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Capítulo 4

FUENTES Y TECNICAS
ESPECIFICAS
DE LA HISTORIA AFRICANA
IDEA GENERAL
TH.OBENGA

Las reglas generales de la crítica histórica_, qµe _hacen de la historia una técni~a
del documento y_del es11íritu histórico g_u~_ex_ig!! estt!_di~_la sociedad hum~_!!a en
su camino a ![ªvés de los ti~Il!Pº§, son experiencias fundamentales utilizables por
todos los historiadores de todos los países. El olvido de ese postulado ha
mantenido mucho tiempo a los pueblos africanos fuera del campo de los
historiadores occidentales, para quienes Europa era, en exclusiva, toda la historia.
En realidad, lo que estaba subyacente y no se manifestaba con claridad era la
creencia persistente en la inexistencia de la historia en Africa por falta de textos y
de arqueología monumental.
Por consiguiente, está claro que el primer trabajo histórico se confunde con el
'{ ~stabfo~imléit9 a¡ {_g_:j_[_uf!ntd Ese trabajo está por sí mismo unido a un problema
teórico esencial,. a saber: _el ex~men _cie_los procedimientos técnicos del trabaj_o
histórico.
------rovestigadores sostenidos por una nueva y profunda necesidad de conocer y
com¡:1render, unida a la ll~gada de la era postcolonial, han fundamentado
definitivamente la historia africana, aunque todavía prosiga la construcción de
una metodología propia. Se han revelado inmensos sectores de documentaci_ón
q~e han permitido a la investigación plantearse nuevas cuestiones. Cuanto más
conocido¡¡ son los fondos de la historia africana, más se diversifica esa historia y se
edifica de diferente modo y de manera ines~rada. Desde hace unos quince años se
ha producido una conmoción de los instrumentos de trabajo, admitiéndose hoy
de buena gana que existen unas fuentes más particularmente utilizadás para la
historia africana: geo_logía y paleontología, prehistoria y arqueología, paleobotá-·
nica, palinología, medidas de radioactividad de los isótopos -susceptibles de
facilitar datos cronológicos absolutos sobre la duración de los tiempos huma-
nos-, geografía física, observación y análisis etnosociológicos, tradición oral,
lingüística histórica o comparada, documentos escritos europeos, árabes, indi.os,
94 MET0DOLOGIA Y PREHlSTORIA AFRICANA

chinos, y documentos económicos o demográficos propicios para un tratamiento


electrónico.
· _La elas([c[dg~ fl_e las.f~ef)Jes de la historia_ africana es extra_ordt~ti_a. Así, deben
siempreiñvesfigarse sistemáticamente nuevas connivencias intelectuales que
ponen en relación inesperada a sectores hasta hace poco distintos. !,.a utilización
cruzada de las fuentes aparece como una innovación cualitaJjy_a. Una determinada
profundidad temporal sólo puede asegurarse por la intervención simultánea de
diversas categorías de fuentes, porque un hecho aislado queda, por así decirlo, al
margen del movimiento del conjunto. La integración global de los métodos y el
cruzamiento de las fuentes constituyen de aquí en adelante una contribÜción
eficaz de Africa a la ciencia, y hasta a la conciencia historiográfica contemporánea. ,
La curiosidad del historiador debe seguir varias_Jr-ª,}'.ectorias a la vez. Su
tr5'-bajo no se limita a establecer unas fuentes. Se trata de apropiarse el pasado
humano por medio de una sólida cultura pluridimensional. Porque la historia es
~una mira~,! del hombs~actual sobre la totalidad de los tiempos.
La mayor parte de esas fuentes y técnicas específicas de la historia africana
obtenidas de las matemáticas, de la física de los átomos, de la geología, de las
ciencias naturales y de las ciencias humanas y sociales, son ampliamente descritas
en el presente volumen. Así pues, se insistirá aquí en aspectos y problemas no
desarrollados en otras partes.
Sin duda, el hecho metodológi~o más decisivo de estos últimos años_~a~do la
intervención, en el estudio del pasado humano, de las ciens;iasj]sicas 111Qdernas con
las medidas de radioactividad de los isótopos que aseguran la posición cronológi-
ca sobre el pasado hasta los primeros tiempos de la aparición del horno sapiens
(medida del carbono 14) y sobre tiempos anteriores a un millón de años (método
del potasio-argón).
Esos métodos de datación absoluta acortan hoy de manera considerable las
discusiones en Paleontología humana y Prehistoria 1 . En Africa, los homínidos más
antiguos están fechados en - 5 300 000 años por el método K/ar. Esa edad es la
de un fragmento de mandíbula inferior con un molar intacto de un homínido
encontrado por el profesor Bryan Patterson, en 1971, en Lothagam (Kenya). Por
otra parte, los dientes de homínidos encontrados en las capas villafranquianas del
valle del Orno, en Etiopía meridional, por los equipos franceses. (Camille Aram-
bourg, Yves Coppens) y el americano (F. Clar:k Howell), tienen de 2 a 4 millones
de edad. El nivel de Zinjanthrope (Nivel 1) del célebre yacimiento de Olduvai, en
Tanzania, está fechado en 1 750 000 años, siempre por el método del potasio-
argón.
Así, gracias ,a( ·isQtopo P.Otasio-arg(>~~ la génesis humana del Este africano, la
más antigua de todas en el estado actual de los conocimientos, es ni más ni menos
que la génesis humana, a pesar de que el monofiletismo hoy en día sea cada vez
más una tesis comúnmente admitida en Paleontología general. Los restos fósiles
africanos conocidos hoy proporcionan, por consiguiente, unos elementos de
respuesta decisivos a esa cuestión primordial de los orígenes humanos, planteada

1
J. B. Birdsell, 1972, pág. 299.
FUENTES Y TECNICAS DE LA HISTORIA AFRICANA 95
de mil maneras a lo largo de toda la historia de la humanidad: «¿Dónde· ha nacido
el hombre? ¿Cuándo?>> ·
Se modifican ahora por completo las viejas ideas estereotipadas que situaban a
Afr.ica en las· fronteras y los márgenes del Imperio ~t: Clío. Lo. s h~~estos en
evidencia por fuentes y métodos variados ~ontologia humanaj y :Fí.!>i~~
.!!._Uclear~, claramente muestran; por el contrario, toda la profundidad de la
. historia' africana cuyos orígenes se confunden precisamente con los orígenes
mismos de la humanidad fabricante. ·
Informaciones sacadas de otras fuentes, las ciencias de la Tierra, por ejemplo,
iluminan igualmente la historia de Africa, independientemente de tod0 documen-
to escrito. La vida y la historia de las poblaciones de la cuenca lacustre del Chad,
por ejemplo, serían bastante difíciles de comprender sin la intervención de la
Geografía física. Conviene subrayar el valor metodológico de esta aproximación.
En efecto, la vida y los hombres no se han extendido al azar por esa cuenca del
lago Chad que presenta esquemáticamente el cuadro hipsométrico siguiente: una
llanura central de acumulación situada entre 185 y 300 m. de altura; alrededor, un
anillo bastante discontinuo de viejas mesetas desgastadas en las que la penillanura
a veces ha estado oculta por actividades volcánicas recientes; uniendo esas
mesetas de 1.000 m. de altura por término medio y las zonas bajas de acumula-
ción, hay pendientes generalmente pronunciadas afectadas por una erosión activa
en un clima húmedo. Precisamente, la zona de los suelos detríticos muy blandos
que recibe la lluvia presenta la mayor densidad demográfica, de 6 a 15 habitantes
por km 2 . Con clima sabeliano se presenta todavía una considerable densidad en
los aluviones fecundados por las infiltraciones o inundaciones del Chad. Sobre las
altas mesetas del Este y del Sur, Darfour y Adamawa, de donde descienden los
tributarios del lago, la población se reduce a un habitante por km 2 • En el Norte,
ya sahariano, la densidad disminuye más aún. El rostro humane de la cuenca está,
por consiguiente, estrechamente unido a un problema de\ geografía físic~ y
lgeomorfolog~- que condiciona el desarrollo humano. La civilización ha retrocedí-
.do, pues, ante· el desierto. Y se ha replegado sobre el límite del cultivo del mijo y
del sorgo sin riego, en la latitud aproximada del nuevo Chad (los cultivos de
regadío de legumbres, tabaco, trigo duro se realizan en las orillas del Logone y del
Chari). Cultivadores, pastores y pescadores viven en la zona meridional donde las
aguas fluvio-lacustres fecundan las tierras, reverdecen los pastos y atraen periódi-
camente a una multitud de pescadores. Por el contrario, la erosión en las zonas
desérticas septentrionales hace inestable el suelo y precaria la vegetación, caracte~
rizada por una maleza espinosa xerófila.
Pero esas estructuras ~feorriodológicas\ han condicionado también otras
actividades humanas. Por ejemplo, las invasiones de los cor:i.quistadores han
expulsado frecuentemente a los autóctonos cultivadores de las mesetas salubres y
de las llanuras fértiles para echarlos sobre las zonas (pendientes o cimas)
impropias para la ganadería. De ese modo, los fulbé han arrojado a los boum y a
los dqurou sobre los terrenos menos fértiles del Adamawa, y a los kiroi del norte
de Camerún sobre los desprendimientos graníticos del macizo montañoso del
Mandara. Ahora bien, el trabaj_o de los sµelos antes ondulados y en pendiente es,
ciertamente, rudo e ingrato para esos pueblos; pero responde mejor a su utillaje
96 METODOLOGIA Y PREHISTORIA AFRICANA

elemental. En fin, la existencia periódica o permanente de áreas palúdicas en la


zona aluvial entraña una pululación de mosquitos ( Anopheles gambiae}. Por otra
parte, hay focos de moscas !Setsé ( Glossina palpalis) a orillas del Logone y del
Chari, en las formaciones higrófilas bajas en Salix y Mimosa asperata que emplean
los sedimentos recientes. El paludismo y la enfermedad del sueño que de ello
resultan, transforman esos sectores en zonas repulsivas.
En resumen, para tener una panorámica concreta de la vida humana en la
cuenca del Chad que ha conocido en otros tiempos varias fluctuaciones cuaterna-
rias debidas a migraciones de clima, el historiador debe investigar necesariamente
todo un abanico de fuentes y técnicas particulam;, obtenidas de las ciencias de la
Tierra y de las ciencias de la vida: el reparto actual de las poblaciones, sus
movimientos migratorios pasados, sus actividades agrícolas, pastoriles, etc., están
estrechamente condicionados por el medio ambiente.
El caso de la cuenca lacustre del Chad no es más que un ejemplo entre tantos
otros..Allí donde la curiosidad científica está libre de ciertos esquemas restrictivos,
los resultados no han sido menos brillantes. Entre los nyangatom o boumi del
valle del Orno, próximos a los turkana del nordeste de Kenya, existe_ una
diferencia chocante entre la sangre de los homg~s inves_tigado~fºº individuos en
1971, y 359 en 1972). Esa diferencia en el planol~pidemiQ!Qg!co no era observable
entre los sexos, sino entre las aldeas (que reagrupan de 20 a 300 habitantes). Ahora
bien, las aldeas de esos hombres que viven de la ganadería, la agricultura, la
recolección; la caza y la pesca obedecen a una organización de clan precisa y
complicada, con una distribución en secciones territoriales. Pero en esa .sociedad
no hay jefe por encima del más anciano. Así pues, las diferencias surgidas de la
organización social territorial de los nyangatom se encuentran proyectadas en la
serología: la ficha de las reacciones de los sueros a los antigenes arbovirales dibuja
literalmente el catastro de las poblaciones examinadas 2 •
Ese ejemplo de colaboración dinámica entre el parasitólogo y el antropólogo
resulta instructivo para el historiador que puede sacar de ello gran provecho. No
le es indiferente conocer la existencia de semejante material documental que puede
revelar su «pertinencia» en el análisis de los comportamientos sexuales y en el
estudio del crecimiento demográfü:o de los nyangatom.
El fundamental problema heurístico y epistemológico sigue siendo siempre el
mismo:$!! Afrig el historiador debe recurrir siempJ:e<Ltoda clase de procedi-
mientos de análisis para_ articular su _grppiq relato fundándos_e en \!na vasta
cosecha de conocimientos.
Se requiere particufarmente esa «apertura de espíritu» para los períodos
antiguos en que no intervienen ni documentos escritos ni siquiera tradiciones
orales directas. Sabemos, por ejemplo, que el trigo, la cebada y el mijo en Asia,
Europa y Africa, y el maíz en América, constituyeron la base de la agricultura para·
los hombres del Neolítico. Pero ¿cómo identificar los sistemas agrícolas iniciales
que aparecieron hace tanto tiempo? ¿Qué es lo que permitía distinguir una
población de depredadores sedentarios de otra población de agricultores? ¿Cómo

2
Trabajos de Ffan~ois Rodhain, entomólogo, y de Serge ºTornay, etnólogo; miembros de la
misión francesa de Omo, dirigida por M. Yves Coppens (1971-1972).
FUEN'.fES Y TECNICAS DE LA HISTORIA AFRICANA 97
y cuándo se extendió la domesticación de las plantas por los diversos continentes?
La tradición oral y la mitología son aquí únicamente una pequeña ayuda. Sólo la
arqueología y los métodos paleobotánicos pueden dar alguna respuesta válida a
esas importantes cuestiones relativas a esa inestimable, herencia neolítica que es la
agricultura.
El esqueleto de_l_¡,ole!}_es muy resistente al tiempo en un suelo favorable y no
ácido. Lualeo¡,alinol'ogíi proporciona un análisis microscópico de tales vesti-
gios botánicos. Los pólenes fósiles pueden recogerse solubilizando progresiva-
mente una muestra de tierra por medio de ácidos en caliente (ácidos fluorídrico o
clorhídrico) que eliminan el sílice y la caliza sin atacar a.los pólenes, y después los
humus orgánicos (potasa). El residuo, centrifugado y teñido, es entonces puesto en
gelatina. Sólo le queda al operador reconocer y .contar cada semilla para formar
un cuadro de porcentaje. Este da el perfil polínico del sedimento estudiado. La
presencia de la agricuitura sobre un lugar determinado queda así establecida,
precisada la evolución del paisaje, y diagnosticado el clima a través de las
variaciones de la vegetación, así como la acción eventual del hombre y de los
animales sobre el manto vegetal.
Tales análisis han permitido descubrir actividades de~domestícación agricoU.
en Africa, actividades localizadas en varios centros y distribuidas-por vastas
regiones. El sorgo (inicialmente domesticado sobre la sabana que se extiende
desde el lago Chad hasta la·frontera entre Sudán y Etiopía), el pequeño mijo, el
arroz africano, el voandzou, los guisantes, el cocotero (domesticado en las orillas
de los bosques), el «finger-millet», el gonibo, el ñame africano, etc., eran entonces
las principales plantas cultivadas.
Las plantas americanas son de introducción relativamente reciente, como lo
atestiguan esta vez ciertas fuentes escritas. La mandioca, por ejemplo, alimento
hoy básico para varios pueblos del Africa centi:al no ha penetrado en el reino del
Congo por la costa atlántica sino después del siglo XVI. En efecto, entre las plantas
cultivadas sobre la meseta de Mbanza Kongo, capital del reino, la Relation, de
Pigaf~tta-López (1591), menciona solamente el luko, es decir, la eleusina corocana,
cuya «simiente es originaria de la ribera del Nilo, en la región donde ese río llena el
segundo lago» 3 ; el masa ma Kongo, gramínea que es una especie de sorgo; el maíz,
masangu, o también masa ma Mputu, «que es el menos estimado, con el que se
alimenta a los cerdos» 4; el arroz, loso, que «no tiene mucho valor tampoco» 5 ;
finalmente, el platanero tropical, dikondo, y el cocotero, ba.
Menos conocido es el hecho de que plantas africanas serán difundidas también
a partir del continente. El paso de las especies african¡is a la India, por ejemplo, y
a otras regiones asiáticas es cierto pero tardío. En efecto, las dos especies de mijo
(«pequeño mijo>> y «finger-rnillet») están arque0lógicamente comprobadas en la
India, alrededor del año 1000 antes de la era cristiana. El sorgo es conocido allí
con posterioridad, porque el sánscrito no emplea palabra alguna para designarlo.

3
Pigafetta-López, 1591, pág. 40: «Venendo sementa dal fiume Nilo, in quella parte dove empie il
secondo lago».
4
Pigafetta-López, ibíd.: «Ed -il Maiz che é il piu vile de tutti, che dassi a porci».
5
Pigafetta-López, ib(d.: «il roso ·e in poco prézzo».
98 METODOLOGIA Y PREHISTORIA AFRICANA

Tod~s esas infor~aci~nes facilitadas ~ar la~_g~~.QlQgfuJ-y la=\R~eobo-tánic~


pueden mformar al h1stonador, en ausencia de todo documento esGnto y de toda
tradición oral, sobre la serie de etapas que han hecho pasar a nuestros antepasa-
dos neolíticos de una economía de recolección a otra de producción. Y esos
hechos por sí mismos describen con evidencia las corrientes de relación de las
civilizaciones neolíticas, pero no un difusionismo.
Restos de huesos de perro, de cerdo, de cordero y de cabra sugieren que la
domesticación de los animales ha comenzado, para los centros neolíticos del
Próximo Oriente, poco más o menos en la misma época que la del cultivo de las
plantas, entre 9000 y 8000 años ant~s de nuestra era. A partir de ahí se ha
propuesto una cronología teórica de la¡d-omesticacíón de los diferentes grupos de
'animáleª. - - -- - -
Priméramente, los necrófagos, como el perro; después, los animales nómadas,
como el reno, la cabra y el cordero; por fin, los animales a los que se impone una
vida sedentaria: el ganado mayor y los cerdos. Los animales que pueden servii:
para el transporte -el caballo, el asno y la llama- habrían sido completamente
domesticados en último lugar. Pero esa cronología general no afecta siempre a
Africa.
El caballo, que con el buey y el asno ha desempeñado un papel de «motor de la
historia» a través de los tiempos, sólo aparece en Africa -precisamente en Egipto,
como lo atestiguan las fuentes escriturarias e iconográficas- hacia el final de. la
i.nvasión de los hyksos, en torno al año 1600 antes de la era cristiana. Desde el
siglo XIII antes de la era cristiana, es transmitido, como animal de guerra, a los
libios, y más tarde a los nubios, al principio del primer milenio. A excepción de las
áreas alcanzadas por la civilización romana, el resto de Africa no utilizará mucho
al caballo sino a partir de las conquistas medievales árabes. Dos caballos
ensillados y embridados, flanqueados por dos carneros, formaban parte de los
emblemas del rey de Malí, como lo refiere el escritor Ibn BaHüta (1304-1377).
En cuanto al camello de una joroba, el dromedario, no es tampoco tardío en la
civilización africana. Ese animal aparece, en efecto, de manera suficientemente dis-
cernible, en una pintura rupestre del Sáhara chadiano, en el siglo 111 antes de la ·
era cristiana. El año 525 antes de la era cristiana los hombres de Cambises lo
introdujeron en Egipto, donde desempeñará en lo sucesivo un papel importante
para las comunicaciones entre el Nilo y el Mar Rojo. Su penetración en el Sáhara
occidental fue más tardía. En efecto, el camello, que es esencialmente un animal
del desierto en donde reemplaza frecuentemente al buey y al asno, fue difundido
en el Magreb; con toda verosimilitud, por las tropas romanas de origen sirio. Los
bei:eberes, refractarios a la paz romana y a su catastro, se emanciparon gracias al
camello. El les permitió ir a establecerse más allá del limes, sobre las estepas y los
desiertos. A causa de esto, los negros sedentarios de los oasis fueron rechazados
hacia el Sur o reducidos a la esclavitud.
Al término de todos los desarrollos precedentes, se llega a la convicción
siguiente, que es una jugada metodológica decisiva: se .Ruede obtener toélo un
material documental. rico y variado. a Rartir de las fuentes y_ las téc!}i<¿_~e~traídas
d_!,_las ciencias exactas y_ las ciencias natur8:_le~. El historiador se ve obligado a
desplegar esfuerzos de investigación que llegan hasta la audacia. Todos los
FUENTES Y TECNICAS DE LA HISTORIA AFRICANA 99
caminos que se abren son adoptados en adelante. ~ concepto de «ciencias
ªuxiliares»- Iili:rde ·cada vez más terreno en esa nueva -~etodología, a menos de
eJJ.tendec.._e_n_l.Q ~uet;[i_vo,_R_or «ciencias auxiliares de la historia» técnicas fundª-
mentales de la historia, salidas de cualquier horizonte científico, que, además, no
todas están descubiertas aún. Las técnicas de investigación forman parte, en
adelante, de la práctica histórica, y hacen que la historia se incline de manera
concreta hacia la ciencia.
La historia se beneficia así de la experiencia de las ciencias de la Tierra y de las
ciencias de la vida. Sin embargo, su aparnto de investigación Y. de crítica se
enrjguece, sobre todo, con la aportación. d~ las otras ciencias llu!!}aAas y_ sociales:.
egiptolqgía, ling~~ticª' tradición oral, ciencias económicas x_políti~Jl,S.
Hasta ahora, la egiptología sigue siendo una fuente insuficientemente utilizada
para la historia de Africa. Conviene, por consiguiente~ insistir en ella. 1. ",-,~-,.,,;:.o.
La egi()tologia ill!Qlica la arql!~o!Qgía hi~!órica y el descifre de los textos. En J.Vv' {, . ,,
los dos casos, el conocimiento de la lengua egipcia es una condición indispensable. i•.. i:., •-í.>'-'-,. ·
Esa lengua que ha estado viva durante unos~{si se toma en considera~
ción el copto), se presenta materialmente bajo ii~s escrituras distintas:
- La e§c,jtu,-a jerogl{J1<;a 1 cuyos signos se distribuyen en dos grandes clases:
los ideogramas o signos-palabras (por ejemplo, el dibujo de una cesta d~ mimbre,
para escribir la palabra «cesta», cuyos principales componentes fonéticos son nb),
y los fonogramas o signos-sonidos (por ejemplo, el dibujo de una cesta del que no
se retiene más que el valor fonético nb y que sirve para escribir palabras distintas
de «cesta», pero que tienen el mismo valor fonético: nb, «señor»; nb, «todo»). Los
fonogramas se clasifican en: trilíteros, signos que combinan tres consonantes;·
bilíteros, signos que combinan dos consonantes; unilíteros, .signos que no
encierran más que una vocal o una consonante: ese es·el alfabeto fonético egipcio.
- l-,a e_~r_it!'~ª h[erµtica, o sea, la cursiva de los jeroglíficos que aparecen en
las proximidades de la 111 dinastía ( - 2778 a - 2423), siempre orientada de
derecha a izquierda, trazada por un cálamo sobre hojas de papiro, fragmentos de
alfarería y pizarra.. Conoció una duración tan larga como los jeroglíficos (el texto
jeroglífico más reciente. data de + 394).
- La escritura d.~ótica, que es una simplificación de la escritura hierática,
hace su aparición hacia la dinastía XXV ( - 751 a - 656) para desaparecer del uso
en el siglo v. En el plano estricto de los grafemas, hay una comunidad de origen
reconocido entre la escritura demótica egipcia y la escritura meroítica de Nubia
(que transmite una lengua aún no descifrada).
Solo a ese nivel del sistema gráfico egipcio, se plantean interesantes cuestiones
metodológicas. Y es que a través de se_~ante convenio gráfico, dotado de. una
fisonomía. propia,,el historiador, que se convierte un poco en descifrador, conoc~,
por así decirlo, la conciell_Cia Y.lª-..YOluntad de los hom_bres de Qlf.:.QS:...t!.emp_Qs,;__ggr
eso, el acto mater1ªLde e~cribirtradu.Qe siempre un valor profundamente humano,~
En efecto, _descifyªr e_s di~IQgªI,_gr~~ia.§--ª--.:_Un esfuerzo constante de _rig9..LY
qJ?jetivi<Ja_c!,_ Además, la diversidad, las complicaciones y las propias simplificacio-
nes sucesivas del sistema gráfico egipcio forman parte de la historia: la historia de
los descifres, una de las fuentes esenciales de tod¡¡ historicidad. Con el sistema
gráfico egipcio, Africa encuentra así un lugar importante en los estudios de
100 METODOLOGIA Y PREHISTORIA AFRICANA

conjunto sobre la escritura_,. ~on~ideraQ.a _como sistema de signos y g_e interco_m_uni-


cación humana 6 •
- Efproblema de la difusión de la escritura egipcia en el Africa negra amplía aún
más el aparato metodológico del historiador. Perspectivas totalmente nuevas se
abren así a la investigación histórica africana. Los hechos siguientes son precisa-
mente pertinentes. Lo_s gicandi son un sistema ideográfico antiguamente en uso
entre los kikuyo de Kenia. Los pictogramas de ese sistema gráfico ofrecen
sorprendentes analogías con los pictogramas egipcios. La semej:mza estructural
entre los pictogramas nsibidi, en el país de los efik (sudeste de Nigeria) y los
pictogramas egipcios se ha reconocido y señalado desde 1912 por un científico
británico, P. Amaury Talbot. Muchos jeroglíficos egipcios presentan también un
parentesco escritura} claro con los signos de la escritura mende del sur de Sierra
Leona. Lo mismo ocurre con la mayor parte·de los signos de la escritura loma del
norte de Liberia. Existe también una conexión causal indudable entre los
jeroglíficos egipcios y varios signos ·de la escritura_ vai de los alrededores de
Monrovia (Liberia). La escritura de los bamoun, del Camerún, que conoce
también más de dos sistemas gráficos, no ofrece menos sorprendentes analogías
-externas, es cierto- con los jeroglíficos del valle del Nilo. Exactamente como en
Egipto, los jeroglíficos dogon, bambara y bozo son descomponibles y, por tanto,
analizables. Pero el hecho más significativo es que esos signos del Oeste africano
hacen que las cosas y los seres escritos con su ayuda tomen conciencia de sí
mismos, concepción típica del poder trascendente de la escritura, que se encuentra
literalmente en Egipto en la grafía de cier.tos textos relativos al destino después de
la muerte.
Así, continúa siendo grande la posibilidad de ver nacer y desarrollarse una
epigrafía y una paleografía absolutamente desconocidas hasta ahora y cuyo
objeto sería el estudio riguroso de las familias escriturales negro-africanas, en sus
relaciones mutuas. El historiador sacaría provecho de ello, porque a través de la
historia de la escritura y de los desciframientos, está la historia de los hombres
responsables de las grafías referidas. _1;1 ~!.f!.l!l~!l clt: lo.§. ~s~~01a~ grifi~o~ ~s en ~í
_:_!l!is~.9 _u_!.'la fuente valiosa dela histo!ia._~~ eml:>ar:go, el historiado! _9lll! no pier~e
nunca el sentido de la duración no tiene c¡ue esperar de esas escrituras, frecuente-
mente recientes, revelaciones ª-n!iguas. S..u jmQortan~l;:i-rev~lll~más ti~Q la yJl.tr~!'i~
,P.rofundidag terrrnoral del imQacto egj_Qcio. Ap~rel'!_t~l!lent~ desa11ª~cjdª_de§ge_el
año_19A_d_e_la_e.ca_C.i:.istianªhesa_es_critura egip_cia nos pres_enta sin interrupción
, ¡ diverso.s resurgimientos desde el siglo xvn al XIX._La ruptura entre la antigüedad y
1

1~_Q.asado r:ecienJe de Africa _!l!)_~S_,_{?ues, más -9.U.-~ U!Ja ih:!_sión de nuestra


1 tgnorancia; _!!_ni!_ corriente_iul:>terránea une de fa.rto <';~Os dos _polQs.
Conocer la escritura egipcia, descifrar los textos, es tener acceso directo a la
lengua faraónica. Para el historiador siempre es recomendable recurrir, tanto
como sea posible, a los textos originales, porque las traducciones, incluso las
mejores, pocas veces son irreprochables. El historiador que conoce la lengua
egipcia puede, pues, leer directamente, es decir, por sí mismo, los numerosos y
variados textos del Egipto antiguo: estelas funerarias, inscripciones monumenta-

6
Ernst Doblhofer, 1959.
FUENTES Y TECNICAS DE LA HISTORIA AFRICANA 10.l
les, actas administrativas, himnos religiosos, obras filosóficas, tratados de medici-
na o de matemáticas, composíciones literarias (novelas, cuentos y fábulas).
Una serie de textos muestra claramente que la barrera que se quería poner
entre el l;giQ!_o_far-ªónifQ_ y_ el resto de las regione_s africanas vec:i_nai¡Len esl:!S ~RQ9l§.
remotas, no está conforme con la materialidad de lgs h~c'1o!i,
- A este respeéto, se puede mencionar la carta que Neferkaré (Pepi 11), faraón de
la VI dinastía hacia el año 2370 antes de la era cristiana, envía a Herkhouf,jefe de
una expedición económica dirigida a las regiones meridionales alejadas, en el
«País del Límite del Mundo», como dice el texto, esto es, probablemente, la región
de los Grandes Lagos africanos; habían traído un pigmeo de esa lejana expedi-
ción, que fue la cuarta de la serie. Otro texto egipcio que data del siglo xx antes de
la era cristiana (a principios de la XII dinastía) propoFciona informaciones
precisas y muy interesantes sobre la vida de los marinos de aquella época, la
navegación por el !\far Rojo y las relaciones económicas entre la costa oriental
africana y el valle del Nilo. Se trata del Cuento del náufrago. La_reina Hatshepsout,
que permaneció en el trono egipcio durante veintiún años (1504-1483), organizó
varias expediciones comerciales, principalmente la del año 9 de su reinado, al país
de Pount (costa somalí), representada porlos espléndidos bajorrelieves de Deir el-
Bahari, en el Alto Egipto.
Ahí tenemos toda una dirección de investigación nueva, c¡ue no puede dejar
indiferente al historiador de Africa. Se vislumbra qué importancia tiene la
introducción de la enseñanza del egipcio antiguo en las universidades africanas, de
las que se espera mucho para el. estu__gio vivo del patrimonio cultural africano en
toda su profundidad<~spacio-temporá1>
Por lo que se refiere a la _Eertenencia lingüística del egipcio antiguo, las
precisiones siguientes están contenidas en el Informe final del importante coloquio
internacional sobre la Población del Egipto antiguo y el descifre de la escritura)
!lmeroítica (El C~iro, 28 enero-3 ~~brero 1974)_: «Lo·egip~io. no puede ser aisla~~ de
su contexto africano y lo sem1tico no exphca su nac1m1ento; es, pues, leg1t1mo
1
\ iencontrade parientes o primos en Africa» (informe final; p. 29,5).

Hablando claro, la lengua far~ó~a___!!_Q es una lengua semítica. ~Qnvi~neJ_Qgr


consiguient~, sacar_ _a _la lengua egipcia antigua de lo «camito-semítico» o de lo
«afroasiático» de algunos autores que, frecue.ntemente, no son n( seÍniflzantes,-ni
egiptólogos.
El p;:oblema fundamentalque se p~a consiste en comm1rnr,' por medio de
las técnicas lingüísticas apropiadas, ill~--ºgu.-ª_~gi_Rcia antig~ con la negro-
africana _it_ctual, para r~stituir_,_ en Jª_ me.Qi<;i~ d~ Jo posible, formas anteriori:;s
~ml!_n~Lparti~!ldQ Q~ 1-ªs ~or.rt~RQ!l_c!enc:La_s y CQ..mp<J.r~c:i.Q~!i. m_o__r.fglógi~¡¡.ª,
!exi<?ol{>mcas y__fonétj_c:-ª§_,_ Le espera al lingüista un'a tarea gigantesca. También el
historiador deberá contar con un radical cambio de perspectivas cuando sea
analizada una macroestructura cultural común entre el Egipto faraónico y el resto
del Africa negra. Esa comunidad es, en el sentido matemático de las palabras, una
evidencia intuitiva que espera su demostración formalizada. Pero, ahora más que
nunca, el historiador y el lingüista están 'obligados a trabajar codo con codo .
. Porque k.lLngüística es una_fuente_hi~tórica, particularmente en Africa, donde las
numerosas lenguas se imbrican.
102 METODOLOGIA Y PREHISTORIA AFR.1(:'ANA

Se trata, sobre todo, de la lingüística comparativa o histórica. El método


empleado es comparativo e inductivo. Porque El_ fin de la comparación es
reconstruirL ~ decir, . buscar el punto_ de convergencia de todas las Lenguas
comJ~~rad<!s. _f:se punto de conve~gen_ci_a s~ llamarª ~engµa común gredialectal».
Pero es necesario ser extraordinariamente prudente. El «bantú común», por
ejemplo, reconstruido a partir del estudio apropiado de las diversas lenguas
bantúes hoy comprobadas, no es ni una lengua antigua. ni una lengua real
restituida en todos sus elementos. El término «bantú común» o «protobantú»
designa solamente al sistema de concordancia entre las lenguas bantúes conoci-
das, concordancia que la hacen remontar a una época en que esas lenguas eran
casi idénticas. Lo mismo ocurre con el «indoeuropeo», por ejemplo. Al nivel
estricto de la realidad,,la arqueología lingüística es, en último extremo, una pura
ilusión, porque de la época muy antigua, prehistórica, en que se hablaba la lengua
común restit1.,1ida, !1.9 subs.iste ve~tigjo c.1lguno histórico o_simplenievte lingüístic9.
El interés de la lingüística histórica no reside tanto en el hecho de encontrar
~na «leng!.J~ comú11 predilecta!», sino -más_h{en- eI!_tl_heJ:hQ_qe~~ªru..a.r ~por _así
.decirlo- la supEficie lingüística total de div<crsas lenguas aparentemente_e.x_t_rañas
unas de otras. Una lengua está encerrada pocas veces en un área bien delimitada.
Desborda las más de las veces su propia superficie manteniendo con las demás
lenguas, más o menos alejadas, relaciones a veces imperceptibles a primera vista.
El imponaºt_e_¡:>roblema subyacente es, eyideJ:itemente,_~ _del despl_a.zamiento_ de
J~u,obja~iones. Una cotnu_f!idad lingüístic~!lO _se cq_nfunde forzosamen!e. con uºa
unidad de raza. Aquella, sin ~n:!!>-~rgo_, informa_ d!!_~nera pertinen!~ ~obre llna
~l!nÍdadesenCial -=-ia tinica, a decir verdad-, ~~to_esi la l!nidad cul!l!!al rad~al_ de
IQS_~u_eblos. lingüísticamente uni_d9s_ pero que Ji_et;1e{!,_-ª._Ve~e_s, oríg~nes m1,_1y_
~iversos y sistel!l~~ políticos diferentes. La familia «níger-congo», por ejemplo,·
aunque nunca ha estado bien establecida, permite concluir la existencia de
vínculos socioculturales muy antiguos entre los pueblós del Oeste atlántico, los
pueblos mande, gur, kwa, los pueblos comprendidos entre Benué y el Congo
(Zaire), los pueblos de Adamawa oriental y los pueblos bantúes del Africa central,
oriental y meridional.
L~Jil!giiist_ic~ _his_t~ric_<!_:es, pue; u_na Ílle_nte__v<!lios_a _d_e la historia africana,
como /1~ tradic/w_JJrg/!. que fue desdeñada durante mucho tiempo. Ahora bien,
ocurre a veces que la tradición oral es la única fuente inmediatamente disponible.
Este es el caso, por ejemplo, entre los mbochi del Congo. La historia de sus
diferentes jefaturas sólo ha podido restituirse en el espacio y el tiempo (un tiempo
relativamente corto, es verdad) con la ayuda de 1ª.__tradicig.!!__Qral. Esta puede
también resolver una cuestión allí donde el documento escrito resulta imQQten~e.
Los cronistas (Delaporte, 1753; Droyat, 1776) refieren unánimemente que los
reyes, en el reino de Loango (Africa central occidental), eran inhumados en dos
cementerios distintos: en Lubu y en Lwandkili. ¿Cuándo y por qué semejante
distinción tuvo lugar? Dicho esto; los documentos escritos y hasta aquí conocidos
siguen mudos. Sólo la tradición oral de los vili actuales permite explicar esa
dualidad. Es una disputa extraordinariamente violenta entre la corte de Maloan-
go y los habitantes de Lwandjili que obligó al rey y a los príncipes de la época
a cambiar de lugar de inhumación. El cementerio de Lwandjili fue, pues,
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• Bajorrelieve, museo de Abomey (foto Nubia).


104 METODOLOGIA Y PREHISTORIA AFRICANA

abandonado en favor del de Lubu a consecuencia de un conflicto entre la corona y


los habitantes de una opulenta provincia del reino. La tradición oral viene aquí
válidamente en ayuda del documento escrito. Existen innumerables casos_ en
Africa en lfil___g ue la_ !!:_a-9ició1!__o~al _g_!:lía ----:P_ü_r:_ _así decirlo- _lll excavación
-arqueológica, iluminando paralelamente la crónica escrita. Las excavaciones de
TegdaoÜs( dudad del reino de Ghana (Sud.in oC:cidental), dirigidas a finales de
1960 por los profesores J. Devisse, D. y S. Robert, entonces en la Universidad de
Dakar, aprovecharon simultáneamenteJ de manera cruzada_,_ las tradiciones
locales, Jascrónicas árabes medievales y las técnicas propiamente arqueológicas.
·As( uñ períocfo de-hísforia africana mal conocido (siglos VII y XIII) fue devuelto a
la memoria de los hombres gracias, evidentemente, a la arqueología, pero
también, en parte, gracias a la tradición local y a los documentos escritos.
Esos ejemplos, que se podrían multiplicar, muestran que en Africa, más que en
otra cualquier parte,)atradición oral forma parte integrante de la base documen-
tal del historiador. Esa base se amplía de ese modo. La historia africana no puede
ya tratarse más -como en el pasado, separando de la investigación histórica la
tradición oral, que es una articulación del tiempo.
Precisamente, ese punto capital -a saber, de una parte la manera como la
tradición or:al presenta el tiempo, y de otra, la manera como la tradición oral
presenta J'os acontecimientos a t~avés del tiempo- no ha sido aún suficientemente
subrayado. ¿De qué manera, pues, el griot presenta la historia?. Esta es la cuestión
decisiva. _El griot africano_ no trapaja_c_asi nunca s9.l_,r_tl t1Qa trarn<J. et:m1ológic-ª· Y.
no presenta el curso de los acontecimientos humanos con sus aceleraciones o sus
puntos de ruptura.To que él dice y refiere merece st)Lescuchado e11 perspectI~ y
no puede serlo de otro modo. Es que el griot sólo_ Je_ intere~a po_i: _el hombre
ioñ~ic_l~rªdo ~- \~ !!~Jsteiicü1., como -R._ortador de valoi:_e~ y como actuando en l~
naturaleza, intemporal_!ll.!!l}!e . .!:le ahí _po_f gl!é el griot africaJ!Q_!l~rQpensQ a
hacerla síñtesis de los. diversos momentos de la historia que él relata. En cada
_mo_!!lento trªt~ por §LmiS[!lO, comq_ te.ri_ieºclo !iU_ ~J!_tj.99 RrQ_Rio, sin l"_~aciones
: , precisas con los otros momentos. Los momentos de los acontecimientos referidos
fson Aisconffnuos, lo qu~-es ~propiamente -h-ablar de la historia absoluta. Esa
· .historia absoluta que presenta sin fechasl gl9_!:>~JJ!l~I_!_te,_ u!!_o~ egl!_c!ios de evolu<::ió!).,
es sitnplemeñte la- historia estructural. Los afloramientos y las eme~gen~i_as
temporales que se llaman en otra parte «ciclo» (idea de círculo), «período» (idea de
espacio de tiempo), «época» (idea de par-ªda o de momento señalado por algún
1¡1contecimiento importante), «edad» (idea de duración, c!e paso fluido del tLe_mpo),
1
«serie» (idea de continuación, de sucesión), «momento» (idea de instante, de
circunstancia, de tiempo presente), etc., son prácticamente ignorados por el grio_t
ll]ricano como expresiones posibles de su discurso. giertainente, el griot africano
,no ignora ni el tiempo cósmico (estaciones, años, etc.) nr el pasado hu-maño, püesto
, que lo que él refiere está p_reéisamente pasado. Pero a i&f Je resuitaba -bas}al!te
difícil un modelo del tiempo, y da de un golpe las plenitudes de un tiempo.
- Siempre en el ten:eno de las ciencias humanas y sociales, la aportación de los
sociólogos y politicólogos permite volver a definir unos saberes históricos y
,,.- culturales. En efecto, los conceptos de «reino», «nación», «Estado», «imperio»,
<<democracia», «feudalidad», «partido político», etc., utilizados en otras partes de
FUENTES Y TECNICAS DE LA HISTORIA AFRICANA 105
manera ciertamente adecuada, no son siempre automáticamente aplicables a la
realidad africana.
¿Qué hay que entender exactamente por ~reino del Cong_o>~\ p.or ejemplo? Lai , 1c
· gente misma nombra las cosas de la manera siguiente: nsi a Kongo, literalmente' Ct'-'
«el país ( nsi) de los_ cong1;»>. Tenemos, pues, un grupo étnico (los congo), ..!:.1-º-ª.. /T)
comarca ( nsi):-iiª-cónciencia que tiene ese grUJLO_étnico_g_e habitar esa comarca, r:.. U ,vuJ
que se convierte así en erpais7nsi) del grupo étnico en cuestión. _Los límites o,
fronteras son cada vez más movientes. Dependen de Ía dispersió!! _ci_e 19-s clanes y,
¡ü~grupos de la_ et_ni!!_ considerada: L;- palabra «reino» responde aquí a: un\
territorio exclusivamente habitado por hombres y mujeres que pertenecen todos a
una misma etnia. La homogeneidad étnica, lingüística y cultural es de rigor. El
«rey» ( mfumu) es, en realidad, el mayor ( mfumu ), el tío materno ( mfumu) de todas
las familias (nzo) y de todos los clanes matrilineales ( makanda) que se reconocen
antepasados-fundadores comunes ( bankulu mpangu). Al examinar más de cerca la
realidad del «reino del Congo» se reduce, en definitiva, a una vasta Jefatura, es
decir, a un sistema de gobierno que engloba las pequeñas jefaturas locales. El
«rey» es el mayor de los mayores, el. tío materno más antiguo entre los vivientes:
por eso, él es un ntinu, «jefe supremo». El «reino del Congo» no quiere decir, pues, ·
un Estado gobernado por un rey, en el sentido occidental. En resumen, ese sentido
occidental (reino de Luis XIV, por ejemplo) es un sentido bastardo, tardío,
inadecuado, en su111a, un caso particular de paso del Estado al Estado nacional
por la nionarquÍá «absoluta»._ __
Por el contrario, el r!~~~ de !)anxom~ (actual Benin) se parece ipás al tipo
de la monarquía absoluta, avatar poco afortunado desde Emique IV hasta Luis
.XVI en el marco de Francia. Existe, en efecto, un territo!io_p!i!_ltj_pl!_l y_~mane!_l-
t~ Este, como subraya el profesor M. Glélé, posee una ju~isdicci_ón centrªI: el rey,
sus ministros y los delegados de éstos . El rey es la esencia misma del -poder.
Detenta todos los atributos de la autoridad y del mancfo:-TTene derecho- de vida y
de muerte sobre sus súbditos, los anato, «gente del pueblo», entre los cuales el rey,
señor y poseedor de todas las riquezas (dokunno), elegía y reclutaba a unos glesi,
es decir, cultivadores que destinaba a sus propiedades o de los que hacía regalo a
los príncipes y a los jefes. fil.poder centraiera ejercido en las aldeau regio ne~ por
unQ§ jefes,. en nombre d_~l rny. ~ _<<reino de Danxome» ~e pre~e_!}tª._,_por ~o_nsiguien-
te, como una_ organiz'!ci_qn~~tatal fuerJeQJent~_~ntraJL~a_dll y en lit_ qµe se inserta_el
~istema de descentralización adfl!il}istrativa, como es lajefatura. Tenemos así un
poder central _gu~ c:ontrola a un pueblo {l~s danxo!Pen_uJ a través de lasjefaturas.
En el curso de lll historia y al azar de las conquistas, se fueron añadiendo países
anexionados al núcleo étnico antiguo y al territorio permanente.
Ma habido, pues, en un momento determinado conquista y ¡:>roceso de
acultunzación-asimilación entre pueblos parientes y vecinos (Fon." Mahi, Alada,
Savi, Juda, etc.). El «reino>> se convierte, por ese hecho: en U_!l Estado pluri~tni~.
estructurado y centraliza-do grac(as- a- una fuerte organización administrativa y
militar, y grac{as también auna economía dirigida y dinámica. En vísperas de lá
penetración colonial, el reino de Danxome era un. verdadero Estado-nación donde
el diálogo, la palabra y la adhesión de las poblaciones (a través de las jefaturas)
eran un principio de gobierno.
106 METODOLOGIA Y PREHISTORIA AFRICANA

La palabra «reino» no tiene, pues, la misma acepción en todas ¡:iartes de


Africa. Los dos ejemplos del Coñgo y de óanxome són~rtiuy instructivos est~ -a
respecto. _Se requiere, ¡:>(?r_c_onsiguiente,_ u_!1a gran vigilanciª---dc;l h~tQriador pm·_ª el
~~JJleo de e~l!_pal_a,l;>ra. Se habrá notado, por otra parte, que la jefatura correspon-
de a un sistema de gobierno en el Congo, pero a un modo de descr.ntralización
administrativa en el antiguo reino de Danxome (Abomey).
Por lo que se refiere al término «feudalidad», y en el campo de observación
que es Europa occidental (que no siempre es una particularidad tópica), puede
entenderse en el sentido de los medievalistas detendenciajúrídica: la feudalidad es
lo que concierne al feudo (aparecido hacia el siglo X-XI) y al conjunto de las
relaciones (fe, homenaje y censo) que vinculan al vasallo con el señor, propietario
de la hacienda. Los campesinos que no forman parte de la capa superior de la
sociedad son descartados en esa acepción de la palabra.
Los marxistas dan, por el contrario, un sentido muy amplio a la palabra
«feudalidad»: es un modo de producción caracterizado por la explotación económi-
ca de las clases inferiores (los siervos) por las clases dirigentes (los feudales). Los
siervos están viaculados a la gleba y dependen del señor. Este no puede matar al
siervo, pero puede venderlo (propiedad limitáda sobre el trabajador). La servi-
dumbre reemplaza a la esclavitud, pero muchos aspectos de la condición servil
están aún presentes. Los siervos o los campesinos no están asociados a la gestión
de los asuntos públicos. Y no asumen tampoco funciones administrativas. El
régimen feudal, desde un punto de vista de la evolución de las sociedades
europeas, es una etapa intermedia en el proceso de formación .de la economía
capitalista. Pero muchos marxistas mezclan aún la noción política de feudalidad y
la socioeconómica de señorío, cosa que, gracias a Marx, los historiadores desde
1847 han aprendido a distinguir.
Sea cual sea el sentido elegido, ¿coinciden los regímenes medievales europeos
con los del Africa negra precolonial? Sólo estudios sociales comparativos (aún
más raros) podrán dar respuesta adecuada a esa pregunta, sin duda con los
matices necesarios. El carácter «feudal» de la organización de los bariba (Daho-
mey) ya ha sido señalado, sobre todo, como una hipótesis de traba,jo. El estado
poco avanzado de las investigaciones sobre esta cuestión de la «feudalidad» en
Africa negra, debe lb:y_ar_ .al.b.i_s_toriagQJ a _s~r mu_y _pr_udente. Y _parece __g).l_e )as
.t~9~ncias «feudales» ¡:>r~sen_tadas por las sociedades . negro-africanas no se
pueden definir con relación a unos-derech-os reales revelados por la atribudón de
uñ <<feudo», siño-m~s bíen co-n relación_ª una forma, de 9rganización política que
~e bªsa en_ un sistema de particulares _re!aciones socíales y_ económica_s;
Los análisis de los sociólogos y poljticólqgQ~ pueden ser así fuentes explota-
bles para el historiador. Los «archivos» del historiador, en Africa, varían
enormemente en función de los materiales y los períodos históricos, y en función
también de la curiosidad del historiador mismo.
En Africa, las series documentales están constituidas por toda clase de
ciencias: exactas, naturales, humanas y sociales. El «relato» histórico se encuentra
completamente renovado en la medida en que la metocÍo]Qgíaconsiste en empJ~ar
varias fuentes y ticnicas particulares a la \'.eZ_, de manera cruzada. Las informado~
nes facilitadas por la tradición oral, los escasos manuscritos árabes, las excavacio-
FUENTES Y TECNICAS DE LA HISTORIA AFRICANA 107

nes arqueológicas y el método del carbono residual o carbono 14 han reintroduci-


do definitivamente al «legendario» pueblo sao (Chad, Camerún, Nigeria) en la
historia auténtica de Africa. La colina de Mdagá, en la república del Chad, ha
estado ocupada de modo muy prolongado durante casi 2 500 años, desde el siglo
V antes de la era cristiana hasta la mitad del siglo XIX de la era cristiana. Sin el
aprovechamiento global y cruzado ·de fuentes tan diversas hubiera sido radical-
mente imposible llegar a conclusiones tan pertinentes e inesperadas.
Las nocion·es clásicas de la crítica histórica, tales como «ciencias auxiliares»,
«~~ccl.óº-defas fuet.iies», «materiales históricos nobfes», so~ en ª<:felante d~terra-
das de la investigación histónca afr1caña-que marca así una.et~pa import_a1_1te en la
bistoriografía contemporánea.
--Lapráctica de la h.storia en Africa se convierte en un permanente diál~go
interdisci.Q!!!}ario. Nuevos horizontes se dibujan gracias a un esfuerzo teórico
inédito. La noción de «fuentes cruzadas» exhuma -por así decirlo- del subsuelo
de la metodología general una nueva manera de escribir la historia. La elabora-
ción y la articulación de la historia de Africa pueden, por consiguiente, desempe-
ñar un papel ejemplar y precursor en la asociación de otras disciplinas para la
investigación histórica. ·

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