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PALMA, RICARDO.

REALISTA

Fray Bruno Terreros, quien antes se mostraba más realista que el propio Rey, decía: Que
la revolución americana era cosa de herejes, que sus seguidores parecen masones y gente
pervertida por la lectura de libros excomulgados. Añadía que eso de derechos del hombre, de
patria y de libertad, eran pampironadas sin pies ni cabeza, y que, pues, el Rey nació para
mandar y la grey para obedecer. Lo mejor, pues, era no meterse a descomponer el tinglado,
ni en barullos que comprometen la pelleja en este mundo y la vida eterna en el otro.
Con esto, amados oyentes míos, ¡que viva el rey y viva la religión!27

Palma, Ricardo. Op.Cit.p.303

PROCLAMA

“Compatriotas y hermanos muy amados: penetrado de los sentimientos naturales y


revestido con las sagradas vestiduras de mi carácter, os anuncié muchas veces desde la
cátedra del Espíritu Santo la felicidad de los peruanos que ha de resultar después de las guerras.
Y ahora, poseído de dolor, me veo precisado a tomar el sable desnudo, como defensor
de la religión, sólo con el objeto de derribar esas felicidades lisonjeras con que los
tiranos nos tienen engañados por saciar sus codiciosas ambiciones. Testigos, los templos
sagrados destruidos, violados los Santos Evangelios de Jesucristo y sus miembros
perseguidos. Sacerdotes de altísimo, llorad con lágrimas de sangre al ver convertidas en
cenizas las casas de oración y los tabernáculos en astillas por llevarse los vasos sagrados y las
custodias con la majestad colocada. Esos sacrílegos españoles, plegue a Dios, y hago testigo a los
ángeles y a toda la corte celestial, que a todo trote caminen al extremo de su total ruina. Jamás
levantó el brazo Jesucristo, sino cuando vio su templo infamado con ventas y comercio. Yo
jamás hubiera tomado el sable si no hubiera visto los santuarios servir de pesebres de
caballo. Separaos, verdaderos fieles y patriotas, y dejad solos a los contumaces en su
desgraciada obstinación”.26

26 Palma, Ricardo: “Tradiciones Peruanas” p.304

SU LABOR COMO JEFE DE GUERRILLAS

En 1820 lo encontramos luchando en las filas patrióticas con la denominación de sus


activistas como “Guerrillas de Fray Bruno Terreros”. Son sus primeras inquietudes hostigando
a los enemigos, privándolos de recursos, dificultando su marcha y las más de las veces
haciéndoles resistencia. La coordinación en la resistencia montonera fue dirigida por el
Presidente de la Intendencia de Tarma Francisco de Paula Otero y por el Presidente de la
Intendencia de Huaylas, Toribio Luzurriaga.

El 06 de abril de 1821, las acciones guerrilleras tenían a los enemigos prácticamente


cercados e inmovilizados en Jauja, desde donde los realistas debieron emprender su
retorno a Lima, divididos en dos grupos, en la idea de que así evitarían la concentración de los
montoneros. Álvarez de Arenales pasó a Tarma y de allí a Jauja, siempre en persecución de
Carratalá. De este lugar destacó a Gamarra con 600 efectivos para aniquilar al jefe colonial que
estaba en Concepción. En Chupaca los realistas atacaron a sablazos a los pobladores y se
produjo una feroz carnicería. Huyeron luego los realistas a Huancayo, cruzando el río
Mantaro. Entonces el sacerdote franciscano Bruno Terreros hizo tocar las campanas
a rebato y cuando se llenó el pequeño templo, subió al púlpito y dramáticamente, con
lágrimas en los ojos, declaró la guerra a los que llevaban el uniforme de los soldados del Rey
y demandó el apresamiento del sanguinario Carratalá para ser juzgado públicamente. Con su
dinero y las donaciones de los vecinos, organizó un cuerpo de guerrilleros bien
apertrechados y armados. Con un centenar de hombres, la mitad a caballos, después de
encargar su parroquia a sus fieles, partió, montando a caballo, al frente de sus
guerrilleros. Su primera preocupación fue la de ubicar a Carratalá y su gente, y así, tras
de sus huellas, marcharon cuatro meses en persecución de los verdugos de Chupaca
hasta encontrarlos y en la oscura madrugada, los vengadores irrumpieron en el campamento
de Carratalá por cuatro puntos distintos. La sorpresa favoreció a los guerrilleros, que eliminaron
a muchos soldados, mientras que el Cura Terreros y un grupo se dirigió temerariamente al
centro del Vivac, para atrapar al jefe español en su propia tienda. Fue en vano, porque éste se
hallaba en esos momentos camino a su campamento, ya que había pasado el día en la hacienda
vecina de un terrateniente español.

Como la táctica de los guerrilleros era la de sostener la iniciativa con incursiones


relámpagos, Fray Bruno dio la orden de retirarse para luego reagruparse en un
punto del río Mantaro. Enterado de esto, Carratalá tomó, en adelante, más precauciones
con su tropa y marchó al sur con fuerte escolta personal. Pero los guerrilleros de
Terreros eran sombras que los seguían a la distancia, de día y de noche, y pese a las
expediciones punitivas ordenadas contra ellos eran siempre una amenaza latente. Carratalá
salvó dos veces de perecer en desfiladeros andinos a causa de las galgas que eran arrojadas por
los vengadores de Chupaca. Así pasó el tiempo. Carratalá y sus tropas movilizándose por
todo el Perú, especialmente la región central, y tras de sus talones el empecinado Cura
Terreros con sus guerrilleros incansables.

En 1923 cuando el general Sucre, por orden del Libertador Bolívar, le invita a que guerree
como fuerza militar del ejército patriota, Terreros cumple exitosas misiones en Yauli y
Jauja. Después del desastre y quedar en cenizas varios pueblos como Chacapalpa,
Huayhuay y otros como Junín, Tarma, Carhuamayo, fueron objeto de la represalia realista.
Pasco fue saqueado y quemado después de la batalla de Junín como desquite por el triunfo
patriota. Ondores, Carhuacayán, Ucumarca, fueron saqueados y destruidos terriblemente.
Combatientes de La Oroya y Yauli tuvieron que desalojar al enemigo de Chacapalca,
Guanguay, Llocllapampa, Pachacayo, Llanama y Mullunya de Chingua de donde habían
robado las alhajas y vasos sagrados de los templos. Dos heroicas mujeres, proveedoras
de los montoneros de ese otro héroe que fue Miguel Artica, fueron atrozmente mutiladas
por los realistas. Luego los montoneros tuvieron que reagruparse, instruir a las guerrillas;
recolectar armas, caballos y despacharlos para Lima, de acuerdo al pedido del cuartel
general de Bolívar; además debían de atacar al enemigo donde se les encontrara
estableciendo su cuartel en las colinas de Pachacayo, sitio estratégico y dominante, desde donde
no se perdió el movimiento más leve de los enemigos.30Desde entonces se anuló el radio de
acción de los realistas en el Valle de Mantaro (Jauja); eran frecuentes y considerables los
daños causados al enemigo, a cada paso se veían envueltos en emboscadas donde perdían
considerable cantidad de pertrechos bélicos, acémilas, víveres y ganado. Para anular las
actividades de los montoneros, Carratalá se vio obligado a establecer guarniciones en
Llocllapampa y otros lugares. Medidas vanas, porque el valeroso fraile, Terreros, burlaba con
temerario valor toda acción enemiga. Para las tropas realistas, la personalidad de Bruno
Terreros era casi fantástica. Lo buscaban y no lo encontraban ¿Cuál era el enigma de ese
ser desconocido?, pasaba tantas veces próximo a ellos y no lo reconocían a causa del sinnúmero
de los trajes que usaba. Queda demostrado que Bruno Terreros se presentó al escenario político
del país como caudillo anónimo. Cuando Canterac tuvo oportunidad de entrevistarse con
Carratalá le interrogó: ¿Quién era ese Bruno Terreros que tanto daño ocasionaba a la
causa de los realistas? Carratalá le respondió: “Por los informes obtenidos, es un fraile
apóstata, expulsado de su convento, y a quien Bolívar le confirió el grado de coronel.
Canterac exclamó: “¿Fraile y coronel? Dios nos libre de él”, frase poética que, según
Palma, en Ayacucho alcanzó autoridad de refrán entre las fuerzas realistas. Por más de dos
años en constante brega, Terreros no encontró apoyo para sus actividades revolucionarias de
parte del Gobierno aun cuando los partes oficiales de los jefes de comando daban cuenta
y ponían de relieve su aporte eficiente a la causa patriótica, llevado a cabo por su
habilidad y la adquisición 30 Texto de Cisneros Nico: 29 Junio 1969. El Comercio

46propia de toda clase de pertrechos bélicos, vestuario y alimentos y extraídos de


depósitos, haciendas y latifundios españoles.

Álvarez de Arenales, que estaba decidido a atrapar a Carratalá, desplegó su vanguardia de


manera que la caballería de Aldao avanzara a Izcuchaca, mientras que la de Alvarado tomaba
las alturas. Ambos convergían sobre Huando. La maniobra tendía a cortar la posible retirada
de los colonialistas hacia Huancavelica. Entre tanto las tropas independientes se replegaron en
Jauja. La política de San Martín en relación a la Sierra Central fue claramente definida
cuando ordenó a Álvarez de Arenales se replegara hacia Lima. El general Álvarez obedeció la
orden, pero advirtió que ello implicaría dejar libre esta región, tan comprometida con la causa
libertaria, a merced de la furia vengativa de los colonialistas; señaló también que esto
podría cambiar el concepto que se tenía de las tropas independientes. Los hechos
posteriormente vendrían a darle razón.

23 Sereylan Leiva, Alejandro: “Historia General del Ejército Peruano” p.1114

24 Espinoza Soriano, Waldemar: “Bolívar en Huancayo” p.156

25 Roel Pineda, Virgilio: “los Libertadores” pp.84 al 91

21 Op. Cit.
22 Dumbar Temple, Ella: “Guerrillas y Montoneros Patriotas”p.512

20 Op. Cit “Bolívar en Huancayo” p.151

18 Op. Cit. Dumbar Temple, Ella y Espinoza Soriano, Waldemar pp.176, 177 “Bolívar en
Huancayo”. 1967 Oficio al Padre Terreros.

19 Op. Cit pp. 153, 154

15 Dumbar Temple, Ella: “La Acción Patriótica del Pueblo en la emancipación Guerrillas y
Montoneros” P.302

16 Op. Cit.

17 Op. Cit. Dumbar Temple, Ella

13 Op. Cit. P.97,98

14 Oficio de Francisco de Paula Otero a U.E. Colección Documental de la Independencia del Perú
. Tomo V Dumbar Temple Ella p.472

12Oficio “Acción Patriótica del Pueblo en la Emancipación“. Guerrillas y Montoneras. Dumbar


Temple Ella – Lima 1971. Pgs. 97,98 V volumen 2

En su oficio del 18 de agosto de 1824, recomienda el Libertador al Fraile y Coronel que sean bien
tratados todos los habitantes y que las guerrillas de su mando se muestren protegidos como
hermanos de patria, en los pueblos por donde pasen y especialmente en los recién libertados
Bolívar conoció de las diversas actividades de Bruno Terreros por carta y recomendación
especial de Sucre; por ello ordenó se le confirmara su grado de coronel, recibiendo de
buen grado el parte de que las guerrillas de su comando, confederados con las guerrillas
de Ignacio Quispe y de Ninavilca, esparcidas por toda la quebrada de Matucana, habían
contribuido a la toma de la provincia de Yauli ocupada por los realistas. Después de la
batalla de Junín, Bolívar creyó conveniente establecer guerrillas entre Huancavelica y sus
inmediaciones para anular las actividades de los realistas en los próximos encuentros. El
llamado a efectuar con mayor eficiencia esa comisión era el Padre Terreros, ya que se había
llegado a conocer su foja de servicios y éxitos obtenidos por él en diversas ocasiones. Para
el efecto Tomás de Heres, secretario general interino de las fuerzas patriotas le libró el
despacho que sigue: “Al Padre Terreros: Su Excelencia el Libertador dispone que U.S. reúna
todas las guerrillas de las provincias de Yauli (La Oroya) y Jauja, que las aumente cuando sea
dable, que las arme y monte bien y que, tomando el mando de todas, se dirija a Huancavelica. S.E.
quiere que U.S. prohíba todo desorden, que sean bien tratados todos los habitantes; en una
palabra, que las guerrillas muestren ciudadanos armados para proteger a sus hermanos.
U.S. mantendrá con todo rigor la disciplina militar castigando como corresponde y hasta de
muerte a los que la quebrantan. Dios guarde a U.S. Huancayo,18 de agosto de 1824-Tomás
de Heres”. Como se desprende del documento que antecede, la misión encomendada no sólo
era con el fin de prestar ayuda a los patriotas en los momentos decisivos, sino también para
prestar garantías a los ciudadanos y evitar todo género de desórdenes provocados por los
realistas.

Mientras tanto en el Valle del Mantaro. La presencia de Simón Bolívar fortaleció aún más el apoyo
de armas y se perfeccionó el actuar de estos batallones. Muchos jefes de montoneros, como en
el caso del religioso Bruno Terreros, de Enterado de todo ello, el Libertador Bolívar le otorgó
el grado de Coronel, y haciendo conocer, además, en muchas comunicaciones, que Terreros era un
hombre de confianza por haber cumplido misiones difíciles y por su desempeño y versación en el
campo militar.
En 1923 cuando el general Sucre, por orden del Libertador Bolívar, le invita a que guerree como
fuerza militar del ejército patriota, Terreros cumple exitosas misiones en Yauli y Jauja.
Después del desastre y quedar en cenizas varios pueblos como Chacapalpa, Huayhuay y
otros como Junín, Tarma, Carhuamayo, fueron objeto de la represalia realista. Pasco fue
saqueado y quemado después de la batalla de Junín como desquite por el triunfo patriota.
Ondores, Carhuacayán, Ucumarca, fueron saqueados y destruidos terriblemente. Combatientes
de La Oroya y Yauli tuvieron que desalojar al enemigo de Chacapalca, Guanguay,
Llocllapampa, Pachacayo, Llanama y Mullunya de Chingua de donde habían robado las
alhajas y vasos sagrados de los templos. Dos heroicas mujeres, proveedoras de los
montoneros de ese otro héroe que fue Miguel Artica, fueron atrozmente mutiladas por los
realistas. Luego los montoneros tuvieron que reagruparse, instruir a las guerrillas; recolectar
armas, caballos y despacharlos para Lima, de acuerdo al pedido del cuartel general de
Bolívar; además debían de atacar al enemigo donde se les encontrara estableciendo su
cuartel en las colinas de Pachacayo, sitio estratégico y dominante, desde donde no se perdió el
movimiento más leve de los enemigos.
Desde entonces se anuló el radio de acción de los realistas en el Valle de Mantaro (Jauja);
eran frecuentes y considerables los daños causados al enemigo, a cada paso se veían envueltos
en emboscadas donde perdían considerable cantidad de pertrechos bélicos, acémilas, víveres y
ganado. Para anular las actividades de los montoneros, Carratalá se vio obligado a
establecer guarniciones en Llocllapampa y otros lugares. Medidas vanas, porque el valeroso fraile,
Terreros, burlaba con temerario valor toda acción enemiga. Para las tropas realistas, la
personalidad de Bruno Terreros era casi fantástica. Lo buscaban y no lo encontraban ¿Cuál
era el enigma de ese ser desconocido?, pasaba tantas veces próximo a ellos y no lo reconocían
a causa del sinnúmero de los trajes que usaba. Queda demostrado que Bruno Terreros se presentó
al escenario político del país como caudillo anónimo.
A la llegada de Bolívar a Lima, el 11 de noviembre de 1823, informado por Sucre de las
necesidades y de las peculiaridades del terreno en los Andes, una de las primeras medidas
del Libertador consistió en el “urgente acopio de medios y el entrenamiento intensivo de las
tropas”. Además, ordenó realizar marchas a los soldados, 10 leguas por día, aclimatándolos
a soportar el soroche, haciéndoles pasar las cimas, entre las peñas, en cuya región vamos hacer
la guerra”. Estos desplazamientos de las tropas realistas y el constante ataque de las
guerrillas dieron lugar a que numerosos soldados armados desertaran,
incorporándose a las partidas o dirigiéndose al pueblo de Yauyos. Los jefes patriotas
Terreros y Guzmán obtuvieron resultados favorables con estas acciones; sobre todo se
beneficiaron con el ganado que lograron arrebatar a los realistas. También se formaron
nuevas partidas, siendo una de ellas la de Juan de Dios Castillo, quien en el mes de abril
de 1822 se encontraba actuando en las inmediaciones de la ciudad de Jauja. En una de sus
incursiones logró apoderarse de 16 barras de plomo, las cuales fueron puestas a disposición del
estado.33Las partidas de guerrillas prepararon los centros de abastecimientos y llevaron a
cabo incursiones con la finalidad de observar a los destacamentos realistas. Bolívar dispuso
que se les proporcionara armas y otros implementos militares para sostener la guerra de
posesión. Inclusive se precisan sus operaciones, como en el caso de las partidas de
Quispe y de Ninavilca, que se encargan muy particularmente de la organización de las
partidas y de molestar mucho al enemigo; a las de Canta, de reclutar gente para el ejército y de
trasladar el ganado y todo cuanto se encuentre hacia el Norte. Las partidas actuaron
principalmente en la región de Pasco y Junín, donde se concentró el mayor número de
guerrilleros, llegando a contar con 1500 hombres montados, los cuales estaban del lado del
coronel Francisco De Paula Otero. Otro importante grupo se movilizaba por las zonas de
Huaura, Sayán, Cajatambo, Canta; bajo las órdenes del coronel Ramón Antonio Deza,
realizaron incursiones hasta los valles de Chillón, Huarochirí y Lurín. A mediados de junio
de 1924, el general Guillermo Miller, por disposición del Libertador atravesó la cordillera de los
Andes para tomar el mando de 1500 montoneros que ocupaban zonas alrededor de Pasco,
localidad desde la cual se desplazaban a Tarma o Jauja, mientras el ejército avanzaba en
dirección al pueblo de Reyes. En este aspecto fue importante la ocupación de Yauli con las
partidas comandadas por José María Guzmán y Bruno Terreros, pues mejoraba el espionaje a
favor de los patriotas. Las partidas cubrían al ejército realista de Canterac, acantonado en el valle
de Jauja. Algunos días antes de iniciarse la campaña de Junín se incorporaron a las
partidas 700 nuevos guerrilleros provenientes del lado occidental de la cordillera de
los Andes. Actuando con estas fuerzas irregulares, Miller, el 04 de agosto avanzó hasta el
caserío de Arroyo, en el camino a Jauja, e informado de que Canterac marchaba
precipitadamente hacia, Reyes va a disponer, con seguridad, la marcha de sus fuerzas
para llevar acabo el encuentro decisivo en Junín. En las acciones de Junín participaron
1500 guerrilleros integrando la división de retaguardia, bajo el mando del general Cirilo
Correa.34

33 Vergara Arias Gustavo “Historia General del Ejército Peruano”. P. 526

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