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La banca y el comercio

Rodrigo Botero Montoya


Exministro de Hacienda

Pareciera innecesario señalar la importancia económica que tienen el sector financiero y el


sector comercial. Ambos facilitan la distribución de una amplia variedad de bienes. El sector
financiero actúa como el sistema nervioso de la actividad económica. El sector comercial de
grandes almacenes promueve el aumento de la productividad por medio de su interacción con
proveedores y con pequeñas y medianas empresas. En la coyuntura actual, el dinamismo del
sector financiero y el sector comercial contribuyen a impulsar la reactivación económica.

Lo que motiva este razonamiento es el relato oficial que subestima estos servicios, creyendo
que agregan poco valor, en comparación con la industria y la agricultura, los cuales serían
considerados como los verdaderos creadores de riqueza.

El menosprecio de la banca y el comercio tiene antecedentes venerables. En la Edad Media, el


cobro de intereses y el ánimo de lucro eran percibidos como perjudiciales e inclusive
pecaminosos. En la etapa inicial de la disciplina económica hubo una escuela denominada de
los fisiócratas que sostenía que sólo la agricultura y la industria creaban riqueza.

Estos planteamientos han sido superados. La autoridad eclesiástica rectificó su postura


respecto al sector financiero y a la actividad comercial. En la actualidad, el Estado Vaticano
tiene su propio banco, el Instituto per le Opere di Religione, (Instituto para las Obras
Religiosas), el cual no ha estado exento de escándalos financieros debido a una supervisión
laxa. La disciplina económica contemporánea ha relegado la tesis de los fisiócratas a la
categoría de una curiosidad en la historia de las ideas.

La calidad del respectivo sector financiero es un indicador del nivel de desarrollo. Los países
desarrollados y las naciones emergentes exitosas disponen de sectores financieros y
comerciales fuertes. Esta es una característica de los países capitalistas, pero también es
válida para la República Popular China.

El sector financiero también es un factor de poder nacional. Las Provincias Unidas, precursoras
de Los Países Bajos, pudieron prosperar y sostener una guerra de independencia de ochenta
años de duración contra el imperio español porque habían conformado un sistema financiero
solvente. En el siglo XVII, Ámsterdam era el principal centro financiero del mundo. Los ingleses
siguieron el ejemplo y tomaron el relevo. En el siglo XVIII, su sistema financiero, respaldado por
el Banco de Inglaterra, le transfirió la primacía a la ciudad de Londres y le permitió al gobierno
británico financiar el esfuerzo marítimo y militar requerido por una potencia mundial.

La banca colombiana es una eficaz aliada del desarrollo nacional. La composición de su cartera
permite observar su estrecha relación con la industria, la agricultura, la construcción de
vivienda y la infraestructura. Participa activamente en la financiación del comercio exterior.
Promueve la inclusión financiera y la modernización tecnológica.
Los grandes almacenes están brindándoles canales de comercialización a los agricultores y a
los industriales. Estos dos sectores son valiosos protagonistas del progreso.

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