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ANALISIS ARTÍCULO

Como se ha podido constatar a lo largo de las últimas dos décadas, el Gobierno no


cumplió con sus promesas de construir una democracia participativa, erradicar la
pobreza, la desigualdad y la exclusión social, y reducir la dependencia de la renta
petrolera diversificando la economía. Por el contrario, el régimen autoritario
(competitivo), ha sometido a la sociedad venezolana a una crisis multidimensional,
asociada a un significativo declive institucional que ha vulnerado el epicentro
democrático sobre el cual funcionaba, aunque de una forma imperfecta, el Estado
venezolano. En el centro de cualquier balance se sitúa la destrucción de la capacidad
estatal, entendida como aquella que tienen las instituciones del Estado para
implementar de manera efectiva los objetivos oficiales. En lugar de fortalecer el Estado
para hacerlo más atento a las necesidades de la población, han destruido su
funcionalidad, volviéndolo incapaz, frágil y ampliamente ilegítimo frente a la sociedad.

Desde el inicio, en lugar de invertir en las instituciones del Estado, el Gobierno utilizó
mecanismos paralelos para hacer el delivery de programas sociales, eliminando
controles horizontales, es decir, la intermediación de la administración pública, que
supone el diseño, implementación, evaluación y monitoreo de las políticas. En su lugar,
se priorizó la relación directa entre líder y seguidores.

Sin embargo, el aporte de programas sociales implementados han ejercido impacto


positivo, mencionando en la parte de salud con la creación de la Misión Barrio Adentro
ampliando la red de ambulatorios en cada rincón del país, la profesionalización de
nuevo personal que atiendan esos centros de salud. Cada programa tuvo un fin,
atender las necesidades del pueblo, pero si los recursos se utilizan correctamente y
con su debida supervisión y seguimiento continuo con una contraloría transparente, el
Sistema evolucionaria favorablemente.

Se puede desmitificar la formulación de la política de salud, vista como algo que


compete sólo a los tecnócratas y acercarla a las comunidades y grupos sociales
organizados.
Se hace necesario pensar la política de salud, no solamente desde el Estado, sino
también desde y con la participación de la gente, para garantizar que estas políticas
van a responder a sus necesidades; por tanto es importante el fortalecimiento de la
organización y participación social de la población.

La garantía del derecho a la salud pasa por brindar a la población políticas sociales que
garanticen la inclusión social; en tal sentido es necesario articular la política de salud
con el conjunto de políticas sociales.

El fortalecimiento de la Dirección del Ministerio de Salud para formular, evaluar y hacer


seguimiento de la política, contribuye en la construcción de un Estado más
comprometido con los problemas de la gente y garante del derecho a la salud.

Es de vital importancia contar con información que oriente la toma de decisiones, en tal
sentido la política de salud debe incluir el desarrollo de un sistema de información en
salud accesible, confiable y oportuna.

Además de hacer hincapié en la concientización de la población, para que tenga


sentido de pertenencia en los bienes y recursos con los que cuenta la salud, que nos
pertenece a todos como Estado, tener sentido de pertenencia y ser protagonistas, que
nos importe el destino de los recursos recibidos y los que se dejen de recibir en
nuestros centros asistenciales.

La rendición de cuentas de la política debe ser obligatoria y de estricto cumplimiento;


esta rendición debe estar unida a indicadores de salud que expresen cambios positivos
en la vida de las personas, no solamente los indicadores tradicionales de morbilidad o
mortalidad.

Finalmente, es necesario expresar que las políticas públicas deben estar dirigidas a dar
respuesta a las necesidades sociales de la población y a cambiar las relaciones de
poder que existen en una sociedad y, en este sentido, la política de salud debe hacer
su contribución para dar respuesta a estas necesidades, cambiar estas relaciones y
garantizar con verdadera equidad el derecho a la salud.

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