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TERCERA CLASE
LA MEDICINA HIPOCRATICA
LA MEDICINA PREHIPOCRATICA
Esculapio es una figura oscura que parece haber tenido existencia humana hacia el año
1.200 a.C. y que después se convirtió en el dios de la medicina. Hijas de Apolo son
Higiea, diosa de la salud, y Panacea, diosa remediadora de todo. La serpiente, con que
suele representarse a Esculapio, es un animal sagrado en la mitología griega y símbolo
de las virtudes medicinales de la tierra.
HIPOCRATES
De Hipócrates se saben de modo casi cierto, muy pocas cosas. La única biografía que se
conoce de la Antigüedad fue escrita por Sorano unos 500 años después de la muerte de
Hipócrates. Se sabe que nació en la isla de Cos hacia el año 460 a.C., por tanto, era
coetáneo de Demócrito y unos diez años menor que Sócrates. Se sabe, además, que fue
un médico destacado y, como era lo usual, itinerante. Al parecer, ejerció la medicina
también en la isla de Tasos, en Tracia, cerca del Ponto Euxino y en Tesalia, donde
murió, según se cree, en Larisa cerca de los 80 años, esto es, alrededor del año 380 a.C.
Tampoco se conoce con certeza su figura; ninguno de los bustos que se habían
considerado de él, lo son con seguridad. Sin embargo, en la isla de Cos se encontraron
cuatro monedas del siglo I A,.C. grabadas con la efigie y nombre de Hipócrates: es la
cabeza de un hombre robusto, calvo, nariz gruesa y barba corta. Uno de los bustos
existentes tiene estos rasgos.
Hay varios relatos sobre Hipócrates en que aparece como un médico legendario, y estas
leyendas pueden tener algo de verdad. Parece cierto que para los alejandrinos fue el
introductor de la dietética. Desde entonces su fama creció de siglo en siglo y en
particular, desde que Galeno lo consideró el médico perfecto. Para el mundo de
Occidente es el padre de la medicina y personifica el ideal de médico con los valores
eternos de la profesión médica.
LA CUESTION HIPOCRATICA
FUNDAMENTO CIENTÍFICO
El nacimiento de la medicina como un saber técnico, como téchne iatriké, como ars
medica, es el acontecimiento más importante de la historia universal de la medicina. La
total elaboración de esta primera medicina científica, que llamamos medicina
hipocrática, duró alrededor de trescientos años a partir del siglo VI a.C. Esta hazaña
consistió en substituir en la explicación de la salud y enfermedad todo elemento mágico
o sobrenatural por una teoría circunscrita a la esfera del hombre y la naturaleza. Hechos
de observación interpretados racionalmente en el marco de esa teoría, conforman la base
de este nuevo saber. En efecto, lo esencial en una ciencia es un sistema teórico que, en
una ciencia empírica, relacione los hechos de observación, los explique y así, a partir de
ciertas condiciones, permita predecir un estado de cosas. Pero ¿acaso la explicación
mágico-religiosa no tiene los atributos de una tal teoría? ¿En qué se apartan una de otra?
Difieren en que la explicación mágico-religiosa es inmutable e irreproducible, tiene el
carácter de verdad absoluta. El sistema teórico de una ciencia, en cambio, es siempre
hipotético, puede en sí investigarse y modificarse, es una verdad provisional.
La idea fundamental que esta nueva medicina tomó de la filosofía presocrática, fue la de
naturaleza. La physis según los hipocráticos posee una fuerza que no puede ser
superada por el hombre y tiene límites infranqueables por lo humano; y por lo tanto, en
relación con la enfermedad, no hay nada a qué invocar más allá de esos límites. La
naturaleza tiene armonía y produce armonía, esto es, posee fuerzas capaces de
restablecer el orden; tiene una razón, el lógos, accesible a la razón humana; por eso
puede haber una fisiología, es decir, un estudio de la naturaleza; la naturaleza posee
ciertas fuerzas o principios elementales activos, las dynámeis, así, en particular, lo seco,
lo húmedo, lo caliente y lo frío. Los cambios o movimientos, la kínesis, que ocurren en
la naturaleza pueden acaecer por necesidad o por azar. En el primer caso, los cambios
son inexorables, en el segundo caso puede intervenir el hombre. Los cambios
inexorables, el fatum, es superior a todas las fuerzas humanas. El hombre puede
dominar lo que en la naturaleza ocurre por azar, pero no lo que sucede por necesidad.
Como todo movimiento, así también los cambios de la naturaleza tienen sus causas, las
aitíai.
EL HOMBRE COMO MICROCOSMOS
También se observó una relación entre los humores y los temperamentos, así, en el
temperamento melancólico domina la bilis negra. Más tarde los árabes, siguiendo esta
misma doctrina, describirán los temperamentos sanguíneo, flegmático y colérico. Esto
es el germen de la medicina psicosomática y de la teoría de los tipos constitucionales.
Por otra parte, la naturaleza del hombre también encierra una potencia curativa, la vis
medicatrix naturae.
La salud fue concebida como una buena mezcla de los humores, como una eyctasía, lo
que representaba armonía en la naturaleza del hombre. El estado de salud era justo,
fuerte, equilibrado y bello. En tanto la enfermedad era un cambio de esta naturaleza que
resultaba de una mala mezcla de los humores, era una dyscrasía, un desequilibrio
general, y, por consiguiente, el hombre enfermaba en su totalidad. En la medicina actual
es frecuente calificar la salud como un estado de equilibrio y a la enfermedad, como un
desequilibrio.
La enfermedad, la nósas, fue concebida, tal como lo hacemos hoy, como un proceso,
como un cambio desarrollado en el tiempo. Las enfermedades, como todo cambio,
tienen sus causas y, además, modos típicos y aspectos específicos, que se manifiestan en
el tiempo constituyendo un curso natural. Las ideas de modo típico y aspecto específico
se convertirán después en los conceptos de género y especie. El proceso nosológico
general era concebido así: por alguna causa, en el alimento o en el aire, se producía un
exceso de un humor; debía, por lo tanto, ser expulsado para restaurar el equilibrio. Para
eso, esta substancia, llamada más tarde materia peccans, pasaba por un proceso de
cocción producido por el calor innato, la pépsis, por lo que se mezclaba y era eliminada
por la orina o las heces o por alguna vía. Si la eliminación era rápida, se llamaba crísis,
si era lenta, se denominaba lysis. Otras veces la materia peccans se separaba y
depositaba en algún órgano, por ejemplo, como un absceso. El depósito se producía en
algún órgano, pero el que ocurriera en éste o en ese otro era más bien un accidente.
Las enfermedades tenían días críticos, días en que podía ocurrir la crisis. Así, uno de los
aforismos dice:
La teoría de los días críticos sin duda está basada en la experiencia, en la observación de
que ciertas fiebres hacían crisis en días determinados, como las fiebres palúdicas
terciana y cuartana. Y malaria había en Grecia. Pero, además, hay influencia mágico-
religiosa: el número cuatro es un número pitagórico, representa el volumen y es uno de
los enteros sencillos de la cuarta justa en la escala musical. El número siete es de origen
babilónico, es el número de los que entonces se llamaban planetas: Mercurio, Venus,
Luna, Marte, Júpiter, Saturno, Sol. Neptuno, Urano y Plutón no son visibles a simple
vista.
EL CONCEPTO DE ENFERMEDAD
Les sobrevenían... hinchazones junto a los oídos a muchos, en un sólo lado o en ambos,
a la mayoría sin fiebre y sin verse obligados a guardar cama; pero hay quienes también
tenían un ligero calor febril. Se extinguieron en todos sin causar daño y en ningún caso
supuraron como las que se originan por otros motivos. Y su carácter era: flácidas,
grandes, difusas, sin inflamación, indoloras; en todos desaparecieron sin señal. Se
producían éstas en adolescentes, en jóvenes, en los que están en flor de la edad, y de
éstos especialmente los que frecuentan la palestra y los gimnasios. Pero en mujeres, en
pocas se producían. Y toses secas en muchos, que tosían y no expectoraban nada; voces
roncas. No mucho después, pero en algunos incluso después de un tiempo,
inflamaciones con dolor en los testículos en un sólo lado, y en algunos, en ambos.
Fiebres a unos, pero a otros no (Epidemias, I, 1)