• ¿Te has dado cuenta de que tienes experiencias emocionales como las que están
ocurriendo ahora?
• ¿Puedes distinguir unas de otras, entre distintas experiencias emocionales?
• ¿Hablas a la gente de lo que sientes cuando experimentas una emoción?

Las preguntas de evaluación del terapeuta para esta Clase E incluyen:

• ¿El cliente tiene problemas al expresar sus emociones?


• ¿Puede identificar el cliente cuándo tiene experiencias emocionales?
• ¿Identifica el cliente al terapeuta como alguien con el que compartir sus
emociones?

La FIAT presenta dificultades específicas. Incluso en la breve explicación anterior,


las clases de conductas de FIAT pueden y, de hecho, se superponen en parte. Estas
clases abarcan una amplia gama de conductas del cliente, pero no son exhaustivas, ni
son el único enfoque para dividir los problemas clínicos. El lector debería reconocer
la importancia de la estrategia utilizada para identificar el problema de conducta,
dentro de la riqueza del contexto en el que aparece. No puede formarse una
conceptualización del caso sin considerar las circunstancias en las que ocurre, o
podría ocurrir, un problema; la calidad de las respuestas dadas según los objetivos del
cliente (y la adecuación de esos objetivos); y los eventos que se producen después la
respuesta que hacen que la conducta sea más o menos probable en unas
circunstancias similares. En este momento no existen ni normativas ni fiabilidad de

71
los datos disponibles para la FIAT. Diversas investigaciones intentan resolver estos
temas. Sin embargo, algunos terapeutas de FAP opinan que la FIAT les resulta de gran
utilidad en su formato actual.

Ejemplo de caso: Identificar las clases de conducta


en la FIAT
Gary 4, con treinta años de edad, buscaba terapia para que le ayudara a entablar
mejores relaciones con los demás y a desarrollar las habilidades que le permitiesen
comenzar y mantener una relación de intimidad. Afirmaba que quería estabilidad en
su vida, pero era incapaz de explicar porqué no podía mantener buenas relaciones. Se
evidenció en Gary algunas de las características de los trastornos de la personalidad
histriónica y narcisista. Por ejemplo, dijo que se sentía incómodo en situaciones en las
que no que recibía una gran atención. Además, el estilo de las interacciones de Gary
era provocativo y sus emociones cambiaban drásticamente, haciendo difícil para los
demás saber qué es lo que sentía. A menudo exageraba o incluso expresaba sus
sentimientos de forma inexacta, de tal manera que era difícil que los demás le
respondiesen. También tenía expectativas poco razonables sobre los demás y parecía
esperar que éstos cumplieran automáticamente con sus exigencias. Gary carecía de
empatía y no reconocía los sentimientos de los demás como razonables, y mostraba
comportamientos arrogantes hacia los demás. Claramente, estos problemas impedían
que Gary alcanzara sus metas interpersonales, puesto que le faltaba comprender la
relación entre su conducta y sus problemas. Cuando Gary entró a la consulta
preguntó: “¿Estoy condenado a estar soltero toda mi vida?”
Haciendo uso de la FIAT, identificamos cuatro tipos de conductas. La Clase E, las
dificultades a la hora de identificar y responder a experiencias emocionales, fue el
primer tipo de problemas conductuales que identificamos en sesión (CCR1) y como
problemas conductuales fuera de sesión (CF1). Específicamente, Gary realizaba una
identificación y etiquetación errónea de sus experiencias emocionales. Por ejemplo,
expresaba o manifestaba ira cuando se sentía triste, o se reía cuando hablaba de temas
dolorosos. También tenía un restringido rango de expresiones emocionales que
tendían a ser reacciones extremas, y exageraba sus sentimientos con el fin de producir
un efecto en los demás. Además, su humor cambiaba drásticamente, haciendo difícil al
terapeuta y a los demás identificar sus emociones. Los objetivos de mejorar las
conductas de esta clase (CCR2) eran desarrollar las habilidades del cliente para
identificar y etiquetar con exactitud sus experiencias emocionales, expresar estos
sentimientos claramente al terapeuta (y después a los demás fuera de sesión), y
mostrar un repertorio más amplio de expresiones emocionales con el terapeuta y con
los demás.
El segundo grupo de problemas identificados en el cliente era la Clase A (problemas
al identificar y afirmar necesidades o valores). Gary tenía claras dificultades para
identificar y pedir lo que necesitaba de los demás. En lugar de ello, a menudo decía
que las decisiones de los demás estaban bien, pero después intentaba cambiar esas
decisiones y que se acercasen más claramente a lo que le hubiese gustado que

72
ocurriera, pero sin pedirlo de forma clara. Estas expresiones de insatisfacción a
menudo eran sarcásticas, pero negaba que quisiera que las cosas se hiciesen de otra
manera. Confesó que a menudo esperaba que los demás conociesen sus deseos, sin
haberlos compartido anteriormente. Para Gary, las mejorías referidas a la Clase A de la
FIAT sucederían cuando identificase sin duda alguna lo que quería de los demás, y
después cuando lo pedía directamente. Si se hubiese preguntado si quería algo
diferente del terapeuta o de los demás, una mejora de Gary habría consistido en el
reconocimiento de eso que quería, aun cuando fuese poco claro sobre sus deseos.
La Clase B, problemas con la identificación y respuesta a las reacciones e impactos
producidos en otros, fue otra importante clase de respuesta que identificamos. Gary
era muy insensible a los efectos que él tenía en los demás, participaba en demasiadas
conversaciones en las que él mismo era el tema de debate, y a menudo dejaba a los
oyentes como si estuvieran fuera de sus interacciones sociales. Confesó que, por lo
general, ya sabía lo que los demás dirían y no tenía mucho interés en lo que en
realidad decía la otra persona. Gary era consciente de su impacto aversivo en los
demás, y era poco claro sobre cómo implicarse en otras formas más efectivas de
responder. Las mejorías de Gary consistirían en demostrar su conciencia y
apreciación por el impacto que tenía en los demás. El objetivo no era crear una
hipersensibilidad a ese impacto, sino reconocer cuándo este impacto podía hacer que
lo distanciase de los demás, y comprometerse a tener otra respuesta distinta si así lo
prefería.
La clase final de los problemas era la Clase D que comprendía las dificultades que
Gary tenía para mostrarse abierto o espontáneo, y mantener un repertorio pro-social.
Este conjunto de problemas incluía una gama limitada de respuestas sobre-estudiadas
que tenía con el terapeuta y los demás. Este proceso hacía que el cliente pareciera
superficial y menos interesado en las interacciones sociales, incluso cuando no era el
caso. Gary también suponía que sabía lo que los demás estaban pensando sobre él, en
lugar de preguntarles. Los avances en esta área incluían realizar interacciones más
espontáneas, preguntar a los demás qué pensaban, e interesarse en lo que los demás
tenían que decir.
Una explicación más detallada del tratamiento de FAP de Gary y sus resultados
pueden encontrarse en Callaghan et al. (2003).

Autorregistro durante el tratamiento del cliente


El principal objetivo de la evaluación es determinar qué conductas resultan
problemáticas para el cliente, y cómo deberían afrontarse durante el tratamiento.
Dependiendo del cliente, la conducta o el contexto, no siempre es algo factible. Sin
embargo, es muy recomendable que se le pida al cliente que observe sus propios
comportamientos fuera de sesión a diario para controlar el progreso. El seguimiento
de las conductas fuera de sesión permite al terapeuta observar cómo funciona el
cliente en su vida cotidiana y determinar si el tratamiento se está generalizando. Las
conductas pueden observarse y registrarse mediante un simple diario de bolsillo.

73
Antes de terminar la evaluación inicial, el terapeuta debería pasar tiempo con el
cliente ayudándole a determinar cuáles serán las clases de respuesta que auto-observe
y registre. A las clases de respuesta se les debe dar un nombre sencillo usando el
vocabulario que prefieran los clientes para el problema, y en el diario se deberían
listar dos o tres ejemplos representativos de cada clase de respuesta. Los ejemplares
no deberían ser topográficamente similares, por supuesto, pero deberían desempeñar
la misma función en la vida cotidiana del cliente. Esto puede facilitar al cliente
recordar las clases de respuesta funcionalmente, en lugar de captar un solo ejemplo
topográfico específico de esa clase, y así proporcionar una visión sesgada de su
progreso conductual.
La definición y el seguimiento de las clases de respuesta debe determinarse
idiográficamente basándose siempre en función de la percepción, la motivación y el
nivel de funcionamiento de cada cliente. El objetivo es conseguir un registro de la
frecuencia de recuento de los objetivos o problemas de conducta tan exacto como sea
posible. Algunas clases de respuesta pueden observarse mejor en términos de la
conducta deseada que debería darse más frecuentemente (p.ej., compartir emociones,
expresar necesidades personales), mientras otros pueden registrarse en términos del
problema de conducta que debería disminuir en frecuencia (p.ej., coqueteo excesivo,
discutir).
También puede ser necesario observar no solo las ocurrencias de la conducta
objetivo o el problema conductual, sino las oportunidades de que esa conducta tenga
lugar. Por ejemplo, para un cliente una conducta objetivo a registrar podría ser el
repertorio de respuestas de “discutir fríamente con mi ex-mujer”. Sin embargo, si el
cliente ha dejado de hablar con su ex-mujer, la disminución de este hecho confundirá
los datos obtenidos (p.ej., aparecerá como una disminución de las discusiones). De
forma similar, un cliente puede centrarse en ser más asertivo con los demás, pero
carece de las oportunidades para hacerlo. Hacer un registro del número de
oportunidades puede ayudar a registrar la evitación de una determinada clase de
conducta. También puede ser útil anotar los “impulsos” para llevar a cabo conductas
problemáticas, además de las conductas problemáticas en sí mismas. De hecho, los
“impulsos” y las oportunidades podrían ser similares. Estas cuestiones idiosincráticas
deben resolverse clase-por-clase y cliente-por-cliente. Si es posible, la supervisión de
casos en grupo es esencial durante las primeras semanas de terapia, para ayudar al
terapeuta a determinar la forma más efectiva de observar las clases de respuestas
particulares para cada cliente específico.
Para algunos clientes, en especial aquellos que tienen trastornos de personalidad o
con dificultades interpersonales dominantes, las CF1 y las CCR1 serán muy frecuentes
en su repertorio interpersonal. Por ejemplo, un cliente llamado Tom, tenía un estilo
interpersonal que era sutil y aversivo para su terapeuta. Era difícil identificar las
distintas conductas que componían las CCR1. Con la ayuda de consultas en grupo con
otros profesionales sobre la conceptualización del caso, la CCR1 fue identificada como
un “estilo suave” al interaccionar con los demás. Para clientes con frecuentes o sutiles
CCR1 como esta, es mejor anotar las ocurrencias de las CCR2, en vez de las CCR1 del
cliente.

74
Evaluación del terapeuta
Gran parte de este capítulo se ha centrado en el cliente. Sin embargo, el terapeuta
tiene un papel fundamental en FAP. Los terapeutas llevan su propia historia y su
experiencia a cualquier situación de evaluación o sesión de terapia, así que en cierta
forma interpretan la conducta de un cliente. Estas experiencias de vida pueden influir
en lo que los terapeutas advierten, cómo interactúan con un nuevo cliente, y
generalmente cómo responden a las variadas conductas clínicas que emiten los
clientes. Los observadores, incluyendo terapeutas, nunca pueden ser imparciales al
interpretar una conducta. Existe una lucha constante entre separar la propia historia
de cada uno cuando reacciona a determinadas características y conductas de los
clientes, con el fin de juzgar cómo los demás reaccionarían en circunstancias
similares 5. Para ayudar en esta tarea, en FAP se recomienda que se evalúen dos áreas
principales relacionadas directamente con el terapeuta.

Funciones del terapeuta como estímulo


Los terapeutas de FAP deberían tomar conciencia de las propiedades que tienen
ellos mismos como estímulos y que pueden afectar a la forma clínica en que se
presenta un cliente, particularmente en términos de su habilidad para evocar las CCR
del cliente. Un terapeuta sumamente atractivo o atractiva puede producir un
repertorio conductual muy diferente en un cliente, en comparación con los de un
terapeuta con características físicas diferentes. A veces, las características como tales
estímulos pueden resultar útiles, pero en otras ocasiones pueden interferir en la
consulta clínica. La clave es conseguir que todas las conductas puedan ser
comprendidas solo en el contexto en el que ocurren. En ciertas circunstancias una
conducta puede indicar ansiedad, mientras en otras puede indicar atracción. El
proceso de evaluación requiere sinceridad, en términos de comprender las conductas
con sus diferentes funciones en circunstancias muy distintas.
Los terapeutas de FAP también refuerzan las CCR. La discusión anterior se centraba
en la evaluación de CF/CCR, pero en FAP es igual de importante la evaluación sobre
cómo los clientes responden a las interacciones con el terapeuta. Técnicamente, el
terapeuta debe ser consciente de las funciones que evoca, elicita y refuerza/castiga al
cliente, y debe evaluar las reacciones del cliente en cada sesión. Por ejemplo, un
terapeuta que hace afirmaciones tales como: “Me alegro de que me lo hayas contado”,
o “me siento más cercano a ti ahora que lo has compartido conmigo”, podría suponer
que está reforzando al cliente. Sin embargo, la naturaleza del reforzamiento indica
que la única forma de saber si una consecuencia es un reforzador efectivo es si esa
conducta aumenta o mantiene estable su frecuencia a lo largo del tiempo. En ese
preciso momento se desconoce ese efecto, pero puede evaluarse preguntando a los
clientes específicamente cómo se sienten tras esa interacción, o incluso
preguntándoles si emitirían de nuevo esta respuesta en el futuro. El terapeuta debe
recoger la frecuencia de la conducta a lo largo del tiempo, pero las respuestas del
cliente pueden servirle de guía en el momento presente.

75
Combinando ambas informaciones, tanto las respuestas del cliente a esas preguntas,
como los cambios en la frecuencia de las conductas a lo largo del tiempo, el terapeuta
puede plantear una hipótesis sobre qué tipos de interacciones refuerzan en mayor o
menor grado a un cliente.
También pueden juzgar sobre cuál sería la forma de respuesta más efectiva que
debería tener ante las conductas del cliente (otro aspecto de FAP es que es idiográfico
para cada cliente y que la diferencia de otras terapias manualizadas). Este proceso se
emplea en lugar de la evaluación formal de reforzadores en un análisis funcional
tradicional, ya que una evaluación formal sería demasiado artificial dentro de una
psicoterapia en pacientes externos.

CT1 (conductas problema del terapeuta) y CT2


(conductas objetivo del terapeuta)
La evaluación del terapeuta también incluye una valoración de la conducta del
terapeuta (como describiremos más adelante en el Capítulo 8) que también podría ser
relevante, e interactuar con las CCR del cliente. Una lista resumida de CT1 (p.ej., evitar
enfadar al cliente, bromear cuando está ansioso) y de CT2 (p.ej., mantenerse firme
cuando el cliente expresa ira, estar atento cuando siente ansiedad) tanto generales
como específicas para un cliente, pueden también incluirse en la conceptualización
del caso del cliente. Muchos terapeutas de FAP piensan que resulta de utilidad tener
disponible una lista de sus propias CT1 y CT2 personales, para ayudarles a ser
conscientes de sus propios objetivos conductuales mientras interactúan con sus
clientes. Otra forma de obtener información para evaluar las CT1 y CT2 es el proceso
de supervisión. Ayudar a un colega a identificar sus puntos fuertes y débiles, aumenta
la probabilidad de que un terapeuta construya y utilice su propio repertorio para
responder de la forma más efectiva posible a sus clientes. Hablaremos más
detalladamente de este tema en el Capítulo 8 sobre la supervisión y el autodesarrollo
del terapeuta.

Posibles obstáculos a la evaluación


A modo de conclusión de este capítulo es importante destacar varios factores que
pueden impedir el empleo efectivo de las estrategias y las técnicas de las que hemos
hablado anteriormente. Un obstáculo común es que a lo largo de la evaluación (y
durante la terapia) los clientes pueden no reconocer una interacción terapéutica
como algo similar a cómo ellos se relacionan con los demás en su vida cotidiana. En
esos casos, cuando un terapeuta investiga esa posibilidad, puede que ellos nieguen que
tales similitudes existan o simplemente que no sean capaces de reconocerlas. Puede
ser una función de falta de comprensión por parte del cliente de su propia conducta.
La respuesta del terapeuta debería ser analizar la respuesta, buscar interacciones
similares que el cliente pueda haber tenido con los demás, y hacerle varias de las
preguntas que se describen más adelante. Haciendo uso de este proceso, a menudo el

76
terapeuta descubrirá que las interacciones dentro de sesión son similares de las
interacciones fuera de sesión, además de que se convertirán en una potente
interacción terapéutica en ese momento.
Otra dificultad surge cuando trabajamos con un cliente que afirma que no tiene
objetivos interpersonales y, sin embargo, es incapaz de mantener relaciones
interpersonales según vemos en la propia evaluación del cliente (p.ej., al describir
situaciones o al contar historias), o bien lo observamos directamente en sesión. El
mecanismo de cambio que se asume en FAP es la respuesta contingente del terapeuta
sobre la conducta del cliente en sesión, lo que supone que la conducta que surge en la
sesión es una conducta interpersonal. Por lo tanto, el terapeuta y el cliente necesitan
trabajar juntos para establecer los objetivos que aseguren que FAP sea el tratamiento
correcto. Una forma de abordar esta cuestión es volver a revisar las bases explicativas
de FAP (ver Capítulo 4), discutiendo con el cliente la premisa clave de que la conducta
problemática del cliente en su vida cotidiana es probable que se produzca también
dentro de la sesión de terapia con el terapeuta. Este proceso puede permitir al cliente
y al terapeuta trabajar precisamente ese tema en sesión. El terapeuta puede recalcar
que “así es como se hace FAP” y “así es como funciona la terapia”. Una segunda forma
de abordar la cuestión es observar la indecisión del cliente (p.ej., si el cliente está
poco convencido) como una CCR1 y abordarla como tal en la terapia. Un tercer modo
de tratar esta cuestión es llegar a un acuerdo con el cliente para hacer una FAP
“exploratoria”, con el fin de establecer nuevos objetivos haciendo uso de algunas de
las técnicas “dentro-fuera” que se describen más adelante. Podría funcionar bien si el
terapeuta vuelve a plantear simultá-neamente las razones de FAP con el cliente, tema
que se verá en el siguiente capítulo. Cuando los obstáculos potenciales para la
evaluación se abordan con sensibilidad, se abre el camino hacia un tratamiento de
FAP efectivo.

Referencias
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Therapy, 35(2), 205–230. https://doi.org/10.1016/j.beth.2016.11.005
Callaghan, G. M. (2006). The Functional Idiographic Assessment Template (FIAT) system. The Behavior Analyst
Today, 7(3), 357–398. https://dx.doi.org/10.1037/h0100160
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2
Desde una perspectiva técnica de la conducta, los valores no son más que simples afirmaciones sobre los objetivos
de los clientes. Una discusión completa sobre los valores debería centrarse en la conducta pública y verbal,
además de las variables que controlan esa conducta (Leigland, 2005).
3
Los terapeutas que buscan una formación adicional sobre la FIAT, pueden contactar con Dr. Glenn Callaghan. Se
puede visitar la web de FAP:
https://functionalanalyticpsychotherapy.com
o su página https://www.researchgate.net/profile/Glenn-Callaghan.
4
Toda la información que pueda ser identificativa ha sido alterada para proteger la confidencialidad de los casos
clínicos.
5
Como afirmaron Turk y Salovey (1988), existe una creciente conciencia de que, en sus juicios, los clínicos son
propensos a cometer una variedad de errores heurísticos o utilizar reglas personales para hacer afirmaciones en
circunstancias que no son demasiado claras.

78
Capítulo 4
Técnica terapéutica: Las cinco reglas

Mavis Tsai, Robert J. Kohlenberg, Jonathan W.


Kanter, y Jennifer Waltz
La psicoterapia es eficaz y tiene éxito cuando… supone la implicación y la lucha humana. La voluntad del terapeuta
trata de extenderse a sí mismo con el fin de alimentar el crecimiento del paciente . La voluntad de arriesgarse , de
implicarse realmente a nivel emocional en la relación, de luchar realmente con el paciente y consigo mismo. En resumen,
el ingrediente esencial de una psicoterapia profunda y significativa es el amor.
(Peck, 1978, pág. 173)

Las cinco reglas que se describen en este capítulo están destinadas a proporcionar una
motivación a los lectores para que comiencen a utilizar FAP. Haciendo un uso correcto es
posible alcanzar lo que Peck considera los ingredientes esenciales de una terapia de éxito
: implicación , esfuerzo , voluntad para arriesgarse y amor . En lugar de las cualidades ,
generalmente inflexibles y severas, asociadas con el término “regla” que todo el mundo
entiende , la propuesta que presentamos aquí se basa en la concepción de la conducta
verbal de Skinner (1957, pág. 339), y utilizando el trabajo de Zettle y Hayes (1982). En este
contexto , las reglas FAP son sugerencias sobre el comportamiento del terapeuta que
tienen como efecto su propio reforzamiento (sería una especie de “inténtalo, te gustará”,
más que de “sería bueno que lo hicieras”). Por tanto, se presta a la integración con otros
enfoques terapéuticos y se acomoda a las diferencias individuales a través de los
terapeutas . Aunque las reglas están claramente diferenciadas con un objetivo
instruccional, en la práctica van unidas y, normalmente, las intervenciones del terapeuta
abarcan varias reglas de forma simultánea . Para aquellos que prefieren un lenguaje no
técnico, cada regla lleva entre paréntesis un equivalente no conductual. Estas reglas y las
conductas clínicamente relevantes (CCR), descritas en capítulos anteriores , serán algo
que recordaremos frecuentemente a lo largo del libro.
La psicoterapia es una interacción compleja que implica una conducta determinada
por múltiples variables, por lo que estas sugerencias de técnicas terapéuticas no tienen la
intención de completar o excluir el uso de otros procedimientos que no describimos aquí
. De hecho , utilizando estas reglas de FAP se pueden complementar y mejorar otros
métodos terapéuticos . La aplicación de las reglas de FAP puede llevar a que el
tratamiento se enfoque sobre las CCR . Tanto si este cambio en el enfoque resulta
momentáneo o bien domina toda la terapia, las reglas de FAP pueden ayudar a cualquier
terapeuta a aprovechar las oportunidades terapéuticas que, de lo contrario , le podrían
pasar desapercibidas.

Regla 1: Detectar CCR (prestar atención)

79
Regla 1: Detectar CCR (prestar atención)
Esta regla constituye el núcleo de FAP y su adopción puede llevar a una forma de
tratamiento con una orientación más interpersonal e intensa . Los terapeutas más
expertos son capaces de detectar y responder terapéuticamente a las CCR, con lo que
será más probable que la terapia sea fascinante y profunda . Como conductistas , no
pensamos que “detectar ” (un acontecimiento privado ) directamente intensi fique y
mejore un tratamiento. Sin embargo, “detectar” o “prestar atención” inicia ese proceso y,
finalmente, puede producir un efecto importante sobre cómo los terapeutas “ven” a sus
clientes , cómo realizan la conceptualización del caso , y el enfoque y naturaleza de la
intervención que lleven a cabo.
Para ilustrar el punto anterior, consideremos una pregunta formulada por una cliente
de RJK: “¿Podría llamar a mi médico y pedirle que me vuelva a prescribir el Xanax ?” En
numerosos talleres hemos presentado esta petición y hemos preguntado a terapeutas
con experiencia qué responderían ellos. Con mayor frecuencia, dijeron que “La cliente es
demasiado dependiente y debería hablar directamente con su médico”, o bien que ellos
tenían “una política de no llamar a los médicos de sus clientes para tratar esos temas ”.
Por el contrario , si los terapeutas estaban familiarizados y atentos a las CCR, puede que
se hubiesen preguntado si esa conducta era una CCR 1 o una CCR 2. Es decir , para esta
cliente en particular , ¿se ha producido el mismo tipo de problema en su vida cotidiana (
CCR1), o supone una mejora respecto a lo que normalmente hace en el mundo exterior (
CCR2)?. Por supuesto, la respuesta es que dependería de la naturaleza de los problemas
en la vida cotidiana de esa cliente. Si la cliente no pide con frecuencia lo que quiere y tiene
miedo a hacerlo, nos encontramos ante una CCR2 importante que debería ser reforzada.
Por el contrario , si la cliente es demasiado dependiente y tiene dificultades en su vida
cotidiana , debido a que pregunta constantemente a los demás que hagan por ella lo que
podría hacer por sí misma , estamos ante una CCR 1 y el terapeuta debería ayudar a la
cliente para que llamase al médico por sí misma. En un nivel más profundo (es decir, que
implique una clase de respuesta más amplia ), los problemas cotidianos de la cliente
pueden suponer una falta de con fianza en los demás en el momento de tomar sus
necesidades en serio y, por lo tanto , una reticencia a arriesgarse a sufrir un posible
rechazo interpersonal por pedir favores . En este caso, pues, la petición sería una CCR2
importante, relacionada con la formación y mantenimiento de relaciones de intimidad (
consultar el Capítulo 6).
Los terapeutas pueden agudizar su capacidad para detectar CCR en formas muy
diversas, incluyendo el prestar atención a las situaciones terapéuticas que normalmente
provocan CCR , utilizando sus propias reacciones como barómetro , centrándose en
posibles CCR basadas en las respuestas del FIAT-Q (Functional Idiographic Assessment
Template Questionaire ) (Ver el Capítulo 3), y detectando el signi ficado oculto en la
conducta verbal.

80
Prestar atención a las situaciones terapéuticas que
normalmente provocan CCR
Las situaciones que a menudo provocan CCR comprenden la estructura temporal de
la terapia (p.ej., 45-50 minutos-hora), los honorarios, algunas características del
terapeuta (p.ej., edad, género, raza y atractivo físico), silencios o lapsus en la
conversación, expresiones de afecto del cliente, su sensación de bienestar, las
reacciones positivas y las muestras de aprecio y comprensión del terapeuta, sentirse
cercano al terapeuta, las vacaciones del terapeuta, los “errores” o comportamientos
involuntarios del terapeuta, los eventos inusuales (p.ej., que el cliente vea al terapeuta
con su pareja fuera de las sesiones de terapia, que la terapeuta se quede embarazada,
o tenga que abandonar la ciudad por una emergencia), y el hecho de finalizar la
terapia. Cuando se dan estas circunstancias, es importante que los terapeutas sean
aún más observadores de las posibles CCR de los clientes y que, por consiguiente,
profundicen con detalle en las reacciones con el cliente (véase Kohlenberg y Tsai, 1991,
págs. 63-68, donde se muestran más detalles sobre las situaciones que pueden
provocar CCR).

Utilizar las propias reacciones como un barómetro


Las reacciones personales de un terapeuta hacia un cliente pueden ser un sensor
valioso para detectar las CCR. Las preguntas que uno debería formularse son: “¿Cuáles
son las formas en que tu cliente te afecta negativamente ? ¿Se desvía tu atención porque
habla de una forma monótona ? ¿Te frustra porque deje sin hacer las tareas que le has
asignado? ¿Te dice una cosa y después hace otra? ¿Es mezquino o poco razonable contigo
? ¿Se retrasa en sus pagos? ¿Critica cada una de tus intervenciones ? ¿Te ignora cuando
eres cariñoso con él? ¿Se aleja cuando comenzáis a establecer una interacción más
estrecha? ¿No parece tener interés o curiosidad en ti como persona?”.
Un tema clave es saber cuándo las respuestas propias hacia un cliente son
representativas sobre cómo otros podrían responder en la vida diaria de ese cliente. En
otras palabras, nuestras propias reacciones proporcionan una guía precisa de cuáles son
las CCR del cliente. Por lo tanto, también es importante tener en cuenta cuando hacemos
uso de nuestras propias reacciones como una guía , tener informaciones sobre otras
personas importantes en la vida del cliente y cómo suelen responder . Claramente , esto
podría implicar el hacernos esta pregunta : “Estoy reaccionando de modo [x] contigo en
este momento (¿cómo reaccionaría tu [pareja , familiar ]?”. Sin embargo , con el tiempo ,
este enfoque también requiere un esfuerzo continuo para conocer, de forma verdadera y
profunda, las consecuencias que han moldeado y mantenido la conducta del cliente en el
mundo exterior.
También es imprescindible que los terapeutas se comprometan continuamente en un
trabajo personal para solventar sus propios déficits (CT 1), promover sus conductas
objetivo (CT2), y asegurarse que cualquier reacción negativa hacia sus clientes no se base
en temas personales . Estar en contacto con uno mismo ayuda a identificar cuándo uno
está siendo evasivo o receptivo con sus clientes . Como mínimo , las consultas con otros
compañeros garantizan que cualquier reacción negativa hacia el cliente es
representativa de cómo otras personas importantes en la vida del cliente le podrían
responder. Como los terapeutas aprovechan las oportunidades terapéuticas

81
para provocar y reforzar CCR, por definición, sus reacciones positivas son una especie
de barómetro sobre la mejora del cliente.

Identificar las posibles CCR basándose en las


respuestas del FIAT-Q
La Tabla 4.1 ha sido elaborada adaptando el FIAT-Q (Callaghan, 2006), que aparece
en el Capítulo 3 como una herramienta de evaluación de la FAP, en un formato de una
tabla de CCR. Estas CCR se basan en las cinco clases de respuestas: afirmación de
necesidades, comunicación bidireccional, conflictos, revelaciones y cercanía
interpersonal, expresiones y experiencias emocionales. Los ítems que se recogen en
esta tabla alertan a los terapeutas de las conductas específicas que pueden indicar
posibles CCR1. Puede ser útil mostrar la tabla siguiente a los clientes y, en
colaboración con el terapeuta, marcar los puntos que pueden ser para ellos un tema a
abordar en las sesiones de terapia y analizar periódicamente cómo están progresando.
Tabla 4.1. Posibles CCR1 basadas en las respuestas del FIAT-Q

Clase A: Afirmación de necesidades (identificación y expresión)


El término “necesidad” se usa para simbolizar algo que uno quiere o valora, incluida la necesidad de declarar
quién es uno, opiniones, ideas, creencias, pasiones, reflexiones, deseos, sueños, peticiones de apoyo moral, u
otras necesidades más prácticas.
• Dificultad para identificar necesidades o el tipo de ayuda o apoyo que se pide al terapeuta
• Dificultad para expresar necesidades
• Dificultad para conseguir que el terapeuta conozca sus necesidades
• Expresar necesidades de forma demasiado sutil o indirecta
• Empuja al terapeuta para que se de cuenta de sus necesidades
• Ser demasiado exigente cuando se le pide que reconozca sus necesidades
• Ofrecer algo al terapeuta para que, a cambio, sepa lo que necesita
• Ser extremadamente independiente, sentirse demasiado vulnerable cuando recibe ayuda
• Incapacidad para tolerar que el terapeuta se niegue a sus peticiones
• Otro:
Clase B: Comunicación bidireccional (impacto y reacción)
Esta clase de conductas implica cómo los clientes impactan o afectan a otras personas, y cómo estas reaccionan al
feedback. Cuando hablamos de feedback, nos referimos a las respuestas y actuaciones ante su conducta o la
conducta de los demás. Es la información proveniente de los demás la que permite saber a los individuos cómo lo
están haciendo. Puede ser verbal (expresada mediante palabras) o no verbal (p.ej., expresiones faciales).
• Dificultad para recibir feedback positivos (alabanzas, cumplidos)
• Dificultad para recibir feedback negativos (críticas)
• Dificultad para proporcionar feedback positivos (alabanzas, cumplidos)
• Dificultad para proporcionar feedback negativos (críticas constructivas)
• Expectativas poco razonables de sí mismo (perfeccionismo, sensación de fracaso)
• Expectativas poco razonables del terapeuta
• Demasiada atención o hipersensibilidad al impacto en el terapeuta
• Poca atención al impacto en el terapeuta
• Valoración incorrecta del impacto en el terapeuta
• Dificultad para seguir lo que el cliente está diciendo
• Mostrarse demasiado tangencial cuando habla
• Hablar demasiado o durante mucho tiempo sin atender a su repercusión sobre el terapeuta
• Demasiado callado
• Demasiado contacto visual
• Escaso contacto visual

82
• El lenguaje corporal no se corresponde con el contenido verbal
• Otro:
Clase C: Conflictos
La capacidad de identificar y, más tarde, hacer frente a los conflictos personales que determinarán el éxito a largo
plazo de las relaciones. En este contexto, “conflicto” se refiere al hecho de haber desacuerdos o interacciones
incómodas.
• Dificultad para tolerar los conflictos o desacuerdos
• Evitar conflictos
• Involucrarse en el conflicto con el fin de evitar la cercanía
• Expresar demasiada ira
• Negarse a comprometerse
• Dificultad para expresar sentimientos negativos
• Incapacidad para resolver conflictos
• Disculparse con demasiada frecuencia
• Asumir que todo es culpa suya
• Culpar al terapeuta de sus problemas
• Crear conflictos innecesarios
• Expresar su ira de forma indirecta (p.ej., mostrarse pasivo-agresivo)
• Negarse a perdonar al terapeuta
• Otro:
Clase D: revelación y cercanía interpersonal
Los sentimientos de una persona hacia la cercanía interpersonal, y cómo se auto-describe o habla de sus
experiencias con otros, son clases de respuestas que implican intimidad. La cercanía interpersonal se refiere
simplemente a “conectar” o “acercarse” a otra persona. Las relaciones de cercanía interpersonal son las que
comprenden el contarle a alguien cómo uno se siente, ser comprensivo con otra persona, y apreciar a los demás y
sus necesidades.
• Miedo a la cercanía o al apego
• Dificultad para expresar cercanía y afecto
• Dificultad para recibir cercanía y afecto
• Negarse a asumir riesgos emocionales (listarlos)
• Negarse a hacer autorrevelaciones
• Negarse a que vean u oigan su verdadero yo
• Dificultad para conversar
• Quitar importancia a lo que comparte
• Hablar demasiado sobre sí mismo
• No escuchar bien
• Exigir demasiado apoyo
• Necesidad de mostrarse reservado
• Formular demasiadas preguntas molestas al terapeuta sobre sus experiencias personales
• No ser consciente de las necesidades del terapeuta (p.ej., tiempo extra en sesión, no darle al terapeuta la
oportunidad de hablar)
• Hablar demasiado y de forma tangencial
• Dificultad para confiar en los demás
• Confiar en los demás con demasiada facilidad, o demasiado pronto
• Otros:
Clase E: Expresiones y experiencias emocionales
El término de “experiencia emocional” hace referencia a todos los tipos de emociones o sentimientos, no solo los
“negativos” como la tristeza, ansiedad, soledad, sino también el amor, orgullo, alegría, humor, etc. Los
sentimientos pueden experimentarse en el momento que suceda un evento o interacción, o bien después cuando
se recuerda esa experiencia.
• Dificultad para identificar sentimientos
• No prestar atención a los sentimientos cuando ocurren
• Ocultar de manera intencionada sus sentimientos
• Expresiones emocionales distantes o planas
• Mostrarse sombrío o temeroso
• Dificultad para llorar
• Dificultad para sentir y/o expresar dolor, tristeza, pena

83
• Dificultad para sentir y/o expresar ansiedad, miedo
• Dificultad para sentir y/o expresar alegría, orgullo, humor (señalar lo que corresponda)
• Involucrarse en conversaciones negativas sobre uno mismo cuando experimenta emociones
• Expresar sentimientos de una manera demasiado intensa
• Centrarse excesivamente en los sentimientos, abrumarse y ser incapaz de controlarlos
• Hablar demasiado sobre sus sentimientos
• Los sentimientos son demasiado lábiles e intensos
• Incapacidad para tomar perspectiva de los sentimientos, sentirse abrumado por ellos y no poder separarse de
ellos
• Molestar o causar rechazo hacia el terapeuta debido a los sentimientos expresados
• Evitar o suprimir determinados sentimientos. Describir los sentimientos que evita y los métodos para evitarlos
(listarlos)
• Otros:

Detectar significados ocultos en la conducta verbal


Un sistema de clasificación de la conducta verbal de FAP basado en el enfoque de
Skinner (1957) puede resultar útil para detectar las CCR. Esta sección tan solo ofrece
un breve resumen (para obtener una descripción más detallada, consulte a Kohlenberg
y Tsai, 1991). Este sistema se centra sobre todo en dos tipos de conducta verbal que
difieren entre sí por sus causas, “tactos” y “mandos”. Es importante señalar que Hayes
et al., (2001) han elaborado y refinado la teoría de la conducta verbal y el significado de
esos términos. Para que las nociones de conducta verbal puedan contribuir a la
detección de CCR, en esta sección utilizamos la terminología de Skinner de una forma
coherente también con Barnes-Holmes et al. (2000).

Tactos. El tacto se define como una respuesta verbal que está bajo el control preciso
de los estímulos discriminativos, y es reforzada por reforzadores secundarios
generalizados. Por ejemplo, si un perro negro corre frente a tu hija de dos años en el
parque y ella responde a ese estímulo diciendo “perro negro”, podría estar diciendo
un “tacto” ya que la forma de su respuesta (“perro negro”) estaría controlada por
estímulos antecedentes, y reforzada por un refuerzo generalizado condicionado (“sí,
es un perro negro”). La contingencia o el reforzador pueden ser amplios o generales
(p.ej., “ahá”, “así es”) para indicar que se le ha comprendido, pero el estímulo
discriminativo antecedente (Ed) debe ser específico.
El concepto de tacto es parecido al nombrar o etiquetar. Sin embargo, no supone
una representación simbólica de un estímulo en concreto. Desde una perspectiva
conductual, las palabras “perro negro” no representan simbólicamente un animal, del
mismo modo que tampoco podríamos decir que la palanca que presiona una rata
representa una luz amarilla en la caja de Skinner. El problema del término
“simbolizar” o “representar” un objeto es que después tenemos que explicar qué es
“simbolizar” o “representar” lo que significa comprender la respuesta verbal. En
cambio, al decir que un tacto está “controlado” por un estímulo discriminativo previo,
la conducta puede explicarse refiriéndonos al proceso ya conocido de la
discriminación.
Desde un punto de vista terapéutico, el mundo podría dividirse en estímulos
discriminativos (Ed) identificados en las sesiones de terapia, en la vida diaria del
cliente, o bien en ambos. El interés principal de FAP son las respuestas que están

84
controladas por estímulos que ocurren durante las sesiones de terapia. En el siguiente
ejemplo sobre un cliente que presenta problemas de depresión y ansiedad, este
enfoque se centra en las respuestas más importantes entre todas aquellas emitidas:

• “Últimamente he dormido mucho y he abusado de la comida basura”.


• “He estado mucho tiempo jugando a videojuegos”.
• “He estado pensado sobre nuestra sesión de la semana pasada”.
• “Me estoy retrasando con el trabajo y esto me está estresando”.

A pesar de que todas estas respuestas podrían ser clasificadas como tactos, solo la
tercera respuesta estaría controlada por un estímulo dentro de la sesión. Por
consiguiente, desde el punto de vista clínico, sería la respuesta más significativa,
asumiendo que todas las respuestas están igualmente relacionadas con los problemas
del cliente.

Mandos. Los mandos son verbalizaciones que implican mandatos, órdenes,


solicitudes y preguntas. Tienen las siguientes características: (1) suceden porque en el
pasado fueron seguidas de reforzadores específicos; (2) su fuerza varía con la
deprivación correspondiente o con estímulos aversivos; (3) aparecen bajo una amplia
gama de estímulos discriminativos. De este modo, si alguien dijese: “Me apetecería
comer algo”, se trataría de una petición ya que está reforzada por un reforzador
específico (concretamente alguien te da comida o te dice dónde conseguirla). Por el
contrario, no estaría reforzada por un reforzador generalizado secundario, por
ejemplo, como “gracias por compartirlo conmigo”, o “comprendo”. La fuerza de este
mando variará en función de la intensidad del hambre. Por último, una petición de
comida puede sucederse en cualquier situación en la que una persona esté hambrienta
y otra diferente pueda oírla.

Detectar las CCR1 en la conducta verbal. En la cultura norteamericana, las CCR1


ocurren en aquellas ocasiones en las que un cliente dice una cosa pero significa otra.
Tomemos como ejemplo el tacto “tengo ganas de suicidarme”. El cliente simplemente
está manifestando sus emociones. Sin embargo, este tacto podría ser una petición
disfrazada, como es si estuviese diciendo “dime que te preocupas por mí”. En cambio,
el mando “¿te preocupas por mí?” podría ser una petición para reafirmarse, pero
también podría ser un tacto disfrazado de “tengo ganas de suicidarme”. La Figura 4.1
más abajo indica que la forma en que una misma frase (p.ej., “Tengo ganas de
suicidarme”) puede tener diferentes significados o funciones (una descripción de
sentimientos o una petición para asegurarse protección y cuidados), y diferentes
formas de decir las frases (“tengo ganas de suicidarme” y “¿te preocupas por mí?), que
pueden tener una funcionalidad similar (indicando una necesidad de asegurarse la
protección).
Figura. 4.1. Formas y funciones de las verbalizaciones de un cliente.

85
En suma, las verbalizaciones de los clientes no siempre deberían interpretarse
literalmente. Una CCR1 podría ocurrir cuando un tacto es en realidad un mando, o
cuando un mando es realmente un tacto. Por supuesto, cualquier verbalización podría
funcionar tanto como un tacto como un mando.
Es más, la mayoría de las conductas verbales está determinadas por múltiples
variables. Además de un estímulo discriminativo como control principal, puede haber
un estímulo suplementario adicional que a menudo influya en la respuesta. La
causación múltiple podría explicar por qué se dice una frase en un momento concreto,
cuando también se podrían haber dicho muchas otras. Por ejemplo, un cliente que
recibe una estimulación suplementaria porque está enfadado con su terapeuta, podría
plantear un incidente en el que había perdido la paciencia con su pareja. O bien un
cliente que esté preocupado por sus problemas para pagar la factura de la terapia,
podría hablar sobre sus dificultades de vivir con su sueldo.
La causación múltiple, los mandos y tactos disfrazados son explicaciones
conductuales de lo que se ha conocido tradicionalmente como significados “ocultos”,
“implícitos”, “inconscientes”, o simplemente casos en los que los clientes dicen una
cosa pero quieren otra diferente. Estas variables tienen sus efectos
independientemente de que el cliente sea consciente de ellas, pero no se necesita
suponer que haya un mecanismo interno como el inconsciente. En cambio, en FAP
estos cambios se consideran el resultado de variables “sutiles”. Por el contrario, las

86
variables “obvias” son aquellas que se corresponden con la forma de la respuesta (p.ej.,
un cliente que dice estar enfadado con su pareja, y lo manifiesta con ella pero no con
su terapeuta).
Definimos a la “metáfora” como una respuesta controlada por variables sutiles. Por
ejemplo, un cliente que le dice a su terapeuta: “Mi masajista me presionaba con mucha
fuerza y me hacía daño”, parece que esa experiencia negativa con el masajista sería la
variable obvia que controla lo que dice. Sin embargo, si ese cliente describe la
experiencia porque su terapeuta le ha presionado demasiado emocionalmente,
entonces la variable sutil sería esa otra experiencia terapéutica negativa para él/ella.
De acuerdo con la definición anterior, la afirmación sobre el masajista es una
metáfora ya que se trata de una respuesta provocada por el control parcial de una
variable sutil.
El objetivo principal de esta conceptualización es proporcionar a los terapeutas una
perspectiva diferente, que se adquiere al entender un enfoque conductual del lenguaje,
con el que interpretar el significado de las afirmaciones del cliente. No todo lo que se
dice, incluyendo las palabras de esta página, debería interpretarse literalmente.
Además, las palabras, afirmaciones, comentarios, explicaciones, razones e incluso
teorías tales como el conductismo tienen significados que se comprenden mejor si
conocemos el contexto y la historia que llevó a su ocurrencia.
En este ejemplo sobre cómo una verbalización puede interpretarse como una
metáfora, el cliente de MT, un artista, comienza la sesión quejándose de lo
desordenado que está su estudio.

Cliente: Terminé por enfrentarme a este desastre, a este sucio, desordenado y agobiante espacio que es mi estudio.
Me levanté pensando, aunque me equivocaba, que tendría un bonito día limpiando mi estudio, pero
realmente me va a llevar varias semanas. Debería dividirlo en pequeños objetivos de modo que pueda tener
una cierta sensación de éxito en lugar de enfrentarme a todo a la vez, ya que no es algo realista. No me he
sentido bien al terminar el día. Me levanté optimista y por la tarde, cuando mi marido llegó a casa, acabé
muy malhumorada, pesimista, infeliz e irritada. Me desperté en mitad de la noche como si hubiese oído un
ruido espantoso. Me desperté sobresaltada y me sentía muy nerviosa por el desorden del estudio…
Terapeuta: Me pregunto si lo que acabas de contarme sobre tu estudio ¿es una metáfora de tu vida y de tu terapia
conmigo?.
C: Mmmm…
T: Dices que no querías fracasar, que pensabas que si lo enfocabas de ese modo podrías hacerlo todo en un
solo día, que para ti es importante dividir el trabajo en pequeñas tareas de modo que puedas hacerlo poco
a poco, y que para ti era muy importante experimentar una sensación de conseguir algo. ¿Crees que todo
eso podría aplicarse también a lo que hacemos aquí?
C: Ahora que lo dices, puede que la idea de caminar hacia la puerta, salir y enfrentarme al mundo sea algo
posible. Por dónde empezar, así es como me siento en este lugar. Y es que tengo tantas cosas que hacer allí
que no puedo ocuparme de nada más. Tengo que hacer algo. Si, es una metáfora muy apropiada. ¿Por
dónde empezar? Estoy aquí, en esta pequeña habitación, pintada de amarillo, y creo que no sé muy bien
por dónde comenzar. Supongo. Tengo mi lista de intereses, y he dejado la historia de mi vida colgada ahí
fuera, tengo ahí mi vida. ¿Cómo voy a resumirlo todo en estos 45 minutos, especialmente caros? No sé la
respuesta. Así que me iré cuando pasen los 45 minutos y no pensaré en el tema hasta la semana que viene,
hasta el martes que viene cuando vuelva a mi estudio y que, sorprendentemente, no tenga nada
programado que hacer para ese día.
T: Te sientes dispuesta a hacer cosas y tienes mucho que hacer, necesitas dividir las tareas.
C: Supongo. Quiero decir, cuando me pides que me organice, no sé qué decir, así es que ¿por dónde empiezo?

87
En este extracto, la descripción del cliente sobre el desorden de su estudio fue
interpretado como una metáfora de cómo ella veía la terapia, dando lugar a una
fructífera conversación en la que su terapia pudo reestructurarse para ayudarle y que
tuviera una experiencia más positiva y menos abrumadora para ella.
El enfoque conductual para interpretar el lenguaje puede convertirse en una
herramienta de gran ayuda para detectar CCR, y sugiere que lo que dice el cliente
puede ser en realidad una metáfora que oculte el problema más importante. De este
modo, si un cliente habla de su relación con un amigo, se deben considerar los
elementos comunes que tienen las relaciones en la terapia con las relaciones en el
exterior, que pueden ser los responsables de que el cliente hable de ello en ese
momento. Si el cliente describe sus sentimientos hacia cualquier otra persona,
podemos suponer que existe una similitud entre sus sentimientos y los que ocurren en
la relación terapéutica. Si el cliente describe un evento ocurrido durante la semana,
¿qué elementos de la relación terapéutica podrían ser comunes con los de ese evento?
¿Son relevantes para la terapia que el cliente cuente sus sueños? Si utilizamos el
sistema de clasificación de FAP nos ayudará a establecer hipótesis sobre las variables
sutiles que pueden influir en los comentarios de un cliente. Una vez que hemos
formulado la hipótesis, se puede recopilar más información para confirmarla o
rechazarla.
Aunque esta aproximación conductual se asocia más comúnmente con tratamientos
psicodinámicos, se trata de una intervención basada en una teoría y una investigación
conductual bien establecidas. De forma similar, se piensa que los lapsus lingue son
debidos a factores ocultos, tal y como lo interpretan los terapeutas freudianos. Sin
embargo, hay una diferencia fundamental, y es que los lapsus skinnerianos pueden o
no ser clínicamente relevantes. En el conductismo, a veces, un cigarrillo es un
cigarrillo (no todos las conductas que ocurren en sesión son clínicamente relevantes).
En general, el sistema de FAP para clasificar los conductas verbales de los clientes
permite a los terapeutas explorar significados alternativos de lo que se ha dicho, del
mismo modo que también se pueden identificar problemas interpersonales más
profundos e importantes.

Regla 2: provocar CCR (tener coraje)


Desde la perspectiva de FAP, la relación perfecta entre el cliente y el terapeuta
provoca CCR1, las que a su vez son precursoras de la aparición y desarrollo de las
CCR2. Las CCR son idiográficas, pertenecen a la historia y circunstancias personales
de cada cliente. Por lo tanto, la relación terapéutica ideal dependerá de los problemas
en la vida diaria de un cliente. Cuando un cliente está ansioso, deprimido, o tiene
dificultades para comprometerse con el curso de la terapia, entonces casi todos los
tipos de terapia tendrán la capacidad para provocar CCR relevantes. Sin embargo, FAP
también se centra en las cuestiones de relación e intimidad, tales como la capacidad
para confiar profundamente en los demás, asumir riesgos interpersonales, ser
auténtico, y dar y recibir cariño. Así, FAP requiere que los terapeutas estén presentes y

88
estructuren su terapia de una manera que no suele ser lo típico en otras terapias
conductuales.
Poner en práctica los pasos necesarios para crear una relación terapéutica
evocadora requiere que el terapeuta asuma riesgos y supere sus propios límites
personales. De esta forma, los riesgos implican tener coraje, tener la fuerza mental o
moral para aventurarse, persistir, y resistir el peligro de las dificultades que surjan.
Probablemente, cuando los terapeutas están aplicando correctamente FAP, extienden
sus límites personales y arriesgan más allá de su zona de confort.
Los métodos que presentamos sobre esta Regla 2 ayudan a los terapeutas a: (1)
estructurar un entorno terapéutico que provoque CCR importantes; (2) emplear
métodos terapéuticos provocativos; y (3) hacer uso de ellos mismos como
instrumentos de cambio. En términos del análisis de conducta, estos métodos
realmente se pueden considerar como operaciones de establecimiento, puesto que no
solo evocan CCR (p.ej., presentar estímulos discriminativos para las CCR) sino que
también utilizan al propio terapeuta como un reforzador efectivo de la conducta del
cliente. Sin esas operaciones, FAP no podría llevarse a la práctica.

Estructurar la terapia para que sea evocadora


Desde la primera toma de contacto entre terapeuta y cliente, ya sea por vía
telefónica o en la consulta, los terapeutas de FAP pueden comenzar a estructurar el
entorno terapéutico con el fin de preparar al cliente para una terapia intensa y
evocadora que se centre en las interacciones en vivo.

Describir las razones de FAP (“razones FAP”). Para que FAP sea más eficaz, es
importante que los clientes comprendan sus premisas: el terapeuta tendrá que tratar
de identificar las formas en las que los problemas de la vida diaria del cliente surgen
también dentro de la relación terapéutica, puesto que ese enfoque en vivo es el que
facilita el cambio más fuerte. Esta es una idea atípica, puesto que la mayoría de las
personas piensan que comienzan una terapia para hablar de sus problemas y de las
relaciones que ocurren fuera de ella. Por lo tanto, ya en el primer contacto telefónico,
en el formulario de consentimiento del cliente, y en las primeras sesiones de
tratamiento, se van explicando las razones de utilizar FAP (“razones FAP” o razón de
ser de FAP), hasta que el cliente las comprenda en su totalidad.
Lo que mostramos a continuación son dos ejemplos de verbali-zaciones sobre los
fundamentos de FAP. El primero es el usado por MT, pero consideramos que es una
versión de “alto riesgo para el terapeuta”, y somos conscientes de que no todos los
terapeutas de FAP la podrán utilizar. La segunda es una versión con un riesgo más
moderado, y es la utilizada por RJK. Las razones sobre FAP pueden modificarse con el
fin de reflejar con mayor fidelidad la posición terapéutica de cada uno. Se ha de
recordar que se pretende que las verbalizaciones sobre las razones han de ser
evocadoras, y por ello todos esas razones de los terapeutas deberían reflejar algunos
de los riesgos que se van a asumir, y serán conductas CT2 (conductas objetivo del
terapeuta).

89
Qué puedes esperar de nuestro trabajo juntos en terapia [Versión de alto riesgo para el terapeuta, utilizada por
MT]
Los clientes acuden a terapia con complejas historias personales, alegres y dolorosas, con sueños y deseos,
pasiones y vulnerabilidades, talentos y habilidades singulares. Nuestra terapia la llevamos a cabo en una
atmósfera de afecto, respeto y dedicación en la que aprenderás nuevas formas de enfocar la vida. Nuestro
trabajo supondrá un esfuerzo conjunto. Lo que tú aportes se valorará y utilizará en el plan de tratamiento y en
la asignación de tareas semanales. Invertiré mucho afecto y esfuerzo en nuestro trabajo juntos, y espero que tú
también lo hagas. Cada día comprobaré contigo lo que funciona correctamente y lo que es necesario que
cambiemos en nuestra relación.
El tipo de terapia que aplicaré será la denominada Psicoterapia Analítica Funcional (FAP). Se trata de una
terapia desarrollada por la Universidad de Washington que tiene una orientación conductual, pero que cuenta
con una base teórica que le permite incluir métodos de otras modalidades terapéuticas cuando sea preciso.
FAP enfatiza que el vínculo que formemos entre tú y yo será el vehículo más importante para tu curación y tu
transformación.
La mayoría de las personas que se sienten realizadas están en contacto con ellos mismos y son capaces de
ser eficaces en el plano interpersonal. Son capaces de hablar y actuar con compasión, sinceridad y
generosidad, son capaces de dar y recibir amor. FAP se centrará en sacar lo mejor de ti como persona. Para
ello, lo primero es que debes estar en un contacto estrecho y sincero contigo mismo (p.ej., necesidades,
sentimientos, anhelos, miedos, valores, sueños). Tendrás la oportunidad de aprender a expresarse
completamente, a superar las pérdidas, a desarrollar la meditación, y a crear mejores relaciones. Trataremos
todos los aspectos de tu experiencia, incluyendo el cuerpo, la mente, los sentimientos y el espíritu. Te animaré
a que seas más abierto, vulnerable, consciente y presente en el momento. Sin embargo, en cualquiera de esas
situaciones hay siempre que asumir un cierto riesgo, y es importante que ambos controlemos en qué medida
el estar fuera de tu zona de confort te beneficiará en cada momento.
Será importante para los dos que nos centremos en nuestras interacciones si es que tienes comentarios
(positivos o negativos), o dificultades que puedan surgir conmigo y que también surjan con otras personas de
tu vida. Cuando alguien siente el poder de expresar sus pensamientos, sentimientos, y deseos de una forma
auténtica, afectuosa y asertiva, es cuando se tiene la sensación de dominar su propia vida. Nuestra relación
terapéutica será el lugar ideal donde practicar esa sensación de poder.
Considero que el espacio que compartes conmigo en terapia es sagrado: tengo el privilegio de comenzar un
viaje de exploración y de crecimiento personal contigo, y guardaré todo lo que compartas conmigo con
respeto y cariño. Seré una persona sincera en la consulta contigo, y mi objetivo principal será hacer siempre lo
que pueda resultar mejor para ti.

****
Acepto el siguiente acuerdo, y he recibido una copia para mí. He tenido la oportunidad de formular
preguntas y expresar mis opiniones. Me comprometo a dar lo mejor de mí en esta terapia. [Firma del cliente]
Qué puedes esperar de nuestro trabajo juntos en terapia [Versión de terapia de riesgo moderado, utilizada por
RJK]
Los clientes acuden a terapia con complejas historias personales, alegres y dolorosas, con sueños y deseos,
pasiones y vulnerabilidades, talentos y habilidades singulares. Nuestra terapia la llevamos a cabo en una
atmósfera de afecto, respeto y dedicación en la que aprenderás nuevas formas de enfocar la vida. Nuestro
trabajo supondrá un esfuerzo conjunto. Lo que tu aportes se valorará y utilizará en el plan de tratamiento y en
la asignación de tareas semanales. Invertiré mucho afecto y esfuerzo en nuestro trabajo juntos, y espero que tú
también lo hagas. Cada día comprobaré contigo lo que funcione correctamente y lo que sea necesario cambiar
en nuestra relación.
El tipo de terapia que aplicaré será la Psicoterapia Analítica Funcional (FAP). Se trata de una terapia
desarrollada por la Universidad de Washington que tiene una orientación conductual, pero que cuenta con una
base teórica que puede incluir métodos de otras modalidades terapéuticas cuando sea preciso. Por ejemplo, la
terapia a menudo incluye los protocolos empíricos de la Terapia Cognitivo-Conductual para trastornos
específicos. Al mismo tiempo, FAP hace hincapié en que la relación entre terapeuta y cliente es fundamental
para lograr cambios significativos en la vida. Por lo tanto, además de centrarse en síntomas específicos, FAP
también ofrece la oportunidad de sacar lo mejor de uno mismo, de aprender a expresarte abiertamente, a
superar las pérdidas, a desarrollar la meditación, a crear mejores relaciones.
Será importante para los dos que nos centremos en nuestras interacciones si es que tienes cuestiones
(positivas o negativas) o dificultades que puedan surgir conmigo y que también surjan con otras personas en tu
vida. Nuestra relación terapéutica será el lugar ideal para ser más efectivo en tus relaciones con los demás.
Considero que el espacio que compartes conmigo en la terapia estará dedicado a todo lo mencionado
anteriormente, ningún otro tema tendrá cabida aquí. Considero un privilegio participar en un proceso de
exploración y de crecimiento personal contigo, y guardaré todo lo que compartas conmigo con respeto y

90
cariño. Seré una persona sincera en la consulta contigo, y mi objetivo principal será hacer siempre lo que
pueda resultar mejor para ti.

Además de estas declaraciones escritas, podrían darse otros ejemplos con “razones
FAP” durante la sesión, como los siguientes:

1. Un principio fundamental establecido en la terapia que practico es que nuestra


relación es un microcosmos de tus relaciones fuera de esta consulta. Por lo que
exploraremos la forma en la que interactúas conmigo buscando similaridades con
las formas en que interactúas con otras personas, qué problemas surgen conmigo
que también surgen con otras personas, o qué conductas positivas tienes conmigo
que puedas trasladar a tus relaciones con los demás.
2. Nuestra conexión te da una oportunidad de averiguar cómo eres en una relación,
que experimentes distintas formas de relacionarte y, posteriormente, las lleves a
tus otras relaciones.
3. Soy consciente de que buscas un tratamiento para la depresión. Una de las razones
de por qué las personas se deprimen es que tienen dificultades para expresar lo
que sienten y lo que quieren a las personas que les importan. ¿Crees que esto es lo
que te ocurre a ti? [Normalmente la respuesta es: “Sí.”] Bien, uno de los puntos
centrales de nuestra terapia será ver cómo puedes convertirte en una persona más
fuerte, alguien que pueda ser sincero y compasivo, para buscar después lo que
quieres. [Normalmente la respuesta es: “Eso suena bien.”] La forma más eficaz de
que te conviertas en una persona más expresiva es comenzar justamente aquí,
ahora, conmigo, diciéndome lo que piensas, lo que sientes, necesitas, incluso
aunque te dé miedo y te parezca arriesgado. Si puedes sacar lo mejor de ti estando
conmigo, más tarde podrás trasladar esa actitud hacia otras personas. ¿Qué te
parece?
4. La terapia tiene mayor efecto cuando hablas de tu propia experiencia en este
mismo momento, por ejemplo, los sentimientos de depresión y ansiedad que
tienes, o los pensamientos de inseguridad sobre ti mismo (cosas que te suceden
dentro de la sesión en lugar de otras que ocurren durante la semana). Cuando
observamos algo que está sucediendo en este mismo momento, podemos
experimentar y comprenderlo en su totalidad, y el cambio terapéutico es más
fuerte e inmediato.

Cuándo y cómo proporcionar las “razones FAP” dependen únicamente del cliente.
Para algunos clientes, los razonamientos al completo sobre FAP en la primera sesión
pueden ser demasiado profundos y confusos; para otros puede suponer un fuerte
impulso para el proceso terapéutico. Los anteriores ejemplos son bastante generales,
pero siempre son de gran ayuda para el terapeuta utilizar ejemplos específicos cuando
está dando las razones y fundamentos de FAP. Lo ideal sería que dichos ejemplos
relacionen hechos que han ocurrido dentro de la consulta con los problemas del
cliente fuera de la sesión, de modo que este pueda experimentar directamente la
importancia de la relación terapéutica en lugar de convencerle verbalmente. También
es primordial para el terapeuta evaluar dónde se sitúa el cliente con relación a los
razonamientos que se le han dado y cómo reacciona ante eso (Addis y Carpenter,

91
2000). Los terapeutas deben ser flexibles y estar abiertos a las reacciones de los
clientes con esos razonamientos y, además, reconocer la posibilidad de la que FAP no
sea adecuada para todos los clientes.

Crear un espacio sagrado de confianza y seguridad. La importancia de promover la


confianza y la seguridad no es algo excesivo en FAP. El terapeuta puede elegir
describir este proceso como la “creación un espacio sagrado” para el trabajo de
terapia. Según el diccionario Oxford, un espacio “sagrado” está dedicado y aislado,
entre otras cosas, para las personas adecuadas o para fines específicos, y está
protegido con sanciones para evitar intrusiones o lesiones. Puede ser algo poderoso el
utilizar estos términos con los clientes. Si un terapeuta de FAP decide o no usar el
término “espacio sagrado” con sus clientes, funcionalmente, la clave está en que su
relación sea, en realidad, tan sagrada como se define aquí, y la creación de confianza y
seguridad sea algo imprescindible. Puede consultarse el Capítulo 7 (El curso de la
terapia) para entrar en detalle sobre cómo fomentar la confianza y la seguridad en
FAP.

Utilizar formularios y cuestionarios para obtener feedback en FAP. Para ayudar a los
terapeutas a ser más sensibles ante los distintos tipos de CCR, y también con las CCR
que evocan en los clientes, hemos ideado numerosos formularios y cuestionarios que
pueden orientar la terapia. En el Anexo se muestra una selección de estos
instrumentos. Siempre pedimos que, después de la primera sesión, los clientes
entreguen cada semana sus comentarios por escrito haciendo uso del “Formulario de
conexión entre sesiones” (Anexo D). Este formulario incluye preguntas sobre hasta qué
punto el cliente se siente conectado con su terapeuta, qué le fue útil o innecesario en
la primera sesión, sobre qué se muestra reacio a hablar, y cuáles de los temas que han
surgido dentro de la sesión son similares a sus problemas cotidianos. El terapeuta
puede hacer estas preguntas para centrarse en la relación terapéutica similares a las
que se encuentran en las “Preguntas típicas de FAP” (Anexo E). El “Cuestionario de inicio
de la terapia” (Anexo F) se aplica normalmente en la sesión tres o cuatro. El
“Cuestionario intermedio de la terapia” (Anexo G) evoca las reacciones que tienen lugar
en la fase intermedia de la terapia. La “Hoja de trabajo sobre el dolor” (Anexo H),
“Inventario de pérdidas” (Anexo I), y “Gritar a través de tu poesía” (Anexo J) no abordan
directamente el proceso entre terapeuta y cliente, más bien facilita la expresión del
dolor, la ira, la tristeza y la pérdida, emociones que muchos clientes evitan. La
predisposición de los clientes a experimentar emociones intensas en presencia de su
terapeuta y sentirse así protegidos es algo habitual como una CCR2. El formulario de
“Herramientas para el fin de la terapia” (Anexo K) cuenta con distintas secciones para
clientes y terapeutas, que ayudan a cada uno de ellos a despedirse de una forma
significativa.

Utilizar métodos terapéuticos evocadores


FAP es una terapia integradora (Kohlenberg y Tsai, 1994) y reúne variadas técnicas
terapéuticas que una orientación terapéutica difícilmente podría pronosticar por sí

92
sola. La adopción de técnicas concretas depende del criterio del terapeuta sobre qué
es lo que provoca los problemas del cliente, y qué será reforzado de forma natural en
las conductas del cliente. Este apartado aborda algunas técnicas evocadoras que
tienen su origen en otras terapias. Dependiendo del historial de formación del
terapeuta, es posible que le hayan enseñado a evitar estas técnicas porque no tienen
un origen conductual. Sin embargo, en FAP lo importante no es el origen teórico de
una técnica específica, sino la función que tiene para el cliente. En la medida en que
una técnica (cualquier técnica) funcione para evocar CCR, es potencialmente útil para
FAP. A continuación se presentan varias técnicas que han resultado útiles en esa
funcionalidad. Lo que tienen en común estos métodos es que todos crean contextos
poco usuales, que pueden ayudar a los clientes a contactar y expresar al terapeuta los
pensamientos y sentimientos que están evitando continuamente.
Una de las tareas más importantes para crear intimidad y reducir la evitación
emocional es contar a los demás nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos.
En este contexto, es útil considerar dos clases generales de pensamientos y
sentimientos que se evitan y que pueden ocurrir durante la sesión. La primera clase
está relacionada con el terapeuta y la relación terapéutica. Estas conductas componen
el tipo de CCR al que más se hace referencia en este libro. La segunda clase, y es el
tema central de nuestro debate, aborda una evitación más general que comprende la
expresión de pensamientos y sentimientos emocionalmente cargados pero que no
necesariamente están relacionados con el terapeuta. No obstante, la presencia del
terapeuta provoca esa evitación. Según nuestra experiencia, la evitación de esas
expresiones supone un problema común de la vida fuera (CF1). Ser más expresivo a
nivel emocional durante la sesión de terapia sería una CCR2, que puede ser reforzada
de manera natural y de este modo generalizase en una CF2. Estas técnicas se han
tomado prestadas de otros enfoques terapéuticos y han sido interpretadas
funcionalmente. Es decir, expresiones emocionales (p.ej., la tristeza o un recuerdo
traumático) no se describen como “una liberación de energía” o “sacar a la luz
sentimientos reprimidos”. En su lugar, un terapeuta de FAP puede preguntarse si esa
expresión de emociones constituye una CCR2, que puede estar relacionada con ser
más abierto, lo que permitirá construir y afianzar la cercanía y la intimidad del
cliente. En este sentido, FAP supone un enfoque terapéutico técnicamente integrador.
Estas técnicas no definen lo que es FAP, y animamos a los terapeutas de FAP a hacer
uso de este capítulo no como un proyecto sobre cómo llevar a cabo FAP, sino como un
estímulo para explorar la posible importancia clínica de estas técnicas.

Libre asociación. Un pilar de las terapias de orientación psicoanalítica es la libre


asociación, que hace que el cliente diga en voz alta cualquier cosa que le venga a la
cabeza sin censurarse. Esta técnica puede ser útil para los clientes con problemas de
identidad, cuya conducta se encuentra bajo un estrecho control estimular en la
aprobación de los demás (véase el Capítulo 5 sobre el yo y mindfulness). Estos clientes
se centran en obtener la aprobación de otros individuos, y les resulta difícil
expresarse sin recibir respuestas inmediatas del terapeuta. Una vez que se crea una
relación terapéutica sólida, si el cliente está dispuesto a experimentar la ansiedad de

93
no recibir respuestas inmediatas, la libre asociación puede suscitar CCR2 de
afirmaciones sinceras que estén bajo control privado.

Ejercicios de escritura. Los ejercicios de escritura cronometrada (Goldberg, 1986)


pueden emplearse durante la sesión o bien asignarse como una tarea para casa. En la
escritura cronometrada, el cliente tiene que escribir en un tiempo determinado (p.ej.,
tres minutos) lo que se le venga a la cabeza sin que se censure. El escrito puede tratar
sobre un tema específico abordado en terapia (p.ej., los sentimientos hacia un ser
querido, miedo al éxito o al fracaso), o pueden reflejar los pensamientos del cliente.
Otro ejercicio similar a la libre asociación, pero sin contar el tiempo límite y el hecho
de que sea oral o escrito, es que el cliente exprese sentimientos y pensamientos que
estén bajo control privado (véase el Capítulo 5), y que son más difíciles de contactar y
expresar bajo condiciones sociales normales. Es más probable que estas expresiones
se produzcan en la vida cotidiana una vez que han sido reforzadas durante la terapia.

Otro ejercicio que podría realizarse al comienzo de la terapia, incluso en la primera


sesión, es la escritura con la mano no dominante. Escribir con la mano no dominante
suele provocar respuestas fuertes y menos habituales. Dado que sus estímulos de
control son muy distintos de la escritura normal (p.ej., usar la mano izquierda, una
escritura simple que parece escrita por un niño pequeño, dificultades para escribir
varias palabras seguidas), se han dado menos oportunidades para llevar a cabo
repertorios de evitación. A menudo, para sorpresa de los clientes, frecuentemente
tienden a expresar respuestas infantiles y poco comunes, que a su vez pueden suscitar
intensas emociones, conexiones con viejos recuerdos, y pueden servir para explorar
las dificultades y temas importantes para los clientes. Estas expresiones emocionales
en presencia del terapeuta pueden ser CCR2 de intimidad (véase el Capítulo 6). Este
ejercicio puede ser muy útil y valioso para provocar CCR, dependiendo de los
problemas del cliente. Las instrucciones para el ejercicio de escritura con la mano no
dominante son las siguientes:

Este es un ejercicio de escritura con la mano no dominante. Te pido que escribas


con tu mano no dominante ya que te obligará a ser más breve y directo. Puesto que se
trata de una tarea con la que no estás familiarizado, no podrás ser tan pomposo como
de costumbre. Te voy a leer una frase, y me gustaría que escribieses lo que te venga a
la cabeza, sin reprimirlo. No tienes que enseñarme tus respuestas a menos que quieras
hacerlo. Por favor, sé lo más sincero posible:

• Me siento…
• Necesito…
• Anhelo…
• Tengo miedo de…
• Estoy luchando contra…
• Sueño con…
• Pretendo que…
• Es difícil para mí hablar de… / Es difícil para mí contarte…
• Si tuviese dinero, yo querría…

94
• Si tuviese valor, yo querría…

Técnica de la silla vacía. Tanto en la Terapia de Gestalt (Perls, 1973) como en la


Psicoterapia Centrada en las Emociones (Greenberg, 2002), la técnica de la silla vacía
puede emplearse, en clientes imaginativos y motivados, para provocar sentimientos y
pensamientos que normalmente evitan. La silla vacía representa a una persona que
normalmente provoca evitación emocional. Cuando funciona, la silla vacía comparte
suficientes propiedades estimulares con la persona “real” o Ed (estímulos
discriminativos) como para provocar sentimientos profundos, pero es lo
suficientemente diferente si queremos reducir la evitación. Desde una perspectiva
conductual, no es relevante que el estímulo no exista “en realidad”, ya que los
estímulos imaginarios pueden ser muy parecidos funcionalmente a los estímulos
reales y, además, pueden ser útiles dentro de la consulta. Asimismo, puesto que los
estímulos son imaginarios, las consecuencias que pudieran resultar si se hablase con
el estímulo real, no sucederán, facilitando así la expresión de pensamientos y
sentimientos especialmente difíciles en presencia del terapeuta. Así, la silla vacía
puede evocar fuertes respuestas emocionales porque los clientes se ponen en contacto
con las características aversivas de la fuente de su malestar, en lugar de hablar sobre la
fuente de ese malestar.
Por ejemplo, en vez de hablar sobre el hecho de sentirse emocionalmente
abandonada por su padre, una cliente debería hablar directamente con la presencia
imaginaria de ese padre en una silla imaginaria (p.ej., “Me siento como si me hubieses
abandonado cuando tenía dos años y tú estabas deprimido”). En lugar de hablar del
conflicto de un cliente con los diferentes objetivos de su vida, estos podrían
humanizarse imaginándolos sentados en distintas sillas, e incitarle a hablar con ellos
directamente (p.ej., “Quiero llegar a lo más alto en mi trabajo” frente a “quiero estar
en casa y ser una madre a tiempo completo”). Aunque, para explicar estas conductas a
fondo es preciso un debate más profundo relacionándolas con la Teoría del Marco
Relacional (Hayes et al., 2001), estos ejercicios pueden facilitar el contacto con
emociones sinceras, profundas y de forma experiencial. Como vimos anteriormente,
para muchos clientes, estas expresiones emocionales ocurridas en presencia de su
terapeuta constituyen CCR2.

Evocar emociones centrándose en las sensaciones corporales. Los clientes pueden evitar
sus sentimientos haciendo uso de distintas técnicas de distracción. A menudo se
mostrarán a disposición de contar al terapeuta los recursos que emplean para evitar
las emociones cuando se les pregunta: “¿Sabes qué haces para no sentir tus
emociones?” Algunas de las respuestas que hemos oído son: “Cuento hacia atrás desde
1000 de 7 en 7”, “Me concentro en un punto de la alfombra y lo miro fijamente”, “Miro
fijamente al hueco que tienes entre tus dientes frontales”, y “Me disocio, es una
sensación como si flotara sobre mi cuerpo”. Aunque los clientes puedan ser
conscientes de sus técnicas de distracción, a menudo son menos conscientes sobre
cómo bloquean las respuestas físicas que forman el origen de sus emociones. El
siguiente extracto de diálogo corresponde a la sesión 12º de la terapia de MT con un
cliente llamado Víctor, cuyo problema era que tenía dificultad para conectar,

95
denominar y expresar sus emociones ante los demás. MT estuvo trabajando con Víctor
para ayudarle a tomar contacto sobre la forma en que bloqueaba sus emociones,
llamando su atención sobre la conducta evitativa que tenía. Esta incluía el hecho de
no establecer contacto visual, sonreír cuando sentía una emoción, y contener la
respiración.

Terapeuta: Me estás mirando así (ojos mirando hacia arriba con el rostro hacia abajo), ¿podrías mirarme más
directamente? Eso me ayudaría a sentirme más conectada contigo.
Cliente: De acuerdo.
T: ¿Cómo te sientes ahora mismo?
C: Estoy triste. Cuando pienso en la obra que vi anoche, solo puedo ver tristeza, llanto, y lágrimas por todas
partes.
T: Estás sonriendo. ¿Qué ocurre cuando sonríes? ¿Retienes tus lágrimas?
C: Sí, supongo.
T: Fíjate en cómo lo estás haciendo, estás consiguiendo que tu tristeza desparezca. Es difícil estar triste
cuando uno está sonriendo y mostrando alegría al mismo tiempo. [MT está bloqueando los repertorios de
evitación].
T: Me gustaría que me contases algo más sobre tu tristeza.
C: Está bien. De todos modos, la tristeza está relacionada con la pérdida, la separación.
T: ¿Cómo sientes esa sensación en tu cuerpo ahora mismo? Solo lo básico: un nudo en tu garganta, pesadez en
el pecho… ¿Cómo te sientes? Ahora mismo parpadeas más.
C: ¿En serio? No lo sabía. He notado que mi respiración es más superficial.
T: Estás haciendo un buen trabajo al quedarte más neutral, no sonreír, y no entrar en tu cabeza. He oído lo
que has dicho sobre esa actividad, y dices que te ha afectado de verdad. ¿Te ha hecho plantearte algo de tu
vida? [Reforzando el hecho de estar en contacto con su cuerpo].
C: Pensaba en que mi padre envejecía, que mis padres están envejeciendo. Justo al final de la obra, el
personaje principal fallece, y él y sus amigos se dicen que se quieren y dice “Si tuviese otro hijo, me gustaría
que fuese como tú”. Es muy tierno. Voy a seguir guardando esta emoción. No sé cómo conectarlo con mis
familiares. Les tengo mucho cariño, y sé que hicieron lo que pudieron. Aunque ¿fue suficiente? Era un
momento muy bonito y…
T: Volvamos a esa afirmación ¿puedes repetirla? [MT ha observado que el cliente parecía bloqueado
emocionalmente cuando dijo “Si tuviese otro hijo…”, y trata de evocar ese sentimiento al sugerir que lo diga
de nuevo con la misma fuerza con la que lo sintió antes].
C: Uhm.. Si tuviese otro hijo me gustaría que fuese como tú.
T: ¿Qué haces para detener esa emoción?
C: No lo sé.
T: Estás sonriendo. Por lo tanto, las palabras “Si tuviese un hijo me gustaría que fuese como tú” te
conmueven. “Si tuviese otro hijo me gustaría que fuese como tú.” [MT repite la frase varias veces por su
fuerza evocadora]. Tengo la sensación de que no tenías ya ese sentimiento cuando creciste, que tus padres
no querían que fueses como tú. Creo que era justo lo contrario, que intentaban medicarte, calmarte. No te
sentías bien tal y como eras. ¿Estás conteniendo la respiración? [Evocando emociones, y bloqueando las
evitaciones].
C: Sí, estoy conteniendo la respiración.
T: ¿Qué ocurriría si te permitieses llorar?
C: Nada. No entiendo por qué no puedo hacerlo. Estoy triste. No puedo, no sé por qué no puedo hacerlo.

96
T: En realidad lo estás haciendo mejor que muchos otros hombres. Se te saltaron las lágrimas durante la obra,
te permitiste sollozar en ocasiones, cuando estabas solo. Creo que te sentirías más desahogado y serías más
expresivo si estuvieses más en contacto con tus sentimientos. Lo más importante para mí sobre tus
expresiones emocionales es la incongruencia, la sonrisa. Lo primero que quiero que hagas es cortar esa vía
de escape. No sé qué sientes, pero parece que te impides tener una conexión con tus sentimientos. Me
pregunto cómo surgió eso. ¿Tenías que sonreírles a tus padres y hacerles saber que todo iba bien?
C: Mi respiración es superficial. Me sudan el pecho y las piernas. Estoy ansioso.
T: ¿Qué es lo que te preocupa? ¿qué necesitas decir que no estás diciendo? Tan solo déjalo salir.
C: Dijiste que mi sonrisa me impedía conectar con mis sentimientos. Estaba pensando que no quiero
sentirme así. No quiero quedarme encerrado en mi caja. Mis padres me trataban como si estuviese
encerrado en una caja.
T: Me entristece oír que tus padres te trataban así, como encerrado en una caja.
C: Es triste.
T: ¿Puedes decir “Me siento triste”? [Evocación] (El cliente sonríe). Estás sonriendo de nuevo.
C: Las afirmaciones personales me hacen que me sienta triste.
T: Di “Me siento triste cuando pienso que mis padres me trataban como encerrado en una caja”. Me entristece
muchísimo que tus padres te tratasen así. Tu voz es muy baja. Dilo con tu tono de voz normal.
C: Me entristece que mis padres me tratasen como encerrado en una caja.
T: ¿Qué notas en tu cuerpo?
C: Estoy tenso, no estoy respirando, me siento paralizado. ¿Era esa mi voz? ¿No? ¿Qué piensas?
T: Me preguntaba qué estabas haciendo que te impedía que conectases con tus sentimientos. No estás
sonriendo, lo cual es realmente bueno, pero estás reprimido. Es como si estuvieses dentro de una caja. ¿De
qué formas sentías que te encerraban en una caja?
C: Me daban medicamentos, no permitían que viviese emociones fuertes, eran muy protectores, se aseguraban
de que hiciese los deberes, me imponían un montón de actividades.
T: Me sorprende la forma tan apagada como lo dices. Creo que eso es exactamente lo que me comentabas
antes, que te encontrabas como si estuvieses dentro de una caja, que estabas medicado. Pareces ocultar más
dolor del que aparentas. Parece que haces todo lo posible por tenerlo todo ahí guardado.
C: Estoy apretando los dientes.
T: Tienes una impresionante variedad de técnicas. No te permites sonreír, por eso ahora estás apretando los
dientes.
C: Creo también que estoy loco. Tengo mucha rabia aquí dentro.
T: ¿Les has contado a tus padres alguna vez que estás loco a causa de la medicación que te daban?
C: No, no pienso nada de eso. No. Estaba pensando qué habría pasado si les hubiese contado que estoy loco
porque no me querían por cómo era. Y todavía conservo aquel mensaje de mi madre. Mis emociones se han
desvanecido. Me siento disociado. ¿no es así? Esto es una puta locura.
T: Creo que estás siendo un poco duro contigo mismo. No estás loco. ¿Qué esperabas? Creciste en aquel
entorno donde te medicaban porque suponías demasiado para ellos. ¿Y qué crees que vas a hacer?
¿Comportarte como un loco? Aún no.
C: Soy duro conmigo mismo. Estoy pensando de nuevo en “Si tuviese un hijo me gustaría que fuese como tú.”
¿Cómo lo hacemos?
T: ¿Hacer qué?
C: ¿Seguir haciendo esto? Rompiendo mis defensas, tratando de llegar a la emoción… Quiero emocionarme.
T: Quiero que lo hagas.
C: (El cliente llora brevemente)

97
Tras pasar un tiempo sustancial en el trabajo evocando y centrándonos en sus
emociones, Víctor finalmente consiguió expresar esas emociones sin miedo ante la
presencia de MT, una conducta que facilitó la sensación de cercanía entre ambos.
Evocar el mejor yo de un cliente. Una de las formas de suscitar las CCR2 es preguntar
“¿Cómo te sientes y cómo actúas cuando te encuentras realmente bien? ¿Cómo lo
mostrarías aquí, ahora, conmigo?” A veces es útil llevar al cliente a través de la
visualización o la meditación a imaginar lo mejor de sí mismo; a menudo esta
visualización está grabada, por lo que el cliente puede oírlo y hacerlo también en casa.
En primer lugar, pida al cliente algunas descripciones sobre qué sensaciones
experimenta cuando conecta con lo mejor de sí mismo. A veces los clientes prefieren
el término de un “yo superior” o un “yo sabio”. Si los clientes tienen dificultades con
un tema en concreto fuera de la terapia, se le puede decir: “Al finalizar la meditación,
voy a pedirte que escribas un mensaje para tu yo sabio”. En el siguiente diálogo como
ejemplo, MT trabajó con una clienta llamada Jessica que estaba desolada porque se
había enamorado de un hombre, un alcohólico recuperado, que había vuelto a beber
de forma compulsiva. Sus amigos le habían aconsejado que lo dejase inmediatamente,
y ella no sabía qué hacer. Además, otros factores estresantes le afectaban
negativamente a su competencia y confianza en sí misma como trabajadora social y
como madre. A continuación se muestra un ejemplo transcrito de lo que podría ser
ese proceso:

Terapeuta: Cierra los ojos y concéntrate en tu respiración. Permítete sentir cualquier sensación que experimentes, y
manéjala con delicadeza. Siéntete bien contigo misma, tal y como es, siéntete en paz con todo lo que sientes,
descansa suavemente tu corazón. Concéntrate solo en tu respiración. Te sentirás más fuerte, más sólida
con cada respiración. Con tus pies apoyados firmemente en el suelo, siente la energía de la Tierra.
Imagínate arraigada al suelo, las raíces llegando a lo más profundo, al centro de la Tierra, y
transmitiéndote la solidez de la Tierra. Deja que esa sensación se propague y crezca con tu respiración,
estando más y más conectada no solo contigo misma, sino con los ritmos de la naturaleza, abriéndote a la
energía del cielo. Mientras respiras, consigue un contacto cada vez más estrecho con tu yo más sabio. Sé que
has estado en contacto con tu yo sabio muchas veces anteriormente. Es la parte de ti que sigue queriendo
crecer y avanzar, y que es capaz de seguir adelante a pesar de las muchas adversidades. Es la parte que te
hizo superar los vaivenes y angustias de tu infancia. Esta parte cree en ti, sabe que tienes importantes
cosas por hacer. Esta parte realmente te ayuda a allanar el camino para que digas que sí a cosas que te dan
miedo, y para que digas no cuando no te sientes a salvo. Esta parte realmente vela por ti, te cuida y tiene
una perspectiva sobre lo que realmente importa a lo largo del camino. Te ayuda a avanzar y se preocupa
por ti y por los demás. Reconoce las formas que te han herido y cómo necesitas sanar, y lo que es más
importante, reconoce lo mejor que hay en ti.
Mírate y siente lo mejor de tu ser. Siente cómo manejas tu cuerpo, cómo estableces contacto visual con los
demás, cómo proyectas tu energía hacia el exterior. Oye lo clara que es tu voz. Siente lo conectada que estás
con tu ser, lo compasiva que eres contigo misma y con los demás. Te encuentras fuertemente conectada con
tus pensamientos y emociones, y está dispuestas a expresar esos pensamientos y emociones. Envuelve tus
sentidos con sentimientos fuertes y con confianza. ¿Cómo manejas tu cuerpo? ¿Cómo proyectas tu energía?
¿Cómo hablas? ¿Qué dices? ¿Cómo estableces el contacto visual? Imagínate cómo es interactuar con tus
clientes o con tus hijos a diario cuando estás en contacto con tu Yo perfecto. Puedes comenzar a mostrarte
fuerte y confiada conmigo, aquí, ahora. ¿Cómo puedes estar conmigo en terapia, de modo que hables con tu
voz más profunda y que digas y hagas las cosas que son difíciles para ti? Cuando te encuentras conectada
con esa voz interior, esta tiene importantes mensajes para ti. Comprueba si puedes dejarle hablar ahora
mismo. Deja que llegue el mensaje de aquello que necesitas saber. Cuando veas claro lo que tu yo perfecto
quiere saber, podrás avanzar y plasmarlo en el papel.
Cliente: Escribí: “Respira, confía en tus instintos. Sé lo que estoy haciendo. Mi camino es el sendero hacia el amor,
que es la esencia de quién soy. Las cosas están bien. Todo saldrá bien”.
T: ¿Cómo te sientes viniendo esto de ti, de tu yo perfecto, y no de mí?

98
C: Me siento realmente arraigada. Me siento como si tuviese guardada mucha experiencia debajo. Se trata de
mi propia experiencia personal, donde he pasado por muchas cosas distintas, y esto se ha mantenido ahí
como algo verdadero, es algo constante que sostiene mi vida. Aunque otras personas te lo digan, no hay
forma alguna de saber realmente qué es ser tu misma. Es alentador cuando otros te lo dicen, pero tiene un
sentido más profundo cuando te lo dices a ti misma, puesto que cuentas con la historia que da forma a esa
afirmación.

Uno mismo como un instrumento de cambio


Una vez creado el entorno, la alianza terapéutica y la conceptualización del caso, en
la medida en la que los terapeutas puedan permitirse ser ellos mismos, podrá crearse
una relación más intensa e inolvidable. Para que un terapeuta pueda incrementar su
potencial como agente de cambio, sería conveniente tener un conocimiento
aproximado de las siguientes cuestiones:

• ¿Qué cualidades te distinguen como persona y como terapeuta? ¿Cómo puedes


aprovechar esas peculiaridades en beneficio de tus clientes?
• ¿Los intereses de tus clientes coinciden con los tuyos? ¿Compartes la misma
afición por el alpinismo, por hacer acolchados, tocar algún instrumento musical,
leer obras de determinados autores, creencias espirituales, correr, los restaurantes
elegantes, los viajes internacionales, la poesía, los deportes? Considera que podrías
revelar estos puntos comunes con tu cliente. Del mismo modo, ¿tienes
experiencias que podrías compartir, como tener una educación católica, una fecha
de nacimiento, continuas mudanzas cuando eras pequeño, pertenecer a un grupo
minoritario? Conforme las experiencias individuales son más personales, el
terapeuta puede sentirse más vulnerable al compartir experiencias tales como
divorcios, abuso infantil, o fallecimiento de un familiar. Un factor importante que
debemos tener en cuenta al compartir, es decidir si el hecho en sí mismo facilita
que el cliente tenga mayor contacto con sus problemas, o si le aparta del objetivo
principal. Otra consideración importante es si el hecho de compartir experiencias
incrementa la cercanía con cliente, y también si esa revelación es una CT1
(conducta problema) o CT2 (objetivo conductual) para el terapeuta.
• ¿Cómo valorarías la experiencia con tu cliente? ¿Qué tiene esa persona que le hace
especial, cómo repercute en ti positivamente, y hasta qué punto sería evocador de
CCR si se lo dijeses a tu cliente? Los clientes suelen estar en contacto solo con sus
defectos y limitaciones; así que contarles cómo te hacen sentir sus aspectos
positivos, será para ellos toda una experiencia que no han tenido hasta ese
momento, creando un punto de inflexión en la percepción de ellos mismos.
• ¿En qué formas te preocupas por tu cliente? Cualquier persona puede decir “me
preocupo por ti”, pero produce más impacto describir tus conductas que están
mostrando afecto. Por ejemplo, puedes hablar sobre las formas en las que te han
afectado fuera del horario de terapia como: “He soñado contigo”, “estaba pensando
en lo que me dijiste el otro día”, o “el otro día vi una película, y pensé: tengo que
decírselo porque esta película seguro que le gusta”, o “fui a un taller de terapia
artística por ti, ya que pensé que las técnicas nos serían de gran ayuda en nuestro

99
trabajo”. Comentarios como estos pueden ser tanto evocadores (Regla 2) como
reforzadores naturales (Regla 3).
• ¿Cómo puedes arriesgarte en la relación terapéutica para profundizar aún más y
que sirva a los intereses del cliente? ¿Evitas algunos temas cuando te diriges a tus
clientes (p.ej., su impuntualidad, sus comportamientos que te hacen distanciarte,
esperar a que diga qué siente bajo su fachada) debido a que tu malestar podría ser
similar al de tus clientes? ¿Existen formas en las que puedas pedirles a tus clientes
que estén más presentes y sinceros contigo?

Las cuestiones anteriores facilitan que exploremos cómo podemos llegar a ser
individuos más compasivos y transparentes como agentes de cambio al compartir
nuestros propios pensamientos, reacciones y experiencias personales. Estas
revelaciones estratégicas pueden fortalecer la relación terapéutica, normalizar las
experiencias del cliente, modelar la construcción de una conducta adaptativa y de
intimidad (Goldfried et al., 2003), demostrar una valoración auténtica y positiva para
los clientes (Robitschek y McCarthy, 1991), y equilibrar el poder en la relación
terapéutica (Mahalik et al., 2000). Desde la perspectiva de FAP, el efecto más
importante es que las conductas puedan evocar CCR, bloqueen las CCR1 y refuercen
las CCR2. Estas revelaciones deberían fomentarse como estrategia, siendo conscientes
de las CCR que pueden provocar, reforzar, o reprimir en un cliente concreto. Por
ejemplo, los clientes cuyos problemas incluyen mantener las distancias con otros
individuos, estas revelaciones pueden producirles cierto miedo a introducirse en el
mundo emocional del terapeuta. En estos casos, sería de gran ayuda explorar sus
miedos a la intimidad, y aprender modos de conectar con ellos a pesar de esos miedos,
unas habilidades que pueden generalizarse a las relaciones sociales diarias del cliente.
Por otra parte, con clientes de este tipo una revelación terapéutica podría aumentar la
posibilidad de que evitaran la relación terapéutica (es decir, que abandonen). Por lo
tanto, estas revelaciones deberían adaptarse a las capacidades del cliente, y casi
siempre deberían incluir una reflexión sobre cómo reacciona el cliente a la revelación
y por qué quiere hacerla el terapeuta. Una revelación estratégica por parte del
terapeuta puede incrementar la intimidad de la relación terapéutica, y si la
proporciona de forma similar a sus relaciones fuera, puede facilitar así la
generalización. Un uso cuidadoso de uno mismo como instrumento terapéutico para
el cambio puede provocar CCR en el contexto de la conceptualización del caso de un
cliente, y así puede facilitar la exploración de las emociones, cuestiones y factores
relacionales que pueden llevar a su crecimiento personal.
Obviamente, los terapeutas tienen distintos niveles de confort según el grado de
intimidad terapéutica que estén dispuestos a crear; esas diferencias individuales se
reconocen aquí a través de los diversos ejemplos de variaciones en los procedimientos
y la forma de llevarlos a cabo. Sin embargo, se espera que cuando los terapeutas
aumenten el nivel de riesgo al evocar y reforzar CCR2, estos a su vez también se verán
reforzados con el crecimiento personal de sus clientes.

100
Regla 3: Reforzar de manera natural las CCR2 (ser
terapéuticamente afectuoso)
En el Capítulo 1 se hizo una considerable distinción entre el reforzamiento natural
(que se asemeja y funciona del mismo modo que las relaciones verdaderas y afectuosas
en la comunidad social del cliente), y el reforzamiento artificial (la “recompensa”
asociada habitualmente con el conductismo, tales como sonreír, decir “¡bien!”, y dar
fichas u otros reforzadores económicos). La Regla 3 puede resultar algo enigmática
puesto que FAP se basa en la afirmación de que el reforzamiento es el principal
mecanismo de cambio, de forma que los esfuerzos deliberados por reforzar corren el
riesgo de producir un reforzamiento artificial o arbitrario, más que natural. Las
siguientes recomendaciones intentan solucionar este dilema indicando algunos
enfoques que los terapeutas pueden utilizar para aplicar un reforzamiento de forma
más natural, e intentar evitar el uso del reforzamiento artificial. Estas conductas de
reforzar de manera natural se describen como “amor terapéutico”. Ese afecto
terapéutico es ético, es siempre en interés del cliente, y es también genuino. Mostrar
amor hacia los clientes no implica necesariamente utilizar la palabra “amor” con
ellos, sino que supone fomentar una exquisita sensibilidad y un interés benevolente
por las necesidades y sentimientos de los clientes, además de preocuparnos
profundamente por ellos. Los factores que determinan si es probable que las
reacciones de los terapeutas se parezcan al amor terapéutico y al reforzamiento
natural, incluyen: responder eficazmente a las CCR1; regirse por los intereses del
cliente y ser reforzado por sus progresos; tener los mismos repertorios que los
objetivos de los clientes; hacer coincidir las expectativas personales con los
repertorios actuales de los clientes; y amplificar los sentimientos propios para
aumentar así su relevancia. Puesto que el bloqueo de CCR1 está íntimamente
relacionado con la evocación y el refuerzo de las CCR2, iniciaremos esta cuestión a
partir de la descripción de las mejores formas que tienen los terapeutas de responder
a las CCR1.

Responder eficazmente a las CCR1


El hecho de manejar las CCR1 a menudo supone hacer un uso terapéutico de las
reacciones personales negativas que son representativas del entorno del cliente. Un
ejemplo de ello lo facilitan Kanter et al., (2010), en el que el terapeuta de FAP le dijo a
su cliente que parecía algo amenazante. Sin embargo, es importante destacar que las
CCR1 se abordan en el contexto de la atención y el cuidado del terapeuta por el
cliente, y a partir de una conceptualización de los problemas del cliente en términos
de factores históricos y ambientales, más que como algo “interno” o inherente al
propio cliente. También es importante que el cliente conozca que algunos de los
comportamientos que se tratan dentro de la sesión están relacionados con sus
problemas cotidianos, y que el terapeuta confía en la capacidad del cliente para
mostrar conductas más adaptativas en respuesta a una CCR1 ya observada en sesión.

101
Es mejor abordar las CCR1 cuando el cliente haya experimentado el suficiente
reforzamiento positivo natural y se haya formado una relación terapéutica sólida, y
cuando el terapeuta reciba la autorización del cliente para hacerlo (p.ej., “Hemos
hablado de lo difícil que es para los demás seguirte en lo que hablas cuando te sales
por la tangente. ¿Estaría bien que te interrumpa cuando hagas eso conmigo?”). Si es
posible, es mejor que se aborde o bloquee una CCR1 cuando el cliente haya
manifestado alguna CCR2 como contrapartida. Por ejemplo, un terapeuta puede decir:
“Sabes que en ocasiones realmente has sido capaz de mostrarme tu dolor, ¿qué te está
impidiendo hacerlo ahora mismo?”. El tono de voz y otras señales no verbales (p.ej.,
inclinarse hacia adelante, acercar la silla) también actúan como reforzadores. Por
regla general, las respuestas con un tono compasivo ante las CCR1 pueden resultar
apropiadas, a menos que esta forma de hacerlo no haya surtido efecto en el pasado.
Casi nunca se aconseja castigar una CCR1, excepto en las situaciones más extremas
que estén relacionadas con una conducta de riesgo para la vida. Además, el castigo
conlleva riesgos. Concretamente, es bien sabido que los castigos sin reforzamiento
positivo para una conducta alternativa normalmente disminuyen la conducta no
deseada solo temporalmente. Además, el castigador, en este caso el terapeuta, puede
suscitar miedo y frustración que puede terminar con la evitación o la finalización del
tratamiento. Para profundizar sobre cómo trabajar con la evitación que presenten los
clientes se puede consultar el Capítulo 7 sobre el trascurso de la terapia.

Regirse por los intereses de los clientes y ser


reforzado por sus progresos
Cuidar de los clientes significa regirse por sus intereses y ser reforzado por sus
progresos y éxitos. Las características de un terapeuta reforzando de manera natural
recuerda a lo que Carl Rogers exigía en la terapia centrada en los clientes,
concretamente la autenticidad, la empatía y el cariño. Conocido por su oposición al
“uso del reforzamiento” para controlar a los demás, Rogers no lo empleó nunca a
propósito. Sin embargo, un análisis exhaustivo de sus reacciones con los clientes
(Truax, 1966) indicó que Rogers reaccionaba de distinto modo con determinados tipos
de conductas de los clientes. Su cariño y autenticidad posiblemente se manifestaba
como un interés, una preocupación, un malestar, que suponían castigar de una
manera natural las CCR1 y reforzar las CCR2. De este modo, diríamos que cuando
Roger exigía autenticidad y cariño se refería a un método indirecto de mejorar la
ocurrencia de contingencias de reforzamiento natural.
La relación terapéutica es un poder desigual, por ello es importante que nos
centremos en la cuestión: “¿Qué es lo mejor para mi cliente en este momento y a largo
plazo?”. Mantener esta pregunta como lema durante todo el tratamiento disminuye la
posibilidad de explotar y perjudicar a los clientes, en muchas situaciones que pueden
ser nocivas para ellos, tales como una dependencia enfermiza hacia el terapeuta, la
implicación sexual, o tratamientos interminables en los que ambas partes se sienten
satisfechos por una relación que se parece más a la amistad que a la terapia.

102
Tener los mismos repertorios que los objetivos de los
clientes
Los terapeutas pueden distinguir mejor las CCR1 del cliente y fomentar las CCR2
cuando cuentan en sus repertorios con las mismas conductas objetivo de sus clientes.
Por ejemplo, si un cliente se siente invalidado por algo que el terapeuta ha dicho y se
entristece, es poco probable que un terapeuta, que evite los conflictos y las críticas
adversas, sepa distinguir entre que el cliente se siente ofendido y que esté mostrando
una CCR1 de evitación. Este terapeuta es poco probable que fomente una CCR2 que
implique una discusión abierta sobre lo que acaba de ocurrir entre ellos como forma
de ayudar al cliente a hacer lo mismo en su vida diaria. Del mismo modo, si un
terapeuta desprecia o teme el apego y la dependencia del cliente (p.ej., frecuentes
correos electrónicos al terapeuta, declaraciones sobre sentimientos de preocupación
y temor ante las próximas vacaciones del terapeuta), le será difícil utilizar estos
comportamientos como oportunidades terapéuticas. Un discurso que puede ser de
utilidad incluiría explorar cómo esas conductas de dependencia aparecen también en
sus relaciones actuales, y crear formas más saludables de expresar el apego y la
dependencia, tanto dentro de la relación terapéutica como en sus relaciones
cotidianas.

Hacer coincidir las expectativas personales con los


repertorios actuales de los clientes
El hecho de conocer los repertorios actuales de los clientes permitirá al terapeuta
tener expectativas razonables y adaptarse a los matices de su progreso. Siguiendo el
ejemplo de la cliente que se sentía sumamente dependiente de su terapeuta, no es
práctico esperar que diga alegremente: “Que pase unas buenas vacaciones”, dado que
tenía pensamientos suicidas al pensar que su terapeuta se marchaba. En vez de que su
conducta fuese moldeada paso a paso, que era algo difícil para ella, la labor terapéutica
consistió en adaptar las tareas a lo que era capaz de hacer en cada momento según sus
repertorios: (1) ir al hospital mientras el terapeuta está de vacaciones; (2) citarse con
un terapeuta sustituto mientras mantenía sesiones telefónicas con el terapeuta inicial
que estaba de vacaciones; (3) pedir un objeto de transición (p.ej., un osito de peluche)
al terapeuta y asistir a sesiones con un terapeuta sustituto sin mantener sesiones
telefónicas con el terapeuta inicial; (4) pedir un objeto pequeño al terapeuta que le
permitiese saber que el cliente siempre lo tendría presente; (5) no necesitar contacto
mientras su terapeuta estaba ausente, ya que organizaba numerosas reuniones con sus
amigos. Mientras afrontaba esos retos, las tareas terapéuticas propuestas no le fueron
imposibles a la cliente ya que se produjeron a lo largo de 10 años. Al final, la cliente ya
alcanzó un punto en su terapia en el que contaba con gran apoyo social y acudía a
terapia una vez cada dos meses.
Técnicamente, la estrategia anterior incorpora el principio de moldeamiento por
aproximaciones sucesivas hacia un objetivo conductual deseado, y las CCR1 y las CCR2

103
deberían definirse teniendo en cuenta este moldeamiento in mente. Por ejemplo,
aunque el objetivo final de la cliente anterior hubiese sido no depender del terapeuta,
si se hubiese detectado una falta de dependencia rigurosa como CCR2, el cliente
nunca habría llegado a mostrar ningún tipo de conducta que pudiese haber sido
reforzada. La tarea del terapeuta se centra en identificar las mejorías graduales dentro
de las capacidades del cliente. ¿Qué es una mejora gradual en términos del nivel actual
de funcionamiento del cliente? ¿Cuál sería una mejoría pequeña, pero real, para este
cliente?
La cuestión del moldeamiento plantea una cierta complicación para FAP.
Específicamente, aunque el terapeuta refuerce las CCR2 que sean aproximaciones
sucesivas a la conducta objetivo, estas CCR2 podría no ser reforzadas fuera de la
consulta por los demás. Si es así, las conductas que ocurren en la relación terapéutica
no serán mantenidas por los demás en la vida diaria. Por ejemplo, el primer intento de
conducta asertiva de un cliente muy vergonzoso podría ser reforzado por el terapeuta,
incluso aunque sea torpe y no tenga probabilidades de éxito en el mundo exterior. En
cambio, el primer intento de un cliente por pasar más tiempo con su mujer puede ser
justificado por ella como “solo quieres apartarme de ti”. Deberían discutirse esos
primeros intentos directamente con el cliente. El terapeuta podría explicarle que la
relación terapéutica es una oportunidad para practicar y mejorar las conductas
interpersonales que son importantes, antes de “salir a la calle” con ellas. El terapeuta,
también, podría explicarle que los clínicos probablemente son más sentibles a los
cambios sutiles de la conducta, y que son reforzados por ello, porque su único
propósito en la relación es ayudar al cliente. Las relaciones sociales diarias son más
complicadas, y las relaciones de pareja pueden necesitar tiempo y paciencia antes de
cambiar también. El terapeuta, al ser sensible a los progresos del cliente y ser
reforzado por esas mejoras en el funcionamiento actual del cliente, puede fomentarle
el apreciar también esos pequeños cambios por él mismo, de forma que se conviertan
en algo autorreforzante y permita el paso del tiempo en esas pequeñas mejorías,
incluso en ausencia de respuestas positivas por parte de otras personas.

Amplificar los propios sentimientos para aumentar


así su relevancia
A veces es útil que los terapeutas añadan otras conductas verbales a su reacción
básica para aumentar la eficacia terapéutica. La amplificación puede ayudar a los
clientes a discernir y a ser reforzados por las sutiles manifestaciones de las reacciones
privadas del terapeuta que, de otro modo, podrían pasar desapercibidas. A modo de
ejemplo, consideremos a un cliente masculino que tiene dificultades para establecer
relaciones íntimas y que se ha arriesgado a revelar sentimientos y ser vulnerable
durante la sesión. Su revelación da lugar a reacciones espontáneas del terapeuta, en
su mayoría privadas y sutilmente observables, entre las que se incluyen cierta
predisposición a actuar de forma cariñosa y conductas privadas que corresponden a
“sentirse cercano”. Sin embargo, si la CCR1 del cliente es una falta de sensibilidad a
esas sutilezas, tales reacciones no serán discriminadas por él y tendrán unos efectos

104
débiles como reforzamiento. En este caso, el terapeuta podría describir sus reacciones
privadas diciendo, por ejemplo: ‘’Me siento realmente conmovido por lo que acabas de
decir’’. Sin esta amplificación, las reacciones del terapeuta tendrían poco o ningún
efecto reforzador sobre la CCR2 del cliente. Con esa afirmación, el terapeuta también
puede estar asumiendo cierto riesgo, y podría evocar en el cliente otras CCR
relacionadas con la intimidad.
El siguiente diálogo de un caso es de una sesión de unos seis meses de trabajo de MT
con su cliente SJ, un hombre de 41 años que entró en terapia buscando trabajar los
efectos del abuso físico y emocional que tuvo en su infancia, y también desarrollar
relaciones íntimas en su vida diaria:

Terapeuta: Así que me estás diciendo que, debido a nuestras interacciones, ahora eres consciente de tu impacto en
otras personas, y que eso está aumentando realmente de forma dramática. [MT ha estado reforzando esta
conciencia como CCR2].
Cliente: Sí, mucho. Soy más consciente de cómo interactúo con otras personas. Pero, ¿interactúo de una forma
saludable?, ¿se nota mi necesidad, se nota mi confianza en mí mismo?
T: ¿Te parece saludable la forma en que tú y yo nos relacionamos?
C: Lo único que me viene a la mente, solo voy a decirlo tal cual, es que me ves por como soy. Es como si me
vieras desde un avión. Lo siento, pero esta es la imagen que me viene a la mente. Yo me parezco mucho a
Safeco Field (el estadio de béisbol de Seattle), vale, espera, creo que es un buen ejemplo. El techo del Safeco
Field está cerrado, pero para ti he abierto ese techo retráctil y tú estás en un avión volando por encima. Y
me ves como imagen completa, ves todo el panorama, lo bueno, lo torpe, lo patoso, lo que no se ve, todo.
Pero también ves el centro del campo, ves el dibujo del campo, lo bueno del béisbol. Y tienes unos
binoculares y miras por ellos y ves todo lo bueno, pero también ves las gradas, ves el lado que hay pintado,
ves las gradas reservadas y los palcos. Ves toda la imagen de mí. Y te dices: “Sí, quiero pasar un rato
contigo, mis gafas de sol y mi pequeño helicóptero, puede que incluso aterrice y pase el rato contigo”. Me
aceptas por lo que soy: lo bueno, lo incómodo y lo no tan bueno. Hay como una comodidad y seguridad en
ti, en nuestra dinámica, y así es como me siento. Me siento seguro cuando estoy aquí contigo.
T: SJ, tienes razón. Es realmente una gran metáfora, y me siento realmente conmovida por lo que dices.
[Regla 3. Aunque MT sintió que mostraba signos sutiles de estar conmovida, amplió la expresión de sus
sentimientos con la intención de facilitar el reforzamiento natural y la evocación de los CCR. Regla 2].
C: No voy a quitar importancia a lo que acabo de decir, pero te voy a hacer una pregunta relacionada con
FAP. Se supone que debes representar de alguna manera general el mundo exterior para que yo pueda
interactuar contigo de la misma manera que interactúo en el mundo. ¿Cómo puedo llegar a ese nivel de
seguridad y comodidad, de sentirme bien con otras personas, y que me vean por lo que soy? [SJ está
haciendo una pregunta importante y relevante, pero no está reconociendo la respuesta de MT de sentirse
conmovida. Esta es una CCR1 y se responderá más adelante como veremos después].
T: ¿Esperas algún tipo de respuesta filosófica profunda que vaya a resolver tus problemas?
C: Sí, inmediatamente, justo aquí, en 30 segundos. Boom.
T: Ya sabes la respuesta.
C: Tengo que asumir los riesgos personales. Tengo que salir ahí fuera y comprometerme [CCR3].
T: SJ, el haberlo hecho conmigo aumentas la posibilidad de que seas capaz de hacerlo con otras personas.
Estoy convencida de que podrás hacerlo con otras personas. ¿Crees que ha sido un camino fácil para ti? A
veces has pasado mucho miedo. Te has esforzado mucho por arriesgarte conmigo, y sé que puedes hacer lo
mismo con los demás. [Regla 3, refuerzo natural; Regla 5, facilitar la generalización].
C: Sí.
T: ¿Podemos hablar ahora de lo que ha ocurrido hoy... qué es lo que te ha llamado la atención de hoy? Por
favor, responde brevemente. [MT está impulsando la CCR2 de respuestas sucintas].
C: El empoderamiento silencioso, de hecho, estoy haciendo lo que necesito hacer, que puede no ser tan grande

105
o malo o feo como creo.. Siento que me animas muchísimo.
T: Lo que me llama la atención es que me encantó tu metáfora, me conmovió mucho, y me pregunto si
percibiste lo conmovida que estaba. Y no dejaste un tiempo para comentarlo. Te dije que me sentí
conmovida, empecé a llorar, y tú seguiste hablando. Eso es algo que quiero que observes, especialmente
fuera de aquí, especialmente cuando estás con tu novia, que puedes utilizar tu lenguaje para encargarte de
ello. Solo sé consciente de cuándo ocurre, para dejar más tiempo a la otra persona, para estar en sintonía
con lo que esa persona está sintiendo. ¿Hasta qué punto eras consciente de lo que estaba sucediendo?
[Llamando la atención a las CCR1 de la poca discriminación que ha tenido de las respuestas emocionales
positivas de MT, su falta de reforzamiento para construir intimidad, y la ayuda proporcionada por la
terapeuta CF2].
C: No me había dado cuenta, pero sin embargo eso ha desencadenado recuerdos y cosas parecidas que me han
sucedido en el pasado.
T: ¿Qué es lo que desencadena esas cosas?
C: Cuando me felicitaste la semana pasada, y no lo te respondí, pasé de largo, como Paul en el trabajo...
T: No me des ejemplos ahora, estamos hablando de ti y de mí. [Bloqueando la CCR1 de SJ para evitar la
intimidad, pero dicho con un tono suave].
C: El otro día me hiciste un cumplido y me costó aceptarlo. La semana pasada fue igual. De acuerdo. Me has
felicitado.
T: Antes no podías asimilarlo y has empezado a hacerlo ahora. Estabas hablando de tu conciencia hacia otras
personas y de cómo se ha disparado esa conciencia. Sigue trabajando en eso. Eso también aumenta tu
conexión conmigo y con los demás. [Regla 5, facilitar la generalización].
C: Sí, lo hace. Estar en silencio. Es decir, si alguien dice algo que le ha conmovido o emocionado, estar quieto,
estar en silencio, aceptar lo que ha dicho. Puedo ser así con mi novia.

Regla 4: Observar los efectos potencialmente


reforzadores de la conducta del terapeuta con
relación a las CCR del cliente (ser consciente del
propio impacto)
La Regla 4 destaca la importancia de observar las reacciones del cliente y de que el
terapeuta analice sus efectos sobre él mismo. Por definición, el cliente experimenta
reforzamiento terapéutico solo si su conducta objetivo se ve fortalecida. Por tanto, es
esencial que los terapeutas evalúen el grado en el que sus conductas, a las que
parecían estar reforzando, realmente se ven afectadas por tales reforzadores. Si
observamos más atentamente la función de la propia conducta, el terapeuta puede
ajustar su respuesta según lo que considere necesario para aumentar el potencial del
reforzamiento. En este apartado abordamos numerosas estrategias para presentar la
Regla 4, incluyendo estrategias explícitas (preguntas del terapeuta) e implícitas
(prestar atención).
Naturalmente, la única forma en la que el terapeuta de verdad sabe que una
respuesta a la que se intenta reforzar en realidad ha sido reforzada, es observando los
cambios relacionados con la frecuencia o intensidad de la conducta objetivo. Sin
embargo, el procedimiento de hacer preguntas explícitas puede facilitar indicaciones
sobre esos efectos reforzadores de las respuestas de los terapeutas. Esas preguntas
pueden ser claras y concisas, y a menudo se producen tras una interacción

106
CCR2/Regla 3. Por ejemplo, el terapeuta puede simplemente preguntar: “¿Cómo te
sentiste?” o “¿cómo te sentiste cuando te respondí de aquella forma?”, o “¿piensas que
mi respuesta puede hacer más o menos probable que lo hagas de nuevo?”
El tiempo es un factor a tener en cuenta cuando se realizan estas preguntas. Aunque
deberían seguir tras los intentos del terapeuta por reforzar las CCR, no deberían ser
tan inmediatas. Una interacción CCR2/Regla 3 en FAP puede ser algo muy intenso, por
lo que intentar de forma inmediata “procesar” esta interacción con las preguntas de la
Regla 4 puede interrumpir la interacción natural, y puede representar un evitación
sutil de la intensidad emocional creada con esa situación. Además, un terapeuta debe
ser sensible al final natural de una interacción CCR2, y solo debería seguir Regla 4
cuando la interacción haya llegado a una conclusión natural. Para proceder a la
interacción, por ejemplo, podría esperar a la siguiente sesión.
Poner atención pero sin realizar preguntar explícitas tiene también la misma
importancia. En este caso, por ejemplo, SJ (el cliente descrito anteriormente), le envió
a MT un correo electrónico la tarde anterior a su cita de las 8:30, comentándole el
diagnóstico sobre su enfermedad periodontal grave y haciéndole una pregunta sobre
sus CCR. MT abrió su correo por la noche, pero no respondió porque la cita estaba
establecida para menos de 12 horas después. SJ comenzó así la sesión al día siguiente.

Cliente: ¿Recibiste mi correo electrónico?


Terapeuta: Sí, lo recibí. Sobre tu enfermedad periodontal.
C: Normalmente te limitas a responder, diciendo que lo has recibido o algo parecido, por lo que me pregunto
si no estabas reforzando mi mal comportamiento. [Regla 1: debido a sus problemas de confianza en sí
mismo, MT está pensando que el hecho de que SJ profundice en este tema, independien-temente de que no
le respondiera, es una CCR2].
T: No, estoy agobiada porque voy a irme del país pasado mañana. Tengo montones de correos electrónicos y
me acosté bastante tarde anoche. Me hiciste una pregunta sobre la que no he tenido tiempo de pensar, por
ello te pido disculpas si estaba esperando a que te diese las gracias por el correo. [Regla 3: reforzar la
CCR2].
C: Me sentía muy mal por el correo.
T: Pensé que íbamos a vernos por la mañana y que podríamos hablar sobre ello.
C: Claro, por supuesto, pero…
T: Pero estás diciendo que habría estado bien que te hubiese dicho: “te veré por la mañana”. [Regla 3:
reforzamiento natural de la CCR2 del cliente al tomarse el asunto muy en serio].
C: Sí, si me hubieses dicho que lo habías recibido. No hacía falta algo largo, no una disertación, sino un
agradecimiento, “copia recibida” o algo así. [El cliente está especificando su petición, otra CCR2].
T: Tienes razón, solo me habría supuesto 2 segundos enviar un correo como ese, y no habrías estado dándole
vueltas a si lo había recibido o no [Regla 3: MT está reforzando de nuevo su petición].
(… hacia el final de la sesión).
C: Cuando viajes, si pudieses, no recuerdo el nombre del chocolate… [Ahora se trata de una petición poco común
de un cliente, insinuando que SJ fue reforzado tras su última petición de que MT recibiese su correo. Regla 4:
prestar atención a los efectos reforzadores del terapeuta].
T: ¿Quieres que te traiga una chocolatina? [MT estaba un poco sorprendida, y vio que esta petición podría ser tanto
una CCR٢ y como una CCR١. Le dio una respuesta evasiva porque quería tiempo para pensar en cómo quería
manejar la petición. En última instancia, decidió que quería reforzarle por preguntar, consideraba que era un tacto
disfrazado de mando y que podrían discutirlo en otro momento (probablemente estaba ansioso por la idea de no

107
ver a la terapeuta durante dos semanas), y conseguir de ella ese pequeño artículo era un acto de fortalecimiento de
relación].
T: Tengo que irme.
C: ¿Puedo hacerte una pregunta más? Algunos de los estudios citados en los artículos que he estado leyendo sobre
FAP ya no puedo consultarlos. ¿Tienes copia de ellos en tu disco duro?
[MT consideró que esta petición era una CCR1 en la que el cliente no era consciente de la necesidades de otra
persona, pues la terapeuta ya había indicado que estaba abrumada por su viaje al extranjero, y que había hecho
horas extra en su sesión].
T: [MT no refuerza su petición, pero le da la oportunidad de plantear el tema en otra ocasión].

En la secuencia anterior, siguiendo la Regla 4, MT examinó las peticiones de SJ como


el desarrollo de una CCR2 a una CCR2/1, y de esta a una CCR1. Es como si una vez que
su petición se ha considerado seriamente por la terapeuta, fuese difícil para él “poner
freno” diciendo lo que quería. Este hecho ilustra el proceso de moldeamiento, de
forma que una CCR2 (hacer una petición) puede volverse una CCR1 (hacer una
petición inapropiada o fuera de lugar). De esta forma, surgió una CCR1 diferente, y el
nuevo objetivo CCR2 implicaba para SJ ser más discriminativo y sensible cuando hacía
peticiones o cuando preguntaba (Clase B del FIAT-Q). En el futuro, MT será más
consciente de las preguntas y peticiones de SJ (Regla 1), y planteará el tema de cómo
pide lo que quiere y el impacto que eso produce en ella (Regla 2). Ella le permitirá
saber en qué casos sus peticiones constituyen CCR1, y le reforzará por hacer
peticiones que son CCR2 (Regla 3). Seguir la Regla 4 supondría seguir de cerca la
trayectoria de su conducta de hacer peticiones, de modo que en última instancia SJ
sea discriminativo y sensible sobre en el momento y la forma en la que realiza sus
peticiones. MT también le ayudará a generalizar su conducta (Regla 5) de modo que
facilite un equilibrio entre centrarse en sí mismo frente a centrarse en las
necesidades de los demás, y la forma de recibirlas y aceptarlas, de forma que optimice
la cercanía en sus relaciones cotidianas.
En términos de la Regla 4, también es importante para que los terapeutas se centren
en el papel de los CT1 (problemas conductuales del terapeuta dentro de sesión) y los
CT2 (problemas objetivo de los terapeutas dentro de sesión), ya que el aumento en la
atención sobre uno mismo va de la mano de un aumento de una mayor conciencia del
impacto que uno mismo tiene sobre los clientes. Desde aquí recomendamos que los
terapeutas dediquen un tiempo para realizarse preguntas como las que se proponen a
continuación:

• ¿Qué sueles evitar cuando tratas con tus clientes?


• ¿Cómo influye esa evitación en el trabajo que haces con tus clientes?
• ¿Qué sueles evitar con relación a tu vida? (p.ej., tareas, personas, recuerdos,
necesidades, sentimientos)
• ¿Cómo influyen tus evitaciones en tu vida diaria sobre el trabajo que realizas con
tus clientes?
• ¿Cuáles son los CT2 específicos que querrías desarrollar con cada cliente
basándote en la conceptualización de caso?

108
Regla 5: Proporcionar interpretaciones funcionales e
implementar estrategias de generalización
(Interpretar y generalizar)
Se habla muchísimo durante las sesiones de terapia y esta regla se centra en
identificar ciertos tipos de conversaciones terapéuticas que son importantes para
FAP. Un cliente puede preguntarle al terapeuta: “¿Por qué he hecho eso?” o “¿por qué
me asusta tanto la intimidad?” y esperar que el terapeuta le dé una respuesta. Desde
una perspectiva conductual, la respuesta es solo un una conducta verbal que se refiere
a “dar razones”. Las “razones” de FAP están diseñadas para ayudar a los clientes a
encontrar soluciones a sus problemas, y para ayudar a generalizar el progreso de la
terapia a la vida diaria. Una razón funcional, informada analíticamente, incluye una
historia que explica cómo lo que hizo el cliente fue algo adaptativo. Por ejemplo, ser
abierto e íntimo no es solo algo beneficioso para formar y mantener relaciones de
intimidad, sino que lo hace a uno más vulnerable al castigo. Para un cliente en
concreto, su historia podría incluir una infancia y/o un periodo posterior en el que los
intentos de intimidad fueron castigados. Los clientes que explican su falta de
intimidad, refiriéndose a su historia, están en una mejor posición para asumir riesgos
en el futuro como una forma de comenzar a solventar sus problemas.

Paralelismos entre las conductas en sesión y las


conductas cotidianas
Los “paralelismos fuera-dentro” tienen lugar cuando los eventos de la vida
cotidiana se corresponden con los eventos dentro de sesión, y los “paralelismos
dentro-fuera” se producen cuando los eventos en sesión se corresponden con las
situaciones cotidianas. Estos paralelismos podrían facilitar la generalización de los
beneficios producidos por la relación terapeuta-cliente hacia la vida cotidiana, así
como ayudar a identificar las CCR. Ambas son importantes, y una sesión adecuada de
FAP puede suponer considerables entrelazamientos de los contenidos cotidianos y los
de la sesión, con múltiples paralelismos dentro-fuera y fuera-dentro.
Facilitar la generalización es primordial en FAP, de este modo, por eso ilustraremos
con varios casos este proceso. El primer ejemplo se trata de una interacción entre MT
y su cliente Alicia (descrita en el Capítulo 7) que participó en un tratamiento de 20
sesiones para tratar su depresión y para dejar de fumar. En esta sesión están tratando
un paralelismo dentro-fuera con el que Alicia está luchando, referido a su forma de
alejar a alguien que ha conocido y que sabe que se preocupa por ella.

Terapeuta: Como ya te he dicho en numerosas ocasiones desde que trabajamos juntas que nuestra relación es muy,
muy importante, y que es un microcosmos de tus relaciones exteriores. [Regla 2: evocar CCR. MT planteó
como hipótesis que Alicia canceló sus últimas sesiones por el dolor de espalda, lo que podía ser una CCR1
que enmascaraba la evitación de la cercanía que había aumentado en su relación terapéutica. Regla 1: ser
consciente de la CCR].

109
Cliente: Sí, estaba pensando en eso, y escribí una especie de nota sobre ello en mi registro de sesión. Cuando pienso
en las relaciones que he tenido anteriormente, todos mis novios, me divertía bastante, pero en cuanto se
volvía recíproco y empezaban a gustarme, pensaba “aghh”. Me sentía asfixiada. Me di cuenta de que estaba
haciendo lo mismo con esta relación.
T: ¿Conmigo?
C: Sí. Al principio era la emoción del comienzo, cuando todo es nuevo. Entonces te centraste en mí y pusiste
tu atención en mí, y eso me paralizaba. Y no sé por qué cuando las personas me devuelven la energía que yo
pongo en ellas, entonces me asusto.
T: Las relaciones estrechas, que implican intimidad pueden, ocasionar mucho daño, algo que has
experimentado seguramente en tus relaciones con los hombres. Por lo que tiene sentido que probablemente
quieras ser prudente y alejarte. Esto te da una especie de control sobre la relación, pero también puede
provocar como resultado lo que justamente estás intentando evitar. [Regla 5: una interpretación]. Es muy
importante que puedas decirlo en voz alta, es increíble, porque pensaba que estabas perdiendo el control.
[Regla 3: reforzamiento de su sinceridad]
C: Sí, sentí lo mismo cuando conocí a Jay, y con Terry fue hasta peor. Tú realmente me gustas, pero no
quiero gustarte. Claro que tengo miedo a ser rechazada, y por eso es más intenso ese rechazo.
T: Entonces, ¿qué habría pasado si hubieses dejado que te gustase y te hubieses sentido más cercana a mí?
C: Es una pena, digo el rechazo, que coincide también con la pérdida. Estaría preocupándome por ello todo el
día, temiendo perder a alguien que me gusta. Puede que sea más lenta para las relaciones de lo que
pensaba. Me gusta pensar que hago amigos con facilidad, pero después me doy cuenta de que pierdo el
control cuando empiezo a sentir algo, por lo que hago lo que hago, y más tarde pienso qué pasaría si espero
a ver qué pasa, pero no sé qué hacer durante esa espera.
T: Pienso que la otra persona también tiene que esperar, es como si en cierto modo yo supiese qué estabas
haciendo, tenemos una vinculación mutua, esperaba que hablases de eso, y lo has hecho. ¿Qué otra cosa
podrías haberles dicho a los chicos con los que has estado relacionada?
C: No, porque tenía un miedo atroz a perderlos. Cuando las relaciones llegan a un punto en el que me
importan, tengo una especie de detector psicológico que me hace rechazar a los demás antes de ser
rechazada yo. Si aguanto y me convenzo de que no voy a ser rechazada de un momento a otro, soy capaz de
comprometerme de nuevo con esa persona.
T: ¿Se parece a la relación que llevamos nosotras ahora, entre tú y yo?
C: Sí, claro.
T: ¿Y cómo te sientes al final?
C: Me siento bien, pero es muy raro, ya lo he pasado otras veces. Los cuatro primeros meses y medio estaba
emocionada porque te preocupabas por mí, y ahora he pasado por esta especie de locura.
T: Creo que me precipité haciendo que entraras en esa situación al llamarte cada mañana para ayudarte a
dejar de fumar. Estamos hablando sobre la idea de que ser sinceras en el momento justo en que eso ocurre.
Para mí era importante que estuvieses muy tranquila.
C: Es verdad, y después estaba convencida de que no ibas a dejarme, ni a darme la espalda.
T: Parece que cuando hablas sobre el tema, la presión desaparece. Así que, para ti, decir “Tengo miedo, estoy
agobiada y…”
C: Nunca lo he hecho, excepto aquí.
T: Me siento mucho mejor cuando lo dices. [Amplificando sentimientos].
C: Tengo que anotarlo mentalmente.
T: Es muy importante. No puedo esperar que te metas de lleno en una relación, esperar que surja este asunto,
y después hablar sobre el. No puedo enfatizar lo suficiente hasta qué punto uno conecta con alguien cuando
lo dices. El hecho de que me lo digas, la conversación que mantenemos en este momento, es increíble. [Regla
3: más reforzamiento natural; Regla 5: fomentar un paralelismo dentro-fuera].

110
El segundo ejemplo de caso es Michael, un investigador brillante que padecía una
depresión grave ya que cada vez le era más difícil conseguir subvenciones para pagar
sus proyectos de investigación. Estuvo en terapia con MT de modo discontinuo
durante unos cinco años. En los dos últimos años ha estado evitando de forma general
los estímulos interpersonales de intimidad y ha tenido un desengaño en particular
que dio como resultado la ausencia de deseo sexual. El siguiente fragmento de la
conversación ejemplifica cómo MT reforzó su CCR2 con estímulos sexuales. Fue
entonces cuando se centró en el CF2 de la posible intimidad sexual entre Michael y su
mujer (un paralelismo dentro-fuera).

Terapeuta: Hoy no estás teniendo mucho contacto visual conmigo. ¿Está evitando algo?
Cliente: Sí, puede ser, seguramente por la muerte de tu madre (MT volvió al trabajo tras el funeral de su madre),
quizá estés conteniendo las lágrimas, no deliberadamente, pero puede que estés reteniendo las lágrimas
porque siento que necesitas un momento de descanso.
T: ¿Qué estás ocultando? ¿Qué harías si no estuvieses preocupado por que descansase?
C: Te diría que he visto que te has cortado el pelo, y que me gustó lo que dijiste cuando por primera vez te
regalé algo importante. (El cliente le prometió en la última sesión no suicidarse).
T: Cuéntame algo más.
C: Es… uh… una parte de mí se excitó, y la otra se puso triste. Es una combinación extraña.
T: ¿Excitado sexualmente? [Abordar la excitación sexual de Michael en sesión es algo evocador. MT quiere
provocar la CCR2 para sentir y expresar sentimientos relacionados con la intimidad, incluidos los
sexuales. Hacer esta pregunta suponía provocarle ansiedad, requería valor, y fue un ejemplo de una CT2
por parte de MT].
C: (Asiente con la cabeza).
T: Interesante. ¿Con qué frecuencia experimentas esa combinación de excitación y de tristeza?
C: De vez en cuando.
T: Cuéntame más. Así que te gusta lo que dije, que tu promesa de no suicidarse es uno de los mejores regalos
que he recibido.
C: Ves, no tiene ningún sentido. Sé por qué me siento triste. Siempre me siento así cuando alguien dice cosas
buenas sobre mí. Pero no tengo ni idea de por qué me excitan.
T: ¿Está excitado ahora mismo?
C: Hum…
T: ¿Cómo te sientes?
C: Un poco avergonzado. Pero no puedo estar avergonzado o algo similar, y no contártelo, ¿no? No es un tema
del que suela hablar con la gente.
T: Estamos más allá de lo que podría ser una conversación políticamente correcta. Realmente valoro mucho
que puedas decirme algo así.
C: Creo que mi cuerpo está diciéndome que quiere sexo.
T: ¿Hace mucho tiempo que no sientes eso?
C: Hum…
T: ¿Cómo sientes que tu cuerpo te dice que quiere sexo?
C: Puede ser angustioso.
T: Antes de interpretar eso, cuéntame cómo es esa sensación. ¿Qué te dice tu cuerpo? ¿Cómo sabes que lo que

111
quiere es sexo?
C: Paso mucho tiempo en las tiendas observando chicas jóvenes, admirándolas, incluso a otras más mayores…
T: ¡Eso es fantástico, Michael! ¿Ves a J (su mujer) de un modo distinto? Espero que aún esté dispuesta a
intimar físicamente contigo, ya que la has rechazado en numerosas ocasiones.
C: Sí.
T: ¿Crees que está dispuesta aún?
C: Diría que sí.
T: ¿Qué te hace pensar eso?
C: De vez en cuando le doy un abrazo y le cojo los pechos por detrás.
T: ¿Y qué hace ella cuando le coges los pechos?
C: No me rechaza.
[En general, MT se preocupaba de no poner en peligro la CCR2 relacionada con tener y expresar
sentimientos sexuales diciendo “Me parece bien compartir sentimientos, pero sin tocar”].

Asignación de tareas
En última instancia, FAP es una terapia conductual y el éxito se alcanza cuando el
cliente cambia su conducta en la vida diaria. Por lo tanto, la asignación de tareas
también es importante en la Regla 5. Las mejores tareas asignadas en FAP son cuando
el cliente ha mostrado una CCR2 durante la sesión, y la tarea asignada consiste en que
realice esa conducta mejorada “en la calle”, y la ponga a prueba con otras personas
significativas en su vida. Por ejemplo, el terapeuta podría decirle “Permitirme
ayudarte sin que me apartes por ello ha estado bien, ¿por qué no lo intentas con tu
pareja esta semana si se presenta la oportunidad?”. Las tareas para casa en FAP
implican en muchos casos a otras personas de la vida del cliente, y el terapeuta no
puede garantizar cómo responderán estas personas. Particularmente es un problema
cuando la CCR2 en sesión es una aproximación a la conducta deseada (estas conductas
CCR2 se dan en sesión pero no están preparadas aún para la vida cotidiana, y ha de
discutirse este hecho con el cliente).

El siguiente caso es un ejemplo sobre cómo un cliente de MT era capaz de


concentrarse en sus sentimientos presentes y los que aparecían en sesión, y después
se le pidió que practicase esas conductas específicas relacionadas con los
sentimientos en sus relaciones cotidianas.

Terapeuta: ¿Puedes notar la diferencia cuando te sientes en tu “salsa” (un término utilizado por el cliente para indicar
que se encontraba bien)?
Cliente: Sí, gracias. He practicado con Jennifer lo que hablamos. Ahora puedo sentirlo de forma física. Observé mi
cuerpo, y observé cómo me comportaba en la cita con ella. Intenté no hablar muy rápido, mantener la
cabeza fría. Me concentré en mi plexo solar, y sí, pude sentirlo. Ahora conozco ese sentimiento.
T: Estás muy cambiado. Desprendes una energía distinta cuando estás concentrado.
C: Hum. ¿Puedes sentir esa confianza que tengo?.
T: Así es, puedo sentir esa seguridad que ahora tienes.

112
C: Pues sí. Ya he llegado a un punto en que puedo contarte la diferencia entre esos dos estados de ánimo.
T: Y pienso que todas esas mujeres también responderían.
C: Creo que es parte de ello. Las mujeres que me responden positivamente son las que me responden en
persona, no solo por correo electrónico. Ahora lo noto. Sentía esa concentración, y me ayudaba a retenerla,
en lugar de obsesionarme con las maquinaciones de mi mente.
T: Aprendes de una manera muy rápida. Nos centramos en algo, y justo tiras para adelante tú solo. Es muy
emocionante.
C: Bueno, entre los dos hemos conseguido algo que llevo buscando en una terapia desde hace mucho tiempo.
Las últimas dos veces que estuve en terapia estuve buscando a alguien que me ayudase a averiguar qué me
estaba pasando. Es un testimonio de nuestro trabajo juntos, es una evidencia de tu trabajo como terapeuta,
y una evidencia de FAP. Tú me ayudaste a prestar atención a mi conducta en la consulta, y eso me ayudó a
poner atención en lo que estaba ocurriendo en mí. Esta era la pieza clave de todo esto, que podía hablar
como de un juego que llevaba en mis relaciones, pero hablamos sobre ello aquí, más que centrarnos en algo
que podía hacer fuera de este despacho. En este caso, tenía un sentimiento, un sentimiento fundamental
que estaba encerrado, con el que tenia contacto pero era incapaz de sacar. Así que gracias.
T: Bueno, también es muy emocionante para mí.

Precauciones y cuestiones éticas


FAP intenta crear una experiencia terapéutica profunda e intensa; el grado de
atención, cuidado y prudencia que los terapeutas de FAP invierten en su trabajo debe
ser igualmente profundo e intenso. Los códigos éticos desarrollados para guiar a los
terapeutas en general, tales como las Directrices Éticas de la APA (Asociación de
Psicología Americana, 2002) son importantes y son aplicables también a FAP. Las
características específicas de FAP garantizan que algunas de estas directrices sean
especialmente relevantes.
Los siguientes apartados delimitan varias precauciones en cuanto a diferentes áreas
de posibles preocupaciones éticas y cómo se relacionan con FAP. El resto de las
cuestiones adicionales también son específicas para realizar una práctica competente
con FAP.

Evitar la explotación sexual


La intensidad y la intimidad emocional que a menudo están presentes en las
relaciones de FAP pueden aumentar las posibilidades de que aparezca cierta atracción
sexual. Por lo tanto, los terapeutas de FAP cuentan con las mejores limitaciones
posibles en este área. Como se describe en el código deontológico feminista
(feminista-therapy-institute.org/ethics.htm), los terapeutas no deben explotar a los
clientes sexualmente de una manera abierta, pero también deben ser conscientes de
otras formas de explotación sexual que son más sutiles. Por ejemplo, si un cliente
tiene una CCR1 que consiste en conseguir la aprobación de los demás mediante una
conducta sexualizada, que en cierto modo sea perjudicial para su sentido del yo, los
terapeutas de FAP deben poder identificar esa conducta y no reforzarla.

113
Ser consciente de los sesgos culturales
Todos nosotros hemos sido moldeados por los contextos culturales en los que
hemos vivido. Por tanto, los terapeutas de FAP deben evitar definir las conductas de
los clientes como CCR1 o CCR2 basándose únicamente en expectativas culturales.
Cuando no conocemos nuestros sesgos, podemos reforzar sin darnos cuenta a un
cliente con una conducta que en realidad es una CCR1. Por ejemplo, si el terapeuta
espera que los hombres sean estoicos, este podrá castigar sutilmente la expresión
emocional en un cliente masculino, aunque esta expresión pueda ser realmente una
CCR2 para esa persona.

No continuar un tratamiento que no es beneficioso


La información sobre el tratamiento de FAP no resulta favorable para todos los
clientes. Las investigaciones informan claramente sobre la importancia de la relación
cliente-terapeuta. Estar llevando a cabo una terapia que no funciona muy a menudo
afecta de una manera emocional a los terapeutas, y podría tener como resultado
conductas problemáticas tales como culpar al cliente, distanciarse directa o
indirectamente del cliente, incluso rechazarlo, estar disculpándose continuamente,
ser muy autocrítico, o continuar machaconamente con la terapia sin reconocer que
no hay progresos. A veces, dejar que el cliente decida si quiere seguir con el
tratamiento o no, puede representar una CCR2 importante, y los terapeutas de FAP
deben ser capaces de reforzar esta conducta.

Competencia para llevar a cabo FAP


En la discusión anterior sobre las reglas de FAP ya señalamos los factores que son
importantes para llevar a cabo FAP. En este apartado reiteramos las variables más
significativas para que los propios terapeutas de FAP las desarrollen en sí mismos.
Importancia de conocer a fondo al cliente. Los terapeutas de FAP asumen riesgos,
provocan CCR, y establecen relaciones terapéuticas intensas. Todas estas experiencias
pueden ser beneficiosas para el cliente, pero también pueden ser estresantes, suponer
un reto, e incluso ser perjudiciales para el cliente. Por tanto, el terapeuta debe
proceder con cautela y prestar especial atención a los principios del moldeamiento.
Esto requiere conocer bien al cliente y saber qué conductas del terapeuta fomentarán
ese crecimiento y adaptarse a un nivel en el que el cliente esté preparado, frente a qué
conductas son las que le resultarán abrumadoras o desagradables al cliente, de forma
que incluso le lleven a no vincularse, sufrir angustia e incluso dar por terminada la
terapia. Los terapeutas de FAP deben informar cuidadosamente al cliente sobre la
naturaleza del tratamiento (consultar la sección anterior sobre “Las razones de FAP”),
pero también deben valorar el cambio entre sesión y sesión sobre el foco del
tratamiento, de modo que el cliente también pueda tolerarlo.

Importancia de ser controlado por los reforzadores que son beneficiosos para el cliente.
Desde el punto de vista de FAP, una fuente fundamental de infracciones éticas son
aquellas situaciones en que el terapeuta está controlado por reforzadores que no son

114
beneficiosos para el cliente. Por ejemplo, el terapeuta puede verse reforzado por los
frecuentes elogios y expresiones de gratitud del cliente, conductas que para él
corresponderían a una CCR1. Si el terapeuta no es consciente de este proceso, podría
responder de modo que refuerce y ayude a mantener el problema del cliente. Así, es de
suma importancia que el terapeuta reconozca las áreas donde podría ser vulnerable a
otros reforzadores que no sirvan de ayuda al cliente.

Importancia del autoconocimiento del terapeuta. FAP anima a los terapeutas a asumir
riesgos; pero dichos riesgos que deben llevarse a cabo en un contexto de claridad y
autoconciencia. Los terapeutas expertos de FAP deben tener un alto nivel de
autoconciencia, de franqueza para analizar sus propias motivaciones y reforzadores, y
la habilidad necesaria para identificar y responder a sus propias CT1 de una forma no
defensiva. Aunque este tipo de autoconciencia es importante para todos los
terapeutas, pensamos que es particularmente importante en FAP, ya que el terapeuta
debe asumir riesgos y provocar CCR. Por ejemplo, un terapeuta distante o que carece
de confianza en las relaciones interpersonales, dependerá en gran medida de las
relaciones terapéuticas como una fuente principal de cercanía e intimidad, y sentirse
atraído por FAP como un medio con el que incrementar o justificar esa intimidad. Un
terapeuta de este tipo podría hacer demandas, de una manera sutil o abierta, hacia el
cliente para conseguir mayor intimidad, valiéndose de las reglas de FAP para ello. Es
crucial que los terapeutas de FAP examinen sus propias respuestas y CT1 de una
manera continuada. La consulta y la supervisión a menudo son partes cruciales de esa
exploración.

Importancia de contar con las conductas objetivo del cliente en el propio repertorio. Las
teorías psicodinámicas tradicionales han señalado la importancia del desarrollo de la
autonomía como un signo de salud psicológica, y la importancia de reducir la
dependencia psicológica en la relación terapéutica. De igual forma, las guías éticas se
han centrado en el establecimiento y mantenimiento de cuáles son los límites. Los
humanistas, las terapeutas feministas y otros expertos han destacado la naturaleza
relacional del desarrollo humano, la importancia de que los psicoterapeutas sean
capaces de comprometerse en relaciones genuinas y de cariño profundo con sus
clientes, y no asumir que las personas altamente relacionales sean necesariamente
dependientes. Los terapeutas de FAP deben ser capaces de equilibrar estas
perspectivas, dependiendo de las cuestiones y necesidades del cliente.
Muchos clientes tienen dificultades para aceptar el cuidado y la ayuda del terapeuta,
así como para mostrarse vulnerables, abiertos, cercanos o íntimos con los demás. Con
estos clientes, los terapeutas de FAP necesitan crear un contexto en el que haya
oportunidades para implicarse con el terapeuta con formas nuevas y que supongan
mayor conexión. Un terapeuta que se sienta incómodo en un ambiente de intimidad, y
que no maneje esta limitación, no es probable que evoque la conexión y la intimidad
con su cliente hasta el punto que se sienta en riesgo o en peligro. Es posible que el
cliente no tenga la oportunidad de tratar temas importantes como la intimidad en la
relaciones, o de ser reforzado por CCR2 en este área. De forma similar, un terapeuta
que tenga problemas con la intimidad, la confianza o la vulnerabilidad, interpretará la

115
necesidad de contacto del cliente, así como otras cuestiones personales sobre el
terapeuta o expresiones de apoyo por su parte, como una CCR1 de una amplia clase de
conductas de dependencia o necesidades del cliente. Para algunos clientes este podría
ser el caso, pero es algo claramente problemático si las CT1 del terapeuta le llevan a
asumir erróneamente que la conducta del cliente es una CCR1 cuando no lo es.
En otros casos, los clientes que tengan dificultades para soportar la separación, la
soledad o mostrarse independientes podrían necesitar la ayuda del terapeuta para
evocar y reforzar esas conductas. De nuevo, un terapeuta que tenga problemas con la
distancia, la autonomía o la separación en las relaciones sociales, podría reforzar
inadvertidamente las CCR1 del cliente. El terapeuta podría no reconocer estas
conductas como CCR1, o no crear oportunidades para que las CCR2s se produzcan.
Las habilidades relacionales implican tanto la cercanía como la independencia, son
ejemplos de una amplia gama de conductas que los terapeutas de FAP podrían
fortalecer con el fin de ayudar a los clientes a desarrollar conductas similares. Del
mismo modo que un terapeuta con acrofobia tiene dificultades para llevar a cabo un
tratamiento in-vivo sobre fobia a las alturas, los terapeutas de FAP pueden que sean
más efectivos si pueden implicarse en conductas que ayuden al desarrollo de sus
clientes. Los terapeutas de FAP deben analizar cuidadosamente los tipos de problemas
de los clientes en los que pueden colaborar, considerando sus propias historias,
repertorios conductuales y sus limitaciones habituales en su vida. Se recomienda
encarecidamente que aborden las áreas de sus limitaciones en su propia psicoterapia
y/o en consultas de supervisión.

Conclusión
Para concluir, sería importante destacar que, siempre al servicio del progreso del
cliente, no solo se moldea la conducta del cliente, sino que también nosotros mismos
como terapeutas somos moldeados por nuestros clientes. Como señaló Martin Buber,
“Todos los viajes tienen destinos secretos que el viajero desconoce”. El terapeuta debe
permitirse experimentar cada relación terapéutica como si de un viaje se tratase.
También nos gustaría destacar que las reglas definidas conductualmente y descritas
en este capítulo no son tan rígidas y estrictas tal y como se entiende el término de
“regla”. No se excluye utilizar procedi-mientos de otras terapias, puesto que en
algunos momentos el enfoque desde las reglas de FAP podría llevar a prestar atención
y utilizar cualquier oportunidad terapéutica. Por supuesto, compartimos el punto de
vista de Greben (1981) expresado en estas frases:
La psicoterapia no es un conjunto de reglas elaboradas sobre lo que uno no debe hacer: reglas sobre cuándo
hablar y cuándo no, cómo manejar los descansos, cómo ocuparse de las horas perdidas, y otras más. Se trata de
algo mucho más simple que todo eso. Se basa en el encuentro y el trabajo de dos personas juntas; en el trabajo
sincero y duro. Podría decirse que es una labor realizada con amor. (pág. 455)

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116
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117
Capítulo 5
El yo y la atención plena

Robert J. Kohlenberg, Mavis Tsai, Jonathan W.


Kanter, y Chauncey R. Parker
Pienso luego existo
Rene Descartes

La afirmación de Descartes ha dado lugar a incontables tesis filosóficas, libros y artículos.


En el presente contexto, nuestro interés se centra en el nivel psicológico de ese análisis,
más especí ficamente , en el análisis funcional . Desde esta perspectiva funcional se
pueden hacer varias suposiciones sobre Descartes basándonos en su afirmación .
Primero, parece que el sabía quién era, y que esta experiencia sobre un “yo” pensante era
estable . Así que no esperaríamos que Descartes acudiera a la consulta para descubrir “
quién soy ”, o con quejas de sentirse como un camaleón que cambia su persona
dependiendo de las circunstancias en que las que se encuentre . La afirmación de
Descartes también implica que era muy introspectivo y era consciente de la experiencia
privada de pensar como una actividad o un proceso independiente del contenido de sus
pensamientos . Ello sugeriría que él podría volver atrás sus pasos y observar el origen de
su experiencia . El acto de estar atento al proceso de pensar, sin juzgarlo, entra en la defi
nición de atención plena (mindfulness ), una estrategia cada vez más popular en diversos
tratamientos para los problemas psicológicos (p.ej., Linehan , 1993; Hayes et al., 2004), y
que juega un importante papel en muchos de los casos de FAP.
El objetivo de este capítulo es proporcionar una explicación conductual del yo y de la
atención plena, explicar cómo perder el sentido del yo podría interferir con la atención
plena, y proporcionar algunas sugerencias para moldear las intervenciones que tienen
como objetivo el yo y la atención plena.

Una visión conductual sobre el yo


Podemos comenzar con un simple ejercicio de dos pasos. Primero, justo ahora, mire su
mano durante cinco segundos aproximadamente . Segundo , mire de nuevo su mano
durante unos pocos segundos , pero mientras lo hace, trate de ser consciente de que es
usted quien está mirándola . Si este ejercicio ha funcionado bien, los dos pasos deberían
implicar dos formas diferentes de conciencia . Durante el paso 1, usted estaba
simplemente mirando su mano , notando la mano en sí. Podría haber notado ciertos
cambios y se preguntaría qué queríamos que viese . Esa conciencia implica simples
discriminaciones que todas las criaturas hacen , sea de forma verbal o no . Es una
conciencia pura, automática e inconsciente. El segundo paso, sin embargo,

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incorporaba un tipo adicional de conciencia. No solo era mirar su mano, sino que
usted estaba viendo que era usted quien estaba viendo su mano. Esto es, que usted era
consciente de un “yo” o “algo” o “alguien” que estaba mirando, notando,
preguntándose. También podría haber intentado dar un paso atrás (metafóricamente
hablando) para intentar observarse a sí mismo mirando su mano. La experiencia de un
“alguien” que está observando es lo que el público en general y la mayoría de los
científicos sociales denominan como “el yo”. Deikman (1999) define este yo como un
“yo” con una conciencia permanente y en reposo, sin rasgos y sin cambios, un algo
central que es testigo de todos los eventos, tanto en el exterior como el interior.

La experiencia del yo
En este capítulo, los términos “conciencia”, “auto-conciencia” y “auto-
observación” son intercambiables para referirse a ese segundo tipo de conciencia
descrito en el ejercicio anterior. Skinner sugirió que “… una persona llega a ser
consciente en un sentido diferente cuando una comunidad verbal proporciona
contingencias bajo las cuales esa persona no solo ve un objeto, sino que “ve” que él
está viendo. En este sentido especial, la conciencia es un producto social” (Skinner,
1974, pág. 220). Skinner, pues, enfatizaba la forma en que una historia social en
particular es el requisito para que uno aprenda a ver lo que uno ve. En la medida en
que esta historia es lo habitual en nuestra cultura, es normal que aparezcan elementos
comunes en la descripción de un yo “normal” o “ideal”. Sin embargo, no todo el
mundo desarrolla la idea propuesta de un yo ideal. Esto es, a pesar de ciertas
similaridades, se aprende un sentido del yo que depende de los caprichos de esta
historia de aprendizaje; consecuentemente, la experiencia del yo debiera variar en
gran manera. Conceptualizamos un continuo de nuestra experiencia; por un lado, una
experiencia ideal de continuidad e identidad, un “algo central” que corresponderían
con las descripciones y experiencias de Descartes y Deikman; por otro lado, un
sentido de yo vacío e inestable, que correspondería a las experiencias de aquellos
clientes que afirman “No sé quién soy”, o que informan de múltiples yos.
Nuestra visión conductual es que la experiencia del yo consiste en un “algo central”
que es experimentado, así como el proceso de ser consciente o de percibir este “algo
central”. El análisis funcional de la experiencia del yo, pues, se centra en el estímulo
discriminativo (Ed) con el que uno llega a ser consciente de una identidad como ese
“algo central”. Este foco en el yo como un objeto es congruente con el uso que hacen
los clientes y los psicólogos del yo convencionales. Así, pues, nuestra tarea es
identificar ese algo experiencial que es el yo. Este análisis sigue las líneas de la
discusión de Skinner sobre el yo (1953, 1957), y del análisis funcional de la conducta
verbal al nombrar estímulos (p.ej., balón, coche), lo que se conoce como tactar
(Skinner, 1957; Barnes-Holmes et al., 2000). Esta aproximación se complementa con el
análisis innovador del análisis de conducta contemporáneo de Steven Hayes y sus
colegas (Hayes y Grees, 2000; Hayes y Wilson, 1993). Aunque ponemos el foco en el yo
como un objeto experimentado o percibido, no le damos propiedades como un
organismo (p.ej., los conceptos psicoanalíticos del yo, el ello y el super-ello), para

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utilizarlo después como explicación de los problemas del yo. Por el contrario,
intentamos entender el yo de manera funcional, elaborando la naturaleza de los
contextos interpersonales que influyen en el desarrollo de ese yo, y las condiciones
bajo las que ocurren experiencias “normales” y “problemáticas” del yo.
En un lenguaje no técnico, supongamos que queremos entender la experiencia de
sentir calor de una persona. Podríamos colocar a esa persona en una habitación con la
temperatura controlada, variamos la temperatura, registramos la temperatura del
cuerpo, y encontramos qué temperatura se requiere para que esa persona informe que
tiene calor. Este informe sería un tacto, una respuesta controlada por un estímulo
discriminativo específico de la experiencia de calor. Sin embargo, nuestra
comprensión sería incluso mayor si conociéramos más sobre la experiencia previa
(historia) de esa persona respecto a los ambientes cálidos y fríos. Si hubiese crecido en
un desierto, se requeriría un considerable incremento en la temperatura de la
habitación para que dijera que siente calor, mucho más de la que se necesitaría con
cualquiera que hubiese nacido y crecido en Alaska. Cuanto más sepamos sobre las
variables contextuales e históricas que tienen como resultado un informe individual
de tener calor, más podremos decir que “entendemos” esa experiencia. Esta
aproximación para entender la experiencia de una persona conecta íntimamente con
entender también el estímulo (el objeto) que lleva a ese informe verbal, puesto que se
asume que los factores que afectan a la experiencia privada de uno son los mismos que
afectan al informe verbal de esa experiencia.
Nuestra aproximación a la comprensión de la experiencia del yo corre paralela a la
descrita anteriormente sobre el calor. Tal como podríamos explicar la experiencia de
calor identificando el estímulo y la historia para esa respuesta de “caluroso”,
podríamos explicar también la experiencia del yo, describiendo los estímulos y la
historia que explica las palabras utilizadas por una persona para identificar el yo. La
palabra incluye “yo”, “me”, “nene”, o cualquiera de los nombres como “David” o
“Dolores” (cuando se utilizan para referirse a uno mismo), y “tú” (como también se
refieren de forma errónea algunos niños a sí mismos). Podríamos afirmar que tales
términos son miembros de una misma clase de equivalencias. Como ejemplo
ilustrativo, en la siguiente discusión utilizaremos el “yo” genérico para representar
esta clase. Así, el análisis de “yo” puede verse como un prototipo para el análisis de
otras respuestas verbales asociadas con el yo. Más aún, comprender un “yo” en
particular podría explicar una amplia variedad de experiencias del yo. Así, la
especificación de los estímulos para referirse al “yo” ilumina el “fenómeno” o la
ilusión de ese “algo central” que se experimenta como el yo.

Desarrollo del sentido del yo


Cuando aprenden a hablar, realmente los niños están aprendiendo a tactar, o a
decir los sonidos o palabras evocados por determinados estímulos discriminativos
(Ed). El proceso comienza con el aprendizaje del significado de frases individuales (en
FAP se denominan “unidades funcionales”). Como ejemplo, veamos cómo aprende un
aniño a tactar “manzana”. El padre podría enseñar a su hijo o hija una manzana y al

120
tiempo decir la palabra “manzana”. Como es obvio, el padre (como observador) debe
asegurarse que el objeto que el niño está atendiendo es el objeto al que se está
refiriendo con el término “manzana”. Sin embargo, para un niño pre-verbal resulta
una situación bastante confusa al principio. Considere la miríada de potenciales
estímulos discriminativos que están presentes en ese momento, y que podrían unirse
a la palabra “manzana”. Para el niño, la situación es un revuelto de estímulos
compuesto tanto de estímulos observables públicamente, como los que ocurren al
presentarle la ayuda para decir “manzana”. Para confundirlo aún más, hay una
miríada de estímulos privados (p.ej., sensaciones corporales asociadas con la actividad
neuronal y hormonal) que están disponibles solo para el niño. A pesar de todo, y de
forma sorprendente, el niño aprende a identificar la manzana como estímulo público
entre ese revuelto de estímulos, como el Ed que evoca “manzana”. Naturalmente, para
que esto ocurra los padres (la “comunidad verbal”) han de ser consistentes y utilizar el
reforzamiento contingente para asegurarse de que “manzana” se aplica solo cuando
está presente una manzana, y no es una respuesta apropiada ante otros estímulos
(p.ej., mamá, papá, respuestas corporales, o cualquier otro objeto del entorno). El niño
aprende a decir “manzana” porque fue el único estímulo que se presentó de manera
consistente en varias ocasiones, donde diciendo “manzana” era reforzado. Los
investigadores sobre la conducta verbal sugieren que lo que se aprende en esta etapa
es la conducta de relación verbal bidireccional (p.ej., la palabra “manzana” es
equivalente con el objeto manzana, y viceversa) (Lipken et al., 1993).
Los lingüistas y los psicólogos evolutivos llaman a este periodo en la vida del niño,
entre los seis meses y los dos años, como el “periodo del habla de una palabra”
(Cooley, 1908; Dore, 1985; Fraiberg, 1977; Peters, 1983). En esta primera etapa, incluso
frases con múltiples palabras tales como “ven mami” y “zumo terminado” sirven como
una unidad funcional simple y no deben entenderse como palabras individuales.
Como ejemplo, consideremos el caso de un padre que intenta enseñar la frase “veo
una manzana”, una vez que el niño ya ha aprendido a tactar “manzana”. El padre
intentará que el niño o niña informe de su experiencia privada de “ver una manzana”.
Si el padre tiene éxito, “veo una manzana” puede utilizarse como el informe verbal de
manzanas físicas y manzanas imaginadas, tal como lo puede describir o ser consciente
de su propia experiencia privada de ver una manzana, incluso si no hay un estímulo
público de una manzana en ese momento presente. Para que la frase del niño “veo una
manzana” refleje esto sutilmente, el padre tiene la dificultad añadida de enseñar al
niño a estar bajo control de una actividad privada de ver una manzana cuando lo dice.
Esta tarea es difícil porque el padre no puede decir con seguridad si el niño realmente
está teniendo esa experiencia privada de ver la manzana tal como se pretende. En su
lugar, el padre se basa en los estímulos públicos accesibles para él, incluyendo las
respuestas públicas de orientarse hacia la manzana, volviendo la cabeza, señalando,
abriendo los ojos y manteniendo la mirada hacia la dirección de la manzana. Los
estímulos públicos podrían variar ligeramente dependiendo de la localización de la
manzana, el niño, la luz ambiental, etc. Sin embargo, si el padre tiene éxito, los
estímulos privados asociados con la experiencia privada ganarán control sobre “estoy
viendo una manzana”, puesto que es el único estímulo presente de manera
consistente cada vez que dice “veo una manzana” y recibe reforzamiento.

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Aunque nos hemos tomado ciertas libertades poéticas en la anterior descripción,
suponiendo que el padre intenta enseñar a propósito al niño la diferencia entre el
estímulo público “manzana” y el estímulo privado de ver una manzana, no suele haber
esta pre-conceptualización en las interacciones de los padres con sus hijos. De hecho,
sin embargo, la mayoría de nosotros puede informar que estamos viendo una
manzana imaginaria o teniendo una experiencia visual privada, y esa es la evidencia
de un proceso de aprendizaje anterior. Aunque otros autores podrían disentir de
nuestro punto de vista en este tema, no creemos que hayamos nacido con la habilidad
para ver o informar de imágenes privadas; en su lugar, hemos de agradecer a nuestros
padres o cuidadores que nos hayan enseñado a hacer esto. Esta misma complejidad es
la que se presenta cada vez que nos enseñan a nosotros o a nuestros niños a tactar o
identificar eventos privados tales como sensaciones de hambre, tristeza, felicidad, o
ira.
Kohlenberg y Tsai (1991) proporcionaron una detalla explicación conductual de las
tres etapas del desarrollo del lenguaje que llevan a que el tacto de “yo” emerja como
una unidad funcional separada (págs. 125-168). Estas tres etapas se muestran en la
Figura 5.1.

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Figura 5.1. Las tres etapas del desarrollo de la conducta verbal que llevan a la emergencia de “yo” como
una pequeña unidad funcional, muestran las variaciones en las experiencias de aprendizaje que
finalmente podrían influir en la experiencia del sí-mismo (“yo”). Por ejemplo, las letras en negrita y las
líneas continuas conectan con un “yo x” que está controlado de manera privada, y se combinan con
respuestas controladas públicamente (letras en gris y líneas en gris), que llevan a un tipo de sentido del yo
debilitado.

Como se ilustra en la Figura 5.1, durante la Etapa I el niño aprende unidades


independientes más largas que son la base para unidades intermedias más abstractas
de la Etapa II. Entonces emerge el “yo” en la Etapa III a partir de unidades de longitud
media de la Etapa II. Como un ejemplo que ilustre la variabilidad en la emergencia de
“yo”, los términos en negrita representan la fuerza o el grado del control privado que
puede tener lugar para un individuo determinado. Así, la frase “quiero zumo” ocurre
cuando el niño realmente “quiere zumo” y está experimentando los aspectos privados
de “querer zumo”. En contraste, la frase “quiero un helado” es ayudada por la madre
(que es quien realmente quiere un helado en ese momento). El resultado siguiente es
que en la Etapa II, el “yo quiero” solo está parcialmente bajo control de la

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estimulación privada y parcialmente bajo control de la percepción del niño de lo que
quiere su madre.
La experiencia del “yo” que emerge en la Etapa III puede ser un pensamiento como
experiencia de la “perspectiva” o “lugar” tal como la definía Hayes (1984). Esta
perspectiva es sobre un único estímulo que permanece constante a través de todas las
frases “yo quiero x” y “yo veo x”, de las actividades (querer o ver) y de los objetos (la X
que se quiere o se ve). Hayes et al. (2001) argumentan que es necesaria otra conducta
verbal adicional para completar la experiencia de yo como un perspectiva a
desarrollar. En particular, el niño conforme va creciendo aprende a distinguir el “yo”
de “tú”, el “aquí” de “allí”, el “ahora” del “entonces”. El yo como perspectiva emerge
de esta conducta verbal relacional más compleja. Por ejemplo, a veces el niño puede
estar a una distancia de un metro del padre y otras veces a cinco metros, pero el niño
siempre está “aquí” y no “allí”. Los estímulos privados, tales como “yo, aquí, ahora” y
los que incluyen algunas sensaciones corporales, parece que ganan control. Así, la
respuesta “yo” como una unidad a lo largo del tiempo pasa a estar bajo control de la
perspectiva (el lugar) desde el que provienen otras conductas.
Es crucial reconocer que este lugar desde el que emanan las conductas no es el
cuerpo, aunque la persona observe cosas que ocurren dentro de su cuerpo. “Me he
hecho daño en el dedo”, “me duele la barriga” y otras similares, nos enseñan a
discriminar el “yo” que observa el cuerpo, pero que no es el cuerpo. Sin embargo,
puesto que la perspectiva desde la que ocurren estas observaciones parece estar
localizada detrás de los ojos, el “yo” se experimenta como dentro del cuerpo. Las
actividades bajo control privados (actividades atribuidas al “yo”) se experimentan
como viniendo desde dentro. La experiencia del yo como una continuidad a través del
tiempo (p.ej., el yo de ahora y el yo en tu fiesta de cumpleaños es el mismo, aunque tu
cuerpo sea ahora completamente diferente) se añade a una historia de aprendizaje que
distingue el sentido del yo como algo diferente al cuerpo, pero que emana desde
dentro de ese cuerpo (Hayes et al., 1999). De forma ideal, el yo llega a ser
experimentado como algo relativamente estable, localizado centralmente y continuo,
como un sentido de desarrollo interior.
Nuestra teoría de que el yo se desarrolla como resultado de la adquisición del
lenguaje (y el significado de “yo” emerge desde el significado de muchas frases en las
que está incluido ese “yo”) no es nueva. En 1908, Cooley registró los datos sobre la
adquisición de “yo” conforme el niño aprendía a hablar. Aunque no lo expresó en
términos conductuales, su teoría es muy similar a la nuestra. Cooley concluyó que a la
edad de 26 meses, las frases con “yo” tales como “yo no sé”, “yo quiero…” y “ven a
verme” parecen haberse aprendido como un “todo” (pág. 355), en nuestra terminología
serían unidades funcionales largas. Coole afirmó “Desde aquí se llegó a la idea de “yo”
por un proceso de eliminación, (es decir) el resto de la frase varía pero el pronombre
permanece constantemente asociado con la expresión de lo que se desea, la actitud
del yo” (p. 355). En nuestra terminología, el “yo” emerge como una pequeña unidad
funcional.
Aunque el desarrollo ideal conduce a un alto grado de control de la respuesta “yo”
por parte de estímulos privados (dentro de la piel), el desarrollo más problemático
implica lo contrario: el desarrollo de un grado bajo control del “yo” por estímulos

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privados. En tales situaciones, un determinado número de respuestas “yo x” en la
Etapa II han quedado bajo control público (como aparece en la Figura 5.1). Esto ocurre
generalmente cuando algunos padres y otros cuidadores enseñan inadvertidamente a
los niños a atender sus señales para emitir frases con “yo” a partir solo de estímulos
públicos (la gente o las situaciones fuera de uno mismo), en vez de obtenerlos de los
eventos privados o respuestas que solo el niño pueda acceder.
Tomemos como ejemplo a una niña pequeña, Teresa, en una tienda con su madre.
Teresa dice “yo quiero caramelos”. Su madre, con prisas por terminar la compra, dice
“no, tú no quieres”. Esta afirmación previene que la experiencia privada de Teresa de
“querer” tome control sobre la respuesta “yo quiero”. Si esto ocurre de forma regular
en una amplia variedad de circunstancias, el “yo quiero” quedará cada vez más bajo
control de estímulos públicos solamente. Por ejemplo, la conducta de “yo quiero”
puede verse influenciada fuertemente por la presencia de alguna persona importante
para ella que la mire ansiosa o apurada. Los estímulos discriminativos públicos
tomarán el control sobre si ella realmente desea algo o no, y la experiencia de “querer
algo”, que idealmente debería controlar el informe de Teresa de querer, seguirá
quedándose como ese deseo (si es posible) y finalmente no tendrá control sobre la
conducta pública de Teresa. Este proceso opera sin que Teresa se dé cuenta.
Si ocurren otras afirmaciones invalidantes sobre Teresa, que no sean “yo x”, sus
problemas sobre su experiencia del yo podría llegar a ser mucho más severos. Por
ejemplo, imaginemos que la afirmación “hoy me siento mal” reciba la respuesta
“tonterías, estás perfectamente bien”. O la afirmación “tengo hambre” contestada con
un “no tienes hambre, ¡no es hora de comer todavía!”. Este tipo de interacciones
pueden impregnar la historia de la gente que eventualmente dice que sus acciones no
vienen desde dentro, o que no están haciendo lo que les apetece hacer. Podría parecer
un poco descabellado, pero cuántas veces hemos oído interacciones como estas:
“¿Quieres que salgamos esta noche? - No sé, ¿y tú?”, o “¿Quieres un postre? – Bueno,
no estoy seguro, ¿y tú?”
Aunque frases como las anteriores no son patológicas, ilustran conductas auto-
referidas que al ser dichas (o tactadas) están bajo control público. Hay un continuo de
severidad en los problemas con el yo, dependiendo del grado de control privado de la
unidad funcional “yo”. Aunque hay que tener presente siempre que esta situación no
implica que alguien suprima totalmente sus informes verbales sobre sentimientos o
necesidades. En su lugar, esta sección implica señalar los desarrollos evolutivos de
prestar atención a los propios sentimientos (estímulos privados) y las propias
necesidades (reforzadores), y cómo uno puede ponerlos en primer lugar. Además, hay
que hacer notar que esta discusión no se refiere simplemente a individuos poco
asertivos, estas personas suelen saber lo que prefieren pero son reticentes a expresar
sus deseos. Por el contrario, las personas que están bajo un control público del “yo”
realmente no saben lo que quieren, lo que pueden hacer, lo que sienten, etc., a menos
que descubran lo que eso significa para los deseos o necesidades de otros. Para
condiciones ideales, el “yo” emana desde dentro, y así en casos como los descritos
anteriormente informarán sobre un sentimiento fuerte de vacío, un hueco donde
debería estar el “yo”, y lo que la persona refiere como “yo” realmente está bajo el
control y sujeto a las cambios de otros.

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Kanter et al., (2001) informan sobre el desarrollo de una medida del control público
versus privado en la experiencia del yo (la escala EOSS, Experience of Self Scale). El
EOSS fue administrado a una muestra de estudiantes universitarios y de participantes
diagnosticados con trastorno límite de la personalidad (TLP). Los participantes con
TLP informaron de manera significativa más control público sobre la experiencia del
yo, y las puntuaciones del EOSS correlacionaban también estrechamente con las
medidas de autoestima y de disociación, de forma tal que un mayor control público
predice una autoestima más baja y más disociación. Estos hallazgos proporcionan un
apoyo empírico preliminar sobre la teoría anterior.
También un amplio cuerpo de literatura apoya las premisas básicas de la teoría
conductual del yo, volviendo a los estudios clásicos de Asch (1951) que investigaron la
influencia social sobre los procesos básicos de tipo perceptivo. Además, las primeras
investigaciones sobre el “locus de control” (Rotter, 1966) identificaron que las
personas difieren en el grado en que experimentan sus conductas como controladas
internamente (por ellos mismos) o externamente (por otros). Estas teorías sociales de
la psicología, sin embargo, no ofrecen una explicación sobre cómo el individuo llega a
desarrollar esas diferencias. Por ejemplo, ¿por qué algunas personas responden a la
influencia pública en el experimento de Asch, mientras que otras no lo hacen? Nuestra
teoría actual proporciona una explicación de cómo puede desarrollarse este patrón de
conducta. Los procesos de la vida real, naturalmente, son mucho más complejos y no
son lineales como sugeriría la estructura explicada anteriormente. Sabemos que esa
teoría es un mero esquema de un complejo continuo de fenómenos (para una
descripción más detallada de este proceso, puede consultarse Kohlenberg y Tsai, 1991,
1995).
El sentido del yo, en suma, se desarrolla en compañía del lenguaje. Bajo unas
condiciones ideales, el sentido del yo es interno, una perspectiva estable bajo control
de estímulos privados. Sin embargo, si la tendencia de uno mismo a comportarse de
cierta manera es castigada o invalidada por el ambiente, uno podría percibir que esa
conducta de uno mismo no viene desde dentro. Más aún, en cierto sentido es así
porque siempre (o casi siempre) está determinada por lo que ocurre fuera, si la
tendencia a comportarse está bajo control público. Esta historia de invalidación, que
lleva a un control público del sentido del yo, es un factor importante en el desarrollo
de trastornos del yo en nuestra cultura.

Atención plena
Como introducción a lo que queremos indicar como “atención plena” (mindfulness)
en un contexto terapéutico, consideremos el ejemplo clínico de la siguiente anotación
en el libro de Mindfulness in Psychotherapy (pág. 3-4) de Germer et al. (2005):
Las personas tienen una cosa clara cuando entran en la terapia: quieren sentirse mejor, a menudo tienen
ciertas ideas sobre cómo conseguir este objetivo, aunque la terapia no vaya necesariamente por los caminos
que ellos esperaban. Por ejemplo, una chica joven con trastorno de pánico, podemos llamarla Lina, podría
llamar a un terapeuta para escapar de la confusión emocional de su condición. Lina podría librarse de su
ansiedad, pero como un progreso terapéutico, Lina descubre realmente la libertad en su ansiedad ¿Cómo
ocurre esto? Una fuerte alianza terapéutica podría proporcionar a Lina el coraje y la protección para

126
comenzar a explorar su pánico desde más cerca. Utilizando autorregistros, Lina llega a ser consciente de las
sensaciones de ansiedad en su cuerpo y los pensamientos asociados con ello. Lina aprende a manejar el pánico
hablándose a sí misma sobre ello. Cuando Lina se siente preparada, ella misma experimenta directamente las
sensaciones de ansiedad que disparan sus ataques de pánico y se prueba a sí misma en un centro comercial o
en un avión. Este proceso terapéutico completo requiere que Lina primero se vuelva hacia su ansiedad. Se ha
producido una pequeña astucia compasiva y ha ocurrido el cambio.

Lo que podría resultar sorprendente para algunos lectores es que Germer no


menciona intervenciones terapéuticas tales como sentarse quieta y focalizarse en un
pensamiento, un mantra o en la respiración. A menudo tales técnicas se ofrecen como
una suerte de meditación y se consideran prototípicas de las intervenciones de
atención plena (mindfulness). De hecho, parece que Lina recibió algo en la línea de la
tradicional Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) para el tratamiento del pánico. A
partir del caso de Lina, podemos aquí extraer algunas generalizaciones que son
relevantes sobre la discusión de la atención plena: (1) los pacientes pueden entrar a la
terapia queriendo “deshacerse de” los sentimientos y pensamientos negativos; (2) sin
embargo, el proceso de tratamiento implica facilitar al paciente entrar en contacto y
tener presente los pensamientos y sentimientos negativos que intenta evitar; (3) la
relación terapéutica proporciona un ambiente a salvo y fomenta el coraje necesario
para que el cliente entre en contacto con las situaciones que evocan esos
sentimientos y pensamientos evitados; y (4) “permanecer en el presente” ante una
situaciones provocadoras podría ocurrir bajo el pretexto de estar haciendo lo
contrario: la terapia se presenta al cliente como un medio de quitarse los
sentimientos y pensamientos negativos. Los terapeutas pueden darse cuenta o no de
esta contradicción, e incluso sin saberlo participan en ese proceso de “astucia
compasiva y cambio”. Defendemos que una variedad de técnicas llevan a una mayor
atención plena, permaneciendo en el presente y con mejores resultados. Siendo
consistentes con esta idea, sugerimos que las intervenciones que producen atención
plena, a menudo ocurren de manera natural en todos los tipos de psicoterapia, sea de
manera intencionada o no.

Una visión conductual de la atención plena


Nuestra visión sobre la atención plena (mindfulness) pretende ayudar a los
terapeutas a decidir cómo y cuándo este tipo de intervención podría ser de utilidad.
Las técnicas para incrementar la atención plena del cliente que se sugieren aquí se
pueden integrar fácilmente en la actual TCC, así como en otras modalidades
terapéuticas. Un ejemplo de caso clínico, que presentamos más adelante, ilustra cómo
una intervención TCC se puede ajustar para que de manera natural ocurra la atención
plena, que también ocurre en la mayoría de las terapias. Aunque evitamos definir la
atención plena como una intervención específica, se presenta aquí un procedimiento
particular de meditación basado en la respuesta de relajación de Herbert Benson
(Benson, 1975), y explicamos cómo se puede utilizar de forma consistente con FAP.
No constituye una sorpresa si decimos que la atención plena se considera una
conducta en el contexto de FAP. Es decir, estar atento se considera un tipo de auto-
conciencia que también juega un papel importante en el desarrollo del yo. Siguiendo

127
una aproximación del análisis funcional, nos abstenemos de las descripciones
topográficas de la atención plena, y en cambio examinamos sus efectos o
consecuencias. El foco se centra en aquellos efectos que tienen implicaciones
terapéuticas. Reconocemos plenamente que definir la atención plena por sus efectos
terapéuticos excluye muchas de las nociones comúnmente aceptadas y de las
descripciones topográficas que se han hecho, en particular en contextos tales como
prácticas espirituales o de auto-superación. Para evitar confusiones, nos referiremos
al fenómeno que estamos tratando como “atención plena terapéutica” (therapeutic
mindfulness). Teniendo en cuenta esta limitación, comenzamos por considerar cómo
otros definen la atención plena y cómo intentan extraer las funciones implicadas o los
efectos de su práctica.
Alan Marlatt, uno de los primeros autores cognitivo-conductuales en reconocer el
potencial terapéutico de la atención plena (Malatt y Marques, 1977), ha investigado y
escrito bastante sobre sus aplicaciones clínicas. Recientemente, Witkiewitz y Marlatt
(2005) definían la atención plena como un estado metacognitivo de conciencia sin
juzgar, con el foco en la experiencia directa momento-a-momento de tener
pensamientos, emociones y sensaciones físicas. Desde esta conceptualización, la
atención se centra en la respiración como un referente de la atención, y si uno se
distrae, vuelve la atención a la respiración tan pronto como uno se da cuenta que la
conciencia se ha ido hacia otros eventos cognitivos.
La descripción de Janet Surrey (2005) sobre la atención plena, enfatiza los aspectos
interpersonales de la atención plena mientras se está haciendo psicoterapia
relacional:
“La conexión, sea hacia nuestra propia experiencia o hacia otros, nunca es estática. Es un proceso de
momentos sucesivos que van hacia delante, vuelven atrás, y retornan otra vez. La atención plena cultiva la
conciencia de este movimiento, informado por la intención de volver a la conexión una y otra vez. En la
atención plena, el objeto de nuestra investigación es nuestra conexión con cualquier cosa que surja en la
conciencia.” (pág. 94)

Así, describe el proceso desde la perspectiva del terapeuta y apunta sus efectos
terapéuticos:
“… el terapeuta permanece atento a los cambios momento a momento en sus propias sensaciones,
sentimientos, pensamientos y recuerdos… A través de la relación, el terapeuta ofrece al paciente la posibilidad
de estar emocionalmente presente en el momento junto al terapeuta, quizás estando con sentimientos difíciles
en “más de un momento”, y así mejorando la capacidad del paciente para atender conscientemente a sus
conexiones con su yo. La empatía del terapeuta adapta las ayudas para establecer la verdad del momento
presente, sin inundar o confundir al paciente, con aceptación” (págs. 94-95)

Tanto Marlatt como Surrey describen la atención plena como un tipo de atención o
de conciencia que tiene dos características: (1) no enjuicia, y (2) se focaliza en el aquí y
ahora. Estos elementos se encuentra en casi todas las definiciones de atención plena
(Germen, 2005). Primero, discutiremos el elemento de no enjuiciar en la atención
plena.

No enjuiciar. En consonancia con la relevancia clínica de este análisis, el interés en


“juzgar” se define como un tacto valorativo que está bajo control de una estimulación
aversiva. Por ejemplo, el tacto “malo” indica que un Ed aversivo (p.ej., ser criticado) ha

128
sido contactado. Este Ed aversivo podría ser un pensamiento, un sentimiento, y una
acción realizada por otras personas, u otras ocurrencias en el mundo real. El
repertorio de respuestas evocado por Ed aversivos incluye la evitación, el escape, el
ataque y las acciones relacionadas con controlar o eliminar ese Ed aversivo. Esos
tactos y respuestas a menudo son funcionales; piense en evitar el Ed aversivo de un
coche a toda velocidad por la calle que se dirige hacia donde usted está. Aquí
restringimos nuestro análisis, sin embargo, a aquellas ocasiones en que los juicios
negativos y asociados a ciertos repertorios de respuesta resultan problemáticos para
el cliente. Las implicaciones de no juzgar de manera consciente y terapéutica,
conlleva la ausencia de evitación o de otros intentos de controlar el Ed aversivo,
conocida también como “aceptación”.
Este punto de vista es congruente con la discusión de Hayes et al. (1999) sobre la
aceptación en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), aunque estos autores
enfatizan la evitación experiencial (evitación de Ed aversivos que son pensamientos,
sentimientos y otras experiencias privadas). Desde esta perspectiva, la aceptación
implica tener contacto con las funciones automáticas o directas del estímulo de esa
experiencia, sin actuar para reducir o manipular sus funciones y sin actuar en base a
sus funciones verbales o derivadas (Hayes, 1994). El análisis conductual del lenguaje de
Hayes y sus colegas (Hayes et al., 2001) proporciona un apoyo empírico y elegante para
la comprensión sobre cómo un tacto verbal (p.ej., “malo”) puede llegar a ser aversivo
por sí mismo (a través de equivalencia de estímulos y procesos relacionados) y evocar
la evitación. Su análisis también proporciona un modelo para describir cómo esos
tactos pueden tener otras funciones estimulares que contribuyan a los problemas
clínicos. Los terapeutas de FAP deberían aprender también la teoría e intervención
con ACT.

Focalizar en el aquí y ahora. El foco en el aquí y ahora es el segundo elemento de la


definición de atención plena. Algunos datos sugieren que esa característica (también
referida como “estar presente en el momento”) tiene funciones similares a los de la
aceptación (Brown y Ryan, 2003). Tolle (2004), un autor ampliamente leído, expresa
este sentimiento señalando que “prestar completa atención a cualquier cosa que se
presenta en el momento… implica que se acepta plenamente tal como es, porque no se
puede aprender a atender a algo y al mismo tiempo resistirse a ello” (pág. 56). Así,
aunque el no juzgar y focalizar en el aquí ahora podrían implicar topografías
diferentes según las varias definiciones de atención plena, su función terapéutica
fundamental se define aquí como la reducción de los repertorios problemáticos de
evitación.

Atención plena terapéutica


Definimos funcionalmente la atención plena terapéutica como un tipo de auto-
conciencia que ayuda al cliente a permanecer ante la presencia de Ed aversivos (tales
como pensamientos, sentimientos y eventos negativos) que típicamente evocan
repertorios de evitación. A su vez, esto proporciona una oportunidad para que

129
emerjan conductas nuevas y más adaptativas, y que puedan ser reforzadas. Utilizando
esta definición operacional nos puede ayudar a reducir la considerable confusión en
la literatura sobre atención plena, que resulta del fallo en distinguir una técnica
específica de un proceso psicológico (Hayes y Wilson, 2003).
Las intervenciones dirigidas explícitamente a bloquear el escape o bien otras formas
de bloquear la evitación serán descartadas con seguridad. Más allá de los temas sobre
ética y la alianza terapéutica, tales intervenciones serían casi imposibles de llevar a
cabo puesto que la evitación aún seguiría ocurriendo en el ámbito privado y no estaría
sujeto a un control externo. En lugar de eso, aquí nos centramos en las técnicas para
cambiar las funciones de los estímulos que son aversivos, y que son Ed que
típicamente evocan respuestas de evitación. Por ejemplo, pensemos en una cliente,
Marta, que tiene miedo a la contaminación y evita tocar las manivelas de las puertas.
Las manivelas sirven como un Ed aversivo que evocan tactos de valoración y
repertorios de evitación, impidiéndole tener la oportunidad de que se produzca la
extinción de la ansiedad y que emerja una conducta nueva más adaptativa. Asumamos
que se le pide a Marta que deje de “tratar de deshacerse de sus pensamientos” y en su
lugar, se le anima a observar (p.ej., “vuelve atrás y observa”) su propia actividad de
pensar como un proceso, más que como un contenido.
La observación del acto de pensar como un proceso es una función de la emergencia
de la unidad funcional “yo pienso” (Etapa II), el cliente tactaría la actividad privada de
pensar como una unidad independiente, sin tener en cuenta el contenido de los
pensamientos. Lo mismo se aplicaría a otros “yo x” como conducta de la Etapa II, tales
como “yo siento”, “yo percibo”. Así, Marta podría comenzar a notar (estar pendiente
de) otros eventos cuando está en presencia de la manivela de la puerta. Podría
cambiar momentáneamente su atención y ser consciente del flujo de su respiración, el
sonido de un reloj, el sabor de ajo en su lengua, y otras sensaciones corporales. El
hecho de tener atención plena transforma el Ed aversivo original, en términos de la
Teoría del Marco Relacional (RFT, Relational Frame Theory), se ha producido una
transformación de las funciones discriminativas, reduciendo sus propiedades
aversivas y la evitación que evocaban, y así proporcionar una oportunidad para una
conducta de mayor utilidad.

Implicaciones clínicas de los problemas del yo


En términos generales, los clientes con problemas amplios del yo comienzan el
tratamiento mostrando conductas dentro de la sesión tales como mostrar cautela,
estar demasiado atento e implicado en las opiniones del terapeuta sobre él. No
describen con confianza sus sentimientos, creencias, deseos, lo que le gusta o le
disgusta. Todas estas conductas se considerarían como CCR1, e indican una pérdida de
control sobre la experiencia del yo por parte de los estímulos privados. Si el
tratamiento tiene éxito, las conductas del cliente dentro de la sesión han de llegar a
ser más confidenciales y auténticas, e incluyen las CCR2 de describir libremente sus
pensamientos, sentimientos, deseos y creencias.

130
La descripción de las conductas del cliente según el párrafo anterior podría pasar
como el esfuerzo general de cualquier psicoterapia. Una de las fuentes fundamentales
de las dificultades del cliente es esa pérdida del control privado, y así el tratamiento
de un terapeuta que acepta, responde y fomenta la expresión de sentimientos de
forma natural, puede proporcionar las contingencias para fortalecer ese control
privado. Ese ambiente terapéutico general es el antídoto del ambiente inicial
invalidante en su historia que no reforzaba el control de estímulos privados. Además,
el modelo conductual de FAP proporciona algunas sugerencias específicas para el
tratamiento.

Reforzar el hablar en ausencia de señales externas


específicas
Para los clientes con problemas del yo, la mayoría de sus conductas están bajo un
estricto control de estímulos por parte de otras personas. Parecen estar vigilantes y se
centran intensamente en el terapeuta, buscando los matices de sus expresiones
faciales o sus inflexiones de voz. Aunque a menudo no es obvio al principio, casi todos
estos clientes hablan sobre sí mismos, sobre lo que piensan y lo que sienten,
fuertemente influenciados por los Ed del terapeuta. El procedimiento terapéutico
descrito anteriormente trata de perder ese control, alentando y reforzando el habla
del cliente en ausencia de pistas externas específicas. En otras palabras, el
tratamiento consiste en fortalecer las CCR2 de afirmaciones “yo x” bajo control
privado, que ayudarán posteriormente a la eventual emergencia de un control privado
del “yo”.
Una forma de ayudar a los clientes a establecer un control privado es que el
terapeuta se siente en silencio, con atención plena, estando simplemente presente,
escuchando sin juzgar, más que estructurar cada momento de la sesión con preguntas.
Puede crearse una variante de la tarea psicoanalítica de la libre asociación, para
conseguir que se evoquen CCR2 en forma de respuestas “yo x” bajo control privado.
Resulta problemático utilizar esta estrategia durante las primeras etapas del
tratamiento, puesto que pueden evocar fuertes CCR1 de evitación en el cliente.
Muchos clientes se quejan de los fallos previos de otros tratamientos debido a la
pasividad del terapeuta.
Además, el hecho de seguir rígidamente una regla como el silencio del terapeuta
hace más probable que impida el reforzamiento de las CCR2 que puedan ocurrir. Por
ejemplo, un cliente podría decir “No puedo soportar esto”. Esta sería una respuesta
“yo x” que el terapeuta debería tomar en serio, así reforzaría el control privado de una
afirmación “yo x”. Los terapeutas de FAP utilizan a menudo estrategias de otras
terapias, siempre que traten sobre las funciones para las conductas problemáticas en
la vida del cliente. Sin embargo, es esencial que el terapeuta tenga claro que la
topografía de esta estrategia (p.ej., el silencio del terapeuta) es menos importante que
su función, en este caso evocar afirmaciones privadas de “yo x”.
En las primeras etapas del tratamiento los terapeutas pueden encontrar útil la
atención plena, focalizarse en el momento presente de forma que puedan responder

131
con flexibilidad y de forma apropiada cuando los clientes dan alguna CCR2. Más
adelante en la terapia, cuando los clientes ya hayan progresado, ganando un mayor
control privado de sus respuestas de “yo x”, puede ser de utilidad una mayor pasividad
del terapeuta.
Durante el primer mes de terapia con BJK, Tomás se centraba fundamentalmente en
su tratamiento médico y los fármacos que estaba utilizando para controlar sus
síntomas psicosomáticos. Cuando BJK se centró más, preguntando sobre su estado de
humor o un estado anímico determinado, Tomás llegaba a bloquearse y ponerse
ansioso. Al principio del tratamiento, BJK sugirió una respuesta basada en estímulos
públicos específicos. Por ejemplo, cuando aparecía un síntoma médico grave, que
fuera similar a alguno que había producido la muerte de algún familiar cercano, se le
sugirió a Tomás que era miedo lo que sentía (así se proporcionada un estímulo público
al decir “miedo”). Esto es similar a lo que los padres hacen cuando enseña a sus hijos a
tactar las emociones. Gradualmente, en los meses siguientes, sin embargo, se fue
reduciendo la especificidad de los estímulos. Más que continuar nombrando
sentimientos por parte del terapeuta, le proporcionaba una lista de emociones entre
las que elegir (p.ej., daño, miedo, ira, decepción, irritación o frustración). En otras
palabras, BJK le estaba ayudando a responder basándose en estímulos públicos, pero la
especificidad de los estímulos se había ampliado. Se le aseguró a Tomás que no sería
castigado por escoger cualquier respuesta, tal como se había “aprobado” la respuesta
en el primer caso, y ahora la aprobación era sobre la lista de respuestas emocionales
posibles. La idea general es que la estructura se iba reduciendo progresivamente para
permitir que los estímulos más privados ganasen control sobre su respuesta verbal.

Adaptar las tareas terapéuticas al nivel de control


privado en el repertorio del cliente
Libre asociación no estructurada. Como estrategia general, un terapeuta puede variar
desde una muy pasiva a otra altamente estructurada, esta tarea de libre asociación
(adaptada del psicoanálisis tradicional) puede presentar una forma más o menos
estructurada. En su forma menos estructurada, se dan las siguientes instrucciones de
libre asociación:
Dime cualquier cosa que se te pase por la cabeza, todos los pensamientos, sentimientos e imágenes. Es
importante no censurar nada. Dime cualquier cosa que se te ocurra, incluso si piensas que no es importante,
sin sentido, trivial, embarazosa, o lo que sea.

Se pide al cliente que continúe, sin feedback, e incluso se le puede pedir que se siente
de forma que no esté viendo al terapeuta. Curiosamente, esto es similar a algunos
ejercicios de atención plena, excepto que en vez de permitir que los pensamientos,
sentimientos e imágenes aparezcan y pasar de ellos sin censura solamente en el
mundo privado, se le pide al cliente que los tacte y los nombre en voz alta. En efecto,
esta técnica de “dime cualquier cosa” podría ser un prerrequisito para practicar
atención plena posteriormente en aquellas personas que han perdido el control
privado de la experiencia del yo.

132
Esta tarea requiere hablar al terapeuta con un mínimo de señales externas, dando
tiempo a la posibilidad de que el cliente diga “me siento x” o “veo esta imagen”, bajo
condiciones que favorecen el control de estímulos privados. Los clientes con graves
problemas del yo, probablemente se pongan ansiosos y sean incapaces de realizar esta
tarea porque pierden los estímulos públicos. Esta podría ser una experiencia de
“pérdida del yo” en ausencia de señales externas. Un fenómeno similar ocurre cuando
los terapeutas utilizan las técnicas de relajación o de meditación y se encuentran con
que sus clientes se ponen muy ansiosos cuando la tarea no es muy estructurada. Los
terapeutas de FAP que utilizan la libre asociación, pueden variar este formato clásico
no estructurado dependiendo del nivel de control privado del cliente.

Libre asociación estructurada. Se pueden utilizar también las tareas más


estructuradas para conseguir un incremento en el grado de control privado, tales
como la asociación de palabras o la de completar frases. Una variante más
estructurada de la libre asociación es “la película en tu mente”, donde se les pide a los
clientes que cierren los ojos e imaginen que están sentados en un cine. Primero se les
dice que vean la pantalla en blanco en su imaginación. Cuando comienza la película,
la primera escena que deben ver es la del cliente y el terapeuta sentados en el
despacho en ese momento. A continuación, la película va hacia atrás y se ve al propio
cliente caminando hacia atrás, saliendo de la oficina y volviendo a su coche. Se le pide
que dé al avance rápido, y la película va cada vez más rápida hasta desenfocar las
imágenes. Se le pide al cliente que mire esa imagen difuminada, que la pare de repente
y describa la escena que ve en ese momento. Es fundamental reforzar cualquier
respuesta “yo x” que ocurra, puesto que es muy probable que esté bajo control privado.
De forma similar, se pueden adaptar en FAP una amplia variedad de tareas en
imaginación de la terapia Gestalt, de la psicosíntesis o de la hipnosis.
Una adaptación más estructurada de la libre asociación implica el uso de un
ordenador y un procesador de textos. Se le pide al cliente que escriba algo que cruce
por su mente, sin censura. La ventaja de este método es que el mismo se presta a
moldear el proceso. Al principio, el cliente tiene la opción de borrar todo o una parte
del material escrito, antes que el terapeuta lo revise. Durante la sesión el terapeuta
revisa sin criticar las palabras que van apareciendo en el archivo de texto, de forma
que pueda reforzar el hablar (teclear) en ausencia de estímulos públicos. Con el paso
del tiempo, al cliente se le pide que borre lo menos posible.
En resumen, se pueden realizar cuatro ajustes a las tareas en imaginación o libre
asociación tomadas de otras terapias. Primero, se le deberían presentar al cliente
como tareas que tienen un valor en el proceso terapéutico (p.ej., imaginar y describir
en presencia del terapeuta). De forma ideal, se le debería decir a los clientes que es
una tarea importante por la probabilidad de evocar CCR2 bajo control privado, pero
en palabras coloquiales. Segundo, la tarea debería ser seleccionada o modificada para
variar el grado de control privado que se requiera para adaptar al repertorio del
cliente. Por ejemplo, la tarea de “la película en tu mente” podría comenzar sin
imágenes en la pantalla, o podría tener un límite de tiempo. En tercer lugar, el cliente
debería ser reforzado por hacer afirmaciones de “yo x”. Cuarto, el terapeuta debe
tener en mente que podrían evocarse otras CCR, diferentes a aquellas relacionadas

133
con problemas del yo, lo que proporcionaría otras oportunidades terapéuticas. En
Kohlenberg y Tsai, 1991, págs. 161-164) puede encontrarse un caso ilustrativo de la
explicación clínica de estas tareas de imaginación y libre asociación.

Reforzar tantas afirmaciones “yo x” del cliente como


sea posible
Cuando los clientes tienen problemas del yo, es particularmente importante para
los terapeutas tratar con respeto las diferentes ideas y creencias del cliente. En este
contexto, “respeto” se define como que el terapeuta debería reforzar y fortalecer las
conductas del cliente aunque puedan indicar creencias diferentes. Es especialmente
significativo en el caso que las afirmaciones del cliente de “yo x” difieran de los
sentimientos y sensaciones del terapeuta, pues es precisamente en este tipo de
conductas las que es más probable que estén bajo control privado. De forma ideal, el
terapeuta debería reforzar tantas afirmaciones “yo x” como sea posible.
Como indicábamos antes, si el problema del yo de un cliente está relacionado con la
pérdida de control privado sobre “yo quiero”, es crítico reforzar todas las respuestas
de este tipo que puedan ocurrir. Una señal importante de que el “yo quiero” del
cliente está bajo control privado (como opuesto a control público) es si el terapeuta
tendería a rechazar esa petición. Por ejemplo, una cliente cuyo problema del yo era
que no sabía lo que quería, me pidió que probara la hipnosis para encontrar qué era lo
que ella realmente quería. Mi primera reacción fue negarme a ello y darle las razones
por la que no utilizaba hipnosis. Esta inclinación mía a rechazar su petición señalaba
la posibilidad de que su “yo quiero” estaba bajo control privado, y que su petición era
una CCR2. Al darme cuenta de que eso era algo que ella realmente quería, entonces
acepté a hipnotizarla.
Se aborda una cuestión delicada cuando el cliente, cuyos problemas del yo incluyen
escasas respuestas de “me siento”, y dice “siento que no te importo”. Este comentario
no es inusual y debería tratarse como una CCR2 (asumiendo que no se trata de una
solicitud encubierta de seguridad). La mejor respuesta reforzante debería ser validar la
respuesta del cliente, revisando las interacciones en la terapia que podrían haber
llevado a que se sintiera de esa forma. Por ejemplo, el terapeuta podría estar distraído
o preocupado durante la sesión, o incluso podría estar irritado con el cliente. No es
necesario decir que esta validación del tacto verbal del cliente no excluye la
importancia del énfasis del terapeuta en el cuidado por el cliente en general. Se
pueden encontrar situaciones aún más difíciles cuando el cliente hace afirmaciones
“yo x” que son contraproducentes, autodestructivas, suicidas u homicidas.

Afirmaciones contraproducentes. Las conductas del cliente que conducen a una


evitación a menudo parecen contraproducentes para la terapia. Por ejemplo, supervisé
(MT) un caso en el que el cliente dijo, con lágrimas en los ojos “No quiero hablar sobre
la muerte de mi madre. Es solo un repaso a cosas viejas y no me lleva a nada”. Las
respuestas apropiadas del terapeuta podrían incluir enfatizar que realmente no tiene
que hablar sobre ese tema si no quiere (por parte del terapeuta supone aceptación sin

134
enjuiciar), y explorar posteriormente la situación (al servicio de estar en el presente).
Aquí exponemos tres variantes de tales respuestas:

• Parece que estás a punto de llorar, como si estuvieses realmente herida por
dentro… ¿Cómo te sientes? ¿Tienes miedo de que si seguimos hablando comiences
a llorar? ¿Qué hacían tu padre y tu madre contigo cuando te venían llorar como un
niño?
• ¿Qué quieres decir con “repasar cosas viejas”? ¿Qué paso antes, cuando estabas
hablando sobre la muerte de tu madre?

Me siento en un conflicto porque yo respeto realmente tus sentimientos sobre no


hablar de la muerte de tu madre, pero tampoco querría apoyarte en tu evitación de esa
pena porque pienso que evitándolos estás también evitando tus relaciones personales
en general. ¿Qué crees que sería mejor para tu desarrollo como persona justo ahora:
obligarte a ti mismo a hablar y a sentir esas emociones sobre tu madre, o respetar tus
emociones y dejar de hablar de ello, aunque sepas que eso no es lo que querría hacer?
¿Cómo podríamos respetar tu deseo de no hablar justo ahora, con lo importante que
es desarrollar tu sentido de yo como persona, y también tu deseo de progresar en la
terapia en general sintiendo tus emociones?

Afirmaciones autodestructivas. “Soy una puta y una ramera. Me siento como la escoria
de la tierra. Tengo miedo de volverme esquizofrénica porque mi madre lo era”. Estas
son algunas de las afirmaciones que me (MT) hizo un cliente. Mi reacción inicial fue
asegurar a la cliente que esas afirmaciones no eran verdad, pero se enfadó y se sintió
invalidada por mi respuesta. Ella sabía que la tranquilidad era importante, pero le
impedía describir los sentimientos con los que se ponía en contacto. Gradualmente la
cliente me enseñó a combinar su validación y al tiempo permitirme explorar sus
sentimientos. Por ejemplo, “Definitivamente no eres una ramera, pero háblame de tus
pensamientos y sentimientos sobre ser una ramera, antes de que yo te diga porqué
pienso que no lo eres… La investigación sobre esquizofrenia indica que si no la has
desarrollado por ahora, es poco probable que lo hagas. Pero, tiene que ser aterrador
para ti el tener ese miedo constante. Háblame de ello”.

Afirmaciones suicidas u homicidas. Aunque escuchar el detalle de fantasías suicidas y


homicidas es demasiado aversivo para la mayoría de los terapeutas, no es extraño en
clientes con problemas del yo, que tienen esos sentimientos debido a sus historias que
están repletas de necesidades insatisfechas. Es importante reforzar estas expresiones,
ayudando al cliente a contar su historia hasta que el terapeuta comprenda a fondo por
qué tiene sentido para el cliente el sentirse de esa forma. Más aún, es importante que
el terapeuta prohíba este tipo de acciones, no por mandato sino por ayudar al cliente a
separar sus sentimientos de sus acciones (p.ej., la conexión entre pensar sobre el
suicidio, sentirse suicida y realizar una conducta suicida es un tipo de relación
conducta-conducta, y una no lleva necesariamente a la otra), y para explicar en
profundidad las consecuencias de las acciones suicidas u homicidas. Si este tipo de
afirmaciones son amenazas hechas para buscar más atención del terapeuta, entonces

135
el cliente debería ser confrontado y enseñarle cómo buscar directamente lo que
necesita, sin amenazar con conductas peligrosas.

Implicaciones clínicas y técnicas para promover la


atención plena
Auto-observación o “Ser consciente de lo que se está
viendo”
Volveremos ahora a ponernos nuestras lentes conductuales para entender y utilizar
la atención plena. Anteriormente en este capítulo hicimos una distinción entre dos
tipos de conciencia, ilustrada a través del ejercicio de “ver tu mano” y “ser consciente
de estar viendo tu mano”. Nos referíamos al hecho de “ser consciente de lo que uno
está viendo” como conciencia o auto-observación. La auto-observación de un evento
está bajo control de un Ed diferente que el Ed para ese evento mismo. Así, si un cliente
está ansioso, el Ed aversivo que evoca esa ansiedad (un estado corporal) es diferente
del Ed que controla la auto-observación de esa ansiedad. Típicamente, la ansiedad
crea una evitación y escape problemáticos, mientras que la auto-observación de la
ansiedad como “notar las sensaciones corporales como fenómenos sensoriales”
reduce su control sobre la evitación, y así puede dar lugar a respuestas más
productivas. Hay un cambio en el control del estímulo que proporciona una
oportunidad (referida en la literatura de atención plena como “dar un espacio”) para
que emerjan nuevas conductas o para abrirse a la experiencia. De forma similar, el
pensamiento “soy un estúpido”, una respuesta automática a un Ed aversivo que podría
evocar problemas de evitación, es diferente del control del Ed resultante de la acción
de auto-observar un pensamiento (p.ej., “Estoy teniendo un pensamiento de que soy
un estúpido”). En el último caso, se realza la presencia de una experiencia, se reduce
la evitación, y hay una oportunidad para que ocurra una conducta más efectiva. De
acuerdo con nuestro primer análisis del sentido del yo, hay un solapamiento entre
tener atención plena (teniendo conciencia de estar viendo, sintiendo, etc.) y tener un
sentido estable del yo. Ambos implican el fortalecimiento de un control privado sobre
los repertorios de “yo veo, yo siento, yo x”.
Sostenemos que en la mayoría de las interacciones terapéuticas se fortalece de
manera natural la auto-conciencia por el reforzamiento del terapeuta. Por ejemplo, la
omnipresente insistencia terapéutica en preguntar al cliente por sus sentimientos es
una oportunidad para la auto-observación y para mejorar el control privados de sus
“yo x”. No es una sorpresa que al principio del tratamiento los clientes tengan
dificultades para responder a la pregunta: “¿Qué estás sintiendo ahora?” Con una
ayuda compasiva, ajustada y sentible del terapeuta los clientes son reforzados tanto
por contactar con sus sentimientos privados, como por darse cuenta de que están
haciendo eso (auto-observación y auto-conciencia). De forma similar, la rutina de
registrar los pensamientos utilizada en la TCC pide al cliente que etiquete y califique
sus pensamientos, emociones, e incluso hasta qué punto “se creen” un pensamiento.

136
Todo ello requiere la auto-observación, conciencia de que uno está teniendo un
pensamiento. Como terapeutas ayudamos a los clientes a ser más hábiles en utilizar el
registro de pensamientos, se les ayuda y refuerza para ser más habilidosos en la auto-
observación, inicialmente en presencia del terapeuta. Esta habilidad de auto-
observación, entonces, es más fácil de generalizar a las correspondientes situaciones
de la vida diaria.
Notar (ser consciente de) las sensaciones corporales cuando estamos en presencia
de un Ed aversivo también cambia el Ed de alguna forma y eso ayuda a estar en el
presente. La transferencia a la vida diaria de este “darse cuenta” se mejorará cuando
reforcemos un ambiente terapeuta-cliente interpersonal y evocador (p.ej., pidiendo
asumir riesgos y sinceridad). El entrenamiento en relajación progresiva de tipo
muscular o el “escaneo corporal” fortalecen estas habilidades de observación y hacen
más probable que ocurran cuando el cliente se enfrenta a Ed aversivos. De forma
similar, el hecho de pedir a los clientes que noten y describan las cualidades de los
estímulos visuales y táctiles externos, produce un cambio en el control del Ed (el
estímulo al que están atendiendo). Esta cambio atencional, entonces, puede ayudar a
estar en el presente con la experiencia de un Ed aversivo que evocaría evitación.

Ejercicio de Conciencia/Relajación/Aceptación (CRA)


De manera conjunta con las oportunidades para estar en el presente que ocurren
durante el curso de la terapia, se pueden introducir ejercicios específicos para ayudar
a los clientes a mejorar esa conciencia. El siguiente ejercicio está basado en tres
fuentes: la respuesta de relajación de Herbert Benson (Benson, 1975), un ejercicio de
atención plena del manual de tratamiento de ACT (Woods et al., 2006), y un ejercicio
de condicionamiento respondiente para producir una respuesta rápida auto-inducida
contra la ansiedad. Para mantener el énfasis interpersonal de FAP, el ejercicio CRA se
enseña dentro de la sesión, cuando el impulso y el reforzamiento de la auto-
observación mejoran las posibilidades de transferencia a la vida diaria. Además, este
ejercicio enfatiza la utilidad de las habilidades de conciencia, relajación y aceptación
en presencia de otras personas, en particular durante las situaciones difíciles de tipo
interpersonal. Durante el entrenamiento dentro de la sesión, los terapeutas deberían
estar pendientes y tener cuidado con las reacciones negativas, y preguntar
frecuentemente a los clientes cómo están reaccionando. El terapeuta también debería
permanecer alerta por las CCR que pudiese evocar este ejercicio, y alterar la técnica
para adaptarse a la respuesta del cliente.
Lo siguiente es la justificación para el ejercicio de CRA. Los terapeutas podrían
escoger parafrasear estas razones y enfatizar aquellos temas que crean más relevantes
para sus clientes.

1) Incrementa su habilidad para mantener la experiencia de conciencia momento a


momento, incluso en presencia de otra persona o situaciones evocadoras.
2) Incrementa sus habilidades para notar que tiene pensamientos como un
proceso, y aceptar esos pensamientos y sentimientos sin tratar de evitarlos o

137
cambiarlos.
3) Incrementa su habilidad para observar las sensaciones de su cuerpo y los
estímulos a su alrededor.
4) Proporciona una señal para romper una cadena de respuestas poco productivas,
y situar el escenario para una conducta más productiva, incluso cuando las
situaciones sean difíciles e impliquen otras personas.
5) Proporciona una señal que puede utilizar para afrontar momentá-neamente el
estrés o sentimientos negativos muy fuertes, de forma que pueda permanecer en
esa situación y no evitarla.
6) De acuerdo con Benson (1975), reduce su estrés/excitación diaria acumulada.

Un posible ejemplo, parafraseando esas razones, sería como sigue:


A menudo el ajetreo de la actividad mental y la rutina diaria nos domina, y nos quedamos completamente
atrapados en ella. Olvidamos prestar atención al momento, pararnos y reflexionar en lo que estamos haciendo,
en cuáles son nuestras elecciones. La siguiente práctica de meditación y condicio-namiento de una palabra
clave (explicar el condicionamiento clásico si es necesario) nos permite practicar el observar ese ajetreo de la
actividad mental y nos da una herramienta que nos ayude a ser conscientes de nuestras elecciones, incluso
cuando estamos notando, e interactuando con otras personas. (Basado en Woods et al., 2006, y modificado
para utilizar en FAP).

Las instrucciones para realizar el ejercicio de CRA son las siguientes:

Fase Uno: Emparejar la respiración (exhalar) con la palabra o frase clave


Empiece siempre cada sesión de práctica con este paso. Puede colocarse en
cualquier posición (de pie, sentado o incluso en una posición poco confortable). Puede
estar solo o con otras personas, como está ahora. Seleccione una palabra o frase clave
que utilizará en adelante. Puede ser una palabra bastante neutral o una que tenga
algún significado para usted. Algunos ejemplos son “cielo azul”, “luz de luna”, “canoa”,
“déjalo estar”, o las primeras palabras de una oración familiar. Deberá utilizar la
misma palabra o frase a través de todas las sesiones de práctica diarias.
Con los ojos cerrados, ponga su atención en su respiración. Respire de forma
natural. Después de notar dos o tres respiraciones, diga la palabra o frases clave (p.ej.,
“luz de luna”) a sí mismo cuando exhale el aire.

Fase Dos: Breve escaneo muscular o corporal (un minuto o dos en este paso).
Siéntese en una posición confortable. Cierre los ojos si quiere, no es fundamental
que siga estas instrucciones al pie de la letra. Haga un breve inventario o un escaneo
mental de la tensión muscular en su cuerpo. Esté solo unos diez segundos en cada
área, según el listado que aparece abajo. Mire si nota cualquier tensión muscular. Si
tiene tensión en una zona, trate de relajarla. Si no puede relajarla, no hay problema,
pase a la siguiente área corporal:

Pie, piernas y muslos.


Nalgas y zona pélvica.
Abdomen, estómago y parte baja de la espalda.
Pecho y parte superior de la espalda.
Hombros, brazos y manos.

138
Cuello, espalda y parte superior de la cabeza.
Mandíbula (es perfecto si tiene la boca abierta).
Ojos, cejas y frente.

Fase Tres: Atención Plena / Aceptación


Respire de forma natural, centre su atención en su respiración. Siga el aire
conforme entra por su nariz, atraviesa sus pulmones, se mueve hacia su barriga dentro
y fuera, y cómo vuelve a través de su nariz. Siga las olas de su respiración sin intentar
alterarlas, solo note cómo suceden. Cada vez que exhale el aire diga la palabra o frase
clave a sí mismo (practicar). Asuma una actitud pasiva, sin juzgar, “deje que ocurra”.
No evalúe cómo lo está haciendo. No hay necesidad de “hacer que ocurra”, de “hacerlo
bien” o de ser crítico consigo mismo (ni para seguir estas instrucciones ni cualquier
otra que acuda a su mente). Si nota que ha parado de hacer la práctica, justamente
note la distracción, y vuelva a la respiración o a su palabra clave. Cuando aparezcan
pensamientos distrayentes por su mente, note esos pensamientos que está teniendo y
diga “oh, bien, son solo mis pensamientos”, y vuelva a practicar. Sus pensamientos
distractores pueden ser juicios, bien auto-críticas o críticas de otros, y es probable
que vuelva adelante y atrás entre varias distracciones al hacer este ejercicio.
Permítase sentir la experiencia completa en el momento presente. Esté presente
consigo mismo de manera profunda. Incluso si tiene pensamientos o sentimientos que
no le gustan, no los eche fuera. Adopte una actitud de aceptación y curiosidad hacia
todas las partes de sus experiencias: trate cada experiencia, pensamiento y
sentimiento con suavidad, incluso si son indeseables o distractores. Suavemente esté
presente consigo mismo. Continúe este proceso durante diez a veinte minutos.
Estaría bien poner un reloj o cronómetro. Haga este proceso de atención plena y
aceptación dos veces al día, preferiblemente por la mañana y por la tarde.

Aunque Benson sugiere hacer este ejercicio durante veinte minutos, dos veces al día,
en realidad cualquier práctica es mejor que ninguna. El ejercicio CRA, cuando se
practica dentro de la sesión, es una situación interpersonal que puede potencialmente
evocar CCR. Por ejemplo, puede evocarse una vulnerabilidad interpersonal
considerable y el riesgo puede aumentarse pidiendo a los clientes que cierren sus ojos,
prestar atención a sus sensaciones corporales y relajarse mientras están en presencia
de un terapeuta. Esto es tomar riesgos interpersonales y sinceridad frente a otros en
los problemas diarios de la vida, el ejercicio CRA tiene el potencial de proporcionar
oportunidades terapéuticas para evocar y moldear CCR2. En la misma medida,
también repertorios de atención plena inadecuados (p.ej., debilidad o ausencia de
respuestas “yo veo”) podrían hacer aparecer CCR1.
De forma similar, el ejercicio CRA tiene un componente que se parece a la libre
asociación, en ella se le dan instrucciones al paciente para que deje ocurrir sus
pensamientos, notarlos, y dejarlos pasar dentro y fuera de su consciencia. Esto podría
ser particularmente beneficioso para individuos cuya vulnerabilidad interpersonal
esté basada en un control privado inadecuado de los repertorios “yo x”. Como
discutimos anteriormente, esta tarea podría evocar CCR relacionadas con la toma de
contacto con las propias experiencias privadas, como opuesto a seguir las señales del

139
terapeuta. En este caso, el terapeuta podría observar que el ejercicio CRA evoca
ansiedad y evitación, y podría reestructurar este ejercicio siguiendo las líneas
sugeridas para alterar las instrucciones de la libre asociación tradicional. Otro
beneficio potencial del ejercicio CRA es que el cliente aprende una forma de afrontar
las situaciones que evocan respuestas (corporales) de ansiedad muy fuertes. Cuando
ocurre esto durante la sesión, se ayuda al cliente a cambiar su atención
momentáneamente hacia su respiración y volver entonces su contacto hacia el
terapeuta y el contenido evocado. El foco momentáneo en la respiración proporciona
una alternativa a la evitación completa y puede facilitar la expresión de otras
conductas más productivas. De forma similar, si los pensamientos que ocurren de
manera natural durante el ejercicio CRA en presencia del terapeuta están
relacionados con estímulos aversivos que evocan ansiedad y evitación, entonces el
proceso se parece a la desensibilización. Es decir, los pensamientos pueden
considerarse ítems en la jerarquía que se utiliza junto con la relajación.
Por el contrario, para enfatizar el papel de la relación terapeuta-cliente presentada
anteriormente, raramente se discute (aunque con la excepción de Surrey, 2005) la
naturaleza interpersonal de las intervenciones terapéuticas basadas en atención
plena. Es interesante la puntualización de Fischer (1999) de que las formas basadas en
la meditación tradicional de tipo budista están basadas en la relación entre maestro-
alumno y “no pueden aprenderse de un libro y es imposible hacerlas solo”. Llega a
decir que “para mí, la magia de la relación maestro-alumno reside en la confianza”
(pág. 2).

Ejemplo de caso: exposición y prevención de


respuesta, FAP, y atención plena para un trastorno
obsesivo-compulsivo
El tratamiento empíricamente validado para el trastorno obsesivo-compulsivo
(TOC) es la exposición y prevención de respuesta (EPR). Aunque generalmente el TOC
no se considera como un problema interpersonal, Kohlenberg y Vandenberghe (2007)
subrayaron la existencia de temas interpersonales presentes en los clientes con TOC,
e informaron que utilizaron las relaciones terapeuta-cliente para moldear CCR
relevantes en el tratamiento del TOC. Incluso la aplicación directa de la EPR requiere
una fuerte alianza terapéutica, y un cliente que es capaz de confiar en el terapeuta
como para implicarse en las actividades previamente temidas. En esencial, un
terapeuta EPR suele decir al cliente: “Créeme, si sigues mis instrucciones puedes
manejar esas emociones y pensamientos negativos que permanecen presentes”.
La auto-conciencia, auto-observación o atención plena, como se ha discutido en
este capítulo, juega un importante papel en permanecer presente, y es la esencia de la
EPR. Por tanto, una forma de ver el TOC es que el cliente carece de los repertorios de
auto-observación necesarios. Dada nuestra concepción conductual sobre la auto-
observación, esta ocurre en la medida en que ha sido fortalecida y moldeada por otras

140
personas, los terapeutas pueden reforzar tactos que sirven de base a un yo estable,
evocan y fomentan la auto-conciencia.
En el presente caso como ejemplo, la cliente Juana, de 25 años, fue despedida de su
trabajo como técnica en un laboratorio médico debido a sus conductas excesivas de
comprobación y ansiedad por contaminarse. Aunque Juana tenía una extensa historia
en que otros le aseguraban que sus miedos eran irracionales, ella no confiaba lo
suficiente en esas garantías, ni disponía de un repertorio de auto-observación para
ayudarla a mantenerse presente en situaciones evocadoras de esos temores. En vez de
eso, cuando se enfrentaba a la posibilidad de cometer un error (y ser descubierta por
otros), o llegase a contaminarse con gérmenes, o inadvertidamente hacer que otros
enfermasen, mostraba conductas de comprobación y evitaba el contacto con objetos
que pudiesen estar contaminados.
El tratamiento de Juana implicó fomentar la auto-observación (el fundamento de la
atención plena) y hacer posible el desarrollo de la “confianza” en otros (primero en su
terapeuta RJK), que son fundamentales para la exposición y la prevención de
respuesta. Juana estuvo de acuerdo en que podría ayudarle trabajar en el objetivo de
ser capaz de observase a sí misma teniendo pensamientos y sentimientos, y
diciéndoselos a su terapeuta. Los elementos específicos del tratamientos incluyeron:
(1) recibir ayudas y apoyo dentro de la sesión para volver atrás, notar y describir las
sensaciones corporales, los sentimientos y pensamientos negativos, como una ayuda
para permanecer presente ante los estímulos evocadores; (2) utilizar el ejercicio CRA
para desarrollar una respuesta de afrontamiento que podría utilizarse durante las
situaciones interpersonales (p.ej., en el trabajo), como una forma de reducir los altos
niveles de ansiedad y facilitar la EPR; (3) utilizar FAP para establecer un ambiente
terapéutico a salvo, que facilitase la confianza y el coraje requeridos para hacer el
trabajo de exposición; y (4) generalizar esa confianza con el terapeuta, que permitía
una EPR dentro de la sesión, hacia otras personas en su vida diaria.

Se le explicó a Juana (Regla 5) que su evitación y otras conductas obsesivo-


compulsivas eran reforzadas por la disminución inmediata de la ansiedad. También
estaba contribuyendo al problema el apoyo que ella recibía de su marido y de otras
personas, que reforzaban las conductas de evitación. El objetivo fue que confiase en el
terapeuta y las garantías de otras personas sobre que ella podría manejar sus miedos,
permaneciendo presente en las situaciones evocadoras, y de ese modo estar en
posición para emitir conductas más productivas (p.ej., trabajar en la profesión que
había elegido).
Los problemas de confianza que surgieron inmediatamente y que se trataron a su
vez, incluyeron su creencia de que el terapeuta le tenía en poca estima porque no era
capaz de hacer las actividades de una vida “normal”. Durante el entrenamiento CRA,
se puso ansiosa en cuanto se le pidió notar las sensaciones corporales y relajarse con
los ojos cerrados, puesto que podría ser deprivada de los estímulos públicos
necesarios para su sentido del yo, y también preocupada de que el terapeuta la mirase
con pena o condescendencia.
El contexto de la sesión que se describe a continuación surgió a partir del
descubrimiento de Juana de una toalla sanitaria en el pasillo de su apartamento.

141
Aunque la toalla parecía que estaba lavada, evocaba la ansiedad por la contaminación
y evitaba ese pasillo. Pidió a su marido que tirase la toalla. A partir de la estrecha
relación terapéutica con RKJ, Juana pidió de inmediato a su marido que recogiese la
toalla de la basura y se arriesgó a traerla a la sesión (cerrada en una bolsa de cierre
hermético y una bolsa de plástico adicional), entendiendo que con ello: (1) podría
usarse para la exposición, y (2) proporcionaría una oportunidad para practicar y
aprender a tener conciencia plena permaneciendo presente. En la sesión anterior
según el extracto que se describe a continuación, sin que se le pidiese, Juana abrió la
bolsa de plástico, miró fijamente la bolsa hermética y la toalla, tocó el exterior de la
bolsa, pero no la abrió.
Transcripción del Extracto 1 de la Sesión 6

Terapeuta: Bien, ¿estás preparada para hacer algo con la toalla? [Lo que implica ¿quieres confiar en mí lo suficiente
para seguir adelante con mi insistencia en estar en el momento presente, para practicar la auto-
observación, y estás preparada para tener sentimientos y pensamientos negativos?]
Cliente: Seguro.
T: ¿Qué te parece si abres la bolsa hermética y sacas la bolsa de plástico, y me dices hasta dónde estás
dispuesta a llegar? Intenta en todo momento seguir adelante al tiempo que vas atrás y te ves a ti misma
teniendo pensamientos y sentimientos. [Se le pide a Juana que ayude a estructurar la exposición y que
proporcione una oportunidad para auto-observase mientras permanece presente y comprometida con una
acción].
C: Seguro. [Abre con cautela la bolsa y mira la toalla dentro].
T: Estás mirando dentro [Un intento de enfatizar el papel de observador, o de que se vea a sí misma
mirándose].
C: Sí. Estoy mirando. Parece que hay una mancha ahí.
T: Estás viendo una mancha, ¿no es así? [Enfatizando la actividad de “ver”, como opuesta a si está o no está
presente la mancha].
C: Sí, veo que hay un pelo ahí. Me siento ansiosa. [Una mejora, informa que “me siento…” en vez de “soy
ansiosa”].
T: Perfecto, eso es bueno, estás notando a ti misma sintiendo la ansiedad. [Enfatizando la observación más
que el sentimiento].
Transcripción del Extracto 2 de la Sesión 6

T: Conforme tocas la bolsa, ¿notas si sientes algo en tus manos? [Haciendo notar un sentimiento en la auto-
observación].
C: Sí, lo noto, mis manos se ponen sudorosas de inmediato. Creo que eso contribuye a sentirme sucia. Es pegajosa.
T: Así que estás notando la sudoración. ¿Qué otras sensaciones notas que estás sintiendo ahora mismo? [Fomentando
la auto-observación, un giro en el foco hacia otros estímulos mientras permanecen presentes].
C: Mi respiración la siento con dificultad, mi pecho está como apretado.
T: ¿Dónde sientes la opresión? [Especificando la sensación, añadiendo el control estimular de la localización, así se
fomenta el cambio hacia el control de estímulos y que le permiten mantenerse en contacto con la bolsa de plástico].
C: [Coloca la mano en su pecho]
P: Bien, ahí es donde sientes eso. ¿Notas algo más?
C: Uhm, siento mis ojos húmedos, no como si fuera a llorar, sino como una humedad extra.
T: Bien, vamos a esperar un momento, continua tocando la bolsa, y al mismo tiempo toma un poco de aire, diciéndote
a ti misma “en la playa” [La palabra clave de la cliente durante el ejercicio CRA] cada vez que exhalas el aire.

142
[Anteriormente cuando le ocurría este síntoma en particular en los ojos era cuando sentía alta ansiedad e interfería
con la tarea que tenía que hacer en el laboratorio, así que RKJ fue cuidadoso al utilizar el ejercicio CRA como una
estrategia de afrontamiento; el inconveniente es que ello fortalecía momentáneamente la evitación de esos
sentimientos].
C: ¿Con mis ojos abiertos?
T: Sí, te puedes fijar en la mancha. No va a deshacerse con la ansiedad o con las lágrimas, pero si te da una distracción
durante un momento. [Un intento de validar la importancia fundamental de permanecer presente con esos
sentimientos, incluso aunque el propósito de la respuesta de relajación sea atenuar esa intensidad. También, esto es
un ejemplo de la utilización de atender a una experiencia inmediata de la respiración, como una forma de ayudar
al “proceso de momentos sucesivos de volver adelante y hacia atrás” (Surrey, 2005)].
C: Bien [hace dos respiraciones].
T: Ahora fíjate en lo que estás haciendo con la bolsa. [Enfatizando el cambio momentáneo de atención para permanecer
en el momento presente y continuar con la tarea entre manos, la exposición].
C: Bien. Creo que debería tocarla y sacarla de la bolsa hermética al menos.
T: Estás siendo valiente, y lo estás haciendo muy bien.
C: Creo que hasta aquí es lo más lejos que llegamos la semana pasada. Siento que no puedo tocar dentro de la bolsa.
Siento como que se ha ensuciado aquí [indicando la parte superior de la bolsa].
T: ¿Te has fijado en las sensaciones que has tenido en tus dedos? ¿En algún sitio más?
C: No sé, creo que me he tocado también en la manga. No quiero hacer eso, ¿puedes ayudarme? [CCR2 demandando
ayuda para permanecer en el presente en vez de apoyo para la evitación].
T: Creo que es importante que permanezcas haciendo lo que haces. Estoy viendo la intensidad de sus emocionales y lo
difícil que está siendo para ti. No puedo parar esos sentimientos pero estoy contigo en esto. [Enfatizando la
confianza y el cuidado que se establece en la relación entre terapeuta y cliente], y saldrás de esta. [Reforzando su
búsqueda de ayuda sin apoyo a la evitación].
C: [Abriendo la bolsa hermética] ¡Aaahg! Bien, ya está.
D: ¿Te diste cuenta de la respuesta negativa tan fuerte que tuviste? Incluso aunque la tenías seguiste adelante con la
extracción de la bolsa. Bien, ¿por qué no la sostienes por un momento y la miras? ¿Qué ves?
C: No es demasiado blanca, y hay una pequeña mancha. O quizás sea una pequeña flor que se ha quedado trabada en el
algodón. Sí, ahora me parece que puede ser crujiente, y no quiero tocarla, por supuesto.
T: Así que tienes el pensamiento de que es crujiente. ¿Puedes volver atrás, y verte a ti misma viéndote tener el
pensamiento de “crujiente”? [Practicando verse a sí misma mirando]
C: Bien, me siento mejor al hacer eso.
T: Si tocas ahí, ¿qué podría pasar?
C: Se me pegaría a los dedos, y entonces mi dedo estaría manchado, sucio (risas).
T: Eres capaz de reírte de tus propios pensamientos negativos. Por tanto, eres consciente de que son solo cosas que
estás pensando.
C: [Juana levanta sus manos y la toalla para que yo la vea, y sonríe]. ¿Ves lo que estoy haciendo? Tuve cuidado con
que mis mangas estuvieran alejadas, pero ahora la estoy tocando. [Reconoce el apoyo interpersonal por permanecer
presente y por auto-observarse].
T: Bien, lo que has hecho aquí va más allá de lo que la mayoría de la gente querría hacer cuando se les obliga a tocar
una toalla sanitaria usada, incluso aunque haya sido lavaba. Y aquí estás, una cliente con TOC que es consciente de
todos esos pensamientos y sentimientos, y aun así has confiado en mí lo suficiente como para tocarla y manejarla.
C: ¡Wow, sí!. Pero ahora comienzo a sentirme ansiosa y me gustaría salir corriendo de aquí.
T: Fíjate en ese sentimiento de querer salir corriendo, pero no estás saliendo de aquí, estás sentada aquí conmigo y con
tus sentimientos (y con la toalla).
C: Sí.

143
T: Creo que lo estás haciendo perfecto, porque no estás tratando de evitar esos sentimientos. Justamente has
aprendido anotarlos, pararte, mirarlos, y hablarme de ellos. Y parece que te va bien al hacerlo.
C: Sí, así es. Creo que preferiría estar haciendo otras cosas, pero estoy bien.
T: ¿Estás dispuesta a probar algo más de este tipo de ejercicio [Siendo consciente de sus pensamientos, sentimientos,
sensaciones, y permaneciendo presente] y aceptar la ayuda de tu marido?

En la evaluación de Juana en la sesión anterior (a partir de su cuestionario puente


de sesión, ver Anexo D), dijo “toqué la toalla por todas las partes de mi ropa, nunca
pensé que sería capaz de hacer esto”. Informó que los puntos importantes de la
semana fueron aceptar el apoyo de su marido, y confiar en su seguridad de que ella no
se contaminaría, poder permanecer presente mientras toca la toalla, y no pedirle a su
marido que la ayudara a evitar situaciones parecidas.

Conclusión
Ser consciente implica prestar atención a la actividad privada implicada en
conductas tales como ver, sentir, pensar y escuchar. La atención plena terapéutica
ocurre cuando estar atentos altera el control estimular de aquellos eventos que
evocan conductas disfuncionales y crea oportunidades para el desarrollo de
respuestas más productivas. En FAP, la atención del cliente es cultivada y moldeada en
el contexto de la relación terapeuta-cliente. La atención plena del terapeuta también
es importante (CT2, conducta objetivo del terapeuta). Más aún, el consejo más
importante para practicar FAP es la atención (Regla 1). Como comentaba Kohlenberg
(2004): “Mi trabajo como terapeuta de FAP es permanecer en el momento presente, de
forma que pueda ser sensible a las necesidades del cliente y estar atento a mis propias
reacciones, de forma que pueda facilitar las CCR2 y no fortalecer las CCR1”.
El ser consciente de estas actividades privadas (auto-conciencia) ocurre cuando las
actividades privadas en sí mismas adquieren propiedades discriminativas, y así
funcionan para evocar tactos sobre ellas. Lo que supone que los clientes con un
control privado inadecuado del “yo” tendrán dificultad para adquirir repertorios de
atención plena. El tratamiento, en tales casos, debería comenzar poniendo un énfasis
especial en desarrollar un control privado del “yo x”.
Se diseñó con una base conductual esta visión interpersonal sobre el yo y la
atención plena para ser congruente con el énfasis de FAP sobre el desarrollo y
utilización de la relación terapeuta-cliente. Cuando el sentido del yo es estable, uno
es capaz de estar en el momento presente, y también incrementar la conexión no solo
con uno mismo, sino también con otras personas.

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146
Capítulo 6

Intimidad

Robert J. Kohlenberg, Barbara Kohlenberg y Mavis


Tsai

La intimidad es el estado de estar en cercanía [inter]personal con alguien, definida como


“los pensamientos o sentimientos más personales que proceden de, tienen que ver, o
afectan a lo más íntimo de uno mismo : estrechamente personal ” (Oxford English
Dictionary , 1989 ). Nuestra interpretación de esta definición es que la intimidad es un
repertorio interpersonal que implica la revelación de los pensamientos o sentimientos
más íntimos de uno mismo, que resulta en una sensación de conexión, apego y estrecha
relación con otra persona . Explicaremos esta definición a lo largo de este capítulo ,
haciendo referencia a los temas o características derivadas de nuestra experiencia
clínica y de la literatura relevante sobre el tema.
Junto con el intercambio interpersonal , la noción de “conexión interpersonal ” se
incorpora a la definición de Laurenceau et al., (2004 ), según la cual “la intimidad se
conceptualiza mejor como una sensación personal y subjetiva (a menudo momentánea )
de estar conectado como resultado de un relación interpersonal , un proceso
transaccional que consiste en la revelación de uno mismo y la receptividad del otro” (pág.
62). Popovic (2005 ) da una definición similar al anotar que “el nombre de ‘intimidad ’
deriva del término latino ‘intimus’ que significa ‘más adentro’ y que se refiere a compartir
nuestro interior más profundo con otros . Su ‘sentido central ’ tiene que ver con la
familiaridad o la amistad ” (pág. 31). Por su parte, Kovacs (1965) también afirma el riesgo
inherentemente personal , y la relevancia terapéutica asociada con la intimidad : “Gran
parte de lo que hacemos como terapeutas puede concebirse como intentos de participar
e influenciar en las luchas y conflictos de nuestros pacientes respecto a la intimidad ”, y
además “la intimidad es algo que parece aterrorizarnos ” (pág . 99 ). Además Kovas
también afirma que “las partes de una relación de intimidad están interesadas y obtienen
placer (teñido de cierta ansiedad , sin duda) del hecho de exponerse progresivamente el
uno al otro”.
Desmenuzamos lo anterior en tres temas fundamentales . En primer lugar , los
problemas de intimidad son clínicamente importantes . Es decir, son significativos para
muchas personas que acuden a psicoterapia , y son atendidos cuidadosamente por esos
terapeutas . En segundo lugar, la intimidad implica una exposición o revelación mutua
del yo (expresar pensamientos y sentimientos ), lo que puede llegar a ser difícil e incluso
aterrador. En tercer lugar, la intimidad implica adherirse o conectarse emocionalmente
con los demás . Exploraremos cada una de estas ideas con más detalle . Pero antes , sin
embargo, describiremos la perspectiva analítica conductual muy concisa que describen
Cordova y Scott (2001), puesto que su trabajo proporciona

147
una base importante para nuestra aproximación conductual para entender la
intimidad.
Cordova y Scott definen la intimidad como un proceso que implica dos etapas.
Primero, un individuo emite una conducta vulnerable que podría recibir castigo
interpersonal. Después, la otra persona responde de tal forma que refuerza esa
conducta interpersonal vulnerable. Los autores señalan que las expresiones de
tristeza, amor y dolor tienen algo en común con hacer el amor, cuidar amorosamente
a un niño, y ser totalmente honesto y abierto con la pareja o con un amigo íntimo.
Cada expresión de intimidad se caracteriza por el riesgo, es decir, la posibilidad de ser
censurado o castigado por otra persona. Naturalmente, cada uno de nosotros tenemos
diferentes historias con este tipo de conductas de intimidad. Los extremos están
representados por aquellos de nosotros que tenemos extensas historias sobre abuso y
rechazo, frente a aquellos suficientemente afortunados como para haber estado
expuestos a situaciones de amor y aceptación incondicional. La vulnerabilidad
interpersonal ocurre cuando una persona actúa de tal forma que su conducta fue
castigada en el pasado, y sin embargo, emite esa conducta a pesar del posible castigo.
Así, cuando la vulnerabilidad interpersonal es reforzada, esos eventos recíprocos son
los procesos centrales en los que se basa la intimidad. Pasemos ahora a esos tres
temas sobre intimidad identificados anteriormente.

La intimidad es importante clínicamente


La interacción cercana en estrecha relación con otros (o la falta de ella) influye en el
desarrollo de (todos) los procesos de relación interpersonal (Gable y Reis, 2006). Estos
procesos, a su vez, están implicados en la aparición, mantenimiento y/o recaída de la
mayoría de los trastornos clínicos (Pielage et al., 2005; Van Orden et al., 2005), y
también los problemas de apoyo y de intimidad interpersonal están relacionados con
el abuso de sustancias (Thorberg y Lyvers, 2006). Se ha publicado que una relación
íntima y satisfactoria es la fuente más importante de felicidad y bienestar (Russell y
Wells, 1994); por el contrario, estar en una relación angustiosa constituye un factor de
riesgo importante para desarrollar una psicopatología (Burman y Margolin, 1992). Es
bien sabido que los traumas de la primera infancia, en particular los abusos físicos o
sexuales de algún cuidador de confianza, pueden provocar importantes dificultades
interpersonales (Kohlenberg et al., 2006). En su artículo fundacional, McAdams (1982)
describía la intimidad como una motivación social fundamental. Señalaba que los
beneficios y las virtudes de la calidez y la cercanía han sido reconocidos desde hace
mucho tiempo, así como el hecho de que los individuos se diferencian profundamente
en su habilidad para tales relaciones. Elaboró, además, la teoría de que la intimidad
puede mejorar el crecimiento psicológico de las personas, y puede proporcionar una
experiencia profundamente terapéutica en momentos de angustia. En el ámbito de la
salud física, Prager (1995) informaba que la falta de relaciones de intimidad estaba
asociada a un aumento de las tasas de mortalidad, enfermedades mentales y físicas, y
también síntomas relacionados con el estrés y los accidentes.

148
El apoyo social es un proceso interpersonal clave que está relacionado con la
prevención y la recuperación de casi todas las formas psicopatológicas, y es también
una parte integral de las relaciones de intimidad. Hay dos tipos de respuestas en los
clientes que pueden “estropear” los efectos positivos del apoyo social. Una de ellas es
que el cliente bloquee y no acepte el apoyo interpersonal que se le ofrece. Coyne (1976)
afirmaba que los individuos deprimidos, por ejemplo, interactúan de manera que
rechazan el apoyo que se les ofrece. En particular, dudan de la sinceridad de la
atención y feedback que les ofrecen los demás. Una segunda respuesta es la de
desanimar a los demás para que no den ese apoyo, y cuando a pesar de ello lo hacen,
tienden a reaccionar de forma frustrante o irritante. La intimidad se ve malograda
cuando ese ofrecimiento de apoyo social supone una conducta de vulnerabilidad
interpersonal y es castigada por el que la recibe.
Desde la perspectiva de FAP, este mismo proceso ocurre cuando durante la
interacción terapéutica el cliente no acepta el cuidado, la preocupación o el amor
terapéutico ofrecido por el terapeuta. Con frecuencia, los clientes podrían expresar
incluso sus dudas directamente, dudando de la sinceridad o la autenticidad de esas
expresiones, sugiriendo que el terapeuta lo hace porque se le paga para ello. Esta es la
dinámica (la intimidad malograda) que constituye el eje central de la teoría sobre
depresión de Coyne (1976). Las expresiones de cariño del terapeuta podrían incluso ser
una CT2 (conducta objetivo del terapeuta), en particular si el terapeuta emite
conductas con las que se siente vulnerable interpersonalmente frente al cliente.

La intimidad implica expresar emociones y


sentimientos que suponen dificultad y riesgo
Siguiendo la formulación de Cordova y Scott (2001), el compartir pensamientos y
sentimientos llega a ser un evento íntimo cuando esos comportamientos han sido
castigados en el pasado. En otras palabras, en una situación en la que se ofrece una
invitación a realizar autorrevelaciones, existe un riesgo de que esas relevaciones
puedan ser castigadas, si ha sido así en ocasiones anteriores. Así, una invitación a
realizar una autorrevelación podría, de hecho, ser un estímulo aversivo que evoque
tendencias a escapar, evitar o bien atacar. Dada esta historia, la conducta de abrirse
uno mismo podría ser difícil, incluso aterradora. En una relación adecuada,
naturalmente, la conducta interpersonal vulnerable se busca, se promueve y se
refuerza, y con ello se produce intimidad. Una de esas relaciones es la que se busca en
FAP, en las que el terapeuta crea activamente un entorno donde pueda construirse,
moldearse y reforzarse la conducta de intimidad.
Es importante señalar que la relación terapéutica, por supuesto, no es perfecta. Es
decir, hay ciertos límites ante los que los clientes pueden reaccionar con conductas
clínicamente relevantes, tales como los límites temporales de la sesión, no poder ver
al terapeuta fuera de la sesión, etc. De hecho, hay un desequilibro de poder en la
psicoterapia, puesto que el cliente revela más información que el terapeuta. Más aún,
el terapeuta puede inadvertidamente castigar en algún momento las
autorrevelaciones íntimas del cliente. Por ejemplo, el terapeuta podría olvidar algo

149
importante sobre el cliente, lo que podría hacer que esa autorrevelación se vea
castigada e invalidada. O bien el terapeuta podría simplemente no prestar gran
atención a una autorrevelación, perdiendo así la oportunidad de comportarse de una
manera reforzante.
Aún así, mantenemos que estas imperfecciones realmente añaden efectividad a la
sesión psicoterapéutica, al proporcionar oportunidades (evocando CCR) a nuestros
clientes para aprender habilidades de intimidad. Es decir, es ilusorio creer que
cualquier interacción humana puede ser “perfecta”, y que proporcionar un lugar
seguro para interacciones íntimas siempre dé lugar a fomentar y mantener esas
autorrevelaciones. Por este motivo, las conductas de intimidad deben producirse
cuando se ha realizado una evaluación razonable sobre los riesgos que pueden
asumirse en la relación. Creemos que una relación terapéutica efectiva ha de tener
una proporción muy alta de respuestas reforzantes por parte del terapeuta, frente a
las respuestas de castigo que llegue a dar. Sin embargo, siempre hay algún riesgo. La
conducta de intimidad implica realizar autorrevelaciones, incluso con la posibilidad
de que haya castigo.

La intimidad implica sentirse apegado y conectado


con otros
La experiencia de sentirse apegado o conectado con otras personas es una parte
importante de la experiencia humana, y hay quienes (como Kari, de quien hablaremos
más adelante) tienen dificultades para identificarse con esta experiencia. En la
literatura conductual se habla poco de la experiencia de apego. Aunque no ha surgido
desde la tradición conductual, hay una gran cantidad de literatura sobre la teoría del
apego (Bowlby, 1969), que es congruente con una conceptualización conductual. La
hipótesis fundamental de Bowlby es que las contingencias de supervivencia (selección
natural) han presionado a las madres y a los bebés para que se abracen mutuamente.
En otras palabras, hay poderosos reforzadores para las conductas de apego (p.ej.,
aferrarse, volverse hacia el cuidador en situaciones estresantes). Según Konner (2004)
tanto Freud como Skinner compartían esencialmente este punto de vista.
Los primeros estudios sobre el apego tendían a examinar los procesos de apego
durante la infancia. Más recientemente, el interés se ha extendido hacia las
expresiones de apego en la edad adulta, especialmente en las relaciones románticas e
íntimas. Basándose en las contingencias experimentadas por un individuo en su
conducta de intimidad, habría una amplia gama de repertorios de conductas de apego
que pueden influir en su propensión a implicarse en relaciones efectivas de intimidad.
Por ejemplo, el miedo al rechazo y cómo influye en el desarrollo de las relaciones
íntimas, sería un claro resultado de una historia de refuerzo y castigo respecto a una
conducta de intimidad. Los teóricos del apego han clasificado estos repertorios
conductuales en términos de “estilos de apego seguro, ansioso-ambivalente y
ansioso-evitativo, que describen si los pacientes (y los terapeutas) tienen a sentirse
cómodos y confiados en las relaciones, temen al abandono, o se separan
defensivamente” (Meyer y Pilonis, 2001, pág. 466). En la breve revisión sobre esta

150
literatura de Meyer y Pilonis (2001) sugieren que hay similitudes entre: (1) la forma en
que los niños se apegan a sus cuidadores; (2) cómo los adultos se apegan a sus parejas
románticas; y (3) cómo los clientes podría decirse que se apegan a sus terapeutas.
También concluyen que el estilo de apego de un cliente influye en la alianza
terapéutica y sus resultados. Pielage et al. (2005), utilizando una amplia muestra de la
comunidad, encontró que la seguridad del apego estaba relacionada negativamente
con la soledad y la depresión, pero positivamente relacionada con la satisfacción en la
vida. Aunque los repertorios de apego problemáticos parecen engendrar una
vulnerabilidad permanente para la psicopatología (Van Orden et al., 2005), Meyer y
Pilonis sugieren que FAP tiene un potencial para modificar los estilos de apego de los
clientes.

Implicaciones terapéuticas
La intimidad en la psicoterapia incluye invitar a los clientes a abrirse y revelar los
secretos más profundos de su corazón. El elemento básico de la terapia prepara el
terreno para evocar un comportamiento interpersonal vulnerable. El terapeuta pide
implícitamente a los clientes que se arriesguen y que confíen en que no serán
castigados por correr esos riesgos. Dadas sus amplias implicaciones clínicas, creemos
que muchos, si no la mayoría, de los clientes pueden beneficiarse de la mejora de sus
repertorios relacionados con la intimidad. Más aún, no es raro descubrir que los
problemas de intimidad se remontan a la historia temprana del cliente. Así, desde el
punto de vista de FAP, lo ideal sería que la relación terapéutica evocara (Regla 2) la
conducta del cliente que impide el desarrollo de la intimidad (CCR1), y que fomentara
y reforzara (Regla 3) las conductas de intimidad (CCR2). Por esta razón, un terapeuta
cálido y activo, que muestre conductas de vulnerabilidad interpersonal podría estar
mejor preparado para evocar los problemas del cliente y sentar las bases para su
mejoría. Un cliente que desee desarrollar relaciones en intimidad y que, sin embargo,
le asuste la calidez puede beneficiarse claramente de un terapeuta que se exprese con
calidez. Por supuesto, un terapeuta cariñoso pero distante puede también evocar las
CCR1, y los clientes pueden aprender a discriminar conductas más distantes pero no
menos cariñosas por parte del terapeuta, por lo que puede resultar que su repertorio
interpersonal de asumir riesgos también se vea reforzado.

Reforzar la conducta interpersonal de vulnerabilidad


Para mejorar las expresiones de intimidad emocional por parte de los clientes, es
esencial que los terapeutas refuercen de forma natural esas conductas de
vulnerabilidad interpersonal (CCR2). En la vida cotidiana de los clientes, las
expresiones íntimas generalmente son reforzadas por el interés mostrado, la atención
focalizada y la autorrevelaciones recíprocas de ambas personas. Las respuestas
artificiales o arbitrarias, tales como “Gracias por compartirlo”, probablemente no
sean respuestas naturales. Así, por ejemplo, un cliente que revela y expresa su dolor
por la pérdida de un hijo, podría ser muy bien atendido por un terapeuta que le

151
responde revelando sus sentimientos más profundos de pesar sobre el tema, y cómo
soportar esa pérdida, al tiempo que tiene una voluntad firme por escuchar la
profundidad de ese dolor tan abrumador.
Además de asumir el riesgo de hacer autorrevelaciones, el cliente debe aprender a
reforzar el comportamiento interpersonal de intimidad de los demás, para crear y
mantener relaciones estrechas con ellos. Así, las expresiones interpersonales
vulnerables del terapeuta también deben ser reforzadas. Tomemos el ejemplo de un
terapeuta que expresa su cuidado y preocupación por un cliente, al revelar que pensó
mucho en él durante la semana pasada. La respuesta del cliente: “Te pago para eso”,
castigaría tales revelaciones por parte del terapeuta. Esta sería una oportunidad para
que el terapeuta indique la existencia de una CCR1, el cliente ha bloqueado una
oportunidad para profundizar en la relación. Una CCR2 podría ser que el cliente
dijera: “Estoy conmovido, incluso un poco asustado por la intensidad con que velas
por mí. Es tan nuevo para mí que alguien me cuide de esa manera, que incluso me
resulta difícil confirmar que sea verdad”.
También en muchos otros casos los terapeutas nunca son capaces de reforzar los
riesgos interpersonales de una manera perfecta, y puede que inadvertidamente
castiguen esas expresiones de vulnerabilidad del cliente. Si esos eventos se reconocen
en el contexto de la Regla 2 (evocar las CCR), proporcionan las oportunidades para
que los clientes aprendan a reconsiderar y corregir sus habilidades que tienen que ver
con las decepciones necesariamente asociadas a las relaciones íntimas. Si bien la
noción de ruptura de una relación y luego su reparación forma parte claramente de
todas las relaciones íntimas, el concepto de problemas en la alianza terapéutica que
lleva también a la ruptura y reparación posterior, es un principio general que resulta
significativo en muchos tipos de terapia (Kohlenberg et al., 1988; Safran et al., 1990;
Safran y Muran, 1998, 2005).

Técnicas específicas
Dado nuestro énfasis en el análisis funcional, somos reacios a sugerir ejercicios o
técnicas específicas independientemente del contexto de una relación particular
entre cliente y terapeuta. Creemos firmemente que la relación terapéutica, tal y como
está planteada, es fuertemente evocadora de una conducta íntima y de su evitación.
Reconocemos, sin embargo, que podría ser útil a veces llevar a cabo ejercicios
específicos como forma de evocar e intensificar el correr riesgos interpersonales
(véase el Capítulo 4). En esta línea, comentaremos ahora algunos ejemplos que pueden
ayudar a explorar el tema de la intimidad durante la terapia.
La meditación de corazón abierto, adaptada de Deida (2001), es uno de estos
ejercicios. En esta meditación se dan las siguientes instrucciones al cliente:
Concéntrate en tu respiración, suelta la barriga y relaja la mandíbula mientras respiras. Siente el latido de tu
corazón dentro del pecho, y siéntete cómodo con su ritmo que se irradia hacia fuera. Ahora mismo, y todo
momento, estás contrayendo y dilatando tu corazón. Mira si puedes sentir el latido de tu corazón, y permítete
relajar y abrir tu corazón como si ofrecieras tus latidos al mundo. Con el corazón abierto, puedes ofrecer sin
retener, puedes recibir sin despreciar. Permítete sentir nuestra conexión, permítete sentir mis cuidados por ti.

152
La idea de abrir el corazón es una metáfora del acto de ser vulnerable, que
corresponde a una conducta necesaria para el desarrollo de una relación estrecha o
íntima. Históricamente, el corazón se considera el órgano más esencial para
mantener la vida. Así que, al abrir el corazón a los demás, se corre el riesgo de la
mayor vulnerabilidad de todas, es decir, el riesgo de perder la propia vida. Las
siguientes letras de canciones populares ilustran esta metáfora:
“No encontrarás nada
hasta que ablandes tu corazón”
Keith Green (“Soften your heart”)
“Ah, ah, ah, ah,
Abre tu corazón, haré que me ames.
No es tan difícil, solo tienes que girar la llave”
Madonna (”Open your heart”)
“Nena, abre tu corazón.
No quieres darme una segunda oportunidad
y estaré aquí para siempre contigo”
Westlife (“Open your heart”)

Incluso hay también referencias a esta metáfora en la Biblia:


“Dios endureció el corazón del faraón” (Exodo 9:12),
“Y el corazón de los egipcios” (Exodo 14:17)

Hay otros ejercicios de conexión, como los descritos por Surrey (2005, págs. 108-
110), en los que uno puede “respirar junto con” un cliente, meditar al mismo tiempo y
“dejarse llevar en el flujo de conexión y desconexión”, y “aprender a ver al otro”.
Cuando se combinan este tipo de ejercicios, las instrucciones básicas implican: (1)
sentarse cara a cara a una distancia cómoda; (2) acompañar la propia respiración a la
del otro; (3) prestar atención a la presencia del otro, con una suave y respetuosa
concentración en su respiración; (4) notar los pensamientos y sentimientos que
surgen, pero permaneciendo en sintonía con la respiración del otro; (5) aumentar la
atención hacia el flujo de conexión y desconexión, incluyendo las posibles reacciones
de malestar, autoconciencia y emoción; (6) mirar a los ojos del otro y sentir estas
palabras en el corazón: “Puedes ser feliz. Puedes liberarte del sufrimiento. Puedes
estar en contacto con las alegrías profundas de la vida. Puedes vivir en paz” (pág. 109);
(7) notar qué es lo que se siente al conectar, al enviar y recibir esas palabras; (8)
procesar lo que se siente al compartir este ejercicio con el otro.
El hecho de pedir a tus clientes que abran sus corazones, también puede ocurrir de
una forma espontánea, durante la interacción terapéutica, como ocurrió en este
ejemplo entre MT y su cliente Cindy, que estaban trabajando la posibilidad de dejarse
cuidar por los demás, una piedra angular para construir el apoyo social.

Terapeuta: Céntrate justo en este momento. Básicamente, en cualquier momento puedes elegir el abrirte a un
sentimiento de validación y cuidado por parte de otros, o bien puedes cerrarte y enfadarte. ¿Estás abierta a
que me preocupe por ti en este momento?
Cliente: Quiero hacerlo.

153
T: Sintoniza con la energía que te estoy enviando. ¿Qué estás captando de mí?
C: Hay como una lucha en mi cabeza. Hay un calor que viene de ti, pero hay como un miedo a aceptarlo. Si me
abro a tu amor, tengo que sentir también todo ese dolor, lo que he perdido cuando no lo recibía. Si me abro
sentiré también este enorme maremoto de dolor.
T: Así que tienes la sensación de que si dejas entrar mi amor, vas a recibir también un maremoto de dolor.
¿Puedes aceptar esa contradicción, puedes sentir el amor a pesar de todo eso? Lo que estoy sintiendo no
supone que tengas que aceptar mi amor. Estoy sintiendo simplemente amor, es como el amor por la
contradicción que estás sintiendo, por ese intenso dilema en el que estás, pero yo estoy contigo. Puedes
estar conmigo también en torno a esa sensación, aunque todo sea un dilema. Sé que realmente esto es muy
angustioso, realmente muy angustioso.
C: Y… admitir no solo mi dolor, sino también el de mis hermanas y hermanos de 30 y 40 años, y ver el dolor
en sus caras y ver el dolor en sus vidas.
T: Tienes mucho dolor, demasiado. Todo lo que te pido es que respires y estés conmigo en este momento.
C: Hay algo que me ha ayudado estos últimos días.
T: Cindy, Cindy [bloqueando la evitación de esta CCR1]
C: De acuerdo.
T: ¿No quieres hacer este ejercicio, verdad? Quieres hablar, y quieres contar lo de estos días y estar con tus
hermanos y hermanas. ¿No quieres respirar y estar conmigo en este momento? (en voz baja y tono suave).
C: Sí, es difícil hacerlo en este momento
T: Solo siente tu respiración.
C: [Llora].
T: Está bien, puedes hacer sonidos, no tienes que estar callada.
C: [Llora durante un par de minutos]. Hay tanto dolor. Me da miedo abrir la puerta demasiado pronto.
T: ¿Estaría bien si solo la abres un poco, sintiendo tu respiración? ¿Qué se siente al abrir la puerta solo un
poco?
C: Está bien.
T: Así que tienes dolor, pero también está el regocijo y la libertad de dejarse llevar y sentir sea lo que sea. Me
siento realmente bien porque te has permitido sentir tu vulnerabilidad, y has confiado en mi [Reforzando
las CCR2].
C: Bueno, este ha sido uno de los pocos momentos en que me he sentido realmente a salvo en mi vida.

Discutir y afirmar el apego y la conexión


Dada la naturaleza amorfa que tiene la topografía del apego y la conexión, puede
resultar útil evaluar estos conceptos con el cliente. Si, al final de cada sesión, se le
pide al cliente que rellene el “Cuestionario de FAP sobre Experiencias de Intimidad en la
Relación Terapeuta- Cliente” (FAP-ECR, Anexo L) puede facilitarse esa cuestión. El
FAP-ECR es una versión modificada del Cuestionario de Experiencias en Relaciones de
Intimidad (ECR; Fraley et al., 2000) que evalúa el apego en adultos. Mientras el ECR
evalúa la intimidad y el apego, el FAP-ECR se utiliza para identificar las CCR
relacionadas con esta problemática. Por ejemplo, el ítem original de ECR “Me siento
incómodo cuando una pareja romántica quiere estar muy cerca de mí” se transforma
en el FAP-ECT en el ítem “Me siento incómodo cuando mi terapeuta quiere estar muy

154
cerca de mí”. Este cuestionario y cómo utilizarlo se discute más adelante en el estudio
del caso de Kari.
Además, el FIAT-Q (véase el Capítulo 3) es también un instrumento de evaluación
útil, pues incluye todos los elementos que intervienen en las relaciones de intimidad.
El FIAT-Q, junto con las “Formulario Puente entre Sesiones” (Anexo D) y el “Informe de
Sesión sobre la Relación Terapeuta-Paciente” (PTSR) (Anexo M), ambos creados en la
Universidad de Washington, puede ayudar al terapeuta a detectar posibles CCR.

Ejemplo de caso
Kari era una estudiante de postgrado de 25 años, que acudió a RJK para tratar la
depresión y dejar de fumar. Informó que había estado deprimida desde la primera
infancia y, de hecho, no recordaba ningún momento sin depresión. Tenía algunas
amistades y había mantenido romances breves, emocionalmente distantes, pero no
había establecido relaciones íntimas. Sus puntuaciones en la FAP-ECT en el ítem
“Prefiero no estar demasiado cerca de mi terapeuta” pasaron de un 5.5 (acuerdo) a un
2.2 (desacuerdo) en una escala de 7 puntos, después de realizar la sesión que
analizamos a continuación. En las dos sesiones anteriores, RJK y Kari hablaron
brevemente sobre su falta de “conexión” o apego, aunque ella era consciente de que el
terapeuta sí se sentía conectado y se preocupaba por ella.

Segmento Kari se ha lamentado de lo mal que le va en la universidad y que no tiene amigos


1
Terapeuta: Bueno, permíteme ofrecerte algunas soluciones o ideas.
Cliente: Necesito bajar mis objetivos. Sé que suena dramático y ridículo, y no lo digo en serio, pero necesito
encontrar una nueva vida, ser feliz y sin obligaciones, tranquila. Obviamente no quiero estar en un parque
de caravanas con ocho niños, pero necesito renunciar a mis esperanzas y mis sueños, y conseguir un
doctorado aunque no me sirva para nada.
T: Bien, déjame decirte esto. Te niegas rotundamente a sentir una conexión conmigo [saca el tema del
apego]… aunque yo me siento conectado contigo [CT2, una conducta interpersonal de vulnerabilidad].
C: Yo no quiero negarme..
T: Bueno, yo diría que te niegas, es decir, que de alguna manera te frenas a ti misma. No te ocurre solo
conmigo, lo haces con todos en general, pero siento que hay un verdadero bloqueo entre los dos. Me dices
que soy un profesional, que soy amable contigo porque es mi trabajo. Creo que realmente es una forma de
protegerte y no conectar. Creo que esa es la pieza que falta.
C: Estoy en deuda contigo, y aunque no he podido dejar de fumar, me está sirviendo para sentirme mejor y
hacer más cosas, pero no voy realmente por ahí. Creo que estás haciendo todo lo posible por ayudarme, me
das tu tiempo y tu atención.
T: Te estoy dando mi tiempo y mi atención, y lo que falta de alguna manera es que no has conectado conmigo.
Sé que si fuese así, eso ayudaría, nos proporcionaría esa unión para comenzar realmente a trabajar juntos.
C: No sé cómo hacer lo que me pides. Creo que puedo hacerlo, pero no sé cómo, o cómo no hacerlo. Con los
amigos incluso también me ocurre igual. Mi compañera de piso me gritó ayer, y toda la relación que había
construido con ella la corté de repente. Es ridículo, ni siquiera me gritó, simplemente pensó que había
hecho algo que no debía.
T: ¿Y cortaste con ella?
C: Estaba enfadada conmigo. Fue muy desagradable, ya no puedo ser su amiga. No seré su amiga (con
lágrimas en los ojos). No lo haré.

155
Segmento (Más adelante en la sesión)
2
T: Por eso no conectas conmigo. Esta falta de compromiso que tienes está muy arraigada en ti. Tu compañera
de piso se enfadó contigo y tú estabas tan molesta que no pudiste soportarlo. Ese episodio te muestra
porqué necesitas protegerte para no conectar con la gente. Realmente te gusta estar con la gente, pero no
quieres correr el riesgo de que te hagan daño de esa manera. Me gustaría que dijeras que estás dispuesta a
correr el riesgo de ser herida en esta relación conmigo. Me gustaría que vieras esta relación como un lugar
para sentir ese acercamiento, incluso aunque no vaya a verte mas después del tratamiento.
C: Sí, claro.
T: Pero nunca te olvidaré, y seguiré viéndote, y haré lo que sea necesario para ayudarte a establecer una
conexión conmigo. Creo que realmente puedo ser un buen recurso para ti. [CT2 mostrando vulnerabilidad
interpersonal].
C: Solo necesito dar un paso. No estoy segura de cómo hacerlo, realmente no lo sé. [CCR2 de asumir riesgos,
ser abierta, reforzada por el terapeuta con mayor intimidad].
T: Bueno, como te he dicho tienes un gran potencial, un talento real para hacer el bien en el mundo. Te
conozco lo suficiente y me importas demasiado como para no ayudarte a sacar ese potencial.
C: Me gustaría encontrar la forma de hacerlo, porque no quiero ser fría y distante siempre.
T: Creo que justo en este momento te estás comprometiendo, conectando entre tú y yo. Pero has ignorado que
te he dicho lo mucho que me importas [Evidencia una CCR1, pues la cliente no responde a su expresión de
cariño].
C: Lo soy. No creo que pueda llegar a preocuparme por alguien.
T: Así que no crees que puedas sentir alguna conexión conmigo.
C: No lo sé, verás, porque no sé cuál es la barrera.
T: Te parece si probamos esto. ¿Me permitirás entrar, es decir, estar emocionalmente cerca de ti?
C: Así, no sé cómo. Tienes que tener claro ya que es este el problema que tengo.
T: Creo que esa es la clave, algo que está relacionado con toda tu vida, algo con lo que no estás contenta en este
momento.
C: Nunca he estado con nadie que no me haya hecho daño luego.
T: Me siento cerca de ti. No sé exactamente lo que sientes, pero estoy muy conectado contigo. Te veo como una
hija, alguien que realmente me importa, es lo que hay. Podrías salir herida de esta relación, pero puedo
prometerte que lo resolveremos.
C: Será más fácil aquí ¿no? Lo pensaré. No estoy segura de lo que me pasa, no me siento conectada a ti, pero sí
me siento cómoda contigo, y te respeto mucho.
T: ¿Pero no hay conexión?
C: Creo que ni siquiera sé lo que significa. Creo que hay una conexión, siento que te conozco un poco mejor,…
conduces un coche híbrido.
T: ¿Hay algo más que quieras conocer sobre mí?
C: No, no tengo que saber los detalles.
T: Responderé a casi todo lo que me preguntes.
C: No sé cuál es mi problema, y supongo que hay una conexión. Siento que sé quién eres.
T: Bueno, es un comienzo. Ahora mismo, que yo me preocupe por ti, te hace sentir incómoda.
C: Pero lo aprecio.
T: Pero ¿es real?
C: Es real, pero no se trata de mí, sino de que quieres ayudar a la gente.

156
T: Eso es algo muy impersonal.
C: Creo que realmente quieres ayudar. Creo que no te das cuenta de que realmente lo aprecio, que pienses en
mí, y que trates de ayudarme. Realmente aprecio esas cosas, solo que no sé qué es lo que me falta.
T: Es la falta de apego emocional, es lo que te falta.
C: Sí, como cuando pienso en mis novios, si rompía con ellos me sentía realmente mal durante dos días, luego
simplemente los olvidaba. No pensaba en ellos, no pensaba en lo que había pasado. Por esa misma razón
me llamaban la “Reina de Hielo” en el instituto. Siento que soy una persona cariñosa, pero si pasa algo y
no veo más a esa persona, entonces un día o dos y no más, ya no más. Ya sabes.
T: Eso es lo que consigues al no conectar, por eso lo haces.
C: Hay muy pocas personas que estén conmigo y que me importen.
T: Yo he estado contigo todo el tiempo en la terapia, y aquí es donde me gustaría que intentáramos conseguir
una mayor conexión. Me interesa mucho saber cómo eres capaz de mantener las distancias, aunque no
pueda ayudarse a sentir la conexión.

En la siguiente sesión, Kari dijo que por primera vez se había dado cuenta de que RJK
estaba en su “equipo”. Dijo que cambió su forma de ver a RJK, y que ya no sentía que
tenía que oponerse a él. Al final de esa sesión, las puntuaciones de cercanía de Kari
mejoraron notablemente por primera vez en cuatro meses, y se mantuvieron así de
alto. Cuatro semanas después de esa sesión, Kari comenzó una nueva relación y utilizó
de forma deliberada las habilidades para construir intimidad entre ellos. Le suplicó a
RJK que no la dejara “cortar” las sesiones, puesto que tenía cierta inclinación a
hacerlo a pesar de que hubiera establecido la mejor conexión que había conseguido
hasta el momento. RJK le prometió que haría todo lo posible por ayudarla, para
desarrollar su apego hacia RJK, hacia su pareja, y hacia las personas que le importaban.

Conclusión
La intimidad emocional puede ser la fuente de nuestras grandes alegrías y también
de nuestro más profundo dolor. La intimidad es el acto de compartir los secretos más
profundos y protegidos de uno mismo con otra persona, y reforzar a los demás por
hacer lo mismo. Es el acto de autorrevelación en el contexto de una relación
compasiva, aunque imperfecta. Es el acto de asumir riesgos, y que te hieran, e incluso
hacerlo, y experimentar también los esfuerzos por reparar esa herida. Hay ocasiones
en las que esas heridas que experimentamos no pueden repararse, por ejemplo,
cuando la otra persona muere, o cuando por otras razones la relación se rompe antes
de que los sentimientos de intimidad hayan acabado también.
En la psicoterapia, se invita al cliente a sentir la intimidad emocional, que se va
creando a través de muchas modalidades terapéuticas. La intimidad emocional es el
foco central de FAP, ya que se evoca y refuerza de forma natural cuando la
conceptualización del caso lo requiere. En FAP, al igual que en otras psicoterapias, los
límites de tiempo en la sesión, la terminación del tratamiento, la salida del terapeuta,
el anhelo del cliente de una relación más profunda con el terapeuta (p.ej., la intimidad
física, o la amistad más allá de la terapia), son todas oportunidades para que el cliente
aprenda a arriesgarse a sentirse vulnerable, incluso frente a problemas dolorosos y
otros riesgos habituales.

157
FAP ayuda a crear un entorno compasivo, evocador y reforzador en el que los
clientes aprenden a mejorar sus habilidades de intimidad. También es un contexto en
el que están presentes muchas de las características conflictivas e incongruentes que
interfieren en el desarrollo de intimidad en la vida cotidiana. Existe una equivalencia
funcional entre las imperfecciones y los límites de la vida cotidiana, y algunas
características de la relación terapéutica, tales como tratar sobre el pago de las
sesiones, terminar la sesión a tiempo aunque el cliente no esté preparado, y también
las imperfecciones del terapeuta. A pesar de esos retos, los terapeutas de FAP se
comprometen a crear un ambiente que sea un “espacio sagrado” (ver el Capítulo 4) en
el que los clientes pueden asumir riesgos interpersonales, ser vulnerables, y donde
puedan cuidar y ser cuidados, de modo que puedan buscar la intimidad en su vida
cotidiana que es también su derecho de nacimiento.

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159
Capítulo 7
El curso de la terapia: fase inicial, media y
final de FAP

Mavis Tsai, Jonathan W. Kanter, Sara J. Landes,Reo W.


Newring y Robert J. Kohlenberg

Cada fase de FAP, al comienzo en medio y al final, se centra en unos aspectos distintivos y
evoca diferentes tipos de CCR . Por ejemplo , al principio de la terapia , los terapeutas
pueden explorar cómo los clientes suelen iniciar típicamente una nueva relación o
actividad (p.ej., ignoran las reservas iniciales y se las saltan rápidamente , actúan
cautelosamente , comienzan con altas esperanzas y luego se decepcionan ), cómo esto se
relaciona con la forma en que comienzan la terapia, y cómo pueden hacer para aumentar
la probabilidad de que tengan una buena experiencia terapéutica . El trabajo sustancial
tiene lugar en la etapa intermedia de la terapia, cuando los clientes se enfrentan dentro
del ambiente terapéutico a la emergencia de los temas fundamentales de las relaciones
personales y de la vida , y donde el foco fundamental es la generalización de las “
interacciones ideales de FAP” a la vida diaria. La fase final de la terapia es un tiempo para
consolidar las ganancias conseguidas , permiten manejar los recuerdos y los
sentimientos de las pérdidas y las transiciones previas. Los clientes a menudo aprenden
a decir adiós de una forma significativa, como nunca lo habían hecho hasta ese momento.
La duración de FAP puede variar entre un tiempo relativamente breve hasta varios
años , dependiendo de la gravedad de los problemas que presente el cliente y de la
disponibilidad del terapeuta en la situación clínica donde se lleva a cabo (p.ej., una clínica
universitaria versus una práctica privada ). Como se discutió en Kanter et al. (2010 ) las
técnicas de FAP pueden utilizarse también para mejorar otros tratamientos, incluyendo
Terapia Cognitiva (Kohlenberg et al., 2002), Activación Conductual (Kanter et al., 2010), y
la Psicoterapia de Aceptación y Compromiso (Callaghan et al., 2004). En los estudios de
investigación (p.ej. Kohlenberg et al., 2002; Holman et al., 2006) la efectividad de FAP sola
o FAP como terapia mejorada se ha llevado acabo con 16-20 sesiones . En este capítulo
sobre la interacción terapéutica se describe el proceso implicado en una intervención
con FAP de corta duración con aproximadamente 20 sesiones.
No hay una forma única de llevar a cabo FAP. Este capítulo presenta una aproximación
basada fundamentalmente en la experiencia con éxito de los autores . Es importante
señalar , sin embargo , que todo lo que se describe más adelante sobre FAP es un
tratamiento funcional. Así, las técnicas y procedimientos que se sugieren en este capítulo
deben llevarse a cabo, o no, en el contexto de una justificación funcional ligada a las cinco
reglas de FAP (ver Capítulo 4 sobre La técnica terapéutica ). En otras palabras , ¿cómo
afectará la técnica X al cliente A?, ¿ayudará para observar CCR1?,
160
¿funcionará para evocar CCR1 (Regla 1) o para reforzar CCR2 (Regla 3)?, ¿ayudará a
determinar si la CCR2 ha sido reforzada por el terapeuta (Regla 4)?, o ¿ayudará a
generalizar lo conseguido (Regla 5)? De todas formas el método podría aplicarse
aunque el terapeuta no tenga claro cómo cierta técnica podría generar alguna de estas
funciones, pero también se podría argumentar que no es una técnica FAP en ese
sentido, funcionalmente hablando. De forma complementaria, muchos otros
procedimientos no descritos en este capítulo podrían aplicarse también
funcionalmente, si están al servicio de esas cinco reglas.

Antes de la terapia
Si es posible, una conversación telefónica con el cliente potencial antes de la
primera sesión, podría ser ya la primera etapa de un intenso proceso FAP, que
comenzaría inmediatamente durante la primera sesión. Como suele ocurrir en
muchos comienzos de terapia, esta conversación telefónica podría incluir hablar
sobre lo que el cliente está buscando en la terapia y si FAP fuera una buena alternativa
en su caso. Además, el terapeuta podría probar y evaluar unas CCR iniciales,
preguntando al cliente cómo se siente sobre la primera cita y sus reacciones iniciales
a la conversación telefónica.
La intensidad de una experiencia completa con FAP exige que los clientes den su
consentimiento informado y entren conociendo cómo va a ser la relación. Así, si el
terapeuta piensa llevar a cabo FAP de una forma muy explícita, evocativa y emocional,
podría ser útil también enviar un correo electrónico al cliente antes de comenzar la
terapia describiendo el proceso y las razones de FAP (ver Capítulo 4 sobre “razones de
FAP”, con ejemplos y afirmaciones sobre las razones para aplicar FAP).

Fase inicial de la terapia


En las sesiones iniciales, además de la evaluación y la conceptualización del caso
(ver Capítulo 3), el objetivo es que el terapeuta llegue a ser él mismo un reforzador
positivo, pues sirve para crear una auténtica y memorable relación personal, y para
preparar el escenario para una terapia significativa y transformadora. Cada forma de
interacción que el terapeuta tenga con un cliente, bien por vía telefónica, email o en
persona, tiene un potencial para construir la relación y evocar o reforzar CCR.
Hay un número importante de tareas para comenzar en la primera sesión,
incluyendo crear confianza y seguridad, además de infundir esperanza. Estas tareas se
consideran importantes en cualquier tipo de terapia, pero son particularmente
importantes en FAP para la construcción de la base de una relación terapéutica.

Creando confianza y seguridad


La confianza, conductualmente hablando, puede verse como una predisposición a
aproximarse a otra persona en una situación en la que potencialmente uno podría
resultar herido. Así, esencialmente, la confianza describe una situación en la que una

161
persona está predispuesta a arriesgarse en presencia de, o hacia, otra persona. Crear
confianza y seguridad es crucial en FAP porque los clientes son moldeados y
reforzados para asumir esos riesgos, para ser vulnerables, para ir más allá de su zona
de confort, y para avanzar unos pasos más allá hasta llegar a tener confianza en el
terapeuta. Es decir, la conducta de confianza podría ser un objetivo de la terapia, y es
raro que el cliente se lance ya desde la primera sesión en una relación
verdaderamente sincera. Por el contrario, la falta de confianza podría ser tan
problemática como la falta de habilidad para confiar.
La forma de fomentar una verdadera confianza y seguridad, como cualquier otro
aspecto de FAP, es un proceso idiográfico. Así, para muchos clientes, muchos de los
conceptos referidos a conductas “no específicas” del terapeuta, tales como empatía,
calidez, escucha reflexiva y validación, pueden ser importantes para las conductas de
un terapeuta primerizo. Aunque muchos teóricos, particularmente Carl Rogers (1957)
defienden que la cualidad importante de unas respuestas no específicas del terapeuta
es que son incondicionales (no contingentes sobre una respuestas en particular del
cliente), el terapeuta de FAP tiene una postura diferente. Como han descrito
ampliamente Follette et al., (1996), estas respuestas se ven como un conjunto de clases
de conductas potencialmente reforzantes (p.ej., confiar, facilitar y construir otras
conductas de la relación terapéutica). Las conductas del terapeuta se consideran un
reforzamiento contingente generalizado sobre la clase de conductas necesarias para
la terapia y para el desarrollo de la relación. Esta clase incluye conductas como llegar
a tiempo, revelar información personal importante, poner atención y responder
apropiadamente a las preguntas, demostrar cuidado y preocupación por los
sentimientos del cliente, e implicarse en la sesión.
Para el cliente típico de FAP, sin embargo, el fomentar la confianza y la seguridad
puede llevarle más allá de estas habilidades básicas de la terapia e introducirle en
áreas mucho más personales y auténticas. Los terapeutas pueden fomentar esa
confianza y seguridad en estos clientes mostrándose más cercanos con sus propios
sentimientos, reacciones y observaciones (no escondiéndose tras un personaje como
terapeuta), y alentando a los clientes a: (1) hacer preguntas (p.ej., ¿cuáles son tus
preguntas sobre mí, mi formación y mi vida?, o ¿qué cualidades buscas en un
terapeuta?); (2) hablar de sus reacciones hacia el terapeuta (p.ej., ¿qué reacciones
tienes a mi género, edad, etnia?; y (3) hablar de sus sentimientos sobre esa cita (p.ej.,
¿qué pensamientos y sentimientos te ha evocado la cita de hoy?, ¿qué harías para que
esta primera cita realmente fuera una buena sesión?). El terapeuta de FAP, sin
embargo, está abierto a la posibilidad de que sus propias respuestas puedan ser
aversivas para los clientes, dependiendo de sus historias, por lo que la evaluación de la
función estimular del terapeuta (Regla 4) es importante para un buen comienzo de la
terapia.
Numerosas conductas pueden ayudar a ganar la confianza en el otro. Estas
conductas para construir confianza no son específicas de la situación terapéutica,
pues en FAP no creemos que el terapeuta haya de ser una persona diferente cuando
entra en el despacho de la sesión. En su lugar, aquellas conductas que se han
practicado e integrado bien fuera de la terapia, es más probable que ocurran también
dentro de la terapia. Estas conductas que mejoran la confianza podrían incluir: (1)

162
proporcionar reflexiones empáticas adecuadas; (2) ser honesto y sincero; (3) mantener
la propia palabra; (4) ser consistente y predecible, o explicar porqué uno es
inconsistente o impredecible de forma que su conducta tenga sentido; (5) reconocer
las expectativas del otro, y corregirle si no son las adecuadas, o explicarle porqué uno
no está de acuerdo con ellas; (6) admitir que uno no tiene las respuestas; (7) mirar por
el interés de ese otro, y no aprovecharse de él/ella o no herirle; (8) recordar las cosas
importantes que ha revelado, personas, hechos, recuerdos; (9) estar dispuesto a asumir
la vulnerabilidad del otro; (10) ser capaz de admitir y hacerse responsable de sus
errores, y saber repararlos; (11) tratar las revelaciones y la confianza del cliente con
cuidado y cariño.
En FAP no deja de ser exagerada la importancia de alentar la confianza y la
seguridad. El terapeuta podría describir este proceso como “creando un lugar
sagrado” para el cliente donde se desarrollará la terapia (ver Capítulo 4). Este lugar
sagrado está dedicado exclusivamente a facilitar el crecimiento personal del cliente.
Sea cual sea el término que el terapeuta FAP utilice para este “lugar sagrado” con los
clientes, la relación terapéutica en FAP es realmente sagrada, como se ha definido
aquí, y es esencial la creación de confianza y seguridad.

Infundir esperanza
Generalmente se enseña a los terapeutas a evitar crear expectativas demasiado
elevadas y a no hacer promesas sobre la eficacia del tratamiento en el caso de clientes
que se sientan decepcionados. Es importante, sin embargo, centrarse en lo que es
posible, ver siempre lo mejor de los clientes, validar sus fortalezas y las dificultades
que han superado, creer en lo que es posible conseguir de ellos, y creer también en la
fuerza y la eficacia de uno mismo. Las afirmaciones positivas (p.ej., “Estoy deseando
trabajar contigo porque te veo muy motivado”, o “respeto sinceramente cómo has
estado trabajando tan tenazmente para superar el abuso en tu niñez”) pueden
experimentarse por los clientes como evocadoras (Regla 2) y/o reforzantes (Regla 3).
Es de gran ayuda preguntar sobre el impacto de estas afirmaciones. Hay que fijarse en
que sean como sean esas afirmaciones positivas que haga a los clientes, sin embargo,
ha de creérselas, porque una CCR1 típica suele ser: “Estás diciendo cosas agradables
porque te pago”. Así pues, es importante que los terapeutas crean lo que dicen, de
forma que si un cliente duda de esas afirmaciones pueda calificarse como una
verdadera CCR1, más que el resultado de una CT1 (conducta problemática del
terapeuta).

Tomarse el tiempo necesario para establecer una


relación significativa
Lleva un tiempo crear una relación significativa, aunque la cantidad de tiempo
requerido varíe de un cliente a otro. A menudo los terapeutas de FAP experimentan la
relación terapéutica como una verdadera relación antes que sus clientes lo hagan. La
mayoría de los clientes al entrar en la terapia no esperan tener una relación con el
terapeuta de forma tan real y genuina como ocurre en FAP, mientras que el terapeuta

163
de FAP sí que lo espera. Por ejemplo, SJL trató a Allie durante aproximadamente 20
sesiones, una chica agradable, con problemas de depresión y trastorno límite de
personalidad. Desde el principio de la terapia, SJL comenzó cuidando de Allie,
teniendo con ella una relación genuina, preocupándose por su bienestar y su progreso
en el tratamiento. Sin embargo, Allie remarcaba que la terapeuta no podía saber
realmente cómo era, y por tanto no podía cuidarla así. A pesar del escepticismo de
Allie, SLJ continuaba respondiéndole de una forma sincera, expresándole su
preocupación. No fue hasta la sesión 12, cuando hablaban sobre un reciente encuentro
sexual con su exnovio, cuando Allie pareció darse cuenta de las reacciones de la
terapeuta y le preguntó: “¿Estás enojada conmigo?”. Esta fue la primera vez que Allie
demostró que veía la relación terapéutica como algo real.
Como se ha mostrado en el ejemplo anterior, un cliente podría resistirse
inicialmente a aceptar que el terapeuta se preocupe por él/ella. El terapeuta debería
distinguir entre un periodo “normal”, durante el que el cliente no se preocupa del
terapeuta, de la aparición de una CCR1 cuando no expresa preocupación sobre el
terapeuta, comienza a bloquearse o a evitar que crezca esa relación. No hay una regla
que determine el tiempo normal o medio que se necesite para construir una relación,
por lo que es difícil distinguir entre estos dos repertorios. El terapeuta podría
preguntar al cliente si ello es un problema para él (p.ej., “¿Tienes problemas para
hablarme con sinceridad?”). Los terapeutas pueden utilizar también el “Cuestionario
de Inicio de la Terapia” (ver Anexo F) para evaluar si la relación terapéutica tiene
similaridad con las etapas iniciales de las relaciones del cliente con otras personas.
Algunos clientes entran en la terapia con historias de abuso, abandono y otras
formas de castigo, y evitan los intentos por construir una relación estrecha. Estos
clientes emocionalmente heridos requerirán más cuidado para construir una relación
sincera, y para llegar a conseguir las conductas anteriormente mencionadas. Todos
somos individuos con defectos, y si fallamos en eso con los clientes, resulta más
importante aún nuestra habilidad para reparar cualquier daño que podamos causar.

Cuestionarios para la terapia


Como ayuda a los terapeutas, para que sean más sensibles a los diferentes tipos de
CCR y puedan evocar las CCR del cliente, se pueden utilizar numerosos cuestionarios
y formularios para guiar la terapia (ver Capítulo 4, y los incluidos en el Anexo). En esta
primera fase de la terapia, los clientes comienzan proporcionando un feedback escrito
semanal, utilizando el “Formulario Puente entre Sesiones” (Anexo D). Este formulario
incluye preguntas sobre cómo de unidos se sienten los clientes con el terapeuta, qué
puede o no ayudar de lo visto en la sesión previa, qué encuentra renuente a hablar en
sesión, o qué temas ocurrieron en la sesión que son similares a los problemas de la
vida diaria. Una evaluación más profunda sobre el grado de apego y cercanía puede
obtenerse después de cada sesión a través del “Cuestionario de FAP sobre Experiencias
de Cercanía en la Relación Terapéutica” (FAP-ECR, Anexo L) y el “Informe de Sesión sobre
la Relación Terapeuta-Cliente” (Anexo M). Hacia la sesión 3ª o 4ª puede utilizarse el
“Cuestionario de Comienzo de la Terapia” (Anexo F). Y al final de la fase inicial de la
terapia (entre las sesiones 5ª y 8ª) se puede presentar al cliente la “Formulario sobre la

164
Conceptualización del Caso” (Anexo A; ver Capítulo 3). Todos estos instrumentos
facilitan el centrarse sobre las conductas clínicamente relevantes.

El comienzo de la terapia con Alicia


Para dar una idea de lo que puede esperarse en cada fase de la terapia, a
continuación vamos a transcribir extractos de las fases iniciales, media y final de las
20 sesiones de tratamiento de MT con Alicia. Ella era una mujer de 34 años,
caucasiana, que comenzó un tratamiento por depresión y para dejar de fumar. La
transcripción de esta primera sesión ilustra el concepto de crear un especio sagrado
de confianza y seguridad. Este diálogo tuvo lugar entre MT y Alicia con diferentes
preguntas y reacciones por parte de MT con gran cercanía a sus propios pensamientos
y reacciones, propiciando la esperanza, y comenzando a centrarse en la relación
terapéutica. También se indican las posibles CCR.

Terapeuta: ¿Cómo han ido los preparativos para nuestra primera cita? ¿Lo estabas deseando? ¿Estuviste esperando
mucho tiempo?
Cliente: Lo estaba deseando.
T: ¿Qué sentimientos o pensamientos tenías antes de venir aquí? ¿Qué pensabas sobre lo de hoy?
C: No mucho en realidad, fue un día de locos. Tengo muchas cosas rondándome todo el día por mi cabeza.
[Posible CCR1 de evitación].
T: Has tenido que rellenar un montón de cuestionarios. ¿Cómo ha sido tu experiencia haciendo todo eso?
C: Es como si al abrir una puerta, alguien abriera mi cabeza, todas las preguntas se repetían una y otra vez. Es
interesante…
T: Definitivamente estás trabajando mucho… Vamos a hacer que sea lo más útil posible.
C: Realmente soy una buena actriz. He tenido que serlo desde que me sentí deprimida, para salir adelante en
la vida. [Posible CCR1, siendo una actriz dentro de la sesión].
T: ¿Qué crees que es lo más importante que tratemos hoy? ¿Tienes alguna idea sobre lo que haríamos en una
buena sesión?
C: No. [Posible CCR, no se muestra proactiva]
T: ¿Así que me lo vas a dejar a mí?
C: Puedo ayudarte a que te hagas una idea [posible CCR2], la primera sesión siempre es difícil, porque hay
mucho de mí que no conoces…
T: La primera sesión es difícil, no sabes qué esperar. Tengo una larga lista de cosas que averiguar, pero una
de ellas es saber lo que es importante para ti, porque tú eres muy importante para mí, y el tratamiento
tiene que adaptarse a ti. Así que has leído sobre la terapia ¿verdad?
C: Sí, me gusta mucho lo que has escrito.
T: Podemos revisar eso y contestar a cualquier pregunta que tengas… Me puedes decir lo que te gusta y lo que
no, podemos verlo… tu fecha para dejar de fumar, aunque eso puede ser demasiada presión para hacerlo
ahora.
C: Sí, eso sería abrumador. [Posible CCR2, afirmación].
T: Bien, lo dejaremos para después [Refuerzo de la CCR2]. Puedo contestar también cualquier pregunta que
tengas sobre mí. No sabes mucho sobre mí.
C: Veo que también trabajas en la Universidad de Washington, además de ejercer en la práctica privada, ¿A
qué te dedicas allí?

165
T: Soy instructora clínica, superviso a estudiantes de posgrado, imparto clases allí sobre FAP, y también
participo en investigaciones sobre este tratamiento.
C: Oh, genial.
T: ¿Alguna pregunta sobre mi formación, mi experiencia?
C: Sí.
T: Me doctoré aquí en 1982, hice mi formación de grado en la UCLA. En 1976 vine aquí para cursar un
posgrado y pensé que volvería al sur de California, pero ya nunca lo hice.
C: Qué interesante.
T: ¿Sientes alguna reacción frente a mí, por ser asiática-americana?
C: Estoy agradecida de que seas mujer, ya que antes veía a un psiquiatra hombre, y todo ese rollo de que era
un hombre, muy extraño… su acento. Desde entonces probablemente busco terapeutas mujeres.
T: ¿Cómo te gusta que sean tus terapeutas, parece que te gusta mucho tu psiquiatra. ¿Quieres que sea
directiva o no directiva?
C: Me gusta mucho que la gente sea directiva conmigo, pero al mismo tiempo soy ultrasensible… (La cliente
continua contando un ejemplo de lo mal que lo pasó cuando su psiquiatra le planteó el tema de su deuda
por las sesiones que no había pagado).
T: ¿Le dijiste que te sentías muy mal por eso?
C: No. [Posible CCR1, no afirma sus sentimientos con el terapeuta].
T: Así que una cosa que te pido es que me digas cuando te sientas mal por algo, o cuando estés disgustada,
porque como habrás podido leer en las razones del tratamiento, un foco principal de nuestro tratamiento
va a ser crear nuestra relación, y cómo se conecta con todas tus otras relaciones. (La terapeuta da una breve
versión de las razones de FAP). Veo que tienes un buen número de relaciones. (La terapeuta y la cliente
pasan los siguientes minutos explorando la sensación de aislamiento y soledad que tiene a pesar de esas
buenas relaciones).
C: Me siento emocionada.
T: ¿Te emociona hablar de tu soledad?
C: Creo que sí, una cosa es señalar números en los cuestionarios… (Empieza a llorar). ¿Puedo pedirte unos
pañuelos? [La cliente llora en la primera sesión, sería una CCR2].
(La terapeuta refuerza de manera natural a la cliente, con un lenguaje amable y atento, y también decide no
aumentar ese malestar, centrándose excesivamente en su llanto).
T: ¿Ocurre igual, te sientes igual cuando hablas en tu círculo de amigos?
C: Personalmente, puedo negar mis miserias sobre el papel, pero si tengo que hablar con alguien sobre ello, es
doloroso.
T: ¿Hasta qué punto esperas que este tratamiento pueda ayudarte?
C: La verdad es que tengo puestas muchas esperanzas.
T: Dime lo que sientes de positivo.
C: … Siento que he estado flotando como en el agua durante mucho tiempo, y esto es algo que necesito.
Necesito tomar una dirección, así que creo que esto me va a servir y ser beneficioso para mí.
T: Se me da bien dar indicaciones, y también se me da bien coger de la mano.
C: Sí que lo parece. Tienes unos ojos muy amables. Y también tengo esperanzas en dejar de fumar.
T: Pareces muy motivada para dejar de fumar, y yo también lo estoy para ayudarte… Una de las cosas que
dice el cuestionario es que la terapia es un espacio sagrado para ti. Cuando estoy aquí, no pienso en nada
más, este espacio está protegido. Me lo tomo muy en serio…
(La terapeuta y la cliente pasan un tiempo hablando del folleto “En qué nos centraremos en la terapia”).
C: ¿Qué opinas sobre la sesión, ya que estamos llegando al final?

166
T: Bien, me siento animada.
C: Lo que me llama la atención es tu perseverancia. Has estado deprimida desde los 13 años, y hay algo que en
ti que resiste, hay una fuerza increíble dentro de ti que te hace crecer y te mantiene esperanzada. Estoy
emocionada porque si te gusta arriesgar, tú y yo nos vamos a llevar muy bien. ¿Qué es lo que más te ha
llamado la atención?
T: Que he podido llorar. No paso mucho tiempo llorando sola. Pero después me he sentido un poco mejor.
C: ¿Después de llorar?
T: Sí, estoy sorprendida y animada.
C: ¿Estás sorprendida porque hayas sido capaz de llorar?
T: Sí, siempre lo evito y lo escondo.
T: También es bueno para mí saber que te sientes animada por haber podido llorar, tiene que haber
sinceridad entre nosotras…
C: Me siento bien, cómoda contigo, me gustas. No me asustas, ni nada. Obviamente no toda la gente se lleva
bien con todo el mundo.
T: Para mí es muy importante que nos interesemos la una por la otra.
C: Me sentí muy animada por haber conseguido una buena relación.
T: Sí, yo también.

Fase intermedia de la terapia


El corazón de FAP ocurre hacia la mitad de la terapia. En ese momento la relación
terapéutica debería estar ya bien formada. Las CCR que ocurren en la terapia son las
que probablemente se darían en las relaciones continuas de la vida cotidiana del
cliente, como contrapuestas a las que se dan en la etapa inicial. Es importante
recordar que no hay una clara delimitación entre las etapas inicial y media de FAP. En
parte, ello es debido a la naturaleza idiográfica y funcional del tratamiento. Dado que
los clientes varían en los problemas y características que presentan, también varían
en la frecuencia y profundidad con la que forman esas relaciones.
Gradualmente, a medida que vamos construyendo en colaboración una
conceptualización del caso, y que se va formando la relación, se agudiza el foco
terapéutico en el reforzamiento de amplias clases de conductas, tales como la
sinceridad y la seguridad, para ir incluyendo otras conductas que son más relevantes
para los objetivos del cliente. Los terapeutas se centran más directamente en las
CCR1, llamando la atención sobre ellas o bloqueándolas, y promueven al tiempo las
CCR2, incluyendo fomentar las habilidades de relación, como las evaluadas por la
FIAT (ver Capítulos 3 y 4). Las estrategias de generalización (Regla 5) también deberían
ser objeto de una mayor atención hacia esta mitad de la terapia. Las tareas para casa
requieren que los clientes pongan en marcha esas nuevas conductas en su vida diaria,
que ya lo han sido dentro de la sesión, y lo ideal sería que las CCR2 ocurriesen ya en
cada sesión.
Debemos mencionar también en este punto algunas otras consideraciones
conductuales. Idealmente, el terapeuta de FAP debería reforzar las aproximaciones
sucesivas a las conductas objetivo, para que el cliente las vaya adquiriendo. Al

167
principio de la terapia, el terapeuta refuerza una clase amplia de respuestas. Conforme
progresa la terapia, debería incrementarse la especificidad de las respuestas que
reciban reforzamiento. Esto podría significar que una conducta considerada CCR2 al
principio de la terapia, puede que no cumpla esos requisitos para ser reforzada
después 6. En otras palabras, la conceptualización del caso debería ir evolucionando
conforme avanza el cliente, y el terapeuta debería responder a las CCR también a la
par (En Pryor, 2002, puede encontrarse una introducción de los principios
conductuales y el moldeamiento). Este proceso es fluido en el sentido de que el
terapeuta fomentará y reforzará instancias de esas conductas que supongan una
mejora cada vez más específicas. Ocasionalmente, el terapeuta puede volver a reforzar
un conjunto anterior y más amplio de conductas, y expresará su agradecimiento
porque el cliente quiera volver al tratamiento cuando se considera que es difícil que lo
haga. Al reforzar estas respuestas del cliente, que ya habían sido adquiridas
anteriormente en el tratamiento, el terapeuta está intentando reforzar de manera
intermitente las conductas necesarias, pero no suficientes, del cliente y que son un
requisito para producir el cambio terapéutico.
En esta fase de la terapia FAP, el terapeuta también se centra mucho en la función
de la conducta del cliente y terapeuta, el proceso en vivo, momento a momento, entre
el terapeuta y el cliente, el impacto de las respuestas del cliente sobre el terapeuta, y
el impacto de la conducta del terapeuta sobre la del cliente. Los cuestionarios que se
utilizan en esta fase incluyen: “Preguntas Típicas de FAP”, el “Registro de Riesgos
Emocionales”, y el “Cuestionario de Mitad de la Terapia” (ver Anexos E, N y G). Estos
formularios pueden ayudar a los terapeutas a evocar en el cliente pensamientos y
sentimientos acerca de la relación terapéutica.

Centrarse en la evitación
Un foco típico del interés de FAP es la evitación, y el papel central que esta pueda
jugar en las dificultades del cliente. La evitación puede aparecer en vivo cuando los
clientes no están en contacto con las características de la relación terapeuta-cliente,
de manera que puedan reflejar sus relaciones de su vida fuera. Por ejemplo, un cliente
puede esforzarse por ver al terapeuta como un profesional, en lugar de como una
persona real que se preocupa por él. Una frase afectuosa puede ser interpretada como
“algo que tienes que decir porque te estoy pagando”. En esta situación, el terapeuta
puede preguntarse en voz alta si también el cliente tiene razones para que otras
personas de su vida no sean sinceras con sus sentimientos. Lo que es más importante,
el terapeuta puede bloquear suavemente esta evitación repitiendo esa frase cariñosa,
que funcionará como una exposición y, con suerte, ayudará a que surja una CCR2.
La evitación también puede aparecer en el despacho de la terapia de una forma más
básica. Específicamente, un cliente puede trabajar para evitar sentir, realmente lo que
sea que tenga que sentir en un momento dado de la terapia. Esta es una situación
interesante en FAP, porque la CCR1 de evitación puede no ser concretamente
interpersonal, en el sentido de que el cliente puede estar evitando la experiencia de
una emoción real, incluso cuando está solo. Aparentemente no parece que sea un

168
repertorio interpersonal que pueda ser moldeado por un terapeuta FAP mediante el
reforzamiento. Para muchos clientes que tienen dificultades en experimentar
emociones, sin embargo, esta dificultad se traduce en problemas de intimidad,
confianza y empatía. ¿Cómo podemos realmente comprender y aceptar la experiencia
de otro, si no podemos hacer lo mismo con nosotros? Por ejemplo, en el caso de Alicia,
la evitación que se daba al inicio parecía sencilla: no se había permitido llorar por la
muerte de su querido perro. Sin embargo, para ella, el duelo por una pérdida le llevó a
ponerse en contacto con el dolor de otras pérdidas anteriores en su vida, como las
rupturas sentimentales que le rompieron el corazón. Permitirse llorar lo asociaba a
una pérdida del control, que muy probablemente había sido castigada por sus
allegados en el pasado.
Así, aunque la CCR1 de evitación emocional puede que no fuera interpersonal, la
CCR2 de experimentar la emoción, plenamente y sin amparo, podía ser
extremadamente poderosa al compartirse con otro ser humano. Por lo tanto, los
terapeutas de FAP trabajan grandemente con la evitación y promueven la CCR2 de
tener contacto con la experiencia, tanto por razones intrapersonales como
interpersonales, y el contacto emocional profundo casi siempre fortalece la relación
terapéutica.
En FAP, la clave para promover y responder al contacto emocional profundo suele
centrarse en la experiencia visceral directa. Se puede animar a los clientes a que
experimenten plenamente su evitación, describiendo lo que sienten en sus cuerpos y,
a medida que afloran las emociones, a que permanezcan en contacto con esa
experiencia visceral. Reforzar ese contacto puede ser bastante sencillo, pero es
profundo, aceptando la experiencia y el dolor de los clientes, dejándoles sentir el
apoyo que le damos, y ampliando la propia cercanía que siente con nuestra respuesta.
También son importantes algunas otras consideraciones, como las situaciones en
las que hay mucho miedo a entrar en contacto con lo que se está evitando. Como en
toda buena terapia basada en la exposición, es importante permitir que los clientes lo
hagan a su propio ritmo, y que se sientan plenamente libres y responsables de
permanecer donde están. También puede ser útil explorar lo que significa evitar
frente a avanzar, y validar todo lo que están haciendo los clientes para su propio
crecimiento. Puede ser fácil para un terapeuta subestimar la tremenda dificultad de
contactar con el dolor, como ocurre en el duelo y la pérdida. Ni qué decir tiene que los
terapeutas han de comprometerse plenamente también a enfrentarse a sus propios
problemas de evitación, para poder ser eficaces al tratar de reducir la evitación de sus
clientes.

Una interacción de FAP típica e ideal


Durante la fase intermedia de la terapia se ha de prestar atención a las
oportunidades para crear interacciones FAP “ideales”. Una interacción típica a
menudo comienza hablando de un problema que el cliente tiene en el mundo exterior.
Por ejemplo, consideremos la transcripción entre JWK y una mujer adulta joven

169
deprimida (Natalia) que se presenta a continuación. La transcripción ha sido
ligeramente modificada para mejorar la claridad del diálogo.
Durante la sesión, Natalia describió su miedo a ser auténtica con un hombre (Ryan),
por el que se había sentido atraída en un evento social. JWK le preguntó a Natalia si
alguna vez había sentido un miedo similar con él. Este tipo de paralelismos (ver el
Capítulo 4) puede hacer que el foco de atención se desplace hacia las CCR. Natalia
respondió que sí sentía ese miedo también con JWK, y que lo estaba sintiendo “ahora
mismo”. JWK le preguntó cómo sabía que lo estaba sintiendo en ese momento, y ella
respondió: “Porque estoy trabajando muy duro para no llorar, para no mostrarte
ninguna emoción en este momento”.
A menudo, sobre todo en las primeras fases de la terapia, la primera CCR que se
produce en una sesión es una CCR1. Este fue el caso de Natalia. JWK observó que la
respuesta de Natalia era una CCR1 (Regla 1), concretamente la evitación emocional, e
intentó evocar una CCR2 (Regla 2) diciendo: “¿Qué puedes hacer ahora mismo para ser
más auténtica, más real conmigo?”. Durante los siguientes minutos, Natalia siguió
evitando mostrarse auténtica, y JWK continuó animándola suavemente. Esto tampoco
es algo raro, ya que los repertorios de CCR pueden ser bastantes persistentes.
Finalmente, empezó a llorar un poco y preguntó: “¿Qué significa para ti que esté
sentada aquí, sintiendo tantas cosas?”.
JWK reconoció esta respuesta como una CCR, y amplificó sus propios sentimientos
hacia ella en un intento de ser reforzante de una manera natural. Dijo: “Cuando lloras
así, siento empatía, siento ternura hacia ti, tengo una sensación de cariño hacia ti que
cuando te veo solo pienso: es auténtica, sincera. Solo pienso que me gusta mucho esta
persona y espero poder ayudarla. Veo que estás luchando, y me siento un poco triste,
solo porque tú estás triste, y me gustas, y por eso me pongo un poco triste”.
La respuesta de JWK fue bastante evocadora para Natalia, y esta vez comenzó a llorar
mucho, durante varios minutos. De hecho, esta fue la primera vez que Natalia había
llorado de verdad en terapia. JWK reconoció que era algo inusual y era una CCR2
importante. Siguió ofreciéndole apoyo, pero habló muy poco. Cuando Natalia dejó de
llorar de forma natural, le preguntó: “¿Cómo te sientes ahora?” (Regla 4).
Natalia respondió: “Aliviada, exhausta. Un poco nerviosa todavía, pero intensa”.
Después de hablar sobre ello, JWK hizo un resumen de los sucedido (Regla 5) diciendo:
“Empezaste sintiéndote emocionada, mostrándolo solo un poco, y teniendo algunos
miedos al respecto, y lo comprobaste conmigo. Una vez que oíste lo que realmente
pensaba, te abriste y saliste al exterior; y ahora te sientes aliviada, un poco más
segura, pero todavía con algunos nervios. No todo desapareció, obviamente. ¿Estoy
entendiendo bien lo que te ha pasado?”. Natalia estuvo de acuerdo, y añadió: “Vale, así
te sientes más segura… no evitando”. Tras algo más de diálogo, JWK terminó la
interacción estableciendo un paralelismo de dentro-fuera (Regla 5) para ayudar a la
generalización de esta CCR”: “Bueno, si hubiera reaccionado de manera diferente, no
te sentirías más segura. Así que la pregunta es: ¿Cómo vas a reaccionar ante la gente
ahí fuera? ¿Es así? Sabes cómo reaccionarán tu padre y tu madre, pero la pregunta es:
¿Qué vas a hacer con el resto del mundo, como Ryan?”.
En resumen, la interacción ideal de FAP comienza con un paralelismo de fuera-
dentro, basado en la observación por parte del terapeuta de una similitud entre un

170
problema externo y una CCR1 (Regla 1). Después siguieron intentos de evocar CCR2
(Regla 2), y cuando se produjeron el terapeuta aplicó reforzamiento natural (Regla 3). A
continuación, el terapeuta comprobó el valor de refuerzo de su respuesta (Regla 4), y
proporcionó una serie de estrategias de generalización (Regla 5), que incluyeron una
descripción funcional de lo que acababa de ocurrir, un paralelismo dentro-fuera, y
una tarea en la que se animó a la cliente a “poner en marcha” la CCR2.
A continuación, se presenta otra transcripción de otro cliente que puede ayudar a
clarificar estas interacciones. Aunque la mayoría de la comunicación terapéutica no
suelen ser tan sucintas, se ha excluido cierta charla adicional para destacar solo la
interacción ideal, y la aplicación de las cinco reglas a lo largo de la secuencia.

Cliente: Cada vez que mi mujer critica mi conducta, me pongo a la defensiva. [Describe un problema del exterior].
Terapeuta: ¿Es posible que esto haya ocurrido antes entre nosotros también? [Piensa en una posible CCR anterior en
١
sesión (Regla ) y traza un paralelismo entre ambas situaciones].
C: No, aquí es completamente diferente [CCR1]. ¿Por qué preguntas eso?
T: Bueno, lo pregunté porque me pareció que estabas un poco a la defensiva entonces, y pareces un poco a la
defensiva ahora. [Reglas 2 y 3. Se da cuenta y responde contingentemente a la CCR1 y evoca una CCR2, no
necesariamente en la misma frase]. ¿Qué podrías intentar ahora para parecer menos a la defensiva?
C: Creo que cuando recibo críticas, mi estado de ánimo cambia rápidamente y siento que mi autoestima se ha
desinflado.
T: Sabes, oírte decir eso me hace sentir más conectado contigo que recibir una respuesta defensiva [Regla 3.
Responde contingentemente a la CCR2]
T: ¿Qué te ha parecido oírme decir que me siento más cerca de ti? Después de oírme decir eso, ¿estás más o
٤
menos dispuesto a hablar de lo que pasó antes en la sesión? [Regla . Comprueba el valor de refuerzo de la
٢
respuesta a la CCR ].
T: Yo dije algo que te desinfló, y tú me dijiste cómo te sentías. El compartir eso me hizo sentir más cerca de ti,
y te lo dije, lo que nos permitió mantener una discusión difícil [Regla 5. Describir las relaciones
funcionales implicadas en la conducta dentro de la sesión].
T: Así que parece que esta situación es muy asimilar a lo que te ocurre con tu esposa.
T: ٥
¿Crees que podrías intentar esto mismo con tu mujer a lo largo de la semana? [Regla . Propone tareas para
casa buscando generalización].

Hacia la mitad de la terapia con Alicia


En la siguiente transcripción de la fase intermedia de la terapia con Alicia (Sesión
10), MT se centra en el progreso de Alicia de “amarse” a sí misma, definido
conductualmente como ser menos dura y más cariñosa en su habla privada para con
ella, dedicarse a tareas de autocuidado como hacer ejercicio y comer más sano, y
aceptar la elevada opinión positiva que MT tiene sobre ella. Al leer esta transcripción,
puede ser interesante intentar identificar los componentes de la interacción ideal de
FAP.

Terapeuta: Vamos a respirar un poco, y estar la una con la otra, aquí juntas… Estoy leyendo el formulario puente de la
sesión, y dices que estás empezando a amarte a ti misma. Es muy emocionante para mí escuchar esto, es
espléndido.
Cliente: Así es, podría ser lo que realmente necesito para estar a gusto, que me ayudes a estar mejor conmigo

171
p q p g q y j g
misma… Es una herramienta que nunca he aprendido antes.
T: ¿Amarte a ti misma?
C: Sí. Lo escribí y lo puse en el medallón que me regaló mi abuela. De vez en cuanto juego con mi medallón y
cuando lo toco pienso: “Oh, sé lo que pone ahí”, y dice: “De todas las personas del mundo, yo soy la que
más merece mi amor. Tú, al igual que cualquiera en el universo, mereces tu amor y tu afecto”.
T: ¿Cómo sientes ese compromiso?, ¿dices que es la herramientas que te faltaba?
C: Emocionante, pero confuso. Todavía estoy en medio del entrenamiento. Lo estoy descubriendo ahora.
T: Así que estamos en la mitad del camino, respondiendo a cómo estás cambiando, y estás implicada en ese
proceso. Yo también me siento igual de comprometida. Lo que estás pensado sobre las cosas y lo que estás
escribiendo sobre ellas, es muy, muy emocionante para mí. Intento contenerme, porque probablemente no
estés acostumbrada a esa emoción de otros.
C: Probablemente no te creería. Pero, puedo entender que sea emocionante tener a alguien trabajando contigo,
que se deje llevar por lo que dices.
T: ¿Así que no me crees?
C: No. Quiero decir que sí, pero, es que… Supongo que si pudiera ir asimilándolo, te creería.
T: ¿Dejarías de creerme, en este momento? Estoy emocionada por la forma en que estás cambiando.
C: Si lo pienso desde fuera… por ejemplo, tengo una amiga que es terapeuta y tiene un cliente realmente
comprometido, que está realmente dispuesto a intentarlo de verdad. Entonces veo que eso también me
gustaría que me ocurriera a mí. Especialmente porque este es tu trabajo, es lo que te gusta, es decir, es algo
grande, y es algo que puede ayudar a mucha gente.
T: Así es, podría ayudar a mucha gente.
C: Además, creo que no estoy acostumbrada a que la gente exprese sus sentimientos, es decir, tú expresas tus
sentimientos, y yo no estoy acostumbrada a eso… Valoro mucho que la relación sea sincera, es algo muy
importante para mí. Supongo que tengo que confiar en las personas, para creer lo que me dicen. Es difícil,
porque… en el trabajo mi supervisora… no me apoya en nada.
T: Entonces, desearías que ella te diera un feedback más concreto. Ocurre lo mismo cuando yo lo haga también
aquí…
C: Te creo.
T: Cuando antes te decía que estaba emocionada por todo lo que has cambiado, me decías “no te creo”, ¿pero
ahora dices que sí me crees?
C: Porque creo que lo he asimilado, y ahora que lo pienso, tiene sentido. Solo necesito un tiempo. Tengo como
automatismo que me hace levantar un muro. “No, no te creo, ¿por qué tendría que hacerlo?”.
T: Y entonces lo asimilas, y…
C: Una vez que lo suavice, sí.
T: ¿Qué sientes físicamente?
C: Cuando lo dijiste la primera vez, ni siquiera tenía una sensación física.
T: ¿Igual que un muro?
C: Sí, y ahora siento que lo he dejado entrar en mi cuerpo, está en mi cuerpo, y me siento bien.
T: Ni siquiera he comenzado a contarte todas las razones por las que estoy emocionada. Bueno, había
comenzado a hacerlo… diciendo que es increíble que me hayas mostrado ese medallón de más de 60 años,
con el mensaje de que no hay nadie más importante para amar que tú. Y eso me ha dado fuerte, en el
estómago, es una sensación aquí. De hecho, se me saltan las lágrimas. [CT2, MT expresa fuertes
sentimientos; Regla 2, evoca la CCR; Regla 3, refuerza de manera natural el progreso de la cliente].
C: Eso está bien. Lo curioso es que cuando lo escribí pensé que solo lo hacía como una forma de ayudarme a
mí misma a recordar. Ahora me doy cuenta de que lo hacía porque significa mucho para mí.

172
T: Sí, entiendo realmente que el medallón signifique tanto para ti, y que estés realmente comprometida en este
proceso de amarte a ti misma.
C: Sí. Es una herramienta. Ni siquiera es una herramienta, es parte de la vida que me estoy perdiendo. Y
realmente quiero hacerlo.
T: Me parece que esto supone un punto de inflexión. [Regla 3, reforzamiento natural].
C: Esta semana sentí que era importante… Tengo muchos afectos, quiero decir, que trabajo en un hospital y
quiero ser cuidadora. No puedo hacer todas esas cosas si antes no puedo hacerlas por mí misma. No
estaría del todo allí, faltaría una parte de mí.
T: … ¿Puedo decirte que estoy realmente emocionada por lo que me estás contando? [Regla 2, evoca CCR]
C: Sí.
T: ¿Cómo te afecta que te lo diga? [Regla 2, evocar CCR; Regla 4, evaluar el impacto].
C: Estoy un poco sorprendida, pero me siento cómoda cuando lo dices. No me molesta.
T: Yo también estoy sorprendida de cómo estoy reaccionando. Creo que realmente entiendo lo grande que es
esto, y por eso estoy reaccionando así. [Regla 3, reforzamiento natural].
C: Sí. Me golpearon psicológicamente, por partida doble. Creo que era lo que necesitaba, y me llevó mucho
tiempo. No sé, nunca me di cuenta, cada vez que he tratado de cuidar de mí misma o tener amor propio…
En mis relaciones con mis novios, siempre se trataba de sacrificarme por ellos, siempre.
T: … Y en este momento, ¿qué significa amarte a ti misma? ¿En este proceso aquí ahora junto conmigo? [Regla
2, evoca CCR, al traer al momento presente sus sentimientos]
C: Tengo mucho miedo por esto. Tengo tanto miedo de conectar conmigo misma, porque es algo que he odiado
durante mucho tiempo. Porque estoy completamente convencida de que una parte de mí es horrible y fea, y
soy alguien tan lamentable. ¿Cómo podría amar algo así? Sin embargo, estaba pensando sobre las cosas que
podría decirme a mí misma… Realmente hoy estaba muy cabreada porque me ha salido un enorme grano
en la barbilla… Pero ¿sabes qué?, me levanté y me miré en el espejo y dije “esto se pasará”.
T: … Parte del hecho de amarte a ti misma es precisamente ser capaz de hacer esas cosas, estar abierta a la
experiencia del momento presente. Estar realmente aquí. [La clienta le dio a MT un ejemplo de cómo estaba
siendo más amable consigo misma, pero no un ejemplo en vivo como le pidió. MT sugiere que la cliente está
siendo más abierta al estar realmente presente en el momento presente en la conversación con ella].
C: … quiero decir, me has dicho que estás emocionada y todo eso, pero no puedo imaginar que te sientes
frente a mí, y escuches lo que digo…
T: … Siento mucha compasión por ti.
C: Pero, no se cómo podrías…
T: ¿Quieres que entre a explicártelo? ¿por qué siento compasión por ti?
C: Sí, quiero decir, que esa es la parte que no entiendo [CCR2, pidiendo lo que quiere, aunque la información
sea incómoda para ella].
T: Bien… Escucha lo que tengo que decirte. Soy sincera. Cuando naciste, en primer lugar tuviste un parto
muy difícil y después empezaste a tener todas esas enfermedades físicas, el asma, las infecciones. No fue tu
culpa. Tu madre estaba deprimida y parece que estaba más centrada en sí misma, has utilizado la palabra
narcisista. Dijiste que te sentías emocionalmente como abusada y abandonada. ¿Cómo podría ser de otra
manera, si no has tenido el apoyo que te mereces? Todo eso te lleva a sentirte deprimida y sin esperanza.
Has tenido todos esos obstáculos en tu vida, y has sufrido tanto, y ahora estás aquí intentando dar lo mejor
de ti, haciendo todos esos cambios en tu vida. Pude notar ese esfuerzo desde nuestra primera sesión, no
eres una persona que abandona, perseveras, querías intentarlo, y tienes todos esos ideales por ti misma,
tus metas y tus sueños. Quieres hacer acupuntura, y desarrollar una nueva relación, estar saludable,
comprometerte en no fumar. Así que todo eso es lo que tengo precisamente en cuenta… [Regla 3, reforzar de
manera natural su compromiso con la terapia; Regla 2, evocar CCR por llevar un tiempo sin creer en el
feedback positivo de la terapeuta]. ¿Estás de acuerdo con todo lo que he ido diciendo?
C: Está bien.

173
T: Está bien, porque comencé diciendo que realmente quiero que estés en el aquí, en tu cuerpo, y que me
escuches, que por eso siento compasión, y ¿tu lo aceptaste así?
C: Me haces sentir mejor, me siento un poco más animada.
T: ¿Sí?, ¿cómo te sientes con lo que te dicho?
C: Es de las pocas veces que realmente me creo los cumplidos de alguien.
T: No es un cumplido, a menos que lo consideres como una forma abreviada de decir algo positivo sobre ti.
Simplemente es la verdad.
C: Sí.
T: Es como yo lo veo y la experiencia que tengo contigo.
C: Sí, porque los cumplidos no son necesariamente honestos. Supongo que esa es la diferencia.

Esta interacción es un ejemplo de cómo MT proporciona a Alicia una gran cantidad


de feedback auténtico y positivo, respecto a sus reacciones personales, y trabaja con la
CCR1 de Alicia de no creerle, y también facilita su CCR2 de dejarse llevar por la
consideración positiva de MT. Este tipo de feedback del terapeuta, una reacción
sincera y positiva hacia el cliente, puede ser tanto evocadora (Regla 2) como
reforzante de manera natural (Regla 3), y por lo tanto es un componente fundamental
de FAP.

Fase final de la terapia


Al igual que la fase inicial, la fase final de la terapia en FAP suele presentar CCR
únicas. Es probable que la terminación de la terapia sea una etapa difícil, tanto para el
cliente como para el terapeuta, especialmente si se ha establecido una fuerte relación
entre ellos. Por lo tanto, la finalización debería discutirse pronto, de forma que ambos
participantes puedan tener ciertas sesiones para hablar sobre esa terminación de la
terapia. Este proceso podría variar dependiendo de la longitud del tratamiento. Por
ejemplo, en una terapia a corto plazo o limitada en el tiempo, el cliente y terapeuta
sabrían desde el principio que la terapia terminará en 20 sesiones o en un número de
sesiones al mes. En los tratamientos de larga duración, la terminación podría ocurrir
una vez que el cliente y terapeuta coinciden en que los objetivos se han cubierto o que
se ha realizado un progreso suficiente como para terminar. Como sabemos, FAP es un
tratamiento idiosincrático, por lo que no hay una longitud de tiempo específica para
llevarla a cabo, ni tampoco un número de sesiones necesarias para terminar el
proceso.
La terminación debería verse como una oportunidad para ayudar al cliente a
construir un nuevo repertorio de pérdidas y conclusiones. A menudo, las relaciones
en el mundo exterior no terminan bien. A veces, terminan de forma cordial, a veces
con enfados, y en algunas otras las personas se distancian sin siquiera decirse adiós.
Sin embargo, raramente se ve la terminación como una oportunidad para explorar
verdaderamente su significado y sentirlo plenamente (quizás, excepto cuando la
muerte es inminente y hay que prepararse para ello). Los terapeutas de FAP se
preparan para esos finales significativos. El terapeuta puede iniciar una conversación
sobre la terminación, diciendo algo como: “Las conclusiones y la pérdidas forman

174
parte de la vida y de las relaciones, también de la terapia y de nuestra relación
terapéutica, lo que nos permite una oportunidad única para terminar esta relación
importante entre nosotros de una forma reflexiva, reconociendo el impacto que
hemos tenido el uno en el otro”.
Las “Herramientas para el Final de la Terapia” (ver Anexo K) pueden ayudar en este
proceso de consolidación de los logros y realizar despedidas significativas. Una de las
preguntas del cuestionario, que puede explorarse con más detalle en el Anexo K, sería:
“Para muchos clientes, el final de la terapia trae consigo sentimientos y recuerdos de
otras transiciones y pérdidas anteriores. ¿Qué pensamientos y sentimientos te
provocan los finales en general?, ¿qué pensamientos y sentimientos tienes sobre el
final de esta relación terapéutica? Puesto que a esta altura el terapeuta tendrá ahora
una conceptualización del caso bien formada y evolucionada sobre el cliente, debería
entonces determinar si las respuestas del cliente constituyen una CCR1 o una CCR2, y
entonces responder adecuadamente.
Los terapeutas de FAP también pueden optar por escribir una carta de fin de la
terapia, dicha carta puede ser un componente importante del proceso de despedida.
La carta puede incluir la descripción de los progresos realizados, lo que apreciamos
del cliente, cualquier interacción que haya sido conmovedora para nosotros, o que
haya destacado durante la terapia, lo que recordamos o nos llevaremos de la terapia,
lo que queremos que el cliente se lleve, las esperanzas y los deseos que tenemos para
con el cliente, y los consejos de despedida. Estas son también las cuestiones que
cliente y terapeuta deben discutir cuando se habla de la terminación de la terapia.
Proporcionar a los clientes una carta de cierre el proceso, les da algo tangible que
llevarse de la terapia y un recuerdo concreto de su progreso y de la relación
desarrollada. Este es un ejemplo de una carta de este tipo, escrito por MT a Alicia, y
leída en voz alta en la última sesión.
Nuestra vida es un aprendizaje de una verdad, y es que alrededor de cada círculo se puede dibujar otro, que
no hay un final en la naturaleza, pero que cada final es un principio… (Ralph Waldo Emerson).
Querida Alicia,
Esta carta significa una graduación con honores por tu parte. Mirando la lista de altísimos objetivos que nos
marcamos para ti, resulta absolutamente asombroso cómo los has logrado y has hecho un progreso
significativo en todos ellos: establecer una alianza terapeuta, clarificar tus valores, dar pasos en tus direcciones
de valor, ser más social, estar libre de cigarrillos, aumentar tu autoaceptación, aumentar la atención plena,
aumentar el pensamiento empoderado, estar y procesar los pensamientos que antes evitabas, procesar las
pérdidas, disminuir la depresión, aumentar la salud, aprender de nuestra relación terapéutica como un
microcosmos de las relaciones en tu vida cotidiana. Se ha dicho que ”grande es el arte de empezar, pero más
grande es el arte de terminar” (Lazarus Long). ¿Cómo puedo resumir adecuadamente en una carta los aspectos
más destacados de este importante y significativo viaje que hemos emprendido las dos? Estoy agradecida de
que nuestros caminos se hayan cruzado, de que el universo nos haya reunido durante este lapso de tiempo. En
tu trabajo ha habido mucho dolor, pero muchos atisbos de felicidad que se filtraban entre ellos, esperando la
liberación. Ha habido mucha lucha, pero muchos más triunfos.
He disfrutado realmente trabajando contigo. El propósito de esta terapia es involucrar a nuestros clientes en
un trabajo que les cambie la vida, y tú estás ya bien encaminada. Dejaste de fumar el 24 de marzo, una hazaña
que fue impresionante e inspiradora para mí. Nunca olvidaré la determinación que mostraste, el sufrimiento
que soportaste, los impulsos que toleraste, ni las llamadas telefónicas a las 6 de la mañana que te hice para que
no fumaras ese primer cigarrillo del día. Si tienes la determinación y las agallas para dejar de fumar, teniendo
en cuenta lo insoportablemente difícil que era para ti, puedes hacer cualquier otra cosa que te propongas.
Un punto de inflexión en nuestro trabajo fue cuando asumí el papel de tu voz crítica y la reflejé para ti. Ese
fue el comienzo de un profundo reconocimiento por tu parte de la importancia de cuidarte a ti misma. Nunca
olvidaré que unas semanas más tarde, después de terminar el libro Loving Yourself de Kingma (2004), me

175
dijiste que empezabas a quererte a ti misma, que te abrazabas a ti misma por la noche y te decías: “Alicia, te
quiero”, y que habías puesto la cita de Kingma en el medallón que te regaló tu abuela: “De todas las personas
del mundo, yo soy la que más merece mi amor”.
Lo que más me emociona, además de que hayas dejado de fumar y hayas encontrado/actuado sobre tu amor
propio, es que hayas recuperado tu poeta y escritora interior. Tu elocuencia a la hora de expresarte por escrito
es un don especial: tienes el poder de hacerme reír, llorar, reflexionar e inspirarme con tus palabras. Es un
talento que espero que utilices con frecuencia en el futuro.
Antes de que participaras en esta terapia, habías estado deprimida gran parte de tu vida. Ahora esa
depresión se ha aliviado, es normal que los periodos de oscuridad vayan y vengan, se intensifiquen y
disminuyan. Si utilizas con regularidad las habilidades que has adquirido en nuestro trabajo conjunto, las
sensaciones de depresión serán menos persistentes, y estarás en contacto con tu voz interior que está tan llena
de luz:
1) Mindfulness. Se trata de una habilidad en la que la gente suele pasar toda la vida trabajándola. Implica la
capacidad de observar los procesos internos, los pensamientos y los sentimientos, sin dejarse llevar por ellos.
Es una herramienta poderosa que permite utilizar la palabra clave “respirar”, para describirte a ti misma tus
sensaciones viscerales, para observar tus pensamientos, y no dejarte llevar por los que no son útiles, como los
de tu voz crítica. Cuando surgen pensamientos que no quieres aceptar, puedes decirte a ti misma: “Oh, bueno,
solo es un pensamiento”.
2) Activación conductual. Recuerda que la activación conductual te resulta realmente útil. Rellenaste muchos
registros sobre actividades y te comprometiste con ellas (por ejemplo, caminar, hacer cálculos), y viste que el
patrón típico de depresión disminuyó, tu voluntad aumentó, y tu sensación de lucha disminuyó cuando te
involucrabas en una actividad productiva.
3) Superar la evitación. Hiciste grandes avances en el tratamiento de una tendencia que es casi universal, la
de evitar lo que nos resulta doloroso. Nos centramos en cómo nuestra capacidad para validad los sentimientos
de dolor y pérdida, abre la puerta a la alegría. Evitar el dolor puede llevarnos a una depresión adormecida, a
una superficialidad de vida en la que no sentimos el dolor de algo que falta. Compartiste conmigo mucho dolor
que apoyé con ternura. Hay mucho más que sentir cuando estés preparada. En el ámbito interpersonal,
hablamos de cómo alguien que se compromete, en este caso conmigo, siente la necesidad de querer alejarse.
Recuerda que lo mejor es hacer lo que hiciste conmigo, hablarlo y reflexionarlo.
4) Autocuidado. Dejar de fumar fue uno de tus mayores logros de autocuidado. También has estado
comiendo de forma más saludable, y haciendo más ejercicio y, por lo tanto, has bajado más de 4 kilos, en tu
camino por recuperar completamente su salud y vivacidad. Escribiste en un cuestionario de sesión lo
importante que era para ti compartir directamente los problemas y las cuestiones que tienes, para ajustarte a
la norma “hago las cosas por mí misma”. Respetarte a ti misma es una forma definitiva de cuidarte.
Llevo más de 25 años ejerciendo, y has sido uno de mis clientes más inolvidables. Me ha inspirado tu gran
motivación y tu compromiso en mejorar por ti misma. Cuando tengo momentos de debilidad, como cuando
me tienta la comida basura, pienso en cómo fuiste capaz de resistirte a los cigarrillos, y entonces soy capaz de
pasar de lo que no me conviene Siempre recordaré y me inspirará tu capacidad para resistir tus
monumentales ganas de fumar.
Me trajiste un regalo muy simbólico después de dejar de fumar: una libélula decorada con una cita de
Shakespeare; “No es oro todo lo que reluce No todos los que vagan están perdidos”. Estas palabras son muy
apropiadas para ti, ya que para mí personifican tu conocimiento interior. He sido testigo de lo poderosa que
es tu intuición, de cómo sabes con profundidad lo que quieres y lo que es correcto para ti. Escuchas a tu
propio diablillo interior, tienes tu propio ritmo y tú tiempo sobre cómo quieres vivir tu vida. La libélula
simboliza también quién eres. Con sus alas brillantes y su forma delicada, es una criatura mágica. Las libélulas
simbolizan la transformación. Tú estás en un proceso de transformación fundamental, Alicia. A medida que te
mantengas en sintonía con tu voz interior, sabrás cuándo iniciar los cambios que sabes que todavía has de
hacer, y cuáles puedes podría estar evitando.
Creo totalmente en ti, Alicia, en tu capacidad para alcanzar tus sueños, y en la energía que aportas a aquellos
cuyas vidas tocas. Si necesitas una sesión de recuerdo, estoy disponible en el teléfono o correo electrónico.
Hasta que te vuelva a ver, te deseo que sigas teniendo éxito en el camino que has elegido, y que puedas
expresar tu verdadero y maravilloso ser.

En conclusión, la fase final de FAP es un momento para consolidar lo conseguido, y


para asegurar que las interacciones positivas que han tenido lugar en la relación
terapéutica se han generalizado a la vida cotidiana de los clientes Es una oportunidad
para modelar cómo una relación puede terminar positivamente, con sentido y con
sentimiento. Los clientes deben tener una sensación clara de cómo son de especiales,

176
y también tener claro lo que tienen que aportar a las relaciones de su vida, su
comunidad, y quizás al mundo.

Referencias
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Functional Analytic Psychotherapy and Acceptance and Commitment Therapy to alleviate human suffering.
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Kanter, J. W., Tsai, M., & Kohlenberg, R. J. (Eds.) (2010). The practice of FAP. Springer. (Traducción española Editorial
ABA España, 2021).
Kingma, D. R. (2004). Loving yourself: Four steps to a happier you. Conari Press. (Traducción española Ediciones
Urano, 2005).
Kohlenberg, R. J., Kanter, J. W., Bolling, M. Y., Parker, C., & Tsai, M. (2002). Enhancing cognitive therapy for
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and Clinical Psychology, 21, 95–103. https://doi.org/10.1037/h0045357

6
Esta idea podría ser una reminiscencia del moldeamiento de Skinner para hacer girar a una paloma en torno a un
círculo. Cuando el movimiento de la paloma era de 30 grados en sentido contrario a las agujas del reloj, el
movimiento de la cabeza que inicialmente había sido reforzado ya no lo era, puesto que ya la paloma había
aprendido a dar la vuelta 180 grados.

177
Capítulo 8

Supervisión y desarrollo personal del


terapeuta

Mavis Tsai, Glenn M. Callaghan, Robert J. Kohlenberg,


William C. Follete y Sabrina M. Darrow
El tipo de supervisión de FAP que he recibido me ha llevado radicalmente a una intimidad interpersonal y una
profunda sinceridad. He llegado a confiar en mis supervisores, no porque fueran predecibles dentro de una comodidad
emocional y una distancia interpersonal , sino porque me han demostrado sistemáticamente que quieren interactuar
conmigo como una persona completa . Quieren asumir el riesgo de la incomodidad emocional , aventurarse en un
territorio desconocido , porque me valoran sin condiciones . Al trabajar juntos como personas como un todo, y exponer
nuestras historias personales en nuestra relación de supervisión , se ha creado una profunda confianza entre nosotros
que considero imprescindible para este trabajo. Además, aprendí por experiencia que estamos dispuestos a mantener ese
compromiso con la relación , a formar y a ser formados por el otro , a soportar lo que pueda ser desagradable de las
contingencias naturales, siempre al servicio de la conexión con la otra persona en el presente, en lugar de restringir esa
relación artificialmente dado el castigo social que hemos recibido por ello en el pasado. Como ahora puedo tolerar mucho
más el malestar, puedo aventurarme a crear también este tipo de relación con mis propios clientes, nunca antes había
conseguido unas alianzas tan fuertes con ellos. Estoy dispuesta a aventurarme en la incomodidad con ellos porque tengo
la sensación , por mi propia experiencia personal, de que nuestra relación terapéutica puede tolerarlo. La intimidad y
profunda confianza que estamos formando se convierte en la base principal y fiable sobre la que podemos experimentar
con nuevas conductas . A medida que estoy más dispuesto a correr riesgos y a ser vulnerable en la relación terapéutica ,
mis clientes también aceptan más riesgos y muestran profundamente su vulnerabilidad.
(MP habla sobre la supervisión en FAP)

La supervisión se integra en el desarrollo de las habilidades terapéuticas (Armstron y


Freeston , 2006 ), y así en este capítulo delimitaremos los conceptos que facilitan la
comprensión del proceso de supervisión de FAP (Callaghan , 2006ª; Kohlenberg y Tsai,
1991 ). Una supervisión de FAP que tenga éxito produce una experiencia profunda y
mejora las habilidades terapéuticas descritas en los capítulos anteriores . Como tal
experiencia también resulta didáctica. La supervisión de FAP enfatiza el autodesarrollo
del propio terapeuta , y los supervisados siempre dan evaluaciones positivas de su
proceso de formación. En este capítulo discutiremos: (1) las dos formas de conocimiento
que constituyen los objetivos de la supervisión de FAP; (2) los métodos de supervisión
individual de FAP ; y (3) las modalidades de entrenamiento adicionales , incluyendo la
supervisión en grupo y los cursos prácticos. El capítulo concluye con una discusión sobre
la ética y las precauciones que implican la supervisión de FAP.

Objetivos de la supervisión en FAP


En consonancia con la supervisión que se realiza en cualquier orientación teórica,
el primer objetivo de la supervisión en FAP es aumentar la base de conocimientos del

178
supervisado, o el “conocimiento intelectual” inherente al desarrollo de las habilidades
de pensamiento crítico y conceptual de los científicos y los profesionales. Este tipo de
conocimiento puede denominarse “saber qué”, y se consegue mediante el modelado
de las competencias, instrucciones específicas (incluyendo las tareas de lectura), el
establecimiento de objetivos y el feedback sobre la realización de tareas (Milne y
James, 2000). Consiste en un repertorio verbal para describir las características
importantes del proceso terapéutico (Hineline, 1983). Por ejemplo, los supervisores de
FAP aprenden a saber lo que es importante: (1) desarrollar una conceptualización del
caso para comprender qué conductas del cliente pueden ser CCR1 y CCR2; (2) evocar y
reforzar de manera natural las CCR2; y (3) realizar un análisis funcional de las CT1
(conductas problemáticas del terapeuta) y las CT2 (conductas objetivo del terapeuta)
que ocurren durante el tratamiento y la supervisión. El proceso descrito constituye el
“saber qué”, y guía al terapeuta durante el tratamiento evocando conductas
gobernadas por reglas como una clase general de autorreglas (ver el Capítulo 2). El
“saber qué” se refiere esencialmente a la base de conocimientos fundamentales sobre
lo que es importante en FAP para aliviar el sufrimiento del cliente. Esta base de
conocimientos se proporciona, en parte, para enseñar al terapeuta las habilidades
esenciales, tales como saber cuándo y cómo responder a la conducta problemática del
cliente, y cómo proporcionar respuestas a las mejorías clínicas durante la sesión. Las
reglas que sigue el terapeuta pueden ayudarle a recordar que debe estar atento,
responder a las conductas, y evocar esas mejoras clínicas que se producen en la
sesión. Un objetivo clave de la formación en FAP es desarrollar la flexibilidad, de
forma que los terapeutas puedan observar el impacto de sus propias respuestas sobre
los clientes, y a partir de ahí ajustar su estilo, estrategias y repertorios cuando sea
necesario. Todo ello debe llevarse a cabo en un contexto de ser auténtico y genuino al
responder, y dependerá de que los terapeutas sean conscientes de sus propios
sentimientos hacia el cliente, lo que lleva a un segundo objetivo en esta formación.
El segundo objetivo de la supervisión en FAP es aumentar el “conocimiento
emocional”, puesto que desempeña un papel fundamental a la hora de ser consciente,
evocar y fortalecer las CCR. Este tipo de conocimiento, o “saber cómo”, constituye
esencialmente lo que el terapeuta hace. El “saber cómo” corresponde a una conducta
moldeada por las contingencias y puede ocurrir sin que el individuo sea consciente de
ellas. En el lenguaje cotidiano se habla de conocimiento “profundo”, “emocional”, o
“intuitivo” (Skinner, 1974). En consonancia con la distinción entre conducta
gobernada por contingencias y conducta gobernada por reglas (ver el Capítulo 2), el
“saber cómo” se aprende a través de la exposición directa a una intensa relación
interpersonal con el supervisor, en la que se dan y se reciben importantes respuestas
emocionales. Esta exposición es el componente experiencial de la supervisión de FAP.
El contraste entre el conocimiento intelectual (“saber qué”) y el conocimiento
emocional (“saber cómo”) se describe perfectamente en la siguiente cita de un
supervisado.
Muchos otros supervisores intentaron enseñarme a estar emocionalmente presente con mis clientes. Pero
estoy descubriendo que estar presente es algo que hago de corazón. Para realizar esta tarea, necesitaba algo
más que oírlo en la supervisión, leerlo en un artículo, o verlo en un video. Necesitaba experimentarlo yo

179
mismo, en vivo, dentro de la relación de supervisión. Ese es, para mí, el corazón de FAP, así que la supervisión
de FAP me está transformando a mí y a mi trabajo.

Aunque aprender FAP implica tanto “saber qué” como “saber cómo”, y ambos tipos
de conocimientos interaccionan mutuamente, hay que advertir que el seguimiento
estricto de las reglas puede interferir con la atención sobre lo que realmente está
ocurriendo durante la sesión y la respuesta a las contingencias a medida que cambian
(Follette y Callaghan, 1995). De forma similar, Safran y Muran (2001) sugieren que en la
supervisión, como en la terapia, todas las interacciones tienen lugar dentro de un
contexto relacional. Sostienen que la supervisión debe incluir oportunidades
experienciales en vivo, porque el aprendizaje solo de tipo conceptual es insuficiente.
Consideremos los clientes que tienen dificultades cuando se evocan esas relaciones
interpersonales cercanas. A grandes rasgos, pueden denominarse como problemas de
intimidad, y suelen darse en mayor o menor medida en casi todos los clientes, así
como en nosotros mismos como terapeutas y como supervisores. La FAP es muy difícil
de llevarse a cabo si los terapeutas tienen problemas de intimidad similares a los que
tienen sus clientes, y este dilema se agrava si como terapeutas no son conscientes de
esas limitaciones interpersonales. Cuando los supervisados participan en un entorno
de supervisión que evocan las CCR1 de intimidad, y a la vez son moldeados y
reforzados suavemente por las CCR2 de intimidad, entonces adquieren esas
respuestas por contingencias directas, lo que les sitúa en mejor posición para hacer lo
mismo con sus clientes. En otras palabras, el entrenamiento experiencial durante una
sesión de supervisión ayuda a educar y evocar lo mejor de los supervisados (definido
como CCR2), como auténticos seres humanos que son, permitiéndoles así ayudar a sus
clientes a hacer lo mismo.
Hay una nota discordante, como tensión intelectual, en este proceso que vale la
pena reconocer con los supervisados. Es importante “saber qué”, uno debe estar
atento a las contingencias que se produzcan, incluso cuando se muevan a lo largo de
la sesión. Simultáneamente, el terapeuta no debería estar sujeto a reglas estrictas que
requieran una respuesta particular, independientemente del contexto. Por ejemplo,
un cliente puede mostrar una conducta de conexión emocional (p.ej., revelar un
miedo que no había compartido hasta ahora) y que el terapeuta reconoce como una
CCR2. Esto es “saber que” ha ocurrido una CCR2. Del mismo modo, el terapeuta
tendrá que responder a esa conducta del cliente. El estilo de esa respuesta, su
impacto, y la habilidad del terapeuta para notar ese impacto, y luego ajustar su
comportamiento, forma todo ello parte de “saber cómo” responder. Esto requiere una
habilidad diferente en comparación con el conocimiento intelectual de darse cuenta
de que se requiere una respuesta determinada. Requiere que el terapeuta esté en
contacto con sus sentimientos durante la sesión, y que sea sensible a su impacto sobre
el cliente.
En términos más generales, una buena terapia FAP se facilita cuando los
supervisados aplican las reglas de FAP no solo como terapeutas, sino también como
seres humanos en sus relaciones de la vida diaria. Como expusimos en el Capítulo 4,
las primeras cuatro reglas se traducen en el lenguaje común como ser consciente
(Reglas 1 y 4), ser valiente (Regla 2) y ser cariñoso (Regla 3). Estas habilidades críticas o
clases de respuestas terapéuticas aparecen definidas en el FASIT (Functional Assessment

180
of Skills for Interpersonal Therapists) por Callaghan (2006b), y son paralelas a las clases
de respuesta que interesan a los clientes (Callaghan, 2006c). Por lo tanto, las
modalidades de entrenamiento, las tareas y los ejercicios utilizados durante el
proceso de supervisión, tienen como objetivo ayudar a los supervisados a desarrollar
aún más esas cualidades. La Tabla 8.1 enumera esos repertorios óptimos del terapeuta
que buscamos fomentar durante el entrenamiento y supervisión.
Tabla 8.1. Repertorios óptimos de los terapeutas.

Habilidades Vida diaria En sesión


Interpersonales
Afirmación de Identificar y Identificar y afirmar los propios pensamientos, sentimientos y
necesidades afirmar los necesidades en el momento, pedir al cliente o supervisor que responda
propios de forma diferente, hablar con sinceridad, con compasión, y asumir los
pensamientos, riesgos que sean apropiados para que el cliente crezca en la terapia, o
sentimientos y para el crecimiento personal y profesional durante la supervisión.
necesidades con
autenticidad.
Hablar con
sinceridad, con
compasión, y
asumir riesgos de
forma adecuada.
Impacto Capacidad para Capacidad para discriminar el propio impacto sobre el cliente o el
bidireccional discriminar el supervisor, y viceversa.
propio impacto en
los demás, y
viceversa.
Manejo de Participar No evitar la tensión interpersonal. Resolver los conflictos de forma
conflictos sanamente en los efectiva con el cliente o con el supervisor.
conflictos, y
resolver de forma
eficaz los
conflictos con
otros.
Autorrevelaciones Participar Revelar los propios sentimientos para hacer crecer al cliente durante la
y cercanía adecuadamente en terapia, o para el crecimiento profesional y personal durante la
personal la vulnerabilidad y supervisión.
cercanía personal Ser terapéuticamente íntimo y afectuoso.
con otros. Crear una relación estrecha y afectuosa con el individuo en la consulta.
Tener intimidad
interpersonal y ser
efectivo.
Crear relaciones
de cercanía, dar y
recibir afecto.
Experiencia y Discriminar, Discriminar, experienciar y expresar los propios sentimientos para hacer
expresión experienciar y crecer al cliente durante la terapia, o para el crecimiento personal y
emocional expresar los profesional durante la supervisión.
propios
sentimientos con
los demás.

181
Métodos de supervisión individual en FAP
Los métodos de supervisión que describimos a continuación delimitan un rango
amplio de métodos donde los supervisores pueden crear poderosas relaciones con sus
supervisados. Dichas relaciones tienen como objetivo facilitar el conocimiento
emocional (“conocer cómo”) desde FAP.

Crear un espacio “sagrado” para la supervisión


De la misma forma que los terapeutas de FAP crean un espacio terapéutico sagrado
para sus clientes, los supervisores de FAP crean un espacio sagrado similar para sus
supervisados. Como dijimos en el Capítulo 4, ese espacio “sagrado” está dedicado
exclusivamente a alguna persona o algún propósito especial, protegido con sanciones
si se rompe. Se denomine así o no, el propósito fundamental es que los supervisores
de FAP proporcionen un ambiente en el que los supervisados puedan sentirse a salvo y
protegidos, mientras aprenden cómo llevar a cabo FAP. Se puede conseguir
disminuyendo la presencia de estímulos discriminativos aversivos, y maximizando el
reforzamiento positivo. Los supervisores deben ser auténticos al describir sus
pensamientos y sentimientos, y también al ver, evocar, valorar y reforzar las mejores
cualidades de sus supervisados. En el mejor de los casos, la supervisión evoca
descripciones de los supervisados como: “Es como si no hubiera nadie más que yo en
el mundo, estás totalmente presente y en sintonía conmigo. Me devuelves como un
espejo lo mejor de mí, y ves lo mejor de lo que soy capaz de llegar a ser”. Pero, hay que
tener en cuenta que la supervisión descrita anteriormente representa un punto y final
en el desarrollo de las habilidades de FAP; cualquier mejora que haga avanzar la
supervisión en esa dirección constituye ya un progreso. Desde un punto de vista
funcional, cuando más sagrado sea ese espacio, más probable será que la persona
supervisada asuma riesgos, lo que le conducirá a importantes cambios en sus
repertorios que pueden resultarle transformadores en su vida.
La siguiente transcripción es un extracto de la interacción entre MT y su
supervisada RN, que capta la esencia de ese espacio sagrado. Están hablando sobre el
final de una intensa relación de supervisión durante cuatro años, caracterizada por
una gran vulnerabilidad, cuidado y respeto mutuos. Las notas entre corchetes
proporcionan una descripción de las reglas FAP aplicadas por MT en diferentes
momentos.

Supervisora: Siento que mis lágrimas están a punto de salir. No sé muy bien cómo describirlo, porque nunca lo he
hablado antes. Tiene que ver con mi conexión contigo, y mi conexión con mi consejero Ned. Lo sentí por
primera vez cuando pensaba en despedirme de ti. Sentía que surgía un pensamiento “no puedo hacer
esta tarea sin ti” (MT se refiere a que RN actuaba como su ayudante del curso de FAP con estudiantes
graduados). Sé que puedo hacer esta tarea sin ti, pero creo que hay algo en cómo él me aconsejaba y cómo
yo lo hice contigo, hay una conexión bastante fuerte entre ambas situaciones. [Regla 2, evocar CCR).
Terapeuta: No se qué decir. Tengo que hacer la tarea, y puedo lograrlo. Me has enseñado a hacerlo sin ti, y voy a
hacerlo profesionalmente ahí fuera. Creo que esta carta (tanto MT como RN escribieron cartas de
despedida) me parece muy divertida, como declarándonos cómo están las cosas.
S: Puede que yo haya sido capaz de darte lo que el no terminó conmigo (Ned murió en el segundo año de su
labor con los estudiantes graduados).

182
T: Todavía te voy a llamar para hacer más supervisiones. Voy a ver el caso de un chico muy obstinado (en
prácticas)…
S: Lo estás pasando mal con mi tristeza. [Regla 1, ser consciente de las CCR; Regla 2, la tristeza de MT es
evocadora].
T: Sí. No quiero que estés triste. Por supuesto que puedes hacer esa tarea sin mí… Sí, me llevo muchas cosas
en mi historia. No quiero que estés triste. No quiero ser la causa de tu tristeza. No quiero que desees que
me quede. No quiero que te preocupes por esta despedida.
S: No lo sé. Estoy bien con no estar bien. Para mí está bien estar triste.
T: No me gusta.
S: ¿Cómo ha ocurrido, este proceso de que me dediques más tiempo a mí? (se refiere a que RN ha aprendido
٢
a bajar de su pedestal a MT, y a verla como una persona auténtica, con emociones) [Regla , evocar las
CCR, pues la vulnerabilidad de MT es evocadora].
T: Uhm, no solo te he estado dedicando más tiempo, he estado dedicándome a ti y a mí, para nosotras, y
para mí…
S: Yo me siento bien estando triste, ¿por qué es tan difícil para ti aceptar cuando estoy triste?
T: Porque si fueras mi padre, te suicidarías.
S: Realmente es bueno que estemos hablando de esto… [Regla 3, reforzar la CCR2].
T: Yo estaba preparada para irme, y mi padre estaba orgulloso y feliz por mí, y entonces de repente: “No te
vayas, oh mierda, no te vayas. No puedes dejarme así. No puedo seguir sin ti”. No sé si dijo algo así
concretamente. Pero le dije: “sabes que me aceptaron para ir a Haverford en este curso”, y el empezó a
hablar sobre la universidad pública local.
S: Realmente creo que es una experiencia perfecta para nuestro caso, porque puedo tener esos sentimientos
(de no poder seguir sin ti), pero puedo hacerlo sin ti, y tú puedes hacerlo sin mí. Estoy tan feliz de que
estés creciendo, aumentando, mejorando. Te vas con todas mis bendiciones. Estoy muy orgullosa de ti.
Así que no pienso “Oh, cómo puedes dejarme, no voy a sobrevivir”. No es nada de eso. Es la tristeza de
que no nos veamos más. Como te dije, lo desencadena el pasado. Siento un gran orgullo y alegría por ti.
[Regla 3, reforzar la CCR2; Regla 5, generalización].
T: ¿Pero, no te vas a suicidar en modo alguno, y vas a seguir supervisando y dando clases?
S: Por supuesto, voy a seguir dando las clases de FAP.
T: Quiero que me eches de menos y que estés bien. [CCR2, afirmar las necesidades].
S: Te voy a extrañar mucho y voy a estar bien. No me voy a suicidar. [Regla 3, reforzar la CCR2].
T: Lo sé. Hemos tenido ya esta conversación.
S: Me ha encantado nuestra conversación ahora. [Regla 3, reforzar la CCR2].
T: ¿Por qué?
S: Porque creo que ha sido una conversación realmente importante para nosotras, por la experiencia
emocional que supuso para ti, y fue suficiente si conseguí desencadenar la historia de tu padre.
T: No me lo esperaba, no esperaba que me hicieras retroceder unos 13 años.
S: ¿No es genial, que podamos volver atrás ١٣ años, y que podamos procesarlo?
En este ejemplo, de una interacción en un espacio sagrado, MT fue auténtica y
vulnerable al describir su gran tristeza al despedirse de RN, y sus sentimientos de no
poder enseñar sin su ayuda. Estas declaraciones evocaron a su vez los sentimientos de
culpa de RN, por su experiencia pasada con su padre. Esta fue una experiencia
importante en el aprendizaje de RN, de tal manera que comprendió visceralmente que
alguien puede estar verdaderamente triste por su partida, puede extrañarla mucho, y

183
aún así sentir alegría y despedirse con orgullo y aprobación. Esta interacción es un
ejemplo de las innumerables formas de interacción que ocurren durante la
supervisión. Aquí MT modeló y formó a RN para que fuera un terapeuta de FAP más
consciente, valiente y que reforzara de manera natural; y a su vez, RN también tuvo
una fuerte influencia en la formación de MT para que fuera una supervisora con
mayor impacto sobre sus alumnos.

Centrarse en el trabajo en vivo cuando sea apropiado


Si bien es necesario dedicar tiempo a aumentar el conocimiento intelectual del
supervisado (p.ej., discutir qué decir a un cliente, y cómo llevar a cabo un plan de
tratamiento), es importante centrarse en el trabajo en vivo, siempre que sea posible,
puesto que es relevante para el crecimiento del supervisado como terapeuta. Los
métodos que pueden aplicarse incluyen el modelamiento contextual, el reforzamiento
contingente y natural, y trabajar el proceso en paralelo, todos los cuales se centran en
una relación real entre supervisor y supervisado.

Modelamiento contextual. Cuando se utiliza este modelamiento contextual, el


supervisor sirve como modelo para la persona supervisada sobre el proceso de cómo
aplicar las reglas de FAP dentro de la relación (darse cuenta de las CCR, evocar las
CCR, reforzar de manera natural las CCR2, ser consciente del propio impacto, y
proporcionar interpretaciones funcionales para facilitar la generalización). Las clases
de respuesta exigidas por el FASIT también se pueden modelar contextualmente
(afirmación de necesidades, conciencia del impacto, resolución de conflictos,
revelaciones y cercanía interpersonal, expresión emocional). Se denomina
modelamiento “contextual” porque se basa en lo que está ocurriendo en ese momento
durante la interacción. Es más potente que el habitual modelado no contextual,
porque el supervisado participa en la interacción, y no es un mero observador. Y como
tal participante experimenta el conocimiento emocional, que es un componente
fundamental del aprendizaje de FAP.
De hecho, la investigación ha indicado que el modelamiento no contextual o
entrenamiento de habilidades, tales como el role-playing y el entrenamiento de
habilidades sociales, tienen una eficacia limitada (John, 2006; Scott et al., 1983). Un
ejemplo de modelamiento no contextualizado sería aquel en el que el supervisor
dijera: “Observa cómo actúo, como si realmente me importara y me preocupara por el
cliente”, y luego dijera: “Haz tú lo mismo”.
Como veremos con más detalle hacia el final de este capítulo, mientras que la
supervisión en FAP a veces puede superponerse con la interacción terapéutica, es
cualitativamente diferente de la terapia, porque el objetivo de la supervisión es
aumentar los puntos fuertes del supervisado como terapeuta. Por ejemplo, en FAP el
ser terapéuticamente afectuoso se equipara con ser un reforzador natural (Regla 3). Se
trata de una amplia clase de conductas terapéuticas que los supervisores pueden
modelar contextualmente, y ese entrenamiento probablemente sea más relevante
para el trabajo terapéutico del supervisado. Ser terapéuticamente afectuoso con los
supervisados (y con los clientes) significa que los supervisores operan buscando

184
siempre lo mejor para sus supervisados, y se ven reforzados por las mejoras que estos
van consiguiendo. Se puede considerar esta clase de comportamientos como algo
general para cualquier terapeuta, puesto que todos pueden beneficiarse de ser
terapéuticamente afectuosos (CT2). Una forma en que el supervisor puede modelar
esta habilidad es asumiendo los riesgos necesarios para involucrarse en una relación
de intimidad terapéutica, que sirva para evocar y reforzar las mejoras progresivas
(Reglas 2 y 3). Es decir, el supervisor asume los riesgos necesarios que conllevan
instaurar una relación terapéuticamente íntima. Los supervisores deben ser
conscientes de sus propias limitaciones (CT1) y sus conductas objetivo (CT2) en esa
relación íntima, para detectar eficazmente cuándo el supervisado está mejorando.

Evocar y reforzar de manera natural las conductas objetivo de los supervisados. Estas
habilidades que se aplican en FAP (p.ej., ser consciente, ser valiente, ser
terapéuticamente afectuoso) van de la mano también del modelado contextual de
estas conductas. Disminuir la evitación o tener coraje es una de esas amplias clases de
conducta (un formato de la Regla 2 para evocar CCR) , que se refuerza en vivo, así
como se modela contextualmente. La disminución de la evitación por parte de los
terapeutas implica asumir riesgos, tener y expresar sentimientos (cariño, tristeza, ira),
ser vulnerable, pedir a alguien que sufre que haga cosas difíciles para él, enfrentarse a
los propios miedos y pedir a los demás que hagan lo mismo, y aceptar el silencio, la
crítica, el conflicto y el desacuerdo. La disminución de la evitación facilita la
aplicación de las cinco reglas. La Tabla 8.2 enumera una serie de preguntas evocadoras
que ayudan a disminuir la evitación y a aumentar la consciencia respecto a las
relaciones de los supervisados con sus clientes, su relación con el supervisor, y los
propios sentimientos de los supervisores respecto a sus supervisados. Esta progresión,
al centrarse en preguntas sobre pensamientos y sentimientos de los supervisados
hacia el cliente, y luego llevar estas mismas preguntas a la relación de supervisión,
puede ayudar a los supervisores a evocar las conductas de evitación que tengan los
supervisados, a concentrarse en los que está sucediendo aquí y ahora, y a sacar a
relucir las conductas objetivos que pueden reforzarse de manera natural, dando así
una mayor importancia al aprendizaje en vivo.
Tabla 8.2. Preguntas de FAP para los supervisores.

Supervisado hacia el cliente Supervisado hacia el supervisor Supervisor hacia el


supervisado
¿Qué sentimientos / pensamientos te ¿Qué sentimientos / ¿Qué sentimientos /
provoca tu cliente? pensamientos te provoco yo? pensamientos me provoca mi
supervisado?
¿Qué pensamientos / sentimientos reflejan ¿Qué sentimientos / ¿Qué sentimientos /
exactamente cómo otros responden a tu pensamientos reflejan pensamientos reflejan cómo
cliente? exactamente cómo otros podrían otros podrían también
también responderme? responderle?
¿Qué pensamientos / sentimientos reflejan ¿Qué sentimientos / ¿Qué sentimientos /
tus desencadenantes personales de heridas pensamientos reflejan tus pensamientos reflejan mis
no resueltas? desencadenantes personales de desencadenantes personales de
heridas no resueltas? heridas no resueltas?
¿Qué sentimientos tiendes a evitar al tener ¿Qué sentimientos tiendes a ¿Qué sentimientos tiendo a

185
contacto con tu cliente? evitar al tener contacto evitar al tener contacto con mi
conmigo? supervisado?
¿En qué te identificas con tu cliente? ¿Hay algo en lo que te identificas ¿Con qué me identifico en mi
conmigo? supervisado?
¿Actúa tu cliente contigo de forma similar a ¿Hay algún paralelismo, una ¿Existe una dinámica con mi
lo que hace con otras personas en su vida dinámica entre tú y tu cliente supervisado que también se da
diaria? (CCR) que también se da entre tú y yo? con otras personas en mi vida?
¿Qué evitas abordar con tu cliente? ¿Qué estás evitando abordar ¿Qué estoy evitando abordar con
conmigo? mi supervisado?
¿Qué sería arriesgado decir a tu cliente? ¿Qué te parecería que sería ¿Qué creo arriesgado decir a mi
¿Sería útil? ¿Por qué y por qué no? arriesgado decirme? supervisado? ¿Podría ser útil?
¿Qué sentimientos tienes en la sesión con tu ¿Qué sientes ahora mismo ¿Qué estoy sintiendo en este
cliente? (Si grabas la sesión, aísla los mientras me dices esto? ¿Qué momento?
sentimientos del supervisado en los sientes ahora mismo al escuchar
momentos clave) esto de mí?
Tabla 8.2 (continuacion). Preguntas de FAP para los supervisores.

Supervisado hacia el cliente Supervisado hacia el supervisor Supervisor hacia el supervisado


¿Cuáles son las CCR1 y CCR2 de tu ¿Cuáles son tu CT1 y CT2 en la ¿Cuáles son mis CT1 y CT2 con
cliente? supervisión conmigo? este supervisado?
¿Cuáles son tus CT1 y CT2 con este
cliente?
¿Cómo puedes reflejar a tu cliente Observa si tu supervisado saca lo mejor ¿Cómo puedo reflejar a mi
sus mejores aspectos? de ti, y si no es así, ¿por qué? supervisado sus mejores
aspectos?
¿Qué autorrevelaciones podrían ser ¿Qué autorrevelaciones me podrían ser ¿Qué autorrevelaciones podrían
útiles para tu cliente? útiles? ayudar con mi supervisado?
¿Por qué hacerlo puede ser una
buena idea, o por qué no?
¿Cómo puedes evocar las CCR de tu ¿Cómo puedes evocar en ti ¿Cómo puedo evocar las CT1 y
cliente? comportamientos relevantes para el CT2 de mi supervisado?
supervisor?
¿Cómo puedes reforzar de forma ¿Cómo puedes reforzar de forma más ¿Cómo puedo reforzar de forma
más natural las mejoras de tu cliente? natural lo que quieres de mí? más natural a mi supervisado?

Ejemplo de caso. Los siguientes extractos son una transcripción de las interacciones
entre MT y su supervisada CT, y entre esta y su cliente. Sirven para ilustrar los
conceptos de espacio sagrado, modelado contextual y reforzamiento natural. La
cliente de CT (Leslie) es una joven de 20 años que asiste a la universidad a tiempo
parcial y también trabaja en una agencia de publicidad. Los problemas que presentaba
incluían depresión, el dolor por la ruptura reciente con su novio, dificultades para
establecer relaciones de intimidad que implicaban que no permitía que otros se
preocuparan por ella, dificultades para confiar en los demás (p.ej., para asumir riesgos
interpersonales), y para mostrar y expresar emociones. CT quería convertirse en una
fuente más eficaz de reforzamiento positivo para su cliente (denominado como
reforzador relevante en la transcripción).

Supervisora: ¿Cómo he llegado a ser un reforzador relevante para tí? ¿Es por las cosas que has dicho? Creo que todo eso
es la base: ser comprendida, no ser juzgada. Pero, ¿qué me hace diferente de otras personas, otros

186
supervisores u otros mentores? [MT sugiere que CT busque respuestas en la propia relación de
supervisión].
Terapeuta: Eres muy positiva con todas las cosas que hago. Eres diferente al resto de personas de mi vida. Te das
cuenta cuando hago las cosas positivas, y me haces saber que lo hice bien. Y si hay cosas que no he hecho
bien, no dices “lo has hecho mal, o muy deficiente”, sino que dices que es algo que hay que trabajar. Eso
hace que sea más importante, porque no hay contingencias aversivas operando. No es que tenga que ir a
verte porque seas mi supervisora, y tenga una obligación ética. Es porque se que cuando voy no soy
castigada por probar cosas nuevas, por ser yo misma. Creo que eso es lo que te convierte en un reforzador
relevante, es muy diferente. [Estas son las propiedades que tiene un espacio sagrado].
S: Eso tiene que ver completamente con lo que yo soy. Estoy tratando se sacar lo mejor de ti, lo que te
distingue, porque creo que todos los buenos terapeutas han de ser reforzantes, no juzgan, y creo que
tienes algo solo tuyo, que nadie más puede ofrecer. A medida que crecen mis sentimientos hacia ti, y han
ido creciendo a pasos agigantados, me voy dando cuenta de las cosas que te distinguen. [MT está
modelando contextualmente el asumir riesgos al “ser abierta” y expresar afecto por CT].
T: ¿Puedes decirme cuáles son esas cualidades? Porque honestamente no lo se. [CT está pidiendo
٢
directamente lo que quiere, una CCR ].
S: Que estás muy comprometida con aprender, con trabajar contigo misma, y superar tus barreras, porque
has sido herida y sigues trabajando en ello. Aquí has elegido ser una terapeuta excelente en FAP, lo que te
fuerza directamente a afrontar todo aquello que evitas. Tienes una gran valentía, y luchas junto a mí en
cada paso de ese camino. Sé que te he cabreado muchas veces, y sigues viniendo a trabajar conmigo.
Sigues diciendo, “no, no voy a hacer esto, olvídalo” (ejercicios experienciales de FAP), y después vuelves a
intentarlo. He visto un crecimiento fenomenal en tí, tanta fuerza y coraje, y eso significa mucho para mí.
Te diferencias de otros porque es muy significativo que sigas trabajando y luchando contra lo que te
resulta muy difícil. [MT refuerza de forma natural la pregunta directa y modela contextualmente la
conducta de CT de valorarse por lo que expresa y aprecia].
T: Es interesante porque no me veo a mi misma como única. Sé que tengo dificultades con ciertos ejercicios
y aún he de seguir haciéndolos. Me parece que, sobre todo en la clase, los demás tienen sus dificultades
también, pero quizás no sea tan difícil para ellos, quizás porque estoy muy sesgada mirándome solo a mí.
Pero, cuando lo hago, me siento sin fuerzas porque tengo que luchar mucho.
S: Creo que eres más fuerte precisamente por lo mucho que luchas, porque la razón de esas dificultades es
que te hirieron muy fuerte… ¿Cómo te coloca eso en la misma posición con Leslie? ¿Cómo te sientes con
ella?. Sabes que yo te he dicho mis reacciones hacia ti. Estoy realmente conmovida por nuestra
interacción, ambas estamos comprometidas y emocionadas con ella. Obviamente nuestra relación se ha
desarrollado durante largo tiempo, pero tú estás al principio de tu relación con ella. ¿Has tenido
sentimientos muy positivos hacia ella…? ¿Dime qué sientes hacia ella?
T: Me identifico mucho con ella, con sus dificultades y su forma de reaccionar frente a ellas, es muy similar
a la mía. Así que hay una fuerte conexión entre las dos, puedo identificarme con sus dificultades.
Además, es muy dulce; se esfuerza mucho, y quiere luchar contra sus grandes problemas, con lo que yo
también estoy luchando, son muy similares a los suyos. Siento una conexión inmediata y fuerte con ella.
Me alegra verla, disfruto estando en la consulta con ella.
S: ¿Crees que ella tiene idea de eso que sientes? ¿Cómo podría saberlo, a menos que sea tu mente? Si yo
fuera ella, y me dijeras que estás muy conectada conmigo, que estás muy contenta de trabajar conmigo,
me sentiría realmente emocionada.

La siguiente transcripción es también un fragmento de la sesión de CT con Leslie,


después de la anterior sesión de supervisión.

Terapeuta: En parte, las razones por las que saco esto a colación, es que a menudo la gente no es consciente del impacto
que tiene en otras personas; tanto de una forma positiva como negativa. Estaba pensando en el impacto
que has tenido sobre mí, aunque llevemos poco tiempo trabajando juntas. Me pregunto si sabes cómo
afectas a la gente. Sé que, aunque solo llevamos cinco sesiones trabajando juntas, y hoy es nuestra sexta
sesión, me siento muy bien contigo, disfruto mucho trabajando contigo, y tengo esperanzas de que este
trabajo nos permita conseguir muchas cosas. La sensación que tengo sobre ti es que eres una persona muy
cálida, cariñosa y apasionada. Te veo luchando por dar sentido a esa parte emocional de tu personalidad,
los llantos y los sentimientos que tienes, y eso es casi demasiado… [CT está asumiendo riesgos al expresar

187
sus sentimientos de calidez hacia su cliente, tal como fue modelada contextualmente por MT en su anterior
relación de supervisión].
Cliente: Sí, es cierto.
T: … No quieres hacer eso. Pero también hay una parte de ti, de la que has hablado aquí, y tengo cierta
sensación de que también me gusta esa parte. Es una forma de aceptarte tal cual eres, y me gustaría
integrar esas dos partes.
C: Uhm, uhm… (le salen las lágrimas)
T: ¿Qué te está pasando ahora mismo? Noto que empiezas a llorar.
C: Uhm, siempre te remueve por dentro que la gente te diga lo que ve en ti. Es algo raro que incluso tus amigos
o familiares cuenten el impacto que tienes sobre ellos. No se… Me conmueve. [La cliente reconoce el impacto
positivo que han tenido los comentarios de la terapeuta].
T: Cuéntame algo más.
C: Uhm, estoy segura de que mi madre diría cosas parecidas a las que tú estás diciendo. Pero, en mi vida
generalmente no hablamos de esas cosas. Yo no le digo cómo me afecta, y ella tampoco me lo dice mucho.
Así que seguro que me pasaría lo mismo, y he tenido la misma reacción que cuando ella me dice… Ahora no
se me ocurre nada. A veces me dice que significo mucho para ella, y el tipo de persona que soy, y yo me
quedo como “Oh”. Me he emocionado un poco. [La cliente está aprendiendo un componente importante de
las relaciones de intimidad].
(Cinco minutos después)…
C: Uhm, Uhm. No eres como otras psicólogas, supongo.
T: Entonces… obviamente yo soy la terapeuta (se ríe) y eso es lo que vienes a buscar aquí (la ayuda de una
terapeuta), pero parece que cuando compartí esas emociones contigo se esfumó la idea que tenías de “Soy
una profesional, en mi propia burbuja, rodeada de revistas académicas. Estoy aquí para hacer
diagnósticos, y cosas así”. Ahora soy una persona real.
C: Sí. No creo que hayas aprendido eso en clase, ¿sabes? Es algo personal sobre mí. No creo que sea lo que le
dirías a todos los clientes que tengas.
T: ¿Cómo crees que es?
C: Uhm, me hace sentir que me cuidas y te preocupas por mí en el ámbito terapéutico.
T: Así es, sientes que te cuido y que valoro nuestra relación.
C: Uhm, Uhm. Estoy pensando en qué tipo de impacto podría tener este tipo de interacción si lo hiciera en
mis relaciones fuera de aquí. Si hiciera este tipo de cosas con mi madre, o con mi padre, o con J (el
exnovio de la cliente), ¿cómo sería? [Se trata de una CCR3, ya que la cliente está estableciendo paralelismos
entre la sesión y la vida diaria, lo que podría ayudar a la transferencia de la terapia a la vida diaria].

En suma, CT tuvo una interacción fuerte e íntima que aumentó su valor como un
reforzador relevante para su cliente. Esta interacción se originó a partir del modelado
contextual y el reforzamiento natural que experimentó en la sesión de supervisión
antes de realizar esta sesión de terapia.

Centrarse en el proceso paralelo. El uso de una hipótesis de que ocurra un proceso en


paralelo es otro método que puede facilitar (1) la conciencia sobre las conductas del
supervisado, y (2) el refuerzo natural de las conductas objetivo. Aunque el término
“proceso paralelo” es un concepto psicoanalítico, los supervisores de FAP pueden
utilizar este concepto (sin tener que “asumir” la teoría psicodinámica subyacente)
para aumentar las oportunidades de un aprendizaje en vivo. El proceso en paralelo se
deriva de los conceptos de transferencia y contratransferencia (McNeill y Worthen,
1989), y ocurre cuando los terapeutas recrean consciente o inconscientemente los

188
problemas y las emociones de la relación terapéutica, previamente dentro de la
relación de supervisión (Ladany et al., 2005). Imaginemos que un cliente se presenta
en consulta frustrado, confuso, indeciso e impotente. El terapeuta se esfuerza por
ayudarle, pero con poco resultado. El terapeuta entonces entra también en la sesión
de supervisión sintiéndose frustrado, confundido, indeciso e impotente, y sin saberlo
anima al supervisor a intentar resolver ese problema. Por lo tanto, el proceso durante
la supervisión es paralelo al proceso en la terapia. La resolución del problema en la
supervisión (lo que implica el uso de modelos contextuales y reforzamiento natural),
también resuelve el problema en la terapia. Es decir, el proceso se invierte y el
terapeuta adopta las actitudes y comportamientos del supervisor al relacionarse esta
vez con su cliente. El hecho de ser consciente de este proceso paralelo, cuando existe,
puede cambiar el enfoque de la sesión de supervisión, haciéndolo más productivo.
Cuando existe un conflicto en la supervisión, la hipótesis del proceso en paralelo
puede aplicarse también como una forma de entender y reducir el conflicto.
La siguiente transcripción es un extracto de una sesión de supervisión en la que el
terapeuta/supervisado, FM, está buscando ayuda con una cliente difícil que no está
mejorando. El supervisor, RJK, ha sugerido una serie de intervenciones basadas en el
tratamiento con apoyo empírico e informado de FAP.

Supervisor: Me pregunto si hay algo que ocurre entre tú y yo que sea paralelo a lo que te ocurre con tu cliente. La
hipótesis del proceso paralelo es que los problemas que existen entre tu cliente y tú también surgen aquí
entre tú y yo. Así que, me pregunto si hay alguna cuestión que posiblemente esté surgiendo aquí y que sea
similar a las cuestiones que surgen entre tu cliente y tu.
Terapeuta: Creo que hay un problema en mí, porque te estoy defraudando, y creo que eso también aparece aquí. No
estoy siendo un buen terapeuta y estoy defraudando a mi cliente, y contigo no estoy siendo un buen
supervisado y te estoy defraudando (comienza a llorar).
S: Entiendo lo difícil que es para ti. Cambiemos un poco el enfoque, en lugar de que seas tú quien tiene
déficits, ¿qué pasa si soy yo quien no es un buen supervisor?
T: No funciona así (ambos ríen).
S: Parece como que no estás siendo un terapeuta suficientemente bueno para ella, y la hipótesis del proceso
paralelo sugeriría que yo no estoy siendo un buen supervisor, lo suficientemente bueno para ti.
T: No, soy yo.
S: Así pues, no soy yo quien te está defraudando, es que asumes toda la responsabilidad. Estás siendo un
mal terapeuta igual que un mal supervisado.
T: Sí. [FM asume la responsabilidad y no explora otras posibilidades. Específicamente FM no examina lo que
podría diferenciar ambas situaciones, lo que necesita en la sesión de supervisión que le ayudaría a su
trabajo terapéutico. Aunque es un tema importante, no se trata de un proceso en paralelo].
S: Desde mi punto de vista, me pregunto si estoy siendo un buen supervisor. Sé que este ha sido un caso
difícil para ti, y sentía que tenía que hacer una labor de estar ahí, para ofrecerte apoyo y orientación.
[Insistiendo en el tema del proceso en paralelo].
T: Me sentía confundido con lo que estábamos haciendo, y estaba tratando de entenderlo. Me hubiera gustado
tener más claro qué hacer con ella. Nunca antes había trabajado con una cliente tan difícil.
S: Bien, entonces te quedas sin saber qué hacer después de nuestra sesión de supervisión. Supongo que esa
será también la sensación de tu cliente. ¿Es así? ¿No sabe qué se supone que debe hacer después de tus
sesiones?
T: Sí. Eso es algo que ella sacó a relucir: no estaba segura de lo que se suponía que debería hacer, y yo
realmente tampoco estaba seguro de lo que tú (supervisor) pretendías en ese momento. Así que trabajé

189
sobre la clarificación de los objetivos y hablé de las estrategias para alcanzarlos. Creo que eso le ayudó.
S: ¿Entonces, el problema se ha solucionado?
T: La verdad es que no. La última vez que la vi, volvió a querer saber qué hacer y cuáles eran nuestros
objetivos. Lo estuvimos discutiendo.
S: ¿Así que no tienes ni idea de hacia dónde vas con tus objetivos? ¿Es eso lo que me estás diciendo?
T: No, veía que la sesión de terapia tenía un sentido, pero luego descubrí que no lo tenía.
S: Y conmigo, dices, no tienes una idea de hacia dónde vamos con su tratamiento, que no sabes cuál era mi
idea sobre los objetivos. Yo estoy exactamente en la misma posición que tu, pensaba que teníamos una
idea clara de cuáles eran nuestros objetivos y hacia dónde íbamos. Es un proceso muy paralelo. Luego
pensé que no te ceñías a ellos (los objetivos alcanzados durante la supervisión), y me preguntaba hacia
dónde ibas. Creo que lo que está ocurriendo entre tú y ella es exactamente lo mismo que nos está
ocurriendo a nosotros. Así que, deberíamos resolver este problema entre tú y yo…
T: Entonces… Creo que podría resolver lo de ella y yo (ambos se ríen).
[Se descubrió entonces que un tema fundamental era que RJK no había explicado adecuadamente la
teoría conductual subyacente de FAP, que proporcionaría la coherencia que necesitaba FM. Por su parte,
tampoco FM pedía directamente explicaciones cuando las necesitaba. Este fallo por ambas partes se
remedió en las siguientes sesiones de supervisión. En consecuencia, FM fue más metódico a la hora de
explicar los objetivos a su cliente, y le animó a pedir explicaciones cuando las necesitara].

Tal y como se ha ilustrado en esta transcripción, se produjo un proceso en paralelo


que resultó útil, al menos en este caso, para ayudar a lidiar con una cliente difícil. No
hace falta decir que para muchos supervisores puede ser arriesgado decir a un
supervisado: “Parece que estás actuando igual que tu cliente, y estoy teniendo las
mismas dificultades y frustraciones que tú pareces tener cuando haces terapia. Tal vez
si yo puedo averiguar qué hacer contigo, tú podrías hacer lo mismo con tu cliente”.
Por lo tanto, cuando un supervisado actúa como su cliente e interactúa con el
supervisor como si este fuese su terapeuta, la solución puede producirse a través del
modelado contextual por parte del supervisor. Otra explicación sobre cómo funciona
este proceso en paralelo no se basa en el conductismo, sino en las investigaciones
recientes sobre las neuronas espejo. Estas investigaciones sugieren que existen
mecanismos neuronales (neuronas espejo) que nos permiten comprender
directamente el significado de las acciones y emociones de los demás, replicándolas
internamente, sin ninguna mediación reflexiva explícita (Gallese et al., 2004).
No está claro con qué frecuencia ocurre este proceso paralelo en general, pero
cuando ocurre, resolverlo con un supervisado suele llevar a una solución similar en la
relación terapeuta-cliente. Aunque podría ser útil e instructivo indicar al terapeuta en
formación que se ha producido un proceso paralelo, es esencial que el supervisado se
abstenga de establecer reglas rígidas sobre cómo responder a los clientes actuales y
futuros. Ello ilustra de nuevo la importancia de que el terapeuta sepa “cómo”
responder. El terapeuta puede hacerlo creando y manteniendo una coherencia en la
conceptualización del caso, dándose cuenta de sus sentimientos hacia el cliente en
todo momento, y siendo consciente de cómo influye en las conductas del cliente
respecto a los objetivos de tratamiento.

Modalidades de entrenamiento en grupo

190
FAP se diseñó fundamentalmente para mejorar la efectividad y funcionamiento
interpersonal, lo que se traduce en interacciones más satisfactorias en la vida. La
forma en que un terapeuta se convierte en alguien significativo, pudiendo influenciar
y asumiendo riesgos en beneficio de sus clientes, puede ser muy diferente a lo que
haga otro terapeuta con los mismos objetivos. Es decir, hay muchas maneras de “saber
cómo”. Parte del proceso de supervisión consiste en ayudar a los terapeutas a
encontrar su propio camino, para que lleguen a ser personas relevantes para los
clientes. Una forma útil de conseguirlo sería tener las oportunidades para observar
cómo otros terapeutas desarrollan sus propios repertorios para apoyar ese cambio en
los clientes. También resulta esclarecedor para los terapeutas que desempeñen el
papel de supervisores, ya que pueden encontrar diferentes formas de influir en sus
supervisados. Al igual que ocurre con los clientes, no todos los terapeutas escuchan
los mensajes en la forma en que lo pretendían quienes los dicen.
Además de las obvias ventajas pragmáticas que tiene el entrenamiento en grupo, hay
también beneficios para los terapeutas que pueden ocurrir más fácilmente en la
supervisión en grupos que en la individual. A lo largo de los años hemos desarrollado
diversos métodos para proporcionar supervisión de FAP en grupos, tanto en la
Universidad de Nevada como en la Universidad de Washington, y que vamos a
describir a continuación.

Modelo de supervisión en grupo (Universidad de


Nevada, Reno)
La supervisión en FAP siguiendo el modelo de la Universidad de Nevada (Reno, USA),
se realiza en varios niveles. Cada semana, los estudiantes se reúnen con un supervisor
y con todos sus demás compañeros que están aprendiendo FAP en un grupo grande.
Además, cada caso clínico es supervisado por un compañero y otros terapeutas en
formación organizados en equipos pequeños de tres a cinco estudiantes. El último
nivel de supervisión se realiza mediante una consulta individual con el supervisor. Se
anima a los estudiantes a que consulten con su supervisor en cualquier momento,
para recibir comentarios relacionados con su caso, o sobre aspectos de su propios
repertorios. De esta forma, los estudiantes tienen muchos contextos diferentes en los
que explorar sus habilidades como terapeutas, supervisados y supervisores de sus
compañeros. Aunque la estructura de supervisión ha evolucionado, este sistema
particular de prácticas ha servido bastante bien a los estudiantes que están
aprendiendo FAP. En esta sección vamos a ver cómo se realiza ese proceso, y los
beneficios que hemos encontrado asociados a la supervisión de grupo.

Conceptualización del caso del terapeuta. El primer paso para participar en la


supervisión de grupo, es el desarrollo de una conceptualización del caso del terapeuta,
a la que el grupo debe prestar especial atención. Al igual que se realiza la
conceptualización del caso en los clientes, también aquí son funcionales y
evolucionan. Se anima a los estudiantes a revelar los que creen que son sus puntos
fuertes y las áreas que necesitan mejorar en la práctica de FAP, a dar y recibir
supervisión, y a cómo interactúan en situaciones particulares (tanto en la supervisión

191
como en la terapia). Al igual que ocurre en los diferentes pasos del proceso de
supervisión en grupo, los otros estudiantes y el supervisor ofrecen observaciones
relevantes basadas en sus interacciones con ese estudiante, e intentan responder a
ellas de forma contingente. Es importante destacar que estas conceptualizaciones de
caso, se limitan inicialmente a aquellos repertorios del estudiante que son relevantes
para la terapia y la supervisión, y no implican comentarios sobre aspectos de la vida
personal o social del estudiante fuera del proceso de aprendizaje de FAP (ver la última
sección sobre ética). Sin embargo, puede darse el caso de que los propios terapeutas
establezcan vínculos entre sus propios repertorios y otras áreas interpersonales del
mundo exterior. Muchas clases de respuesta que aparecen en las conceptualizaciones
de caso de los estudiantes, serán relevantes tanto para dar y recibir supervisión como
para la propia terapia.
Merece la pena destacar varias conductas problemáticas que son comunes a muchos
terapeutas (CT1). Una de ellas sería no tener un repertorio para abordar los problemas
del cliente (CCR1) y solo reforzar las mejoras. Abordar los problemas interpersonales
es un componente importante de los repertorios de cualquier terapeuta para que
pueda construir relaciones efectivas. Encontrar un medio para abordar las CCR1
directamente (frente a solo reforzar las CCR2, o las conductas que nos gustan) es una
forma más expeditiva de proceder. En la terapia, el hecho de abordar directamente las
CCR1 puede acelerar el proceso de cambio, cuando ciertas conductas interfieren con
la construcción de la intimidad en la terapia. Sin este repertorio, las mejoras pueden
ser muy lentas.
Consideremos la siguiente interacción con un terapeuta que ve a su primer cliente
en FAP.

Terapeuta: Entonces, me confundí sobre lo que estaba pasando en la sesión.


Supervisor: ¿Este fue un ejemplo donde te fue difícil reconocer que podría haber habido otra forma de controlar la
sesión por parte del cliente, más que de entender cómo se estaba sintiendo? [Se está tratando de ayudar al
terapeuta a discriminar una conducta diferente como parte de una clase funcional en la conceptualización
del caso].
T: Sí… bueno, podría ser. No estoy seguro. [El terapeuta muestra dificultades, tanto en los equipos pequeños
como en las siguientes supervisiones más amplias, para explicar lo que creía que estaba ocurriendo en las
sesiones, a pesar de los numerosos intentos por definir la conceptualización del caso]
Parece que el cliente no prestaba atención a lo que yo decía, y no sé que hacer.
S: ¿Qué fue exactamente lo que notaste sobre cómo estabas respondiendo en ese momento? [Refiriéndose a
una interacción que el grupo estaba observando en una grabación].
T: Bueno, no quería que el cliente se enfadara… No sabía qué hacer. Puede ser que, simplemente, no le guste…
Espera, estoy confundido.
S: En varias ocasiones durante las últimas semanas has dicho “Estoy confundido”, de manera que es difícil
saber cómo te puedo ayudar. [Esto pretende disminuir esa respuesta (CT1), ya que interfiere con la
discusión posterior].
Me pregunto si no será que parece que te da miedo arriesgarte a exponer alguna hipótesis y luego
equivocarte.
T: Es vergonzoso equivocarse. Todo el mundo aquí parece tan inteligente.
Miembro Recuerdo haberme sentido así cuando empecé en el equipo, a pesar de que la gente decía que estaba bien
del Grupo cometer errores.
A

192
Miembro Eso (la experiencia) me suena bastante.
del Grupo
B
S: Nuestro trabajo es encontrar formas de ayudar. No quiero ponerte en un aprieto, pero suponía que te
sentías algo más que “confundido”. Dado que has mostrado que entiendes algunos otros temas bastante
complicados, supuse que había algo más.
T: Tienes razón.
S: Entonces, ¿qué podemos hacer para que sea más fácil decir que esto te da miedo?
T: Todo el mundo lo ha dicho ya antes. Pero es diferente cuando soy yo y es mi primer cliente. Ahora
entiendo lo que eso supone.
S: Probablemente también le de miedo a tu cliente. Es a lo que se parece. Es probable que también le produzca
miedo. ¿Me pregunto si eso podría estar relacionado con el hecho de que controle la sesión?
T: Podría ser.
S: O podría estar confuso (todos se ríen).

Así, aunque la aplicación de estímulos aversivos esté restringida en FAP, se puede


utilizar el “castigo” (es decir, la respuesta del terapeuta que debilita la CCR1 del
cliente, como ocurre con la retirada del reforzamiento) para manejar problemas de
conducta, en el contexto de una relación terapéutica que sea intensa. De nuevo,
incluso el castigo se utiliza desde el cuidado por esa persona. A menudo decimos que
los terapeutas no deberían echarse para atrás a la hora de evocar reacciones negativas
en el cliente: si existe una relación fuerte, debería poder repararse. De hecho, también
esto sirve para modelar un repertorio importante (la habilidad de reparar las rupturas
en las relaciones), y es algo que también puede ayudar a los terapeutas y los clientes
para construir un mejor entendimiento muto.
Otra CT1 habitual es la pérdida de afectividad, que también puede entenderse como
la falta de un repertorio para dar reforzamiento natural, lo que puede impedir al
terapeuta establecerse como una persona relevante para el cliente. Esto puede surgir
en la consulta clínica cuando se focaliza demasiado sobre la resolución de problemas
y se falla en responder de una manera natural, como otro ser humano tratando de
relacionarse con el cliente. Esta situación refleja una forma de reforzamiento
arbitrario, más que reforzamiento natural. En el siguiente ejemplo, el terapeuta llega a
ser consciente de hasta qué punto puede reforzar de manera natural a su cliente,
mostrando afecto y cariño, antes de centrarse en la solución de problemas.

Terapeuta: (Tras detener la grabación). Me sentí muy mal por la cliente.


Supervisor: ¿Qué le dijiste?
T: Le dije que lo que había hecho era terrible, y luego pasamos el resto de sesión hablando sobre cómo hacer un
plan para que se sienta segura (El grupo ve el siguiente segmento de la grabación).
Miembro Vaya, eso debe haber sido aterrador para tu cliente.
del Grupo
A
Miembro Dios, yo me habría sentido tan solo.
del Grupo
B
T: Sí, me sentí fatal por ella.

193
S: Vamos a ver de nuevo los primeros segundos de la grabación. Me gustaría que te fijaras, como si fueras tu
cliente, y me dijeras lo que tú, el terapeuta, está sintiendo en se momento (Se revisa de nuevo la
grabación).
T: Oh, no. Ni siquiera parece que me importase. Parece que solo estoy sentado, pensando en qué hacer a
continuación.
GMA: Lo que hiciste por su seguridad fue algo bueno en ese momento, pero no pudiste hablar de cuánta
compasión sentías en ese momento.
T: Lo sentí mucho por ella, pero no había otra forma de que ella hubiera sido capaz de hablar.
GMB: A veces en grupo, es difícil saber cómo te sientes.
T: Cuando veo a mis amigos que tienen problemas, creo que quiero arreglar las cosas de inmediato. No me
gusta quedarme así y sentirme mal.
S: ¿Es lo que ha pasado aquí también?
T: Creo que sí. Cuando alguien está pasando un mal momento, yo solo quiero decir lo que tiene que hacer.
S: ¿Y…?
T: ¿Y qué…?
MGB: A veces, me gustaría saber que te das cuenta de lo que estoy pasando.
T: No sé por qué, me salto esa parte.
S: ¿Qué podemos hacer para señalar esos momentos, en los que puede ser útil solo escuchar cómo te sientes,
antes de saltar a dar una solución?

Como hemos discutimos ya en el Capítulo 1, un tema muy importante a tratar en


FAP es la habilidad del terapeuta para darse cuenta de la función, y no fijarse tanto en
la topografía de la conducta. Sorprendentemente, no hemos encontrado ningún
procedimiento ya establecido para enseñar esta habilidad mediante instrucciones
directas. Este reconocimiento de la función debe ser moldeado. Por ejemplo, un
terapeuta puede confundir una expresión de una emoción negativa por el gesto de la
cara, y no reconocer que sea un intento de escapar de una conversación difícil.
Naturalmente, esta misma topografía (expresión emocional negativa) puede tener
diferentes funciones en diferentes contextos. Si esta CT1 no se maneja bien, el
terapeuta corre el riesgo de reforzar las CCR1 y omitir las CCR2, en otras palabras, no
está utilizando FAP. Abordaremos más adelante esta parte sobre el repertorio del
terapeuta, ya que la supervisión de grupo parece ser especialmente ventajosa para
entrenar esta clase de comportamientos.
Como terapeutas y supervisores hemos de ser capaces de responder a las conductas
problemáticas de forma que disminuyan, si interfieren con la progresión del
desarrollo del cliente. Como analistas de conducta, esperamos que el cambio de
conducta se produzca a lo largo del tiempo, como parte de un proceso de
moldeamiento. Un problema común en los repertorios de muchos terapeutas es su
poca habilidad para discriminar mejoras sutiles en la conducta del otro. Esta
discriminación es necesaria para el proceso de moldeamiento, ya que el terapeuta se
esfuerza por reforzar cada mejora, mientras sube el listón con cada paso y requiere
que la otra persona trabaje un poco más duro cada vez, de forma que las mejoras se
vayan incrementando antes de reforzar otras aproximaciones sucesivas.

194
La última CT1 del terapeuta de la que tenemos que hablar constituye un problema
casi universal, a saber, hacer demasiado trabajo para los demás. A medida que los
terapeutas se acomodan a interactuar con un determinado individuo, se vuelven más
tolerantes con los déficits de este, porque hay muchas otras características que
valoran más. Esto puede llevar a que se pierdan oportunidades de ayudar a los clientes
a desarrollar repertorios que funcionen a través de varios contextos y con todo tipo de
gente, aunque no sean tan familiares para ellos. Compensar los déficits de los demás
puede crear relaciones complementarias. Sin embargo, este proceso puede
obstaculizar la oportunidad de animar a los demás a crecer y a construir repertorios
más sofisticados.
Consideremos el siguiente diálogo como ejemplo.

Terapeuta: Esta sesión fue mucho mejor. El cliente estaba haciendo un mejor contacto ocular, y parecía estar
prestando atención. Le dije que le entendía mucho mejor.
Supervisor: Has hecho un gran trabajo para que se sienta cómodo en las sesiones. Parece muy comprometido con la
terapia. Es evidente que valora vuestra relación.
T: Gracias. Realmente me preocupo por él.
Miembro Sé que tu equipo y tú la estáis viendo en todo momento, pero yo tendría que decir que si me relacionara
del Grupo con él como alguien nuevo, no me imagino que me pareciera interesado en absoluto. Parece que está en su
A propio mundo.
T: La terapia parece mucho más cómoda para nosotros.
GMA: En nuestro equipo han resaltado mucho el trabajo que hago con mi cliente. Completo las frases por él, y
paso por alto los errores de vocabulario, y le rio los chistes aunque no sean muy graciosos.
T: Me gusta mucho este cliente.
S: La pregunta es si alguien más se esforzaría tanto como tú para conocer a esta persona. Después de veinte
sesiones, ahora te resulta divertido trabajar con él, o al menos estás deseando verlo.
T: Pero si lo que preguntas es si alguien más lo haría así, mi opinión es que no.
S: Me encuentro con un problema similar con vosotros aquí. Me gusta tanto trabajar con vosotros, aprecio
mucho lo que avanzáis, que a veces es difícil dar un paso, plantarse y pediros a cada uno que deis un paso
más adelante.
Miembro Creo que a veces en el equipo conspiramos para no presionarnos unos a otros.
del Grupo
B
S: Eso es algo fácil de entender, pero es una cuestión un poco diferente. Una vez que conseguimos una fuerte
relación con alguien, entramos en roles donde aceptamos los déficits del otro, estamos tan familiarizados
con ellos que encontramos solo soluciones simples. Vosotros también lo estáis haciendo conmigo. Puedo
ser chistoso en un determinado momento, pero vosotros os quedáis en eso. A la larga no sirve de nada.
¿Cómo podemos expresar nuestra compasión y nuestro aprecio por los clientes y por los demás, y al
mismo tiempo seguir pidiendo más pasos para cambiar?

También hay ciertos problemas habituales en los terapeutas (T1) respecto al hecho
de dar y recibir feedback. El programa descrito anteriormente incorpora una red social
en la que muchos estudiantes establecen amistad con otros estudiantes. Debido a las
interacciones inherentes en estos múltiples roles, puede resultar difícil gestionar esas
situaciones. Un problema habitual es que las personas se sientan mal cuando dan un
feedback negativo, porque se preocupan por las complicaciones que tengan en otros

195
aspectos de sus relaciones. Es importante establecer un contexto de supervisión
donde se espere que haya feedback, y eso no afecte al aspecto social de la relación.
Relacionado con lo anterior, los estudiantes descuidan a menudo uno de los puntos
centrales de FAP cuando están en la situación de supervisión: construir una relación.
Suelen asumir que estar en supervisión equivale a estar preparado y dispuesto a
escuchar todos los comentarios. Los estudiantes sobregeneralizan el contexto
académico, siendo tan críticos con las sesiones de terapia como si leyeran un artículo
de investigación. Sin embargo, se pasa por alto lo esencial que sería que se llegase a
establecer como una fuente de reforzamiento social. Los estudiantes aprenden a
construir una relación de supervisión en la que se encuentran otros estudiantes
también en formación como futuros terapeutas. En muchas ocasiones, se producen
dificultades para proporcionar y recibir feedback. Cuando ocurre, lo mejor sería
establecer una comparación con la terapia, en la que el objetivo es crear un entorno
en el que las palabras de cada uno puedan ser escuchadas mutuamente, y las acciones
que se produzcan sean entendidas como algo afectuoso y en interés de ayudarse
mutuamente. Cuando los alumnos tienen dificultad para escuchar lo que dicen los
demás, se puede poner de manifiesto lo difícil que es para un cliente escuchar y hacer
cambios a la vez.
Las CT1 descritas anteriormente no constituyen una lista exhaustiva, sino unos
cuantos problemas importantes que hay que considerar. Como se ha mencionado
anteriormente, las conceptualizaciones de caso son funcionales y evolucionan con el
desarrollo de las sesiones. Inicialmente, esa conceptualización del caso por parte del
terapeuta puede utilizarse para que los estudiantes simplemente participen (es decir,
emitir conductas que puedan ser moldeadas), pero a medida que pasa el tiempo puede
evolucionar para incluir otras CT1 diferentes. Algunas de las CT1 pueden estar
circunscritas a determinados casos, o a determinados supervisores. En las siguientes
secciones describiremos las ventajas del proceso de supervisión de grupo respecto al
tratamiento de estas CT1.

Manejar las CT1 claves. Ventajas de la supervisión en grupo. Una de las principales
ventajas de la supervisión en grupo reside en el número de personas que participan en
ese proceso. La incorporación de un mayor número de personas garantiza que sea más
fácil poner el énfasis en la función, que es lo fundamental para llevar a cabo FAP
adecuadamente. Es probable que cada individuo que participe en la supervisión emita
conductas topográficamente diferentes que pretenden conseguir la misma función, es
decir, ser un terapeuta y un supervisor competente. Al interactuar y ver a múltiples
terapeutas, los estudiantes tienen diversos modelos para aprender. Este proceso pone
de relieve que muchas respuestas topográficamente distintas y diferentes pueden
formar parte de una sola clase de respuestas. La idea es que muchas topografías
diferentes pueden tener la misma función, y esto ayuda también a los alumnos a
construir repertorios más flexibles. Este modelamiento de la conducta puede
proporcionar a los terapeutas un amplio rango de opciones con los que puedan
responder para conseguir la misma función. Esa flexibilidad también es necesaria
cuando se trabaja con diferentes clientes, que a su vez también tienen repertorios
variados. La flexibilidad del terapeuta es esencial para llegar a establecerse como una

196
fuente de reforzamiento social para los clientes, como para responder de tal forma
que se proporcione reforzamiento natural.
El énfasis, durante el proceso de supervisión, se sitúa en el reforzamiento natural
por encima del arbitrario. Como hemos mencionado anteriormente, el reforzamiento
natural es la amplia variedad de reforzamiento que el individuo encuentra en su
medio habitual. Por el contrario, el reforzamiento arbitrario es aquel que se encuentra
circunscrito a determinadas circunstancias o condiciones (p.ej., solo dentro de la
terapia), y no mantiene la conducta en otras condiciones. El reforzamiento arbitrario
resulta especialmente problemático, ya que la conducta bajo ese tipo de reforzamiento
puede llegar a extinguirse. Una alta tasa de respuestas arbitrarias del terapeuta es una
típica CT1, especialmente en aquellos que están aprendiendo FAP después de haber
participado en otros tipos de terapia. Como terapeutas, los individuos a menudo
desarrollan formas arbitrarias de reforzar a los demás, e incluso formas
idiosincráticas de hablar con otros. Por lo tanto, puede ser fácil para un terapeuta
utilizar las contingencias a las que están acostumbrados, pero que no tienen
necesariamente que afectar a toda la población. Por eso, la supervisión en grupo es
una forma especialmente útil para solventar este problema. Puesto que los grupos
están compuestos de individuos con varios tipos de historias y experiencias, con
diferentes tipos de situaciones y personas, ello proporciona una forma de comprobar
si se están dando respuestas arbitrarias. Por ejemplo, una respuesta terapéutica
habitual a un cliente que expresa ira hacia su terapeuta, como “gracias por
compartirlo”, podría funcional bien para aumentar la conducta emocional del cliente.
Sin embargo, es muy poco probable que el cliente encuentre este tipo de respuestas en
su ambiente natural, por lo tanto, sería mejor para los terapeutas que trataran de
averiguar las fuentes de esa ira.
Siguiendo lo anterior, quienes participan en el proceso de supervisión de FAP
evalúan continuamente si un terapeuta está dando o no respuestas que puedan ser
naturales y que se encuentren fuera de la terapia. Aunque hay que considerar que no
todas las respuestas arbitrarias se prohíben. De hecho, puede ser importante para el
proceso de formación. Un terapeuta tiene que ser capaz de reconocer y reforzar las
mejoras (CCR2) que suponen aproximaciones sucesivas. Es poco probable que estas
respuestas de aproximación consigan un reforzamiento natural por parte del
terapeuta o de otras personas, pero es necesario que los terapeutas refuercen esas
respuestas. Estas respuestas arbitrarias del terapeuta podría ser necesarias para
mantener la conducta del cliente de ir avanzando hacia repertorios más sofisticados.
Un formato de grupo puede ayudar a evitar que los estudiantes desarrollen formas
idiosincráticas de ayudar a los clientes, y generalicen los cambios de conducta.

El coro griego. Una de las funciones más importantes en la supervisión de grupo que
lo diferencia de la supervisión individual, es lo que denominamos la función del coro
griego. Los clientes tienen historias muy diversas. El grupo ayuda a que los estudiantes
no respondan bajo control de sus propias historias. Consideremos un individuo cuyo
historial incluye una familia muy unida que utiliza el humor como forma de expresar
cariño. Esta historia habrá establecido la respuesta humorística como una clase
funcional, junto con otras respuestas de cuidado familiar. Por lo tanto, cuando un

197
terapeuta utiliza el humor de una manera similar a como lo ha establecido en su
historia de mostrar cuidado, el “coro griego” interviene para ayudar al terapeuta a
discriminar si esta fórmula está funcionando de la misma manera con el cliente (es
decir, está teniendo el impacto previsto sobre el cliente). Por lo tanto, la función de
“coro griego” se refiere a la capacidad del grupo de señalar cómo funcionan respuestas
topográficamente diferentes para la mayoría del grupo (es decir, en diferentes
contextos). Aunque esta función también se puede llevar a cabo en una supervisión
individual o grupos pequeños, estaría limitada por la variedad de historias de los
individuos implicados.
La función del “coro griego” también es importante en el proceso de formación del
cliente. Los miembros del grupo pueden ayudar a un terapeuta a responder al cliente
de una forma similar a como lo haría el grupo de iguales del cliente, en lugar de al
grupo de iguales del terapeuta. Por ejemplo, un cliente de un determinado origen
religioso o ético podría sentirse más cómodo en una confrontación si el terapeuta
tiene su mismo origen. Si la comunidad social del cliente es diferente de la del
terapeuta, el “coro griego” puede ayudar al terapeuta a reconocer esas conductas que
el terapeuta considera aversivas, pero que podrían ser funcionales en la cultura del
cliente.
El último propósito del “coro griego” es ayudar a crear repertorios flexibles que
puedan funcionar bajo condiciones muy diferentes. Así, un supervisor nunca
intentaría extinguir el uso del humor de un terapeuta, si eso se ha moldeado como una
forma de mostrar cariño y comprensión. El objetivo es ayudar al terapeuta a
discriminar bajo qué condiciones ese tipo de respuestas será efectiva. La función
específica del “coro griego” se refiere a intentar aproximarse a una respuesta
normativa. Esto podría ser, en principio, contradictorio con la focalización de FAP en
el análisis funcional. Sin embargo, el objetivo no es limitarse a un repertorio que
pueda funcionar con la mayoría de las personas, sino expandir los repertorios
individuales del terapeuta para que funcionen con la mayoría de la gente. El hecho de
enfatizar las respuestas normativas, es un intento de entrenar habilidades de
discriminación y proporcionar conciencia sobre los puntos fuertes y débiles que un
individuo aporta a las distinta situaciones. En otras palabras, el objetivo final es
ayudar a los terapeutas a comprender sus propias funciones como estímulo a través de
diferentes situaciones. Esto incluye la comprensión de las propiedades estimulares,
aprender hasta qué punto son efectivas las consecuencias aplicadas a la conducta, y
cómo trabajar en torno a los déficits o construir repertorios más sofisticados.

Resultados amplios. Una consecuencia importante de participar en el proceso de


supervisión en grupo es incrementar la comprensión del proceso de cambio. Los
terapeutas más jóvenes pueden observar el proceso de cambio que ocurre en las
experiencias de los otros. Los individuos ven cómo sucede en otros y en ellos mismos,
aprender los ingredientes importantes de las interacciones que resultan útiles, y
observar cómo ocurre el proceso a lo largo del tiempo.
Finalmente, cabe mencionar el impacto que este proceso puede tener en las
relaciones de los terapeutas fuera de la terapia. Además de mejorar los repertorios del
terapeuta y del supervisor, este proceso puede tener un impacto significativo en la

198
vida personal de los terapeutas. Como examinaremos más adelante en el siguiente
capítulo sobre ética, este no es el objetivo único de la supervisión. Los supervisores
deben ser cuidadosos en mantener relaciones apropiadas, y evitar la creación de roles
dobles (es decir, participar en la terapia al tiempo que el supervisado). La supervisión
se centra en aquellas partes del repertorio del terapeuta que obstaculizan el
desarrollo de la terapia. Sin embargo, debido a la naturaleza de FAP, es probable que
estos repertorios funcionen también fuera de la terapia. Los terapeutas aprenden a
buscar la función, y es inevitable que esto les afecte también a su vida en diferentes
contextos. Llegan a comprender el modo en que la psicología conductual proporciona
un sentido como visión del mundo. Establece el escenario para aceptar a las personas
en su proceso de evolución, al tiempo que presionan para conseguir un mayor cambio.

Modelo de prácticas de FAP (Universidad de


Washington)
Estas clases son únicas y muy emocionales, lo que facilita un crecimiento personal
sustancial. En este curso los estudiantes aprenden sobre FAP de forma didáctica
(“conocimiento intelectual” a través de conferencias, visualización y discusión de
grabaciones tanto del supervisor como de ellos mismos), y también de manera
experiencial (“conocimiento emocional” a través de ejercicios donde los estudiantes
experimentan personalmente cualquier método utilizado con los clientes, y a través
de la participación en la creación de una comunidad deliberada muy compacta). La
visión de estas prácticas busca que los participantes creen: (1) una atmósfera de
aprendizaje intelectualmente estimulante en la que valoren la creatividad, la
diversidad, la colaboración, las preguntas y las contribuciones; (2) una comunidad
deliberada donde los estudiantes sientan el apoyo, la aceptación y compasión de los
demás compañeros en su viaje formativo con otros estudiantes de doctorado, y en su
viaje privado de exploración y crecimiento personal; (3) un lugar sin grandes
pretensiones, donde puedan ser y ser oídos tal y como son, y expresen sus propias
voces, donde sus heridas sean validadas y sus dones sean potenciados; (4) un ambiente
donde se les refuerce como poderosos intelectuales y agentes de cambio, no solo en la
consulta terapéutica, sino en sus vidas diarias; y (5) un refugio de las típicas presiones
y tensiones de la universidad, donde puedan reír y divertirse, celebrar su
individualidad, sus peculiaridades y sus avances. El proceso de aprendizaje
experiencial en estas prácticas se centra en los tres componentes siguientes.

Incrementar la asunción de riesgos emocionales y disminuir la evitación experiencial. La


descripción de una clase sobre esto sería como sigue.
En nuestra interacción, se te pedirá que seas abierto, vulnerable, consciente y presente en la situación. Se
debería prestar atención a lo que estamos experimentando en este momento, en cuestiones como conexión,
poder, conflicto, evitación, confianza, y cualquier otra cosa que nos sea difícil discutir. Por favor, intenta tener
un nivel elevado de apertura y de riesgo emocional de todo aquello que sientas como una CCR2 tuya.
Arriésgate a salir de tu zona de confort, a profundizar más de lo que sueles hacer cuando estás aprendiendo,
siendo, sintiendo y expresando algo. Al mismo tiempo, todos conocemos las diferencias entre la forma y la
función de la conducta; así que, para una persona, el mero hecho de estar en clase puede parecerle muy

199
arriesgado, mientras que para otra puede consistir en una autorrevelación mucho más profunda. Tu eres el
único que puede calibrar lo que es mejor para ti; ajusta tu conducta como tú lo veas.

Aunque se facilita el asumir riesgos, se hace hincapié en que los aprendices de


terapeutas adapten sus experiencias y sus ejercicios de apertura a sus propios niveles
de riesgo. Las razones para hacer esos ejercicios es que ayudarán a los estudiantes: (a)
para aumentar la empatía con los clientes; (b) darse cuenta de qué y cómo tienden a
evitar, y así darse cuenta también de las conductas de evitación de sus clientes; (c)
construir sus propios repertorios cuando vean que sus clientes necesitan aprender
esos otros repertorios (p.ej., así pueden modelar y reforzar las habilidades de
intimidad, al igual que la vulnerabilidad cuando resulte apropiado); (d) experimentar
personalmente los ejercicios y tareas que puedan ser útiles con los clientes, y ver si
evocan sus propias CCR; (e) poner de manifiesto sus propios valores, prejuicios y
asunciones ocultas para no presionar inadvertidamente a los clientes en esas
direcciones. Como afirmaba Callaghan (2006a) tan acertadamente: “El objetivo de la
supervisión, en última instancia, es ayudar al supervisado a realizar FAP de forma
eficaz, teniendo en cuenta no solo la conceptualización del caso del cliente, sino
también la propia conceptualización de los problemas del propio terapeuta” (pág. 422).
La lista que aparece a continuación describe algunos ejemplos de ejercicios que
ponen a los alumnos en contacto con aquello que podrían tratar de evitar:

• Contar la historia de su vida en clase, centrándose en los principales recuerdos que


los definen como personas.
• Centrarse en las personas y los eventos importantes que han dado forma a lo que
son.
• Enviar correos electrónicos semanales a los demás miembros de la clase para crear
un vínculo a través del intercambio de riesgos y desafíos emocionales, CCR1 y
CCR2, experiencias personales fuertes, etc.
• Dirigir por turnos una meditación al principio de la clase, para facilitar la
conexión con uno mismo y con los demás miembros en clase.
• Compartir la propia conceptualización de su caso personal, incluyendo las propias
CCR1 y CCR2 en el contexto de clase.
• Compartir los resultados propios del FASIT con la clase.
• Expresar sentimientos difíciles, y pedir lo que uno necesita.
• Contar secretos, dejando de lado la culpa y la vergüenza.
• Participar en un proyecto de cambio de conducta personal.
• Utilizar un inventario de pérdidas (ver Anexo 1).
• Preparar una declaración sobre su misión en la vida (ver Capítulo 9).

Desarrollar una reflexión precisa y empática. Los anteriores ejercicios ayudan a los
estudiantes a desarrollar la empatía, llevándolos a ir más allá de sus zonas de confort,
y permitiéndoles experimentar unos sentimientos muy similares a los que tienen sus
clientes. Además, el curso busca facilitar el desarrollo de una reflexión precisa y
empática entre los estudiantes de forma repetida, proporcionando feedback a los otros
miembros de la clase en sus propias revelaciones. La función de ese feedback es llevar
al estudiante que lo recibe a profundizar en su propia experiencia, ver las cosas de una

200
forma nueva, u observar una faceta de sí mismo de la que antes no era consciente,
sentirse observado, escuchado y reforzado de alguna manera por haber compartido,
y/o sentirse más conectado con la persona que reflexiona sobre el/ella. La práctica de
los alumnos se centra en: (1) transmitir compasión; (2) identificar los temas
importantes (p.ej., dificultad en el cuidado de sí mismo, sensibilidad al rechazo) para
establecer conexiones entre temas que puedan parecer dispares; (3) revelar
reacciones, pensamientos, percepciones, sentimientos, o experiencias similares, en
respuesta a lo que se ha compartido; (4) relacionar lo compartido con las experiencias
pasadas del individuo.

Llegar a ser más honesto. La confianza es un elemento esencial en el establecimiento


de una sólida alianza terapéutica. Nos centramos en desarrollar y practicar conductas
que fomenten esa confianza. Estas conductas incluyen hablar sinceramente sobre uno
mismo, mantener la palabra dada o ser responsable, ser coherente y predecible,
reconocer las expectativas del otro y corregirlas si no son precisas o explicar porqué
no se cumplen, recordar las cosas importantes que alguien dice (en relación con las
personas, los eventos, los recuerdos, etc.), asumir la responsabilidad de los errores y
reparar las rupturas, buscar lo que es mejor para los intereses de alguien y no
aprovechar esa ventaja para ganarle o herirle, admitir cuando uno no sabe la
respuesta, y estar dispuesto a corresponder a la vulnerabilidad del otro.
La disposición a asumir riesgos emocionales, el desarrollo preciso de la empatía, y el
aumento de la confianza, son conductas que aumentarán el valor de los terapeutas
como reforzadores sociales para sus clientes y, por tanto, repercutirán en la eficacia
de las interacciones terapéuticas. Los comentarios de los estudiantes que figuran a
continuación reflejan de forma elocuente el impacto que ha tenido sobre ellos este
tipo de prácticas.
Un tema que quiero apreciar es el privilegio que he sentido por trabajar en un contexto que apoya y
fomenta que disuelva la frontera entre mi vida personal y profesional, de forma que ambas se enriquezcan. La
clase sobre FAP es el mejor ejemplo de este privilegio. Qué gran honor hacer este trabajo con todos vosotros…
He notado un proceso en mí mismo, como que me vuelvo más receptivo, más espontáneo y, en consecuencia,
las conductas que tengo son mis CCR genuinas (los puntos ciegos y juicios erróneos que emergen
inconscientemente cuando no estoy focalizado en presentarme a mí mismo ante los demás)…
(Hombre, estudiante de la clase sobre FAP)
… Cada vez que interactúo con FAP he cambiado… he asumido riesgos que me han ayudado a ser más
auténtica y una persona más abierta… Siento una sensación de confianza y esperanza con cada interacción que
tengo con cada uno de mis compañeros de clase…
(Mujer, ayudante de prácticas en la clase sobre FAP)
FAP me ha ayudado a encontrar y construir el concepto de conexión. Estar conectada con los seres
humanos en un nivel más amplio, conectada con los del grupo, y conectado conmigo misma. Me siento más
conectada con el sufrimiento y las emociones humanas básicas, con mi propia historia personal y con los hilos
que corren paralelos en nuestras vidas… Me encantan la meditaciones con las que abrimos la clase y tenemos
también la oportunidad de dirigirlas nosotros mismos. Todo este proceso me ha ayudado a aprender a
conectarme con mi propio cuerpo, en el momento presente, y en la autoconsciencia… Esos momentos que nos
tomamos para mirarnos a los ojos con cada uno de nosotros, para darles la bienvenida con los brazos abiertos
y con el corazón abierto, son experiencias extremadamente valiosas y cariñosas. Fomenta la conexión. Siento
que durante esas dos horas de clase, cuando nos sentamos en nuestro grupo con otros nueve alumnos, sucede
algo mágico, y los ecos de eso me siguen durante toda la semana y más allá. Me encanta cada minuto de la
clase: el crecimiento, los retos, la conexión.

201
(Mujer, estudiante de la clase sobre FAP)

Ética y precauciones en la supervisión FAP


FAP es difícil de realizar
No es fácil estar presente, ser abierto y reducir la evitación emocional. En las
siguientes transcripciones de una sesión de supervisión, el supervisado SB describe
las vivencias y las luchas con estas dificultades. Cada terapeuta de FAP debe lidiar con
estos problemas, y es importante tener en mente la noción de CT1 y CT2. Las CT1 para
un terapeuta pueden ser las CT2 para otro, y lo importante es la mejora que se va
produciendo, y no el cumplimiento de ningún estándar absoluto sobre lo que está
“bien”. Esencialmente una buena FAP implica también mostrar CT2.
En el siguiente ejemplo de caso, la clienta de SB (Belinda) está deprimida y ansiosa,
evita las relaciones estrechas, tiene dificultades para expresar sus sentimientos, lucha
buscando un empleo, y se siente inútil. En esta transcripción, SB todavía no le ha
dicho a su cliente lo que valora de ella, aunque sabe que eso evocaría CCR, modelaría
la apertura y la expresión de sentimientos; y MT ha modelado contextualmente dicha
expresión en la relación de supervisión. Al describir porqué le resulta difícil hacer
FAP, SB entiende a nivel visceral la importancia de tener los pies en la tierra en su
vida personal como terapeuta.

Terapeuta: … Mavis, no estoy haciendo FAP. He estado en la clase sobre FAP durante un año y medio, y no
considero que esté haciendo FAP… La forma de hacer FAP necesita que sea transparente y abierta, y
menos protegida, lo que para mí significa una necesidad de ser fuerte, no como si tuviera todas mis
mierdas juntas, sino de una forma real, es lo que siento que tengo que hacer, irme a algún retiro y algún
trabajo que ponga mi vida en orden, estar menos presionada, no sentir como que me vigilo a mí misma
para intentar ser capaz de mostrarme ante ella tal cual soy. De lo contrario, bien, quizás tendría que
conseguir hacerlo conmigo misma, pero realmente no puedo estar presente, estar abierta y ser capaz de
utilizarme a mí misma de esa manera, esa apertura, necesito estar en un lugar diferente. Así que es
estaría más segura, estaría más protegida, sería más confortable no hacerlo.
Supervisora: Creo que una analogía podría ser como cuando la gente se cuestiona si pueden ser unos padres
adecuados, si pueden traer a un niño a este mundo y darle una crianza adecuada, y se cuestionan todo lo
que está mal en el mundo, pero a pesar de eso hay gente que se lanza a ciegas a tener niños y traerlos a
este mundo. Creo que hay gente que se lanza sobre FAP y se precipita pensando “Puedo hacerlo”, y tú, con
todas esas reservas y preocupaciones, confías mucho más en ti para poder hacerlo mejor… así que
veamos la interacción tan específica que has valorado sobre ella… ¿cómo se relaciona todo lo que acabas
de decir con el hecho de que no seas capaz de decirle lo mucho que la valoras?
T: Hay algo que se abre a un nivel diferente de implicación. No es algo como “tú estás sentada ahí y yo aquí,
yo estoy sentado aquí y ella esta hablando, yo estoy haciendo cosas que le son de ayuda, y genial, te veré la
próxima semana”. Evoluciona, y baja un nivel de profundidad, introduce un factor interpersonal más
amplio, sé que ese es el punto, cuando llega a ser una relación diferente. Siento que algo no está bien, no
estoy a salvo, no estoy segura, no puedo mantener esa relación. Como necesito ser consistente, cuando
imagino cómo he de decírselo, en una forma que lo sienta claramente, como “te estoy diciendo esto
porque confío en que te va a ayudar a alguna manera, y porque es la verdad”. Cuando me imagino
diciéndole eso, desearía estar en otro lugar. Podría hacerlo, pero me sentiría como fuera de lugar. [SB
está describiendo sus sentimientos que, a su vez, sugieren variables que explican su reticencia a practicar
FAP, comenzando por un análisis funcional].
S: Es algo realmente muy valioso, lo que estás haciendo. [Reforzamiento natural].
T: Precisamente por cómo estoy recibiendo esto, Mavis, es por lo que estoy tan resistente a hacerlo. Las veces

202
que he visto y he sentido FAP, cuando lo consigo pienso en eso: “¿Dónde necesitaría estar y sentir, ese
tipo de energía, ese tipo de intención e interacción?”. Puedo tener ciento sentido en general sobre qué
cosas he de asumir para hacer esa reflexión claramente, y no complicarme, no tratar de utilizar ciertas
estrategias, sino hacerlo de una forma abierta, no algo como “voy a hacer esto porque Mavis me lo ha
dicho…” Es como que toda mi vida tendría que cambiar. Tendría que encontrar algo de paz y algo de
tiempo, tendría que vivir de una manera que sea más congruente, no puedo entrar en una sesión y ser
otra persona, y relacionarme de otra manera, darle al interruptor y cambiar… Tengo que ser de una
manera diferente, todo mi yo tiene que ser congruente con eso.
S: Creo que eso es lo ideal, pero también hay aproximaciones a ese ideal. Cuando buscamos entablar
relaciones, ¿cómo es para ti ser auténtica en ese momento? [Regla 2, evocar CCR].
T: Es algo totalmente diferente. En este contexto está bien. Creo que no entiendo a dónde quieres llegar.
S: Bien, se trata de un proceso similar, porque lo que está sucediendo aquí es que estás experimentando
como ser tú misma auténticamente, y que no llevas una máscara, y que precisamente puedes implicarte,
mientras que en el resto del mundo tienes tus otros personajes. Me estás diciendo que eres cierta persona
con Belinda, y yo te estoy diciendo que experimentes este proceso, ¿puedes ser más abierta con ella sin
tener que ser esa persona al completo? Antes de que termines la terapia, es importante que ella sepa lo
mucho que la valoras. Tú la ves de una manera diferente, así que no puedes dejarla sin compartir ese
sentimiento con ella. Tú la entiendes de una forma muy profunda.
T: Sí, nunca pensé en eso. No creo que nadie más la vea así. Me siento muy triste.
S: Me encanta que te impliques en esto conmigo.
T: Bueno, yo también, me siento bien porque estoy entendiendo porqué estoy tan resistente.

Después de esta sesión de supervisión, SB fue capaz de asumir más riesgos ante su
cliente, y la relación entre ambas se hizo más profunda. A su vez, su cliente respondió
desarrollando más riesgos emocionales en la sesión y en su vida diaria.

Cuestiones limítrofes (supervisión versus terapia)


Las relaciones terapéuticas y de supervisión tienen importantes aspectos en común,
tales como la mentalidad colaboradora, la importancia de establecer objetivos y medir
los progresos, el manejo sensible de los desequilibrios de poder, y una atmósfera de
aliento y esperanza. Sin embargo, las relaciones terapéuticas y de supervisión tienen
también claras diferencias, ya que la supervisión se centra en el tratamiento del
cliente (no del supervisado), los supervisores múltiples resultan más beneficiosos para
la formación de los terapeutas, pero no los múltiples terapeutas para el cliente, y hay
flexibilidad para que las relaciones de supervisión evolucionen hacia relaciones
colegiales o personales (Newman, 1998).
En las interacciones personales profundas, el riesgo de que la supervisión pise el
territorio terapéutico es bastante probable. Dado que la supervisión se centra en el
tratamiento del cliente, aunque los supervisados y supervisores puedan plantear
temas que se solapen lo tratado en la terapia personal, el énfasis se pone en el
desarrollo de las habilidades clínicas de los supervisados. No se focaliza de manera
especial la interacción en los temas personales de los supervisados, sino más bien una
exploración sobre cómo esos temas personales podrían tener un impacto en su
trabajo. Se anima a los supervisados a que sigan su propia terapia individual si surgen
temas personales que necesiten resolver.

Diferencias de poder

203
Dentro de la posible diferencia de poder en la terapia, en la relación existente entre
supervisor y supervisado, existe la posibilidad de explotación, por lo que es imperativo
la protección contra ese peligro potencial (Falender y Shafranske, 2004; Holloway,
1999). Para evitar un abuso de poder, es crucial que el supervisado otorgue su
consentimiento informado para el tipo de supervisión interpersonal intensa que va a
recibir (Callaghan, 2006a). En concreto, el supervisado ha de ser informado de que: (1)
debido al enfoque en vivo de la supervisión FAP, los sentimientos intensos que a
menudo surgen en las relaciones terapéuticas pueden aparecer también en la relación
de supervisión (p.ej., dolor, ira, tristeza, miedo, dependencia, apego, atracción); (2) la
franqueza y la vulnerabilidad que se valoran y evalúan durante la supervisión en FAP
podrían a veces ser antitéticas con la necesidad del supervisado de parecer sereno y
competente; (3) los temas personales que requieren una atención permanente
necesitan llevarse en una terapia individual en otro lugar; y (4) el supervisor también
se encontrará con el supervisado desde una situación de autenticidad y
vulnerabilidad, y estará preparado para abordar las variables que afectan a la
estructura de poder de su relación, incluyendo ser evaluado por una autoridad, el
género, la edad, la raza, la orientación sexual y las diferencias culturales.

Crear una conceptualización del caso del terapeuta


Una de las formas de mantener centrados los objetivos del terapeuta con el cliente
es que los supervisores se pregunten constantemente: “¿Estoy tratando de cambiar al
supervisado, o de ayudarlo a convertirse en mejor terapeuta?”. El objetivo más amplio
de crear un cambio de conducta en el terapeuta es similar al objetivo de la
psicoterapia. El otro objetivo de la formación, la creación de habilidades más eficaces
en el terapeuta, sigue siendo el propósito de la supervisión. Una forma de conseguirlo
es crear una conceptualización del caso del supervisado, como se ha descrito
anteriormente. Cada terapeuta tiene sus propios CT1 y CT2. Sin embargo, estos se
limitan a aquellas conductas relevantes para convertirse en un terapeuta eficaz de
FAP. Aunque los comportamientos del terapeuta descritos con el sistema FASIT
(Callaghan, 2006b) son paralelos a los de los clientes, existen diferencias importantes
entre ellos. Una de esas diferencias radica en el alcance del repertorio interpersonal.
El supervisor de FAP tiene la responsabilidad de limitar su intervención y desarrollo
de habilidades en el terapeuta respecto a aquellas conductas que son de interés para
las áreas que afectan directamente al tratamiento del cliente que está llevando el
supervisado.
Se supone que los terapeutas se dedican a la terapia porque quieren ayudar. Por lo
tanto, querer ayudar a un supervisado con sus problemas vitales tiene mucho sentido,
pero precisamente existen prohibiciones éticas al respecto por una buena razón. A
medida que el supervisor comienza a desarrollar un papel dual con el terapeuta en
formación, su capacidad como formador y, en última instancia, evaluador de las
habilidades del terapeuta, puede verse comprometida. Para seguir siendo un
supervisor eficaz de FAP debe seguir estando presente, ser compasivo, reflexivo,
flexible y coherente; todo ello al servicio del supervisado, para que desarrolle mejores
habilidades como terapeuta de FAP.

204
Muchos terapeutas de FAP llegan a ser personas más eficaces, honestas, abiertas, e
incluso más cariñosas, como efecto de su aprendizaje. Ello se consigue “viviendo FAP”,
poniéndola en práctica en sus propias vidas, y actuando de forma coherente con la
formación de FAP. Queremos señalar que aunque esto sería un maravilloso resultado
del aprendizaje de FAP, no es algo obligatorio, ni puede ser un objetivo necesario de la
supervisión en FAP. Si, empíricamente, se determinara que los buenos terapeutas de
FAP deben hacer esas cosas en sus vidas para ser efectivos en el tratamiento con un
cliente, entonces podríamos dar ese tipo de recomendaciones. Hasta ahora, la
relación supervisado-supervisor sigue siendo una interacción profesional de
formación, con una agenda centrada en la mejora de las habilidades del terapeuta.
Esta formación puede ser también intensa, incómoda, compasiva y poderosa en
cualquier momento, al igual que en la terapia. Los objetivos de la supervisión, sin
embargo, siguen siendo más limitados.
Hay una variedad de estilos y enfoques de supervisión. El objetivo de cada uno de
ellos debería ser formar terapeutas eficaces y éticos. Independientemente de la edad y
la sofisticación, los supervisados se verán influenciados por sus mentores.
Corresponde a estos mentores desempeñar esa responsabilidad con cuidado, y tener
en cuenta su posible influencia.
Una vez enumeradas estas precauciones y limitaciones, es difícil que alguien que
esté aprendiendo FAP no vea las amplia implicaciones que tiene para entender e
influir en el cambio de conducta de alguien. Advertimos a nuestros estudiantes que
deben ser significativos para los clientes, pero sin crear una dependencia que les
debilite. Lo mismo ocurriría con la relación de supervisión.
Aprender a ser psicólogo/a es una elección. En esta elección influyen las
experiencias y los valores personales. La “elección” de convertirse en terapeuta de
FAP no debe tomarse a la ligera, porque el “consentimiento informado” es un ideal
más que una realidad. Al principio de la formación en FAP, aunque les decimos a los
estudiantes que la formación de FAP no pretende ser una terapia, es difícil concebir
que esa formación no les haga cambiar, examinar sus propios repertorios
interpersonales, sus valores y objetivos en la vida. En una ocasión, tras varias sesiones
tratando el problema de estar presente en la sesión con el cliente, un joven terapeuta
dijo: “Entiendo lo que tengo que hacer para ser bueno en esto, pero no quiero hacer
esos cambios en mí mismo. Mi vida funciona bien para mí, y no quiero hacer nada que
ponga en peligro eso. Sé cómo hacer otros tratamiento con apoyo empírico, y creo que
seguiré con eso”. Fue una decisión saludable que nos permite razonar que se pueden
examinar las posibilidades de FAP al tiempo que se mantiene la autonomía personal.
Eso es algo bueno.

Conclusión
Comenzamos este capítulo con la descripción de las experiencias de formación de
una estudiante, y concluimos con una reflexión de MT a sus supervisados sobre la
experiencia igualmente profunda que supuso trabajar con cada uno de ellos.

205
Me entristece que este sea mi último correo electrónico, que nuestra clase está llegando a su fin y no
volvamos a estar tan unidos como grupo después de que acabemos. Al escribir mi opiniones y evaluaciones,
he pasado muchas horas reflexionando sobre las formas en que sois especiales. Ha sido un privilegio estar en
vuestras vidas de una manera profunda, ser consciente de las profundidades de vuestras luchas y alegrías, de
los sentimientos privados y los eventos que solo pueden conocer las personas más cercanas a vosotros.
Además de que es algo que resulta más fácil con FAP, de una manera visceral, una de las lecciones que me
gustaría que os llevarais de nuestra clase es que la intimidad es una elección. Debido a las tareas semanales de
escritura, y a todo lo que compartimos en clase y en grupos, llegamos a comunicarnos en un nivel profundo
casi siempre, ya fuese que estuviésemos felices, tristes, estresados o relajados, abrumados o motivados, ya
tuviésemos ganas de hablar o no. Gracias a esa coherencia creamos una atmósfera de intimidad y confianza,
asumiendo riesgos, autorrevelaciones, aceptación y compasión. Me apena decir que, como yo me comunicaba
mucho más con vosotros, me siento más cerca de vosotros que de algunos de mis queridos amigos con los que
no conecto con tanta asiduidad. Volviendo a vosotros, hemos construido una base sólida de cercanía y
confianza. Cualquiera de vosotros puede acudir a mí en cualquier momento, si necesitáis mi opinión o mi
ayuda. Espero que enviéis un correo electrónico a todo el grupo cuando queráis compartir algo significativo
de vuestras vidas. Pero, incluso, si no vuelvo a saber de vosotros, quiero deciros que lo que hemos compartido
es inolvidable, y que siempre tendréis un lugar en mi corazón.

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206
Scott, R., Himadi, W., & Keane, T. (1983). Generalization of social skills. In M. Hersen, R. Eisler, & P. Miller (Eds.),
Progress in behavior modification (pp. 113–172). Academic Press.
Skinner, B. F. (1974). About behaviorism. Knopf. (Traducción española Editorial Muy Interesante, 1994).

207
Capítulo 9

FAP verde y valores en la terapia

Mavis Tsai, Robert J. Kohlenberg, Madelon Y. Bolling


y Christeine Terry
Nos damos cuenta ahora de la llamada urgente de la historia. Hemos sido llamados para formar un genio colectivo, y
cada uno de nosotros está siendo preparado para desempeñar su papel. Nuestro mundo necesita gigantes espirituales, y
no hace falta ego, sino humildad , para apuntarse a ese esfuerzo . Muchos de nuestros problemas surgieron porque
elegimos jugar en pequeño , pensando que allí encontraríamos seguridad . Pero hemos nacido con alas , y estamos
destinados a desplegarlas.
(Williamson, 2004, pág. 250).

Tradicionalmente, FAP ha sido conceptualizada como una terapia relativamente libre de


valores . FAP intenta ayudar al cliente a tener una vida productiva , significativa y
satisfactoria , pero se deja que sea el cliente quien especifique lo que para él/ella es
personalmente productivo , significativo y satisfactorio . Como vimos en el Capítulo 3, el
trabajo del terapeuta es ayudar a clarificar los objetivos personales del cliente y
proporcionar orientación sobre cómo alcanzarlos . Siempre con el objetivo del análisis
conductual de maximizar el reforzamiento positivo a largo plazo y minimizar el control
aversivo, se espera que el terapeuta se abstenga de imponer sus valores personales en el
proceso . Sin embargo , en los últimos años , al intensificarse los problemas globales ,
hemos propuesto una variante de FAP que denominamos “FAP Verde”. Esta FAP Verde se
denomina así porque fomenta una introducción abierta de los valores personales del
terapeuta que sean coherentes con los ideales del movimiento “Verde” (Política Verde).
Aquí se incorpora una ideología y conciencia social que da gran importancia a los
objetivos ecológicos, medioambientales, de justicia social y de no violencia. En concreto,
los valores de FAP Verde abogan por el cuidado y la ayuda a los demás , la conciencia y
responsabilidad social, y el uso del talento y la propia pasión para contribuir a mejorar el
mundo.
Dado el papel central de los “valores ” en este capítulo , conviene describir qué se
entiende por este término en el contexto actual . En su sentido más amplio , los valores
son declaraciones verbales que especifican los reforzadores y las actividades que los
producen (Baum, 2005; Skinner, 1971). Dado que nos centramos en los valores relevantes
para la psicoterapia , nos interesa aclarar la naturaleza de esos valores definida por los
terapeutas.
Pueden afirmarse tres posibles tipos de declaraciones de valores por parte de los
terapeutas . El primero podría denominarse , a grandes rasgos , “hechos terapéuticos ”.
Los hechos predicen los reforzadores basados en datos científicos . Un ejemplo es
aconsejar a los clientes deprimidos , basándose en investigaciones que sugieren que la
mejora del funcionamiento interpersonal aumenta la resistencia a la reaparición de la
depresión y, por tanto , señalarlo como un objetivo de tratamiento . El segundo tipo lo
denominamos como “ética terapéutica”, e incluye los estándares éticos de la profesión

208
que ostensiblemente mejoran el bienestar de los clientes. La ética terapéutica es
adoptada y sancionada, más o menos universalmente, por el grupo profesional al que
pertenezca el terapeuta. Los clientes pueden esperar razonablemente que sus
terapeutas hablen de valores terapéuticos basados en hechos y en la ética. El tercer
tipo de declaración de valores lo denominamos como valores terapéuticos
“personales”. Estos valores personales no se asocian habitualmente con un grupo
profesional más amplio. Por lo tanto, el cliente no debería esperar que su terapeuta
declare cuáles son sus valores personales. Antes de hablar sobre cómo se lleva a cabo
la FAP Verde, abordaremos brevemente porqué creemos que los valores personales
declarados por el terapeuta también podría tener un lugar en la terapia.

El papel de los valores personales del terapeuta en la


psicoterapia
Creemos que ha llegado el momento de introducir los valores personales en FAP
Verde, porque creemos que el mundo se encuentra en una encrucijada. Como se
desprende de la cita anterior de Williamson, somos miembros de una generación que
tiene en sus manos el destino de la civilización. Nos preocupan muchas cuestiones
fundamentales: (1) la pobreza a gran escala (3.700 millones de personas viven en la
pobreza, con menos de 2 dólares al día; 24.000 personas mueren cada día de hambre;
30.000 niños menores de cinco años mueren cada día por causas evitables; 2.400
millones de personas viven sin una sanidad decente; y 4.000 millones de personas no
tienen un sistema de agua potable y de aguas residuales; (2) los peligros del
calentamiento global; (3) la devastación de nuestro entorno natural; (4) la violencia de
la política y la guerra, las carencias extremas y/o las condiciones de vida insoportables
en todo el mundo (p.ej., Myanmar -Birmania-, Oriente Medio, Darfur -Sudán-, Congo,
Chechenia, noreste de India, Somalia, Colombia, Uganda, Costa de Marfil); (5) las
graves crisis sanitarias mundiales (p.ej., 2.9 millones de muertos al año por VIH, una
cada 10 segundos; 1.7 millones de muertos al año por tuberculosis, una cada 20
segundos; corresponden a las 10 historias humanitarias menos difundidas de 2007
(www.doctorswithoutborders.org); y (6) las atrocidades del terrorismo.
Reconocemos que la identificación y priorización de los problemas del mundo
resultan algo arbitrarios, y que variarán de una persona a otra según el tipo y la
naturaleza de los datos que encuentre. No obstante, como terapeutas con conciencia
social, nos preguntamos si es suficiente con ayudar a los clientes aliviando su
angustia, cambiando los comportamientos autodestructivos, o persiguiendo sus
objetivos puramente personales. La FAP Verde se basa en la propuesta de que la
conciencia social tiene un papel crucial en el tratamiento y que puede servir tanto
para el bienestar de los clientes como la del mundo. No estamos sugiriendo que los
terapeutas abandonen el proceso de ahondar en los problemas y objetivos de sus
clientes. Más bien, instamos a los terapeutas a que, siempre que sea posible,
desarrollen repertorios en los clientes que incorporen también los valores de FAP
Verde.

209
Alguien podría argumentar que los valores personales del terapeuta no tienen
cabida en sus funciones profesionales, y que los terapeutas deberían limitarse a
descubrir cuáles son los valores y objetivos de sus clientes, ayudándoles a alcanzar sus
objetivos. Sin embargo, si lo miramos con más detenimiento, este punto de vista no
excluye el uso de valores personales, siempre teniendo la precaución de que los
terapeutas estén dispuestos a ayudar al cliente a trabajar sus objetivos específicos.
Tomemos, por ejemplo, un cliente cuyo objetivo sea reducir su culpa, al tiempo que
aumentar su economía, resultado de una explotación legal de los empleados que, por
otro lado, no tienen otras opciones realistas para encontrar otro trabajo. En este
contexto, los valores personales del terapeuta influirán sin duda en su forma de
proceder. Del mismo modo, consideremos la “voluntariedad” de la situación clínica
donde el cliente no puede pagar los servicios del terapeuta; sin embargo, dichos pagos
apoyan el nivel de vida que el terapeuta valora, su tiempo de ocio con los amigos y la
familia, y su compromiso con ser caritativo. Todas estas influencias son también
valores que podrían afectar a aquellos a los que los terapeutas decidan tratar.
Además, tanto si los terapeutas declaran sus valores personales de forma explícita
como si no, todos estamos influidos por ellos durante un tratamiento. Por ejemplo,
Bilgrave y Deluty (2002) descubrieron que la mayoría de los terapeutas en su estudio
tendían a identificarse como políticamente liberales (demócratas), y casi la mitad
creía que sus creencias políticas influían en su práctica terapéutica. Gartner et al.,
(1990) determinaron también que la similaridad ideológica era algo que afectaba al
grado en que los clínicos sentían simpatía o antipatía hacia sus pacientes. Los clínicos
políticamente liberales tendrían a tener una respuesta personal más negativa hacia
los pacientes conservadores, mientras que los clínicos conservadores tenían esa
respuesta negativa más acentuada hacia los pacientes liberales. Además, las
evaluaciones y las respuestas personales de los clínicos hacia los pacientes estaban
influidas por el grado de congruencia ideológica entre ellos y sus pacientes. Se
refirieron a esa congruencia como “transferencia ideológica”. Desde el punto de vista
de FAP, se produciría un desajuste antiterapéutico si la capacidad del terapeuta para
reforzar de forma natural las CCR2 se viera comprometida. Por el contrario, el
desajuste entre ambos podría ser evocador de CCR que estuviesen relacionadas con
los problemas que presenta el cliente y, por tanto, podría ofrecer oportunidades para
la intervención terapéutica.
En aquellas condiciones en que hay un desajuste de valores, que conducen a una
falta de empatía y se produce una ruptura terapéutica, los clientes podrían culparse a
sí mismos de ese fracaso si no son conscientes de los valores de sus terapeutas. Por el
contrario, un terapeuta de FAP Verde sería más comunicativo acerca de sus valores,
estaría mejor posicionado para asumir la responsabilidad de las rupturas. Si esos
valores se presentan ya en la primera llamada telefónica o en la primera sesión, los
clientes que no estén de acuerdo con los valores del terapeuta siempre tienen la
opción de elegir otro. Por ejemplo, MT suele decir lo siguiente a los potenciales
clientes: “Además de trabajar en los problemas y los objetivos individuales durante la
terapia, también me interesa ayudar a mis clientes a tomar contacto con su
capacidades y pasiones concretas para que puedan abordar los problemas más amplios
de su comunidad y del mundo. ¿Es algo así lo que te interesaría?” Si el cliente

210
comparte unos valores similares, se ha preparado el terreno para un entorno
terapéutico productivo.
Una buena alianza terapéutica también puede producirse a pesar de que los clientes
no hayan identificado aún sus propios valores, pero tienen curiosidad y se sienten
atraídos por los valores de FAP Verde.

Aplicar los valores de FAP Verde


A continuación, vamos a explorar cómo se pueden poner en práctica los valores de
FAP Verde durante la terapia. Algunos métodos son bastante fáciles de poner en
práctica, y probablemente se produzcan, a pesar de que el terapeuta no sea consciente
del proceso. Otros son más arriesgados, requieren coraje, y deben adaptarse a cada
terapeuta y cliente en particular.

Aplicación natural de FAP Verde durante el


tratamiento de FAP
En FAP se fomenta que los clientes experimenten la relación terapéutica como un
lugar seguro en el que se fomenta una conducta que previamente ha sido castigada
fuera, aunque eso pueda resultar algo espantoso para ellos. Con el tiempo, se
refuerzan las operantes de estar “presente” (ver el Capítulo 5 sobre el yo y
mindfulness), tener coraje y asumir riesgos interpersonales, y se reduce la evitación. El
terapeuta también puede fomentar y utilizar las intervenciones basadas en ACT
(Acceptance and Commitment Therapy; Hayes et al., 1999; Kohlenberg y Callahgan, 2010)
para intentar ayudar a los clientes a que estén presentes en su malestar personal,
ayudarles a superar la evitación emocional, actuar con coraje y de forma más
solidaria. Todos estos comportamientos dependen de la disponibilidad de
reforzamiento natural, que es intrínseco a la relación terapéutica en la que se
desarrolla un cuidado mutuo y auténtico entre ambos. Si el tratamiento tiene éxito,
estas mismas conductas se transfieren a la vida cotidiana, y los clientes acaban siendo
reforzados al conseguir los objetivos que le llevaron inicialmente a tratamiento. Por lo
tanto, FAP incorpora el potencial de reducir la evitación experiencial, incrementar los
repertorios de apego e intimidad (ver el Capítulo 6), aumentar el dar y recibir
cuidados, y también incrementar un sentido estable del yo. Estos repertorios, a su vez,
tienen beneficios que se aplican a las relaciones individuales con el mundo, como
mencionamos en la siguiente explicación.

Reducir la evitación experiencial. Una extensa revisión de la literatura llegó a la


conclusión de que la mayoría de los problemas clínicos se derivan de los esfuerzos
poco saludables para escapar y evitar las emociones, y que esas dificultades se mejoran
mediante la reducción de la evitación experiencial (Hayes et al., 1996). Un estudio
reciente también ha documentado el papel que desempeña la evitación experiencial
en la relación entre el materialismo y la disminución del bienestar (Kashdan y Breen,
2007). Reducir el materialismo es algo coherente con los valores de FAP Verde, y es

211
también prometedor para mejorar las conexiones significativas con otras personas y
promover el bienestar de los demás.

Mejorar los repertorios de apego. Se ha identificado que FAP específicamente tiene el


potencial de mejorar los repertorios de apego (Meyer y Pilkonis, 2001). Se ha
demostrado que el apego seguro aumenta la tolerancia de la diversidad intergrupal, la
consideración humana y compasiva con los demás (Ginsberg et al., 1997). También
Mikulincer y Shaver (2007) sugiere que las intervenciones destinadas a mejorar los
repertorios de apego permitirían a los seres humanos ser más capaces de crear una
sociedad más amable, tolerante, armoniosa y pacífica.

Aumentar un sentido estable del yo. Las características que supone tener un sentido
estable del yo, que constituye un posible objetivo en FAP, incluyen la capacidad de ser
asertivo con los demás y de estar menos propenso a adoptar los valores de nuestro
entorno interpersonal más inmediato (Kernis et al., 1993; Kohlenberg y Tsai, 1991). Si
un cliente siente inclinación por los valores de FAP Verde, el hecho de mejorar un yo
estable le llevará a realizar acciones congruentes con esos valores.

Ejemplo de caso. El siguiente caso clínico ilustra el proceso a través del cual un
cliente de RJK, tratado mediante FAP, se volvió más consciente socialmente, y más
políticamente activo, con valores congruentes con FAP Verde. Inicialmente, el cliente
buscaba tratamiento para la depresión y la ansiedad. La terapia dio como resultado
diversas CCR2 al asumir riesgos interpersonales, reducir la evitación de experiencias
interpersonales, y mejorar los repertorios de intimidad y apego. Hacia el final de la
terapia escribió a RJK la siguiente nota:
Después de años de ancianos canosos (líderes experimentados, con buenos deseos y buena voluntad), mi
país y mi corazón se han roto. La política de las “ocultas conspiraciones” y de los intereses creados, de
derechas y de izquierdas, nos están destrozando, por lo que abandoné el activismo político y social. Tengo
ahora una necesidad de creer y merece la pena que asuma el riesgo de implicarme de nuevo en estas
elecciones. Como he aprendido muy bien en su despacho, “todos somos especiales”, “puedo arriesgarme,
perder, y vivir con ello”, pues “sin esperanza no hay plenitud”.

Como ilustra esta carta, el cliente era muy consciente de volver a implicarse en el
activismo político y social como resultado de FAP, sin que se hubiesen llevado a cabo
las estrategias de FAP Verde directamente. Los terapeutas que quieren ayudar a sus
clientes a perseguir más activamente las formas de aliviar los problemas de la
comunidad, o los problemas del mundo, pueden utilizar las estrategias de FAP Verde
que explicamos a continuación.

La aplicación directa de FAP Verde


En nuestro libro anterior (Kohlenberg y Tsai, 1991), analizábamos cómo nuestra
cultura nos aísla de las contingencias más profundas, como ocurre en el caso de
comer carne. Los puntos fundamentales son los siguientes: la cantidad de grano
utilizado para producir una comida con carne, puede servir para hacer diez comidas
vegetarianas; la energía utilizada en criar animales para obtener carne está agotando

212
los recursos naturales y está contribuyendo a la contaminación; los bosques
tropicales están siendo talados para crear tierras de pastoreo para el ganado, con
efectos nefastos sobre el medio ambiente (Robbins, 1987). También estamos alejados de
otras contingencias más profundas. Por ejemplo, estamos alejados de las personas sin
hogar y que pasan hambre, de los ancianos en las residencias, de las personas que
mueren, del complejo proceso de obtener agua potable, de la tala de árboles para
fabricar papel, y de los procesos de eliminación de la basura y las aguas residuales. La
gente suele evitar el contacto con estas situaciones, porque el reforzamiento positivo
por afrontarlas está alejado en el espacio y en el tiempo, mientras que las
consecuencias aversivas son bastante inmediatas. Desde el punto de vista de FAP
Verde, creemos que el contacto con estas contingencias mejoraría el mundo y
beneficiaría a los que viven en él (incluidos nosotros mismos). En esta sección
abordamos las formas de aumentar la presencia y el contacto con estas contingencias
“ocultas”, y también las experiencias privadas aversivas que suelen provocar, y cómo
cada uno de nosotros puede utilizar su talento, inclinaciones, intereses y/o pasiones
para desempeñar un papel en el abordaje de los problemas sociales más amplios.

Ser más altruista. Hay datos convincentes que sugieren que la conducta altruista, o la
preocupación desinteresada y la realización de buenas acciones por los demás,
conduce a mejoras en el bienestar y alivia la depresión (Seligman et al., 2005).
También hay cada vez más pruebas de que el altruismo tiene una base evolutiva
(Haidt, 2007; Wilson et al., 2008; Wilson y Wilson, 2007). En términos conductuales, las
conductas altruistas son naturalmente reforzantes.
En un alegato en favor del altruismo, el filósofo ético australiano Peter Singer (1999)
permite a los lectores entrar en contacto con el hecho de que la familia media
estadounidense gasta casi un tercio de sus ingresos en lujos innecesarios, como salir a
restaurantes elegantes, comprar ropa nueva porque la vieja ya está pasada de moda, y
pasar las vacaciones en complejos turísticos de playa. Los ingresos que se gastan en
cosas que no son esenciales para nuestra vida y nuestra salud, si se donasen a una
entidad no lucrativa, podrían significar la diferencia entre la vida y la muerte de niños
que necesitan esa ayuda. Singer describe un caso expuesto por el filósofo Peter Unger
en su libro titulado “Living high and letting die”, donde una donación de 200 dólares a
una organización como UNICEF u OXFAM ayudaría a un niño enfermo del tercer
mundo de 2 años a transformarse en un niño sano de 6 años, ofreciéndole seguridad
en los años más peligrosos de la infancia. Singer dona una quinta parte de sus
ingresos a organizaciones de ayuda contra el hambre, e insta a todos los demás a
hacer lo mismo.
Después de leer lo anterior, ¿te sientes inclinado a hacer una donación? Si donas, es
posible que no estés convencido de su eficacia, y además tengas algo menos de dinero,
ambas consecuencias son aversivas. Sin embargo, otras personas y nosotros mismos
hemos donado a pesar de esos efectos a corto plazo. La investigación sobre el
altruismo citada anteriormente, indica un posible reforzamiento positivo para
explicar este comportamiento. Si tu historia te ha impedido donar hasta ahora, puede
que estés perdiendo una oportunidad de tener experiencias positivas. Nuestra
sugerencia es que intentes donar dinero o tiempo, o algún otro acto altruista más

213
atractivo y que normalmente no realizarías, y ver qué sucede. Otra posibilidad es que,
si lo haces, nos lo comuniques y te responderemos (mavis@u.washingtong.edu).
He aquí otra idea que puede permitirte emprender una acción altruista que tal vez
hayas estado pensando y demorando: tratar de contactar con tu propia mortalidad. En
el libro “Naked Duddhism”, Deida (2001) nos recuerda lo siguiente:
No importa cuándo dinero o cuánto amor hayas tenido, un día tus piernas se volverán frías y entumecidas,
tu corazón se detendrá, tu respiración cesará, y todo desaparecerá. En algún momento del ahora tan real como
este momento presente, tu vida terminará. ¿Estás preparado para tu muerte? ¿Estás preparado para la muerte
de tus hijos, tus padres y tus amigos? ¿Has amado plenamente y has ofrecido tus más profundos dones? Una
vida bien vivida abraza la muerte de una manera abierta, desde el corazón, en cada momento. Mientras estés
abierto puedes ofrecer sin retener, puedes recibir sin rehusar… (págs. 1-2).

Aunque la técnica de contactar con nuestra propia mortalidad puede parecer algo
aversivo al principio, el objetivo final es contactar con los reforzadores positivos que
provienen del altruismo, y ello puede marcar una diferencia en la vida de los demás.

Desarrollar un sentido de responsabilidad universal. Todos los seres humanos buscan


la felicidad, seguridad, confort y paz. Sin embargo, como individuos y miembros de
grupos con los que nos identificamos (p.ej., pareja, familia, comunidad, nación),
valoramos nuestra propia felicidad individual o grupal por encima de todo lo demás.
La base evolutiva del altruismo sugiere que tendemos a identificarnos con un grupo
(p.ej., la familia, el grupo) que a su vez determina el alcance de nuestra
responsabilidad.
Los escritos del Dalai Lama parecen querer influir en nuestra percepción como
grupo. El budismo enseña que una percepción errónea de una división dualista entre
yo (nuestro grupo) y los demás, es la raíz del sufrimiento personal y colectivo. La
solución que propone el Dalai Lama (2006) es que cada individuo cultive un sentido de
responsabilidad universal, de modo que seamos conscientes del carácter humano que
nos une como una única familia humana y, por tanto, tengamos una profunda
preocupación por todos los demás, independientemente de su credo, color, género o
nacionalidad. La premisa de la responsabilidad universal es que todo está
interrelacionado, y que la felicidad de una persona o grupo no debe buscarse a
expensas de los demás, que estamos “atrapados en una red inescapable de conexiones
mutuas, atados en un solo origen y destino” (Martin Luther King, Jr., citado por
Johnson, 2006, pág. 30). El ejercicio experiencial del Capítulo 1 intenta convencernos
de forma similar sobre ese sentido de interconexión.
El reconocimiento de nuestra interdependencia e interconexión con los demás nos
ayudará a experimentar ese sentido de responsabilidad universal, y a evocar acciones
que ayuden a superar los peligros de nuestra propia existencia. Lo más sensato es
pensar en los demás cuando buscamos nuestra propia felicidad. Cuando más podamos
ir más allá de las fronteras y abrazar la comunidad internacional en general, menos
probable será que a los habitantes de países más pobres se les niegue la cantidad
adecuada de reforzamiento que merecen. Desde el punto de vista de nuestra FAP
Verde, las naciones no tienen más remedio que preocuparse por el bienestar de los
demás, porque sería en un interés mutuo y a largo plazo de todos los habitantes del
planeta.

214
Cultivar un corazón abierto. La metáfora del corazón se abordó en el Capítulo 6 sobre
la intimidad. Cultivar un corazón abierto puede ayudar a crear la sensación de
conexión en todas las relaciones sociales, incluida la terapéutica. Todas las relaciones
implican cuestiones de poder y de intereses en conflicto. Tanto si se trata de asuntos
personales, como de asuntos internacionales, las relaciones humanas funcionan
según los mismos principios básicos: el amor, el perdón, la consciencia, la bondad y el
altruismo conducen a la paz; mientras que el desinterés y la violencia producen
miseria. Dados los conflictos mundiales a los que nos enfrentamos, tenemos mucho
que ganar abriendo nuestros corazones.
El desarrollo de un corazón abierto y bondadoso (amor y compasión por los demás,
un verdadero sentido de comunidad, y un sentimiento de cercanía con todos los seres
humanos) esta relacionado con el altruismo, el objetivo común de los preceptos
morales establecidos por los grandes maestros de la humanidad. El objetivo es un
altruismo que permita una compasión espontánea por todos los seres sensibles. En
última instancia, beneficia a quien da, tanto más que a quien recibe. La felicidad
individual deja de ser un esfuerzo consciente de búsqueda de uno mismo, y se
convierte en un subproducto automático y superior a todo el proceso de amar y servir
a otros.
El trabajo para cambiar nuestras comunidades comienza con un sentimiento de
conexión con todos los demás seres. Este sentimiento, sin embargo, no puede ser
selectivo, “porque somos uno con nuestros amigos y enemigos, con los que sufren y
con los que causan sufrimiento” (Hanh, 2006, pág. 38). Para acabar con la guerra y el
sufrimiento, y conseguir la paz, cada uno de nosotros debe vivir con atención en el
momento presente. “Debemos terminar con las interminables guerras que se
desencadenan en nuestro interior… imaginad: Si cada uno parase la guerra que
mantiene consigo mismo, no habría semillas de las que pudiera surgir la guerra”
(Johnson, 2006, pág. 37).

Promover un sentido y propósito a nuestra misión personal. Creemos que las personas
experimentan un alto nivel de plenitud cuando toman contacto con su pasión, su
talento o un sentido del propósito que les guía, que les permite servir y ayudar a
mejorar el mundo. Esta idea puede verse facilitada en la FAP Verde, pidiendo a los
clientes que elaboren una declaración sobre su misión personal, una declaración
sistemática de sus valores, aquellos que desempeñan un papel fundamental a la hora
de desarrollar su propia vida. Las declaraciones sobre esa misión pueden ayudarnos a
centrarnos en lo más importante: los principios que fundamentan nuestra vida,
quiénes queremos ser, qué queremos conseguir, a qué queremos dedicar nuestro
tiempo, y cuál es el legado que queremos dejar. Pueden ser una brújula, una guía que
nos mantenga fuertes en medio de los mares tormentosos y las corrientes estresantes
de la vida (Covey, 2004).
Desde un punto de vista conductual, esa declaración de intenciones es un conjunto
de reglas que implican predicciones sobre los eventos que se reforzarán y sobre las
conductas que serán reforzadas. Las explicaciones sobre las acciones aparentemente
intencionales y los autoinformes sobre el propósito de una vida, se basan en las
circunstancias del presente además del refuerzo ocurrido en el pasado en

215
circunstancias similares. En otras palabras, todos los enunciados de intenciones se
refieren al reforzamiento del pasado, aunque parezcan referirse al futuro. Palabras
como intención, querer, intentar, esperar y proponer, pueden ser parafraseadas como
“En circunstancias similares a esta en el pasado, mi conducta fue reforzada”.
Tabla 9.1. Valores para sentirse con plenitud.

Valores Descripción
Salud Me siento bien físicamente. Cuido mi cuerpo, me alimento con comida sana, hago ejercicio
regularmente, descanso lo suficiente. Entiendo la importancia del equilibrio en todo lo que hago.
Espiritualidad Integro una vía espiritual en mis actividades diarias. Soy consciente de mi conexión con todos los seres
vivos, y me maravilla el milagro de la vida. Soy consciente de la fragilidad y la fugacidad de la vida.
Soy consciente de que tengo una misión, de que mi vida tiene un propósito. Estoy en contacto con mi
voz interior, mi sabiduría, mi ser superior.
Amor e Siento un abundante amor en mi vida. Cuido y me siento cuidado por las personas que quiero. Soy
intimidad vulnerable y me abro a quienes confío. Actúo con honestidad e integridad, y soy capaz de asumir
promesas que cumplo. Entiendo que los conflictos son inevitables en las relaciones cercanas, y trabajo
para resolverlos y aprender de ellos.
Trabajo Mi trabajo me produce un fuerte sentimiento de satisfacción personal. Me desafía, me estimula, y sé
significativo que doy lo máximo de mi talento.
Belleza del Me rodeo de belleza, y creo espacios en mi vida y mi trabajo que aporten paz, inspiración y alegría. Hay
espacio un lugar para todo, y todo está en su sitio.
Mindfulness / Puedo centrar mi conciencia en el momento presente e ir más allá de los viejos patrones repetitivos y
Insight / compulsivos. Me intereso por el significado y las causas de mi conducta (y la de los demás), por saber lo
Conciencia que me hace actuar, pensar, o sentir, de una manera determinada. Comprendo cómo mi familia de
origen y otras personas, además de experiencias pasadas, me afectan en la actualidad. Examino mi
conducta en busca de patrones desadaptativos y trabajo para cambiarlos.
Tabla 9.1 (continuación). Valores para sentirse con plenitud.

Valores Descripción
Comunicación Me comunico de una manera que aporte armonía a mis relaciones. Puedo disipar los conflictos con
compasiva / empatía, y motivar con compasión en lugar de hacerlo con miedo, culpa o vergüenza. Veo lo mejor de
Refuerzo de los demás. Por cada crítica o juicio negativo, soy consciente de cinco aspectos positivos de otra
los demás persona. Capto a los demás en el momento en que hacen algo bien, que son buenos. El reforzamiento
positivo es especialmente importante cuando se trata de educar a los niños.
Sexualidad La energía erótica es una fuente de energía vital. Me siento bien con mi cuerpo, y soy capaz de dar y
recibir placer sexual.
Conciencia Una vida centrada solo en lo personal carece de sentido de conexión y propósito. Tengo una
social / comunidad a la que pertenezco. Veo lo que está mal en el mundo, y actúo según mis convicciones,
Activismo / trabajando por el cambio social.
Altruismo
Conciencia Estoy en contacto con mis sentimientos, los acepto y me permito sentir una amplia gama de
emocional sentimientos. Lloro las pérdidas plenamente. Sé que cuando el dolor está bloqueado, también lo está la
alegría.
Expresión “Se necesita valorar para crecer y ser realmente quien eres”. Me relaciono con los demás con sinceridad
auténtica del y autenticidad, y puedo decir lo que pienso sin crear resistencia ni hostilidad. Me siento cómodo
yo expresando mis verdaderos pensamientos y sentimientos a los demás cuando resulta apropiado.
Creatividad y Cultivo la expresión artística a través de la música, el arte, la escritura, u otros canales que fomenten
expresión mi creatividad.
artística
Problemas Veo los problemas como retos y como oportunidades para aprender y crecer. Me centro en mi papel

216
como frente al problema, en cómo he contribuido al mismo, en lugar de centrarme en lo que le pasa a otra
oportunidades persona. Así, puedo sentir mi poder para solventar problemas.
Tabla 9.1 (continuación). Valores para sentirse con plenitud.

Valores Descripción
Maravillarse Me asombro a diario de las cosas. Siento aprecio por los niños, los animales, la naturaleza, el arte, la
música, la literatura y las artes en general.
Disciplina Soy capaz de establecer objetivos realistas y sé trabajar hasta conseguirlos. Hago lo que digo que voy a
hacer, para que los demás puedan confiar en mi palabra.
Flexibilidad La causa de mis sentimientos no son los eventos y los demás, puedo influir en gran medida en mis
cognitiva propios sentimientos y reacciones, por la forma en que interpreto los acontecimientos. Soy capaz de
reconocer y cuestionar las distorsiones de mi pensamiento que provocan sentimientos negativos. Soy
capaz de encontrar soluciones creativas a los problemas de mi vida diaria.
Actividades Participo regularmente en actividades y aficiones que me producen placer. Estoy en contacto con ni niño
que interior, y puedo ser espontáneo y juguetón en mis actividades.
brindan
placer
Economía Me siento bien con mis finanzas. Tengo suficiente dinero y puedo gastarlo en cosas que necesito y quiero.
Soy generoso con los demás. Ahorro, invierto y hago planes económicos para el futuro.
Coraje Afronto y manejo mis miedos directamente. No dejo que mis ansiedades y miedos limiten mi vida. Me
arriesgo a perseguir lo que considero importante para mí.
Aprendizaje Voy a clases o leo libros para aprender sobre temas que me interesan. Estimulo mi mente con nueva
a lo largo de información.
la vida

Las siguientes herramientas pueden ayudarte a elaborar una declaración personal


sobre tu misión:

Toma prestados libremente aquellos valores que hablan de “Vivir una vida plena”
(Tabla 9.1). Esta tabla describe una serie de valores o formas de ser que creemos
que conducen a una vida plena y desarrollada. Algunos de ellos podrían ser más
importantes que otros. Algunos podrían estar ya arraigados en nuestra vida; otros
requerirán una atención constante. Algunos otros constituirán el trabajo de toda
una vida. Por favor, selecciona los valores que son importantes para ti, y utilízalos
para crear tu propia visión sobre cómo te gustaría vivir tu vida.

Responde al cuestionario de Seligman (VIA Signature Strenghts Questionnaire) para


identificar tus cinco valores principales. Se tardan unos 20 minutos en completar
el cuestionario on-line (https://www.viacharacter.org/)

• Responde a la siguientes preguntas:


* ¿Qué defiendes? ¿Qué principio, causa, valor o propósito estarías dispuesto a
defender hasta la muerte o a dedicar tu vida?
* ¿Cuáles son tus momentos más felices, tus experiencias y logros más
importantes? Describe cómo “eras” en esos momentos. ¿Qué rasgos o cualidades
estaban presentes?
* ¿Cuáles son las 10 cosas que te proporcionan mayor alegría?
* ¿Qué te emociona en el mundo o sobre el mundo?

217
* ¿Qué es lo que deseas conseguir?
* ¿Qué es lo que harías si tuvieras el valor?
* ¿Qué es lo que harías si tuvieras los recursos?
* ¿Qué es lo que harías si creyeras que es posible?
* ¿Cuál es tu lema, con el que intentas vivir?
* ¿Qué 5 cosas quieres que recuerden de ti cuando mueras?

• Siéntete libre de tomar, a partir de los siguientes ejemplos, aquello que te


conmueva o te identifique. Estas declaraciones incluyen también las nuestras
personales y otras creadas por nuestros clientes, supervisados y colegas.
“Puesto que estamos en la cúspide de la supervivencia planetaria, mi misión es atreverme a ser poderosa y
visible utilizando mis posibilidades en beneficio de la humanidad. Quiero vivir y enseñar ampliamente los
principios fundamentales de FAP, que son la conciencia, el coraje y el amor. Con un corazón abierto, doy lo
que es más mío, un espejo donde los demás pueden ver su mejor yo, mientras les ayudo a sanar, despertar
espiritualmente y hacer honor a quienes llamo. Hablo con sinceridad y compasión, aspiro a cultivar lo sagrado
y bello en cada momento y cada interacción. Quiero conectar con mi guía divina cada día, nutrir mi espíritu
creativo y entregarme a los misterios y maravillas de la vida. Me comprometo a ayudar a crear la paz para las
generaciones futuras” (MT).
“Mi misión es comprometerme con el mundo, en la forma más completa y profunda posible, influyendo en
los ámbitos interpersonal, cultural y físico. Esto incluye: (1) esforzarme por amar cada vez más profundamente,
y aumentar el alcance e intensidad de mi apego, cuidado y beneficio para los demás; (2) aumentar mi
preocupación e implicación en la resolución de los problemas sociopolíticos; (3) jugar apasionadamente con
ideas que fomenten mi creatividad y mis desafíos intelectuales, y estimular a los demás a hacer lo mismo; y (4)
aprender, profundizar en mi comprensión, implicarme y tener conexiones con las cosas tecnológicas y físicas
del mundo en el que vivo” (RJK).
“Mi misión es ir a contracorriente:
• Vivir y actuar desde mis experiencias más profundas;
• Dar testimonio del misterio de cada cosa extraordinaria;
• Atravesar los supuestos de la dualidad
• Y sacar a otros del pantano de la desesperación;
• Estar abierto a la vida y a la muerte como nuestra totalidad;
• Practicar la simplicidad total;
• Confiar, rechazando las prisas;
• Volver a entrar en el salvaje Corazón continuamente;
• Para celebrar nuestra presencia esencial” (MYB).
“Me esfuerzo por ser:
• Capaz de tener mi miedo y que este no controle mi vida.
• Conectarme plenamente con los demás con el corazón abierto.
• Estar abierta y utilizar y mi talento para la expresión creativa cada día.
• Una persona que se posiciona contra los que predican la desigualdad y la intolerancia.
• Una persona que nunca se rinde.
• Capaz de cultivar y vivir un espacio donde los problemas son oportunidades no realizadas.
• Capaz de reconocer mi fuerza y utilizarla para ayudar a los demás.
• Capaz de ver mis debilidades como áreas de crecimiento continuo.
• Capaz de dar y recibir compasión.
• Una persona que se permite asumir riesgos, aunque esto signifique a veces que pueda parecer una “loca”.
• Estar en contacto completo con las experiencias y oportunidades de mi vida, con el conocimiento de que
inevitablemente sentiré grandes miedos y grandes alegrías” (CT).

Otras declaraciones de misión que resultan inspiradoras fueron escritas por


nuestros clientes y colegas, e incluyen las siguientes:
“Mi misión es enseñar a amar, inspirar esperanza y curar a los demás y a mí misma”.

218
“Mi misión es traer un niño a mi vida, compartir mi amor y mis conocimientos, y crear un entorno para
que ese niño sepa lo que es amarse a sí mismo”.
“Con la mortalidad como paradoja liberadora, francamente, mi misión es “ir por todas”.
“Dejar de volar por debajo del radar, asustado por los viejos dictados y espejismos. Mi voto es para vivir una
vida de plena integridad. Rugir cuando se necesite hacer ruido, consolar cuando se necesite consuelo, brillar
con fuerza cuando se necesite iluminación. Ayudar a los demás, y a mí mismo, a despertar a la verdad, ¡eres
sencillamente espléndido!
“Per aspera ad astra (A través del esfuerzo, el triunfo)
A las estrellas a través de las dificultades”.
“Yo aspiro a…
• Tener el valor de fracasar para ser mejor
• Trabajar por la igualdad y la dignidad de los menos afortunados.
• Educar e inspirar a otros.
• Encontrar la iluminación espiritual.
• Emocionarme con la noche estrellada.
• Decir lo que pienso, incluso cuando me tiembla la voz.
• Tener cuidado con los que me llevan a ser menos de lo que soy, y permanecer cerca de los que me retan a
ser mejor de lo que pueda imaginar.
• Vivir y amar dignamente.”
“Mi misión es:
• Ser útil.
• Comprender y entregarme, cada vez con más profundidad.
• Moverme con seguridad y elegancia.
• Encarnar la bondad y amabilidad.
• El oro verdadero no teme al fuego.”

Creemos que puede resultar un ejercicio importante que los terapeutas escriban sus
propias declaraciones de misión, para comprender lo inspiradora y significativa que
es esta tarea cuando se encarga hacerla a los clientes. Las declaraciones de misión se
consideran borradores o bocetos que pueden revisarse a medida que uno cambia y
crece, pero que siguen siendo inspiradoras e importantes a lo largo de una vida.

Comprometerse con una práctica diaria. Mientras que algunas personas utilizan la
práctica diaria de la meditación para incrementar su mindfulness, a otras les resulta
difícil incorporar dicha actividad de una forma regular por diversas razones, tales
como la falta de tiempo o la desidia. Lo que recomendamos es una práctica diaria de
alguna forma, no necesariamente de meditación, de alguna o varias de las actividades
mencionadas: altruismo, responsabilidad universal, corazón abierto o misión
personal. ¿Qué tipo de práctica puedes realizar a diario para que te aleje de las
exigencias y distracciones de la vida y que te devuelva tu propia voz, que cree poesía
en tus acciones, y que haga aflorar tu mejor yo? Uno puede elegir la misma práctica
diaria, o dedicarse a una diferente cada día. Algunos ejemplos pueden ser: escribir un
diario, leer libros motivadores, tomar un baño de burbujas, caminar por la naturaleza,
trabajar en el jardín, dar un paseo, crear arte, escribir poesía, pasar tiempo con los
hijos o con nuestros mayores, hacer el amor, cocinar recetas saludables, realizar
ayunos, capturar los mejores momentos en fotografías o videos, y fundamentalmente
conectar con los demás. Para seguir desarrollándonos es esencial realizar una
práctica diaria que nos conecte con lo verdaderamente importante. Johnson (2006),
que era budista, habló como un conductista cuando dijo: “No puedo pensar en una
nueva forma de vivir, tengo que vivir en una nueva forma de pensar” (pág. 36).

219
g g
Conclusión
La FAP Verde es un modelo para entender la relación entre la evitación del
contacto, el desarrollo personal de los clientes y los terapeutas, la preocupación por
cuestiones culturales más amplias, y un llamamiento a estar en contacto con lo que es
factible. La FAP Verde nos insta a:

(1) Reclamar un mundo en que cada vida sea preciosa:


“Todos somos seres humanos que experimentamos dolor, necesidades,
enfermedades, pérdidas, y otros tipos de sufrimientos, y que dependen de las
relaciones para lidiar con esas adversidades y mantener el bienestar; ya se trate de
relaciones con otras personas, con el mundo animal, con el reino espiritual o con
la tierra” (Museo Británico, 2006)

(2) Amar de una manera como nunca lo habíamos hecho antes; y


(3) Llevar nuestro sentido de agente activo (capacidad de ejercer poder para
conseguir un fin) a su nivel más elevado, aplicando nuestras pasiones y
posibilidades a la transformación personal, interpersonal y global.
“No te conviertas en una víctima.
No te conviertas en un ejecutor.
Sobre todo, no te conviertas en un espectador”
(Museo del Holocausto)

Referencias
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221
ANEXOS

Formulario sobre la conceptualización del caso


Cuestionario de información preliminar del cliente de FAP

• Instantánea Vital de FAP


• Formulario puente entre sesiones de FAP
• Preguntas típicas de FAP
• Cuestionario de comienzo de la terapia
• Cuestionario de mitad de la terapia
• Cuestionario sobre el duelo
• Inventario de pérdidas
• Grita a través de tu poesía
• Herramientas para el final de la terapia
• Cuestionario FAP sobre experiencias de cercanía en la relación terapéutica (FAP-
ECR)
• Informe de sesión de la relación terapeuta-paciente (PTSR)
• Registro de riesgos emocionales

222
Anexo A
Formulario sobre la conceptualización del
caso

Conceptualización FAP y plan de tratamiento para


un cliente
Terapeuta ______________ Cliente ______________ Fecha __________

Historia relevante
CF1 (Puede incluir pensamientos problemáticos para la Terapia Cognitiva
Problemas de la vida diaria Mejorada de FAP)
(Puede incluir problemas sociopolíticos – SP1)
Variables que mantienen los
problemas
Recursos y puntos fuertes
CCR1
Problemas en la sesión
CCR2
Mejoras en los objetivos de la sesión
CF2
Objetivos en la vida diaria
Intervenciones previstas
CT1 (Puede incluir la mejora de los pensamientos para la Terapia Cognitiva
Problemas del terapeuta en la sesión Mejorada de FAP)
(Puede incluir mejoras sociopolíticas – SP2)
CT2
Conductas objetivo del terapeuta en la
sesión

223
Anexo B
Cuestionario de información preliminar del
cliente de FAP

Nombre ____________________________ Fecha ____________________

Por favor, intenta completar las siguientes preguntas de forma tan completa como
puedas, y traer el cuestionario a la primera sesión.

Resumen de los acontecimientos de tu vida.


Resume los principales aspectos de la historia de tu vida, nos ahorrará tiempo en la
terapia. En una hoja aparte, reflexiones sobre tu vida desde el nacimiento hasta el
presente, señalando los aspectos más destacados, los desafíos, las celebraciones, las
relaciones, las circunstancias habituales, los momentos que ha habido cambios, los
logros, las pérdidas, las experiencias, y los momentos altos y bajos que te han formado
como persona. Puedes hacerlo con un formato gráfico o un relato, o ambas cosas. Si
dibujas un gráfico, divídelo en periodos de 5 a 10 años, donde el centro del papel
refleje los momentos neutrales. Escribe unas palabras junto a cada acontecimiento o
relación, indicando su importancia. Puede poner una estrella junto a los
acontecimientos de los que quiera hablar en terapia.

2. Si es posible, enumera algunos de tus puntos fuertes, méritos y cosas de las que
estés orgulloso de ti mismo.

3. ¿Cuáles son tus objetivos para esta terapia?

4. ¿Hay algo que sea importante que yo, como terapeuta, deba conocer y me ayude
a trabajar contigo?

224
Anexo C
Cuestionario de la Instantánea Vital
(FAP Life Snapshot, Tsai et al., 2009; adaptación española de Ruiz-García, Macías-
Morón, Ferro, y Valero, 2021)

Nombre _______________________________________________________ Fecha ___________________

Por favor, rellene el cuadrado correspondiente sobre el grado de satisfacción


(desde 1 a 10) que tiene en cada uno de los siguientes valores y objetivos en la
vida.

Valores personales Nada Mucho


1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
1. Satisfacción con la vida
2. Cuidado personal
3. Gestión / disciplina del tiempo
4. Trabajo con sentido / positivo
5. Amor e intimidad
6. Sexualidad
7. Salud y nutrición
8. Ejercicio
9. Gestión / ambiente del hogar
10. Propósitos en la vida
11. Amistades y relaciones sociales
12. Relaciones familiares
13. Finanzas
14. Coraje / valentía
15. Vida espiritual
16. Altruismo / contribuciones a la comunidad
17. Adaptación a situaciones cambiantes
18. Concentración, atención en lo que se hace
19. Decir lo que piensas, autenticidad
20. Expresión artística y creativa
21. Problemas como nuevas oportunidades
22. Sentimientos de gratitud
23. Actividades que proporcionan placer
24. Aprendizaje continuado
Enumera otros valores u objetivos:

La adaptación y baremación con población española puede encontrarse en:


Ruiz-García, A., Macías-Morón, J.J., Ferro-García, R., y Valero-Aguayo, L. (2021). Spanish validation of the Life
Snapshot Inventory. International Journal of Psychological Research. 14(2), 9-17.
https://doi.org/10.21500/20112084.5095

225
Anexo D
Formulario puente entre sesiones de FAP

Nombre _______________________________

Fecha _________________

Parte A
(Completar poco después de la sesión de terapia)

¿Qué destacarías de nuestra última sesión? ¿Pensamientos, sentimientos,


percepciones?

En una escala de 10 puntos cómo calificarías cada uno de los siguientes aspectos:

Utilidad/efectividad de la sesión:
¿Qué fue de utilidad?
¿Qué no fue de utilidad?
Hasta qué punto te sentiste conectado con el terapeuta:

Hasta qué punto estabas implicado/comprometido con los temas que se trataron:

Hasta qué punto estabas presente cuando estas en la sesión:

¿Qué podrías haber hecho para que la sesión fuera más útil o resultase una mejor
experiencia? ¿Hay algo que te cueste decirme o pedirme?

¿Qué cuestiones surgieron dentro de la sesión o con el terapeuta, que fueron


similares a tus problemas de la vida diaria?

¿Qué riesgos asumiste en la sesión o con el terapeuta?, ¿qué progresos hiciste que
puedan trasladarse a tu vida diaria?

Parte B
(Completar justo antes de la siguiente sesión de terapia)

¿Cuáles fueron los momentos más altos o bajos de la semana?

¿Qué temas, cuestiones, retos o cambios positivos querrías incluir en los temas a
tratar en nuestra próxima sesión?

¿Qué grado de apertura tuviste al responder a las preguntas anteriores? (de 0 al


100%)
¿Algo más que quieras añadir?

226
Anexo E
Preguntas típicas de FAP

Las preguntas típicas de FAP son de dos tipos: las que ponen la atención de los
clientes a los que ellos sienten o piensan (a) en este momento; (b) sobre la terapia o la
relación terapéutica, preferiblemente en este momento; y, por otra parte, las que
inciden en los sentimientos y pensamientos fuera del periodo de sesiones sobre la
relación terapéutica.

¿Qué estas sintiendo o pensando en este momento?

¿Qué te viene a la mente en este momento?

¿Qué reacción has tenido a lo que te he dicho?, ¿Qué justificación me darías?: con los
razonamientos que te he dado, como ser parte de un estudio, conmigo como
terapeuta, con el formato de la agenda terapéutica, con la estructura de la terapia, con
las tareas para casa, con el tiempo limitado a 20 sesiones.

¿Qué pensabas o sentías cuando venías de camino a la terapia hoy?

¿Qué has sentido o pensado en la sala de espera mientras me esperabas?

¿Qué esperas y qué te preocupa o temes como paciente al empezar la terapia que
tengan que ver conmigo?

¿Qué sueles hacer para lograr cercanía en tus relaciones?, ¿qué es lo que tiendes a
hacer para que disminuya la cercanía en tus relaciones?, ¿cómo te sentirías si
observas aquí́ entre nosotros las conductas que aumentan o disminuyen la cercanía de
nuestra relación?

¿Cuáles fueron tus reacciones en nuestra ultima sesión?, ¿qué cosas resaltarías de
nuestra última sesión?

¿Qué resaltarías de la sesión de hoy?, ¿qué reacciones o sentimientos has tenido en


la sesión de hoy?

¿Qué te resulta difícil decirme?

¿Cómo te sientes sobre nuestra relación en terapia?, ¿qué cosas buenas ves?, ¿qué
necesitas mejorar?

¿Qué hubieras querido que yo hiciera de una manera diferente?

¿Qué crees que pienso de ti/de lo que hiciste/de lo que acabas de decir?

227
¿Cómo te sientes con tu mejoría/progreso?

¿Qué crees que yo siento sobre tu progreso?

¿Son parecidas estas reacciones a las reacciones cuando X ?, ¿es eso parecido a lo
que sientes conmigo ahora?

228
Anexo F

Cuestionario de inicio de la terapia FAP 7

En general, cuando comienzo una nueva relación o una actividad:

Salto a ella rápidamente, ignorando cualquier reserva que tuviese.


Me muevo con cautela, tomándome un tiempo antes de abordarla.
Voy confiando lentamente, antes de comprometerme.
Me esfuerzo por causar una buena impresión.
Me da vergüenza y me mantengo al margen hasta que siento que estoy cómodo.
Soy muy rápido para criticar lo que ocurre.
Me involucro y me mantengo en esa línea.
Me preocupa quedarme atrapado en esa relación o actividad.
Empiezo con grandes esperanzas, y luego me decepciono.
Soy bastante diferente según la situación.
Otras, descríbalas.

Me doy cuenta de las siguientes similaridades y diferencias entre mi estilo habitual


de comenzar, y cómo he comenzado esta relación:

Aumentaré las probabilidades de tener una buena experiencia, y de conseguir lo que


quiero de la terapia si:

Lo que me gusta de la terapia hasta ahora es:

La terapia funcionaría mejor si:

¿Qué otras cosas son importantes, que mi terapeuta debería conocer, y que le
ayudarán a trabajar conmigo?

¿Algún otro comentario (pensamientos, sentimientos, peticiones)?


7
Adaptado de Bruckner-Gordon, F., Gangi, B., & Walman, G. (1988) Making therapy work: Your guide to choosing,
using, and ending therapy. HarperCollins.

229
Anexo G

Cuestionario de mitad de la terapia 8

Estoy satisfecho con mis progresos sobre:

Me gustaría haber progresado más sobre:

Estoy teniendo gran dificultad para expresarme sobre:

Me gustaría que supieras:

Me resultaría difícil enfrentarme a:

Estoy interesado en cambiar la terapia para que incluya:

Yo podría mejorar nuestra relación si:

Tu podrías mejorar nuestra relación si:

Me cuesta expresarme sobre:

Para mí es difícil hablarte sobre:

Lo que me molesta de ti es:

Te pareces mucho a:

Mis reacciones ante ti me recuerdan a:

Al pensar sobre las sesiones, me gustaría:

Me gustaría que la terapia fuera:

Tenemos que seguir hablando sobre:

Me resulta difícil de aceptar que:

Reconozco que estoy cambiando porque:

Cada vez me resulta más fácil:

Ya no me siento:

Vi las cosas de otra manera cuando:

230
Tuve una experiencia intensa cuando:

Por primera vez yo:

Me parecía que eras insensible conmigo cuando:

Me sentí herido o enfadado cuando tú:

Me resulta difícil manejar mis sentimientos durante las sesiones de terapia cuando:

Me ha resultado difícil afrontar mis sentimientos entre sesiones cuando:

Ha sido doloroso para mi descubrir que:

He tenido una reacción dramática, intensa o aparentemente inapropiada cuando:

Me siento más cerca de ti cuando:

Es más probable que te aleje cuando:

Ahora que estoy a mitad de la terapia, yo:

Esto es (diferente de / similar a) lo que suele ocurrirme cuando estoy en medio de


una actividad o de una relación porque:

Tus normas me resultan difíciles cuando:

Cuando termina la sesión de terapia, suelo:

El comienzo de una sesión me resulta difícil cuando:

Me gustaría que tú:

Me alegro de que tú:


8
Adaptado de Bruckner-Gordon, F., Gangi, B., & Walman, G. (1988) Making therapy work: Your guide to choosing,
using, and ending therapy. HarperCollins.

231
Anexo H
Cuestionario sobre el duelo

Estoy triste / me duele que…

Estoy enojado por…

He perdido…

Estoy aliviado por…

Estoy agradecido por…

Lo siento / me arrepiento de…

Desearía haber tenido…

Desearía que tú…

Te perdono por…

Por favor, perdóname por…

Mi corazón llora por…

Nunca te dije que…

Nunca me dijiste que…

Aprendí de nuestra relación que…

Siempre recordaré / nunca olvidaré…

Quiero que sepas…

Si solo pudiera…

Honro tu memoria / siempre vivirás…

Otros pensamientos y sentimientos

¿Qué otras cosas necesitas decir?

232
Anexo I

Inventario de pérdidas

A veces nos quedamos colgados en nuestras vidas, a menos que miremos directamente
las formas en que hemos sido heridos y cómo es nuestro duelo. Este ejercicio te
permite reconocer lo que has amado y perdido, las heridas, las decepciones, los finales
y las traiciones que han soportado. Las pérdidas se definen de forma amplia, y también
incluye todo lo que deseabas y no ocurrió. Al validar nuestras pérdidas, iniciamos el
proceso de duelo.
Al escribir tu inventario de pérdidas, considera lo siguiente: ¿Cuáles son las
pérdidas que has sufrido en tu vida, y qué te llama la atención desde ese primer
recuerdo hasta el presente? ¿qué te ha entristecido, qué te ha roto el corazón, qué ha
dejado un vacío en tu vida? ¿qué ha faltado en tu vida? ¿qué pérdidas crees que
deberían o podrían evocar una reacción por tu parte, pero no lo hacen? ¿qué te
provocan las despedidas?
No hay una manera correcta o incorrecta de hacer este inventario. Simplemente
deja que tu corazón te hable, mientras revisas las pérdidas que has experimentado. Sé
amable contigo mismo al completar este inventario, y ponte en contacto con tus
amigos, tu familia o tu terapeuta para que te apoyen si lo necesitas. A continuación se
presentan algunos ejemplos de personas que han realizado este inventario de
pérdidas.

Uno de los primeros recuerdos dolorosos que tengo fue cuando me quedé con mi
abuela porque mi madre estaba a punto de dar a luz y había “complicaciones”
inexplicables. Mi padre nos visitaba y aún recuerdo ver las luces rojas de su coche
mientras se alejaba, anhelando irme con él…
Cuando pienso en un “vacío en mi vida” mientras crecía, lo peor era la sensación de
que nunca estuve a la altura de las expectativas de mi padre. Me daba envidia cuando
veía a otros padres e hijos con una relación tan fluida.
Me mudé tantas veces cuando era pequeña, que la mayor parte del tiempo me sentía
desarraigada y sin amigos.
El divorcio de mis padres cuando tenía 7 años.
La pérdida de mi maravillosa madre debido a un cáncer de pulmón.
La pérdida de mi perro, al que toda la familia quería. Me sentí impotente cuando
tuvo convulsiones, no sabía qué le pasaba.
Mi hermana que llegó a tener esquizofrenia.
Mi abuelo que murió cuando yo tenía 8 años. Recuerdo haber negociado con Dios
para que lo dejara un poco más tiempo en mi vida, y nunca sucedió. Perdí mi
confianza en Dios.
La pérdida de mi virginidad a los 15 años con alguien que no se preocupaba por mí.
La pérdida de mi inocencia, porque fui abusada sexualmente cuando era niña.

233
La pérdida de mi primer amor, pérdida de confianza en los demás, pérdida de
confianza en mi propia intuición, pérdida de seguridad, pérdida del sentimiento de ser
alguien especial.
La pérdida de la creencia en la bondad intrínseca de los demás, después de haber
sido agredido sexualmente.
Mi amigo que se suicidó cuando estábamos en la universidad.
Dos de mis mejores amigos, que se casaron

234
Anexo J
Grita a través de tu poesía 9

Concédete el permiso para gritar de dolor, tanto en la escritura como en la realidad.


Evitar lo que te resulta desconcertante y doloroso puede suponer un peaje mucho
mayor, tanto física como mentalmente, que expresar lo que te corroe el alma. Los
intentos que haces por explicar, discutir o analizar tu experiencia dolorosa pueden
que no sean suficientes como para liberar la energía y la perspectiva que necesitas
para sanar y avanzar hacia adelante.
Si utilizas un lenguaje más visceral y espontáneo, originado en tu interior, te puede
abrir la puerta a una mayor intuición, perspectiva y energía que te permitan afrontar
tus problemas. Tu poesía puede marcar el camino y los sitios de tu descanso en ese
viaje, los giros de tu vida.
No trates de razonar, ni de tranquilizarte. Deja que las palabras salten y quemen la
página mientras escribes, que capten nuestra atención y nos muestren con
contundencia tu soledad y tu dolor. La poesía es una forma de ver la verdad, y en ese
proceso es posible la curación. Utiliza palabras crudas, fuertes, vibrantes, palabras que
muerdan, palabras que lleguen a las raíces y al barro. Utiliza palabras magnéticas, que
despierten la atención y los sentimientos. La inmensa energía que contienen las
palabras darán fuerza auténtica al proceso de tu poema. Elige palabras que te
interesen, que tengan impacto, que revelen algo sobre ti, sobre tu estado de ánimo, tu
problema o tu dolor en este momento. Presta atención a cómo el sonido de cada
palabra comunica el sentimiento de esa palabra. Sumérgete en esas palabras. Estas
son algunas de las palabras que puedes utilizar: inquietud, desgarro, naufragio,
crueldad, abandono, temor, turbulencia, abatido, cariñoso, fértil, desgastado, vacío,
húmedo, putrefacto, chillido, rabioso, añicos, oloroso, agotado, espinoso, calvario,
demolido… A veces las imágenes de la naturaleza son buenas metáforas o analogías
que puedes utilizar.
También puedes completar frases que evoquen o describan sentimientos, como las
siguientes: Veo… oigo… saboreo… huelo… toco… siento… intuyo… anhelo, grito…
Utiliza imágenes muy vívidas, de forma que los demás tengan una clara
representación visual y visceral de lo que quieres expresar.
9
Adaptado de Fox, J. (1997). Poetic medicine: The healing art of poem-making. Jeremy P. Tarcher/Putnam.

235
Anexo K

Herramientas para finalizar la terapia

Preguntas al cliente hacia el final de la terapia


Para muchos clientes, el final de la terapia hace aflorar sentimientos y recuerdos de
otras procesos y pérdidas anteriores. ¿Qué pensamientos y sentimientos te provocan
los finales en general? ¿qué pensamientos y sentimientos te provoca el final de
nuestra relación terapéutica?

¿Qué has aprendido y qué te ha resultado útil en esta terapia?

¿De qué eres consciente ahora sobre ti mismo, que no eras consciente antes?

¿Cuáles son las habilidades que has aprendido y que quieres seguir aplicando en tu
vida?

¿Qué te gusta y aprecias de ti mismo? ¿de qué estás agradecido en tu vida?

¿Qué es lo que más destacarías de las interacciones con tu terapeuta?

¿Qué te gusta y aprecias de tu terapeuta?

¿Qué lamentas de la terapia, o qué te gustaría que hubiera sido diferente?

¿Qué situaciones, pensamientos, o comportamientos (trastornos/problemas), te


hacen vulnerable, y cómo puedes tratarlos para disminuir su probabilidad o su
gravedad, respecto a cómo los experimentabas cuando viniste por primera vez a la
consulta?

¿Qué cosas puedes hacer para mantener tus logros en la terapia y seguir mejorando
tu vida?

236
Carta al cliente sobre el fin de la terapia

Describe en una carta dirigida al cliente, lo siguiente:

Los objetivos del cliente y sus progresos durante la terapia.


Las cualidades únicas y especiales del cliente, y lo que aprecias de el/ella.
Destaca las interacciones que has tenido con el cliente, lo que te impactó
personalmente, lo que disfrutaste, y lo que te conmovió o emocionó.
Lo que te llevas de tu trabajo con el cliente, lo que recordarás de el/ella, y cómo eres
diferente tras haber trabajado con el/ella.
Lo que quieres que el cliente se lleve de tu trabajo, y lo que es importante que el
cliente recuerde de ti.
¿Algo de lo que arrepentirte?
Tus esperanzas y deseos para el cliente.
Lo que echarás de menos del cliente.
Consejos de despedida, lo que debería tener en cuenta en el futuro, e ideas para la
prevención de recaídas.

237
Anexo L
Cuestionario sobre experiencias de
cercanía en la relación terapéutica (FAP-
ECR)

Medición modificada sobre el apego de la relación


terapeuta-cliente
Nombre _________________________________

Fecha _______________

Las frases siguientes tienen que ver con cómo te sientes en la relación con tu
terapeuta. Responde indicando hasta qué punto estás de acuerdo con lo que se dice en
cada frase. Escribe el número en el espacio, utilizando la siguiente escala:

1 2 3 4 5 6 7
Muy en desacuerdo Neutral Muy de acuerdo
1-7
1. Prefiero no mostrar a mi terapeuta cómo me siento en el fondo.
2. Me siento muy cómodo sintiéndome cerca de mi terapeuta.
3. Justamente cuando mi terapeuta empieza a acercarse a mí,
yo veo que me alejo
4. Me siento incomodo cuando mi terapeuta quiere estar muy cerca.
5. No me siento cómodo abriéndome a mi terapeuta.
6. Quiero sentirme cerca de mi terapeuta, pero siempre me alejo.
7. Me pongo nervioso cuando mi terapeuta se acerca demasiado a mí.
8. Me siento cómodo compartiendo mis pensamientos y sentimientos privados con mi terapeuta
Trato de evitar acercarme demasiado a mi terapeuta.
Me resulta relativamente fácil sentirme cerca de mi terapeuta.
A veces siento que presiono a mi terapeuta para mostrar más sentimientos y más compromiso.
Me resulta difícil permitirme depender de mi terapeuta.
Prefiero no sentirme demasiado cerca de mi terapeuta.
Le cuento casi todo a mi terapeuta.
Suelo hablar de mis problemas y preocupaciones con mi terapeuta.
Me siento cómodo dependiendo de mi terapeuta.
No me importa pedirle a mi terapeuta consuelo, apoyo o ayuda.

238
Me ayuda poder volver a veces con mi terapeuta si lo necesito.
Recurro a mi terapeuta para muchas cosas, incluyendo consuelo y seguridad.

239
Anexo M

Informe de sesión de la relación terapeuta-


paciente (PTSR)

Por favor, en cada pregunta señala la opción con la que estás más de acuerdo

Durante la última semana, ¿tus relaciones con los demás han sido diferentes a las
habituales?
Han sido mucho peores últimamente. Siento que me cuesta más relacionarme con
los demás.
Han sido ligeramente peores. Últimamente he tenido algunas dificultades con los
demás.
No he notado que mis relaciones con los demás sean diferentes a como son
habitualmente.
Han sido ligeramente mejores. Mis relaciones parecen funcionar mejor o sentirme
mejor con ellas.
Han sido mucho mejores. Mis relaciones parecen funcionar mejor o sentirme mucho
mejor con ellas.
Si durante la última semana, tus relaciones te han parecido diferentes (es decir, si tu
respuesta anterior fue A, B, D, E) ¿crees que la diferencia es resultado de la terapia?
No, la diferencia que he notado en mis relaciones se debe a otros factores.
No veo una conexión entre cómo son mis relaciones y lo que ocurre en la terapia.
Creo que los cambios pueden estar relacionados hasta cierto punto.
Las diferencias en mis relaciones definitivamente son resultado de la terapia.

Si tu respuesta anterior fue C o D (el cambio de tus relaciones es resultado de la


terapia), ello se debió a:
Algo que ocurrió en la última sesión (anterior a la de hoy).
Un efecto en conjunto o acumulado a lo largo de muchas sesiones.

Durante la última semana, ¿tus problemas han sido diferentes a los habituales
Últimamente han sido mucho peores.
Han sido ligeramente peores.
No he notado que sean diferentes a los habituales.
Han estado ligeramente mejor.
Han estado mucho mejor.
Durante la última semana, si tus problemas te parecieron diferentes (es decir, tu
respuesta anterior fue A, B, D, E) ¿crees que la diferencia es resultado de la terapia?
No, la diferencia que he notado se debe a otros factores.
No veo una relación entre cómo están mis problemas y lo que ocurre en la terapia.
Creo que los cambios pueden estar relacionados hasta cierto punto.
Las diferencias en mis problemas son resultado definitivamente de la terapia.

240
Si tu respuesta anterior fue C o D (el cambio de mis problemas es resultado de la
terapia), esto se debió a:
Algo que ocurrió en la última sesión (anterior a la de hoy).
Un efecto en conjunto o acumulado a lo largo de muchas sesiones.

Durante la última semana, ¿la forma en que ves los acontecimientos y situaciones de
tu vida ha sido diferente a lo habitual?
Últimamente ha sido mucho peor.
Ha sido ligeramente peor.
No he notado que sea diferente a lo habitual.
Ha sido ligeramente mejor.
Ha sido mucho mejor

Durante la última semana, si tu visión de los acontecimientos y situaciones te ha


parecido diferente (es decir, tu respuesta anterior fue A, B, D, E) ¿crees que la
diferencia es resultado de la terapia?
No, la diferencia que he notado se debe a otros factores.
No veo una conexión entre mi visión de los acontecimientos y lo que ocurre en la
terapia.
Creo que los cambios están relacionados hasta cierto punto.
Las diferencias en mi visión de los acontecimientos son definitivamente resultado
de la terapia.

Si tu respuesta anterior fue C o D (es decir, el cambio de mis opiniones son


resultado de esta terapia), se debió a:
Algo que ocurrió en la última sesión (anterior a la de hoy).
Un efecto en conjunto o acumulado a lo largo de muchas sesiones.

241
Anexo N
Registro de riesgos emocionales

Crear algo más de lo que necesitamos en nuestras vías suele requerir coraje. Hemos de
salir de nuestra zona de confort, y hacer cosas que nos provoquen ansiedad, nos den
miedo o nos supongan un riesgo.
Habla con tu terapeuta sobre: (1) los riesgos que has asumido en el pasado y que te
han llevado a los resultados que deseabas; y (2) qué riesgos quieres asumir ahora que
te puedan hacer avanzar hacia lo que valoras en tu vida, y los beneficios/costes de esos
riesgos.
Intenta asumir un riesgo diario, pueden ser riesgos pequeños (p.ej., una puntuación 1
o 2), o más bien grandes (8-10). Algunos ejemplos de ello pueden ser: expresar tus
verdaderos sentimientos a alguien, acudir a una clase de arte, probar una nueva receta
de cocina. Piensa en cosas que realmente te gustaría hacer, pero que normalmente no
harías. Incluye los riesgos que puedes asumir en tus interacciones con tu terapeuta.

Fecha Descripción del riesgo emocional Grado de riesgo (1 – 10)

242

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