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DE TU VIDA
Cuando somos sabios en nuestra propia opinión, creemos que todo lo estamos
haciendo bien, pero no es así porque nos equivocamos, somos seres imperfectos
y solo Dios nos puede dar la sabiduría para poder seguir hacia a delante.
El sabio en su propia opinion es terco para aceptar, se cree que todo lo sabe,
llevando de su parecer para dar respuestas a sus ideas, que en ocaciones no
tiene sentido.
Una catástrofe te sorprenderá; una para la cual no estás preparada. (Isaías 47:10-
11).
Muchas maldad se conjuga con los que se creen que se la saben toda, estos
personajes están llenos de formas de actuar y de justificar sus acciones,
haciendosen pasar por hombres generosos, pero sus corazones están llenos de
perjuicios y engaños. Se disfrazan de piadosos queriendo poder ayudar a la gente,
pero sólo quieren sacar provecho de sus astucias. Y hay quines caen en sus
manos dejándose encantar por sus me irás. Estos se reconocen como los
Adivinos, echiceros, los que predicen con brujería, creyendo saber el futuro de los
de más con engaños.
Esto dice el Señor, tu Redentor y Creador: Yo soy el Señor, que hizo todas las
cosas; yo solo extendí los cielos.
Expongo a los falsos profetas como mentirosos y dejo en ridículo a los adivinos;
hago que los sabios den malos consejos, y así demuestro que son unos necios.
(Isaías 44:24-25).
No busques el consejo del sabio mentiroso, por que sus caminos están llenos de
iniqudad, y sus palabras de sabiduria terrenal, que hacen de la verdad una
mentira, engañaran a muchos y llevarán al fracaso a quienes confíen en ellos.
Estos hombres hablan de la evolución del hombre, de que todo es normal, hasta
aceptan el pecado como si fuera una condición humana que se puede vivir con
ella.
Así que, ¿dónde deja eso a los filósofos, a los estudiosos y a los especialistas en
debates de este mundo? Dios ha hecho que la sabiduría de este mundo parezca
una ridiculez.
Un sabio fue una vez a un maestro para preguntar sobre el cielo. Mientras el
maestro le explicaba, el sabio le interrumpía constantemente con observaciones
como: «¡Oh, sí, nosotros también tenemos eso…!», «Nosotros también hacemos
eso», y así sucesivamente. Finalmente el maestro y paró de hablar y empezó a
servir té al sabio. Le llenó la taza, y entonces continuó vertiendo té hasta que la
taza se desbordó. «¡Basta!», interrumpió una vez más el sabio. «¡Ya no cabe más
en la taza!» «Efectivamente, ya lo veo», respondió el maestro. Si no vacías
primero tu taza, ¿cómo puedes saborear mi taza de té?