Está en la página 1de 5

Virginia Mosenkis

Taller personalizado- Consigna Nº 90

Reencuentro

Danilo Gómez estaba cansado de presentar su curriculum en empresas de poca monta y esperar una
respuesta que no llegaba, cansado no era la palabra, más bien desilusionado. Con los tiempos que
corren – pensaba – se hace difícil. Y no quería terminar manejando un taxi, para eso no había
estudiado como loco.
Hablando con su entrañable amigo, Pirro, le comentó su mala suerte.
-Como siga así no llego a fin de mes y no quiero que mi madre me mantenga, bastante logró la pobre,
sola, haciendo frente a mis estudios.
-No desesperes, sé de un lugar donde podés cuajar, conozco a Edila, la secretaria del gerente; te
aconsejo que no dejes los papeles en la mesa de entrada, directamente preguntá por Edi, así le dicen,
y entregalos en mano, por ahí quien te dice… te anoto la dirección.
-Gracias Pirro.
Al otro día, bien temprano fue a lo que Danilo dio en llamar su última oportunidad.
Era la fachada de un petit hotel, sobrio pero de carácter, eso lo confundió un poco, no lo esperaba.
Entró, preguntó por Edi, le dijeron que vendría más tarde.
-La esperaré.
-¿Le sirvo un café?
-Muy amable – pero Danilo no podía relajar sus nervios, pensaba que era su última carta ¿y después?
Esperó casi dos horas con ansiedad creciente cuando vió entrar una divinidad. Se dirigió a la mesa
para recoger unos papeles. Una persona la espera – le dijeron.
Ella enderezó hacia Danilo -¿A mí me espera?
-Sí, Pirro recomendó que la viera.
-Ah, Pirro, hace mucho que no lo veo, venga.
En el ascensor el joven tragaba saliva, la miraba a hurtadillas aspirando el tenue perfume, una
morocha despampanante, lo hizo pasar a su despacho; una vez acomodados Danilo se presentó, al
escuchar su nombre tuvo un leve sobresalto que él no advirtió ocupado en buscar su curriculum en el
portafolios y se lo entregó; después de hojear los pliegos miró a Danilo y a este le dio un vuelco el
corazón, lo apabullaba tanta belleza. Ella decía que lo deje, lo presentaría al gerente, que a su vez es
el dueño de la empresa, pero Danilo pensaba cómo hacer para invitarla aunque sea a tomar un té.
Edi quedó pensando en la coincidencia de los nombres, nada comunes, el del gerente y el del muchacho
El empresario, al ver el abultado curriculum reflexionó: con la documentación que tengo ante mí, este
joven debe ser una lumbrera y enseguida por el intercomunicador -Edi, hacé una cita urgente con el
señor Gómez ¿le tomaste el teléfono? Sí, como siempre No se me enoje, decile que pase por aquí
directamente.
Ni bien llegó a casa la madre le comunicó lo del llamado Parece que es urgente Danilo la miró
estupefacto ¡Ya! Sí, hijo.
La besó y salió disparado soñando con esa cita que quizás pondría fin a sus tribulaciones.
Pasó por la mesa de entradas, preguntó por el gerente Sí, lo está esperando Gracias
Al entrar en la oficina se encontró con un señor canoso muy apuesto que en cuanto lo vió entrecerró
los ojos, la figura del joven trajo a su memoria otra, no recordaba cual.
-Pasá, ¿te puedo tutear? por tu edad podrías ser mi hijo; vi tu estupendo curriculum, creo que sos la
persona indicada para ocupar el cargo de asesor contable de mi empresa.
Danilo estaba eufórico, no cabía en sus zapatos.
-Pero cuál es tu nombre, acá no figura y no te voy a decir señor Gómez, jajá.
-Mi nombre es Danilo.
-Igual al mío - y memorizó el recuerdo de su apariencia – ¿vivís solo?
-No, con mi madre, ya es hora que me independice y la deje vivir tranquila después de los sacrificios
que hizo por mi educación, es una mujer muy valiente y valerosa.
-Ya, ya, la perfilás muy bien, te felicito.
Y siguieron hablando de trabajo; aún así a don Danilo – como le decían sus empleados- le rondaba una
idea, descabellada si se quiere, pero…
Ni bien se desocupó le pidió a Edi el teléfono de Gómez, cuando se lo dio habló por celular, no quería
que trascendiera ese llamado.
-Hola…
-¿Dalma?
-¡¿Qué pasó hijo?! ¿Cómo te fue en la entrevista? Me come la ansiedad.
Con la garganta apretada el hombre dijo - Soy Danilo Mendoza.
A Dalma le vibró el cuerpo, cayó en una silla, muda.
-¡¿Hola, estás ahí?!
-Sí- contestó como pudo – te confundí con Danilo, es decir, mi hijo, es decir, nuestro hijo, tienen la
voz idéntica.
-¿Cómo estás? ¿Cuándo nos podemos ver? Tenemos mucho de qué hablar, toda una vida, te espero en
casa, vivimos cerca, anotá la dirección y el teléfono – lo dijo todo atropelladamente.
A ella le temblaban tanto las manos que a duras penas pudo escribir.
-¿A tu mujer no le va a molestar? – preguntó como para tantear.
- Nunca me casé ¿Y vos?
- Tampoco, fuiste mi primer y único hombre.
Estaba todo dicho.
-Por ahora no le digas nada a Danilo, ya veremos cómo lo toma. Te espero mañana, cenamos y
charlamos tranquilos, ¿sí?
-De acuerdo, un beso.
-Quiero que me lo des personalmente.
A Dalma se le alargaron las horas, estaba a la expectativa, no imaginaba cómo afrontar ese momento
del acercamiento ansiado e imprevisto.
Ella era una mujer de cuarenta y cinco años, muy bella, morocha, dulces ojos grises, elegante al andar
y moverse, maquillada discretamente. Descartó varios vestidos hasta que optó por uno negro, sabía
que le sentaba bien.
Cuando acudió a la cita con su novio de hacía treinta años y tocó timbre abrió la puerta un hombre
buen mozo, con el cabello entrecano que la miraba con sus ojos negros, ambos se contemplaron
sonrientes, sin palabras, hasta que ella le dio el beso prometido y él la abrazó fuerte como para
retenerla.
Fue un momento mágico que no olvidarían jamás.
-Pasá, estamos dando un espectáculo, mañana me van a preguntar ¿quién es esa preciosura?
-Nunca faltan vecinos entrometidos, jajá.
Entró a una casa muy bonita, muy bien puesta, él le quitó el abrigo, hizo que girase para contemplarla.
-Estás hermosa, mejor de lo que te recordaba, sí, siempre estabas en mi pensamiento pero no sabía
cómo hallarte hasta que apareció Danilo, ni bien lo vi te visualicé en él, tiene tu prestancia, es lindo,
como vos.
Dalma se sentía cohibida.
-¿Tomamos una copa? ¿Qué preferís, vino, whisky?
-Vino.
– Brindemos por el reencuentro.
Tintinearon los vasos, los dejaron de lado y se besaron con la pasión tantos años guardada.
La cena esperaba, fue sólo un pretexto impuesto por las circunstancias, pero a ellos les urgía el amor
como recién descubierto, hechizados en un abrazo milagroso.

En la penumbra del dormitorio, apenas alumbrado por una luz muy tenue Dalma quiso hacer catarsis,
dejar salir la angustia de años.
-¿No sería mejor enterrar el pasado y pensar en lo que vendrá?
-Pienso que te debo explicar porqué me alejé.
-Si eso te ayuda, adelante, pero quiero que sepas – Dalma pone un dedo sobre los labios de Danilo.
-Un día apareció mi padre diciendo que mamá me necesitaba, estaba enferma y debía cuidarla.
-Juntá tus cosas y nos vamos, el viaje es largo. –gruñía al hablar, metía miedo, no pude negarme,
menos aún rebelarme, ni me dio tiempo a llamarte, tragué mi bronca y lo seguí. Cuando llegamos a
Salta ¡oh sorpresa! mi madre gozaba de buena salud, fue todo una farsa. Después me enteré, no sé
quien les había contado de nuestra relación que era mal vista, me tenían cortita, no me dejaban ni a
sol ni a sombra, interceptaron tus cartas, en fin, me tenían presa.
Interrumpieron mi estudio ¿te acordás que estaba cursando la licenciatura en letras? me moría por
ser escritora, por eso estaba en Buenos Aires.
-Estás a tiempo.
-No sé, creo que perdí el tren.
-La gente se recibe a los setenta u ochenta años, no hay edad para cumplir un sueño.
-Me enamora tu optimismo.
Bueno, al poco tiempo descubrí que estaba embarazada y no podía decírtelo, te hubieras puesto
chocho; lo oculté durante tres o cuatro meses, cuando notaron la panza quisieron que aborte pero
ningún médico se atrevió, estaba avanzada la cosa, entonces me confinaron en el campo que tenía mi
padre; allí nació Danilo, ayudada por una matrona, mi madre ni estuvo durante el parto, claro yo era la
indigna, la que no se merecía el más mínimo afecto, pero para compensar tanto desamor tenía a
nuestro hijo ¡cómo te necesitaba, que felices hubiéramos sido!... Para ellos era un contratiempo, algo
que debían ocultar, una vergüenza.
Fueron pasando los días, los años, Danilo iba al colegio en el campo, imaginate lo que podía aprender; le
robé plata a mi viejo, huí hacia Tucumán, allí encontré un trabajo y Danilo pudo recuperar lo perdido
en su aprendizaje.
Al año nos encontraron, querían ejercer la patria potestad pero la ley me amparaba, ya era mayor de
edad y no pudieron conmigo.
Te la hago corta, en una noche de tormenta mis padres tuvieron un accidente con el coche, murieron
ambos en el acto y como única heredera me vi de golpe dueña de una casa y un campo, la casa la alquilé
y el campo lo di en arriendo, eso me dio aire para que Danilo prosiguiera sus estudios pero él a toda
costa quería vivir en Buenos Aires, vendí la casa y el campo y compré un departamento acá.
Esa es la historia de mi vida.
-Bien, ahora tiene una madre y un padre, porque no cabe duda, tenemos el mismo nombre y la misma
voz.
-¡Qué gracioso! ¿Querés que hagamos un ADN?
-Lo que quiero ahora es besarte, recuperar todos los besos perdidos y después saber porque no me
buscaste.
-Por pudor, tenías una vida y no quise molestarte, no quise interferir en tu historia.
-Tontita, sin vos no era vida. ¿Sabías que la cena nos espera? Estoy famélico.

Dalma volvió a su casa a las dos de la madrugada.


-¡Mamá, estuve como loco, sin saber dónde estabas! Hola don Danilo ¿Ustedes se conocían?
-Sí, hijo, desde hace mucho, antes de que vos nacieras, vení, sentate, tenemos que contarte algo
importante.
Saben que en ese relato les va la vida y esperan la comprensión de Danilo.
El muchacho presiente que es algo fundamental, nota en la cara de ambos que debía ser significativo,
revelador, que pondría fin a tantas dudas, si, porque tuvo la sospecha de que su madre guardaba un
silencio protector, a sabiendas que no conducía a nada, que algún día debía sincerarse y ese día llegó,
bien o mal se enteraría de algo crucial, que debía ser con ese hombre que tenía el mismo nombre y la
misma inflexión de voz que él.
Todo esto pasaba por la mente de Danilo a medida que su madre explicaba lo que parecía un
argumento de novela mas era la vida, sin edulcorantes que interfieran.
-Como dijo don Danilo en la primera entrevista que tuvimos “¿te puedo tutear? por tu edad podrías
ser mi padre”
Padre, una palabra recién inaugurada.

Todo terminó por acomodarse como si un geniecillo hubiese puesto las piezas de un rompecabezas
cada uno en el lugar correspondiente: don Danilo se casó con Dalma, lo primero que hizo fue reconocer
su paternidad y el hijo conservó los dos apellidos, Ella se mudó a la casa de su marido y en el
departamento quedó Danilo.
Dalma se integró a un taller literario y pudo dar rienda suelta a su afán de dejar plasmadas sus
vivencias y a su vuelo literario.
Danilo hijo pasó a ser Dan para no confundir.
El estaba muerto por conseguir el amor de Edi; a ella la confundía un tanto, el hijo de su jefe… no
deseaba sacar partido de su situación pero a su vez no quería malograr el vínculo que, no obstante
progresaba día a día.
-Olvidate de mi situación de “hijo de” y amame como yo te amo desde el día en que te vi, cuando no
sabíamos quién era, sólo un postulante a un cargo, y nada más, no frustres la dicha que nos espera.
Tanto fue el cántaro a la fuente que al fin Edi sucumbió.

Padre e hijo están reunidos hablando de trabajo.


-¿Sabés, Dan?, vas a tener que viajar a Entre Ríos porque un cliente está empecinado en reclamar
algo a lo que no tiene derecho, me gustaría que vayas a ver si lo convencés, tomate un avión así
podrías llegar pronto, mañana tenemos una reunión en el ministerio.
-Bueno, don Danilo.
-Decime papá, me gusta como suena.
-No me acostumbro.
-No seas bobo, si me decís don Damilo no te contesto.
-Voy a tratar ¿A qué hora sale el avión, papá?
-A las ocho.
-Bueno, ¿puede acompañarme Edi?
-Sí, ella conoce el caso ¿cómo andan con Edi?
-Bárbaro, don, papá.
-Hola Edi, mi amor, tenemos que viajar a Entre Ríos, venite a dormir a casa así salimos temprano.
-De acuerdo, cariño.
Dan pone el despertador a las seis pero olvida correr el botón para que suene. A la mañana se
despierta con el tiempo justo para salir volando, cuando llegan al aeroparque ven salir el avión sin ellos
-Ahora mi viejo me mata.
-Sería la primera vez que don Danilo mate a alguien, jajá.
-Sí, vos reíte, pero a mí me mata.
Dalma escucha la radio mientras prepara el desayuno, oye al locutor diciendo: lamentablemente
tenemos una noticia de último momento, cayó un avión que se dirigía a Entre Ríos, según nos confirman
no hay sobrevivientes.
-¡Pobre gente, qué desgracia!
Al entrar a la cocina Dalmiro oye hablar a su mujer.
-¿Me hablabas?
-No, oí por la radio que cayó un avión que iba a Entre Ríos, pobre gente, no se salvó nadie ¡qué horror!
Danilo palideció, sentía que se desmayaba, no sabía qué hacer, cómo decir que su hijo viajaba en ese
avión.
-Te noto pálido, ¿no te habrá bajado la presión?
-Es que no dormí bien.
-Mucho estrés ¿no podés dejar a Edi y Dan a cargo y tomarnos unas vacaciones? pensálo, no nos
vendrían mal como luna de miel.
-Puede ser…
-¿Venís a almorzar, qué te preparo?
-No sé, después te hablo, chau.
Sentía que era incapaz de conducir el auto, tomó un taxi. ¿Cómo decirle a Dalma que el hijo viajaba en
ese avión?
Cuando entró a la oficina lo esperaban Edi y Dan.
-Perdón papá, perdimos el avión.
Nunca vieron a Danilo llorando como un chico, entre sollozos los abrazaba y no podía hablar.
-¡¿Qué te pasa, qué tenés?!
Entre gemidos les contó –El avión que perdieron cayó en el río, todos muertos, nadie se salvó. Es un
milagro que estén vivos. Hagamos un pacto entre padre e hijo, no le digamos nada a mamá, ella debe
ignorar que estuvieron al extremo de ser tragados por el agua, eso la aniquilaría.
-Hecho, será nuestra primera complicidad.

También podría gustarte