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Devoción Mariana

Para empezar:
La devoción mariana es un fenómeno cultural y religioso que ha existido
durante siglos y que sigue siendo relevante en la actualidad. Aquellos que
profesan una devoción mariana tienen una conexión espiritual y
emocional profunda con la figura de la Virgen María y buscan honrarla y
seguir su ejemplo. Es importante destacar que la devoción mariana no se
limita solo a la adoración de la Virgen María, sino que también implica
seguir su ejemplo de amor, compasión y servicio a los demás. Los devotos
marianos se inspiran en la vida de María y tratan de imitar sus virtudes en
sus propias vidas, buscando ser mejores personas y contribuir al bienestar
de la sociedad.

¿Qué dice la Biblia acerca de la Virgen?


San Lucas (Lc 1, 26-38), cuenta que Dios envió al arcángel Gabriel a
Nazaret, pueblo de Galilea. Se apareció a María, una joven que estaba
desposada con José, descendiente de David. El ángel saludó a la Mujer:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Tras el saludo, dijo a la
Virgen que iba a quedar encinta.
Las escenas de la Anunciación y la Visitación (Lucas 1,26-56) presentan a
María como modelo del discípulo que nos muestra cómo escuchar la
palabra de Dios y obedecerla. María también se presenta como modelo
del misionero que lleva a Jesús a los demás cuando visita a su pariente
Isabel, quien declara, “¡Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas
que le fueron dichas por parte del Señor!”

Estos versículos dejan ver también el espíritu contemplativo de María.


Esta importante cualidad de discipulado maduro se vuelve a resaltar en los
relatos de Lucas de la Presentación en el Templo y el Encuentro en el
Templo (“María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”.
(Lucas 2,19.51)).
Juan 19,26-27. El deseo de un moribundo.
“Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a
su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.». Luego dice al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.”

Lc 1, 26-28. El saludo “del Ángel”.


“Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le
dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»”

Lc 1,41. El saludo de María


“Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el
niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo”.

Lc 1,42. El Ave María.


“y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu seno;”

Lc 1,48. Bienaventurada
“porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde
ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada”.

No tengamos miedo de alabar a María, de rezar el rosario, de venerar a


María, pues el primero que la alabó fue Dios; después lo hizo Isabel,
después muchos otros… cumpliendo esa profecía de Lc 1, 48.
María fue uno de los regalos más queridos y especiales de parte de Jesús,
uno de sus últimos deseos. Como diría el papa Francisco: “los cristianos no
estamos huérfanos, tenemos a María como nuestra madre”; venerarla,
alabarla, no es quitarle espacio a Dios, pues al acercarnos a María, lo único
que hace es reconducirnos a Jesús (“hagan lo que Él les diga”).

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