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La Nieve Caí Sobre Darknes La Cuida de La Noche en Donde Nunca Se Postra El Sol
La Nieve Caí Sobre Darknes La Cuida de La Noche en Donde Nunca Se Postra El Sol
Una gota cayó sobre en su frente despertándole, apenas si había tomado descanso el frío
había calado en sus sábanas y la falta de fuego lo helaba aún más.
Titiritando se levantó del retazo de mantas en el que se había acostado, toma su capucha,
ocultando su cabello blanco
La ciudad aún no despertaba, parecía olvidada, con apenas unos comercios en los cuales se
veía el resplandor de las llamas, habían pasado dos años desde la llegada del invierno, lo
cual le había quitado la vida a la cuidad de la noche
Camino sin rumbo recordando, su vida pasada, en un castillo enorme en el norte, y el
acojedor abrazo de su madre,
, hasta hace poco tú vivías en un castillo del norte pero todo se había acabado cuando los
goblis de hielo tomaron el castillo y mataron a todos menos a ti que lograste escapar por
poco y desde ese día has vagado por las calles de la capital robando y peleado por
sobrevivir sabiendo que el invierno toma cada vez más terreno, caminas un rato planeando
ir a los graneros para robar algo de comer y vez una taberna abierta , mueres por un poco
de pan, ves a unos hombres entrar con espadas y armaduras que traían el logo del oso,
soldados de la casa Foarte.
Decides entrar en la taberna, no hay mucha gente, solo los trasnochadores y los soldados
que viste entrar, con un movimiento tomas unas monedas del bolsillo de uno de los
mañaneros del local y te sientas en una de las mesas cerca para poder escucharlos hablar.
-Apenas si resistimos, nos obligan a ir y pelear cuando todos saben que perderemos, quiero
ir a mi casa con mi familia y no morir congelado o aun peor por las manos de un pedazo de
hielo- dijo un soldado mientras tomaba algo de licor
-O Lakin por los dioses mejor di que eres una perra cobarde que huye a los brazos de su
esposa, si es que aun alguien mas no está en ellos-
Las risas sonaron de los demás soldados, el tipo llamado Lakin se levantó y el otro soldado
se pusieron de frente
-Caballeros cálmense, - empezó a decir el que estaba enfrente de la mesa- los dos sabemos
que estamos aquí por una razón, nos enviaron a conseguir hombres no a perderlos y eso va
a pasar si los dos no se calman, mi espada se va a manchar de sangre y no quiero perder a
mis hombres -.
Era un hombre alto, de cabello castaño, pómulos marcados y unos ojos verdes, lo
reconociste al instante esa voz nunca se había ido tu cabeza, era el hijo mayor de Bernando
Foarte, líder de la casa, Armel Foarte, cubriste tú rostro aún más.
-Señor con todo respeto quien se va a unir en esta causa perdida, hemos perdido la mitad
del territorio, los Baular perdieron ante los goblins, el dragón cayó, que le hace pensar que
nosotros resistiremos mucho y más cuando hay rumores de un asesino suelto que va por
nuestras cabezas – dijo el hombre mientras hacia un ademan de cortarse la cabeza
-Porque nosotros no somos ellos, así que señores a levantarse tenemos que partir al
amanecer, un día completo para conseguir hombres y llenarnos de suministros-le respondió
evitando el tema del asesino
Te vas de la taberna, rápidamente dejas las monedas de
en la mesa, aunque no consumiste nada, ruegas que no
te hayan visto lo que menos quieres es que te
reconozcan, al salir el viento gélido cubre tu rostro
descubriéndolo, tus ojos rojos como la sangre son
iluminados por la débil luz que había y una mano se
postra sobre tu hombro.
Decides ignorar sus palabras y seguir tu camino, pero algo te golpea la cabeza, un saco de
monedas, lo recoges y escuchas la voz de Armel.
-Cómprate algo de comer, estas muy delgado, y compra otro abrigo, el invierno cada vez es
peor-
Recoges las monedas y te las guardas en el bolsillo de tu pantalón, volteas a ver a tu amigo
sabiendo que quizás sea la última vez que sus caminos se encuentren y por primera vez en
dos años sonríes.
FIN
-Ojalá que las cosas fueran así de fáciles- diriges tus palabras al viento
-Pueden serlo-
Volteas a verlo y un antiguo odio renace dentro de ti.
-Pero dame alimento mi comándate, no eh comido bien en días y no creo que así le sirva- le
dices mientras lo estrechas entre tus brazos
Te subiste a tu caballo, habían ya pasado las 24 horas y era tiempo de ir al frente, no mas de
100 hombres se habían unido, caminaban en fila romana mientras subían a la montaña, ibas
a caballo, aunque te habías negado al principio, pero fue tan insistente Armel que no
pudiste negarte
-No, toma el caballo y vámonos- había dicho mientras te daba la correa de un semental
blanco- combina con tu cabello- le dijo mientras le giñaba un ojo.
Te dolía el cuerpo de tanto cabalgar, hacia ya un tiempo que no lo practicabas, y tu cuerpo
ya no está acostumbrado.
Llegaron al alba, tardaron aproximadamente dos días en ir al frente, ves los estandartes de
las diferentes casas, pero el oso era el que dominaba, bajaron por la colina hasta el
campamento, donde todos te veían asombrado.
-Es la sorpresa mi lord- un joven que caminaba a lado de tu caballo te habló- todos están
sorprendidos de que usted este vivo-
-No soy un lord, no tienes que hablarme como tal, - observaste su rostro debía de tener la
misma edad que tu de unos 19 a 22 años.
-Claro que es un lord, mi madre me contaba historias de su casa de como habían vencido a
los enemigos del otro lado de la noche mi padre fue un leal soldado del dragón-
-Eso ya fue hace mucho tiempo, los tiempos cambian, lamento lo de tu padre-sentiste un
afecto de culpa hacia el joven -…Que los dioses te den consuelo… ¿Tu nombre es? -
-Gabriel-
-Gabriel, espero verte en el campo de batalla-
Miraste al cielo, Faltaba poco el anochecer seguías a Armel con otros 20 hombres a
ninguno reconocías solo Gabriel que te había saludado en una reverencia que tú te negaste
a recibir , habían pasado dos días desde la noche que tuviste con Armel después habían
partido a escondidas no tenían idea si su padre seguía con vida o si habían ganado la
batalla, rodearon una pila de nieve y llegaron hasta una colina, divisaste el panorama, había
un árbol en medio, blanco y con frutos azules justo como decía el pergamino, en medio se
encontraba una luz resplandeciente de color azul que lo resguardaban unos goblis y un
gigante de hielo
- ¿Solo necesitamos tomar eso y listo? ¿A si de fácil? - Dijo Gabriel que estaba a tu lado -
¿Por qué nadie lo había intentado antes?
-Por que nadie estaba seguro de eso-
Bajaste con cuidado la colina, esperando que notaran tu presencia, luego bajo Armel detrás
tuyo, Estaba serio con un deje de preocupación en su rostro, supusiste que era por su padre
- ¿Crees que aún vive? - le preguntaste
-No sé, espero por la gloria de los dioses que sí, si no sería mi culpa-
-No es tu culpa-
-Si lo es, lo deje en el campo de batalla solo-
-Creo que tu padre puede con unos cuantos muñecos de nieve, ah peleado mucho antes que
tú y que yo naciéramos-
-Lo sé, pero…-
Lo tomaste de la mano para darle aliento
-Todo va a estar bien- Te acercaste hacia el y le diste un pequeño beso en la frente
Todos se quedaron mirando, pero luego voltearon la mirada apenados
-No te importa que nadie nos vea ¿Verdad? - le preguntaste
-No, si alguien me dice algo, solo blando mi espada- dijo mientras hizo un movimiento más
arriesgado al darte uno en los labios -Terminemos con esto de una ves
Los hombres corrieron hacia el árbol mientras que tú y Armel con otros 4 entraron por atrás
donde estaba el gigante, mientras que los demás peleaban con los góblines de modo de
distracción Armel intentaba tomar en secreto el cristal, pusiste tu mano para que trepase
mientras que los demás cuidaban, cuando al fin lo tomo eh intento zafarlo, a pesar de los
intentos y la fuerza de este el cristal no se había movido de su lugar
- ¿Qué pasa? -Preguntaste
-No se mueve- respondió tratando otra vez, aunque sin mucha suerte
Miraste hacia los demás hombres que peleaban con los goblis y estaban muriendo viste a
Gabriel atacaba con su espada intentado proteger a su compañero, el gigante ya había
notado su presencia y gruño
-Déjame intentarlo yo-
Trepaste al árbol y el cristal te atraía cuando te acercaste su tenue luz se encendió un poco
más tomaste el cristal en tu mano y este brillo con mas intensidad, en un movimiento
pudiste sacarlo, todo paro, el gigante los goblis, tus ojos se volvieron azules sentías una
magia poderosa que nunca habías poseído, de pronto escuchaste un sonido melifluo
proveniente del árbol en donde estabas, que se iba trasformando en un dragón blanco que te
seguía como su amo , no solo el dragón también el gigante y los goblis, aquel era el
momento que habías deseado , tu venganza pronto tendría su desenlace acabando con las
personas que restantes que dañaron a tu familia, los goblins no habían destruido tu palacio,
fueron las demás casas, porque sabían la verdad del mágico poder que contenía, eran los
reyes del invierno, ahora era tu turno de hacer que sus vidas se consumieron
Miraste a Armel, y por un efímero segundo dejaste la idea de tu venganza, llegas a pensar
que todo era innecesario él te miraba sorprendido, no daba crédito a lo que sus ojos le
mostraban
-Vámonos- le dijiste mientras tendías su mano -Voy hacer que se rindan o si no que ardan
en el infierno.
Fin
-No-
-Por qué no- te respondió desilusionado
-Es peligroso, deja de ser una persona Nefelibata, a pesar de todo lo que as visto y as
pasado no aceptas la realidad, que pasara si al llegar no encuentras nada y tu padre muere
en batalla…-
-Tendré que sufrir esas consecuencias- Te dijo muy seriamente-si no…-
No termino de hablar, volteo la cabeza y miró aquel desierto blanco que se extiende hasta
perderse en el horizonte
-Tu mas que nadie ah de saber como me siento, la impotencia que me genera al ver a mis
hombres morir en cada batalla ver su sangre derramada sabiendo que no volverán a casa,
simplemente quiero terminar con esto- te volteo a mirarte y viste en sus ojos la
desesperación y una frustración acumulada- Es tan difícil de pedir, quiero convertir mi
sueño en realidad antes que me lleve la locura…
Fue como verse a un espejo, te gano el impulso de abrazarlo los recuerdos de aquella noche
emergieron de tu mente mientras escuchabas los golpes metálicos de las espadas chocando
entre sí, el grito de tu madre intentado proteger a tus hermanas y el calor del fuego
consumiendo todo a su paso
- ¿Acaso me compadeces? - dijo Armel sacándote de tus pensamientos - creo que esta ves si
eh tocado fondo
-No…yo solo pensé que lo necesitaras- respondiste con la intención de soltarlo, pero antes
que lo hicieras él te acogió el abrazo dándote unas palmadas en la espalda con un gesto
amistoso
-Digamos que es verdad…Eres un estúpido con lo que me costó buscarte-
Lo echas hacia tras con un movimiento, se ve algo sorprendido por el gesto
- ¿Cómo me buscaste? -
-Después que mi padre llegara esa noche, y contarme lo que había sucedido, no podía
creerlo-
No tuvo que decirte nada, ya sabias que había pasado aquella noche, tu hogar ardía en
llamas como una hoguera a pesar de la nieve que caía sempiternamente , la mirabas
quemarse a la distancia hasta que el fuego se disipo, no tenias que volver pero aun así lo
hiciste, la soledad inundaba el bosque lo único que te acompañaba era el inconmensurable
dolor que inundaba tu pecho, llegaste merecías la muerte y que lo mejor seria acompañar a
tu familia al hielo eterno, tomaste tu espada con ímpetu y la alzaste sobre tu cuerpo estabas
apunto de cometer el pecado de acabar con tu vida.
Pero de pronto escuchaste el relinchido de un caballo, entrar al castillo, bajaste tu espada y
te escondiste entre los arbustos, viste una silueta bajar del caballo mientras se ponía bajo la
etérea luz de luna, <Armel> No tenías que verlo dos veces para saber que él, lo viste
arrodillase entre los escombros, la luz de la luna iluminaba sus lágrimas que caían en sus
mejillas mientras soltaba un grito de desesperación, te invadió un estado de Epifanía al
verlo tan desmoronado.
-Pensé que era un engaño, una confabulación tuya y de mi padre, tenia que verlo con mis
propios ojos- te volteo a mirar con un gesto de dolor- Luego de eso me perdí a mi mismo,
inmerso a la locura partí hacia el frente, intentando encontrar lo que me faltaba.
No pudiste evitar sonreír con ironía, al ver como acabaron las cosas, Armel siempre te
había salvado, desde muy niños él había tomado tu mano, te rescatándote de las garras de
la muerte y fue el que te dio el impulso para seguir una ideología que habías perdido.
- ¿De qué te ríes?, hasta hace poco tenías compasión de mi ahora te burlas en mi cara de
una manera ironía, por los dioses que paso con el respeto hacia tus mayores ¿Te mofas de
mí? Por lo que veo soy el líder de esta encrucijada- te espeto de manera jovial
Te le quedaste mirando, observaste su sonrisa su cabello, sus ojos verdes, él te hacia las
cosas más complicadas
-No vayas-
Su mirada se ensombreció.
-Entiende, no puedo no ir, sin ti o contigo voy a ir-
-No te entiendo, ¿Por qué haces esto más difícil? –
-No es difícil … simplemente eres un cobarde, partiré al amanecer búscame si cambias de
opinión – se giro y viste su silueta marchase
Un sentimiento de culpa se apodero de tu cuerpo, pero era la única opción que tenías, ya no
podías arriesgarte mas por emociones innecesarias, así que lo seguiste y tomaste su
hombro, no pudo voltearse bien cuando tú lo noqueaste, tenía un buen plan f, pero él podría
arruinarlo, “No, tus sentimientos lo harán” así que solo pensaste en que si todo salía bien
podías conseguir tu venganza, el padre de Armel aquel que habías querido y amado como a
un padre se trasformo en un zaino al igual que las demás casas que habían destruido la
tuya, por una extraña profecía, apenas habías escapado, por eso nunca te atreviste a salir a
la luz, tenias miedo te habías ocultado buscando venganza convirtiéndote en un asesino y
con un deseo prohibido con tu mejor amigo
Depositaste a Armel en su tienda, guardaste el pergamino en el abrigo que te había dado el,
y sacaste la otra mitad de entre tus ropas lo miraste y le diste un pequeño beso, saldrías al
amanecer, las figuras de hielo no te hacían ningún daño, así que podrías ir solo.
- ¿Por qué? - era de voz de Armel que se había despertado - ¿Por qué hiciste eso?
No respondiste
- ¿! ¡¿Por qué?!- Te exigió
-No te explicarlo ahora, solo te diré que no fueron los goblis quienes mataron a mi familia,
fue tu padre y las demás casas, - te acercaste a el- les eh dado caza a cada uno de los
hombres que los asesinaron, tengo sus rostros están gravados en mi mente-
-No digas tonterías- se había parado de la cama-Todos saben que no es verdad…eres un
ruin bastardo que no sabe lo que hace-
-Piensa lo que quieras, yo estaba ahí mientras mis hermanos morían por la espada de tu
padre, mi lista se acorta piensa que soy frívolo lo que te haga sentir mejor -dijiste mientras
lo mirabas con desdén, en un impulso lo empujaste hacia la cama mientras lo besabas con
fuerza tanto que lo dejabas sin aire -No salgas mañana quédate- Fueron tus ultimas palabras
antes de dejarlo inconsciente
Había pasado un día de camino, tomaste un caballo lo que acelero el paso, este ya estaba
muy cansado, así que lo soltaste y seguiste a
pie.
Abriste el manuscrito, estabas cerca cuando
viste el árbol, tal como en las leyendas , con
un cristal dentro, bajaste la colina y los
goblis que protegían a este ni se inmutaron
al verte, el gigante de hielo ni si quiera se
movió , trepaste al árbol y tomaste el cristal,
la luz que antes tenue brillo con intensidad
al tocarlo , tus ojos rojos se hicieron azules,
sentías una magia inefable que emanaba de
ella , el árbol donde estabas se trasformaba
convirtiéndose en un dragón blanco, que
para tu sorpresa te obedecía al igual que las
demás criaturas , era justo como decía la
otra parte del manuscrito, tu familia eran
hijos del invierno, los gobernantes de aquel
poder tan puro
-Vamos a acabar con esto-
Sobrevolaste con el dragón aquel desierto blanco acompañado de las criaturas mágicas
aquel era el momento que más habías esperado llegaste al campamento que hace apenas
una noche habían ganado la batalla con los demonios de hielo
- ¡Doryu! - Era la vos del lord Bernardo que veía al dragón con pavor - ¡Por los dioses!
¿Pero qué haces?
Lo miraste desde arriba y viste salir a Armel, estaba herido del pecho pudiste ver los
vendajes llenos de sangre, te miraba expectante
-Solo vengo a saltar una deuda, espero no se sorprenda le quitare todo como usted me
despojo de lo más preciado para mi - con un movimiento de tu mano hiciste que el dragón
escupiera hielo eterno de su boca, destruyendo así el campamento
-No lo tome a mal simplemente cumplo con una venganza mi padre lo observa desde arriba
-decías por encima de los gritos de los soldados, pero una flecha atravesó tu armadura
Armel la había lanzado con lágrimas en sus ojos, lo miraste mientras perdías el
conocimiento por el dolor y de pronto solo escuchabas el gruñido del dragón, luego nada
Fin