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Un poema para una flor

Hubo una vez un cielo lleno de tormentas, sin luna, sin sol

Solo un extenuante gris capaz de crear sombras sobre cualquier pequeño destello de luz

Pastizales llorosos, secos debido a las lágrimas que desprendieron alguna vez

Todo sonido inundado de silencio, toda melodía opacada por nostalgia

En aquel mundo sin tiempo, cayo un pedazo de estrella a una hora inesperada

Esa fosforescente luz que irradiaba lucho contra el infinito odio de la oscuridad

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