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Misión San José, Tuxtla Gutiérrez Nº 06

HISTORIA DEL TIEMPO DE SEPTUAGÉSIMA


El tiempo de Septuagésima abarca las tres semanas que preceden
a la Cuaresma. Es una de las principales divisiones del Año
Litúrgico, y se desarrolla en tres secciones semanales, la primera se
llama propiamente Septuagésima, la segunda Sexagésima y la
tercera Quincuagésima. La Iglesia durante estos días llama nuestra
atención sobre los peligros que hay en nosotros mismos y en las
criaturas que nos circundan.

SU IMPORTANCIA.— El ma y Septuagésima nos anuncian


tiempo de Septuagésima abarca la misma solemnidad en una le-
las tres semanas que preceden janía más acentuada; mas no por
inmediatamente a la Cuaresma. eso la Pascua deja de ser el gran
Constituye una de las principales asunto que empieza a considerar
divisiones del Año Litúrgico, y se la Santa Madre Iglesia y que ésta
desarrolla en tres secciones se- propone a sus hijos como fin a
manales, de las que la primera se que desde luego han de endere-
llama propiamente Septuagési- zar todos sus deseos y esfuerzos.
ma, la segunda Sexagésima y la Exige, pues, la Pascua como
tercera Quincuagésima. preparación cuarenta días de re-
Es evidente que estos nombres cogimiento y penitencia; este
expresan mera relación numérica tiempo es la palanca más potente
con la palabra Cuadragésima de de que echa mano la Iglesia para
la que se deriva la palabra espa- remover en el corazón y en el es-
ñola Cuaresma. Ahora bien, la píritu de los fieles el vivo senti-
palabra Cuadragésima señala la miento de su vocación. Asunto de
serie de cuarenta días que hay capital importancia para ellos es
que recorrer para llegar a la so- no dejar que este período de gra-
lemnidad de la Pascua. Las «pa- cias transcurra sin provecho en el
labras Quincuagésima, Sexagési- mejoramiento, en la renovación
Seamos católicos nº 06

de toda su vida. Era, por tanto, almas más fervorosas a comen-


conveniente disponerlos a este zarle algunos días antes.
tiempo de salud, ya de suyo una QUINCUAGÉSIMA.— Ve-
preparación, a fin de que, amorti-mos aparecer por primera vez
esta observancia
completa en el
Septuagésima: Domingo siglo V. San Má-
ximo de Turín, en
que celebra la iglesia su Sermón 26
católica tres semanas antes predicado hacia
el año 451, la re-
de la primera de cuaresma prueba y advierte
para preparar este período. que la Cuaresma
empieza el do-
mingo de Cua-
guándose poco a poco en sus co- dragésima; pero en
razones las algazaras mundana- el Sermón 36 del año 465 la auto-
les, escuchasen con atención el riza, considerándola muy genera-
grave aviso que la misma Iglesia lizada entre los fieles.
les dará al imponerles la ceniza En el siglo VI escribe San Ce-
en la cabeza. sáreo de Arlés, en su Regla a las
Vírgenes, que se ha de empezar el
ORIGEN.— La historia de la ayuno una semana antes de la
Septuagésima se halla íntima- Cuaresma. Desde entonces, pues,
mente ligada con la de Cuaresma. existe la Quincuagésima, al me-
En efecto, en pleno siglo V, la nos en los monasterios. El primer
Cuaresma comenzaba el domingo concilio de Orleans, celebrado el
VI antes de Pascua (actual do- año 511, ordena que antes de Pas-
mingo I de Cuaresma), y com- cua observen los fieles la Cua-
prendía los cuarenta días finali- dragésima y no la Quincuagési-
zados el Jueves Santo, considera- ma, a fin de «mantener, dice el
do en la antigüedad cristiana canon 26, la unidad de los usos».
como el primer día del Misterio Los concilios de Orange, de 511 y
Pascual. No se ayunaba el do- 541 respectivamente, censuran el
mingo; y, por consiguiente, no mismo abuso y prohiben ayunar
había, hablando con exactitud, antes de Cuadragésima. Hacia el
más que 34 días de ayuno efecti- año 520 señala el autor del Líber
vo (36 con el Viernes y Sábado Pontificalis la costumbre de anti-
Santo). El deseo de imitar el cipar una semana la Cuaresma;
ayuno del Señor, indujo a algunas mas parece que esta costumbre
estaba aún poco extendida.
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SEXAGÉSIMA.— Pronto se que San Gregorio VII (1073-1085)


amplió el período consagrado al suprimió el oficio aleluyático, en
ayuno, y una nueva semana vino uso hasta entonces en el domingo
a sumarse a la Quincuagésima. de Septuagésima. Se trata de las
Hallamos mencionada por prime- antífonas aleluyáticas de Laudes.
ra vez la Sexagésima en la Regla San Gregorio VII, al parecer, las
de San Cesáreo para Monjes, an- reemplazó por las del oficio de
tes de 542. El IV concilio de Or- Sexagésima y dotó a este último
leans, en 541, la menciona en son de nuevas antífonas. Da testimo-
de defensa del ayuno anticipado. nio del hecho el Ordo Ecclesiae
SEPTUAGÉSIMA.— Viene Lateranensis  del siglo XII. Grego-
finalmente en Roma la Septuagé- rio VII fue, quizás, quien anticipó
sima al terminar el siglo VI o al la supresión del aleluya al sábado
empezar el VII. La menciona San anterior a Septuagésima.
Gregorio Magno (594-604) en sus Así llegó a fijarse definitiva-
homilías. Poco a poco se exten- mente, tras varios tanteos, este
dieron los usos litúrgicos a la Ita- tiempo del Año Litúrgico. De-
lia septentrional con Milán a la pendiente de la fecha de Pascua,
cabeza, y después, merced a la está sujeto, por tanto, al avance o
acción de los carolingios, a toda retroceso consiguiente a la movi-
Europa occidental. Inglaterra los lidad de dicha fiesta. Se suelen
aceptó al fin del siglo VII e Irlan- llamar el 18 de enero y el 22 de
da después del siglo IX.
Aunque se observaba el
ayuno en Quincuagésima
y Sexagésima, parece ser
que Septuagésima consis-
tía en sus comienzos en la
mera celebración litúrgi-
ca, sin ayuno, hasta que le
impusieron en el siglo IX
los concilios francos.
SUPRESIÓN DEL
ALELUYA.—Vemos por
Amalarlo que a principios
del siglo IX se suspendía
el Alleluia y el Gloria in excelsis febrero Llaves de Septuagésima
Deo en Septuagésima. Se avinie- porque el domingo de este nom-
ron los monjes a esta costumbre bre no puede caer ni antes de la
aunque San Benito disponía lo primera fecha ni después de la
contrario. Algunos son de parecer segunda.
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EL PECADO Y SUS
CONSECUENCIAS.—
La Santa Madre Iglesia
nos convoca hoy para
recordar juntos con ella
el relato de la caída de
nuestro primer padre.
Semejante desastre nos
hace presentir el desen-
lace de la vida mortal
del Hijo de Dios hecho Iglesia en el oficio de Maitines, el
hombre, que se dignó hacerse relato con que Moisés instruyó a
cargo de expiar personalmente la todas las generaciones humanas
prevaricación del principio y to- sobre este catastrófico episodio.
dos los desmanes que después se La actual disposición de la litur-
han ido acumulando. Para poder gia no nos da esta lectura hasta el
apreciar la grandeza del remedio, miércoles de la semana, habiendo
es menester sondear la llaga. Se destinado los días precedentes al
empleará la presente semana en relato de los seis días de la crea-
meditar la gravedad del primer ción. Mas nosotros daremos des-
pecado y la secuela toda de des- de hoy lugar a esta importantísi-
venturas que acarreó al linaje ma lectura, como fundamento de
humano. las enseñanzas de la semana.
En otros tiempos, hoy leía la

MÍSTICA DEL TIEMPO DE SEPTUAGÉSIMA

El Tiempo que empezamos, plicación del salmo CXLVIII: el


encierra profundos misterios que uno se desarrolla ahora entre las
no son exclusivos de las tres se- tentaciones y tribulaciones de
manas que debemos recorrer has- esta vida; el otro transcurrirá en
ta llegar a la santa Cuaresma, seguridad y alegría eternas. Cele-
sino que se extienden al período bramos ambos; el primero antes
entero que nos separa de la gran de Pascua, el segundo después de
solemnidad pascual. Pascua. El tiempo antes de Pas-
DOS ÉPOCAS.— El número cua expresa los apuros de la vida
septenario es el fundamento de presente, el tiempo después de
estos misterios. «Hay dos tiem- Pascua significa la bienaventu-
pos, dice San Agustín en su Ex- ranza que gozaremos un día. Esta
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es la razón de por qué pasamos el pleto y acabado.


primer período de que hablamos LAS SIETE EDADES DEL
en ayuno y oración, mientras el MUNDO.— La duración misma
segundo está consagrado a cánti- del mundo, conforme a las anti-
cos de alegría y entre tanto se guas tradiciones cristianas, se di-
suspenden los ayunos.». vide en siete períodos. El género
DOS LUGARES.— La Iglesia, humano ha de recorrer siete eta-
intérprete autorizada de las Sa- pas antes de que surja el día de la
gradas Escrituras, nos muestra, vida eterna. La primera se exten-
en conexión directa con los dos dió desde la creación de Adán
tiempos de San Agustín, a las dos hasta Noé; la segunda desde Noé
ciudades de Babilonia y Jerusa- y el diluvio hasta la vocación de
lén. La primera es símbolo de este Abrahán; la tercera comienza con
mundo pecador; el cristiano ha este primer esbozo del pueblo de
de vivir aquí el tiempo de prueba. Dios y va hasta Moisés, por cuya
La segunda es la patria celestial, mano dió el Señor la ley; la cuarta
donde descansará de sus luchas. abarca desde Moisés a David, por
El pueblo de Israel, cuya historia quien empieza a reinar la casa de
toda no es más que una figura Judá; la quinta comprende la se-
grandiosa del género humano, se rie de siglos desde el reino de
vio realmente desterrado de Jeru- David hasta el cautiverio del
salén y cautivo en Babilonia. pueblo judío en Babilonia; la sex-
La cautivi-
dad de Babi-
lonia duró 70
La Iglesia, intérprete autorizada de
años. Para las Sagradas Escrituras, nos
expresar este muestra, en conexión directa con
misterio ha
fijado la Igle- los dos tiempos de San Agustín, a
sia, según Al- las dos ciudades de Babilonia y
cuino, Amala-
rio, Ivo de Jerusalén. La primera es símbolo
Chartres y en de este mundo pecador...La
general todos
los liturgistas segunda es la patria celestial...
de la edad
media, el nú-
ta se extiende desde la vuelta del
mero septuagenario para los días
cautiverio hasta el nacimiento de
de expiación, tomando, conforme
Jesucristo. Llega finalmente la
al uso de las Sagradas Escrituras,
edad séptima; se abre con la apa-
el número empezado por el com-
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rición del Sol de justicia y ha de nuestra parte nada menos que


perdurar hasta el advenimiento siete semanas completas, desde
del Juez de vivos y muertos. Estas Pascua a Pentecostés.
son las grandes divisiones de los TIEMPO DE TRISTEZA.—
tiempos, tras las cuales no habrá Después de haber lanzado una
más que eternidad. mirada de esperanza a este futuro
EL SEPTENARIO DE ALE- consolador, es menester volver a
GRÍA.— Para alentar nuestros las realidades presentes. ¿Qué
corazones en medio de los com- papel representamos en este
bates que jalonean el sendero de mundo? El de desterrados, cauti-
la vida, la Iglesia nos muestra vos, al alcance de todos los peli-
otro septenario que debe seguir al gros que Babilonia entraña. Si
que vamos a recorrer. Después de amamos la patria, si tenemos
una Septuagésima de tristeza lle- empeño en volverla a ver, debe-
gará Pascua con sus siete sema- mos repudiar los falsos atractivos
nas de alegría a traernos un anti- de esta pérfida extranjera y arro-
cipo de los consuelos y delicias jar lejos de nuestros labios la copa
del cielo. Después de haber ayu- que embriaga a muchísimos de
nado con Cristo y de haberle nuestros compañeros de cautive-
compadecido en su pasión, resu- rio. Nos convida seductora a jue-
citaremos con él y nuestros cora- gos y placeres, pero debemos col-
zones le seguirán hasta el cielo gar nuestras arpas en los sauces
empíreo. Poco después sentire- de sus ríos, hasta que nos sea
franqueada la en-
trada en Jerusalén.
Después de haber ayunado Pretende decidir-
con Cristo y de haberle nos a entonar al
menos los cánticos
compadecido en su pasión, de Sión en su re-
resucitaremos con él y cinto, como si
nuestro corazón
nuestros corazones le pudiese encontrar
satisfacción lejos
seguirán hasta el cielo... de la patria, cuan-
do un destierro
mos descender hasta nosotros al eterno sería la expiación de nues-
Espíritu Santo con sus siete do- tra infidelidad; mas «¿cómo po-
nes. Así la celebración de tales y dríamos cantar los cánticos del
tantas maravillas reclamará de Señor en tierra extranjera?»1.

1 Ps. CXXXVI.
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RITOS DE PENITENCIA.— temos con él para una vida nue-


Estos sentimientos quiere infun- va4.
dirnos la
Santa Madre
Iglesia du-
rante estos
días; llama
n u e s t r a
atención so-
bre los peli-
gros que nos
rodean den-
tro de noso-
tros mismos
y en las cria- También se nos quita el cánti-
turas que nos circundan. En el co de los ángeles, el  Gloría in ex-
trascurso del año nos espolea a celsis Deo, que hemos cantado to-
repetir el canto del cielo, el alegre dos los domingos desde la Navi-
alleluia, y henos aquí que hoy sü dad del Redentor; sólo podremos
mano sella nuestros labios y nos cantarlo los días entre semana en
reprime el grito de alegría que no que se celebre la fiesta de algún
ha de resonar en Babilonia: «Es- Santo. El Oficio de la noche del
tamos en camino, lejos del domingo perderá igualmente,
Señor»2; reservemos nuestros hasta Pascua, el Himno Ambro-
cánticos de alegría hasta llegar a siano, Te Deum laudamus. Al fin
Él. Somos pecadores y con exce- del Sacrificio el diácono no des-
siva frecuencia cómplices de los pedirá ya a la asamblea con estas
infieles; purifiquémonos por el palabras: Ite, Missa est; se limitará
arrepentimiento, porque está es- a invitar al pueblo cristiano a con-
crito: «las alabanzas del Señor tinuar su oración en silencio,
pierden su hermosura en labios bendiciendo al Dios de la miseri-
del pecador»3. cordia, que nos sufre a pesar de
La nota más característica del nuestras iniquidades.
tiempo en que entramos es la su-
presión del Alleluia; no volverá a
Fuente:  El Año Litúrgico de
oírse en la tierra hasta que, ha-
Dom Gueranger
biendo muerto con Cristo, resuci-

2 II COR. XV, 9.
3 Eccli., XV, 9.
4 Coloss. II, 12.
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Visitas de Marzo 2023

Viernes 10 FERIA DE CUARESMA 18:00 Confesiones


3a Clase 18:30 Santo Rosario
19:00 Misa rezada
19:45 Catecismo para adultos
Los cuarenta mártires de Sabaste

Sábado 11 FERIA DE CUARESMA 17:30 Confesiones


3a Clase 18:00 Hora Santa (con confesiones)
19:00 Misa rezada
19:45 Catecismo para adultos

Domingo12 III DE CUARESMA 09:00 Confesiones


1a Clase 09:30 Santo Rosario
10:00 Misa cantada

«Rezar y hacer penitencia.


Hacer penitencia con el fin de orar mejor,
con el fin de acercarse a
Dios Todopoderoso.
Esto es lo que todos los santos han hecho,
y esto es lo que todos los mensajes de
la Virgen nos recuerdan».

Mons. Marcel Lefebvre

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