Está en la página 1de 4

Controversia Pascual

Controversia Pascual: La historia eclesiástica conserva la memoria de tres fases


distintas en la disputa respecto al tiempo apropiado de celebrar la Pascua. Añadirá
a la claridad si en primer lugar establecemos qué es cierto respecto a la fecha y
naturaleza de estas tres categorías.

Primera Fase
La primera fase de la controversia trató sobre la legalidad de celebrar la Pascua
en un día laborable. Leemos en Eusebio (Historia de la Iglesia V.23). “Un asunto
de no pequeña importancia surgió en ese tiempo (es decir, la época del Papa
Víctor, cerca de 190 d.C.). Las diócesis de toda Asia, basadas en una antigua
tradición, sostenían que la fiesta de la Pascua vivificadora siempre se debía
celebrar el décimo cuarto día de la luna [epi tes tou soteriou Pascha heortes], en
cuyo día se le ordenó a los judíos sacrificar el cordero, alegando que el ayuno
debía terminar ese día, sin importar en qué día de la semana cayera. Sin
embargo, no era costumbre de las iglesias en el resto del mundo terminarla en ese
punto, pues observaban la práctica, que ha prevalecido desde la tradición
apostólica hasta el presente, de terminar el ayuno solamente el día de la
Resurrección de Jesucristo. Se celebraron sínodos y reuniones de obispos sobre
este asunto, y todos unánimemente a través de correspondencia mutua
redactaron un decreto eclesiástico que el misterio de la Resurrección del Señor no
debía celebrarse en ningún otro día, sino el domingo y que se debía observar el
cierre del ayuno pascual en ese día solamente.” Estas palabras del padre de la
historia eclesiástica, seguidas por algunos extractos que hace de las
controversiales cartas de su tiempo, nos dice casi todo lo que conocemos respecto
a la controversia pascual en su primera etapa.

Una carta de San Ireneo está entre los antedichos extractos, y muestra que la
diversidad en la práctica respecto a la Pascua había existido por lo menos desde
tiempos del Papa Sixto (cerca de 120 d.C.). Además Ireneo afirma que San
Policarpo, quien, al igual que los demás asiáticos, guardaba la Pascua el día
catorce de la luna, sin importar qué día de la semana cayese, siguiendo con ello la
tradición que él sostenía se derivaba del apóstol San Juan, vino a Roma cerca de
150 d.C. sobre este mismo asunto, pero el Papa Aniceto no pudo persuadirlo de
desistir de su observancia “cuartodecimana” (N. de la T.: décimo cuarto por Lev.
23,5). Sin embargo, él no fue excluido de la comunión con la Iglesia Romana; San
Ireneo, mientras que condena la práctica “cuartodecimana”, sin embargo, le
reprocha al Papa Víctor (cerca de 189-99) el haber excomulgado a los asiáticos
muy precipitadamente y el no haber seguido la moderación de sus predecesores.
El asunto así debatido trataba principalmente si la Pascua se debía celebrar en
domingo, o si los cristianos debían observar el día santo de los judíos, el catorce
de nisán, que podía ocurrir en cualquier día de la semana. Los que celebraban la
Pascua con los judíos eran llamados “cuartodecimanos” o terountes (observantes);
pero aun en tiempos del Papa Víctor esta costumbre apenas se extendió más allá
de las Iglesias de Asia Menor. Después de las fuertes medidas del Papa los
cuartodecimanos parecen haber mermado. Orígenes en la “Philosophumena" (VIII,
XVIII) parece considerarlos como un puñado de inconformistas obstinados en el
error.

Segunda Fase
La segunda etapa en la controversia pascual se centra alrededor del Concilio de
Nicea (325 d.C.). Dado que el gran festival de Pascua se celebraría siempre en
domingo, y no coincidiría con ninguna fase particular de la luna, que podía ocurrir
en cualquier día de la semana, surgió una nueva disputa sobre la determinación
del domingo mismo. No nos ha llegado el texto del decreto del Concilio de Nicea
que fijaba, o al menos indicaba un acuerdo final, sobre la dificultad, pero tenemos
un importante documento insertado en la “Vida de Constantino” (III, XVIII ss.) de
Eusebio. El emperador mismo, en carta a las Iglesias después del Concilio de
Nicea, los exhorta a adoptar sus conclusiones y dice entre otras cosas:
“En esta reunión se discutió el asunto concerniente al santísimo día de la Pascua,
y se resolvió por el juicio unánime de todos los presentes que la fiesta debe celebrarse
por todos y en cada lugar en uno y el mismo día... Y primero que todo parece una cosa
indigna que en la celebración de la santísima fiesta sigamos la práctica de los judíos, que
impíamente se mancharon las manos con un enorme pecado… pues hemos recibido de
nuestro Salvador un modo diferente… Y yo personalmente me he comprometido a que
esta decisión debe tener la aprobación de sus Sagacidades con la esperanza de que sus
Sabidurías admitan gustosamente y con plena unidad de juicio esa práctica que se
observa en la ciudad de Roma y en África, a través de Italia y Egipto.”

sabemos que la disputa ahora era entre los cristianos de Siria y Mesopotamia y el
resto del mundo. La importante Iglesia de Antioquía todavía dependía del
calendario judío para su Pascua. Los cristianos sirios siempre celebraban su
festival pascual el domingo siguiente a la celebración de la Pascua judía. Por otro
lado, en Alejandría, e igualmente a través del resto del Imperio Romano, los
cristianos calculaban el tiempo de la Pascua por sí mismos, sin prestar atención a
los judíos. De este modo la fecha de la Pascua según se celebraba en Alejandría y
Antioquía no siempre concordaba; pues los judíos, de quienes dependía
Antioquía, adoptaron métodos muy arbitrarios de intercalar meses embolismales
antes de celebrar nisán, el primer mes de la primavera, en el día décimo cuarto en
el cual el cordero pascual fue sacrificado. En particular sabemos que ellos se
habían vuelto negligentes (o por lo menos los cristianos de Roma y Alejandría los
declararon negligentes) de la ley que estipulaba que el décimo cuarto de nisán
nunca debía preceder el equinoccio Así, Constantino, protesta con horror de que
los judíos algunas veces celebraban dos Pascuas en un año, denotando que las
dos Pascuas algunas veces caían entre un equinoccio y el próximo.
Por otro lado, los alejandrinos aceptaban como un primer principio que el domingo
en que se celebraría la Pascua debía necesariamente ocurrir después del
equinoccio vernal, identificado entonces con el 21 de marzo del año juliano. Esta
fue la principal dificultad resuelta por el Concilio de Nicea. Aun entre los cristianos
que calculaban la Pascua por sí mismos había habido variaciones considerables
(debidas en parte al cómputo divergente de la fecha del equinoccio), y tan reciente
como en el año 314, en el Concilio de Arles se había establecido que en el futuro
la Pascua debía celebrarse uno die et uno tempore per omnem orbem, y para
asegurar dicha uniformidad el Papa debía enviar cartas a todas las Iglesias. El
Concilio de Nicea parece haber ampliado el principio aquí establecido
Esta decisión del Concilio de Nicea no removió todas las dificultades ni de una vez
ganó la aceptación universal entre los sirios. Pero a juzgar por el duramente
parafraseado primer Canondel Concilio de Antioquía, así como también por el
lenguaje de las Constituciones y Cánones Apostólicos, los obispos sirios
cooperaron fielmente en llevar a cabo la decisión del Concilio de Nicea. En Roma
y Alejandría no eran uniformes los ciclos lunares por los cuales se determinaba la
ocurrencia de la Pascua. Roma, después del ciclo de ciento doce años de Hipólito,
adoptó un ciclo de ochenta y cuatro años, pero tampoco tuvo resultados
satisfactorios. Alejandría se adhirió al más preciso ciclo de diecinueve años de
Meton. Pero los más recientes investigadores parecen establecer claramente que
nunca se entendió que los ciclos lunares eran más que una ayuda para afirmar la
fecha correcta de la Pascua; también que donde los cálculos de Roma y
Alejandría llevaban a resultados divergentes, ambas partes hicieron compromisos
y que la decisión final siempre recaía en la autoridad eclesiástica.

Tercera Fase
La tercera etapa de la controversia pascual se debió principalmente a los ciclos
divergentes que Roma había adoptado y rechazado sucesivamente en su intento
por determinar más exactamente la fecha de la Pascua. Los misioneros romanos
que vinieron a Inglaterra en el tiempo del San Gregorio Magno encontraron que los
cristianos británicos, representantes de aquel cristianismo que había sido
introducido en Bretaña durante el período de la ocupación romana, todavía se
adherían a un sistema antiguo de computar la Pascua, el cual Roma misma había
dejado a un lado. Los cristianos británicos e irlandeses no eran “cuartodecimanos”,
de lo que algunos injustificadamente los acusaban, pues ellos celebraban la
Pascua el domingo. Algunos (por ejemplo, Krusch) suponen que ellos observaban
un ciclo de ochenta y cuatro años y no el ciclo de 532 años de Victorio, el cual fue
adoptado en Galia, pero el más reciente investigador del asunto (Schwartz, p. 103)
declara que es imposible determinar qué sistema ellos seguían y él mismo se
inclina a la opinión de que ellos derivaban su regla de cómputo pascual
directamente de Asia Menor. (Sin embargo, vea las muy opuestas conclusiones de
Joseph Schmid, ("Die Osterfestberechnung auf den britischen Inseln", 1904.)

Trivium y Quadrivium
Expresión medieval que significa, la primera, «tres vías» y la segunda, «cuatro
vías», y que se aplica, respectivamente al primer y segundo ciclo de las siete artes
liberales, que surgen a partir del s. VI, cuando desaparecen las antiguas escuelas
clásicas. Las materias del trivium, también llamadas artes sermocinales,
comprenden conocimientos de gramática, retórica y dialéctica, y representan el
aprendizaje de la lengua latina, y el quadrivium (antes, quadruvium), también
llamado artes reales, comprende conocimientos de aritmética, geometría,
astronomía y música; eran en conjunto los rudimentos de las ciencias que los
aspirantes a formar parte del clero debían conocer. Su primera sistematización se
debe a las Instituciones, obra de carácter enciclopédico, del abad Casiodoro,
discípulo de Boecio.

También podría gustarte