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La Argentina es un país europeo

Gracias a la
inmigración, la educación pública, la
industrialización y la integración social, la Argentina
tiene un nivel de desarrollo que la distingue de todos sus
vecinos.

Quizás este sea el mito padre de todos los mitos nacionales. Primero
fue una profecía. A mediados del siglo XIX, varios presidentes e
intelectuales argentinos soñaron con promover la inmigración
para
poblar el desierto. La inmigración debía llegar, de acuerdo con este
proyecto, desde los países más desarrollados de Europa. La llegada
de inmigrantes de zonas pobres de Españae Italia comenzó a gene
rar frustración, por no mencionar que acrecentó los niveles de con-
flictividad social y política. Sin embargo, una vez finalizado ese pro-
ceso, cuando comenzaron a llegar a las ciudades los pobladores del
interior del país, los llamados despectivamente "cabecitas negras", la
figura del inmigrante europeo, trabajador, que enviaba a sus hijos a
estudiar para el progreso del país, comenzó a ser idealizada.
En nuestro imaginario nacional, esas ideas se mezclan de modos
confusos con los grandes éxitos argentinos: una poderosa educa
ción pública, una temprana reforma universitaria, un desarrollo
industrial y una legislación social importantes hacia mediados del
XX. Esos y logros fueron generalmente analizados in-
Siglo otros no
troduciendo todos los matices que requieren, es decir, advirtiendo
los procesos de exclusión reales en los diferentes períodos, cons
tatando las dificultades institucionales y democráticas recurrentes,
del
planteando la persistencia de desigualdades brutales entre
zonas

el
pais. En el momento e n que el mito de la soberbia monopolizó
32 Mitomanías argentinas

asunto, la Argentina fue considerada un


país extraordinario
se identificó
Hay
con
Europa. traordinario, yes
tres
lización (pasada
procedimientos problenáticos en ese mito.
o
presente) del Uno, la ide
la invisilbilización de los
pais. DOs, y como
consecueneia
problemas reales, tanto actuales
pasado. Y tres,
quizás cl más
con
"Europa". Este último importante, la identificación como del
del ideal
berbia cede el terreno a la punto mantiene incluso cuando
se

idea de que hemos la s


cadencia nacional entrado en una de-
porque ya no somos como fuinos:
importante registrar lo
siguiente: si el debate se reduce
europeos. Es
europeos si asi somos
o
lamentablemente ya no lo somos, se de la idea
común de que eso es lo que parte
deberíamos ser.
En qué lugar de Europa, del
pasado o del presente, existe
Europa idealizada? Ciertamente, cuando esa
en el
frustración que la siglo XIX generaba
de
inmigración no viniera de las zonas industriales
Inglaterra o Francia sino del sur
empobrecido, era
viejo continente porque el
no se
percibía como un ente homogéneo. Europa
no era Galicia o Nápoles, sino Londres, Mánchester o París. Pero si
uno
pudiera observar cómo era realmente la vida de la mayoría de los
obreros reales, incluso en las ciudades
idealizadas, se daría cuenta
de que aquellas sociedades del
viejo continente distaban mucho de
ser una maravilla. No es casual
que los movimientos obreros hayan
tenido allí tanta fuerza a fines del siglo XIX e inicios del XX.
Exactamente el mismo razonamiento debería hacerse hoy en
día. La Europa idealizada no es Grecia ni
Portugal, ya ni siquiera
España. Europa, como lugar perfecto, como destino por alcanzar.
va empequeñeciéndose poco a poco. Por supuesto, si uno toma las
mejores dos décadas de cualquier país puede construir una buena
imagen de muchas sociedades. Este procedimiento, para cualquier
mirada mnedianamente crítica, resulta inaceptable.
En el fondo, el problema radica en quue necesitamos buscar una

imagen afuera. No está nmal observar al resto del mundo y sentirnos


o cual
impulsados a lograr lo que hayan logrado otros países en tal
otra forma de la soberbia. Pero es
aspecto. Renunciar a hacerlo sería
de cada uno, en la lista de
sospechoso que, si hay algo para aprender
China u otros. Salir
paisesa considerar no figuren Brasil, Uruguay,
no lo
del mito de que somos un pais europeo (o lamentarse porque
una condición necesaria para,
al mis-
Somos, que es casi lo misno) es
mundo.
mo tiempo, pensar desde otra perspectiva
nuestro lugar enel
Allá, en América Latina..

Montevideo o Santiago
En Rio de Janeiro, Buenos Aires,
territorio que está "allá"
de Chile,América Latina es un
afuera.

"América Latina" es una fórmula extraña. En la Argentina es fre-


cuente escuchar hablar de América Latina en tercera persona. Lo

que sucede en América Latina sucede "allá". Sorprende cómo esa


fórmula se extiende por el subcontinente, ya que en Brasil siempre
se alude a América Latina como
aquello que está fuera de la ll
Brasil, en Chile como lo que está del otro lado de la cordillera o al
norte, en México como lo que comienza en Guatemala, en Urugu:ay
como una alteridad. Las clases políticas progresistas nunca
este cOmelc
pecado, y mucho menos cuando les toca hablar de las
inde
pendencias o Jos bicentenarios. Pero
pareciera que en los sisted
Mitos patrioteros 41

educativos v
mediáticos -en elites políticas deberían
los cuales esas

tener alguna incidencia- han permeado poco esos nobles concep-


tos bolivarianos,que el hombre de la calle tiende a pensar en su
va

lugar como un aparte del subcontinente.


Asi. por un lado todos conocen ese "nosotros" de las indepen-
dencias, de las expoliacionesy del
sueño común de tantos héroes, y
apelan a él cada vez que corresponde hacerlo. Pero en el habla coti-
diana de la calle o de los medios, América Latina es afuera, es otro.

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