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Pepito, un niño pastor, descuidó sus ovejas mientras observaba un partido de fútbol. Forasteros aprovecharon su descuido para robarle el rebaño. Al terminar el partido y no encontrar a sus ovejas, Pepito reconoció que su irresponsabilidad le hizo perder el sustento de su familia.
Pepito, un niño pastor, descuidó sus ovejas mientras observaba un partido de fútbol. Forasteros aprovecharon su descuido para robarle el rebaño. Al terminar el partido y no encontrar a sus ovejas, Pepito reconoció que su irresponsabilidad le hizo perder el sustento de su familia.
Pepito, un niño pastor, descuidó sus ovejas mientras observaba un partido de fútbol. Forasteros aprovecharon su descuido para robarle el rebaño. Al terminar el partido y no encontrar a sus ovejas, Pepito reconoció que su irresponsabilidad le hizo perder el sustento de su familia.
Pepito. Él vivía en el campo junto a su papá, mamá y hermanos. En casa, cada miembro tenía una responsabilidad específica. Pepito, por ser el hijo mayor, estaba encargado de cuidar el rebaño. Él iba todas las tardes a pastear a sus ovejas a la cima de una colina. Un día, estando en la cima, Pepito vio como los aldeanos se animaron a jugar un partido de fútbol a esa hora. El pastorcito, movido por la curiosidad, bajó hacia el campo para observar mejor el partido, pero estando pendiente de sus ovejas en cada momento. Pepito, conociendo que los aldeanos eran personas honradas, decidió dejar al rebaño en un lugar seguro y se fue confiado a ver el partido. De esta manera, Pepito se descuidó de sus ovejas y siguió observando el partido muy cómodamente. Sin embargo, unos forasteros que también estaban viendo el partido, al ver que el pastorcito se olvidó de su responsabilidad, aprovecharon su descuido para robarle silenciosamente su ganado sin que nadie se diera cuenta. Al terminar el partido, el pastor subió a la colina a recoger a sus ovejas para llevárselas, y al no encontrarlas, muy desesperado dijo: - ¿A dónde se metieron mis ovejas? En ese momento, empezó a buscarlas por toda la colina y al no encontrarlas preguntó a todos los vecinos, quieres dijeron que estaban tan ocupados que no llegaron a ver nada. Al perder definitivamente su rebaño, el pastor llorando reconoció su error y dijo: - ¡Por mi irresponsabilidad, he perdido el mayor sustento de mi familia! EL PASTORCITO IRRESPONSABLE Había una vez un niño llamado Pepito. Él vivía en el campo junto a su papá, mamá y hermanos. En casa, cada miembro tenía una responsabilidad específica. Pepito, por ser el hijo mayor, estaba encargado de cuidar el rebaño. Él iba todas las tardes a pastear a sus ovejas a la cima de una colina. Un día, estando en la cima, Pepito vio como los aldeanos se animaron a jugar un partido de fútbol a esa hora. El pastorcito, movido por la curiosidad, bajó hacia el campo para observar mejor el partido, pero estando pendiente de sus ovejas en cada momento. Pepito, conociendo que los aldeanos eran personas honradas, decidió dejar al rebaño en un lugar seguro y se fue confiado a ver el partido. De esta manera, Pepito se descuidó de sus ovejas y siguió observando el partido muy cómodamente. Sin embargo, unos forasteros que también estaban viendo el partido, al ver que el pastorcito se olvidó de su responsabilidad, aprovecharon su descuido para robarle silenciosamente su ganado sin que nadie se diera cuenta. Al terminar el partido, el pastor subió a la colina a recoger a sus ovejas para llevárselas, y al no encontrarlas, muy desesperado dijo: - ¿A dónde se metieron mis ovejas? En ese momento, empezó a buscarlas por toda la colina y al no encontrarlas preguntó a todos los vecinos, quieres dijeron que estaban tan ocupados que no llegaron a ver nada. Al perder definitivamente su rebaño, el pastor llorando reconoció su error y dijo: - ¡Por mi irresponsabilidad, he perdido el mayor sustento de mi familia!