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conversación

¿Cómo actuaríamos si de hecho supiéramos


que no hay vida tras la muerte?

Si por un lado la vida es el más precioso bien, por otro la


muerte es el más grande misterio de la existencia. Desde
antaño hay una búsqueda por saber de dónde vinimos y
para dónde iremos. No importa la raza, la etnia, la religión –
o incluso no tenerla – hay una curiosidad, un miedo, una
cosa extraña que nos ronda cuando el tema es la finitud de
la vida. Pero, ¿Por qué la gente se pierde tanto tiempo pensando en esto? Es decir,
¿Por qué se plantea una idea sobre este hecho si, al fin y al cabo, todos nos vamos a
pasar por esto? Bueno, a lo mejor se puede decir que la curiosidad forma parte
también de lo nuestro, de lo más íntimo de lo nuestro. Hay discusión sobre el tema
entre religiosos, ateos y científicos. Si algo distingue a los seres humanos del resto de
animales es que todos sabemos que, en algún momento, va a acabar nuestra vida; al
menos tal como la hemos conocido hasta ahora. Existen numerosos estudios que
apoyan la teoría de que la vida después de la muerte sí existe, pero el respetado
físico y cosmólogo Sean Carroll, profesor en el Instituto de Tecnología de California,
afirma que es imposible la existencia de cualquier cosa después de morir. El doctor
asegura que "conocemos por completo las leyes de la física que subyacen a la vida
cotidiana", y todo tiene que ocurrir en esos márgenes. Carroll dice que para que
hubiera algo después de la muerte, la conciencia tendría que estar completamente
separada de nuestro cuerpo físico.
¿Dónde va la conciencia? Los médicos declaran la muerte del paciente cuando deja
de respirar, cesan los latidos de su corazón y no se detectan ondas cerebrales durante
varios segundos. El sentido común nos dice que una vez que el órgano falla, la sangre
ya no circula al cerebro y, por lo tanto, los monitores no pueden detectar actividad
alguna. Si la vida continuase tras la muerte, el campo cuántico habría revelado
partículas y fuerzas espirituales Sin embargo, la conciencia, en el nivel más básico, es
una serie de átomos y electrones que nos da nuestra mente. Las leyes del universo no
permiten que estas partículas funcionen después de nuestra muerte física.

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"Las afirmaciones de que alguna forma de conciencia persiste después de


que nuestros cuerpos mueran y se descompongan en átomos constituyentes se
enfrenta un gran obstáculo insuperable: las leyes de la física que subyacen a la vida
cotidiana. Todo debe suceder en esos márgenes, y no hay manera, en esas leyes, de
permitir que la información almacenada en el cerebro persista después de que
muera", explica Carroll. Teoría cuántica de campos - Para su evidencia, el doctor
apunta a esta disciplina de la física que aplica los principios de la mecánica cuántica a
los sistemas clásicos de campos continuos, por ejemplo, el electromagnético. En
resumen, es la creencia de que existe un espacio para cada tipo de partícula. "Si la
vida continuase tras morir, el campo cuántico habría revelado 'partículas y fuerzas
espirituales'. Son solo átomos y fuerzas conocidas, no hay forma de que el alma
sobreviva a la muerte", asegura a 'Scientific American'. "Creer que hay algo después,
por decirlo suavemente, requiere una física más allá del modelo estándar. Lo más
importante es que necesitamos alguna forma para que esa 'nueva física' interactúe
con los átomos que tenemos. Dentro de la teoría cuántica de campos, no puede haber
una nueva colección de 'partículas y fuerzas espirituales' que se relacionen con
átomos regulares, porque los habríamos detectado en otros experimentos“.

Contesta

1. ¿Crees que hay vida tras la muerte?

2. ¿En qué basas tus creencias?

3. ¿Qué opinas que pasa exactamente cuando dejan de funcionar los órganos?

4. ¿Por qué a la gente no le gusta mucho hablar sobre la muerte?

5. ¿Crees que vida y muerte son una paradoja o hay algo entre esos dos puntos?

6. ¿Qué clase de muerte te parece la más dura, triste o pesada? ¿Por qué?

7. ¿Y si pudieras elegir, como te gustaría despedirte de este mundo?

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Las experiencias cercanas a la muerte - Por muchas conjeturas, teorías


y creencias que el ser humano haya desarrollado a lo largo de los años, la cruda
realidad es que nadie sabe con certeza qué ocurre en el momento de la muerte. Es el
misterio definitivo, la madre de todas las preguntas. Y es por ello que las vivencias de
aquellos con un pie en el más allá, las experiencias cercanas a la muerte (ECM),
nos llevan asombrando, al menos, desde la época de los antiguos griegos. Cuando
alguien se despierta de un coma, la sociedad hace patentes sus ganas irrefrenables
por saber de primera mano qué ha visto el nuevo lázaro, qué se siente o si se ha
reencontrado con alguien conocido. Lo cierto es que aquellos que han pasado por una
ECM suelen recordar la experiencia con bastante detalle, o, al menos, eso afirman. Sus
relatos apelan a la gran preocupación del ser humano (es decir, qué ocurrirá con él
una vez abandone este mundo) y es por ello que la fascinación contemporánea por el
fenómeno se haya plasmado en cantidad de 'bestsellers' y 'blockbusters’. El nuevo
estudio es el primer intento “formal y riguroso” de responder con qué frecuencia y en
qué orden ocurren este tipo de experiencias. Una investigación publicada en el
“Periódico respecto a la muerte' sostiene que, en realidad, no es una experiencia tan
poco común y asegura que entre un cuatro y un ocho por ciento de la población
mundial ha pasado por algo así. No obsante, fue el enfoque pionero de Raymond
Moody, psiquiatra forense y doctor en filosofía, en su libro 'La vida después de la vida'
el que abrió el camino a las investigaciones y relatos posteriores. A estas alturas, es
poco probable que alguien que haya experimentado una ECM en el mundo occidental
no lo haya descrito ya en un estudio científico o en el formato de un libro o
documental. Espiritualidad y ciencia, ¿unidos? - Entre todos ellos, quizá el más
notable sea 'La prueba del cielo', uno de los grandes éxitos editoriales de la última
década. En dicho libro, el neurocirujano Eben Alexander relata que mientras estuvo
siente días en coma, vivió una serie de vivencias extracorporales que transformaron
por completo su mentalidad. La de Alexander fue una lucha contra la “ciencia
dogmática” y, no exento de polémicas, afirma que no dejar de lado la espiritualidad
“cambiará para siempre la forma en que nos entendemos y experimentamos a
nosotros mismo.

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Justamente esa unión entre lo místico y lo científico a la que se refiere Alexander en


sus libros es la que ha puesto a prueba una nueva investigación proveniente de
Bélgica. Dicho estudio, publicado en Fronteras Humanas de la Neurociencia', asegura
que las ECM pueden tomar formas muy diferentes y, aunque ahora nos parezcan
clichés asentados gracias a las novelas y películas, hay varias que se suelen repetir:
una desconexión con el propio cuerpo, un largo túnel, una luz intensa, radiante y
blanca, una sensación de paz interior... La investigación examina con qué frecuencia y
en qué orden ocurren las ECM y se trata, según afirman sus autores, del primer
intento “formal y riguroso” de responder a estas dos inquietantes preguntas.

La secuencia más común implica sentirse fuera del cuerpo, el túnel, ver una luz
brillante y finalmente una sensación de paz interior. Con esto en mente, el equipo
belga ha analizado los testimonios por escrito de 154 personas que afirman haber
pasado por una ECM. Según sus resultados, el 80% de los encuestados experimentó
una sensación de paz, el 69% describió una luz brillante y el 64% aseguró haber
contactado con espíritus o personas. Sin embargo, el orden con el que cada uno
experimentó estas sensación no fue todo lo regular que se esperaba. Sin orden ni
concierto - Un poco más de un tercio de los encuestados señalaron que la experiencia
de sentirse fuera de su cuerpo fue lo primero que notaron, siendo lo último el
retorno a su forma física. Según las estadísticas, la secuencia más común implicaba
sentirse fuera del cuerpo, el túnel, ver una luz brillante y finalmente una sensación de
paz. Sin embargo, a pesar de ser el orden más común, esta secuencia en particular tan
solo la compartieron seis de los 154 encuestados. En otras palabras, no hay indicios
suficientes para concluir que hay un orden concreto.

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¿Qué te parece escuchar cómo…

1. No tengo miedo a morirme pero…

2. Lo más triste de morir es que ya no estaré aquí para ver esto…

3. Tengo miedo a morir mientras esté durmiendo.

4. Lo que me pesa es pensar en morir sin haber realizado mis sueños.

5. Lo daría todo si pudiera vivir un solo día más.

Contesta

1. ¿Qué cosas te gustaría hacer si supieras el día de tu partida?

2. ¿Te causa tristeza pensar que un día el mundo seguirá y no estarás tú?

3. ¿Tras experiencias de enfermedad o desgracias la gente valora más la vida?

4. ¿Crees en el purgatorio, cielo e infierno?

5. ¿Cómo le contestaría a un chico cuando te pregunte respecto a la muerte?

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