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A principios de este mes, se hizo un esperanzador anuncio: 

el róver Curiosity de
la NASA, observó una mezcla de isótopos de carbono en las rocas del cráter
Gale que, de verse en la Tierra, serían consideradas una señal de vida. El
róver, también capturó aumentos tanto ocasionales como estacionales
de metano, un gas que en este planeta se produce predominantemente de
manera biológica. 

Aproximadamente, a 3.700 kilómetros de distancia, en el cráter Jezero, el róver


de la NASA Perseverance, detectó extraños recubrimientos púrpuras en las
piedras del suelo del cráter. Los mismos son extendidos y se asemejan a los
barnices del desierto en la Tierra que se generan en presencia de microbios. 

En ese sentido, el dispositivo Perseverance ya está tomando la primera serie de


muestras, la que podría contener evidencia sobre microorganismos que vivieron
en Jezero hace miles de millones de años.
No importa cuál sea la respuesta, nos aportará algo profundo sobre los orígenes
de la vida en nuestro propio planeta.

“Gran parte de la historia antigua (de ambos planetas) es muy similar, y es muy
intrigante el hecho de que, en nuestra evolución planetaria, los caminos se
hayan apartado tanto”, explica Amy Williams, astrobióloga de la Universidad de
Florida. “Si no hay vida en Marte, ¿por qué no la hay? ¿Qué cambió? ¿Qué ha
pasado? ¿Por qué no habría vida allí? Y si la hubo, ¿qué pasó con ella?",
reflexiona.

En 1996, los científicos anunciaron que un meteorito marciano recuperado de la


región de Allan Hills de la Antártida, parecía contener microfósiles
pequeños (con forma de lombriz y mineralizados), muestra de que hubo vida
que se desplazó por la superficie del planeta hace, aproximadamente, 4100
millones de años. Estas observaciones fueron ambiguas y extremadamente
divisorias, provocando debates que persisten hasta el día de hoy. Sin embargo,
tuvo su lado positivo. 

En la actualidad, esta hendidura de 154 kilómetros de ancho alberga una gran


montaña que contiene muchas capas de sedimentos que conservan un registro
del pasado marciano. El primer objetivo de Curiosity es buscar signos de
habitabilidad pasada, como agua, compuestos orgánicos y fuentes de energía,
los elementos necesarios para la vida tal y como se conoce en la actualidad. 

Durante sus recorridos por Jezero, Perseverance encontró numerosas rocas con


una cobertura púrpura rica en hierro. Bradley Garczynski, de la Universidad de
Purdue (Estados Unidos), quien está estudiando dicha cobertura, sostiene que
no es nada que los dispositivos no hayan registrado anteriormente en Marte,
aunque se han visto rocas con diferentes revestimientos en otras partes del
planeta.
En la Tierra, estos recubrimientos suelen observarse en
los desiertos, donde crecen los conglomerados de microbios que se alimentan
de las rocas. 

“Son realmente intrigantes y, definitivamente, son de interés biológico en la


Tierra, como también astrobiológico", enfatiza Williams.
Lynch, quien estudia analogías terrestres de los entornos marcianos, manifiesta
que no sería descabellado encontrar indicios biológicos en los
barnices de las rocas de Jezero. “Los microbios hacen cosas maravillosas.
Colocan recubrimientos o barnices sobre las rocas porque les gusta alimentarse
de ellas”, cuenta.

Sin embargo, los científicos tienen mucho más contexto sobre los entornos de la
Tierra en los que se forman esos barnices, dice Lynch, lo que es crucial para
interpretar correctamente una observación. Incluso en nuestro propio
planeta, los investigadores necesitan evaluar rigurosamente si ese
material fue producido por seres vivos o por algún otro proceso. Esa
pregunta es mucho más difícil de contestar a la distancia. 

“Es un sistema hermosamente complicado y complejo el que estamos


explorando en Marte”, exclama Fraeman.

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