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#02 Dourojeanni. Amazonia. Qué Hacer
#02 Dourojeanni. Amazonia. Qué Hacer
Dourojeanni
AMAZONIA
¿QUE HACER?
ISBN 84-89295-60-3
9
El tema del desarrollo amazomco es tan inmensamente com-
plejo que no se pretende, de ninguna manera, que este trabajo sea
exha-ustivo. Escribiéndolo aún, nuevas ideas y más opciones se agol-
paban en la mente del autor, las que tendrán que esperar otra oca-
sión para ser expuestas. Por otra parte, el motivo del libro no es ha-
blar del desarrollo en general sino del desarrollo sostenido, lo que im-
plica examinar el problema desde un ángulo particul;;¡r. Se trata, en
buena cuenta, de un análisis de las consecuencias a corto, mediano y
largo plazo, de no incorporar la dimensión ambiental en el planea-
miento y en la ejecución del desarrollo regional, en comparación con
las ventajas que, en esos mismos lapsos, tendría su incorporación.
Las limitaciones y condicionantes sociales, económicas y políticas son
discutidas caso por caso. No obstante, pbr no ser la especialidad del
autor, quedan relativamente ex_Ciuidos temas tan trascendentes como
el de las poblaciones nativas, las migraciones internas, la salud, -de-
mografía y la economía regional, sobre Jo que exi~ten excelentes pu-
blicaciones en el país. ·
10
La John Simon Guggenheim Memorial Foundation merece un
agradecimiento del todo particular pues , es gracias a la beca que le
otorgó al autor en el lapso 1984-85 que éste, entre otros trabajos so-
bre la Amazonía, fue preparado. La beca otorgada brindó la enorme
ventaja de no tener que preocuparse de dinero durante un año ente-
ro, con Jo que la tarea avanzó mucho.
11
TITULO 1
INTRODUCCION
1 INTRODUCCION_
i1. EL AMBITO
15
de ecológicamente a alguna forma de bosque tropicai húmedo (pro-
vincias biogeográficas conocidas como Yungas y Amazónica en la
terminología de Udvardy) en aproximadamente 90 millones de hectá~
reas (70% del territorio nacional), penetrando profundamente en ex-
tensas áreas que hoy se reconocen exclusivamente como Sierra,
como en el caso del largo valle del Marañón en los departamentos
de Cajamarca, Amazonas, La Libertad y quizás hasta Ancash.
En las discusiones subsiguientes se utilizarán, según los ca-
sos, la versión oficial más reciente (INE 1982, ONERN 1986) o la
versión basada en la altura natural de la línea de árboles, discutida
en el párrafo anterior.
-
El espacio amazónico peruano oficial, conocido como región
de la Selva o Selva ha sido dividido, por algunos gobiernos, en dos
subregiones. Estas existen de hecho y son de uso común: ellas son
la Selva Alta y la Selva Baja. Mucha gente también distingue la Ceja
de Selva, confundiéndola con la Selva Alta o como una subdivisión
de ésta. Otra vez Verdera (1982) discute el tema encontrando que
las discrepancias entre autores son grandes y que cada agencia del
gobierno tiene sus propios datos y que éstos varían hasta dentro de
una misma agencia. Los criterios de altitud para diferenciar Selva
Alta de Selva Baja oscilan entre 300 y 800 m.s.n.m. según los auto-
res (entre ellos Zamora 1974, Pulgar Vidal 1981 y Tasi 1960). Pero
el gobierno que diferenció entre Selva Alta (a la que entonces llamó
Ceja de Selva) y Baja les otorgó, respectivamente, 9'096, 105 ,ha y
68'468,802 ha, dividiéndolas a 600 m.s.n.m. mediante el Decreto Su-
premo NS? 0585/75-AG.
16
3. ALGO SOBRE LA POBLACION DE LA SELVA
17
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.J
Gráfico 1. Ubicación de la SEflya Alta u Selva Baja del Perú y sus localidades más-
importantes.
por la mayoría de los peruanos a consecuencia de la ·póbreza, de
las deficiencias de la educación pública y del bajo nivel cultural en
general. A ésta realidad no escapan ni aquéllos de las clases socia-
les más pudientes, que se educan en colegios privados y que alguna
vez han visitado lquitos o algún otro lugar de la Amazonía. Más aún,
la ignorancia sobre el tema alcanza inclusive a los que radican en
las rápidamente crecientes urbes de la propia Selva, los que en su
mayoría jamás han puesto un pie en el monte. Es así como la Ama-
zonía continúa siendo, hoy como en el pasado, inspiración para las
más disparatadas opiniones y fantasías.
19
ción, por la Dirección General de Aguas y Suelos (1980), de un do-
cumento intitulado Plan Amazonas en el que se planteaba crear po-
los de desarrollo en la Amazonía, incorporando 12 millones de hec-
táreas de cultivo en base a 10,000 km de vías férreas , 30,000 MW
de hidroelectricidad , fundando 150 ciudades para albergar a 15 millo-
nes de personas en el largo plazo. Si bien ese documento fue des-
autorizado por el Ministerio de Agricultura, es un excelente ejemplo
de la ideología que se describe.
20
tigan la realidad amazónica. Muchos de los enfoques prudencialistas
se generan ante la evidencia de las dificultades y de los fracasos de
los procesos de ocupación amazónica (los "pesimistas de la coloni-
zación"); ante el costo social, en especial el aniquilamiento de las
culturas nativas (los indigenistas) y; también ante el tremendo impac-
to ambiental negativo de los desarrollos llevados a efecto (los ecolo-
gistas). En este caso también, los argumentos de los tres grupos
identificados por Mertens (1986) se entrecruzan mucho. Salvo extre-
mismos, los que son frecuentes , los prudencialistas no se oponen al
desarrollo de la Selva peruana y a su ocupación por un número de
peruanos mayor que el actual sino que sostienen que una ocupación
exitosa sólo será posible si se adoptan estilos de desarrollo que to-
men en cuenta la realidad social, económica y ecológica, tanto como
la experiencia acumulada, evitando repetir errores (Chirif 1975, 1978,
1979; Varese 1973; Martínez 1976, 1977; Dourojeanni 1976, 1979).
21
La Selva, territorio tan vasto e incomprendido como maltratado por
todas las generaciones de peruanos. Sin embargo es una fuente
de esperanzas para la nación.
TITULO 11
1. LA AMAZONIA EN EL CONTINENTE
25
tienen características muy peculiares por su situación en los flancos
andinos otro tanto oc\-! rre con las demás provincias que se indican
(cuadro 1).
CUADRO 1
26
Udvardy (1975). A nivel del Perú este ·criterio ha sido aplicado por
Brack (1976), con buenos resultados. El distingue, en el dominio
amazónico, la provincia Amazónica, la provincia de las Yungas y la
provincia del Páramo. La provincia de las Yungas consta de 5 distri-
tos (Cajamarquino, Chinchipe, Selva Alta, Bosque Nublado y Monte
Chico). Desde un punto de vista esencialmente florístico destaca, a
nivel continental, la clasificación de Hueck (1978) y, en el Perú, la de
Weberbauer (1945).
3. EL TEMA CLAVE:
., LOS SUELOS AMAZONICOS
- .
27
CUADRO 2
- Suelos orgánicos - 1 6 -
-
TOTAL 100 100 100 100
Los Ultisoles al igual que los Oxisoles, que pese a ser tan co-
munes en la Amazonía parecen ser raros en el Perú, tienen las si-
guientes limitaciones químicas: alta acidez, toxicidad por aluminio,
deficiencia de fósforo , potasio, calcio, magnesio, azufre, zinc y de
otros micronutrientes así como baja capacidad de intercambio catió-
nico, lo que también indica alta lixiviabilidad. Además, los que tienen _
capas superficiales arcillosas tienen una alta capacidad de inmovili- ·
zar fósforo. En cambio, el contenido de materia orgánica de estos
suelos es adecuado (Sánchez 1976). Sánchez y Benites (1983), con-
cluyendo, refieren que el 50% de los suelos de la Selva son de baja
fertilidad natural y que otro 45%, debido a su topografía escarpada
o a su mal drenaje, no son apropiados para la agricultura. Según
28
CUADRO 3
CUADRO 4
FACTORES LIMITANTES DE LOS SUELOS DE LA SELVA
PERUANA BAJO VEGETACION NATURAL
Millones de %de
Factor limitante * hectáreas la Selva
29
esos autores, sólo el 5% de los suelos de la región tienen fertilidad
natural de moderada a alta (cuadro 5).
CUADRO 5
75.6 100
30
CUADRO 6
31
En efecto, Sánchez et al (1982) consideran que, mediando
prácticas agronómicas y fertilización adecuadas, una parte significati-
va de los Oxisoles y Ultisoles amazónicos pueden producir cosechas
agrícolas en forma sostenida y económicamente rentable. Sin em-
bargo, esa conclusión, en base a experimentos desarrollados en Yu-
rimaguas, no es compartida por otros investigadores (Fearnside
1987). De hecho, como lo demostró Krebs {1975) en Costa Rica, la
conversión de bosques en chacras resulta en disminución de la ma-
teria orgánica, nitrógeno, calcio, magnesio y Ph mientras que au-
m~nta el contenido de aluminio. La agricultura continuada en la mis-
ma chacra resulta en una declinación continua del Ph , cplcio y mag-
nesio y en el incremento del aluminio. Esas conclusiones han sido
luego reiteradamente demostradas por Fearnside (1980, 1983,
1985). Es decir que, hasta el presente, no se ha demostrado la via-
bilidad de sobrellevar la limitación. Tanto más que los escasos éxitos
que pueden mostrarse en la región corresponden siempre a los me-
jores suelos disponibles o a condiciones excepcionales y no repeti-
bles.
32
se puede calificar de espacio vacío y subutilizado, si no ·se -toma en
cuenta la población de las urbes.
33
CUADRO 7
FUENTES
TIPO DE USO Villachica Onern :rosr
(1981) (1981) (1981)
Producción forestal __
4.1.
.: __
36.7__..
...,. 46.2
.....---....:.
4. LA BIOTA
34
especialmente de los que limitan con ellos, con los que forman una
franja de interacción concentrada o ecotono, que son de mucha im-
portancia tanto por su gran productividad como por los conflictos que
en ellas pueden surgir entre los intereses económicos y los elemen-
tos del ambiente, lo que es particularmente evidente en el límite en-
tre los ecosistemas artificiales y naturales.
CUADRO 8
A. Ecosistemas terrestres
1. Ecosistemas lénticos
2. Ecosistemas lóticos
ECOSISTEMAS SEMI-NATURALES
A. Ecosistemas terrestres
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B. Ecosistemas acuáticos
ECOSISTEMAS ARTIFICIALES
A. Ecosistemas terrestres
1. Agricultura anual
2. Agricultura perenne
3. Pastizales
4. Plantaciones forestales
1. Embalses
2. Estanques
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alta de dicho río en territorio peruano. Otro ejemplo de clara depen-
dencia de los ecosistemas acuáticos es referido a la alimentación de
peces con frutas de árboles ribereños que, se ha demostrado, es
más importante de lo que se suponía (Goulding 1985).
37
áreas constituyeron refugios a partir de los cuales, en períodos inter-
glaciares, se entremezclaron las especies de cada uno de ellos. El
aislamiento genera especiación y la comunicación permite la disper-
sión y así, en sucesivos períodos glaciales e interglaciales, se ha-
bría originado esta pasmosa diversidad. Los refugios pleistocénicos,
ya bien definidos para varios países, entre ellos Brasil (Brown 1977,
Prance 1973} y Perú (Lamas 1979}, son centros de endemismos y
por ende, sitios en que, con mucha eficiencia, se puede proteger el
patrimonio genético (Wetterberg et al 1977).
4.3 BIOMASA
Fitomasa
Sitio Característica área Autor
38
Esta importante fitomasa se acumula durante lapsos muy lar-
gos, probablemente siglos y no representa, de ninguna manera, un
índice de la productividad que, en cambio, suele ser baja en el trópi-
co húmedo.
4.4 PRODUCTIVIDAD
39
templados o secos. De allí que los sistemas radiculares se manten-
gan superficiales y se extiendan hasta penetrar en el colchón de ma-
teria orgánica sobre él. Del mismo modo, así se explica el gran nú-
mero de simbiosis que permiten a las plantas proveerse de nutrimen-
tos sin mayor intervención del suelo.
40
Un tema de importancia creciente es el referido a la presencia
de micorrizas en la vegetación de los bosques tropicales húmedos.
La mayor parte de los árboles forman micorrizas vesiculares (endo-
micorrizas) ; en cambio son muy pocos los que forman ectomicorrizas
si bien, en estos casos, suele tratarse de especies localmente abun-
dantes, por ejemplo árboles colonizadores o dominantes. Las mico-
rrizas de ambos tipos elevan el nivel de captación de nutrientes mi-
nerales, en especial los inmovilizados como el fósforo, gracias a sus
micelios extensos y bien distribuidos. Es más, los hongos micorríti-
cos de las orquídeas y algunas ectomicorrizas son capaces de reci-
clar nutrientes en forma directa, descomponiendo la litera forestal.
De Mtos modos, las micorrizas prácticamente cierran los ciclos de
los nutrientes minerales en el trópico (Janos 1983, St. John 1985).
Las especies son dependientes facultativas u obligadas de las
micorrizas vesiculares o externas para su aprovisionamiento de nu-
trientes, o también pueden ser no-micorríticas, pero estas últimas
son las menos. Se ha demostrado que las micorrizas vasculares es-
timulan el crecimiento y la sobrevivencia de muchas plantas tropica-
les y lo mismo parece ser válido para las ectomicorrizas. Las diferen-
tes especies de micorrizas tropicales son adaptaciones a diferentes
condiciones de fertilidad del suelo y a las probabilidades de éxito de
la infección micorrítica. De allí que las micorrizas puedan influenciar
las sucesiones (Janos 1980). Estos conocimientos ya no pueden ig-
norarse al planificar el desarrollo de actividades agropecuarias y fo-
restales en la Amazonía.
41
rosos autores (Woodwell et al 1978, 1983, Wong 1978, Brown et al
1980) y aunque continúa siendo motivo de mucha discusión, ésta se
refiere más a la magnitud del problema que a su esencia. Fearnside
(1985) ha estudiado el tema para el Brasil y calculado que la quema
de toda la Amazon ía aportaría inmediatamente 11 G-TM de carbono
a la atmósfera, seguido por una liberación lenta que elevaría el apor-
te a la atmósfera a un total de 62 G-TM de carbono. Este último total
elevaría la temperatura global del planeta entre 0.08 y 0.34°C. Kuroi-
wa (1986} efectuó un ejercicio, con datos de 1979, sobre el aporte
peruano al problema, estimando preliminarmente que las quemas de
bosque amazónico contribuyeron potencialmente con 3.6 y 4.1 x 107
TM de carbono en dicho año y que el aporte acumulado, para enton-
ces, era de 7.3 a 8.3 x 108 TM de carbono. Pero la información cien-
tífica en el país es muy escasa para hacer un estudio más preciso.
El problema del anhídrido carbónico y del recalentamiento
planetario es inseparable de otros dos igualmente importantes: el de-
terioro de la capa de ozono estratosférico y la precipitación ácida.
Tienen en común muchos de los grupos químicos (anhídrido carbó-
nico, óxido nitroso, metano, monóxido de carbono, ozono, óxidos de
nitrógeno y azufre, etc.); las actividades humanas que las generan ,
entre ellas la deforestación y la quema de bosques; y además, sus
efectos son interdependientes. Por ejemplo, Clark et al (1980) y Hai-
nes et al (1983) revelaron que se producen lluvias ácidas en plena
Amazonía, lejos de cualquier actividad industrial. Del análisis de 70
tormentas se desprendió un ~h promedio de 4.7, es decir muy áci-
do, debido probablemente a procesos biogeoquímicos naturales,
contaminación atmosférica global o a una combinación de ambos
(Haines et al 1983). En los alrededores de Manaos, debido a la con-
taminación industrial, se registraron lluvias hasta de Ph 3.6 (Anónimo
1972, cita~o por Clark et al 1980}.
Desde siempre se han observado impactos de la deforesta-
ción en el régimen local de lluvias, al margen de la obvia participa-
ción de los bosques y de la vegetación en general en el ciclo del
agua. Sin embargo, las evidencias de un impacto de importancia glo-
bal demoraron en llegar. Pero desde la década pasada esto fue in-
contrastablemente demostrado para la Amazonía, revelándose que
probablemente hasta el 50% de la precipitación en esa región pro-
viene del reciclaje de vapor de agua por transpiración y evaporación
por intercepción, es decir por evapotranspiración (Salati et al 1978,
Salati & Vose 1984, Salati et al 1983). Verbigracia, las suposiciones
de Goodland & lrwin (1975) que reflejaron en el título de su famosa
obra "Del infierno verde al desierto rojo" adquirieron tremenda vigen-
cia, a pesar de las críticas burlonas de Alvim (1978) y otros expan-
sionistas. De hecho, los riesgos de desertificación de la Amazonía
han sido demostrados por Fearnside (1979) y, en el caso del Perú,
están presentes las dudas sobre las causas de la aridez notable de
ciertas áreas del Huallaga Central y de la confluencia del Perené con
el Ene, que son bosques secos fuera de contexto (ONERN 1975).
Los ciclos de los nutrientes en la Amazonía aún no están
cuantitativamente bien documentados. La mayor parte del nitrógeno
42
y del fósforo almacenados en el sistema están en el suelo, raíces y
litera forestal pero la mayor proporción de cationes de calcio, pota-
sio, sodio, magnesio, azufre , entre otros, están en la biomasa en pie
(Salati & Vose 1984). En un bosque maduro la exportación de nu-
trientes es mínima. Cifras obtenidas por Klinge (1975) en Manaos,
revelan que sólo el 20% del nitrógeno y el 27% del fósforo están en
la parte aérea de las plantas, mientras que hasta el 70% de ambos
elementos están en el suelo. En contraste, de 66 a 80% del potasio,
sodio, calcio y magnesio están en la biomasa aérea. El reciclaje de
nutrientes, en un bosque maduro, se produce a través de la caída
de follaje , la mortandad anual y del lavado de nutrientes de las hojas
debido a la lluvia. Pero los porcentajes reciclados anualmente son
pequeños en relación al volumen que se supone existe en la bioma-
sa. Estudios conducidos en Manaos (Fittkau & Klinge 1973) y Carare
(de las Salas 1978), revelan un reciclaje de 106 a 141 kg/ha/año de
nitrógeno, 2 a 4 kg/ha/año de fósforo , 13 a 17 kg/ha/año de potasio,
18 a 90 kg/ha/año de calcio y 13 a 20 kg/ha/año de magnesio. Los
nutrientes en los aerosoles naturales tienen concentraciones muy re-
ducidas pero, en áreas sujetas a quemas, éstas son elevadas (Netto
et al 1982). La fijación biológica de nitrógeno es muy activa en mu-
chos ecosistemas amazónicos, habiéndosela estimado en unos 20
kg/ha/año en promedio. A ello debe añadirse el aporte por la precipi-
tación y restarse las pérdidas a través de los ríos y las causadas por
desnitrificación y por volatilización .
43
La mayor parte de los suelos de la Amazonía
peruana son Ultisoles ácidos, poco fértiles, pero también hay bolsones de tierra
muy fértil como los del Sisa, en el Huallaga Central.
(Foto Dourojeanni).
LAS CICATRICES DE LA
HISTORIA
111 LAS CICATRICES DE LA HISTORIA
1. EL HOMBRE EN LA JUNGLA
47
en el Madeira. En la cuenca del Manu, en el Perú , que pertenece al
sistema del Madeira, una misión de la Smithsonian lnstitution acaba
de encontrar cerámica pre-incaica.
48
las culturas andinas en la Selva es, por otra parte, tan obvia como
que sólo allí podían producir la coca que se consumía de un rincón
a otro del mundo andino. Además, debieron darse otras formas de
exploración y penetración de tierras cada vez más bajas. El comer-
cio de productos amazónicos ha sido constante. La cultura Nazca,
entre otras costeñas, exhibe ropajes confeccionados can plumas de
especies de Ara que no existieron en sus territorios. Inclusive, todo
indica que los ejércitos Inca aprovechaban, a modo de mercenarios,
a guerreros tribales amazónicos. Por otra parte, al redescubrirse Ma-
chu Picchu en 1911, quedó en evidencia que puestos como ése y
como Ollantaytambo, en pleno valle del Urubamba conquistado por
Pachacutec en los alrededores de . 1438 (Kauffmann 1980), eran
avanzadas que ya permitían explotar, sin duda, lo que hoy se llama
el valle de La Convención, en Cusca. Varios Incas, entre ellos Tupac
Inca Yupanqui , avanzaron sobre las tierras bajas de Madre de Dios.
Las noticias de restos arqueológicos en las selvas poco exploradas
de la parte alta de Madre de Dios son abundantes y continúan atra-
yendo a aventureros de todo tipo.
49
se habían extinguido antes, siendo reemplazados por las naciones
tribales que encontraron los europeos. La desaparición de esas cul-
turas del trópico húmedo de América del Sur es, por cierto, tan mis-
teriosa como la de los Mayas y retiene sobre el tapete las discusio-
nes sobre la capacidad de soporte agrícola, en el largo plazo, de las
tierras cálidas y húmedas.
50
dos, en base a un sistema de reducciones parecido al que estable-
cieron en el Paraguay. Las obras misionales estuvieron sujetas a
todo tipo de avatares, entre los que destacan la retirada forzosa de
los jesuitas a mediados del siglo XVIII , debido a una ·gran rebelión
de los Jíbaros a fines del siglo XVI y a la importante rebelión de
Juan Santos Atahualpa, entre 1742 y 1752, durante la que Campas,
Amoeshas y otras tribus prácticamente liberaron la Selva Central del
Perú de misiones franciscanas, aunque estas se restablecieron lue-
go. Cuando se ordenó la partida de los jesuitas, los franciscanos tra-
taron de ocupar el espacio que se les cedía, pero con poco éxito. El
convento de Ocopa, en el valle del Mantaro, servía de base a las mi-
siones franciscanas (Porras Barrenechea et al 1980; Macera 1984?,
Varese 1973, San Román 1975, Chirif y Mora 1977).
1.6 EL CAUCHO
51
otros patrones de shiringueros, fueron responsables de uno de los
más crueles procesos genocidas y esclavistas que hayan ocurrido en
el territorio nacional (Meunier y Savari n 1969). Ni los conquistadores
los aventajaron. La explotación cauchera atrajo un gran flujo migrato-
rio de peruanos provenientes de Costa, Sierra, y Selva Alta y por
cierto, de brasileños y de gente de Europa y Asia. As í, la población
no aborigen de la región subió de 18,000 en 1876 a 36,000 en 1904
y a unos 120,000 en 1920 (San Román 1975) . Ellos dieron origen a
las primeras grandes haciendas en la Selva Baja, dedicadas inicial-
mente a la extracción de caucho y luego a otros productos, inclusive
cultivados. En 1896 estalló en !quitos una revolución con afanes se-
paratistas, que el gobierno de Piérola aplacó, enviando la nave de
guerra Constitución, que tuvo que dar la vuelta por el estrecho de
Magallanes para llegar a !quitos. La utilización industrial del caucho
terminó abruptamente, cuando las plantaciones coloniales de ingle-
ses y holandeses entraron en producción, creando una situación de
grave receso.
A este periodo corresponde otro episodio histórico importante,
cuando para pagar deudas, en 1891 , el Estado peruano cede a la
empresa inglesa Peruvian Corporation una extensión de 475,758 ha.
en la confluencia de los valles del Chanchamayo y del Perené. La
empresa creó una colonia, en la que se pagaba poco y trataba muy
mal , dedicándose también a la parcelación de tierras. Este emporio
duró hasta 1965. El único aporte de este enclave parece haber sido
contribuir involuntariamente a difundir tecnolog ías de cultivo de café
bajo sombra bien adecuadas a la región (Rumrrill y Zutter 1976,
Manrique 1980).
1.7 LA DEPRESION
52
mención , únicamente, los primeros 91 km. del proyecto de ferrocarril
Tambo del Soi-Pucallpa, construidos entre 1919 y 1929. También se
construyeron algunos aeródromos y se hicieron algunas conexiones
radiales. La carretera más importante jamás construida en la Selva
es, sin duda, la que vincula Lima con Pucallpa (Remolina 1987). Se
inició en 1937 y se concluyó en 1943, haciendo de Pucallpa la ciu-
dad comercialmente más importante de la Amazonía peruana. El eje
Lima - Selva Central fue abierto también en 1943 (Oxapampa) y con-
tinuado hasta Villa Rica y Bocaz en 1955. En 1968 se unió Chancha-
mayo con Satipo, a donde ya existía acceso por Huancayo. Pero en
·ese lapso es que, a todo lo largo del país, se hicieron las carreteras
de penetración que han ligado la Sierra con la Selva Alta (Valcárcel
et al 1980). Estas son, actualmente, unas 12 con numerosos rama-
les y vinculaciones entre ellas. Durante el primer gobierno de Fer-
nando Belaúnde se dio inicio al discutible proyecto de la Carretera
Marginal de la Selva, que vincula centros poblados de la Amazonía
media entre sí, buscando con más eficiencia la ocupación humana
de la región para reducir la presión demográfica de otras regiones
del país y aliviar tensiones sociales fruto de la falta de una Reforma
Agraria. Este proyecto, mediando dos gobiernos, está considerable-
mente avanzado y es pieza clave de los más severos impactos am-
bientales que actualmente se producen en la Amazonía peruana.
53
1.9 PETROLEO, COCAINA Y TERRORISMO
54
mente elevado. Se han conducido, desde 1980, seis grandes provee-
tos de colonización: Jaén-Bagua-San Ignacio, Huallaga Central y
Bajo Mayo, Pichis Palcazú, Alto Mayo, Alto Huallaga y Madre de
Dios. Implican, en teoría, la incorporación de millones de hectáreas
a la actividad agropecuaria. Pero gobiernos anteriores ya habían de-
sarrollado otros proyectos de magnitud comparable, otra vez en par-
ticular el Presidente Belaúnde (por ejemplo Tingo María-Tocache-
Campanilla). De éstos y otros asuntos vigentes se hablará más ade-
lante.
55
Un caso excepcional de alteración de la vegetación original se
da en el lugar conocido como Gran Pajonal , donde decenas de miles
de hectáreas de lo que originalmente fueron sin duda bosques, se
han transformado en grandes "pajonales", con presencia de gram í-
neas duras (lmperata brasiliensis, Andropogon spp Rhinchospo-
ra spp) y del helecho Pteridium, entre otras herbáceas como Byr-
sonima, Leptocoryphium y diversas Melastomaceae (Denevan &
Chrostowski 1970, Scott 1974). El fuego utilizado, en este caso, por
los nativos Campa parece ser el gran responsable de esa formación
sui generis. Se trata de un uso del fuego ajeno a toda especulación
ganadera. Algunos lo han ligado a un intento de hacer proliferar ni-
dos de especies de hormigas del género Atta, las que son consumi-
das en abundancia por los nativos durante los vuelos nupciales (Ve-
larde [com. pers.] 1962).
56
munes cultivadas como silvestres en México y en la Amazon ía. El
origen amazónico de cultivos como yuca (Manihot esculenta) , coca
(Erythroxylon coca) , piña (Ananas spp. ), barbasco (Lonchocarpus
utilis) , chinchona (Cinchona otficinalis) , anonas (Anona spp.), pa-
paya (Carica papaya) , arracacha (Arracacha xanthorriza) , achiote
(Bixa orellana) , cocona (Solanum sessiliflorum) , pacae (lnga
spp.), pejibaye o pijuayo (Bactris gasipaes) , entre muchos otros, es
más claro aunque tampoco determinante. De Boer (1975) discute el
complejo caso de la yuca. También hay discusiones en relación a
cultivos como el plátano, cuyo origen asiático es ahora puesto en du-
das en beneficio de un posible origen amazónico.
En el rubro de las introducciones pre-hispánicas a la Amazo-
nía figuran, probablemente, frejol (Phaseolus spp.), paliar (Phaseo-
lus lunatus), maíz (Zea mays), algodón peruano (Gossypium peru-
vianum), ciertos ajíes (Capsicum spp.), tabaco (Nicotiana taba-
cum), etc. Después de la conquista se introduce prácticamente de
todo a la Selva. Los misioneros enseñaron a mantener huertos don-
de se cultivaban toda clase de hortalizas europeas, como coles, le-
chugas y rábanos. Los españoles y portugueses introdujeron tam-
bién café, té, cítricos, plátano, cocotero, mango, caña de azúcar, ár-
bol del pan (Artocarpus) y quizás también arroz, es decir especies
domesticadas de Europa, Asia y Oceanía.
En tiempos más recientes aparece el cultivo de jebe (Hevea
brasiliensis), especie local pero domesticada en Asia y se introdujo
yute, palma aceitera (Eiaeis guineensis) , soya, etc. De todos los
cultivos introducidos el más importante en la actualidad , por la exten-
sión que ocupa, es el arroz.
57
sido prácticamente erradicada de toda su área de distribución en
Ecuador, Perú y Bolivia, encontrándose en abierto proceso de extin-
ción, a pesar de que, irónicamente, figura en el escudo nacional del
Perú, junto con la vicuña, otra especie que casi se extingue. Si bien
ahora se le explota poco, su población natural no se recupera pues
ocurre en el área de Selva Alta donde más se ha deforestado. La ·
Universidad Nacional Agraria conduce actualmente un estudio sobre
esta especie con miras a conservar el escaso material genético aún
disponible, en especial en la Selva Alta del Sur (Lao [com. pers.]
1987), el que resulta esencial pues se ha constatado recientemente
que la chinchona asiática ha perdido eficiencia contra la enfermedad
debido a la ausencia de alcaloides complementarios que, en la bús-
queda por una mayor productividad del alcaloide más obvio, fueron
sacrificados en el proceso de selección genética.
58
abusiva o a veces, el sacrificio del árbol, eran prácticas harto fre-
cuente, con lo que la población de cauchos debió reducirse conside-
rablemente. Dicho sea de paso, los inventarios forestales que se
realizan actualmente, revelan las huellas de tales abusos y también
la escasez de la especie, en áreas en que ecológicamente les co-
rresponde ser comunes.
59
del nogal , han jugado por igual la extracción y la destrucción de los
ecosistemas por agricultura migratoria e instalación de past al es.
Los podocarpales son uno de los ecosistemas más amenazados de
la Selva Alta, pese a su gran interés por su flora y fauna particula-
res .
60
La situación fue probablemente muy diferente con las civiliza-
ciones que se instalaron en la Amazonía, aunque como es lógico,
resulta hoy difícil de cuantificarlo. El hecho de que tales civilizacio-
nes no se mantuvieran, como en el caso del Gran Pajatén, hacen
presumir que utilizaron abusivamente de los recursos naturales, en
especial del suelo, pero también de la flora silvestre. La madera, las
plantas resinosas y las medicinales, entre otras, deben de haber sido
sobre-explotadas, tal como ocurre en la actualidad .
. .
Sin repetir que los nativos ya aprovechaban todas esas espe-
cies y que· algunas de ellas fueron utilizadas en cierta medida fuera
de la Amazonía por las culturas pre-hispánicas y durante el colonia-
je, muchas especies empezaron a ser explotadas masivamente en
sustitución o complemento del caucho. La mayoría de ellas conti-
núan siendo explotadas y exportadas hasta la actualidad. Destacan
nuez del Brasil o castaña (Bertholletia excelsa) , aceite de palo rosa
(Aniba roseadora) , resina de ojé (Ficus anthelmintica) , tagua o
marfil vegetal (Phytelephas macrocarpa) , corteza de chuchuhuasi
(Heisteria pallida), leche caspi (Couma macrocarpa) , balata (Ma-
nilkara bidentata) , caucho blanco (Sapium marmieri) , goma de za-
pote (Quararibea spp.) , palmito de huasai o chonta (Euterpe preca-
toria) y, más recientemente, toda clase de plantas ornamentales, en
especial orquídeas, así como medicinales. Entre estas últimas está
ahora muy en boga la sangre de grado (Croton draconoides), que
es un árbol pionero relativamente común.
61
La explotación de Aniba roseadora es otro ejemplo desastro-
so, que ha conllevado la extinción comercial de la especie. Es intere-
sante mencionar que Tello, en 1942, ya indicaba la necesidad de re-
forestar con esa especie, lo que jamás se hizo. Entre 1952 y 1954,
se exportaron 217,364 kg . de aceite de palo rosa (Dirección de Colo-
nización y Bosques 1955), del que entre 1968 y 1976 se exportaron
9'809 ,695 kg . (DGFF 1977). La situación actual es indeterminada.
62
2.3.2 Caza, pesca y alimentación humana
63
les hojas o gramalote, las mantenían gordas todo el año, como una
despensa segura para todo trance". Esta excelente descripción obte-
nida por San Román (1975), revela por una parte una tremenda ex-
plotación y por otra los atisbos de un zoocrianza. Este mismo autor
destaca que la manteca de tortuga era objeto de comercio en esa
época, como siguió siéndolo mientras existían .
64
dose al fisco un número que probablemente duplicada esa cifra, a lo
que también es necesario adicionar las cuantiosas pérdidas en la
captura, transporte y almacenamiento. Monos y loros representaban
más del 80% de ese tráfico que involucraba a no menos de 130 es-
pecies diferentes, variables año a año (Hvidberg-Hansen 1970, Grim-
wood 1969, Dourojeanni 1972). En el año 1973 el gobierno peruano
vedó en forma tajante toda explotación comercial de la fauna amazó-
nica, autorizando únicamente la de subsistencia y la científica.
65
La cuenca amazónica,
en su parte alta, ha
sido ocupada desde
antiguo y sus tierras
mal usadas, provocando
erosiones tan graves como
esta, en el valle del Urubamba.
(Foto Dourojeanni).
69
CUADRO 10
CUADRO 11
Agricultura .4!M.20
Cultivos en limpio 270.22
Cereales 143.31
Frutas 61.75
Hortalizas 2.64
Legumbres 1.03
Menestras 12.32
Tuberosas 29.06
Industriales 20.08
Otros 0.18
Cultivos permanentes 223.98
Ganadería 172.24
--
Pastos cultivados 172.24
Forestería -
0.23
-
Reforestación 0.23
TOTAL 666.67
70
mantienen 352,500 cabezas de vacuno, que según la misma fuente
existen en la Selva (cuadro 30), en 172,240 ha; de pasto. El prome-
dio de capacidad de carga en la Amazonía es de menos de 0.5 U.A/
ha, incluyendo los pastos abandonados (Dourojeanni 1982, 1986) y
de alrededor de 1 U.A./ha si no se consideran éstos; pero no de más
de 2 U.A./ha. Otra deficiencia obvia, que se discute en detalle más
adelante, es que las estadísticas no consideran la extensión de los
cocales, que son cultivos permanentes, indicando que existen ape-
nas 225,976 ha:, de cultivos permanentes, de lo que 148,874 ha.
(67%) son sólo de café. En realidad, existen probablemente unas
200,000 ha: de coca, que deben ser añadidas.
71
punto de origen de las iniciativas privadas, pues estas últimas de-
penden de la infraestructura vial. En el gráfico 2 se ha intentado
mostrar, esquemáticamente, las diferentes opciones y modalidades
que reviste la expansión de la frontera agrícola en la Selva. Primero
debe distinguirse entre los asentamientos antiguos y los recientes
(en el último cuarto de siglo). Los primeros están constituidos, obvia-
mente, por los nativos, con comunidades tituladas o no; por los lla-
mados ribereños, es decir descendientes de los primeros europeos
y muchas veces mestizos con sangre nativa o nativos aculturados,
que ocupan las tierras aluviales a lo largo del sistema hidrográfico de
la Selva Baja y que tienen predios de medianos a pequeños o que
utilizan los barreales (San Román et al 1976, Hiraoka 1985, 1986)
y-, finalmente, por lo que se puede llamar colonos antiguos, es decir
los primeros asentamientos organizados, como los de Chanchamayo
(1841 ), Pozuzo (1859), Oxapampa (1891 }, Villa Rica (1923) así
como La Convención, Satipo, Jaén, Bagua, etc.
72
Amazo na:., Uca IJa h ,
Asent6mientos Marañón ,Pachlteá ,etc
6nt iguos Poz uzo ,Oxa pa mapa
Cha nc ha mago
Satl po ,Jae n, Bag ua,
La Convención,etc
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J
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E
..... HAgricultores migrotorios
~
o
~
-e
Gráfico 2. Representación esquem áttca de las opctones de asenta mi ento rural en la Se lva
del Perú
73
hecho un esfuerzo serio por corregir, por lo menos a nivel de inten-
ciones declaradas, los errores que caracterizaron las colonizaciones
dirigidas de las décadas previas. Por ejemplo, aunque definitivamen-
te insuficientes, casi todos ellos cuentan con componentes forestales
y ambientales y han tomado mucho más en serio temas como el de
la clasificación de tierras. Además, como debe ser, se ha dado me-
nos peso a la ganadería extensiva.
CUADRO 12
74
COLOMBIA
ECUADOR
BRASIL
GRAFICO 3
PROYECTOS ESPECIALES
EN SELVA e(
>
...J
1. JAEN - SAN IGNACIO - BAGUA o
2. ALTO MAYO
co
3. HUALLAGA CENTRAL - BAJO MAYO
4. ALTO HUALLAGA
5. OXAPAMPA
7. SATIPO CHANCHAMAYO
8. MADRE DE DIOS
9. CHONTAYACU - PURÚS - UCAYAU
lB CHILE
1.81 ZONAS PRIORIZADAS
75
Los asentamientos estatales también revisten otra forma: los
predios estatales, que merecen ser citados ya que abarcan una pro-
porción significativa de las tierras bajo uso agropecuario de la Selva.
Entre ellos están las haciendas de Ganadero Amazonas, las planta-
ciones de palma aceitera de Endepalma, los predios del Ministerio
de Agricultura para investigación agraria, los predios universitarios
como los de la Universidad Nacional Agraria en San Ramón, Tarapo-
to y Satipo y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (IVI-
TA), no lejos de Pucallpa, etc.
76
campesinos que primero se "sirvieron solos". A eso se llama, en jer-
ga estatal, la racionalización del uso actual mediante el catastro y la .
titulación.
Los agricultores informales tienen su origen en migraciones
internas, principalmente de la Sierra, tema que ha sido profusamente
tratado por Martínez (1969, 1969a, 1976), Aramburú (1982), Aram-
burú y Bedoya (1986), Recharte (1982), entre muchos otros. Tratar
de migraciones internas, agricultura informal y agricultura migratoria
es una sola y misma cosa, vista bajo ángulos diferentes. En este li-
bro el enfoque más apropiado es el de la agricultura migratoria. Esta
ha sido descrita y evidenciada por Watters (1971 ), en base a estu-
dios realizados en Perú, México y Venezuela. La agricultura migrato-
ria, que suele llamarse "chacra" en el Perú, puede definirse como el
conjunto de técnicas que utilizan los agricultores que sólo disponen
de aperos primitivos, que no pueden invertir ningún capital en el tra-
bajo y cuya finalidad esencial es producir alimentos para ellos mis-
mos. Se practica en suelos cuya fertilidad disminuye rápidamente y
que, en consecuencia, deben someterse a barbechos de duración
relativamente larga; usualmente barbechos forestales. No puede de-
jar de señalarse que, si bien la baja fertilidad de los suelos es la ra-
zón principal del barbecho forestal, este también puede deberse a
otras causas. Entre estas, la más común es la aparición de mala
hierba con una agresividad tan grande que el agricultor considera
más ventajoso abandonar su campo y abrir uno nuevo, que tratar de
combatirla con los escasos medios a su disposición. Esta situación,
paradójicamente, suele presentarse en las tierras más fértiles (Dou-
rojeanni 1981 ). La agricultura migratoria también puede ser causada
por la aparición de plagas o por razones económicas particulares,
que determinan que sea más rentable dejar la tierra sin uso. Un im-
portante y difundido ejemplo de esta última causa es cuando se es-
pecula con el valor de la tierra. Además, la agricultura migratoria y
los barbechos forestales se dan en una gran diversidad de condicio-
nes de tenencia de tierra, inclusive cuando existe clara definición de
la propiedad .
En el Perú, el proceso de la agricultura migratoria no difiere
mayormente de otras regiones tropicales húmedas. El agricultor se
introduce en el bosque y primero elimina la vegetación de sotobos-
que; luego tala los árboles, dejando sólo los más grandes y apenas
el material cortado se seca, origina una combustión que suele ser
sólo parcial. Hace cultivos anuales durante dos, a veces tres años,
casi sin preparar el suelo. Al disminuir patentemente el volumen de
la cosecha abandona el campo, que se recubre de vegetación her-
bácea y luego arbustiva y arbórea en una sucesión vegetal que es
interrumpida nuevamente por un rozo y quema cuando el mismo u
otro agricultor considera que la fertilidad se ha restaurado a un nivel
suficiente como para hacer un nuevo periodo de cultivo. El lapso de
barbecho puede variar de menos de 5 años hasta 20 o más, depen-
diendo esto de la calidad de la tierra y en especial, de la presión de
los agricultores sobre ella. Aunque cada familia trabaja anualmente
una extensión pequeña, apenas 1 ó 2 ha, afectan extensiones enor-
mes debido a la larga duración del periodo de descanso.
77
Bajo condiciones estables, un sitio dedicado a la agrict.lltura
migratoria puede ser reutilizado durante mucho tiempo, quizás siglos
(Posey 1983; Denevan et al 1986), pero cuando aumenta la pobla-
ción, se acortan los periodos de descanso y la fertilidad del suelo no
se repone. El proceso puede derivar en que las tierras quedan aban-
donadas y sujetas, apenas sacada la última cosecha, a severos pro-
cesos erosivos. También se da el caso de que la vegetación arbórea
no consigue reimplantarse bien, por la erosión o por el sometimiento
del área a quemas periódicas. En esos casos, en lugar de vegeta-
ción forestal secundaria, lo que se instala son pastos naturales u
otras herbáceas de escaso o ningún valor.
La agricultura migratoria se puede clasificar en: (1) estabiliza-
da o formal y (2) anárquica o informal. La primera se da como rota-
ción dentro de los límites de predios legalmente establecidos, inde-
pendientemente de su tamaño. Hay rotación de campos de cultivo,
con desarrollo de barbecho forestal en minifundio tanto como en lati-
fundio, en todo lugar donde se hacen cultivos anuales (salvo excep-
ciones ya comentadas) o se conduce ganadería extensiva. Con la
excepción de: (1) la agricultura perenne, en especial café, cacao, té,
coca, cítricos y otros frutales, entre otros pocos cultivos; (2) el arroz
en pozas (paddy) o en barriales (riberas inundables); (3) los rarísi-
mos cultivos anuales en lugares con suelos excepcionalmente férti-
les y; (4) los igualmente raros ejemplos de ganadería intensiva con
pastos cultivados o de corta, toda otra forma de agricultura o gana-
dería culmina en barbechos forestales, configurando casos de agri-
cultura migratoria.
La segunda, es decir la agricultura migratoria propiamente di-
cha, es la más común y origina la mayor parte del barbecho forestal
del país. Corresponde a los agricultores más pobres, llamados a ve-
ces campesinos sin tierras, que se asientan fuera de la ley o con re-
conocimientos legales precarios y altamente mutantes.
1.3 LA DEFORESTACION
78
eso debe sumarse toda la tierra que está en barbecho forestal , es
decir en descanso después de haber producido cosechas así como
toda la tierra que, debido a quemas sucesivas, se ha transformado
en pajonales u otras formas de vegetación herbácea y que, eventual-
mente, aún sirven para un pastoreo extremadamente extensivo.
Ejemplos de lo primero se observa por doquier en la Selva Alta y
Baja, imbricados con las tierras en producción y ejemplos de lo se-
gundo proliferan en la Ceja de Selva y t~mbién en la Selva Alta, tal
como entre Tarma y San Ramón, entre Huánuco y Tingo María, etc.
La forma más lógica de medir la extensión deforestada es
mediante interpretación de imágenes de sensores remotos y contro-
les de campo. A escala nacional, la técnica fue aplicada por Malleux
(1975). Hay, como se verá luego, diversos casos en que esa técnica
se ha aplicado a nivel local. Esta no es perfecta pues los barbechos
forestales de cierta edad son difíciles de reconocer en fotografías
aéreas y más aún en otro tipo de imágenes. Además, el detalle de
interpretación no puede, económicamente, ser tan meticuloso como
para deslindar la situación hectárea por hectárea. De un modo u
otro, esa es la mejor información disponible. Un ejemplo de aplica-
ción a escala local, pero comparando series históricas, lo provee
Masson (1981 ), quien encontró que en 20 años, entre 1957 y 1977,
se ha deforestado el 53.3% de una zona en el valle del Perené y
que, aproximadamente en el mismo lapso se ha deforestado el
48.6% de otra en el Alto Mayo. En ambos casos el instrumento de
la deforestación fue la construcción de una carretera pero, en el pri-
mero, la mayor parte de la deforestación se hizo en tierras con fuer~
tes pendientes.
Similarmente, González y Ruíz (1986), compararon las foto-
grafías y la información de 1962 y 1982, correspondiente a 79,000
ha ubicadas en la margen derecha del río Perené, entre los ríos
Chanchamayo e lpoki. Encontraron que en ese lapso, la cobertura
forestal pasó de estar ligeramente intervenida, no deforestada, en
apenas un 4.7% a estar deforestada en un 24% y a estar fuertemen-
te intervenida en todo el resto, excepto un 5% del ámbito. Es decir
que en 20 años la situación se invirtío, con el agravante de que se
ha intervenido inclusive 19,530 ha de vocación protectora. Aquí tam-
bién el detonante fue la construcción de la carretera.
Utilizando imágenes anteriores a 1974, Malleux (1975) encon-
tró que 4'500,000 ha de la Selva habían sido deforestadas y estaban
siendo utilizadas para agricultura y ganadería pero que, en su mayor
parte, estaban recubiertas de vegetación secundaria. Ese autor esti-
mó que esa deforestación era fruto de la actividad humana de ape-
nas los últimos 50 años, lo que representaba un promedio simple de
100,000 ha/año. Pero la curva de incremento acumulativo de la defo-
restacióñ es de tipo exponencial, con un incremento anual del orden
del 12%, lo que determinaba que en 1975 el promedio fuera de
150,000 ha.
Posteriormente, la UNAJCEPID (1979) y Dancé (1980), para
1979, estimaron que la deforestación había alcanzado la extensión
. de 5'122,200 ha (c~:~adro 13). Se basaron para ello en la información .
79
O>
o CUADRO 13
Tipo de bosque Lo reto M.de Dios S. Martín Amazonas Huánuco Paseo Junín Cusco Puno Ayacucho TOTAL
1/2/ 2/
-
Aluvial! 215.1 - - - - 5.0 35:5 - - - 255.6
Aluvialll 436.8 58.0 - - - - 30.0 - - - 524.8
Aluviallll 626.0 86.0 - - - - - - - - 712.0
Colinas 111 98.7 - 208.0 116.0 154.0 175.6 65.0 74.0 13.0 - 904.3
Protección 1 16.6 - 558.0 80.0 109.5 44.6 134.0 127.0 18.0 26.3 1,114.0
Protección 11 - - 79.0 169.0 154.7 49.4 103.0 245.0 28.0 45.8 873.9
TOTAL 1,548.0 185.0 1,218.0 385.0 434.9 315.2 409.0 481.0 74.0 72.1 5,122.2
CUADRO 14
81
El estudio UNAJCEPID (1979) y el de Dancé (1 980) también
revelan que el 70.9% de las tierras deforestadas corresponden a
bosques de protección de las clases 1y 11 y que el 81.8% de la defores-
tación se ubrca en terrenos que no reúnen las cond iciones para la
actividad agropecuaria (cuadro 14). En los departamentos de Junín
y Paseo, el 78.9% de la deforestación se ha hecho en bosques de
protección y colinas de clase 111 (cuadro 15). Estos hechos agravan
la significación de la deforestación, pues por lo visto ésta se hace
principalmente en las tierras ecológicamente más frágiles y con ries-
gos máximos para las poblaciones humanas de los valles.
CUADRO 15
SUPERFICIE
TI PO DE BOSQUE (miles de hectáreas) PORCENTAJE
Aluviallll - -
Protección 11 152,400 21 .0
-
TOTAL 724,200 100.0
82
ción de áreas determinadas, como Rondonia, en Brasil, demuestra
tasas anuales de deforestación que superan todo lo imaginable
(I BDF 1982, Malingreau & Tucker 1987).
CUADRO 16
83
CUADRO 17
CUADRO 18
84
CUADRO 19
85
En el gráfico 4 se ha tratado de representar las consecuen-
cias principales de la deforestación, las que se imbrican y encade-
nan las unas con las otras, en una interminable sucesión de conse-
cuencias trágicas para el devenir nacional.
86
EROS I ON
lHIDRICA) Muerte,
Huaycos destrocción de
tierras y de
V~ le~~ Aluviones
Derrumbes
infraestroctura
vial y urbana
- -- Empot>recimiento
Insi dio sa Pérdi da de ~ de tierras y dismi
- t noción de la
--- fert i11ded
prodocción
(ALT ERACION REG IMENJ SED I MENTOS)
FLUVI AL
J 1nundaci ones L
Reduc c i ón po t enci al
( DESTRUCC ION DE PA I SAJES)---.
turístico y recreativo
87
dades métricas), lo que es casi 4 veces más que el que estimaron
para Jaén, donde llueve 5 veces menos. Low (1966, 1967) estimó la
erosión potencial de las vertientes orientales andinas en 5,000 a
7,000 TM/km 2 /año.
88
La navegabilidad se ha visto reducida en toda la Amazonía
peruana, con disminución del calado de los navíos, disminución del
lapso en que la navegación puede hacerse sin problemas, aumento
del número y de la movilidad de los bancos de arena, cambios de
curso, formación de remolinos o ''inuyunas", etc. Esto también es
consecuente con los fenómenos de sedimentación e irregularidad
creciente del flujo, antes señalados. Gentry y López (1980), al res-
pecto, encontraron que los picos de inundación del Amazonas, en
!quitos, estaban estrechamente correlacionados con la deforestación.
Otros autores (Nordin & Meade 1982) discreparon del resultado aun-
que sin desvirtuar lo esencial del problema (Gentry & López 1982).
Esto, obviamente, introduce asimismo el último tema de esta cadena
de consecuencias de la deforestación, que es el de las inundacio-
nes. No cabe duda, que la frecuencia y violencia de las mismas au-
menta consistentemente año a año, como también lo señalan las es-
tadísticas de Taype (1982) y la evidencia diaria. Este ha devenido en
uno de los principales problemas para el aprovechamiento de los
"barreales" en actividades agrícolas. ·
90
mecanizada y de los qu~ un 50% realizó el transporte menor con ca-
miones tranqueros, que penetraron hasta el bosque mediante cami-
nos rudimentarios. En 1969 sólo existían 28 tractores forestales de
ruedas, pero en 1979 ya habían 194 (Frisk & Bezada 1980). Gran
parte de los caminos de extracción forestal construidos en la Ceja de
Selva y en la Selva Alta condujeron a explotaciones situadas en bos-
ques de protección, ilegalmente otorgados por los distritos forestales,
ante la presión de los madereros y de los políticos locales financia-
dos por éstos. Es así como miles de trochas carrozables se convir-
tieron en vías de acceso a los puntos más frágiles del bosque, para
decenas de miles de familias de campesinos sin tierra, que talaron
y quemaron lo que los madereros dejaron , para obtener magras co-
sechas en tierras que luego abandonaron a la erosión.
91
3. CAZA Y PESCA
4. ENERGIA EN LA SELVA
4.1 HIDROENERGIA
92
ese país (esencialmente la Amazonía), Eletrobrás deberá inundar
9.3 millones de hectáreas para proveer la energía que requiere esa
región en las próximas décadas (Brasil. Eletrobr ás 1985). Algunos
de esos embalses, debido a su escasa profundidad , como Balbina,
producirán 2.23 Kw/ha, siendo el promedio para la Amazon ía de
5.37 Kw/ha, es decir muchísimo menos que lo recomendable en tér-
minos económicos normales. Por ejemplo, en el nordeste del Brasil,
el promedio es de 75.59 Kw/ha (Goodland 1980, Goldemberg 1985).
Esos proyectos, por su magnitud, destruyen las tierras más fértiles
de la región, perjudican los grupos nativos, afectan la fauna terrestre
y en especial la acuática, conllevan la dispersión de enfermedades
graves, etc. y además plantean complejos problemas para su propio
manejo (Paiva 1977, Goodland 1980, Caufield 1983, Monosowski
1983). Esos mismos argumentos son los que han permitido descar-
tar para siempre las absurdas propuestas que décadas atrás hizo el
Hudson lnstitute, para crear inmensos lagos artificiales eri la Selva.
93
Maquía, cerca de Contamana. En 1961 se descubrió el gas de la
Aguaytía, pero no se le ha explotado (Fernández Baca 1986).
94
muera, agua aceitosa y petróleo, además hay descargas gaseosas.
La salmuera, producida en un promedio de 2 a 3 barriles por cada
barril de petróleo, tiene una concentración promedio de 75 ,000 ppm ,
es decir casi 4 veces más salada que el agua de mar. Contiene sul-
fatos, bicarbonatos y cloruros, asociados con cationes de sodio, cal-
cio y magnesio. La concentración salina y el volumen generado son
de tal magnitud, que el autor ha estimado que para que el agua de
los ríos vuelva a la normalidad , se necesita diluir la salmuera produ-
cida en 323,960 M3/día o 3.75 M3/seg. por cada 1,000 barriles pro-
cesados. Snedaker (1977) comprobó que la capacidad de dilución
del río Corrientes es menos de un tercio de lo necesario para diluir
el agua salada que recibe. El alto contenido de sales es tóxico para
la flora y la fauna. Pero lo más serio es que la evacuación crea una
gradiente de salinidad que se transforma en una valla insalvable
para los peces, que así no pueden culminar su migración reprod uc-
tiva o "mijanada", afectándose seriamente el potencial pesquero re-
gional (Snedaker 1977). A lo indicado debe agregarse que el agua
que proviene de las desalinizadoras alcanza 49°C, creando además
una barrera térmica y otros problemas (Hurtado de Mendoza 1977).
95
millones de barriles de reservas probadas de crudo en la actualidad
(PETROPERU 1987). La explotación de gas natural plantea proble-
mas ambientales menos difíciles que en el caso del petróleo.
96
Peor que la generación de sedimentos es la contaminación
por mercurio, que los gambusinos utilizan para juntar el oro. Al pro-
ceder a quemar, el mercurio se vaporiza y, en primer lugar, es respi-
rado por el propio gambusina y luego se deposita principalmente en
el río. El mercurio ingresa a la cadena trófica y llega hasta el hom-
bre, vía los pescados o simplemente con el agua. Tal como en Mina-
mata, Japón, donde en 1965 murieron cientos de pe.rsonas, en espe-
cial niños nonatos o que nacieron defectuosos, la..Selva de Perú y
Brasil está amenazada por la contaminación por mercurio. En efecto,
se han constatado concentraciones de mercurio absolutamente ex-
cepcionales en peces y aún en humanos en la Amazonía brasileña,
en especial en la cuenca del Madeira, a la que corresponde el río
Madre de Dios (Cousteau 1985). Esta contaminación tan peligrosa
es tanto más absurda por cuanto existen formas baratas de evitarla,
mediante retortas, con gran economía para los gambusinos que pue-
den reciclar todo el mercurio que usan.
.9.í
tacionamiento de grandes balsas de trozas, en espera de cubicación
o de ser elevadas hasta el patio de trozas. Obviamente, también hay
contaminación por instalaciones portuarias y por la navegación flu-
vial.
99
Marcelo (1987) señala estimaciones (de fuentes que no revela) se-
gún las cuales se reconoce la existencia de 40,500 ha de coca en
la provincia Leoncio Prado (Monzón, Tingo María, Aucayacu, La Mo-
rada) y de 33,000 ha en las provincias de Tocache y Mariscal Cáce-
res. Pero el mismo autor afirma que aún esas estimaciones son infe-
riores a la realidad, evaluando en 160,000 ha la extensión de coca-
les en esas tres provincias. Para aumentar confusión en las informa-
ciones disponibles, el propio Ministro del Interior declaró en 1987
que existen 380,000 ha de coca (Anónimo, en Actualidad Económica
1987), aunque él mismo rectificó luego esa información.
100
que son esparcidos por las actividades de represión policial y; (6) la
deforestación causada por la construcción de pistas de aterrizaje, de
las que se ha denunciado la existencia de más de un centenar si-
multáneamente y de laboratorios y campamentos. En base a estu-
dios detallados como los de Aramburú y Bedoya (1986), Aramburú
(1982) y Bedoya (1982, 1986), entre otros, que permiten deducir pa-
trones de uso de la tierra precisamente en el Alto Huallaga, se pue-
de suponer sin arriesgar mucho que en toda la Amazonía, la defo-
restación ligada directa e indirectamente al cultivo de la coca tiene
un total acumulado de unas 700,000 ha a partir de la expansión ca-
calera de comienzos de los 70.
101
El carácter altamente erosivo de la coca es debido: (1) a las
zonas ecológicas donde se le planta y (2) a algunas características
de su cultivo, por lo menos en la forma en que éste suele ser reali-
zado ahora. El cultivo se practica en las zonas de vida que Tasi
(1960) describe como bosque húmedo subtropical y bosque muy hú-
medo subtropical, entre otras, que se ubican entre los 700 y 2,000
m.s.n.m. Estas zonas de vida corresponden a lo que se conoce
como Selva Alta, ,~ aunque es común que se plante también en con-
diciones de Ceja de Selva. La altitud óptima para el cultivo se situa-
ría entre los 1,000 y 1,200 m.s.n.m., donde el tenor de cocaína sería
más alto (Martin 1912) y con pluviosidades de 1,000 hasta 4,200
mm/año, con un promedio muy por encima de los 2,000 mm. En es-
tas regiones predominan terrenos accidentados, con pendientes fuer-
tes, que además son los preferidos por los cultivadores por razones
de drenaje (Vila 1935, Martin 1952). Actualmente se encuentra coca
hasta en el Boquerón del Padre Abad, que está localizado en pleno
bosque pluvial subtropical, con precipitaciones anuales promedio de
unos 6,000 mm. Ecológicamente, la coca se ubica pues en algunas
de las zonas de vida más frágiles del país, varias de las cuales son
las menos aptas para uso agrícola que existen, por su carácter alta-
mente erosionable.
102
tier y Jacob 1912-13, Vila 1935, Paez 1937) explican que el cultivo
de la coca se hacía en pozas profundas, en las que las plantitas
sembradas o trasplantadas se colocaban en tierra que no llegaban al
ras de la ·poza. Por ejemplo, en Huánuco, las pozas tenían 25 cm .
de ancho, 30 cm. de largo por 80 cm. de profundidad y estaban ubi-
cadas en hileras que seguían la línea de la máxima pendiente, con
60 cm. entre pozas y 1.0 m. entre hileras, para facilitar raspas y des-
hierbas e impedir el relleno de las pozas con tierra en caso de llu-
vias fuertes (Vil a 1935). Por otra parte, previo a la plantación de la
coca se plantaba otra: especie, en general yuca pero también pituca
o maíz, cuya función era proveer sombra a la coca durante los pri-
meros meses (Bües 1935, Vila 1935, Paez 1937, Martín 1952). Esta
práctica, que continúa, también reduce la erosionabilidad inicial. Pero
hay más : tal parece que era costumbre generalizada tener la coca
bajo sombra de pacae negro y/o blanco (lnga spp.), plantados en
tresbolillo (Vila 1935, Martín 1952), tal como se practicó después con
el cafeto.
103
CUADRO 20
104
uso de biocidas para ser controladas. Además, como cualquier otro
cultivo, puede necesitar de fertilización. Toda aplicación de biocida
(en este caso herbicidas, pesticidas o fungicidas) es nociva, en un
grado u otro, para el ambiente. Toda aplicación de fertilizante tam-
bién puede impactarle negativamente. Pero, en el caso del cultivo de
la coca ocurre que, dada su elevadísima rentabilidad y la ignorancia
de los cultivadores, los niveles de aplicación de estos agroquímicos
superan todo lo razonable.
105
da pero sin duda importante. Además, la parte que no es arrastrada
por el agua, se queda sobre el follaje que se usa para la preparación
de la pasta básica.
106
culos, signifioa que en 1986 han llegado a los ríos unos 57 millones
de litros de kerosene, 32 millones de litros de ácido sulfúrico, 16,000
TM de cal viva, 3,200 TM de carburo, 16,000 TM de papel higiénico,
6'400,000 lt. de acetona y otro tanto de tolueno. Aún cuando el cál-
culo de Marcelo (1987) pueda ser controvertido, las cifras son tan
abrumadoras que no es posible restarles significancia. Peor aún, in-
formaciones diversas y programas televisados muestran que la ma-
ceración se hace en pozas instaladas directamente en las nacientes
de los riachuelos. El diario El Comercio del 25 de julio de 1987 reve-
ló, en primera plana, la denuncia del alcalde de Juanjui referente a
la contaminación del río Huallaga por ácido sulfúrico, ácido acético,
amoníaco y otras sustancias que se utilizan para preparar la pasta
básica y que fueron decomisadas por la policía en operaciones con-
tra los traficantes de droga. La orden de arrojar esas sustancias al
río provino de una autoridad judicial, dando un indicio de la profunda
ignorancia e inconciencia ciudadana sobre los riesgos de la contami-
nación.
107
versidad genética en el país. La Ceja de Selva y la Selva Alta po-
seen un alto grado de endemismos, frutos de la especiación pravo-
. cada por su accidentada topografía y por sus peculiares característi-
cas climáticas. La mayor parte de las aproximadamente 7 millones
de hectáreas deforestadas en este siglo en la Amazonía peruana lo
fueron precisamente en esta región del país (Dourojeanni 1986). El
cultivo de la coca, como se ha visto, ha tenido un rol importante en
este proceso de deterioro ambiental y por ende en la extinción de un
número imprecisable, pero incuestionablemente elevado, de espe-
cies de la flora y de la fauna de los bosques, que se han visto priva-
dos brutalmente de los ecosistemas en que se desarrollan. En el
caso de la flora y fauna acuática, sus ecosistemas han sido tan alte-
rados que muchos ya no soportan vida.
108
CUADRO 21
Pargues Nacionales
Tingo María 18,000 Leoncio Prado Totalmente invadido.
(Huánuco)
Unidades de Conser-
vación en Proyecto
Bosgues Nacionales
109
Marginal, construidos durante el último gobierno del Presidente Be-
laúnde, es masiva y hace ver la necesidad de ser más prudente con
esas obras en el futuro. La coca se está adaptando a ser cultivada
a menores altitudes y el hecho de que su contenido de alcaloide sea
allí menor sólo contribuirá a que se deforesten áreas aún más gran-
des. Además, todo indica que para evitar ser vistos desde el aire los
cultivadores han empezado a plantarla bajo sombra de monte real,
al que no talan por completo.
110
tres naturales. La tecnología para ello existe y ha sido practicada por
siglos y quizás por más de un milenio. Pero, en la actualidad , la mi-
tológica coca se ha convertido en un símbolo de destrucción y muer-
te.
111
Ir
::
"
.
112
También hay más tierras con aptitud forestal que lo usual, 62.2% en
lugar de 48.1 %, en detrimento de las tierras de protección, que son
apenas 9.5%, de acuerdo al estudio (Ministerio de Agricultura/ORDE-
LOR 1981 ). Esta información, por cierto, es alentadora y aparente-
mente justifica ampliamente la obra.
113
7.2.2 Impactos ambientales previsibles
114
lquitos no era realizable por la misma razón ya expuesta. Los objeti- ·
vos de conectar lquitos con la .~ona petrolera y con la Costa, pueden
ser válidos, pero son de tan largo aliento y de tal magnitud que es-
capaban a los medios de ORDELOR, requiriéndose una decisión po-
lítica de nivel nacional, que no se produjo. Además, para hacerlo,
hay mejores trazos posibles, evitando puentes sobre ríos grandes.
115
de la Selva Central. Gran parte de ellas corresponden a secciones
de la denominada Carretera Marginal. La información que sirve de
base a la discusión fue preparada en el marco de lo que constituye
el primer estudio de impacto ambiental hecho en el país (Dourojean-
ni 1981 ), por encargo del Ministerio de Transportes y Comunicacio-
nes, con el mérito adicional de haber sido preparado al mismo tiem-
po que los demás estudios de prefactibilidad, en parte, antes de que
se haga la obra.
116
LEYENDA
(~rn;! tro A•foltodo
Carretera Afirmado
Cai'T'fttro SiR Afir,.,or
Corrtttro En Con•truecion
Carretero En Proyecto
TrochO COrTOZ'Ob ..
117
ción al bosque pluvial Premontano Tropical (11.6%). Estas 5 zonas
abarcan el 80.4% del ámbito estudiado, mientras que las 12 restan-
tes abarcan la diferencia.
118
lle1,.1x (1981), la estimó en 283,000 ha (7.5%) sobre el ámbito que él
investigó, en base a sobrevuelas. La zona más deforestada era la
del valle del Palcazu, por donde pasaría la carretera Pichanaz-Puer-
to Mairo. Otras, como la Satipo-Puerto Rico, ya estaba intensamente
deforestada en su tramo inicial, en la parte noroeste del distrito de
Pangoa. También estaba deforestado en gran parte el tramo Puerto
Bermúdez-Puerto Victoria, que corresponde a la carretera Puerto
Bermúdez-San Alejandro. En Satipo predominaba ampliamente la
agricultura (67%) sobre la ganadería, pero en los distritos agrope-
cuarios de Palcazu, Pichis y Puerto Inca, la ganadería dominaba, cu-
briendo de 83 a 95% del área deforestada.
119
agrícola, forestal y ambiental abarcaron superficies distintas. El exce-
dente, en relación a los 5'275,000 ha que corresponden al estudio
ambiental, es esencialmente de vocación protectora, por tratarse de
las partes altas de las cuencas pero, ciertamente, pueden encontrar-
se también algunos sectores aptos para otras actividades, en espe-
cial forestaría (cuadro 22) . De atenderse a esta información la defo-
restación afectaría como mí ni mo al 12.1% del ámbito total y la inter-
vención forestal a otro 20.5%, es decir que considerando el rubro de
"otras actividades", de 31 a 40% del ámbito sería afectado directa-
mellte por la acciól) humana.
CUADRO 22
Fuentes y notas:
120
jes recomendados para un desarrol lo optimizado, en base a un buen
ordenamiento del territorio en bosques tropicales húmedos. Pero, en
la propuesta agropecuaria faltó descontar la tierra ya deforestada y
sobre todo la tierra ya ocupada por propiedades privadas y comuni-
dades nativas que, precisamente, poseían lo mejor y la mayor parte
de las tierras con aptitud para la agricultura y la ganadería. Véase,
en especial, el informe de Smith (1983) quien habla del mito del gran
vacío amazónico, precisamente con referencia a la Selva Central.
Esto es importante, pues . los colonos recién llegados no encuentran
cabida en las tierras fértiles y escogidas, viéndose obligados a ocu-
par tierras forestales y hasta de protección.
121
Otros impactos previsibles se desprenden de: (1) La caza y
la pesca, cuya intensidad aumentará; (2) De la minería (oro de los
ríos Pachitea, Negro, Yuyapichis, Apurucayali y Puntayacu; manga-
neso del Perené, calcáreos, calizas y margas así como sal gema de
los Cerros de la Sal, Obenteni y del Codo del Tambo, etc.) que se
expandirá a la zona beneficiándose de la nueva vialidad; (3) Obras
hidroenergéticas (2 centrales en el Ene, 4 en el Tambo, 1 en el Pe-
rené), siendo muy discutible la necesidad de obras tan gigantescas
cuando hay ríos menores que brindan también excelentes posibilida-
des; (4) Desarrollo urbano, esperándose una población de 700,000
personas en el año 2009, de los que 40% serán habitantes urbanos,
en ciudades como Puerto Inca, Puerto Bermúdez, lscozacín, Atala-
. ya, Puerto Ocopa y Puerto Prado, además de Ciudad Constitución y
otras; (5) Desarrollo industrial, en especial forestal, que incluye una
posibilidad de fabricar pulpa para papel, que es altamente contami-
nante y; (6) Las mismas obras de vialidad (600 Km de vías tronca-
les y unos 3,400 Km de vías secundarias) tienen impactos severos
en los recursos renovables y en la dispersión de enfermedades tropi-
cales y otras.
122
recursos y así sucesivamente, cada parámetro exhibe tendencias
desfavorables a la intención de hacer algo diferente y mejor.
123
CUADRO 23
.......
1\)
~ SITUACION ACTUAL Y ESCENARIOS ALTERNATIVOS DEL USO DE LA TIERRA
(EN PORCENTAJES) AL AÑO 2009 EN EL AMBITO DE LOS PROYECTOS
DE CARRETERAS EN LA SELVA CENTRAL
--------.:._~--
USO DE LA TIERRA . ACTUAL IDEAL TENDENCIAL
TENDENCIAL
MODIFICADO NORMATIVO
125
La minería en gran escala, como esta operación
en Rondonia (Brasil) ocasiona graves transtornos ambientales que
requieren de detallados estudios previos para limitar sus
perjuicios a la biota.
(Foto Dourojeanni)
Quema de bosque en el valle del Pichis .
En la Selva brasileña las quemas son tan extensas que interrumpen
la navegación aérea. Las quemas anuales, en el valle de La Convención,
impiden tomar fotos a los monumentos arqueológicos
de Ollantaytambo y Machu Picchu.
(Foto Dourojeanni)
1. ANTECEDENTES
129
'
un enfoque apropiado para alcanzar la meta del desarrollo sostenido
fue ·el establecimiento, en 1942, de la Estación Experimental Agríco-
la Cooperativa de Tingo María, que era- el eje de la acción oficial
para el desarrollo agropecuario de la colonización de Tingo María
(Ministerio de Agricultura 1947). Aunque el plan del que formó parte
no es conocido, resulta obvio que debió existir y que era coherente
con una óptica de largo aliento. Muchos alegarán que, debido a la
participación del Gobierno de los Estados Unidos, aquella decisión
sólo refleja sometimiento al imperialismo. Pero, sea como sea, fue la
primera vez que se diseñó un esfuerzo que integraba bien el aprove-
chamiento de todas las potencialidades naturales del área y que se
tomaron en serio los obstáculos, previendo los requerimientos de in-
vestigación, extensión y promoción. En la Estación Experimental y
en la colonización que la rodeaba se dio peso, por igual, a las activi-
dades agrícolas, pecuarias y forestales y no únicamente a las dos
primeras como se ha hecho durante tanto tiempo, relegando al re-
curso más importante de la región.
Después de éste esfuerzo, que se debilitó a fines de los 50 y
que abortó completamente en los 60, no hubo más inquietud por es-
tilos de desarrollo que no fueran los convencionales, basados en una
visión "costeña" de la problemática amazónica. La expresión más no-
toria de esa visión es la fracasada colonización Tingo María-Toca-
che-Campanilla, con sus trazos lineales, basada exclusivamente en
1~ 1Wi_cultura o la ganade~ía, sin ninguna integración con la for_este-
na y: mucho menos considerando otros recursos naturales valiosos
(Ministerio de Agricultura 1974). Colonizaciones de aquellos tiempos
que, si bien hacían estudios ecológicos, no los tomaban en cuenta
para nada. En la colonización aludida, porque no se había previsto
un aserradero, los ganaderos y agricultores recorrían centenares de
kilómetros para comprar a alto precio la madera necesaria para cer-
cos y viviendas, en medio del humo producido por su propia madera
que quemaban sin provecho. Al contrario gastaban como dos para
quemar lo que valía como cinco. Por otra parte, Córdova (1963) se-
ñalaba, con razón, que prácticamente todos los cultivos y crianzas
hasta entonces intentados en la Selva eran económicamente aleato-
rios y que el recomendarlos implicaba una grave responsabilidad.
Añadía que el éxito sólo llegaría mediante la intensificación de la
agricultura y la ganadería, en el marco de un planeamiento regional
cuidadoso.
130
valiosos, por "media vaca", como símbolo de un progreso que en
realidad era un retroceso. Ambos autores son personalidades famo-
sas, el primero de ellos con mucha experiencia tropical y promotor
del concepto del "ecodesarrollo" (Sachs 1980, 1981 ), de allí que su
informe calara hondo en las autoridades de ese entonces.
131
sobre ese tema (Ministerio de Agricultura 1974, 1974a) y a partir de
1975 se dio el gran paso de preparar al personal de reforma agraria
en temas de desarrollo rural integral (Ministerio de Agricultura 1975),
en especial la integración de la forestería a la economía campesina.
132
una calidad de vida apropiada; (5) Organizar el desarrollo de tal
modo que sea sostenido.
133
- zonas aluviales de la Selva Baja. Se trata de más de 1O millones de
hectáreas, es decir una extensión bajo producción casi 7 veces ma-
yor que la actual. Dicha tierra, además, debe ser utilizada en forma
· intensiva, con un mínimo de barbechos o haciendo uso planificado
de ellos para industrias de biomasa. De la extensión dedicada a ac-
tividades agropecuarias, de acuerdo a la clasificación de tierras de la
ONERN (1982), hasta 2.4 millones de hectáreas pueden dedicarse a
cultivos en limpio, 2.2 millones a cultivos perennes y 5.7 millones a
ganadería. Pero, en realidad, se estima que puede y debe aumentar
·mucho la proporción de tierras cultivadas en detrimento de las pasto-
readas.
134
gional o dominados por estereotipos como los que han dado lugar a
la Carretera Marginal. El ordenamiento de un territorio tan complejo
como el de la Amazonía, como todo su planeamiento, es un tema
esencialmente multisectorial y pluridisciplinario.
CUADRO 24
MILES HA;. %
Unidades de conservación -
10.0 13.2
-
135
Selva de 250,000 a 500,000 familias campesinas, en posesión de 40
a 20 hectáreas por familia, respectivamente. Si la actividad agrope-
cuaria es aún más intensiva, la superficie se puede reducir más y,
en teoría, podría pensarse hasta en 10 ha de tierra agrícola por fa-
milia, en promedio, proporción que ya se ha aplicado en muchas ad-
judicaciones en la Selva. En este caso se puede asentar hasta un
millón de familias. Dicho de otro modo, la Selva puede tener una po-
blación rural dedicada a actividades agropecuarias que puede oscilar
entre 1.5 millones de habitantes, como mínimo y 5 millones como
gran máximo, entendiendo que parte de las actividades de esas fa-
milias, en todos los casos pero más en la medida en que la relación
población/tierra agropecuaria sea menor, se dedicarán también a ac-
tividades forestales , en especial el manejo de los barbechos foresta-
les, pesqueras y faunísticas, así como a cierto nivel de transforma-
ción de la materia prima que ellos generan . Este tema se discutirá
más adelante, al tratar del asentamiento rural integral e integrado.
136
mente recursos naturales, manteniendo los procesos ecológicos
esenciales y brindando una· alta calidad de vida para los habitantes.
Pero para lograrlo debe de cambiarse drásticamente el estilo de "de-
sarrollo" actual que está destruyendo rápidamente las posibilidades
de alcanzar un escenario como el descrito. Recuérdese, no más,
que la deforestación de 7.5 millones de hectáreas se ha producido
en gran parte en tierras de protección que son la garantía del apro-
visionamiento de energía para el funcionamiento del sistema. Que
los bosques de producción , que son la clave de la economía amazó-
nica, están siendo quemados sin provecho o explotados con gran
desperdicio. Los especialistas en recursos naturales, ecología y me-
dio ambiente no se oponen al desarrollo. Sólo propugnan por un de-
sarrollo sensato, que es el único posible.
137
siduos de cosecha, gramalote u otras pasturas silvestres de orillas,
pastoreo en purmas, ramoneo de especies forestales , por ejemplo
de árbol del pan (Artocarpus) , etc. Es así como esa ganadería,
aparentemente desordenada, permite sostener varias cabezas por
hectárea en lugar del promedio de las ganaderías estatales que, en
todo caso, es inferior a una cabeza por hectárea. La alimentación de
porcinos y aves de corral es similar, en parte alimentos producidos
en chacra, pero en gran medida también alimentación libre en pur-
mas y con residuos ·de cocina pues, en esa crianza, que se llama de
"debajo del empanado", los animales menores se refugian debajo del
piso elevado de las viviendas que suele ser hecho de pona (lriar-
tea). Las aves de corral hacen gran consumo de insectos , entre ellos
de termites, contribuyendo a evitar daños en las construcciones.
138
3.1.2 El ejemplo de los agricultores de Villa Rica y Oxapampa
139
Una última etapa en la que estos hoy empresarios rurales han
entrado es la comercialización y también, en menor grado, el trans-
porte. Cada vez participan y se organizan mejor, a través de coope-
rativas de servicios, como las cooperativqs agrarias cafetaleras agru-
padas en una poderosa federación nacional. Así no se dejan aplas-
tar del todo por el Estado ni por otros intereses económicos.
3.2 EL CONCEPTO
140
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en
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. ..... .. .
142
las opciones. Tanto más resulta aplicable en una gran propiedad .
Además, a nivel de asentamientos en parcelas individuales hay un
alto nivel de integración posible entre vecinos de la comuna o distri-
to.
143
fue, bajo una tónica acentuadamente forestal por tratarse de tierras
con esa vocación, en el denominado asentamiento forestal de Von
Humboldt. En realidad son pocos los esfuerzos hechos para llevar
adelante el concepto a partir de asentamientos estatales o con apo-
yo del Estado. Su escaso éxito es reflejo de paternalismo, mala ges-
tión administrativa y sobre todo de falta de continuidad, pero nada de
lo poco hecho a ese nivel prueba que la idea no es viable. Demos-
trando todo lo contrario está el éxito de miles de familias campesi-
nas, en los ríos de la Selva Baja, en la Selva Central o en el Hualla-
ga Central, que se ha basado en estos principios, sin saberlo o de-
clararlo.
144
lar información sobre los pueblos nativos que ocupan probablemente
el ámbito.
145
ta, formarse una idea de lo que es el ámbito antes o al mismo tiem-
po que se está revisando y procesando la información. Todas estas
recomendaciones parecen fútiles, por obvias, pero rara vez son apli-
cadas.
146
de tecnologías foráneas combinadas con las nativas. Sus resultados
son muy buenos, a veces insuperables para las realidades locales,
como la construcción de embarcaciones y sus adaptaciones a moto-
res de todo tipo ; la construcción de viviendas y toda clase de ense-
res en base a madera, palmas y otros productos del bosque (López
1987); el procesamiento de alimentos y de otros bienes brindados
por el bosque o por la agricultura, etc.
147
considerar al diseñar carreteras; tanto como su longitud, frecuente-
mente excesiva por la opción seleccionada. También relacionado al
mantenimiento , está la calidad de la construcción que suele ser muy
baja, tanto peor en las carreteras subsidiarias o de servicio a las par-
celas de los agricultores. Lo grave es que asegurar una buena co-
municación de la nueva unidad agropecuaria con el resto del país
puede implicar costos tan exorbitantes que, obviamente, desvirtúan
la viabilidad económica de todo el asentamiento rural. Pero ese án-
gulo de su irracionalidad económica rara vez ha sido óbice para su
ejecución ya que se le compensa, por ejemplo, con criterios geopolí-
ticos. De un modo u otro, la vialidad siempre es la mayor parte del
costo de los asentamientos rurales en la amazonía, del mismo modo
que la infraestructura de irrigación lo es en los desiertos.
148
debe analizarse la tendencia de la productividad. Se constata-
rá, probablemente, que no aumenta o que disminuye.
149
tantes de la adaptación a la realidad ecológica, en condicio- :
nes normales de desarrollo rural amazónico.
(2) Ganadería
(3) Forestería.
a. Agroforestería. El mayor o menor uso de esta tecnología es
un indicador importante de la adaptación a la realidad ecológi-
ca del medio.
150
b. Indicas de deforestación ilegal. Este es, obviamente, uno de
los mejores y más claros indicadores existentes. Además, es
fácil de obtener, por fotointerpretación. Tiene importancia no
sólo como síntoma sino como prueba indiscutible de lo que
está fuera de control en un asentamiento .rural. Además, es
una herramienta para planear medidas correctivas.
c. Rarificación de especies comerciales. Las estadísticas fores-
tales locales, bien analizadas, son una rica ·fuente de informa-
ción sobre la salud de la explotación forestal. Probablemente,
en un lapso de 20 años como el indicado, demostrarán una
drástica disminución de la oferta de especies valiosas como
las de los géneros Cedrela y Swietenia, entre otros. También
se apreciará, sin duda, que la materia prima proviene de luga-
res cada vez más alejados, con costos de transporte menor
cada vez mayores, configurando una clara sobre-explotación
del recurso , por falta de manejo o por destrucción de los bos-
ques productores por agricultura ilegal.
d. Contaminación por industrias forestales. Bastante severa en
los cursos de agua, donde suelen ser arrojados los desperdi-
cios, desperdiciando por ejemplo, posibilidades de generación
de energía barata.
151
b. Areas verdes. También se hizo un comentario a este respec-
to.
152
cio que ocasionan directamente a los bosques protectores ni las con-
secuencias sobre el potencial hidroenergético, pesquero o para la
navegabilidad de los ríos. Tampoco interesa reforestar porque aún
hay bosques naturales ni se hace piscicultura porque quedan peces
en los ríos ... ¿Por cuánto tiempo?
153
También tiene mucho que ver con la situación de la Amazo-
nía peruana la falta de política de población, a nivel nacional. Es
sólo muy recientemente que, rindiéndose ante evidencias abrumado-
ras y ya irremediable, el gobierno empieza a preocuparse aun-
que nada · significativo ha sido hecho. Si la población nacional conti-
núa creciendo al ritmo actual y con las características que se le co-
nocen (Wicht 1986), la Amazonía tendrá pocas oportunidades de al-
canzar un desarrollo sensato.
154
En el proceso de zonificación debe tomarse muy en cuenta el
concepto de reserva forestal nacional, es decir las tierras cuyo uso
aún no ha sido definido o que, por falta de acceso y otras considera-
ciones, es recomendable mantener como reserva de recursos para
el desarrollo futuro. Del mismo modo, deben definirse las áreas de
importancia para la conservación del patrimonio genético nacional,
para el turismo, la recreación y la ciencia, así como aquellas que
son esenciales para proveer servicios de protección de cuencas (ca-
lidad del agua, regularidad de flujos hídricos, control de la erosión) .
Una gran superficie, de acuerdo a la clasificación de tierras, deberá
dedicarse a la producción de madera para las industrias forestales,
en forma de bosques nacionales u otros que se decidan. La tierra de
las comunidades nativas debe ser deslindada con carácter prioritario .
La tierra con aptitud agrícola o pecuaria debe ser dedicada a esos
fines y no a otros. ¿Qué porcentaje del área debe dedicarse a cada
uno de estos fines? Pues eso variará de una región a otra y está bá-
sicamente determinado por la clasificación de tierras por capacidad
de uso mayor.
155
Haas et al (1983), en un interesante estudio en el Huallaga Central ,
desvirtúan ese criterio.
156
te, lo que rara vez es el caso. Tampoco puede asumirse que cual-
quier tramo carretero fronterizo tiene finalidad geopolítica. Cabe pre-·
guntar, por ejemplo, cuál es el objetivo de la carretera Napo-Putuma-
yo, que va de "ninguna parte a ninguna parte" y otras preguntas si-
milares pue€len hacerse en el caso de la carretera Jenaro Herrera-
Puerto Angamos.
Aunque este tema será tratado más adelante, vale la pena re-
cordar que la Amazonia ofrece formidables pero desperdiciadas
157
oportunidades para la agricultura, en especial la de tipo perenne.
Ejemplos, entre muchos otros, son el del jebe y el cacao, cultivos
nativos del Perú a los que jamás se dio la importancia que se mere-
cen. En Brasil, en cambio, se han plantado muchas decenas de mi-
les de hectáreas de esas dos especies tan sólo en la última década.
Otro tanto ocurre con varias especies de palmeras nativas, para pro-
ducción de frutos y de palmito, de las que existen grandes plantacio-
nes en Costa Rica y en el Brasil o, asimismo con la castaña o nuez
del Brasil, que también se cultiva corrientemente en el país vecino,
mientras que aquí apenas hay unas pocas hectáreas experimenta-
les. Otra especie nativa desperdiciada es el cube o barbasco, que
puede suplir una demanda de rotenona que tiende a recuperar sus
niveles de antaño. Desde el punto de vista de los recursos genéticos
de varias de esas especies, el territorio peruano es riquísimo y po-
see, por ejemplo, los jebes silvestres más productivos, el camu caniu
con el más alto tenor de vitamina C, los únicos árboles de la quina
o chinchonas que aún conservan los alcaloides sinergizantes de la
quinina, etc. etc.
158
pa y papel pero también importante son las de alimento para gana-
do, plásticos y otros químicos. La industria de energía de biomasa,
empezando por el carbón, los gasógenos y terminando con el al-
cohol, es otra enorme posibilidad que debe ser llevada a nivel de es-
tudios de factibilidad.
159
4.13 LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA AMAZONICA
160
pulsar el transporte ferroviario. La amenaza de la contaminación am-
biental está latente en todo desarrollo industrial, pero su ausencia
también es una amenaza para la naturaleza. En efecto, a falta de
empleo urbano hay mayor presión de deforestación. El desarrollo in-
dustrial debe ser estrechamente supervisado y adecuarse a las pau-
tas establecidas para evitar impactos ambientales inaceptables.
161
de aplicar sus nuevos conocimientos en su empresa porque ésta no
tiene o no repara los equipos accesorios o las herramientas para ha-
cerlo.
162
4.17 CRITERIOS ECONOMICOS JUSTOS
CUADRO 25
163
nómica tan peculiar de la Amazonía. Un examen que preste oído
muy crítico a los insistentes pedidos de los comerciantes por hacer,
por ejemplo, zonas francas que no sustituyen una economía sana
basada en el trabajo.
CUADRO 26
164
la violación de las leyes. La construcción de una choza y la quema
de una parcela de bosque, en la práctica, es un título de propiedad
aún dentro de una propiedad ajena, bien delimitada y con títulos sa-
neados. En cambio, el mantener bosque, de acuerdo a ley, es una
causal de afectación. El reglamento de clasificación de tierras jamás
ha sido cumplido en el Perú, tanto que cabe preguntarse para qué
se sigue clasificándolas. Arce (1987) estudió la aplicación de la ley
forestal de 1975 evaluando su aplicación en una fracción ínfima, ex-
clusivamente en lo formal. Esta prohibido deforestar en laderas de
más de 30% de pendiente, en riberas de ríos y quebradas; esta
prohibido rozar, talar y quemar chacras sin autorización previa; es
obligatorio mantener de 15 a 30% de cada predio bajo cobertura fo-
restal , etc, etc. Es cierto que algunos de éstos dispositivos son de di-
fícil cumplimiento y que podrían reformularse. Sin embargo, en ver-
dad existe una anarquía total que de ninguna manera se resolverá
con más leyes, sino empezando a poner orden en el país.
165
recuperar, en especial si cada ciudadano asume su rol ante la socie-
dad y exige a los gobiernos que administran el Estado cumplir sus
obligaciones. ·
166
CUADRO 27
Huallaga Central y
Bajo Mayo* Perú**
Supeñicie Supeñicie
Clase (ha) % (ha) %
Fuentes: * FAO/ONERN/ONRA
** Zamora (1971)
167
nasas como Acacia y Prosopis son testimonio del carácter semiárido
de la zona. Ello explica también la mayor proporción de suelos de
buena calidad.
5.2.1 Agricultura
168
CUADRO 28
169
nos. Aparentemente, de 40 a 50% de las tierras ubicadas a lo largo
de la Carretera Marginal se usarían por lo menos para una cosecha
anual, intensidad que disminuye muy por debajo del promedio regio-
nal de 25% cuando las tierras son más alejadas de los caminos y
que, por lo general, son de menos aptitud agropecuaria.
170
descanso , o sea la que usa la tierra sin interrupción y que a su vez
incluye la agricultura perenne (café, frutales arbustivos o arbóreos) y
la agricultura intensiva como el arroz en pozas en las proximidades
de Tarapoto, sobre el Cumbaza, el algodón y el tabaco, entre otros
cultivos, en algunos lugares planos como en el área de Juan Guerra,
sitios éstos donde las tierras se trabajan sin descanso desde hace
más de una década. Lamentablemente, la proporción de tierras así
usadas es muy reducida, abarcando probablemente un 1O% del área
bajo producción agrícola y algo más del 1% del área deforestada;
(2) agricultura estable, con descanso , es decir la que como la ante-
rior, se circunscribe a un lote o predio pero en el cual no se trabaja
año tras año los mismos suelos sino donde se deja "descansar" a
parte de ellos por lapsos variables, cultivando tierras nuevas si las
poseen o tierras "descansadas", ya "empurmadas". La secuencia de
años trabajados y en descanso es muy variable, siendo la más co-
mún de 1 a 3 años de trabajo por 2 a 7 años de descanso. La exten-
sión así trabajada se estima en un 40% del área bajo producción, lo
que equivale probablemente a un 16% del área deforestada; y (3)
agricultura migratoria , cuya definición es la universalmente aceptada,
es decir aquella en que la propiedad o la tenencia de la tierra es del
todo relativa y en la que los campesinos, después de pocas cose-
chas, cambian de lugar, siendo frecuentemente sus "purmas" ocupa-
das por otros. Esta agricultura es la realizada por los habitantes más
pobres y abarca la mayor parte del ámbito, lejos de los servicios pú-
blicos.
171
plátano y por el escasísimo uso de fertilizantes, siendo absolutamen-
te desconocida toda forma de abonamiento orgánico o verde. Peor
aún, en la región se cultivan muy poco las leguminosas que, en total,
difícilmente abarcan el 4% de las tierras cosechadas cada año.
5.2.2 Ganadería
5.2.3 Forestería
172
devastadora actividad humana que no sólo repercute catastrófica-
mente en la conservación del suelo sino en la de los recursos fores-
tales, echando al traste todo intento de aplicar un plan de manejo
para la producción sostenida de la madera.
73
los planes de manejo. Esto último, dicho sea de paso, tampoco se
hace, pero para ello se tiene la buena excusa de la invasión de las
tierras de los contratos de extracción forestal por los agricultores mi-
gratorios.
174
algunos sectores del ámbito estudiado, como en Juanjuí, donde el
viento tumba platanales. Similar problema se presenta con el arroz,
en muchos sitios.
175
gión y donde el productor se ve reducido estrictamente a esa condi-
ción, sin posibilidad de gozar de las ventajas económicas y de las
oportunidades de empleo que aportan la industria, el transporte y el
comercio.
176
gía avanzada, o mejor dicho tecnología convencional o alta tecnolo-
gía puede ilustrarse en el caso de la "Revolución Verde" y es en ge-
neral , el paradigma de la enseñanza agronómica universitaria en el
Perú que actúa esencialmente en torno a mejoramiento genético, fer-
tilización mineral, biocidas, mecanización motorizada, grandes obras
de ingeniería, etc. Aún paquetes tecnológicos como el control bioló-
gico y también el control integrado de plagas se insertan básicamen-
te en este concepto, aunque pueden contribuir al de tecnología apro-
piada. En cambio, el esquema de desarrollo rural integral menciona-
do antes corresponde a las tecnologías apropiadas. Ahora bien, la
tecnología avanzada no es mala como algunas veces se afirma, si
es aplicada juiciosamente y en clases de suelos que respondan a las
inversiones que exige . Tal puede ser el caso, en el Huallaga Central
y Bajo Mayo, de los suelos de clases 1 a 111.
177
de tabaco y otros en Juan Guerra y el segundo a las plantaciones
de arroz en el valle del Cumbaza, ambos sitios muy próximos a Ta-
rapoto.
Los dos arrozales de los que se habla, aún pueden ser mejo-
rados. Por ejemplo, en ambos hay pequeñas pero innecesarias pur-
mas, ninguno usa criterios de fertilización orgánica, tampoco comple-
mentan adecuadamente su agricultura con crianzas apropiadas, sus
viviendas son incómodas e insalubres pese a ser mejores que el
178
promedio, etc. No obstante, estos dos casos son notablemente acer-
tados y, nuevamente, cabe expresar que si todos los agricultores
que ocupan buenas tierras trabajaran así no habría mayores proble-
mas en el ámbito estudiado.
179
por 5 a 1O filas que cortan la pendiente a nivel, cada 50 a 100 m. o
más según el desnivel y que permiten frenar la erosión y acumular
el material sedimentario al pie de las franjas de modo que, poco a
poco , se va produciendo un terraceo natural. Las especies que inte-
gran la franja se seleccionan en función de su enraizado y de la tra-
ma de su ramaje y su plantación no es más laboriosa ni difícil que
cualqu ier otra faena ru ral.
Suponiendo que no se pueda, que no convenga o que no se
quiera mejorar los suelos, subsisten no obstante otras formas de tra-
bajarlos optimizadamente. La modalidad más comúnmente adoptada
es la de los cultivos permanentes, como el cafeto y los frutales arbó-
reos y arbustivos o los pastizales para ganado bovino. Sin embargo,
como lo demuestran los hechos, la simple agricultura perenne o ga-
nadería extensiva no garantizan la conservación del recurso suelo
cuando las pendientes son fuertes , como suele ser en las clases VI ,
Vil u VIII. Por ello existen otras posibilidades como son los sistemas
llamados agro-forestales.
180
ñón, la ingaina, el renaco y una especie de Erythrina. En otros luga-
res, en Tarapoto mismo, se usa la yanabara y la palmera (así llama-
da aunque no es una palma), sobre la que clavan el alambrado , pro-
duciendo cercados perdurables, económ icos, estéticos y muchas ve-
ces alimenti cios para humanos (frutas) o para el ganado (hojas de
Erythrina, por ejemplo; muy apreciadas por bovinos y en especial
para cuyes y conejos) . Además de bovinos, cría cerdos y aves de
corral. Su agricultura en limpio está hecha, correctamente, sobre la
parte más plana de su propiedad y en ella, pese a los surcos hechos
a plena pendiente (co_mo siempre) , hay una inteligente combinación
de ma íz, plátano, yuca y dos especies de frejol, cubriendo bastante
bien el suelo y complementándose los cultivos por sus requerimien-
tos nutricionales (Ríos 1979). Otra hectárea del predio en mención
se encontraba "empurmada".
181
riamente valioso, pues produce (en sus variedades con y sin espi-
nas) frutos altamente cotizados (y con un seguro mercado en Lima)
y un palmito de buena calidad y, como bien se sabe, es una de las
pocas palmeras que rebrotan, facilitando su explotación con ese fin,
cuya demanda nacional y mundial es enorme e insatisfecha.
182
La ganadería del ámbito estudiado se beneficiaría mucho de
la introducción de L eucaena y de especies más productivas de Pro-
sop is, entre otros arbustos y árboles forrajeros.
183
muestran algunas experiencias locales. Además, es probable que
puedan hacerse pozos horizontales y "qanats" o túneles horizontales
en las faldas de las microcuencas, entre tantísimas posibilidades
(National Academy of Sciences 1974). Sin embargo , todas ellas es-
tán basadas en mantener la vegetación natural de las empinadas la-
deras de las cuencas colectoras. En el valle del Sedasisa se da la
ilógica situación de campesinos que no trabajan íntegramente la par-
te plana de sus predios y que ya están, en cambio, destruyendo el
monte de las laderas vecinas. La razón es conocida (mayor facilidad
de desmontar monte alto que "chamizales") pero el daño que ocasio-
nan al futuro uso de las partes agropecuarias es irreversible.
184
La imágen objetivo para la Selva
deberá definirse entre los dos extremos dramáticamente
representados por la arquitectura forestal amazónica y la de la
ciudad de Toronto, en Canadá. Entre lo absolutamente natural y lo
absolutamente artificial hay muchas opciones apropiadas.
(Foto Dourojeanni)
1. CONSIDERACIONES GENERALES
187
públicos dedicados a la asistencia técnica agrícola y forestal conjun-
tamente con los encargados del asentamiento rural.
188
En relaci ón a la preparación del terreno hay muchas alternati-
vas para cada cultivo, clase de suelo, clima y características topo-
gráficas locales . En la Selva, como en el resto del territorio , debe to-
marse en cuenta que si hay pendientes deben de adoptarse medidas
para frenar la erosión . Pero allí, menos aún que en la Sierra, se apli-
can prácticas de conservación del suelo a nivel de chacra. Al contra-
rio, los cultivos y los surcos, cuando los hacen , están siempre a ple-
na pendiente. En el colmo de la irresponsabilidad , inclusive una guía
oficial para el cultivo del algodonero, destinado a los agricultores del
Huallaga Central y Bajo Mayo, indica que en terrenos ubicados en
laderas, los hoyos deben hacerse "procurando mantener una línea
recta" (INIA 1979).
2. AGRICULTURA EN LIMPIO
189
Entre los cultivos anuales que son particularmente erosivos,
debido a los lugares y a la forma en que se les planta, están el
maíz, el rocoto y la piña. El plátano, pese a podersele considerar un
cultivo semiperenne, no ofrece las ventajas de éstos desde el punto
de vista de freno a la erosión y, además, se trata de un cultivo ago-
tante tle la fertilidad del suelo. Otro tanto puede decirse, en general,
de la 'papaya.
CUADRO 29
D
~ Arroz Frijol Maíz duro
Departamento con el
mayor rendimiento 8,361 1,299 4 ,372
Rendimiento promedio
nacional 4,757 873 2,745
190
niger) y el frijol de palo (Cajanus cajan). Otros frejoles que ofrecen
buenas posibilidades son los caupis (Vigna unguiculata, V. sinen-
sis, V. sesquipedalis) , el frejol de arroz (Vigna umbellata) y el frijol
alado (Psophocarpus tetragonolobus) . Los frejoles , sin embargo,
cubren un escaso porcentaje del área cultivada (2.5%) , desaprove-
chando una excelente fuente proteínica y una oportunidad de enri-
quecer el suelo. López (Comunicación personal 1987) ha utilizado el
pasto kudzú (Pueraria) en rotaciones, con excelentes resultados en
Jenaro Herrera. Otras leguminosas interesantes para la Amazonía
son, sin duda, la soya y el maní, que están muy relegados.
191
subeconómico. Finalmente agrega que otras 6 anuales (maní , cúrcu-
ma, jengibre, pituca, cocona y almizclillo) y 1 semipermanente (rici-
no) , estan representadas en forma insignificante en la región. Hay
pues un enorme potencial desaprovechado en cuanto a especies ya
utilizadas comercialmente en otras regiones tropicales y con merca-
do nacional e internacional.
192
Finalmente, merecen mención diversos frutales herbáceos im-
portantes como la cocona (Solanum topiro) , lulo (Solanum qui-
toense), maracuyá (Passiflora edulis), granadilla (Passiflora ligula-
ris) tumbo (Passiflora quadrangularis), todas las cuales son nati-
vas de América del Sur. Con excepción del maracuyá, éstas y otras
frutas nativas no son comercializadas, salvo a nivel de mercados lo-
cales.
3. AGRICULTURA PERENNE
193
pesar de su gran potencial. Se le puede cultivar en plantaciones pu-
ras o mixtas y también bajo sombra de especies forestales, tal como
el cafeto. La erosión es muy limitada en plantaciones de cacao razo-
nablemente bien cultivadas ya que protege bien el suelo y por otra
parte, la caída de follaje restaura en cierta medida el ciclo de nu-
trientes, tanto más si hay cobertura forestal, aunque la cosecha obli-
ga a cierto nivel de fertilización . Los rendimientos varían desde 200
kg/ha hasta 1,200 kg/ha, según la tecnología aplicada. El promedio
en el Alto Huallaga es del orden de 640 kg/ha, pero en realidad gran
parte de la cosecha proviene de plantaciones minúsculas e inclusive
de plantas aisladas (Watson 1985}. Por otro lado, las perspectivas
del mercado de cacao al iguaL que las de café y té, se presentan
sostenidamente favorables (Singh et al 1978).
194
montañas, donde provocan los fenómenos erosivos conocidos. Por
eso es recomendable aplicar la modalidad de plantar palma africana
en pequeñas y medianas propiedades asociadas a una fábrica,
como lo indica Watson (1985). Otro reproche que se hace, indirecta-
mente, a la palma aceitera es el que las palmas aceiteras silvestres
nativas, como el aguaje (Mauritia) no hayan recibido ninguna aten-
ción por parte del Estado, pese a las sólidas evidencias sobre su po-
tencial para contribuir, también a resolver el problema nacional de
aceites y grasas. Entre 1970 y 1987, el país no invirtió en estudiar
el aguaje ni siquiera el costo de implantación de una sola de las mi-
les de hectáreas de palma africana. Otra especie neotropical intere-
sante es la llamada palma aceitera americana, que también es un
Elaeis (E. melanococca).
195
En el Brasil, comenzando en la década de los 60, práctica-
mente se ha domesticado la castaña (Bertholletia excelsa), habien-
do reducido su tamaño de más de 60 m. a unos 12 m.; la primera
fructificación que es naturalmente a los 14 años fue lograda, en pro-
medio, a los 6 años; la reducida germinación, de apenas 25%, fue
elevada a 75% a cinco meses de la siembra, etc. (Nascimento &
Homma 1984). Además han obtenido una estructura de la copa que
permite su cultivo asociado como sombra para cacao, guaraná y pi-
mienta. En 1983 habían ya 3,000 ha de plantaciones de castaña con
esa tecnología y otras 2,000 ha se estaban plantando. La produc-
ción, al 92 año, alcanza a 5,000 lt/ha, esto es casi 140 veces más
que la producción de una hectárea de estradas de castaña natural.
Estos logros, asombrosos en tan breve lapso, demuestran el enorme
potencial desperdiciado en cientos de especies útiles de la Amazo-
nía.
196
otras muchas, entre las exóticas de origen asiático y africano, varias
de las cuales ni se conocen en el país (FAO/SIDA 1982). En resu-
men, tanto a nivel de plantas anuales, como semiperennes y peren-
nes existe un inadmisible desperdicio de recursos genéticos y hasta
de tecnología ya desarrollada en los países vecinos, en especial en
el Brasil.
198
tierras menos fértiles o marginales donde los impactos ambientale
serían mucho más graves. Hablar de agricultura intensiva, sin em-
bargo, no está reñido con la práctica de rotaciones.
199
En un capítulo anterior se discutió la forma de integrar mejor
la agricultura del arroz en pozas al desarrollo rural.
200
poración de materia orgánica. De este modo se logran las siguientes
ventajas: (1) El cultivo se beneficia de un buen drenaje, lo que a la
larga permite mejorar las características físico-químicas del suelo;
(2) Los nutrientes lixiviados son captados en el foso, donde por cier-
to se desarrolla una vegetación acuática o semiacuática importante,
la que periódicamente es lampeada y dispuesta encima de la plata-
forma, enriqueciendo su suelo; y (3) La chacra queda a buen res-
guardo del ataque de algunas plagas importantes, entre ellas las
hormigas Atta . El único inconveniente de la técnica descrita parece
ser el costo de la construcción , que requiere mucha mano de obra.
En cambio, el mantenimiento es relativamente simple. Actualmente ,
el indicado autor está precisamente tratando de resolver esos aspec-
tos.
5. LA AGROSILVICULTURA
201
dowski 1978). Para algunos, ésta alternativa incluye arreglos espa-
ciales tanto como secuenciales (Bene et al 1977, King 1979, 1980).
Los arreglos secuenciales, en la presente obra, se consideran princi-
palmente bajo los rubros de rotaciones con barbechos forestales o
como interfase agropecuario-forestal.
202
rrollado importantes trabajos de compilación y análisis de prácticas
agroforestales en la Selva (Poutanen 1985, INADE 1985, Flachsen-
berg 1985).
203
5.2 ARBOLES CON CULTIVOS PERENNES Y ANUALES
204
efecto, la eritrina es podada cada año, produciendo la sombra sólo
cuando es necesaria y brindando hasta 7.6 TM/ha/año de materia or-
gánica seca que revierte al suelo, 174.9 kg/ha/año de nitrógeno,
121.9 kg/ha/año de calcio y 75.4 kg/ha/año de fósforo, entre otros
elementos o que, en cambio, permite alimentar ganado. Esto se ob-
tiene con 5,000 pies/ha de café y 55 pies/ha de eritrina (Pérez &
Suarez 1985).
205
yoría de las muchas modalidades antes mencionadas son practica-
das por campesinos pobres, que supuestamente conducen especula-
ciones ganaderas reñidas con la técnica, pero que en realidad obtie-
nen una productividad mucho mayor que las granjas del Estado, por
ejemplo.
206
El bambú y otras especies como Macrolobium acaciaeto-
lium, entre otras especies, son a veces conscientemente utilizadas o
protegidas para evitar la erosión ribereña en condiciones de Selva
Alta (Poutanen 1985). Los bambúes, por otra parte, son toda una
promesa para el desarrollo rural.
6. SOBRE LA GANADERIA
CUADRO 30
NUMERO DE
ESPECIES ANIMAL(ES SACA
207
aún más trascendente es que de la superficie deforestada en la Sel-
va Alta, hay una proporción grande que es quemada cada año para
mantener una vegetación pastoreable de muy baja capacidad de car-
ga. Esto ocurre en la Ceja de Selva, en la interfase entre las punas
y jaleas y el bosque enano o más abajo, hasta 1,000 m.s.n.m. Esa fran-
ja deforestada, que tiene más importancia a lo largo de las carrete-
ras es la que corresponde a sitios como Carpish, en la bajada a Tin-
go María o a la bajada de Tarma a San Ramón. Se estima que por
lo menos 2 y quizás hasta 3 millones de hectáreas se pastorean en
esa forma, con quemas periódicas por único manejo y con una capa-
cidad de carga bajísima.
208
6.2 IMPACTOS DE LA GANADERIA
209
y otras facilidades que brinda el Estado. La ganadería extensiva en
la Amazonía también se explica por el concepto generalizado de que
"la tierra y los bosques no sirven para nada, siendo mejor poner ga-
nado a no hacer nada" (Denevan 1981 ). Otra motivación es aprove-
charla como justificación legal barata para el acaparamiento de tie-
rras, en espera de condiciones para su lotización, como es común
en el Estado de Rondonia y en toda la Amazonía brasileña (Hecht
1984). Finalmente, porque es la única actividad que se puede desa-
rrollar en. predios grandes donde hay carencia de mano de obra.
Como bien se sabe, en zonas de frontera agrícola todos tienen el
propósito de ser dueños de tierras y no asalariados de otros.
210
sión de 299,500 ha en Madre de Dios, pisoteando los intereses de
comunidades nativas, ribereños y de otros, en base a presiones de
tipo claramente gangsteriles (Moore 1980). Con una inversión anun-
ciada de 100 millones de dólares, pretendían establecer 140,000 ha
de pastos en 20 años, para colocar 240,000 cabezas de vacuno
cebú Brahman y Nellore (Agronoticias 1980). Esto es unas 24 veces
más grande que la granja Tournavista, que con 4,850 ha de pastos
y 9,000 cabezas, era la mayor de la Selva. ·
211
(1986). Además, el manejo del animal requiere de muphos conoci-
mientos y su leche es de difícil aceptación, dado su sabor diferente
(Toledo & Serrao 1983, Flores 1986, Nascemento et al 1979).
212
San Martín (Andropogon gayanus), braquiaria (Brachiara decum-
bens) y kikuyo de la Amazonía (Brachiaria humidicola), entre las
gramíneas, y Stylosanthes guianensis, Desmodium ovalifolium,
Centrosema, Pueraria phaseoloides y Zornia latifolia, entre las le-
guminosas (Ara et al 1981, Schaus et al 1983, López et al 1983).
Toledo & Nares (1 986) también ofrecen opciones.
213
La gama de opciones es enorme y permite orientar la ganadería a
doble propósito y no únicamente a carne, con lo que se elevaría la
calidad de vida del campesino y se diversificaría la producción y la
rentabilidad económica. Ya se mencionó que en Oxapampa, utilizan-
do esos criterios, con crianza semi-estabulada, hay pequeños propie-
tarios que mantienen 5 cabezas/ha. y que consideran llegar pronto a
tener hasta 8 cabezas/ha, aumentando la intensidad de estabulación.
Eso no es de extrañar, Ruiz y Pinheiro (1975) refieren haber obteni-
do, en el Brasil, ganancias experimentales de hasta 267 kg /ha/día
aplicando el método de pastoreo racional Voisin.cuando lo normal en
Brasil es apenas 35 kg/ha/año. En Brasil, los autores citados ya pro-
ducían, comercial y sostenidamente, unos 1,000 kg /ha/año de carne
y 13,000 kg/ha/año de leche, aplicando el método Voisin. Quizás ta-
les resultados no sean reproducibles en su totalidad, pero demues-
tran el enorme potencial existente para una ganadería correctamente
manejada. Obviamente, ese tipo de ganadería será más fácil de con-
ducir en unidades pequeñas o medianas que en grandes.
214
pijuayo, mientras que . el pacae sirve como mejorador del -suelo y
como leña en un turno de ocho años. El mismo autor tiene otro es-
tudio (Bishop 1979a) que revela, también para el Ecuador, las venta-
jas de la asociación de pastos leguminosos y gramíneos con árboles
valiosos, como Cordia alliodora, para bovinos. La rentabilidad eco-
nómica de la producción combinada de carne y madera es 200%
más que la que se obtendría sólo con ganado, en ambos casos
manteniendo 2 cabezas/ha en un turno de 20 años. Pero ejemplos
como los descritos, aplicables a la Selva, existen por cientos (CATIE/
UNU 1979, IICA 1974, Combe et al 1981), habiéndose mencionado
varios al tratar de la agroforestería.
216
La agricultura intensiva convencional es apropiada en los
suelos que la soportan, como en el fértil valle de Chanchamayo.
Pero la deforestación de· las laderas empinadas en
ese valle fue un grave error.
(Foto Dourojeanni)
LA FORESTERIA: EL FUTURO
RELEGADO
VIl LA FORESTERIA: EL FUTURO
RELEGADO
,. ' ''•
219
El Perú , pese a su obvia riqueza forestal , es uno de los paí-
ses de América Latina con el más bajo consumo per cápita de ma-
dera y de papel. El consumo peruano de papeles y cartones es de
10.6 1\g/año, es decir apenas el 43% del promedio del consumo de
la región. En 1986 el Perú importó 51 ,000 TM de pulpa de fibra larga
por unos 25 millones de dólares. Además se importa papel de perió-
dico por un valor de 25 millones de dólares al año. En 1985, apenas
exportó unos 5 millones de dólares de productos maderables e im-
portó por 2 millones. El sector forestal peruano aporta menos del 1%
del PBI nacional. En síntesis, una catástrofe. Cabe rescatar, eso sí,
que tan sólo la industria de transformación mecánica genera 20,000
empleos permanentes al año. ·
220
de seguir existiendo mediante regeneración natural. La mayoría de
los bosques naturales de América del Norte, y aún de Europa no tie-
nen más manejo que eso .
221
Por sí sola, la explotación forestal sin pautas racionales tiene
como consecuencia la degradación del recurso. Ejemplos de ello
abundan, como ya fue señalado.
222
67 unidades que abarcan más de 18 millones de hectáreas en el
bosque tropical húmedo neotropical y 99 unidades que abarcan 5.5
millones de hectáreas en el bosque seco tropical y formaciones simi-
lares del neotrópico. A diferencia de los bosques bajo explotación fo-
restal un elevado porcentaje de los parques nacionales y áreas pro-
tegidas tienen infraestructura, equipo y personal y si bien no todos
tienen planes de manejo propios, se aplica en ellos una política uni-
forme.
223
dónde extraen la madera, ya que el contrato es esencialmente una
justificación para la posesión de trozas que en real idad sacan de
donde quieren o pueden o que compran a terceros. Esto se debe en
gran medida a que, debido a la baja intensidad de la extracción , los
madereros han exigido que se aperturen bosques de libre disponibi-
lidad prácticamente en todas partes. De 46 millones de hectáreas
aptas para la producción forestal, están sometidas a aprovechamien-
to nada menos que 42 millones de hectáreas (91 %), en forma de 6
bosques nacionales (5.5 mil lones de hectáreas) y 39 bosques de li-
bre disponibilidad (36.7 millones de hectáreas). En esa forma es im-
posible aplicar orden en la extracción y menos manejar el récurso.
224
CUADRO 31 --
Año de
Nombre Superficie Localización establecimiento
225
particular durante el actual, permitió el asentamiento de colonos en
tierras de aptitud forestal, dentro del Bosque Nacional, lo que es ile-
gal, la fórmula conciliatoria de establecer un asentamiento forestal a
lo largo de la Marginal hubiera podido funcionar bien pero, por falta
de supervisión y apoyo, degeneró en una ocupación de tierras sin
aptitud agropecuaria que no difiere de lo que sucede en todas par-
tes. Aún queda algo del Bosque Nacional van Humboldt, pero su fu-
turo es poco promisorio y, por todo lo expuesto, habrá contribuido
aún menos a la causa del manejo forestal que lparía.
226
y sus trabajadores, por un lado y los invasores, por el otro, termina-
ron en una tragedia que acabó con la experiencia. Una sociedad
agrícola de interés social, la SAIS Pampa y la empresa de propiedad
social Luchadores de Tierra Roja, ambas cerca de Pucallpa, hicieron
asimismo un intento serio por manejar sus recursos forestales. La
primera abandonó, por cambios en la directiva y la segunda continúa
operando su aserradero, aunque ya no realiza manejo.
227
'va de cuarteles de corta correspondientes a un turno o rotación lar-
ga, definidos en base a un inventario de baja intensidad. En rigor no
hace falta ningún tipo de intervención silvicultura! ya que los turnos
pueden ser tan largos como sea necesario, dada la enorme exten-
sión que abarcan aún estos bosques. La única restricción a un ma-
nejo tan extensivo es el costo del transporte menor pero hay un pun-
to óptimo ajustable mediante el porcentaje del volumen · de madera
en pie que se extrae por hectárea. Entre esta forma elemental de
manejo y las más sofisticadas e intensivas, como podría ser la tala
rasa y la reforestación hay una infinita gama de variantes aplicables
a cada realidad ecológica y económica.
228
La falta de atractivo económico del aprovechamiento racional
de los bosques tropicales americanos es aún mayor en los países
en que tales recursos están alejados de los centros de consumo na-
cionales o que por esa misma razón están en desventaja relativa
para la exportación. Tal es el caso de Bolivia ·y Perú y de grandes
áreas de Brasil, Colombia y Ecuador. Los estados de Rondonia,
Acre y otros del Oeste del Brasil prácticamente no tienen posibilidad
de comercializar sus maderas, salvo las pocas que ya tienen acepta-
ción tradicional y fuerte demanda debido a su escasez en áreas más
próx.imas al mercado. Tal es el caso de Cedrela y Swietenia, por
ejemplo.
229
más recientemente también a la Selva. La Sierra tiene un gran po-
tencial agropecuario y forestal, casi por entero mal utilizado o sub-
utilizado, que podría dar buenas condiciones de vida a sus habitan-
tes.
230
cualquier pendiente y, en general, no se cumple nada de lo sustan-
cial para la conservación de los bosques naturales, salvo en cierta
medida lo que corresponde a parques, reservas y santuarios nacio- ·
nales y estatales. Es más, en el Perú los agricultores que destruyen
bosques protectores en laderas para cultivar maíz reciben, con sólo
pedirlo, un certificado de posesión del Ministerio de Agricultura y fi-
nanciación del Banco Agrario, en flagrante violación de la legislación
que esas mismas instituciones han contribuido a dar. Pero eso mis-
mo y mucho más ocurre en todos los países tropicales del continen-
te. Por otra parte, en el Perú como en varios otros países, cualquier
deforestación es considerada una "mejora", por la que hay que pagar
y la que facilita el acceso a la propiedad. Así se legaliza legalmente
lo ilegal. ·
231
Por otra parte, si bien hay conciencia creciente del' valor de la
madera, la opinión pública no tiene ninguna comprensión de la im-
portancia de los bosques naturales como generadores de servicios.
Esto ni siquiera es completamente claro entre los propios profesiona-
les forestales latinoamericanos.
232
del mar; y al hecho de que esos bosques son mucho más ricos en
especies conocidas, como las Dipterocarpaceae, lo que les permite
extraer en muchos casos más de 50 M 3/ha, abaratando costos. La
deforestación por campesinos sin tierra o por esquemas de coloniza-
ción es una consecuencia de la elevada y creciente densidad de po-
blación, habiendo multitudes que, simplemente, buscan donde vivir.
La pérdida de bosques en esas regiones, en especial en Asia, es
dramática y de tendencias prácticamente irremediables (FAO/UNEP
1981, Myers 1980). El estimado más pesimista es que al año 2000
queden apenas 92 millones de hectáreas en Asia y Australia y 168
millones de hectáreas en Africa, mientras que en América Latina
quedarían 283 millones de hectáreas (US lnteragency Task Force on
Tropical Forests 1980). Otros estimados, como el de Dourojeanni
(1980) señalan como probable que, al año 2000, queden unos 524
millones de hectáreas de bosque tropical denso en América Latfna.
Sea como sea, todo indica que durante el próximo siglo, la Amazo-
nía será la principal fuente de madera tropical en el mundo. Perú,
debe recordarse, es el país con la mayor extensión de ese tipo de
bosques en el continente. Concurrentemente, el comercio mundial de
maderas tropicales, que al año 1982 tenía un flujo de 8 millones de
metros cúbicos de madera aserrada y paneles, aumentará a unos 27
millones de metros cúbicos (FAO 1985).
233
ponga énfasis en estos últimos, sean de fibra o de partículas. Igual-
mente se tenderá la industria de la vivienda y de la mueblería, me-
diante la técnica de los prefabricados.
234
madera. Lo lamentable es que los forestales han despreciado mucho
los llamados "productos secundarios del bosque".
235
cuencia de la inexistencia de un catastro forestal pero, en gran medi-
da, se debe a que cuando reciben material cartográfico no lo aprove-
chan ni actualizan o lo pierden. Es así como gran parte de los con-
tratos son otorgados en base a croquis sin comprobación de gabine-
te o de campo, existiendo una indescriptible confusión, con inconta-
bles casos de superposición de áreas sobre otros contratos, sobre
tierras de comunidades nativas o sobre tierras de unidades de con-
servación. Por eso proliferan los litigios, ocupando la mayor parte del
tiempo de los funcionarios. Las únicas inspecciones de campo que
realizan se producen en casos de conflictos muy serios y muchas
veces a costo de una de las partes interesadas.
236
tos rurales. Actualmente, los bosques que no son de libre disponibi-
lidad, bosques nacionales, unidades de conservación o que no están
en el territorio de comunidades nativas, carecen de estatus. Se insis-
te en que aún en los casos en que la tierra tiene aptitud agropecua-
ria, ésta debe ser parte de la reserva nacional forestal mientras está
inaccesible y su aprovechamiento debe someterse al régimen fores-
tal (gráfico 9).
Bosques Nacionales
Bosques Distritoles
Unidades de Conservación
Comunidades Nativas
.Asentamientos Rurales
237
Parque
Nacional
Gráfico 1O. Esquema de un distrito forestal con todas las categorías de bosques a reconocer
238
(3) Manejo y subasta pública, con participación del sec-
tor forestal privado local. En cada distrito forestal existirían varios
bosques distritales, determinados en función del tamaño, localiza-
ción, tipo de bosque y otras características. Los bosques inaccesi-
bles del distrito forestal estarían conformando la reserva forestal na-
cional. Cada bosque distrital delimitado tendría su propio plan de
manejo, concebido en función de las necesidades actuales y previsi-
bles de la industria local y de las premisas del aprovechamiento sos-
tenido. Los cuarteles o tramos de corta anuales deben alcanzar a
producir suficiente materia prima para abastecer la demanda, en
base a una concertación anual entre el ser\ticio forestal, representa-
do por el distrito forestal y los empresarios. Las autoridades del dis-
trito forestal tratarán de imponer precios que correspondan a los cos-
tos reales del manejo y de introducir nuevas especies al mercado.
La subasta se referirá a vuelo en pie, quedando la extracción a car-
go del ganador de la subasta de cada porción, definida ésta en fun-
ción del número de extractores previsible. Las condiciones de la ex-
tracción dependen del plan de manejo.
239
obtenidas por encima del precio base de la subasta. Así, el servicio
forestal tendrá un aliado importante en su constante lucha contra los
extractores que se resistirán a pagar el precio justo, contra los agri-
cultores precarios que invaden bosques y contra quienes intentan
explotarlos ilegalmente.
240
procedieron a la venta desordenada de madera en pie a extractores
de Pucallpa y a instalar agricultura convencional, pese a que los
suelos no tienen aptitud agropecuaria.
241
binado con los existentes sobre sucesiones y tiempo necesario para
llegar a la madurez, permiten hoy encarar el manejo de un modo dis-
tinto.
242
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o Leyenda: A Madera corriente (li viana y blanda)
a.. 20 B Madera val iosa (densidad media)
C Madera de va lor variable (densas y pesadas)
10
o
200
A Ñ O
1\)
~
w Gráfico 11 . Alaunas características de la sucesión después de tala rasa en el bosque húmedo tropical Fuente: Tosi (1980)
ventarios forestales recientes, que de un volumen total industrial de
121 M3 el volumen comercial actual es apenas de 28 M3, es decir
menos del 23%. Igualmente, se observa en el cuadro 33 que de 265
CUADRO 32
Contamana 133 53 25
Pichis/Palcazu 115 51 34
La Merced/Satipo 123 44 24
CUADRO 33
244
especies existentes en promedio en los bosques inventariados, las
especies más abundantes están representadas por 9.5 ejemplares
por hectárea, mientras que las más raras lo están por apenas 0.012
ejemplares por hectárea. Frecuentemente las especies consideradas
más valiosas son las naturalmente más raras, que se encuentran a
razón de un ejemplar cada 8 a 1O hectáreas, encareciendo extraordi-
nariamente los costos de extracción y manejo, en especial si se les
confronta a la existencia de centenares de ejemplares por hectárea
en los bosques naturales templados. Además, las especies más
abundantes sueien ser las de maderas duras, es decir densas y pe-
sadas, que muchas veces no son flotantes, encareciendo el trans-
porte menor.
CUADRO 34
245
3.2.2· Las amplias alternativas de manejo.
246
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o Exóticas <.t
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+ r6leos
Regener6ción natur61
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o
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:::1
sin intervención . o.
cw
ciones que se derivan de talas rasas parciales las cuales, dicho sea
de paso, ya se aplicaban en las antiguas colonias francesas y belgas
de Africa desde antes de la última guerra mundial. Catinot (1965}
hace una interesante descripción de una serie de opciones de mane-
jo basadas total o parcialmente en la regeneración natural y también
en parte en la regeneración artificial. Menciona, entre otras, las técni-
cas "okoumé", "limba", Martineau, enriquecimiento en trochas y par-
celas. La técnica "taungya" así como el "tropical shelterwood sys-
tem", el "irregular shelterwood system" y el sistema uniforme, con su
variante malaya, han tenido un desarrollo mayor en las antiguas co-
lonias británicas (Masson 1983).
248
Bosque maduro 1J sobremaduro
(remplazo)
249
bicos, con un volumen de corta anual entre4.7 y 7.1 millones de me-
tros cúbicos al año 2000, según que el ciclo de corta sea, respecti-
vamente, de 60 y 40 años. Este estimado está basado en la extrac-
ción de 26 M3/ha en 1'100,000 ha. de los bosques nacionales y en
4'320,000 ha. de los de libre disponibilidad que aún no han sido des-
cremados y de 20 m3/ha. en 7'200,000 ha. de los bosques de libre
disponibilidad explotados. Esto no es el potencial productivo de los
bosques sino lo que se puede esperar, razonablemente, para enton-
ces.
250
árboles, arbustos y hierbas, amén de epífitas y plantas inferiores, se
encuentran en cada uno de los varios tipos de bosques secundarios
que se desarrollan. Sin embargo, el predominio de ciertas especies
arbóreas es tan notorio en algunos tipos de bosques secundarios
que, con frecuencia, los forestales se refieren a ellos como si fueran
bosques homogéneos. En el Perú, es común referirse al cetical o al
topal, indicando asociaciones con predominio de cetico (Cecropia) o
de topa (Ochroma), respectivamente. Los primeros son naturalmen-
te comunes en las orillas de los grandes ríos , como parte del com-
plejo florístico que caracteriza al bosque aluvial clase 111 o bosque ri-
bereño del Mapa Forestal del Perú (Malleux 1975).
251
!\) CUADRO 35
(]1
!\)
LISTA PRELIMINAR DE ESPECIES COMUNES O RELATIVAMENTE COMUNES
EN LAS "PURMAS" DEL PERU
..
NOTAS: 1/ Géneros en los cuales hay muchas más especies, aparte de las mencionadas.
2/ Géneros más representativos de las especies de "purma".
3/ Géneros de alta complejidad taxonómica. ·
• 4/ Especies con frutos comestibles.
FAMILIA GENERO ESPECIE (S) NOMBRE COMUN
255
dario adulto, que es explotable por presentar volúmenes de madera
y dimensiones por árbol importantes, es el estadía que predomina
(46%). Sobre este tema, aunque con menor profundidad, también
tratan Malleux (1975) y Schrbder (1980) .
CUADRO 36
256
constituían el 86% de la población de cada hectárea. Los indicados
autores no aportan información sobre la edad que corresponde a
cada uno de los estadías que describen. Sea como sea, estos datos
demuestran que los bosques secundarios, aún en sus estadías
avanzados son considerablemente homogéneos, lo que facilita su
eventual aprovechamiento.
CUADRO 37
Nota: La información proporcionada por FAO (1 966) fue obtenida de Barreda (1 950)
y de Forres! y Barbour (1 953) .
257
cies de bosques secundarios. De otro lado, Ugamoto y Pineda
(1986, 1987) han ensayado la germinación de semillas de 24 espe-
cies forestales del van Humboldt, entre ellas Bixa platicarpa, Gua-
zuma crinita, G. ulmifolia, Ceiba sp. y han desarrollado técnicas de
producción de plantones de Guazuma, Spondias y de otras espe-
cies de árboles de bosque secundario.
258
las naciones y tribus amazónicas. Varios antropólogos y geógrafos
han estudiado el tema en el Perú. Excelentes descripciones del cul-
tivo de roza y quema han sido hechas para los Campa del Gran Pa-
jonal (Denevan 1971 ), los Urarina del río Chambira (Kramer 1977,
1979), los Aguaruna del Marañón (Berlin & Berlin 1978), los
Amahuaca del este (Carneiro 1979), los Secoya del norte (Casanova
1979), los Secoya del río Yubineto y otros nativos (Gasché 1975,
1980), los Bora de la cuenca del Ampiyacu (Denevan et al 1986),
entre varios más. Aunque hay diferencias, a veces importantes, cada
caso sigue un patrón común que, entre otros, resume Camino
(1984).
259
CUADRO 38
Chacra madura Manihot, Xanthosoma, Dios - Pioneras útiles, incluidas enredaderas y hier-
(2 años) corea, lpomoea, Musa,- - bas en bordura de chacra.
Solanum y otros.
Purma transicional Manihot resembrado, Ananas, Madera para postes u otros usos (Cecropia.
(5 años) Arachis. Erythroxylon, ~. Ochroma, Jacaranda) ; medicinales, alimenta-
Persea· , Anacardium , Citrus, rias (~. Pouroma). Fauna silvestre
Lonchocarpus; Pouroma, (captura).
Capsicum y varios tubérculos.
Purma con frutales Bactris, Musa, Pouroma, ~. Mucha madera blanda apta · para construc-
(4-6 años) Pouteria, Erythroxylon, Bixa, ción y leña (Cecropia, Ochroma, Jacaranda,
algunos tubérculos, restos de Schizolobium, Guazuma); palmeras útiles
Ananas. etc.
--
(lriartea, Astrocaryum). Fauna silvestre (cap-
tura y caza).
Purma "de bosque" Bactris, Theobroma bicolor, Theobroma bicolor, Poragueiba; maderas se-
(12-30 años) Pouroma, Artocarpus- - mi-duras (Cedrela, Virola); palmeras (Euterpe,
Astrocaryum , Euterpe, Jessenia) Fauna sil-
vestre (caza).
260
ricas tierras aluviales de la Amazonía, de la que desposeyeron siglos
o décadas atrás a los indios y, por ende, sus barbechos son más
cortos. Los colonos asentados en tierras altas pero planas pueden
usar métodos similares a los indios o deforestar con maquinaria pe-
sada, según su nivel económico y la disponibilidad del equipo. Sin
embargo, salvo excepciones como en el Huallaga Central (Douro-
jeanni 1981 ), los que plantan especies anuales también practican
barbechos forestales tan largos como puedan hacerlos, en función
de la presión sobre la tierra. Los asentados en tierras en, laderas, es
decir los colonos dedicados a la agricultura en limpio más pobres,
actúan igual pero nunca practican desmonte mecanizado. Además,
·por estar las tierras sometidas a procesos erosivos severos, los bar-
bechos deberían durar más Rara reponer la fertilidad, aunque ese no
es siempre el caso debido a que la presión de los campesinos sin
tierra es ejercida en gran parte sobre esas tierras marginales. Los
campesinos pobres no suelen hacer prácticamente ningún uso de la
madera procedente de los desmontes, excepción hecha de la even-
tual venta previa de madera fina a extractores forestales locales. Por
otro lado, a consecuencia del uso del fuego se producen, en esas la-
deras incendios forestales limitados pero que carcomen los bosques
aún no talados ubicados en la parte superior de las chacras.
261
CUADRO 39
1) Taungya
Chorisia sp. con plátano '
5) Barbecho mejorado
Chorisia sp.
Guazuma sp.
Guazuma sp.
lnga sp.
Ochroma sp.
Schizolobium amazonicum
6) Tutores
Jacaranda con pimienta
11. Sistemas que combinan simultáneamente árboles con cultivos y pastos.
Cecropia sp. con cacao y pasto
111. Sistemas que combinan árboles con pasto
262
cíes semidomesticada o silvestres de lnga, un género común en las'
purmas. Pero este género es asociado con otros numerosos cultivos
anuales y perennes. Igualmente, otra leguminosa, la Erythrina, es
usada por doquier en forma de cercos vivos, para sombra y alimento
de animales. Lo primero ya había sido reportado en 1955 poJ Bur-
gos. Pero hay docenas de otros ejemplos, muchos de ellos citados
por Poutanen (1985) en base a una encuesta nacional (cuadro 39)
y otros, respectivamente para Selva Alta y Baja, por Brack et al
(1985) y Ríos (1979) y Castillo (1985). Véase también INADE
(1985) .
263
General Forestal y de Fauna 1978). El volumen extraído para esa in-
dustria varió de 10,427 TM en 1969 a un máximo de 54,333 TM en
1972. De 1969 a 1976 se extrajeron 363,861 M3 (Dirección General
Forestal y de Fauna 1977, 1980, 1981 , 1982). La paralización de la
fábrica, en 1983, es atribuible a la sobre-explotación del recurso en
las riberas tanto como a sus altos costos de producción y mala ad-
ministración. Gonzáles y Malleux {1966) y Sánchez {1968) habían
estudiado el potencial de los rodales de esos ríos y habían hecho
recomendaciones para el manejo que, por cierto, no fueron aplicadas
por los extractores contratados por la industria. Previamente, Barre-
da {1950) y Forrest y Barbour (1953) habían señalado que exitía
suficiente Cecropia en las cercanías de Pucallpa para sostener una
producción de 60 TM/día de papel. Bazán (1967) también había cal-
culado que, en las riberas del río Ucayali entre Pucallpa y Atalaya,
existía Cecropia suficiente, siempre y cuando se hiciera una rota-
ción que él estimó en 8 años. Cuando la Cecropia empezó a esca-
sear utilizaron, con relativo éxito, otras especies de "purmas" ribere-
ñas como Ficus y Hura, cuyos volúmenes están considerados en
las cifras indicadas.
264
Sendos trabajos de Aróstegui (en especial 1970, 1974, 1982),
Aróstegui y Acevedo (1971-1974), Aróstegui, Gonzales y Sato (1980-
1981 ), Aróstegui y Sato (1970), Aróstegui et al (1980), entre otros,
brindan información sobre las propiedades físicas y mecánicas ·así
como de los usos actuales y potenciales de especies comunes en
las "purmas". En ellos queda evidenciada la enorme gama de formas
de aprovechamiento posibles, ya demostrados para el caso de nu-
merosas especies, entre ellas precisamente las que más abundan .
Por tomar un caso concreto, muchas especies de "purma" son exce-
lentes para la fabricación de lápices, como lo reveló un estudio sobre
161 especies amazónicas (Bueno 1976).
265
4.3.3 Uso medicinal y ornamental
266
millones están recubiertos por vegetación forestal, constituye un gran
recurso actualmente desperdiciado o grandemente subutilizado. Tan-
to más por cuanto esos millones de hectáreas están, por lo general,
servidos por infraestructura vial y centros poblados con servicios di-
versos. Por otra parte debe recordarse que las tendencias indican
que hasta el año 2000 se deforestarán otros 4 millones de hectáreas
con el mismo patrón de utilización que hasta el presente. Si bien se
reconoce la necesidad de los barbechos para restaurar la fertilidad
de los suelos, se considera que este objetivo se puede alcanzar con-
comitantemente con el aprovechamiento de parte de la biomasa ge-
nerosamente producida por las "purmas", en particular si éstas son
manejadas.
267
Pero como bien se sabe, la madera no sólo es materia prima
para pulpa y papel. También brinda excelentes perspectivas para la
fabricación de plásticos y fibras en base a polímeros derivados de la
celulosa (Goldstein 1975, Allan & Dutkiewicz 1978) y también de ce-
polímeros madera-plástico (Antoine 1976). La producción de alcohol
y demás combustibles de biomasa es otro tema de creciente actua-
lidad, como lo señalan Thibau (1977), Banco Mundial (1981) y re-
cientemente, Goldemberg (1985). Existen dos estrategias para definir
los costos de transformación de madera en alcohol. La primera con-
siste en hidrolizar la celulosa de la madera y fermentar los azúcares
obtenidos. En este caso el paso clave y problemático es la hidrólisis.
Entre los diversos procesos que existen, solamente el ácido está
operando a escala industrial en el mundo, en especial en la URSS.
La COALBRA, empresa estatal brasileña, produce etanol por este
proceso. Pero la hidrólisis enzimática es otra posibilidad que se está
desarrollando. La segunda estrategia es la gasificación de la madera
para que produzca un gas de síntesis de Btu mediano, acondicionar
el gas y transformarlo catalíticamente en alcohol. El avance actual
de ésta tecnología está limitado a la producción de metanol, pero es-
tán desarrollándose catalizadores para producir alcoholes superiores.
268
ría. El tema es antiguo (Bender & Bowden 1969) y actualmente hay
tecnologías desarrolladas (Hajny 1981) en pleno uso comercial en
varios países. Los primeros de los autores nombrados demostraron
que se puede aumentar la digestibilidad en vitro de madera de ála-
mo temblón a un nivel comparable con el de heno de grado medio
por simple tratamiento al vapor. Estudios más recientes sobre esta
alternativa han sido publicados por Marx (1982) y Waldern et al
(1980). Pero también se hace el tratamiento por álcalis. Otros trata-
mientos posibles son la hidrólisis-oxidación, el proceso Masonite y la
sacarificación (Sinner, Puls & Dietrichs 1978). En el Perú esta posibi-
lidad fue explorada en la década de los 60 por A. Bacigalupo de la
Universidad Agraria, utilizando broza de algodón, con resultados po-
sitivos. Existen varias empresas privadas que ofrecen procesos (Sta-
keTech, Pro-Cel) que con especies de regiones templadas producen
hasta 58% de nutrientes digeribles totales. J . Tosi , al igual que Dou-
rojeanni (desde 1976) vienen recomendando insistentemente la ex-
perimentación de esta opción en el ámbito de la Amazonía peruana,
pero hasta ahora ninguna planta opera en el país.
269
Pero, esa información está considerablemente inflada a nivel nacio-
nal y, en el caso de la Selva, incluye las plantaciones de enriqueci-
miento, lo que de acuerdo a la legislación vigente y al sentido común
no debería considerarse. Tomando en cuenta lo dicho puede afir-
marse que, con excepción de algunas plantaciones experimentales,
no existe reforestación en la Selva.
272
de las ya mencionadas en plantaciones abiertas, como lupuna, huim-
ba e ishpingo. También se han ensayado, por ejemplo, el ulcumano
(Podocarpus) con resultados muy pobres.
273
mente, esas áreas sirven para la conservación de la diversidad ge-
nética y de los recursos genéticos, así como de la fauna silvestre.
Es decir que son áreas que proveen servicios. Pero, asimismo, pue-
den producir bienes tales como recursos forestales no maderables y
fauna silvestre, sin afectar su calidad protectora. Además, en térmi-
nos económicos directos, esas áreas sirven para el desarrollo de ac-
tividades turísticas importantes, dada su riqueza biológica y sus her-
mosos paisajes.
274
no hay razón para oponerse a los aprovechamientos que no reduz-
can la capacidad protectora de los rodales.
275
Los hongos comestibles, durante tanto tiempo menosprecia-
dos, son al fin objeto de un estudio serio que conduce la Universidad
Nacional Agraria en su estación de Dantas, en la cuenca del Pachi-
tea. El trabajo apunta hacia el cultivo de las especies más promiso-
rias, entre ellas las de los géneros Morchela, Coprinus, Boletus y
Lactarius. Hay unas 30 especies de hongos comestibles ya recono-
cidas.
276
tulo aparte en cuanto a su aporte actual y potencial al desarrollo
amazónico, que en el Perú nunca ha merecido un estudio serio.
277
categoría especial de bosques de producción dedicados a éstos fi-
nes, muchos de los bosques de protección podrían aprovecharse
para éstas actividades.
278
minado, en forma de laminados encolados o contrachapados, cha-
pas decorativas y otras variantes. Los tableros de fibra y de partícula
son una solución muy aceptable para el aprovechamiento de mez-
clas de especies y así poder aumentar la proporción de especies
aprovechadas. Otro rubro prácticamente intocado es la preparación
de pre-fabricados para vivienda y mueblería. A mediados de los 70,
un estudio de factibilidad hecho por una empresa finlandesa indicaba
poder aprovechar unos 70 M 3/ha para ese fin, en la zona de Yuri-
maguas. Pero el proyecto nunca se ejecutó.
279
Bosque aun virgen, en la cuenca alta
del río Manu. Los cedros crecen en manchales
cerca de las orillas del río.
(Foto Dourojeanni)
La exploración forestal es muy anárquica en el Perú.
Son pocas las grandes empresas que operan y ninguna, grande o
pequeña, maneja el recurso que es de todos los peruanos.
(Foto Dourojeanni)
En el Palcazu se está
llevando una experiencia de
Q manejo de bosques naturales con
participación de las comunidades nativas.
(Foto Dourojeanni)
Frecuentemente las trozas son transportadas
sobre distancias muy grandes, elevando demasiado los costos.
(Foto Dourojeanni)
283
metros de altura, la fauna de interés por su carne es más rara tanto
en términos de diversidad como de densidad. Además, los bosques
amazónicos de la vertiente oriental de los Andes de Venezuela, Co-
lombia, Ecuador, Perú y Bolivia han sido intensamente degradados
por diversas formas de explotación forestal o han sido completamen-
te eliminados sobre algunas decenas de millones de hectáreas.
CUADRO 40
CONSUMO PROMEDIO
PAIS DIARIO PEA AÑO DE LAS
LUGAR CAPITA (Gr.) OBSERVACIONES AUTOR
Brasil
-- Smith (1976)
Nova Fronteira. 25.9 1973-1974
L. da Vinci 42.1 1973-1974 " "
Coco Chato 6.6 1973-1974 " "
F.N. Tapajoz 246.0 1978 Dourojeanni (1978)
Perú
--
Río Pachitea 460.0 1965 Pierret y Dourojeanni
(1966)
Río Ucayali 52.0 1966 Pierret y Dourojeanni
(1967)
J . Herrera 75.8 1971-1972 H íos et al (1973)
R. Pichis 1980 Gaviria (1981)
284
mismo ámbito, deben representar los resultados más aproximados a
una media para gran parte de la amazonía baja no servida por ca-
rreteras. El estudio de Ojasti et al (1981) confirma también esos re-
sultados.
CUADRO 41
285
La mayor parte de los estudios realizados demuestran que los
animales pequeños o de caza menor constituyen el 50% o más de
la carne de animales salvajes consumida (cuadro 42). Sin embargo,
Smith (1976) en Brasil, Campos (1977) en Perú y Ojasti et al (1983)
en Venezuela, han encontrado resultados notablemente diferentes.
El primero indica que el tapir (Tapirus terrestris), el pecari (Tayas-
su pecari), el venado (Mazama americana), el pecari de collar (Ta-
yassu tajacu) y otras especies de gran tamaño pueden aportar tanto
como 87.8% y 92.7% de la carne consumida. Sin embargo, este au-
tor reconoce que este resultado puede ser reflejo de respuestas ten-
denciosas. De acuerdo a Campos (1977), un grupo tribal Shibipo ha-
bría consumido 74.6% de carne de animales grandes. Estos resulta-
dos son poco lógicos si se tiene en cuenta que las especies peque-
ñas son más abundantes que las grandes y que las carnes preferi-
das y más caras suelen ser la de especies de primates, de aguties
(Dasyprocta y Cuniculus) y de aves. También son muy cotizadas
las de Tayassuy de Mazama. En cambio, la carne de Tapirus te-
rrestris es considerada de segunda clase y la de Hydrochoerus,
salvo en el caso de Venezuela donde se cosume mucho en las ciu-
dades durante la Semana Santa (Ojasti 1971), suele ser abiertamen-
CUADRO 42
Caza mayor
Ta~irus terrestris 6.8 10.1
Tayassu ~ecari 3.1 21 .1
Tayassu tajacu 16.6 12.6
Mazama americana 17.4 8.1
Hydrochoerus hydrochaeris 5.4 -
Caza menor
Dasy~us 2.1 5.1
Dasy~rocta 5.7 5.8
Cuniculus ~aca 16.5 14.8
·Goechelone 17.2 9.9
Monos 6.6 9.3
Aves 2.5 3.1
-
Fuentes : 11 Pierret y Dourojeanni (1966)
2/ Pierret y Dourojeanni (1967).
286
te despreciada. Por otra parte, es evidente que cuando hay escasez,
los habitantes cazan especies que usualmente no consumirían, entre
ellas las más pequeñas, como ocurre con los indios Campa en Perú
(Denevan 1971) y con el más antiguo de los tres poblados estudia-
dos por Smith (1976).
287
1962 y 1966. Estas cifras oficiales, como lo demostró Dourojeanni
(1972) , deben corresponder apenas al 60% de lo que realmente sa-
lió del país. En el lapso 1965-76 se exportaron legalmente 475,000
pieles y más de 5 millones de cueros (Dirección General Forestal y
de Fauna 1977), es decir que pudo haberse matado tanto como el
doble si se consideran los cueros y pieles malogrados, el contraban-
do y las subvaluaciones en las aduanas.
288
CUADRO 43
ESPECIES NUMERO %
Pieles
Felis pardalis 61,445 4.4
Lutra amazonica 41,410 3.0
Potos flavus 9,607 0.7
Felis wiedii 9,364 0.7
Panthera onca 4,406 0.3
Pteronura brasiliensis 2,390 0.2
Cueros
Tayassu tajacu 690 ,219 49.5
Tayassu pecari 239,472 17.2
Mazama americana 169,775 12.2
Caiman crocodilus 93 ,015 6.7
Melanosuchus niger 44,251 3.2
Hydrochoerus hydrochaeris 27,126 1.9
289
que de 47,345 ejemplares de primates sudamericanos que ingresa-
ron a EE.UU. en 1972 sólo 11 ,300 se dedicaron a ese fin, de los que
la mitad fueron Saimiri sciureus, seguidos de cerca por -Aotus tri-
virgatus y Saguinus mystax. Los Saimiri se usan para investiga-
ción general, prueba de medicinas y ensayos de nutrición y cardio-
vascularidad; los Saguinus son esenciales para investigación en he-
patitis, oncología viral, inmunología y fisiología de la reproducción;
Aotus para quimioterapia de la malaria, inmunología y estudios de
la visión y, en esa forma, cada especie es útil para determinados fi-
nes (PAHO/WHO 1975). De acuerdo a PAHO en el año 2000 se re-
querirán, a nivel mundial, unos 29,000 primates neotropicales para
investigación biomédica, de los que la mayoría seguirán siendo Sai-
miri, Saguinus, Cebuella, Cebus, Callithrix y Aotus (Muckenhirn y
Cohen 1978, U.S. Department of Health, Education and Welfare
1978, Dourojeanni 1980).
290
Mucho más importante que la caza deportiva es, sin duda, la
atracción que la fauna tiene para el turista nacional o internacional
que visita la ahora importante red de parques nacionales y áreas
protegidas de la amazonía y la orinoquia en las que había, a fines
de 1980, no menos de 24 unidades que cubrían más de 15 millones
de hectáreas (Dourojeanni 1980). Desde entonces, se han creado
nuevas áreas protegidas en el Brasil y se ha ampliado otra en el
Perú . De estos parques nacionales, los más famosos o importantes
son Canaima (Venezuela), Manú y Pacaya-Samiria (Perú), Amazo-
nía y Pico de Neblina (Brasil) y Serranía de la Macarena y El Tupa-
rro (Colombia) , pero muchos de los otros, as í como los recién esta-
blecidos, pueden aportar notables experiencias de observación de la
fauna silvestre y ser la base de un crecientemente importante flujo
turístico.
291
En el caso de especies peleteras como los diversos Felis, así
como Panthera onca, Lutra amazonica y Pteronura brasiliensis,
las series estadísticas disponibles demuestran que las poblaciones
ya están categóricamente sobre-explotadas, aunque unas lo están
más que otras. Por ejemplo, Felis pardalis parece resistir mejor que
todos los demás carnívoros peleteros. La explotación de los crocodí-
lidos Caiman crocodilus, Crocodylus intermedius, C. acutus y
Melanosuchus niger también parece ser, de acuerdo a las estadís-
ticas de tipo agotante.
292
otros (entre 7 y 30 Kg/ha), se puede estimar que ésta podría superar
largamente el millón de toneladas en toda la Amazonía péruana. En
1986, Terborgh et al, en base a datos nuevos tomados en el Manu,
estimaron la zoomasa- de mamíferos en 16 kg/ha, en cuyo caso se
confirma el estimado anterior. Recuerdan esos autores que la zoo-
masa de mamíferos en la Amazonía es muy reducida comparada
con la de los herbívoros salvajes de muchas sabanas africanas y de
otros ecosistemas. Así, por ejemplo, en el Zaire (Virunga y Kiwu)
hay 244 kg/ha y 235 kg/ha, respectivamente y en otras sabanas afri-
canas se encuentra de 132 a 195 kg/ha, únicamente de herbívoros
(Dajoz 1971 ). Pero la biomasa total de vertebrados de la Selva pe-
ruana es comparable a la de herbívoros que se encuentran en mu-
chos otros ecosistemas, en especial en regiones templadas. Ter-
borgh et al (1986), incluyendo aves, estimaron que se podría cose-
char en forma sostenida, hipotéticamente, no más de 1.2 kg/h.~año.
El estimado de esos autores parece muy conservador, pero aún asT
puede significar la cosecha de unas 80,000 TM/año en toda la Selva.
De acuerdo a lo que se sabe, se cosechan apenas unas 13,000 TM/
año, en forma de carne de monte. Brack citado en Ministerio de Agri-
cultura (1987), recuerda que esa cantidad de carne equivale al sacri-
ficio de 65,000 reses anuales, lo que por casualidad corresponde
casi exactamente a la saca anual en la Selva (cuadro 30). Pero, en
términos de potencial económico, debe tenerse en cuenta que el ga-
nado bovino no produce pieles ni cueros finos, entre tantos otros
productos de alto valor que si produce la fauna silvestre. También es
pertinente recordar que el Estado invierte fortunas en fomentar la ga-
nadería de vacunos pero que, literalmente, no invierte un centavo en
el manejo de la fauna silvestre.
293
3. USO OPTIMIZADO
294
El manejo intensivo se refiere a los casos en que se aprove-
cha la fauna sin la aplicación de técnicas censales depuradas. Esta
se evalúa por ejemplo en base a índices o a estadísticas de caza y
la saca o plan de tiro se establece mediante tanteos reajustados sis-
temáticamente. Esta forma sencilla de manejo puede implicar la apli-
cación del concepto de áreas reservadas y de áreas de caza aleda-
ñas que se repueblan a medida que aumenta la densidad de pobla-
ción en la reserva o de rotación de campos de caza. No presupone
manipuleos mayores del ambiente, aunque, cuando se desarrollan
en áreas bajo ordenación forestal, éste puede someterse a condicio-
nes tales que favorezcan mucho el aumento de población de ciertas
especies. Igual puede hacerse a bajo costo, en los bosquetes en
áreas agropecuarias. Tampoco implica el control de depredadores.
El manejo extensivo es de toda aplicación en bosque bajo ordena-
ción forestal o en bosques de protección y tiene posibilidades en
ecotonos agropecuarios-forestales y en riberas y cursos de agua. De
otro lado, este tipo de manejo es frecuentemente el único con posibi-
lidades de éxito en los trópicos húmedos si se tiene en cuenta el
bajo nivel tecnológico prevaleciente a nivel de funcionarios públicos,
agricultores y madereros. El manejo extensivo se traduce a nivel re-
gional o local en cuotas de caza por sexo y por especie, prohibicio-
nes o vedas estacionales y/o permanentes, tamaños mínimos, fe-
chas de apertura y clausura de caza, regulaciones sobre armas y
municiones y sobre uso de trampas y otros métodos de captura o
caza, etc.
295
3.1.1 Explotación sin manejo
Las áreas bajo uso agrícola y pecuario rara vez están exenta;:;
de áreas boscosas imbricadas en su seno, y, en áreas nuevas, ne-
cesariamente limitan con bosques. Los bosques, según los casos,
pueden ser de tipo secundario ("purmas"), artificiales (plantaciones)
u, originales y, en este último caso, pueden estar desde poco o nada
alterados hasta muy alterados. ·
29€
La fauna que puede manejarse en las diversas condiciones
descritas es, en todos los casos, lo que se denomina caza menor,
bien sea de pelo o pluma. Las principales especies útiles, adaptables
a estos habitats y tolerantes a la presencia humana, serían las si-
guientes: Primates (Saimiri, Alouatta), armadillos, (Dasypus), cone-
jos (Sylvilagus), erizos (Coendou), y diversos roedores (Cuniculus,
Myoprocta, Dinomys, Dasyprocta), pequeños predatores como el
ocelote (Felis pardalis) y el achuni (Nasua); diversas especies de
pavas, perdices, palomas, loros y de otras familias de aves decorati-
vas, tortugas terrestres (Geochelone), ranas decorativas, boas diver-
sas, iguanas, etc. Es decir que en estas áreas boscosas se encon-
trarían prácticamente todas las especies de tamaño pequeño que se
usan localmente en la alimentación humana y que aportan como lo
han demostrado diversos estudios, más del 50% de la carne de
monte consumida en la amazonía. En tales condiciones también
prosperarían especies de interés como animales vivos tanto para in-
vestigación biomédica (monos y armadillos) como para mascotas y
ornato (monos, loros y otras aves, ranas), animales peleteros de tan-
to valor como el ocelote y también animales que producen cueros,
como las boas e iguanas.
Las tecnologías a aplicar varían mucho en función de las ca-
racterísticas florísticas del bosque, de su carácter natural o artificial ,
del grado en que está intervenido, de su edad, de su extensión , de
los cultivos o pastos que lo rodean y de la forma en que se condu-
cen, de la disponibilidad de agua y también, obviamente, en función
de las especies de fauna presentes y de sus poblaciones así como
del objetivo del manejo. Este puede orientarse a las especies más
valiosas, como podrían ser los primates para exportación o a la pro-
ducción de carne de monte, en cuyo caso debería favorecerse el de-
sarrollo de las poblaciones de roedores como los Dasyproctidae o de
edentados como los Dasypodidae. En todo caso, las técnicas a apli-
car pueden insertarse bien sea en el criterio de manejo extensivo o
en el manejo intensivo.
Para primates, por ejemplo, resultaría probablemente rentable
aplicar manejo intensivo si se dispone a nivel de un solo colono o de
un grupo de ellos, de una extensión de varias decenas de hectáreas
de bosque. El censo de estos animales es relativamente fácil y, ade-
más, es posible aumentar mucho sus poblaciones si se plantan árbo-
les frutíferos en lugares y proporciones adecuadas. Existe abundante
información al respecto , desarrollada en Loreto (Heltne et al 1980,
entre otros). Para el manejo de especies de consumo humano puede
resultar muy apropiada imbricar porciones de bosque clímax con ve-
getación pionera que se desarrolla en chacras abandonadas donde
se cultivaron tuberosas o raíces comestibles, en especial yuca.
297
para manejar la fauna silvestre y obtener cosechas sostenidas de
ella o de sus productos. Ello es altamente deseable para maximizar
el uso de la tierra aumentando la rentabilidad económica de las in-
versiones, aprovechando de la compatibilidad y la complementarie-
dad de ambas operaciones. En efecto, contrariamente a lo que suele
creerse, la ordenación forestal puede favorecer el desarrollo de las
poblaciones de determinadas especies de la fauna aunque, también
debe señalarse que puede reducir las de otras. Las más favorecidas
suelen ser las de los grandes herbívoros que también son las más
útiles para el hombre. El tipo de ordenación forestal adoptado deter-
mina el impacto sobre la fauna silvestre.
298
En relación al habitat, es decir al bosque, son muchas las al-
ternativas recomendables. En primer lugar, un porcentaje del bos-
que, idealmente no menos de un 10%, debe ser mantenido intacto,
sin explotación forestal. Es decir que uno o más cuarteles, estratégi-
camente ubicados con disponibilidad de agua y donde ya está de-
mostrado que la fauna silvestre es abundante, deben quedar reser-
vados. Si la rotación prevista es de 50 años, deberían hacerse 52 o
55 cuarteles, dependiendo del tamaño de éstos. No se trata de dejar
reservadas áreas que tienen características de bosques de protec-
ción pues su productividad suele ser menor. La función de estas zo-'
nas reservadas es servir de áreas de multiplicación de la fauna des-
de las cuales se repueblan las circundantes, que son áreas de caza
y también de refugio, si la presión de caza llegara a ser excesiva. En
realidad, otro de sus objetivos es establecer mayores garantías en
caso de errores de cálculo en las cuotas. También se considera per-
tinente mantener franjas boscosas intangibles entre tramos de corta.
Se ha hablado de franjas de 200 m. de ancho cada 2,000 m, pero
éste dato es sólo referencial. La ventaja de esta práctica es asegurar
la conservación de todo el material genético florístico lo que a su vez
asegura la sobrevivencia de todo el patrimonio genético faunístico,
aún de especies que no son objeto del manejo, como los invertebra-
dos y los vertebrados pequeños. Otro aspecto a considerar es el
mantenimiento intangible de los bosques en las riberas de riachuelos
y quebradas para proteger los recursos hidrobiológicos del que de-
penden especies como las nutrias, los lobos de ríos y los lagartos,
entre otros, así como para asegurar puntos de toma de agua a la
fauna terrestre.
299
ción. Su abastecimiento de alimentos debe ser a través de la admi-
nistración de la empresa. El manejo de la fauna puede ser asumido:
a) por la empresa maderera, b) por el Ministerio de Agricultura u otra
autoridad gubernamental pertinente, o e) por una empresa dedicada
expresamente a esa actividad. En todos los casos la saca debe ser
hecha preferiblemente por equipos de cazadores especializados
pero, cuando existe una fuerte presión campesina por usar la fauna
puede adoptarse una fórmula mixta. Vale decir que pueden delimitar-
se sectores abiertos a la caza doméstica y otros sólo a la caza co-
mercial, y ello implica que los primeros no pueden cobrar piezas pe-
leteras o hacer captura de animales vivos. Estos tienen como condi-
ción para la renovación de sus licencias atenerse a las reglas y, en
especial , informar detalladamente sobre las piezas que cobren.
300
·denados versus su casi intangibilidad en bosques de protección.
Para las condiciones que se dan en general, el manejo de la fauna
en dichos bosques deberá, también, ser extensivo. Al igual que en
el caso anterior, deberá zonificarse el bosque, aunque, esto tendrá
que hacerse sobre la base de criterios tales como la fisiografía, la
disponibilidad de agua y el tipo de vegetación. No se trata de delimi-
tar zonas con poblaciones equivalentes, sino de correlacionar cada
área del bosque con ciertas características de la fauna y de sus po-
blaciones.
301
En gran parte de los trópicos húmedos ya se ha dado el pro-
ceso de adaptación de animales salvajes a pastizales, en particular
el caso del ronsoco, y en muchos lugares, los criadores lo conside-
ran un peligroso competidor y procuran eliminarlo.
CUADRO 45
302
en los propios espejos de agua. Ellas son la nutria (Lutra) y el lobo
de río (Pteronura), el ya indicado ronsoco, los cocodrilos (Melano-
suchus, Caiman, Crocodylus), la cuica (Chironectes) y la tortuga
de río (Podocnemis) , entre otras. De allí la importancia de un trata-
miento cuidadoso de estos ambientes.
303
3.1.8 En condiciones artificiales
304
son más recientes y menos espectaculares pero van por muy buen
camino y abren perspectivas auspiciosas para la sobrevivencia de al-
gunas de las especies más valiosas.
306
Cou'ncil 1974) y, recientemente, en Brasil (Brasil, INPA 1979) arrojan
luces para un futuro más promisorio de esta especie.
307
Perú, como mínimo, unas 600 especies (Geisler et al 1970), similar-
mente a lo que ocurre con la fauna terrestre y por razones también
parecidas. Esto es la enorme extensión y la antigüedad de la Ama-
zonía, implicando un impacto acumulado de las glaciaciones, la gran
variedad de ecosistemas y nichos acuáticos que ofrece la hidrología
de la región, entre otros factores (Ortega et al 1977). La importancia
de la biomasa y la diversidad son menores en la Selva Alta que en
la Baja e igual ocurre , por lo tanto, con el aporte de la ictiofauna a
la econom ía y al bienestar local.
308
inicio de las épocas de creciente, lo que es localmente llamado "mi-
jano;, o "mijanada". Estas tienen fines esencialmente reproductivos y
son particularmente importantes para los géneros Prochilodus, Sal-
minus y Brycon . Se ha demostrado que especies de los dos prime-
ros géneros pueden recorrer de 500 a 600 km (Bayley 1981 ). Los
boquichicos (Prochilodus) son iliófagos, alimentándose de organis-
mos y materia orgánica en el fango, siendo el grupo claramente do-
minante y calificable como "pez forraje" de la Selva. Además, consu-
men elementos bentónicos y aún plankton, explotando bien todas las
ofertas energéticas (Bonetto 1979). La Selva posee, por otro lado, ~
especies de gran tamaño, como el paiche (Arapaima gigas), el zún-
garo (Zungaro) y la doncella (Pseudoplatystoma), que sobrepasan
los dos metros de largo y los 200 kg de peso. Estos peces grandes
no forman cardúmenes.
309
La pescá con fines de exportación de peces decorativos es
otro rubro importante. Alcanza una captura del orden de los 16 millo-
nes de ejemplares y da empleo a unas 3,000 personas (Hanek
1982). Se orienta a cuatro grupos: (1) neon tetra o "piaba" (Hyphes-
sobrycon innesi), que por sí sólo representaba hasta el 45% de las
capturas; (2) grupo de los Callichthydae, con unas 30 especies, en-
tre ellas carachamas, shirues y doras; (3) grupo de Characídae, unas
30 especies; y (4) grupo de peces de alto valor, entre ellos el pez
disco (Synphisodon discus), pez angel (Pterophyllum scalare),
palometas (Metynnis, Myloplus), arahuana (Osteoglossum bicirr-
hosum), peje torre (Phractocephalus hemiliopterus). Según Pa-
zzos & Schulz (1981) hay unas 200 especies, por lo menos, con in-
terés para la exportación y unas 124 especies, pertenecientes a 70
géneros y 24 familias, se han exportado alguna vez. Sin embargo,
sólo 15 e~pecies constituyen el 82% del volumen exportado.
310
Obviamente, las especies más conspicuas son las primeras
en sufrir las ·consecuencias, siendo obvio que la población del paiche
está particularmente afectada. En el caso de este pez, el Estado ha
previsto zonas reservadas para su reproducción, crianza y explota-
ción racional ; en el lago Rimachi , en la cuenca del río Mazán, en
Quistococlla (donde no hay poblaciones naturales de ese animal) y,
por cierto, en la hoy Reserva Nacional de Pacaya-Samiria. Pero, ni
siquiera en esta última se respetan las vedas y el trabajo realizado
es poco efectivo, por falta de recursos económicos. En todas las de-
más especies grandes, pero en especial en el caso de la gamitana
(Colossoma macropomum), la reducción del tamaño promedio de
ros ejemplares que se comerCializan en los mercados es otro sínto- ·
ma que revela sobrepesca. En el caso de la pesca con fines orna-
mentales el problema es que es altamente selectiva y a veces se re-
fiere a especies naturalmente .raras.
5. PISCICULTURA
311
opciones más elaboradas. Los primeros paiches fueron llevados al
lago Sauce en 1962, donde se alimentaban de especies nativas
como mojarra, bujurqui y bagres. En 1968 introdujeron tilapias y en
1975 constataron , por primera vez, la reproducción del paiche. Ac-
tualmente, en San Martín existen 22 piscigranjas y 43 embalses,
aunque su grado de operatividad es mediocre o malo (Matos 1981 ).
En lquitos, ahora se trabaja con policultivos de paco y gamitana, de
paiche y bujurqui, de gamitana asociada con sábalo y boquichico, de
gamitana asociada a crianza de cerdos, etc., con alimentación artifi-
cial. Pero en Loreto el interés de los pobladores ha sido menor. En
Ucayali, el IVITA viene trabajando en piscicultura desde 1971 , con
resultados notables en algunos casos.
~
·culatus (Solano 1973) abren ampliamente ese camino. También
rindan oportunidades para la acuicultura especies de camarones
ativos como Macrobrachium. "
•312
La caza, para alimentación e inclusive para pieles y
cueros, continúa siendo práctica común. En la fotografía "mitayeros"
regresando del monte en !paría, río Pachitea.
(Foto Dourojeanni).
CONSERVANDO EL PATRIMONIO
NATURAL
IX CONSERVANDO EL PATRIMONIO
NATURAL
1. CUESTIONES PREVIAS
315
plo, Lucas & Synge 1978) estimaron que existían más de 25,000
especies de plantas peligrosamente raras o seriamente amenazadas
a nivel mundial pero la mayoría de ellas en los trópicos húmedos.
Myers {1984), a éste respecto, recuerda que las dos terceras partes
de todas las especies viven en los trópicos y que de éstas, otra vez
los dos tercios viven en los bosques. Dicho de otro modo, tanto
como el 40% de las especies del mundo ocurren en un bioma que
cubre apenas el 7% de la superficie terrestre . Como bien se sabe ,
los bosques tropicales húmedos se reducen a un ritmo de por lo me-
nos 11 '000,000 ha/año (WRI 1985), en especial en su periferie . Este
ritmo, que en el Perú es de 280,000 ha/año, ya erradicó el bosque
en 7'500,000 ha, principalmente en la Selva Alta que apenas tiene
unos 9'000,000 ha y que es la parte de la Amazonía que tiene la
mayor diversidad genética y también la mayor proporción de ende-
mismos (Gentry 1977, Terborgh & Winter 1983). Debe recordarse
que, por ejemplo, tanto como el 90% de las especies forestales, el
85% de las aves y el 82% de los mamíferos del neotrópico serían
endémicos y que plantas y animales endémicos, en la Amazonía,
pueden estar circunscritos a espacios muy limitados {Terborgh &
Winter 1983). Por eso, Lovejoy (in US Council for Environmental
Quality 1980) estimó que las pérdidas probables de especies tanto
animales como vegetales, hasta el año 2000, sólo en América Lati-
na, serían del orden del 33 % en caso de un ritmo de deforestación
moderado y de 50% si las previsiones más pesimistas se cumplen .
Síntomas precursores de ésta situación han sido mencionados en un
capítulo previo para el Perú, pero se confirman a escala de toda la
Amazonía (Terborgh 1974, Prance & Elías 1977, Knees & Gardner
1983, Ziswiler 1967, Thornback & Jekins 1982).
316
(4) Recursos genéticos de especies silvestres de importancia econó-
mica potencial. Es pertinente ·resaltar que los últimos mencionados,
es decir los recursos genéticos de importancia económica potencial
pueden ser tantos como toda la diversidad genética, dependiendo de
la elasticidad con que se aplica el concepto de "potencial".
Las acciones de conservación a desarrollar son necesaria-
mente diferentes según las clases antes enumeradas y según los
países, pero grosso modo, para el caso del Perú pueden resumirse
como sigue : (1) Sistema de unidades de conservación, como par-
ques, reservas y santuarios nacionales, en los que se conserva el
grueso de la diversidad genética y de los recursos genéticos silves-
tres; (2) Otras categorías que protegen áreas con carácter más o
menos intangible, como los bosques de protección , que pueden te-
ner tanta importancia como las unidades de conservación, en el caso
de la Selva Alta, para la diversidad genética y los recursos genéticos
silvestres; (3) Los bosques naturales bajo ordenación forestal, don-
de el margen para la conservación de la diversidad genética es algo
menor pero también muy importante en el caso particular de la Selva
Baja; (4) Rodales de conservación o bancos genéticos in situ, para
recursos genéticos ausentes en las categorías antes indicadas, las
que en principio serían de tamaño modesto y que, por el momento,
no existen ni son reconocidas en el país salvo bajo la forma de roda-
les semilleros ; y (5) Porciones representativas de los cultivos . y
crianzas tradicionales, en los que se mantienen recursos genéticos
de especies domesticadas.
317
CUADRO N!? 46
PARQUES NACIONALES
1. Manu 1'532,806 Madre de 1973
Dios-Cuzco
2. Abiseo 274,520 San Martín 1983
3. Yanachaga-Chemillen 122,000 Paseo 1986
4. Tingo María 18,000 Huánuco 1965
5. Cutervo 2,500 Cajamarca 1961
RESERVAS NACIONALES
1. Pacaya-Samiria 2'080,000 Loreto 1972
SANTUARIOS NACIONALES
1. Pampas del Heath 102,109 Madre de Dios 1983
2. Ampay 3,635 Apurimac 1987
SANTUARIOS HISTORICOS
1. Macchu Picchu 32 ,592 Cuzco 1981
TOTAL 4'168,162
FUENTE : Centro de Datos para la Conservación del Perú (CDC-Perú)
318
también, de viabilidad socio-econom1ca. En esa etapa empezó a
asignarse importancia a los problemas de tamaño y forma así como
de economía del control de las áreas a proteger (Pierret, diversos in-
formes entre 1964 y 1969). En esa etapa Sllrgieron las primeras pro-
puestas formales para establecer el ParqUe Nacional del Manu que
consolidaron Grimwood (1967-1968); Dourojeanni (1967) y Pierret &
Ponce (1968). Con la llegada al Perú del experto FAO alemán R.
Hofmann, quien también se interesó por la Selva y del experto britá- •
nico l. Grimwood, el carácter científico de las propuestas se acentuó
aún más, con participación de contrapartes peruanos como M. Dou-
rojeanni, C. Ponce (1971) y otros. Así se produjeron documentos d~'
síntesis como los informes de Grimwood (1968, 1969). A esa etapa
corresponden también las primeras propuestas de crear la Reserva
Nacional de Pacaya-Samiria (Piazza 1967, Ponce & Hofmann 1968),
el Parque Nacional de Cutibireni (Drewes 1965), el Parque Nacional
del Sira (Pierret & Dourojeanni 1966), entre otros.
319
tablecimiento del Centro de Datos para la Conservación de la Uni-
versidad Nacional Agraria, que sistematiza toda la información dispo-
nible.
320
Universidad de Princeton, en la Estación Biológica de Cacha Cashu,
que fue establecida por la Universidad Nacional Agraria de La Malina
en 1969, para desarrollar investigaciones sobre lagarto negro (Otte
1979). El principal artífice ha sido el Dr. J. Terborgh, acompañado de
botánicos como R. Foster y A. Gentry y de zoólogos como J. Fitzpa-
trick, Ch. Munn; S. Robinson, Ch. Janson, entre muchos otros, inclui-
dos varios peruanos como C. Saavedra, C. Gazzo, B. Torres, J.
Arce, etc. Han publicado ya un centenar de trabajos científicos, va-
rios de los cuales han sido reproducidos en español en el llamado
Reporte Manu (CDC/UNA 1985). Más recientemente han habido
otros grupos de científicos trabajando en el Parque, entre ellos des-
tacó un finlandés (Marraskuuta 1986). Los últimos llegados, en 1987,
pertenecen a la Smithsonian lnstitution, quienes bajo la conducción
del Dr. T. Erwin desarrollarán un ambicioso programa de inventario
biológico, en asociación con entidades científicas nacionales, en es-
pecial la Universidad Nacional Agraria, la Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos y la Universidad Nacional San Antonio Abad del
Cusca.
322
mitir el desarrollo del turismo nacional y receptivo .v; (8) Dar uso eco-
nómico permanente a tierras que muchas veces son marginales.
323
En el cuadro 47 se indican los principales bienes producidos
por las áreas protegidas antes indicadas, en función de las restriccio-
nes al uso de sus recursos, conforme a la legislación peruana y de
muchos otros países americanos y que, de un modo u otro, incluyen
los tres grupos ylas 10 categorías que la Comisión de Parques Na-
cionales y Areas Protegidas de la UICN considera (UICN 1980),
como se indica en el cuadro 2 donde no se mencionan las reservas
de biósfera (IX) y los sitios de patrimonio mundial (X).
CUADRO 47
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lXI
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a:
Oxígeno MI MI NS NS MI S MI NS
Agua MI MI S NS MI S MI NS
Material genético
vegetal MI 1 1 NS 1 S MI NS
Material genético
·animal MI 1 1 NS 1 1 MI NS
Bienes de la
fauna 2/ MI 1 MI MI
Bienes de la
pesca 2/ 1 S NS MI
Bienes de la
flora no
maderable 3/ MI 1
Bienes de la
flora maderable 2/ S S
Notas: 1/ Los números romanos (I-VIII) indican la equivalencia a las categorías de
manejo adoptadas por la UICN (1978).
21 El detalle de los bienes está ampliamente descrito en los capítulos respectivos.
3/ El detalle de los bienes y servicio$ se enumera en el texto.
4/ MI: muy importante, 1: importante, S: significativo, NS: no significativo. La no men-
ción de un índice indica que este no es aplicable.
·3 25
CUADRO 48
Servicios 21
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Reciclaje de contaminantes
del aire MI MI S NS MI 1 1 NS
Mantenimiento del régimen
pluvial local MI MI NS NS MI S 1 NS
Influencia moderadora sobre
clima local MI MI NS NS MI S 1 NS
Regulación del régimen hídrico MI MI NS NS MI S 1 NS
Mantenimiento de la calidad
del agua MI MI NS NS MI S 1 S
Conservación de los suelos MI 1 NS NS MI S 1 S
Protección contra aluviones,
inundaciones.y otros fenómenos
derivados de la erosión MI 1 NS NS MI S 1 S
Mantenimiento de la diversidad
genética MI 1 MI NS 1 S 1 NS
Mantenimiento de la diversidad
ecológir.a MI 1 MI NS 1 S 1 NS
Reserva de especies para el
control biológico de plagas MI 1 1 NS 1 1 1 S
Reserva de especies para
la ciencia MI 1 MI NS 1 1 1 NS
Reserva de especies para
la domesticación MI MI S NS 1 1 1 NS
Reserva de genes para el
mejoramiento de las especies
domesticadas MI MI S NS 1 1 1 NS
Belleza paisajística MI S 1 S 1 S 1 NS
Ambientes para la caza MI MI MI MI
Ambientes para la pesca MI 1 MI MI
Ambientes para la recreación MI 1 S 1 MI 1 S S
Ambientes para el turismo MI S 1 1 S 1 S NS
Conservación de escenarios
naturales de hechos y sitios
históricos 1 NS MI NS
Conservación del patrimonio
arqueológico 1 S MI S S S
Notas:11 Los números romanos (I-VIII) indican la equivalencia a las categorías de manejo adoptadas
por la UICN (1978)
21 MI: muy importante, 1: importante, S: significativo, NS: no significativo. La no mención de un índice
indica que este no es aplicable.
326
des muy concretas, cada una de ellas es muy importante por lo me-
nos para alguno de los servicios enumerados .
327
parte de la zona alta. En Cutervo, al parecer, hay un control restrin-
gido, al igual que en Tingo María, a las cuevas mismas. En Machu
Pi<::chu hay algunos guardas pero el control es ineficaz. En el recién
creado Ampay, al igual que en Pampas del Heath, no existe control
alguno. Lo indicado para la Selva es, en promedio, notoriamente me-
jor que a nivel nacional donde, como lo señalaron Dourojeanni &
Ríos (1982), la situación es francamente mala.
328
unidades sin cooperación internacional son Cutervo, Tingo María,
Ampay y Pampas del Heath, aunque se descuenta que esta última
tendrá mucho apoyo dada su trascendencia internacional.
329
cer chacras o pastizales. La incompatibilidad es tan absoluta que no
caben compromisos, ni arreglos, ni solución alguna. De allí que pue-
dan ser tan importantes cuando estallan y que la forma de resolver-
los siempre crea nuevos problemas. De allí también que estos con-
flictos simplemente deben ser evitados o prevenidos.
330
CUADRO 49
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Conflictos 3/ -~=
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a:
U)
Restricción a la expansión
agropecuaria MI MI NS NS NS S MI NS
Restricción a lá explotación
forestal MI MI NS NS NS S MI NS
Restricción a la caza MI 1 NS MI
Restricción a la pesca S NS 1
Restricción al aprovechamiento
y conducción de energía MI 1 MI MI MI S
Restricción al aprovechamiento
minero MI 1 MI MI 1 S MI S
Restricción al aprovechamiento
de los hidrocarburos MI 1 MI MI NS S MI S
Reservorio de plagas agrícolas,
forestales y de pastos MI MI S NS MI S MI NS
Reservorio de parásitos del
hombre y el ganado MI MI S NS MI 1 MI NS
Reservorio de enfermedades del
hombre y el ganado MI MI S NS MI 1 MI S
Refugio de ejemplares de
especies peligrosas para el
hombre y el ganado MI MI NS NS MI MI MI NS
Restricción a la expansión
urbana MI MI MI MI S S MI S
Restricción al desarrollo vial 1 S MI MI: 1 1 1
331
especies valiosos (Podocarpus o Juglans) que alguien insiste en
extraer. En efecto, la tala de grandes árboles es incompatible con el
propósito de conservar el suelo y el agua, a menos que se haga con
mucha prudencia, asegurando la regeneración y con extracción por
cables aéreos y no mediante "rodaderos" que después se convierten
en torrenteras, como se hace en la Selva Central.
332
de bosques nacionales rodeando o aislando parcialmente un parque,
reserva o santuario nacional de áreas agropecuarias, industriales o
urbanas.
333
vos, en especial Yaminahuas, dentro del Parque Nacional del Manu,
localizado al sur, con graves consecuencias para otros grupos triba-
les y para la conservación del Parque , cuya capacidad de carga hu-
mana es, obviamente, limitada. Existe permanente amenaza de pros-
pección y explotación minera, en especial de oro, dentro del Manu y
de muchas otras unidades de conservación existentes o por crearse.
334
Uno de los problemas más graves en varias de las unidades
de conservación de Selva, pero especialmente en el Manu es el que
se deriva de la presencia de nativos dentro de sus límites. En princi -
pio, no hay conflicto entre los intereses de grupos nativos que hacen
vida tradicional y los de un parque nacional. Muy al contrario, existe
posibilidad de establecer una simbiosis mutuamente favorable ya
que el parque garantiza la protección física de los nativos, el mante-
nimiento de los recursos que aprovechan, la persistencia de su cultu-
ra, la preservación de sus lugares sagrados, además de brindar ser-
vicios educativos, médicos u otros, en la medida y en la forma en
que sean requeridos o necesarios. En el Manu se ha establecido,
por ejemplo, un departamento antropológico, con apoyo médico y
todo lo necesario para atender a los nativos. El parque, se beneficia
con el conocimiento de los nativos y, en realidad , cumple con uno de
sus objetivos que es la protección del patrimonio cultural. En muchos
países, los nativos aportan también su trabajo a las áreas protegi-
das, en forma de guardaparques, guías, motoristas u otros empleos
que aprovechen bien sus capacidades. Los resultados siempre han
sido excelentes. Por otra parte está siempre y absolutamente des-
cartada la explotación turística de los nativos. Jungius (1976) hace
una discusión de éste tema en relación al Parque Nacional del
Manu.
Lamel")tablemente, la intervención de misioneros de todo cre-
do, de políticos y también de ciertos científicos, suelen crear situa-
ciones confusas. En el Manu, como lo reporta Stoll (1982) el Instituto
Lingüístico de Verano (ILV), ocasionó serios problemas al armar a
los Machiguengas de Tayakomé y comprarles pieles finas. Cuando
'la administración se opuso, el ILV creó una relación tensa entre na-
tivos y personal del Parque y buscó toda clase de influencias políti-
cas para eliminar el Parque Nacional. Similares situaciones, aunque
menos extremas, se han dado también con misioneros católicos. Ac-
tualmente, el problema principal lo ocasionan ciertos políticos y an-
tropólogos en busca de una causa para sus propios fines. Por ejem-
plo, siempre en el Manu, se está produciendo un aumento conside-
rable de la población nativa por presión de actividades fuera del Par-
que. Este se está convirtiendo, gradualmente, en el único refugio
que queda. En lugar de proponer la adopción de medidas para redu-
cir esa presión y entregar tierras a los nativos en sus propios territo-
rios, algunos de éstos elementos han sugerido eliminar porciones del
Parque para entregarlas a los nativos. Es decir que se propone que
problemas generados fuera del Parque sean resueltos con la des-
trucción del mismo, que sin embargo es la única garantí a para otros
grupos tribales asentados en él desde siempre. Siendo evidente que
el Manu no puede ni podrá albergar a todos los grupos tribales que
quedan en la Selva Sur, es urgente buscar otra solución que sólo
puede ser la titulación de extensas comunidades nativas en lo que
son sus propios territorios antes de que éstos desaparezcan por in-
vasión de agricultores migratorios o cultivadores de coca.
335
trata de aficionados en búsqueda de fama o de aventuras o, peor,
de cazadores de tesoros. La leyenda de que el Paititi estaría dentro
de la parte alta o media del Manu han sido motor de varias de esas
expediciones que, aprovechando influencias, muchas veces obtienen
permiso oficial y hasta apoyo logístico.
2.6.1 Fundamentos
336
fracciones de éstas. En . cuanto a formas hay estudios que revelan
las más apropiadas según los casos debiendo, por ejemplo, procu-
rarse descartar las angostas y alargadas.
337
CUADRO N!? 50. '
Unidades Superficie
(nombres Ubicación tentativa Nivel de
provisionales) (Departamento) (miles ha) estudio
Loreto 1/ Lo reto 2'000,000 Perfil
. Sira-San Carlos 2/ Ucayali y Junín 1'000,000 Perfil
Namballe Cajamarca 70,000 Pre-factibilidad
Este del Marañón 3/ Amazonas 98,000 Pre-factibilidad
Cordillera del Cóndor 3/ Amazonas 85,000 Pre-factibilidad
TOTAL 3'653,000
338
cero, a otra zona que corresponde con un refugio pleistocénico en el
que existe gran diversidad genética. En los tres casos se ha pro-
puesto la categoría de santuario nacional. La cordillera del Cóndor
tiene características ecológicas que la hacen impropia para activida-
des agropecuarias o forestales, pero su desarrollo turístico y científi-
co aseguraría una presencia humana suficiente. Los bosques nubla-
dos que existen en gran parte de las tres áreas son uno de los eco-
sistemas menos protegidos en el país.
339
CUADRO 51 .
Ubicación Superficie
.categoría Nombre (Departamento) (miles ha)
340
Estado los aprovechara. Hay proyectos en marcha para hacer de
esta zona reservada una reserva nacional.
341
dos deben tener la oportunidad de participar en su preparación. El
primer paso para aprovechar esos recursos genéticos, en el Perú, es
reformar cuidadosamente la legislación sobre unidades .de conserva-
ción que en éste aspecto es anticuada.
342
sentarse conflictos, en la medida en que las reservas genéticas esta-
blecidas en ellos obstaculizen la aplicación del plan de manejo. Pero
este tipo de problemas pueden resolverse, como lo demuestra en
gran parte la experiencia de Malasia (Roche & Dourojeanni 1984).
343
4. SOBRE EL POTENCIAL TURISTICO
DE LA AMAZONIA
344
dos los ciudadanos educados del mundo. Aprovecharlo turísticamen-
te, por cierto, requiere de una estrategia diferente, que aún no ha
hecho su camino en el Perú y, valgan verdades, tampoco en otros
países amazónicos.
345
menos atractivo de los ríos amazónicos o pasearlos por la laguna de
Yarinacocha, que hace mucho que perdió todo su encanto por la
destrucción de toda la vegetación que la rodeaba. Hay lugares de
belleza portentosa en cada cacha del Manu o del Pacaya-Samiria,
en cada quebrada y cascada del Yanachaga-Chemillen o del Cutibi-
reni. En el primero, por ejemplo, se han reconocido lugares paradi-
siacos, llenos de vida silvestre en la cuenca del río Pescado. El pro-
yectado Sira-San Carlos también es famoso por sus paisajes y por
su riqueza faunística.
346
cocha bien dotada en aves, lobos de río y otras especies. Cuenta,
como debe ser, con asesoramiento científico y su éxito es seguro.
El aprovechamiento turístico de las áreas naturales, sean és-
tas unidades de conservación o áreas sin categorizar, las que tam-
bién tienen gran potencial, requiere ciertas precauciones. Las princi-
pales son la capacidad de carga turística así como el lugar y carac-
terísticas de las infraestructuras. El primer tema ha sido estudiado
para el Manu (Ruiz 1979, Manu 1985) así como para Tambopata. Es
un asunto complejo ya que existe poca experiencia en las peculiares
condiciones del bosque tropical húmedo. Si bien, en la zonificación
de cada unidad de conservación, está prevista una zona para el tu-
rismo, la conclusión es que, por el momento, aprovechando de que
aún hay espacio, es mejor concentrar el turismo en áreas periféricas
a los parques nacionales, donde se construye la infraestructura y se
hace la mayor parte de las actividades. Andando el tiempo, con la
experiencia ganada, se podrá empezar a aprovechar más intensa-
mente el ámbito de las unidades de conservación. Este es el caso
del Parque Nacional del Manu, el que no necesariamente es repro-
ducible en todas partes. Los planes de manejo de cada unidad con-
tienen las decisiones tomadas en cada caso particular.
347
basura a todo lo largo de la senda y sobre todo donde los visitantes
levantan sus carpas para pernoctar, entre muchas otras. Las técni-
cas de turismo de aventura están muy desarrolladas en EEUU y Ca-
nadá tanto como en el Nepal, no siendo difícil su adaptación en el
Perú.
348
El tema del tamaño mm1mo, la forma y la priorización
de las áreas a ser protegidas es crecientemente importante.
Experimento sobre fragmentos forestales en Manaos, Brasil.
(Foto Dourojeanni)
En la Selva se combinan armoniosamente los valores naturales
con los culturales en la mayoría de las áreas protegidas, como es
el caso en Machu Picchu, que además es un Sitio
de Patrimonio Mundial.
(Foto Dourojeanni)
El río Manú es apenas navegable por canoas durante parte del año.
Pretender utilizarlo para interconexión fuvial carece de
sustento técnico y económico.
(Foto Dourojeanni)
El manejo del Turismo es uno de los más atrasados en las
unidades de conservación de todo el Perú. Turistas
en Machu Picchu.
(Foto Salazar)
La zona reservada del Manú es el único Jugar
donde se ha planificado seriamente la visita por turistas, aunque
falta mucho para que sea como debe ser.
(Foto Dourojeanni)
En la Selva hay una infinidad de paisajes hermosos que
pueden ser aprovechados para el turismo fuera de las unidades
de conservación, inclusive a cargo de comunidades nativas,
municipios y agricultores. Idílico paisaje frente a
Puerto Mairo, en el Palcazu.
(Foto Dourojeanni)
TITULO X
UN RESUMEN EN INGLES
SOBRE POLITICA DE DESARROLLO
DEL TROPICO HUMEDO
X UN RESUMEN EN INGLES
SOBRE POLITICA DE DESARROLLO
EN EL TROPICO HUMEDO
1. THE PROBLEM
351
virgin lands, and especially those of the humid tropics. lt is known
that, because of their unique ecology, the tropical forests probably
will not recover from the destruction underway, as most of the tempe-
rate forests did. Forty percent of the world's tropical forests have
been already cleared . Eleven million hectares a year are presently
being transformad into anthropoid ecosystems, mostly where soils
cannot support stable agricultura. The trends are going up fast. That
is far too much.
On the other hand, the location of poor soils in the tropical latitu-
des and of richer soils in the middle latitudes suggests a differen-
tial global policy for agricultura! development, especially food pro-
duction. ·
352
it makes for a faster and easier recovery of loans and interest.
That is also why most of the scarce good soils of the tropics are
covered with industrial crops and cattle for export.
3) Sustainability. Only a very small part of the present development
in the tropics can be considerad as sustainable. Most of the few
true efforts to make development sustainable have failed for well-
known reasons rooted essentially in political and ecohori1ic issues
rather than in any lack of scientific background or technology.
What is openly lacking is a context of international and social jus-
tice or, maybe, only common sense.
4) Security and environmental risks. The wrong utilization of tropi-
cal forest resources leads to more and more poverty, and social
unrest is growing everywhere as fast as human population. lt is to-'
day accepted that the present situation in Haiti or El Salvador, to.- -
gether with its direct impact on US interna! and externa! security,
could have been avoided if timely and appropriate assistance and
funding had been given to ensure the sustainable development of
both countries.
353
Policy makers tace a very difficult duty when they have to de-
cide on an issue for which the scientists offer such opposed
views. What is even worse is that they can justify any action for
the sake of science. The very different set of criteria applied by
scientists defending both positions must be better known and.un-
derstood by planners.
And finally, what indeed does all that which is beirig said and
written about biological diversity and genetic resources mean for
mankind? Not too long ago, the public was completely unaware of
biological diversity, genetic diversity or genetic resources. An abrupt
change, highlighting tropical rain forests, carne about only during re-
cent years. This strong current is, naturally, causing a reaction facili-
tated by several misunderstandings. The most dangerous misunders-
354
tanding concerns the not so obvious difference between genetic di-
versity and genetic resources. lt is not evident at all , in fact, that the
severa! millions of species which humid tropics may contain are
equally useful, or even useful at all , today or in the future. lt is there-
fore risky to insist too much on the actual or potential economic value
of the genetic diversity forgetting ethical arguments which are no less
important.
4. A DESIRABLE SCENARIO
To bring together efforts and opinions, to unify and coordinate
programmes and actions, it is imperative to reach a compromise on
what is the purpose of the whole effort. In other words, we need to
design a desirable, yet possible, scenario for a predictable future .
What could such a scenario be?
1) A portian of the land (probably not too large in view of the usual
scarcity of high quality soils), devoted to clean tilled or annual
crops. Agriculture could be as intensive here as on any good soil
in the temperate regions.
2) A much larger portian of the land under permanent crops, inclu-
ding industrial crops.
355
3) A portion of the land under intensive management, with cultivated
grasses for livestock, mainly cattle. The livestock must also be fed
on agriculture and forestry processed residues, among other alter-
natives.
356
humid tropics of each country:But for all the previouslyestablished
reasons such responsibilities are to be shared with gover'nments arid
people of the developed countries, with international funding and de-
velopment agencies and with non governmental organizations of tro-
pical and developed countries. For practica! purposes, the presenta-
tion of the programme to realize the desirable scenario will start with
the worldwide, international approach .
357
3) lnternational conventions and other agreements.- An impor-
tant number of international conventions and other agreements
were developed over the last three decades in direct or indirect
relation with the humid tropics. A few are global and many are re-
gional. Among those directly related to humid tropics develop-
ment, the most important is certainly the recently established ln-
ternational Tropical Timber Agreement and its related lnternatio-
nal Timber Organisation. Among those of a regional scope, the
better known is the Amazon Pact. The Convention on lnternatio-
nal Trade of Endangered Species (CITES) is also very related to
tropical issues although its goals are universal. But there are se-
vera! international agreements like the lnternational Commodity
Agreements on cocoa, rubber, coffee, sugar, jute, timber, as well
as hundreds of bi-national agreements dealing with exploitation of
natural resources and trade in tropical products which have very
strong impacts on environment without any provision for the care
of it.
358
quotas and conditionalities. The idea of making an organisation of
tropical products exporting countries, already proposed for timber,
may be a way to create a coherent front and permit self imposed
environmentally sound measures. Another set of answers lies in
the development of local industries in the tropical countries. There
is no basic reason for high quality chocolate to be made in Swit-
zerland instead of lvory Coast or Brazil. Most of what tropical
countries export is strictly raw material and represents a loss of
both added value and employment opportunities.
359
titution strengthening, including research training and extension .
The level of public and prívate investment needed to make an im-
pact on tropical deforestation over the next 5 years is estimated
to be US$ 8 billions, of which two-thirds would be needed for
around 50 very seriously affected countries.
There are several other initiatives, in the form of action plans, for
the tropics. Among those, the IUCN plan for the conservation and
utilisation of tropical moist forests is the most advanced. In sorne
way, it is an in-depth programmation of the FAO and WRI chap-
ters on conservation and it is being coordinated.
360
toring will be indeed useful only if it is developed in the context of
building up local institutions.
361
exercise. What is worse, it is not even applied. But since IUCN
launched the World Conservation Strategy, a favourable, increa-
sing and consistent response is being given by developing coun-
tries who are preparing such development tools at a national or
local level. Of course, it is not necessary that the document itself
be called a national conservation strategy. What is essential is
that every tropical country have a long term perspective of its de-
velopment and environmental objectives. While IUCN, World Wil-
dlife Fund and a few other agencies are actively promoting and
offering assistance along such lines, it is essential that more be
done. The major element for the success of this exercise is the
full participation of the national system of planning. lt should not
be done only by environmental agencies and even less by con-
servationists alone.
362
ty. Of course, more kilograms of crops per hectare and more
crops per year on hectares already accessible is less attractive to
many politicians than new roads and bridges, new towns and ne-
wly cleared forests. lt must also be stressed that higher producti-
vity will mean, in several cases, more fertilizers and pesticides,
more mechanization and energy consumption and also more ge-
netic improvement. Sorne environmentalists will have to choose
between that or more forest destruction.
But the reality is far from supporting this point of view. The Andes
are underused and misused. They have tremendous possibilities
to offer an excellent quality of life for even larger populations. lt
is only a matter of developing this potential: intensive agriculture
under irrigation on already existing but abandoned terraces and in
the valleys, native and exotic livestock on improved and managed
pastures; afforestation for industrial, social and ecological purpo-
ses on the hillsides; wildlife management (vicuna, guanaco and
others) on very high natural grasslands, are among the many al-
ternatives. Even annual agriculture under irrigation is possible on
the high plateau . But almost the entire investment budget for the
agricultura! sector in Peru, as one example, is allocated to irrigate
the coastal deseyt or to build roads in the eastern jungle. The Pe-
ruvian Andes do not receive even 5% of the agricultura! invest-
ment budget despite the fact that they support more than 40% of
the poorest rural population of the country. As a result, there is an
exodus to Lima and to other coastal cities orto the jungle in sear-
ch of a better life.
363
lf effective, but less expensive, alternatives (in both economic and
also ecological terms) can be offered to decision makers, such as
development for tourism or some categories of protected areas,
such policies may be changed. lnternational agreements may also
serve this end if both sides recognize the adverse and costly con-
sequences of what they otherwise feel obliged to do, as in the
arms race.
364
In general, it could be said that the legislation of the tropical coun-
tries needs to be reshaped from a more national (even regional)
perspectiva. That is, with more originality and less northern in-
fluence .
365
Zoning at a regional scale is important but it is of equal value at
local level. Many settlement planners enjoy making geometrical
designs. Their plans show straight roads , square plots, equidistant
service centres, etc. In general, the results of detailed soil studies,
drainage, topography or other fundamental criteria at the level of
each paree! of ground are not taken into consideration. lt is then
of great importance that colonization planning be made with agro-
nomic criteria instead of architectural ones.
366
are far too large, thus reducing the opportunities for people wit-
hout land and pushing them on to new areas. Due to the scarcity
of rural workers (everyone desires his own patch of land), these
estates are transformad into extensiva cattle ranches, wasting the
potential of the soil. Even when the initial size of the parcels is
not excessive, there is a strong tendency to amass land, either le-
gally or unlawfully, very often only for speculative purposes. The-
se problems must be well taken into consideration, both at the
planning and execution stages.
367
cel of ground or in very specialized ranches if processed forestry
residues are used as an important part of the diet.
368
and lowering the pressure (for logging) on natural forests. Hciwe-
ver, it is not an easy task. Up to now, problems such as marke-
ting unknown hardwood species, coordinating planning of clearing
and logging operations, participation and collaboration of the pea-
sants, among others, have not been solved. But none of these
difficulties are without solution. Part of the solution would be the
use of steam devices to generate energy for settlements. This
could be an excellent market for wood not valuable in other
forms. The relation of the peasant to his forest resources will be
better if, from the beginning, he were to make sorne profit.
3) Forestry
369
forests produce reduces proportionally the pressure on natural fo-
rests. A very different and unjustifiable circumstance is clearing
and burning natural forests to plant other trees. Moreover, plan-
ters must be aware that a great number of native species are
much better suited for reforestation than exotic ones.
370
appropriate categories or, even better, to be able to maintain
them as a result of the management of the forest for goods provi-
ded by other species.
371
watersheds, instead of focusing only on the agricultura! lands in
the bottom of the valleys. Several recent projects of the World
Baf1k and USAID were stablished through this approach, thus of-
ferlng funding for the establishment and management of protec-
ted areas in the required categories.
When protected areas are established , the next crucial step is ef-
fectively to manage and develop them. Priority should be given to
threatened areas in any category and, among the categories, to
national parks.
372
A special problem is the tendency of some tropical governments
to be megalomaniacal when facing energy infrastructures and ot-
her public work. The best example is the over-sized dimension of
some hydroelectric installations in South America, or on the same
continent, the proposed fluvial interconnection among the Plata,
Amazon and Orinoco basins and also the proposal to form gigan-
tic lakes in the Amazon basin. ·
373
3) Research.- Research is an indispensable element of the pro-
gramme in order to achieve a desirable scenario. Most of what is
needed is linked to agricultura, forestry and related soil manage-
ment, but there are questions to be solved in almost every possi-
ble activity. In any case, it is essential better to connect research
with the day-to-day problems of development and to choose care-
fully the research pr:ojects to receive the restricted furids availa-
ble.
9. CONCLUSION
374
Chacra tradicional de maíz en la Selva Baja.
(Foto Dourojeanni)
La agrosilvicultura es antigua pero ha sido recientemente
"redescubierta" y ofrece una alternativa muy importante. Pimienta,
kudzu y huamanzamana en Pucallpa.
(Foto Dourojeanni)
La juventud debe tener acceso a la realidad amazónica
para poder asumir su desarrollo. Jóvenes visitando un bosque
en Dantas, Huánuco .
(Foto Dourojeanni)
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INDIC~
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PROLOGO 7
l. INTRODUCCION 13
l. El ámbito . . . 15
2. Organización del espacio amazónico peruano 16
3. Algo sobre la población de la Selva . . . . . 16
. 4. Significado de la Amazonía para los peruanos 17
l. La Amazonía en el continente . . . . . . 25
2. Clasificación del trópico húmedo peruano 26
3. El tema clave: los suelos amazónicos 27
4. La biota . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
4.1 Los ecosistemas 34
4.2 Diversidad genética 37
4.3 Biomasa . . . . . . 38
4.4 Productividad 39
4.5 Interacción entre especies y sucesión 40
4.6 Los ciclos biogeoquíiJ?-icos en la Amazonía 41
l. El hombre en la jungla . . . . . . . 47
l. 1 Ocupación inicial . . . . . . . . . . . . . . 47
l. 2 Civilizaciones en la Amazonía . . . . . . . 47
l . 3 Conquista y primeras explOraciones europeas 50
l. 4 Las misiones . . . . . . 50
l. 5 Después de los jesuitas 51
l. 6 El caucho . . . . . . . 51
l. 7 La depresión . . . . . . 52
l. 8 Inicio de la ocupación masiva y desarrollo agropecuario
temprano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
l. 9 Petróleo, cocaína y terrorismo . . . . . . . . . . 54
1.10 Consolidación de la ocupación masiva y desarrollo
agropecuario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
2. Las huellas humanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
2.1 Impactos globales en los ecosistemas . . . . . . . 55
2.2 Impactos en la flora . . . . . . . • . . . . . . . . . 56
2.2.1 Domesticaciones e introducciones . . . . . 56
2.2.2 El caso de la chinchona o árbol de la quina 57
2.2.3 El caso del caucho . . . . . . . . . 58
2.2.4 La explotación maderera . . . . . . 59
2.2.5 Otras especies explotadas de la flora 60
2.3 Impactos en la fauna . . . . . . . . . . . 62
2.3.1 Animales domesticados . . . . . . . 62
2.3.2 Caza, pesca y alimentación humana 63
2.3.3 Comercio de pieles y cueros 64
2.3.4 Comercio de animales vivos 64
2.3.5 Otros usos de la fauna 65
439
Pág.
l. Antecedentes . . . . . . . . . . . . 129
2. Una discusión de la imagen objetivo 132
3. Desarrollo rural integral e integrado 137
3.1 Origen del concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
3.1.1 El ejemplo de los ribereños de la Selva Baja 137
3.1.2 El ejemplo de los agricultores de Villa Rica y
Oxapampa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
440
Pág.
3.2. El concepto . . . . . . . . . . . . . . . . 140
3.3 Recomendaciones para su aplicación 144
3. 3.1 Instrumentos para la planificación de
asentamientos rurales . . . . . . . . 144
3.3.2 Características deseables de los centros
poblados rurales . . . . . . . . . . . . 146
3.3.3 Tecnología apropiada . . . . . . . . . . ' · 146
3.3.4 Comunicación de los asentamientos rurales 147
3.3.5 Indicadores más obvios para evaluar
asentamientos rurales . . . . . . . . . . . 148
4. Condiciones para el desarrollo . . . . . . . . . . . . . . . 152
4.1 ¿Conquista y colonización ... o desarrollo? . . . . . . 152
4.2 ¿Qué clase de desarrollo? . . . . . . . . . . . . . . . 152
4.3 La Amazonía no es una isla ... paga las consecuencias
de los errores globales de política agraria . . . . . 153
4.4 Respeto por las potencialidades de los recursos , en
especial del suelo y zonificación . . . . . . . . . 154
4.5 Mejor uso del potencial para el transporte fluvial 155
4.6 ¿Nuevas carreteras o mejores carreteras? 155
4.7 Una política para las poblaciones nativas 156
4.8 Algo sobre geopolítica . . . . . . . . . 156
4.9 Prioridades regionales . . . . . . . . . . 157
4.10 Oportunidades especiales en la agricultura 157
4.11 Sobre los recursos forestales . . . . . . . . 158
4.12 La responsabilidad por el patrimonio natural
de la humanidad . . . . . . . . . . . . 159
4.13 La ciencia y la tecnología amazónica 160
4.14 La regionalización y la municipalización 160
4.15 Industrias en la Amazonía . . . . . 160
4.16 Empresas , empresarios y Amazonía . . 161
4.17 Criterios económicos justos . . . . . . 163
4.18 Entre la legislación y la ley de la ·Selva 164
4.19 Además.. . . . . . . . . . . . . . 165
5. Una aplicación en el Huallaga Central . . . . . . . . . . 166
5.1 Los recursos disponibles . . . . . 166
5.2 Impactos del uso actual de los recursos 168
5.2.1 Agricultura 168
5.2.2 Ganadería 172
5.2.3 Forestería 172
5.2.4 Caza y pesca 175
5.3 Para practicar desarrollo rural integral e integrado 175
5.3.1 Estrategias en suelos fértiles (clases 1 a 111) 177
5.3.2 Estrategias en suelos de clase IV a VI . . 179
441
Pág.
5. La agrosilvicultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
5.1 El sistema "taungya" . . . . . . . . . . 203
5.2 Arboles con cultivos perennes y anuales 204
5.3 Arboles con pastos cultivados . . . . . 205
5.4 Cercos vivos, tutores y otros usos 206
6. Sobre la ganadería . . . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . 207
6.1 Situación: población, pastos y capacidad de carga 207
6.2 Impactos de la ganadería . . . . . . . . . 209
6.3 Sobre ganado y pastos . . . . . . . . . . 211
6.4 Importancia y perspectivas de la ganadería
en la Selva . . . . . . . . . . . . . . . . 213
7 . . La interfase agropecuario-forestal . . . . . . . . 215
442
Pág.
5. Piscicultura 311
443
Pág.
genéticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 342
4. Sobre el potencial turístico de la Amazonía . . . . . . . 344
4.1 Oportunidades para el turismo . . . . . . . . . . 344
4.2 Condiciones para el desarrollo turístico . . . . . . . . 34R
X. UN RESUMEN EN INGLES SOBRE POLITICA DE
DESARROLLO DEL TROPICO HUMEDO (A summary in
English about development policy in the humid tropics) 349
l. The problem . . . . . . . 351
2. Sorne transcending themes . . . . . . . . 352
3. A few polarized concepts ....... . 353
4. A desirable scenario . . . . . . . . . . . 355
5. Elements of an international programme 357
6. Elements of a national programme 361
7. Elements of a local programme 367
8. Other necessary elements 373
9. Conclusion 374
REFERENCIAS 375
444
ESTE LIBRO SE TERMINO DE IMPRIMIR
EN MARZO DE 1990 EN AUSONIA S.A .
FRANCISCO LAZO 1730 - LINCE
LIMA (PERU)