• Como el Ejército de Tarapacá se concentró en Iquique y sus inmediaciones,
el ministro de Guerra chileno Rafael Sotomayor, que dirigía el ejército, decidió combatirlo desembarcando al norte de Iquique. Con ello se interponían los invasores entre Tacna y Tarapacá; impedían la unión de las fuerzas acantonadas separadamente en las dos zonas; cortaban asimismo, la retirada de los aliados desde Tarapacá; y se ponían en aptitud de batir por separado a los refuerzos que podían enviarse desde Tacna. CAPTURA DE LA "PILCOMAYO". • Pocos días después de la toma de Pisagua, el 17 de noviembre de 1879, el blindado chileno Blanco Encalada capturó a la cañonera Pilcomayo con su comandante Carlos Ferreyros frente a la quebrada de Tambo. EL EJÉRCITO DE TARAPACÁ. • Habíase estado concentrando el ejército de Tarapacá desde fines de marzo con tropas de línea, gendarmería de Puno y Arequipa, adolescentes salidos de la Escuela de Cabos, guardias nacionales, o sea civiles armados de aquellas ciudades y otras milicias locales, incluyendo la columna Loa compuesta por bolivianos anteriormente dedicados a las faenas del salitre. El general en jefe era el general Juan Buendía, limeño, nacido en 1814 y descendiente de los marqueses de Castellón. Sus sesenta y cinco años parecían rejuvenecerse gracias a su cortesía y a su afabilidad. Al hablar del ejército de Tarapacá, dice el historiador chileno Vicuña Mackenna: "Sus jefes eran, por lo común, sobresalientes (se refiere, sin duda, a los jefes de divisiones y de cuerpos). Sus oficiales, mediocres. Su tropa, buena; pero, en general bisoña. La infantería de batalla, y digna de medirse con el soldado chileno. La artillería, escasa y deficiente. La caballería, miserable." EL PLAN ALIADO. SALIDA DE DAZA DE ARICA. • os aliados entonces decidieron avanzar por ambos frentes. Daza fue encargado de dirigirse al sur desde Tacna por la vía de Camarones a llamar la atención de los chilenos por retaguardia, sea para obligarlos a debilitarse dividiendo sus fuerzas, sea para tomarlos entre dos fuegos, sea para reforzar al ejército de Buendía a cuya cabeza se pondría el Presidente. Reunió este primero un consejo de guerra de jefes bolivianos, donde ya surgieron algunas voces discrepantes; marchó luego de Tacna a Arica, donde demoró tres días en nuevas juntas, mientras los soldados consumían barriles de bebidas alcohólicas. Después de estos tres días de "báquico estacionarismo en Arica", Daza emprendió la marcha el 11 de noviembre (y no el 8, como se había acordado al principio) a las once de la mañana bajo un sol abrasador. Una correspondencia de Arica publicada en El Nacional de Lima habla en forma entusiasta del desfile que entonces tuvo lugar. "A la cabeza estaban los granaderos de Daza o Colorados, setecientos soldados de musculatura y talla hercúleas, veteranos escogidos todos con sus altos morriones y chaquetas punzó y pantalones blancos, (decía el corresponsal) con sus robustos pies desnudos (calzaban ojotas) y con sus Remington apoyados en sus anchas manos y fuertes brazos. La Décima de César y los Granaderos de Napoleón (agregaba) no causarán efecto más importante que el Colorados". Lo seguían los llamados "amarillos" de Sucre por el color de sus trajes de bayeta, el Aroma 4° o "verdes" de Cochabamba, el Viedma de esa ciudad, ciento cuarenta artilleros armados de carabina, los coraceros de Daza y otros regimientos. Serían unos 3.000 hombres de infantería mal contados. La artillería fue dejada en Tacna. El montonero tacneño Gregorio Albarracín, que marchó a la descubierta de cien jinetes tuvo bajo su comando al único destacamento peruano en esta expedición. AVANCE Y RETIRADA DE DAZA. • Duro es el paso por las quebradas que están entre Arica e Iquique cuya distancia es de 41 leguas peruanas. Laderas que parecen muros, aguas nauseabundas, insectos implacables hállense en su inmensidad desolada que el sol calcina durante el día. Tres enormes grietas, oasis y abismos, cortan en diversos parajes esta altiplanicie: Vítor, la más septentrional, Chiza y Camarones. La travesía debía ser hecha en cinco días, tiempo que sólo para los soldados de las serranías podía servir para cumplir tan difícil itinerario. Aquel ejército no tenía servicios de aprovisionamiento ni de sanidad. La falta de víveres hizo estragos desde el principio. La primera noche acampó en una altura medanosa a cinco leguas de Arica. Al segundo día durmió en Chaca, en la quebrada de Vítor, después de atravesar cinco leguas en una pampa de arena. EI 13 se detuvo en un médano de la misma pampa. El 14 por la noche llegó a la quebrada de Camarones no lejos del mar. Allí descansó dos días y sufrió deserciones. El 16, Daza telegrafió a Prado: "Desierto abruma, ejército se niega a pasar adelante". Por fin, Prado contestó: "Recibido parte del ejército; mañana estará en Agua Santa donde probablemente se dará batalla. Sea cual fuere el éxito del combate, ya que el ejército de camarones no puede avanzar, creo conveniente, si a usted le parece, que comience a regresar a la mayor brevedad". Prado no pudo o no creyó conveniente ponerse a la cabeza de sus tropas ordenando a Daza que lo esperase y previniendo de ello a Buendía con el fin de evitar que el ejército de Tarapacá empeñara la batalla. Alegres dianas fueron tocadas en el campamento de Daza y a las cinco de la tarde los batallones comenzaron a desfilar, en ascenso, lento, por la cuesta de Camarones hacia Arica. ¿POR QUÉ SE RETIRÓ DAZA? • ¿Por qué dio Daza la orden de retirada? El ejército tenía todavía agua, víveres y forrajes aunque escasos. Las perspectivas de encontrarlos aumentaban si se decidía a avanzar en el camino hacia San Francisco. Los cargos de traición o de connivencia con los chilenos fueron voceados en forma violenta y reiterada por muchos bolivianos encabezados por los generales Camacho y Pérez y también por testimonios peruanos; a éstos se sumó el historiador italiano Caivano con su característica vehemencia. Las gestiones hechas por Salinas Vega y René Moreno sirvieron como antecedente para tan grave acusación. En realidad no hay pruebas para ella y si bien El Mercurio de Valparaíso del 18 de noviembre publicó un telegrama diciendo que se habían tomado las medidas necesarias para que los dos ejércitos aliados no se unieran, pudo referirse a providencias de carácter militar. Las fuerzas chilenas, como ha de verse luego, se alarmaron mucho ante el avance de Daza. Lo que parece haber primado en Daza es el deseo de retener sus tropas, sobre todo los "Colorados", y no exponerlos, ya que constituían su único apoyo en el poder, inducido por el ansia de evitar para su investidura política y militar los peligros de una campaña tan distinta a las que él había conocido en su vida de soldado revoltoso. A estos sentimientos debió unirse la preocupación ante lo que podían tramar sus enemigos en el propio ejército y en Bolivia si él se enfrentaba a los chilenos en una operación estratégica, penosa, complicada, difícil y de resultados dudosos. Vicuña Mackenna afirmó que Daza tuvo miedo a los chilenos. Ekdahl lo rectifica y expresa que temió, más bien, al desierto y a la oposición en Bolivia. En todo caso su actitud no admite defensa. "A nuestro juicio (dice Mercado Moreira) la orden de la retirada de Camarones fue un acto de cobardía y de inconsciencia imperdonables".