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Paul B.

Preciado, filósofo y comisario de


arte, ha publicado en Anagrama 1
Manifiesto controsexuol, Testo yonqui. )
Sexo, drogas y biopolítico, Pornotopío.
Arquitectura y sexualidad en «Pioyboy»
durante lo guerra frío (finalista del Premio
Anagrama de Ensayo 2010) y Un
apartamento en Urano. Crónicos del
cruce. Es filósofo asociado al Centre
Georges Pompidou de París.

Yo soy el monstruo que os habla


Informe para una academia
de psicoanalistas
En diciembre de 2019 Paul B. Preciado
pronunció un discurso ante tres mil
quinientos psicoanalistas reunidos para las
jornadas de l'tcole de la Cause freud ienne
en París. Les planteó la disyuntiva ante la
que se encuentran: segu ir trabajando con
la antigua epistemología de la diferencia
sexual y validar el violento régimen
patriarco-colonial que la sustenta o abrirse
a un proceso de crítica y confrontarse a la
alianza necropolítica del patriarcado
colonial y las nuevas tecnologías
farmacopornográficas.
Yo soy
el monstruo
que os habla
Paul B.
Preciado
Yo soy
el monstruo
que os habla
Informe para una academia
de psicoanalistas

Versión del autor

editorial anagrama M
1Ytulode la edición origi1tal:
Je suis un monstre qui vous parle.
Rapport pour une académie de psychanalystes
Éditions Grasset
París, 2020

Discurso de
Primera edición: octubre 2020 un hombre trans,
de un cuerpo no-binario,
ante I'École de
la Cause freudienne
de Francia

Diseño de la colección: lookatcia.com


© Paul B. Preciado, 2020
© EDITORIAL ANAGRAMA, S. A., 2020
Pedró de la Creu, 58
08034 Barcelona
ISBN: 978·84·339·1643·3
Depósito Legal: B. 12486·2020
Printed in Spaln
Liberdúplex, S. L. u., ctra. BV 2249, km 7,4 • Polígono Torrentfondo
08791 Sant d'Hortons
El17 de noviembre de 2019 fui invitado a ha-
blar ante 3.500 psicoanalistas reunidos para las
jornadas internacionales de 1' École de la Cause
freudienne en París. Para alguien que ha sido
diagnosticado como «enfermo mental» y «dis-
fórico de género» por el discurso de la psicolo-
gía normativa no es banal ni resulta sencillo
hablar ante la asamblea de expertos científicos
que le hah objetivado.
El discurso causó un seísmo en el palacio
de congresos. Cuando pregunté si había un, una
o une psicoanalista homosexual, transexual o
no-binario en la sala, se hizo un espeso silencio,
solo roto por algunas risas socarronas.
Cuando pedí a la institución psicoanalítica
que se hiciera cargo de la actual transforma-
ción de la epistemología sexual y de género, la
mitad de la sala me abucheó. Una mujer que

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estaba suficientemente cerca de mi tribuna
como para que yo pudiera escucharla dijo que
yo era Hitler y que tenían que hacerme callar.
Entre tanto, la otra mitad de la sala aplaudía y
silbaba. Después, rápidamente, los organiza-
dores del coloquio me recordaron que mi tiem-
po se había acabado, así que traté de apurar-
me, me salté algunos párrafos, solo pude leer
un cuarto del discurso que había preparado.
Pasados unos días de la conferencia, las aso-
ciaciones psicoanalíticas entraron en guerra.
La Escuela de la Causa Freudiana se dividió, las A Judith Butler
posiciones a favor o en contra se afilaron. El
discurso, filmado por docenas de teléfonos mó-
viles, se publicó en internet; se transcribieron
algunos fragmentos, que luego fueron aproxi-
mativamente traducidos al español, al italiano,
al inglés ... y que circularon y aún circulan por
internet sin que nadie se preocupara de la exac-
titud del texto o de la traducción.
Con el fin de ampliar el debate, he decido
publicar el discurso en su totalidad, tal y como
me hubiera gustado compartirlo ese día con la
asamblea de psicoanalistas.1

l. Me gustarla dar las gracias a Virginie Despentes, que


leyó la primera versión de este texto.

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«¿Qué vengo a hacer aquí? Vengo a ser te-
rrible. Soy un monstruo, decís. No, soy el pue-
blo. ¿Soy una excepción? No, soy todo el
mundo. La excepción sois vosotros. Vosotros
sois la quimera y yo soy la realidad.»
VICTOR HUGO, El hombre que ríe
(Citado por la artista LORENZA BóTTNER
en su tesis «¿Discapacitada?»)
Honorables señores y señoras de la Escuela
de la Causa Freudiana, estimados señores y se-
ñoras psicoanalistas, y no sé si vale la pena que
diga también honorables todes aquelles que no
son ni señoras ni señores, porque no creo que
haya entre ustedes ninguna persona que haya
oficial y públicamente renunciado a la diferen-
cia sexual y que haya sido aceptada como psicoa-
nalista de pleno derecho, y que haya podido atra-
vesar con éxito el proceso que ustedes llaman el
«pase», y que les confiere el derecho de analizar
a otros; si hubiera una persona así entre ustedes,
si ese psicoanalista trans, no-binario existiera y
hubiera sido admitido entre ustedes como ex-
perto y estuviera aquí hoy, mis saludos para ese
honorable mutante serían aún más cálidos.

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Me hacen ustedes el honor de presentar a la den bajo el tejado de la razón científica y de la
Academia un informe de mi vida como hombre locura que toma el nombre compartido de sa-
trans. No sé si podré complacerles y aportar da- lud mental: Franz Kafka.
tos que ustedes, señores y señoras académicos, En 1917, Kafka escribe «Ein Berich für eine
no conozcan de primera mano, pues, como yo, Akademie», «Informe para una academia». El
están insertos en un régimen dominado por la narrador del texto es un simio que después de
diferencia sexual y, por tanto, casi todo lo que haber aprendido el lenguaje de los humanos se
yo pueda decirles lo habrán vivido ustedes mis- dirige a una academia de altas autoridades
mos, de un lado u otro de la frontera de género, científicas para explicarles lo que el devenir
aunque quizás ustedes se piensen como hom- humano ha supuesto para él. El simio, que
bres o mujeres naturales y tal suposición les dice llamarse Pedro el Rojo, cuenta cómo fue
haya impedido observar el dispositivo en el capturado por una expedición de caza organi-
que se encuentran con una distancia saluda- zada en la Costa de Oro por el circo Hagenbeck,
ble. Me perdonarán si en el relato que estoy a cómo fue alcanzado por dos balas, cómo fue
punto de compartir con ustedes no doy por su- después trasladado hasta Europa en un barco,
puesta la existencia de tales naturalezas de la traído a un circo de animales e instruido hasta
masculinidad y de la feminidad. No necesitan convertirse en un hombre. El híbrido de mono
abdicar de sus creencias -porque de creencias y de hombre narra cómo para poder aprender
se trata- para escucharme. Óiganme primero y el lenguaje humano y entrar en la sociedad de
luego vuelvan a su vida natural - o mejor sería la Europa de su tiempo se vio forzado a olvidar
decir naturalizada- si pueden. su vida de simio hasta convertirse en un hom-
Déjenme que para atreverme a presentarme bre alcohólico. Dejaré de lado aquí el alcoho-
frente a ustedes, puesto que ustedes son 3.500 lismo y la extraordinaria intuición de Kafka
y yo me siento un tanto solo de este lado del según la cual no es posible humanizarse sin
estrado, coja carrerilla y salte sobre los hom- alcohol. Lo más interesante del monólogo de
bros del maestro de todas las metamorfosis, Pedro el Rojo es que Kafka no presenta su his-
del mejor analista de los excesos que se escon- toria de humanización como un relato de libe-

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ración, sino más bien como una crítica del hu- béis construido con vuestro discurso y vues-
manismo europeo. Una vez capturado, el simio tras prácticas clínicas. Yo soy el monstruo que
no tenía más opción que morir dentro de una se levanta del diván y toma la palabra, no
jaula o vivir dentro de la jaula de la subjetivi- como paciente, sino como ciudadano y como
dad humana. Y es desde esta nueva jaula de lo vuestro semejante monstruoso.
humano desde la que se dirige a la academia Yo, como cuerpo trans, como cuerpo de gé-
de científicos. nero no-binario, al que ni la medicina, ni la ley,
Pues bien, académicos del psicoanálisis, ni el psicoanálisis reconocen el derecho a lapa-
como el simio Pedro el Rojo se dirigía a los labra, ni la posibilidad de producir discurso o
científicos, yo me dirijo hoy a ustedes desde la una forma de conocimiento sobre sí mismo, he
jaula del «hombre trans». Yo, cuerpo marcado aprendido, como el simio Pedro el Rojo, el len-
por el discurso médico y legal como «transe- guaje del patriarcado colonial, he aprendido a
xual», caracterizado en la mayoría de sus diag- hablar su lenguaje, el lenguaje de Freud y de
nósticos psicoanalíticos como un «enfermo Lacan, y estoy aquí para dirigirme a ustedes.
mental» en mayor o menor grado, como un Dirán que recurro a un cuento .kafkiano para
«disfórico de género», o estando, según sus empezar a hablarles, pero su coloquio me pa-
sofisticadas y dañinas teorías, más allá de la rece corresponder mejor a los tiempos del au-
neurosis, al borde o incluso dentro de la psico- tor de la La metamorfosis que a los nuestros.
sis, habiendo sido incapaz, según ustedes, de Organizan ustedes un encuentro para hablar
resolver correctamente un complejo de Edipo de «Mujeres en el psicoanálisis» en 2019, ador-
o una envidia del pene. Pues bien, es desde esa nan el escenario con flores, invitan a una «mu-
posición de enfermo mental en la que ustedes jer» a cantar, como si siguiéramos estando en
me colocan desde donde me dirijo a ustedes, 1917 y ese tipo peculiar de animales que uste-
señores académicos, permítanme que les tu- des llaman condescendiente y naturalistamen-
tee por un segundo, como un simio humano te «mujeres» siguieran sin tener pleno recono-
de una nueva era. Yo soy el monstruo que os cimiento como sujetos políticos, como si fueran
habla. El monstruo que vosotros mismos ha- un apéndice o una nota a pie de página, una

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extraña y exótica criatura, sobre la que merece Les hablo hoy desde la jaula escogida y re-
la pena reflexionar de vez en cuando, en un diseñada del «hombre trans», o, para ser más
coloquio o en una mesa redonda. Más les val- exactos, de «cuerpo vivo de género no-binario»,
dría haber organizado un encuentro sobre una jaula política que es en todo caso mejor que
«hombres heterosexuales blancos y burgueses la de los «hombres» y la de las «mujeres» por-
en el psicoanálisis», puesto que la mayoría de que al menos reconoce su estatuto de jaula.
los discursos psicoanalíticos giran en torno al Hace ya más de cuatro años que abandoné
poder discursivo y político de ese tipo de ani- la condición legal y política de mujer. Ese
males necropolíticos1 masculinos que ustedes tiempo cronológico que parece corto cuando
tienen tendencia a confundir con el «humano se vive instalado en el confort ensordecedor de
universal» y que han sido, al menos hasta aho- la identidad normativa es muy largo cuando
ra, el sujeto de enunciación central de los len- todo lo que ha sido aprendido en nuestra in-
guajes y de las instituciones psicoanalíticas de fancia debe ser desaprendido, cuando nuevas
la modernidad colonial. e infinitas fronteras administrativas de géne-
Poco puedo yo decirles sobre las «mujeres en ro, invisibles pero efectivas barreras, hechas
el psicoanálisis», simplemente que yo también de prejuicios y necedad se alzan frente a uno y
soy como Pedro el Rojo un tránsfuga, que yo la vida cotidiana se convierte en una carrera
también fui un día «una mujer en psicoanáli- de obstáculos. Cuatro años de la vida adulta de
sis», también a mí se me asignó género femeni- un trans cobran entonces la cualidad que tie-
no, y, como el simio mutante, yo también salí de nen para el bebé los primeros meses de vida,
esa jaula mortífera, para entrar quizás en otra, cuando los colores aparecen ante sus ojos y las
pero desde luego esta vez por mi propio pie. formas cobran un volumen que las manos pue-
den por primera vez atrapar, cuando la gar-
l. Inventado por el teórico poscolonial e historiador ca-
merunés Achille Mbembe basándose en la noción de "tanato-
ganta, antes capaz únicamente de gritos gutu-
política" de Foucault, este término designa una forma de so- rales, y los labios, antes hechos solo para la
beranía que reside en el poder de decidir quién puede vivir y
quién debe morir. La necropolítica es el gobierno de las pobla-
succión, articulan por primera vez una palabra.
ciones mediante técnicas de violencia y de muerte. Hago referencia al placer del aprendizaje in-

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fantil porque un placer semejante se esconde tarles las insignificancias siguientes si no estu-
en la apropiación de una nueva voz, en la ex- viese totalmente convencido de mí, y si mi
ploración del mundo que acompaña el proce- posición de hombre trans no se hubiese afir-
so de transición. Este corto tiempo cronológi- mado de manera incuestionable en todos los
co es muy largo cuando se lo ha atravesado grandes espectáculos digitales del mundo civi-
galopando a veces en primer plano en los me- lizado.
dios de comunicación o como trending tapie Desde el16 de noviembre de 2016 dispongo
en las redes sociales, pero en realidad solo, de un pasaporte con nombre y sexo masculino
pues toda esa farsa queda -para guardar las y, por tanto, ya no existe obstáculo adminis-
apariencias- del otro lado de la barrera cuan- trativo alguno que impida ni mi libertad de
do tienes que presentarte ante el psiquiatra, el movimientos ni mi toma de la palabra. Efecti-
policía de fronteras, el médico o el juez. vamente me fue asignado género femenino
Para satisfacer su voluntad de saber sobre cuando nací, en una ciudad católica de una
mi «transición», cosa que por lo demás hago de España todavía franquista. Todas las cartas
muy buen grado, aunque sea de manera muy habían sido echadas para mí. Las niñas no po-
limitada, podré decirles algunas cosas. En es- dían hacer la mayoría de las cosas de las que
tos párrafos expondré la línea directriz por la los niños disfrutaban. Se esperaba de mí el
cual alguien que vivió como mujer hasta los cumplimiento de un trabajo de género y se-
treinta y ocho años empezó primero por defi- xual eficaz, silencioso y reproductivo. Debía
nirse como persona de género no-binario y se convertirme en una buena novia heterosexual,
incorporó después al mundo de los hombres en una buena esposa, en una buena madre, en
sin instalarse completamente en él -porque una mujer discreta. Crecí escuchando las his-
para ser reconocido de verdad como un hom- torias acalladas de las niñas violadas, de las
bre yo debería callarme y fundirme en el mag- jóvenes que viajaban a Londres para abortar,
ma naturalizado de la masculinidad, sin reve- de las amigas eternamente solteras que vivían
lar nunca ni mi historia disidente ni mi pasado juntas en secreto. Estaba atrapado. Si me hu-
político. Conste, además, que no podría con- bieran clavado, no hubiera disminuido mi es-

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pacio de acción. ¿Por qué eran las cosas de este todo lo contrario. La debo, puesto que nunca
modo? ¿Qué había en mi cuerpo que permitie- tuve excesivas cualidades para la socialización,
ra predecir toda mi vida? Aunque te rasques la a los libros que fueron para mí como guías en
piel hasta hacerte sangre entre los dedos de las la travesía del desierto del fanatismo de la dife-
manos, no encontrarás explicación. Aunque te rencia sexual, libros que, como lo hicieron en
golpees la cabeza contra los barrotes de la dife- el siglo XVI las obras de Giordano Bruno o de
rencia sexual hasta partirte en dos, no conse- Galileo enfrentándose a la representación cos-
guirás explicártelo. Como inexplicable tam- mológica geocéntrica, se alzaron contra los re-
bién me resultaba la paradójica situación que latos psicoanalíticos, médicos y legales en los
exigía que las mujeres sometidas, las mujeres que desafiar el binarismo era entrar en la psi-
violadas y asesinadas, amasen y dedicasen su cosis. Aún recuerdo como si fuera hoy la pri-
vida a sus opresores los hombres. No tenía sa- mera vez que encontré, en una librería de se-
lida, pero tenía que encontrar una: de otro gunda mano de Madrid, una traducción
modo, no podría vivir. Siempre encerrado entre española de El cuerpo lesbia no de Monique Wi-
las dos paredes de la masculinidad y la femini- ttig, en una edición de Pre-Textos de 1977, con
dad hubiera reventado indefectiblemente. Yo portada rosa y páginas prematuramente ama-
era una criatura tranquila y solía encerrarme rillentas. Por si el título mismo no fuera sufi-
en mi habitación, y, por lo que me dijeron más ciente, sobre la portada estaba escrito uno de
tarde, no hacía ruido, lo que llevó a mis mayo- los párrafos del libro: «el cuerpo lesbiano la ci-
res a la conclusión de que sería un cuerpo par- prina la baba la saliva el moco el sudor las lá-
ticularmente receptivo al entrenamiento. Pero grimas el cerumen la orina las nalgas los excre-
me resistí a esta domesticación, sobreviví a ese mentos la sangre la linfa la gelatina el agua los
proceso sistemático de aniquilación de mi po- humores las secreciones el pus las supuracio-
tencia vital que se organizaba a mi alrededor nes la bilis el pecho los senos los omoplatos las
durante mi infancia y mi adolescencia. nalgas los codos las piernas los dedos de los
No debo la fuerza que me permitió sobrevi- pies los talones los riñones la nuca la garganta
vir ni a la psicología ni a la psiquiatría, sino la cabeza los tobillos las ingles la lengua el oc-

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cipucio el espinazo los flancos el ombligo el Sandy Stone y Karen Barad. Como un prófugo
pubis... » Lo compré intentando ocultar tanto que avanza con los libros como carburante, co-
como me era posible la portada al vendedor, rrí con los talones ardientes, y así sigo corrien-
incapaz de asumir por completo la vergüenza do aún hoy, para escapar de la servidumbre al
que suponía en 1987 poseer un libro cuyo título régimen binario de la diferencia sexual. Gra-
fuera El cuerpo lesbiano. Recuerdo que el ven- cias a esos libros heréticos conseguí sobrevivir
dedor me miró con desprecio, y al mismo tiem- y, lo que era aún más importante, conseguí
po con alivio, porque finalmente había conse- imaginar una salida.
guido deshacerse de aquel libro que, como si se Pues bien, como en el circo del régimen bi-
tratara de un recipiente perforado que conte- nario heteropatriarcal a las mujeres les corres-
nía un líquido contaminante, ensuciaba sus ponde el papel de la bella y de la víctima y yo
estanterías. Me costó doscientas ochenta de las no era ni me sentía capaz de ser ninguna de las
antiguas pesetas. Para mí, su valor sigue sien- dos cosas, dejé de ser una mujer. ¿Por qué no
do incalculable. Para encontrar el resto de los podía ser el abandono de la feminidad una de
libros que me llevarían hasta donde ahora es- las estrategias fundamentales del feminismo?
toy tuve que viajar, que aprender otras lenguas: Esta fue una magnífica asociación de ideas,
así encontré Sajo y Sócrates, de Magnus Hir- clara y hermosa, que debió, en cierto sentido,
schfeld; el Rapport contre la normalité, del ocurrírsele a mi útero, ya que se dice de las
Frente Homosexual de Acción Revolucionaria; mujeres que lo único que en ellas es creador es
El deseo homosexual, de Guy Hocquenghem; el útero. De mi útero rebelde y después testos-
The Female Man, de Joanna Russ; Body Al- terónico debieron salir también todas las otras
chemy, de Loren Cameron; En mi cuarto, de estrategias: la rabia que me hizo desconfiar de
Guillaume Dustan; los diarios de Lou Sullivan; la norma, el goce de la desobediencia. Como
los artículos de crítica de la narración científi- los niños repiten los gestos que les procuran
ca de Londa Schiebinger, Donna Haraway y placer y aprendizaje una y otra vez, así repetí
Anne Fausto-Sterling; los textos teóricos de yo los gestos que rompían la norma para en-
Gayle Rubin, Judith Butler, Jack Halberstam, contrar una salida.

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No, yo no quería convertirme en un hom- en la España franquista, ni después cuando era
bre como los otros hombres. Su violencia y su lesbiana en Nueva York; tampoco la conozco
arrogancia política no me seducían. No quería ahora que soy, según dicen, un hombre trans.
tampoco eso que los hijos y las hijas de los Ni entonces ni ahora pedí que me «dieran» la
blanquitos burgueses llamaban ser normal y libertad. Los poderosos no dejan de prometer
estar sano. Buscaba únicamente una salida: la libertad, pero cómo podrían ellos dar a los
adonde fuera. Avanzar, escapar de esa parodia subalternos algo que ni ellos mismos han cono-
de la diferencia sexual, con tal de no detener- cido. Tan atado está el que ata como aquel sobre
me con los brazos en alto, ahogado contra los el que se trenzan las cuerdas. Y eso vale tam-
límites de esa taxonomía. Así es como empecé bién para ustedes, amigos psicoanalistas, los
a inyectarme testosterona, rodeado de un gru- grandes expertos en desatar y sobre todo en rea-
po de otres que como yo también buscaban una tar el inconsciente, los grandes vendedores de
escapatoria. Así fue como eso que llaman «la promesas de salud y de libertad. Nadie puede
condición femenina» salió de mí dando tum- dar lo que no tiene ni lo que nunca ha conocido.
bos, llevándome en su deriva más lejos de lo Del mismo modo, muchos se engañan, entre
que yo nunca hubiera podido imaginar. Pero «hombres» y «mujeres», con esa cancioncilla de
lo repito: yo no quería ser hombre; yo buscaba la liberación, pues, precisamente porque la li-
una salida. bertad es uno de los valores más prominentes
Temo que no entiendan bien lo que para mí de nuestras sociedades de control, también la
significaba encontrar una «Salida». Empleo la falsa pretensión que le corresponde es la más
palabra en su sentido más preciso y más co- banalizada en el campo de las políticas de géne-
mún, como cuando se coloca un cartel en un ro y sexualidad. No sé si se habrán dado cuenta
lugar que indica el camino a seguir. Intenciona- de que, ahora que el feminismo reformista se
damente no digo libertad, sino que me refiero a ha puesto de moda, algunos hombres y sobre
«salir» de un régimen de la diferencia sexual, lo todo cada vez más mujeres no dudan en afir-
que no significa convertirse inmediatamente marse como feministas -ese adjetivo, que hasta
en libre. No conocí la libertad siendo una niña hace unos años era visto como un insulto, se ha

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vuelto habitual- , pero no sin insistir en algo artista Del LaGrace Volcano dice que ser trans
que dicen es esencial para ellos: que, por respe- es ser intersexual de diseño. Y eso es exacta-
to a la naturaleza, las mujeres sigan siendo mu- mente lo que ocurrió. A medida que la testos-
jeres y los hombres sigan siendo hombres. Pero terona trabajaba mi cara y cuerpo, mi voz y
¿de qué naturalezas hablan? De la misma ma- mis músculos, se hizo más difícil mantener mi
nera, cuando un «hombre» se hace cargo de una identidad administrativa como mujer. Y co-
pequeña parte del trabajo doméstico, se apresu- menzaron los problemas de desplazamiento e
ran a hablar de un gran paso hacia la igualdad identificación en las fronteras. Cuando com-
de género y hacia la liberación de las mujeres. prendí que abandonar el régimen de la dife-
Esos actos de liberación me provocan tales car- rencia sexual significaba dejar la esfera de lo
cajadas que mi pecho se pone a vibrar como ·un humano y entrar en un espacio de subalterni-
tambor sobre el que bailase un ciempiés. La li- dad, violencia y control, hice -como hizo Gali-
bertad de género y sexual no puede ser una dis- leo en su época cuando se retractó de sus su-
tribución más justa de la violencia, ni una acep- puestos heliocéntricos- todo lo necesario para
tación más pop de la opresión. La libertad es poder seguir viviendo y exigí un lugar dentro
una salida, un túnel. La libertad, como ese nue- del régimen de género binario.
vo nombre por el que ahora me conocen, o este Así fue como, habiéndoseme asignado gé-
nuevo rostro vagamente hirsuto que ven ante nero femenino en el nacimiento, y viviendo
ustedes, no te la da nadie, se fabrica. como mujer supuestamente libre, con el obje-
Y mi puerta de escape fue, entre otras co- tivo de fabricar un túnel, acepté el yugo de
sas, la testosterona. En este proceso, la hormo- identificarme como transexual y, por tanto,
na no es de ninguna manera un fin en sí mis- acepté que mi subjetividad, mi cuerpo, mi psi-
ma: es una aliada en la tarea de inventar un que, fueran considerados, según el saber que
afuera. Así, administrándome primero peque- ustedes profesan y defienden, como patológi-
ñas dosis y luego inyectándome cantidades cos. Pero déjenme decirles que he encontrado
más importantes, fue como gradualmente en esta condición de aparente sometimiento
abandoné el marco de la diferencia sexual. El más libertad de la que tenía como supuesta

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mujer libre en la sociedad tecnopatriarcal de que sería aún más difícil que en La casa de pa-
principios del siglo XXI, si por libertad entende- pel encontrar el botín y huir con él. Recorrí el
mos salir, vislumbrar un horizonte, construir laberinto de las instituciones que en nuestra
un proyecto, tener la posibilidad de, aunque sociedad gestionan la verdad del género y de la
solo sea por breves momentos, experimentar sexualidad y, en sus meandros, consumí a mu-
la comunidad radical de todo lo vivo, de toda la chos instructores. Di la vuelta a muchas uni-
energía, de toda la materia, más allá de las ta- versidades, aprendí el lenguaje de los filóso-
xonomías jerárquicas que la historia de la hu- fos, de los psicoanalistas y de los sociólogos, de
manidad ha inventado. Si el régimen de la di- los médicos y de los historiadores, de los ar-
ferencia sexual puede imaginarse como una quitectos y de los biólogos. ¡Ah, sí, cuando hay
red que limita nuestra percepción y nuestra que aprender se aprende; uno estudia cuando
forma de sentir y de amar, la travesía de la se trata de encontrar una salida! ¡Se aprende
transexualidad, por tortuosa y accidentada de manera despiadada! Se controla uno a sí
que parezca, me ha permitido experimentar la mismo con la fusta, flagelándose a la menor
vida y la percepción fuera de la red. debilidad. ¡Qué progreso! ¡Qué avance cuando
Y, por paradójico que parezca, el túnel de los rayos del conocimiento entran en el cere-
salida iba a pasar, en mi caso, por un estricto y bro bobo de un simple transexual!
académico aprendizaje de los mismos lengua- Y como los saberes que permiten decons-
jes con los que mi cuerpo y mi subjetividad truir el pensamiento dominante entraron en las
habían sido encadenados. De la misma mane- universidades norteamericanas a partir de los
ra que el profesor de La casa de papel estudia años setenta, después de la crítica poscolonial
la arquitectura invisible de un banco para y de la progresiva emancipación de los movi-
idear una estrategia que le permita no solo en- mientos feministas, homosexuales y obreros,
trar -lo que resulta relativamente fácil-, sino, pude acceder, junto a los saberes normativos,
y sobre todo -y esto ya es más complejo-, salir a numerosas formas de conocimiento subal-
con el botín, yo estudié la arquitectura cogni- ternas que recogían las experiencias de resis-
tiva de la diferencia sexual, sabiendo muy bien tencia, de lucha y de transformación de aque-

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llos que históricamente habían sido objeto de xual», pronto me di cuenta de que ante mí se
exterminación, violencia y control. Estudié las abrían dos posibilidades: el ritual farmacológi-
tradiciones del feminismo negro y del feminis- co y psiquiátrico de la transexualidad domes-
mo lesbiano, de la crítica anticolonial y de los ticada, y con él el anonimato de la masculini-
movimientos posmarxistas. Todo ese aprendi- dad normal, o, bien, contra ambos, el show de
zaje me hacía feliz. No lo sobreestimaba, ya la escritura política. No lo dudé. La masculini-
entonces. ¡Y cuánto menos lo sobreestimo dad naturalizada y normal no era más que una
ahora! Con un esfuerzo que parecía excesivo nueva jaula. Quien allí entra no vuelve a salir.
considerando mi supuesta condición de en- Y elegí, estimados señores y señoras. Me dije:
fermo mental y psicótico, alcancé la cultura habla, no te calles. Y es así como hice de mi
académica de un hombre burgués europeo. cuerpo y de mi mente, de mi supuesta mons-
Cuando en la Universidad de Princeton me en- truosidad, de mi deseo y de mi transición un
tregaron un doctorado y vi a un grupo de espectáculo público: allí estaba de nuevo lasa-
adiestradores aplaudiendo frente a mí me di lida. Y volví a escapar, también de mis domes-
cuenta de que debía tener cuidado. Allí estaba ticado res médicos, que se parecían mucho a
otra vez la jaula: esta vez dorada, pero tan sóli- ustedes, queridos académicos del psicoanáli-
da como todas las anteriores. Pensé en la exce- sis. Digamos que no tenía otra opción, siempre
lente expresión castellana «Salir por patas» y asumiendo que no se trataba de elegir la liber-
eso fue lo que hice: puse mis piernas en movi- tad, sino de fabricarla.
miento y me escurrí. Aunque me administraba testosterona con
Y fue mi condición de «doctor» la que sin regularidad, solo fui reconocido como hombre
duda simplificó el camino, que para la mayo- socialmente mucho más tarde. Primero, aun-
ría de los transexuales es un calvario, de con- que ya tenía algo de barba y bigote, los seres
seguir nuevos papeles de identidad en una binarios de la sociedad heteropatriarcal se obs-
sociedad binaria. Después de varias visitas a tinaban en llamarme «Señorita»; lo hacían
distintos psicólogos adiestradores que pudie- mientras me miraban despectivamente: a ve-
ran otorgarme un certificado de «buen transe- ces se les escapaba un «bollera» cuando yo me

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volvía de espaldas. Hasta que un día, después Cuando empecé este proceso de transición,
de haberme inyectado durante tres meses una tardé un tiempo en entender los códigos de la
dosis de doscientos cincuenta miligramos de masculinidad dominante. Pero, aunque les
testosterona cada veintiún días, abrí la boca y parezca mentira, nada me resultó tan difícil
de mi garganta salió una voz ronca y rugosa. como acostumbrarme al hedor y la suciedad
Yo fui el primero en asustarme, como si mis de los baños de hombres. Me martirizaban el
órganos fonadores hubieran sido poseídos por olor, los chorros de orina que se distribuían de
un ser que me era desconocido. No fue la mas- igual manera dentro y fuera de los retretes, y a
culinidad de la voz lo que me asustó, sino su pesar de mis buenas intenciones pasaron se-
diferencia con respecto a la voz con la que to- manas antes de que lograra vencer esa repul-
dos -incluido yo mismo- me reconocían. Lue- sión. Hasta que me di cuenta de que esa sucie-
go salí a la calle y empecé a hablar con aquella dad y esa pestilencia correspondían a una
voz que era al mismo tiempo mía y ajena. Mis forma de relación estrictamente homosocial:
primeras palabras me hicieron irrumpir de un los hombres habían creado un círculo fétido
salto en la comunidad de los hombres, que me para ahuyentar de él a las supuestas mujeres y
recibieron como nunca lo habían hecho an- dentro de ese círculo, en secreto, eran libres de
tes: «¡Escuchen, habla, es un hombre!» Sentí mirarse los genitales, libres de tocarse, libres
esas palabras como un hierro que con fuego de bañarse en sus propios fluidos, fuera de
me marcaba como aceptado en la comunidad toda representación heterosexual. Mientras
viril. El primer día el triunfo duró poco tiem- las mujeres entraban en los baños para rehacer
po, pues inmediatamente después la voz se su mascarada heterosexual, los hombres iban
quebró y volvió a fallarme. Después, poco a allí para olvidarse de su heterosexualidad por
poco, aquella voz extranjera se instaló en mí. un momento y afirmar un escondido goce de
Es con esa voz, completamente fabricada y estar solos, sin esos extraños álter egos que
absolutamente biológica, con la que les hablo eran las mujeres y de los que se acompañaban
ahora, estimados señores y señoras de la Aca- después socialmente para ejercer una función
demia. reproductiva y heteroconsensual. A través de

36 37
esta y otras experiencias, las cosas empezaron aceptaba ser reconocido como hombre, po-
a parecerme menos binarias aún de lo que ha- dría abandonar de una vez por todas el peso
bría podido imaginar cuando todavía ocupaba de la identidad.
la posición política de mujer, más complejas y ¿Por qué están ustedes convencidos de
multiformes. Detrás de las máscaras de la fe- que solo los subalternos tenemos identidad?
minidad y de la masculinidad dominantes, de- ¿Por qué están ustedes convencidos de que
trás de la heterosexualidad normativa se ocul- solo los musulmanes, solo los migrantes, solo
taban múltiples formas de resistencia y de los maricas amanerados, solo los negros tie-
desviación. nen identidad? ¿Y ustedes, los normales, los
Lo primero que aprendí como hombre hegemónicos, los psicoanalistas blanquitos de
trans fue a caminar por la calle siendo mirado la burguesía, los binarios, los patriarca-colonia-
por los otros como si fuera un hombre más les, no tienen ustedes identidad? No hay iden-
entre los hombres. Aprendí a mirar de frente tidad más esclerotizada y rígida que su identi-
y hacia arriba en lugar de mover los ojos hacia dad invisible. Su identidad ligera y anónima es
los lados y hacia abajo. Aprendí a sostener la el privilegio de la norma de género, sexual y
mirada de otros hombres sin bajar los ojos y racial. Todos tenemos identidad. O, mejor di-
sin sonreír. Pero en ese aprendizaje nada fue cho, nadie tiene identidad. Todos ocupamos
tan importante como entender que, como su- un lugar distinto en una red compleja de rela-
puestamente «hombre» y supuestamente ciones de poder. Estar marcado con una iden-
«blanco», en un mundo patriarca-colonial, po- tidad significa simplemente no tener el poder
día acceder por primera vez al privilegio de la de nombrar como universal tu propia posición
universalidad. Un lugar anónimo y tranquilo identitaria. No hay universalidad alguna en
donde te dejan sagradamente en paz. Nunca los relatos psicoanalíticos que ustedes profie-
había sido universal. Había sido mujer, había ren. Las fábulas mítico-psicológicas recocina-
sido lesbiana, había sido migrante. Conocía la das por Freud y elevadas a condición de cien-
alteridad, pero no la universalidad. Si renun- cia por Lacan no son sino historias locales,
ciaba a afirmarme en público como trans y relatos de la mente patriarca-colonial europea,

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narraciones que permiten legitimar la posición crinológicos o psicológicos) masculina que bus-
aún soberana del padre blanco sobre cualquier caba expresarse. Otros dirán quizás que fueron
otro cuerpo. El psicoanálisis es un etnocen- los deseos ocultos de mis progenitores (imagi-
trismo que se ignora. Y no digo esto para incli- nados siempre como una pareja heterosexual y
narme frente a la etnopsiquiatría: sus presu- de género binario, si es posible blanca) los que
puestos (las segmentaciones que establece entre han acabado por materializarse haciendo de
naturaleza y cultura, por ejemplo) son también mí lo que soy ahora. Todo eso no son más que
patriarco-coloniales y no difieren con respecto a grotescas simplificaciones. No soy nada de lo
la naturalización de la diferencia sexual. que ustedes piensan que soy. Ni yo mismo sé
Como el psicoanálisis y la psicología norma- lo que soy. Lo que cada uno es no es más fácil
tiva dan sentido a los procesos de subjetivación de saber que la posición exacta de un electrón
dentro del régimen de la diferencia sexual, de en un acelerador de partículas.
género binario y heterosexual, toda sexualidad Les diré que, contra lo que la psiquiatría he-
no heterosexual, todo proceso de transición tero patriarcal y colonial y el psicoanálisis afir-
de género o toda identificación de género man, no existía en mi infancia un deseo de ser
no-binaria desata una proliferación de diag- «hombre» que legitime o justifique mi actual
nósticos. Una de las estrategias fundamenta- metamorfosis. Si me hubiera aferrado obsti-
les de este discurso psicoanalítico patologi- nadamente a lo que ustedes llaman «mis orí-
zante es detectar en el desarrollo prenatal o en genes», si hubiera seguido únicamente mis
la infancia del «transexual» o de la persona de evocaciones de infancia, limitadas por la edu-
género no-binario los signos de la enferme- cación, el castigo y el miedo, me hubiera sido
dad, buscar el trauma que desata la inversión, imposible cumplir lo que he cumplido. Yo me
la transición o la deriva. Algunos de ustedes di a mí mismo dos leyes más fuertes que todas
dirán que convirtiéndome en trans negué mi las normas que la sociedad patriarco-colonial
verdadera naturaleza femenina. Otros, que ya quiso inculcarme. La primera ley que di por vá-
había en mí una naturaleza (poco importa si lida durante todo mi proceso de transición fue
esta es descrita en términos genéticos, endo- abolir el terror a no ser normal que había sido

40 41
sembrado en mi corazón infantil. Ese terror es aquella ciudad española en la que mi futuro
el que es necesario detectar, aislar y extraer de parecía haber sido escrito por el mismísimo
la memoria para poder encontrar una salida. dios y traducido después a múltiples lenguas
La segunda ley que me di, casi más difícil de por los padres del psicoanálisis.
seguir, fue negarme a mí mismo toda simplifi- Mi vida fuera del régimen de la diferencia
cación. Dejar de suponer, como suponen uste- sexual es más hermosa que cualquier cosa que
des, que sé lo que es un hombre y una mujer, o ustedes y su psicología hubieran podido pro-
un homosexual y un heterosexual. Dejar de meterme como recompensa por la aceptación
suponer y empezar a experimentar. de la norma. Si mientras cavo este túnel hacia
Hoy lo veo claro: si no me hubiera dado la salida he aceptado el nuevo yugo de ser re-
igual el mundo ordenado y supuestamente fe- conocido como hombre es para mostrar mejor
liz de la norma, si no hubiera sido porque me la falacia que subyace a todas las identificacio-
repugnaba el paraíso de la familia y de la na- nes de género. Ese yugo también me ha traído
ción, si no hubiera preferido mi fetichismo a algunas ventajas que acepto de tanto en tanto
vuestra heterosexualidad normal, si no hubie- como un vaso de agua en un desierto político.
ra optado por mi desviación de género frente a Los que ignoran mi condición de trans metra-
vuestra salud sexual, nunca hubiera podido tan con las prerrogativas y las deferencias con
escapar... o, para ser más preciso, nunca hu- las que se dirigen a los hombres blancos en la
biera podido descolonizarme, desidentificar- sociedad patriarco-colonial. Quizás yo podría
me, desbinarizarme. Es verdad que he sufrido disfrutar también de esos estúpidos favores,
exclusión y rechazo social, pero nada de eso pero para eso tendría (¡tarea imposible!) que
hubiera podido compararse a la destrucción haber perdido la memoria.
de la vida que hubiera venido con la acepta- Los recuerdos de mi vida pasada como mu-
ción de la norma. En realidad, todo lo que he jer no solo no se han borrado sino que permane-
llegado a ser lo debo, posiblemente, a esa indi- cen vivos en mi mente, de manera que, contra
ferencia por la salud mental que me invadió en lo que la medicina o la psiquiatría creen y pre-
la adolescencia acompañado por los libros, en conizan, no he dejado de ser completamente

43
Beatriz para convertirme solo en Paul. Mi cuer- tanto históricas como externalizadas del cuer-
po vivo, no diré mi inconsciente ni mi concien- po, aquellas que existen mediadas por las tec-
cia, sino mi cuerpo vivo que engloba todo, ab- nologías digitales o farmacológicas, bioquími-
solutamente todo, en su mutación constante y cas o prostéticas. La somateca está mutando.
en sus múltiples devenires, es como una ciudad El monstruo es aquel que vive en transición.
griega, en la que los edificios contemporáneos Aquel cuyo rostro, cuyo cuerpo, cuyas prácti-
trans conviven con postmodernas arquitectu- cas y lenguajes no pueden todavía ser conside-
ras lesbianas y con bellas mansiones femeninas rados como verdaderos en un régimen de sa-
art déco, bajo cuyas fundaciones subsisten rui- ber y poder determinado.
nas clásicas, restos animales o vegetales, funda- Hacer una transición de género es inventar
mentos minerales y químicos a veces invisibles. un agenciamiento maquínico con la hormona
Las huellas que la vida pasada dejó en mi me- o con algún otro código vivo: puede ser un len-
moria se han hecho cada vez más complejas y guaje, una música, una forma, una relación
singulares, de modo que es imposible decir que con una planta, un animal u otro ser vivo. Ha-
hasta hace seis años fui simplemente una mujer .c er una transición de género es establecer una
y que después me convertí simplemente en un comunicación transversal con la hormona,
hombre. Prefiero mi nueva condición de mons- hasta que esta borre o, mejor, eclipse eso que
truo a las de mujer u hombre, porque esa condi- ustedes llaman el fenotipo femenino y permi-
ción es como un pie que avanza en el vacío y ta despertar otra genealogía. Ese despertar es
señala el camino a otro mundo. una revolución. Es un levantamiento molecu-
No hablo aquí del cuerpo vivo como de un lar. Un asalto al poder del yo heteropatriarcal,
objeto anatómico, sino como lo que denomino de la identidad y del nombre propio. Es un
«Somateca», un archivo político viviente. Del proceso de descolonización.
mismo modo que Freud consideró que el apa- Es esa revolución posible inherente a todo
rato psíquico excedía la conciencia, hoy es ne- proceso de transición la que aterra a la psico-
cesario articular una nueva noción de aparato logía y al psicoanálisis normativos. Por eso
somático para dar cabida a las modalidades buscan neutralizar su potencia. En el discurso

44 45
médico y psicológico dominante, el cuerpo imposible de reducir al imaginario del imperio.
trans es una colonia. Un lugar de extracción y aniquilación de la
El cuerpo transes con respecto a la heterose- vida. Nuestros órganos trans son para el siste-
xualidad normativa lo que los campos de refu- ma heteropatriarcal las minas de Potosí que
giados de la isla de Lesbos son hoy con respecto alimentan el inconsciente colonial. La monta-
a Europa: una frontera cuya extensión y forma ña se explota con dinamita. Una vez que la pla-
se perpetúan por medio de la violencia. Un lu- ta se ha separado de la roca, el minero es arro-
gar de control y muerte. Cortar aquí, pegar allá, jado con la tierra sucia a un pozo. Nuestros
sacar esos órganos, reemplazarlos por otros. órganos son el caucho del Amazonas y el oro de
El cuerpo trans es la colonia. Cada día en la tierra. Nuestros órganos son el aceite que la
cualquier calle de Tijuana o Los Ángeles, de máquina sexual normativa necesita para fun-
San Petersburgo o Goa, de Atenas o Sevilla, un cionar. El cuerpo transes odiado, pero sus ór-
cuerpo transes asesinado con la misma impu- ganos maldecidos son los más deseados y se
nidad con la que una nueva ocupación se le- consumen en cada esquina: con la puta trans el
vanta a un lado u otro del río Jordán. La psico- machito hetero puede meterse una polla en la
logía clínica y la medicina participan en una boca sin correr el riesgo de pensar que es gay.
guerra por la imposición y la normalización de El cuerpo trans sabe más. Resiste. Es una
los órganos del cuerpo trans. potencia de vida.
El migran te ha perdido el Estado-nación. El El cuerpo trans es el Amazonas brotando
refugiado ha perdido su hogar. La persona trans inagotable a través de la selva, saltando las
pierde el cuerpo. Todos ellos cruzan la frontera. presas y los embalses.
La frontera los constituye. Los corta y los des- El cuerpo transes para la anatomía norma-
tituye. Los atraviesa y los revienta. Viven en el tiva lo que África fue para Europa: un territo-
cruce. rio en el que cortar y distribuir al mejor postor.
El cuerpo trans es a la epistemología de la Los senos y la piel para la cirugía estética, la
diferencia sexual lo que América fue al Imperio vagina para la cirugía estatal, el pene para la psi-
español: un lugar de inmensa riqueza y cultura quiatría o para las anamorfosis de Lacan. Lo

46 47
que el discurso científico y técnico de Occi- zadores y los suyos, queridos psicoanalistas,
dente considera como los órganos sexuales serán enterrados con los órganos trans que nos
emblemáticos de la masculinidad y la femini- quitaron un día. Pero los órganos que no tuvi-
dad, el pene y la vagina, no es más real que mos nunca podrán ser enterrados. Nuestros
Ruanda o Nigeria, que España o Italia. Hay una órganos utópicos vivirán para siempre. Serán
diferencia entre una colina verde que crece al los guerreros eternos del cruce.
otro lado de un río y un desierto que se extien- En medio de esta guerra patriarco-colo-
de en un lugar azotado por los vientos. Existe nial, la transición de género es una antigenea-
el paisaje erótico de un cuerpo. Pero no hay logía. Se trata de activar los genes cuya expre-
órganos sexuales sino como enclaves colonia- sión había quedado cancelada por la presencia
les de poder. del estrógeno al conectarlos ahora con la tes-
El cuerpo trans es una colonia sobre la que tosterona, iniciando una evolución paralela de
se asientan las instituciones disciplinarias, los mi propia vida, desatando la expresión de un
medios de comunicación, la industria farma- fenotipo que de otro modo hubiera quedado
copornográfica, el mercado ... mudo. Ser transes aceptar la irrupción triunfal
El cuerpo trans es África, y sus órganos, de otro futuro en todas las células de mi cuer-
para estar vivos, se expresan en lenguas desco- po. Hacer una transición es entender que los
nocidas para el colonizador; sueñan sueños códigos de la masculinidad y de la feminidad
que ustedes, los psicoanalistas, ignoran; ima- que conocemos en nuestras sociedades mo-
ginan mundos que ustedes, los psicólogos, no dernas son anecdóticos comparados con la in-
pueden nombrar con su ontología binaria. finita variación de las modalidades de existen-
Cuando hayan ustedes cortado cada árbol y cia de la vida.
perforado cada montaña, cuando hayan anali- El mimetismo es un mal concepto para
zado cada uno de nuestros sueños, ya no po- pensar la transición de género porque aún de-
drán jodernos más. La Tierra será entonces un pende de la lógica binaria. Ser algo, imitar otra
basurero, un enorme cuerpo trans desmem- cosa. O eres hombre o eres mujer. La persona
brado y devorado. Los cadáveres de los coloni- transexual no imita nada, del mismo modo

48 49
que el cocodrilo no imita el tronco del árbol, ni chaza identificarse como mujer y se adminis-
el camaleón reproduce los colores del mundo. tra pequeñas dosis de testosterona cada día.
Ser trans es empujar al cocodrilo a reconocer Soy un Orlando para el que la escritura se ha
su futuro vegetal; comprender que el arco iris convertido en química. Quisiera, si la emoción
puede transformarse en piel. que me embarga me lo permite, evitar aquí la
Cuando es aceptada como un proceso de narración heroica de mi transición. No hubo
tecnochamanismo activado por la presencia nada de heroico. No soy el hombre lobo ni ten-
del lenguaje y de la testosterona, la experiencia go la inmortalidad de un vampiro. Lo único
trans desata un torbellino de códigos políticos heroico que hubo fue el deseo de vivir, la fuer-
y culturales vivos que no reconocen la diferen- za con la que el deseo de cambiar se manifestó
cia entre ayer y hoy, femenino y masculino, y se manifiesta todavía hoy en mí.
vivo y muerto. Soy la niña que corre por un pue- Lejos de ser individuales, las observaciones
blo de Cantabria y sube a los cerezos arañán- sobre mi cuerpo y mis vicisitudes personales
dose las piernas. Soy el chico que duerme en el describen modos políticos de normalizar o de
establo con las vacas. Soy la vaca que sube a la deconstruir el género, el sexo y la sexualidad, y
montaña y se esconde de toda mirada huma- por ello pueden ser de interés para la constitu-
na. Soy Frankenstein intentando buscar a al- ción de un saber disidente frente a los lenguajes
guien que le ame mientras camina con una flor hegemónicos de la psicología, el psicoanálisis y
en la mano y todos los que pasan a su lado hu- la neurociencia. Les hablo de esto públicamen-
yen de él. Soy el lector cuyo cuerpo se convier- te porque es crucial que la palabra de los subal-
te en libro. Soy la adolescente que besa a una ternos sexuales, de género y raciales, la palabra
chica detrás de la puerta de la iglesia. Soy la de los monstruos, no sea confiscada por el dis-
joven que se viste de jesuita y aprende párrafos curso de la diferencia sexual. Sé que he conver-
de la Ética de Spinoza de memoria. Soy la les- tido mi cuerpo en una sala de exposición, pero
biana de cabeza rapada que acude a los semi- prefiero hacer de mi vida una leyenda literaria,
narios BDSM del centro gay y lesbiano en la un show biopolítico, que dejar que sean la psi-
calle 13 de Manhattan. Soy la persona que re- quiatría, la farmacología, el psicoanálisis, la

so 51
medicina o los medios de comunicación quie- minada satisfactorio, es más fácil que ser feliz
nes me representen como un transexual educa- en la sociedad de consumo, es más fácil que
do y conforme, como un monstruo cultivado envejecer y ser encerrado en una residencia de
capaz de hablar con la lengua de la norma fren- ancianos. Incluso me atrevería a decir que,
te a ustedes, señores y señoras universitarios y contra todo lo que suele afirmarse, el proceso
terapeutas de la academia psicoanalítica. de metamorfosis política que acompaña a la
La medicina y la ley del binarismo de géne- transexualidad es una de las cosas más fáciles,
ro representan el proceso de transexualidad bellas y gozosas que he hecho en mi vida. Todo
como un camino angosto y peligroso, una mu- lo que de terrible y temible hay en la transe-
tación definitiva e irreversible, que solo es po- xualidad no se encuentra en el proceso mismo
sible hacer en condiciones extremas, de modo de la mutación, sino en cómo las fronteras de
que solo unos pocos, los menos posibles, sean género castigan y amenazan de muerte a aquel
capaces de emprender ese camino. Yo diría, que pretende cruzarlas. No es la transexuali-
sin embargo, que ese camino es más fácil y go- dad lo que es temible y peligroso, sino el régi-
zoso que la mayoría de las experiencias que el men de la diferencia sexual.
discurso dominante les propone a ustedes, se- Por si esto fuera poco, ese proceso de transi-
ñores y señoras de la Academia, como obligato- ción del que aquí les hablo no es en modo algu-
rias y deseables, y que han sido legitimadas por no irreversible. Bien al contrario, bastarían
nobles y violentas instituciones del patriarca- unos meses sin administrarme testosterona y
do: hacer una transición de género es, en sí la decisión consciente de «volver» a identifi-
mismo, un proceso más fácil que ir al colegio carme como mujer para que pudiera pasar de
todos los días a la misma hora durante largos nuevo por uno de los cuerpos femeninos que
años de infancia y adolescencia, es más fácil habitan el espacio social. La supuesta unidi-
que el matrimonio monógamo y fiel, es sin reccionalidad de este viaje es una de las menti-
duda más fácil que el embarazo y el parto, es ras normativas del relato psiquiátrico y psicoa-
más fácil que formar una familia, es más fácil nalítico. En un proceso de devenir trans no
que conseguir un trabajo de duración indeter- solo no es preciso convertirse en hombre, sino

52 53
que es además completamente posible «vol- Pero salir y vivir fuera de este régimen epis-
ver» a ser mujer, o a ser otra cosa, si fuera nece- témico y político es todavía hoy terriblemente
sario o deseado. difícil: en este proceso de transición, no he lo-
Si he de hablar lo más simplemente posible grado lo que me había propuesto. No es fácil
- por más que me guste enredar las cosas con inventar una nueva lengua, acuñar todos los
los términos de la filosofía- les diré: todos us- términos de una nueva gramática. Se trata de
tedes, eminentes sabios de la Escuela de la una tarea ingente y colectiva. Pero, aunque una
Causa Freudiana de Francia, también podrían vida singular pueda parecer insignificante, na-
llevar a cabo ese «tránsito». Cualquiera de uste- die se atreverá a decir que el esfuerzo no valía
des, cualquiera que quisiera mirar en el calei- la pena.
doscopio que es su propio cuerpo, podría en- Sin embargo, aunque me dirijo hoy a uste-
contrar en sí mismo ese deseo de vivir de otro des, señores y señoras académicos de la Escue-
modo, de experimentar un cambio, de ser otro, la de la Causa Freudiana de Francia, no es su
de estar, por así decirlo, radicalmente vivo. Sus opinión sobre mi supuesta «transexualidad» la
feminidades o sus masculinidades asumidas y que me interesa. Por mi propia experiencia les
defendidas no son menos artificiales que la diré que la vida es igualmente bella o si cabe
mía. Bastaría con que hicieran un repaso a su aún más bella y el amor igualmente intenso o
propia historia de normalización y de sumi- si cabe aún más intenso cuando la diferencia
sión a los códigos sociales y políticos de género sexual y las formas de amor heterosexuales y
dominantes para que sintieran la rueca de la homosexuales que ustedes consideran más o
fabricación girando aún dentro de ustedes y en menos normales o patológicas se reconocen
algún lado saltara la chispa del deseo de parar como lo que son, grandes artefactos políticos
esa repetición, de desidentificarse. Vivir más de ficción que hemos construido colectiva-
allá de la ley del patriarcado colonial, vivir fue- mente y que, si un día fueron, quién sabe, ne-
ra de la diferencia sexual, es un derecho que cesarios para la supervivencia de un determi-
cualquier cuerpo vivo, incluso un psicoanalis- nado grupo de animales humanos, hoy no son
ta, debería poderse permitir. sino pesadas armaduras que no producen más

54 55
que muerte y opresión. Artefactos inventados género y raciales, pero también a través de los
y legitimados políticamente, convenciones debates que sacuden las prácticas médicas y
históricas, instituciones culturales que han to- científicas contemporáneas, qué ocurre hoy
mado la forma de nuestros propios cuerpos con la diferencia sexual. Y que, sabiendo, pue-
hasta el punto de que ahora nos identificamos dan decidir por ustedes mismos.
con ellos: la masculinidad y la feminidad nor- Y para que sepan y decidan, si me lo permi-
mativas, la heterosexualidad y la homosexua- ten, con la inusitada libertad que me da hablar-
lidad tal como fueron imaginadas en el si- les desde una posición discursiva tan inespera-
glo XIX, han entrado en un proceso que, si no da como imposible, la del disfórico de género
se atreven a llamar de derrumbamiento, ten- que se dirige a la academia de psicoanalistas,
drán que aceptar llamarlo deconstrucción, por querría transmitirles hoy al menos tres ideas,
eufemismo o por convicción filosófica. puesto que como «hombre trans», como «Cuerpo
Quizás hasta aquí no he podido complacer no-binario», mutante de la humanidad binaria
su curiosidad psicoanalítica con respecto a mi y racializada a la que ustedes representan y por
proceso de transición. Permítanme simple- la que ustedes militan, he dedicado toda mi
mente pedirles que me acompañen detrás del vida a estudiar los distintos tipos de jaulas en
andamiaje de esa gran arquitectura política las que los humanos se encierran a sí mismos.
que llamamos diferencia sexual y que me dejen En primer lugar, quiero decirles que el régi-
que les muestre en su proceso de construcción men de la diferencia sexual con el que trabaja
y de deconstrucción esa farsa histórica, ese el psicoanálisis no es ni una naturaleza ni un
conjunto de normas y de relaciones de poder orden simbólico, sino una epistemología polí-
que creemos condiciones indispensables para tica del cuerpo, y que, como tal, es histórica y
la vida en sociedad, pero cuyo mantenimiento cambiante.
social se ha vuelto insoportable. En segundo lugar, quiero comunicarles que
Yo solo quiero que ustedes y todos sepan. esa epistemología binaria y jerarquizante en-
Que sepan, a través de mi propia experiencia y tró en crisis al menos a partir de los años cua-
de los saberes de los subalternos sexuales, de renta del pasado siglo, no solo por la contesta-

56 57
ción de los movimientos políticos de minorías
disidentes, sino también por la aparición de 1
nuevos datos científicos, revelados por los
análisis de la morfología, de la carta cromosó-
mica y endocrinológica, que hacen imposible
la asignación binaria.
En tercer lugar, les diré que, como conse-
cuencia de estos cambios, la epistemología de
la diferencia sexual está mutando y va a dejar
paso, probablemente en los próximos diez o
veinte años, a una nueva epistemología. Los
movimientos transfeministas y queer de de- En primer lugar, les diré que el régimen de
nuncia de la violencia, pero también las nuevas la diferencia sexual que ustedes consideran
prácticas de filiación, de relación, de identifica- universal y constituyente, sobre el que reposa y
ción, de deseo, de sexualidad, de nominación... se articula toda la teoría psicoanalítica, no es
son índices de esta mutación. una realidad empírica, ni un orden simbólico
Frente a esta mutación epistemológica en que subyace a la estructura del inconsciente; es
curso, tendrán ustedes que decidir, honora- solo una epistemología del ser vivo, una carto-
bles señores y señoras psicoanalistas, qué van grafía anatómica, una economía política del
a hacer, dónde van a situarse, en qué «jaula» cuerpo y una gestión colectiva de las energías
van a encerrarse, cómo van a jugar sus cartas deseantes y reproductivas, una epistemología
discursivas y clínicas en un proceso tan impor- históricamente situada que se forja junto con la
tante como este. taxonomía racial en el momento de expansión
Les pido todavía unos minutos de atención mercantil y colonial de Europa y que cristaliza
'
si es que pueden escuchar a un cuerpo no-bi- durante la segunda mitad del siglo XIX. Esa
nario y concederle un potencial de razón y de epistemología, lejos de ser la representación de
verdad. una realidad, es una máquina performativa que

58 59
produce y legitima un orden político y econó- paradigma no es una simple visión relativista
mico específico: el patriarcado heterocolonial. del mundo. No es una interpretación, y menos
Cuando hablo del régimen de la diferencia aún una simple representación subjetiva. «ES»,
sexual como de una epistemología me refiero a explica Latour, «la práctica, el modus operandi
un sistema histórico de representación, a un que permite que surjan nuevos hechos. Es más
conjunto de discursos, de instituciones, de con- como un camino que conduce a un sitio experi-
venciones y de acuerdos culturales (ya sean mental que un filtro que colorea los datos para
simbólicos, religiosos, científicos, técnicos o co- siempre. Un paradigma actúa más bien como la
merciales) que permiten decidir a una sociedad pista de un aeropuerto. Hace posible, por así de-
determinada aquello que es verdadero y distin- cirlo, que ciertos hechos "aterricen". De este
guirlo de lo falso. Una epistemología determina modo, se comprende mejor la importancia para
un orden de lo visible y lo invisible, por tanto Kuhn de todos los aspectos sociales, colectivos
una ontología y un orden de lo político; es decir, e institucionales de estos paradigmas. Nada de
determina la diferencia entre lo que existe y lo eso iba a debilitar, a sus ojos, la verdad de la
que no existe, y establece una jerarquía entre ciencia, su conmensurabilidad, su acceso a la
seres diversos, determina un modo específico realidad. Por el contrario, insistiendo en los as-
de experimentar la realidad a través del lengua- pectos materiales de lo que permite que los he-
je, un conjunto de instituciones que regulan los chos "aterricen", entenderíamos también, se-
rituales de la producción y de la reproducción gún él, por qué la ciencia avanza de manera tan
social. Tomaré aquí el ejemplo de los desplaza- conservadora, lenta y viscosa. Así como un hi-
mientos de paradigmas científicos estudiados droavión no puede aterrizar en Orly, un quan-
por el historiador de la ciencia Thomas Kuhn, tum1 no puede "aterrizar" en casa de Newton.»2
cuyas investigaciones han prolongado después
Ian Hacking, Donna Haraway y Bruno Latour.
1. En la mecánica cuántica. el «quantum>> representa la
Bruno Latour nos recuerda que un paradig- u nidad de medida indivisible más pequeña, tanto en términos
ma, a pesar de los ejemplos tomados de la psico- de energía como en términos de masa o movimiento. Para la
física newtoniana, los «quanta» no existen.
logía de la forma, no es una metáfora óptica. Un 2. Bruno Latour, Chroniques d'un amateur de sciences,

60 61
Los paradigmas científicos son compromi- no siempre ha existido, que está sujeto a críti-
sos compartidos por una comunidad social cas y a cambios. Los historiadores de la cien-
que, sin tener el carácter de axiomas infalibles cia y de la sociedad renacentista coinciden
o totalmente demostrados, son ampliamente hoy en admitir que durante el medievo y has-
aceptados hasta volverse casi incuestionables ta probablemente el siglo xvu dominaba en
en la medida en que sirven para resolver toda Occidente una epistemología monosexual,
clase de problemas. Siguiendo a Wittgenstein, donde solo el cuerpo y la subjetividad mascu-
Kuhn afirma que los paradigmas son «univer- linos eran reconocidos como ontológicamente
sos de discursos» en los que reina una cierta plenos y anatómicamente perfectos. Se habla-
coherencia, una cierta paz, un cierto acuerdo. ba de hombres y de mujeres, pero también se
Pero no se trata de mundos de sentido inmuta- hablaba de ángeles y demonios, de monstruos
ble. Lo propio de una epistemología es precisa- y de quimeras. En esa epistemología, los hom-
mente tener la flexibilidad suficiente para bres y los ángeles tenían más realidad ontoló-
aceptar la resolución de un cierto número de gica y política que las mujeres y las quimeras.
problemas ... hasta que los problemas genera- Antes del siglo XVII, el cuerpo y la subjetividad
dos por la epistemología son, por así decirlo, femeninas no eran reconocidos como sujeto
más numerosos que los resueltos por ella... de político, no existían ni anatómica ni política-
modo que la epistemología se vuelve más que mente como subjetividades plenas. Una vagi-
obsoleta, dañina o incluso deletérea y por tan- na era un pene invertido, los ovarios eran tes-
to es desplazada por un sistema capaz de res- tículos internalizados y el clítoris y las trompas
ponder a las nuevas preguntas. de Falopio no existían. La ginecología era
Pues bien, podríamos decir que la episte- únicamente obstetricia. No había mujeres.
mología de la diferencia sexual es un paradig- Había madres. En el régimen patriarcal ante-
ma cultural y científico-técnico histórico, que rior al siglo XVIII, solo el cuerpo masculino Y
su sexualidad eran reconocidos como sobera-
«Avons-nous besoin de "paradigmes"?», París, Presses des Mi- nos. El cuerpo y la sexualidad femenina eran
nes. 2006. pp. 29-30. subalternos, dependientes, minoritarios; no

62 63
en número, sino en términos de su sujeción Diferentes historiadores de la ciencia han
política. hecho distintas lecturas de los procesos de
A lo largo de los siglos xvm y XIX, nuevas cambio y transición que han llevado desde un
técnicas médicas y visuales hacen emerger paradigma monosexual a un paradigma de la
progresivamente una «estética de la diferencia diferencia sexual en la modernidad. Para Tho-
sexual» 1 que opone la anatomía del pene y de mas Laqueur, ese cambio fue brutal, tuvo lu-
la vagina, de los ovarios y de los testículos, que gar en el siglo xvm y coincidió con una serie de
diferencia entre producción espermática y re- procesos de emancipación política del cuerpo
producción uterina, entre trabajo productivo femenino. Sin embargo, según la historiadora
masculino y domesticidad reproductiva feme- Helen King, no hubo un cambio drástico de
nina, entre cromosomas «femeninos» y «mas- una epistemología a la otra, sino que, a lo lar-
culinos». Una nueva epistemología binaria se go de la Antigüedad y el Renacimiento, el mo-
instala con los tratados biológicos de Linneo, delo monosexual no dominó completamente
las teorías genéticas de Hermann Henking, la epistemología anatómico-política y coexis-
que «descubre» y nombra el «cromosoma X» tió con momentos de semiemergencia de un
en 1891, con los tratados obstétricos de Alfred modelo de la diferencia sexual, hasta que este
Velpeau, Charles Clay y la ginecología eugené- se hizo predominante a finales del siglo XVIII.1
sica y colonial de J. Marion Sims.2 A pesar de sus diferencias de metodología y
análisis, la mayoría de los historiadores coinci-
1. Thomas Laqueur, Making Sex. Boc/y and Gender from
den en que, a finales del siglo XVIII, la inven-
che Greeks to Freud, Cambridge, Harvard University Press, ción de la estética de la diferencia sexual sirvió
1990, p. 163. (Trad. esp.: La construcción del sexo. Cuerpo y gé-
nero desde los griegos hasta Freud, trad. de Eugenio Portela,
para apuntalar la ontología política del patriar-
Madrid, Cátedra, 1994.1 cado al establecer diferencias «naturales» en-
2. En 2013, el colectivo antirracista Black Youth Project
100 protesta frente a la estatura de J. Marion Sims de la Escue-
tre hombres y mujeres basadas en rasgos ana-
la de Medicina de la Universidad de Nueva York. J. Marion
Sims compraba esclavas africanas con las que practicaba sus l. Helen King, The One-Sex Body on Trial: The Classical
experimentos ginecológicos, incluyendo la vivisección y la and Early Modern Evidence. Tite Hlstory of Medicine in Con-
esterilización. text, Farnham y Burlington, Ashgate, 2013.

64 65
tómicos y capacidades reproductivas, en una El psicoanálisis no solo trabaja den:ro y re=
época en que la universalización de un único esta epistemología de la diferencia sexual!
cuerpo humano vivo podría haber legitimado sino que, me atrevería a decir, ha sido funda-
el acceso de las mujeres a las técnicas de go- mental en la conquista y la fabricación de las
bierno y a la vida política. 1 «psiques» femenina y masculina, así como de
Es interesante pensar que el psicoanálisis las tipologías heterosexuales y homosexuales,
freudiano, como teoría del aparato psíquico y que forman otros de los ejes constitutivos del
como práctica clínica, fue inventado a finales régimen patriarca-colonial. La noción de la di-
del siglo XIX, precisamente en el momento en ferencia sexual no es exterior al psicoanálisis:
el que se cristalizan las nociones centrales de es la condición interna e inmanente de toda
la epistemología de la diferencia sexual y ra- la teoría psicoanalítica de la sexualidad. Las
cial: razas evolucionadas y razas primitivas, nociones psicoanalíticas de actividad-pasivi-
hombre y mujer definidos como anatómica- dad, organización de la ·libido, envidia del
mente diferentes y complementarios por su pene, complejo de castración, fetichismo, mu-
potencia reproductiva, como figuras poten- jer fálica, amor genital, histeria, masoquismo,
cialmente paterna y materna respectivamente bisexualidad, androginia, fase fálica, complejo
dentro de la institución familiar colonial bur- de Edipo, posición edípica, estados pregenita-
guesa; así como cuando aparecen las nociones les y genitales, perversión, coito, placer preli-
de heterosexualidad y homosexualidad enten- minar, escena original, homosexualidad, hete-
didas respectivamente como normalidad y rosexualidad... (la lista es casi infmita y satura
como patología. El psicoanálisis, mirado des- todo el discurso del psicoanálisis) no tienen
de la perspectiva de la historia de los cuerpos ningún significado fuera de una epistemología
normales y abyectos, desde la historia de los de la diferencia sexual. Con la invención de
monstruos de la sexualidad normativa, es la nuevas técnicas secularizadas e higienizadas
ciencia del inconsciente patriarca-colonial. de acceso al cuerpo vivo (es decir, liberadas del
tacto y de los rituales de sangre), a esa parte
1. Michelle M. Sauer, Gender in Medieval Culture, Lon-
dres, Bloomsbury, 2015. del cuerpo vivo que el psicoanálisis denomina

66 67
«inconsciente», «la cura a través de la palabra» Por eso necesitan ustedes un día para hablar
consigue lo que ninguna otra institución del de «las mujeres en el psicoanálisiS».
régimen de la diferencia sexual había podido No me digan que la institución psicoanali-
hacer: elaborar un lenguaje sobre la sexuali- tica no consideraba la homosexualidad como
dad, inocular un sentimiento de «identidad», una desviación frente a la norma: ¿cómo expli-
dar una explicación patriarca-colonial a los car de otro modo que hasta muy recientemen-
sueños, formar poco a poco un núcleo de iden- te no haya podido haber psicoanalistas que se
tificación basado en la autoficción y regulado identifiquen públicamente como homosexua-
por relatos normativos. les? ¿Cómo explicar que esa identificación esté
Les pido, por favor, que no traten de negar la vetada? ¿Cuántos de ustedes se definen hoy,
complicidad del psicoanálisis con la epistemo- aquí mismo, en esta academia, de manera pú-
logía de la diferencia sexual heteronormativa. blica como psicoanalistas homosexuales?1
Les ofrezco la posibilidad de una terapia políti- ¿Se quedan ustedes en silencio? ¿Nadie dice
ca de su propia institución. Pero ese proceso no nada?
se puede llevar a cabo sin un cuestionamiento Pánico en la sala. Terror epistémico en el di-
exhaustivo de sus presupuestos. No lo oculten, ván.
no lo nieguen, no lo repriman, no lo desplacen. No estoy forzando el desvelamiento de po-
No me digan que la diferencia sexual no es siciones subjetivas privadas, sino el reconoci-
relevante para explicar la estructura del apara- miento de una posición de enunciación políti-
to psíquico. Todo el edificio freudiano está ca en un régimen de poder heteropatriarcal
pensado desde la posición de la masculinidad colonial. Contrariamente a lo que piensa el psi-
patriarcal, desde el cuerpo masculino hetero- coanálisis, no creo que la heterosexualidad sea
sexual entendido como cuerpo con pene eréc- una práctica sexual o una identidad sexual,
til, penetrante y eyaculante; por eso «las muje- sino, como Monique Wittig explica, un régi-
res» en el psicoanálisis, esos extraños animales
que a veces tienen útero reproductivo y clíto-
l. El silencio de la sala es roto por un puñado de risas y
ris, son siempre y todavía hoy un problema. abucheos.

68 69
men político que reduce la totalidad del cuerpo a cabo una relectura feminista y queerdel com-
humano vivo y de su energía psíquica a su po- plejo de Edipo. No puedo hacer una hermenéu-
tencial reproductivo. El psicoanalista es epis- tica de esos textos aquí, pero puedo decir, muy
témica y políticamente un cuerpo binario, he- rápidamente, que, al atribuir a Edipo un su-
terosexual y colonial... hasta que no se diga (o puesto «deseo incestuoso», Freud y sus segui-
alguien se atreva a decir) lo contrario. dores han contribuido a la estabilidad de la do-
No estoy pidiendo a los psicoanalistas ho- minación masculina, culpando a la víctima de
mosexuales que salgan del armario. Son los psi- la violación y transformando en una ley psíqui-
coanalistas heterosexuales los que tienen que ca el ritual social de violación y abuso infantil
salir urgentemente del armario de la norma. que subyace en la cultura patriarco-colonial.
El psicoanálisis freudiano funciona a partir No hay en el psicoanálisis freudiano nin-
de finales del siglo XIX como una tecnología de gún intento de superar esa epistemología, sino
gestión del aparato psíquico «encerrado» en la más bien de inventar una tecnología, un con-
epistemología patriarco-colonial de la diferen- junto de prácticas discursivas y terapéuticas,
cia sexual. No estoy diciendo que Freud no que permitan <<normalizar» las posiciones de
sea, como Nietzsche o como Marx, uno de los «hombre» y «mujer» y sus identificaciones se-
pensadores fundamentales de la modernidad. xuales y coloniales dominantes y desviadas,
Simplemente digo que, como ocurre con Nietz- dentro de esa epistemología hegemónica. El
sche o con Marx, su pensamiento debe ser cri- sujeto patriarco-colonial moderno utiliza la
ticado a la luz de los procesos contemporáneos mayor parte de su energía psíquica para pro-
de emancipación política y de transformación ducir su identidad normativa: angustia, vio-
científico-técnica. lencia, obsesión, disociación, depresión, repe-
No creo revelar un secreto si digo que el psi- tición ... no son sino los costes que genera el
coanálisis freudiano ha puesto la normaliza- mantenimiento de esa epistemología normati-
ción de la feminidad y la masculinidad hetero- va. El psicoanálisis no es una crítica a esa epis-
sexual, y el deseo y la autoridad del padre, en el temología, sino la terapia necesaria para que el
centro de la narrativa clínica. Es urgente llevar sujeto patriarco-colonial pueda seguir funcio-

70 71
nando a pesar de sus enormes costes psíquicos dependió precisamente de mi capacidad de
y su indescriptible violencia. Frente a un psi- darme a la fuga y escapar de la norma del psi-
coanálisis despolitizado, propongo una clínica coanálisis, como cuando dejé una terapia en la
radicalmente política que comience con un que el analista intentaba por todos los medios
proceso de despatriarcalización y descoloniza- que yo pudiera deshacerme de lo que él pensa-
ción del cuerpo y del aparato psíquico. ba que eran las «múltiples formas de fetichis-
No vengo a hablarles con animosidad. Yo mo que amenazaban mi sexualidad femeni-
mismo he sido psicoanalizado durante dieci- na». Lo que para el analista eran desviaciones
siete años por diversos analistas, freudianos, fetichistas constituían para mí experimenta-
kleinianos, lacanianos, guattarianos ... Todo lo ciones fundamentales hacia una nueva episte-
que les digo se lo digo no como un outsider, mología del ser vivo sexual, más allá de la di-
sino como un cuerpo del psicoanálisis, como cotomía hombre-mujer, pene-vagina. En otros
un monstruo del diván. casos, pude hacer una parte del camino acom-
En primer lugar, no me sería posible califi- pañado de psicoanalistas que yo llamaría disi-
car estas experiencias múltiples con un solo dentes en la práctica, aunque silenciosamente
adjetivo, ni bueno ni malo. El éxito o el fracaso discretos en la teoría. Quiero pensar que lama-
de mis análisis dependió en gran medida no de yoría de los psicoanalistas que están hoy aquí
la lealtad de los analistas a Freud, Klein o La- y que me escuchan forman parte de ese grupo
can, sino, por el contrario, de su «infidelidad» o, aún hoy silencioso pero creativo y potencial-
para decirlo de otro modo, de su creatividad, de mente revolucionario. A ustedes me dirijo en
su capacidad para salir de la «jaula». Durante primer término.
diferentes sesiones, pude observar como todos Ni ustedes ni nadie tienen por qué ser fieles
mis analistas tuvieron que luchar con y contra a los errores del pasado. No estoy denuncian-
el marco teórico en el que habían sido educa- do aquí la misoginia de Freud, ni el racismo o
dos para poder escuchar a una persona trans la transfobia de Lacan. Lo que estoy denun-
sin anteponer el diagnóstico, la crítica o la re- ciando es la fidelidad del psicoanálisis, elabo-
forma. En algunos casos, mi supuesta cura rado durante el siglo xx, al paradigma de la

72 73
diferencia sexual y a la razón colonial domi-
nante en Occidente. Ese no es un problema
2
que se resuelva con buena intención indivi-
dual, del mismo modo que la buena intención
de Bartolomé de las Casas no sirvió para supe-
rar la epistemología racista y las prácticas po-
líticas de exterminación de las poblaciones
indígenas del continente americano.
Tienen una responsabilidad colectiva.
Por último, quería decirles que la inquietud
y el evidente alboroto que sienten ustedes al
oírme, el deseo irrefrenable de negar mis pala- Pero esa epistemología de la diferencia se-
bras, la urgencia de explicar lo que digo en re- xual con la que el psicoanálisis freudiano tra-
lación con mi aparente condición de «disfóri- baja de forma acrítica entró en crisis después
co de género», ya forma parte de la crisis que de la Segunda Guerra Mundial. La politiza-
suscita la controversia epistemológica que ción de aquellos cuerpos que habían sido con-
atraviesa el psicoanálisis contemporáneo. Y siderados como abyectos o monstruosos den-
esta crisis es vital, es productiva. tro de esa epistemología, la organización de
los movimientos de lucha por la despatologi-
zación de la homosexualidad y de los movi-
mientos feministas de lucha por la contracep-
ción y la soberanía reproductiva a partir de
finales del siglo XIX y especialmente durante
los primeros veinte años del siglo xx, así corno
la invención de nuevas técnicas de represen-
tación de las estructuras bioquímicas de los
seres vivos van a llevar a una situación sin

74 75
precedentes en los años cuarenta del pasado mal o patológico) de los testículos de los niños
siglo. prepúberes. Paradójicamente, la obsesión por
El discurso médico y psiquiátrico parece te- la taxonomía lleva a Prader a dar visibilidad a
ner cada vez más problemas para hacer frente a veinticinco tipos distintos de morfología testi-
la aparición de cuerpos a los que no se les puede cular. Su «orquidómetro» podría ser una prue-
asignar inmediatamente sexo femenino o mas- ba de la multiplicidad de variaciones del sexo
culino. A partir de los años cuarenta, con nue- vivo... pero Prader, incapaz de superar la epis-
vas técnicas cromosórnicas, endocrinológicas y temología de la diferencia sexual, considera la
con la extensión de la medicalización del parto, mayor parte de las variaciones como «patolo-
aparecen cada vez más bebés «intersexuales», gías» y preconiza toda una batería de terapias
antes llamados «hermafroditas». Frente a esos de normalización. A partir de los años cin-
bebés, el estamento médico (el pedopsiquiatra cuenta del pasado siglo, la medicina y la psi-
norteamericano John Money) decide inventar quiatría perciben la existencia de una multi-
una nueva taxonomía. Deja de lado la noción plicidad de cuerpos y de posiciones sexuales
moderna de sexo como realidad anatómica e más allá del binario. Las controversias sociales
inventa la noción de género para hablar de la y políticas no dejan de aumentar. Pero, en lu-
posibilidad de producir técnicamente la dife- gar de introducir cambios en la epistemología
rencia sexual. Las nociones de intersexualidad de la diferencia sexual, deciden cambiar los
y de transexualidad aparecen también entre cuerpos, normalizar la sexualidad, rectificar
1947y1960. las identificaciones.
En 1966, el pediatra suizo Andrea Prader Apuntaré la hipótesis según la cual todo el
inventa e introduce en la práctica del diagnós- psicoanálisis lacaniano, que surge precisa-
tico de género el «esquema de la orquídea», mente a partir de los años cuarenta, su relectu-
también llamado «orquidómetro» o «rosario ra de Freud, su paso por la lingüística, es ya
endocrinológico»: una paleta de veinticinco una primera respuesta a esa crisis de la episte-
bolas de distintas tallas que sirven, según Pra- mología de la diferencia sexual. Creo que es
der, para medir el grado de virilización (nor- posible decir que Lacan intenta, como John

76 77
Money, desnaturalizar la diferencia sexual, científicos, veterinarios y domadores que hu-
pero, como Money, acaba produciendo un me- bieran ejercido su profesión de castradores y
tasistema - una ecuación topológica- que es domesticadores, por muy amables y reforma-
casi más rígido que la noción de diferencia ana- dos que estos se mostraran, por m uchas flores
tómica sexual. En el caso de Money este meta- y muchos pianos que hubieran puesto en el es-
sistema introduce la gramática del género. En cenario. Las prácticas de observación, objetiva-
Lacan, este metasistema no es tampoco anató- ción, castigo, exclusión y muerte a las que se
mico, sino que es el del inconsciente estructu- libra el psicoanálisis y la psiquiatría cuando
rado como un lenguaje... un sistema de diferen- trabaja con personas disidentes del régimen
cias que no escapa al binarismo sexual y a la de la diferencia sexual y del heteropatriarca-
genealogía patriarcal del nombre. Mi hipótesis do colonial, con personas así consideradas
es que Lacan no logra deshacerse del binarismo homosexuales, con hombres o mujeres viola-
sexual debido a su apego político al patriarcado dos, con trabajadoras sexuales, con transexua-
heterosexual. Su desnaturalización estaba en les, con personas racializadas... son quizás me-
marcha, pero el propio Lacan no estaba prepa- nos espectaculares que las del zoo o las del
rado. El psicoanálisis, tanto freudiano como circo, pero no son por ello ni menos violentas
lacaniano, contribuirá después ampliamente a ni menos eficaces. No creo que la comparación
la normalización de los bebés intersexuales y la sea excesiva, no solo porque nosotros como ho-
patologización de la transexualidad. mosexuales, transexuales, trabajadores sexua-
Así que no crean que es fácil para mí presen- les, cuerpos racializados o travestís hemos sido
tarme como «transexual» frente a una asam- del mismo modo alterizados y an imalizados,
blea de psicoanalistas, no más fácil en todo sino porque lo que la medicina y la psiquiatría
caso de lo que lo hubiera sido para el mono han llevado a cabo durante los dos últimos si-
convertido en hombre Pedro el Rojo después glos es también un proceso comparable de ob-
de haberse evadido del circo, por más libre que jetivación, exotización, normalización y, en
se supiera y por más lejos que de él estuvieran último término, de exterminación institucio-
las cadenas, hablar frente a una asamblea de nal y política de las m inorías sexuales.

78 79
Muchos de aquellos que rechazaban vivir de Cauldwell, Harry Benjamín y Robert Stoller,
acuerdo con las normas de la diferencia sexual precisamente al mismo tiempo que Lacan ela-
patriaco-colonial, fueron perseguidos no solo boraba sus teorías psicoanalíticas, pero el
por el sistema policial y jurídico como poten- «epistemicidio»1 y la persecución psiquiátrica
cialmente criminales, sino patologizados por el habían comenzado mucho antes, a finales del
dispositivo psicoanalítico, encerrados en prisio- siglo XIX, con las teorías médicas de Karl F. O.
nes psiquiátricas, violados para probar su ver- Westphal según las cuales ciertos sujetos su-
dadera «feminidad» o «masculinidad», someti- frían de lo que él llamaba un «instinto sexual
dos a tratamientos de lobotomía, de terapia contrario». No existía todavía para Westphal
hormonal, de electroshock, de supuesta «cura diferencia entre lo que ahora denominamos
analítica». Con respecto a nosotros, los mons- «homosexualidad» y «transexualidad», lo im-
truos de la modernidad patriarca-colonial, la portante era la diferencia entre lo natural y lo
cura a través de la palabra y las terapias conduc- contrario a la naturaleza. El problema era, para
tistas o farmacológicas no se oponen, sino que Westphal, la «inversión», la obstinación de
trabajan de manera complementaria como dis- ciertos sujetos en apropiarse de prácticas del
positivos de control. Muchos de mis ancestros «otro sexo». En el siglo XIX, se pensaba que la
murieron y mueren todavía hoy asesinadas, homosexualidad era el efecto de una «migra-
asesinados y asesinades, violades, apaleades, ción» del alma femenina a un cuerpo masculi-
encerrades, medicalizades... o vivieron o viven no, o viceversa. En consecuencia, y utilizando
su diferencia en secreto. Esa es mi genealogía, y como modelo la sexualidad reproductiva hete-
es con la fuerza que obtengo de todas sus voces rosexual con penetración e inseminación
acalladas, aunque solo en mi nombre, que me bio-pene-bio-vagina, la psicología representa-
dirijo a ustedes hoy.
l. Ramón Grosfoguel denomina •epistemicidio• a la des·
El abuso terminológico al que dará lugar la trucción a manos de la epistemología colonial de toda otra
palabra «transexual», con la que algunos de forma de saber no-binario y no-occidental. Ver: Ramón Gros-
foguel, «Racismo epistémico, islamofobia epistémica y cien-
ustedes me caracterizan hoy, comienza a prin- cias sociales coloniales», Tabula Rasa, n. 0 14 [enero-junio
cipios de los años cincuenta con David Oliver 2011), pp. 341-355.

80 81
ba a los hombres homosexuales como hom- obstinado deseo de vivir como miembros del
bres afeminados de sexualidad anal, pasiva o sexo opuesto».
receptiva, mientras que a las lesbianas se las El epistemicidio continúa: en 1973, Norman
imaginaba como mujeres masculinas de se- Fisk introduce el término «disforia de género»,
xualidad fálica o activa. que acabará imponiéndose como caracteriza-
El psicopatólogo alemán Krafft-Ebbing ca- ción patológica de la transexualidad en el Ma-
tegorizó una esfera de «inversión sexual» en la nual diagnóstico y estadístico de los trastornos
que aquellos que deseaban vivir como yo vivo mentales (DSM). El paso de la psiquiatría tradi-
hoy fueron considerados como «hermafrodi- cional al DSM indica también la transición
tas psicosexuales» o «paranoicos aquejados de desde el lenguaje de la enfermedad mental y
metamorfosis sexual» antes incluso de que el de la locura al de los «trastornos del comporta-
término «transexual» fuera acuñado. Después, miento», así como el desplazamiento gradual
en los años cincuenta, Cauldwell utilizó por desde las técnicas de secuestro y vigilancia ex-
primera vez el término «psicópata transexual» ternas hacia nuevas técnicas farmacológicas
para caracterizar a «un individuo enfermo que de producción y control de la subjetividad.
determina vivir y presentarse como miembro Obsesionados con la jerarquía entre lo normal
del sexo al que no pertenece». Aunque las pri- y lo patológico y con la diferencia entre reali-
meras operaciones de «Cambio de sexo» se ha- dad anatómica y práctica de género, Harry
bían llevado a cabo ya en los años treinta, Benjamín, Robert Stoller y Norman Fisk senta-
Cauldwell, partidario de «modificar la mente y rán las bases de las absurdas taxonomías que
no el cuerpo», se opone a toda transformación aún sirven para caracterizarnos: la diferencia
corporal. Al mismo tiempo, el pedopsiquiatra entre el travestismo, considerado solo como
John Money, bajo los auspicios de Lawson Wil- un deseo de hacerse pasar por el otro sexo a
kins, fundador de la pediatría endocrinológi- través del vestido, y la «verdadera» transexua-
ca, acuña la noción de «género» y considera a lidad como la «metamorfosis corporal» que
los transexuales como «enfermos de la identi- implica, para Stoller, un conjunto de operacio-
dad de género», puesto que «manifiestan un nes hormonales y quirúrgicas. En 1987, el sexó-

82 83
logo estadounidense Ray Blanchard lleva a modifique la noción de «disforia de género» por
cabo una campaña «científica» para registrar la de «transtorno de identidad de género». Las
en el DSM una tipología que permita estable- luchas por la despatologización continúan,
cer diferencias entre las «travestís» y las «mu- pero el problema aquí no es solo la despatologi-
jeres transexuales» y distinguir varios grados zación de la supuesta «identidad trans», es toda
de patología. Su controvertida teoría establece una epistemología lo que habrá que cambiar.
relaciones entre la correcta teatralización so- El psicoanálisis no es, en relación con esta
cial del género, los deseos homosexuales o he- epistemología, mejor que la psiquiatría farma-
terosexuales y las modificaciones quirúrgicas cológica.
u hormonales. Este método de diagnóstico, Se han opuesto ustedes a la medicalización
conocido como «taxonomía de Blanchard», es de la «neurosis» y a la transformación del pa-
aún utilizado, desgraciadamente, por muchos ciente en consumidor de drogas psicotrópicas
terapeutas. en las nuevas terapias cognitivo-conductuales
La idea según la cual una persona transexual (TCC), pero nunca se han negado el derecho a
debe ser heterosexual y la insistente y morbosa participar en la normalización de la homose-
pregunta ¿trans operado o trans no-operado? xualidad y la transexualidad, ni en la adminis-
que algunos de ustedes deben de hacerse tración psicoanalítica de la desviación sexual
mientras me escuchan proceden de ese marco y de género.
psicopatológico. Déjenme sacarles de dudas: Para Lacan y para muchos y muchas de los
estoy operado, me he extirpado con mucho psicoanalistas lacanianos, los transexuales son
cuidado y en largas sesiones políticas, prácti- psicóticos víctimas de un error: «confunden el
cas y teóricas el dispositivo epistémico que órgano con el significante». Es posible desha-
diagnostica mi cuerpo y mis prácticas como cerse del órgano, pero no es posible deshacerse
patológicas. Y ustedes, ¿están operados? del «Significante» de la sexuación que divide a
La politización de los movimientos trans todos los seres, argumenta Lacan. Evidente-
desde los años setenta y aún más intensamente mente los trans somos idiotas: no vemos la di-
en las últimas décadas ha conseguido que se ferencia entre la castración simbólica y la real,

84 85
entre una vagina y un simple agujero, entre un En 1983, su colega psicoanalista Catherine
«falo» y un colgajo cualquiera. Pero ¿acaso es ca- llot publicó, con la felicitación del
paz la medicina normativa de distinguir entre Le Monde, Exsexo, un ensayo sobre el rranse-
una vagina y un simple agujero, entre un «falo» xualismo, en el que consideraba que todo pro-
y un colgajo cualquiera cuando asigna género a ceso de transición de género era un intento
un bebé en el momento del nacimiento? Quizás desesperado y psicótico de ir más allá de los
la epistemología de la diferencia sexual sufre límites de la realidad de la diferencia sexual.
también de un error del significante. Millot describe el cuerpo trans como un cuer-
Queridos y queridas psicoanalistas lacania- po monstruoso y grotesco, una encarnación
nos, no hace falta emprender tan alto vuelo ridícula que solo un enfermo mental puede
hacia el orden simbólico si es para llegar a la preferir a su cuerpo «sano» y «original». 1 «El
misma conclusión que los grupos nacionalca- hombre que sueña con ser una mujer transe-
tólicos españoles cuando afirman: «Que no te xual debe confrontarse», dice Millot, «con el
engañen: un niño tiene pene. Una niña tiene drama de la verdadera castración.» Y la castra-
vulva.» Poco importa que ustedes designen el ción de nuestras libertades no se detiene. Del
pene y la vulva como significantes de la sexua- mismo modo, en los trabajos de Janine Chas-
ción o como simples órganos. ¿Y si no estuvie- seguet-Smirgel, lo que ella considera la obse-
ra tan claro que hay solo penes y vulvas? ¿Y si sión de los transexuales por cambiar su apa-
pudiera haber niñas con pene y niños con vul- riencia corporal resulta de la falta de resolución
va? ¿Y si no hubiera solo dos sexos? ¿Y si las del complejo de Edipo y de la perversa propen-
diferencias genitales no fueran el criterio de sión a la regresión sexual hacia un estado pre-
aceptación de un cuerpo humano en una co- genital.2 Más recientemente, en 2005, la psicoa-
lectividad social y política?
l. Catherine Millot, Horsexe. Essal sur le transsexualisme,
Esos son la complejidad y el desafío de la París, Éditions Éres, 1983. (Trad. esp.: Exsexo, un ensayo sobre
experiencia trans. Pero el psicoanálisis nor- el transexualismo, trad. de Cristina Davie, Buenos Aires, Edi-
ciones Catálogo, 1984.)
mativo prefiere patologizar que poner en 2. Janine Chasseguet-Smirgel, Le corps comme miroir du
cuestión el paradigma de la diferencia sexual. monde, París, PUF, 2003. (Trad. esp.: El cuerpo como espejo del

86 87
nalista Colette Chiland afirma que, confronta- zan con el analista. Sin embargo, para Chiland
dos con la imposibilidad de superar la verdad es el psicoanalista que trata a un transeX'.!al
del binarismo sexual, los transexuales presen- el que sufre los efectos de la transferencia:
tan «una condición límite» que los lleva a caer analista hombre que se enfrenta a una mujer
en una patología próxima al «delirio narcisis- transexual (lo que Chiland considera un hom-
ta».1 Siguiendo los trabajos de André Green, bre que desea convertirse en mujer) sufre en
Chiland considera las intervenciones quirúrgi- su propio cuerpo la angustia de la castración
cas de reasignación sexual como «intervencio- cuando oye a su paciente hablar de su deseo
nes de automutilación», «locuras privadas» de deshacerse del pene; mientras que la ana-
que se convierten en «locuras colectivas» lista mujer oirá con horror el deseo de un hom-
cuando son aceptadas por los médicos. 2 El bre trans (lo que Chiland considera una mujer
«paciente transexual» se presenta para los que desea convertirse en hombre) de desha-
psicoanalistas, según la propia expresión de cerse de sus pechos, puesto que ese deseo ne-
Chiland, como un problema irresoluble, lo gará, según Chiland, su propia vivencia mate-
que tiende a convertir el trabajo psicoanalíti- rial y erótica del seno.1En definitiva, la vivencia
co en un «trabajo imposible»:3 los «enfermos corporal, erótica y sexual de la persona trans
transexuales» no se prestan a la transferencia genera una angustia irreprimible en el analis-
analítica porque, según Chiland, ni pueden ta. Entonces, quizás no sea la persona trans la
sentir la angustia de la castración, ni empati- que se niega al trabajo analítico (y, si así fuera,
esa negación sería instinto de supervivencia y
mundo. Una mirada psicoanaUtica sobre nuestra sociedad, autodeterminación), sino más bien el analista
trad. de Nellie Manso de Zúñiga, Madrid, Biblioteca Nueva,
2007.)
el que no pueda confrontarse con el desafío de
l. Colette Chiland, «Problemes posés aux psychanalystes mirar un cuerpo más allá de su propia expe-
par les transsexuels», depsycflana/yse, vol. 69,
2005/2, París, PUF, pp. 563-577.
riencia cis y heterosexual, de sus propias con-
2. André Green, «Genese et situation des états limites», en venciones de género y sexuales.
Jacques André et al., Les états limites. Nouveau paradigme
pour la psycllanalyse, París, PUF, 1999, p. 41.
3. Colette Chiland, op. cit., p. 564. l. Ibídem.

88 89
Para Lacan y sus seguidores, 1 el binarismo
sexual es un hecho simbólico y una estética del 3
cuerpo tan evidente e innegable como lo era el
sol girando alrededor de la tierra para Ptolo-
meo. Es posible deshacerse del órgano, pero no
es posible, para Lacan, deshacerse de la episte-
mología patriarcal-colonial de la diferencia se-
xual. Por decirlo de otro modo, y siguiendo el
argumento de Bruno Latour sobre la fuerza de
un paradigma, se podría decir que sería más
difícil que un cuerpo de género no-binario se
posara y existiera sobre un diván psicoanalítico A partir de finales de los años sesenta, con
que un hidroavión aterrice en Orly o un quan- los procesos de descolonización del sur, con los
tum se haga visible en la física de Newton. movimientos en favor de los derechos de los ne-
gros americanos, con la comercialización de la
píldora anticonceptiva y con la despatologiza-
ción de la homosexualidad como resultado de
las demandas de los movimientos de minorías
sexuales ... la epistemología de la diferencia se-
xual y la taxonomía colonial del racismo entran
en un proceso de cuestionamiento y mutación
imparable. La contestación política se ve redo-
blada por la controversia científica generada
por los nuevos «datos» cromosómicos o bioquí-
micos procedentes de las nuevas técnicas de
l. Maree! Czermak y Henry Frignet (ed.), Sur l'identité se·
x uelle. A propos du transsexualisme, París, Association freu- lectura de cromosomas y genomas o de los
dienne internationale, 1996. diagnósticos endocrinos.

90 91
En 1993, los pacientes considerados ínter- mica de los cuerpos humanos que va más allá
sexuales crean la Sociedad Intersex de Nortea- del binarismo sexual y de género.
mérica (INSA) para hacer visible su lucha contra La Organización Mundial de la Salud, que,
la medicalización y la modificación quirúrgica insisto, no es precisamente una asociación
de sus cuerpos sin su consentimiento. El mismo anarcoqueer, ya afirma, en términos muy cla-
año, la bióloga e historiadora de la ciencia Anne ros, que «el género típicamente descrito como
Fausto-Sterling publica un polémico artículo en masculino y femenino es una construcción so-
el que defiende el paso de una epistemología bi- cial que varía según las culturas y las épocas».
naria a una al menos de cinco sexos, para respe- Y reconoce que ha habido y sigue habiendo
tar la integridad de las variaciones morfológicas culturas (Samoa en el Pacífico, las de los prime-
y genéticas de los distintos bebés. 1 En los años ros pueblos de América, la tailandesa tradicio-
que siguen, el movimiento trans denuncia la nal) que utilizan taxonomías sexuales y de gé-
patologización de la transexualidad y reclama nero no binarias, más fluidas y complejas que
la libertad de elegir que una «reasignación de la moderna taxonomía occidental globalizada
género» pueda implicar una modificación hor- por el proceso de expansión del capitalismo co-
monal y quirúrgica, o que suponga únicamente lonial. Al aceptar la viabilidad no patológica de
un cambio de nominación y de identidad admi- las encarnaciones corporales y las expresiones
nistrativa y legal. sociales de género y sexualidad, la Organiza-
A partir de 2010, la Organización Mundial ción Mundial de la Salud reconoce la dimen-
de la Salud, a la que no se puede acusar de sión arbitraria y no natural de la taxonomía
complicidad con las hipótesis feministas radi- binaria con la que trabajan las instituciones
cales o con la teoría queer, matiza sus posicio- sociales y políticas en Occidente y abre la puer-
nes sobre la existencia de una variación en la ta no solo a una reformulación local de sus tér-
realidad morfológica, anatómica y cromosó- minos, sino también a una revisión más pro-
funda del paradigma de la diferencia sexual.
l. Anne Fausto-Sterlíng, «The Five Sexes. Why Male and
Hoy sabemos que uno de cada entre mil y
Female Are Not Enough», The Sciences, vol. 33, n. 0 2 [marzo/
abri11993), pp. 20·25. mil quinientos bebés que nacen (es decir, seis

92 93
bebés por día en Estados Unidos, por ejemplo) prácticas de transición, identificándose como
es identificado como «intersexual» y no puede transexuales, transgénero o personas no bi-
ser reconocido según una asignación binaria. narias).
Durante los últimos veinte años, los niños que La transición de género y la afirmación de
fueron operados o medicalizados como «Ínter- un género no-binario no solo ponen en crisis
sexuales» se han organizado para pedir el fin las nociones normativas de masculinidad y fe-
de las operaciones de mutilación genital. Al minidad, sino también las categorías de hete-
mismo tiempo, cada vez más cuerpos reclaman rosexualidad y homosexualidad con las que
identificarse como «no-binarios». Distintos es- trabajan el psicoanálisis normativo y la psico-
tados de Estados Unidos, pero también Argen- logía. Cuando se rechaza el diagnóstico de dis-
tina o Australia, reconocen el género no-bina- foria de género, cuando se afirma la posibi-
rio como una posibilidad política: tengo el lidad de una vida social y sexual fuera del
gusto de anunciarles que, hace tan solo unas binario de la diferencia sexual, las identifica-
semanas, le eminente filósofe Judith Butler se ciones de la homosexualidad y la heterosexua-
ha inscrito como persona de género no-binario lidad, de la actividad y la pasividad sexual, de
en el registro civil del estado de California. Al- lo penetrante y lo penetrado, se vuelven tam-
gunos estados, como por ejemplo Alemania, bién obsoletas.
empiezan también a reconocer un tercer sexo Por otra parte, la definición de la heterose-
o sexo (O). Otros, como Holanda, han decidido xualidad como única sexualidad reproducti-
recientemente eliminar las inscripciones va normal y las caracterizaciones patriarca-
«masculino» y «femenino» de los documentos les de la maternidad y la paternidad resultan
de identidad. cada vez más anacrónicas frente a la multi-
Al mismo tiempo, ha aparecido una nueva plicidad de técnicas de gestión de la repro-
diferenciación entre las personas cis (las que ducción: píldora anticonceptiva, píldora del
se identifican con el sexo que se les asigna al día después, paternidad trans, PMA, gesta-
nacer) y las personas trans (las que no se ción por vientre de alquiler, externalización del
identifican con esa asignación y adoptan útero, etc.

94 95
No sé cómo comunicarles con suficiente sensoriales. Así, por ejemplo, los cambios que
énfasis que estamos viviendo un momento de llevaron desde un régimen geocéntrico y una
una importancia histórica sin precedentes. física aristotélica a un régimen heliocéntrico y
El paradigma de la diferencia sexual está una física newtoniana implicaron también la
mutando imparablemente. invención de la imprenta y de la máquina de
Durante los próximos años, tendremos que vapor. La imprenta precipitó el paso de una
inventar colectivamente una epistemología cultural oral a una cultura de la escritura y la
que sea capaz de dar cuenta de la multiplici- lectura, así como la progresiva secularización
dad radical de los seres vivos, que no reduzca de los textos bíblicos, y aceleró los procesos de
el cuerpo a su fuerza reproductiva heterosexual, expansión y expropiación colonial de Europa
que no legitime la violencia heteropatriarcal y en América y después en África. El despliegue
colonial. de la ciencia moderna, con su taxonomía de
Ustedes son libres de creerme o no, pero razas y sexos, la institución de la familia hete-
tienen que creer al menos esto: la vida es mu- rosexual y la extensión de una economía mun-
tación y multiplicidad. Deben ustedes com- dial de mercado vinieron también acompaña-
prender que los monstruos futuros son tam- dos de técnicas biopolíticas y necropolíticas
bién sus hijos y sus nietos. específicas de gestión de la población nacio-
está produciendo en el orden de la ana- nal, con sus prácticas de segmentación de cla-
tomía política y sexual un proceso de transfor- se, de jerarquización sexual, de segregación
mación y desplazamiento comparable al que racial y de depuración étnica.
llevó desde la epistemología ptolemaica a la Es este régimen de «capitalismo mundial
epistemología heliocéntrica copernicana y integrado», por decirlo con Félix Guattari, el
desde el régimen monosexual a la anatomía que estamos abandonando hoy. Si los cambios
de la diferencia sexual entre 1600 y 1800. Los económicos, políticos y tecnológicos que lle-
procesos que conducen a un cambio de epis- varon al barroco colonial tomaron dos siglos
temología implican fuertes y progresivas mo- en desplegarse, hoy la velocidad de los cam-
dificaciones tecnológicas, sociales, visuales y bios técnicos y la urgencia de la toma de deci-

96 97
siones políticas con respecto a la destrucción cos del paradigma en crisis. Quizás sea posible
del ecosistema y a la sexta extinción nos sitúan explicar el actual proceso de proliferación y
en una temporalidad de cambio mucho más puesta en escena hiperbólica de ideologías
rápida, quizás inminente. Internet, la física neofascistas, con sus discursos populistas y
cuántica y la biotecnología genética están pre- neonacionalistas, misóginos, homófobos,
cipitando también un nuevo e inédito despla- tránsfobos y racistas, como una estrategia ter-
zamiento hacia otra forma de concebir las minal de apuntalamiento del viejo paradigma
distinciones ent re el organismo y la máquina, patriarco-colonial en vías de mutación.
mientras que nuevas jerarquías dentro del Los nuevos totalitarismos de la diferencia
reino de lo vivo aparecen y desaparecen. Una sexual pueden retrasar el cambio, pero no pre-
sacudida comparable a la que supuso la física venir el colapso epistémico. Este cambio de
cuántica y las teorías de la relatividad en la fí- paradigma podría marcar el paso de la «dife-
sica se está dando en el ámbito de la produc- rencia sexual» (una oposición binaria, ya sea
ción y la reproducción colectiva de la vida, así pensada como dialéctica o complementaria,
como en el control y la gestión política de la como dualidad o como duelo) a un número in-
subjetividad sexual y de género. determinado de diferencias, cuerpos y deseos
Frente a la crisis epistérnica se activan, des- no identificados e inidentificables. No se trata
de los ámbitos más conservadores, procesos de de un llamamiento a neutralizar las diferen-
reforma y secuestro cognitivo, de renaturaliza- cias, a volver a un monismo premoderno, ya
ción política y de regresión discursiva. Como sea femenino, masculino o neutro, ni a una
nos enseñó Kuhn al observar el cambio de pa- sexualidad homogénea y unitaria. Tampoco
radigmas científicos, hasta que un paradigma propongo una simple inversión de las jerar-
es totalmente desplazado por otro, los proble- quías. Se trata más bien de una proliferación
mas no resueltos acumulados no dan lugar, de prácticas y formas de vida, una multiplica-
paradójicamente, a una puesta en cuestión, o a ción de deseos más «sin falo» que acéfalos.
un proceso de crítica lúcida, sino a una tempo- A lo que me refiero cuando hablo de una
ral «rigidificación» de los presupuestos teóri- nueva epistemología es a un proceso de amplia-

98 99
ción radical del horizonte democrático que sea y de invención de una nueva epistemología
capaz de reconocer como sujeto político a todo que permita redistribuir la soberanía y recono-
cuerpo humano vivo sin hacer de la asignación cer otras formas de subjetividad de género y
sexual o de la diferencia racial la condición de sexual como políticamente soberanas.
posibilidad de ese reconocimiento social y polí- Ya no pueden recurrir a los textos de Freud
tico. La violenta y arbitraria epistemología de la o de Lacan como si hubiera en ellos un valor
diferencia sexual, cuestionada por los movi- universal, como si esos textos no hubieran sido
mientos activistas feministas, intersexuales, escritos dentro de la epistemología patriarcal
trans, tullidos y antirracistas y sacudida tam- de la diferencia sexual. Eso equivaldría a pedir
bién por la confrontación con nuevos datos a Galileo que volviera a los textos de Platón o
científicos, está mutando. Este proceso de de Ptolomeo. O exigir a Einstein que renuncia-
cambio de paradigma científico y político lle- ra a la relatividad y siguiera pensando con la
vará a reconocer como sujetos políticos sobera- física de Aristóteles.
nos a todo un conjunto de cuerpos que hasta Hoy los cuerpos antes excluidos del régi-
ahora habían sido marcados como subalternos. men patriarco-colonial y del paradigma de la
En este contexto de transición epistémica, diferencia sexual hablan y producen conoci-
honorables miembros de la Escuela de la Cau- miento sobre sí mismos. Los movimientos
sa Freudiana de Francia, tienen ustedes una #MeToo , #NiUnaMenos, Black Lives Matter,
enorme responsabilidad. Ya no se trata de la los Movimientos de Vida Independiente, indí-
batalla del psicoanálisis frente a la neurocien- genas y migrantes ... están introduciendo cam-
cia o a la farmacología. El desafío es mucho bios decisivos que hacen que sea imposible
mayor. Les toca a ustedes o bien situarse del seguir legitimando como natural y necesaria
lado de los discursos patriarco-coloniales y re- la violencia sexual y política estructural contra
afirmar la universalidad de la diferencia se- los animales, las mujeres, los niños, las mino-
xual y de la reproducción heterosexual o bien rías sexuales y los cuerpos racializados.
entrar con nosotros, los monstruos y los mu- No pueden ustedes seguir hablando del
tantes de este mundo, en un proceso de crítica complejo de Edipo o del nombre del padre en

100 101
una sociedad en la que las víctimas de la violen- política es cuidar de los hijos, de las hijas, de
cia patriarcal hablan: en la que las mujeres y los les hijes, no legitimar la violencia de los pa-
niños denuncian públicamente las violaciones, dres. Ha llegado el tiempo de sacar los divanes
en la que miles de cuerpos salen a la calle para a las plazas y de colectivizar la palabra, de po-
denunciar el ferninicidio, las agresiones homó- litizar el inconsciente.
fobas y los asesinatos casi cotidianos de mujeres Liberen a Edipo, únanse a los monstruos,
trans y las formas institucionalizadas de racis- no escondan la violencia patriarcal detrás de
mo. No pueden seguir afirmando la universali- los deseos aparentemente incestuosos de los
dad de la diferencia sexual y la estabilidad de las hijos, y pongan en el centro de su práctica clí-
identificaciones heterosexuales y homosexua- nica los cuerpos y las palabras de los que han
les en una sociedad en la que es legal cambiar de sobrevivido a la violación y a la violencia pa-
sexo o identificarse como persona de sexo no-bi- triarcal, de los que ya viven más allá del núcleo
nario, en una sociedad donde hay ya miles de familiar patriarcal, más allá de la heterosexua-
niños que han nacido de familias no hetero- lidad y de la diferencia sexual, de los, las y les
sexuales y no-binarias. Seguir practicando el que buscan y fabrican una salida.
psicoanálisis con nociones de diferencia sexual Es posible que tengamos que confrontarnos
y con instrumentos clínicos como el complejo de a una nueva alianza necropolítica del patriar-
Edipo sería hoy tan aberrante como pretender cado colonial y de las nuevas tecnologías far-
seguir navegando por el universo con un mapa macopornográficas. Sin duda estamos ya fren-
geocéntrico ptolemaico, o como negar el cam- te a una creciente farmacologización de las
bio climático o afumar que la Tierra es plana. llamadas «patologías psiquiátricas», una mer-
Hoy, es más importante para ustedes, seño- cantilización de las industrias del cuidado, así
ras y señores psicoanalistas, escuchar las vo- como de una cada vez más importante roboti-
ces y los lenguajes de los cuerpos que el régi- zación semiótico-informática de las técnicas de
men patriarca-colonial ha excluido que leer a producción de subjetividad. Pero los peligros y
Freud y a Lacan. Por favor, no busquen refugio excesos de esta proliferación de nuevas técni-
en los padres del psicoanálisis. Su obligación cas de control y de producción de nuevas jerar-

102 103
quías y segmentaciones de lo humano no pue- Contrariamente a lo que podrían imaginar
de ser una excusa para evitar que el psicoanálisis los más conservadores de ustedes, aquellos
cuestione sus propias categorías. que temen que un psicoanálisis que se arries-
El psicoanálisis se enfrenta en los próximos gue a dejar atrás la epistemología de la diferen-
veinte años a una elección histórica sin prece- cia sexual quedará desfigurado, les digo que
dentes: o continúa trabajando con la antigua solo a través de ese proceso profundo de trans-
epistemología de la diferencia sexual y valida formación puede el psicoanálisis sobrevivir.
de ese modo el régimen patriarco-colonial que Y todo esto se lo digo desde mi posición de
la sustenta, haciéndose por tanto responsable hombre trans, de cuerpo de género no-binario
de la violencia que este produce, o bien se abre que ha tenido que transformarse para poder
a un proceso de crítica política de sus lengua- dejar atrás su antigua jaula y sobrevivir inven-
jes y de sus prácticas. tando día a día y precariamente otras formas
Esta segunda opción supondría iniciar un de libertad. Si considero mi evolución y su re-
proceso de despatriarcalización, desheterose- sultado actual, no puedo quejarme, pero tam-
xualización y descolonización del psicoanáli- poco estar simplemente satisfecho con ella.
sis, corno lenguaje, corno institución y corno Hay todavía demasiado por hacer.
práctica clínica. El psicoanálisis necesita en- Desde aquí hago una llamada a la mutación
trar en un feedback crítico con las tradiciones del psicoanálisis, a la aparición de un psicoa-
de resistencia política transferninista si quiere nálisis rnutante, a la altura del desafío históri-
dejar de ser una tecnología de normalización co y del cambio de paradigma que estarnos
heteropatriarcal y de legitimación de la vio- experimentando.
lencia necropolítica, y convertirse en una tec- Quizás solo ese proceso de transformación,
nología de invención de subjetividades disi- por terrible y desrnantelador que pueda pare-
dentes frente a la norma. cerles, merece ser llamado hoy de nuevo psi-
¡Psicoanalistas por la transición epistérni- coanálisis.
ca, uníos a nosotres! ¡Fabriquemos juntes una
salida!

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