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No recuerdo exactamente mi edad, a veces mido el tiempo de mi vida dependiendo de las

personas con las que estaba conviviendo en esos momentos.

Recuerdo que era amiga de Kevin, de la casa 42, mi mejor amigo Andrés, de la 16 y me acuerdo
también de Alex, pues fue mi salvador.

Era 31 de octubre y el barrio reproducía murmullos de niños por todas partes. Halloween, día de
brujas o el día de los niños, solía ser una de mis festividades favoritas, pues me empachaba con
una cantidad exorbitante de dulces, chocolates y mecatos, que recogíamos por todas las casas.
Además que por esos entonces me consideraba una especie de líder entre mi grupo de amigos.

Así, mi hermano mayor, Carlos, se separó de mí en el umbral de la casa, pues los mayores se iban a
sentar a los parques a burlarse de los ridículos disfraces de los niños, mientras hacían ña fila de ,
algunos llevaban máscaras con el fin de hacerse pasar por niños y engañar a los ingenuos adultos

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