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La 

colonización europea de América empezó a finales del siglo XV después de que Cristóbal


Colón llegara al continente el 12 de octubre de 1492 con el apoyo de la Corona de Castilla. A
partir de ahí, los imperios de España, Portugal, y desde comienzos del
siglo XVII, Inglaterra (1608), Francia (1609), Países Bajos (1625)
o Rusia (1741), conquistaron y colonizaron una gran parte del territorio americano.
Los Imperios español y portugués fueron los primeros en realizar la conquista y se asentaron
principalmente en el sur de Norteamérica, Centroamérica y en el área andina de Sudamérica,
donde respectivamente se asentaban las culturas mexica, maya, muisca e inca. El Imperio
español fue la potencia que mayor presencia colonial logró en América. En el Caribe, dominó
sobre todo Cuba, La Española, Puerto Rico, Jamaica, incluyendo la península
de Florida dentro de sus posesiones caribeñas. Desde los asentamientos antillanos, logró
extenderse por todo el continente americano: en América del Norte llegó a derrotar al Imperio
azteca, ubicado en una pequeña parte del actual México, donde fundó ciudades, además de
formar una sociedad mestiza con tlaxcaltecas, tarascos, mixtecas, zapotecas y cientos de
otras1 tribus indígenas. A partir de ahí, se expandió por América Central, incorporando a la
tribu de habla maya, así como a los pipiles, a los niquiranos y a los pueblos de
habla guaimí de Veragua (Panamá). Desde Panamá, se emprendió la conquista de la zona
andina de América del Sur hasta la zona central del actual Chile. Al mismo tiempo, en busca
de la Sierra de la Plata y las tierras del Rey Blanco se fundaron ciudades en el estuario del
Plata y sobre las márgenes de los ríos Paraná y Paraguay, siendo Asunción la más importante
de ellas.
Portugal se apropió de la mayor parte de la franja costera atlántica de la parte norte de
América del Sur, que más tarde originaría el Estado de Brasil. Inglaterra estableció trece
colonias en la franja costera atlántica norteamericana, además de en algunas islas caribeñas.
Francia ocupó la actual Guayana Francesa en Sudamérica (aún bajo su dominio), Luisiana en
el Golfo de México, algunas islas del Caribe, y la región canadiense de Quebec. Países Bajos
estableció colonias en Norteamérica (Nueva Ámsterdam, que luego sería Nueva York), norte
de América del Sur (Guyana neerlandesa, hoy Surinam) y algunos asentamientos en islas
caribeñas (Antillas Neerlandesas y Aruba).

Antecedentes de la conquista[editar]
Véase también: Asentamientos vikingos en América
Mapa político de América, en 1794

Fue poblada y ocupada en parte de su extensión, muy probablemente por culturas asiáticas


que ingresaron al continente por el área de Beringia, en el norte. La población americana,
realizó dos revoluciones neolíticas originarias, en Mesoamérica y en Norte Chico (Perú), que
expandirían culturas agrocerámicas por todo el continente y generarían dos grandes centros
de alta civilización. Las culturas y civilizaciones en América surgieron y se desarrollaron sin
contacto con las culturas y civilizaciones africanas, asiáticas y europeas, por lo que resulta
adecuado hablar de la existencia de dos mundos: los llamados "Viejo Mundo" (africano,
asiático y europeo) y "Nuevo Mundo" (americano). Las culturas mesoamericanas habían
denominado a la tierra que ellos alcanzaron a conocer con los nombres de Abya Yala o Cem
Anáhuac.
Se sabe de la existencia de los restos de un efímero asentamiento vikingo en el este
canadiense.

Conquista española[editar]
Artículos principales: Conquista española de América  e  Imperio español.

La exploración y conquista española de América fue con diferencia la más importante de entre
todas las europeas. En poco más de un siglo, la Corona de Castilla exploró, conquistó y pobló
enormes territorios en el norte, centro y sur del continente americano. Desde Santo Domingo y
posteriormente en Cuba se iniciaron grandes expediciones a tierra firme, que exploraron,
cartografiaron y luego se asentaron en amplios territorios. Tras la conquista de los
reinos Azteca e Inca y el sometimiento de otros pueblos, los territorios españoles se
organizaron en dos grandes virreinatos inicialmente; el de Nueva España, con capital
en Ciudad de México y el del Perú, gobernado desde Lima. Más tarde, con la expansión y
asentamiento en el sur, se crearon los Virreinatos de Nueva Granada y de Río de la Plata. En
algunos casos los pueblos aborígenes plantaron resistencia a los conquistadores, entre ellos
cabe destacar a los Mapuches del centro de Argentina y Chile, que fueron declarados como
nación independiente después de la prolongada Guerra de Arauco que costó el mayor número
de vidas españolas en el Nuevo Mundo.1 Algunas regiones, como la Patagonia, el Gran
Chaco, la Amazonía y los desiertos del norte de Mesoamérica no fueron completamente
controladas por el Imperio Español.

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