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FORMA Y EQUILIBRIO
SOCIALES
Selección e introducción
por GIORGIO BRAGA
Revista de Occidente O
O Bárbara de Braganza, 12
MADRID
BIBLIOTECA DIGITAL
2031. Formemos, pues, una clase con aquellos que tienen los índices
70 Vilfredo Párelo
20321 M. Kolabinska: loe. cit., § 2026': «(p. 6) Nous venons d'énumérer dif-feréntes
catégories des individus composant Pélite; on peut encoré les classer de bien d'autres
manieres. Pour le but queje me propose en cette étude, il convient de diviser l'élite en deux
parties: une, que j'appellerai M, contiendra les individus de l'élite qui ont part au
gouvemement de l'Etat, qui constituent ce que Fon nomine plus ou moins vaguement 'la
classe gouvemante'; l'autre partie N, sera constituée i par ce qui reste de l'élite, lorsqu'on
en a separé la partie Ai.»
Propiedades de los residuos y derivaciones 71
los médicos, los ingenieros, o que entre quienes se han hecho ricos con su
propio arte, o que entre" quienes destacan en la música, en la literatura, etc.,
entre otras razones porque en dichas ramas de la actividad humana los
cartelitos son obtenidos directamente por cada individuo, mientras que, en la
clase selecta, parte de los cartelitos son hereditarios, como, por ejemplo, los de
la riqueza. En otros tiempos los había también hereditarios en la parte selecta
de gobierno, pero ahora solo quedan los de los soberanos ; pero si la herencia
ha desaparecido directamente, sigue siendo todavía poderosa indirectamente, y
quien hereda un gran patrimonio, fácilmente es nombrado senador en ciertos
países o logra que le elijan diputado, pagando a los electores y halagándoles, si
es preciso, con demostraciones de entusiasta demócrata, de socialista, de
anarquista. La riqueza, los parientes, las relaciones, ayudan también en otros
muchos casos y hacen que les pongan el cartelito de la clase selecta en general
o de la clase selecta de gobierno en particular a quien no debería llevarlo.
2037. Allí donde la unidad social es la familia, el rótulo del cabeza de la
familia sirve también para todos los que la componen. En Roma, quien llegaba
a ser emperador, llevaba generalmente a sus libertos a la clase superior, más
aún: con frecuencia a la parte selecta de gobierno. Sin embargo, pocos o
muchos de estos libertos que tenían participación en el gobierno poseían
cualidades buenas, o malas, por las que, por su propia virtud, les fuera bien el
cartel que conseguían gracias al favor del César. En nuestras sociedades, la
unidad social es el individuo, pero el lugar que este ocupa en la sociedad es
útil también a la mujer, a los hijos, a los allegados, a los amigos.
2038. Si todas estas desviaciones del tipo fueran de poca monta, se
podrían dejar a un lado, como prácticamente se dejan aparte en los casos en
que para ejercer un oficio se prescribe un título. Se sabe que hay personas que
tienen tales títulos sin merecerlos, pero, en fin, la experiencia demuestra que,
en conjunto, esto puede despreciarse.
2039- Todavía se podría despreciar tales desviaciones, al menos bajo
ciertos aspectos, donde se mantuvieran más o menos constantes, es decir,
donde variase poco o nada la proporción entre el total de una clase y la gente
que tiene el cartel de ella sin tener las cualidades correspondientes.
2040. Por el contrarío, los casos reales que debemos considerar en nuestras
sociedades difieren de estas dos. Las desviaciones no son tan pocas que puedan
ser despreciadas; su número es variable, y de tal variación se derivan
fenómenos de gran peso para el equilibrio social; es preciso, pues, que lo
estudiemos deliberadamente.
2041. Además, hay que considerar cómo se mezclan los diversos gru-
72 Vilfredo Párelo
bres de las clases bajas, es decir, forasteros, libertos y otros, que el Imperio
romano introdujo en las clases altas (§ 2549). Un nuevo y fuerte incremento
se produjo cuando, en tiempos del bajo imperio, el gobierno pasó a una
burocracia procedente de las clases bajas y a una plebe militar; y fue la
época en que la prevalencia de los residuos de la clase II se manifestó en la
decadencia de la literatura, de las artes y las ciencias y en la invasión de las
religiones orientales y, principalmente, del cristianismo.
2050. La Reforma protestante en el siglo xvi, la revolución inglesa en
tiempos de Cromwell, la Revolución francesa de 1789, muestran grandes
mareas religiosas que, nacidas en las clases inferiores, sumergen el escepti
cismo de las clases superiores. En nuestros días, los Estados Unidos de
América, donde es intensísimo el movimiento que lleva hacia arriba a los
individuos de las clases inferiores, nos muestran un pueblo en el que tienen
mucho poder los residuos de la clase II. En él nacen numerosas religiones
extrañas y en contraste con todo sentimiento científico, como podría ser la
Christian Science, y tienen leyes hipócritas para imponer la moral, seme
jantes a las de la Edad Media europea.
2051. En el estrato superior de la sociedad, en la clase selecta, están
nominalmente ciertos agregados, en ocasiones no bien definidos, y que se
dicen aristocracias. Hay casos en que la mayoría de los que pertenecen a
tales aristocracias tienen, en efecto, los caracteres para permanecer en ellas, y
otros en los que un número notable de sus componentes carecen de tales
caracteres. Pueden tener participación más o menos grande en la clase ,
selecta de gobierno o bien estar excluidos de ella.
2052. En el origen, las aristocracias guerreras, religiosas, comerciales, las
plutocracias, salvadas pocas excepciones que no consideramos, debían sin
duda formar pane de la clase selecta y, en ocasiones, la constituían
enteramente. El guerrero victorioso, el comerciante que prosperaba, el plu
tócrata que se enriquecía, eran sin duda alguna hombres que superaban lo
vulgar en su actividad. Entonces el cartel correspondía al carácter efectivo;
pero luego, con el paso del tiempo, se produjo un distancia-miento, que a
menudo fue notable y algunas veces notabilísimo; mientras, por otra parte,
ciertas aristocracias que originariamente tenían gran participación en la clase
selecta de gobierno acabaron por constituir solo una parte mínima de ella, y
esto se produjo principalmente con la aristocracia
guerrera.
2053. Las aristocracias no duran. Por las razones que sea, es incon
trastable que, al cabo de un cierto tiempo, desaparecen. La historia es un
cementerio de aristocracias. El pueblo ateniense era una aristocracia respecto al
resto de la población de metecos y de esclavos; desapareció sin dejar
Propiedades de los residuos y derivaciones 75
se producen revoluciones; 4.a Estas, a menudo, dan el poder a una nueva clase
gobernante, en la que hay un aumento de los instintos de persistencia de los
agregados y que, por consiguiente, añade a los designios del gozo en el
presente los de ideales a conseguir en el porvenir; en parte, el escep-. ticismo
cede a la fe; 5.a Estas consideraciones se deben extender en parte a las
relaciones internacionales. Si los instintos de las combinaciones aumentan más allá
de un cierto límite proporcionalmente a los instintos de persistencia de los
agregados, en un cierto pueblo, este puede ser fácilmente vencido en guerra
por otro pueblo en el que no se haya producido tal fenómeno. El poder de un
ideal para conducir a la victoria se observa tanto en las guerras civiles como en
las internacionales. Quien pierde el hábito de usar la fuerza, quien está
avezado a juzgar comercialmente una operación, según su debe y haber
monetario, fácilmente se deja llevar a comprar la paz; y puede ocurrir que tal
operación, considerada aisladamente, sea buena, porque la guerra habría
costado más dinero que el precio pagado por la paz; pero la experiencia
demuestra que, a la larga, considerada con las otras que la siguen
inevitablemente, hace que un pueblo, de este modo, vaya a su propia ruina.
Muy raramente el fenómeno que acabamos de citar de la prevalencia de los
instintos de las combinaciones se produce para toda la población; por lo común,
se observa solo en los estratos superiores y poco o nada en los inferiores y más
numerosos. Por consiguiente, cuando estalla la guerra, asombra la energía
demostrada por el vulgo, la cual, considerando solo los estratos superiores, no
se preveía en absoluto. En ocasiones, como ocurrió en Cartago, tal energía no
basta para salvar a la patria, porque la guerra ha sido mal preparada, mal
dirigida por las clases dirigentes del enemigo. Otras veces, como ocurrió con
las guerras de la Revolución francesa, la energía popular basta para salvar
a la patria, porque, si la guerra ha sido mal preparada por las clases dirigentes
del país, ha sido también peor preparada y peor conducida por las clases
dirigentes del enemigo, lo que da tiempo a los estratos inferiores de la
sociedad a arrojar del poder a su clase dirigente y sustituirla por otra de
mayor energía y en la que es mayor la proporción de los instintos de
persistencia de los agregados. Otras veces, aún, como ocurrió en Alemania
después de la derrota de Yena, la energía popular se propaga a las clases
superiores y la empuja a una acción que puede resultar eficaz porque une una
hábil dirección con una fe viva.
2180. Los fenómenos que acabamos de exponer son los principales,
pero a ellos se añaden otros muchos secundarios. Entre estos es útil ob
servar que, si la clase gobernante no sabe, no quiere o no puede usar la
Forma general de la sociedad 127
la extensión que desea, desde la ley regia que daba el imperium a los em-
peTáddres "romanos," a los votos de la mayoría de una asamblea elegida de
diversas formas, al plebiscito que dio el imperio a Napoleón III, etc., hasta el
sufragio universal sabiamente guiado, comprado, manejado por nuestros
"especuladores". ¿Quién es este nuevo dios al que se da el nombre de
"sufragio universal"? No está mejor definido, ni es menos misterioso, ni está
menos fuera de la realidad que tantas otras divinidades; y en su teología,
como en las otras, no faltan tampoco las contradicciones patentes. Los fieles
del "sufragio universal" no se dejan guiar por su dios, sino que son ellos
quienes le guían, quienes le imponen las formas en que debe manifestarse; a
menudo, mientras proclaman la santidad de la mayoría, se imponen a la
mayoría con la "obstrucción", aún siendo una pequeña minoría; y mientras
queman incienso para la diosa Razón, no desdeñan en absoluto, en ciertos
casos, el recurso a la astucia, al fraude, a la corrupción.
2184. En resumidas cuentas, tales derivaciones expresan principalmente
el sentimiento de aquellos que, llegados al poder, quieren conservarlo, y
también el sentimiento mucho más general de la utilidad de la estabilidad
social. Si tan pronto como una colectividad, pequeña o grande, estuviera
insatisfecha de ciertas normas fijadas en la sociedad de que forma parte,
recurriera a las armas para destruirlas, la sociedad misma se desharía. La
estabilidad social es tan útil que, para mantenerla, vale la pena recurrir a la
ayuda de fines imaginarios (¿6 1879, 1875), de diversas teologías, entre las
que puede estar la del sufragio universal, y resignarse a sufrir ciertos daños
reales. Para que sea útil turbarla, es preciso que tales daños sean muy
graves; y como los hombres son eficazmente guiados no por el escéptico
razonamiento científico, sino por vivos sentimientos que experimentan,
pueden ayudar dentro de ciertos límites y, efectivamente, han ayudado,
aunque sean científicamente absurdas las teorías del "derecho divino" de los
reyes, de las oligarquías, del "pueblo", de las "mayorías", de asambleas
políticas y otras semejantes.
2185. Las teorías que aprueban el uso de la fuerza por parte de los
gobernados se ensamblan casi siempre con las que lo reprueban por parte de
los gobernantes. Pocos soñadores reprueban en general el uso de la fuerza
por cualquier parte; pero estas teorías o no tienen ninguna eficacia o tienen
solo la de debilitar la acción de resistencia de los gobernantes, dejando libre
campo a la violencia de los gobernados, por lo que nos podemos limitar a
considerar en general el fenómeno bajo tal forma.
2186. No hacen falta muchas teorías para empujar a aquellos que están,
o se creen, oprimidos a la resistencia y al uso de la fuerza. Por tanto,
130 Vilfredo Párelo
21871 Por ejemplo, en Italia, está admitido que el Gobierno debe pagar a los
industriales que proveen material a los ferrocarriles un precio tal que sea igual al costo
más un beneficio discreto. Es, pues, manifiesto que si, a causa de las huelgas, se eleva el
costo, les toca a los contribuyentes pagar el aumento y los industriales siguen gozando de
su beneficio. Muchas veces se ha visto a estos y a otros industriales, entre ellos a los
constructores de barcos, provocar ellos mismos una huelga de sus obreros o, al menos,
amenazar con hacerlo, para presionar sobre el Gobierno y obtener encargos a precios
convenientes. Las cooperativas que aceptan trabajos públicos actúan de modo análogo,
prescindiendo de la mediación de los patronos.
132 Vilfredo Párelo
Pero esto sucede para pocos hombres; para la mayoría, quien usa la astucia
es y se va haciendo menos apto para usar la violencia, y viceversa. Por lo
tanto, la acumulación en la parte A de los hombres que mejor saben utilizar
la astucia, tiene por consecuencia la acumulación en la parte B de los
hombres más aptos para usar la violencia. De este modo, continuando el
movimiento, el equilibrio tiene tendencia a hacerse inestable, puesto que a
los A les asiste la astucia pero les falta el ánimo para usar la fuerza y la
fuerza misma, mientras que los B tienen, sí, fuerza y ánimo para usarla, pero
carecen del arte de usarla. Pero si encuentran jefes que tengan este arte, y la
historia nos enseña que suelen venirles de disidentes de los A, tendrán
entonces todo cuanto es preciso para conseguir la victoria y arrojar del
poder a los A-, de ello tenemos innumerables ejemplos en la historia, desde
los tiempos más remotos hasta el presente1. 2191. Aquí es preciso observar
que, en general, tal revolución es útil para la colectividad, más en el caso en
que la clase gobernante se inclina cada vez más al humanitarismo, y menos
cuando está constituida por individuos que se inclinan cada vez más a usar
las combinaciones en vez de la fuerza, en especial si tales combinaciones
tienen por consecuencia, aunque sea indirecta, la prosperidad material de la
colectividad. Supongamos un país en el que la clase gobernante A se inclina
cada vez más al humanitarismo, es decir, que acoge solo las más nocivas
persistencias de agregados, rechaza las otras como rancios prejuicios y,
mientras prepara el "reino de la razón", se va haciendo cada vez menos
capaz de usar la fuerza, es decir, se exime del principal deber de los
gobernantes. Este país se encamina hacia una ruina total. Pero he aquí que la
parte gobernada B se levanta contra la parte A, Para combatirla con palabras,
utiliza las mismas derivaciones humanitarias tan caras a la parte A, pero bajo
2190' Casi siempre, el haber estudiado estos fenómenos bajo el aspecto ético ha
impedido a los autores ver sus uniformidades, que, sin embargo, son muy evidentes.
Cuando un historiador narra una revolución, su principal cuidado es averiguar si es
«justa» o «injusta»; y, como tales términos no están definidos, esta indagación se
confunde con la de la impresión que el autor siente ante el conocimiento de los hechos.
En la mejor de las hipótesis, si el autor no tiene ningún prejuicio al que someta
deliberadamente la historia, se deja guiar por ciertos conceptos metafísicos suyos acerca
de lo «justo» y lo «injusto» y decide de acuerdo con ellos. Pero, más frecuentemente,
tiene una fe que no deja lugar a dudas. Si es favorable a la monarquía o a la oligarquía, el
pueblo que se levanta nunca «tiene razón» para él; y, viceversa», y es «democrático», le
da siempre la «razón» al pueblo en rebeldía. Cuando se le ocurre buscar los motivos de la
insurrección, ocurrencia que no siempre tiene, podemos estar seguros de que se detendrá
en las causas éticas. Si es contrario al pueblo, dirá que ha sido empujado a la rebelión por
las malas artes de los demagogos; si es favorable, dirá que está movido por la intolerable
opresión de la clase gobernante. ¡Cuánto papel y cuánta tinta se han derrochado para
repetir interminablemente esta palabrería inútil!
134 Vilfredo Párelo
2191' Los enemigos de la Revolución Francesa la acusan de haber hecho gran uso de
la fuerza; los amigos procuran excusar este uso. Unos y otros tienen razón si apuntan a
encontrar derivaciones que operen sobre la gente que íiene repugnancia instintiva y no
razonada por los sufrimientos (residuos IV-72); yerran si tienen por fin objetivamente las
condiciones de la utilidad de la sociedad y, bajo tal aspecto, es preciso reconocer que el uso
de la fuerza fue mérito principal, y no culpa, de Ja Revolución.
Forma general de la sociedad 135
coraje y de toda energía, habrían sido ellos quienes destruyeran a los adver
sarios, en vez de esperar a ser destruidos. Era útil al país que el gobierno
pasara a aquellos que demostraban tener la fe y el ánimo necesarios para el
uso de la fuerza. La utilidad para la sociedad es menos patente cuando la
clase gobernante está constituida por gente en la que prevalecen los instintos
de combinaciones; más aún: dentro de ciertos límites puede no existir esta
utilidad. Pero si la clase gobernante se despoja demasiado de los
sentimientos de persistencia de los agregados, se llega fácilmente a un punto
en el que ya no es apta, no solo para defender su propio poder, sino ni
siquiera la independencia del país, lo que es aún peor. Entonces, si dicha
independencia se cree útil, se debe estimar útil también que des aparezca la
clase que no sabe ya cumplir la misión de defenderla. Por lo común, es de la
clase gobernada de la que pueden surgir aquellos que tienen la fe y el ánimo
necesarios para usar la fuerza en defensa de la patria.
2192. La clase gobernante A procura defender de diversos modos su
poder y alejar el peligro de que los B se levanten contra ella (§§ 1827, 1838,
2477 y s.). Para ello procura valerse de la fuerza de los B, que es el modo
más eficaz; o bien intenta impedir que sus disidentes se puedan hacer jefes
de los B o, mejor, de aquella parte de B que está dispuesta a usar la fuerza;
pero esto es muy difícil de conseguir. Los A añaden derivaciones para hacer
que estén tranquilos los B (§ 2182), les dicen que "todo poder viene de
Dios", que es "crimen" recurrir a la violencia, que no hay ningún motivo
para usar la fuerza con objeto de obtener lo que, si es "justo", se puede
conseguir por la "razón" ; derivación que tiene por objeto principal desviar a
los B de dar batalla en un campo favorable a ellos para llevarles a otro, es
decir, al de la astucia, donde su derrota es segura, al pugnar contra los A que
les superan con mucho en astucia. Pero, por lo común, la eficacia de tales
derivaciones depende en su mayor parte de sentimientos preexistentes que
expresan, y solo en pequeña medida de sentimientos que crean.
2193. A estas derivaciones es preciso oponerles otras que tengan análoga
eficacia, y ayuda que parte de ellas realicen sentimientos que sean acogidos
por aquellos que pasan por neutros, aunque quizá en realidad no lo son, y
que querrían no tomar partido ni por los A ni por los adversario de estos,
sino tan solo tener por meta lo que es "justo" y "honrado". Tales
sentimientos se encuentran principalmente entre aquellos que son
manifestados por los residuos de la sociabilidad (clase IV) y, sobre todo,
entre los sentimientos de piedad (IV-y 1 y IV-y2); por eso, la mayor parte de
las derivaciones que son favorables a la violencia de la clase gobernada
136 Vilfredo Párelo
21931 G. Sorel, Reflexión; sur la violence, ha mostrado muy bien la vanidad de tales
derivaciones: «(p. 91) On éprouve beaucoup de peine á comprendre la violence
prolétarienne quand on essaie de raisonner au moyen des idees que la philosophie
bourgeoise a répandues dans le monde: suivant cette philosophie, la violence serait un
reste de la barbarie et elle serait appelée á disparaitre sous Finfluence du progrés des
lumiéres... (p. 92). Les socialistes parlamentaires ne peuvent comprendre les fms que
poursuit la nouveíle école; Us se figurent que tout le socialismo se raméne á la recherche
des moyens d'arriver au pouvoir». Son personas que están asimilándose a la clase
gobernante, y el nombre de transformistas que a veces adoptan corresponde a la
sustancia, «(p. 93) Une agitation savamment canalisée, est extrémement utile aux
socialistes parlamentaires, qui se vanten, auprés du gouvemement et de la riche
bourgeoise, de savoir modérer la révolntion: ils peuvent ainsi faire réussir les affai-res
fmanciéres auxquelles ils (p. 94) s'interessent, faire obtenir de menúes faveurs a beaucoup
délecteurs iníluents [y, en Italia, hacer dispensar dinero a las Cooperativas]... (p. 271) La
férocité ancienne tend a étre remplacée par la ruse, et beaucoup de sociologues estiment
que c'est la un progrés sérieux; quelques philosophes qui n'ont pas l'habitude de suivre les
opinions du troupeau, ne voient pas tres bien en quoi cela constituye un progrés au point de
vue de la morale fp. 83). II ne manque pas d'ouvners qui comprennent parfaitement que tout
le fatras de la littérature parlamentaire ne sert qu'á dissimuler les veritables motifs qui dirigent
les gouvemements [son derivaciones]. Les protecionnistes réussissent en subventionnant
quelques gros chefs de partí [incluso de los pequeños, no solo con dinero, sino también
procurándoles satisfacciones de la vanidad, alabanzas en los periódicos, honores, poder] ou
en entretenant des joumaux qui soutiennent la poli-tique de ees chefs de partí; les ouvriers
n'ont pas d'argent, mais ils ont á leur dis-position un moyen d'action bien plus efficace; ils
peuvent faire peur...»
21932 Mérito muy grande de G. Sorel ha sido abandonar tales vaniloquios en su libro
Reflexions sur la violence para elevarse a las regiones de la ciencia. No ha sido bien
entendido por aquellos que buscaban derivaciones donde hay razonamientos lógico-
experimentales. Ciertos «universitarios», además, que confunden la ciencia con la
pedantería (§ 17495) y que, en una teoría, se detienen en detalles insignificantes o en
otras tonterías semejantes, carecen por completo de la capacidad intelectual necesaria
para comprender la obra de un científico como Sorel.
Forma general de la sociedad 137
2236' Como de costumbre, se puede hacer la siguiente objeción: «Si este fenómeno
social es tan importante, ¿cómo es posible que la gente no se haya dado cuenta de él
hasta ahora?» La respuesta, también como de costumbre, es que la gente lo ha visto, pero
que lo ha cubierto con eí velo de las derivaciones. [Ejemplos del antisemitismo, en
especial germánico, y del anticapitalismo de los marxistas.]
Forma general de la sociedad 161
nifiestan, pueden tener efectos de gran peso para empujar a los hombres a
actuar. Cierto que los sentimientos manifestados por la fe monárquica, la
republicana, la oligárquica, la democrática, etc., han tenido y tienen un papel
no pequeño en los fenómenos sociales, al igual que se puede observar
respecto a los sentimientos manifestados por otras religiones. El "derecho
divino" de un príncipe, el de una aristocracia, el del "pueblo", ei de la plebe,
el de la mayoría, y cuantos otros se pueden imaginar, no tienen el mínimo
valor experimental; debemos, pues, considerarlos solo extrínsecamente
como hechos y manifestaciones de sentimientos, los cuales, como los otros
caracteres de los hombres que constituyen una sociedad dada, actúan para
determinar su modo y su forma. Es preciso, además, no olvidar que la
observación de que uno de estos "derechos" carece de fundamento
experimental, no afecta en lo más mínimo a la utilidad que le puede ser
reconocida por la sociedad. Afectaría si la proposición fuera una derivación,
dado que, en tales razonamientos, generalmente se sobreentiende que "todo
lo que no es racional es nocivo", pero deja incólume la consideración de la
utilidad cuando la proposición es rigurosamente lógico-experimental, puesto
que en ella no está sobreentendida en absoluto la afirmación a que acabamos
de referimos (§ 2147). El estudio de las formas de régimen político
pertenece a la Sociología especial; aquí nos ocuparemos de él solo para
indagar la sustancia que aparece cubierta por las derivaciones y para estudiar
las relaciones de las diversas componentes de la clase gobernante con los
otros fenómenos sociales.
2240. En este, como en otros temas semejantes, ya desde los primeros
pasos tropezamos con el obstáculo de la terminología; y es natural, puesto
que para las indagaciones objetivas que queremos realizar necesitamos una
terminología objetiva, mientras que para los razonamientos subjetivos que se
hace usualmente es precisa una terminología subjetiva, que es la vulgar. Por
ejemplo, todos reconocen que hoy día la "democra- i cía" tiende a convertirse
en el régimen político de todos los pueblos civilizados. Pero, ¿cuál es el
significado preciso de este término de "democracia"? Es todavía más
indeterminado que el indeterminadísimo término de "religión". Es preciso,
pues, que lo dejemos a un lado, y que pasemos al estudio de los hechos que
encubre'.
2241. Veamos, pues, los hechos. Para empezar, tenemos una desta-
2240' El mejor gobierno que existe hoy, e incluso el mejor que se ha podido observar
hasta ahora, es el de Suiza, en especial por la forma que asume en los pequeños cantones,
con la democracia directa; y es un gobierno «democrático», pero no tiene de común sino
el nombre con los gobiernos que se dicen también «democráticos» de otros países, como
pueden ser Francia y los Estados Unidos de América.
162 Vilfredo Pareío
167
una de ellas por el provecho del momento; como ocurre en todos los
fenómenos sociales, dicho camino es el resultado de ciertas fuerzas ope
rantes en medio de ciertos vínculos y de ciertos obstáculos. Cuando deci
mos, por ejemplo, que ahora los "especuladores" preparan siempre la guerra
con gastos crecientes, no pretendemos en lo más mínimo aseverar que sean
conscientes de ello. Muy al contrario. Preparan la guerra con gastos siempre
crecientes y provocan conflictos económicos porque en ello encuentran un
provecho directo, pero tal motivo, si bien importante, no es el principal: hay
otro de más peso, concretamente el de valerse, como medio de gobierno, de
los sentimientos de patriotismo existentes en la población. Además, los
"especuladores" de los diversos países están en competencia y se valen de
los armamentos para obtener concesiones de los rivales. Existen otras causas
semejantes, y todas llevan a aumentar los armamentos, sin que ello se
produzca por un propósito preconcebido. Por otra parte, aquellos en los que
hay abundancia de residuos de la clase I intuyen, sin que para ello necesiten
de razonamientos y teorías, que si se produjera una guerra vasta y terrible,
una de las posibilidades es la de que tendrían que ceder el puesto a los
hombres en los que hay abundancia de residuos de la clase II; y, por eso, por
ese mismo instinto que hace huir al ciervo ante el león, son contrarios a una
guerra así, mientras que aceptan gustosos pequeñas guerras coloniales, que
pueden controlar sin peligro alguno para ellos. Por tales intereses y
sentimientos suyos, y no por deliberado y preestablecido propósito, se
produce su acción, que, por tanto, puede por fin llevar adonde se proponen,
pero que también podría llevarles adonde jamás hubieran querido ir. También
puede suceder que un día estalle la guerra preparada y no querida, que será
consecuencia de la acción pasada de los "especuladores", pero no querida
por ellos, ni entonces ni nunca. De modo semejante, los "especuladores" de
la Roma antigua prepararon la caída de la república y el poder de César y de
Augusto, pero sin saber que emprendían este camino y sin pretender en lo
más mínimo dicho fin. Respecto a los "especuladores", como respecto a
otros elementos de la ordenación social, el aspecto ético y el aspecto de la
utilidad social deben ser distinguidos muy bien. No son condenables, desde
el punto de vista de la utilidad social, los "especuladores" porque realizan
acciones reprobadas por una de las éticas en curso; ni se deben absolver,
desde el punto de vista de estas éticas, porque son útiles socialmente. Es
preciso, pues, recordar que la existencia de dicha utilidad depende de las
circunstancias en que se desarrolla la acción de los especuladores y, de
modo especial, de su proposición, bien en la población total, bien en la clase
gobernante, con
Forma general de la sociedad 169
los individuos en que son poderosos los residuos de la clase II: para conocer
y valorar dicha utilidad tenemos que resolver un problema cuantitativo, no
un problema cualitativo. En nuestro tiempo, por ejemplo, el enorme
desarrollo de la producción económica, la extensión de la civilización a
nuevos países, el notable aumento de bienestar de las poblaciones
civilizadas, son debidos en gran parte a la acción de los especuladores; pero
han podido realizarla porque surgían de poblaciones en que todavía había
abundancia de residuos de la clase II; y es incierto, más aún, es poco
probable, que semejantes beneficios puedan tenerse donde en la población, o
incluso solo en la clase gobernante, disminuyan en gran medida los residuos
déla clase II (§§ 2227', 2384').
2255. Si queremos tener casos concretos del uso de los medios de
gobierno que acabamos de señalar podemos considerar Italia en tiempos del
gobierno de Depretis. ¿Cómo es posible que este politicastro figure durante
tantos años como dueño de la Cámara y del país? No era el jefe de un
ejército victorioso, no tenía la elocuencia que arrastra a los hombres, ni la
autoridad que nace de los grandes hechos, ni había sido impuesto como
soberano: ¿de dónde, pues, le venía su fuerza? Solo una respuesta es
posible: supo usar magistralmente los sentimientos e intereses que había en
el país, sobre todo estos últimos, llegando a ser precisamente el jefe del
sindicato de "especuladores" que dominaba el país y que, en gran parte,
tenía la sustancia del poder cuya apariencia gozaba. Procuró riqueza a
muchos "especuladores" mediante la protección aduanera, las convenciones
ferroviarias, las adjudicaciones gubernativas, en que el Estado era robado a
mansalva, los desórdenes de los bancos, que más tarde se descubrieron;
jamás un jefe de banda fue tan generoso para sus tropas en saqueos y
rapiñas. Crispí es un intermedio de un gobierno que quiere modificar los
residuos y que se ocupa poco de los intereses de los "especuladores". Quería
hacer que surgiera el sentimiento del nacionalismo en un pueblo en el que
todavía no existía y, en general, su obra fue vana; en vez de utilizar a los
socialistas, los combatió y, por consiguiente, convirtió en enemigos suyos a
los jefes más inteligentes y activos; tuvo también, como enemigos o
indiferentes, a los "especuladores", a los que poco o nada daba a roer; y, en
fin, le fueron adversas las condiciones del período económico en que
gobernó (§ 2302). Cayó incidentalmente por una derrota en Abisinia, pero,
de todos modos, no habría podido durar en el gobierno. Obsérvese el
contraste con su sucesor Giolitti, que fue un verdadero maestro en el arte de
usar los intereses y sentimientos. Giolitti, al igual que Depretis, se hizo jefe
del sindicato de los "especuladores", protector de los trusts, y como, para
ayudar a estos,
170 Vilfredo Pareto
nes del parágrafo anterior. Luzzatti había beneficiado mucho a los que gozan
de la protección aduanera, pero estos no necesitaban ya su ayuda en el
momento en que llegó a ser Presidente del Consejo, porque entonces la
protección no estaba en peligro, y ya es sabido que agua pasada no mueve
molino. Por otra parte, Luzzatti estaba lejos de representar tan bien como
Giolitti al sindicato de "especuladores", ni sabía valerse como él de los
sentimientos existentes, manteniéndose ajeno a ellos. Por eso, Giolitti, que
siguió siendo el dueño efectivo cuando gobernaba Luzzatti, recuperó de este
el poder sin el más mínimo esfuerzo cuando hubo llegado el momento que
juzgaba conveniente. De modo semejante, Sonnino, muy superior en cultura
y en concepciones políticas a otros hombres de Estado, no ha podido durar
en el poder, porque no sabe o no quiere representar fielmente al sindicato de
"especuladores". En Francia, Rouvier fue a menudo dueño del Parlamento,
precisamente por sus méritos como jefe de un sindicato semejante, y su
último ministerio terminó no por dificultades internas, sino a causa de la
política exterior. La fuerza de Caillaux está roda en los "especuladores" que
le rodean. Pero no hay que detenerse en tal o cual nombre, y creer que se
trata de hechos particulares de ciertos hombres, de ciertos regímenes
políticos, de ciertos países, cuando en realidad son hechos en estrecha
dependencia con la ordenación social en que los "especuladores" constituyen
la clase selecta de gobierno'. En Inglaterra, las campañas electorales contra
la Cámara de los Lores fueron ayudadas financieramente por los
"especuladores", de los que se hicieron jefes los ministros llamados
"liberales" 2. En Alemania, los trusts de los grandes industriales y de los
grandes financieros llegan hasta los pies del trono, pero su puesto se lo
disputa en parte todavía la casta militar. En los Estados Unidos de América,
Wilson y Bryan, llegados al poder como aparentes y, probablemente,
sinceros adversarios de los trusts y de los financieros, actúan para
favorecerlos, manteniendo la_ ariáfqma en Méjico con objeto, de tener un
presidente sometido a las finanzas de los Estados Unidos. Estos pacifistas
llevaron su desenvoltura hasta el extremo de invitar al gobierno de Méjico al
Congreso de la Paz de La Haya, precisamente en el mismo momento en que
el ejército de los Estados Unidos atacaba Veracruz matando hombres, mujeres
y niños. El pasado próximo se parece al presente. En Francia, Luis Napoleón
Bona-
2256' Las descripciones hechas por técnicos que siguen los caminos del empirismo, sin
empacharse de teorías, son muy útiles para conocer bien los hechos, porque se libran del
peligro, siempre temible, de que, incluso involuntariamente, la descripción de los hechos
se pliegue a la teoría. [Cita de un periódico financiero inglés.]
22562 [Ejemplos ingleses, austríacos y franceses.]
Forma general de la sociedad 173
parte pudo llegar a ser Napoleón III porque fue jefe de los "especuladores",
mientras que, en Italia, caían los gobiernos pasados por haberlos ignorado,
por no haberse preocupado de ellos, por haberlos abandonado; quizá se vaya
más allá de la verdad, pero no demasiado, al decir que si el gobierno del rey
de Ñapóles y los otros vecinos hubieran dado la concesión de los
Ferrocarriles Meridionales y hubieran promovido otras empresas
semejantes, no habrían sido derribados. Durante largos años, los "liberales",
en Francia y en Italia, nos han atronado los oídos con las alabanzas del
gobierno parlamentario inglés, que presentaban como modelo al mundo.
Algunos quizá hayan ignorado la enorme corrupción de dicho régimen, tal
como la describe, y muy bien, Ostrogorski, pero otros la conocían sin duda y
callaban, por eso de que lobo no ataca a lobo.
2257. La clase gobernante, para mantener su poder, adopta individuos de
la clase gobernada, y entre ellos se pueden distinguir dos categorías,
correspondientes a los dos medios principales con los que dicho poder se
afirma (§ 2251): una de estas categorías usa la fuerza, y en ella entran los
soldados, los agentes de policía, los valentones de los siglos pasados; la otra
usa el arte y va desde la clientela de los politicastros romanos hasta la de
nuestros politicastros contemporáneos. Estas dos categorías no faltan nunca,
pero no están en las mismas proporciones reales y menos aún en las mismas
proporciones aparentes. La Roma de los pretorianos señala un extremo,
donde, en realidad, el principal medio de gobierno, y un poco menos en la
apariencia, son las clientelas políticas. Sobre estas se actúa con diversos
medios'; el principal es el menos patente, es decir, que el gobierno se cuida
de los intereses de los "especuladores", a menudo sin que haya ningún
entendimiento explícito con ellos. Por ejemplo, un gobierno proteccionista
goza de la confianza y la ayuda de los industriales protegidos sin que sea
preciso que establezca acuerdos explícitos con todos, si bien puede haber
algún acuerdo con los principales. De modo semejante sucede con las obras
públicas; por otra parte, el acuerdo con los principales empresarios se
convierte en la regla. Hay también medios más conocidos, menos importantes
desde el punto de vista social, pero que, sin embargo, son considerados más
importantes desde
2257' Un estudio de estos medios considerados técnicamente en relación a su eficacia
y a su costo, sin divagaciones éticas, búsqueda de «remedios» ni prédicas, que son tan
mútiles como las que se podrían hacer a la filoxera para inducirla a que no devastara los
viñedos, todavía está por realizar. No nos podemos ocupar aquí de ello. El lector
encontrará preciosas noticias, para las colectividades anglosajonas, en la clásica obra de
Ostrogorski La démocratie et les partís politiques, y, para Italia, en el óptimo libro de
Giretti / trivellatori della nazione.