Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CULTURA SOCIALISTA, CIUDADANÍA Y FEMINISMO EN LA ESPAÑA DE LOS AÑOS VEINTE Y TREINTA - Aguado
CULTURA SOCIALISTA, CIUDADANÍA Y FEMINISMO EN LA ESPAÑA DE LOS AÑOS VEINTE Y TREINTA - Aguado
VEINTE Y TREINTA
Author(s): Ana Aguado
Source: Historia Social , 2010, No. 67 (2010), pp. 131-153
Published by: Fundacion Instituto de Historia Social
JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide
range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and
facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact support@jstor.org.
Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at
https://about.jstor.org/terms
Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and
extend access to Historia Social
Ana Aguado
1. Introducción
* Este texto participa del Proyecto I+D+I HAR2008-03970/HIST, del Ministerio de Ciencia e Innovación.
1 María Lejárraga, La mujer española ante la República, Instituto Andaluz de la Mujer, Granada, 2003
(primera edición: Madrid, 1931).
2 Antonina Rodrigo, María Lejárraga una mujer en la sombra, Vosa, Madrid, 1994, Alda Blanco, María
Martínez Sierra (1874-1974), Ediciones del Orto, Madrid, 1999.
3 Serge Berstein, "La culture politique", en Jean-Pierre Rioux y Jean-François Sirinelli (dirs.), Pour une
histoire culturelle, Seuil, Paris, 1997, pp. 371-386. Del mismo autor, "Les cultures politiques", en Benoît Pellis
trandi y Jean-François Sirinelli (eds.), L'histoire culturelle en France et en Espagne, Casa de Velázquez, Ma
drid, 2008, pp. 209-214.
4 Sydney Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política,
Alianza, Madrid, 2004, Alberto Melucci, "Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimien
tos sociales", Zona Abierta, 69 (1994), pp. 153-180. Para Melucci la acción colectiva es un proceso en el que
sus protagonistas van definiendo objetivos comunes a través de la interacción y la renegociación constante, en
tre las condiciones estructurales existentes y la elección individual.
5 Elena Hernández Sandoica, "Joan Scott y la historiografía actual", en Cristina Borderias, Joan Scott y las
políticas de la historia, Icaria-AEIHM, Barcelona, 1996, pp. 259-281; Ana Aguado, "Trabajo, género y clase:
mujeres socialistas, mujeres feministas", en Cristina Segura y Gloria Nielfa (eds.), Entre la marginación y el
desarrollo: Mujeres y hombres en la historia. Homenaje a Ma Carmen García Nieto, Ediciones del Orto, Ma
drid, 1996, pp. 199-210; y Marta del Moral, "El Grupo Femenino Socialista de Madrid (1809-1914): pioneras
en la acción colectiva femenina", Cuadernos de Historia Contemporánea, 27 (2005), pp. 247-269.
6 Ana Aguado y Ma Dolores Ramos, La modernización de España (1917-1939). Cultura y vida cotidiana,
132 Síntesis, Madrid, 2002.
Las experiencias de las mujeres que actuaron desde el socialismo del primer tercio
del siglo XX conformaron un heterogéneo conjunto de demandas e intereses, de estrategias
sociales y políticas, de propuestas de mejora de su situación económica o de consecución
de la igualdad legal o política.9 Su construcción identitaria fue resultado de los cambios en
los discursos de género hegemónicos -los discursos sobre las mujeres- existentes en las
diferentes culturas políticas -en este caso la socialista-, a los que han cuestionado, o han
adaptado, o han reconducido, o han asimilado parcialmente, desarrollando estrategias, len
guajes y prácticas heterogéneas y diversas.
Los lenguajes políticos disponibles en la cultura socialista del primer tercio del siglo
XX, al igual que los existentes en otras culturas políticas, actuaron como referente discursi
vo desde el que sus mujeres y hombres interpretaban sus experiencias, y desde el que ac
tuaban. Así, el proceso de aprendizaje por medio del cual fueron conformando su identi
dad de género se vinculaba a un proceso de reapropiación de significados culturales desde
los que actuaban en la esfera pública.10 Y por ello, el análisis de las relaciones entre cultu
ra política socialista e identidades de género debe contemplar los referentes conceptuales
presentes en discursos, prácticas de vida, y formas de entender el mundo, público y priva
do, además de otros elementos explicativos ya conocidos y señalados por interpretaciones
hoy convertidas en clásicos de la historiografía especializada." En este sentido, las identi
dades políticas femeninas pueden estudiarse a través de acciones y propuestas discursivas
7 Ana Aguado, "Du sens des cultures politiques et des identités de genre dans l'Espagne contempo
raine", en Marie-Claude Chaput y Christine Lavail (eds.), Sur le chemin de la citoyenneté. Femmes et cultures
politiques. Espagne XIX-XXI siècles, Université Paris 8-Université Paris Ouest Nanterre La Défense, Paris,
2008, pp. 195-214; y Joan Scott, "El eco de la fantasía: la historia y la construcción de la identidad", Aver, 62
(2006), pp. 111-138.
8 Entre la extensa bibliografía sobre el tema dentro del debate internacional se encuentran los trabajos de
Françoise Thébaud, Écrire l'histoire des femmes, Ens Éditions, Paris, 1998; Kathleen Canning, "La historia fe
minista després del gir lingüistic. Historiar el diseurs i l'experiència", en Ana Aguado (coord.), "Les dones i la
historia", Afers 33/34 (1999), pp. 303-342; y Ma Dolores Ramos, "Identidad de género, feminismo y movimien
tos sociales en España", Historia Contemporánea, 21, 2000 (II), Dossier "Estudios de Género", pp. 523-552.
9 Cf. Mary Nash, Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos, Alianza, Madrid, 2004.
10 M.R. Sommers, "¿Qué hay de político o de cultural en la cultura política y en la esfera pública? Hacia
una sociología histórica de la formación de conceptos", Zona Abierta, 77778 (1996-1997), pp. 31-94; y K.M.
Baker, Inventing the French Revolution: Essays on French Political Culture in the Eighteenth Century, CUP,
Cambridge, 1990.
11 Maria Campo Alange, La mujer en España. Cien años de su historia (1868-1860), Aguilar, Madrid,
1963; María Aurelia Capmany, El feminismo ibérico, Oikos-Tau, Barcelona, 1970; y Rosa Capel, El sufragio
femenino en la Segunda República Española, Horas y Horas, Madrid, 1992 (Ia ed. Publicaciones de la Univer
sidad de Granada, Granada, 1975). 133
12 Mary Nash, "Experiencia y aprendizaje: la formación histórica de los feminismos en España", Historia
Social, 20 (1994), pp. 151-172, en particular, pp. 157-160. Igualmente, Mary Nash, Mujeres en el mundo, pp.
136-137.
13 José A. Piqueras, Persiguiendo el porvenir. La identidad histórica del socialismo valenciano (1879
1976), Algar, Alzira, 2006.
14 Geraldine Scanlon, La polémica feminista en la España contemporánea (1868-1975), Siglo XXI, Ma
drid, 1976; y Concha Fagoaga, La voz y el voto de las mujeres. El sufragismo en España (1877-1931), Icaria,
Barcelona, 1985.
15 Luz Sanfeliu, Republicanas. Identidades de género en el blasquismo (1895-1910), Universidad de Va
lencia, Valencia, 2005; y Manuel Delgado, Las palabras de otro hombre: anticlericalismo y misoginia, Much
134 nik, Barcelona, 1993.
16 Ángel Duarte, "La esperanza republicana", en Rafael Cruz y Manuel Pérez Ledesma (eds.), Cultura y
movilización en la España contemporánea, Alianza, Madrid, 1997, pp. 169-199; y Pilar Salomón Chéliz, "Bea
tas sojuzgadas por el clero: la imagen de las mujeres en el discurso anticlerical de la España del primer tercio
del siglo XX", Feminismos, 2 (2003), pp. 41-58.
17 Luis Pereira, "¿Quién nos coserá los calcetines?", El Socialista, 1 de mayo de 1910.
18 Pablo Iglesias, "La emancipación de la mujer" El Socialista, 15 de enero de 1897. Citado también por
Rosa Capel, Socialismo e igualdad de género. Un camino común, Editorial Pablo Iglesias, Madrid, 2007, p. 28.
19 Marta del Moral Vargas, "El Grupo Femenino Socialista de Madrid (1906-1914)"; Rosa Capel, Socia
lismo e igualdad de género, pp. 38-64; y Marta Bizcarrondo, en Manuel Redero (coord.), Sindicalismo y movi
mientos sociales (siglos XIXy xx), Centro de Estudios Históricos de la UGT, Madrid, 1994, p. 133.
20 Ma Dolores Ramos, "Feminismo y acción colectiva en la España de la primera mitad del siglo xx", en
Manuel Ortiz Heras, David Ruiz González e Isidro Sánchez (coords.), Movimientos sociales y Estado en la Es
paña contemporánea, Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2001, pp. 379-403. 135
136
La madre socialista conduce al hijo por la buena senda [...]. Ve la necesidad de unirse al hombre
para conquistar juntamente con él la sociedad del porvenir [...]. Frente a las garras del cura, que la
tiene hoy sujeta y embaucada, para que ella a su vez sujete y embauque al hombre.24
21 Montserrat Duch, "Els feminismes a Catalunya i Espanya (1900-1936)", en Dones. Els camins de la lli
bertat, Generalitat Catalana, Departament de Cultura i Mitjans de Comunicació, Barcelona, 2008, pp. 98-123,
en particular, p. 106.
22 Ana Aguado, "Trabajo, género y clase. Ideología y experiencia femenina en el primer socialismo", en
Ana Aguado (coord.), Las mujeres entre la historia y la sociedad contemporánea, Generalitat Valenciana, Va
lencia, 1999, pp. 65-90; Marta Bizcarrondo, "El feminismo socialista en España", pp. 125-146; y Marta del Mo
ral, "Apunts sobre l'estudi de l'accio col-lectiva femenina al Madrid del primer terç del segle xx", Segle xx. Re
vista Catalana d'Història, 1 (2008), pp. 105-124.
23 Mary Nash, "Experiencia y aprendizaje: la formación histórica de los feminismos".
24 "La mujer", La Lucha de Clases, 2 de noviembre de 1907. Cit. por Marta Bizcarrondo, "El feminismo
socialista", p. 135.
25 Mary Nash, "Experiencia y aprendizaje: la formación histórica"; y Cristina Sánchez Muñoz, "Genealo
gía de la vindicación", en Elena Beltrán y otras, Feminismos. Debates teóricos contemporáneos, Alianza, Ma
drid, 2001, pp. 17-73. 137
Esta Agrupación siente vivos deseos de que las mujeres salgan de su actitud letárgica y, dándose
cuenta de la bondad de nuestras doctrinas, se unan en organizaciones políticas o económicas [....]
Hay la aspiración, además, en nosotras, de que el espíritu de asociación arraigue en el elemento fe
menino, para que, al igual que los hombres, vayan por este medio mejorando su situación, tanto en
jornadas como en salarios. [...] Si así lo hacemos, día llegará en que nuestra intervención en la legis
lación de las leyes del Estado evitará se promulguen leyes tan bochornosas y deprimentes para la
clase trabajadora como es la de jurisdicciones, y la injusta y cruel que hace que los hijos de las cla
ses adineradas se eximan de las penalidades del servicio de las armas.29
26 Gared Stedman Jones, "El proceso de la configuración histórica de la clase obrera y su conciencia histó
rica", Historia Social, 17(1993), pp. 115-119.
27 Marta Bizcarrondo, "El feminismo socialista", p. 131.
28 Marta del Moral, Acción Colectiva Femenina en Madrid (1909-1931), tesis doctoral inédita, Madrid,
2009, p. 354.
138 29 Ana Posadas, "Voz femenina", El Socialista, 6 de marzo de 1915.
Que los Partidos Socialistas de todos los países hagan lo posible por apoyar la organización de las
mujeres en el movimiento obrero. Cada Partido Socialista deberá considerar la emancipación de la
mujer como una de las tareas más importantes de su política. La emancipación de las mujeres exige
el otorgamiento a las mujeres y a los hombres de los mismos derechos políticos, en particular el
mismo derecho al sufragio, activo y pasivo, en la medida constitucional que los hombres se benefi
cien [...]. El movimiento socialista debe, en consecuencia, tener en consideración en su política las
necesidades de las mujeres, tanto como las de los hombres.. ,36
Las mujeres socialistas españolas ya habían comenzado a entrar en contacto con sus
compañeras europeas antes del período bélico, de forma que en mayo de 1914 fueron invi
tadas por Clara Zetkin a la III Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que debía
celebrarse en Viena en agosto de ese año, y que no pudo llegar a hacerlo por el comienzo
de la guerra. Estos contactos internacionales favorecieron una creciente visibilidad feme
nina en el seno del socialismo español, potenciada por su activismo antibelicista y por su
32 Joan Scott, "Sobre el lenguaje, el género y la historia de la clase obrera", Historia Social, 4 (1989), pp.
81-135.
33 Virginia González, "Conquistas del feminismo", Renovación, octubre de 1915.
34 Bonnie Anderson y Judith Zinsser, Historia de las mujeres. Una historia propia, vol. 2, Crítica, Barce
lona, 1991, p. 439.
35 Ana Aguado, "Espumes de modernitat. El feminisme de 1914 a 1960. Conquestes i regressions", en Do
nes. Eis camins de la llibertat, Museu d'Història de Catalunya, Barcelona, 2008, pp. 130-148.
140 36 "El Congreso de las Mujeres Socialistas", El Socialista, 31 de agosto de 1925.
Sufragistas en 1932
41 Shirley Mangini, Las modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la vanguardia, Pe
nínsula, Barcelona, 20 0.
42 Marta del Moral, "Ac ión colectiva femenina republicana: las Damas Rojas de Madrid (1909-191 ).
142 Una breve experiencia política", Hispania, 2 6 (20 7), p . 541-56 .
El socialismo, lógico siempre, liberal siempre, emancipador de todos los oprimidos, lib
cios religiosos, amante de la verdadera moral que basada en la ciencia debe ser nuestr
conducta, concede el voto a las mujeres sin distinción y lleva el feminismo a su más alto
Son muchos los señores de cátedra y título universitario que argumentan acerca de los derechos fe
meninos, demostrándose partidarios de que sea colocada la mujer en un "trono", pero al mismo
tiempo se la relegue a los quehaceres domésticos y a las funciones de la maternidad... Relegar a la
mujer a los simples menesteres de la aguja y a las funciones naturales de la maternidad nos parece,
no ya sólo el colmo del egoísmo masculino, sino también una solemne estupidez que merece toda la
actitud de nuestro reproche...50
Es ya un tópico manido eso de decir que el Parlamento español ha cometido una solemne torpeza
al incorporar a nuestra Constitución el postulado feminista de la igualdad electoral para los dos se
xos. Quienes califican de torpe una tan equitativa medida de derecho civil son los misóginos de
siempre, aquellos que admiten como muy acertado el viejo dicho: "La mujer en casa con la pierna
quebrada".51
50 Ibidem.
51 María Cambrils, "El voto femenino", El Popular (Órgano de la Agrupación Socialista Gandiense),
Gandia, jueves 26 de octubre de 1933. 145
La acción femenina, en general, se ha pretendido encauzarla por los derroteros laberínticos que se
ñala el confesionalismo religioso [...], realizados ladinamente en la sombra por quienes pretenden
sostener un dominio oneroso sobre las conciencias y los intereses [...], instrumento principalísimo
de la esclavitud civil y económica [...] para producir muñecas de carne movidas automáticamente
desde las negras cabinas donde se labora contra el progreso, la cultura del pueblo, el libre examen y
las libertades ciudadanas.52
Frente a la presión e influencia católica, María Cambrils llamaría desde toda la prensa
socialista, tanto general como local -de forma repetida en El Obrero de Elche-, a la acción
y militancia femenina, no sólo en cuestiones laborales a través de los sindicatos, sino tam
bién al protagonismo y a la acción política de las mujeres, incorporándose al Partido So
cialista:
La mujer ilicitana fue una de las primeras en enarbolar la bandera de las reivindicaciones femeninas
[...] ¿Cómo, pues, no sentirnos solidarizadas con ese núcleo de mujeres ilicitanas que hoy conme
moran el XXVII aniversario de su organización de resistencia al Capital y de auxilio recíproco en
los trances de apuro [...]. Nos hemos de permitir decirles que no sólo deben buscar el apoyo mutuo,
y su mejoramiento económico en la organización de oficio, sí que también deben sumarse al Partido
Obrero, que es la única fuerza política de solvencia moral que defiende la igualdad de derechos para
los dos sexos en todos los órdenes de la vida administrativa y profesional, de acuerdo con las doctri
nas sociales del excelso e inolvidable Augusto Bebel...53
Otros titulados republicanos, que simulan admitir el lema democrático de la igualdad, sostienen que
la mujer electora emitirá su voto a favor de los candidatos retardatarios por estar sometida a la Igle
sia. Tal supuesto es una insidia, si no una injuria, de la que protestamos en nombre de todas las mu
jeres españolas de significación liberal. ¿Acaso no se nos ofrecen en mayoría los hombres que dicen
pensar de modo opuesto al interés de las pandillas monarquizantes de levita y solideo? Si los que
blasonan de republicanos de buen origen hubieran propagado la doctrina liberal en el seno de sus
52 María Cambrils, "Mujeres y muñecas", El Socialista, 13 de junio de 1925. Citado también por Rebeca
Arce, Dios, Patria y Hogar, p. 146.
53 María Cambrils, "A manera de adhesión. A todas las componentes de la Sociedad Femenina 'La Unión'",
El Obrero, Elche, 2 de octubre de 1927.
146 54 Mary Nash, Mujer y movimiento obrero en España, 1931-1939, Fontamara, Barcelona, 1981.
55 María Cambrils, "El voto femenino", El Popular (Órgano de la Agrupación Socialista Gandie
Gandía, 26 de octubre de 1933.
56 Ana Aguado, "Identidades de género y culturas políticas en la Segunda República", Pasado y Mem
1 (2008), pp. 123-141; y Danièle Bussy Genevois, "Citoyennes de la Seconde République", en Marie-Alin
rrachina, Danièle Bussy Genevois y Mercedes Yusta, Femmes et Démocratie. Les Espagnoles dans l'esp
blic (1868-1978), Éditions du Temps, Nantes, 2007, pp. 129-145.
57 Ana Aguado, "Entre lo público y lo privado: sufragio y divorcio en la Segunda República", Aye
(2005), pp. 105-134. 147
permanentes en las propuestas de las mujeres femin stas o socialistas, ni se suceden nec
sariamente, pues el uso de uno de l os no impide que se recur a también al otro, pues fun
cionan como recurso par ser invocados.58
Algunas de las razones de ste hecho habría que buscarlas en la nec sidad estratégica,
de la que ran conscientes estas mujeres ocialistas, de logra la vinculación de mil ones de
mujeres no sólo con las reiv ndica iones igualitarias y de ciudadanía femeni a, sino a la
vez, y en directa consecuencia, con la España "nueva", con la República y con el universo
simbólico que ésta repres ntaba en torno a valores igualitarios, laicos y democráticos, par
tiendo de los valores asociados a la identidad femeni a hegemónica: la maternidad, la fami
lia, la crianza, la educa ión. Fue desde la identidad femeni a desde la que algunas propues
tas e dir girán en estos años a la partic pación y la movil zación femeni a en dicha
"España nueva", acudiendo a un amplio abanico de razones, más al á del des o de que la
República dies respuesta las reiv ndica iones femeni as largamente planteadas.
Una de las más rel vantes repres ntantes de sta generación de mujeres ocialistas
con propuestas femin stas formuladas en este sentido fue María Lejár aga. Son estas pro
puestas y su signif cado dentro de su biografía intel ctual y política las que son particular
mente interesantes, más al á de los aspectos más conocidos de una compleja personalidad
en la que confluyeron su femin smo mil tante y la ocultación de su propia identidad inte
lectual en la de su marido, Gregorio Martínez Sier a, el "más famos " autor teatral de los
148 58 Joan Scot , "El eco de la fantasía: la historia y la construc ión", p. 123.
Todas esas ideas sobre feminismo son mentiras bonitas que les dicen a ustedes los hombres, con un
poco de mala fe, porque les conviene que sigan ustedes en santa ignorancia haciendo su papel de
muñecas graciosas e irresponsables.63
59 Alda Blanco, Maria Martínez Sierra (1874-1974), Ediciones del Orto, Madrid, 1999; Antonina Rodri
go, Maria Lejàrraga, una mujer en la sombra, Vosa, Madrid, 1994; y Antonina Rodrigo, Maria Lejàrraga, una
mujer en la sombra, Algaba Ediciones, Madrid, 2005.
60 Maria Martínez Sierra, Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración, Pre-Textos, Valencia, 2000.
61 Nira Yuval-Davis, "Género y Nación: articulaciones del origen, la cultura y la ciudadanía", Arenal, vol.
3:2 (1996), pp. 177-198.
62 Alda Blanco, "Introducción" a María Martínez Sierra, Una mujer por los caminos de España, Castalia
Instituto de la Mujer, Madrid, 1989, pp. 28-29.
63 Gregorio Martínez Sierra, Feminismo, feminidad, españolismo, Renacimiento, Madrid, 1917, pp. 149
18-19.
El Gobierno Provisional de la República ha hecho más a favor de las mujeres que todos los gobier
nos monárquicos que se han sucedido [...]. Mujeres ambiciosas, el gobierno de la Buena Voluntad
Española os puede dar puestos y responsabilidad. Mujeres generosas, el gobierno de la República os
puede dar deberes. Mujeres justas, la República os puede dar derechos. ¡Puede, sabe, quiere y le
conviene!65
Se referiría así la futura diputada socialista a lo que las mujeres podían "ofrecer" a la
República, a lo que podían esperar de la misma -lo que "nos puede dar en pago"-, y final
mente, a los "temores innecesarios" cara a su aceptación: el "problema religioso" y el
"problema catalán". Desde su militancia política como ciudadana socialista, María Lejá
rraga quería mostrar las razones que tenían las mujeres para apoyar a la República, y los
beneficios que podrían obtener de ella. Por ello, desde su ideología feminista, su propuesta
vinculaba políticamente a las mujeres con el nuevo régimen republicano -con la nación en
último término-, como electoras y elegibles, como ciudadanas con derechos políticos.
Pero a la vez, las vinculaba, en clave simbólica, desde la maternidad. No únicamente como
hijas -"Hijas de la Libertad"-, sino sobre todo, y más significativamente, como madres:
ya no tan sólo como madres de ciudadanos -como había ocurrido desde la Revolución
Francesa y la Constitución de 1791—66 sino como "madres" de la propia República. En
otras palabras, desde una nueva propuesta de maternalismo e incluso de feminismo mater
nalista, en clave política y en clave nacional.
¿Por qué? Porque sus conferencias se estructuran a partir de un enunciado tan signifi
cativo como éste: "La patria que para los hombres es 'la madre', para las mujeres es 'el
hijo'. María Lejárraga plantearía así, desde sus referentes culturales y políticos socialistas,
un discurso de género "ciudadano" y nacional. Un discurso en el que las mujeres tenían
una misión política, y a la vez femenina, que cumplir: la maternidad hacia la República, a
la que deben cuidar como a un hijo. Su "descendencia" como ciudadanas es una descen
dencia política concreta: la República. Y por ello, la vinculación y el apoyo de las mujeres
a la República debía mostrarse haciendo "apología" de la misma, hablando constante e
incansablemente a favor de ella. Porque su feminismo y su socialismo se nutriría de sus
preocupaciones educativas y pedagógicas, por formar y alfabetizar a las mujeres, por cul
turizar al país: "España es atrasada por ignorante [...]. Eso es el socialismo: juntarse y
aprender, aprender cada día, aprender siempre".67
64 María Martínez Sierra, La mujer española ante la República, Ed. de la Esfinge, Madrid, 1931.
65 María Martínez Sierra, La mujer española, p. 32.
66 Dominique Godineau, "Hijas de la libertad y ciudadanas revolucionarias", en Georges Duby y Michelle
Perrot (eds.), Historia de las mujeres. El siglo XIX, Taurus, Madrid, 1993, vol. IV, pp. 23-40.
150 67 María Martínez Sierra, Una mujer por los caminos de España, Castalia, Madrid, 1989, p. 88.
El país, nuestro hijo, está bajo la influencia de un cambio que es, sencillamente, un fenómeno de
crecimiento [...]. Ha entrado en una especie de adolescencia que, desde luego, no es ni puede ser el
último avance de su evolución [...]. Mientras llega a su madurez, sostengamos con todo nuestro es
fuerzo el régimen que acaba de implantarse. Hagámoslo siguiendo la propuesta del Gobierno Provi
sional, que viene a ser la misma que aplicamos a nuestros hijos: vigilancia, orden y trabajo. Vigilé
monos nosotras para no acoger y esparcir "rumores absurdos" que dañen el crédito de la República.
Actuemos con serenidad, sin alarmas ni gritos, en definitiva con orden. Trabajemos también para
capacitamos y así "ayudar a gobernar la casa".68
6. Conclusiones
En el primer tercio del siglo xx, las mujeres socialistas fueron desarrollando
tas discursivas y un activismo político que "ordenó" a través del lenguaje las exp
femeninas, construyendo una identidad común. De forma especialmente explícita
Primera Guerra Mundial, sus propuestas y demandas de derechos civiles y polític
fragio y de ciudadanía femenina, apelaron al igualitarismo universalista. En los a
te, sus planteamientos profundizarían en el discurso feminista y sufragista, desa
las vinculaciones entre socialismo y feminismo, entre acción colectiva femenina
pación política.
En los años treinta y ante la República, determinadas propuestas formuladas
jeres feministas socialistas como María Lejárraga contribuyeron a cohesionar l
das de igualdad y de ciudadanía política femenina, utilizando estratégicamente re
identitarios femeninos como la maternidad, para crear distintas formas de vincu
las mujeres con la República: vinculación política, vinculación ciudadana y vinc
maternal. Desde la apelación a elementos identitarios comunes, las mujeres podía
carse directamente en el proceso de cambio social y democrático que representa
pública. En síntesis, sumando a la ciudadanía política la maternidad simbólica.71
figura de la mujer como sujeto del espacio público o desde la figura de la mujer
porque -frente a su supuesta antítesis- el recurso a una de estas figuras no impid
recurra a la otra; y más aún, a una lectura "maternal" de la primera o a una lectu
ca" de la segunda.72
Sus planteamientos igualitarios y/o feministas partían de la importancia otorgada
los socialistas a la participación en la vida política, como un camino imprescindi
avanzar en la emancipación femenina. Pero esa participación se articulaba desd
tos identitarios heterogéneos, como eran la ciudadanía nacional o la maternidad.
a la presencia femenina en el espacio público, con reivindicaciones civiles, labora
líticas en clave igualitaria. Pero a la vez, desde la apelación a la identidad femeni
allá del "feminismo relacional", vinculaban a las mujeres al espacio público -a la
ca, a la nueva nación española- desde los valores femeninos. Desde sus propuestas
sivas se fue conformando, en los años veinte y treinta, una identidad de género, de l
jeres como sujeto político.73 Una identidad que fue articulándose y vinculándose
la esfera privada, sino también a la esfera pública -en los años treinta, a la Repúb
régimen político, y en último término, a la nación.
En este sentido, muchas de las propuestas feministas producidas por mujere
tura socialista construyeron no sólo un "sujeto femenino" que reclamaba los der
ciales y políticos, sino que también conformaron una identidad femenina política
y de género. En su contexto, "homogeneizar" a las mujeres desde propuestas ide
74 Ana Aguado, "Republicanes i antifeixistes. Identität i memoria femenina a la Guerra Civil", en Albert
Girona y Javier Navarro (eds.), Fa setanta anys. La Guerra Civil al Pais Valencià (1936-1939), Publicacions de
la Universität de València, Valencia, 2009, pp. 169-180; y Monica Moreno, "Republicanas y República en la
Guerra Civil: encuentros y desencuentros", Ayer, 60 (2005), pp. 165-195.
75 Temma Kaplan, "Conciencia femenina y acción colectiva: el caso de Barcelona, 1910-1918", en Mary
Nash y James Amelang (eds.). Historia y Género: las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea, Alfons
el Magnànim, Valencia, 1990, pp. 267-295.
76 Raymond Williams, Marxismo y literatura, Península, Barcelona, 1980, p. 58.
77 Cf. Dones. Eis camins de la llibertat, Generalitat Catalana, Barcelona, 2008. 153