Está en la página 1de 3

Paradoja 1

Vivo sin vivir en mí

y tan alta vida espero,

que muero, porque no muero.

Sor Juana Inés de la Cruz

Ven muerte, tan escondida,

que no te sienta conmigo;

porque el gozo de contigo

no me torne a dar la vida.

Escribá

No hay cosa, que produzca más cansancio, como no hacer algo.

El mayor bien de querernos,

es querer un no quererme,

pues procurar de perderos,

será perder el perderme.

Diego de San Pedro

Tristeza, si has de volver

donde ahora te partiste,

no lo tengo que saber,

que será tanto el placer,

que jamás pueda estar triste.

Juan de Gariz
Estás tan cerca de mí

y a la vez tan lejos,

que cuando te odio,

es amor, lo que siento.

Bárbara Isabel Mojarro Durán

¡Ay de mí! Dime, Señor Dios mío, por tu misericordia, qué eres Tú para

mí. Di a mi alma: “Yo soy tu salvación.” Díselo, de manera que te oiga.

Mira, Señor, los oídos de mi corazón están ante ti; ábrelos, y di a mi alma:

“Yo soy tu salvación.” Correré tras estas palabras tuyas, y me aferraré a

ti. No me escondas tu rostro: muero yo, para que no muera, y pueda así

contemplarlo.

San Agustín

Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la

fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de

los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas

por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2Co 12, 9b-10

Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo, quien

vive en mí. Y mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de

Dios, que me amó hasta entregarse por mí. Ga. 2,19b-20


Paradoja 3

Vivir es ir muriendo.

Vivir es no vivir.

Hernán Benítez

También podría gustarte