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Cristo
El día de hoy quisiera compartir un fragmento de la biblia en el que pienso que Dios hace
algunas afirmaciones acerca de nosotros y que considero dan forma a nuestra identidad en
Dios.
A partir de este texto, compartiré contigo algunas reflexiones acerca de las cosas que Dios
dice de nosotros, y te explicaré por qué constituye nuestra verdadera identidad en Cristo.
Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las
regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo.
Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin
mancha delante de él.
En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo,
según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos
concedió en su Amado.
En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados,
conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda
sabiduría y entendimiento.
En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según
el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, a fin de
que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza
de su gloria.
Efesios 1: 3 – 8; 11 – 12
En esencia, lo que quisiera compartir contigo es que nuestra identidad no está definida por lo
que nosotros creemos de nosotros mismos, o lo que los demás opinan de nosotros.
Alguna vez escribí una entrada titulada “cómo encontrar un propósito de vida en Dios”, allí
escribí en mayor detalle acerca de nuestra identidad.
Nuestra identidad está profundamente arraigada en Dios, y es allí donde debemos buscarla.
Es Dios quien nos da identidad.
No es lo que la sociedad diga de mí o lo que yo piense de mí, es lo que Dios dice de mí.
El texto del día de hoy nos permite ver varias cosas que Dios piensa de ti y de mí como
personas que le han entregado su vida y su corazón a Jesús.
Conclusión
Para recuperar nuestra identidad en Cristo, necesitamos pedirle a Dios que nos recuerde y
ayudarnos a nosotros mismos a recordar todo lo bueno que Dios piensa de nosotros, pues al
final eso es lo único real.